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DIOS PADRE Y DE
CRISTO
LECCIÓN 1
(Efesios 5. 32)
Mostrando la unión que hay en un pacto matrimonial, Pablo nos afirma la unión
mística espiritual y real que hay entre Cristo y la iglesia tomada del esposo y la
esposa. Y ahora, la consideración es que hay un cuerpo, esa es la palabra que
queremos tomar como clave. Su cuerpo, y Pablo lo plantea como un misterio. ¡El
cuerpo es un misterio! Porque el cuerpo de Cristo, que es la iglesia, es el misterio
escondido en el Hijo, así como el cuerpo del Hijo es el misterio escondido en el
Padre.
La idea de una sola carne está indicando la fusión, la integración, de una unión
inseparable y orgánica que expresa una realidad, donde ya dos partes se han
fusionado, se han integrado y es imposible separarlas, ¿Por qué? Porque ahora ya
no son dos sino uno. Entonces, es las dos sustancias fusionadas, mezcladas, unidas,
que ahora entienden que no hay distinción de lo uno y lo otro porque son una sola.
Una ilustración sería como el café y la leche. Dos sustancias, si están separadas
son fáciles de identificar, pero si las mezclamos, ¿qué es lo que vamos a tener?
Café con leche. Café con leche ya es una sola sustancia, pero es la mezcla de dos,
que separadas tienen distinción pero al ser integradas, mezcladas, ellas no pueden
hallar distinción. No podemos decir, ¡Oh, que rica está la leche, o que rico está el
café! Disfrutamos las dos en una.
Es la idea de como Pablo quiere que nosotros veamos a la iglesia. Si vemos al Hijo,
él es una realidad misma de Dios. Y si vemos a la iglesia como cuerpo, vemos otra
expresión de la realidad del Hijo, pero, al estar mezcladas, fundidas, son dos
expresiones, que ahora hallan una sola, están mezcladas, están fundidas y no hay
forma de distinguirlas, por eso, quien ve en esa unión a Cristo ve a la iglesia. Fue lo
que Dios le reveló a Pablo cuando le dijo: “¿quién eres?” – ¿quién dijo que era? –
Cristo. ¿A quién vio? A Cristo. Pero cuando vio el cuerpo vio la expresión de él... A
quien tú persigues, y Pablo ¿perseguía a Jesús? No, a la iglesia. (Hechos 9. 5) – “Él
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues” – Es
en esta visión que Pablo encontró, esa unión, esa mezcla, donde ya es una sustancia
inseparable que ver al uno es identificar al otro. Es la razón por la cual él se
dedicó a edificar el cuerpo de Cristo. Porque él reconoce que los ministerios son
dados para la edificación del cuerpo de Cristo, haciéndolo cómo, en la capacitación
de cada uno de sus miembros, en sus distintas gracias y expresiones de esa misma
realidad de vida.
Ahora, ya se nos dijo que esa unión es posible en el espíritu (1ª de Corintios 6. 17)
– “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. Cristo como Espíritu
vivificante es impartido a nuestro espíritu vivificado. Y ese espíritu es uno. El que
se une a Cristo es ahora un espíritu. Ahora no vemos dos espíritus, es Cristo como
espíritu vivificante mezclado, unido a este espíritu vivificado, y los dos son uno, es
la misma expresión de la misma sustancia, que separadas serían dos pero unidas
son una sola. ¡Esta es la unidad del cuerpo de Cristo!
Y aquí es donde nosotros podemos ver como de manera reiterativa Pablo en todas
las cartas está afirmando de esa unión y una de las figuras que él más ilustra para
crear una realidad es el cuerpo. El cuerpo de Cristo se presenta en Romanos,
Corintios, Efesios, Colosenses, donde vemos las distintas expresiones de ese
cuerpo y está mostrando un asunto obvio… El cuerpo tiene expresión porque está
unido a la cabeza. ¿Podrá el cuerpo tener expresión sin la cabeza? No. ¿Podrá la
cabeza sin el cuerpo tener una expresión? Tampoco.
Entonces, notemos que así como la cabeza no puede por sí misma expresarse,
porque requiere de un cuerpo, de igual forma el cuerpo no puede expresar la vida
que la cabeza le imparte, y aquí es donde vemos un asunto de misterio. ¿Y en
donde está el misterio? Que Dios siendo todopoderoso y que puede hacer las
cosas sin nosotros, él se restringe a que su expresión sea a través de nosotros. En
otras palabras, para que Dios llevara a cabo su plan, su perfecto diseño y orden, él
podía de forma soberana, si lo quisiera, ahora mismo presentarse, revelarse y
darse a conocer en su máxima expresión él solo.
Usando esto como referencia, entonces vamos a ver que esa frase carne de mi
carne, hueso de mi hueso, ¿Dónde fue la primera vez que se apareció? En
Génesis. Se habla de lo que se extrajo de Adán, de lo que estaba dentro de Adán,
la mujer, que ahora es carne de su carne, hueso de sus huesos, de su misma
naturaleza, compartiendo su misma genética… De igual forma la iglesia que es
extraída de Cristo (porque está escondida en él) ahora es presentada como carne
de su carne y hueso de sus huesos. Pongamos en escena las dos cosas.
Adán en el Edén. ¿Cuándo se le presentó esa mujer que era carne de su carne y
hueso de sus huesos? No fue fuera del huerto. La mujer es presentada sin
relación al pecado. No había pecado. La iglesia es presentada sin relación al
pecado. Recuerde que el pecado fue cometido por el hombre ya después que tenía
a la mujer ¿Correcto? – Sin relación al pecado fue presentada la mujer. Pero como
por la transgresión de ellos hay destitución del orden divino, ahora Dios envía a su
Hijo en semejanza nuestra, carne. Él que es el Espíritu eterno ahora se hace
carne. Él que nunca fue hombre, porque en el principio era el Verbo, el Verbo era
con Dios, y el Verbo era Dios, ese Verbo que es el Hijo eterno nunca fue hombre
pero se hizo hombre.
Esta iglesia que él se presenta a sí mismo… Gloriosa, sin mancha, sin arruga no
tiene relación con el pecado. Es para que veamos que la edificación de la
iglesia no es para corregir las acciones pecaminosas de los santos, ni cambiar
la naturaleza pecaminosa de pecadores convertidos al Señor. Nosotros somos
hijos engendrados en Cristo, no pecadores perdonados. ¡Hijos!
La edificación de la iglesia es de los hijos que son engendrados, no de carne ni
sangre, sino por el Espíritu de Dios. Ahora, ese trabajo es para que nosotros
pongamos en perspectiva lo que es la verdadera edificación de su cuerpo.
Entonces, entendiendo que esta acción del pecado y la transgresión de Adán fue
solo un paréntesis en el propósito eterno (eso no fue un accidente, no fue algo que
a Dios se le salió de sus manos) era un paréntesis en tratar de revelar el propósito
eterno, o sea, este paréntesis ya Cristo lo quitó y está diciendo: “la historia
continúa, el propósito sigue en marcha”. Y lo que era una aparente interrupción lo
que trajo fue una más grande y mayor expresión. Porque la realidad estaba era en
Cristo no en el hombre y la mujer, por eso dice Pablo GRANDE ES ESTE
MISTERIO, más yo digo esto de Cristo y la iglesia.
Le pregunto ¿El matrimonio, o el pacto de los dos en una sola carne comenzó con
Adán y Eva? No. Había comenzado con Cristo y la iglesia. Cristo y la iglesia es la
realidad. Adán y Eva son una figura pero la realidad era lo que estaba ya echo en
Cristo, y desde esta perspectiva nosotros vamos a entender algo maravilloso, y es
que precisamente ahora esto se manifiesta en un hecho que Pablo declara en
Corintios 15. 50 – “Carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios” – note
que aquí ya la expresión cambia. No dice carne y huesos, sino carne y sangre.
Porque aquí está mostrando precisamente que es aquello que se nace del hombre
mismo (sangre) vida humana y se relaciona con todos esos rasgos genéticos que
corresponden a esa naturaleza adámica, corrupta que no puede alcanzar el reino
de Dios, no puede heredar el reino de Dios.
Pero cuando se habla de la carne y sus huesos se refiere a otro tipo de vida,
distinta a la que conocemos biológicamente, en el Espíritu ¿por qué? Porque esta
expresión de carne y huesos es una expresión dada por el Cristo resucitado.
Recuerdan cuando él se les aparece a sus discípulos y ellos lo ven en un cuerpo,
pero la sorpresa es que él les dice: “mirad que yo soy” mirad mi carne y mis
huesos. Vuelve esa expresión a repetirse. Tres veces en la Escritura se menciona
esa frase (en Génesis, cuando Jesús resucita en un cuerpo no encarnado sino
resucitado y la tercera cuando Pablo explica el misterio de lo que es Cristo y la
iglesia).
2. La profecía también dijo que no sería posible que fuese quebrado hueso
suyo.
¡Qué lejos estamos de edificar el cuerpo, sino lo hemos visto como Dios se lo
presenta así mismo!
Y lo primero que nos falta es ver lo que Pablo vio “A Cristo expresado en un
cuerpo” – Por eso la discusión sobre doctrinas nos lleva a que la edificación del
cuerpo de Cristo no se vea. Hay gente que pelea por rudimentos. Ejemplo: “unos
les pelean a otros porque no toman la santa cena” – Yo les pregunto, realmente,
¿qué es el cuerpo de Cristo? ¿Es el símbolo de esa copa y ese pan que se toma? O
¿Tú y yo? ¡Nosotros! - ¿Y cómo es posible que algunos discutan por un símbolo y
ataquen y agredan a otros hermanos y no disciernan el verdadero cuerpo de
Cristo, y estén defendiendo un pan que es un símbolo?
Por eso decimos que la discusión de estas cosas nos quita la edificación de lo que
realmente es el cuerpo. El día en que sepamos y veamos que en verdad este es el
cuerpo de Cristo, vamos a honrarlo, vamos a edificarlo a valorarlo y nunca
haríamos nada, porque es Cristo en un cuerpo expresándose.
¡Lo que nos edifica es discernir la realidad! – Uso este caso porque son otros
muchos casos, nosotros nos vemos divididos por doctrinas, por cosas que nos son la
verdadera edificación, porque nunca se nos ha revelado Cristo en un cuerpo, ni
menos el cuerpo de Cristo como la realidad que estamos llamados a edificar.
Miremos lo que dice el apóstol Pablo, veamos esta cita para mostrarle la cosa más
poderosa en lo que esta expresión se da. Veamos en 1ª de Corintios 12. 12-13, que
es otro de los capítulos que él usa… “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene
muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un
solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos
bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a
todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. – Diga, el cuerpo es uno – las
congregaciones son muchas pero el cuerpo es uno. Las denominaciones pueden ser
muchas pero la iglesia es una - y el cuerpo tiene muchos miembros pero todos los
miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo. Y no dijo:
“así también es la iglesia! ¿Qué fue lo que dijo? Así también es Cristo, y note
usted que está hablando del cuerpo, no se refirió que así también es la iglesia, sino
que así también ¿es qué? Cristo.
Como Pablo entonces relaciona que Cristo tiene una expresión real y notoria en la
vida de sus miembros, que aunque son muchos, son un solo cuerpo. ¿Y qué tiene que
ver esto con lo que estamos hablando? De que no podemos tener la verdadera
edificación de la iglesia sino es revelado el cuerpo. Porque cuerpo, no es una
analogía. Cuerpo es una expresión de una realidad ya dada. Cuerpo no es una
metáfora, dice: “así es Cristo” – Está mostrando es que Cristo es la realidad.
Realmente, este cuerpo (el humano) es la metáfora, pero no Cristo. Cristo es la
realidad. Entonces, ver a la iglesia como el cuerpo de Cristo, es verlo en su
realidad, no es una analogía ni nada por el estilo, es una expresión misma de él. Por
eso en la iglesia no se define quienes se congregan sino quién es él.
Porque está hablando que cada uno de sus miembros tiene esa expresión en él. Y
de quien, en el poder de su resurrección. Por eso hemos definido que la iglesia es
Cristo expresado en un cuerpo resucitado. “Mirad, este es mi cuerpo, palpad”
¿Presentó a cuál? ¿El cuerpo encarnado o resucitado? – Si queremos saber la
edificación de la iglesia, no es que los santos imiten la vida de Jesús de Nazaret.
Porque algunos quieren edificar a los santos llevándoles a que ellos se parezcan a
Jesús de Nazaret. Jesús de Nazaret es el cuerpo encarnado. Pero la iglesia es la
expresión del cuerpo resucitado. Cuando habló de su cuerpo es la iglesia en la vida
resucitada. Por eso la iglesia lo que expresa es la vida del resucitado.
No es una imitación del encarnado, es una impartición del resucitado. ¡Cristo
en nosotros! Por eso debemos edificar a la iglesia como su cuerpo porque vemos la
realidad de lo que él expresa. En este cuerpo resucitado ya no hay judíos, griegos,
esclavos o libres, varón o mujer… que nivel de madurez, de criterio y capacidad de
discernimiento debemos tener para separar eso. Yo pregunto: ¿Tenemos la
capacidad todavía de separar en la edificación del cuerpo al varón a la hembra?
Quizá todavía no estamos en esa capacidad. En esa madurez de ver a la iglesia
como el cuerpo de Cristo donde no hay varón ni hembra. ¿Todavía damos reglas
para la iglesia? Los varones se sientan a la derecha las damas a la izquierda.
Todavía decimos, no puede la mujer predicar en la iglesia… ¡Todavía no entendemos
la edificación del cuerpo de Cristo! Donde no hay varón ni hembra. Porque todavía
le traemos cultura o gentil o judía a la iglesia. Porque todavía vemos separación de
clase, porque todavía tenemos distinciones sexuales. No estamos viendo espíritus
vivificados que son morada y unión indivisible con el Espíritu vivificante.
Por eso no es lo que nosotros hacemos para presentarle al Señor, es lo que él hace
en nosotros para presentársela a sí mismo. Esa expresión poderosa que Pablo
utiliza es la que nos lleva a comprender esto. El cuerpo se define por la vida que la
cabeza tiene. Y es una expresión precisamente orgánica, genética, natural, y el
hecho de que él se haya fundido en nosotros, está indicando entonces, que aquí es
él expresándose, por eso la iglesia no es a donde yo voy ni lo que yo le doy al Señor
de mí mismo. La iglesia es lo que él da a sí mismo, por eso se la presenta y se da a
sí mismo a ella, y lo está hablando, que él se dio así mismo, la sustancia que la
sustenta y la cuida. Aquí la importancia es entonces, de que debemos comprender
que la iglesia no se edifica por imaginación humana sino por revelación divina.
Cuando el Padre le reveló a Pablo lo que era el cuerpo de Cristo, fue que él
entonces se dedicó a edificarlo. Porque era en esa realidad de que Cristo es en
quien se edifica. Él mismo dijo: “Yo edificaré mi iglesia” – el mismo la edifica, el
mismo se la presenta, es Cristo definiéndose en su realidad. Cristo expresándose
en su sustancia, Cristo fundiéndose en su vida.
Solo Cristo puede ser expresado por el cuerpo que contiene su vida. Ya sabemos
que la iglesia no es ninguna organización, ni una institución social, ella es el
organismo vivo del Cristo resucitado. ¡Organismo vivo!
Aunque hay distintos miembros ¿Qué es lo que nos hace a nosotros iguales? ¿La
función en el cuerpo? No. La vida del cuerpo. La naturaleza del cuerpo. Las
funciones en el cuerpo son distintas pero no la naturaleza. Somos muchos
miembros pero un solo cuerpo. Vemos es el cuerpo de Cristo en su vida, en su
naturaleza y reconocemos la diferencia en cuanto a su función pero no la distinción
en su naturaleza. ¡Eres el cuerpo de Cristo! – Cada miembro tiene una medida de
esa vida y naturaleza y por eso expresa la realidad de lo que ya tiene. Por eso
cuando estamos edificando la iglesia, está prohibido contar los miembros. Así
como está prohibido opinar también lo está el contar los miembros.
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo,
con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor
Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”
Introducción
Lo ideal es que cada hijo pueda vivir en libertad y que sean productivos, pero
muchos viven en vergüenza, temor e intimidación. El Señor mismo tuvo que
confrontar a los maestros y predicadores de su tiempo (a los fariseos) que eran
«Talibanes encubiertos tras la falsa piedad ». Su sistema promovía una
espiritualidad externa y un sistema de reglas y dogmas donde el «NO» sustituye
al «SI» de Dios y la libertad en Cristo. A través de este libro Dios tratará con
nuestro «fariseísmo» y nos enseñará a disfrutar la gloriosa experiencia de ser
libres por causa de la verdad.
Sacará a la luz aquellas cosas que nos han contaminado y que en el proceso hemos
mezclado con la gracia del Señor. Dios nos libertará para que podamos disfrutar
de la experiencia maravillosa de conocer el maravilloso evangelio de la gracia de
nuestro Señor Jesucristo. Grandes son las expectativas al poder estudiar este
tema. En este caso espero que sucedan cuatro cosas a lo largo de estas páginas:
4. Y que este libro lo ayude a dar pasos gigantescos ante la madurez y hasta
la madurez que el Señor quiere que experimente en su vida.
La gracia de Dios nos da permiso para disfrutar quienes somos y lo que tenemos.
Nos da la oportunidad de ser libres y de disfrutar de la vida. Al leer los Evangelios
descubrimos a un Cristo del cual emanaba el «SÍ», el permiso para celebrar la
vida. Diferente a los que le rodeaban, hombres doctos en la letra de la ley,
religiosos, profesionales en la aplicación de ella , piadosos por fuera pero asesinos
por dentro. Sin embargo, el veneno del legalismo no penetró en la vida de Cristo.
Estaba tan lleno de gracia y verdad que no había lugar para el veneno del legalismo
en Él. Si al finalizar las páginas de esta lección usted comienza a amar y a
comprender la gracia de Dios para con nosotros, hemos logrado el objetivo. Porque
la Gracia de Dios es maravillosa.
Primera Parte
Solemos pensar en un Cristo muriendo en la cruz o como un niño entre los brazos
de su madre. Sin embargo Cristo es la expresión máxima de la gracia de Dios, la
alegría ante el ser humano. Él le daba permiso a la gente para celebrar la vida, a
diferencia de los que le rodeaban, hombres doctos en las letras de la ley,
religiosos, profesionales en la aplicación de las reglas, piadosos por fuera pero
asesinos espirituales por dentro. ¿Qué había en el Señor que no permitió que
nada de esto lo contamine? Él estaba tan lleno de gracia y de verdad que no
tenía un lugar vacío para el veneno del legalismo. Juan, uno de los doce discípulos
capturó en cinco versos la esencia de lo que hacía al Señor tan atractivo a las
masas. «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan
dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que
viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Porque de
su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de
Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él
le ha dado a conocer» (Juan 1:14-18).
El creyente no es atractivo por su sistema religioso ni por su rigidez espiritual,
sino por la cantidad de gracia que permita que emane de él por causa de una
relación viva con el Cristo resucitado. Cristo representa la imagen misma de la
presencia del Dios. Se caracterizaba porque estaba lleno de gracia y de verdad.
Su gloria estaba mezclada con la gracia y la verdad, que lo distinguía de un mundo
de tinieblas y demandas, de reglas y reglamentaciones, de requisitos y
expectativas demandadas por los líderes religiosos de aquel tiempo. De esta
forma aparece el Señor en escena, lleno de gracia y verdad. Así lo introduce Juan,
ministrando en una forma totalmente diferente.
Un Cristo viviendo en una forma distinta, impactando a las personas de una manera
extraordinaria. Él introdujo un estilo revolucionario de vida, por eso es que el
verso 16 dice: «Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia ».
Aquella plenitud en Cristo marcó la vida de los primeros discípulos, los marco de
tal manera que quienes lo aceptaron, recibieron también su compasión. El estilo de
Cristo se convirtió en su propio estilo. Absorbieron su amor y su misericordia.
Esto fue tan poderoso que a fines del siglo primero, doce hombres con quienes
nadie hubiera podido hacer nada, fueron transformados poderosamente por la
potencia de la gracia de Dios.
Tal era la potencia que ellos tenían que transformaron la Roma imperial de aquel
momento. ¡Qué gracia maravillosa! Los discípulos no solamente tomaron de su
plenitud, sino que Juan nos dice que además recibieron gracia sobre gracia.
«Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por
medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo» (v.17). Usualmente tenemos una mentalidad dual, parte con la ley del
antiguo testamento y parte neo-testamentaria. Nos cuesta entender si somos
aceptos o si todavía nos falta algo para recibir de Dios. No sabemos si en Él
estamos completos o incompletos. Juan dijo que la gracia que hemos recibido en
Cristo es una gracia sobre gracia. Esto explica que la gracia que Cristo trajo e
impartió es superlativa. En otras palabras, no se puede medir, no se puede
cuantificar, porque la gracia del evangelio de Jesucristo es grande y más
excelente que la gracia que trajo la ley por medio de Moisés. Ya que la ley exigía
reglas y requisitos.
Todo era condición y templo. Todo era acondicionado. Usted tenía que hacer algo
para recibir, para ser aceptado, porque bajo la Ley de Moisés el servicio a Dios no
era el resultado de amor, sino de culpa y vergüenza. Esto producía ridículas
expectativas que incrementaban el fuego de los fariseos y satisfacía su orgullo
que se concentraba en la conducta externa y una constante vigilancia del bien y el
mal, especialmente en otros. El sistema legalista era tan rígido que llevaba a
juicios crueles, inflexibles, intolerantes e incapaces de amar legítimamente. La
obediencia era un asunto de compulsión en vez del fluir motivado por amor. Pero la
gracia que el Señor nos vino a impartir consiste en perdón, bendición, paz,
prosperidad, santificación, redención. La gracia de Dios que vino por medio de
Jesucristo, es transformadora. Al ser más excelente y superior la gracia de
Cristo absorbe lo que proveía la ley que vino por medio de Moisés. Gracia sobre
gracia es compasión. Es un favor superior a la ley y no se puede medir. Entonces,
cuando llegó la gracia y la verdad a través de Cristo, comenzó una revolución que
libertaba los cautivos de la religión. El temor motivado por la culpa fue remplazado
por una simple motivación de seguirlo y amarlo. En vez de concentrarse en los
logros de la carne, hablaban del corazón.
En lugar de demandar que el pecador cumpliera con una larga lista de requisitos,
enfatizaba en la fe, aunque fuera del tamaño de una semilla de mostaza. La
religión rígida y estéril fue remplazada por una relación motivada por la gracia.
Porque la gracia y la verdad trajeron libertad. «Y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres» (Juan 8:32). Hay gracia suficiente para que usted sea
transportado del legalismo farisaico que los sistemas religiosos lo han metido, a la
gracia maravillosa. Dentro del sistema legalista muchos viven inseguros de su
salvación.
Acusados por sus propias conciencias no saben que más hacer para sentirse
amados y aceptados por el Señor. Sin embargo, usted necesita saber que todo lo
que usted necesita ya Dios se lo ha provisto a través de la persona de Jesucristo y
hemos recibido de Él gracia sobre gracia. La ley creó en los israelitas una
mentalidad de negocio: «Yo hago, tú me das, tú dices, yo hago». Era un canje.
Por esa razón muchas veces nos encontramos negociando con Dios. Los fariseos se
alimentaban de la inseguridad de la gente, por esa razón, Cristo los confrontó
llamándolos: «Tumbas blanqueadas, nubes sin agua, hipócritas, serpientes».
Porque el resultado de su servicio era motivado por la culpa y la vergüenza, y no
por el fluir de un corazón agradecido por lo que Dios había hecho por ellos. Los
satisfacía el orgullo farisaico que se concentraba en la constante vigilancia del
bien y del mal. Por esa razón el sistema legalista siempre señala, mide su
espiritualidad con la del otro. Si ora más que él, y va al culto más que él, entonces
él es más espiritual, porque está haciendo más.
Esto no tiene nada que ver con el corazón ni con una transformación interna. La
vara de nuestra medida es Cristo. Cuando me mido con Él me doy cuenta de lo
lejos que estoy del carácter, la santidad, la perfección de Aquel que me amó. Pero
como tampoco podemos alcanzar tal medida con las fuerzas de la carne, entonces
jamás podría llegar a ser como Él. Es así que por cuánto todo eso era imposible
para la ley, lo impartirá en nosotros por gracia. “Mas por él estáis vosotros en
Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor.” (1 Corintios 1:30-31)
Cuando Cristo les enseñaba a sus discípulos acerca de los fariseos, les decía:
«Miren lo que ellos hacen, y así no harán ustedes. Cuando oren enciérrense
para que lo que se logró en secreto se vea en público. Tengan cuidado de los
que se paran en las orillas de las plazas a sonar flauta, a hacer ruido para
que la atracción sea hacia ellos. Tengan de vosotros cuidado porque mi Padre
ve en lo secreto». Cristo siempre enfatizó en lo hecho desde el corazón. Cuando
encuentra este sistema de medidas que declara: «Soy más que otro porque hago
más», no lo acepta. Para Cristo no es relevante cuántas almas usted alcanza para
salvación o cuánta gente se convierte cuando les predica, Mientras que eso tiene
cierto grado de nobleza y reconocimiento entre los hombres la verdad del asunto
es que no lo hace más espirituales que otros.
El sistema legalista es tan rígido que no da espacio para el gozo. A causa de esto
muchas familias han sido destruidas, matrimonios quebrados, hijos que hoy están
en el mundo como consecuencia del legalismo, que reprimen, que son inflexibles y
que no permiten disfrutar la vida. En el tiempo del Señor no solo existían los
mandamientos dados por Dios a través de Moisés, sino que también, los fariseos
agregaron la dogmática de la interpretación de cada uno de ellos. De esa forma
comenzaron a limitar la alegría de disfrutar de la naturaleza, de los hijos, de los
nietos, de la vida misma porque para ellos todo era pecado. Lamentablemente, aun
en nuestro tiempo hay algunos que todavía están envenenados por el legalismo y no
pueden disfrutar de sus familias por estar envueltos en el ministerio. Eso es
legalismo.
Dios quiere que usted disfrute tanto de la familia como del ministerio. Cuando la
motivación no es el agradecimiento sino pagar de alguna forma el favor de la
gracia, eso es legalismo. Hay sistemas donde todos los domingos la congregación
recibe una palabra de condenación por no haber orado una hora cada día de la
semana o porque no le hablaron a diez personas de Cristo durante esos días.
¿Sabe usted por qué los mormones andan en bicicleta por las calles
predicando de puerta en puerta? Porque eso le acumula puntos en su cuenta del
cielo. ¿Sabe usted por qué los testigos de Jehová van predicando puerta por
puerta? Porque su salvación está condicionada por las obras. Pero usted debe
entender que no puede añadirle nada a su salvación, que lo que hace es
simplemente por amor. Si yo le preguntara: ¿Por qué cree que Dios lo ama?
Muchos dirían:
Si usted cree tener una razón por la cual Dios lo ama, dejó de ser amor. Dios lo
ama porque lo ama. Eso se llama amor ágape, que es amar sin esperar nada a
cambio. Ése es el amor que el Espíritu Santo derramó sobre nosotros. Si usted le
dijera a su esposa: «Yo te amo porque tú… ». Le puso una condición y eso no es
amor sino cariño. Cuando le dice a su esposo: «Yo te amo porque me
comprendes», entonces ¿qué sucederá cuando no lo entienda? Cuando Pablo
comprendió la profundidad, la anchura, la inmensidad de este amor exclamó: «Y él
os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y
pecados» (Efesios 2:1).
MENTALIDAD DE GRACIA
Cuando llegó la gracia y la verdad a través de Cristo comenzó una revolución para
liberar a los cautivos de la religiosidad. El temor motivado por la culpa fue
reemplazado por una simple motivación de seguirlo y amarlo. Imagine a Cristo
cuando llamó a los discípulos y le dijo: «Síganme». En ese momento los fariseos
hubieran puesto cientos de condiciones para poder calificar la calidad de
discípulos, pero Cristo los llamó por gracia. Porque en lugar de concentrarse en los
logros de la carne, les hablaba del corazón.
No había nadie para que tomara ese lugar, pero el Hijo se dio a sí mismo. Fue así
que por amor inició un proceso en su economía divina y comienza a trazar un plan
para señalar un tiempo, un lugar en la historia, donde el Emmanuel habría de venir.
Dios con nosotros haría su aparición. Entraría en la historia, rompería tiempo y
espacio para llegar a nosotros. El apóstol tratando de comprender esto dijo: «El
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»
(Filipenses 2:6-8).
En aquel momento, hace más de dos mil años, Cristo apareció en la historia. Nadie
reunía los requisitos para hacerlo. Nosotros éramos los que debíamos ser
castigados, los que tendríamos que haber pagado por nuestra paz y haber sido
enjuiciados, pero allí estaba el Hijo. Él tomó nuestro lugar. Él fue la propiciación
por mi pecado. Y aquel bendito día, después que resucitó al tercer día, introdujo la
gracia maravillosa. Entonces el Padre dijo: «Todos los que a ti te reciban,
tienen el derecho, la potestad, el honor, de ser hechos hijos míos. Ahora
todo lo tuyo será de ellos y todo lo de ellos será tuyo». Cuando usted abrazó
a Cristo alcanzó salvación y santidad imputada, porque todo lo que Él hizo y lo que
Él era, se le imputó a usted en aquel día en que lo recibió. Porque el amor y la
misericordia no podrían operar en gracia hasta que hubiera una completa provisión
por el pecado que solo se encuentra en Cristo y quien hace posible que la gracia
sea extendida. Porque la gracia elimina todo mérito humano, sólo se requiere fe en
el Salvador. Porque no solo provee salvación, sino seguridad y preservación para el
que la recibe, a pesar de sus imperfecciones humanas. Porque la gracia
perfecciona al que la recibe. Isaías 53 dice: «Despreciado y desechado entre los
hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;
mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y
afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por
cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque
fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue
herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso,
Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto
su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la
voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción
de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo
justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos» (v.3-11).
Fuimos marcados por el toque de Dios, esto no significa que somos perfectos, sino
que somos separados. Solemos usar la típica frase de: «Pero... yo no soy ningún
santo». Sin embargo Pablo escribe: «A todos los santos...», cuando hace
referencia a nosotros. Es que algo importante sucede al momento de la salvación,
no solamente fuimos salvos sino también «justificados». Aunque no sea perfecto,
soy justificado por la fe del que murió por mí. Pablo entonces dice que fuimos
«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios» (Romanos 5:1-2). «Gloriarnos en la esperanza» es celebrar lo
que vendrá. Usted ya está gloriándose desde ahora, que es salvo y que está
completo en Él. Usted no tiene que hacer nada para sentirse así, Él lo hizo todo.
Lo único que debe hacer es recibir lo que hizo por usted, nada más. Por eso es
gracia sobre gracia. Si usted trata de pagar el favor de la gracia, la contamina.
Solamente sírvale, no para pagar lo que Dios hizo, sino porque lo ama por lo que Él
hizo. El secreto de la salvación El secreto de una vida santa, gozosa, libre,
productiva, descansa en el conocimiento de la gracia y en la fe en nuestra gloriosa
posición en Cristo. Si está apartado de eso usted vivirá inseguro, y condenado. Ya
no estamos en Adán sino en Cristo. Tendremos recompensa por fidelidad y
santidad práctica, usted puede ser recompensado por su devoción y práctica, pero
esto no se puede confundir con nuestra eterna e inmerecida salvación. Su
salvación es eterna, de lo contrario Cristo tendría que volver a morir en la cruz, y
Él ya vino una vez. Usted es salvo. A la falta de santidad, Él le imputa santidad. A
su falta de misericordia, Él le imputa su misericordia. Una vez que es salvo en Él,
siempre lo será. Usted solo preocúpese por cuidar esta salvación y por seguir
creciendo en el conocimiento y la gracia del Señor. Viva sin temor. Imagino que su
pregunta es: «¿Y… si vuelvo al mundo a pecar?». Si yo fuera usted, no me
tomaría ese atrevimiento. Si eso ocurre, arréglese con Dios, yo no puedo juzgarlo.
Segunda Parte
Justificados por la fe
La justificación es el acto soberano de Dios por medio del cual declara justo al
pecador que cree, aun cuando todavía está en su condición de pecador. Dios
declaró justo a Abraham, aun cuando Él sabía que le iba a fallar. Una cosa era
pecar antes de la gracia, y otra, pecar después de ser declarado justo. El que
pecaba antes de la gracia no padecía de remordimiento de pecado porque no tenía
relación con Dios. Pero cuando usted peca, y seguramente tiene en mente no
hacerlo, hay gracia suficiente para cubrirlo, porque Dios lo ha justificado porque
usted creyó en Cristo.
Cada día que usted se levanta por la mañana y va a trabajar sabe que al final de la
semana o del mes, recibirá su paga por lo que ha trabajado. Cuando llega el día de
cobro, ¿se acerca usted a la oficina del jefe y le dice: «Gracias. ¡Mil gracias por
este pago! ¡No sé qué haría si no fuera por usted!»? No, usted no hace eso.
Simplemente le agradece con amabilidad, pero en su interior sabe que su paga es
lo que merece por el esfuerzo de su trabajo y que si no le pagan, debe accionar
judicialmente. En Dios esto no funciona así.
Todo lo que hemos trabajado y nos hemos esforzado, nos trajo muerte y
separación de Dios. No importa cuán difícil haya sido la obra ni cuántas buenas
intenciones haya tenido. No importa sus buenas acciones, ni las velas que haya
encendido. No importa los rosarios que haya rezado, ni la cantidad de veces que
fue a misa. No importa lo poco o lo mucho que haya hecho, porque cuando usted se
presenta ante Dios, Él le dice: «Eres un reo de muerte. Esa es tu paga. Eso es
lo que mereces. Ese es el castigo por causa de tu pecado». Pero, cuando
acepta lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario, se da cuenta que no puede pagar
lo que Él hizo. Eso es gracia, que me atribuye a mí lo que otro hizo, para que yo
pueda estar delante de Dios, por pura gracia. Cristo pagó la deuda, y yo recibo el
beneficio solamente por creer. El pueblo hispano ha trabajado mucho para
obtener logros, recompensas económicas y reconocimiento. Por esa razón es muy
difícil para ellos comprender esto, ya que ha trabajado mucho para tener lo que
lograron, han sudado para alcanzarlo, por eso les cuesta comprender que la gracia
es un don inmerecido. Esa experiencia resultado del trabajo diario se transfiere a
nuestra experiencia con Dios. Hay quienes dicen: «Tengo que hacer algo para
Dios. Tengo que trabajar para Él, porque ¿cómo voy a pagarle mis deudas?».
Usted debe entender que nunca podremos pagarle nada, porque Jesús ya pagó el
precio por nosotros. Él justificó nuestras faltas delante de su Padre para que
seamos aceptos. Justificación es el acto soberano de Dios por medio del cual nos
declara justos. Él pagó la deuda y yo recibo el beneficio por creer en lo que Él
hizo.
Hay una barrera que se llama pecado de la cual nadie es inmune. No hay educación,
logros, lectura, dinero, religiosidad que lo quite. El mundo está contaminado con él
y todos necesitamos ayuda, perdón, y salvación. Cualquiera que haya alcanzado
logros puede gloriarse ante la gente porque los seres humanos nos impresionan con
sus logros. Nos impresionan las cosas que se han hecho, por eso le ponemos su
nombre a calles, pueblos y ciudades. Levantamos estatuas en su honor, y le damos
nombres a edificios de gobierno y escuelas públicas. Una persona que ha trabajado
mucho y que logró algo en la vida, tiene de qué gloriarse ante otros seres humanos,
pero ante Dios no importa el logro humano.
No es más salvo porque ora tres horas al día ni por colaborar con el ministerio de
los desamparados y enfermos. Sus buenas obras no le añaden una pizca a su
salvación. En otras palabras, usted no está haciendo nada que Dios no quiera que
haga. Por lo tanto, lo que usted está haciendo es una demostración de que por
gracia, Dios se ha inclinado hacia usted y lo está dirigiendo hacia el camino que Él
quiere que usted vaya. No es porque usted es más espiritual que otra persona, ni
porque tiene más gracia, simplemente esa era la obra que Él había preparado
desde antes de la fundación del mundo para que nosotros caminemos en ella.
Es por eso que Cristo mientras hablaba de esto en un contexto de gracia dijo:
«¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso
que no. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido
ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer,
hicimos» (Lucas 17:9-11). Declaró esto porque en verdad solamente hicimos lo que
se nos dijo. Por lo tanto, yo no puedo gloriarme de lo que estoy haciendo hoy, ni
creer que soy más que usted, simplemente estoy haciendo lo que por gracia se me
encomendó.
El propósito de la ley
La gracia es un regalo gratuito y para que pudiera ser manifiesta, la ley tenía que
ser enviada, por eso es que el texto bíblico dice: «Pero la ley se introdujo para que
el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (v.20).
Cuando usted sabe acerca de la ley se descubre el pecado que está en usted,
entonces comprende lo perverso y malo que es. Aun haciéndole tanto bien a la
gente, está lleno de odio, rencor, amargura, envidia, celo, contienda. Aunque asista
a su iglesia los siete días de la semana, cuando trate de vivir por la ley, jamás
podrá satisfacer la demanda de una santidad perfecta, de un Dios excelente, que
no juega con el pecado. Él tiene demandas y exigencias divinas. La ley decía:
«Esto es santidad: honren mi nombre obedeciendo mi ley», pero nadie lo podía
hacer. La ley se introdujo para que el pecado se manifieste. Entonces, cuando el
pecado abundó, la esperanza era que la gracia sobreabundara. Aunque el pecado se
podía medir, la gracia no.
Cuando el pecado era mucho, la gracia era infinita. Cuando el pecado juzgaba, la
gracia decía: «Eres justificado porque creíste en lo que Dios proveyó a través
la persona de Jesucristo». Cuando el pecado condenaba, la ley justificaba.
Cuando el pecado acusaba, la gracia bendecía.
El propósito de la gracia
Dios nos ha dado el Espíritu de su Hijo por el cuál clamamos: «¡Abba Padre!».
Moisés no pudo decirlo. Isaías y José tampoco, ya que el término más cercano y
afectuosos que pudieron decirle a Dios fue: «Jehová». Moisés, Abraham y Adán,
desearían estar en la dimensión que estamos viviendo. Ellos tenían que ir a un lugar
para encontrarse con Dios, usted camina con Dios donde quiera que vaya. Ellos
necesitaban ofrecer sacrificio para poder ser aceptado, pero yo no tengo que
esperar por el sacrificio, porque Cristo murió una vez y para siempre, y en aquella
muerte perfeccionó a todos los que creen en su justicia para siempre. Usted es
justificado.
Asesinos de la gracia
Solemos repetir la típica frase: «Buscar a Dios». Pero no puede buscar lo que ya
está dentro de usted. No podemos buscarlo porque Él ya nos encontró. No busque
a Dios, relaciónese en intimidad con Él. La palabra dice: « He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20). Cuando nos sentamos a la mesa con
alguien, estamos intimando con esa persona, nos relacionamos en intimidad con
ella. Esa es la forma y la expresión bíblica más profunda de tener una relación.
Cuando usted invita a alguien a su casa, y lo hace con el propósito de venderle algo,
eso no es gracia, es manipulación.
La gracia me lleva a intimar con Dios. Pero hay personas encargadas de que usted
no logre esa relación especial con Dios. A ellos decidí llamarlos: Asesinos de la
gracia. Los encontramos cada generación. Sus argumentos son: «Tienes que seguir
intentando y esforzándote para ser salvo. Antes que puedas hacer esto en tu vida,
tienes que dejar algunas cosas para luego ganártelo». Pero la gracia ofrece perdón
a través de la fe, después que usted lo recibe, el Señor le dará fortaleza para
dejar, poner, quitarse cosas de encima, y empezar otra vez. Después de recibirlo
comprenderá que es por gracia.
Él le dará el poder para eliminar de usted lo que no le agrada. Pero cuando eso
ocurra, no diga: «Yo dejé esto porque hice aquello». Declare que dejó eso
solamente por gracia, porque en sus fuerzas no hubiera podido abandonarlo nunca.
Por gracia de Dios recibió la habilidad sobrenatural para que pueda quebrar con
todo lo que lo alejaba, lo separaba, obstruía y contamina su relación de intimidad
con Él. ¿Es la gracia la licencia para pecar? ¿Pecaremos para qué la gracia abunde?
En ninguna manera, porque los que hemos muerto al pecado ¿cómo viviremos aún en
Él? Es por gracia para que nadie se gloríe. No se olvide que su salvación, no es lo
que usted le hace a Dios, sino lo que Dios ha hecho por usted. Él nos ha dado su
provisión. Su matrimonio se restaura por gracia, se fortalece por gracia. Su vida
se sostiene por gracia. Tal vez usted convive con un sentido de culpa violento,
porque de acuerdo a las reglas religiosas que le habían estipulado, usted no estaba
cumpliendo ninguna o solo unas pocas de esas reglas.
El problema es que cuando uno vive por la ley, con un solo mandamiento que no haya
cumplido, es culpable de todos las restantes también. Una ley violada crea la
misma intensidad de pecado de cien leyes no cumplidas, porque el castigo o el
precio de cada una es la muerte.
Se alegra durante el servicio del culto pero no puede adorar con libertad. Su vida
es a medias. A una iglesia que ha sido inundada por la gracia, no hay que decirle
cuándo adorar. No es necesario animarlos a hacer ejercicios religiosos: «Levanten
las manos o bajen las manos». Pero cuando usted entiende esto, hay un
agradecimiento continuo en su interior que se expresa en la alabanza y la
adoración. Si tal vez usted tiene temor a apartarse y a volver atrás, le aseguro
que al conocer la gracia de Dios, no disfrutará más del pecado del mundo.
Cuando el pecado se podía medir, la gracia no tenía medida. Cuando el pecado era
infinito, la gracia era infinita. Cuando el pecado juzgaba, la gracia justificaba.
Cuando el pecado condenaba, la gracia libertaba. Cuando el pecado acusaba, la
gracia bendecía.
Tercera Parte
¿Misericordia o sacrificio?
«Dios, rico en misericordia y bondad, nos dio vida cuando estábamos muertos
en nuestros delitos y pecados. Por gracia nos salvó por medio de la fe; y por
el gran amor con que nos amó, juntamente con Cristo Jesús nos resucitó y
nos sentó en lugares celestiales para mostrar en los siglos por venir las
abundantes riquezas de su gracia. Sabemos que esto no es nuestro, sino don
de Dios; pues no es por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2: 1-10)
Esta clase de vida que las Sagradas Escrituras describen como eterna, no se limita
al tiempo biológico ni cronológico; sino que es Dios el Eterno quien le da a nuestra
vida eternidad en Él. Esto trasciende toda limitación humana. Algunos viven esta
vida esperando la muerte para experimentar su eternidad en Dios. Sin embargo,
Jesús dijo: «... y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie (los)
arrebatará de mi mano» (Juan 10: 28). No se trata de que nos dará la vida
eterna, Él ya nos la dio. Por años nos hemos aferrado y enfatizado a que la paga
del pecado es muerte. Y esto es así; pero también es cierto y nos hemos olvidamos
que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos
6:23). El regalo, el don, la dádiva, el derecho, el privilegio, la bendición de Dios
para usted y para mí es la vida eterna en Cristo Jesús.
Eso es la gracia, es Dios mismo diciéndonos: «Deja de intentar una y otra vez. Yo
ya hice el trabajo por ti. Ahora es tiempo de descansar y solo trabajar con el
poder de mi fuerza. Y recuerda que si después de haber realizado absolutamente
todo lo que podías hacer, aún fracasaras, yo te amo. No hay nada que pueda
impedir que te siga amando. En mi gracia no importa de dónde vienes, cuál haya
sido tu experiencia de vida o qué concepto tengas de ti mismo. Simplemente con
amor eterno te amé y te prolongué mi misericordia». Los fariseos nunca pudieron
comprender esta dinámica de Cristo, de cómo Él se sentaba a la mesa con los
pecadores sin contaminarse. Su religiosidad los cegó de tal manera, que se
convirtieron en personas inflexibles, arrogantes, carentes de amor y misericordia,
con una actitud siempre a la defensiva y abusiva de su prójimo. Estas
características, aún están vigentes en medio nuestro. El evangelio que
presentamos no es otra cosa que fariseísmo cargado de legalismo. Estos
paradigmas también caracterizan a los fariseos de este siglo. No estoy
refiriéndome a los fariseos del tiempo de Cristo nada más, estoy hablando de
nosotros hoy. Mucho de nuestro llamado evangelio, no es otra cosa que fariseísmo
moderno o legalismo religioso envuelto en alguna frase de gracia.
Sin embargo, nosotros estamos peor que los fariseos de la época de Jesús. Hoy
por hoy, es más que una secta religiosa, es una actitud, una mentalidad, una forma
de vida. Es un conjunto de doctrinas e institucionalismo puramente religioso y
saturado de apariencias. Este sistema con una concepción legalista de las cosas
reduce a Dios a nuestra humana y limitada interpretación. En reiteradas
oportunidades, Jesús confrontó a los fariseos con sus propias leyes. Pero ellos
nunca asimilaron la diferencia entre la verdadera misericordia y el sacrificio. Por
eso nosotros debemos conocer y creer que la gracia de Dios elimina por completo
el legalismo de nuestras vidas.
Fariseo vs legalista
La idea implícita que representa ese sacrificio es que si hacemos algo, solo
entonces Dios se moverá a nuestro favor. La realidad es que Dios mismo trajo
este concepto de consagración y ofrenda cuando hizo sacrificar un cordero en
expiación y remisión por los pecados de los hombres. En este acto de oblación
ofrecemos algo que nos pertenece por otra cosa aún más importante y valiosa.
Ésta era la práctica conocida en los tiempos bíblicos; y exigía derramamiento de
sangre. De ahí que las ofrendas fueran siempre de seres vivos.
El sistema sacrificial fue instituido por Dios; pero no para enseñarnos que Él se
complace en los sacrificios, sino para que comprendamos que ya no debemos
ofrecernos en sacrificio vivo para obtener la salvación. La deuda está
completamente saldada. Ese fue el sacrificio más excelente que el Señor mismo
haya provisto para que usted y yo pudiéramos disfrutar el regalo de la salvación.
No se trata de lesionar, golpear o lacerar nuestros cuerpos para sosegar el enojo
de Dios. Él no está airado con sus hijos. Dios nos ama profundamente. El sacrificio
evidenció la seriedad del pecado; y solo con el derramamiento de sangre inocente
podía tratarse con él. El hecho de que Dios recibiera el sacrificio fue un acto de
pura misericordia. El Señor nos amó primero proveyendo el medio que nos
reconciliara con Él: su propio Hijo. No era aceptable cualquier cosa, solo el
Cordero de Dios podía quitar los pecados de toda la humanidad. Los fariseos
invalidaron su fe con sus pensamientos legalistas. No lograron entender que
misericordia es antes que sacrificio.
Los fariseos desarrollaron por años esta corriente filosófica: las tinieblas
derrotan la luz, la suciedad contamina la limpieza, la muerte es más fuerte que la
vida, el pecado arruina la justicia . Se han hecho tan expertos de lo exterior y
rigurosos de guardar la ley, que perdieron de vista el objetivo; es decir, el espíritu
de la ley. Hoy por hoy, el legalismo no es otra cosa que fariseísmo moderno. Este
patrón de pensamientos tergiversados lleva a las personas a evitar estar
relacionados con la gente del mundo, con los pecadores.
Muchos creen que Dios no está en las escuelas por la promulgación de leyes
humanas. Pero en realidad, mientras nuestros hijos continúen cursando su
escolaridad, Dios seguirá estando entre nuestros pequeños y jóvenes. No
entendemos que en nuestro sistema democrático dar espacio a Dios significa que
el espiritismo, la brujería, la Nueva Era, la pornografía y la perversión tengan
también su lugar. Es tiempo de enseñar a nuestros hijos a proclamar y anunciar lo
que ellos tienen dentro. No hay maestro que pueda prohibirles orar y servir al
Señor.
Todo lo que recibo de parte del Señor es por fe. Es Dios mismo quien nos
encuentra y nos ama. Esto produce gozo y regocijo en nuestro corazón; porque ya
no depende de lo que nosotros hagamos, sino de lo que Cristo hizo por cada uno de
nosotros en la Cruz. Las Escrituras dicen que somos más que vencedores por medio
de Aquel que nos amó. Y que si perseveramos y permanecemos fieles en Él,
obtendremos la corona de la vida. Somos linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó
de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9) Solo por su gracia, cada uno de
nosotros tendrá el gran premio. No por nuestro mérito, sino por la victoria de
Jesucristo en la Cruz. Somos vencedores no por lo que hagamos, sino porque
confiamos en lo que Jesús ya hizo. Y eso no se compara absolutamente con nada de
lo que usted y yo podamos hacer. ¿Entendemos acaso que es por misericordia y
no por sacrificio? Por su gran amor con que nos amó es que hasta aquí hemos
llegado. Dios nos ama y quiere darnos la oportunidad que le conozcamos en su
gracia.
Con verdad el apóstol Pablo decía que no se gloriaría más que en la Cruz de Cristo,
pues los latigazos, la corona de espinas, los clavos, la lanza, y todos los
padecimientos de Jesús tendrían que haber sido para él. El profeta Isaías también
dijo que el castigo de nuestra paz fue sobre el Señor, y que por su llaga fuimos
sanados. Es tiempo de pedir perdón si creyó que merecía su gracia, su amor y su
misericordia. Lo único que podemos hacer es descansar en la obra redentora y
expiatoria de la Cruz, sabiendo que el poder de Dios se perfecciona en nuestra
debilidad y que su bendita gracia nos sostiene.
EL NUEVO PACTO
LECCIÓN 3
“Al decir: Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo
y se envejece, está próximo a desaparecer"
(Hebreos 8. 13)
Muchos son los creyentes que quieren la gloria del nuevo pacto, pero no quieren
cambiar la mentalidad del viejo pacto.
El primer pacto, fue un primer orden que preparó el camino a la gloria que sería
revelada en Cristo.
Eran venideros en relación a la sombra - una vez pasa el primer pacto (la sombra) -
dejan de ser futuros y son ya presentes. La promesa, la bendición, la autoridad, el
poder y la gloria de un futuro glorioso - para los que caminan y viven en la realidad
de un nuevo y mejor pacto – es en el presente.
Esta gente ya pasó la interpretación religiosa de que todo es en el futuro - Esta
gente vive en el glorioso presente de Dios.
1. Carne 1.Espíritu
2. Ley 2.Gracia
3. Muerte 3.Vida
4. Promesa 4.Herencia
5. Futuro 5.Presente
6. Sombra 6.Realidad
7. Temor 7.Confianza
8. Juicio 8.Paz
9. Maldición 9.Bendición
10. Un pueblo 10.Todas las naciones
11. Templo de piedra 11.Templo de piedras vivas
12. Leyes en tabla 12.Leyes en el corazón
13. Dios visitaba 13.Dios habita
14. Se buscaba a Dios 14.Dios nos encontró
15. Dar para recibir 15.Damos porque hemos recibido
16. Reino futuro 16.Reino presente
17. Uno solo carga la unción 17.Todos tenemos unción
El viejo y el nuevo pacto son diametralmente opuestos. Según Pablo, el viejo pacto
está basado en reglas, regulaciones, ritos y ceremonias. Estas ordenanzas
externas no podían cambiar el corazón. Producían esclavitud, no libertad. En
realidad, según Romanos 5. 20ª, la ley causa que el pecado aumente, “ pero la ley
se introdujo para que el pecado abundase”. La ley amplifica nuestra rebelión.
La ley empeora nuestra condición caída – y no hace nada para aliviarla, ¿significa
esto que la ley es mala? En ninguna manera. La ley es buena, santa y justa
(Romanos 7. 12). Pero su propósito no era salvar a nadie. La intención era enfocar
la inhabilidad de mantener nuestra propia espiritualidad – la ley estaba diseñada
para apuntar hacia la necesidad de un Salvador.
El término “viejo pacto” describe el acuerdo que Dios hizo con Israel, escrito en
piedras en la ley de Moisés. El viejo pacto está basado en el “ rendimiento humano”
mientras que en el nuevo pacto está fundamentado en el “ poder de una vida
indestructible” (Hebreos 7. 16).
Aunque ambos pactos son opuestos, debemos ver ambos pactos como un solo plan
de Dios. Todos los pactos y acuerdos del pasado encuentran cumplimiento en
Cristo. En el Antiguo Testamento no había un Dios airado que luego se convirtió en
un Dios alegre en el Nuevo Testamento.
Todo el viejo pacto fue una gran preparación para el gran final en el nuevo pacto.
Dios siempre estuvo orquestando detrás del telón, cómo iba a eliminar el problema
del pecado y la condición del ser humano.
Toda la historia era una preparación para el plan A, el cual Dios e habría propuesto
desde antes de la fundación del mundo. El plan siempre fue que Cristo tomaría
condición humana, en la descendencia de la genealogía de Abraham para reconciliar
todas las cosas en Él.
El evangelio es la respuesta al problema del pecado que fue resuelto aún antes que
comenzara.
Dios no estaba experimentando con varios programas y planes para ver cuál le
funcionaba. Muchos creen que Jesús era la última opción que le quedaba a Dios
para recuperar lo más que pudiera después de muchos intentos fallidos.
El viejo pacto no fue uno de los muchos intentos fallidos para salvar a la
humanidad. La encarnación, crucifixión y resurrección siempre fue el centro y la
culminación de toda la actividad soberana de Dios en la historia.
Los pactos y la ley eran solamente unos preámbulos que señalaban el acto final. El
viejo pacto fue un precursor al nuevo pacto – el único plan que Dios siempre ha
tenido.
La ley tenía que encontrar su cumplimiento perfecto en Cristo y solo en él, para
que nosotros siempre confiáramos en él y no en nosotros. Solo de esta manera
dejaríamos de buscar el “Cómo” de la vida y nos centraríamos en el “ Quién”.
Seguro que la ley tenía sus beneficios temporeros. Como un sistema de manejo de
pecados para una humanidad caída era muy buena en enseñarnos a cómo
identificar el comportamiento que merecía castigo. La ley también tenía gloria,
pero era una gloria temporera, la cual aún, lo que fue glorioso, no es glorioso en
este respecto, en comparación con la gloria más eminente (2ª de Corintios 3. 10).
Aunque gran parte de la iglesia todavía está “ encantada” en la ley y sus varias
formas, ya no es la manera en cómo los hijos del Padre viven sus vidas. Si en la ley
es que te glorias, de Cristo te desligaste y de la gracia has caído (Gálatas 5.4).
Existe una gran cantidad de “creyentes en el nuevo pacto” que dicen no vivir por
las leyes del viejo pacto, sin embargo, están atados en un legalismo interno que los
tiene sofocados. La ley con todas sus demandas era simplemente una incubadora
que nos estaba preparando para lo nuevo.
El plan de Dios siempre fue una maravillosa idea que ahora se ha revelado en
Cristo. La sustancia es Cristo. Una vez la sustancia aparece, la sombra desaparece.
La sombra tuvo su propósito en toda la implementación del plan.
Cristo y su obra redentora siempre fue el plan eterno de Dios desde antes de la
fundación del mundo. Cristo estaba presente aun desde el inicio de la vieja
creación.
Juan 1. 1-3 – “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Así como el viejo pacto fue establecido para preparar el camino al nuevo pacto, así
también la vieja creación prepararía el camino para la nueva creación. Un solo
propósito expresado de diferentes maneras.
Esta idea de que todo estaba reconciliado en Cristo gobernaba la vida y ministerio
del apóstol Pablo. Pablo, era un hombre poseído por el amor de Dios porque él
reconocía que “si uno murió por todos, luego todos murieron” (2ª de Corintios 5.
14). Unos cuantos versos después declara: “ de modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas ” (5.
17).
Algo que debemos comprender es que Cristo no le dio otra oportunidad al viejo yo.
Nosotros no somos una versión remodelada del viejo adán. Hemos sido
completamente transformados en algo nuevo. En el griego hay varios términos
para la palabra “nuevo”. Una de esas palabras es “neos”. Esta palabra sugiere algo
que es nuevo en relación al tiempo.
Ejemplo:
Yo tenía una computadora vieja. Se me dañó. Ahora tengo una computadora (neos)
nueva.
La palabra que Pablo usa en 2ª de Corintios 5. 17 para describir a los que están en
Cristo es “Kainos” que significa, “una nueva clase, novedoso, sin precedente, nunca
antes visto, una nueva clase de sustancia ” tú eres una creación Kainos. La misma
creación nunca ha visto algo así, por eso gime por la manifestación de los hijos de
Dios (Romanos 8. 19). Tú eres d una clase diferente. Tú no eres una versión
mejorada de quien eras, tú eres parte de una nueva humanidad. Algo inimaginable
para la mente humana, sin precedentes.
Como una creación Kainos, tú eres una nueva clase de humano, en realidad la clase
de humano que Dios siempre quiso que fuéramos. Somos una creación autentica, en
su estado original. No nueva en relación al tiempo. En lo natural nacimos en el
tiempo, pero en Cristo fuimos concebidos antes del tiempo, donde el tiempo y la
geografía no existen.
Ezequiel 36. 26 – “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro
de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne”
Los dos pactos y las dos creaciones están conectados de la misma manera que la
sombra está conectada a un ser humano. En la sombra puedes ver la silueta, pero
no puedes explicar a qué se parece la persona. Tú no pasaste de ser una sombra
vieja a una sombra más nueva. Tú pasaste de ser una sombra para convertirte en
un auténtico ser humano.
Las implicaciones de esta palabra “ Kainos”, son aún más profundas. La raíz de esta
palabra tiene que ver con algo “corporativo”. No solo se relaciona con una vieja
naturaleza que fue reemplazada por una nueva. Más bien, infiere que tú has sido
injertado en algo mucho más grande (Cristo) - (Romanos 11. 17 – “ Pues si algunas
de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en
lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo ”).
Hemos sido ligados con una entidad corporativa. Hemos sido introducidos a un
nuevo mundo.
Ser una nueva criatura no tiene nada que ver con tu decisión de aceptar a Cristo.
Esto es mucho más grande que una decisión individual. Cuando Pablo escribe a los
Corintios y les dice: “que si uno murió por todos, luego todos murieron ” (2ª de
Corintios 5.14b) procede con el famoso “ de modo que, si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas ” (5.
17).
Nuestro gran reto es que pensamos muy individualista. Por ejemplo, cuando la
Biblia habla de la vieja y nueva criatura, nuestra tendencia es a relacionarlo solo
con nosotros como individuos. Un ejemplo de esto es cuando decimos “el viejo yo
que fumaba, el nuevo yo que ahora es cristiano y no fuma”.
Quien tú eras antes, no solo trata con tu “vieja naturaleza de pecado”, la cual fue
juzgada en la cruz y fue sumada a “una nueva criatura”. La “vieja criatura” es lo
que eran los creyentes en “Adán”. Lo viejo se refiere a todo lo que está conectado
con la humanidad caída, y está sujeta a la angustia y muerte de una vida que está
separa de Dios.
Lo glorioso de las buenas noticias del evangelio, es que en Cristo toda la humanidad
fue incluida en esta renovación, y la vieja era adámica, enfrentó su fin en el
postrer Adán.
Ahora los que hemos creído, estamos disfrutando y viviendo en una nueva y
maravillosa existencia sobre natural, o por decirlo de otra manera, “una nueva
era”, “un nuevo orden”, “una nueva criatura”, “una nueva humanidad”, “el reino” etc.
Con esto, ya puedes entender que en la Biblia “lo viejo” se refiere a la creación en
su estado de deterioro, limitaciones, separación y ceguera. Lo “nuevo” es la misma
creación, pero totalmente limpia y depurada de corrupción. Ha sido restaurada a
su diseño original y aún mejor.
1. Es un pacto de GRACIA
Gálatas 3. 6-14 = “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la
Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio
de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas
las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente
Abraham. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están
bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que
hiciere estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la
ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que
es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham
alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu”.
Hebreos 13. 20-21 = “ Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a
nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del
pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén ”.
4. Es un Pacto de UNIÓN
Tú no necesitas más unción, o más fe o más de Dios. Eso es mentalidad del Antiguo
Pacto. En Cristo tú estás COMPLETO(A) (Colosenses 2. 10). En el Nuevo Pacto el
crecimiento sucede mientras reconocemos todas las cosas buenas que ya son
nuestras en Cristo (Filipenses 1. 6).
El Nuevo Pacto descansa en las “mejores promesas” de Dios mismo (Hebreos 8. 6).
El Viejo Pacto fue entre Dios e Israel, pero en Nuevo Pacto es entre Dios Padre y
Dios Hijo. Dios juró por sí mismo y nos dio su Espíritu como garantía de lo que ha
de venir (2ª de Corintios 1.22). En el Antiguo Pacto eras bendecido si obedecías,
en el Nuevo Pacto, eres bendecido porque Cristo obedeció. (Romanos 5. 19 =
“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos”)
La razón por la cual tantos creyentes tienen una distorsión de quién es Dios, es
por el énfasis de las predicaciones que han escuchado casi toda su vida es sobre
un Dios que está llevando cuenta de todos tus pecados, fallas y debilidades para
castigarte. Sirven a Dios para evitar juicio, no por agradecimiento por lo que en
Cristo ya han recibido.
Cristo vino a revelar el corazón del Padre y su eterno amor por sus hijos. En el
Nuevo Pacto no tienes que trabajar por lo que ya es tuyo, sino que como hijo, el
Espíritu Santo nos quiere enseñar a cómo ser buenos mayordomos de los bienes
del Padre para ser confiados con los tesoros de la sabiduría de Dios en Cristo.
Antes de Jesús, nadie llamó a Dios Padre. Después de Jesús, todo escritor del
Nuevo Testamento lo llamó Padre. Jesús vino a revelar a tu Padre, y esto es lo que
hace el Nuevo Pacto, Nuevo.
EL SERVICIO
LECCIÓN 4
(Hebreos 12.28)
Deberíamos entender todo esto. Estos asuntos afectan nuestra forma de creer en
Dios, cómo caminamos por la senda de la dirección del Espíritu Santo y cómo nos
sometemos a las disposiciones de Dios en todas las cosas, y nos permitirán
conocer cada paso de Su obra en nosotros.
Todo aquel que así lo haya decidido puede servir a Dios; sin embargo, debe ocurrir
que sólo aquellos que le presten toda la atención a la voluntad de Dios y la
entiendan están calificados y facultados para servirle. Muchas personas creen que
siempre que difundan con fervor el evangelio para Dios, recorran los caminos, se
entreguen y se sacrifiquen por Dios, y así sucesivamente, eso es servir a Dios;
incluso las personas más religiosas creen que servir a Dios significa correr de un
lado para otro con una Biblia en las manos, difundir el evangelio del reino celestial
y salvar a las personas haciendo que se arrepientan y se confiesen; existen
muchos oficiales religiosos que piensan que servir a Dios es predicar en capillas
después de estudiar en el seminario, enseñar a las personas leyendo capítulos de la
Biblia; también hay personas en regiones pobres que creen que servir a Dios
significa sanar a los enfermos y echar fuera demonios u orar por los hermanos y
hermanas o servirlos; entre vosotros puede haber alguno que cree que servir a
Dios significa comer y beber Sus palabras, orar a Dios cada día, así como visitar
iglesias y realizar obra en las iglesias en todas partes; hay otros hermanos y
hermanas que creen que servir a Dios significa no casarse nunca o no tener una
familia y dedicar todo su ser a Dios. No obstante, pocas personas saben lo que
significa realmente servir a Dios. Aunque hay tantas personas que sirven a Dios
como estrellas en el cielo, el número de los que pueden servir directamente y que
pueden servir de acuerdo con la voluntad de Dios es insignificante,
extremadamente pequeño. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque no entendemos la
esencia de la expresión “servicio a Dios” y comprendemos muy poco de cómo
servir de acuerdo con la voluntad de Dios.
Además, deberíamos conocer los objetivos de la obra de Dios y la obra que Dios
hará aquí y ahora. Después de entender esto, y a través de la dirección de sus
palabras, primero entraremos y recibiremos la comisión de Dios. Cuando
experimentéis realmente con base en sus palabras, y cuando conozcamos
verdaderamente su obra, estaremos capacitados para servir a Dios. Y es cuando le
servimos que Dios esclarece nuestros ojos espirituales, nos permite tener un
mayor entendimiento de su obra y ver con más claridad.
Los que sirven a Dios deben ser íntimos con Él; deben ser agradables para
Dios y ser capaces de mostrar lealtad absoluta hacia Dios.
Independientemente de si actúas a espaldas de las personas o delante de ellas,
eres capaz de obtener el gozo de Dios delante de Él, de mantenerte firme delante
de Él, e independientemente de cómo te traten otras personas, siempre caminarás
por tu propia senda, y consideras la responsabilidad de Dios. Sólo así se es un
íntimo de Dios. Que los íntimos de Dios sean capaces de servirle directamente se
debe a que se les ha dado la gran comisión de Dios y la carga de Dios, a que son
capaces de tomar el corazón de Dios como suyo y la carga de Dios como suya, y no
analizan si ganan o pierden perspectiva: aun cuando no tengan expectativas ni
obtengan nada, siempre creerán en Dios con un corazón amoroso. Por tanto, este
tipo de persona es un íntimo de Dios.
Los íntimos de Dios son también Sus confidentes; (Salmo 25. 14) – “La comunión
íntima del Señor es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” –
(1ª de Corintios 1. 9) – “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión
con su Hijo…” – (Génesis 5. 24) – “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció,
porque le llevó Dios” - sólo estos podrán compartir su inquietud, y sus
necesidades, y aunque su carne es dolorosa y débil, son capaces de soportar el
dolor y abandonar lo que aman para satisfacer a Dios (Salmo 40. 8) – “El hacer tu
voluntad, Dios mío, me ha agradado” - Dios da más cargas a esas personas y lo
que Él hará se expresa por medio de ellas. Así, estas personas son agradables para
Dios, son siervos de Dios según su corazón y sólo ellos pueden gobernar junto a Él.
Cuando hayamos llegado a ser de verdad un íntimo de Dios será precisamente
entonces cuando gobernaremos junto a Él.
Por Su servicio delante de Dios, que estaba en armonía con la voluntad de Dios,
Dios colocó sobre sus hombros la pesada carga de redimir a toda la humanidad y le
hizo ir a cumplirla, y Él estaba calificado y autorizado para llevar a cabo esta
importante tarea. A lo largo de Su vida, soportó un sufrimiento inconmensurable
por Dios, y Satanás lo tentó innumerables veces; pero nunca se descorazonó. Dios
le encomendó esa tarea porque confiaba en Él, y lo amaba, y por eso dijo
personalmente: “Este es Mi Hijo amado, en quien me regocijo grandemente”. En
ese momento, sólo Jesús podía cumplir esta comisión, y esta era una parte de la
terminación de Dios de Su obra de redención de toda la humanidad en la Era de la
Gracia. Miremos algunas escrituras donde el único interés de nuestro Señor era
hacer la voluntad del Padre (Juan 4.34; 5-30; 6.38-40; 9. 31)
Si, como Jesús, podemos preocuparnos por las cargas de Dios y darle la espalda a
nuestra carne, Él nos confiará sus importantes tareas, de forma que cumplamos
las condiciones de servir a Dios. Sólo bajo tales circunstancias nos atreveríamos a
decir que estamos haciendo la voluntad de Dios y completando su comisión; sólo
entonces nos atreveríamos a decir que estamos sirviendo verdaderamente a Dios.
En comparación con el ejemplo de Jesús, ¿te atreves a decir que eres un íntimo
de Dios? ¿Te atreves a decir que estás haciendo la voluntad de Dios? ¿Te
atreves a decir que estás sirviendo realmente a Dios? Hoy, no entiendes cómo
servir a Dios, ¿te atreverías a decir que eres íntimo de Dios? Si dices que
sirves a Dios, ¿no blasfemas contra Él? Piensa en ello: ¿estás sirviendo a Dios o
a ti mismo? Sirves a Satanás, pero dices obstinadamente que estás sirviendo a
Dios. ¿No estás blasfemando contra Dios en esto? Muchas personas codician la
“bendición” del estatus, se dan atracones de comida, aman dormir y prestan toda
la atención a la carne, siempre temerosos de que no haya salida de ella.
No desarrollan su función correcta en la iglesia, sino que se aprovechan de la
iglesia, o bien amonestan a los hermanos y hermanas con fuertes palabras, tratan
despóticamente a los demás desde posiciones de autoridad. Estas personas siguen
diciendo que están haciendo la voluntad de Dios, siempre dicen que son los íntimos
de Dios, ¿no es esto absurdo? Si tienes las motivaciones correctas, pero eres
incapaz de servir de acuerdo con la voluntad de Dios, estás siendo insensato; pero
si tus motivaciones no son correctas, y sigues diciendo que sirves a Dios, eres
alguien que se opone a Dios, ¡No hay simpatía por tales personas! En la obra de
Dios, algunos andan codiciando siempre las comodidades de la carne, y no
consideran los intereses de Dios; siempre buscan lo que es bueno para ellos, no
prestan atención a la voluntad de Dios, el Espíritu de Dios no escudriña todo lo que
hacen, siempre están maquinando y engañando contra los hermanos y hermanas, y
tienen dos caras, como un zorro en una viña, siempre robando uvas y pisoteando la
misma. (Filipenses 1. 15) – “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y
contienda” - ¿Pueden ser tales personas los íntimos de Dios? ¿Eres apto para
administrar las bendiciones de Dios? No asumes responsabilidades para tu vida y
la iglesia, ¿eres apto para recibir la comisión de Dios? ¿Quién se atrevería a
confiar en alguien como tú? Cuando sirves así, ¿podría atreverse Dios a
confiarte una tarea mayor? ¿No estás retrasando las cosas?
Hablamos esto para que podamos saber qué condiciones deben cumplirse a fin de
servir en armonía con la voluntad de Dios. Si no damos nuestro corazón a Dios, si
no nos preocupamos por la voluntad de Dios como lo hizo Jesús, entonces Dios no
puede confiar en vosotros y acabará juzgándoos. Quizás hoy, en tu servicio a Dios,
albergas el propósito de engañarlo, pero Él seguirá tomando nota de ti. En
resumen, independientemente de todo lo demás, si engañamos a Dios... ¡Eso
también recogeremos!. (Gálatas 6.7).
LA HONRA DE
GENEROSIDAD A
DIOS
LECCIÓN 5
“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a
vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos”.
El hombre de la bicicleta
Había una vez un hombre de casi 70 años que casi no tenía dinero, y se ganaba la
vida vendiendo ropa. Salía todos los días a trabajar y llegaba con algo de dinero a
casa y así mantenía a su esposa. De vez en cuando llegaba algo de dinero por parte
de sus hijos, pero sus hijos eran pobres también.
-¡Hola, Juan! ¡Pero qué milagro! ¿Cómo has estado?- Preguntó con el característico
ánimo.
Juan sólo lo miró y se le nublaron los ojos.
-Muy mal.- Respondió con tristeza. -Unos ladrones entraron a mi casa y robaron mi
bicicleta, con la que me iba a vender mis tacos. También se llevaron mi estufa, los
tanques de gas y hasta mi ropa. Ahora ya no tengo con qué trabajar. Por suerte mi
primo me prestó una estufa chiquita y con eso podré hacer mis tacos, aunque sea
saldré a vender cargando la canasta en los hombros.
Juan era uno de los muchos hombres que se ganan la vida vendiendo tacos (comida
tradicional mexicana), por las calles de la Ciudad de México. El hombre viejo
escuchó toda la historia de su amigo. Suspiró.
-Juan, yo tengo una bicicleta que te puede servir. Te la regalo. Ve por ella a la
casa cuando puedas. Pero el lunes quiero que comiences a trabajar con ella.
Con lágrimas en los ojos, Juan aceptó.
1. Dios es Generoso.
Nuestros pecados solo escandalizan a los hombres religiosos, pero hacen feliz a
Dios quien es amplio en perdonar (Isaías 55. 7) – “Deje el impío su camino, y el
hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”
Dios es tan generoso, que ahora solo guía con riquezas (de benignidad, paciencia y
longanimidad) al hombre al arrepentimiento (Romanos 2. 4) – “¿O menosprecias
las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento?”
Hay que darle prioridad a la generosidad, porque debemos tener la convicción que
si nuestra primera ofrenda al Señor es una vida sin tener cosas ocultas en el
corazón, solo esperamos el tiempo donde él traerá todos los recursos para lo que
necesitamos. (Proverbios 23.26) – “Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus
ojos por mis caminos”.
Romanos 12. 1 – “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional” - ¿Sabía que usted tiene su propio estilo de vida?
– nuestro estilo de vida puede está gobernado por uno de los “demonios” más
grande que puede existir en nuestras casas, se llama “la AGENDA”…
Cada uno dirá: “Yo tengo mi estilo de vida” – pero lo que no sabemos es como huele
esa ofrenda a Dios. ¡Señor, yo quiero verdaderamente que mi estilo de vida sea
tomado en tu presencia!
¿Qué pide el Señor? Dame la influencia que tienes, tu manera de influenciar a las
personas y te voy a dar gozo y comunión. La falta de gozo y de comunión es propio
de no haber consagrado nuestra influencia a Dios. ¿Cuándo habíamos visto la
generosidad desde esta dinámica?
¿Qué significa darle a Dios bienes? ¿Qué es un bien? – Un bien es algo que
tenemos y administramos, y donde tenemos todo el poder para decidir – eso es un
bien. Un bien es todo lo que yo tengo de forma natural y que tengo poder de
decisión. ¿De cuantas maneras puedo yo darle a Dios bienes? Hay muchas maneras,
pero la espiritual, primero, es saber que todo lo que tengo no es mío y esto se hace
en el espíritu y en la cruz, porque Dios nos hizo administradores de sus bienes. Es
como si fuéramos dueños pero no lo somos, solo lo administramos. (1ª de Corintios
4. 1 – “Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y
administradores de los misterios de Dios” (1ª de Pedro 4.10) – “Cada uno según
el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores
de la multiforme gracia de Dios”.
Debemos ser generosos con Dios, echando toda nuestra ansiedad sobre él,
porque él es generoso teniendo cuidado de nosotros (1ª de Pedro 5. 7). Todo
tipo de ansiedad en nosotros, es porque no estamos siendo generosos con
Dios echándosela toda a él.
Nuestro Padre Celestial SABE que tenemos necesidad de todas estas cosas
(Mateo 6. 32). Todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6. 33b). Nuestro
Padre Celestial SABE DAR buenas cosas a los que se las pidan (Mateo 7. 11b).
Estar humillados bajo la poderosa mano de Dios, es llevar y vivir una vida carente,
vaciada, desprovista de toda ansiedad.
El ansioso (no generoso) no está humillado ante el Señor, es solo un soberbio que
solo enfrenta la resistencia del Señor. ¡ES MEJOR SER GENEROSOS!
ESCATOLOGÍA
LECCIÓN 6
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el
cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad;
porque no sabéis cuándo será el tiempo.
INTRODUCCIÓN
La iglesia ya disfruta ciertos poderes de la era del reino y del mundo (la
era) por venir (Lucas 17. 21; Mateo 16. 19; Hebreos 6. 5)
1. LA MUERTE
Las Escrituras hablan de tres clases de muerte: (1) La muerte física, (2) La
muerte espiritual y (3) La muerte segunda o muerte eterna.
La Muerte Física
La Muerte Espiritual
Muerte Eterna
Cuando aquellos que están “ muertos en… delitos y pecados ” mueren físicamente y
no se arrepienten, entran al estado de muerte eterna. Santiago se refiere a esta
muerte, explicando cómo puede ser prevenida: “ sepa que el que haga volver al
pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma ” (Santiago 5. 20).
Claramente, la muerte eterna no es el fin de la existencia; es un castigo eterno.
Pablo advierte de esta eventualidad en 2ª de Tesalonicenses 1. 7-10:
“ y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se
manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en
llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena
de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su
poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser
admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido
creído entre vosotros)”
En el juicio del “gran trono blanco” todos los muertos malvados serán echados en
el lago de fuego lo cual es llamado “la muerte segunda” (Apocalipsis 20. 13-15). La
muerte eterna es descrita en la Palabra de Dios como el “fuego eterno” (Judas 7;
Mateo 18. 8; 25. 41); el castigo eterno (Mateo 25. 46); el juicio eterno (Hebreos
6. 2); y la eterna perdición (2ª de Tesalonicenses 1. 9).
2. EL ESTADO INTERMEDIO
Cuando los incrédulos mueren van de inmediato al Hades que es la morada de los
muertos malvados. Antes de Cristo, los justos y los malvados iban al Seol el cual
tenía dos compartimentos separados por un golfo infranqueable (Lucas 16. 22-
31) (Génesis 37. 35) (Deuteronomio 32. 22) (Ezequiel 32. 23-24). En el
Antiguo Testamento, la palabra hebrea Seol es traducida variablemente “infierno”
y “sepulcro”. En el Nuevo Testamento, la “parte más baja del Seol” se llama en
griego el Hades. Esto viene de la versión de la “septuaginta” donde la palabra
hebrea Seol es traducida por la palabra griega Hades. La palabra hebrea para el
estado final de perdición o “lago de fuego” era Gehenna, traducida correctamente
como “infierno” (Marcos 9. 43). (El nombre Gehenna era un término figurativo
tomado de los fuegos perpetuos que quemaban los desechos en el valle de Hinom
cerca de Jerusalén).
Ya que los malvados no van a su perdición final hasta después del juicio final
cuando sean echados al lago de fuego, la palabra “infierno” no debería ser usada
para describir el estado presente de los muertos incrédulos. Por lo que es sabido,
nadie en el presente está en el infierno, que es el lago de fuego. Los malvados
están en el hades, esperando la resurrección de juicio. El hades es, sin embargo,
un lugar de sufrimiento como se ve en la narración del hombre rico y lázaro (Lucas
16. 23; 1ª de Pedro 3. 19).
b. De los justos
Hay varias posiciones falsas sobre el estado intermedio que son ampliamente
sostenidas; algunas no tienen ninguna base, fundamento escritural, otras están
basadas en una interpretación incorrecta de las Escrituras. Trataremos aquí a
tres de estas.
1. Purgatorio
La creencia Católica Romana y griega ortodoxa enseñan que aquellos miembros que
han vivido vidas imperfectas deben pasar algún tiempo en “el purgatorio” a fin que
sus pecados puedan ser purgados. Dependiendo de la seriedad de sus ofensas, la
longitud de tiempo a pasar en el purgatorio puede durar algunas horas o siglos,
determinado solamente por el juicio final.
El uso del término “dormir” para describir a la muerte es una expresión figurativa
y un eufemismo para enfatizar el hecho de que la persona muerta todavía vive.
(Los eufemismos son los términos que se usan para reemplazar algo que queremos
expresar pero que puede resultar un tanto duro o malsonante a los oídos de las
demás personas. Por ejemplo: reducción de personal (despido). Los eufemismos se
utilizan entonces para suavizar o matizar la carga negativa, despectiva u ofensiva
que pueden tener ciertas palabras. Hacemos esto al tener que referirnos,
fundamentalmente, a cuestiones sexuales, fisiológicas o escatológicas y a toda
realidad desagradable o vulgar que por delicadeza se evita nombrar ).
Además, la narración dada por Jesús del estado del hombre rico y Lázaro
inmediatamente después de la muerte demuestra que sus almas no estaban
durmiendo en inconsciencia.
Es hecho claro por el tratado de Pablo sobre “la muerte” en 2ª de Corintios 5. 6-9,
que el espíritu puede funcionar fuera del cuerpo:
“Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe
andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos
también, o ausentes o presentes, serle agradables”
Él declara que estar “presentes al Señor” significa ausencia del cuerpo. Además, lo
que el apóstol procuraba era serle agradable al Señor, presente o ausente del
cuerpo. Si estar ausente del cuerpo significara “sueño del alma” ¿ Por qué debería
preocuparse de serle agradable al Señor después de la muerte ?. Uno que duerme
difícilmente podría serle agradable. Si Pablo esperaba dormir después de la
muerte, su ambición de agradarle hubiera sido aplicada solamente a la existencia
antes de la muerte. Ya que esperaba estar consiente después de la muerte,
esperaba agradar al Señor adorándole (Apocalipsis 6. 9-11; 7. 9-10;
Eclesiastés 12. 7).
Respondiendo a la suposición que dice que los hombres deben esperar el juicio
antes de disfrutar gozo o sufrir castigo, Louis Berkhof comenta: “El día de juicio
no es necesario para alcanzar una decisión respecto a la recompensa o castigo de
cada hombre, sino solo el solemne anuncio de la sentencia, y para la revelación de
la justicia de Dios en la presencia de los hombres y los ángeles ”. Jesús dijo: “El
que en él creyere no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”
(Juan 3.18). (Condenado es equivalente a Juzgado, ya que hace falta un juicio para
poder condenar a alguien). Habrá un juicio de creyentes con respecto a
recompensas por servicio, pero no con respecto a su salvación; la salvación de uno
está condicionada por la fe en Cristo Jesús (2ª de Corintios 5. 10; 1ª de
Corintios3. 12-15).
3. Espiritismo
El espiritismo enseña que los vivos pueden comunicarse con los muertos, y los
muertos con los vivos, generalmente a través de un “médium” No hay ninguna
evidencia en las Escrituras para sugerir que pueda haber comunicación legítima
entre los vivos y los muertos. De hecho, las Escrituras inequívocamente prohíben
cualquier intento de hacerlo (Levítico 19.31; 20. 6, 27; Deuteronomio 18. 9-
12; Isaías 8. 19-20; 1º de Crónicas 10. 13-14).
Hay dos explicaciones para el fenómeno espiritista: (1) son producidos por
manipulaciones engañosas, como ha sido probado a menudo, (2) son producidos por
“espíritus de mentira” (1º de Reyes 22. 22-23; 1ª de Timoteo 4. 1). En Hechos
capítulo 16, Pablo liberó a una joven con un espíritu de adivinación (phyton) por el
cual podía traer mucha ganancia a sus explotadores (16. 16-19). Sin duda, los
espíritus malignos a menudo engañan a la gente que consulta a un médium imitando
la voz de seres queridos muertos.
La palabra griega para “partida” es exodon, nuestro “éxodo”. Al igual que Moisés
quien por el éxodo de Egipto libero a Israel de la esclavitud, así también Cristo
por el éxodo de la cruz y resurrección liberó a la humanidad de la esclavitud del
pecado. La aparición de Moisés y Elías era una señal del cumplimiento mesiánico
(Mateo 17. 1-8). La Escritura no alimenta, en ninguna manera a consultar a los
muertos. Cristo es “Señor así de los muertos como de los que viven” (Romanos
14.9). Si alguna vez él permite que aparezcan los muertos, será para señalar algún
evento estratégico de la historia sagrada. Si necesitamos consolación y guía
tenemos la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios.
EL RAPTO DE LA IGLESIA
Un número de eventos está asociado con el fin del siglo. Jesús prometió a sus
discípulos, “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo
estoy, vosotros también estéis” (Juan 14.3). Pablo escribió: “… los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hallamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor en el aire…” (1ª de Tesalonicenses 4. 16b-17). Jesús habló también de la
gran tribulación, “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido
desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24. 21).
¿Cuál de estos dos eventos ocurrirá primero? ¿Será la venida del Señor o la
revelación del Anticristo? Si la Escritura ha de ser tomada en un sentido natural,
parece que el primer evento que el creyente espera es la “esperanza
bienaventurada” (Tito 2.13), o el rapto de la iglesia – “aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo” – (1ª de Tesalonicenses 4. 15-17) – “Por lo cual os decimos esto en
palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la
venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor
mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios,
descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor”
Al apóstol Pablo, ya que él fue el apóstol a la iglesia de los gentiles, fue dada una
revelación especial del Señor mismo respecto a los detalles del rapto y su relación
con su resurrección.
Sin duda, el Nuevo Testamento, especialmente los escritos de Pablo, muestran con
mucha claridad a un “rapto” de los creyentes vivos en la venida de Cristo. Todos
los creyentes están de acuerdo en que ocurrirá un rapto; no están de acuerdo de
cuándo ocurrirá el rapto con relación al periodo de la tribulación descrita en el
libro de Apocalipsis. Aunque este libro se identificará con la posición de pre-
tribulación del rapto, los autores se abstienen de un dogmatismo radical en la
presentación de esta posición, reconociendo el hecho que muchos maestros santos
y eruditos toman tras posiciones.
2.1. La teoría del rapto Post-tribulatorio. Aquellos que mantienen esta teoría
creen que los creyentes pasarán por la tribulación y que el rapto ocurrirá
simultáneamente, o inmediatamente antes, de la venida del Señor en juicio. Ellos
afirman que el rapto de la iglesia y el regreso de Cristo para gobernar son
simplemente aspectos diferentes de un solo evento que ocurrirá al final de la gran
tribulación, y justo antes de la derrota de la Bestia y sus seguidores y el comienzo
del milenio.
2.1.1. Argumentos a favor. Los principales argumentos propuestos en favor de
la posición del rapto posttribulatorio son los siguientes:
El Señor ha prometido a los fieles que serán guardados de esa hora de ira:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo
entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10). (Vea
también 2ª de Pedro. 2:9; Lucas. 21:34–36).
En ninguna parte del libro de Apocalipsis, después del capítulo cuatro, se
menciona específicamente a la iglesia, hasta el capítulo diecinueve, donde la
iglesia es vista en el cielo como la novia de Cristo. Muchos doctos
identifican a la iglesia con los veinticuatro ancianos que están en el cielo a
través del Apocalipsis. Los veinticuatro ancianos están vestidos de blanco
con coronas de victoria sobre sus cabezas, símbolos de los redimidos. Los
santos de la tribulación (aquellos que son salvados durante la tribulación y
martirizados) son vistos como grupo solamente en el cielo. Los justos que
son vistos sobre la tierra son los 144.000, que se dice son judíos (Ap. 7:1–8;
14:1–5). Además, si la iglesia ha de estar sobre la tierra durante la
tribulación, ¿por qué se le asigna la tarea de testificar a dos testigos
que aparentemente son judíos (Moisés y Elías)? (Ap. 11:1–14).
En Apocalipsis 11:11, 12, son resucitados los dos testigos; en Apocalipsis 7:12–17,
está registrada la resurrección de los santos de la tribulación. Aparentemente
todos aquellos que son resucitados antes del milenio son una parte de la “primera
resurrección”; aquellos que son levantados después del milenio son levantados para
juicio y perdición (Ap. 20:13–15).
El argumento más fuerte para un rapto pre-tribulatorio es el hecho que a
través del Nuevo Testamento se da la exhortación de buscar y aguardar la
venida de Jesús (Mt. 24:42, 43; 25:13; Mr. 13:35; 1ª de Tesalonicenses.
5:6; Tito. 2:13; I Juan. 3:3; Hebreos. 9:28; Juan. 14:3). Jesús prometió, “Y
si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan. 14:3).
Aquí la venida de Jesús es con el propósito de recibir a la iglesia para sí
mismo y llevarla a un lugar en la casa del Padre; esta venida no puede ser la
misma que su venida con la iglesia a la tierra como afirman los post-
tribulatoristas.
La esperanza bienaventurada de una inminente venida de Jesús es uno de los
incentivos más fuertes a la santidad práctica y al servicio diligente (Tito. 2:12–14;
1ª de Juan. 3:3). Si la tribulación debe venir primero, con la manifestación del
Anticristo, antes del rapto, ¿quién buscará una venida de Jesús hasta que hayan
pasado muchos de los eventos del Apocalipsis? La parábola de los siervos fieles e
infieles en Mateo capítulo veinticuatro enseña el trágico resultado de decir. “Mi
señor tarda en venir” (24:44–51).
Los dos testigos parecen ser judíos por los símbolos del Antiguo
Testamento; el templo, los olivos y candelabros (Zacarías. 4:3, 14),
conteniendo lluvias, y castigando con plagas (Ex. 7:20; 8:1–12:29; I R. 17:1;
18:1–45; 2º de Reyes. 1:10–12; Santiago. 5:17, 18). Si la iglesia estuviera
sobre la tierra, Hasta el final de la era de la iglesia, es la misión de la
iglesia testificar a todas las naciones. El Dr. Buswell cree, sin embargo, que
la era de la iglesia y el período de tribulación se extenderán el uno sobre el
otro durante tres años y medio.231
Si solamente serán llevados los “dignos”, ¿quién irá? ¿Quién puede reclamar
dignidad en sí mismo? Nuestra posición con Dios está basada sobre la
justicia de Cristo, no en nuestras justicias que son “trapos de inmundicia”
(Isaías. 64:6).
Todo creyente debería ser lleno del Espíritu, pero el propósito de esa
plenitud no es hacernos dignos, lo cual se logra por la sangre de Jesús, sino
equiparnos con poder para servicio (Hechos. 1:8). Interpretar el “aceite” en
la parábola de las diez vírgenes como simbólico de la “plenitud del Espíritu”
viola principios sanos para la interpretación de parábolas (tanto las sabias
como las imprudentes tenían aceite al principio).
Los proponentes de la teoría del rapto parcial al igual que aquellos que creen
que la iglesia debe pasar por parte, o por toda la tribulación, argumentan
que la tribulación es necesaria para purificar la iglesia y alistarla para el
Novio. Esta creencia argumenta a favor de una clase de purgatorio
protestante. Y si los santos vivos al final de la era necesitan purificación
por la tribulación, parecería que el Señor necesitaría resucitar a los santos
muertos para un período de tribulación previo a su rapto. ¡Un pensamiento
absurdo, por supuesto!
En el rapto, Cristo viene por sus santos; en su revelación, Él viene con sus santos.
En el rapto, Él viene en el aire; en su revelación, Él viene a la tierra a gobernar en
poder y gloria. El rapto es seguido por el juicio de la recompensa a los creyentes y
la cena de las bodas del Cordero; la revelación es seguida por la derrota del
Anticristo y las naciones malvadas, y el establecimiento de su reino milenial (Ap.
19:20). “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He
aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares” (Judas. 14). (Daniel.
7:9, 10, 21, 22; Isaías. 11:1–4; 63:1–3.) Según Apocalipsis el capítulo diecinueve, el
proceso del regreso de Cristo a gobernar es:
LA TRIBULACION
1. Pruebas y persecuciones.
Juan, en su primera epístola, explica por qué sufrimos con Cristo en este mundo:
“Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1ª de Juan. 3:1b).
(Veamos también 1ª de Corintios. 3:4; 2ª de Tesalonicenses. 1:4; Hechos. 14:22;
Romanos. 12:12; Efesios. 3:13; 2ª de Corintios. 7:4.)
Daniel también profetizó acerca de tiempos de dominio del mundo por naciones
gentiles. (La imagen de Nabucodonosor, Daniel. 2:31–44; el sueño de Daniel de las
cuatro Bestias, Daniel. 7:1–14). Las cuatro partes de la imagen y las cuatro Bestias
representaban cuatro imperios gentiles sucesivos, el último de los cuales fue el
Imperio romano. Según el sueño de la imagen, el Imperio romano sería reavivado
en la forma de diez reinos, representados por los diez dedos de los pies de la
imagen. Según la visión de las cuatro Bestias, la cuarta tendría diez cuernos de los
cuales saldría un “cuerno pequeño”, simbolizando al Anticristo. Tanto en el sueño
como en la visión, el Hijo del Hombre vendrá en el tiempo del cuarto imperio para
castigar a las naciones y establecer su eterno reino (Daniel. 2:31–35; 7:8–14; 12:1–
3). En Mateo veinticuatro y Lucas veintiuno, Jesús hace claro que la “gran
tribulación” incluirá la septuagésima semana de Daniel del trato de Dios con
Israel, su ira final contra Satanás y las naciones gentiles malvadas que le sirven
(Vea también Zacarías. 14:1–4; Apocalipsis. 14:20; 16:14–16; 19:19).
8. Los juicios resultantes del derramamiento de las siete copas de ira (Ap. 15–16).
10. Reunión de los reyes del Oriente y los ejércitos del Anticristo (Bestia) para
hacer guerra contra el remanente de Israel, resultando en la batalla de
Armagedón (Ap. 12:17; 16:12–16).
12. Cristo regresa con sus ejércitos de santos para enfrentar a la Bestia y sus
ejércitos, y los ejércitos de la Bestia son derrotados por el resplandor de la
venida de Cristo (Apocalipsis. 19:14–21; II Tesalonicenses. 2:8).
13. La Bestia y el falso profeta son lanzados al lago de fuego (Ap. 19:20).
14. Satanás es arrojado al abismo por mil años (Ap. 20:1–3).
EL ANTICRISTO
5. Una de sus cabezas recibirá una herida fatal, luego será milagrosamente sanada
causando el asombro y adoración del mundo entero, Apocalipsis 13:3, 4.
9. La Bestia reúne a las naciones sujetas a ella para hacer guerra contra el
Cordero en la batalla de Armagedón, donde es totalmente derrotado y lanzado,
juntamente con el falso profeta, al lago de fuego, Apocalipsis 16:16; 17:14; 19:19,
20.
EL MILENIO
Hay tres teorías sobre la relación de tiempo entre el milenio y la segunda venida:
1. Post-milenialismo.
Esta teoría pone al milenio antes de la venida de Jesús. Según esta teoría, basada
sobre una interpretación de las parábolas de la “levadura” y la “semilla de
mostaza”, la iglesia gradualmente, a través de la predicación del evangelio y la
promoción de justicia social, vencerán la guerra y maldad en el mundo; después de
lo cual, Cristo vendrá. Los post-milenarios creen que la paz y justicia universal
serán logradas gradualmente por la iglesia, en vez de la venida de Cristo en poder.
Dos guerras mundiales en este siglo, juntamente con el incremento de crimen,
violencia y la amenaza de un holocausto nuclear han desaprobado en gran parte
esta teoría optimista.
2. Amilenialismo.
Pablo acerca de las ramas naturales y silvestres del olivo en Romanos capítulo once
contradice con bastante claridad la interpretación espiritual o figurativa de
Israel.
3. Pre-milenialismo.
El rapto
La tribulación
La venida final de Cristo como rey
El reino del milenio de Cristo sobre la tierra
El estado eterno de un nuevo cielo y una tierra nueva
A María le fue revelado, por el ángel, que Jesús estaba destinado, como el Mesías
prometido, a reinar sobre el trono de David: “Este será grande, y será llamado
Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas
1:32, 33).
En la venida de Cristo a reinar, habrá un juicio a las naciones gentiles, a las que se
refiere en Mateo como las naciones de “ovejas” y “cabritos” (Mateo. 25:31–36).
Las naciones de ovejas son juzgadas aptas para la bendición del reino con base en
su trato a los “hermanos” del Señor (Israel). Que habrá naciones gentiles sobre la
tierra del milenio está claro en Apocalipsis 20:7, 8; Isaías 21:1–5; 11:5–10; 60:1–5;
Y Zacarías 14:16–21. Fue revelado a Daniel en una visión, que Cristo tendría
dominio sobre un reino que incluiría a todas las naciones: Miraba yo en la visión
de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de
hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de
él. Y le fue dado dominio, gloria y REINO, para que todos los pueblos,
NACIONES y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca
pasará… (Daniel. 7:13, 14).
Pablo habló de su esperanza de un lugar mejor que esta tierra: “… Teniendo deseo
de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor …” (Filipenses 1:23).
Cuando el apóstol dijo “para mí… el morir es ganancia “, quiso decir “ganancia”
sobre la vida en su apogeo, no en su peor momento; porque recién había declarado,
“para mí el vivir es Cristo.” El creyente, aun ahora, está sentado con Cristo en
lugares celestiales (Efesios 2:6); por lo tanto, en nuestro estado resucitado
ocuparemos siempre lugares celestiales aun mientras estemos compartiendo el
gobierno sobre la tierra con Cristo (Mateo. 25:21; Lucas 19:17–19).
Es sugerido por tres cosas que los santos de la iglesia serán equipados para
ambientes tanto celestiales como terrenales: (1) Los santos en el estado
resucitado serán como los ángeles (Lucas 20:35–38); y los ángeles a menudo
ministraban a los hombres en la tierra. (2) Jesús, después de su resurrección, se
apareció a sus seguidores sobre la tierra durante cuarenta días. (3) En la muerte
de Jesús, muchos santos se levantaron de sus tumbas y se aparecieron a muchas
personas (Mt. 27:52, 53).
2. Toda la tierra estará bajo la disciplina justa del Rey Jesús; y todos aquellos que
desobedezcan serán disciplinados (Zacarías 14:16–21).
3. Habrá paz entre todas las naciones durante el gobierno milenial de Cristo
(Salmo 72; Isaías 2:4; 9:5, 6; 32:1, 17, 18; Miqueas 5:4, 5).
6. En la tierra milenial habrá gran prosperidad material (Salmo 72:15, 16; Amós
9:13–15; Zacarías 3:10; 8:12).