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Eucaristía del domingo 24 de mayo de 2020

SALUDO:

¡Bienvenidos seamos todos a esta eucaristía! Ya teníamos ganas de


vernos las caras y compartir nuestra fe con la comunidad.

Estamos alcanzando el final de la Pascua y quién sabe si también, el


principio del final de las medidas extraordinarias por la crisis del coronavirus.

Esta ha sido una Pascua extraña para todos, vivida en gran parte en
nuestras casas, con las puertas cerradas, por miedo, no a los judíos, como dice
el evangelio que ocurrió a los Apóstoles, tras la muerte de Jesús, sino por
defendernos de un virus que se ha llevado la vida de muchas personas y que
ha revolucionado nuestra forma de vida más que ningún otro acontecimiento en
los últimos años.

Hoy, además, celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los


cielos. Hay una contradicción aparente en esta partida de Jesús: Al partir, nos
asegura que se queda con nosotros. No es realmente una despedida: Él se
queda ahora con nosotros, pero de otra manera: por medio de su Espíritu, en la
Iglesia, en los signos de pan y vino en la eucaristía; dondequiera que la gente
se reúna en su nombre, como lo estamos haciendo aquí en este momento.

Sin duda, tenemos motivos para alegrarnos, aun en medio de las


dificultades y del dolor.

Hoy, más que nunca necesitamos mantener viva nuestra fe y alimentar la


esperanza en que las cosas irán a mejor y que la vida siempre se abre camino.
MONICIÓN A LAS LECTURAS

Las lecturas de hoy nos presentan cómo Jesús, finalizada su misión en la


tierra, sube al cielo ante la mirada de los apóstoles, para ser glorificado junto al
Padre, y nos deja la tarea de continuar su obra, de ser sus testigos hasta los
confines de la tierra. ¡Escuchemos con atención!
ORACIÓN DE LOS FIELES

• Por la Iglesia, para que viva con fidelidad el encargo de Jesús: “Id al
mundo entero y haced discípulos de todos los pueblos”. ROGUEMOS AL
SEÑOR.

• Por los que gobiernan pueblos y naciones, para que el Señor les
inspire sentimientos de paz y justicia. ROGUEMOS AL SEÑOR.

• Por las comunidades cristianas, para que el Señor las convierta en


apasionadas anunciadoras de la Buena Noticia, también a través de los nuevos
medios de comunicación. ROGUEMOS AL SEÑOR.

• Por todos los cristianos, para que no nos falte la fe y la esperanza,


aún en los momentos en que todo se nos hace oscuridad y pesimismo a
nuestro alrededor. ROGUEMOS AL SEÑOR.

• Por todos nosotros, para que la participación de la Eucaristía nos


lleve a dar testimonio de Cristo con nuestra vida y a descubrir su presencia en
los hermanos. ROGUEMOS AL SEÑOR.
NOS ENVÍAS, SEÑOR

Nos envías a consolar y acompañar


nos has puesto en el mundo,
para suavizar el dolor de otras vidas,
para acompañar los malos momentos,
para ayudar a llevar el peso de la cruz.

Nos envías a repartir ternura,


a decir el afecto, a potenciar al caído,
a consolar al doliente, a sanar las heridas
y a amar a todos como lo hacías tú, Jesús.

Nos envías por el mundo,


a traer la buena noticia de tu amor,
a recordar que la fraternidad es posible
y la igualdad es una tarea a conseguir.

Nos envías a despertar conciencias,


a descansar a los que están quemados,
a sosegar a los intranquilos e irritados,
a crear clima fraterno y cercano.

Nos envías cada día, en cada momento,


a todos tus hijos en los rincones del mundo,
para llevar tu mensaje de fraternidad,
de paz, de perdón, de igualdad y de justicia.

Nos envías para estar siempre en lucha,


para cambiar este mundo mal repartido,
para hacerlo humano, igualitario y feliz
y no descansar hasta que todos vivan dignos.

Nos envías para que logremos para todos


la vida en abundancia, la dignidad completa
y el amor y el pan repartido entre todos.

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