2 El arte de poner límites QUEREMOS QUE SEAN FELICES 3

QUEREMOS QUE SEAN de entretenimiento no necesariamente hacen y saber gestionar de la mejor

FELICES
Tener como objetivo de la educación de
los niños que sean felices puede ser una
trampa y complicar mucho el tema de lo
que es objeto de este libro (los límites).
Uno de los motivos es que tenemos una
cultura que confunde la felicidad con
la satisfacción inmediata de los deseos
y el entretenimiento.
Tener una vida plena y significativa no
significa estar siempre contento, y menos
aún significa conseguir todo lo que uno
quiere y desea. A veces obtenemos una
gran satisfacción de hacer algo que es
nos sentimos llenos y satisfechos con
nosotros mismos. Además, si toda la
satisfacción deriva del entretenimiento
lo tenemos difícil, porque, si tenemos
que esperar siempre que algo externo
nos aporte satisfacción, dejamos
de ser proactivos y nos volvemos
emocionalmente dependientes.
Los niños ya vienen preparados para
encontrar satisfacción en su actividad
espontánea y natural como es moverse,
jugar, manipular, experimentar, etc.
Tienen una voluntad infinita y están
dispuestos a «trabajar duro» con gran
satisfacción. Son, por naturaleza,
manera posible las situaciones difíciles.
Tenemos que poner especial conciencia
para que sean más capaces de gestionar
las frustraciones, una capacidad muy
importante en la salud emocional que
necesitan desarrollar porque, si no lo
hacen, se quedará allí, desaprovechada.
Esto significa intentar educarlos en
la resiliencia, en la voluntad y en la
capacidad de mantenerse «enteros»
aunque a veces las cosas no salgan como
se esperan. Así, su experiencia vital sería
mucho más satisfactoria y veríamos
decirlo, ¡satisfechos!]
niños «felices», o como me gusta más

difícil, que nos supone un esfuerzo o proactivos si nosotros no estropeamos

un sacrificio. Incluso podemos llegar a
sentirnos muy llenos al renunciar a un
deseo por un ideal más elevado. Los deseos
no se acaban nunca, cuando obtienes algo
que deseabas ya empiezas a desear otra
cosa, así que este camino nunca puede
aportar una satisfacción real. Mihaly
Csikszentmihalyi nos lo cuenta en el libro
Fluir (flow), la investigación que, durante
más de 20 años, llevó a cabo sobre la
«psicología de la felicidad» para intentar
entender qué hace que las personas se
sientan felices.
Tampoco la satisfacción derivada del
entretenimiento es la mejor manera de
cultivar la felicidad. El entretenimiento
nos distrae un rato y, cuando termina,
queremos más. Cuando se acaba la fuente
esta tendencia innata. ¿Has observado
alguna vez, por ejemplo, como los
bebés se pasan largos ratos intentando
mantener sus manos dentro de su campo
de visión para poder observarlas? Tienen
un gran interés en sus manos, pero, como
todavía no controlan por completo los
movimientos, es una tarea difícil para
ellos. Necesitan mucha voluntad y
perseverancia, pero no les importa, lo
siguen intentando hasta que lo consiguen.
Así que si realmente queremos educar
niños «felices» sería imprescindible
promover y respetar su libertad de juego y
movimiento, cuidar su impulso natural de
tener una actividad propia y espontánea.
De esta manera desarrollarían recursos
para encontrar satisfacción en lo que