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MONICIÓN INICIAL:
¡Aleluya, aleluya, Cristo ha resucitado! Esta es la victoria que, reunidos como hermanos,
proclamamos y celebramos de manera solemne, unidos con toda la Iglesia. Pero,
además, esta celebración está revestida de una alegría inmensa, provocada por nuestra
esperanza en la vida eterna: si por medio del bautismo hemos muerto con Cristo al
pecado, sabemos que también resucitaremos con Él. Jesucristo Resucitado nos libra de la
muerte definitiva, gracias al Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones.
Dispongámonos entonces, con un corazón nuevo y lleno de luz, a celebrar estos sagrados
misterios.
VOZ 1: “FUE”: todo encuentro nos pide salir de nosotros mismos y este camino lo
empieza María. Nunca es bueno quedarnos encerrados rumiando el propio dolor,
es necesario salir.
VOZ 2: “VIO”: María Magdalena vio pero no supo ir más allá de los signos. Es
necesario darle espacio a la evidencia aunque no siempre se comprenda.
VOZ 3: “CORRIÖ”: Tenemos necesidad de compartir, los temores, las dudas, las
incertidumbres, las soledades. María corrió a compartir con los apóstoles” Se han
llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
VOZ 4: (Mientras entra una hermana con el vino) Dejémonos penetrar por la
alegría desbordante que nos trae la Resurrección de Jesús y que celebra hoy la
Iglesia y toda la naturaleza que exulta de gozo al contemplar el triunfo de Jesús
sobre la muerte y el mal.
ORACION: Bendito seas Señor por esta comida que vamos a compartir y que es
signo de paz, de alegría y de fraternidad. Bendice a quienes han hecho posible
que llegue a nuestra mesa, da pan a aquellos que tienen hambre y hambre de
Dios a los que tienen pan. Por Jesucristo Nuestro Señor.