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Sumario. 1. Introducción, 2.

Análisis del artículo VI del Título Preliminar del


Código Civil, 3. El interés para obrar y la legitimidad para obrar, 3.1. El interés
para obrar, 3.2. La legitimidad para obrar, 4. El legítimo interés, 5. El interés
económico, 6. El interés moral, 6.1. El interés moral familiar, 7. Crítica al
artículo VI del Título Preliminar del Código Civil, 8. Conclusiones, 9.
Bibliografía.

1. Introducción
El artículo VI es la primera norma de naturaleza adjetiva incorporada en el Título
Preliminar del Código Civil. ¿Era indispensable regular el interés para obrar en
el Código Civil? ¿Acaso no se pudo plasmar dicha figura en el Título Preliminar
del Código Procesal Civil? Las respuestas a esas interrogantes son muy
sencillas. De hecho, el interés para obrar ya está regulado en el Código
Procesal Civil, por lo que su incorporación en el Código Civil genera
confusiones de orden teórico y quizá práctico.

Debemos recordar que la finalidad del Título Preliminar del Código Civil es
orientar a los operadores del derecho (entiéndase jueces, abogados y árbitros) al
momento de interpretar, integrar o aplicar las normas jurídicas. No debemos
olvidar que además las normas contempladas en este Título Preliminar tienen
vocación orientadora para todo el derecho, o sea, tanto para el derecho privado
como el derecho público.

2. Análisis del artículo VI del Título Preliminar del


Código Civil
De acuerdo con el artículo VI del Título Preliminar del Código Civil (en adelante
TPCC):

Artículo VI.- Interés para obrar

Para ejercitar o contestar una acción es necesario tener legítimo interés


económico o moral.
El interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere directamente al agente o
a su familia, salvo disposición expresa de la ley.

Juan Monroy Gálvez afirma que la norma investigada es una norma procesal. Lo
es porque su uso por el ciudadano solo es factible de concretarse dentro del
proceso o para el proceso. La norma procesal enseña qué se puede hacer dentro
de una relación procesal y de qué manera. Por oposición, considera que
las normas materiales se caracterizan porque contienen una propuesta de
comportamiento social, es decir, postulan una conducta determinada en el
espectro de las relaciones sociales. (1994, p. 38)

De lo dicho se desprende que la citada norma está plasmada en un cuerpo


normativo que no le corresponde, es decir, dentro de un conjunto de normas
materiales y no procesales.

Hay que destacar que el artículo IV del Título Preliminar del Código Procesal
Civil dice respecto a este tema: “El proceso se promueve solo a iniciativa de
parte, la que invocará interés y legitimidad para obrar”. (Rubio Correa, 2008,
p. 114)

La norma que comentamos no solo está fuera de lugar sino que ya existe una
norma en el correspondiente cuerpo normativo de normas adjetivas que regula
el interés para obrar y la legitimidad para obrar mas conocidas como
las condiciones de las acción en la doctrina procesal. Requisitos necesarios para
la expedición de una sentencia sobre el fondo.

Marcial Rubio sostiene que:

El objetivo fundamental del artículo VI del Título Preliminar del Código Civil
consiste en establecer criterios generales que regulen el interés que corresponde
tener para la constitución de parte en los procesos judiciales, y por su naturaleza
está destinada a regular aquellos casos en los que la contienda versa sobre
intereses individualizables, bien de personas naturales, bien de personas jurídicas.
En este sentido, es una de las normas del Título Preliminar menos susceptible de
ser extendida a otros campos del derecho. (2008, p. 114)

Más adelante agrega que:


La definición de los diversos contenidos que trae el artículo merece tratamiento
específico. Por lo pronto, es importante señalar que, como su propio texto
indica, es disposición aplicable tanto para la legitimación procesal activa –
interposición de acción o eventual reconvención- como para la pasiva –
contestación de la acción interpuesta bajo cualquiera de sus posibles alternativas.
(Ibídem, p. 115)

Para una destacada doctrina procesal nacional, la lectura que debe hacerse de este
artículo es que para poder plantear válidamente una pretensión en el proceso o
para poder oponerse válidamente a una pretensión, se hace indispensable
tener legitimidad para obrar[1], sea esta ordinaria o extraordinaria (aunque no
se haga referencia expresa a esta última). Además, la norma bajo comentario
dispone que el proceso es un instrumento mediante el cual los justiciables pueden
solicitar tutela de intereses patrimoniales y no patrimoniales. (Priori Posada,
2002, p. 177)

Creemos necesario entonces analizar, concisamente, tanto al interés para


obrar como a la legitimidad para obrar.

3. El interés para obrar y la legitimidad para obrar

3.1. El interés para obrar

El interés para obrar hace referencia al hecho de que el conflicto tenga


relevancia
jurídica y que sea posible de ser presentado ante el juez para recibir protección
jurisdiccional. Por ejemplo, un conflicto de vecinos derivado de supuestos actos
de “brujería” cometido por uno de ellos no confiere derecho a un proceso
judicial. Tampoco lo tienen las pretensiones que ya han merecido atención de la
justicia y han sido resueltas en un determinado sentido, o que aún no tienen
posibilidad de ser planteadas como conflictos actuales porque falta el
vencimiento de un plazo o no se ha configurado una condición estipulada por las
partes. (Ramírez Jiménez, 2016, pp. 57-58)

A tenor de la Casación 5003-2007, Lima, de 06-05-2008:


Existe interés para obrar procesalmente, cuando la parte actora invoca una
utilidad directa, manifiesta y legítima, de índole material o moral, que lo lleve a
proteger un derecho mediante el ejercicio de la acción. El juicio de utilidad debe
referirse, en cada caso, a los efectos del acto jurisdiccional que se pide, o también
en sentido inverso, el perjuicio o daño que pueda causar al actor, la falta de
pronunciamiento requerido. En suma, el interés para obrar tiene contenido
procesal al significar un presupuesto del derecho de acción y supone un estado de
necesidad que se busca sea atendido por el Estado a través del órgano
jurisdiccional.

Conforme a la Casación 2440-2003, Lima, de 21-07-2004:

El interés para obrar, como condición de la acción, es un acto actual y concreto


de necesidad de tutela jurisdiccional en que se encuentra una persona
determinada y que lo obliga a solicitar por vía única, y sin tener otra alternativa
eficaz, la intervención del órgano jurisdiccional con la finalidad de que resuelva
el conflicto de intereses del cual es parte.

Según la Casación 884-2003, Lambayeque:

El interés para obrar puede ser definido como el interés sustancial que deben
tener las partes que actúan en el proceso, es decir, el motivo o razón de carácter
jurídica material, serio y particular que lleva a una persona (en el caso del
demandante) a procurar la intervención de los órganos jurisdiccionales del Estado
a fin de que se acceda a las pretensiones formuladas en la demanda; y en el caso
del demandado, la razón por la cual se opone o contradice tales pretensiones.

3.2. La legitimidad para obrar

La legitimidad para obrar tiene otra connotación. En la indagación sobre la


legitimidad para obrar lo que se busca es apreciar si quien toca las puertas de la
jurisdicción es aquel a quien la ley le reconoce ese derecho. Él puede actuar en su
propio nombre o a través de un representante, pero debe ser el titular del derecho
cuya protección se solicita. En buena cuenta, debe ir al proceso aquel a quien la
ley le concede el reconocimiento de un derecho
subjetivo y, por tanto, la calidad para pedir tutela judicial. (Ramírez Jiménez,
2016, p. 58)
Nadie puede sustituirse en el interés ajeno, salvo que la propia ley admita una
legitimidad
ampliada (como por ejemplo, en los casos de hábeas corpus en que se reconoce
a cualquier ciudadano legitimidad para pedir tutela a favor de quien se ve privado
ilegítimamente de su libertad). La solidaridad nos puede impeler a pretender
auxilio procesal para alguien que se encuentra en una situación de conflicto, pero
esa solidaridad debe ser debidamente canalizada. (Ibídem, p. 58)

De acuerdo con la Casación 1123-2017, Del Santa:

Respecto, a la causal referida a que el demandante carece evidentemente de


legitimidad para obrar, contemplada en el inciso 1 del artículo 427 del Código
Procesal Civil, debemos señalar que, conforme se ha indicado en la Casación
número 589-2010, Lima, por la legitimidad para obrar debe entenderse
a: «aquella identidad que existe entre la persona que la ley autoriza a solicitar la
actividad jurisdiccional en resguardo de determinados derechos de tipo material,
y la persona que interpone la demanda o a quien debe dirigirse la pretensión» y
que, en consecuencia: «para tener legitimidad para obrar activa (del demandante)
no es necesario ser titular de un derecho, sino expresar una posición habilitante
para demandar, toda vez que la titularidad del derecho es una cuestión de fondo
que deberá ser dilucidada en la sentencia, en tanto que la posición habilitante es
una condición procesal mínima para establecer la existencia de una relación
jurídica procesal válida»

Expresa la Casación 4316-2014, Lima Sur:

Del tenor de la demanda se advierte que el demandante invocó haber adquirido


un predio y que a mérito de ello, celebró un contrato de alquiler venta con los
demandados Juana Aracely Castillo Suyo y Máximo Torres Huari, es decir, sí
afirmó haber participado en la relación sustantiva de la cual se generó de la
controversia y se atribuyó una posición habilitante para demandar la resolución
de dicho contrato (propietario/vendedor/arrendador), por lo que, sí se aprecia que
ostenta legitimidad para obrar como demandante, correspondiendo que ante los
cuestionamientos planteados a su alegado derecho de propiedad, el juez deba
emitir el pronunciamiento pertinente en la sentencia. Por ello, no se observa que
se haya incurrido en infracción del inciso 1 del artículo 427 del Código Procesal
Civil.
De acuerdo con la Casación 3534-2017, Tacna:

La demandada deduce la excepción de falta de legitimidad para obrar, sustentado


en que dicha obra fue de la Municipalidad Distrital de Sayapullo, financiada por
el Estado y no es obra que le pertenezca a la demandada, no siendo trabajadora ni
funcionaria de dicha Municipalidad, así como tampoco es Gerente General, ni ha
sido Gerente del Consorcio Nuevo Sayapullo para asumir responsabilidades de
pago, debiéndose tener en cuenta además que dicho contrato nació nulo; pero
dicha excepción fue declarada
infundada por la resolución número nueve expedida en la audiencia de
saneamiento procesal, sustentado principalmente que la relación jurídica-
sustantiva se encuentra acreditada no solamente con el contrato de locación de
servicios Nº 004-2013, presentada por la demandante, sino además su existencia
ha sido corroborada
con la carta notarial de fecha trece de enero de dos mil catorce que la demandada
ha presentado, con la cual pretende resolver el contrato referido, resolución que
fue notificada a la demandada conforme a la constancia de notifi cación de fojas
ciento trece, de fecha dieciséis de octubre de dos mil quince, sin haber
interpuesto medio impugnatorio alguno, quedando debidamente consentida.

Señala la Casación 2060-2017, Callao:

Hinostroza Mínguez comenta que la legitimidad para obrar, “Constituye aquel


instrumento procesal dirigido a denunciar la carencia de identidad entre los
sujetos que integran la relación jurídica sustantiva y quienes forman parte de la
relación jurídica procesal. Con dicho instituto se pone de manifiesto la carencia
de identidad entre las personas inmersas en una y otra relación, y no la falta de
titularidad del derecho, porque ésta se resolverá al final del juicio con la
sentencia.”

Priori Posada señala que “La legitimidad para obrar se entiende más bien
como presupuesto para poder plantear una pretensión en un proceso, de forma tal
que solo si la pretensión es planteada por una persona legitimada, el juez puede
pronunciarse válidamente sobre el conflicto de intereses que le ha sido
propuesto.”
No obstante tener la presente norma una defectuosa redacción, pasaremos a
analizar cada uno de los tipos de intereses que contempla. Esto es, el legítimo
interés, el interés económico y el interés moral.

4. El legítimo interés
Sobre esta materia, el Código Civil contiene diversas normas vinculadas con el
interés público, interés social e interés nacional, que no tienen vinculación directa
con el interés individualizable. Las que sí tienen vinculación con este último lo
expresan de cuatro maneras diversas: Ellas son:


o El legítimo interés en el artículo VI del Título Preliminar y en los
artículos 49, 127, 129, 253, 351, 366, 399, 956, 1260 y 1999.
o El interés legítimo y actual, en el artículo 275.
o El simple interés en los artículos 2, 67, 220, 421, 426, 535, 598,
599, 606, 610, 619, 634, 640, 643, 644, 648, 654, 701, 786, 974,
1316 y 2106.
o El interés propio en el artículo 1457. (Rubio Correa, pp. 115-116)
La jurisprudencia nacional, al igual que la doctrina civilista mayoritaria no tienen
un concepto uniforme de legítimo interés. Así, la resolución de la Sala Civil
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República (Casación N. 2057-
T-96), del 29-10-96, en la cual se establece que: “No siendo los demandantes
propietarios de los bienes transferidos a SEDALIB, carecen de interés para
interponer la demanda, por lo que no resultan de aplicación los artículos
doscientos diecinueve del Código Civil y el artículo sexto del Título Preliminar
de dicho Código. (Espinoza Espinoza, 2015, p. 405)

En este mismo sentido de identificar legítimo interés con legitimidad para


obrar, también se encuentra la resolución de la misma Sala (Casación N. 1522-
96), del 24.02.96, que entiende al legítimo interés como un “principio procesal”.
(Ídem)

Por su parte para la Casación 2381-97 tiene legítimo interés quien vea afectado
directa o indirectamente su derecho, o el de la persona o grupo de personas que
represente, o exista un interés difuso.
En buena cuenta, el concepto de legítimo interés ha sido confundido con el
de legitimidad para obrar a tal punto de usarse indistintamente sin respetarse
que el legítimo interés es un concepto distinto y que proviene de un concepto
mucho más amplio, nos referimos a la situación jurídica subjetiva, esta última
entendida como la posición que ocupan los sujetos de derechos frente al
ordenamiento jurídico. Siendo el interés legítimo una situación jurídica subjetiva
de ventaja inactiva.

5. El interés económico
El interés económico puede ser definido como aquel que tiene contenido
patrimonial, es decir, valorizable en sí mismo, o referido a bienes susceptibles a
su vez de ser valorizados. (Rubio Correa, 2008, p. 119)

Aquí tenemos a los conflictos surgidos en materia de derechos reales,


obligaciones, contratos y responsabilidad civil.

6. El interés moral
El interés moral es aquel que se refiere a lo extrapatrimonial, es decir, a lo que
en su misma sustancia no puede ser valorizado patrimonialmente. A modo de
ejemplo, caen aquí todos los derechos establecidos en el artículo 2 de la
Constitución –salvo ciertos matices del derecho al trabajo, a la propiedad y la
herencia– y buena parte de lo estipulado en los treinta y dos primeros artículos
del Código Civil existiendo, obviamente muchos otros derechos
extrapatrimoniales en estos cuerpos legislativos. (Rubio Correa, 2008, p. 119)

Son los casos relacionados al derecho de personas, familia y sucesiones.

6.1. El interés moral familiar

Un ensayo de los mínimos que puede contener –dejando abierta la posibilidad de


añadir otras extensiones por la vía jurisprudencial-, podría decir que la familia a
que alude al artículo VI del Título Preliminar comprende:


o A los ascendientes y descendientes.
o A los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad y
segundo de afinidad.
o En especial, a los que de ellos vivan bajo el mismo techo. (Rubio
Correa, 2008, p. 124)
El artículo 1984 en relación al daño moral reza lo siguiente:

El daño moral es indemnizado considerando su magnitud y el menoscabo


producido a la víctima o a su familia.

El daño moral no se agota jurídicamente en los sentimientos por los miembros de


la familia, sino también en cualquier otro sentimiento considerado digno y
legítimo, como podría ser el caso de un ahijado, de una novia, de un padrino de
nacimiento, etc. (Taboada Córdova, p. 66)

Recordemos que la familia nuclear no es el único tipo de familia, existiendo la


familia monoparental, ensamblada, extensa, etc. En esa línea, se debe interpretar
que el sustantivo “familia” incluye a los diversos tipos de familia existentes que
trascienden a la de la familia nuclear.

En esa línea, el término familia al que hace alusión el articulo VI del título
preliminar no debe ser interpretado restrictiva sino extensivamente y poder
comprender otros miembros como los que convivan con el afectado en sus
derechos. Siendo tarea de la jurisprudencia determinar el alcance de lo que se
debe entender por familia atendiendo a los casos en concreto.

7. Crítica al artículo VI del Título Preliminar del


Código Civil
Monroy Gálvez ha llegado a afirmar que el artículo VI del TPCC es una norma
defectuosa y prescindible en nuestro sistema jurídico, basada, principalmente, en
los siguientes motivos:

a) El artículo VI del TPCC de 1984 es el (intacto) heredero del artículo IV del


Título Preliminar del abrogado Código Civil de 1936. Este, a su vez, tomó como
fuente inspiradora (prácticamente textual) al artículo 76 del Código Civil
brasileño de 1916.
b) En el modelo jurídico importado del Brasil, se incurre en una confusión de
categorías materiales y procesales. En efecto se pretende denominar
como legítimo interés a una categoría procesal distinta que es el interés
procesal o el interés para obrar, definido por el mencionado procesalista como
el estado de necesidad de tutela jurídica en el que se encuentra un sujeto de
derechos en un determinado momento. Este interés se caracteriza por ser
insustituible o irremplazable, actual o inminente, egoísta y abstracto. (Espinoza
Espinoza, 2015, pp. 387-388)

El profesor Espinoza suscribe esta opinión. Así señala que el rol actual del TPCC
debe adecuarse a esta actual exigencia histórica: se debe prescindir de regular
supuestos de hecho procesales que, dicho sea de paso, están mejor regulados en
el Código Procesal Civil y, con el riesgo de caer en decir lo evidente, debe
regular categorías materiales propias de su disciplina. Esto es lo que sucede con
el legítimo interés: el Código Procesal Civil, en el artículo IV de su Título
Preliminar ya se refiere al interés procesal. Es por ello que en las propuestas de
reforma al Código Civil peruano ya se ha eliminado el actual (y vigente) artículo
VI del TPCC. (Ibídem, p. 388)

8. Conclusiones

El artículo VI del TPCC está plasmado en un cuerpo normativo que no le


corresponde, es decir, dentro de un conjunto de normas materiales y no
procesales.

Ya existe una norma en el correspondiente cuerpo normativo de normas adjetivas


que regula el interés para obrar y la legitimidad para obrar mas conocidas
como las condiciones de las acción en la doctrina procesal.

La correcta lectura que se le debería dar al artículo VI del TPCC, siguiendo a


Giovanni Priori, sería la siguiente:

Para poder plantear válidamente una pretensión en el proceso o para poder


oponerse válidamente a una pretensión, se hace indispensable tener legitimidad
para obrar, sea esta ordinaria o extraordinaria. Mediante la pretensión los
justiciables podrán solicitar tutela de intereses patrimoniales y no patrimoniales.
Para Juan Monroy Gálvez y Juan Espinoza Espinoza el artículo VI hace alusión
no a la legitimidad para obrar sino al interés para obrar.

En el en interés para obrar existe una controversia con relevancia jurídica, que
solo puede ser resuelta por los órganos jurisdiccionales y que, además, le reporta
una utilidad a quien demanda. La legitimidad para obrar, es la exigencia de un
requisito para poder incorporarse al proceso, es decir, una posición habilitante o
aptitud que es: que sean mismas partes que tienen ese conflicto en su vida de
relación las incorporadas.

El concepto de legítimo interés ha sido confundido con el de legitimidad para


obrar a tal punto de usarse indistintamente sin respetarse que el legítimo interés
es un concepto distinto y que proviene de un concepto mucho más amplio, nos
referimos a la situación jurídica subjetiva, esta última entendida como la
posición que ocupan los sujetos de derechos frente al ordenamiento jurídico.
Siendo el interés legítimo una situación jurídica subjetiva de ventaja inactiva.

El interés económico alude conflictos surgidos materia de derechos reales,


obligaciones, contratos y responsabilidad civil, es decir aquellos susceptibles de
valoración económica.

El interés moral se refiere a los casos relacionados al derecho de personas,


familia y sucesiones.

El término familia al que hace alusión el articulo VI del título preliminar no debe
ser interpretado restrictiva sino extensivamente y poder comprender otros
miembros como los que convivan con el afectado en sus derechos. Siendo tarea
de la jurisprudencia determinar el alcance de lo que se debe entender por familia
atendiendo a los casos en concreto.

9. Bibliografía
ESPINOZA ESPINOZA, Juan Alejandro (2015). Introducción al Derecho
Privado. Los principios contenidos en el Título Preliminar del Código Civil.
Análisis doctrinario, legislativo y jurisprudencial. Lima: Pacífico Editores.
MONROY GÁLVEZ, Juan (1994). “El artículo VI del Título Preliminar del
Código Civil peruano de 1984”. En: Themis. Revista de derecho, n. 30, pp. 37-
47.

RAMÍREZ JIMÉNEZ, Nelson (2016). «Artículo VI: Principios de iniciativa de


parte y conducta procesal». En: Código Procesal Civil comentado por los mejores
especialistas, Tomo I, Lima: Gaceta Jurídica.

RUBIO CORREA, Marcial (2008). El Título Preliminar del Código Civil. Lima:
PUCP.

PRIORI POSADA, Giovanni (2002) “Reflexiones en torno al artículo VI del


Título Preliminar del Código Civil”. En: Advocatus, n. 7, pp. 172-177.

TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2019). Introducción al Derecho. Teoría general


del derecho. Lima: Pacífico Editores.

VIALE SALAZAR, Fausto (1994). “Legitimidad para obrar”. En: Derecho


PUCP, n. 48, pp. 29-49.

[1] Según la Casación 6630-2014, Lima:

Debe tenerse en cuenta que estar legitimado en la causa significa tener derecho a
exigir que se resuelva sobre la o las pretensiones propuestas en la demanda por lo
que la legitimidad para obrar supone la identidad entre las personas integrantes
de la relación jurídica sustantiva y las partes que conforman la relación jurídica
procesal, lo que no es equivalente a la titularidad efectiva del derecho, en tanto
ello se determinará con pronunciamiento de fondo en la sentencia.

Consecuentemente, como es de verse en autos el actor peticiona en su condición


de heredero, de quien en vida fue su causante don Alberto Asunción Criollo, ex
pensionista de la demandada ONP, condición que al estar debidamente acreditada
es suficiente para que exista una relación procesal eficaz, siendo un acto procesal
independiente la etapa decisoria, en la que se establecerá si le corresponde o no la
titularidad del derecho y/o la obligación de la demandada, esto es, de si la
pretensión resulte fundada o no, ha resolverse en la sentencia una vez admitidas y
actuados los medios probatorios.

Para Fausto Viale Salazar:

La legitimidad para obrar está referida a los sujetos a quienes, ya sea en la


posición de demandantes o de demandados, la ley autoriza a formular una
pretensión determinada o a contradecirla, o a ser llamados al proceso para hacer
posible una declaración de certeza eficaz o a intervenir en el proceso por
asistirles un interés en su resultado.

La legitimidad para obrar tiene dos aspectos: la legitimidad activa y la


legitimidad pasiva, que corresponde, la una, a la parte que sostiene la pretensión,
y la otra, a la parte contradictora. Mención especial merece la legitimidad para la
intervención de terceros por sus particulares características, aunque en la mayoría
de los casos los terceros terminen integrándose en la legitimidad activa o pasiva.
(1994, p. 31)

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