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La crítica en la arquitectura como disciplina

por Rafael Milla Acosta


La etimología de la palabra crítica deriva del griego, krinein, que significa
separar, dividir, hacer distinción. El verbo criticar comúnmente lo
entendemos como una acción encausada hacia lo negativo, sin
embargo, el juicio que emite la correcta utilización del verbo,
significa discernir o juzgar, en otras palabras, “emitir juicio, ya sea
favorable o desfavorablemente”.

La crítica arquitectónica como disciplina ha recibido poca atención a pesar


de que existe una gran cantidad de material con el cual trabajar.
Probablemente sea porque, como arquitectos al igual que como ciudadanos
pobladores de arquitectura, no hemos comprendido la crítica como tal,
como una disciplina. Para lograr una cabal comprensión de la crítica es
necesario considerarla como un comportamiento, no como un
enjuiciamiento, un juicio definitivo. Si se comprende a la arquitectura como
una actividad e instrumento generador de un mejor trabajo futuro,
escaparemos de los paradigmas y prejuicios que se tienen de la actividad,
al pensar que todo estudio crítico presupone amenazas o quejas hacia las
obras, o por el contrario, halagos pomposos. Contrario a lo que se piensa, la
crítica es una actividad productiva que nos incumbe a todos la
mayor parte del tiempo, y no es una exclusiva en el terreno de los
conocedores. Su utilidad se centra en la gama de comentarios
prometedores, tácticas, e intenciones que logre ofrecer, para el
futuro venidero de la arquitectura. Si se diese una mejor atención a
la crítica y a su enseñanza, el diseño relacionado con el medio
ambiente y la educación de los diseñadores mejoraría
considerablemente.
Actualmente los ejemplos más cercanos que existen respecto a la práctica
de la crítica se encuentran en las escuelas de arquitectura, donde la crítica
es el método principal de enseñanza. Otros los podemos encontrar en
artículos de periódicos, revistas profesionales, e historias interpretativas de
la arquitectura. En el caso de la academia, las observaciones que los
maestros hacen a los alumnos significan la experiencia conocida como
“crítica arquitectónica”, que en el futuro, cuando los alumnos se conviertan
en profesionistas, tendrán que desempeñar por sí mismos. Esto es, al
momento en que el diseñador se propone a sí mismo una solución de
diseño. Procesos de crítica semejantes se dan en todos los campos, por
ejemplo entre el diseñador y el jefe de oficina, cliente y arquitecto,
arquitecto y contratista, entre el diseñador urbano y la Comisión de Diseño
Urbano, entre los usuarios del edificio y el propio edificio, entre otros. Las
perspectivas que se tienen de la actividad crítica y su resultado, en cada
uno de los campos mencionados, son distintas entre ellas, y dependen del
beneficio o alcance que ésta produzca.

Para algunos la crítica facilita la comprensión, esto es saber por qué los
edificios son como son, quién es el responsable de su construcción, diseño,
etc. Los historiadores, en su papel crítico, se han dirigido a esta audiencia.
Desde la perspectiva de un arquitecto, es importante la crítica porque
sugiere una retroalimentación, con esto logran saber cuánto éxito tuvieron
las decisiones que tomaron, para así mejorar sus decisiones futuras. A
menudo, la reacción que se tiene ante la crítica es defensiva, debido a que
se le considera como una actividad de enjuiciamiento. La comprensión de la
crítica como comportamiento genera distintas reacciones ante ella. Para
ello es necesario conocer sus métodos e intenciones, los cuales se pueden
considerar como tácticas o vehículos para transmitir un contenido
significativo. Según Juan Pablo Bonta (1975) el método o proceso de la
crítica comienza por medio de la interpretación precanónica, en la que se
propusieron diversas interpretaciones, calificadas de tentativas y
contradictorias. De lo precanónico, pasamos a lo canónico, lo cual es el
resultado de muchas interpretaciones previas, producto de experiencias del
edificio. Le sigue la interpretación oficial, la cual parece estar entre lo
precanónico y lo canónico, sin embargo, es aceptada por la comunidad
como lo canónico. En último término, la interpretación de una obra
arquitectónica equivale a considerarla como miembro de una “clase”.

La función del crítico con respecto a la arquitectura es la de


separar y hacer distinciones, para lo cual se vale de tendencias
inherentes por igual limitadas por su propia concepción de la
función crítica. Estas tendencias las puede hacer notar por medio
de adjetivos como “seguro”, “conservador”, “fresco”, entre
otros. Sin embargo, no es fácil identificar estas tendencias, al hablar de
ellas no podemos limitarnos a las preferencias que muestran tener los
críticos, sino que tenemos que distinguir entre las preferencias y su visión
hacia el mundo, esto es, modos fundamentales de considerar los eventos
mundiales, los espíritus de las épocas, condiciones sociales, entre otros.
Visión tal que se ve reflejada claramente en sus evaluaciones críticas. Una
vez reconocida la tendencia o posición del crítico, aquellos que son el objeto
de la crítica se libran de la preocupación por el juicio final, o de lo contrario
comienzan a reaccionar ante ella. La crítica no es solamente una actividad
que niega y que la reacción ante la crítica no tiene que ser únicamente
defensiva. Las mismas tendencias se sustentan a la crítica positiva o
neutral. Es así como mejor equiparamos a la crítica como
un comportamiento.

Una metáfora que nos puede dar una ligera idea del papel que juegan los
críticos es la que hizo R. P. Blackmur, “el crítico es una especie de
cirujano mágico que opera sin cortar jamás un tejido vivo”.
Entendemos al cirujano como un crítico experto en su campo el cual jamás
hará una crítica con fundamentos errados, o de algo que resulte acertado
en el proyecto; crítica con la cual el paciente, llámese arquitectura,
mejorará con el paso del tiempo.

¿De qué se preocupa la crítica?

La crítica se preocupa generalmente de la evaluación,


interpretación y descripción. Existen diversas taxonomías las
cuales se ocupan de los intereses y preocupaciones más
específicas. Estas taxonomías pueden ser interpretados como los
métodos que siguen los críticos para realizar sus comentarios. Otro
campo que abarca la crítica es la autocrítica, que toma lugar
cuando el diseñador o el que toma las decisiones se critica a sí
mismo. Con esto, podemos inferir que la autocrítica no necesariamente es
un texto o comentario del resultado final, sino que es un constante
cuestionamiento durante el proceso de diseño; una serie de preguntas y
respuestas que el diseñador tiene consigo mismo al momento de tomar las
decisiones, para así lograr un resultado prometedor y sobretodo crítico. El
ejemplo de la academia, en específico el diálogo que sostienen maestro y
alumno, puede ser el principio del desarrollo de un sujeto autocrítico.
Ejercicio que el alumno aprende y desarrolla por sí solo en un su vida
profesional.

“Los fines de la crítica deben ser comienzos”, Wayne Attoe afirma que el
objetivo principal de la crítica es el comienzo de una mejor
arquitectura; que los ejemplos venideros se sustenten en esa crítica
anterior para mejorar sus cualidades. La utilidad de la crítica se cumple
cuando ésta brinde un enfoque hacia el futuro con el fin de
mejorarlo, con el fin de sembrar una enseñanza. Resulta
indispensable entonces, entender a la crítica no como un medio
para examinar o hacer distinción, sino como una respuesta con un
propósito determinado, el de mejorar el futuro arquitectónico que
nos depara.

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