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¿Para Qué Sirve La Filosofía PDF
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“S. Z.: el primer gesto de un filósofo: tiene que modificar los conceptos mismos del debate.
A.B.: El problema del compromiso filosófico reside, según mi criterio, en que es entendido principalmente como
compromiso crítico. Se toma la filosofía y la crítica como si fueran lo mismo, con la consecuencia de que el
compromiso filosófico se convierte en el veredicto sobre el mal, sobre el sufrimiento y sobre lo que está permitido
y lo que no lo está. La tarea de la filosofía sería pues, en primera instancia, negativa: dudar, tener espíritu crítico,
etc. Creo que hay que revertir esta idea, porque en realidad la esencia de la intervención filosófica es la afirmación.
¿Por qué la afirmación? Si ustedes se inmiscuyen en una situación paradójica..., entonces tienen que introducir un
nuevo marco de pensamiento y decir sí a la posibilidad de pensar esa situación paradójica -naturalmente bajo la
condición de dejar caer algunos parámetros, aunque queda claro que al hacerlo introducen nuevos parámetros-. La
única prueba de ello es, por último, que ustedes proponen una nueva forma de pensar la paradoja. Por eso, el
elemento determinante de la intervención filosófica es la afirmación, en lo cual coincido con Deleuze. Cuando este
dice que la filosofía es esencialmente creación de ideas, pone con razón en primer plano esa dimensión creadora y
afirmativa de la filosofía y desconfía con razón de toda reducción crítica o negadora de ella. (...) Pienso que es
indispensable defender una concepción de la intervención filosófica totalmente distinta. No es casual que la idea
más importante de Platón haya sido la del bien”.
Alain Badiou (Marruecos - Francia, 1937).
“En primer lugar y de modo fundamental, el deseo de filosofía implica una dimensión de
revuelta, por ende no hay filosofía sin un cierto descontento del pensamiento en tanto
que éste se enfrenta con el mundo tal y como es. También implica la lógica, es decir, la
creencia en el poder del argumento y de la razón. Implica universalidad: la filosofía se
dirige a todos los hombres en tanto que seres pensantes y presupone que todos los
hombres piensan. Finalmente, comprende un riesgo: pensar es siempre una decisión
sometida a las circunstancias o al azar. Podemos decir entonces que el deseo de filosofía
tiene cuatro dimensiones: la dimensión de la revuelta, la lógica, la universalidad y el
riesgo”.
Alain Badiou (Marruecos - Francia, 1937).
“La segunda posibilidad es que la filosofía no sea realmente un conocimiento, ni teórico
ni práctico. Y que consista en la transformación directa de un sujeto, que sea una especie
de conversión radical, un vuelco completo, de la existencia. En consecuencia, estará muy
cerca de la religión, aunque los medios sean exclusivamente racionales; estará muy cerca
del amor, pero sin el apoyo violento del deseo; muy cerca del compromiso político, pero
sin la obligación de una organización centralizada; muy cerca de la creación artística, pero
sin los medios sensibles del arte, y muy cerca del conocimiento científico, pero sin el
formalismo de las matemáticas o los medios empíricos y técnicos de la física. Para esta
segunda tendencia, la filosofía no es necesariamente una materia que supone la escuela,
el aprendizaje, la transmisión, los profesores. Es una interpelación libre de alguien a algún
otro. Como Sócrates cuando les habla a los jóvenes en las calles de Atenas”.
Alain Badiou (Marruecos - Francia, 1937).
“La filosofía no es necesariamente una cuestión de escuela, aprendizaje, transmisión y profesores. Es
una dirección libre desde nadie hacia todos. Como Sócrates hablando a los jóvenes en las calles de
Atenas; (...) la filosofía ya no es conocimiento, o conocimiento del conocimiento. Es una acción. Uno
podría decir que lo que identifica a la filosofía no son las reglas de un discurso, sino la singularidad
de un acto. Es este acto el que los enemigos de Sócrates llamaron “la corrupción de los jóvenes”. Y a
causa de esto, Sócrates fue sentenciado a muerte. “Corromper a los jóvenes” no es, después de
todo, un mal nombre para el acto filosófico. Si ustedes entienden adecuadamente el “corromper”.
Aquí “corromper” significa enseñar la posibilidad de rechazar cualquier sumisión ciega a las
opiniones establecidas. Corromper es dar a los jóvenes medios para cambiar su visión acerca de
todas las normas sociales; corromper es sustituir la imitación por la discusión y la crítica racional, e,
incluso, si la cuestión es una cuestión de principios, sustituir la obediencia por la revuelta. Pero esta
revuelta no es espontánea ni agresiva, considerando que es una consecuencia de principios y críticas
racionales”.
Alain Badiou (Marruecos - Francia, 1937).
“Ustedes podrían decir: ¡La filosofía está siempre por detrás! ¿La filosofía está siempre tratando de
alcanzar las novedades filosóficas! Y yo debería decir: ¡Correcto! Ésa fue de hecho la conclusión de
Hegel. La filosofía es el pájaro de la sabiduría, y el pájaro de la sabiduría es la lechuza. Pero la lechuza
alza el vuelo cuando el día ha terminado. La filosofía es la disciplina que viene después del día del
conocimiento, el día de las experiencias, al comienzo de la noche.
El filósofo es útil, porque él (o ella) tiene la tarea de observar la mañana de una verdad, e interpretar
esta nueva verdad contra las viejas opiniones. Si debemos hacer durar nuestros pensamientos toda
la noche, es porque debemos corromper correctamente a los jóvenes. Cuando sentimos que un
acontecimiento-verdad irrumpe la continuidad de la vida ordinaria, tenemos que decir a los demás:
“¡Despierten! ¡El tiempo del nuevo pensamiento y de la nueva acción está aquí!”. Pero, para eso,
nosotros mismos debemos estar despiertos. Nosotros, los filósofos, no tenemos permitido dormir.
El filósofo es, en el campo intelectual, nada más que un pobre vigilante nocturno”
Alain Badiou (Marruecos - Francia, 1937).
"Se ha vuelto difícil enfrentarse a la opinión, pese a que tal parece ser, desde Platón, el deber de toda filosofía (…)
No es la libertad de opinión en nuestros países (…) el contenido inmediato de la libertad más considerada? ¿No es
ella otro nombre de aquello que se sondea, se consiente y, si es posible, se compra, a saber, la opinión pública?
(…) Una verdad no es jamás reductible a una opinión, puesto que su valor es transmundano: su apropiación no se
produce por captura en el mismo mundo, sino por una captura que acepta una dosis, a menudo elevada, de
indiferencia al mundo particular o –lo que es lo mismo- de afirmación de la unidad de los mundos desde el
momento en que se los considera desde el punto de vista de las verdades. Las verdades, y sólo ellas, unifican los
mundos. La opinión es limitada, su libertad es, la mayoría de las veces, el derecho de repetir lo que es dominante,
la ley del mundo. Solo una verdad abre al mundo a lo Uno de un supermundo, que es también el mundo-por-venir,
pero tal como existe ya en la guisa de lo Verdadero. Ante una verdad, como ante un teorema, se puede decir que,
si bien nadie es verdaderamente libre, nadie tampoco es dejado de lado. Sin embargo, también se puede decir que
quienquiera se vincule con la verdad es libre, pero con una libertad nueva que se despliega a la altura de todo el
mundo, y no de uno solo. La filosofía formula una suerte de principio de los principios: para pensar, parte siempre
de la excepción constrictiva de las verdades y no de la libertad de las opiniones. Es un principio obrero en el sentido
siguiente: concierne al pensamiento como labor y no como expresión de sí. Busca el proceso, la producción, la
constricción, la disciplina, y no el consentimiento indolente a las propuestas de un mundo. "El filósofo es un obrero
en otro sentido: al detectar, presentar y asociar las verdades de su tiempo, al reactivar verdades olvidadas, al
fustigar las opiniones inertes, es el soldador de los mundos separados”.
Javier Muguerza (España, 1936 - 2019)
“Tu respuesta”.