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1. Introducción
El artículo VI es la primera norma de naturaleza adjetiva incorporada en el Título
Preliminar del Código Civil. ¿Era indispensable regular el interés para obrar en
el Código Civil? ¿Acaso no se pudo plasmar dicha figura en el Título Preliminar
del Código Procesal Civil? Las respuestas a esas interrogantes son muy
sencillas. De hecho, el interés para obrar ya está regulado en el Código
Procesal Civil, por lo que su incorporación en el Código Civil genera
confusiones de orden teórico y quizá práctico.
Debemos recordar que la finalidad del Título Preliminar del Código Civil es
orientar a los operadores del derecho (entiéndase jueces, abogados y árbitros) al
momento de interpretar, integrar o aplicar las normas jurídicas. No debemos
olvidar que además las normas contempladas en este Título Preliminar tienen
vocación orientadora para todo el derecho, o sea, tanto para el derecho privado
como el derecho público.
Juan Monroy Gálvez afirma que la norma investigada es una norma procesal. Lo
es porque su uso por el ciudadano solo es factible de concretarse dentro del
proceso o para el proceso. La norma procesal enseña qué se puede hacer dentro
de una relación procesal y de qué manera. Por oposición, considera que
las normas materiales se caracterizan porque contienen una propuesta de
comportamiento social, es decir, postulan una conducta determinada en el
espectro de las relaciones sociales. (1994, p. 38)
Hay que destacar que el artículo IV del Título Preliminar del Código Procesal
Civil dice respecto a este tema: “El proceso se promueve solo a iniciativa de
parte, la que invocará interés y legitimidad para obrar”. (Rubio Correa, 2008,
p. 114)
La norma que comentamos no solo está fuera de lugar sino que ya existe una
norma en el correspondiente cuerpo normativo de normas adjetivas que regula
el interés para obrar y la legitimidad para obrar mas conocidas como
las condiciones de las acción en la doctrina procesal. Requisitos necesarios para
la expedición de una sentencia sobre el fondo.
El objetivo fundamental del artículo VI del Título Preliminar del Código Civil
consiste en establecer criterios generales que regulen el interés que corresponde
tener para la constitución de parte en los procesos judiciales, y por su naturaleza
está destinada a regular aquellos casos en los que la contienda versa sobre
intereses individualizables, bien de personas naturales, bien de personas jurídicas.
En este sentido, es una de las normas del Título Preliminar menos susceptible de
ser extendida a otros campos del derecho. (2008, p. 114)
Para una destacada doctrina procesal nacional, la lectura que debe hacerse de este
artículo es que para poder plantear válidamente una pretensión en el proceso o
para poder oponerse válidamente a una pretensión, se hace indispensable
tener legitimidad para obrar[1], sea esta ordinaria o extraordinaria (aunque no
se haga referencia expresa a esta última). Además, la norma bajo comentario
dispone que el proceso es un instrumento mediante el cual los justiciables pueden
solicitar tutela de intereses patrimoniales y no patrimoniales. (Priori Posada,
2002, p. 177)
El interés para obrar puede ser definido como el interés sustancial que deben
tener las partes que actúan en el proceso, es decir, el motivo o razón de carácter
jurídica material, serio y particular que lleva a una persona (en el caso del
demandante) a procurar la intervención de los órganos jurisdiccionales del Estado
a fin de que se acceda a las pretensiones formuladas en la demanda; y en el caso
del demandado, la razón por la cual se opone o contradice tales pretensiones.
Priori Posada señala que “La legitimidad para obrar se entiende más bien
como presupuesto para poder plantear una pretensión en un proceso, de forma tal
que solo si la pretensión es planteada por una persona legitimada, el juez puede
pronunciarse válidamente sobre el conflicto de intereses que le ha sido
propuesto.”
No obstante tener la presente norma una defectuosa redacción, pasaremos a
analizar cada uno de los tipos de intereses que contempla. Esto es, el legítimo
interés, el interés económico y el interés moral.
4. El legítimo interés
Sobre esta materia, el Código Civil contiene diversas normas vinculadas con el
interés público, interés social e interés nacional, que no tienen vinculación directa
con el interés individualizable. Las que sí tienen vinculación con este último lo
expresan de cuatro maneras diversas: Ellas son:
o El legítimo interés en el artículo VI del Título Preliminar y en los
artículos 49, 127, 129, 253, 351, 366, 399, 956, 1260 y 1999.
o El interés legítimo y actual, en el artículo 275.
o El simple interés en los artículos 2, 67, 220, 421, 426, 535, 598,
599, 606, 610, 619, 634, 640, 643, 644, 648, 654, 701, 786, 974,
1316 y 2106.
o El interés propio en el artículo 1457. (Rubio Correa, pp. 115-116)
La jurisprudencia nacional, al igual que la doctrina civilista mayoritaria no tienen
un concepto uniforme de legítimo interés. Así, la resolución de la Sala Civil
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República (Casación N. 2057-
T-96), del 29-10-96, en la cual se establece que: “No siendo los demandantes
propietarios de los bienes transferidos a SEDALIB, carecen de interés para
interponer la demanda, por lo que no resultan de aplicación los artículos
doscientos diecinueve del Código Civil y el artículo sexto del Título Preliminar
de dicho Código. (Espinoza Espinoza, 2015, p. 405)
Por su parte para la Casación 2381-97 tiene legítimo interés quien vea afectado
directa o indirectamente su derecho, o el de la persona o grupo de personas que
represente, o exista un interés difuso.
En buena cuenta, el concepto de legítimo interés ha sido confundido con el
de legitimidad para obrar a tal punto de usarse indistintamente sin respetarse
que el legítimo interés es un concepto distinto y que proviene de un concepto
mucho más amplio, nos referimos a la situación jurídica subjetiva, esta última
entendida como la posición que ocupan los sujetos de derechos frente al
ordenamiento jurídico. Siendo el interés legítimo una situación jurídica subjetiva
de ventaja inactiva.
5. El interés económico
El interés económico puede ser definido como aquel que tiene contenido
patrimonial, es decir, valorizable en sí mismo, o referido a bienes susceptibles a
su vez de ser valorizados. (Rubio Correa, 2008, p. 119)
6. El interés moral
El interés moral es aquel que se refiere a lo extrapatrimonial, es decir, a lo que
en su misma sustancia no puede ser valorizado patrimonialmente. A modo de
ejemplo, caen aquí todos los derechos establecidos en el artículo 2 de la
Constitución –salvo ciertos matices del derecho al trabajo, a la propiedad y la
herencia– y buena parte de lo estipulado en los treinta y dos primeros artículos
del Código Civil existiendo, obviamente muchos otros derechos
extrapatrimoniales en estos cuerpos legislativos. (Rubio Correa, 2008, p. 119)
o A los ascendientes y descendientes.
o A los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad y
segundo de afinidad.
o En especial, a los que de ellos vivan bajo el mismo techo. (Rubio
Correa, 2008, p. 124)
El artículo 1984 en relación al daño moral reza lo siguiente:
En esa línea, el término familia al que hace alusión el articulo VI del título
preliminar no debe ser interpretado restrictiva sino extensivamente y poder
comprender otros miembros como los que convivan con el afectado en sus
derechos. Siendo tarea de la jurisprudencia determinar el alcance de lo que se
debe entender por familia atendiendo a los casos en concreto.
El profesor Espinoza suscribe esta opinión. Así señala que el rol actual del TPCC
debe adecuarse a esta actual exigencia histórica: se debe prescindir de regular
supuestos de hecho procesales que, dicho sea de paso, están mejor regulados en
el Código Procesal Civil y, con el riesgo de caer en decir lo evidente, debe
regular categorías materiales propias de su disciplina. Esto es lo que sucede con
el legítimo interés: el Código Procesal Civil, en el artículo IV de su Título
Preliminar ya se refiere al interés procesal. Es por ello que en las propuestas de
reforma al Código Civil peruano ya se ha eliminado el actual (y vigente) artículo
VI del TPCC. (Ibídem, p. 388)
8. Conclusiones
En el en interés para obrar existe una controversia con relevancia jurídica, que
solo puede ser resuelta por los órganos jurisdiccionales y que, además, le reporta
una utilidad a quien demanda. La legitimidad para obrar, es la exigencia de un
requisito para poder incorporarse al proceso, es decir, una posición habilitante o
aptitud que es: que sean mismas partes que tienen ese conflicto en su vida de
relación las incorporadas.
El término familia al que hace alusión el articulo VI del título preliminar no debe
ser interpretado restrictiva sino extensivamente y poder comprender otros
miembros como los que convivan con el afectado en sus derechos. Siendo tarea
de la jurisprudencia determinar el alcance de lo que se debe entender por familia
atendiendo a los casos en concreto.
9. Bibliografía
ESPINOZA ESPINOZA, Juan Alejandro (2015). Introducción al Derecho
Privado. Los principios contenidos en el Título Preliminar del Código Civil.
Análisis doctrinario, legislativo y jurisprudencial. Lima: Pacífico Editores.
MONROY GÁLVEZ, Juan (1994). “El artículo VI del Título Preliminar del
Código Civil peruano de 1984”. En: Themis. Revista de derecho, n. 30, pp. 37-
47.
RUBIO CORREA, Marcial (2008). El Título Preliminar del Código Civil. Lima:
PUCP.
Debe tenerse en cuenta que estar legitimado en la causa significa tener derecho a
exigir que se resuelva sobre la o las pretensiones propuestas en la demanda por lo
que la legitimidad para obrar supone la identidad entre las personas integrantes
de la relación jurídica sustantiva y las partes que conforman la relación jurídica
procesal, lo que no es equivalente a la titularidad efectiva del derecho, en tanto
ello se determinará con pronunciamiento de fondo en la sentencia.