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Para Ross y Ashley

El futuro es suyo
CONTENIDO

CONTENIDO ......................................................................... 4
SOBRE EL TRADUCTOR .................................................... 6
NOTA DEL HISTORIADOR ................................................ 7
CAPÍTULO 1.......................................................................... 8
CAPÍTULO 2....................................................................... 25
CAPÍTULO 3....................................................................... 36
CAPÍTULO 4....................................................................... 60
CAPÍTULO 5....................................................................... 83
CAPÍTULO 6..................................................................... 105
CAPÍTULO 7..................................................................... 121
CAPÍTULO 8..................................................................... 135
CAPÍTULO 9..................................................................... 154
CAPÍTULO 10 .................................................................. 172
CAPÍTULO 11 .................................................................. 195
CAPÍTULO 12 .................................................................. 218
CAPÍTULO 13 .................................................................. 229
CAPÍTULO 14 .................................................................. 241
CAPÍTULO 15 .................................................................. 255
CAPÍTULO 16 .................................................................. 269
CAPÍTULO 17 .................................................................. 280
CAPÍTULO 18 .................................................................. 291
CAPÍTULO 19 .................................................................. 303
CAPÍTULO 20 .................................................................. 314
CAPÍTULO 21 .................................................................. 337
CAPÍTULO 22 .................................................................. 349
CAPÍTULO 23 .................................................................. 355
CAPÍTULO 24 .................................................................. 370
CAPÍTULO 25 .................................................................. 385
CAPÍTULO 26 .................................................................. 413
CAPÍTULO 27 .................................................................. 420
EPÍLOGO ........................................................................... 454
AGRADECIMIENTOS ..................................................... 464
SOBRE EL AUTOR .......................................................... 465
SOBRE EL TRADUCTOR

Es una de las historias que más he disfrutado leer y traducir para


ustedes… y continuando con la que ya es una tradición les
traemos esta nueva entrega con el libro más reciente de la Saga
de Halo donde conoceremos varias de las primeras misiones de
los Spartan-II y disfrutaremos bastante de la nostalgia con la
aparición de personajes que son ya icónicos y legendarios en
esta saga, comprenderemos mejor el porqué de el mote de
demonios a los soldados Spartan por parte del Covenant.
Agradeciendo de antemano el apoyo de Enoc por la revisión y al
resto del equipo del blog. Sin más preámbulos les dejo con la
Tormenta Silenciosa.
—Birkoft
NOTA DEL HISTORIADOR

El 1 de marzo de 2526, aproximadamente un año después de la


pérdida de Harvest durante el primer contacto de la humanidad
con el Covenant, el Vicealmirante Preston Cole llegó para
contraatacar con la flota más grande de la historia de la
humanidad. En su intento por recuperar la colonia, las cuarenta
naves de guerra del Grupo de Batalla X-Ray se enfrentaron a un
único superdestructor del Covenant—y perdieron trece
embarcaciones antes de superar finalmente el asombroso poder
de la nave enemiga. Ahora, con un puñado de colonias ya
derribadas por la flota invasora del Covenant y muchos más
mundos en su camino, el Comando Espacial de las Naciones
Unidas está avanzando hacia una nueva estrategia—y luchando
para detener la mayor amenaza existencial que la humanidad ha
enfrentado jamás.
CAPÍTULO 1

0342 horas, 5 de marzo de 2526 (calendario militar)


Merodeador Noche Estrellada de la clase Razor del UNSC
Órbita Ecuatorial Alta, Planeta Netherop, Sistema Ephyra

Las lejanas briznas de cinco naves alienígenas irrumpieron


desde las nubes marrones de Netherop y subieron a la órbita
sobre colas de propelente blanco ardiente. El plan de ataque era
igualar velocidades con las embarcaciones, y luego hacer que un
escuadrón de Spartans hiciera una caminata espacial y las
siguiera hasta el hangar de su nave nodriza. Pero los alienígenas
viajaban unas veinte veces más rápido ahora que cuando la
Noche Estrellada los había divisado quince segundos antes, y
John-117 no sabía si un merodeador de la clase Razor podía
igualar ese tipo de aceleración.
Había muchas cosas que John no sabía de esta operación,
como si las naves alienígenas eran naves de reconocimiento o
cazas de superioridad, o si su nave nodriza era una fragata de
inspección o una corbeta de asalto. No sabía el tamaño del
complemento de la embarcación, ni cuántos de ellos estarían
entrenados para el combate cuerpo a cuerpo, o por qué el
Covenant podría estar interesado en un planeta invernadero
que probablemente había cocinado a su población nativa cien
siglos antes.
Lo que John sí sabía era que los alienígenas eran el enemigo,
y que hoy iban a morir.
Continuó observando las cinco naves espaciales a través de
un monitor táctico montado en lo alto del mamparo de la bahía
de descenso, y una nítida voz femenina sonó sobre la red de
comunicaciones interna de la Noche Estrellada.
"Prepárense para la aceleración. El compensador de inercia
no aguantará lo que le estamos lanzando."
"Entendido."
John y sus once compañeros Spartans bajaron su centro de
gravedad contra la aceleración del merodeador. Un momento
más tarde, comenzaron a escuchar ruidos y golpes apagados
cuando equipos mal asegurados chocaron contra los mamparos
cercanos. "¿Cuánto falta hasta que alcancemos a los objetivos?"
preguntó.
"Depende."
Cuando ella no pudo explicarlo, John dijo, "Esa no es una
respuesta, señora."
Trató de mantener la impaciencia en su voz al mínimo.
Halima Ascot puede que tenga un carácter informal, pero sigue
siendo una capitana del Comando Espacial de las Naciones
Unidas, y él era sólo un suboficial de primera clase de quince
años. No es que su edad importara. La fecha de nacimiento había
sido falsificada en los registros de servicio de todos los Spartans,
y nadie en la tripulación de la Noche Estrellada tenía razones
para creer que alguno de ellos era menor de diecinueve años.
Además, John y sus compañeros Spartans no eran unos
quinceañeros ordinarios. A la edad de seis años, habían sido
reclutados en un programa de alto secreto para desarrollar
súpersoldados de bioingeniería. La intención era utilizarlos
contra una Insurrección colonial masiva que amenazaba con
destruir la joven civilización interestelar de la humanidad, pero
las prioridades cambiaron cuando apareció el Covenant.
Esa era la vida de un Spartan. Iba a donde lo necesitaban, no
se quejaba, y mataba a todo lo que tenía que matar. Era así de
simple.
En el fondo, John sabía que había sido agraviado cuando fue
separado de su familia a una edad tan temprana—que debería
haber odiado a sus secuestradores por robarle una infancia
normal. Pero no lo hizo. Habían convertido a un acosador de
patio de escuela en un soldado, y luego lo forjaron en el líder de
la mejor unidad de combate del UNSC. Estaba agradecido por
ello.
Y estaba muy orgulloso de que lo hubieran elegido.
Cuando la Capitana Ascot no reconoció su punto de vista,
John añadió, "Necesitamos una pequeña advertencia antes de
desplegarnos, señora. Una vez que activemos nuestros
respiradores, sólo tendremos noventa minutos de aire."
"Soy consciente de ello, Suboficial", dijo Ascot. "Por lo que
esta caída puede que no sea posible. La nave nodriza está al otro
lado de su órbita ahora mismo."
Esto significaba que estaría oculta a los sistemas de
vigilancia de la Noche Estrellada hasta que ambas
embarcaciones estuvieran de nuevo en el mismo lado del
planeta, pero eso no era motivo de preocupación. La Noche
Estrellada había estado observando las naves del Covenant
durante más de un día, y la nave nodriza nunca había estado
visible durante más de veinte minutos de cada hora.
"Así que, situación normal", dijo John. "No veo el problema."
"Mecánica orbital", dijo Ascot. "No puedes ir más rápido y
llegar al punto de encuentro—inténtalo, y todo tu escuadrón
terminará volando fuera de órbita."
"Correcto." John había estudiado mecánica clásica en los
cursos de física durante su tercer año de entrenamiento de
Spartan. Pero eso fue hace cinco años, cuando sólo tenía nueve
años, y había estado más interesado en la teoría táctica que en
las leyes del movimiento de Newton. "Tenemos que caer en una
órbita más baja y alcanzarla, luego sincronizar las órbitas y
comenzar las operaciones de proximidad."
"Mientras permanecen ocultos detrás de la nave espacial
alienígena", dijo Ascot. "En su órbita actual, les va a llevar
setenta minutos sólo para sincronizarse. Después de eso,
todavía tienen que aguantar las operaciones de proximidad,
luego subirse a bordo a escondidas y capturar una nave de
quinientos metros llena de PHVs."
PHV significaba pequeños hombres verdes, un término de
la jerga que se podía remontar al menos hasta los informes de
objetos voladores no identificados de la Tierra de los años
cincuenta. Debido a que una de las especies del Covenant tenía
un promedio de sólo un metro y medio de altura, algunos
analistas de la Oficina de Inteligencia Naval creían que el
enemigo podría haber visitado la Tierra en el pasado. Pero John
sabía que no era así. Si el Covenant hubiera estado alguna vez en
la Tierra, ya sería un páramo vitrificado.
"Podemos manejarlo."
John esperaba sonar más seguro de lo que se sentía. Por un
lado, él y sus compañeros Spartans eran los soldados más
mortíferos que la humanidad había creado. Por otro lado, la
humanidad ni siquiera estaba segura de que los alienígenas
existieran realmente hasta el violento primer contacto con el
Covenant. Así que no había forma de evitarlo—en el mejor de
los casos, John y su escuadrón de asalto sólo estaban un poco
preparados para lo que estaban a punto de intentar.
Pero no se atrevió a admitirlo. Si quería que su equipo
luchara con confianza, tenía que proyectar confianza en todo
momento.
Cuando Ascot no respondió a su seguridad, John decidió
doblar la apuesta. "De verdad, señora, estaremos bien. Los
Spartans trabajan rápido."
"Nadie trabaja tan rápido", dijo Ascot. "Mira… no tendrán
más de quince minutos de margen. Si a alguien se le acaba el aire
durante la acción de embarque, no hay nada que la Noche
Estrellada pueda hacer para ayudar."
"Agradezco la preocupación." John no dejó que la
precaución de ella lo sacudiera. El programa SPARTAN-II estaba
tan altamente clasificado que incluso los capitanes de los
merodeadores no conocían todas las capacidades de los
súpersoldados que llevaban a la batalla. "Pero una vez que
estemos a bordo, el tiempo de respiración no será un factor. La
atmósfera de la nave nodriza debería sustentar la vida humana."
"Hay una gran diferencia entre el debería y lo hará."
"Las probabilidades están con nosotros. Ya vio los
resúmenes de inteligencia. Sólo una especie del Covenant no
respira oxígeno."
"Sólo una especie de la que la ONI es consciente", contestó
Ascot. "Ambos sabemos que podría haber una docena más que
respiren cualquier cosa, desde hidrógeno hasta cobalto. El UNSC
tiene mucho que aprender sobre el Covenant."
"Sí, señora. Esa es la razón de la operación."
"Cuidado, Spartan", dijo Ascot. "La capitana enfadada de un
merodeador tiene doscientas maneras de hacerte la vida
miserable."
"Me disculpo, señora." A John no le gustaba pedir permiso
para llevar a cabo una misión asignada por el jefe de la Sección
Tres de la Oficina de Inteligencia Naval, pero como comandante
de la Noche Estrellada, Ascot estaba a cargo de la misión hasta
que los Spartans abandonasen su nave. "Sigo pensando que
debemos arriesgarnos."
"Sé que lo haces."
El tono de Ascot era comprensivo. El UNSC no sabía casi
nada sobre el enemigo. Si los Spartans pudieran capturar una
embarcación del Covenant, los científicos del Grupo de
Materiales de la Sección Tres de la ONI deberían ser capaces de
aplicar ingeniería inversa a la tecnología y aprender el secreto
de las unidades desliespaciales superiores del enemigo y de sus
escudos de energía casi impenetrables. También intentarían
descubrir las verdaderas capacidades del armamento avanzado
de los alienígenas, y quizás incluso descubrir algunas
vulnerabilidades ocultas. Con un poco de suerte, podrían incluso
averiguar dónde vivían los alienígenas—y por qué querían
erradicar a la humanidad.
"Pero es mi decisión", continuó Ascot. "Y necesito estar
segura de que entiendes los riesgos. Estamos trabajando al
límite de la capacidad de su armadura, con más variables
desconocidas de las que podemos contar. Si algo sale mal, no
habrá muchas posibilidades de recuperación."
"Si dice que estaríamos solos, los Spartans están
entrenados—"
"Digo que la Noche Estrellada hará todo lo posible", dijo
Ascot. "Pero estamos limitados por las mecánicas orbitales.
Podría ser inteligente esperar una oportunidad que no sea tan
mínima."
"Con todo respeto, señora, no estoy de acuerdo." Por mucho
que John quisiera aceptar su recomendación, ni siquiera la
consideró. Cuanto más esperaban, más probable era que se
encontraran con una complicación que matara la misión—y más
sus dudas privadas lo consumirían. "Ya llevamos aquí un día, y
nuestra suerte no durará para siempre. Tarde o temprano, una
patrulla enemiga observará a la Noche Estrellada, o llegará una
segunda embarcación del Covenant, o el comandante enemigo
decidirá que es el momento de seguir adelante. Se me ocurren
una docena de cosas que podrían salir mal si no lo hacemos
ahora."
Ascot se quedó en silencio durante un momento, y
finalmente suspiró. "Yo también puedo hacerlo." Hubo un
murmullo bajo mientras consultaba con alguien en el puente;
luego dijo, "Muy bien, Spartan. Tienes permiso para seguir
adelante. Maniobra de asistencia gravitatoria en cinco minutos."
"Afirmativo", dijo John. "Y gracias."
"No me lo agradezcas, hijo. Esto no es un favor."
Ella cerró el canal de comunicación, dejando a John con la
esperanza de que estuviera tomando una buena decisión. Su
mejor amigo, Samuel-034, había muerto unos meses antes
durante la acción de abordaje que había inspirado a ésta, y John
todavía estaba tratando de averiguar qué había salido mal.
Toda la dotación de Spartans del UNSC había estado a bordo
de una nave de descenso Pelican modificada, ascendiendo hacia
un punto de encuentro orbital por encima de Chi Ceti IV, cuando
divisaron una nave de guerra del Covenant que se movía para
atacar a su fragata de transporte. Las embarcaciones se habían
atacado entre sí antes, y estaba claro que la fragata del UNSC no
sobreviviría a otro enfrentamiento. John ordenó a la compañía
que hicieran una caminata espacial y abordaran la nave
enemiga.
Se había dicho a sí mismo que no tenía elección, que el asalto
desesperado era la única manera de evitar que los treinta y tres
Spartans quedaran atrapados en un mundo que pronto estaría
ocupado. Y eso probablemente habría sido cierto.
Pero la razón por la cual habían ido a Chi Ceti IV fue para
equipar a los Spartans con su nueva y moderna armadura
potenciada Mjolnir. La interfaz neural automática, los circuitos
de amplificación de rendimiento y la carcasa de aleación de
titanio les habían hecho sentir casi invencibles, y John estaba tan
ansioso como cualquiera por probar la nueva armadura en
acción. Así que cuando la nave del Covenant reapareció, no dudó
en comprometer a toda su fuerza en una acción de abordaje
improvisada.
El arriesgado ataque había funcionado—aunque apenas.
John y dos compañeros, Samuel-034 y Kelly-087, habían
interceptado la embarcación y abordado por una brecha que se
produjo en el casco tras el combate. Habían logrado plantar un
trío de ojivas Anvil-II cerca de un núcleo de energía, pero no
antes de que un afortunado perno de plasma encontrara un
punto blando en la armadura de Sam y rompiera el sello de
presión debajo.
La única forma de huir de la nave había sido saltando al
espacio, donde Sam se descomprimiría dentro de su armadura.
En lugar de condenar a su amigo a una muerte tan lenta y
agonizante, John le había ordenado a Sam que se quedara atrás
y guardara las ojivas hasta que detonaran.
La decisión seguía persiguiendo a John en sus sueños, y eso
le preocupaba. Había visto morir a muchos soldados, tanto en
entrenamiento como en combate, y no tenía ninguna duda de sí
mismo. Pero Sam había estado bajo su mando, y John no podía
evitar creer que si hubiera estado mejor preparado—y no tan
temerario—su amigo estaría luchando a su lado hoy.
John no vio que podría haber hecho de otra manera—había
habido sólo momentos para planear y ninguna oportunidad
para reunir municiones—pero no estaba a punto de cometer el
mismo error dos veces. Esta vez, los Spartans llevaban estuches
de parcheo de emergencia y paquetes de propulsores y balizas
localizadoras adicionales… equipo para casi cualquier
contingencia previsible.
Y aun así se preocupó, gracias a la falta de conocimiento del
enemigo por parte del UNSC. Casi literalmente, John estaba
guiando a sus Spartans hacia una batalla a ciegas, y todo en su
entrenamiento le decía que era una receta para el desastre.
Pero tenían que intentarlo.
John se volvió hacia el interior de la bahía de lanzamiento.
Incluido él, había doce Spartans preparados para despegar,
todos ellos con un aspecto vagamente robótico en sus cascos
angulares y su voluminosa armadura potenciada Mjolnir. En un
esfuerzo por optimizar las competencias individuales de cada
Spartan en el campo y probar modificaciones de investigación y
desarrollo, el armazón de aleación de titanio de sus armaduras
había sido modificado temporalmente, cada uno de ellos con
características distintivas. Y para evitar los sensores enemigos,
sus juegos de placas de recubrimiento habían sido teñidos con
el mismo recubrimiento refractivo que ayudaba a ocultar a los
merodeadores del UNSC.
Si la precaución funcionaría contra los alienígenas era poco
más que una suposición. Lo único que el UNSC sabía sobre la
tecnología de sensores del Covenant era que, en el modo activo,
esta irradiaba a través de una amplia gama del espectro
electromagnético. En teoría, el aparato tenía que funcionar
según el mismo principio general que los sistemas de sensores
humanos—emitir una señal y buscar reflexiones que rebotaran
en un objeto invisible—pero eso era sólo una suposición. Para
todos los que estaban en el UNSC, las transmisiones alienígenas
podían ser el subproducto de alguna tecnología de escaneo
cuántico que la humanidad aún no había imaginado.
Otra buena razón para capturar una nave enemiga.
La iluminación en la bahía de lanzamiento se oscureció de
blanco a púrpura pálido, una indicación de que la Noche
Estrellada estaba a tres minutos del comienzo de la maniobra.
La luz más oscura sería menos perceptible cuando la escotilla de
salto se abriera para descargar a los Spartans, y el tiempo de
espera les daba a sus ojos la oportunidad de adaptarse a la
oscuridad.
"Comprobación final, todos", dijo John. Los Spartans ya
habían examinado sus sistemas dos veces desde que entraron
en la bahía de lanzamiento, así que esto era más un ritual de
concentración que una inspección real del equipo. "Asegúrense
de darle a sus compañeros una revisión cuidadosa. Sin correas
flojas ni abrazaderas magnéticas parciales."
Dentro de su casco, una cadena de LEDs destellaron en
verde cuando los otros once Spartans reconocieron la orden.
John revisó su propia lista de control—armas cargadas y
aseguradas, buena integridad del traje, respirador operable,
depósitos del propulsor cargados, boquillas direccionales
receptivas, aditamentos seguros, funciones de liberación
rápida—y luego se dirigió a su compañero de inspección, un
Spartan de mentalidad seca, llamado Fred-104. John comenzó
una revisión visual, confirmando que las costuras de la cubierta
exterior de la armadura de Fred permanecieran ajustadas, que
la pintura refractiva no estaba manchada, que los accesorios de
las armas estaban bien colocados y que el arnés del propulsor
se encontraba al mismo nivel debajo del reactor de fisión.
John le dio a Fred un golpe de todo en orden en el hombro,
y luego se volteó para esperar su propia inspección. En el
momento en que sintió el todo en orden en su propio hombro,
cinco LEDs brillaban de color verde en la barra de estado de
escuadrón dentro de su casco. Los tres primeros representaban
a los otros tres miembros del propio Equipo Azul de John. El
cuarto representaba a los cuatro miembros del Equipo Dorado,
liderado por Joshua-029, y la luz final representaba a los cuatro
miembros del Equipo Verde, liderado por Kurt-051. Doce almas
en total, listas para ser lanzadas por el espacio como perdigones
humanos.
"Esta intercepción será mucho más fácil que en Chi Ceti IV",
dijo John. "Pero si fallan en el blanco, rompan la órbita y apaguen
los propulsores, entonces colóquense—"
"Y conserven su aire", interrumpió Kelly-087. Miembro del
Equipo Azul de John, era la más rápida de los Spartans, tan
rápida mentalmente como físicamente. "Ya dijiste eso. Dos
veces."
"Sólo me aseguro de que todos lo recuerden."
"No activen su baliza localizadora hasta que la batalla haya
terminado", añadió Linda-058. Normalmente tranquila y
reservada, era la mejor francotiradora de los Spartans—y
también del Equipo Azul de John. "No lo olvidamos."
"Sí, ¿qué pasa?" preguntó Kurt. Un lector natural de
personas que hacía amigos con facilidad, era franco y directo.
"¿Por qué estás tan preocupado?"
"No estoy preocupado", dijo John. En la mayoría de las
unidades, estas bromas habrían estado al borde de la
insubordinación. Pero los Spartans no eran la mayoría de las
unidades. Habían estado entrenando juntos desde la infancia, y
eran tan cercanos como compañeros de armas. John habría
estado preocupado si su escuadrón no se hubiera sentido
cómodo hablando libremente con él. "Sólo estoy confirmando el
procedimiento."
"No hay mucho que confirmar", dijo Fred. Además de ser el
compañero de inspección de John, era el líder suplente del
escuadrón y el cuarto miembro del Equipo Azul. "Tenemos que
infiltrarnos en la nave alienígena y matar a todo lo que no sea
un Spartan. Si las cosas salen mal, mantente fuera de la vista
hasta que termine la pelea, y luego llama al rescate. Es un plan
simple."
"Supongo que sí, cuando lo desglosas de esa manera", dijo
John. Nadie había mencionado a los cinco merodeadores que
estaban a la espera para las operaciones de rescate, pero podía
ver que sus recordatorios sólo ponían nervioso al equipo.
"Perdón por el exceso de información, a todos. Sólo quiero que
estemos listos para las sorpresas. Lo que sabemos sobre los
alienígenas cabría en un casquillo de bala."
"Y ahí está nuestra ventaja", dijo Joshua. "Sabemos que no
sabemos, lo que nos hace cuidadosos. Pero los alienígenas
pueden haber estado estudiando a la humanidad por un tiempo.
Creerán que saben más de nosotros que ellos, y eso los hace
vulnerables."
"No lo había visto de esa manera." Parecía una exageración
afirmar que la ignorancia era una ventaja, pero John apreciaba
la salida que Joshua le estaba dando. "Buen punto. Los
alienígenas no tienen idea de lo duro que estamos a punto de
golpearlos. ¿Alguna pregunta?"
Una cadena de luces de estado parpadeó en color rojo
dentro de su casco.
"Está bien", dijo John. "La Capitana Ascot tiene razón sobre
trabajar en el borde, así que manténganse alejados de los
reinspiradores hasta que estemos fuera de la escotilla. Podemos
necesitar cada segundo de aire que podamos ahorrar."
Las luces de alerta en el mamparo de la bahía de
lanzamiento cambiaron de rojo a ámbar, y la voz nítida de Ascot
sonó a través de la red de comunicaciones de la Noche
Estrellada.
"Un minuto para maniobrar."
John y los otros líderes de equipo se pararon hombro con
hombro frente a la escotilla de salto. Los miembros de sus
equipos se alinearon en columnas detrás de ellos, cada uno
agarrando el paquete de propulsión del Spartan de adelante.
Incluso con sus mejoras físicas y los multiplicadores de fuerza
mecánica de la Mjolnir, nunca se mantendrían firmes durante la
salvaje aceleración de la maniobra de asistencia. Pero eso no era
de esperar. John sólo quería mantener a los miembros de cada
equipo lo suficientemente cerca como para apoyarse
mutuamente en caso de que surgiera una emergencia.
Las luces de alerta comenzaron a parpadear.
"Treinta segundos", dijo Ascot.
"Comienza el silencio de comunicaciones", dijo John.
Apenas había expresado la orden antes de que la
computadora de a bordo de su Mjolnir apagara todas las
comunicaciones externas. No reaccionaba a sus palabras, sino a
la intención que las había suscitado, accediendo a sus
pensamientos a través del enlace neuronal implantado en la
base de su cráneo. La interfaz le permitía manipular una media
tonelada de armadura potenciada tan fácilmente como su
propio cuerpo, y seguir la pista de sus compañeros Spartans
simplemente pensando en ellos. Sin embargo, incluso después
de usarla durante los últimos meses, a veces le resultaba
inquietante—especialmente cuando aparecía en su pantalla una
retícula de objetivo o una lectura de estado antes de que la
hubiera invocado conscientemente.
Las luces de alerta parpadearon en verde cuando la Noche
Estrellada se balanceó dentro de la maniobra de asistencia
gravitatoria. El control de la misión había pasado ahora a John—
aunque esa era, por el momento, una distinción sin sentido.
Durante los siguientes segundos, su destino estaría
determinado por las leyes de la mecánica clásica, y no podría
haber cancelado el lanzamiento si hubiera querido.
El peso de John se hundió y se movió a popa. Las luces de
alerta dejaron de parpadear, luego la escotilla de salto se dividió
por el centro y se replegó hacia el casco, creando un portal de
salida de cuatro metros cuadrados. La bahía se había dejado
presurizada para que la descompresión aumentara su
aceleración.
Sintió el empuje del aire que se escapaba y saltó.
John vio cinco agujas blancas brillando contra la media luna
marrón del horizonte de Netherop, más o menos donde
esperaba encontrar las colas propulsoras de la nave espacial del
Covenant. Comenzó a experimentar toda la fuerza de la
aceleración de treinta-g de la maniobra de asistencia
gravitatoria. Incluso con el gel hidrostático presurizado dentro
de su Mjolnir a niveles protectores, su visión se estrechó y le
dolió el pecho, y la parte posterior de su cuerpo se hinchó con la
sangre que se acumulaba.
Durante unos pocos latidos, las brillantes colas del
propulsor alienígena permanecieron fijas en el centro de su
placa facial, haciéndose más largas y gruesas a medida que
comenzaba a alcanzarlas. En el rastreador de movimiento de su
HUD, vio a los otros tres Spartans del Equipo Azul alineados
detrás de él en una columna ondulante, todos luchando por
aferrarse al paquete de propulsión de adelante, pero aún juntos
después de la furiosa aceleración inicial. Los Equipos Dorado y
Verde ya estaban fuera del alcance de su rastreador de
movimiento, por lo que sólo podía esperar que su lanzamiento
hubiera sido tan bueno como el del Equipo Azul.
Entonces las colas propulsoras comenzaron a desplazarse a
través de la placa frontal de John, al igual que el horizonte
marrón de Netherop, y se dio cuenta de que estaba entrando en
un rollo. Sintió su centro de masa cambiar cuando los Spartans
detrás de él finalmente cedieron a las diminutas variaciones en
su vector de lanzamiento y se soltaron los unos a los otros. Su
movimiento se aceleró, y las estrellas empezaron a pasar por su
rostro en un vertiginoso desenfoque. Revisó su HUD y vio al
Equipo Azul distanciándose en una larga curva de arco.
No importa. El escuadrón de asalto siempre había tenido la
intención de acercarse al objetivo en formación suelta, ya que
era más fácil ver un grupo apiñado que uno disperso a lo largo
de varios kilómetros de espacio. Todo lo que John tenía que
hacer era ponerse bajo control y continuar hacia la nave espacial
del Covenant.
El pensamiento apenas se había formado en su mente antes
de que apareciese un marcador de punto de reunión y empezase
a girar alrededor de los bordes de su placa frontal. Se concentró
en él y comenzó a sentirse mareado.
Y aturdido.
Habían pasado siete segundos desde que brincó desde la
bahía de salto, y aún no había activado su respirador. Podría
estar recibiendo una acumulación de dióxido de carbono.
La luz del respirador se activó en su HUD, y los mareos se
desvanecieron cuando el aire fresco inundó su traje. John se
sintió refrescado. Aunque había algo espeluznante en un traje
de armadura potenciada que parecía saber lo que estaba
pensando antes de que lo hiciera, le evitaba la necesidad de
manejar los sistemas del traje cuando tenía cosas más
importantes por las que preocuparse.
John activó sus propulsores con un pensamiento y comenzó
a expulsar pequeñas ráfagas de propelente, teniendo cuidado de
disparar contra el movimiento del marcador de punto de
referencia y seguir moviéndolo de vuelta hacia el centro de su
placa frontal.
Se tardó sólo unos segundos en alcanzar el equilibrio. Para
entonces, las colas del propulsor alienígena habían
desaparecido de la vista, y tuvo que recordarse a sí mismo que
las naves espaciales del Covenant estaban sujetas a las mismas
leyes de movimiento que las naves humanas. Una vez que
alcanzaran la órbita deseada, tenían que apagar sus motores. Si
siguieran acelerando, sólo escalarían más alto y eventualmente
romperían la órbita por completo.
A John le hubiera gustado que se le confirmara visualmente
que el Covenant estaba en la trayectoria esperada, pero eso no
iba a suceder. Los Spartans aún estaban a ochenta kilómetros de
sus objetivos, demasiado distantes para ver la oscura franja de
naves espaciales de aproximadamente una docena de metros de
largo y con motores fríos.
Sabiendo que su escuadrón no aparecería en su HUD—el
rastreador de movimiento tenía un alcance máximo de
veinticinco metros—John aumentó la ampliación de su placa
facial a su ajuste más alto, y luego usó sus propulsores para
comenzar a rodar lentamente y comenzar a localizar a sus
Spartans.
Inicialmente, sólo vio una mancha oscura que oscurecía un
lejano campo de estrellas. Pero cuando rodó hacia el planeta, sus
formas eran más distintivas—pequeñas figuras con forma
humana silueteadas contra el disco marrón de las nubes de
Netherop. Si una patrulla enemiga pasaba en una órbita más
alta, existía la posibilidad de que los pilotos vislumbraran las
pequeñas sombras y se dieran cuenta de lo que estaban viendo.
Pero eso parecía improbable. Los alienígenas estarían aún
más lejos de las diminutas figuras que John, y estarían buscando
naves espaciales, no humanos con armadura hermética.
Le tomó unos minutos localizar al duodécimo miembro del
escuadrón, pero una vez que lo hizo, John sintió una inmensa ola
de alivio. Dado el número de intercepciones fallidas en Chi Ceti
IV, él esperaba que al menos un par de Spartans estuvieran fuera
de posición a estas alturas. Pero sus preocupaciones habían sido
injustificadas. En sus nuevas Mjolnir, con tiempo para planificar
y reunir recursos, los Spartans no podían fallar.
Y John no se los permitiría.
CAPÍTULO 2

0402 horas, 5 de marzo de 2526 (calendario militar)


Escuadrón Spartan de Asalto Extra-Vehicular
Órbita Ecuatorial Alta, Planeta Netherop, Sistema Ephyra

La nave espacial alienígena se hacía más visible a cada segundo,


cinco astillas oscuras silueteadas contra la curva del lúgubre
horizonte de Netherop, convirtiéndose en delgadas láminas
negras a medida que el escuadrón de asalto descendía sobre
ellas desde arriba y desde atrás. Los Spartans se zambullían en
el pozo gravitatorio de Netherop en un ángulo poco profundo,
viajando a treinta y tres mil kilómetros por hora en relación con
el planeta—y a esa velocidad, el tiempo de reacción no existía.
Si alguien se cruzase con un meteorito o con un trozo de
chatarra del Covenant, no tendría oportunidad de esquivar. Para
cuando el objeto apareciera en el rastreador de movimiento,
habría perforado la armadura del Spartan, atravesado el cuerpo
y ya estaría a una docena de kilómetros de distancia.
Sin embargo, no había sensación de movimiento. Los
Spartans habían dejado de acelerar, así que parecía que estaban
inmóviles en el espacio. El fluido vestibular en sus oídos estaba
quieto, y sus órganos flotaban libres en sus torsos. Sólo los
remolinos de nubes en rápida expansión en Netherop
insinuaban su verdadera velocidad—las nubes, y las
embarcaciones que se ensanchaban desde delgadas láminas
hasta cruces de la longitud de un pulgar.
A medida que las siluetas continuaban hinchándose, sus
alas barridas hacia delante y sus cañones nasales gemelos se
hicieron evidentes. John las reconoció como una variante de un
caza individual que los pilotos del UNSC habían apodado
"Banshees". Las Banshees no eran especialmente mortíferas en
combate, pero el enemigo las utilizaba para todo, desde
patrullas atmosféricas hasta interceptación orbital,
dependiendo de la variante desplegada, y eran de alta prioridad
en la lista de captura de equipamientos del Covenant.
Pero, de nuevo, ¿qué no lo era?
El Covenant había hecho "contacto" con la humanidad hacía
más de un año, cuando se presentó en una vía de navegación
cerca del planeta Harvest. Un intento local de negociar la paz
estalló en una guerra abierta, con los alienígenas iniciando un
bombardeo planetario y bloqueando todas las comunicaciones
con otros mundos. La tecnología del enemigo era tan superior
que la Autoridad Militar Colonial ni siquiera se enteró del
conflicto hasta nueve meses después, cuando la CMA Heracles—
la única superviviente de una misión para investigar el súbito
silencio del mundo—se vio obligada a regresar a casa con un
mensaje de los alienígenas: "Su destrucción es la voluntad de los
dioses, y nosotros somos su instrumento."
El Comando de la Flota (FLEETCOM) recibió la declaración
el 31 de octubre. Al día siguiente, el Gobierno Unificado de la
Tierra movilizó al UNSC, a la CMA y a todos los demás servicios
militares contra la amenaza extraterrestre. Los Spartans fueron
desplegados el dos de noviembre, y para el veintisiete, Samuel-
034 estaba muerto.
El UNSC se hallaba en pie de guerra desde hacía cuatro
meses, y hasta el momento seguía tambaleándose. Los enemigos
alienígenas tenían armamento superior, movilidad superior e
inteligencia superior, y estaban utilizando los tres con buenos
resultados, emergiendo del desliespacio para destruir bases de
apoyo y convoyes de emboscada, para arrasar astilleros desde
la órbita y bombardear a civiles con haces de plasma de cien
metros de diámetro. El UNSC tenía que encontrar una manera
de eliminar las ventajas del Covenant y, hasta ahora, el equipo
de asalto de John era su mejor esperanza. Tal vez su única
esperanza.
El marcador de punto de referencia en el HUD de John
destelló en amarillo. Activó sus propulsores y comenzó a
desacelerar, aplanando su ángulo de descenso hasta que entró
en órbita. Las Banshees eran claramente visibles en la
ampliación de su placa frontal contra la neblina perlada de la
mesosfera de Netherop. Estaban todavía un par de kilómetros
por delante, demasiado lejos para ofrecer protección contra
cualquier sistema de sensores de detección de masas que la
nave nodriza pudiera emplear.
No es que John supiera que el Covenant usaba sistemas de
sensores de discernimiento de masas. Era simplemente una
posibilidad teórica que los propios científicos del UNSC estaban
explorando. Pero dada la superioridad tecnológica del enemigo,
parecía prudente ser cauteloso.
Se tomó unos momentos para hacer otro recuento visual.
Cuando estaba seguro de que todo el mundo estaba en posición,
usó sus propulsores para empujarse a sí mismo hacia una órbita
ligeramente más baja.
Los otros Spartans siguieron su ejemplo, y comenzaron a
arrastrarse hacia los objetivos. Esta era la fase más peligrosa de
su acercamiento. Estaban lo suficientemente cerca para ser
vistos visualmente si un piloto miraba hacia atrás y tenía el
ángulo correcto. En otras condiciones, sería inteligente moverse
lo más rápido posible. Pero cerrar la distancia más rápidamente
significaba caer más bajo, lo que haría que los Spartans fueran
aún más visibles. Era mejor quedarse detrás de las Banshees y
esperar lo mejor.
Después de cuarenta minutos de aproximarse poco a poco,
los Spartans permanecieron sin ser descubiertos. Las siluetas de
la nave se habían hinchado hasta el tamaño de una cabeza, y las
líneas de sus alas caídas se estaban engrosando en formas
tridimensionales. John presentó una proyección de la misión en
su mapa táctico y vio que la nave nodriza del Covenant
aparecería sobre el horizonte planetario en ocho minutos.
Después de eso, el grueso de Netherop ya no protegería al
escuadrón de asalto del paraguas sensorial de la embarcación.
En teoría, los Spartans permanecerían tan indetectables para los
alienígenas como la Noche Estrellada y sus hermanas
merodeadoras. En teoría.
John extendió un brazo por encima de su cabeza, señalando
al escuadrón para que se formase sobre él, luego cayó en una
órbita más baja y empezó a adelantar rápidamente a las
Banshees. Sus Spartans se acercaron, agrupándose por equipos,
pero cuidando de mantener un espacio de cien metros entre
ellos. Eso era lo suficientemente apretado para apoyarse unos a
otros si era necesario, pero lo suficientemente separados para
evitar presentar un grupo llamativo de formas oscuras, o un
blanco masivo que pudiera ser eliminado con un solo golpe de
plasma.
Después de nueve largos y lentos minutos adicionales, los
Spartans finalmente se acercaron lo suficiente como para
distinguir las nudosas cápsulas equipadas en las puntas de las
alas caídas de las Banshees. John levantó la mano y, cerrando el
puño, hizo un movimiento giratorio. El escuadrón estrechó la
formación, disponiéndose de tal manera que había al menos dos
Spartans cincuenta metros por debajo de cada nave espacial.
John levantó un pulgar y usó sus propulsores para ascender
en órbita detrás de la Banshee más a la izquierda. Fred se colocó
a su lado, con Linda y Kelly detrás de la siguiente nave espacial,
mientras que los Equipos Verde y Dorado se colocaron detrás de
las otras tres naves. Los alienígenas mantuvieron su formación.
Hasta ahora, la misión iba impecablemente. Pero John
quería estar listo, en caso de que eso cambiara.
Desenganchó el rifle M99 Stanchion Gauss y se aseguró de
que hubiera una bala en la cámara. Si bien los M99 se utilizaban
normalmente como rifles de francotirador de largo alcance o
armas antimaterial, su precisión y sus mecanismos de disparo
sin retroceso los hacían armas ideales para operaciones de
infiltración en gravedad cero, y había equipado a la mitad del
escuadrón con ellos. La otra mitad llevaba lanzacohetes M41.
Los M41 eran menos precisos que los M99, pero tenían más
aplicaciones de combate y, al igual que los M99, podían ser
disparados sin enviar a un artillero ingrávido hacia un giro
incontrolado.
La nave nodriza del Covenant se materializó ahora sobre el
horizonte de Netherop. Apenas visible a través de la gruesa
corona de la atmósfera del planeta, la embarcación apareció
como una nebulosa gota gris no mucho más grande que una
cabeza de alfiler. Pero John sabía por observaciones previas que
tenía una cola larga y afilada que se doblaba hacia abajo en un
gancho abierto.
Si las Banshees seguían un procedimiento previo, volverían
a un hangar de mantenimiento situado en el interior del gancho.
Después de ser atendidas, se las sacaría del hangar y se las
suspendería bajo la cola alargada, listas para su lanzamiento
inmediato.
John sospechaba que la parte más difícil del asalto sería
avanzar a través de la cola. Era un punto de estrangulamiento
obvio que se sellaría a la primera señal de problemas, lo que
significaba que los Spartans tenían que abordar hacia adelante
o capturar el hangar sin permitir que se activara una alarma.
Al menos tenían opciones.
Permanecieron detrás de las Banshees y continuaron
acercándose, la diminuta forma de la nave nodriza se hizo más
larga y oscura a medida que se elevaba lentamente por encima
del horizonte de Netherop. Los analistas de la ONI a bordo de la
Noche Estrellada habían medido la longitud de la embarcación
en 550 metros y sus vigas horizontales y verticales en 110
metros, aproximadamente el tamaño de una fragata ligera del
UNSC. Un complemento estándar para una nave de guerra
humana de ese tamaño sería alrededor de 250 tripulantes más
el mismo número de personal de combate, pero no había forma
de adivinar cuántos alienígenas podrían estar amontonados a
bordo de tal embarcación.
La nave nodriza se perdió de vista frente a las Banshees, y
John le indicó al escuadrón de asalto que se deslizara con fuerza,
a pocos metros de la nave espacial. Cuando la nave nodriza
emergiera de nuevo de detrás de las Banshees, estaría por
encima de los Spartans en relación con el planeta, y no quería
que un alienígena afortunado mirara a través de un ventanal y
viera a una docena de seres humanos siluetados frente a las
nubes marrones de Netherop.
John y Fred se detuvieron unos dos metros detrás de su
objetivo Banshee, posicionándose justo al lado de los
estabilizadores de la cola. Tan cerca de la nave nodriza, la
aeronave probablemente podía sincronizar órbitas sin disparar
su motor principal—pero John no se arriesgaba. A pesar de lo
dura que era la nueva armadura Mjolnir de los Spartans, no
estaba ansioso por ver cómo aguantaría la carcasa exterior
contra un penacho de propulsor de color blanco candente.
Fue una precaución que John se alegró de haber tomado
cuando las Banshee levantaron sus narices y encendieron sus
motores para una quemadura de medio segundo. Los Spartans
subieron tras ellas, pero los paquetes de propulsión no eran
rivales para los motores principales, y las Banshees se alejaron
rápidamente. Un momento después, la nave nodriza apareció
sobre ellos, una inmensa oscuridad en forma de lágrima
asomándose contra la luz de las estrellas que había más allá.
Las Banshees usaron sus propulsores de maniobra para
eliminar el exceso de velocidad y sincronizar órbitas, luego
bajaron sus narices y se colocaron a unos cincuenta metros por
debajo del vientre de la nave nodriza—sin duda esperando
autorización para atracar.
Las cinco estaban mirando hacia popa, hacia el interior de
la cola en forma de gancho, y los pilotos no podían ver a los
Spartans volviendo a ponerse en posición detrás de ellos. Más
allá de la nave espacial, el vientre de la nave nodriza era tan
oscuro como un armario, lo que sugería que carecía de
miradores o burbujas de observación a través de las cuales se
pudiera ver al escuadrón de asalto. Pero la boca del hangar de
mantenimiento era un óvalo brillante, de fondo plano y
orientado hacia adelante, y aunque John aún estaba demasiado
abajo como para verlo por dentro, sabía que habría muchos
miembros de la tripulación mirando hacia una bandada de
Banshees que llegaban.
John levantó el puño para detener a su escuadrón de asalto,
luego levantó el dedo índice e hizo un movimiento circular. Los
Spartans comenzaron a apretar su formación y a prepararse
para las operaciones de abordaje.
Una a una, las Banshees se elevaron hasta el hueco de
atraque bajo la cola de la nave nodriza, y luego pasaron a través
de la boca del hangar. Un tenue resplandor sugería la presencia
de algún tipo de barrera de energía.
John esperó hasta que sólo quedaba la última nave, y luego
levantó los pulgares. Cuidando de permanecer cerca de la cola
de la nave, el escuadrón se elevó al lado de la Banshee, con sus
armas en los hombros y sin protecciones.
Mientras más del interior del hangar era visible, John se
encontró mirando hacia adentro de una bóveda oblonga de
treinta metros de profundidad y veinte de ancho. Iluminada con
luz blanca azulada ambiental, tenía una parte superior arqueada
y mamparos alineados por nichos curvos llenos de equipos y
suministros. Estaba lleno de alienígenas altos y vagamente
aviares a los que el UNSC había apodado "Jackals". También
había media docena de criaturas aladas e insectoides, y dos de
los bípedos bajos que llevaban máscaras conocidos como
"Grunts".
La última Banshee empezó un lento desplazamiento hacia
la boca del hangar, una indicación de que el escuadrón de asalto
de Spartans permanecía completamente desapercibido. Con un
poco de suerte, John y sus equipos pronto serían la orgullosa
nueva tripulación de una fragata del Covenant... o como sea que
los analistas decidieran llamarla.
John hizo un gesto a Fred y Kelly para que se ocuparan del
piloto, luego se llevó al hombro su M99 y colocó la mira delante
de su casco. Apareció una retícula de tiro en su HUD, y escaneó
el hangar, seleccionando su objetivo. Era el tercer francotirador
desde la izquierda, así que el protocolo de ataque sorpresa
dictaba que tomara el tercer objetivo de alto valor desde la
izquierda. Y la prioridad estándar era clara: comandantes,
técnicos de comunicaciones, contra francotiradores, personal
de alta movilidad, operadores de armas pesadas, todos los
demás. El desafío con el Covenant era que la humanidad no los
había enfrentado el tiempo suficiente para aprender los matices
de esos roles o cómo se relacionaban con la especie y la
armadura. Sólo tendrían que aprovechar la poca información
disponible y las teorías especulativas que tenían a su
disposición.
John no vio a ningún comandante o técnico de
comunicaciones, así que puso su mirada en el número tres, uno
de los insectos alienígenas—pensó en él como un Zángano—y
luego asintió. Esperó un conteo de uno, soltó el aliento y disparó.
Un tenue resplandor destelló a lo largo del M99 mientras las
bobinas electromagnéticas se cargaban y atraían el proyectil
por el cañón; luego el cuerpo del Drone estalló en un chorro de
sangre y quitina. John pasó al siguiente objetivo—uno de los
Grunts—y volvió a disparar. Esta vez, hubo una bola naranja
cuando la criatura se despedazó en llamas.
John miró hacia otro lado para ver cómo estaba la última
Banshee. Fred estaba sosteniendo el borde de la cabina con una
mano y usando la otra para arrastrar al piloto alto a través del
dosel destrozado. Kelly estaba en el lado opuesto,
manteniéndose en su lugar mientras disparaba las balas de la
pistola M6 al pecho del alienígena.
Cuando John se volvió hacia su retícula de objetivo, vio a un
par de alienígenas similares moviéndose hacia un nicho en la
parte de atrás del hangar. Al igual que el piloto que Fred y Kelly
estaban atacando, estos eran más altos y más poderosos que los
Jackals, con hombros fuertes y cabezas compactas y oblongas.
Llevaban el mismo traje técnico fibroso que el otro piloto y
parecían tener un andar orgulloso en sus movimientos, lo que le
dijo a John que probablemente tenían algún nivel de liderazgo.
Los eliminó con dos tiros rápidos, y luego buscó más blancos. Al
no encontrar ninguno, tiró el M99 a un lado, lanzándolo hacia
Netherop propiamente dicho para que saliera de la órbita y se
quemara durante la entrada a la atmósfera—y luego se echó
hacia atrás y sacó su carabina MA5K de su montura magnética.
Se aseguró de que el supresor de sonido aún estaba conectado,
luego activó sus propulsores y se dirigió hacia el hangar.
Su sistema HUD parpadeó y se oscureció al atravesar la
barrera de energía y entrar en el campo de gravedad artificial
de la nave, pero volvió a la normalidad en el momento en que
sus botas golpearon la cubierta. John notó el fenómeno sin dejar
que le preocupara. Se suponía que la armadura Mjolnir estaba
protegida contra la interferencia electromagnética, pero la ONI
claramente tenía mucho que aprender sobre la tecnología
alienígena, y el fallo podría revelar algo útil para los jinetes de la
ciencia del Grupo de Materiales de la Sección Tres.
El resto del escuadrón de asalto apareció en el HUD de John,
y los Spartans rápidamente barrieron el hangar, poniendo dos
balas en la cabeza de cualquier alienígena que permaneciera en
menos de tres piezas. Varios Jackals se habían girado hacia
óvalos luminosos situados en los mamparos del hangar, pero
todos habían muerto muy lejos de su objetivo. Si habían estado
tratando de hacer sonar una alarma, parecía poco probable que
hubieran tenido éxito.
Lo mismo ocurría con los pilotos de las Banshees. Tres de
ellos habían perecido con sus cascos bajo los brazos, lo que les
habría impedido acceder a cualquier sistema de comunicación
que pudiera estar integrado en sus trajes técnicos. El cuarto
piloto—el último en entrar en el hangar antes de que los
Spartans lanzaran su ataque—había recibido una ráfaga de M99
mientras levantaba su dosel, y ahora su cabeza y su casco
estaban salpicados por todo el interior de la cabina.
John apenas podía creerlo. Todo el escuadrón de asalto
Spartan estaba dentro del hangar, y el enemigo aún no sabía que
había sido abordado. Las misiones simplemente no salían tan
bien.
CAPÍTULO 3

0502 horas, 5 de marzo de 2526 (calendario militar)


Fragata del Covenant Desconocida
Órbita Ecuatorial Alta, Planeta Netherop, Sistema Ephyra

Con una rápida revisión de su HUD, John confirmó que la


atmósfera en el hangar desbordado por la carnicería era
respirable—lo que era algo bueno, ya que sólo le quedaban
catorce minutos de capacidad de recambio de aire. La
computadora a bordo de la Mjolnir se anticipó a su siguiente
petición apagando su respirador, y el aire cálido y acre comenzó
a inundar su casco.
Activó el altavoz externo de su traje, pasando a
comunicaciones de voz. "Aire exterior, todo el mundo." Sus
propios respiradores se recargarían a medida que el aire nuevo
pasara por el sistema de filtrado de la Mjolnir. "Equipo Dorado,
ejecute la descarga del equipamiento. Incluye un par de esos
pilotos de cuatro mandíbulas. No sé si los Xenos ya han
diseccionado alguno."
Hablaba de los xenocientíficos de la nueva División Beta-3
de la Sección Tres, una unidad de la ONI de rápido crecimiento
dedicada a analizar y replicar la tecnología del Covenant.
La luz de estado de Joshua-029 parpadeó en verde en
reconocimiento; luego él y el resto del Equipo Dorado
comenzaron a recuperar diferentes tipos de armas y
herramientas. Una vez llenadas las cabinas de las Banshee,
cerrarían las cabinas y empujarían las naves espaciales fuera del
hangar para que las recuperasen los merodeadores de apoyo.
Eso inmovilizaría al Equipo Dorado durante un tiempo, pero
John había insistido en ello como protección contra el fracaso de
la misión. De esa manera, incluso si el escuadrón de asalto no
pudiera capturar la nave, el UNSC obtendría algo que valdría la
pena analizar.
John llevó a los Equipos Azul y Verde a una escotilla de iris
de gran tamaño en la parte trasera del hangar. El mamparo a su
alrededor estaba lleno de cráteres con golpes de los proyectiles
de los M99 que habían pasado completamente a través de sus
objetivos. Pero ninguno de los proyectiles había penetrado la
gruesa armadura de la nave y en realidad atravesado el casco.
John seguía buscando un panel de control o un cierre
mecánico cuando las hojas de la escotilla se replegaron
repentinamente—y revelaron un par de Jackals que venían de
la dirección opuesta, descendiendo por un pasadizo azul
grisáceo que se enroscaba en la cola en forma de gancho de la
embarcación. Estaban cacareando y graznando entre ellos sin
prestar mucha atención a su destino. John entró por la escotilla
y puso una bala en la cabeza del de la derecha. Fred lo imitó y
eliminó al de la izquierda.
Ambos Jackals volaron hacia atrás y aterrizaron en la
cubierta, y la escotilla se cerró detrás de los dos Spartans.
Suponiendo que respondía a la proximidad, como había
sucedido con las escotillas a bordo de la nave del Covenant que
el Equipo Azul había abordado en Chi Ceti IV, John envió a Fred
para asegurar el pasadizo que tenía delante, y luego arrojó uno
de los cadáveres hacia el hangar.
La escotilla se abrió, y el resto de los Equipos Azul y Verde
se abrieron paso.
"Equipo Verde, aseguren todos los compartimientos e
intersecciones a medida que avanzamos", ordenó John.
John se apresuró a seguir a Fred, que ya había desaparecido
en la curva del pasillo y estaba casi más allá del alcance del
rastreador de movimiento en el HUD de John.
A medida que avanzaban, John se sorprendió por la simple
sensación de caminar. A pesar de que el pasadizo se curvaba
bruscamente hacia arriba mientras seguía la curva de la cola en
forma de gancho de la nave nodriza, siempre se sentía como si
el "abajo" estuviera debajo de sus pies. Claramente, el control de
la gravedad artificial por parte de los alienígenas era mucho más
refinado que el de la humanidad.
Gran sorpresa.
Después de cincuenta metros, llegaron a la cima de la cola
en forma de gancho de la embarcación. En lugar de voltear a los
peatones boca abajo, el pasillo pasaba por un giro de noventa
grados, cambiando la cubierta a lo que parecía ser un mamparo.
Luego pasó por otro giro, de modo que ahora tenía la misma
orientación que la cubierta del hangar de abajo.
El escuadrón de asalto aún estaba en la cola de la nave
nodriza, pero a medida que avanzaban a toda prisa, empezaron
a aparecer más escotillas de iris en los mamparos adyacentes.
La primera escotilla se abrió automáticamente al acercarse, y
Kurt entró. Disparó unos cuantos tiros, y luego volvió a entrar
en el pasillo. "Almacén de suministros."
El Equipo Verde los siguió, sus rifles con sonido reprimido
tosían suavemente mientras despejaban los compartimientos.
Después de cincuenta metros, las escotillas de iris fueron
reemplazadas por escotillas altas y pivotantes que no
respondían a la proximidad. Y había muchas de esas entradas,
espaciadas cada pocos metros.
"Esto es peligroso", dijo Kelly. Miró hacia atrás por el pasillo
hacia el Equipo Verde, que se estaba retrasando unos treinta
metros mientras se detenían para despejar cada
compartimiento. Con tanto espacio, alguien podría salir de un
compartimiento sin despejar entre los dos equipos y causar
estragos obligándolos a disparar unos contra otros. "¿Quieres
que haga estallar los que no se abren?"
Tenía una bobina de cincuenta metros de cable de
penetración en una de sus bolsas de carga, y sólo le tomaría tres
segundos colocarlo y abrir cada escotilla. Pero John contó veinte
escotillas, y eso significaba retrasar su avance un minuto
completo.
John se detuvo por un segundo, pensando en dónde estaban
en la nave y cómo eso podría estar relacionado con el cambio en
el estilo de la escotilla. Pero sobre todo se encontró tratando de
decidir si era más peligroso correr el riesgo de separarse, o dar
al enemigo un minuto extra para atraparlo en la cola de la
embarcación. De cualquier manera, si algo saliera mal, haría que
mataran a alguien.
"¿John?" Fred instó. "Llevamos setenta segundos en la
misión..."
"Sigue adelante", dijo John. Si todavía estaban en la cola de
la embarcación, eso significaba que tenían que estar en la parte
más estrecha. "Nada va a salir de esas escotillas."
El Equipo Azul siguió avanzando, pero Kelly preguntó:
"¿Estás seguro de esto?"
"Bastante seguro", dijo John. No lo estaba, no cuando
arriesgaba la vida de sus Spartans, pero tenía que tomar una
decisión. "Estamos sobre los estantes de Banshee. Esas
escotillas están selladas porque sirven para esclusas de aire."
Kelly no contestó por un momento, y luego dijo, "Eres más
listo de lo que pareces."
"Es un alivio", dijo Fred. "Pero veamos nuestras seis de
todos modos."
"En ello", dijo Linda. "Yo también soy más lista de lo que
parece John."
"Gracias, equipo." John no se sintió ofendido por las bromas.
De hecho, se alegró de escuchar a su equipo bromeando y
aliviando la tensión. "Cuando volvamos, todos se ofrecerán a
limpiar la bodega."
La declaración fue recibida con resoplidos, y continuaron
por el pasillo hacia una escotilla de iris de gran tamaño que John
imaginó que se abría en el cuerpo principal de la nave. Hasta
ahora, la misión había dependido de la velocidad y el sigilo, pero
una vez que cruzaran ese umbral, el éxito—y la supervivencia—
dependerían del choque y la potencia de fuego. A una docena de
pasos de la escotilla, John hizo un alto para que Fred pudiera
cargar su lanzacohetes y todos los demás pudieran abrir sus
bolsos de granadas—entonces los altavoces de su casco
estallaron cuando alguien ingresó en la red de comunicaciones
del escuadrón de merodeadores.
"¡Contactos! Dos a la deriva—que sean tres—sin energía." La
voz estaba emocionada, masculina, y hablaba inglés con un
acento desconocido de las Colonias Exteriores. "Tiene que ser el
escuadrón de asalto, arrojando—"
"¡Cierren la transmisión!" interrumpió una segunda voz. "No
están en el interno. ¡Son las comunicaciones del equipo!"
"¿Las comunicaciones del equipo?" dijo la primera voz. "Oh,
mie—"
La voz se cortó en mitad de la frase, sin duda porque se
había dado cuenta de su error y cerró el canal.
"¿Qué demonios?" preguntó Kelly. "¿Están tratando de
bolar—"
"Lo resolveremos más tarde." Era difícil imaginar a un
tripulante del Cuerpo de Merodeadores debilitando
deliberadamente la misión, pero confundir la red de
comunicaciones del escuadrón con un canal interno no era un
error fácil de cometer. "Sigue moviéndote."
John le hizo señas a Kelly hacia la escotilla.
Kelly se adelantó. La escotilla permaneció cerrada.
"No es bueno", dijo Fred. Una voz alienígena empezó a
ladrar órdenes desde un altavoz en el mamparo. "Podría incluso
llamarlo un desastre."
"Pero sólo un pequeño desastre", dijo John. "Todavía
podemos hacer esto."
Fred inclinó su casco hacia John. "¿Dije que no podíamos?"
"No." No había sido a Fred a quien trataba de convencer, se
dio cuenta John. Irritado por sus dudas, se volvió hacia Kelly y
dijo, "Vuélala."
Kelly ya estaba tirando del cordón de su bolsa de carga. "Le
daré un poco más, en caso de que haya un comité de recepción
en el otro lado."
"Afirmativo", dijo John. "Fred, prepárate. Ambos tubos."
La luz de estado de Fred parpadeó en verde. "¿Hay alguna
otra manera?"
El M41 SPNKR tenía un sistema de carga desechable de
doble tubo, por lo que se podían disparar dos cohetes en rápida
sucesión—una característica que a menudo resultaba útil
contra los enemigos que yacían en emboscadas.
Al menos, así fue en las batallas simuladas contra enemigos
humanos.
John dejó sus dudas a un lado y activó las comunicaciones
del equipo. "Se ha levantado el silencio", dijo. "Los alienígenas
saben que estamos aquí."
"No me digas", contestó Daisy-023. Daisy, la especialista en
infiltraciones del Equipo Dorado, era probablemente la más
intratable de los Spartans. "Si salimos de esta, encontraré al
idiota que nos delató y le arrancaré su—"
"Después de la misión", dijo John.
"¿En serio?" preguntó Daisy. "¿Estás de acuerdo con eso?"
"Todo lo que me importa es la misión", dijo John. "Hagamos
eso primero."
John estaba reaccionando a este contratiempo conforme
había sido entrenado, rápida y enérgicamente. Pero en el fondo
de su mente, se preguntaba cuántos de sus amigos morirían a
causa del error del operador del sensor, y no podía evitar
preguntarse si debía abortar mientras pudiera.
Kelly dijo, "A un lado."
Fred descendió sobre una rodilla a cinco metros de la
escotilla, mientras que John retrocedió contra el lado del pasillo
junto a Kelly y Linda. Después de una rápida mirada para
confirmar que todos estaban en posición, Kelly detonó el cordón
de penetración. La escotilla desapareció tras una cortina de
humo y destellos, y un sonido sordo resonó a través del casco de
John mientras la ola de presión lo golpeaba contra el mamparo.
Una franja naranja llenó el pasaje cuando un cohete
antipersona M21 de Guerra Especial pasó al otro lado. Medio
segundo después, un fuerte estruendo sacudió la cubierta bajo
los pies de John. Una columna de humo negro se elevó de nuevo
a través de la escotilla, los pernos de las armas de plasma
enemigas ya salían volando de ella.
Al menos podía dejar de preguntarse cuando la misión iba a
tomar un mal giro.
John fue a agarrar una granada, y Fred se puso de pie y
disparó su segundo cohete contra el humo con un ligero ángulo
hacia abajo. La cubierta se estremeció con otra explosión, y el
rocío de pernos de plasma disminuyó hasta convertirse en una
corriente.
John empujó con el pulgar el pasador de imprimación de su
granada y la lanzó por debajo de la corriente de pernos. Un
pequeño estallido siguió, y el fuego de plasma terminó. Pasó por
la escotilla abierta y se encontró en el pasillo principal de la
nave, un amplio pasillo lleno de humo bordeado de cuerpos
quemados y destrozados. Todas las víctimas parecían ser
especies que él ya había visto. La mayoría eran Jackals, pero
algunos eran iguales que los pilotos de la Banshee—saurios
altos, de constitución poderosa, con cabezas compactas y
quijadas con cuatro mandíbulas. Sin embargo, a diferencia de los
pilotos, éstos llevaban armadura gruesa y contorneada y cascos
oblongos y elegantes con un protector de cuello largo y
puntiagudo. Y tres de los alienígenas eran las mismas criaturas
vagamente del tamaño de un hombre que se habían encontrado
en el hangar. Parecían insectos con alas de tamaño inferior,
cuatro extremidades y cinco segmentos corporales
larguiruchos.
La mayoría de los alienígenas estaban desarmados, sin
armas más grandes que un arma de mano, así que John adivinó
que habían sido una fuerza improvisada de oficiales y
tripulación de apoyo. Algunos todavía se retorcían, y otros
yacían con una pistola de plasma en la mano o cerca, así que
puso dos balas en las cabezas de todos ellos. Lo último que
necesitaba era un puñado de supervivientes heridos atacando
por la retaguardia.
John miró a su HUD. El resto del Equipo Azul estaba en
posición inmediatamente detrás de él, y el Equipo Verde estaba
a medio camino de la cola. Comenzó a subir por el pasillo en una
carrera corta. El objetivo del Equipo Azul era capturar el puente,
que los analistas de xeno-ingeniería a bordo de la Noche
Estrellada habían asegurado que estaría en lo alto de la proa de
la nave nodriza. John sospechaba que los analistas estaban
haciendo una suposición bien fundamentada, pero eso estaba
bien—él habría pensado lo mismo.
El Equipo Verde atravesó la escotilla abierta detrás de ellos,
e inmediatamente se dividió por los pasillos que se cruzaban,
buscando una ruta por debajo. Su tarea era asegurar la cubierta
de ingeniería, y la ubicación de las toberas de empuje casi
garantizaba que estaría en el vientre de la embarcación.
El Equipo Dorado proporcionaría apoyo táctico, entrando
desde el hangar para eliminar los focos de resistencia y lanzar
ataques traseros a las unidades enemigas que intentaran
emboscar al Equipo Azul o al Equipo Verde. Dados los anteriores
enfrentamientos con el Covenant, parecía improbable que
hubiera prisioneros, pero si algún alienígena decidiese rendirse,
el Equipo Dorado también se encargaría de asegurarlos.
El Equipo Azul encontró poca resistencia a medida que
avanzaba, eliminando tal vez a cincuenta alienígenas que
intentaban huir por intersecciones o refugiarse en
compartimientos cercanos. En el momento en que habían
viajado trescientos metros, la nave parecía desierta—una señal
segura de que el enemigo estaba organizado y conocía su
ubicación.
El pasadizo principal terminaba cincuenta metros adelante,
en una escotilla de doble ancho, ovalada horizontalmente, con
una costura a lo largo del centro. Mientras se acercaban, John
vio que la cubierta a ambos lados brillaba por el desgaste—
probablemente de los pies moviéndose de un lado a otro
mientras un par de centinelas entraban repetidamente y
dejaban de prestar atención.
John le hizo una señal a Kelly para que volara la escotilla, y
luego envió a Fred y Linda de vuelta por el pasillo para que
tomaran posiciones de cobertura. Era más probable que el
Covenant atacara a medida que los Spartans avanzaban hacia la
escotilla, pero también sería una buena táctica golpearlos por
detrás antes de que la hicieran estallar. Cuando Kelly colocó el
cordón de penetración, John activó las comunicaciones del
equipo.
"Equipo Azul preparándose para asaltar un posible puente
cercano." Los alienígenas probablemente captarían la
transmisión, pero sus posibilidades de romper los protocolos de
doble encriptación del Canal de Comunicación del Equipo eran
nulas. "¿Informe de situación del Equipo Verde?"
"En la tercera cubierta y aún en la parte inferior", informó
Kurt. "Enfrentando una resistencia moderada pero constante de
los Jackals y de esos tipos que parecen cucarachas voladoras."
"Designen a los tipos que parecen cucarachas voladoras
como Zánganos (Drones)", dijo John. "¿Cuánto falta para que
tomen la cubierta de ingeniería?"
"Ni idea", contestó Kurt. "Aún no la hemos encontrado."
"Sigan buscando", dijo John. "Y mantenme informado."
"Afirmativo."
"¿Equipo Dorado?"
Antes de que Joshua pudiera responder, la escotilla se
dividió a través de su línea central y se replegó para revelar un
gran pozo gris. Un trío de esferas blancas y ardientes salieron
volando en ángulo, y John se dio cuenta de que el enemigo había
elegido una táctica de contraataque tan loca que no se lo había
imaginado: un ataque frontal.
"¡Granadas—vamos, vamos, vamos!"
Empujando a Kelly por delante de él, se lanzó por la
escotilla... y se encontró en un pozo de paredes metálicas de
unos cuatro metros de diámetro. Empezaron a caer, no a caer,
sino a ser arrastrados suavemente hacia abajo por una fuerza
invisible que tenía que ser una especie de tecnología
gravitacional. Inesperado, pero no necesariamente un desastre.
La escotilla se cerró tras ellos dos, y un trío de ahogados
estruendos sonaron en el pasillo.
Chispas empezaron a destellar a lo largo de las paredes del
tubo de gravedad. Un proyectil se desvió de la armadura del
hombro de John y revisó su rastreador de movimiento. Cinco
hostiles estaban sostenidos en la pared a veinte metros detrás
de él—es decir, por encima de él, ya que estaba descendiendo
por el tubo de gravedad de cara. Rodó sobre su espalda, y luego
sintió más impactos a medida que dos proyectiles más
excavaban en su pechera de titanio.
Aun así, no era un desastre, pero cada vez estaba más cerca.
Una línea de alienígenas saurios colgaba sobre la escotilla
cerrada, cada uno aferrándose a una escalerilla de servicio
incorporada con una mano y disparando una especie de
carabina del Covenant con la otra. Tarde o temprano, uno de
ellos estaba destinado a golpear un punto blando en su
armadura, igual que el de Sam. John levantó su MA5K y vació el
cargador, lanzando una línea de fuego directamente hacia su
posición.
Sus balas se desviaron por una especie de barrera de
energía personal, rebotando alrededor del tubo de gravedad y
regresando por los flancos de los alienígenas y desviándose de
nuevo. Los escudos de energía parpadearon después de
múltiples golpes, pero estos tipos eran claramente guerreros de
élite que sabían cómo mantener el fuego. Cuando un rebote
afortunado finalmente sorprendió a uno de ellos en la garganta,
los cuatro sobrevivientes se alejaron de la escalerilla y
comenzaron a descender tras John y Kelly. Todavía de pie, se
organizaron en círculo y comenzaron a disparar hacia abajo a
través del centro de su formación.
Kelly se desplegó, disparando ráfagas de tres balas. Alcanzó
a uno de los alienígenas debajo de las mandíbulas y llenó su
casco de sangre. John eyectó su cargador de munición y buscó
otro, las balas enemigas aún chocaban con su armadura, en su
mayoría rebotando, pero algunas se enterraban en lo profundo
de la carcasa de titanio.
Un poco más profundo, y sería un desastre.
Por encima del enemigo, la explosión de una carga de
penetración lanzó la escotilla en el tubo de gravedad. Fred y
Linda metieron sus cascos por la abertura y dispararon desde
arriba. La cabeza de un alienígena erupcionó en un rocío
púrpura. La pareja superviviente se ajustó a la situación al
instante, uno de ellos levantó su arma para enfrentarse al ataque
de Fred y Linda, y el otro siguió disparando contra John y Kelly.
Un latido después, el estómago de John dio un vuelco y la
fuerza invisible que los arrastraba hacia abajo por el tubo de
gravedad invirtió la dirección y comenzó a llevar a todos—
incluyendo a los alienígenas—de vuelta hacia arriba, hacia la
escotilla que había explotado. Cuando los alienígenas avanzaron
junto a ella, dejaron de disparar y sacaron orbes oscuros de las
bolsas de sus cinturones.
John y Kelly gritaron "¡Granada!" a través de las
comunicaciones del equipo. John metió de un golpe el nuevo
cargador en su MA5K y abrió fuego, pero los orbes habían
empezado a brillar con una llama blanca, y los dos alienígenas
ya estaban arrojándolos.
Fred y Linda se giraron, y las granadas volaron a través de
la abertura hacia el pasillo principal. Al instante siguiente, los
dos Spartans reaparecieron, saltando en el tubo de gravedad
con los pies por delante. Inmediatamente levantaron sus armas
y comenzaron a disparar contra el enemigo que se encontraba
sobre ellos.
Las granadas detonaron, un brillo blanco abrasador se
deslizó por la escotilla y llenó el pozo, y John perdió de vista a la
pareja. Su propio ascenso se ralentizó brevemente cuando una
ola de conmoción cerebral lo golpeó desde arriba; luego él y
Kelly se elevaron más allá de la escotilla abierta.
El pasadizo que había más allá estaba lleno de enemigos
muertos, agrupados en cuatro grupos, todos armados con
carabinas del Covenant. Estaban mirando en todas direcciones,
una señal de que habían muerto sorprendidos y confundidos.
Más allá de ellos, el Equipo Dorado avanzaba por el pasillo,
Joshua y Daisy liderando el camino con los lanzagranadas M301
colgados bajo sus rifles de asalto MA5C. Los otros dos miembros
se estaban quedando atrás, listos para eliminar a cualquier otro
miembro del Covenant que cometiera el error de pensar que
podría sorprender a un Spartan.
Entonces John pasó la escotilla, aun ascendiendo por el tubo
de gravedad junto a Kelly. El estruendo de las armas de fuego
por encima se detuvo, y levantó la vista para encontrar a Fred
cambiando su cargador mientras Linda seguía apuntando su
BR55 hacia arriba. Al otro lado, el tubo de gravedad estaba
demasiado lleno de puertas de escotilla y alienígenas muertos
como para ver lo que le esperaba al Equipo Azul en la parte
superior del pozo, pero, sorprendentemente, todavía parecía
posible capturar esta nave.
John regresó a las comunicaciones del equipo. "Equipo
Dorado, informe de situación."
"Cubierta principal bajo control", informó Joshua.
"Eliminamos tal vez doscientos objetivos. Sin bajas."
"¿Cómo va tu munición?"
"Alrededor de la mitad", dijo Joshua. "Pero Naomi ha
descifrado esos rifles de los cabezas de bisagra. Estaremos
bien."
Naomi era Naomi-010, uno de los soldados más ingeniosos
de los Spartans y casi una genio con cualquier tipo de equipo. A
la edad de diez años había sido una maestra armera que estaba
refinando y modificando todas las armas de infantería que
usaban los Spartans, y actualmente era la única del escuadrón
que parecía entender completamente la teoría detrás de los
circuitos reactivos de la Mjolnir.
Pero John nunca había oído hablar de tal designación de
arma. "¿Cabeza de bisagra?"
"Los grandes con las cuatro mandíbulas", dijo Joshua. "Los
que saben pelear."
Los saurios altos, en otras palabras.
"Ahora designados Elites", dijo John. "Toma el Equipo
Dorado y mantente abajo. Interrumpan cualquier preparación
de contraataque—especialmente los dirigidos por los Elites."
"Afirmativo."
El Equipo Dorado salió del alcance de los rastreadores de
movimiento y desapareció del HUD de John. El ruido de metal
que chocaba llamó su atención por encima de su cabeza, donde
un revoltijo de retorcidas secciones de escotilla y Elites muertos
estaban clavados contra la parte superior del tubo de gravedad.
A la izquierda—en el lado opuesto a la escalerilla de servicio—
colgaba una escotilla de ancho simple, un óvalo vertical con una
división en el centro. Una segunda escalerilla de servicio
descendía por debajo de ella, cada peldaño ligeramente
desplazado de modo que se inclinaba alrededor de la pared del
hueco para unir la primera.
"¿No debería estar abierta ya esa escotilla?" preguntó Kelly.
"Si se activa por proximidad, todos esos Elites muertos—"
"¡Está anulada!" John se acercó y se agarró a un peldaño de
la escalerilla. "Agarra—"
El campo gravitacional invirtió la polaridad y sacudió a John
hacia abajo, y la situación llegó a un abrupto final. Su brazo se
enderezó, y su codo se hiperextendió y estalló en dolor. De todos
modos, aguantó, los circuitos multiplicadores de fuerza de su
armadura Mjolnir zumbaban mientras luchaban contra el tirón
del tubo de gravedad. Fred y Linda pasaron por delante y
descendieron por el pozo, sus guantes extendidos resonando en
los peldaños de la escalerilla mientras trataban de agarrarse.
Kelly estaba en algún lugar por debajo de ellos, ya más allá del
alcance del rastreador de movimiento.
Un nuevo contacto apareció en su HUD. John levantó la vista
y vio que la puerta de la escotilla se abría, una mano blindada
entraba en la costura por ambos costados. Ambas sostenían
orbes oscuros. Granadas.
Más granadas.
John abrió fuego, levantando su MA5K con una sola mano y
disparó una ráfaga por la costura que se ensanchaba. Las
primeras balas fueron desviadas por escudos de energía, pero él
logró golpear ambas granadas cuando se encendieron en llamas
blancas y fueron liberadas. Se las arregló para hacer que una
volviese tambaleándose hacia el enemigo. La segunda cayó a la
cubierta, luego rodó dentro del tubo de gravedad y fue
succionada por el pozo.
"¡Entrando!" John advirtió en las comunicaciones del
equipo. "Gran—"
Las detonaciones llenaron el tubo de calor blanco, una
ráfaga haciendo hervir el pozo desde abajo y la otra rociándose
a través de la escotilla semiabierta de arriba. El HUD de John
parpadeó de estática, y la primera onda expansiva arrancó un
lado de la escalerilla de la pared. La segunda ola casi lo empaló
en sus peldaños rotos.
El agarre de John permaneció seguro, incluso cuando el
peldaño de su mano se rompió de un lado y se inclinó hacia
abajo. Atascó sus botas en la escalerilla, colocó su MA5K en su
soporte magnético y comenzó a subir los peldaños de
compensación—los pocos que quedaban—ascendiendo hacia
los destrozados escombros de la escotilla.
"¡Equipo Azul, informe!"
"Inmovilizado, pero ileso", respondió Fred. "Yaciendo en el
fondo del tubo de la cámara de gravedad. Debería estar
operativo una vez que la presión se reduzca."
"Igual que Fred", dijo Linda. "En buenas condiciones."
"Debajo de los dos." La voz de Kelly era delgada y
angustiada. "También inmovilizada, pero tengo dolor en el torso
y sangre en la axila. Debe ser una fractura de costillas
compuesta."
John sintió su intestino apretado. Las fracturas de costillas
compuestas eran peligrosas, incluso para los Spartans. Con el
extremo dentado de un hueso moviéndose dentro de la cavidad
torácica, algo tan simple como una respiración profunda podría
perforar un pulmón o lacerar el corazón.
"Recibido", dijo John. "Fred, sácala del tubo de gravedad. No
quiero que la golpeen más."
"Puedo cuidarme sola", dijo Kelly. "No necesito una niñera."
"Y no necesito una discusión. ¿Vale?"
"Afirmativo. Pero estás siendo... sobreprotector."
Por sobreprotector, John sabía que Kelly quería decir
imbécil. Pero si eso mantenía vivos a sus Spartans, a John no le
importaba ser un imbécil sobreprotector. Ahora estaba bajo la
escotilla, y podía oír el parloteo de voces alienígenas que
llegaban a través del hueco entre sus retorcidas mitades. Asomó
la cabeza por encima de la cubierta y vislumbró un
compartimiento oval relativamente pequeño más allá, con una
alta cúpula por encima y un banco de consolas de instrumentos
de dos niveles dispuestas en un semicírculo alrededor del trono
de un comandante central.
Las consolas estaban operadas por ocupados Elites, la
mayoría uniformados en tabardos blancos rayados por
diagonales azules. Pero al menos tres Elites acorazados estaban
apuntando carabinas alienígenas hacia la escotilla, y cuando
vieron a John mirando a través del hueco, abrieron fuego.
Ya oculto de su vista, John agarró un par de granadas de
fragmentación de su mochila y accionó las aletas deslizantes de
armado.
"Aguanta, Líder Azul", dijo Linda en el canal de
comunicaciones del equipo. "Estoy desbloqueada y escalando.
Estoy contigo en sesenta segundos."
Sesenta segundos era una eternidad en un tiroteo, pero con
la escotilla abierta, John probablemente podría mantener su
posición durante ese tiempo. Lo que no podía hacer era impedir
que el enemigo lanzara más granadas al tubo de gravedad—y
eso significaba que las posibilidades de que Linda volara por los
aires eran casi las mismas que tenía de llegar con vida a él.
"Negativo." John levantó el brazo y lanzó sus granadas a
través de la escotilla medio abierta. "Desaloja y apoya al Equipo
Verde. Yo me encargo de esto."
"¿Solo?" preguntó Linda. "Eso es una locura. Necesitas
apoyo."
La escalerilla se estremeció con la doble detonación de las
granadas en el puente, y un cono de llama y metralla salió
disparado de la escotilla medio abierta y cruzó el tubo por
encima de la cabeza de John. Ya estaba sacando dos granadas
más de su bolsa del cinturón.
"El tubo de gravedad es una zona de muerte." John accionó
con el pulgar las aletas deslizantes de armado y lanzó las
granadas a través de la escotilla, esta vez tratando de conseguir
un arco más alto que las llevara hacia la parte delantera del
puente. "Desaloja. Es una orden."
Otro par de detonaciones sacudieron la escalerilla. John
asomó de nuevo la cabeza y encontró el puente lleno de Elites,
algunos destrozados y muertos, otros todavía retorciéndose de
dolor, todos desgarrados y ensangrentados. Aquí y allá, una
delgada cabeza sauriana se asomaba sobre un panel de
instrumentos, con los ojos brillantes fijos en la escotilla.
En el centro del compartimiento estaba situado el trono del
comandante, su panel trasero deformado y ennegrecido por la
detonación de una granada. En el lado derecho, un miembro
rasgado colgaba sobre un reposabrazos lleno de brillantes
botones e interruptores de deslizamiento. En el lado izquierdo,
un antebrazo de cuero en tela chamuscada yacía estirado a lo
largo del apoyabrazos, un par de largos dedos alienígenas
rascaban una cubierta amarilla cuadrada del tamaño de la mitad
de la palma de la mano de un ser humano.
Parecía una cubierta de seguridad.
John metió la mano en la abertura, agarró un panel de la
escotilla y luego se subió al peldaño superior de la escalerilla de
servicio.
Los dedos que estaban en el trono del comandante
encontraron lo que estaban buscando, y la cubierta de seguridad
amarilla se replegó en el apoyabrazos. Un teclado holográfico
apareció en su lugar, y los dedos comenzaron a volar sobre
símbolos brillantes.
John sacó su arma M6D y puso una bala en la parte superior
del brazo del Elite. Los dedos tocaron otro par de símbolos y el
teclado desapareció. Una ampolla amarilla—probablemente
algún tipo de botón de control—salió del reposabrazos.
John hizo un segundo disparo a través del codo, pero la
mano ya estaba descendiendo hacia la ampolla. La bala voló el
antebrazo del Elite a la mitad y roció sangre púrpura en media
docena de consolas de instrumentos, pero el alienígena retuvo
el control adecuado de sus hombros para llevar su brazo hacia
la silla. Su mano aterrizó sobre la burbuja amarilla, el talón de
su palma cayó lo suficientemente fuerte como para empujarla
de nuevo hacia el apoyabrazos.
La nave no se autodestruyó.
En vez de eso, la mano del comandante permaneció encima
de la ampolla, y una luz verde ambiental cruzó el puente. Un trío
de paneles ocultos se replegaron en los mamparos exteriores,
revelando escotillas abiertas de iris en los tres lados delanteros
del puente. Los Elite sobrevivientes comenzaron a levantarse
desde detrás de sus consolas de instrumentos y a saltar hacia las
escotillas, obviamente menos temerosos de John que de lo que
su comandante acababa de iniciar.
Lo último que la ONI quería era que los supervivientes
presentaran relatos de primera mano de la acción de abordaje
de los Spartans. John abrió fuego con su M6D, haciendo agujeros
en los pechos de los Elite con balas niqueladas calibre .50, y
activó el canal de comunicación del equipo.
"Equipo Verde, ¿informe de situación?"
"Ahora estamos atacando la cubierta de ingeniería",
informó Kurt-051. "Vamos a tomarla, pero es demasiado fácil.
Algo anda mal."
"¿Como toda la tripulación abandonando la nave?" preguntó
John.
"Los Drones no", dijo Kurt. "Se están quedando para luchar.
Pero todos los demás—"
"Rompan y váyanse ahora." La M6D de John se bloqueó
cuando se quedó sin municiones. "Equipos Dorado y Azul,
ustedes también."
"¿Qué pasó?" preguntó Linda. "Puedo estar en el puente en
treinta segundos. Tal vez menos. Todavía podemos tomar la
nave."
John enfundó su arma y pensó en ello, sacando la MA5K de
su soporte magnético. No quedaban alienígenas que lanzaran
granadas por el tubo de gravedad, así que ya no era una zona de
muerte. Pero si tuviera razón sobre la ampolla en el
apoyabrazos del comandante, seguiría poniéndola en peligro—
sin razón alguna. El puente ya era de John. Todo lo que tenía que
hacer era entrar, asegurar a los heridos y asegurarse de que la
mano del comandante no saliera de la ampolla.
John separó los paneles de la escotilla y, empujando la
MA5K por delante de él, rápidamente revisó las esquinas
adyacentes en busca de emboscadores. Viendo sólo trozos de
Elites desmembrados, se subió al puente y finalmente contestó.
"Negativo, Linda." John cambió al canal de comunicación del
escuadrón para que Halima Ascot y el resto del escuadrón de
merodeadores escucharan su informe. "El comandante
alienígena tiene la mano en lo que parece un interruptor de
hombre muerto. Creo que intenta darle a su tripulación la
oportunidad de abandonar la nave antes de que se
autodestruya."
"Eso está apoyado por lo que estamos viendo desde nuestra
posición", contestó Ascot. "Hay cápsulas de escape derramándose
por todas partes."
"Creo que puedo asegurar el interruptor", dijo John. "Pero
quiero al resto del escuadrón de asalto fuera de la nave, por si
acaso."
"Afirmativo", dijo Ascot. "El escuadrón ya se está moviendo a
órbitas de sincronización."
"Lo oímos." John no explicó en detalle los problemas que el
error del operador del sensor había causado a sus Spartans. Eso
vendría más tarde, durante el informe y—si tenía algo que decir
al respecto, justo antes del consejo de guerra. "Líderes de
equipo, avísenme cuando estén fuera."
"El Equipo Verde está despejando ahora", reportó Kurt. Una
vez alejados de la nave, los Spartans caerían a una órbita
preasignada y esperarían ser recogidos por un merodeador.
"Respiradores recargados al setenta por ciento, balizas
encendidas."
"Equipo Dorado justo detrás de él", dijo Joshua.
"Respiradores recargados al setenta y cinco por ciento, balizas
encendidas."
"Azul Dos y Tres requisando una cápsula de escape
enemiga", informó Fred. Él era Dos, Kelly era Tres. "El sello de
presión de tres está comprometido. Intentaremos repararlo,
pero verifiquen si hay balizas amigas antes de abrir fuego sobre
cualquier cápsula de escape."
"Afirmativo", dijo Ascot. "Y buena suerte."
Sólo que Linda no se había reportado. Mientras la esperaba,
John comenzó a dispararle a los alienígenas heridos—cuando
hizo su jugada para asegurar el interruptor de hombre muerto
del comandante, lo último que quería era que un Elite aún capaz
le tendiera una emboscada.
Para cuando John había terminado y recargado sus dos
armas, aún no sabía nada de Linda. No era propio de ella
desobedecer una orden, pero él volvió a mirar por el tubo de
gravedad sólo para estar seguro.
Vacío.
"¿Linda? ¿Cuál es el retraso?"
"Drones", dijo Linda. "Un nido entero, me están arreando
como a una maldita oveja. No quieren que me vaya."
John se maldijo a sí mismo—probablemente hubiera sido
mejor que se hubiera reunido con él en el puente después de
todo.
"¿Cuál es tu situación?" preguntó. "No creo que pueda
esperar mucho más—no sé si este comandante está vivo o
muerto, pero su mano podría desprenderse de ese interruptor
de hombre muerto en cualquier momento."
"Adelante", dijo Linda. "Casi estoy en el hangar. No pueden
detenerme entonces."
"Afirmativo."
John se preparó para saltar a través del puente—y luego
pensó, Drones. Podrían volar.
Pasó por la escotilla y giró a la derecha, subiendo su MA5K,
y, por supuesto, vio a un Drone tratando de seguirlo con una
pistola de plasma. Lo derribó con un rápido golpe, y luego vio a
otro en su rastreador de movimiento, cayendo detrás de él.
Se tiró al suelo, rodó hacia el trono del comandante, y se giró
disparando. El Drone cayó sobre la cubierta en dos pedazos, y
John volvió a rodar, llevando una rodilla debajo y levantándose,
estirándose ya hacia el apoyabrazos.
El trono giró y se alejó de él, girando en un círculo de tres
cuartos, la sangrienta mano aun descansando sobre la ampolla
amarilla. John se encontró mirando por encima de su hombro
hacia los ojos nublados por el dolor del comandante Elite. La
cabeza del alienígena estaba ladeada como si no pudiera
entender lo que estaba viendo—o no pudiera creerlo. Sus
mandíbulas se abrieron en una estrella de cuatro puntas que
podría haber sido desprecio… o risa… entonces retorció sus
hombros y arrastró su mano hasta soltar el apoyabrazos.
John no esperó a ver la aparición de la ampolla amarilla. Se
zambulló en busca de la escotilla más cercana y sintió que la
nave retumbaba mientras rebotaba en el borde y aterrizaba
dentro de una cápsula de escape esférica forrada de sofás de
emergencia y arneses de seguridad. Se giró sobre sus rodillas y
se dirigió hacia la entrada, sus manos palmeando todo lo que
podría ser un panel de control—con la esperanza de que Linda
no estuviera en el hangar.
La escotilla se cerró, y en el instante siguiente, empezó a
rebotar por el interior, su armadura Mjolnir entrando en una
cerradura de gel mientras la nave del Covenant volaba a la
deriva en una nube de llamas y metal, y su cápsula de escape se
alejaba de la superficie de la misma.
CAPÍTULO 4

0840 horas, 7 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Everest de la clase Valiant del UNSC
Zona de Transición del Espacio Profundo, Sistema Dynizi

El ascensor hizo su primera parada, y las puertas se abrieron


para revelar un pasillo de doble ancho con una cubierta
impecable y un techo recién pintado. Los mamparos estaban
revestidos con hologramas de tamaño natural de grandes
comandantes navales, que se remontaban a Temístocles y
Lisandro. Al otro lado del ascensor había un par de centinelas
vestidos de azul y armados con rifles de asalto MA5B.
El Sargento de Estado Mayor Avery Johnson se subió a la
parte trasera de la cabina, dejando espacio para los nuevos
pasajeros, y asumió la postura adecuada en caso de que fueran
oficiales. Lo que parecía probable, ya que la Armada no colocaba
guardias armados para asegurar el acceso a las cubiertas de la
tripulación. Aún más revelador era el aire dulce que comenzaba
a fluir desde el pasillo. Ningún jefe de ventilación quería que un
oficial del puente le gritara sobre conductos con moho y
depuradores mohosos.
Pero nadie abordó. Los centinelas miraron hacia Avery,
pero no reconocieron su presencia. Las puertas permanecieron
abiertas, dándole tiempo para estudiar el holograma
directamente enfrente del ascensor. Situado entre los dos
centinelas, representaba a un guerrero coreano de barba
puntiaguda en un casco cónico y una cota de malla hasta la
rodillas. No reconoció la imagen del coreano de memoria, pero
la información de abajo decía que el Almirante Yi Sun-sin, derrotó
a una flota japonesa de 133 barcos con sólo 13 barcos en el
Estrecho de Myeongnyang en 1597.
Avery esperaba que el UNSC tuviera algunos almirantes
como Yi Sun-sin. Las probabilidades que afrontaba la
humanidad en este momento eran mucho peores que diez a uno.
Después de un momento, se dio cuenta de que el ascensor
no se había detenido para admitir nuevos pasajeros. Miró al
panel de control y vio que había llegado al Nivel Diecinueve, el
destino seleccionado para él cuando fue introducido en la
cabina. No se había dado cuenta en ese momento, pero sólo se
podía acceder a los Niveles Trece a Veinte mediante un escáner
biométrico de pulgares. Los niveles del Uno al Doce se podían
alcanzar con un simple teclado táctil. Había otro escáner de
pulgar para el nivel de la Cubierta del Hangar, y luego las teclas
táctiles comenzaron de nuevo, aumentando en número desde la
Primera Cubierta hasta la Cubierta Treinta.
Avery había estado a bordo de embarcaciones lo
suficientemente grandes como para saber que se trataba de una
disposición estándar. La Cubierta del Hangar siempre se
consideraba Cubierta Cero. Todo lo que había sobre el hangar
era un "nivel", que pasaba de uno a tan alto como fuera
necesario. Todo lo que había debajo de la Cubierta del Hangar
era "bajo cubierta", comenzando en la Primera Cubierta y
descendiendo a través de la Segunda Cubierta, la Tercera
Cubierta, etc. Lo que no sabía era por qué había sido enviado a
un nivel de mando de lo que parecía ser una de las
embarcaciones más grandes de la Armada del UNSC.
Sólo tres minutos antes, Avery había salido a tropezones de
un transbordador de transferencia y había descendido por la
rampa de embarque hasta una cubierta de hangar del tamaño
de una pequeña ciudad. Todavía aturdido y tembloroso después
de un salto desliespacial de tres semanas, se había alejado de su
apuesto y habitual yo—su bigote negro había pasado de ser muy
ceñido a despeinado y puntiagudo, mientras que su piel marrón
había estado seca y con comezón—y esperándolo en la base de
la rampa había estado una fornida teniente con una insignia de
Jefe de Hangar sobre su bolsillo.
"Sargento de Estado Mayor, se parece a algo que acabo de
raspar del tacón de mi bota." Era alta y de hombros anchos, con
labios negros brillantes y cabello rubio recogido en un bollo.
"¿Ha estado bebiendo?"
"Ojalá, señora." Avery se cuadró en atención. "Es sólo
confusión criogénica. Me sacaron de un tubo de sueño hace unos
cinco minutos."
La teniente arrugó su nariz. "Eso explica el olor." Ella
sacudió un dedo y se dio la vuelta. "Por aquí, marine."
Avery la había seguido a través de trescientos metros de
cubierta hasta un banco de ascensores. Ella había metido la
mano dentro de una cabina abierta y había puesto el pulgar en
el panel de control, y luego lo había metido dentro.
"Bienvenido a bordo, Sargento Johnson."
Avery aún tenía la cabeza tan nublada que no había pensado
en preguntar a dónde iba—ni siquiera en qué nave estaba a
bordo. Sus órdenes originales lo habían llamado a unirse al 11º
Batallón de Fuerza de Reconocimiento Marine/ODST en Neos
Atlantis, y luego a embarcar para combatir a los alienígenas en
las Colonias Exteriores. Pero en lugar de despertarse en órbita
sobre la conocida bola de hielo verde del planeta, había salido
del criosueño para encontrarse a bordo de la goleta de
transporte Santori del UNSC, en medio de una importante flota
de batalla tan lejos en el espacio profundo que ni siquiera podía
decir qué estrella era la local.
Su primera suposición fue que el 11º de Reconocimiento
había dejado Neos Atlantis antes de tiempo, y su transporte
había sido desviado para unirse a ellos en tránsito. Ahora estaba
empezando a preguntarse. Cuando un sargento de estado mayor
de los marines abordaba una nave para unirse a una unidad de
combate, por lo general no era recibido a nivel de mando.
Finalmente, la centinela de la izquierda preguntó, "¿Pasa
algo, Sargento Johnson?"
"Posiblemente." Avery estaba un poco sorprendido de que
lo llamara por su nombre, ya que no había visto su mirada
posarse en la etiqueta de su nombre que estaba en el pecho de
sus utilitarios de combate. "¿Dónde estoy?"
"La Cubierta Insignia." Una atractiva suboficial de segunda
clase, tenía la piel pálida, los ojos color avellana y su pelo corto
y rojo apenas se veía debajo de su gorra de balde blanca y azul.
"¿Cree que nos ponemos estos vestidos azules sólo para usted?"
"Nunca se me pasó por la cabeza." Estaba empezando a
sonar como si Avery estuviera en el lugar correcto después de
todo. Salió del ascensor y preguntó, "¿La Cubierta Insignia de
qué embarcación?"
La centinela entrecerró los ojos y miró la etiqueta con el
nombre de Avery, aparentemente confirmando que él era quien
ella creía que era, y luego dijo, "Está a bordo del Crucero
Superpesado Everest del UNSC, nave insignia del Vicealmirante
Preston J. Cole, comandante del Grupo de Batalla X-Ray."
Maldita sea. Preston Cole había sido un decente
comandante de batalla hace veinte años, antes de que la Oficina
de Inteligencia Naval identificara a su segunda esposa como
espía insurreccionista y lo obligara a retirarse. Durante los años
siguientes, los chismes habían mencionado un par de
matrimonios cortos y divorcios amargos, y Avery parecía
recordar algo sobre una larga estancia en el hospital para un
trasplante doble de órganos. Si el Comando de la Flota estaba
reactivando a tipos como él y dándoles el mando de los grupos
de batalla de primera línea, el UNSC estaba en peores problemas
de lo que Avery pensaba.
Él gruñó y le preguntó, "¿Y yo estoy aquí porque…?"
"No tengo ni idea." La centinela lo miró de pies a cabeza, y
luego arqueó las cejas. "Lo único que puedo entender es que hay
más en usted de lo que se ve a simple vista."
"De vez en cuando." Avery no estaba seguro de si ella estaba
coqueteando o menospreciándolo, pero él era un suboficial y
ella también lo era, así que él no vio nada malo en averiguarlo.
Él sonrió y agregó, "Te lo podría contar con un café."
Ella casi le devolvió la sonrisa. "Tendrías que ducharte
primero."
"Puedo hacer eso."
El segundo centinela, un suboficial de tercera clase con la
cara lisa, las mejillas hinchadas y el pelo pálido, se aclaró la
garganta.
"Sargento Johnson, los almirantes no son conocidos por su
paciencia." Extendió una mano por el pasillo. "Sería prudente
que acordara su cita con la Suboficial Anagnos cuando regrese."
Avery se encogió de hombros para pedir disculpas a
Anagnos, y luego echó un vistazo a los hologramas de una
docena de antiguos comandantes navales. Al final, vio un
conjunto de puertas dobles. En la puerta de la izquierda había
una gran placa de latón que decía CHESTER W. NIMITZ. En la puerta
de la derecha había una placa que decía SUITE SEGURA DE
CONFERENCIAS.

"Hijo, ¿has dicho almirantes, en plural?"


"Así es, Sargento."
Avery gimió. "Me lo temía."
Preguntándose qué había hecho mal esta vez, tomó su bolsa
de lona y se dirigió hacia las puertas. En el camino, pasó por
hologramas de Marco Agripa, Oliver Hazard Perry e Isoroku
Yamamoto. Entre los tres, salvaron Roma en Accio, ganaron el
control del Lago Erie durante la Guerra de 1812 y paralizaron la
Flota del Pacífico de los Estados Unidos en Pearl Harbor. Con un
poco de suerte, sus fantasmas estarían entre los almirantes
esperando en la suite Nimitz, porque por la forma en que la
guerra con el Covenant estaba yendo hasta ahora, Preston J. Cole
necesitaría toda la ayuda que pudiera conseguir.
Al acercarse Avery, las puertas se abrieron y se deslizaron
hacia un costado. Más allá del umbral había un joven alférez
vestido de azul, con el mentón firme y las manos pegadas a la
espalda. Avery entró por la puerta a un compartimiento
rectangular con una sala de espera a un lado y una cocina al otro,
luego dejó caer su bolsa de lona junto a su pierna, se cuadró en
atención, y saludó.
"Sargento de Estado Mayor Avery Johnson reportándose
como…" Dudó, dándose cuenta de que no se le había ordenado
que se presentara, y luego dijo, "Como se le indicó."
El alférez le devolvió el saludo con inteligencia, y luego
cogió la bolsa de Avery. "Déjeme guardar eso para usted,
Sargento. No se quedará a dormir aquí."
"Gracias, señor." Avery permitió que el alférez tomara la
bolsa y dijo, "Mis armas personales están en el bolso,
descargadas o enfundadas."
"Es un marine organizado. ¿Puedo ofrecerle algo de la
cocina? ¿Café o un sándwich?"
Avery agitó la cabeza y añadió, "Nada, gracias. A menos que
tenga a mano algún neutralizador de olores. Vengo
directamente del criotubo."
El alférez—su placa de identificación decía A. TISCHLER—
sonrió irónicamente. "Nunca lo hubiera imaginado." Dejó caer la
bolsa detrás de un mostrador y luego tomó una botella de
Rejuverol del refrigerador de bebidas. "No se preocupe. Sabían
lo que estaban recibiendo cuando le dijeron a la Teniente Ruta
que te enviara directamente."
"¿Cuál es su prisa?" preguntó Avery. "Nadie se ha molestado
en decirme qué estoy haciendo aquí."
"Ojalá lo supiera, sargento." Tischler empujó la botella de
Rejuverol en la mano de Avery, luego se acercó a una puerta
interior y presionó el pulgar contra un escáner biométrico. "No
hay necesidad de presentaciones. Ya saben quién eres."
La puerta se deslizó hacia un lado. Avery se adentró, luego
se cuadró en atención y levantó la mano en un saludo. Se
encontró en un gran compartimiento con un mapa estelar
holográfico en un extremo y una mesa de conferencias en el
otro. Al otro lado de la mesa estaban sentados dos oficiales
canosos con las tres estrellas de los vicealmirantes en la punta
del cuello. Uno era un hombre de cara demacrada en sus
cincuenta y tantos años, vestido con un uniforme de servicio
blanco sin chaqueta y con el nombre P.J. COLE encima del bolsillo
de su pecho. El otro era un hombre de mejillas huecas en
utilitarios camuflados de color azul sin parche de unidad,
etiqueta con el nombre o placas de servicio—una sugerencia no
tan sutil de que era de la ONI y, por lo tanto, que no se podía
joder con él.
Frente a ellos estaba sentada una mujer delgada con una
bata de laboratorio blanca. Ella estaba de espaldas a Avery, así
que todo lo que él podía decir de ella era que tenía el pelo
castaño hasta el cuello y que no la intimidaban en absoluto los
vicealmirantes. Ella estaba moviendo un dedo en la dirección de
ellos, moviendo su brazo hacia arriba y hacia abajo y
sermoneando a los dos como si fueran colegiales.
"…no puede derrotar a un enemigo que no entiende,
Almirante", dijo. "Debemos intentarlo de nuevo."
"¿Con qué propósito?" exigió el almirante de la ONI. "Usted
misma dijo que podría pasar un año antes de que el Grupo de
Materiales entienda la tecnología alienígena."
"Las guerras rara vez terminan en un año."
"Esta podría ser una excepción, Dra. Halsey." Mientras Cole
hablaba, le lanzó a Avery un saludo de regreso, y luego lo dirigió
hacia la silla vacía en la cabecera de la mesa de conferencias. "El
UNSC tiene dos opciones en este momento, una podrida y la otra
pésima. O nos enfrentamos al enemigo ahora mismo y
empezamos a perder flotas en batallas que no tenemos
oportunidad de ganar, o nos reunimos en puntos fuertes y
dejamos que el enemigo se quede con todo lo demás."
La vitrificación era un término relativamente nuevo para
Avery, pero que ya se había vuelto demasiado familiar. Se refería
a los resultados de un bombardeo alienígena de plasma, que
golpeaba la superficie de un planeta con tanto calor que el sílice
de la tierra común se fundía en vidrio. Parecía ser el método
favorito del Covenant para reducir los mundos humanos a
terrenos baldíos inhabitables.
"Pensaría que la respuesta es obvia", dijo Halsey. "Nos
reunimos en los puntos fuertes. Le tomará al Covenant por lo
menos dos años localizar todos nuestros mundos indefensos, y
para entonces el Grupo de Materiales habrá hecho ingeniería
inversa—"
"Catherine, el Comando de la Flota no puede hacer eso", dijo
el almirante de la ONI. Se refería al Comando de la Flota, que
supervisaba el despliegue y las operaciones de combate de toda
la Armada Espacial del UNSC. "Estaríamos dejando cientos de
mundos indefensos. Estaríamos condenando a miles de
millones de colonos a la muerte por incineración de plasma."
"Y si te comprometes prematuramente, perderás cada flota
que envíes—y dejarás cientos de mundos indefensos de todos
modos." La mujer se detuvo y vio como Avery se acomodaba en
la silla que Cole había indicado, y luego volvió a mirar al
almirante de la ONI. "Creo que tiene que hacer que el Comando
de la Flota lo entienda, Almirante Stanforth. No hay nada que
puedas hacer para salvar a esa gente, no hasta que yo pueda
darte las herramientas que necesitas para luchar."
En su silla en la cabecera de la mesa, Avery se sentó con la
baqueta derecha y se preguntó qué demonios estaba haciendo
allí. Nunca había oído hablar del Grupo de Materiales, ni de la
Dra. Catherine Halsey, ni del Vicealmirante Stanforth de la ONI,
lo que, en la tradición de los servicios clandestinos en todas
partes, probablemente significaba que no quería hacerlo. Aún
más confuso, ambos almirantes hablaban con Halsey como si
ella tuviera igual voz en sus decisiones.
Lo que no tenía ningún sentido. Ahora que Avery estaba
sentado junto a ella, podía ver que Halsey ni siquiera era militar.
Debajo de la bata de laboratorio llevaba un traje que se ajustaba
a la forma y que tenía más en común con un traje limpio de
laboratorio que con un uniforme, y en sus penetrantes ojos
azules había una terquedad que le habría hecho perder la
disciplina la primera semana del campamento de
entrenamiento.
Después de un momento, Cole se inclinó hacia delante y
apoyó sus antebrazos en la mesa. "Entendido, Dra. Halsey", dijo.
"Pero si el Comando de la Flota decidiera seguir tu plan—"
Avery resopló ante el disparate—estaba tan sorprendido
que simplemente le salió—y luego tragó con fuerza mientras
tres cabezas giraban en su dirección.
"Discúlpenme." Abrió el Rejuverol que le había dado el
Alférez Tischler. "Algo se fue por la tubería equivocada."
Stanforth sonrió con satisfacción. Cole simplemente frunció
el ceño y volvió a mirar a través de la mesa, dejando que Avery
se preguntara si los instintos del almirante reactivado podrían
estar tan oxidados que consideraría el plan de Halsey. En el
momento en que el UNSC comenzara a abandonar los planetas
y las masas en los mundos con puntos fuertes, las Colonias
Exteriores entrarían en una rebelión total, y el UNSC tendría dos
guerras en sus manos. Sin mencionar los miles de millones de
civiles muertos. Ningún comandante podría aceptar ese tipo de
bajas.
Pero Cole parecía decidido a considerar la idea. "Si
pudiéramos persuadir al Comando de la Flota para que siga tu
plan, Dra. Halsey, ¿cómo podemos estar seguros de que los
alienígenas irán tras objetivos indefensos primero? ¿Por qué no
destruir nuestros puntos fuertes, y luego localizar y eliminar los
mundos indefensos a su antojo?"
"Esa no es una estrategia de invasión eficiente", dijo Halsey.
"La forma más eficaz de avanzar es la penetración de impacto—
eludir los puntos fuertes para asegurar victorias fáciles y
apoderarse del territorio enemigo, y luego traer unidades más
pesadas para reducir los puntos fuertes de una manera más
mesurada. Esa ha sido una estrategia de infiltración óptima
desde que Oskar von Hutier la usó en la Operación Michael en
1918."
"¿Pero los alienígenas han estudiado la Operación Michael?"
preguntó Cole. "Más importante, ¿podrían conocer una forma
mejor?"
Stanforth asintió. "La tecnología dicta la estrategia", dijo. "Y
como no entendemos su tecnología—"
"No podemos anticipar su estrategia. Veo eso." Halsey se
quedó callada por un minuto, y luego dijo, "Y es una razón más
para intentar capturar otra nave."
Captura de naves. Avery tenía la sensación de que acababa
de oír la verdadera razón por la que estaba aquí. A principios de
ese año, había abordado una nave del Covenant cerca del
planeta Harvest, y luego terminó librando una larga batalla en la
superficie contra una compañía de guerreros alienígenas.
Probablemente sólo había un puñado de marines en el UNSC
que podían decir lo mismo, y eso hizo de Avery una buena
elección para dirigir una acción de abordaje suicida.
Pero Stanforth agitó con vehemencia la cabeza. "Otro
intento de captura es demasiado arriesgado", dijo. "Eso
mantiene al escuadrón de asalto a bordo demasiado tiempo.
Tenemos suerte de no haber perdido a nuestros Spartans en
Netherop."
"No fue suerte, Almirante", dijo Halsey. "Era entrenamiento
y capacidad—y la misión no fue un fracaso total. Ya he
averiguado mucho de las Banshees capturadas. Todavía
estamos aprendiendo a operarlas, pero puedo decirles que, a
pesar de la falta de instrumentalidad y de la enigmática
arquitectura, las unidades e incluso el armamento no parecen
ser tan eficaces—"
"Sí, eso es genial", interrumpió Cole. "¿Pero nos va a ayudar
este año?"
Halsey dudó y luego dijo, "Es un error centrarse en el corto
plazo, Almirante."
"El corto plazo es todo lo que tenemos." Cole se hundió en
su asiento, y su tono se hizo más firme. "Dra. Halsey, le
conseguiré una nave alienígena si se presenta la oportunidad,
pero la captura no puede ser nuestro objetivo principal.
Perdimos trece embarcaciones recuperando Harvest—contra
un defensor del Covenant. Si no frenamos el avance del
Covenant, las Colonias Exteriores estarán llenas de canicas el
año que viene."
"Me temo que estoy de acuerdo, Catherine", dijo Stanforth.
"Es la única manera de ganar el tiempo que tu grupo necesita
para darnos una oportunidad de pelear."
Halsey suspiró, y luego asintió de mala gana. "Apoyaré la
operación como pueda, naturalmente." Se volvió hacia Cole.
"Estoy deseando escuchar tu plan."
"Yo también." La mirada de Cole se deslizó hacia Avery. "Tan
pronto como desarrollemos uno."
El estómago de Avery se apretó. Ni siquiera había oído que
el UNSC había contraatacado en Harvest—mucho menos lo que
les había costado. "¿Me está pidiendo una opinión, señor?"
"¿Ves a alguien más en este compartimiento que parezca
que ha estado intercambiando fuego con alienígenas
regularmente?"
Avery miró alrededor de la mesa por el bien de la forma y
dijo, "No, señor."
"Ahora es el momento de hablar, Sargento", dijo Stanforth.
"Yo no falsifiqué esas órdenes de transferencia para que
pudieras sentarte sobre tus manos. Dinos lo que piensas."
Avery dudó un momento, intentando decidir si acudir a un
suboficial para pedir consejo hacía que los dos almirantes
permanecieran sagaces o desesperados. En cualquier caso, tenía
que responder—y no sólo porque se lo ordenaban. A menos que
hablara, nunca podría volver a quejarse del estúpido plan de
batalla de un comandante.
"Muy bien, señor. La primera cosa que me impacta es que
mientras que la tecnología del enemigo es muy superior a la
nuestra, sus soldados no lo son."
"Explíquelo con más detalle", dijo Cole.
"¿Asumo que todos ustedes han leído los informes de los
incidentes del contacto inicial en Harvest?
Stanforth asintió.
"Entonces piensen en lo que pasó allí", dijo Avery. "El
Sargento Byrne y yo matamos a cinco atacantes Jackal, y luego
nos abrimos paso a bordo de su nave. La única razón por la que
no la tomamos es porque su capitán la autodestruyó para evitar
la captura. Más tarde, luchamos contra una compañía de Brutes
y Grunts en el Jardín Botánico de Harvest con un pelotón de
milicianos medio entrenados. Y en las siguientes semanas,
logramos evacuar el planeta bajo sus narices. Así que, el
Covenant puede tener mejor equipamiento, pero por lo que he
visto, son soldados inferiores."
"Interesante", dijo Stanforth. "¿Y sus impresiones de las
diferentes especies?"
"Los Brutes son feroces", dijo Avery, "pero no tan listos
como creen que son."
"Lo siento… ¿Brutes?" preguntó Cole.
"Los que parecen grandes simios", dijo Avery. "Parece que
les gusta el combate cuerpo a cuerpo, donde su fuerza es una
ventaja. Los Jackals son astutos, pero no muy valientes. Los
Bichos..."
"¿Bichos?" preguntó Stanforth.
"Creo que se refiere a lo que John llama los Drones." Halsey
se volvió hacia Avery. "¿Esos insectoides voladores?"
"Suena bien", dijo Avery. "Como sea que los llamemos, son
implacables, pero fáciles de desviar. Y los Grunts… bueno, los
Grunts son mayormente peligrosos porque se interponen en tu
camino."
"¿Qué hay de los saurios altos?" preguntó Cole. "Esos son los
que me preocupan."
"No creo que el Sargento Johnson luchara contra ninguno de
ellos en Harvest", dijo Stanforth. Se volvió hacia Avery. "Son un
tipo de clase líder, más grandes y fuertes que los Jackals. Podrían
ser comparables a nuestros Soldados de Choque de Descenso
Orbital—inteligentes, duros y disciplinados."
"En otras palabras, los que matamos primero", dijo Avery.
Stanforth sonrió, y luego miró a Cole. "Él me agrada."
"Está seguro de sí mismo", contestó Cole. "Eso es bueno."
Avery estaba allí para algo más que un informe, se dio
cuenta. Estaba siendo evaluado para una tarea que podría no
querer. "Con todo respeto", dijo. "Si hay algo que debería
saber..."
"Y observador también", interrumpió Halsey. "Podrías
hacerlo peor."
"¿Peor que qué?" preguntó Avery. "¿De qué estamos
hablando aquí exactamente?"
"Relájate", dijo Stanforth. "Todavía no nos conocemos del
todo bien."
"Pero quieren un veterano en el equipo que haya luchado
contra el Covenant", dijo Halsey. "Y no hay muchos de ustedes
disponibles. El Covenant es muy minucioso en ese sentido."
"¿Qué equipo?" Preguntó Avery.
"Tranquilo, Sargento." Esta vez, las palabras de Stanforth
fueron una orden. "Hasta ahora, es sólo un equipo de
planificación."
Avery se relajó… un poco. "Pero no conozco las tácticas
navales, señor", dijo. "Soy un marine de la infantería."
"Usted también fue voluntario del proyecto ORION", dijo
Halsey. "Lo que lo convierte en un complemento ideal para esta
misión."
"¿Proyecto ORIÓN?" Avery repitió. Ese había sido un
programa de Guerra Especial Naval de alto secreto para crear
supersoldados biológicamente aumentados para luchar contra
la Insurrección. Como participante, Avery había adquirido su
calificación de Descenso Orbital y desarrollado habilidades de
francotirador y de combate cuerpo a cuerpo de primera clase.
Pero el programa había sido cerrado casi veinte años antes,
cuando sus resultados no justificaban el costo. "No tengo ni idea
de lo que está hablando."
Al unísono, Stanforth puso los ojos en blanco, Cole pareció
molesto y Halsey frunció los labios.
"Está bien… tal vez he oído hablar de eso", dijo Avery.
Incluso eso era más de lo que se suponía que debía admitir bajo
los protocolos ultraclasificados del proyecto ORION. Pero
estaba empezando a pensar que, de toda la gente sentada a la
mesa, él era el que menos sabía sobre el proyecto ORION. "¿Cuál
es la tarea?"
"Sigues preguntando eso", dijo Stanforth. "Y te lo digo, aún
no lo sabemos. De verdad."
"Lo siento, señor", dijo Avery. "Estoy un poco confundido."
"Trataré de aclarar eso", dijo Cole. "Las naves del Covenant
están protegidas por un escudo de energía que nada menos que
un arma nuclear o un Cañón Acelerador de Masa puede penetrar
de un solo disparo. Como sus embarcaciones son más rápidas y
maniobrables que las nuestras, es un problema."
"Porque nunca se tiene más de una oportunidad", supuso
Avery.
"A veces ni siquiera una", dijo Cole. "Para empeorar las
cosas, sus haces de plasma cortan nuestra armadura de Titanio-
A como si fuera papel."
"Y sus láseres de pulso son jodidamente casi tan malos", dijo
Stanforth. "Así que estamos tratando de encontrar una forma de
pelear que no involucre combates de flota a flota."
"Dados sus antecedentes en operaciones especiales,
Sargento", dijo Halsey, "y su creatividad para improvisar
durante la evacuación de Harvest, pensé que usted podría ser
una ventaja."
Avery asintió. "Definitivamente, puedo aportar una paliza
asimétrica a su juego", dijo. "Minas, señuelos, sabotaje logístico,
envenenamiento de provisiones, señales falsas… sólo deme un
par de merodeadores y cincuenta buenos ODST."
"Todas buenas ideas", dijo Cole. "Y ya estamos
implementando la mayoría de ellas."
"Queremos agregarte a algo que sea un poco más
contundente", dijo Stanforth. "Algo con el potencial de hacer que
el enemigo se retraiga."
A Avery no le gustaba cuando los oficiales decían potencial.
Eso significaba que estaban apostando a lo grande. Y cuando los
oficiales jugaban a lo grande, los soldados morían.
"Muy bien, los escucho."
"Como te has dado cuenta, los alienígenas no son tan buenos
como su tecnología", dijo Stanforth. "Tenemos una unidad
especial que ha aprovechado eso para abordar un par de
embarcaciones enemigas."
"El intento de captura del que hablaban cuando llegué", dijo
Avery. "El intento fallido de captura."
"Aun así, la embarcación fue destruida", dijo Stanforth.
"Como lo fue una nave del tamaño de una fragata la primera vez
que el equipo intentó esto."
"Es nuestra táctica en particular más efectiva, por todo lo
que hemos visto", añadió Cole. "Nos gustaría probarla en algo
más grande."
"¿Cómo de grande?"
"Tan grande como podamos encontrar", dijo Stanforth.
"No te preocupes." Cole mostró una sonrisa. "Tendrás
armas nucleares."
A Avery no le divirtió. Hasta ahora, Cole le pareció un
almirante que probablemente había sido un buen comandante
en su día, pero apenas alguien lo suficientemente especial como
para dejar la jubilación.
"Las armas nucleares son divertidas", dijo Avery. "Pero aún
no me he ofrecido voluntario para nada."
"Lo harás", dijo Stanforth. "Siempre lo haces."
"Después de veinte años", dijo Avery, "tal vez es hora de que
aprenda mi lección. Señor."
"Todavía no." Stanforth se inclinó y miró fijamente a Avery.
"No querrás perderte esto, Johnson. Serás parte de un equipo
que va a salvar a la raza humana… y no estoy exagerando."
Avery gruñó y deseó tener un cigarro ahora mismo. Siempre
pensaba mejor cuando masticaba un Sweet William.
Después de un momento, Avery dijo, "Algo tan grande como
lo que piensan estará protegido por una flota. No podemos
apresurarnos y enviar un grupo de abordaje."
"Por eso queremos tu experiencia en esta operación", dijo
Cole.
"Y su creatividad", añadió Halsey. "Imagino que necesitarán
desarrollar nuevas tácticas de infiltración para cada misión."
"¿Cada misión?" Avery repitió. "¿Piensan hacer esto más de
una vez?"
"Por supuesto", dijo Halsey. "No esperará detener al
Covenant destruyendo una nave, ¿verdad?"
"Supongo que no." Sin darse cuenta, Avery sacó un Sweet
William del bolsillo de su pecho y lo atascó, sin encenderlo, entre
sus dientes. "¿Cuál es nuestra fuerza?"
"La fuerza principal será un batallón de asalto espacial
ODST", dijo Cole. "El 21º."
Avery sonrió. "Los Dagas Negras del Coronel Crowther",
dijo. "Esa es una buena unidad."
"La mejor", dijo Stanforth. "Pero estarás unido a un
escuadrón especial de doce Spartans."
"¿Spartans?" Avery mordió su cigarro. Había oído a
Stanforth usar el término antes, pero había asumido que un
Spartan era una designación para un nuevo tipo de soldado de
operaciones especiales. Ahora empezaba a sonar más como una
unidad. O tal vez algún tipo de nave de infiltración avanzada.
"¿Qué es exactamente un Spartan?"
"Muéstrale, Catherine." Stanforth miró a Avery. "Tu
autorización de seguridad acaba de subir tres niveles,
Sargento."
Avery asintió, y Halsey sacó un panel de hologramas portátil
del bolsillo de su bata de laboratorio. Lo puso en la mesa frente
a Avery, y luego tocó la pestaña de activación.
El holograma de un metro de altura de una forma
fuertemente blindada apareció encima del panel. Con un casco
cuadrangular, una placa frontal espejada y una voluminosa
carcasa exterior, la figura se parecía más a un robot que a un
hombre. Si hubiera habido cañones integrados para añadir
potencia de fuego y unas cuantas extremidades adicionales para
facilitar el movimiento, Avery habría asumido que estaba
mirando a un androide de guerra prototipo. Pero el Spartan sólo
tenía dos piernas, dos brazos y un solo casco con una placa
frontal que miraba hacia adelante, así que tenía que haber un
humano dentro.
"Impresionante", dijo Avery. No había otras figuras en el
holograma que proporcionaran escala, pero a juzgar por el
tamaño de la carabina de asalto MA5K fijada a la montura
magnética en la parte posterior de la armadura, el Spartan tenía
que tener más de dos metros de altura. "Pero se necesitarán más
de doce soldados con armadura de lujo para hacer el trabajo del
que hablan."
"La armadura potenciada Mjolnir es el menor de sus activos,
Sargento Johnson." La voz de Halsey estaba orgullosa. "El
programa SPARTAN-II tuvo éxito donde el proyecto ORION
fracasó. Son lo que usted estaba destinado a ser."
"Este viejo fracaso ha estado haciendo el trabajo durante
dos décadas." A Avery no le gustaba que lo llamaran un fracaso,
pero al menos empezaba a entender por qué los almirantes
trataban a Halsey con tanta deferencia. "Pero adelante,
infórmeme de todos modos."
"No hay necesidad de ofenderse, Sargento Johnson. El
proyecto ORION te falló." Halsey dejó el holograma del Spartan
en el centro de la mesa. "Cada Spartan fue seleccionado a una
edad temprana por su inteligencia, destreza física, agresividad y
resistencia emocional. Nacieron, casi literalmente, para ser
soldados. Después del reclutamiento, se entrenaron durante
ocho años para convertirse en los guerreros más sobresalientes
que la humanidad haya visto jamás."
"¿Por qué sólo oigo hablar de ellos ahora?"
"Idealmente, no habrían estado completamente
desplegados hasta dentro de dos años", dijo Halsey. "Pero
cuando apareció el Covenant, tuvimos que acelerar el
programa."
"¿Así que iban a entrenarlos durante una década?" preguntó
Avery. "Hablando de exageración."
"No para lo que queríamos", dijo Halsey. "El tiempo extra
me habría dado la oportunidad de afinar sus aumentos
biológicos y desarrollar algunas mejoras personalizadas. Pero
no importa. Mis Spartans son aún más fuertes, más rápidos, más
resistentes y más capaces que cualquier soldado que haya
visto."
"No lo dudo", dijo Avery, recordando el largo ciclo de
inyecciones de mejora bioquímica que había soportado durante
el proyecto ORION. Había sido una experiencia agonizante llena
de rabia confusa inducida por hormonas—y, dado el tamaño
aparente del Spartan en el holograma, sólo podía maravillarse
de la angustia que el hombre debía haber soportado durante su
propio proceso de aumentación. "Pero si estos Spartans suyos
son tan grandes, ¿para qué me necesitan?"
"En primer lugar, usted tiene cierta comprensión de por lo
que han pasado", dijo Halsey. "Segundo, usted tiene algo que
ellos no tienen—veinte años de experiencia en combate."
"Exactamente", dijo Stanforth. "Estos chicos son soldados
de primera, pero aun así tienen quince años."
"¿Quince?" dijo Avery. "¿No los convierte eso en niños—"
"No son niños", interrumpió Stanforth. "Quítate esa idea de
la cabeza, Sargento. ¿He sido claro?"
Avery se lo tragó. "Sí, señor." Había hecho suficiente trabajo
para la ONI como para entender que el almirante le estaba
diciendo que no hiciera preguntas que la Oficina de Inteligencia
Naval no quería contestar. "Sólo quería preguntarles sobre su,
em, nivel de entrenamiento."
"Insuperable", dijo Halsey. "Entraron al campo de
entrenamiento a los seis años y ganaron todos los grados de
combate a los ocho—"
"Se podría decir que asistieron a una academia militar de
élite", dijo Stanforth. "No tan diferente de la Academia Corbulo
o la OCS de Luna."
Halsey hizo una mueca de dolor y miró hacia otro lado. "Sí.
Se pueden decir muchas cosas", se quejó. "Eso no hace que el
Complejo de Educación Primaria Marciana sea igual al Instituto
Perimetral de Física Teórica."
"Mis disculpas, Catherine." Stanforth pareció más
entretenido que arrepentido. Se volvió hacia Avery. "Lo
importante es que, sobre el papel, los Spartans son como el
soldado que tú eres. Sólo necesitan a alguien que entienda los
intangibles que no se pueden enseñar en una misión de
entrenamiento—alguien que tenga algunos trucos bajo la
manga."
"En otras palabras, un sargento", dijo Avery.
"Exactamente", dijo Stanforth. "Sólo que no un sargento que
da órdenes."
Avery frunció el ceño. "¿Busca un sargento o una niñera?"
"Más bien un hermano mayor", dijo Stanforth. "Ya tienen un
líder de escuadrón en quien confían, y tú nunca lo
reemplazarías."
"Él entiende sus capacidades de una manera que usted
nunca entenderá", agregó Halsey. "Han estado entrenando
juntos tanto tiempo que su comunicación parece casi telepática
a veces."
Avery mordisqueó su cigarro y se preguntó si se atrevería a
decir que no. Lo último que quería era hacer de niñera de un
equipo de botas nuevas. Pero no conocía a ningún almirante que
apreciara que le dijeran que no, y los almirantes de la ONI no se
comportaban bien.
Si rechazaba esta tarea, tenía la sensación de que la
siguiente sería vigilar bolas de nieve en Venus.
Finalmente, Avery suspiró. "Si soy tan importante para la
operación, ¿cómo puedo negarme?"
"Exactamente." Stanforth mostró una sonrisa de labios
apretados. "No puedes."
CAPÍTULO 5

0558 horas, 8 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Espacio Profundo, Sector Polona

Incluso en una embarcación tan grande como el crucero furtivo


Punto de Fuga del UNSC, John-117 era demasiado alto para estar
de pie dentro del centro de planificación táctica. Él debía ser un
espectáculo asombroso, porque mientras seguía a la Dra.
Catherine Halsey hacia la mesa de conferencias, todos los ojos
se dirigían hacia él y permanecían fijos allí. Llevaba su uniforme
de servicio caqui en lugar de su armadura Mjolnir, pero en
espacios estrechos como el CPT, la ropa estándar solo parecía
enfatizar su tamaño.
La Dra. Halsey tomó la primera silla vacía, pero John se
detuvo a dos pasos de la mesa y se puso a sí mismo en una
versión de atención por encima de la mesa. Había más altos
mandos en el compartimiento de lo que normalmente veía en un
mes, con el Vicealmirante Preston Cole parado al final de la mesa
entre Halima Ascot y un coronel de los marines que John no
reconocía.
Sentado en la mesa, a tres sillas desde el fondo, había un
sargento de estado mayor con la piel oscura y un bigote
recortado. Era bastante viejo—alrededor de los cuarenta,
adivinó John—con patas de gallo alrededor de sus ojos y líneas
de expresión permanentes en su boca.
El coronel llevaba el emblema con el cráneo en llamas de los
ODST en el pecho de sus utilitarios de combate, y el emblema de
la Daga Negra del 21º Batallón de Asalto Espacial en su hombro.
El sargento no llevaba ningún emblema de unidad—una
indicación de que acababa de ser transferido al batallón o que
estaba asignado a una unidad de operaciones clandestinas de la
ONI.
Cole le devolvió el saludo a John. "Tome asiento, Suboficial."
Señaló una silla junto a la que la Dra. Halsey había seleccionado.
"No es necesario que dobles ese grueso cuello tuyo."
"Gracias, señor."
John se deslizó en la silla indicada y se encontró
directamente enfrente del sargento de estado mayor bigotudo.
Sobre el bolsillo del pecho, el sargento llevaba una etiqueta con
el nombre de A. JOHNSON, pero John sabía que no debía asumir
que era el nombre real del hombre. Era exactamente el tipo de
alias genérico que la ONI podría asignar a un operador que no
quería reconocer.
Cualquiera que fuera su nombre real, el sargento estudió a
John con un aire de valoración descarada, como si no pudiera
decidir si John era un verdadero soldado o sólo un pretendiente
de gran tamaño. John no se ofendió. Con ojos azules claros y
delgadas cejas marrones en una cara ovalada, John todavía
parecía un adolescente, y sabía que eso lo hacía parecer menos
capaz de lo que era.
Cole esperó hasta que Ascot y el coronel de los marine
hubieran tomado sus asientos, y luego asintió hacia una cabina
de control en la parte trasera del compartimiento. "Ya están
todos."
La puerta del CPT se cerró deslizándose, luego se instaló un
silencio sobre el compartimiento y todos los ojos se volvieron
hacia el almirante. Bueno, casi todos los ojos—Johnson continuó
estudiando a John.
"Empecemos con lo obvio", dijo Cole. "Estamos celebrando
esta reunión a bordo de la Punto de Fuga, en lugar de mi nave
insignia, por seguridad operativa. Hay mucha gente inteligente
a bordo de la Everest, y si vieran a este grupo reportándose a mi
sala de conferencias, las lenguas empezarían a menearse."
John miró alrededor de la mesa y se dio cuenta de que Cole
tenía razón. La capitana de un escuadrón de merodeadores… el
comandante de un batallón de asalto espacial… un veterano
sargento de operaciones encubiertas. Incluso antes de que se
considerara a sí mismo y a la Dra. Halsey, le parecía obvio que
se estaba reuniendo una fuerza para abordar otra nave del
Covenant. Probablemente una grande.
"Ahora, presentaciones." Cole señaló a Ascot. "Capitana
Halima Ascot, comandante de la Fuerza de Tarea Yama."
Los ojos de Ascot se abrieron de par en par ante la
declaración, una señal de que esa posibilidad aún se estaba
discutiendo cuando John y la Dra. Halsey entraron en la sala.
Recuperándose rápidamente, metió un mechón de pelo rubio
corto detrás de una oreja, y luego volvió sus ojos grises hacia los
demás.
"En este punto… No sé mucho más que ustedes", dijo. "Todo
lo que puedo añadir es que la Fuerza de Tarea Yama será una
fuerza de merodeadores compuesta por tres escuadrones de
merodeadores de las clases Eclipse y Razor, cada uno de ellos
liderado por un merodeador de la clase Sahara. La Punto de
Fuga servirá como nuestra nave de apoyo logístico."
John frunció el ceño. Tres escuadrones eran exagerados
para una misión de captura—incluso si eran merodeadores.
Sigilosos o no, ese número de embarcaciones aumentaría las
posibilidades de que la parte que sube a bordo sea vista a
medida que se coloca en posición.
Cole extendió una mano hacia el coronel de los marines. "El
Coronel Marmon Crowther, comandante del 21º Batallón de
Asalto Espacial de los Dagas Negras."
"Gracias, Almirante." Un hombre bajo y delgado de unos
cincuenta años, Crowther tenía el pelo negro, la piel aceitunada
y los ojos del color del acero azulado. "Los Dagas Negras
consisten en ochocientos Soldados de Choque de Descenso
Orbital de élite, entrenados y equipados para operaciones en
cero G. Todavía tenemos que enfrentarnos al Covenant, pero
sólo el año pasado irrumpimos y nos apoderamos de dieciocho
instalaciones de los insurreccionistas en lugares que van desde
una órbita planetaria baja hasta un espacio de transición
profundo. Con el consejo de aquellos que han luchado contra los
alienígenas antes, estoy seguro de que podremos adaptar
nuestras tácticas a la misión… sea lo que sea."
Cole hizo un gesto hacia el sargento que estaba frente a
John. "El Sargento Avery Johnson, francotirador de tácticas
especiales. Estaba entrenando a la milicia colonial en Harvest
cuando llegó el Covenant, así que ha tenido mucha experiencia
en peleas con los alienígenas."
Johnson asintió hacia los oficiales. "Es un honor estar aquí."
Cole señaló a la Dra. Halsey a continuación. "La Dra.
Catherine Halsey está liderando el esfuerzo de analizar y aplicar
ingeniería inversa a la tecnología alienígena. El material
confiscado llegará a ella primero, y ustedes deben tratar de
cumplir con sus peticiones de captura de artículos específicos.
Para que el UNSC gane esta guerra, su trabajo debe tener éxito."
Lo que Cole no dijo fue que, como la creadora y directora
científica del programa SPARTAN-II, la Dra. Halsey estaba a
medio camino entre una oficial comandante y una madre para
todos los Spartans. Ella había seleccionado personalmente a
John y a muchos de los otros, supervisó su educación general y
vigiló cuidadosamente su entrenamiento militar, había
supervisado sus aumentos biológicos, y fue ella quien diseñó su
armadura potenciada Mjolnir. Aunque no tenía rango militar, la
mayoría de los Spartans la veían como su autoridad cardinal y
la trataban con una deferencia y respeto que en raras ocasiones
superaba incluso lo que mostraban a almirantes y generales.
Cuando Halsey decidió no añadir nada a su introducción,
Cole siguió adelante y señaló a John.
"Y, por último, tenemos al Suboficial de Primera Clase John-
117. Dirige un escuadrón de operadores de NavSpecWar con
armadura potenciada conocidos como Spartans. Su existencia es
clasificada como de alto secreto, y deben enfatizar a sus
subordinados que cualquier mención de su unidad a personal
no autorizado resultará en cargos."
Cole había tenido cuidado de omitir cualquier referencia a
la ONI o a la Sección Tres cuando presentó a John y a la Dra.
Halsey. Esto hizo que John se preguntara qué es lo que el
almirante había olvidado mencionar sobre las otras personas en
el compartimiento. Miró a través de la mesa y encontró a
Johnson estudiándolo de nuevo, mirándolo abiertamente de una
manera que parecía casi un desafío.
John se encontró con la mirada del sargento y dejó que sus
labios se apretaran con una leve sonrisa. No tenía ni idea de lo
que podría ser el juego de Johnson—pero fuera lo que fuera,
John no tenía la intención de perderlo.
"A partir de ahora", continuó Cole, "todos ustedes están
asignados a la Fuerza de Tarea Yama durante la Operación:
TORMENTA SILENCIOSA. Su objetivo es interceptar la flota
invasora del Covenant, luego abordar tantas naves capitales
como se pueda y detonar dispositivos nucleares tácticos de bajo
rendimiento dentro de sus cascos."
La mandíbula de Ascot cayó, y los ojos de Crowther se
abultaron. Ambos miraron a Cole como si estuviera loco.
"Lo siento, señor..." dijo Crowther. "¿Sugiere que lancemos
nuestras tropas contra el enemigo como misiles?"
"Espero que seas un poco más sutil que eso", dijo Cole. "Pero
cualquier cosa que necesites hacer."
Los ojos de Crowther se movieron hacia Ascot, pero su
mirada se había distanciado, y John adivinó que estaba
pensando en las dificultades tácticas de la misión de Netherop.
John se encontró sonriendo ampliamente, como a menudo
lo hacía cuando finalmente veía cómo derrotar a la oposición.
"Creo que es una buena idea, señor. Los alienígenas nunca lo
verán venir."
"Con buena razón", dijo Crowther. Se volvió hacia Cole.
"Almirante, ya es bastante difícil infiltrar un solo equipo de
asalto en una nave enemiga solitaria. ¿Pero usar todo un
batallón para abordar docenas de embarcaciones en medio de
su flota? No estoy seguro de que se pueda hacer."
"No dije que tuvieras que usar todo el batallón", dijo Cole.
"Cualquier forma en que puedas hacer el trabajo estará bien."
Crowther se negó a retroceder. "Señor, si me permite hablar
libremente—"
"Lo has estado haciendo." La mirada de Cole se deslizó hacia
John, y luego continuó, "Puede que quieras incluir a John en tus
sesiones de planificación. Por lo que he oído, los Spartans son
muy buenos haciendo lo que no se puede hacer."
La expresión de Crowther se nubló, pero bajó la mirada y
asintió. "Si esas son mis órdenes."
"Tus órdenes son destruir la flota del Covenant de todas las
formas posibles." Cole se detuvo, y su tono se volvió conciliador.
"Marmon, si el UNSC no puede hacer que la nariz del Covenant
sangre aquí, la guerra ya está perdida. Necesito que encuentres
una solución."
Halsey se inclinó hacia Cole. "Entonces pon a John-117 al
mando. Al menos cree en la misión."
Cole parecía menos sorprendido por la sugerencia que John,
y el almirante agitó rápidamente la cabeza. "Ya discutimos esto,
Dra. Halsey. John no está listo para dirigir una operación de esta
envergadura."
Halsey se volvió hacia Crowther. "¿Cuántos combates han
peleado tú y los Dagas Negras contra el Covenant?"
"Ese no es el punto, Doctora", dijo Cole. "La experiencia de
John es en tácticas de unidades pequeñas. Comandar un batallón
es un setenta por ciento de logística."
"Estoy seguro de que el coronel Crowther estará encantado
de ayudar—"
"Dra. Halsey, los Dagas Negras no me conocen", dijo John.
"Tendrán más fe en su coronel."
Halsey le disparó un ceño fruncido, pero él fingió no darse
cuenta. Puede que sea una científica brillante, pero no era una
soldado. Ella despreciaba la cadena de mando, no entendía
cómo la lealtad mantenía unida a una buena unidad, y no podía
ver que Crowther sólo intentaba asegurarse de que no enviaría
a sus soldados a morir en una misión que no tenía ninguna
posibilidad de éxito. En la posición del coronel, John habría
hecho lo mismo.
Se volvió hacia Crowther. "Estoy ansioso por servir a sus
órdenes, Coronel. Siéntase libre de llamarme si tiene preguntas
sobre las capacidades de los Spartans o nuestras experiencias
luchando contra los alienígenas."
El ceño fruncido de Crowther no desapareció del todo. "He
sido completamente informado sobre ambas cosas, Suboficial.
Estoy seguro de que tú y tus Spartans serán un activo vital para
la operación."
No era precisamente una promesa a consultar, pero al
menos Crowther parecía tener cierta conciencia de las
capacidades de los Spartans. Al darse cuenta de que sólo
distanciaría al coronel presionando para que planeara su
participación ahora, John se sentó en su silla—y se dio cuenta de
que Johnson lo estaba observando de nuevo. Esta vez, el
sargento asintió y miró hacia otro lado.
Cole permitió que un silencio se asentara sobre el
compartimiento, luego apoyó sus manos en la mesa e inclinó sus
manos hacia adelante.
"Esta es una misión desesperada", dijo. "No hay forma de
rechazarla. Pero el UNSC necesita tiempo para desarrollar
contramedidas efectivas contra la tecnología del Covenant, y es
tu trabajo comprar ese tiempo. Tienes que hacer que los
comandantes alienígenas nos teman. Tienes que convencerlos
de que los humanos están locos, que cada vez que una flota del
Covenant supere su capacidad de apoyo o no logre consolidar
sus avances, encontraremos la forma de hacerla pagar."
"Lo entiendo, señor. Guerra no convencional", dijo
Crowther.
"Piensa en lo poco convencional como tu punto de partida",
dijo Cole. Se enderezó de nuevo. "Pero creo que nos
entendemos. ¿Alguna pregunta sobre su objetivo?"
John agitó la cabeza, como todos los demás sentados a la
mesa.
"Bien", dijo Cole. "Sólo para que lo sepan… actualmente, la
principal flota invasora del Covenant es la de Etalan."
"¿Por qué?" preguntó Johnson. "Si ese es Etalan del sistema
Igdras, estuve allí una vez en un reconocimiento. Son diez
millones de nómadas que viven en cien mil campamentos. El
lugar es tan pobre que comparten ropa interior."
"Ese es el planeta, Sargento. Y no tengo una respuesta para
ti. Nuestros analistas aún están tratando de averiguar por qué el
Covenant quema algunos planetas y parece ignorar otros." Cole
se detuvo y añadió, "Lo que sí sabemos es que Biko está a sólo
un corto deslizamiento de distancia."
"Y ahí es donde crees que deberíamos atacarlos", supuso
Ascot. Un mundo agrícola con inclinaciones insurreccionistas,
Biko era orbitado por tres lunas ricas en recursos y un puñado
de astilleros. "Si los alienígenas evitan Biko, nos están dejando
una base potencial de operaciones—en medio de su ruta de
invasión."
"Mis pensamientos exactamente", dijo Cole. "El Covenant es
impredecible, pero no estúpido. No pueden saltarse Biko."
Ascot sacó una tableta de datos del bolsillo de su muslo y
tocó unas cuantas teclas, luego levantó la vista. "Estaremos allí
esperando."
Cole sonrió. "Supuse que lo harías. El Grupo de Batalla X-Ray
llamará su atención lanzando una campaña de acoso de alta
intensidad. Será de verdad, y cuando podamos hacer daño, lo
haremos. Pero nuestro principal objetivo será mantenerlos
pensando en nosotros hasta que Yama pueda acercarse para
una puñalada en el estómago."
"¿Y después?"
"Desaparecer", dijo Cole. "Y hacerlo de nuevo."
"¿Por nuestra propia iniciativa?" preguntó Crowther.
Parecía un poco sorprendido por las instrucciones del
almirante. "¿Sin coordinación?"
"Correcto", dijo Cole. "Si tienen éxito en Biko, nuestros
papeles se invertirán—los alienígenas estarán cazando a Yama,
y X-Ray estará royendo sus talones. No quiero que salga ninguna
inteligencia indirecta ahí fuera que pueda revelarlos, así que
váyanse a oscuras. No hay servicios de mensajería, sólo
comunicaciones punto a punto, ni contacto amistoso. Ordenen
sus provisiones cuando puedan. Si necesitan hacer una parada
en el depósito, preséntense sin avisar, tomen lo que necesiten y
despeguen rápido."
"Entendido", dijo Ascot. "¿Cuándo paramos?"
"Cuando tengan que hacerlo." Cole dirigió su mirada
alrededor de la mesa, haciendo una pausa para establecer
contacto visual con cada persona presente, y luego dijo, "Todos
ustedes han estado en misiones de infiltración antes, así que ya
conocen el procedimiento. La Capitana Ascot controla las
operaciones espaciales. Ella está a cargo hasta el salto. Una vez
que una fuerza de asalto salga de las naves, el Coronel Crowther
controla todo menos a los merodeadores."
Crowther y Ascot asintieron al entenderlo.
Cole se volvió hacia John. "John-117 recibirá órdenes del
Coronel Crowther, pero los Spartans le informarán a él."
"Muy bien, señor", dijo John.
"El Sargento Johnson servirá como recurso de
entrenamiento para los Dagas Negras", dijo Cole. "Pero sus
superiores lo quieren unido a los Spartans. Sus calificaciones y
experiencia se adaptan mejor a su estilo de operación."
Johnson inclinó la cabeza hacia John. "Estoy deseando
trabajar contigo, Suboficial."
"Lo mismo digo, Sargento de Estado Mayor." No se le escapó
a John que Cole había tenido cuidado de no identificar a los
superiores de Johnson—una señal segura de los antecedentes
del sargento con la ONI. "Estoy ansioso por comparar apuntes."
Johnson mostró una sonrisa. "Será interesante."
"La Dra. Halsey no tiene autoridad directa sobre la misión,
pero como dije antes, traten de hacerla feliz." Cole se detuvo y
añadió, "Y manténganla a salvo. Si ella muere, también lo hacen
las esperanzas del UNSC."
Ascot se volvió hacia Halsey. "Considérate confinada a la
Punto de Fuga."
Halsey frunció el ceño. "Eso no es práctico. Puede que
necesite—"
"Sea lo que sea, te lo traeremos", dijo Ascot. "La Punto de
Fuga es la única embarcación de la Fuerza de Tarea Yama que
evitará al enemigo."
"Ponle una tobillera de control si es necesario." Mientras
Cole hablaba, mantuvo los ojos en Halsey. "Hablo en serio,
Doctora. Si piensas en desobedecer, la Capitana Ascot te enviará
de vuelta a Reach. ¿Queda claro?"
Halsey asintió de mala gana. "La tobillera no será
necesaria", dijo. "Conozco mi valor para el UNSC mejor que tú."
Cole la estudió por un momento. "Eso espero." Movió la
mirada hacia el resto de la mesa. "¿Alguna pregunta sobre la
cadena de mando?"
Cuando no hubo ninguna, Cole enderezó su postura.
"Entonces, buena caza."

John y su escuadrón de Spartans pasaron la primera parte del


deslizamiento de diez días en la bodega de preparación de la
misión de la Punto de Fuga, entrenando contra el 21º Batallón
de Asalto Espacial ODST. Ambos bandos estaban armados con
BBTs—balas de bloqueo táctico que indicaban a la armadura de
un objetivo que se bloqueara en su posición al ser golpeada. Los
ejercicios iniciales eran simples escenarios de combate de
gravedad cero con números iguales en ambos bandos, y al
principio John sospechaba que Crowther sólo quería probar que
sus ODSTs eran tan buenos como los Spartans. Pero al terminar
sesión tras sesión con los Dagas Negras flotando en sus
armaduras bloqueadas, el coronel comenzó a probar a los
Spartans bajo circunstancias más difíciles.
Una vez, Crowther llenó la bodega con obstáculos flotantes,
y luego ordenó a un equipo de cuatro Spartans que recuperara
un balón inexistente mientras se enfrentaba a un pelotón entero
de Dagas Negras. En otra ocasión, hizo que los doce Spartans
defendieran una escotilla contra un asalto que no terminó hasta
que la bodega estaba tan llena de ODSTs bloqueados por las
balas de bloqueo que nadie podía maniobrar. Para la tercera de
estas pruebas—un escenario de rescate de rehenes en el que el
"rehén" resultó ser un impostor hostil—John se dio cuenta de
que Crowther estaba haciendo todo lo que podía para
comprender las capacidades de los Spartans.
Mientras tanto, los Dagas Negras se ganaban el respeto de
John. Los Spartans comenzaron a sufrir bloqueos inesperados
con una desventaja de sólo cinco a uno, que era
aproximadamente la mitad de la proporción normal de las
compañías ODST a las que se habían enfrentado mientras se
entrenaban en Reach. Cuando la desventaja llegó a doce a uno,
los Spartans ya no podían estar seguros de prevalecer, y eso no
debería haber ocurrido hasta que las probabilidades fueran el
doble de malas.
Entonces Avery Johnson comenzó a dirigir las unidades
opuestas, y de repente el tiempo de reacción rápida de los
Spartans y el entrenamiento arraigado se convirtieron en un
problema. Un equipo de Dagas Negras intentaba deslizarse más
allá de una posición, y cuando un Spartan se movía para
bloquearlos, una fuerza aún mayor aparecía en su flanco. O un
asalto fallaba, y cuando los Spartans trataban de perseguir a la
unidad en retirada, se encontraban bajo fuego por todos lados.
Una vez, un francotirador comenzó a disparar sin descanso
desde la misma posición. Linda lo eliminó con un contragolpe—
e inmediatamente fue bloqueada por una tormenta de fuego que
se acercaba.
John vio lo que Johnson estaba haciendo, por supuesto—
gastar soldados como monedas para hacer que los Spartans se
expusieran. Era una táctica que los comandantes de operaciones
especiales nunca emplearían en el combate en vivo, aunque sólo
fuera porque los soldados de élite eran muy costosos de
entrenar. Pero ciertamente era una que los alienígenas usarían.
John los había visto hacerlo varias veces—la última vez durante
el intento de captura en Netherop. La diferencia era que Avery
Johnson entendía las tácticas de las fuerzas especiales del UNSC
tan bien como John, y estaba usando ese conocimiento para
engañar a los Spartans para que cometieran un error tras otro.
John tenía que respetar el ingenio del hombre.
Pero aun así se sentía como si el Sargento Johnson estuviera
haciendo trampa.

A la cuarta mañana, John estaba cada vez más frustrado por su


incapacidad para contrarrestar los trucos de Johnson. La táctica
más efectiva parecía ser esperar y esconderse hasta que el
sargento ordenara un avance masivo, pero incluso eso sólo
funcionaba hasta que los Spartans se quedaran sin municiones.
Además, los Spartans no eran tropas de guarnición. Se
suponía que eran ellos los que atacaban, y eso era exactamente
lo que John iba a hacer.
Hoy, en lugar de confiar en las tácticas estándar que el
Sargento Johnson anticiparía de todos modos, tenía la intención
de lanzar una arremetida inmediata e interrumpir el plan de los
Dagas Negras antes de que pudiera ser ejecutado.
Desafortunadamente, el Coronel Crowther tenía otras ideas.
Después del desayuno, ordenó a todo el personal de asalto que
se reportara al hangar de descenso y se formara por compañía.
El hangar estaba inactivo y cubierto de oscuridad, y en sus
cascos negros y armadura de asalto espacial, los ODST del otro
lado de la formación desaparecieron en la oscuridad—un efecto
que hizo que el batallón de ochocientos miembros pareciera un
sinfín de fantasmas.
Los Spartans fueron asignados temporalmente al 21º en
lugar de ser parte de él, por lo que permanecieron adyacentes a
la Compañía Alfa en un ángulo recto. Su Mjolnir permanecía
teñida con la capa refractiva aplicada antes del intento de
captura en Netherop, por lo que también se asemejaban a
fantasmas—doce versiones más grandes y voluminosas de los
Dagas Negras. Con ellos estaba Avery Johnson, que todavía se
veía muy humano en su habitual gorra de campo y en sus
utilitarios de combate verdes.
Crowther y su asesora salieron de la penumbra, ambos en
utilitarios de combate negros. La ayudante hizo que la
formación se pusiera en atención, y Crowther comenzó.
"Los comandantes de sus compañías les han informado
sobre nuestra misión, así que saben que nuestra misión es
abordar naves capitales alienígenas y destruirlas usando
dispositivos nucleares tácticos. Voy a ser honesto. Cuando nos
dieron esta misión, no creí que se pudiera hacer.
"Pero en los últimos cuatro días, los Dagas Negras me han
convencido de que estaba equivocado. En los ejercicios contra
los Spartans, han demostrado su habilidad para adaptarse a un
feroz y hábil adversario, y estoy seguro de que demostrarán ser
igual de ingeniosos cuando empecemos a matar alienígenas. En
su trabajo con el Sargento Johnson, han aprendido un nuevo
estilo táctico que espero que nunca tengamos que
implementar."
Un escalofrío bajó por la columna vertebral de John. Había
asumido que las tácticas de sangre fría de Johnson eran sólo
para propósitos de ejercicio, pero Crowther sonaba como si
estuviera preparado para emplear maniobras similares en el
combate real—y John no quería ser parte de eso. Ya había sido
bastante difícil dejar atrás a Sam cuando no había otra opción;
si empezaba a enviar a sus compañeros Spartans a la muerte a
propósito, perdería toda la confianza en su propio juicio.
Crowther se agarró las manos por detrás de la espalda. "Hoy
empezamos los ejercicios de integración. Un Spartan será
asignado a doce de los pelotones del 21º." Él mostró una sonrisa
irónica, y luego continuó, "Ellos serán los que llevarán las armas
nucleares."
Un coro de risitas moduladas por los altavoces crujió a
través del batallón, pero todo lo que John escuchó en el canal de
comunicación Spartan fueron jadeos de incredulidad. Crowther
no sólo estaba separando las unidades de los Spartans, sino que
las estaba asignando a un papel de transporte—utilizándolos
para apoyar el ataque cuando deberían estar dirigiéndolo.
"Esto nos permitirá alcanzar doce objetivos distintos",
continuó Crowther. "Suponiendo que podamos alcanzar un
índice de éxito del cincuenta por ciento, la flota invasora será
golpeada duramente. ¿Alguna pregunta?"
Las manos de una docena de tenientes de los Dagas Negras
se levantaron, y Crowther comenzó a responder a las preguntas
sobre la carga de armas, los métodos de inserción, y la autoridad
de mando.
Lo que John quería preguntar es si Crowther había perdido
la cabeza.
Si los Spartans estuvieran atacando objetivos separados, no
serían capaces de apoyarse mutuamente—y la eficiencia de un
equipo de Spartans disminuía exponencialmente cada vez que
un miembro era removido. La Dra. Halsey estimó que un
Spartan operando solo era sólo un dieciséis por ciento tan
efectivo como un equipo de cuatro miembros… y dieciséis veces
más propenso a ser asesinado.
Si Crowther se hubiera molestado en consultar a John antes
de desarrollar su estrategia, lo habría sabido.
Las preguntas continuaron llegando, y John continuó
humeando. No tenía intención de desafiar a Crowther frente al
batallón, pero el coronel había ignorado por completo la
sugerencia del Almirante Cole de incluir a John en sus sesiones
de planificación. Tal vez Crowther se había sentido
menospreciado cuando la Dra. Halsey presionó para que se le
diera a John el mando de la operación, o tal vez simplemente
estaba enfatizando que él era el que estaba a cargo. De cualquier
manera, John ya no se sentía bien al hablar en contra de la
sugerencia de la Dra. Halsey. Claramente ella había leído algo en
el carácter del coronel que él no había leído.
Mientras John consideraba cómo debía responder, Avery
Johnson comenzó a susurrar desde el rabillo de su boca.
"No puedes estar contento con este plan, Suboficial."
"Negativo." El susurro de John era un poco más fuerte que
el de Johnson, ya que se transmitía a través del altavoz externo
de su casco. "Pero el coronel no me pidió mi opinión."
"No quería darte la oportunidad de objetar." Johnson
sonaba enojado. "Así que tienes que hacerlo ahora."
"¿Delante de todos?" John agitó su casco. "Lo haré en
privado."
"Nunca sucederá, hijo—no hasta que haya conseguido que
Ascot firme este plan." Johnson seguía susurrando. "Se llama
impulso de planificación, y ha perdido más batallas que el mal
suministro y el mal terreno juntos."
"Cuando nos despidan, entonces."
La voz de Crowther resonó por toda la cubierta. "Repite eso,
Spartan."
La mirada de John se volvió hacia el centro, y encontró a
Crowther y a su ayudante mirándolo. "¿Señor?"
"Repite la pregunta." La voz de Crowther llevaba una nota
de advertencia. Era una violación del protocolo conversar
mientras estaba en atención, así que sólo había una razón válida
para que John hablara. "Estabas tratando de preguntar algo,
¿no?"
"Por supuesto, señor." John se encontró a sí mismo
preguntándose si Johnson había estado tratando de hacer que
llamara la atención de Crowther. "Respetuosamente… los
Spartans están entrenados para trabajar en equipo, así que me
preocupa separarnos. Si todos atacamos diferentes naves, no
veo cómo podremos apoyarnos unos a otros."
Crowther bajó la frente. "Obviamente, no lo harán", dijo.
"Los Dagas Negras pueden no tener la velocidad y la armadura
de un Spartan, pero están bien entrenados. Después de unos días
de entrenamientos, verás que un pelotón de soldados de asalto
espacial te da todo el apoyo que necesitas."
"Muy suave, John", dijo Kelly-087 dentro del casco de John.
El canal de comunicación del equipo era un canal encriptado
sólo para los Spartans, así que no había riesgo de ser oídos.
"Ahora los Dagas Negras creen que no nos agradan."
John ignoró su sarcasmo y trató de recuperarse con gracia.
"Los Dagas Negras son impresionantes, señor. Ciertamente no
quise insinuar que no lo son."
"Aun así, no son Spartans", dijo Johnson. Les sonrió a los
Dagas Negras. "Sin ofender, gente, pero ustedes saben que es
verdad."
John no estaba seguro de si estaba más sorprendido por el
alegre murmullo del batallón, por la aprobación de Crowther, o
porque un sargento de estado mayor se sintiera libre para
desafiar el plan de un superior frente a las tropas. La estructura
de mando de las unidades de las fuerzas especiales era
típicamente informal, pero, aun así. Avery Johnson era un loco
insubordinado—o mucho más importante de lo que parecía.
Y Crowther no estaba haciendo fácil saber cuál. Sus ojos
destellaban de ira, pero cuando hablaba, su tono era conciliador.
"No creo que nadie discuta el punto, Sargento Johnson. ¿Te
preocupa algo de mi plan?"
"Tal vez sólo un poco", dijo Johnson. "Maximizar la lista de
objetivos, entiendo. Pero cualquiera puede llevar una bomba
nuclear. ¿Por qué asignar ese trabajo a la artillería pesada? Los
Spartans deberían estar al frente, liderando el asalto."
Crowther asintió pensativo. "Eso tiene sentido, hasta cierto
punto", dijo. "Pero en operaciones sin precedentes como estas,
los Dagas Negras han tenido más éxito y han sufrido menos
bajas—cuando lideramos con experiencia."
"Ya lo veo, pero los Spartans—"
"Son sólo niños", dijo Crowther. "Tengo soldados que han
sido Dagas Negras por más tiempo del que los Spartans han
estado sin pañales."
Un resoplido electrónico sonó desde la primera fila de
Spartans, y John se giró para ver a una Spartan relativamente
pequeña de pie en un ligero ángulo con el resto de la línea. Sus
hombros estaban rectos hacia Crowther, y su casco estaba
ladeado en un ángulo desdeñoso. Era, por supuesto, Daisy-023.
Siempre era Daisy.
John seleccionó su botón del canal del equipo. "Daisy,
detente."
Pero Crowther ya estaba caminando por la cubierta, su
mirada fija en el casco de Daisy y su boca de labios delgados se
convirtió en una mueca de desprecio.
"Dime que me equivoco, Spartan…" Se detuvo para leer el
número de la armadura del torso de Daisy. "Cero-dos-tres.
¿Cuántos años tienes?"
Daisy se inclinó. Aunque tenía un poco menos de dos metros
de altura en armadura, todavía tenía toda la cabeza sobre
Crowther.
"Nuestra edad no importa, señor", dijo ella. "Nuestro
entrenamiento sí."
"No tanto como tu experiencia." Crowther levantó la
barbilla para mirar hacia la placa de su rostro. "Y aún no has
respondido a mi pregunta."
"Porque no se le permite, señor." John se adelantó. "Es
clasificado."
"Lo supe cuando encontré las fechas de nacimiento
falsificadas en sus chaquetas de personal." Crowther se volvió
hacia John. "Si alguien va a alterar sus fechas de nacimiento,
necesita ajustar los registros del Director de Pagos también."
"No veo la relevancia, señor."
"Tú y tus Spartans empezaron a recibir pagos bancarios de
reclutamiento hace ocho años", dijo Crowther. "Eso significa que
o son tremendamente más viejos que diecinueve—o que
entraron a entrenar cuando tenían once años."
John estaba feliz de tener su cara escondida detrás de una
placa frontal, donde su expresión no sería visible. La verdad, por
supuesto, era aún peor de lo que Crowther había supuesto—
pero John no estaba a punto de decirle eso. Bajo el propio Código
Uniforme de Justicia Militar del UNSC, los reclutas debían tener
un mínimo de dieciocho años de edad, y Crowther se dio cuenta
claramente de que el programa SPARTAN-II había ignorado esas
restricciones. Ahora el coronel estaba usando eso para
presionar a John a seguir con su plan. Parecía un
comportamiento extraño para un comandante de alto perfil de
las fuerzas especiales, pero ¿qué sabía John? Los Spartans no
fueron entrenados en la lucha política interna.
"Alguien cambió la fecha de nacimiento de los Spartans,
John." La voz de Crowther se volvió astuta. "Creo que ambos
sabemos por qué."
John permitió que un momento de silencio resonase en el
aire, y finalmente dijo, "Me resulta difícil entender por qué la
ONI hace algo. Probablemente es mejor no especular."
"¿Se supone que eso es una advertencia, Spartan?"
"Es más bien una sugerencia, señor", dijo John. "La ONI
puede proteger bastante sus secretos... como estoy seguro que
ya sabe."
Los ojos de Crowther se abrieron de par en par y sus fosas
nasales se ensancharon, una combinación que le hizo parecer
temeroso y enojado al mismo tiempo—y sugirieron que él sabía
que John no estaba fanfarroneando.
Fue Avery Johnson quien finalmente rompió el silencio. "Me
gustaría ofrecer una sugerencia, Coronel."
La expresión de Crowther se volvió oscura, pero asintió y
habló a través de una mandíbula apretada. "Siempre me gusta
escuchar, Sargento."
"Me alegra oírlo, señor", dijo Johnson. "Pongamos un
Spartan a cada pelotón, como sugieres, y pasemos el día en
ejercicios. Entonces tú, yo y el Spartan-117 podemos evaluar los
resultados y decidir si es el orden de batalla más efectivo."
El resentimiento se drenó de la cara del coronel, y el respeto
de John por el sargento de estado mayor subió otro escalón.
Johnson le estaba dando a Crowther una salida que no parecía
que se echara atrás—y cuando se les ocurriera a los tres un plan
mejor, el coronel podría decir que era suyo.
Pero Crowther no parecía satisfecho con una retirada
elegante. Todavía necesitaba una forma de reclamar la victoria.
"Un día de ejercicios no es suficiente." Se volvió hacia John
y le dijo, "Creo que será mejor que sean tres. ¿Cómo suena eso,
Suboficial?"
John asintió. "Lo que usted crea, Coronel", dijo. "Es su
batallón."
CAPÍTULO 6

0638 horas, 12 de marzo de 2526 (calendario militar)


Fragata Belicosa de la clase Caronte
Espacio Profundo, Nebulosa del Pequeño Nelek, Sector
Grenadi

Los enviados se sentaban de cadera a cadera en la mesa de


acero, con los ojos un poco borrosos por la fiesta de bienvenida
unas horas antes, los hombres recién afeitados y las mujeres con
maquillaje ligero o sin nada. La mayoría iba vestida con lo que
Petora Zoyas, de veinte años de edad, llamaba en privado
"Insurrección elegante"—uniformes desgastados con mangas
cortadas o sin cuello, o ambos, a menudo con demasiados
botones desabrochados y una gorra asomándose del bolsillo de
un pecho. El estilo era más una declaración que un uniforme,
una afirmación de que eran guerreros sin ser soldados y que no
recibían órdenes de nadie—y mucho menos del ex general de
rostro sombrío que estaba de pie al final de la estrecha sala de
oficiales de la Belicosa.
Alto y delgado, con el pelo lleno de canas, Harper Garvin
vestía pantalones grises y una camisa de color crema con
corbata a juego. No había estrellas en las puntas de su cuello,
pero de lo contrario su atuendo podría haber sido una versión
del Frente Rebelde Unido del uniforme de Servicio B que había
usado como general de división en el Cuerpo de Marines del
UNSC. Si se daba cuenta de cómo su vestimenta de soldado
socavaba su prestigio a los ojos de los enviados que esperaba
unir en una coalición, no mostraba ningún signo de ello.
"Gracias a todos por venir a una reunión tan temprano. Sé
que no fue fácil después de la diversión de anoche." Garvin hizo
una pausa para una ronda de risitas que no llegaron, y luego se
volvió hacia la mujer sentada directamente a su izquierda. "Y
gracias, Capitana Castilla, por recibirnos."
Castilla bajó la cabeza para reconocerlo. "Estoy feliz de
hacer esto, General." Una mujer de ojos almendrados a finales
de los cuarenta años, Lyrenne Castilla era la comandante y
propietaria de la fragata corsaria Belicosa. Tenía un pelo negro
sedoso, una cara de pómulos altos con una nariz delgada, y una
voz segura que instantáneamente inspiraba el respeto que
Garvin todavía estaba luchando por ganar. "Nuestros hermanos
y hermanas en la Insurrección necesitan entender lo que está
pasando aquí en las Colonias Exteriores."
Un murmullo general de acuerdo se levantó. Todo el mundo
en el compartimiento había oído hablar de los inquietantes
sucesos: movimientos masivos de flotas... planetas que se
quedaban en silencio sin explicación... ataques no provocados
por naves de apariencia extraña... cápsulas de carga
automatizadas llenas de refugiados medio muertos. Pero los
hechos confirmados escaseaban, por lo que las rutas
desliespaciales estaban llenas de rumores salvajes: que el UNSC
aniquilaba los mundos que favorecían a los insurreccionistas...
que una plaga incurable se extendía a través de una flota de
embarcaciones de investigación… que un sinfín de IAs
desenfrenadas le habían declarado la guerra a la humanidad. Lo
más inverosímil de todo era una afirmación de que el UNSC
había descubierto una civilización de alienígenas indefensos y
estaba tratando de erradicarlos.
Pero en lugar de volver a prestar atención a Garvin, que
todavía parecía medio UNSC en sus modales y vestimenta, los
enviados continuaron mirando hacia Castilla. Era una leyenda
rebelde, una capitana con un pasado misterioso que abastecía a
buena parte de la Insurrección arrebatando cápsulas de carga
de las rutas de transporte. Se rumoreaba que una vez sedujo y
se casó con un capitán del UNSC para espiarlo, y que había
estado embarazada de su hijo cuando se vio forzada a fingir la
destrucción de su nave después de que la ONI descubriera su
verdadera identidad. Petora no sabía qué parte de la historia era
cierta—poca gente lo sabía—pero la Belicosa siempre operaba
bajo un nombre falso para ocultar su identidad, y había una
dureza en los rasgos patricios de Castilla que sugería que era
capaz de cualquier cosa.
Cuando Castilla se dio cuenta de que los enviados todavía la
miraban a ella en lugar de a Garvin, se volvió y miró fijamente al
general—una hábil maniobra que no dejó lugar a dudas sobre
su apoyo a su liderazgo. Presumiblemente tenía unas pocas
cualidades que no eran fácilmente aparentes para Petora.
"El piso es suyo, General", dijo Castilla. "¿Qué has oído de tu
espía en el Comando de la Flota?"
Los ojos de Garvin se abrieron de par en par, pero si Castilla
había revelado demasiado sobre su fuente, su error le favoreció.
Los enviados finalmente comenzaron a recibirlo, mirándolo con
algo que se acercaba al respeto, e incluso Petora empezó a verlo
bajo una nueva luz. Dada la incertidumbre actual sobre lo que
estaba sucediendo en las Colonias Exteriores, la buena
inteligencia compraba mucha buena voluntad. De hecho, Petora
contaba con ello.
"En resumen", comenzó Garvin, "la humanidad está siendo
atacada por un imperio alienígena, una alianza de diferentes
especies que se llaman a sí mismas el Covenant. Actualmente, la
invasión se limita a los sectores de Polona, Grenadi y Vevina.
Pero la tecnología militar es muy superior a la nuestra, y el
Comando de la Flota no espera poder contenerlos."
Los enviados estudiaron a Garvin en un silencio cauteloso,
hasta que una mujer de mandíbula cuadrada al final de la mesa
de Petora le preguntó, "¿Quieres decir que son reales?"
"¿Los alienígenas? Por supuesto que son reales." Garvin
frunció el ceño. "Considerando lo que pasó en Harvest, Sra.
Ander, usted debería saberlo mejor que nadie."
Ander agitó la cabeza. "Nuestros agentes de inteligencia no
pensaron que ese incidente era un ataque alienígena." Nanci
Ander era hija de Jerald Ander, quien había sido el líder secreto
de la Unión Secesionista en Harvest hasta su asesinato en 2502.
"Pensamos que era una treta para vaciar el planeta para que la
Autoridad Militar Colonial pudiera recolonizarlo con una
población libre de rebeldes."
"Eso parece un poco paranoico, ¿no crees?" preguntó Reza
Linberk. Una mujer rubia, de ojos azules, con mejillas altas y una
mandíbula delicada, Linberk era sólo unos años mayor que
Petora—y ya era la primera diputada de la Milicia Veneziana.
"Arrasar todo un planeta para expulsar a unos pocos
insurgentes es un poco exagerado. Ni siquiera el UNSC llegaría
tan lejos."
"No has visto con lo que la Liga de la Libertad está luchando
en Jericó VII ahora mismo." El ponente fue Bahito Noti, un
hombre delgado, de tez oscura y ojos feroces. "No estamos
seguros de si son personas u otra cosa, pero son máquinas de
matar. Casi nos han aniquilado."
"¿Grandes tipos con armadura potenciada?" Preguntó
Petora. Como enviada de la recién establecida Fuerza de
Liberación de Gao, se le había ordenado que asegurara un papel
de liderazgo para su grupo en la coalición en desarrollo—y Noti
le había dado la oportunidad perfecta. "¿Cascos cuadrados con
placas faciales espejadas, lo más rápido que has visto en dos
patas?"
La frente de Noti se levantó. "¿Tú también luchaste contra
ellos?"
"Afortunadamente, no", dijo Petora. "Pero la Fuerza de
Liberación de Gao ha desarrollado cierta inteligencia sobre
ellos. Se llaman Spartans, y podrían ser máquinas. Según
nuestra información, son humanos biológicamente mejorados
que han estado entrenando juntos durante años, y acaban de ser
equipados con una avanzada armadura potenciada.
Aparentemente, la ONI considera a un solo soldado el
equivalente a veinticinco ODSTs."
"¿Cómo sabes todo eso?" El tono de Castilla estaba entre
dudoso y resentido—tal vez porque reconoció la ventaja que la
fuente de inteligencia de la FLG le daría a Petora para establecer
el orden jerárquico en una nueva coalición. "Esa es una
inteligencia bastante específica."
Petora mostró una sonrisa superior. "El General Garvin no
es el único con información interna." Se volvió hacia el mismo
Garvin. "La FLG tiene un agente en la Fuerza de Tarea Yama."
"¿Lo cual es?" preguntó Garvin.
"Un ala de asalto de solo merodeadores operando
independientemente del Grupo de Batalla X-Ray." Mientras
Petora hablaba, Garvin parecía un poco más fascinado con cada
palabra. "Su misión es paralizar la flota de invasión alienígena
usando equipos de asalto espacial para abordar embarcaciones
clave y detonar bombas nucleares dentro de los cascos."
"Es un plan muy desesperado." Castilla pensó por un
momento, y luego se volvió hacia Garvin y añadió, "Y justo el tipo
de cosas que Preston soñaría con la espalda contra la pared."
Garvin asintió. "Tú debes saberlo mejor que yo."
Petora se quedó atónita ante el intercambio. ¿Podría ser
Preston Cole el oficial del UNSC que Castilla había seducido y con
el que se había casado? La familiaridad en su voz cuando ella
dijo su nombre ciertamente apoyaba la posibilidad.
Castilla se dio cuenta de que Petora la miraba fijamente y le
devolvió la sonrisa. "Los rumores son ciertos", dijo. "Sí, estuve
casada con el Vicealmirante Cole—aunque sólo era capitán en
ese momento."
Lo que Petora quería preguntar es si el hijo de Cole, que ya
tendría más de veinte años, era miembro de la tripulación de la
Belicosa. Pero los insurreccionistas no compartían información
sobre sus hijos con gente que acababan de conocer, y Petora no
se ganaría la confianza de nadie si pareciera que estaba
husmeando. Así que se tragó su orgullo y trató de parecer
impresionada.
"Qué suerte para nosotros." Petora tuvo cuidado de poner
algo de entusiasmo en su voz. El pasado de Castilla con Cole le
daría mucha influencia sobre cómo sería vista la inteligencia de
la FLG, y eso significaba que Petora la necesitaba como aliada.
"Sería genial si pudieras ayudar a interpretar los informes de
campo de nuestro agente."
"Estaré encantada de dar mi opinión", contestó Castilla, casi
calurosamente. "¿Qué más te ha dicho el espía?"
"Las comunicaciones son limitadas", dijo Petora. "Pero
sabemos que el Almirante Cole ha entregado la planificación de
la misión a los comandantes de las fuerzas especiales. Esperan
enfrentarse a la flota del Covenant en Biko—"
"¿Biko?" Se trataba de un hombre de pecho de barril y barba
larga y roja—Erland Booth, del Ejército de Independencia de
Biko—quien planteó la pregunta. "¡Eso no puede pasar!"
"Dudo que alguien aquí tenga voz en el asunto,
Comandante." Garvin se volvió hacia Petora y levantó una ceja
de interrogación. "¿Lo harán?"
"Nadie que la FLG conozca, General. Nuestro agente no es
tan importante." En realidad, la identidad del espía sólo era
conocida por Arlo Casille, un oficinista del Ministerio de
Protección de treinta años de edad que dirigía la mitad de la FLG
desde su pequeña y estrecha oficina, justo debajo de las narices
de la CMA. Pero no quería debilitar su posición admitiendo que
había algunos secretos que Arlo no le confiaba. Ella lanzó una
mirada comprensiva en dirección a Booth, y luego agregó, "Tal
vez Biko no sufrirá mucho. Si el plan del UNSC funciona, la
batalla debería estar en órbita."
"Eso es un gran si", gruñó Booth.
"No tan grande como crees. Los Spartans ya han abordado y
destruido dos embarcaciones." Petora no mencionó que, en
Netherop, los Spartans habían tenido éxito a pesar de un intento
deliberado de matarlos. Hasta que supiera que Garvin y los otros
enviados apoyaban la táctica de la FLG de usar a los alienígenas
para eliminar a los Spartans, algunas cosas era mejor no
decirlas. "Y en esta operación, utilizarán tres equipos apoyados
por el 21º Batallón de Asalto Espacial ODST."
"Los Dagas Negras." Garvin parecía más impresionado por
los ODST que por los Spartans. "Son un equipo peligroso.
Capturaron nuestro depósito de reabastecimiento en Bomogin
antes de que nadie se diera cuenta de que venían."
"Por eso nuestro agente cree que el ataque puede
funcionar." Petora se volvió hacia Booth. "Si eso puede salvar a
Biko o destruirlo es una conjetura."
"Y no es una pregunta que debamos hacer", dijo Reza
Linberk.
La cara de Booth se puso tan roja como su barba. "¿Por qué
diablos no?"
"Porque no tenemos control sobre la situación", respondió
Linberk. Venezia estaba a sólo nueve años luz de Gao, así que
Petora había trabajado con Linberk en algunas misiones
conjuntas. La mujer era una astuta enemiga y una aliada
peligrosa, alguien que tenía un corazón tan frío que traicionaría
incluso a su camarada más cercano para completar una misión.
"Lo que tenemos que discutir es cómo la Insurrección puede
beneficiarse de la situación."
"¿Beneficiarse?" Nanci Ander estaba horrorizada. "¿De una
invasión alienígena?"
"Exactamente", dijo Linberk. "Si coordinamos nuestra
reacción, hay muchas maneras de sacar provecho de esto."
"Estoy totalmente a favor de esto", dijo Nemesio Breit. El
viceconsejero de la Ocupación del Pueblo de Reach, era un
hombre alto de constitución demacrada y—como alguien que
vivía en un planeta con una base importante del UNSC—un odio
infinito a la autoridad colonial. "Tenemos que prepararnos
ahora, para que estemos listos para terminar con el Gobierno
Unificado de la Tierra después de que el Covenant lo haya
paralizado."
"¿Qué te hace pensar que estaremos por aquí también?"
preguntó Castilla. "Por lo que sabemos, los alienígenas no tienen
favoritos aquí."
"Hasta ahora no", estuvo de acuerdo Garvin. "Según mis
fuentes, vitrificaron la base de la Emancipación de Galodew en
Redstow VI. Toda la facción fue aniquilada."
"¿Qué quieres decir con que la vitrificaron?" preguntó
Ander.
"Bombardeo de plasma orbital", dijo Petora. "Tan caliente
que fusiona el sílice de la superficie de un planeta. El suelo se
convierte literalmente en vidrio."
El color desapareció de la cara de Ander. "Oh, Dios mío. ¿Es
eso lo que le pasó a Harvest?"
Si Ander no hubiera escuchado en qué se había convertido
su mundo después de la evacuación, Petora no quería ser quien
se lo dijera. En vez de eso, miró a Garvin. "¿Qué has oído de tu
espía en el Comando de la Flota?"
"Lo vitrificaron, sí." Garvin se volvió hacia Ander. "Lo siento
mucho, Nanci."
Ander se desplomó en su silla, sus labios temblando.
"Bien—entonces tenemos que colaborar con el UNSC", dijo
Booth. Su cara estaba tan pálida como la de Ander. "Es una
mierda, pero ¿qué otra opción tenemos? ¿Dejar que el Covenant
vitrifique todo?"
"Podríamos educarlos", dijo Petora. "Los alienígenas
probablemente no entienden cuántos humanos odian al UNSC.
Si podemos iluminarlos, nos verán como aliados y no como
enemigos."
"¿A tiempo para salvar Biko?" preguntó Booth.
"¿Preferirías confiar en el UNSC?" Preguntó Petora. "Tu
Ejército de Independencia ha intentado derrocar a su canciller
seis veces."
"Siete", contestó Booth. "Y la última vez, retuvimos a
Mandelam dos meses."
"Así que se están haciendo más fuertes", dijo Petora. "Y
ahora el UNSC está ocupado luchando contra alienígenas, y no
contra nosotros."
"Me gusta cómo piensas", dijo Booth, su sonrisa
ampliándose. "Es realmente la oportunidad perfecta, ¿no?"
"Y una que hay que aprovechar", añadió Garvin.
"Lo discutiré con la Cámara." Una nota de resentimiento se
deslizó en el tono de Booth. "Pero ten en cuenta: nadie le dice al
Ejército de Independencia de Biko lo que tiene que hacer."
"No lo está haciendo", dijo Petora. "El EIB literalmente no
tiene elección, Comandante. Biko siempre ha sido una espina
clavada en el costado del UNSC."
"¿Y qué?"
"Así que incluso si el UNSC pudiera salvarlo, ¿por qué lo
haría?" Petora agitó la cabeza. "Biko se lleva más recursos de los
que vale para ellos."
"Estoy de acuerdo", añadió Garvin. "Si los alienígenas
atacan, Biko está por su cuenta. La canciller resistirá con las
fuerzas planetarias a su disposición, pero no será suficiente."
"Sólo tienen una esperanza", dijo Petora. "Tomen el control
del gobierno planetario antes de que llegue el Covenant—y
traten de hacerles ver que no son sus enemigos."
Booth bajó los ojos y asintió. "Muy bien, pero vamos a
necesitar ayuda."
"Estoy seguro de que podemos organizar el apoyo", dijo
Garvin. Sus ojos brillaban de emoción. Sin duda, éste era
exactamente el resultado que había esperado cuando convocó la
reunión—el nacimiento de una coalición insurreccionista.
"¿Qué vas a necesitar?"
"Tropas y transporte", dijo Booth. "Podemos reunirnos en
Seoba, y luego tomar las instalaciones orbitales antes de que los
Guardias de la Canciller—es decir, la milicia planetaria—sepan
qué los golpeó."
"¿Dónde está Seoba?" preguntó Garvin.
"Tercera luna", dijo Booth. "Hay una vieja cantera de hielo
que podemos usar como zona de reunión. La Cámara lo ha
estado considerando como un área de preparación para nuestro
próximo intento."
"Bien." Garvin miró alrededor de la mesa y preguntó,
"¿Quién está dentro?" Petora fue la primera en levantar la
mano… entonces Linberk habló.
"¿No nos estamos apresurando en esto?" Era más una queja
que una pregunta. "Tal vez deberíamos considerar otra opción."
"¿Como qué?" preguntó Petora. "¿Dejar que Biko sea
vitrificado?"
"Como hacer lo que el comandante sugirió primero", dijo
Linberk. "Ofrecer nuestra ayuda al UNSC en lugar de seguir
acosándolos."
Castilla agitó la cabeza. "Nuestro apoyo no convencería al
UNSC de defender Biko", dijo. "La Insurrección tiene, en el mejor
de los casos, varias docenas de fragatas anticuadas y unos
cientos de corbetas. Ponerlos a disposición del UNSC no
afectaría en absoluto su pensamiento estratégico."
"Pero les daría un problema menos del que preocuparse",
dijo Linberk. "Si los alienígenas son tan poderosos como
estamos escuchando, eso podría ser suficiente para negociar la
independencia de todos nuestros mundos. Tú me rascas la
espalda, yo rascaré la tuya."
"Y conseguir que nos vitrifiquen a todos, chica." Petora
estaba siendo deliberadamente despectiva. La sugerencia sería
tentadora para sus compañeros enviados—una forma rápida de
lograr lo que los insurreccionistas habían estado persiguiendo
durante décadas—y no quería que socavara la idea que estaba a
punto de ofrecer. "¿Por qué nos defendería el UNSC si somos
independientes? Van a tener suficientes problemas para
defender sus propios mundos."
"La señora Zoyas tiene razón", dijo Garvin. Le hizo a Petora
una señal de aprobación. "Le haríamos un favor al UNSC dándole
a sus flotas mucho menos para defender."
"Entonces hacemos de la defensa de nuestros mundos una
condición", dijo Linberk. "Si el UNSC no puede detener al
Covenant ahora, firmamos nuestras propias sentencias de
muerte al seguir acosándolos."
Petora chasqueó la lengua. "No seas tan dramática, amiga
mío. Haces que sea difícil pensar con claridad."
Booth frunció el ceño. "¿Tienes una idea mejor?"
"Una que tiene más posibilidades de salvar a nuestros
mundos, sí." Movió la mirada hacia el resto de la mesa.
"Deberíamos ofrecer a los alienígenas una paz separada—una
que nos dé independencia, sin importar quién gane."
"Bueno en teoría." La duda en la voz de Linberk era
exagerada, sin duda una represalia por el desaire anterior de
Petora. "Pero, ¿por qué debería aceptar el Covenant? ¿Podemos
comunicarnos con ellos?"
"Probablemente", dijo Garvin. "Mi fuente en el Comando de
la Flota dice que enviaron un mensaje a Harvest… en inglés: 'Su
destrucción es la voluntad de los dioses, y nosotros somos su
instrumento'."
"Oh, eso los hace sonar como si estuvieran abiertos a una
alianza", dijo Linberk, incapaz de ocultar su sarcasmo. "Y por la
forma en que están pasando por encima del UNSC, no pueden
estar preocupados por un ataque de nuestra parte."
"Si es que saben quiénes somos", añadió Ander.
"Probablemente piensan que todos los humanos son iguales.
Eso parece más probable."
"No lo harán cuando vean lo que podemos ofrecerles", dijo
Petora. "El miedo no es la única manera de llevar a un enemigo
a la mesa de negociaciones. La necesidad a menudo también
funciona."
"¿Y qué tenemos que ellos necesitan?" preguntó Linberk.
"Inteligencia, por supuesto." La voz de Garvin era
entusiasta. "Es lo que toda fuerza invasora necesita."
Petora sonrió. "Exactamente", dijo ella. "El Covenant
perdonará a nuestros mundos no porque nos tengan miedo, sino
porque nos necesitan."
"¿Necesitarnos para qué, exactamente?" preguntó Breit.
"¿Para decirles dónde encontrar la Tierra?"
Su propuesta fue recibida en silencio.
Breit miró alrededor de la mesa. "Vamos", dijo. "Así es como
ganamos. ¡Les decimos a los alienígenas dónde encontrar la
Tierra, luego puf—nuestros amos coloniales están fuera de
juego!"
"¿Y después?" preguntó Castilla. "Sólo esperamos que los
alienígenas entiendan que somos los humanos buenos y nos
dejen en paz."
"¡Somos los humanos buenos!"
"De todos modos, no estoy seguro de que debamos empezar
por destruir el lugar de nacimiento de la humanidad", dijo
Garvin. "Ofrezcamos algo más pequeño y veamos si se puede
confiar en ellos."
"Es fácil para ti decirlo", dijo Noti. "Mientras bailas con el
Covenant, somos masacrados por los Spartans en Jericó VII."
"Entonces empecemos por usar al Covenant para
deshacernos de los Spartans, ¿de acuerdo?" Dijo Petora. "Eso es
lo primero que le ofrecemos a los alienígenas—inteligencia
sobre la emboscada de los merodeadores en Biko."
"Funciona para mí", dijo Booth. "Pero sólo si salvar Biko es
parte del trato."
Garvin sonrió. "Me gusta." Se volvió hacia Castilla.
"¿Lyrenne?"
"Sí. Sí, vale la pena intentarlo", dijo. "La inteligencia es lo
suficientemente valiosa como para que los alienígenas quieran
que siga llegando, así que es la oportunidad perfecta para que
veamos si se puede confiar en ellos."
"¿Importa si se puede confiar en ellos?" preguntó Noti.
"Cada Spartan que maten significa que miles de nuestros
hermanos y hermanas seguirán vivos para seguir luchando
cuando los alienígenas se hayan ido."
"¿Y si no se han ido?" Ander dijo. "Si se dan la vuelta y nos
vitrifican a nosotros también, nos degollamos a nosotros
mismos ayudándoles a deshacerse de los Spartans."
"Lo cual es una razón más para ver si se puede confiar en
ellos ahora", dijo Garvin.
Se volvió hacia Petora. "¿Cuántos Spartans tiene el UNSC?"
"Nuestro agente dice que hay tres equipos con la Fuerza de
Tarea Yama." Petora extendió sus manos. "¿Pero en todo el
UNSC? Podría haber tres pelotones, o tres divisiones. No lo dice."
"No hay tres divisiones, de ninguna manera", dijo Garvin. "Si
hubiera tantos, mi hombre en el Comando de la Flota me lo
habría advertido."
"Entonces, ¿tal vez un batallón?" Castilla sugirió. "Si hay
Spartans en Jericó VII, probablemente también estén en otros
mundos."
Garvin pensó por un momento, y luego dijo, "Me imagino un
batallón como mucho. No puedo ver que lo mantengan en
secreto si el programa es más grande que esos números."
"Un batallón sólo sería de unos mil Spartans—si son
tantos", dijo Breit. "¿Qué pasará cuando se nos acaben?
Tendremos que seguir dándole a los alienígenas información
valiosa y la ubicación de la Tierra—"
"Es lo último que revelamos." La voz de Garvin era firme.
"Retendremos eso hasta que sepamos que se puede confiar en
ellos."
"De acuerdo", dijo Petora. "Esa información valdrá más para
nosotros cuando sepamos qué lado es el que tiene más
posibilidades de ganar. Si el Covenant toma la delantera,
podemos usar la ubicación de la Tierra para comprar su buena
voluntad. Si el UNSC está ganando, tendremos la posibilidad de
llegar a un acuerdo para nuestra independencia. De cualquier
manera, ganamos."
Garvin se quedó en silencio durante un momento, su mirada
deslizándose lentamente de Petora a los otros enviados,
haciendo una pausa en cada uno de ellos para asentir. Cuando
finalmente recibió una de Castilla, sonrió y se reafirmó.
"Entonces parece que tenemos un plan, amigos", dijo. "Y que
el UNSC sea condenado."
CAPÍTULO 7

1426 horas, 18 de marzo de 2526 (calendario militar)


Merodeador Canción Fantasma de la clase Razor del UNSC
Aproximación de Inserción, Luna Seoba, Sistema
Planetario de Biko, Sistema Kolaqoa

La bahía de lanzamiento de un merodeador de la clase Razor


podía albergar a un pelotón ODST de cuarenta miembros en
armadura de vacío y paquetes de propulsión, pero por muy
poco. Con un asesor de operaciones especiales de la ONI y un
Spartan en la armadura potenciada Mjolnir acoplados a la
unidad, la bahía estaba tan apretada que John-117 estaba de pie
con la espalda presionada contra el mamparo trasero. Cuando
miraba hacia adelante, todo lo que veía entre él y la escotilla de
salto era un estanque negro de la parte superior de los cascos.
Ese era el primer problema con el plan de asalto del Coronel
Crowther. El despliegue de cuarenta y dos soldados llevaría un
mínimo de cuatro segundos, por lo que incluso un descenso
estándar dejaría al pelotón desparramado a lo largo de treinta
kilómetros de espacio, un verdadero problema cuando no
podían romper el silencio de las comunicaciones para ubicarse
y reunirse. Y las maniobras de asistencia gravitatoria estaban
fuera de discusión. Cualquier intento de lanzar
simultáneamente a tanta gente a través de una escotilla de salto
terminaría con el personal rebotando entre sí como bolas de
billar.
El segundo problema con el plan de Crowther era que los
Spartans todavía estaban en la retaguardia. Eso significaba que
serían los últimos en desmontar y que serían incapaces de
proporcionar apoyo si el pelotón era atacado mientras se
formaba. Era un mal uso de su velocidad y poder, pero incluso
Avery Johnson no había sido capaz de convencer al coronel de
que cambiara de opinión. Crowther estaba obviamente
impresionado con las habilidades de los Spartans, pero con su
relativa falta de experiencia en el campo, no confiaba en su
juicio. Sus Dagas Negras más experimentados tenían cientos de
combates bajo sus cinturones, y cuando sus pelotones entraran
en combate, esas eran las personas que quería al frente.
Estaba equivocado, por supuesto.
Pero John no vio cómo podía probar eso. El ejercicio de hoy
se suponía que iba a ser un ensayo para el despliegue bajo fuego,
pero no habría ningún fuego, y el enemigo ni siquiera había
llegado todavía. La Fuerza de Tarea Yama simplemente se
estaba deslizando hacia una cantera de hielo abandonada en la
luna Seoba y cubriéndose hasta que los alienígenas llegaran al
sistema planetario de Biko. Crowther había decidido
aprovechar la oportunidad para practicar un aterrizaje a gran
escala. El simulacro probablemente expondría algunos
problemas logísticos, pero no iba a convencer a nadie de que el
coronel estaba cometiendo un error.
John todavía estaba considerando sus opciones—sólo
meditando, en realidad—cuando la voz ronca de la oficial de
comunicaciones de la Canción Fantasma pasó por la red de
comunicaciones internas del merodeador.
"Primer Pelotón de la Compañía Alfa, prepárense para la
transmisión de ráfaga de Máxima Urgencia de Daga Actual."
Daga Actual era la designación de comunicación para el
Coronel Crowther, y una transmisión de ráfaga era un mensaje
cifrado, pregrabado y comprimido en una señal de milésimas de
segundo de duración. La idea era minimizar la posibilidad de
intercepción por parte de una persona no intencionada, pero
incluso las transmisiones en ráfaga podían ser detectadas por
un enemigo alerta alrededor de un tercio de las veces. No había
manera de que Crowther corriera ese tipo de riesgo sólo por
meter una curva en el ejercicio. Algo estaba mal.
Un momento después, la voz de Crowther sonó dentro del
casco de John. "A todo el personal, la Operación: DANZA DE
HIELO ya no es un simulacro. Repito, no es un ejercicio. Las
interceptaciones posteriores al deslizamiento indican que el
Ejército de Independencia de Biko está preparando un golpe de
estado contra la canciller colonial. En circunstancias normales,
compartiríamos nuestra inteligencia con la canciller y nos
pondríamos a su disposición.
"Las circunstancias son ahora cualquier cosa menos
normales. Nuestra misión contra el Covenant sigue teniendo
prioridad. La Capitana Ascot y yo estamos de acuerdo en que
nuestro plan original todavía ofrece la mejor oportunidad de
éxito, así que la Fuerza de Tarea Yama ocupará la cantera de hielo
de Seoba según lo planeado.
"Desafortunadamente, no somos los únicos que reconocemos
el valor de una cantera abandonada como área de preparación.
Una fuerza insurreccionista ya ha ocupado Seoba y parece estar
usando nuestra cantera como área de reunión."
John sonrió dentro de su casco. El 21º estaba entrando en
combate en condiciones peligrosas… y las condiciones
peligrosas eran a las que mejor se adaptaban los Spartans. Una
vez que Crowther viera cómo se comportaban bajo presión, se
estaría cayendo sobre sí mismo para moverlos a la parte
delantera del ataque.
El mensaje de Crowther continuó—todo el Código Uniforme
de Justicia Militar podría haber sido comprimido y transmitido
en una sola micro-ráfaga, y John prestó mucha atención,
buscando oportunidades para que los Spartans brillaran.
"La clave de esta operación será aislar a las fuerzas locales
antes de que puedan reportar que están siendo atacadas. Con ese
fin, la Punto de Fuga estará bloqueando las comunicaciones
insurreccionistas en Seoba. Pero no sabemos qué tipo de
tecnología antiinterferencia o de transmisión retardada puedan
tener, así que si pasan cerca de algo que se parezca a una estación
de comunicación portátil… elimínenla.
"Cuando los comandantes insurreccionistas pierdan contacto
con su fuerza en Seoba, probablemente asumirán que la milicia de
la canciller descubrió su base y la eliminó. Con un poco de suerte,
eso los obligará a abandonar su golpe y a volver a esconderse.
Pero también podría empujarlos a un ataque prematuro. De
cualquier manera, no tendrán ninguna razón para regresar a
Seoba—y si lo hacen, nuestros merodeadores se asegurarán de
que ninguna de sus embarcaciones se acerque a nosotros.
"Para mantener la seguridad operativa, nos identificaremos
con cualquier insurreccionista cautivo y sobreviviente como el
Batallón Cinco de la Guardia de la Canciller. Sus acentos no
sonarán bien, pero háganlo de todos modos. Nuestra principal
preocupación es mantener nuestra naturaleza oculta a los
alienígenas, así que una vez que los prisioneros ya no estén en
nuestras manos, queremos que se confundan sobre nuestra
identidad. Y cuanto más confundidos, mejor."
La voz de Crowther se hizo más grave. "No puedo enfatizar
esto lo suficiente: la humanidad misma puede depender de
nuestro éxito el día de hoy. Debemos capturar Seoba, y debemos
hacerlo sin revelar nuestra presencia a nadie fuera de la luna. No
duden en actuar con extremo prejuicio contra cualquiera que les
abra fuego. Lo digo en serio—no lo piensen dos veces. No deben
fallar." El mensaje terminó.
Y John comenzó a pensar en lo lejos que podía llevar sus
órdenes sin violarlas.
Después de entrenar con los Dagas Negras durante la última
semana, no tenía dudas sobre su capacidad para eliminar una
fuerza de irregulares del Ejército de Independencia de Biko.
Pero las operaciones improvisadas tenían una forma de
explotar en la cara de los atacantes—especialmente porque los
comandantes del UNSC tendían a subestimar las capacidades de
los insurreccionistas—y algo estaba destinado a salir mal.
Cuando eso sucediera, John estaría listo para mover a sus
Spartans al frente, donde podrían usar su velocidad y potencia
para interrumpir cualquier contraataque enemigo antes de que
se desarrollara.
Si los Spartans pudieran hacer eso, salvarían muchas vidas
de los Dagas Negras—y Crowther se vería obligado a confiar en
su juicio bajo fuego. Incluso podría estar agradecido por la
lección.
La escotilla de acceso trasera de la bahía de lanzamiento se
abrió, y John se acercó para ver al Líder de Vuelo Fantasma
entrando en la bahía de lanzamiento. Un oficial de cara cuadrada
con un bigote negro y tupido que colgaba sobre una boca con
labios pesados, Héctor Nyeto llevaba una media diadema sobre
su cabello rizado y un uniforme de servicio de color gris
arrugado con las hojas de roble dorado de un teniente en las
lengüetas de su cuello.
"Escuchen, gente." La voz de Nyeto invadió la red de
comunicaciones del Primer Pelotón. "Vuelo Fantasma está
dejando a la Compañía Alfa en los muelles como estaba
planeado, pero hay un problema. Los insurreccionistas tienen
un centro de comunicaciones en la parte superior del conductor
de masas. Los merodeadores lo golpearán con fuerza al entrar,
pero ya saben cómo va eso. Los chicos malos podrían tenerlo
transmitiendo de nuevo en treinta minutos. El trabajo de la
Compañía Alfa es prevenir eso."
Nadie miró hacia él—la bahía de lanzamiento estaba
demasiado apretada para poder dar la vuelta—pero la voz de la
teniente del Primer Pelotón, Nelly Hamm, contestó a través de
la misma red de comunicaciones.
"Gracias, Comandante. ¿Cómo afecta eso a los objetivos del
Primer Pelotón?"
Nyeto extendió sus manos en un gesto que sólo John y Avery
Johnson—parados junto al hombro lejano de Nyeto en el lado
opuesto de la escotilla de acceso—podían ver.
"Tu suposición es tan buena como la mía", dijo. "El mensaje
del Coronel Crowther no era específico. Tal vez su capitán les
informe cuando lleguen al hielo."
"Claro", dijo Hamm. El capitán de la compañía estaba con el
Tercer Pelotón a bordo del merodeador número tres del Vuelo
Fantasma, Viento Fantasma. "Si nuestras propias
comunicaciones no están siendo interferidas."
"Te preocupas demasiado, Teniente", dijo Nyeto. "Sólo hay
rebeldes ahí abajo. No tienen herramientas para hacer
interferencias."
Nyeto levantó un dedo hacia John, y luego retrocedió por la
escotilla de acceso. John le echó un vistazo a Johnson, que estaba
vestido con la misma armadura de asalto espacial de los Dagas
Negras como todos menos John, e inclinó su casco en señal de
indagación. Aunque Johnson no estaba técnicamente por
encima de John en la cadena de mando, tanto la Capitana Ascot
como la Dra. Halsey le habían dejado claro que John debería
darle mucho peso al consejo del sargento—especialmente al
navegar por los caprichos del protocolo inherentes al apego de
los Spartans al siglo veintiuno.
Johnson simplemente extendió sus manos y asintió
bruscamente hacia la escotilla. Sea lo que sea que quisiera
Nyeto, nunca era prudente hacer esperar al comandante de un
vuelo de merodeadores.
John se agachó por la escotilla de acceso y encontró al
teniente comandante de pie en el pasillo. Se cuadró en atención,
golpeando su casco contra el techo, y saludó.
"¿Quería hablar conmigo, señor?"
Nyeto devolvió el saludo con un movimiento casual de la
mano y esperó a que se cerrase la escotilla, y luego hizo un gesto
a John para que se quitase el casco. "Esto no debería pasar por
ninguna comunicación."
Habría sido más sencillo desactivar su sistema de
comunicaciones, pero John estaba seguro de que un teniente
comandante se daría cuenta de ello. Revisó el cronómetro de su
HUD de nuevo, luego rompió el sello hermético de su traje y se
quitó el casco.
"Espero que podamos hacerlo rápido, Comandante. Tardaré
un par de minutos en volver a sellar, y la Teniente Hamm
aspirará la bahía de lanzamiento cinco minutos antes—"
"Ella la aspirará cuando yo se lo diga." Nyeto le sonrió a
John. "Así que no te preocupes, ¿de acuerdo?"
"Soy de la infantería", contestó John. "Me preocupo o
muero."
"Sí, pero no cuando esta viene de quedarse atrás", dijo
Nyeto. "Al menos a bordo de mis barcos. Veo lo valiosos que son
ustedes los Spartans."
"Muy amable de su parte por decirlo", dijo John. "Aun así no
sería bueno si yo fuera la razón por la que se retrasó el
desembarco."
Nyeto agitó una mano desdeñosamente. "No te preocupes
por Crowther. No puede causarte problemas graves—no con el
apoyo de Mike Stanforth."
"Usted dice 'no te preocupes' mucho", observó John.
"El preocuparse interfiere con el pensamiento claro." La
sonrisa de Nyeto se amplió y añadió, "Pero tú eres de la
infantería. Tal vez un pensamiento claro no sea una ventaja."
"Ja ja, señor", dijo John. "Muy gracioso. ¿Podemos ir al
grano?"
Nyeto se rió a carcajadas. "Y no me preocupo por mí en
absoluto, por lo que veo." Se tomó un segundo para recuperarse;
luego la alegría se le quitó de la cara, y estiró su cuello hacia
atrás para poder mirar a John a los ojos. "En realidad, quería
disculparme—contigo y con los otros Spartans."
"¿Disculparse por qué, señor?"
"Por la confusión en Netherop", dijo Nyeto. "La transmisión
abierta. Ese era uno de los míos, así que es mi responsabilidad."
"Ya veo", dijo John. Se había quejado con la Capitana Ascot,
por supuesto, pero eso había sido principalmente para
apaciguar a Daisy-023 y a algunos de los otros Spartans que se
habían enfadado por el error. En realidad, no esperaba escuchar
nada más sobre el asunto, ya que esas cosas normalmente se
manejaban muy por encima de la categoría salarial de un
suboficial. "Gracias, entonces. Pasaré la voz al resto del
escuadrón."
"Te lo agradecería", dijo Nyeto. "Pero espero que no dejes
que la Spartan-023 se acerque a mi tripulante. Es un buen
operador de sensores y no puedo permitirme perderlo."
John recordó lo que Daisy había querido arrancarle, y fue su
turno de avergonzarse. "¿Escuchó la grabación de nuestra
misión?"
"Sí. El tripulante también", dijo Nyeto. "Pero sólo esa parte.
La Dra. Halsey quería asegurarse de que apreciábamos la
gravedad de la situación."
John no estaba contento de que las descargas del canal de
comunicaciones del equipo se compartieran, pero sabía que
Halsey sólo intentaba proteger a sus Spartans. Podría ser un
poco extremista al respecto.
"La Dra. Halsey espera perfección."
"Eso es lo que hace." Nyeto se rió. "Para cuando nos dejó ir,
mi suboficial estaba tan preocupado que se ofreció a buscar a la
Spartan-023 y presentarse."
"Eso sería un error", dijo John. "Dígale que le pasaré sus
disculpas. No hay razón para que tenga que ir más allá de eso…
siempre y cuando no vuelva a ocurrir."
"No sucederá", dijo Nyeto. "Lo reprendí más fuerte que
Halsey. Pensé que había hecho que los mataran a todos, pero
supongo que había olvidado quiénes son ustedes."
John frunció el ceño. "¿Qué quiere decir?"
"Sabes... lo bueno que son ustedes", dijo Nyeto. "Supongo
que eso es lo que pasa cuando empiezan a entrenar a los cinco
años."
"¿Cinco?" Dijo John sin rodeos. En realidad, ni siquiera
habían sido reclutados hasta los seis años… pero la información
de Nyeto estaba muy próxima a lo que debería haber estado.
"¿Dónde escuchó eso?"
La mirada de Nyeto se deslizó. "No puedo recordar", dijo.
"Por ahí."
"Bueno, esa información está mal." Parecía bastante claro
que Nyeto estaba mintiendo, y John se dio cuenta de que su
propia reacción de reflejo sólo había convencido al comandante
de que los rumores que había oído eran ciertos. "Y aunque no lo
fuera, es clasificado."
Nyeto sonrió irónicamente. "Deben haber estado hablando
de otra persona, entonces", dijo. "Tenía un amigo en los ODST
que solía entrenar contra estos niños de ocho años en Reach. No
paraban de patearle el trasero a su compañía en maniobras en
la selva. Probablemente fueron ellos."
"¿Quién es este amigo?"
"Nadie importante", dijo Nyeto. "La cosa es que eso fue hace
siete años, así que estos chicos sólo tendrían unos… ¿quince
ahora mismo, supongo?"
"En serio, señor—¿quién es este amigo?" En cualquier
organización militar, ningún programa era inmune a los
rumores, y cuanto más clasificado fuera, más jugosas serían las
historias. Pero la información que el amigo de Nyeto había
revelado era demasiado precisa para ser el resultado de una
especulación casual. Venía de alguien de adentro, alguien que
trabajaba con los Spartans. "Claramente no se puede confiar en
él con material clasificado."
"No te preocupes", dijo Nyeto. "Si no supiera guardar un
secreto, no sería un comandante de merodeador."
"Y como comandante de un merodeador, permítame decirle
respetuosamente que usted sabe que su amigo ha estado
rompiendo todo tipo de protocolos de seguridad", dijo John. "No
tiene idea de lo que podría estar poniendo en riesgo… y usted
tampoco. Si no lo denuncia, tengo que denunciarlo. No tengo otra
opción. Señor."
"¿Hablas en serio?" Una mirada astuta llegó a los ojos de
Nyeto. "Esos niños de ocho años eran ustedes, ¿verdad?"
"Yo no he dicho eso."
"No tenías que hacerlo", contestó Nyeto. "Eh. ¿Qué te
parece? Entonces... ¿cuánto tiempo lleva el programa SPARTAN
en marcha? ¿Cuántos de ustedes son, de todos modos?"
"No puedo hablar de eso. Y no se está haciendo ningún favor
al preguntar."
De repente, Nyeto parecía decepcionado. "Lo siento, John.
No quise hacerte sentir incómodo." Se encogió de hombros y
miró por el pasillo. "Haz lo que tengas que hacer. Estaré bien."
John comenzó a sentirse culpable… y confundido. No había
violado ningún reglamento. De hecho, John había hecho todo
según el manual, pero sus negaciones solo parecían confirmar
los rumores que Nyeto ya había oído. Habría sido mejor guardar
silencio e informar de la conversación más tarde.
Pero entonces la ONI empezaría a husmear, y Nyeto estaría
aún más seguro de que su amigo estaba diciendo la verdad. John
miró hacia la bahía de lanzamiento y deseó que Avery Johnson
estuviera a su lado. El sargento tenía un don para lidiar con
situaciones no oficiales como ésta, un talento que había
desarrollado a lo largo de dos décadas y que le permitía navegar
con seguridad por los turbios callejones oscuros del servicio de
las fuerzas especiales. Era una de las habilidades que John
conocía que sus superiores querían que aprendiera del
sargento—y una habilidad que John se dio cuenta de que
necesitaba desarrollar.
Volvió a mirar a Nyeto. "Tal vez deberíamos olvidar que esta
conversación alguna vez ocurrió, señor. Lo atribuiré a un simple
rumor, y quizá querrá decirle a su amigo que habla demasiado."
"No es necesario", dijo Nyeto. "Murió durante la Operación:
TRABUQUETE. Mi ala insertó su compañía."
"Siento mucho escuchar eso", dijo John. Muchos ODST
habían muerto durante la Operación: TRABUQUETE, pero al
menos podría confirmar los fundamentos de la historia de Nyeto
y ver lo que el Sargento Johnson hacía de ella. Miró hacia la
escotilla de acceso, y luego empezó a levantar el casco hacia su
cabeza. "Si eso es todo, señor, probablemente debería
retirarme."
"Por supuesto", dijo Nyeto. "Y, para que lo sepas, nadie en el
ala de merodeadores apoya lo que Crowther está haciendo."
John se detuvo con el casco a la altura del pecho. "¿Haciendo,
señor?"
"A tus Spartans", dijo Nyeto. "Es estúpido hacerlos pelear
desde atrás. Todo el mundo sabe que ustedes, los tanques,
deberían liderar la embestida."
"Estoy de acuerdo—es una táctica extraña", dijo John.
Empezaba a pensar que sospechaba demasiado de Nyeto. "Pero
el coronel no ha luchado con nosotros antes. No conoce nuestras
capacidades."
Nyeto resopló asqueado. "El coronel está tratando de
proteger su reputación. No quiere que sus Dagas Negras sean
liderados por un grupo de adolescentes."
"No… ¿en serio?" John mantuvo su casco a la altura del
pecho. "No puedo creerlo, señor. Él no permitiría que el orgullo
personal afectara su planificación táctica. No siendo un
comando ODST."
"Oh, tal vez no a propósito... pero ¿y qué? Tus Spartans
siguen luchando desde atrás. La operación todavía va a sufrir."
John exhaló. "Sí. ¿Qué se supone que debo hacer al
respecto?"
Antes de que Nyeto pudiese contestar, la escotilla se abrió,
y Avery Johnson entró en el pasillo. Su placa reflectante giró
primero en dirección a Nyeto y luego en dirección a John.
"¿Todo bien por aquí?" Incluso a través del altavoz externo
de su armadura de asalto, su voz sonaba grave y familiar. "La
Teniente Hamm quiere aspirar la bahía en dos."
"Eso estará bien, Sargento. Hemos terminado aquí."
Mientras Nyeto hablaba, su mirada permaneció fija en John.
"Sólo haz lo que mejor sabes hacer, hijo. Al final, todo saldrá
bien."
"Lo haré, señor." John levantó la mano en un saludo. "Y
gracias."
"Cuando quieras, John."
Nyeto le devolvió el saludo y empezó a caminar por el
pasillo.
Johnson lo vio irse, luego se volvió hacia John y habló por su
altavoz externo. "¿De qué se trataba todo eso?"
"Te lo contaré luego, Sargento." John se puso el casco y luego
se volvió hacia la bahía de lanzamiento. "La bahía va a ser
aspirada en dos, ¿recuerdas?"
CAPÍTULO 8

1433 horas, 18 de marzo de 2526 (calendario militar)


Merodeador Canción Fantasma de la clase Razor del UNSC
Carrera de Inserción, Muelles de Lanzamiento de
Conductores de Masa, Cantera de Hielo de Seoba

John sintió que su peso disminuía cuando la Canción Fantasma


se levantó, arrastrándose a través de Seoba hacia la zona de
lanzamiento. Las luces de alerta de los mamparos destellaron
una última vez, inundando la concurrida bahía con una luz verde
constante de, ADELANTE, y el merodeador se desaceleró con
fuerza. John no podía ver nada afuera, pero sabía que estaban
entrando en el área de desembarco del Primer Pelotón. Estarían
cien metros por encima de un banco de hielo de un kilómetro de
ancho, con el vasto foso de la cantera detrás de ellos y un anillo
de pendientes heladas por delante. No era una zona de
lanzamiento ideal, pero eran la infantería. Salían donde se les
decía.
La escotilla de salto se dividió en el centro. Mirando la masa
de cascos ODST que tenía por delante, John vio a cuatro soldados
en la parte delantera del pelotón lanzarse a través del portal de
salida. Antes de que pudiera parpadear, empezaron a arrastrar
penachos de niebla carmesí. Entonces un chorro de vapor surgió
de un paquete de propulsión, y todo el equipo de cuatro
soldados desapareció en una nube de sangre y llamas.
El siguiente equipo ni siquiera lo dudó. Se adelantaron y
lanzaron géiseres de sangre y tejido; luego los chispazos
empezaron a rebotar en la parte superior, y los soldados
empezaron a caer por todas partes en la bahía.
John escuchó su propia voz dentro de su casco. "¡Maldita
sea!"
Entonces se dio cuenta de que este era el momento para el
que se había dicho a sí mismo que debía estar preparado. Era un
momento terrible, trágico, y necesitaba arreglarlo. Empezó a
avanzar, usando sus antebrazos para apartar a cualquiera que
se interpusiera en su camino. El rastreador de movimiento de su
HUD mostró a Avery Johnson siguiéndolo de cerca.
La voz de la Teniente Hamm se escuchó en el canal de
comunicaciones del Primer Pelotón. "¡Aborten—
emplazamientos! ¡Aborten!"
La Canción Fantasma empezó a deslizarse hacia delante. Un
soldado rebotó en el paquete de propulsión de John y se
desplomó con un agujero del doble del tamaño de un pulgar
perforado en la parte delantera de su casco. John usó su pie para
darle la vuelta y vio un agujero de salida en forma de estrella en
el lado opuesto.
"¡John!" Johnson dijo por el canal de comunicación del
equipo. Aunque el canal de comunicación del equipo era un
canal sólo Spartan, la Dra. Halsey le había dado acceso al
sargento para facilitar su papel como enlace Spartan-ODST.
"¿Qué demonios?"
"Mira los agujeros." John maniobró su bota para darle la
vuelta al soldado para que Johnson pudiera ver el agujero de
entrada. "Del mismo tamaño. Eso significa balas perforadoras de
armadura—balas grandes. Probablemente de uranio
empobrecido."
"Probablemente de Vulcanos", estuvo de acuerdo Johnson.
Se refería al cañón antiaéreo ligero M41, un arma engorrosa que
tenía que ser montada en un vehículo o en una torreta para
poder disparar con precisión. "Nos estaban esperando."
"Compraré que estaban listos", dijo John. "¿Pero esperando?
Eso significaría que sabían—"
"Sé lo que significa."
La Canción Fantasma se aceleró con fuerza, alejándose del
fuego de Vulcano y dejando atrás el estómago de John. Avanzó
unos pasos más y llegó a la escotilla de salto, donde un soldado
herido yacía a través del umbral, más afuera de la bahía de
lanzamiento que dentro de ella. La Teniente Hamm y otro ODST
sostenían al soldado inconsciente por los brazos, luchando
contra el empuje del merodeador para arrastrarlo de vuelta a la
bahía de lanzamiento—y perdiendo la pelea.
John colocó una bota en el riel guía para evitar que la
escotilla se cerrara, luego levantó al hombre hacia dentro y se lo
pasó a Hamm. La sangre salía espumosa de las perforaciones de
la armadura en el pecho, el abdomen y la cadera del soldado. Al
dejar caer una baja en el regazo de la Teniente, John esperaba
comprar unos momentos para comprobar la situación que se
presentaba a continuación. Funcionó. Hamm golpeó
inmediatamente el cierre rápido del propulsor del hombre
herido y se puso a salvar su vida.
John se volvió hacia el portal. Doscientos metros más abajo,
un torrente de ataques de municiones pulverizaba fragmentos
helados de la superficie helada de la luna. La gravedad de Seoba
era de apenas un octavo de G, así que sólo había un rastro de
atmósfera, y los fragmentos se sublimaban instantáneamente en
vapor y empezaban a flotar por el campo de batalla en bancos
de niebla cristalina. En el crepúsculo lechoso, John pudo ver más
de una docena de cadáveres con armadura negra esparcidos por
las cuatro zonas de lanzamiento bajo los merodeadores del
Vuelo Fantasma. Un número similar de sobrevivientes estaban
maniobrando a través de velos de niebla brillante, recibiendo
fuego pesado de tres lados mientras trataban de llegar a una fila
de muelles de preparación recubiertos de hielo.
No era fácil rastrear el fuego enemigo hasta sus fuentes,
pero unos pocos latidos más tarde, John vio una serie de
búnkeres excavados en las empinadas laderas que rodeaban el
astillero. Los emplazamientos se enfrentaban cuidadosamente a
capas de hielo, camuflados de forma tan perfecta que sus
ubicaciones sólo se veían traicionadas por destellos en los
cañones que parpadeaban a través de las aspilleras.
John estaba casi aliviado. "Estaban listos, pero no
esperando", dijo, hablando con Johnson en el canal de
comunicación del equipo. "Tomó horas construir y camuflar
esos búnkeres."
Johnson vino y se paró a su lado en el portal. "¿Y qué?"
"Así que, dejamos el desliespacio hace menos de treinta
minutos", dijo John. "No tuvieron tiempo de construir todo eso
sólo para nosotros. Es la preparación general. Tiene que serlo."
"Esa es una posibilidad."
"¿Crees que les avisaron antes de que nos deslizáramos?"
"Creo que sería una tontería descartarlo."
John pensó por un momento y luego dijo, "De ninguna
manera. Así de pronto, el aviso tendría que venir desde el nivel
de mando. Nadie más conocía el objetivo."
"¿Nunca has visto a alguien con bronce en el cuello que se le
escapara un secreto?" preguntó Johnson. "¿O poner otras
lealtades antes que el deber?"
De hecho, John no había visto a un oficial superior cometer
ninguno de los dos errores, pero aceptó el punto del sargento. El
Coronel Crowther estaba haciendo un buen trabajo al poner su
propio ego antes de la misión, así que no era difícil imaginarlo a
él—o a algún otro alto mando—haciendo algo que
comprometiera la seguridad de la misión. "¿Siempre es tan
pesimista, sargento?"
"Sí. Soy de la infantería."
"De acuerdo", dijo John. "Me parece justo."
La Canción Fantasma estaba ahora un kilómetro por encima
del campo de batalla, y John podía ver el tubo con costras de
escarcha de un conductor de masa magnética de un siglo de
antigüedad elevándose desde los muelles, escalando la cara de
una montaña de hielo de dos mil metros de altura. El final estaba
situado justo debajo de la cima, señalando la inmensidad rosada
de Biko. John sabía por el informe de la misión que el conductor
de masa había lanzado una vez miles de toneladas de hielo
encapsulado en acero hacia el planeta. A medida que las
cápsulas de hielo entraban en la exosfera, eran interceptadas
por el comprador, luego guiadas hasta un punto de encuentro
en la estratosfera, sujetas a un dirigible, y flotaban suavemente
hasta su destino final.
Pero, al igual que la propia cantera, el conductor de masa
había dejado de funcionar en 2424, después de que Biko
desarrollara finalmente un clima lo suficientemente húmedo
como para suministrar su propia lluvia.
En la cima de la montaña de hielo, justo encima del cañón
del conductor, estaba ubicado el centro de comunicaciones que
Nyeto había mencionado antes. Estaba rodeado de cráteres de
impacto, pero en gran parte intacto, con la antena de
retransmisión colocada de costado y aún medio unida a su base.
Si los insurreccionistas tuvieran un técnico de
comunicaciones medio decente supervisando las reparaciones,
no necesitarían más de media hora para erigir una nueva antena
y restablecer sus comunicaciones.
En el lado opuesto de la escotilla de salto, la Teniente Hamm
pegó el último parche sobre el último agujero en la armadura
del herido, y luego le pasó el hombre herido a un par de
subordinados. Mientras se paraba, miró a John y extendió el
pulgar hacia la víctima.
"Buen movimiento, Spartan." Estaba hablando por el canal
del Primer Pelotón.
"No se te ocurra volver a hacer algo así."
"Por supuesto que no, señora", dijo John. "Debería haberlo
pasado a un médico."
"Maldición que sí", dijo Hamm. "Y se supone que no deberías
estar aquí arriba en primer lugar. Estás fuera de posición."
"Sí, señora." Como el soldado de apoyo de fuego designado
del pelotón, John llevaba una variedad de armas pesadas. Sacó
la más grande—un lanzacohetes SPNKR portátil—del soporte
magnético en la parte posterior de su Mjolnir.
"Lo siento mucho, señora."
La placa frontal de Hamm siguió al SPNKR cuando John lo
puso sobre su hombro. "Spartan-117, ¿qué demonios crees que
estás haciendo?"
"Trabajo voluntario, señora." John armó el primer tubo del
SPNKR. "Tenemos que derribar esos búnkeres."
Avery Johnson puso una mano de retención en su
antebrazo, pero John se la sacudió y conectó la mira del SPNKR
a su pantalla de visualización frontal. La conversación con Nyeto
permaneció fresca en su mente, y no tenía intención de dejar
que los celos de Crowther jodieran el asalto—al menos, no más
de lo que ya estaba.
Johnson agarró el brazo de John otra vez. "John, no puedes
disparar esa cosa aquí. Destrozarás la mitad del pelotón."
John miró a Johnson. "Conozco los parámetros de seguridad
de un lanzacohetes MAV/AV Bore de 102mm M41, Sargento."
Puso el soporte de tiro en su hombro y enfocó su retícula de
puntería del HUD en el búnker más cercano. El merodeador
seguía subiendo, y la distancia había aumentado a un kilómetro
y medio. "Además, estamos fuera de alcance."
La voz de Hamm se hizo más aguda. "Spartan-117—"
Pero John ya estaba saliendo del merodeador. En la débil
gravedad de Seoba, le habría tomado casi un minuto
simplemente caer los mil cien metros de vuelta al alcance
efectivo del SPNKR. Golpeó sus propulsores y aceleró hacia
abajo. Eso reduciría su tiempo de descenso a más de diez
segundos. Pero si les daba a los artilleros enemigos ese tiempo
para que lo siguieran en línea recta, llegaría lleno de agujeros.
Teniendo cuidado de mantener la retícula de orientación de su
HUD bloqueada en el búnker, comenzó a hacer cambios
aleatorios de vector.
La voz de Avery Johnson sonó en el canal de comunicación
del equipo. "¡Equipo Azul, desembarquen! ¡Golpeen con fuerza!"
John continuó cayendo, y empezó a ver los cañones Vulcano
brillando a través de las aspilleras del búnker. Las armas usaban
detectores adecuados para el vacío, por lo que pudo ver que el
fuego de los insurreccionistas iba muy por detrás de sus
maniobras—aunque cada vez menos a medida que disminuía el
alcance. Finalmente, después de haber descendido un kilómetro
completo, John dio marcha atrás.
Se desaceleró con fuerza, pero había acumulado mucha
velocidad y seguía bajando rápidamente. Para cuando disparó el
lanzacohetes, el alcance había caído a 350 metros.
El misil se alejó con un brillo deslumbrante, convirtiéndose
en un punto plateado mientras John rodaba en una espiral
evasiva de sacacorchos. Sintió una bala rebotar en la armadura
de su muslo. El artillero seguía disparando mientras su búnker
se convertía en un chorro de vapor y hielo.
John siguió una segunda línea de rastreadores hasta otro
búnker y vio el destello de otro Vulcano. Lo designó como
objetivo y disparó el segundo cañón del SPNKR.
El proyectil se alejó, y la superficie lechosa de Seoba se
elevaba rápidamente. John se las arregló para poner sus piernas
debajo de él mientras aterrizaba, pero perdió el equilibrio en el
terreno resbaladizo y se deslizó. Había logrado aterrizar en la
zona de descenso de la Compañía Alfa y aún estaba en el banco
de hielo entre el hoyo de la cantera y los muelles de lanzamiento,
deslizándose sobre su espalda, viendo géiseres de gran tamaño
elevarse detrás de él mientras los proyectiles de los Vulcanos
suturaban el suelo blanco.
Arrojando el SPNKR vacío a un lado, rodó sobre su cadera y
despegó, lanzándose a tres metros de altura en la débil
gravedad. John arrebató el MA5B de su soporte, luego introdujo
una granada HE en el lanzador colgante y la lanzó hacia el
búnker desde el que estaba disparando su atacante—luego,
antes de que pudiera disparar, vio toda la pared frontal estallar
en un rocío de cuerpos y bloques de hielo.
La voz de Kelly-087 se escuchó en el canal del equipo.
"Gracias por la invitación, Sargento Johnson. A Líder Azul le
gusta acaparar la diversión."
"Esta vez no", dijo John. Aterrizó casi suavemente, y luego
se giró para ver masas de hielo y lo que quedaba de sus
atacantes insurreccionistas abanicando las laderas por debajo
de cuatro búnkeres más destrozados. "Formémonos en los
muelles. Cambien las comunicaciones a Alfa."
Una serie de LEDs verdes reconocieron la orden, y John
corrió a través del hielo hacia los muelles de lanzamiento,
usando sus propulsores y a veces sus pies para esquivar el fuego
enemigo. La baja gravedad y la escasa tracción dificultaban el
cambio de dirección de forma brusca, y en varias ocasiones se
encontró cayéndose de rodillas o volando diez metros en un solo
recorrido. La caída no era un gran problema, pero todavía había
cientos de insurreccionistas escondidos en huecos o detrás de
bloques de hielo en las laderas circundantes, y eran tiradores
decentes. Cada vez que continuaba en línea recta durante más
de uno o dos segundos, empezaba a sentir cómo las armas de
fuego abollaban su armadura Mjolnir.
John devolvió el fuego mientras se movía, por supuesto, y
eliminó a unos cuantos atacantes. Pero el escuadrón de
inteligencia del batallón había perdido sus drones de
reconocimiento o no había podido establecer una conexión con
la Mjolnir, y el mapa táctico de su HUD permanecía en blanco.
Así que dedicó la mayor parte de su atención al reconocimiento,
buscando algo lo suficientemente grande como para ser un
hangar enemigo, o tratando de adivinar cuánto tiempo pasaría
antes de que los insurreccionistas consiguieran que su centro de
comunicaciones volviera a funcionar de nuevo.
Desafortunadamente, la mayor parte del campo de batalla
yacía más o menos detrás de él, en la inmensidad de la cantera
misma. Fácilmente de diez kilómetros de diámetro, la fosa tenía
la forma de un pulpo, con una gran cavidad central rodeada de
largos cañones curvos que se extendían más allá de lo que John
podía ver. Las paredes estaban cubiertas de cuevas con bocas de
formas extrañas, muchas de ellas lo suficientemente grandes
como para albergar una embarcación de transporte de tamaño
considerable. El fondo de la cantera no se podía ver desde su
ángulo, pero un manto de niebla se elevaba a la vista, con
merodeadores que se sumergían dentro y fuera mientras se
arremolinaban para dejar caer a sus pelotones o disparar contra
posiciones enemigas.
Con toda probabilidad, los transportes insurreccionistas
estaban escondidos en algún lugar del fondo de la vasta cantera,
y a Crowther le correspondería asegurarse de que las naves
enemigas estuvieran desactivadas antes de que pudieran
despegar y hacer sonar la alarma. No era una tarea que John se
sintiera bien al confiársela a otra persona—al menos al
coronel—pero no tenía otra opción. Un convoy de Civets de
orugas estaba subiendo por un camino de servicio hacia la cima
del conductor de masa, sus cajas de carga cargadas de soldados
con armadura sellada a presión, armas pesadas y equipo para
reparar el centro de comunicaciones dañado.
Los merodeadores de Vuelo Fantasma se abalanzaron sobre
el campo de batalla, sus torretas ventrales arrojando chorros de
ráfagas de 30 mm y sus bahías de lanzamiento arrastrando
ODSTs de armadura oscura. El fuego entrante desapareció casi
por completo cuando el enemigo se puso a cubierto, y John
golpeó sus propulsores y saltó los últimos cien metros hacia los
muelles envueltos en la niebla.
Había un total de diez estructuras separadas, cada una de
dos metros de altura y tan anchas y largas como un Pelican sin
alas. Un conjunto de rieles cubiertos de hielo corría a lo largo de
sus cubiertas, sirviendo como guías para una enorme grúa de
pórtico que se encontraba a mitad de camino del extremo
inferior del conductor de masas. Media docena de ODSTs ya se
habían refugiado en las bahías hundidas entre los muelles y
estaban parados sobre sus pies, sosteniendo sus armas de asalto
sobre sus cabezas para que pudieran responder al fuego.
John cayó en una bahía desocupada cerca del centro de la
fila y vio destellar un conjunto de misiles Shrieker M28 desde
los merodeadores hacia el convoy de Civet. La ladera de la
montaña estalló en géiseres y escondió el cielo Seobano tras una
hirviente cortina de vapor; luego, un par de rayas amarillas
retrocedieron a través de la niebla hacia los merodeadores que
atacaban. Una bola naranja floreció dentro de la nube y comenzó
un lento descenso detrás de la montaña.
"Eso es todo para nosotros", dijo Nyeto, hablando por el
Canal Alfa. "Tenemos munición baja y un pájaro abajo. Estás por
tu cuenta, Alfa."
"Afirmativo", respondió la voz áspera del Capitán Zelos
Cuvier, comandante de la Compañía Alfa. "Gracias por traerme,
Hombre Fantasma. Nosotros nos encargamos desde aquí."
John no estaba tan seguro. Con el fuego enemigo
aumentando de nuevo—y lloviendo desde tres lados—no
necesitaba un mapa táctico para decirle que la Compañía Alfa
estaba más o menos rodeada. Y cuando levantó la cabeza para
comprobar el centro de comunicaciones, pudo divisar una línea
fantasmal de Civets que aún trepaba entre la niebla hacia la cima
de la montaña. Parecía haber sólo la mitad de los que había
antes, pero eran por lo menos siete vehículos, muchos de ellos
para llevar al equipo de reparación y un pelotón de armas
pesadas para protegerlos.
El rastreador de movimiento de John mostró cinco
amistosos entrando a la bahía de capsulaje detrás de él—el resto
del Equipo Azul, más Avery Johnson y la Teniente Hamm. Se
agachó detrás de la cubierta de una media cápsula de acero con
costras de hielo que había estado colgada junto al muelle
durante el último siglo, y luego fue a su encuentro.
La Teniente Hamm era la primera en la fila. No se molestó
en agacharse—su casco aún estaba medio metro por debajo de
la parte superior de la dársena—se adelantó y puso un dedo
enguantado contra la coraza de John.
"Desobedeciste mi orden."
"Lo siento, señora", dijo John. "Cuando me di cuenta de lo
que decía, ya estaba a dos pasos de la bahía."
"Porque te fuiste sin autorización."
"Los Spartans están entrenados para tomar la iniciativa."
Mientras John decía esto, Fred y Kelly se quedaron detrás de
Hamm, levantándose sobre ella y girando sus cascos de un lado
a otro con asombro. Linda sólo mantuvo su placa frontal girada
hacia el convoy de Civet y no mostró ninguna señal de que
estuviera escuchando. "Naturalmente, asumí que los ODST
también lo estaban."
"Lindo." Hamm agarró a John por la parte superior de su
placa de pecho blindada, y luego lo tiró hacia abajo en un
esfuerzo por igualar su altura. "Si te permito quedarte en mi
pelotón, vas a aprender a seguir órdenes. Y hasta que lo hagas,
tu vida va a ser una lustrada de mierda tras otra. ¿Está claro,
Spartan?"
"Sí, señora." John nunca había escuchado el término
lustrada de mierda antes, pero sospechaba que se trataba de
pulir hardware con un agente no aprobado. Miró por encima de
su hombro hacia la catapulta magnética. "¿Qué tal una
sugerencia?"
"¿Qué tal un informe de situación?" Dijo Johnson, sonando
casi como loco. "Eso debería haber sido lo primero que
comunicó cuando se reunió con el líder de su pelotón. ¿O no
enseñan protocolo de batalla en la escuela de Spartan?"
"Lo hacen."
John no señaló que Hamm no le había dado ninguna
oportunidad de comunicar nada antes de leerle el acta de
disturbios, porque estaba bastante seguro de que Johnson ya se
había dado cuenta—el sargento era un maestro en convencer a
los oficiales de que lo que él quería que hicieran era su propia
idea. John señaló la pendiente cubierta de niebla hacia la parte
superior del conductor de masas, y luego comenzó su informe
de situación.
"Señora, hay un convoy de siete Civets con orugas subiendo
hacia el centro de comunicaciones deshabilitado en la cima de la
montaña. Tienen equipo de reparación, una fuerza de seguridad
de al menos un pelotón y armas pesadas, incluyendo al menos
un lanzacohetes múltiple montado en un vehículo."
"¿El que alcanzó a la Estrella Fantasma?" El casco de Hamm
se inclinó hacia atrás mientras buscaba el convoy; luego,
finalmente, pareció verlos. "Bueno, caga en un casco. Están a
mitad de camino ahora."
"Sí, señora", dijo John. "Tenemos que detenerlos."
"En serio." Hamm se dio la vuelta y dejó caer su barbilla en
la postura de alguien que mantenía una conversación dentro de
su casco, y finalmente volvió a prestar atención a sus
compañeros. "Ascot dice que no hay corridas de
ametrallamiento. Los merodeadores se quedaron sin Shriekers,
y con esos lanzacohetes en los Civets, no quiere arriesgarse a
perder otro bote."
"Así que…" Johnson suspiró. "De la manera difícil."
Hamm se encogió de hombros. "Ya sabes lo que dicen—la
infantería es la reina del campo de batalla."
Casi todos los soldados que habían pasado por la escuela de
infantería en los últimos quinientos años entendían la
referencia. En el juego de ajedrez, la reina era la pieza más
versátil del tablero; y en una guerra, la infantería era la fuerza
más versátil en el campo de batalla. Hamm estudió la ladera de
la montaña, tratando de evaluar si su pelotón tenía alguna
posibilidad de sobrevivir a un ataque cuesta arriba contra un
convoy equipado con armas pesadas, todo mientras era atacado
por ambos flancos.
La respuesta era, por supuesto, de ninguna maldita manera.
Su placa frontal se desplazó hacia John y el resto del Equipo
Azul. Estaba bastante seguro de que ella estaba pensando en sus
capacidades, preguntándose si los cuatro podrían lograr lo que
sería imposible para un pelotón de ODST con diez veces más
personal.
John sabía que podían hacerlo, y estaba a punto de ofrecerse
como voluntario cuando un chubasco de hielo y niebla comenzó
a rodar sobre sus cabezas. Un trío de amistosos entrantes
aparecieron en su rastreador de movimiento, a unos veinticinco
metros a pie y desde la dirección de la grúa de pórtico.
"¡Fuego de cobertura!" John ordenó.
Él y el resto del Equipo Azul alcanzaron su altura máxima y
comenzaron a lanzar ráfagas de tres tiros hacia la pendiente
más allá del trío, apuntando primero a los destellos de cañón
más cercanos. El fuego enemigo se fue apagando a medida que
aumentaban las bajas, pero los supervivientes no parecían darse
cuenta de la rapidez con la que se les detenía y seguían atacando
desde posiciones fijas.
Definitivamente irregulares, no bien entrenados.
El líder amistoso recibió un disparo en el hombro y cayó de
frente, deslizándose sobre el hielo antes de arrodillarse de
nuevo. Sus compañeros subieron a ambos lados y deslizaron
una mano por debajo de sus brazos, y luego continuaron hacia
delante en línea recta. En un par de pasos, estaban lo
suficientemente cerca de la bahía de capsulaje como para
bloquear los campos de tiro del Equipo Azul.
"Cuarenta-mike-mike", ordenó John. "Arco alto."
Los cuatro miembros del Equipo Azul apuntaron sus MA5Bs
hacia el cielo y comenzaron a disparar granadas de 40mm desde
los lanzadores colgantes. En la débil gravedad, los orbes se
arquearon tan alto que desaparecieron en el cielo oscuro de
Seoba. Un momento después, volvieron a verse, una oscura
lluvia cayendo lentamente hacia las posiciones enemigas.
Los insurreccionistas dejaron de disparar y estiraron el
cuello, todos tratando de averiguar si estarían en un radio de
explosión de una granada que entraba lentamente. Alrededor de
la mitad saltó hacia arriba y luchó por una mejor cobertura—y
fueron rápidamente derribados por el pelotón de ODSTs que
habían tomado posiciones en la grúa de pórtico.
El trío de amistosos llegó al muelle y se metió en el puesto
de capsulaje, donde el lesionado cayó de espaldas en cuanto sus
botas chocaron contra el hielo. Uno de sus compañeros se
arrodilló a su lado y abrió la bolsa de su muslo, luego extrajo un
botiquín de parcheo y se puso a trabajar reparando el agujero
de su armadura. Cualquier primer auxilio tendría que esperar
hasta que el herido llegara a un entorno presurizado, pero la
armadura de asalto espacial era bastante resistente. Incluso la
munición de perforación de armadura cedía la mayor parte de
su energía cinética cuando impactaba, por lo que había una
buena posibilidad de que la herida no fuera grave.
El segundo acompañante se dirigió a Hamm. No había
insignias de rango en su armadura—nunca era inteligente
ayudar a los francotiradores a identificar objetivos de alto
valor—pero el nombre que estaba estampado en su pecho era
CUVIER.

El capitán de la compañía.
Cuvier se detuvo a medio camino entre John y Hamm. Nadie
saludó, pero Hamm estaba un poco más erguida. Si uno de los
francotiradores Spartan de John hubiera sido un enemigo
observando a través de una mira, el sutil cambio de postura
habría sido suficiente para que el casco del capitán volara por
los aires.
"Buen trabajo, Teniente", dijo Cuvier por el canal del Primer
Pelotón. "Me gusta su iniciativa."
"¿Señor?" Preguntó Hamm.
"Por enviar a los Spartans", dijo Cuvier. "Eso fue brillante.
Salvó a un montón de ODSTs. Tal vez toda la operación."
La placa frontal de Hamm se movió en la dirección de John,
pero antes de que pudiera aclarar las cosas, Avery Johnson
habló.
"Fue un pensamiento rápido, señor. Pero no culpe a la
Teniente Hamm por precipitarse. Eso pesa sobre mí."
"¿Se precipitó, Sargento?"
"Fallando en confirmar la orden de despliegue. Una vez que
las cosas empezaron a moverse, me emocioné y—"
Cuvier le hizo señas para que se detuviera. "No hubo
tiempo." Se volvió hacia Hamm. "Para cuando explicara el plan,
ya sería demasiado tarde para hacerlo funcionar. Ya lo sé."
"Gracias, Capitán." El tono de Hamm estaba tenso. "Aprecio
su comprensión."
"Pero que esto quede entre nosotros." La placa frontal de
Cuvier giró hacia Johnson, luego hacia Fred, Kelly y Linda, y
finalmente se detuvo sobre John. "El coronel no es un gran
fanático de la espontaneidad en las operaciones de combate, y
no quiero que culpe a la Teniente Hamm por hacer su trabajo.
¿Entendido?"
Después de que todos reconocieron la orden, Cuvier estiró
su cuello para mirar por la ladera de la montaña hacia el convoy
de Civets.
"Estaba monitoreando tu conversación con la Capitana
Ascot", dijo. "Entonces, dime, ¿qué necesitas de mí para detener
a esa compañía de reparaciones sin el apoyo de un
merodeador?"
Hamm miró a John y a su equipo. "Sólo su bendición, señor."
"La tienes", dijo Cuvier, volviéndose también hacia los
Spartans. "Dime lo que tienes en mente."
"Tenemos que superar a esos Civets hasta llegar al centro
de comunicaciones", dijo Hamm, "y ahora mismo, los Spartans
son lo más rápido que tenemos. Sugiero que los enviemos al
conductor de masa."
Cuvier continuó estudiando la ladera de la montaña, sin
duda inspeccionando—como John—el tubo con costras de hielo
que subía por la ladera. De tres metros de diámetro, era lo
suficientemente grande como para contener a los Spartans y
cualquier munición que necesitaran para demoler el centro de
comunicaciones y atacar el convoy. Pero durante un siglo sin
mantenimiento, varias torres de apoyo se habían derrumbado,
y las cortinas de hielo que pendían debajo de algunas de las
bobinas de inducción sugerían que una media docena de
soldaduras de costura se habían abierto.
Lo más preocupante era un glaciar en miniatura que fluía de
la recámara de carga. Fácilmente de veinte metros de ancho y
diez metros de espesor, se derramaba desde debajo de la
escotilla doblada y se extendía en un montículo del tamaño de
una pequeña casa. A juzgar por lo lejos que había empujado la
escotilla hacia arriba, la mitad inferior del tubo estaba llena de
hielo que se había acumulado durante más de cien años de ciclos
de sublimación.
Cuvier asintió en aprobación. "Excelente plan, Teniente. El
enemigo nunca los verá venir."
"¡Porque nunca llegarán allí!" Johnson se opuso. "Puedes
ver desde aquí que el tubo está lleno de hielo."
"Medio lleno", dijo John.
Tras el éxito del Equipo Azul en la demolición de los
búnkeres, se sintió bien por sus posibilidades de demostrar lo
decisivos que eran sus Spartans para el éxito de la Operación:
TORMENTA SILENCIOSA. Si pudieran llegar a la cima de la
montaña a tiempo para demoler el centro de comunicaciones y
eliminar el convoy, incluso el coronel Crowther se vería
obligado a admitir que los Spartans deberían estar liderando la
batalla—en lugar de llevar la retaguardia.
John se volvió hacia Cuvier. "El Equipo Azul está dentro",
dijo. "Necesitaremos lanzallamas y pasta de termita para
eliminar los bloqueos."
"Y C-7", añadió Fred. El explosivo de espuma era
especialmente adecuado para su uso en el vacío. "Montones y
montones de C-7."
CAPÍTULO 9

Novena Era de la Reclamación


34º Ciclo, 16 Unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flota de Obediencia Inexorable, Carguero de Asalto,
Masacre Piadosa
Órbita Polar Baja, Planeta E'gini, Sistema Illa

Parecía una forma cruel de poner a los indignos en la Senda del


Olvido, esa lluvia de fuego que devoraba todo lo que tocaba, que
quemaba huesos y hervía piedras y convertía el suelo en vidrio.
Sin embargo, tan glorioso fue el bombardeo, tan magníficas las
lanzas blancas que florecían sobre las aldeas nómadas de abajo,
y tan sublimes los anillos escarlatas que se dilataban sobre las
manchas de los verdes pastos, que Nizat 'Kvarosee no podía
apartar de la vista. Era el Maestro de Flota de la Flota de
Obediencia Inexorable, y esta terrible belleza era obra suya.
La aniquilación de los despreciables era su regalo a los
dioses del Covenant, el diezmo que ofrecía para ser considerado
digno de unirse un día a los antiguos Forerunners en la
trascendencia divina. Dar la espalda al esplendor de sus armas
era abandonar el Gran Viaje mismo, declararse traidor a su
pueblo y a su fe.
Y eso nunca lo haría, sin importar la creciente oscuridad
interior. Para un guerrero Sangheili, la palabra propia lo era
todo, y cuando Nizat se había convertido en Maestro de Flota de
la Flota de Inexorable Obediencia, había jurado ejecutar la
voluntad de los Profetas como si fuese la suya propia.
El ataque terminó, sin dejar nada a su paso más que un
círculo blanco y brillante del tamaño de su palma. Asintió
aprobándolo y se volvió hacia la frágil figura que flotaba en la
silla antigravedad junto a él. Con su cuello de serpiente y la
barba cubierta de pieles que colgaban bajo su mentón, el
San'Shyuum parecía repulsivamente débil para la mayoría de
los Sangheili; sin embargo, Nizat se preocupaba por dirigirle la
palabra con un tono que apenas se acercaba a la veneración.
"Esa fue la última aldea en este meridiano, Su Eminencia.
Daré la orden de pasar a la siguiente."
El San'Shyuum—el Ministro Menor de Inspección de
Artefactos—agitó una mano de tres dedos.
"Sí, sí, Maestro de Flota. Como desees." El Ministro Menor—
a quien Nizat a menudo llamaba simplemente "Inspección" en
su propia mente—inclinó su silla hacia adelante para asomarse
por la ampolla. "¿Cuánto tiempo más, crees?"
"No demasiado", dijo Nizat. "E'gini está poco poblado.
Apenas hay más de cien mil asentamientos en todo el mundo."
"¿Cien mil?" Inspección exhaló pesadamente. "¿Y cuántos
crees que hemos destruido?"
Nizat comprobó la base de datos integrada en el antebrazo
de su armadura de a bordo. "Con este son cuarenta y siete mil
novecientos doce."
La cabeza del San'Shyuum se hundió hacia adelante. "¿Tan
pocos? A este paso, estaremos aquí otro ciclo completo."
Nizat trató de ocultar su repulsión. Como la mayoría de los
San'Shyuum que viajaban con las flotas de batalla del Covenant,
el Ministro Menor era un magistrado ceremonial en lugar de un
comandante militar—e Inspección, en particular, no parecía
adecuado para los rigores de asistir a una operación de limpieza
planetaria.
"Si el Ministro Menor se está cansando, puede volver a sus
compartimientos. No hay necesidad de que se quede aquí."
La cabeza de Inspección se agitó. "¿No me necesitas, Maestro
de Flota? ¿Quizás crees que todo lo que los Jerarcas nos piden es
matar a los humanos?"
"En absoluto, Su Eminencia", dijo Nizat. "La erradicación
debe ser consagrada, lo sé. Pero no sabía que tuviera que
observar toda la operación personalmente."
"Estás siendo ridículo", replicó Inspección. "Eso sería
imposible, incluso para un San'Shyuum."
"Entonces estoy—" Nizat se detuvo. Casi dijo que tenía
miedo de no entender, pero eso habría estado mal. No tenía
miedo, y no se le mentía a un San'Shyuum… ni siquiera a uno tan
poco impresionante como Inspección. "Perdóneme. No lo
entiendo."
"Es sólo cuestión de testificar." La mirada de Inspección se
distanció, y mantuvo su largo cuello un poco más erguido. "Los
Jerarcas deben saber que los humanos están pagando por sus
transgresiones, y yo debo ser capaz de reportar cómo están
sufriendo."
"Ah… ahora entiendo."
Y, de hecho, esa era la verdad. Las órdenes de Nizat no
habían dicho nada sobre hacer sufrir a los humanos, sólo que los
mataran lo más rápido posible, y que examinaran sus mundos y
capturaran aquellos que contenían reliquias Forerunner, y que
convirtieran en inhabitables a aquellos que no las tuvieran.
Pero los San'Shyuum eran una especie política que luchaba
por el estatus de la misma manera que los Sangheili lo hacían
por el honor, y estaba claro que Inspección tenía la intención de
ganarse el favor de los Jerarcas describiendo en detalle cómo los
humanos morían angustiados bajo los haces de plasma de la
Flota de Obediencia Inexorable. No era nada para Nizat, y de
hecho los informes sólo podían mejorar su reputación entre los
Profetas que eran sus superiores y los de Inspección, así que no
había razón para hacer la vida del Ministro Menor más difícil de
lo que tenía que ser.
"Pero si me permite, Su Eminencia, la destrucción de una
aldea suele ser la misma que la de otra. No es probable que nada
de interés ocurra mientras usted se ocupa de otros asuntos—y
si lo hace, por supuesto, enviaré a buscarlo de inmediato."
Inspección consideró la propuesta por sólo un momento
antes de inclinar su alargada cabeza. "Como desees, Maestro de
Flota. Pero dos ciclos es mucho tiempo que desperdiciar en un
barrizal como este. ¿No hay nada que puedas hacer para
completar tu trabajo más rápido?"
Nizat dudó, ya que había reflexionado antes sobre el tema y
llegó a la conclusión de que era factible. Desafortunadamente, el
método no era tan seguro como el bombardeo de plasma para
esterilizar el mundo—y si tuviera éxito, resultaría ser
inconmensurablemente más cruel. No era algo que deseaba
probar, pero un Ministro Menor le había preguntado
directamente, y sería una blasfemia mentir.
"¿No has oído mi pregunta, Maestro de Flota?"
"Lo hice", contestó Nizat. "Dudé porque la técnica nunca se
ha probado antes. Pero este mundo es tan primitivo que podría
funcionar aquí."
"Espero que no esperes que adivine."
"Para nada", dijo Nizat. "Pero hay riesgos."
"¿No estamos en guerra? Siempre hay riesgos—incluso
cuando se trata de luchar contra los humanos."
"Entonces su guía será muy apreciada", dijo Nizat. "E'gini es
único en dos aspectos que sirven a nuestro propósito. Primero,
hay un escudo volcánico en el ecuador tan enorme que podemos
verlo ventilando cenizas y vapor incluso desde la órbita."
"Y un bombardeo de plasma podría desencadenar una
erupción", dijo Inspección. "Pero, ¿sería suficiente?"
"En cualquier otro mundo, no", dijo Nizat. "Pero sólo hay un
puerto espacial en todo el planeta, y ya ha sido vitrificado."
"Así que no puede haber evacuación si el volcán entra en
erupción."
"Requeriría una flota de rescate de al menos mil grandes
transportes", dijo Nizat. "¿Y cuál es la probabilidad de eso
mientras la Flota de Obediencia Inexorable esté cerca?"
"No más de cero", respondió Inspección. "Pero incluso un
volcán en erupción cubriría sólo una pequeña parte del planeta.
No lo mataría todo."
"No rápidamente. ¿Pero si hay suficiente ceniza en el cielo?"
Nizat esperó hasta que vio que los ojos de Inspección se
abrieron de par en par, y añadió, "Sería una muerte lenta y
angustiosa, Su Eminencia."
La cabeza del Ministro Menor se inclinó. "Perfecto."
"Pero incierto", dijo Nizat. No le gustaba la perspectiva de
infligir una muerte lenta y angustiosa a tantos—incluso si
Inspección lo hacía. "Puede que no haya suficiente ceniza para
enfriar el planeta, y los humanos son muy ingeniosos."
"No importa." Inspección les dio a sus dedos un revoloteo
despectivo. "Incluso si sobreviven, ¿adónde pueden ir? Cuando
volvamos—"
El San'Shyuum fue interrumpido por el sonido de
advertencia de mandíbulas en el Compartimiento de
Planificación del Maestro de Flota, y Nizat se giró para encontrar
a su capataz dirigiendo a un guerrero con armadura de asalto de
color índigo hacia la ampolla de observación. Su sangre se
congeló, ya que la armadura era el uniforme de los Sombra
Silenciosa, una fuerza de caza de primera clase que los Jerarcas
a menudo enviaban cuando deseaban sacar de su puesto a un
comandante de alto rango. A diferencia de la mayoría de los
guerreros que se presentaban ante el maestro de flota, la
Sombra no se había quitado el yelmo, ya que su secta le prohibía
que mostrase su cara a un superior al que algún día se le
ordenase matar.
Afortunadamente, esta Sombra había dejado la
empuñadura de su espada de plasma en su funda, y estaba
usando ambas manos para llevar un disco del tamaño de una
placa con el grosor de su brazo. Por un instante, Nizat pensó que
podría ser algún tipo de extraño artefacto Forerunner—la
recuperación de tales reliquias era uno de los objetivos del
Covenant al atacar a los humanos, después de todo. Pero al
acercarse el guerrero, Nizat vio los obvios botones de control y
una primitiva lente de silicato, y se dio cuenta de que la cosa
tenía que ser un dispositivo humano.
Nizat miró a su capataz, luego señaló el dispositivo y le
preguntó, "¿Por qué permites que esa abominación entre en mi
presencia?"
El capataz, un joven mayor llamado Tam 'Lakosee, se detuvo
a tres pasos de distancia. Como todos los guerreros Sangheili,
era una figura imponente con una cabeza en forma de flecha,
ojos brillantes, y una boca con cuatro mandíbulas alineadas por
cortos y curvos colmillos. Vestido con un tabardo sin mangas en
lugar de armadura, tenía una estructura muy musculosa, brazos
largos y tendinosos que terminaban en manos de cuatro dedos,
y piernas enormes apoyadas por largos y poderosos tarsos que
daban como resultado un andar elástico y con un paso dinámico.
Se pasó los dedos por la frente. "Maestro de Flota, todo se
aclarará en un momento. Hasta entonces, le ruego su
indulgencia."
"La tienes—por ahora."
"Seré rápido." 'Lakosee señaló a la Sombra Silenciosa que
estaba a su lado. "La Primera Espada Tel 'Szatulai recuperó la
abominación en el mundo que los humanos llaman Amasa, en su
sector Grenadi."
Amasa, conocido por la Flota de Obediencia Inexorable
como Alay'oso, era el décimo objetivo en la línea de ataque bajo
el actual plan de invasión de Nizat, por lo que sabía que la unidad
de 'Szatulai habría estado allí para tomar la medida de sus
defensas. Aún más importante, la patrulla habría estado
buscando cualquier indicio de que el mundo había sido ocupado
una vez por los santos Forerunners, que habían dominado la
galaxia antes de su ascenso a la divinidad.
Nizat golpeó sus mandíbulas horizontalmente para indicar
que conocía el mundo, y 'Lakosee continuó su explicación.
"El dispositivo fue dejado frente al escuadrón de
reconocimiento de 'Szatulai—deliberadamente."
"¿Deliberadamente?" Inspección repitió. Flotó su silla cerca
de 'Szatulai y se inclinó hacia delante de modo que su cara
contorneada estaba a un dedo del visor rojo del guerrero. "¿Una
primera espada de los Sombra Silenciosa se dejó ver? ¿En un
mundo que aún no ha sido atacado?"
'Szatulai miró a Inspección y no respondió. Durante cinco
largas respiraciones, Nizat se preguntó si el guerrero era
demasiado cobarde para hablar directamente con un
San'Shyuum… o tan tonto que creía que necesitaba el permiso
de su maestro de flota para responder a un Ministro Menor.
Entonces 'Szatulai habló, y Nizat se dio cuenta de que no era
ninguno de los dos.
"Así es, Su Eminencia." Había suficiente odio en el tono de la
primera espada para indicar que no le gustaba que un miembro
del público menospreciase su actuación en el campo. "Cometí un
error."
Círculos rojos se abrieron alrededor de los ojos de
Inspección, y el San'Shyuum se volvió hacia Nizat, el rizado de
sus labios prensiles dejando claro que esperaba que tal
insubordinación fuera tratada con dureza. Pero Nizat había
desarrollado una repentina afición por esta Sombra, y, de todos
modos, las primeras espadas eran demasiado valiosos para
sacrificarlos a la petulancia de un Ministro Menor.
Nizat volteó una mano con indiferencia. "No hay nada de
qué preocuparse, Su Eminencia. Los infieles no son débiles de
mente. Ya saben que vamos a atacar a Alay'oso."
"Eso no es asunto mío", siseó Inspección.
"Me alegro de que estemos de acuerdo." Nizat se volvió
hacia 'Szatulai. "¿Te has asegurado de que este dispositivo no
sea una trampa?"
El casco de la primera espada se balanceó hacia arriba y a la
derecha, una señal de confirmación. "Capturamos a la mensajera
y la obligamos a demostrar su uso antes de morir. No nos hizo
daño a ninguno de nosotros."
"Bien hecho", dijo Nizat. "Entonces dime, ¿por qué este
dispositivo es digno de mi atención?"
"Porque contiene un mensaje de una facción de humanos
que desean ayudarnos."
"Un truco", dijo Inspección. "¿Por qué cualquier humano
ayudaría a destruir a su propia especie?"
"Dejaré que el mensaje lo explique. Es… complicado."
'Szatulai colocó el disco en el puesto de escritura de Nizat, y
luego le preguntó, "¿Entiende el lenguaje humano Maestro de
Flota?"
"Al que llaman inglés y a algunos otros", dijo Nizat. "Hay
muchos."
"El inglés es una lengua común, al igual que el Sangheili es
la nuestra", dijo 'Szatulai. "Es la que se usa para el mensaje."
"¿Qué hay de mí?" Preguntó Inspección.
"¿No honró mi decreto de que los Vicarios de la Flota
aprendieran el idioma de nuestro enemigo?" Nizat no ocultó su
sorpresa, pues siempre había encontrado al Ministro Menor
más ambicioso que decidido, y el ejemplo de 'Szatulai lo
envalentonó para que dejara ver su desaprobación. "¿De
verdad?"
El barbecho bajo la barbilla de Inspección se enrojeció. "Mis
otras obligaciones han exigido mi atención."
"Por supuesto. 'Lakosee traerá un disco de traducción para
usted." Nizat utilizó un gesto con la mano para indicar al capataz
que se tomara su tiempo para regresar, pues quería tener la
oportunidad de digerir el mensaje por sí mismo antes de
soportar el consejo del Ministro Menor. Se volvió hacia 'Szatulai.
"Comencemos."
"¿Antes de que esté listo?" Inspección estaba indignado.
"Estoy seguro de que lo escucharemos más de una vez."
Nizat apenas había pronunciado las palabras antes de que
'Szatulai tocara un botón. El holograma de una cabeza humana
apareció sobre la lente de cristal. Como casi todas las cabezas
humanas, era muy poco atractiva, con una cara demacrada,
pliegues de piel extrañamente colocados, y una pequeña boca
ovalada debajo de una nariz demasiado delgada para su
longitud.
La cabeza probablemente pertenecía a un macho, pero
Nizat no podía estar seguro. No había vello en la barbilla, los
labios o las mejillas, lo que generalmente era un rasgo femenino.
Sin embargo, el cabello de la parte superior de la cabeza era tan
corto que casi no estaba allí, y a Nizat le habían dicho que era
raro que una hembra se quedara calva en la coronilla de su
cabeza.
Pero apenas importaba. Los humanos parecían tan
inseguros de sus propias condiciones sexuales como los Unggoy.
Nizat incluso había oído que era común que los machos
humanos se ocuparan del mantenimiento de la familia y que las
hembras lucharan como soldados de a pie. No era de extrañar
que los Jerarcas hubiesen juzgado a la especie indigna del Gran
Viaje. Con tal confusión acerca de sus lugares, incluso en su
propia sociedad, sólo habrían traído el caos al Covenant.
Después de aparecer, la cara del holograma habló.
"Saludos." Su voz era profunda y grave, un rasgo que Nizat
asociaba con el tamaño—y por lo tanto con la masculinidad.
"Soy el General Harper Garvin, del Frente Rebelde Unido, y tengo
una propuesta para el liderazgo del Covenant.
"El Comando Espacial de las Naciones Unidas, al que están
haciendo la guerra, es un vasto imperio colonial que oprime
cientos de mundos…"
Nizat hizo una señal a 'Szatulai para que detuviera el
mensaje, y luego preguntó, "¿Qué significa esta palabra,
colonial?"
"Significa que esos mundos están gobernados por una
autoridad militar", explicó 'Szatulai. Como un comandante de
los Sombra Silenciosa, había pasado muchos ciclos en mundos
humanos y sin duda entendía sus costumbres mucho mejor que
Nizat. "A veces se le llama Autoridad Militar Colonial, y a veces
se le llama Comando Espacial de las Naciones Unidas. No estoy
seguro de la diferencia, pero no importa. Las embarcaciones de
ambas fuerzas son como la carne de una keifra cautiva ante
nuestros cuchillos."
"¿Y los humanos no desean ser gobernados por sus propios
militares?"
El casco de 'Szatulai se inclinó hacia adelante y hacia la
izquierda, señalando negación. "Es muy extraño, Maestro de
Flota", dijo. "Pero muchos humanos ven este gobierno colonial
como una esclavitud."
"Estoy de acuerdo", dijo Inspección. 'Lakosee todavía no
había regresado con el disco de traducción, así que el Ministro
Menor sólo respondía al breve intercambio entre Nizat y
'Szatulai. "Deberían ser sus profetas los que gobiernen sus
mundos."
El visor de 'Szatulai se inclinó hacia el Ministro Menor y
permaneció fijo allí durante un tiempo; luego finalmente se
dignó a hablar. "Los infieles siguen demasiadas creencias para
ser gobernados por cualquiera de ellas", dijo. "Y un gran número
de humanos no siguen ninguna fe en absoluto."
"Que es indudablemente la razón por la que los Jerarcas
consideran que su especie no es digna del Gran Viaje", dijo
Inspección. "Haría bien en mantener eso en sus pensamientos,
Primera Espada."
"Así lo hago, Su Eminencia", dijo 'Szatulai. "Mi fe se erige
como el pilar de mi obediencia."
Lo que podría significar, reflexionó Nizat, que sólo la fe de
'Szatulai en el Gran Viaje le impidió romperle el cuello al
Ministro Menor. En ocasiones, Nizat se había planteado la
misma blasfemia asesina—pero era mejor evitar detenerse en
eso ahora. Hizo una señal a 'Szatulai para que continuase, y la
primera espada volvió a tocar el dispositivo.
"—que anhelan respirar libremente", continuó la cabeza—
Garvin. "Y en muchos de esos mundos, grupos desesperados de
luchadores de la resistencia se han organizado en ejércitos
insurreccionistas que están decididos a quitarse el yugo del
imperialismo."
Nizat decidió no preguntar sobre el significado de
imperialismo. Sin duda tenía algo que ver con ser oprimido, ¿y
qué le importaba la opresión de los humanos? Todos serían
liberados muy pronto, justo después de que él los matara.
El pensamiento apenas había pasado por su mente antes de
que se convirtiera en una punzada de culpa que sentía como una
daga atravesando uno de sus corazones. Dejó el dolor a un lado
y volvió a concentrarse en el holograma.
"…sugieren una alianza con el Covenant", decía Garvin. "Y
para demostrar nuestro valor en tal negociación, les ofrecemos
esta inteligencia como un regalo: recientemente, ustedes
perdieron una embarcación en Netherop bajo circunstancias
misteriosas. Esa embarcación fue destruida por la misma unidad
que hizo lo mismo con su nave en Chi Ceti IV hace unos meses."
El interés de Nizat ya estaba creciendo cuando el holograma
cambió de una imagen del General Garvin a una figura con forma
humana y armadura voluminosa. El enfrentamiento en el
mundo que los humanos llamaban Chi Ceti IV habían sido objeto
de muchas especulaciones entre sus oficiales de estado mayor.
Un informe enviado durante una pausa en la batalla había
expresado la confianza del maestro de nave de la Implacable en
que, tras un feroz combate inicial, la Implacable saldría
victoriosa y buscaría reparaciones en Zhoist, un mundo de
suministros y un área de maniobras justo más allá del espacio
humano que una vez había sido el hogar de diez antiguas
ciudades Forerunner.
Pero la Implacable nunca había llegado, y en Netherop, la
Flecha Radiante simplemente había desaparecido. Si los
traidores humanos estaban dispuestos a decirle a Nizat lo que
les había ocurrido a las dos embarcaciones del Covenant, él
estaba dispuesto a escuchar. Él podría incluso permitirles creer
que eso salvaría sus propios mundos... al menos por un tiempo.
La figura acorazada del holograma giró lentamente, dando
a Nizat y a sus compañeros la oportunidad de inspeccionarla
desde todos los ángulos, y luego la voz de Garvin continuó.
"Este es un soldado de operaciones especiales de élite
conocido como Spartan. Todo lo que concierne a los Spartans—su
origen, sus capacidades, sus números—es ultra secreto, así que
hay mucho que no sabemos de ellos. Lo que sí sabemos, sin
embargo, es que son lo que les sucedió a sus embarcaciones en
Netherop y Chi Ceti IV.
"Y van a hacer lo mismo con ustedes en Biko—con toda la
flota del Covenant."
La imagen volvió a cambiar a la cara de Garvin.
"Si quieren saber más, estaremos esperando en la cantera de
hielo abandonada en la tercera luna de Biko, Seoba. Envíen a
alguien que pueda hacer un trato. Tenemos un pequeño proyecto
en el que nos gustaría su ayuda."
La imagen se contrajo en la nada. Nizat distraído comenzó a
extender y cerrar sus mandíbulas.
Después de un momento, dijo, "No estoy seguro de que lo
entienda."
"¿Entender qué?" Dijo Inspección. "Debí haberte hecho
esperar hasta que llegara el disco de traducción."
Nizat lo miró fijamente y le dijo, "Esa no era su decisión."
Inspección se golpeó los labios con indignación, pero Nizat lo
ignoró y se volvió hacia 'Szatulai.
"¿Este traidor—el General Garvin—espera de verdad que le
hagamos un favor?"
"Creo que espera llegar a un acuerdo", dijo 'Szatulai. "Nos
advirtió sobre estos Spartans, y ahora espera que nos sintamos
obligados a dar algo a cambio."
"¿Además de nuestro favor?" Preguntó Nizat.
'Szatulai bajó las palmas, un gesto de desconcierto. "Así son
los humanos", dijo. "No entienden el orden natural del dominio."
"No, es otra cosa", dijo Inspección. "Lo estás subestimando…
al que llamas General Garvin."
El casco de 'Szatulai se inclinó hacia un lado en un gesto de
irritación, y Nizat temía que el Ministro Menor se hubiera vuelto
demasiado audaz en su arrogancia. ¿Cómo podía presumir de
saber lo que los humanos estaban pensando, cuando ni siquiera
entendía sus palabras?
"Su Eminencia", dijo Nizat, "La Primera Espada 'Szatulai ha
pasado muchos ciclos ocultándose en los mundos humanos,
aprendiendo sus costumbres y estudiando sus debilidades.
Entiende cómo funcionan sus mentes."
"Y yo entiendo el arte de la intriga", replicó Inspección. "Este
General Garvin está usando un truco clásico, diciendo que
quiere una cosa cuando busca otra."
Nizat estaba dudoso. "Lo que quiere es supervivencia para
su facción, y está dispuesto a traicionar al resto de su especie
para ganarla. Eso es lo que hacen los cobardes."
"Y, sin embargo, se aseguró de mostrarte a ese soldado
blindado", dijo Inspección. "¿Era uno de los Spartans que
mencionó la primera espada?"
"Lo era." Nizat no vio hacia dónde iban las preguntas de
Inspección, pero el Ministro Menor tenía razón en esto: nadie
entendía mejor el arte de la intriga que los San'Shyuum. "¿Le
parece significativo, Su Eminencia?"
"En una negociación, todo es significativo", dijo Inspección.
"La Primera Espada 'Szatulai dijo que el General Garvin te
'advirtió' sobre los Spartans. ¿Debo entender que son un peligro
para nosotros?"
"Eso dice él." Nizat tendría que revisar su evaluación del
Ministro Menor; claramente, el San'Shyuum era más astuto de
lo que parecía. "El General Garvin dice que los Spartans
destruyeron nuestras naves en Chelav y Neska—los mundos
que llaman Chi Ceti IV y Netherop."
Los ojos de Inspección se abultaron. "¿Lo hicieron?"
Nizat pensó durante un momento, considerando si dos de
sus embarcaciones podrían haber sido destruidas por algún
método más convencional, quizás por ser sorprendidas y
derrotadas tan rápidamente que no había habido tiempo para
enviar un informe de acción. Él decidió que no. Si los humanos
tuvieran naves con esa capacidad, no las retendrían de pelear.
Finalmente, Nizat dijo, "Parece la explicación más
probable."
"¿Humanos contra naves?" Inspección se quedó atónito.
"¿Cómo es posible?"
"Subiendo furtivamente a bordo y poniendo una bomba",
dijo 'Szatulai. "Así es como los Sombra Silenciosa lo harían."
"Peligroso, pero posible", dijo Nizat. "¿Pero funcionaría
contra una flota?"
'Szatulai pensó por un momento, y luego dijo, "Los Sombra
Silenciosa nunca intentarían algo así. Sería imposible infiltrarse
en toda una flota sin ser detectados. Demasiadas cosas pueden
salir mal."
"¿Flota?" Preguntó Inspección. "¿Qué es esto de las flotas?"
"El General Garvin dice que los Spartans nos estarán
esperando en el mundo humano de Biko."
"¿No conozco a este Biko?" preguntó Inspección.
"Lo llamamos Borodan", dijo Nizat. "Pero el nombre es
menos importante que lo que el General Garvin dice que harán
los Spartans: atacar a la Flota de Obediencia Inexorable."
"Ah." Inspección se calmó y se sentó en su silla, juntando sus
manos ante los lóbulos de su mentón. "Ahora lo veo."
Nizat miró a 'Szatulai, pero la primera espada no mostró
ninguna señal de que él tampoco lo entendiese, y juntos
esperaron a que el Ministro Menor les iluminase.
Por fin, Inspección bajó las manos. "El General Garvin está
tratando de motivarte. Quiere que mates a los Spartans, así que
dice que son un peligro para la flota."
"Esa es una buena motivación", dijo Nizat.
"Si está diciendo la verdad, sí", dijo 'Szatulai. "¿Pero abordar
una flota entera? Tendrían que estar locos."
"Han tenido éxito dos veces antes", dijo Nizat. "Tal vez
estaban probando un nuevo dispositivo—un camuflaje personal
o una lanza de escudos—y ahora están listos para desplegarlo a
mayor escala."
'Szatulai ofreció una pequeña reverencia. "No había
pensado en eso."
"Es sólo una posibilidad", dijo Nizat. "Pero una que debemos
considerar. Reunirás un kai'd de los mejores guerreros de la
flota para cazar a estos Spartans, luego irás a la tercera luna—
esta Seoba—y aprenderás como el General Garvin y sus
traidores pueden ayudar."
"¿Y después de hablar con ellos?"
Sabiendo que su respuesta dependería más de la doctrina
que de la estrategia, Nizat se dirigió al Ministro Menor.
"¿Recuerda lo que le mostré en el kelguid?" Nizat se refería
a un mapa estelar holográfico, desarrollado a partir de una
tecnología de ingeniería inversa a partir del equivalente
Forerunner. "¿La importancia de establecer una base de
operaciones de avanzada, para que podamos presionar nuestro
ataque con velocidad?"
Inspección asintió. "Por supuesto", dijo. "¿Piensas que
Borodan es el lugar?"
"Sí, siempre que podamos capturarlo sin una lucha
prolongada", dijo Nizat. "Y si el General Garvin quiere reunirse
con nuestro representante allí por la razón que creo, entonces
tal vez él pueda hacer eso posible."
"Ciertamente", dijo Inspección. Se volvió hacia 'Szatulai.
"Por ahora, el destino del general Garvin y sus traidores es de tu
elección. Perdónalos mientras sirvan a nuestra causa."
"Como lo ordene", dijo 'Szatulai. "¿Y cuando no lo hagan?"
"Son humanos", dijo Inspección. "Ya sabes qué hacer con
ellos."
CAPÍTULO 10

1456 horas, 18 de marzo de 2526 (calendario militar)


Muelles de Lanzamiento, Cantera de Hielo de Seoba
Luna Seoba, Sistema Planetario de Biko, Sistema
Kolaqoa

La batalla en la cantera de hielo se había asentado en un


espeluznante ballet de luz y fantasmas, con destellos de cañones
parpadeando en todas direcciones y figuras tenues esquivando
entre la niebla. Los ataques con armas pesadas florecían cerca y
lejos, y los canales de comunicación transmitían una estridente
veintena de bajas que gritaban en el casco de John. Las balas de
seguimiento adecuadas para el vacío ardían al pasar,
chispeando el centenario conductor de masas y dejando
hoyuelos del tamaño de un pulgar en el gigantesco tubo de
aceleración a través del cual el Equipo Azul ascendería cinco
kilómetros hasta la cima de la montaña. Si todo iba bien,
llegarían a la cima diez minutos antes que el convoy
insurreccionista y demolerían el centro de comunicaciones
antes de que pudiera ser reparado.
Y entonces llovería un infierno sobre el enemigo desde
arriba.
John llevó a sus tres compañeros a través de la última
docena de metros hasta el fondo del decrépito conductor de
masas, y luego se arrodilló junto a un muelle de apoyo
incrustado de hielo. La inmensa mayoría de una vieja grúa de
pórtico estaba a sólo quince metros de distancia, bloqueando la
mayor parte del fuego de las posiciones enemigas en las laderas
que rodeaban los astilleros. Pero había un angosto ángulo de
exposición en la cima de la montaña, corriendo junto al tubo de
aceleración. No parecía que hubiera ningún fuego en la ranura,
pero le hizo señas a Linda-058 para que la mirara de todos
modos. Era la mejor tiradora del Equipo Azul, e incluso con un
rifle de asalto MA5B en lugar de su rifle de francotirador
habitual de la Serie 99, era una tiradora mortífera.
Kelly-087 se arrodilló junto a John bajo el tubo de
aceleración y observó el otro lado de la cuenca, mientras que
Fred-104 vigilaba su retaguardia. Una vez que todos estaban en
posición, John se levantó para inspeccionar la recamara de carga
que el equipo usaría para entrar al conductor de masa.
De unos doce metros de largo por dos de ancho, la abertura
estaba cubierta por una escotilla corrediza forzada diez
centímetros hacia arriba debido a que el flujo de hielo se
desbordaba del tubo de aceleración. El labio estaba enterrado
demasiado profundo en el hielo como para moverse, así que
John usó un trozo de cordón de carbono de termita para quemar
un rectángulo del tamaño de un Spartan. Después de sacarlo,
miró hacia adentro y encontró el tubo de aceleración lleno de
hielo en dos tercios. Sobre el hielo había una oscura cavidad
semicircular lo suficientemente grande como para arrastrarse
por ella… quizás.
"Necesitamos un lanzallamas más grande", dijo Fred por el
canal de comunicación. Estaba de pie junto a John, barriendo su
rayo de luz sobre la superficie vidriosa dentro del tubo del
acelerador. En su mano izquierda, sostenía la boquilla de una
versión compacta y adecuada para el vacío del lanzallamas
M7057, una Herramienta de Chorro Incendiario M705
alimentada por un paquete de tanque lleno de combustible
auto-oxidante. "Y más tiempo."
"¿Te pedí tu opinión, Fred?"
"Se te debe haber olvidado", dijo Fred, completamente
indiferente ante la irritación de John. Habían estado entrenando
juntos desde que tenían seis años, y ambos sabían que Fred
tenía el deber de hablar cuando veía un problema. "Demasiadas
cosas pueden salir mal con este plan. Hamm está detrás de algo."
John miró de nuevo el tubo del acelerador lleno de hielo. La
cavidad estaba más apretada de lo que esperaba. Tendrían que
arrastrarse sobre sus estómagos, arrastrando las mochilas de
los lanzallamas detrás de ellos. Iba a llevar un tiempo, pero no
vio cómo Hamm pudo haber sabido eso.
"¿Tú crees?"
"Ella es una oficial", dijo Fred. "Y ODST encima. No se le
ocurrió esta idea porque esté tratando de hacer que los Spartans
se vean bien."
Avery Johnson se unió a ellos en el canal de comunicación.
"Tal vez sólo quiere hacer el trabajo de la mejor manera que se
le ocurra."
John se giró y vio a una figura con armadura de asalto
espacial negra—presumiblemente Johnson—saltando a través
del enorme arco bajo la grúa de pórtico. Más allá de él, apenas
visible a través de la niebla, el resto de la Compañía Alfa estaba
disperso a lo largo de la orilla del astillero, una raída línea de
fantasmas que se preparaba para lanzar una finta que
mantendría a los insurreccionistas demasiado ocupados
luchando para preguntarse qué podría estar ocurriendo dentro
del conductor de masa. Cuanto más tiempo tardara el Equipo
Azul en llegar a la cima del tubo, más tiempo tendrían esas
tropas para mantener la farsa, y más de ellos probablemente
terminarían muertos.
Johnson se detuvo junto a la recámara de carga, y luego dijo,
"¿Por qué el retraso? La Compañía Alfa está lista para empezar."
"Estábamos considerando el despliegue óptimo del I-JeT",
dijo John, usando el sobrenombre del M705. "Está un poco más
apretado de lo que esperábamos."
No lo suficientemente alto para asomarse a la recámara de
carga desde una posición de pie, Johnson golpeó sus
propulsores y se levantó medio metro de la superficie.
"A mí no me parece tan apretado."
"Lo sería si estuvieras usando nuestra armadura", dijo Fred.
Se había apartado de la recámara y estaba de nuevo observando
el área que había detrás de ellos. "Sin ofender, Sargento, pero
necesita pensar en nuestra escala."
Johnson miró a Fred y John. Con reactores de fisión y
paquetes propulsores desmontables montados en las placas
traseras de su armadura, sus torsos tenían más de ochenta
centímetros de espesor.
"Me parece justo." Apagó sus propulsores y volvió a la
superficie. "Probablemente pueda convencer a la capitana de
que envíe al Primer Pelotón por el tubo y los haga ocupar su
lugar en la finta. De todos modos, serían una mejor distracción."
"Negativo", dijo John. Si Fred tenía razón acerca de que
Hamm estaba tramando algo furtivo, cambiar de lugar sería la
manera perfecta de arruinar su plan—pero ser una distracción
era lo último que John quería. Esto sólo reforzaría la convicción
de Crowther de que los Spartans no deberían estar a la cabeza.
"Haremos que funcione, Sargento."
Fred y Johnson se volvieron para mirarlo fijamente a través
de sus placas faciales, y Kelly se levantó de donde había estado
arrodillada. Miró a la recámara de carga durante un segundo, y
luego miró a John.
"Sabes que estamos contigo", dijo. "Pero, ¿cómo vas a hacer
eso? Es un arrastre de barriga de cinco kilómetros, y no
podemos retorcernos tan rápido."
"No tendremos que arrastrarnos por mucho tiempo", dijo
John. "Estamos en el fondo del acelerador. El hielo no se volverá
más grueso de lo que es aquí—y comenzará a adelgazar en cien
metros, cuando el tubo comience a subir la pendiente."
"Pero todavía tendremos que retorcernos a través de un
túnel lleno de hielo por cien metros, usando el I-JeT para
derretir los puntos gruesos." Kelly se volvió hacia Johnson. "Eso
va a llevar tiempo—tal vez mucho tiempo. ¿Puede la Compañía
Alfa aguantar tanto tiempo más, Sargento?"
"No es mi decisión." Johnson mantuvo su placa facial fijada
en John. "Y no es el problema. Si no pueden superar ese convoy
de Civet y llegar a la cima de la montaña—"
"Lo superaremos." John aseguró su rifle de asalto al soporte
magnético en la parte trasera de su Mjolnir. "Confía en mí."
Johnson no estaba convencido. "Más vale que estés seguro.
Si dejas que el centro de comunicaciones se active, lo único que
demuestras es que Crowther tiene razón."
"¿Sobre qué?" preguntó Linda.
"Que no estamos listos", dijo Fred. "¿No te has dado cuenta?
Nos ha dispersado por el batallón como si fuéramos un grupo de
novatos que necesitan experiencia."
"Pensé que sólo estaba tratando de reforzar sus pelotones
de Dagas Negras", contestó Linda.
"¿Usándonos como apoyo?" Kelly resopló. "De ninguna
manera. No confía en nosotros."
"Algo así", dijo John. Hubiera sido una insubordinación
socavar la autoridad de un oficial superior, así que no repitió la
teoría de Nyeto sobre qué Crowther trataba de proteger la
reputación de sus Dagas Negras. "Pero el Sargento Johnson tiene
razón. Tenemos que hacer que esto funcione—y eso significa no
gatear."
John se empujó a sí mismo hasta que su cintura estaba en el
borde de la abertura que había cortado en la escotilla de la
recámara y se inclinó hacia adelante. En cuanto giró la cabeza
para mirar el tubo de aceleración, la computadora de a bordo de
la Mjolnir anticipó lo que quería y activó la lámpara de su casco.
El hielo parecía bastante liso, la altura de la cavidad entre su
superficie y el interior del tubo era bastante uniforme. Se
apresuró a entrar y se echó de espaldas, con los pies apuntando
hacia arriba para que fueran los primeros en golpear si chocaba
con algo, y luego se echó hacia adelante hasta que estaba dentro
del tubo.
Su placa frontal estaba a sólo unos centímetros de la parte
superior, y sus hombros estaban apretados a los lados. John no
podía ver sus pies—estaba descansando en el reactor de fisión
que estaba detrás de sus omóplatos, y el paquete de propulsión
montado debajo sería lo primero que golpearía cualquier cosa
pegada sobre la superficie del hielo.
No es bueno.
"John", dijo Fred. El rastreador de movimiento en el HUD de
John mostraba a Fred de pie ante la recámara de carga, sin duda
mirando hacia arriba por el tubo que se encontraba en la parte
superior del casco de John. "¿Qué demonios estás haciendo?"
"Aún no estoy seguro."
John se empujó a sí mismo hacia la abertura, luego se sentó,
movió las piernas y se recostó sobre su vientre con los brazos a
los costados. Ahora se sentía firme y podía ver hacia dónde iba,
pero si golpeaba algo, era con la cabeza en lugar de con los pies.
Peor aún, sus manos estarían atadas a los costados tan pronto
como entrara en el tubo—una forma muy mala de unirse a la
batalla. Se levantó, sacó su rifle de asalto de su montura y lo
colocó en el hielo frente a él. Luego se dio cuenta de que tampoco
podría alcanzar las bolsas de su equipo, y agarró una bobina de
cordón de carbono de termita.
Se recostó de nuevo sobre su vientre, esta vez con los brazos
extendidos frente a él, sosteniendo su rifle de asalto en una
mano y la bobina en la otra.
"Sí", dijo. "Esto funcionará."
"¿Cómo?" preguntó Kelly. "Todo lo que puedes hacer es
menear el culo y rizar los dedos de los pies. Tardaremos un año
en llegar a la cima de esa manera."
"No dije nada sobre gatear", dijo John. "Nos vamos a
deslizar."
"¿Cuesta arriba?" Fred se detuvo un instante, luego sacó el
paquete de tanque del I-JeT de los soportes magnéticos en su
espalda y se dirigió a la recámara de carga. "Ah. Se me habría
ocurrido tarde o temprano."
"¿Ocurrido qué?" preguntó Johnson.
"Vamos, Sargento", dijo Kelly. Ella quitó el lanzacohetes
SPNKR y los cañones adicionales de los soportes de las armas en
la parte posterior de su armadura. "Si quieres estar con los
Spartans, tienes que prestar atención."
Johnson se enfrentó a ella por un momento, y finalmente
pareció darse cuenta de cómo el Equipo Azul pretendía
ascender por el tubo. Se volvió hacia John.
"Uhhh.... sólo tómenlo con calma. No es necesario jugar a la
bala de cañón humana." Miró a Fred. "Y mantengan su espacio.
Lo último que necesitan es un propulsor que encienda el
tanque."
"Gracias por el recordatorio, Sargento", dijo Fred. "Sólo he
tenido mil horas de entrenamiento en demoliciones, así que
probablemente no se me ocurriría evitar exponer el gas
combustible a una llama abierta."
"Todos somos descuidados, hijo." El tono de Johnson era
cauteloso, como si no pudiera decidir si tomar a Fred en serio o
regañarlo por ser sarcástico. "Serías inteligente si recordaras
eso, si quieres llegar a mi edad."
"Lo recordaré, Sargento de Estado Mayor", dijo Fred.
"Envejecer y sermonear es ciertamente mejor que la
alternativa."
"Claro que sí", dijo Johnson. Se dirigió hacia la grúa de
pórtico. "Háganlo, Equipo Azul."
Tan pronto como Johnson se fue, John comenzó a dar
órdenes.
"Linda, eres nuestra observadora y cubierta de
francotirador. Sé que el MA5B con el que estás atascada no es de
la Serie 99, pero hazlo lo mejor que puedas durante todo el
tiempo que puedas." Dentro del casco de John, la luz de estado
de Linda parpadeó en verde.
"Fred, sígueme, empujando el I-JeT al frente", continuó John.
"Si nos encontramos en un aprieto, puede que necesite que
pases la boquilla hacia arriba. Kelly, subes en la parte trasera
con tu SPNKR, cañones extra y un montón de cordón de carbono
de termita en el frente. No quiero disparar desde el interior del
tubo—"
"Porque eso sería una locura", dijo Kelly.
"Correcto", dijo John. "Pero la elección puede no ser
nuestra."
Las luces de estado de Fred y Kelly parpadearon en verde.
John activó su lámpara exterior y se estremeció en la estrecha
garganta que tenía delante. Apenas de un metro de altura en el
centro, sus paredes cubiertas de escarcha se curvaban hasta
convertirse en una cama helada tachonada de protuberancias
del tamaño de un puño. Al final del haz, donde la luz se oscurecía,
podía ver una cortina de hielo colgando a mitad de camino en el
pasadizo. Iba a ser un viaje duro.
"Nos vemos en la cima, todos."
John apenas había hablado antes de que la computadora de
a bordo de la Mjolnir sintiera su intención y comenzara a pulsar
sus jets de propulsión. Aceleró lenta pero constantemente, sus
hombros raspando las paredes y su casco golpeando contra el
techo mientras rebotaba sobre un bache tras otro.
La cortina de hielo se hizo más clara a medida que se
acercaba, y disparó un par de tiros con su rifle para probar su
fuerza. La cortina se rompió, y una brillante nube de cristales de
escarcha llenó el tubo.
"Azul Dos comenzando la carrera", dijo Fred por el canal de
comunicación. "Tengo a Líder Azul en rastreo de movimiento,
manteniendo una separación de veinte metros."
"Afirmativo." John pasó a través de la nube de cristales de
hielo, y otra cortina de hielo apareció en la oscuridad al final de
su haz de luz. "¿Cómo está tu visibilidad?"
"Cero", contestó Fred. "Estás dejando un banco de niebla a
tu paso."
"Me lo temía." Entre sus jets de propulsión y la fricción de
su armadura cuando se raspaba, John estaba creando mucho
calor en el pasaje. En la atmósfera de Seoba, eso convertiría el
hielo directamente en vapor. "Te alertaré de cualquier obstáculo
que encuentre."
La luz de estado de Fred parpadeó en verde.
"Tengan en cuenta que también están teniendo un efecto
fuera del tubo del acelerador", dijo Linda. "A medida que
avanzan, veo pequeñas columnas de hielo saliendo al exterior."
Probablemente liberadas por sus hombros y el casco
golpeando contra las paredes. John mordió una maldición y
luego preguntó, "¿Qué tan notorio?"
"Mucho", contestó Linda. "Si ves el tubo, ves las columnas.
Pero es difícil saber lo que el enemigo puede ver. La Compañía
Alfa ha iniciado el ataque de distracción, y toda la ladera de la
montaña está cubierta de niebla."
"Recibido", dijo John. "Mantennos informados."
"Entonces, ¿continuamos como lo planeamos?" preguntó
Kelly.
"Dame un segundo."
Cualquiera que estuviera dentro del tubo del acelerador era
tan bueno como muerto si el enemigo traía sus armas pesadas.
Pero el Equipo Azul seguía siendo la única esperanza de la
compañía para demoler el centro de comunicaciones
insurreccionista, y John ya estaba probablemente a medio
camino de la parte plana de la carrera. Una vez que el tubo
comenzara su ascenso, en cincuenta metros, habría mucho
menos hielo en su interior. Eso le daría el espacio que necesitaba
para dejar de golpear las paredes. Además, a John le llevaría más
tiempo volver atrás ahora.
Sólo le quedaba una opción—ir hacia delante, e ir más
rápido.
"¿Líder Azul?" preguntó Kelly. "Estoy lista para—"
"Negativo", dijo John. "Ya estoy comprometido, pero no hay
razón para arriesgar a nadie más. Tú y Fred saquen—"
"Ni lo sueñes", dijo Kelly. "Azul Tres comienza la carrera."
"Kelly—"
"Demasiado tarde", dijo Fred. "Sigue moviéndote."
John instruyó a la computadora de a bordo para que
impulsara sus jets de propulsión por más tiempo y con más
frecuencia. Se lanzó hacia delante y se estrelló contra una
segunda cortina de hielo, su Mjolnir rebotó tan ferozmente que
temía que el sistema pudiera activar el sistema de cierre de
protección de la armadura. Sabía que afuera, en los astilleros, el
resto de la Compañía Alfa estaba alineada a lo largo del
perímetro de la cuenca, lanzando volea tras volea de cohetes y
granadas. Donde existía una oportunidad razonablemente
segura, los equipos de asalto ascendían rápidamente por la
montaña, tratando de hacer que el ataque pareciera genuino.
Todo era sólo para el espectáculo. La Compañía Alfa
continuaría el bombardeo mientras todavía tuvieran cohetes y
granadas, pero con el enemigo manteniendo el terreno alto en
tres lados, el terreno era simplemente demasiado desfavorable
para que el ataque tuviera una posibilidad realista de impedir
que los Civets llegaran al centro de comunicaciones dañado.
Si el comandante insurreccionista no tenía experiencia y
estaba mal entrenado, probablemente tardaría diez minutos en
darse cuenta de que el ataque era una finta, y unos diez más en
prever el plan del enemigo y llevar algunas armas pesadas al
tubo del acelerador. Para entonces, el Equipo Azul ya estaría en
la montaña y plantando cargas alrededor del centro de
comunicaciones.
Pero si el comandante insurreccionista era bueno—o si
alguien hubiera reportado las columnas de hielo que se
elevaban desde la parte inferior del tubo del acelerador—
entonces los rebeldes ya sabrían lo que los Spartans estaban
haciendo. Las unidades de armas pesadas se moverían a la
posición de ataque, y John, Fred y Kelly estarían muertos en
unos sesenta segundos.
Una mala manera de terminar una amistad.
John se estrelló contra una tercera cortina de hielo y vio la
siguiente aparecer en la oscuridad que había delante. Dado su
espaciamiento regular, asumió que se formaban debajo de los
anillos electromagnéticos que una vez se habían usado para
tirar de las cápsulas de hielo a través del tubo del acelerador,
pero ésta no parecía tan pálida o translúcida como las otras. De
hecho, mientras continuaba acelerando hacia ella, se dio cuenta
de que la parábola oscura en su base no era el mismo tipo de
apertura que había visto en el fondo de las otras.
Era una costura, donde el lecho de hielo se juntaba con el
piso cubierto de escarcha del tubo del acelerador. Y la única
forma de que eso ocurriera era si el tubo subía por una
pendiente.
John trató de reducir la velocidad y ajustar su vector, pero
cuando la computadora de a bordo respondió y volteó las
boquillas del propulsor, ya estaba entrando en la transición.
Logró levantar los brazos y la barbilla lo suficientemente rápido
como para evitar que sus armas y su cabeza golpearan primero,
luego golpeó su pecho contra la pendiente y rebotó en el techo.
La voz de Linda se escuchó en el canal de comunicación del
equipo. "John, espero que hayas sido tú."
"Sí." John volvió a golpear el suelo del tubo y rebotó hacia el
techo.
"Azul Dos, mira—"
" ¡No bromees!"
"Ten más cuidado", dijo Linda. "Estás lanzando nubes de
hielo de diez metros de altura."
"Sí, señora."
John finalmente se había desacelerado lo suficiente como
para controlarse a sí mismo y seguía subiendo por el pasaje.
Como él esperaba, esta parte del tubo del acelerador tenía
mucho menos hielo. Había un metro entero entre su espalda y la
parte superior, y más o menos la misma distancia entre su pecho
y la pequeña cinta de hielo que recorría el suelo. Sus boquillas
de propulsión estaban ligeramente inclinadas hacia abajo para
ayudar a evitar que la débil gravedad de Seoba lo arrastrara
hacia abajo, pero cada diez metros más o menos, todavía tenía
que bajar una pierna y patear para evitar que se hundiera en el
vientre del tubo.
"¿Algún enemigo en posición de ataque?" preguntó.
"Ninguno que yo vea", dijo Linda. "Pero no veo mucho. La
ladera de la montaña está cubierta de niebla."
"¿El bombardeo sigue en marcha?"
"Desacelerando", dijo Linda. "Creo que se están quedando
sin granadas."
"De acuerdo. Cuéntanos más cuando lo tengas."
"Afirmativo", dijo Linda. "Me estoy moviendo hacia arriba."
"Nada de maniobras de alto riesgo", dijo John. "Es una
orden."
"Qué gracioso, viniendo de ti", dijo Linda. "Pero reconocido.
Haré lo mejor que pueda para evitar que me maten."
El tubo de adelante se llenó repentinamente de niebla y
cristales. Se ralentizó de inmediato y se dejó caer al suelo, y
luego usó sus propulsores para mantener su posición. Revisó su
cronómetro y vio que había estado en el tubo durante ocho
minutos, tiempo suficiente para ponerlo aproximadamente a
dos tercios del camino hacia la cima de la montaña, más o menos
a la misma altura que el convoy de Civet.
Recordando las armas pesadas montadas en las plataformas
de carga de algunos de los vehículos, apagó su lámpara y
continuó mirando fijamente hacia la niebla de hielo. Sólo le tomó
unos segundos ver docenas de rayos de color marfil brillando a
través de la línea de agujeros de bala que habían sido perforados
a través de la pared del tubo del acelerador.
John miró hacia la pared opuesta y vio un número similar de
rayos que pasaban a través de una línea similar de agujeros por
donde las balas habían salido del tubo. Por lo tanto, no se trataba
de armas pequeñas—probablemente un cañón antiaéreo
montado en un vehículo similar a los que habían destrozado a
los Dagas Negras durante el despliegue inicial.
El rastreador de movimiento mostró a Fred acercándose,
con Kelly a unos veinte metros detrás de él. John encendió de
nuevo la lámpara de su casco, y luego la iluminó hacia abajo por
el pasillo para que su ubicación fuera obvia incluso en la niebla.
"Aguarden", dijo. "Tenemos a un Vulcano masticando el
tubo justo enfrente."
Fred desaceleró y se arrodilló al lado de John, luego observó
como una nueva línea de rayos de color marfil comenzaba a
iluminar la niebla cerca de la barriga del tubo.
"La buena noticia es que no saben dónde estamos", dijo
Fred.
"La mala noticia es que tenemos que pasar por ahí", dijo
Kelly, acercándose al otro lado de John. "¿Hora de sacar el
SPNKR?"
John pensó por un momento, y luego hizo una señal de corte
con su mano. "Negativo. Eso es lo que están esperando."
"¿Cómo puedes saberlo?" preguntó Fred.
"Eso es fuego de negación", dijo John. "No saben dónde
estamos, sólo intentan evitar que avancemos más allá."
"Y hacen un buen trabajo", dijo Kelly. "Esta nueva Mjolnir es
buena, pero ni siquiera una carcasa de aleación de titanio puede
detener un proyectil de uranio empobrecido de doce siete—y
mucho menos una docena de ellos."
"Por eso esperan que ataquemos al Vulcano", dijo John. "Y
en el instante en que abramos un agujero de bala, sabrán
exactamente dónde estamos—y nos atacarán con el
lanzamisiles que destruyó a la Estrella Fantasma."
"Bien, entonces, ¿cómo pasamos el Vulcano sin eliminarlo?"
preguntó Fred.
"Esa es la parte fácil", dijo Kelly. "Mira ese patrón de fuego.
Tienen a un aficionado detrás de los gatillos."
John volvió a mirar hacia adelante y vio que la tercera línea
de agujeros de bala estaba siendo perforada a lo largo de la parte
superior del tubo.
"Exactamente." Tomó su bobina de cordón de carbono de
termita y delineó un rectángulo de diez por veinte centímetros
bajo la pared del tubo. "Es predecible. Cuando vuelva por el otro
lado—"
"Lo seguimos", dijo Fred. Señaló el rectángulo de termita.
"¿Es eso lo que creo que es?"
"Lo es si crees que ahí es donde vas a dejar el I-JeT."
"El más convincente." Fred apoyó el paquete del tanque
contra el rectángulo y colocó la boquilla encima de él. "¿Cuánto
retraso quieres para la termita?"
John miró el tubo del acelerador. Todavía estaban a cuatro
o cinco minutos de la cima, pero dudaba de que los
insurreccionistas esperaran tanto antes de decidir que su truco
no había funcionado y comenzaran a intentar otra cosa.
"Dale treinta segundos", dijo John. "Eso debería darnos
tiempo suficiente para despejar."
"Si tú lo dices", contestó Fred con recelo.
Fred preparó el fusible y lo enganchó en el cable de termita.
John esperó hasta que una nueva línea de agujeros comenzó a
aparecer en la pared, esta vez aproximadamente a dos tercios
del camino hacia abajo, luego empujó y golpeó sus propulsores.
Subió por el pasaje un metro por encima de las balas que
pasaban silenciosamente, con Kelly y Fred detrás de él.
Una vez que pasaron la zona de peligro, Fred dijo, "Treinta
segundos desde… ahora."
Continuaron subiendo por el tubo en formación escalonada,
ocasionalmente dejando caer una pierna para levantarse del
suelo y mantenerse en alto. Pasaron treinta segundos, y John
miró hacia abajo por el tubo. La niebla de hielo era tan espesa
que ni siquiera podía ver la llamarada de la termita quemada.
No ocurrió nada.
No estaba seguro de lo que esperaba. Estaban ya a
doscientos metros del sitio del señuelo, pero parecía que el
destello de un ataque de misil debería haber sido visible incluso
con tanta niebla. Tal vez los insurreccionistas no se habían
percatado de la quema de la termita y no se habían dado cuenta
de que de repente se había abierto un puerto de disparo en la
pared del tubo del acelerador. O tal vez John había estado
completamente equivocado sobre su plan. Ese era uno de los
peligros de pasar tiempo con la Dra. Halsey, empezabas a pensar
demasiado las cosas.
John dejó de preguntarse y se concentró en llegar a la parte
superior del tubo del acelerador. El final estaba a unos mil
quinientos metros adelante, una partícula brillante del tamaño
de una cabeza de alfiler. Si no hubiera brillado de rosa con la luz
reflejada en la atmósfera de Biko, habría sido imperceptible.
Entonces la partícula desapareció detrás de un velo de
cristales de hielo arremolinados.
A John le tomó un momento darse cuenta de lo que estaba
viendo—que la escarcha había saltado repentinamente de las
paredes y que ahora estaba oscureciendo la vista hacia adelante.
No había habido un boom u onda de choque, porque la
atmósfera de Seoba era demasiado delgada para transportar
energía sonora o cinética. Pero el tubo del acelerador se había
estremecido bajo un tremendo impacto, y cuando John miró
hacia donde habían dejado el I-JeT y su tanque, vio una brillante
bola de llamas de color naranja flotando en la niebla.
Así que, después de todo, tenía razón sobre el plan
insurreccionista. Eran un poco lentos.
La voz de alarma de Linda se apoderó del canal del equipo.
"¿Estado Azul?"
"Todo bien", dijo John. "La detonación era parte del plan.
Sólo un señuelo."
"Me alegra oírlo." El tono de Linda seguía siendo reservado.
"Pero continúen con cautela. Algo extraño está sucediendo allá
arriba en la montaña."
"¿Cómo de extraño?"
"Es difícil ver a través de esta niebla", dijo Linda. "Pero hay
muchas explosiones en la montaña cerca de la detonación del
señuelo. Desde mi posición, parece que toda la pendiente se está
incendiando."
"Entendido", dijo John. "¿Cuál es tu posición?"
"Bajo el tubo del acelerador, setecientos metros por encima
de los astilleros." Linda se detuvo y añadió, "Estoy tratando de
subir, pero el progreso es lento. El camino requiere mucho
trabajo de barrido."
Por barrer, John sabía que Linda se refería a rastrear y
matar a los soldados enemigos. Como francotiradora que
trabajaba sola, no quería arriesgarse a dejar atrás a un enemigo
que se podía mover.
"Entendido", dijo John. "Mantén la posición hasta que
sepamos qué está pasando aquí."
Una vez que Linda había reconocido la orden, John y sus
compañeros amortiguaron sus propulsores y cayeron hasta el
vientre del tubo del acelerador.
"¿Ideas?" preguntó John.
"Empezamos algo con la detonación del I-JeT", dijo Kelly.
"Algo que los innies no esperaban."
Innies era un término irónico para los insurreccionistas, ya
que querían salirse del Gobierno Unificado de la Tierra, que
había tomado el control militar total sobre la anterior Autoridad
Colonial como el principal organismo organizador de la
creciente huella interestelar de la humanidad. Durante gran
parte del siglo veinticinco, la Autoridad Militar Colonial había
sido el brazo policial que manejaba la estabilidad de las colonias
exosolares de la Tierra, pero cuando la corrupción comenzó a
emerger dos décadas antes de que llegara el Covenant, el UEG se
apoderó con firmeza de las riendas, y el UNSC puso en marcha
un esfuerzo de gran envergadura por frenar a toda costa el
proceso de la Insurrección. Eran los innies para quienes John y
sus compañeros Spartans habían sido creados para destruir, y
el único aspecto positivo que veía en la invasión alienígena era
que podría persuadir a los insurreccionistas para que
abandonaran su rebelión y se pusieran de pie junto con el resto
de la humanidad en contra del Covenant.
Desafortunadamente, los acontecimientos en Seoba
sugerían que los insurreccionistas todavía no estaban pensando
en la misma línea.
Cuando Fred se quedó callado, John le preguntó, "¿Fred?
¿Algo que añadir?"
"No te va a gustar."
"Pruébame."
Fred suspiró en el micrófono de su casco y dijo, "¿Recuerdas
cuando dije que la Teniente Hamm estaba tramando algo?"
"¿Cómo podría olvidarlo?"
"Odio presumir, pero..."
"¿De verdad?" John ya estaba empezando a especular. Si
Fred tenía razón, y normalmente la tenía—Hamm había enviado
al Equipo Azul por el tubo del acelerador sabiendo que serían
vistos y atacados mientras estaban en una posición
extremadamente vulnerable. "¿Nosotros fuimos la distracción?"
"Sólo hay una forma de averiguarlo." Fred se arrodilló
contra el costado del tubo y presionó un rectángulo de cordón
de termita contra la pared, luego miró a Kelly. "Puede que
quieras estar lista con ese SPNKR, en caso de que me
equivoque."
"No te equivocas, pero ¿por qué no?" Kelly se arrodilló
detrás de él y presionó los cañones del SPNKR contra el
rectángulo que había trazado. "Realmente me gustaría volar
algo ahora mismo."
"Mientras no sea a la Teniente Hamm", dijo John. "La quiero
para mí."
La voz de Avery Johnson sonó en el canal del equipo. "Sabes
que puedo oírte, ¿verdad?"
"Afirmativo", dijo John.
John le mostró a Fred un pulgar hacia arriba, y luego miró
hacia otro lado mientras Fred encendía el cordón de termita. El
interior del tubo se iluminó de blanco, y un trozo de acero de
diez por veinte centímetros salió de la pared.
Kelly miró a través del hoyo, luego cambió de posición para
poder disparar hacia abajo de la montaña, y finalmente bajó el
SPNKR.
"Malditos Dagas." Ella aseguró de nuevo los seguros de
disparo y se alejó del puerto de disparo. "Siempre en el camino."
John se agachó y miró a la montaña. La niebla de hielo era
tan espesa como una cortina de humo, pero un par de cientos de
metros más abajo vio penachos de combustible ardiente
hirviendo en media docena de Civets lisiados, sus sombríos
cascos rodeados de relucientes coronas mientras se cocinaban
las municiones que llevaban dentro. Aproximadamente a mitad
de camino entre los escombros del convoy y la posición de los
Spartans dentro del tubo, una línea fantasmagórica de ODSTs
con armadura oscura saltaba por la ladera, vertiendo cohetes y
disparos de armas de fuego dentro de los escombros del convoy.
John miró hacia la cima de la montaña. El centro de
comunicaciones no era visible desde su posición, pero podía ver
una silueta de merodeador en ascenso contra el disco rosa de
Biko.
"No lo creo", dijo. "Fue un descenso de merodeadores.
Hamm mintió sobre la disponibilidad."
"Te lo dije", dijo Fred. "Es una oficial."
"Y ODST", dijo Kelly. Ella aseguró el SPNKR en el soporte de
armas de su Mjolnir, luego agarró su rifle de asalto y subió el
tubo. "Si nos apuramos, quizá podamos volar el centro de
comunicaciones mientras están ocupados terminando el
convoy."
"Oh, chico", dijo John. "El premio de consolación."
Mientras ascendían el último kilómetro hasta el final del
tubo, John pasó por todos los diferentes canales de
comunicación asignados a la Compañía Alfa y finalmente
entendió por qué el engaño de Hamm se le había escapado por
completo. El resto de la compañía estaba operando en sus
canales asignados, pero el Primer Pelotón había cambiado al
canal logístico. Empezaba a pensar que la teniente podía ser más
enemiga que los insurreccionistas—quizás incluso que el
Covenant—pero no estaba seguro de qué hacer con la situación.
Presentar una queja formal en la cadena de mando sólo llevaría
a Crowther, que era—si es que lo era—un problema aún mayor.
Tal vez el Sargento de Estado Mayor Johnson tuviera una
sugerencia.
A menos, por supuesto, que él también estuviera
involucrado.
Unos minutos más tarde, el Equipo Azul salió del tubo de
aceleración y se dio cuenta de que ni siquiera serían ellos los que
destruirían el centro de comunicaciones. Un equipo del Primer
Pelotón de Dagas Negras ya estaba dentro plantando las
cargas—supervisado por la propia Teniente Hamm.
Cuando Hamm vio que se acercaban John, Fred y Kelly, se
alejó del edificio y se acercó a recibirlos. John no saludó, y ella
no pareció sorprendida.
"¿Dónde está Azul Cuatro?" Preguntó Hamm. "Ella no
consiguió—"
"Ella está bien, señora", dijo John. "Usamos a Linda como
cobertura."
"Me alegra oírlo." El casco de Hamm se inclinó hacia arriba
y hacia abajo mientras miraba al Equipo Azul, tomándolos de la
cabeza a los pies. "Y parece que ustedes tres salieron ilesos. Bien
hecho."
"¿Bien hecho?" John ni siquiera trató de mantener su
amargura fuera de su voz. "Me engañó. Éramos señuelos."
Hamm apoyó sus manos en un par de bolsas de munición y
se inclinó hacia atrás, girando la placa frontal para mirarlo.
"Necesitaba que el lanzamisiles mirara en otra dirección,
para que Nyeto pudiera hacer un descenso de merodeador sin
perder otro murciélago." El murciélago es el apodo de un
merodeador. Alargó la mano y golpeó con un dedo enguantado
contra el abdomen de la cáscara exterior de John. "Con estos
trajes de tanque, pensé que los Spartans tenían más
posibilidades de sobrevivir que cualquier otro."
John estaba un poco sorprendido. Realmente no esperaba
que ella tuviera una razón sólida para la asignación—pero tener
una razón sólida no era excusa para engañarlo
deliberadamente.
"Eso tiene sentido", dijo. "Pero aun así me mintió, y eso puso
a mi gente en un riesgo innecesario."
"Así es, soldado." Hamm se elevó sobre los dedos de sus
pies, empujando su placa facial unos centímetros más cerca de
la de John, y luego golpeó de nuevo a su Mjolnir con su dedo.
"Supongo que eso es lo que pasa cuando no obedeces órdenes.
Es una lustrada de mierda tras otra."
CAPÍTULO 11

0816 horas, 19 de marzo de 2526 (calendario militar)


Cámara de Asambleas 4L430, Hábitat Abandonado,
Cantera de Hielo de Seoba
Luna Seoba, Sistema Planetario de Biko, Sistema Kolaqoa

Con luces empotradas portátiles que flanqueaban una mesa de


conferencias plegable y una bandera del UNSC colgada en
paredes recubiertas de policreta en bruto, la sala de reunión del
subsuelo parecía más el lugar donde se celebraba un consejo de
guerra improvisado que donde se celebraba una sesión
informativa después de un combate. John-117 avanzó al frente
de la sala y se presentó a la comandante de la fuerza de tarea,
luego seleccionó un asiento en el lado de la mesa del
entrevistado, lo más lejos posible de Nelly Hamm. Como todo el
personal ODST presente, ella vestía de gris liso—un uniforme de
trabajo ignífugo con una camisa de cuatro bolsillos y pantalones
de carga. En las puntas de su cuello, ahora lucía las barras dobles
de una capitana del Cuerpo de Marines—una promoción de
campo que sólo podía significar que el capitán anterior de la
Compañía Alfa había sido asesinado durante el asalto de ayer a
los astilleros de la cantera.
John odiaba ver eso, y no sólo porque Hamm se lo hubiera
ganado. El Capitán Zelos Cuvier lo había impresionado como un
comandante inteligente y con sentido común que se preocupaba
más por hacer el trabajo que por proteger su territorio. Los
Spartans sólo habían estado integrándose con el ejército regular
durante unos meses, pero John ya había llegado a comprender
lo raro que era eso.
Una vez que John estaba sentado, la Capitana Ascot cruzó las
manos sobre la mesa y se inclinó hacia adelante, su mirada a la
deriva entre John y la Capitana Hamm. Situada entre la Dra.
Halsey y el Coronel Crowther, Ascot llevaba utilitarios navales
con un camuflaje con un patrón de estrellas—un recordatorio
no tan sutil de que ella era la comandante de la fuerza de tarea,
lo que significaba que esta era una operación de la ONI en
primer lugar, y del UNSC, en segundo lugar.
John esperaba que eso también significara que ella tenía
debilidad por los Spartans.
"Comenzaré recordando a todos los presentes que este
informe extraoficial no es una medida disciplinaria", dijo.
"Nuestro propósito no es evaluar la culpa, sino simplemente
determinar qué salió mal con el descenso de Vuelo Fantasma en
los astilleros ayer."
"¿Quién dice que algo salió mal?" preguntó Halsey. "Los
astilleros fueron capturados en menos de una hora."
"Y la Compañía Alfa recibió cincuenta y dos muertes en
acción", dijo Crowther. "Incluyendo al Capitán Cuvier y su
equipo. Es una tasa de bajas del treinta y dos por ciento. El resto
del batallón recibió el seis por ciento, sin perder a ningún
capitán."
"Eliminar el centro de comunicaciones fue una misión
crítica", dijo Avery Johnson. Estaba sentado al final de la mesa,
junto a Crowther. "Para hacerlo, la Compañía Alfa tuvo que
quedarse ciega en una zona de muerte contra un enemigo que
nos esperaba. Tenemos suerte de no haber perdido el setenta y
dos por ciento."
"¿El enemigo nos esperaba?" dijo Halsey. "¿Cómo sabemos
eso?"
"Los búnkeres", dijo John. "Eso no es algo que se pueda
armar sobre la marcha. Lleva horas cavar y camuflarse así."
"No significa que nos esperaban", dijo Nyeto. "Sólo que
estaban listos cuando aparecimos."
"No estabas en la bahía de lanzamiento cuando se abrieron
las escotillas de salto, cuando los Vulcanos empezaron a
disparar", dijo Hamm. "Se sintió como si nos estuvieran
esperando."
"Y aun así desembarcaron de todos modos", dijo Crowther.
"Explica eso."
"No fue idea mía." Hamm miró al fondo de la mesa hacia
John. "El Spartan-117 actuó por su cuenta."
Crowther dejó que su mirada se deslizara hacia John. "¿Y
cómo sucedió eso desde la parte de atrás de la bahía de
lanzamiento?"
"No estaba en la parte de atrás." John estaba bastante
seguro de que Crowther ya sabía las respuestas a sus preguntas,
pero si un coronel preguntaba, respondías. "Cuando el Primer
Pelotón empezó a tener bajas, avancé para ayudar."
"¿Con las bajas?"
"Con detenerlas", dijo John. "Como soldado de apoyo de
fuego designado, llevaba las armas pesadas del pelotón. Al llegar
a la escotilla de salto, observé fuego de Vulcanos proveniente de
seis búnkeres camuflados. Estaba claro que la Compañía Alfa no
podría completar su desembarco hasta que esas posiciones
fueran eliminadas."
"Así que, naturalmente, informaste de tu observación a la
comandante del pelotón." El tono de Crowther era sarcástico.
"Porque, incluso después de dejar tu posición asignada, esa
habría sido la forma correcta de manejar un informe de
inteligencia del campo de batalla."
"La Capitana Hamm estaba atendiendo a una baja", dijo
John.
"Me gustaría aclarar eso", dijo Hamm. "Estaba atendiendo a
una víctima porque el Spartan-117 me había tirado una en el
regazo. Creo que intentaba mantenerme ocupada."
"No seas tonta", dijo Halsey. "No es posible que conozcas las
motivaciones de otra persona."
"Podemos averiguarlo", dijo Ascot. Ella miró a John.
"Spartan, ¿por qué le diste una baja a la líder de tu pelotón?"
"Porque quería evaluar la situación", dijo John. "Y para
hacer eso, necesitaba mantener ocupada a la Capitana Hamm
por un minuto."
Nyeto suspiró y apretó sus palmas contra su frente.
Ascot lo miró. "¿Pasa algo, Comandante Nyeto?"
"¿Llaman a esto un informe?" Nyeto lanzó una mano hacia
John. "Este chico nos salvó el pellejo en el desembarco, ¿y
ustedes lo van a dejar en la estacada? ¿Están locos?"
"Esa no es nuestra intención aquí", dijo Crowther. "Estamos
tratando de determinar por qué las bajas de la Compañía Alfa
fueron tan altas."
"Sus bajas fueron altas porque ordenó un desembarco sin
reconocimiento", respondió Nyeto. "¿Qué demonios esperaba?"
"Lo que no esperaba era que un suboficial empezara a
trabajar por cuenta propia." Crowther estaba ahora hablando
entre dientes apretados, y volvió su mirada directamente hacia
John. "Tu equipo llevaba la mayor parte del armamento pesado,
así que cuando se fueron, el resto de la compañía tuvo que
seguirlos—y los Dagas Negras no tienen armadura de aleación
de titanio."
La ira se desvanecía de la cara de Nyeto, e incluso John
empezó a ver cómo podía haber forzado la mano de la Compañía
Alfa al ignorar la orden de abortar de su comandante de pelotón.
"Sólo intentaba apoyar las botas que estaban en el suelo,
señor", dijo John. "No esperaba que el resto de la Compañía Alfa
me siguiera."
"¿Qué creías que haríamos?" Preguntó Hamm. "¿Dejarte
solo ahí abajo?"
"Eso es lo que estaba haciendo", dijo John. "La Compañía
Alfa ya tenía una docena de soldados allí abajo, siendo
masticados por los Vulcanos."
"Y Vuelo Fantasma se estaba preparando para lanzar una
carrera de misiles", dijo Ascot. "Hasta que decidió hacer otra
cosa, Suboficial."
John no sabía cómo responder. Había sido entrenado para
tomar la iniciativa y operar independientemente, pero estaba
empezando a pensar que esas cualidades no se valoraban en el
21º. Peor aún, le pareció que los oficiales como Hamm y
Crowther en realidad los consideraban una carga.
Con la esperanza de encontrar algún indicio de apoyo—o al
menos una indicación de cómo debería responder—John miró
hacia Avery Johnson. Pero el sargento de estado mayor estaba
muy pensativo, su mirada fija en Nyeto, su frente inclinada en
contemplación.
Cuando John no intentó defenderse, Nyeto intervino.
"Miren, tal vez se emocionó—"
"Oh, no fue emoción", dijo Hamm. "Sabía exactamente lo que
estaba haciendo."
"Y él hizo el trabajo", dijo Nyeto. "Tal vez no de la forma en
que ustedes lo habrían hecho, pero denle un respiro al chico, ¿de
acuerdo? Apuesto a que tomaron algunos atajos cuando eran
tan jóvenes."
Los ojos de Hamm se entrecerraron. "Tengo veintidós
años", dijo ella. "Sólo tres años mayor que el Spartan-117."
Nyeto sonrió y empezó a corregirla, y de repente miró hacia
otro lado. Todo el mundo se quedó en silencio y miró a Nyeto
con expresiones expectantes, y John sabía que no debía esperar
que el resbalón hubiera pasado desapercibido.
Crowther le preguntó, "¿Iba a decir algo, Comandante?"
"No, no era nada", dijo Nyeto. "Sólo que pensaba que una
capitana en su equipo sería un poco mayor."
"La Capitana Hamm se graduó como la primera de su clase
en la OCS de Luna y en la escuela ODST", contestó Crowther. "Ha
sido una Daga Negra durante tres años. Y ella es la que salvó el
desastre de ayer en los astilleros. ¿Su ascenso cuenta ahora con
su aprobación?"
"Claro que sí." Nyeto atrajo la atención de Hamm. "No quise
ofenderte. Sólo pareces, eh, madura para tener veintidós años."
Hamm le dio una mirada helada. "No me ofendí." Su voz se
volvió diez grados más fría mientras agregaba, "Señor."
"Me alegra oírlo." Nyeto miró hacia atrás, hacia Crowther.
"Ahora tal vez podamos hablar de lo que realmente salió mal en
el desembarco de ayer."
"Me muero por escuchar tus pensamientos", contestó
Crowther. "Pero desde que abordaste el tema de la edad... tu
reacción hace unos momentos me ha hecho sentir curiosidad.
¿Hay algo sobre el Spartan-117 que debamos saber?"
Nyeto se encogió de hombros. "No sé a qué se refiere."
"Comandante… ¿cuántos años tiene en realidad?"
"No veo qué tiene que ver la edad de John con este informe",
dijo Halsey. "Tal vez deberíamos centrarnos en el tema que nos
ocupa."
"El juicio de John-117 está en juego en esta discusión", dijo
Ascot. "Y su edad ciertamente tiene que ver con eso. Si no tiene
diecinueve años, me gustaría saber su verdadera edad—y por
qué la fecha de nacimiento en su chaqueta personal habría sido
falsificada."
"Todo lo que puedo decirles es que la verdadera edad de
cualquier Spartan está compartimentada y clasificada como Alto
Secreto Nivel Uno", dijo Halsey. "Pero, les aseguro que unos años
en la OCS de Luna no se comparan con el entrenamiento de John-
117. Su juicio táctico es irreprochable."
Ascot no puso los ojos en blanco. "Necesito más que las
afirmaciones de una madre orgullosa, Dra. Halsey." Se volvió
hacia Nyeto. "Y no seré mantenida en la ignorancia por una
designación engañosa de alto secreto. Comandante Nyeto, ¿ha
sido informado sobre el la edad de los Spartans por una
autoridad apropiada?"
"No exactamente."
"¿Pero sabes la edad real de John-117?"
Nyeto suspiró y miró a John. "Lo siento, hijo."
La mandíbula de Halsey se cayó. "John, no le dijiste—"
"Por supuesto que no, señora", dijo John. "Tenía un amigo
que se entrenó contra nosotros en Reach. El Comandante Nyeto
calculó nuestra edad a partir de ahí." La mirada de Ascot
permaneció fija en Nyeto. "¿Es eso cierto?"
"Sólo fue un rumor", dijo Nyeto. "No me di cuenta de que él
estaba violando la seguridad, o lo habría detenido."
"Nos preocuparemos por las violaciones de seguridad de su
amigo más tarde", dijo Ascot. "Sólo dame las cifras."
Nyeto miró a la mesa y suspiró. "Tenía un amigo al que le
pateaban el trasero a su unidad cuando entrenaba contra un
grupo de 'niños comando' de ocho años de edad en Reach", dijo.
"Se quejaba de ello hace siete años, así que cuando lo sumas…
los niños comando tendrían unos quince ahora."
Halsey se inclinó hacia adelante, colocando la parte superior
de su cuerpo entre Ascot y Nyeto, y luego preguntó, "¿Y qué te
hace pensar que estos niños comando—como tú los llamas—son
mis Spartans?"
Fue una jugada inteligente, se dio cuenta John, diseñada
para hacer que Nyeto se sintiese protegido de Ascot y reforzar
la salida que ella le estaba dando. Por lo que había dicho hasta
ahora, no había forma de que pudiera estar seguro de que los
niños que su amigo describió se habían convertido en Spartans.
Pero, aparentemente, Nyeto no se sentía cómodo
engañando a su superior. Simplemente asintió a John y le dijo,
"El Spartan-117 tiene muchas habilidades, pero mentir no es
una de ellas. Lo consideré uno de esos niños comando la primera
vez que lo negó."
"Entonces, ¿descubrir esto fue sólo un accidente?" preguntó
Avery Johnson. Estaba mirando a lo largo de la mesa, mirando a
Nyeto sin pestañear. "¿Sólo una de esas cosas que surgen en una
conversación?"
"Sí." Nyeto miró fijamente a Johnson. "¿Cómo te enteraste?"
"¿Quién dice que lo hice?" Avery mostró una sonrisa
apretada que dejó a John preguntándose qué estaba pasando
por alto entre los dos hombres. "Ni siquiera estoy seguro de
creerte."
Nyeto se encogió de hombros. "Por mí está bien", dijo. "No
quería decirle a nadie su edad de todos modos."
"Pero lo hiciste." Halsey miró alrededor de la mesa y añadió,
"Y es una desafortunada revelación que no puede salir de esta
habitación."
"Puedo ver por qué no querrías que lo hiciera", dijo
Crowther. "Pero el despliegue de niños soldados es una
violación de unos seis artículos del Código Uniforme de Justicia
Militar. Cuando el Auditor Judicial General se entere de esto, vas
a estar encerrada por mucho tiempo, Doctora."
"Los Spartans son la mejor esperanza del UNSC para
detener a los alienígenas", dijo Halsey. "¿Realmente crees que
mis superiores dejarán que el Auditor Judicial General se entere
de esto?"
"¿Es una amenaza, Dra. Halsey?"
"Está bien, es suficiente." Ascot le disparó a cada uno un
ceño fruncido de advertencia, y luego volvió su mirada hacia
John. Pasó varios momentos estudiando su tamaño de dos
metros, sin duda tratando de conciliar su tamaño y desarrollo
físico con el de un chico de quince años. Finalmente, exhaló y
pareció concluir que podría haber algunos aspectos del
programa SPARTAN que era mejor que no conociera. "Discutiré
los aspectos legales con el Almirante Stanforth personalmente.
Pero fuera de esta sala, nadie dirá una palabra sobre la edad de
los Spartans. ¿Entendido?"
La cara de Crowther se enrojeció, pero dijo, "Muy bien—
siempre y cuando se me permita tomar en consideración este
aspecto a la hora de hacer asignaciones. No participaré en el
envío de niños a combatir."
"No son niños", respondió Halsey. "Eso debería ser bastante
obvio al mirarlos."
"Sin embargo… el Coronel Crowther tendrá autonomía
sobre sus asignaciones de personal." Ascot se detuvo y añadió,
"No estoy muy segura de en qué nos ha involucrado, Dra. Halsey.
Pero hasta que lo esté, vamos a seguir las reglas."
"Y perder la guerra."
La voz de Halsey era amarga, y John compartía su
sentimiento. Los Spartans estaban siendo excluidos de la
operación—no porque John hubiera cometido un error, sino
porque su verdadera edad le daba a Crowther una excusa para
marginarlos. Sólo esperaba que Halsey estuviera equivocada
sobre las consecuencias. La destrucción de la humanidad
parecía un alto precio a pagar por la vanidad de un hombre.
La respuesta de Ascot fue sorprendentemente tranquila.
"Espero que se equivoque, Dra. Halsey, pero es mi decisión."
"Entonces deberías reconsiderarla."
"No lo haré."
Halsey suspiró. "Por supuesto que no."
El estómago de John se hundió, y miró furtivamente a
Johnson, medio esperando encontrar un brillo en el ojo del
sargento que sugiriera que ya había encontrado una forma de
eludir la decisión de Ascot. En cambio, todo lo que John vio
fueron cejas arqueadas y ojos suaves, un soldado endurecido en
la batalla mirándolo como si John acabara de recibir una bala de
Vulcano en el estómago, como si todo lo que quedara fuera
desangrarse.
Era una mirada de lástima.
John apartó la mirada. Eso era lo último que quería de Avery
Johnson. Héctor Nyeto parecía ser el único soldado en la sala que
lo respetaba a él y a sus Spartans, que podía ver más allá de su
edad y las mejoras a lo que realmente eran.
Pero Héctor Nyeto no comandaba la Fuerza de Tarea Yama.
Halima Ascot lo hacía, y si quería que los Spartans se retiraran,
entonces eso es lo que pasaría. Eran soldados—aunque sólo tres
personas en la habitación se dieran cuenta de ello—y los
soldados obedecían órdenes.
Justo cuando John empezaba a pensar que el largo silencio
significaba que la reunión estaba llegando a su fin, la Dra. Halsey
dio otro suspiro de descontento y miró más allá de Ascot para
dirigirse a Crowther.
"Ahora que ha asegurado su chivo expiatorio, Coronel", dijo,
"quizás deberíamos examinar la razón subyacente de la alta tasa
de bajas de la Compañía Alfa."
"Por supuesto, Doctora." El tono de Crowther era
sorprendentemente abierto. "La situación inicial ciertamente no
fue culpa de John."
"La situación inicial era un desastre." El tono de Avery
Johnson era razonable, pero firme. "La Compañía Alfa iba a tener
bajas al entrar en eso. No había manera de evitarlo."
"Precisamente." Halsey asintió hacia Nyeto. "Como el
teniente comandante señaló antes, si los insurreccionistas nos
esperaban o no, ciertamente estaban listos."
"No estoy segura de ver la diferencia", dijo Ascot.
"Esperando significa que sabían que veníamos
específicamente", dijo Nyeto. "Alguien tendría que haberles
dicho antes de que entráramos en el desliespacio."
"Eso no es imposible", dijo Johnson. "Los innies tienen
espías por todas partes."
"Por eso tomamos precauciones extraordinarias con las
órdenes de movimiento", dijo Ascot. "El número de personas
que sabían que nos dirigíamos a Biko era considerable. ¿Pero el
número que sabía que pretendíamos desembarcar en la cantera
de hielo de Seoba? Puedo contar ese número con mis manos."
"Ni siquiera yo mismo lo sabía hasta que estuvimos en el
sistema", dijo Nyeto. "Y las órdenes venían con una orden de
bloqueo de comunicaciones. No hay forma de que nadie en
Seoba supiera que veníamos."
A John le pareció que la discusión se estaba centrando en
algo incorrecto. Aunque los insurreccionistas supieran que la
Fuerza de Tarea Yama tenía la intención de desembarcar en la
cantera de hielo, no tenía ningún sentido que estuvieran allí
cuando llegaron los merodeadores. La Compañía Alfa podría
haber tenido una tasa de bajas del 32 por ciento, pero entre los
muertos en combate y las capturas, los insurreccionistas habían
sufrido una tasa del 100 por ciento. Si hubieran sabido que un
grupo de tarea lleno de tropas de asalto espacial de vanguardia
se dirigía hacia ellos, ¿por qué se habrían quedado para recibir
ese tipo de castigo?
La respuesta simple: No lo habrían hecho.
Pero John se guardó sus pensamientos para sí mismo. Era
muy consciente de que la mayoría de la gente en la mesa lo veía
ahora como nada más que una versión de gran tamaño de un
"niño comando" de Reach, y no quería decir nada que pudiera
contribuir a esa impresión—al menos hasta que se hiciera
evidente que no podían entender la situación por sí mismos.
"¿Qué hay de las interceptaciones?" Preguntó Hamm. "¿Algo
que sugiera que sabían que veníamos?"
Ascot agitó la cabeza. "Estaban manteniendo su tráfico de
comunicaciones ligero", dijo ella. "Interceptamos unos pocos
clics de comunicación no atribuidos y algunos mensajes
encriptados de línea de visión, la mayoría de los cuales
provenían de unos pocos transportes de suministros que
estaban utilizando como naves de reconocimiento. Es obvio que
estaban mapeando las posiciones de los guardias, pero no había
ninguna alerta de la cantera sobre nosotros. Sólo un par de
confirmaciones estándar y una directiva sobre el próximo
objetivo de vigilancia."
"¿Cuándo se dieron cuenta de que se avecinaba un ataque?"
preguntó Halsey.
"Si eran buenos, cuando empezamos a interferir sus
comunicaciones salientes", dijo Ascot. "Sus operadores casi se
abren paso antes de que el Comandante Nyeto derribara la
antena, así que yo diría que son decentes. Probablemente
sonaron la alerta justo después de que empezamos a interferir."
"Tal vez podrías poner eso en términos cronológicos",
sugirió Halsey. "Para aquellos de nosotros que no estamos
íntimamente familiarizados con el momento de la inserción."
Ascot sonrió. "Por supuesto. La interferencia habría
comenzado en la aproximación final, a unos cinco minutos."
Halsey parecía sorprendida. "¿Así de bajo?"
"Cuanto antes empezara la interferencia, más tiempo
tendrías que sostenerla antes de eliminar las instalaciones de
comunicación", dijo Ascot. "Cinco minutos es lo máximo con lo
que puedes contar."
"Más aún, es mucho tiempo para que una unidad llegue a sus
posiciones de artillería", dijo Crowther. "Pero sólo si esas
posiciones están preasignadas y el personal ha sido bien
entrenado."
"Por supuesto, cinco minutos no son suficientes para
construir esos búnkeres", agregó Hamm. "O incluso para poner
a los Vulcanos en posición. Esas defensas fueron preparadas
mucho antes de que los innies supieran que veníamos.
Probablemente incluso antes de que supiéramos que
veníamos."
El silencio llenó la habitación, y John trató de ser paciente y
evitar parecer aburrido. Estaban pensando desde arriba—como
los oficiales y los operadores de inteligencia que eran—y él
había estudiado suficientes historias de planificación como para
saber que su enfoque generalmente producía buenos
resultados… tarde o temprano.
"¿Y después de que empezara la interferencia?" preguntó
Halsey. "¿Cuándo empezaron a dispararles?"
"Justo después de lanzarnos contra el centro de
comunicaciones", dijo Nyeto. "Y fue rápido. Nuestro segundo
misil ni siquiera había golpeado antes de que ellos abrieran
fuego con esos Vulcanos."
Ascot frunció el ceño. "¿No te dispararon durante la
aproximación?"
"Eso es lo que acabo de decir", dijo Nyeto. "No hasta que nos
lanzamos."
"¿Entonces por qué fallaste?"
Nyeto se sonrojó y dejó caer su barbilla. "No fallamos,
exactamente", dijo. "Simplemente no conseguimos un impacto
directo."
"Y eso es una falla", dijo Crowther. Lo que no dijo—aunque
su tono lo dejó claro—fue que la falta de Nyeto le había costado
la vida a muchos soldados de la Compañía Alfa. "¿Por qué no
hubo una segunda carrera?"
"Hubo una segunda carrera, cuando volvimos para terminar
el lanzamiento." Nyeto estaba empezando a sonar molesto. "Ahí
fue cuando perdimos la Estrella Fantasma."
Otra pausa se instaló sobre la mesa, y John comenzó a
preguntarse cuánto tiempo les tomaría llegar a la conclusión
obvia.
Los insurreccionistas habían estado esperando a alguien—
pero no al UNSC.
"¿John?"
John parpadeó y miró hacia el fondo de la mesa para ver a
Avery Johnson recostado en su silla, tirando de su bigote y
pareciendo expectante.
"Lo siento, Sargento", dijo. "No me di cuenta de que había
pasado algo por alto."
"Relájate, hijo. No pasaste nada por alto."
John estaba realmente comenzando a odiar eso—ser
llamado hijo—pero nada bueno vendría de quejarse de ello.
Probablemente lo descartarían como un adolescente
malhumorado. Se tragó su irritación y se sentó un poco más
derecho en su silla.
"¿Qué puedo hacer por usted, Sargento?"
"¿Por qué no nos dices lo que piensas?" dijo Johnson.
"Estabas en el centro de las cosas, igual que yo. ¿Parecía que nos
estaban esperando?"
"No a nosotros", dijo John. No estaba seguro de qué hacer
con los pinchazos. ¿Johnson seguía sintiendo lástima por él—o
intentaba darle la oportunidad de ganar la confianza de Ascot?
"Tenían que darse cuenta de que no podían ganar. Si hubieran
sabido que veníamos, ya se habrían ido cuando llegamos."
Sólo que los ojos de Johnson no se iluminaron al
comprender. Era de la infantería, entendía lo que pasaba cuando
alguien empezaba una pelea que no podía ganar. Hacía que lo
mataran.
"Pero usted lo sabe tan bien como yo, Sargento."
Johnson se encogió de hombros. "Nunca está de más
confirmar tu alcance."
Era un viejo dicho de un francotirador, un recordatorio para
que comprobara sus suposiciones antes de disparar.
"Pareces seguro de tu evaluación, John." Crowther parecía
más intrigado que desafiante. "¿Pero tal vez el enemigo pensó
que podía ganar?"
John agitó la cabeza. "Lo siento, señor, pero no. Si hubieran
construido los búnkeres para defenderse contra nosotros,
tendrían que haber sabido que veníamos antes de entrar en el
desliespacio. Y si tuvieran esa clase de inteligencia, habrían
sabido que veníamos con mucho peso y que iban a morir.
Entonces, ¿por qué quedarse?"
"Me temo que tengo que estar de acuerdo con John en esto,
señor", dijo Hamm con renuencia. No sonaba como si tuviera
dolor físico, pero estaba cerca. "No tenían nada que ganar
quedándose."
Crowther asintió, pero mantuvo su atención fija en John.
"Adelante, hijo."
John dejó escapar un respiro y continuó, "¿Y si esperaran a
alguien más?
Crowther asintió más vigorosamente. "Eso tiene sentido",
dijo. "Los rebeldes que capturamos ayer son de todas partes—
Eridanus Secundus, Jericó VII, Venezia, incluso Reach. Tal vez
estaban esperando más refuerzos."
"Sí", dijo Nyeto. "Como tal vez de Gao."
"¿Gao?" Preguntó Ascot. "¿No es de ahí de dónde eres?"
"Así es", dijo Nyeto. "El lugar está lleno de
insurreccionistas."
"¿Qué estaban haciendo en Seoba?" La pregunta de Halsey
tenía un tono retórico. "No los Gao en particular—¿todos ellos?"
"Esto es malo." Johnson ya no se inclinaba hacia atrás en su
silla. De hecho, parecía que estaba a punto de levantarse. "Es un
intento de golpe de estado. Los insurreccionistas están
unificando sus fuerzas."
Los oficiales intercambiaron miradas incómodas, y Nyeto
parecía más tembloroso que nadie, con una expresión mareada
y gotas de sudor formándose en su frente.
"Pero tienen que saber que los alienígenas están vitrificando
Etalan." Mientras Nyeto hablaba, un pensamiento terrible—una
posibilidad increíble—se estaba formando en la mente de John.
"¿Por qué tomar Biko cuando está próximo—"
"Espera", dijo John. "Sé a quién esperaban los innies."
Todos los ojos se volvieron hacia él, y Crowther dijo, "¿Hasta
cuándo nos vas a tener en suspenso, hijo?"
John frunció el ceño. "Ojalá…" ...todos ustedes dejaran de
llamarme hijo. Se sorprendió a sí mismo y dijo, "No importa.
Estaban esperando al Covenant."
"Iban a tender una emboscada—" Crowther se detuvo en
medio de la frase, y su frente se levantó asombrado. "No. ¿Iban
a encontrarse con los alienígenas?"
"Esa es mi suposición." John estaba empezando a pensar
que podría tener una oportunidad de ganarle a Crowther
después de todo. "Eso explica por qué están organizando un
intento de golpe de estado en tan mal momento. Entregar Biko
al Covenant es la única forma de salvarlo—y derrocar a la
canciller es la única forma de entregarlo."
"¿Y si no es rendirse?" Preguntó Ascot. "¿Y si es una oferta?"
"¿Una oferta?" dijo Crowther.
"Exactamente", dijo Ascot. "Estamos aquí porque sabemos
que, si los alienígenas evitan Biko, dejan una base de
operaciones en su retaguardia. También podemos asumir que
sus líneas logísticas se están haciendo bastante largas, por lo
que podrían usar su propia base de estacionamiento. ¿Y si los
insurreccionistas intentan llegar a un acuerdo para dárselas?"
John se enfrió por dentro. "¿Quién haría eso?" preguntó.
"¿Quién formaría una alianza contra su propia especie?"
"Tal vez los insurreccionistas no lo ven de esa manera", dijo
Johnson. "Tal vez lo vean como una forma de salvarse de
nosotros."
"Eso es una locura", dijo Hamm. "El Covenant los masacrará,
igual que al resto de nosotros."
"Concuerdo", dijo John. "¿Pero ellos sabrían eso?"
Crowther agitó la cabeza, y luego señaló a John con el dedo.
"Tienes razón, hijo", dijo. "No lo harían."
Hijo. John apretó los dientes y no dijo nada.
"Y una alianza podría salvarlos... por un tiempo", añadió
Ascot. "Si los alienígenas son tan listos como creemos,
reconocerán una buena fuente de inteligencia cuando la vean.
La ordeñarán todo el tiempo que puedan."
Un escalofrío pareció asentarse sobre la habitación, y sus
ojos colectivos se posaron sobre la mesa mientras consideraban
lo que venía después, contemplando el peligro ineludible y
llegando a la misma terrible conclusión.
Por fin John dijo lo que todos pensaban.
"Si estamos en lo cierto, la delegación alienígena debe estar
por llegar." Se detuvo para tragar y continuó, "Y tenemos que
tenderle una emboscada. Tenemos que hacer creer al Covenant
que los insurreccionistas les tendieron una trampa."
Los asentimientos en acuerdo comenzaron en el otro
extremo de la mesa con Hamm, luego Johnson, y al otro lado de
la mesa, Crowther, Ascot, y Halsey, y finalmente Nyeto, quien
dijo, "Saben lo que eso significará para Biko, ¿verdad? Lo
vitrificaran en represalia."
"Lo vitrificaran de todos modos, cuando estén listos", dijo
Ascot. "Y hasta que lo estén, los rebeldes les ayudarán a vitrificar
un mundo leal tras otro."
"Es una ecuación simple", dijo Halsey. "Un mundo ahora, o
cien después."
"Entonces vamos a seguir la sugerencia de John", dijo Ascot.
"Emboscamos a la delegación del Covenant."
"Con una condición", dijo Crowther. "No podemos
abandonar la operación original. Dividimos nuestras fuerzas y
aun así abordamos la flota."
"Por supuesto", dijo Ascot, levantándose. "Eso no hace falta
decirlo."
Cuando Crowther sonrió y comenzó a levantarse, John vio
su oportunidad y también se puso de pie.
"Coronel Crowther", dijo. "Va a—"
John se detuvo cuando un coro de alarmas de tono agudo
comenzó a chirriar desde las tabletas tácticas que todos
llevaban en sus muñecas. Miró a la suya y sintió como se le
secaba la garganta.
INFORMES DE LA PUNTO DE FUGA:
FLOTILLA COVENANT EN CAMINO
CINCO EMBARCACIONES EQUIVALENTES A CLASE CORBETA
TIEMPO ESTIMADO DE LLEGADA 22 MINUTOS

"Maldita sea", dijo Avery Johnson. "Esa es una gran


delegación."
"Y una que no quiero que nos sorprenda en la superficie."
Ascot comenzó a rodear la mesa, ya hablando a través del
micrófono de su tableta táctica. "Carguen todos los
merodeadores, máximo diecisiete minutos."
Nyeto y Johnson se volvieron para seguirla fuera de la
puerta, pero Crowther se quedó dónde estaba, mirando a John
con la frente ladeada.
"¿Tienes algo que decir, John?"
John miró a Halsey, luego tragó con fuerza y asintió.
"Sí, señor. Necesitará todos los Dagas Negras que pueda
conseguir para la acción de abordaje, y la emboscada alienígena
sería la misión perfecta para los Spartans."
"Es muy cierto, Coronel", dijo Halsey. "Este es exactamente
el tipo de cosas para las que los creé."
Crowther frunció el ceño incómodamente, y luego comenzó
a girar alrededor del extremo opuesto de la mesa hacia John.
"Aprecio la oferta, hijo", dijo. "Pero tienes quince años."
El corazón de John se hundió, y tuvo que dejar caer su
barbilla mientras veía a Crowther acercarse. "Entiendo, señor."
Crowther se detuvo a un paso de distancia, mirando por un
momento como si quisiera poner una mano sobre el hombro de
John, y luego pareció darse cuenta de lo incómodo que sería eso
y simplemente le hizo señas para que lo siguiera.
"Además, tengo otra misión para los Spartans."
"Por supuesto, señor." John sabía que era mejor no esperar
que fuera importante. Crowther probablemente quería que
llevaran sus maletas o algo así. "Lo que necesite."
"Sabía que podía contar contigo." Llegaron a la puerta de la
cámara de reunión, y Crowther se volvió hacia John. "Cuando
tomamos la cantera ayer, capturamos a más de trescientos
insurreccionistas."
"¿Quiere que mis Spartans cuiden a los prisioneros, señor?"
Crowther se permitió una pequeña sonrisa. "Iba a decir
proteger", contestó. "Pero míralo como quieras—siempre y
cuando los lleves a todos a bordo de un transporte de reclusión.
No podemos permitir que nadie caiga en manos del Covenant.
Lo último que queremos es que alguien le diga al enemigo lo que
realmente pasó aquí. ¿Está claro?"
"Sí, señor", dijo John. "Creo que podemos manejarlo."
"Estoy seguro de que puedes, hijo", dijo Crowther. "Le
pediré a la Capitana Ascot que asigne un transporte de
prisioneros."
"Muy bien." John levantó la mano para saludar y dijo,
"Coronel Crowther... con el debido respeto, señor, me gustaría
hacer una petición."
"¿Qué pasa?"
"Por favor, deje de llamarme hijo", dijo John. "He sido
soldado durante tanto tiempo que ni siquiera puedo recordar
cómo era mi padre, pero estoy bastante seguro de que usted no
es él."
Los ojos de Crowther se abrieron de par en par, y luego
asintió. "Muy bien, Spartan, considéralo hecho." Levantó una
mano y devolvió el saludo de John. "Creo que te lo has ganado."
CAPÍTULO 12

Novena Era de la Reclamación


34º Ciclo, 41 unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flotilla de las Estrellas de Sangre, Corbeta de Intrusión
Susurro Sagrado
Aproximación Orbital, Tercera Luna, Planeta Borodan,
Sistema Kyril

Parecían mulegs saltando de la cabeza de un humano calvo, esos


puntos oscuros que se elevaban desde la superficie de la luna
pálida que los humanos llamaban Seoba. Silueteados contra el
disco rosa del planeta Borodan, se elevaban en individuales y en
parejas y se alejaban en arco, tan pequeños y veloces que era
fácil pensar que eran un truco de la vista. Pero después de ver a
cinco de ellos desaparecer en la nada en otras tantas unidades,
Tel 'Szatulai sabía lo que estaba viendo.
Embarcaciones enemigas, saliendo del lugar de su
encuentro con los humanos traidores.
'Szatulai permaneció en la burbuja de observación
delantera, notando cómo sus mandíbulas habían comenzado a
apretarse y la forma en que sus dos corazones ahora latían en
contrapunto. Esas respuestas no eran dignas de una Primera
Espada de los Sombra Silenciosa, y ni siquiera podía decir si se
habían levantado del miedo o de la ira. Meditaría sobre este
fracaso más tarde, montando la espina dorsal de la nave en su
esfera de contemplación. Pero por ahora, bastaba con percibir
las reacciones y darles su espacio. Eso sofocaría el poder de sus
emociones ávidas de control y lo dejaría libre para concentrarse.
Lo que ahora se sentía preparado para hacer.
Sin apartar la vista de la burbuja de observación, 'Szatulai
sacudió sus mandíbulas para llamar la atención de la
tripulación, y luego habló en un tono suave. "Que venga el
maestro de nave."
El puente de la Susurro Sagrado se calmó. 'Szatulai oyó
repetir su orden cuatro veces cuando se la pasaban al maestro
de nave; entonces un conjunto de pasos comenzó a subir la
cubierta hacia su posición. La marcha era suave y segura, y
'Szatulai estaba preocupado por eso. Ante la imposibilidad de
los lectores de los sensores de reportar los lanzamientos de
cinco—ahora seis—embarcaciones que había visto con sus
propios ojos, el maestro de nave debería haber estado
avergonzado por el desempeño de su tripulación y temeroso de
las consecuencias.
Quizás la culpa era del propio 'Szatulai. Una creencia
común—aunque incorrecta—sostenía que un miembro de los
Sombra Silenciosa no mataría a un compañero Sangheili que lo
había mirado a los ojos. Pensando que la tripulación de su nueva
nave insignia funcionaría mejor si se sintieran seguros en su
presencia, 'Szatulai había elegido jugar con su superstición al no
llevar su casco a bordo de la Susurro Sagrado. Y ahora aquí
estaba el propio maestro de nave, que se acercaba con
complacencia a pesar de las deficiencias de su tripulación.
'Szatulai esperaba que no hubiera sido un error poner a
todos a bordo a gusto. También meditaría en eso.
El maestro de nave se detuvo en el umbral de la ampolla de
observación e inició un educado crujido en su mandíbula para
llamar la atención sobre su presencia—y luego emitió un silbido
de sorpresa cuando una séptima partícula se elevó y se alejó de
Seoba.
"¿Qué es eso?"
'Szatulai se volvió para mirar al maestro de nave. "¿Qué te
parece, 'Budyasee?"
"Una embarcación enemiga." Un Sangheili fornido, de cara
de bloque, con mandíbulas sin punta, Hulon 'Budyasee era de
nuevo de la mitad de los sesenta años de 'Szatulai y casi el doble
de su circunferencia. "Pero no ha habido ningún informe de los
lectores."
"Es bueno que percibas el problema", dijo 'Szatulai. "No
estoy seguro de que tu segundo esté listo para asumir el
mando."
Los ojos de 'Budyasee se abultaron, y se volvió hacia el
puente. "Que vengan 'Gusonee y 'Terib—"
'Szatulai silenció a 'Budyasee con un toque.
"¿Aprenderemos más trayendo a los lectores, o yendo a su
estación?"
"Yendo a su estación", contestó 'Budyasee. "Si el problema
está en su equipo, lo veré allí."
"Entonces procedamos sabiamente", dijo 'Szatulai. "No soy
un ministro San'Shyuum que debe ser servido antes que nuestra
causa."
Las mandíbulas de 'Budyasee se abrieron conmocionadas,
aunque la forma en que su cabeza se inclinaba sugería que no
estaba muy seguro de si 'Szatulai había querido difamar a sus
líderes San'Shyuum o honrarlos. Después de una respiración,
logró cerrar sus mandíbulas y girar hacia la parte trasera del
puente.
"Como prefiera, Esgrimidor."
El maestro de nave lo condujo a través de un laberinto de
consolas de control y puestos de equipo hasta la parte posterior
del puente, donde un holograma táctico del lado de Seoba del
sistema planetario de Borodan flotaba sobre una plataforma de
proyección rodeada por diez atriles de lectura de datos. En cada
atril había un lector, con los ojos fijos en una pantalla de cristal
llena de una mezcla de códigos alfanuméricos y símbolos
vectoriales que utilizaban para dibujar imágenes en el
holograma.
Detrás de los lectores estaban los dos obedientarios que
supervisaban la operación del diagrama. Normalmente estarían
uno frente al otro, cada uno supervisando a un equipo de cinco
lectores, pero la abortada citación de 'Budyasee los había
reunido para discutir en qué tipo de problemas podrían haber
caído.
'Budyasee fue directamente a los obedientarios y comenzó
a interrogarlos acerca de las embarcaciones no reportadas que
huían de Seoba. 'Szatulai dio la vuelta al holograma táctico,
mirando ocasionalmente por encima del hombro de un lector a
su pantalla, pero sobre todo pensando en las miles de imágenes
que contenía el holograma.
Borodan estaba rodeado de un caparazón de tráfico
orbital—miles de satélites, cientos de embarcaciones militares
y civiles, docenas de estaciones de fabricación y un puñado de
astilleros. Un flujo constante de drones de carga se movía entre
las estaciones de manufactura y las dos lunas de metales
pesados que actualmente se encontraban en el lado del planeta
de la Susurro, y varias naves de pasajeros estaban saliendo de su
pozo de gravedad en preparación para la transición al
desliespacio. Pero, aparte de una cáscara de naves de
reconocimiento en órbitas de piquetes ultra altas y unas cuantas
docenas de grandes embarcaciones militares esperando en
órbitas geosincrónicas de respuesta rápida, 'Szatulai no vio
ninguna señal de que los humanos se estuvieran preparando
para la batalla. Y no vio nada que se moviera hacia Seoba.
Eso era de esperar—o al menos de lo que se esperaba.
Incluso los mejores sistemas de enmascaramiento del Covenant
tenían sólo un 80 por ciento de efectividad, por lo que siempre
existía la posibilidad de detección. Pero la pequeña flotilla de
corbetas de intrusión de 'Szatulai había emergido del
desliespacio mucho más allá del rango de detección y se había
camuflado activamente mucho antes de acercarse a las órbitas
de piquetes, por lo que no veía razón alguna para creer que la
situación en Borodan fuera otra cosa que lo que parecía: un
mundo consciente de que un ataque de una fuerza superior
podía ser inminente, pero eligiendo creer que no llegaría.
Sólo el flujo constante de naves que se elevaban desde
Seoba—desde el lugar de encuentro designado—le hizo
detenerse. Parecía para 'Szatulai como si estuviesen
reaccionando ante la aproximación de su flotilla—pero no se
daban la vuelta para atacar. Y tampoco lo estaba ninguna de las
naves militares en las órbitas de respuesta rápida sobre
Borodan. No tenía sentido. Si los humanos hubieran sabido de
su flotilla, estarían enviando una fuerza para enfrentarla.
Necesitaba saber más—algo más—sobre las embarcaciones
que huían de Seoba. Era la única manera de resolver este
acertijo.
Cuando miró por encima del hombro del lector en el
séptimo atril de recogida de datos, 'Szatulai finalmente encontró
la pantalla que mostraba a Seoba. Podía ver varios códigos de
datos arrastrándose a lo largo del borde de la pantalla, donde la
masa de la luna no bloqueaba la cara del planeta, pero no había
códigos cerca de Seoba. De hecho, la luna parecía vacía, que era
exactamente lo que habían reportado los recolectores de
información en el equipo de escuchas de la Susurro Sagrado.
"¿Por qué no hay datos de esta luna?" preguntó 'Szatulai.
El lector bajó la mirada en un gesto de sumisión, y luego
contestó, "Hay datos, Esgrimidor… una gran cantidad."
"¿Entonces por qué tu pantalla no muestra nada
moviéndose en la luna o alejándose de ella?"
"Porque no hay nada que mostrar", respondió el lector. "Ha
estado desierta por cien años humanos, tal como lo reportaron
los recolectores."
'Szatulai oyó a 'Budyasee corriendo con los dos
obedientarios, y sin apartar la vista del atril, levantó una mano
para detenerlos. Su presencia sería intimidante, y en un afán de
complacer a sus superiores, el joven lector se mostraría reacio a
decir verdades desagradables.
"Háblame de estos datos que no muestran nada", dijo
'Szatulai. "Dime cómo sabes que no es nada."
"Como órdenes." El lector tocó la pantalla en dos lugares. La
luna se tornó azul índigo, aunque había una muesca en el
horizonte donde palideció hasta convertirse en un azul
profundo. "El color muestra la temperatura ambiente en la
superficie de la luna. Cuanto más cerca del negro, es más fría."
'Szatulai pasó un dedo por la muesca. "¿Y por qué está más
pálido allí?"
"Esa es la cantera de hielo a donde nos dirigimos", explicó el
lector. "El tono más pálido indica que está unas pocas unidades
más caliente."
'Szatulai sintió un nudo de ira formándose entre sus
corazones. Se tomó un instante para reconocerla y despojarla de
su poder, y luego apuntó al holograma táctico que tenían ante
ellos.
"¿Y por qué no pensaste en trazar esto?"
"Habría sido engañoso." La voz del lector se rasgó de miedo.
"Las lecturas sugieren el impacto de hace un mes de un pequeño
cometa o asteroide más que de una nave, y no encontré
radiación de onda o lecturas magnéticas que apoyaran la
posibilidad de una nave pequeña. Pídale a Utu Gusonee que lo
confirme—"
'Szatulai levantó una mano. "No tienes nada que temer. Sólo
quiero entender tu razonamiento, ¿sí?"
El lector se relajó y apuntó sus mandíbulas hacia la derecha,
indicando que entendía.
"¿Sabes por qué viajamos a la cantera de hielo?" preguntó
'Szatulai. Se suponía que su destino exacto y el propósito de su
viaje permanecerían desconocidos para la tripulación, pero en
los confines de un puente, a menudo era difícil no oírlos y seguir
desempeñando sus tareas. "Sé sincero."
"He oído que es para encontrarnos con un espía humano."
Bastante cerca. "¿Y aun así no consideraste la posibilidad de
que la señal de calor fuera hecha por la embarcación del espía?"
El lector dejó caer sus mandíbulas a la izquierda, indicando
que no lo había hecho. "No debería haber tenido ese
conocimiento", dijo. "Y aun sabiéndolo, la firma no apoya tal
conclusión. Si hay una nave esperándonos en la cantera, debe
estar escondida debajo de treinta…"
Al darse cuenta de su error, el lector dejó que la declaración
se desviara.
"Mi error, Esgrimidor." Las fosas nasales del lector
temblaban de miedo. "Podría haber una nave esperando dentro
de un sistema de cuevas profundas. Eso explicaría la baja
variación de temperatura y la falta de lecturas de apoyo."
"¿Una o varias embarcaciones?"
"Muchas, si el sistema de cuevas fuera lo suficientemente
grande."
'Szatulai volvió a apuntar a la pantalla. "¿Y si te dijera que al
menos siete naves han despegado de esa luna cuando nos
acercábamos?"
"Eso es imposible", dijo el lector. "La floración termal habría
sido difícil de pasar por alto. Y, si fueran naves espaciales
humanas, habría habido fluctuaciones magnéticas y emisiones
electromagnéticas."
"¿Y si te dijera que fui testigo de esos lanzamientos con mis
propios ojos?" 'Szatulai permitió que su voz se agudizara. "¿Y
qué no hay nada malo con mis ojos?"
Las mandíbulas del lector revoloteaban; luego habló con
voz seca: "Concluiría que ha ocurrido lo imposible."
"Qué sabio eres, para alguien tan joven." 'Szatulai miró hacia
atrás e hizo un gesto a 'Budyasee para que se acercara con los
dos obedientarios. "Ahora, imaginemos cómo ocurriría lo
imposible."
"Un campo de camuflaje", sugirió uno de los obedientarios,
'Gusonee. "Sé que Obras de la Senda de Mudoat está intentando
desarrollar una barrera de energía para sus fragatas que oculta
y protege. Tal vez los humanos tienen una versión emplazada…"
"Los humanos no tienen ningún tipo de barrera energética",
interrumpió 'Szatulai. "Y aunque lo hicieran, un campo de
camuflaje no explica por qué sus embarcaciones son invisibles
para nuestros lectores después de que ellos…"
Dejando la palabra lanzaran sin decir, 'Szatulai se volvió
hacia el lector.
"Si fuera la Susurro Sagrado la que surgiera de la cantera,
¿qué tan brillante sería la floración térmica?"
"No muy brillante", contestó el lector. "Nuestros motores
repulsores producen sólo una pequeña cantidad de calor, así
que sólo habría una bengala roja que duraría un momento antes
de desaparecer."
"¿Más brillante que lo que estás viendo ahora?"
"Mucho más brillante, Esgrimidor. Si los humanos están
lanzando algo, no es más que una sombra comparada con la
Susurro Sagrado."
'Szatulai fue golpeado por la repentina comprensión, e
inmediatamente golpeado por una ola de náuseas, rápida y
poderosa. Se propagó por su cuerpo como una fiebre. Se
encontró caliente y casi temblando, sus rodillas y manos y las
fosas nasales debajo de sus ojos temblando de asombro. Era
impensable que el arte del sigilo humano pudiera ser superior a
los de su flotilla... y, sin embargo, aquí estaba. La explicación más
simple.
La única explicación.
'Szatulai se volvió hacia 'Budyasee. "Tenemos que derribar
una de esas embarcaciones sombra. Abran fuego."
"¿A esta distancia? Tendremos suerte si le damos a la luna,
mucho menos a un objetivo que no podemos detectar."
"Puedes identificar la cantera de hielo, ¿no?" 'Szatulai sintió
que sus corazones martillaban y supo que su asombro se estaba
convirtiendo en ira, pero no sabía cuántas embarcaciones
sombra quedaban por despegar, y el tiempo era corto. "Apunten
a eso."
"Si abrimos fuego", dijo Budyasee, "no podremos mantener
nuestro encuentro con los traidores humanos. El ataque
revelará nuestra presencia—"
"Los humanos ya saben de nuestra presencia", dijo 'Szatulai.
"No hay traidores en esa luna que nos den la bienvenida. Quizá
los Spartans de los que hablaron ni siquiera son reales. Todo el
encuentro es una trampa."
Las fosas nasales de 'Budyasee se ensancharon. Lo mismo
sucedió con las de los obedientarios y las del lector. Nadie se
movió ni habló.
"Di una orden", dijo 'Szatulai. Permitió que su mano se
desviase hacia la espada de energía enganchada a la cintura de
su armadura. "Así que si continúan en este desafío…"
"La precaución no es un desafío." Mientras 'Budyasee
hablaba, se negó a dejar caer su mirada de la mano de la espada
de 'Szatulai—un acto de voluntad que hablaba de su coraje.
Sabía que lo que dijera después podría costarle la vida, pero lo
pronunciaría de todos modos, como era su deber. "Somos una
fuerza de intrusión ligeramente armada, no una flota de batalla.
Si permitimos que los humanos nos ataquen, seremos
destruidos."
"Entonces el kai'd tendrá que trabajar rápido." 'Szatulai
apartó la mano de la empuñadura de su espada y se giró hacia el
elevador de gravedad situado en la parte trasera del puente. "No
vuelvas a cuestionarme sobre esto, Maestro de Nave. Esas
embarcaciones sombra son un peligro para la flota. Y yo tomaré
una para examinarla."
CAPÍTULO 13

0847 horas, 19 de marzo de 2526 (calendario militar)


Gruta de Mantenimiento del Subsuelo 6M430, Cantera de
Hielo de Seoba
Luna Seoba, Sistema Planetario de Biko, Sistema Kolaqoa

A lo largo de los años, John-117 había desfilado ante suficientes


almirantes y generales para reconocer a uno cuando lo veía, y el
prisionero alto con la camisa gris y el cuello almidonado era
definitivamente un general. La columna vertebral del hombre
era tan recta que parecía un cañón de francotirador de la Serie
99, y estaba rodeado de media docena de insurreccionistas aún
más altos que seguían moviéndose, tratando de protegerlo de
sus niñeras con armadura Mjolnir. Ocultar a su líder había sido
bastante sencillo cuando los Spartans llegaron para encontrar a
trescientos cautivos empacados en el centro de una gruta de
mantenimiento fría y turbia. Pero ahora que los prisioneros
estaban subiendo por una rampa de carga iluminada hacia la
bodega de tropas de un transporte de la clase Banta que había
pertenecido al Frente Rebelde Unido sólo unas horas antes, sus
esfuerzos por ocultar al presunto general eran obvios.
El tiempo estimado de llegada del Covenant era de diez
minutos—apenas el tiempo suficiente para cargar y alejar el
transporte. El plan era que uno de los tripulantes de vuelo de
respaldo de Héctor Nyeto entregara a los prisioneros
insurreccionistas a Biko en uno de sus propios medios de
transporte, donde serían devueltos a la autoridad colonial para
su disposición judicial. Pero John sabía que sus superiores
querrían que se retuviera a un general para el interrogatorio de
la ONI.
Se dirigió a la esquina inferior de la rampa de carga y habló
a través de los altavoces externos de su casco.
"¡Prisioneros, alto!"
La columna de embarque se estancó con la incertidumbre
de los soldados irregulares por todas partes, y los compañeros
del presunto general lo dejaron sin protección durante un
segundo y medio. John se aprovechó de su descuido para
guardar la imagen de un hombre de rostro delgado, con el pelo
y los ojos canosos del color del acero de las armas. Antes de que
la solicitud se hubiera formado en la mente de John, la
computadora de a bordo de la Mjolnir mostró la identidad del
sujeto en el HUD.
ANTIGUO MAYOR GENERAL HARPER GARVIN

DESERTOR DEL CUERPO DE MARINES DEL UNSC

PRESUNTO TERRORISTA

ALTO MANDO DEL FRENTE REBELDE UNIDO

OBJETIVO PRIORITARIO C-NK-2A

El objetivo prioritario parpadeaba en rojo, diciéndole a John


que la ONI quería capturar a Garvin, pero no matarlo—lo que
sugería que era más importante interrogarlo que sacarlo del
campo de batalla. Era una designación común para los segundos
o terceros al mando de una organización insurreccionista. El
"2A" significaba que la captura del general no tenía prioridad
sobre una misión en curso. Por lo tanto, Garvin era una figura
importante en el Frente Rebelde Unido—pero no la más
importante. La designación "2A" también significaba que la
seguridad del operativo no era una consideración al ejecutar un
intento de captura. Bienvenidos a operaciones especiales.
Después de que el objetivo prioritario dejó de parpadear, el
archivo del general comenzó a desplazarse por el HUD,
enumerando las operaciones atribuidas y los posibles
avistamientos. John no estaba interesado, así que la
computadora de a bordo adelantó el archivo hasta que llegó al
puesto más reciente de Garvin en el UNSC. El general había
desertado después de recibir una logística de enseñanza de dos
años en la Academia de Ciencias Militares Corbulo en Circinius
IV. La misión había sido humilde para un mayor general, y se
especulaba que se había unido a la Insurrección para tomar
represalias. La teoría le sonaba un poco descabellada a John—
pero de nuevo, los generales no llegaban a ser generales por
tener pequeños egos.
"Líder Spartan, ¿cuál es la demora?" El líder del Equipo
Dorado, Joshua-029, estaba usando el canal del escuadrón, un
canal abierto a los doce Spartans de la Fuerza de Tarea Yama.
"Pensé que queríamos sacar a estos prisioneros de aquí antes de
que llegaran los alienígenas."
"Avisté a uno que necesitamos retener para la ONI", dijo
John. Cambió de nuevo a su altavoz externo y señaló a Garvin.
"Tú, allí. Preséntate para la inspección."
El grupo de cuerpos que rodeaban a Garvin se movía a su
alrededor e intentaban parecer confusos. Mientras tanto, los
Spartans que flanqueaban la columna retrocedieron y
comprobaron su espaciamiento, listos para responder si la
orden suscitaba alguna resistencia de los prisioneros.
"Incluso en Seoba, esta armadura pesa"—John se detuvo
hasta que la computadora de a bordo mostró el número en su
HUD—"cincuenta y seis kilogramos. Si tengo que atravesar la
columna para sacarte, habrá muchos dedos rotos en los pies."
El grupo se onduló; entonces una mujer delgada de piel
olivácea emergió y comenzó a empujar su camino hacia John.
Tenía una boca ancha, ojos azules brillantes y una sonrisa
burlona. John le dio una rápida evaluación, comprobando la
posibilidad de una bomba u otra arma no detectada, y luego le
hizo señas para que se detuviera en la parte inferior de la rampa
de carga.
"¿Qué estás haciendo?"
"Presentándome como se me ordenó." La mujer estiró el
cuello para mirar la placa de su cara. "Pero tengo que advertirte,
no me gustan los robots." Un coro de risitas nerviosas.
"No soy un robot", dijo John.
"Lo siento, muchachote", dijo la mujer. "Si quieres que crea
eso, tienes que perder la armadura."
Más risas.
La voz de Kelly-087 sonó en el canal del escuadrón. "John,
eso no es coquetear de verdad. Ella está tratando de…"
"Distraerme. Afirmativo." Miró hacia atrás, hacia el grupo de
prisioneros que protegía a Garvin. Por supuesto, el general
había desaparecido entre ellos. Decidiendo usar la imagen del
"robot" a su favor, John dijo, "Todos los equipos, prepárense."
Los Spartans sacaron sus rifles de asalto. John arremetió;
antes de que la mujer pudiera reaccionar, las solapas de su
túnica estaban anudadas dentro de su guantelete.
"John, ¿necesitas ayuda?" Esto desde Kurt-051, el líder del
Equipo Verde. "No veo la amenaza."
En vez de desperdiciar uno de los ocho minutos que
quedaban antes de que llegara el Covenant, John lo ignoró y
habló a través de la bocina externa de su casco.
"El Código de Conducta Militar del UNSC autoriza la
ejecución sumaria de cualquier preso que interfiera con un
guardia mientras se encuentre en el campo de combate. Como
están empeñados en un esfuerzo continuo para ocultar la
presencia del General Harper Garvin de la autoridad de
encarcelamiento..."
"Déjala ir, soldado." Garvin salió de la parte trasera del
transporte y, empujando a una multitud de insurreccionistas
que intentaban bloquear su camino, bajó por la rampa. Su
mirada se dirigió a la mujer que estaba frente a John. "Gracias
por intentarlo, Petora. Pero nunca tuvimos una oportunidad
contra esas cosas."
John esperó hasta que Garvin se presentó al final de la
rampa y luego soltó a la mujer. "Los prisioneros continuarán
subiendo."
Cuando los insurreccionistas tardaron en obedecer, Garvin
miró por encima de su hombro. "No les den una excusa, gente."
Una vez que la columna de embarque había vuelto a subir por la
rampa, se volvió hacia John. "¿Cómo me identificó, soldado?"
Tomar la iniciativa era una técnica clásica de
contrainterrogatorio, una que los instructores de John en Reach
le habían enseñado cuando tenía diez años. En lugar de seguir
con la respuesta estándar de ordenar al prisionero que se
calle—lo que le diría a Garvin sólo un poco menos sobre el
programa de entrenamiento de SPARTAN que una respuesta
honesta—John revisó el archivo de personal del general en su
HUD y seleccionó algo engañoso.
"En 2508, disertó sobre la sofocante insurrección planetaria
en la OCS de Luna." John ni siquiera había nacido en ese año, así
que la desinformación no le causaría más que problemas a
Garvin si tratara de usarla más tarde. "Fue memorable."
La frente de Garvin se levantó. "¿Fuiste estudiante allí?"
"Usted hace muchas preguntas, General." John revisó el
cronómetro de su HUD; el tiempo estimado de llegada era ahora
de siete minutos. "Digamos que me decepcionó que se
convirtiera en traidor."
Los labios del general se tensaron y su mirada se deslizó.
"Como quieras, soldado. Estoy en tu—"
Las últimas palabras de la frase fueron tragadas por el
estruendo ensordecedor de un ataque de artillería; luego el aire
se llenó de escamas de hielo que revoloteaban desde la
oscuridad de arriba.
Otro estruendo sacudió la gruta, y bloques de hielo
empezaron a caer del techo y rebotar en cabezas y hombros.
Varios prisioneros fueron golpeados y cayeron al suelo,
claramente heridos.
La voz de Ascot llegó a través del canal de mando de la
Fuerza de Tarea Yama. "¡Lanzamiento-lanzamiento-
lanzamiento! Protocolo de emergencia. Los alienígenas han
abierto fuego. Repito: Protocolo de emergencia. Lanzamiento…"
La transmisión terminó en un choque de estática, y un
constante gruñido llenó la gruta cuando los golpes lejanos
comenzaron a estremecerse a través del hielo circundante.
Mientras la estática se desvanecía, una cacofonía de charla
llenaba el vacío dejado por la ausencia de Ascot, pero la voz de
Nyeto sobresalía.
"La Noche Estrellada fue atacada en el lanzamiento y
derribada." Ese sería el merodeador de Ascot. "Intacta. Cayó en
la cantera..."
La voz tranquila de Crowther se escuchó: "Gracias,
Comandante. Es suficiente por ahora. Nos asesorará si
necesitamos más información."
"¿Asesorará?" Nyeto sonaba furioso. "¡Podrían estar vivos!
Podrían necesitar—"
"Haremos lo que podamos, Comandante", dijo Crowther.
"Por favor, procedan según lo planeado y usen el protocolo Eco
para todas las comunicaciones."
El Protocolo Eco era una instrucción para considerar un
modo de comunicación como no seguro. En este caso, Crowther
parecía estar recordando a Nyeto—y a todos los demás en el
canal—que el alcance de las capacidades de escucha del
Covenant era desconocido, por lo que era más seguro asumir
que incluso los canales de comunicación encriptados estaban
comprometidos. John pensó que la precaución era
probablemente exagerada, pero el coronel tenía razón. No tenía
sentido correr riesgos innecesarios.
La discusión en el canal de mando continuó de manera
cautelosa, con referencias a la dirección y la ubicación
transmitidas en términos relativos a las cuevas de hielo donde
el ala de merodeadores había estado atracando cuando llegó la
orden de ataque.
John escuchaba con una sola oreja, en caso de que a los
Spartans se les asignara una nueva tarea, pero se concentraba
en los prisioneros. Los insurreccionistas sostenían sus brazos
sobre sus cabezas para protegerse de la caída de bloques de
hielo, y muchos miraban a sus camaradas heridos con mirada
preocupada.
"Agarren a sus heridos y embarquen", ordenó John por el
altavoz externo de su casco. "Cualquiera que no esté a bordo del
transporte en un minuto muere aquí."
Los prisioneros entraron en acción, agarrando a sus
compañeros heridos y subiendo por la rampa de carga a la
bodega de tropas de la Banta. Las escotillas internas habían sido
aseguradas desde el otro lado y los módulos de escape de
emergencia sólo podían ser armados desde la cabina de vuelo,
por lo que había pocas posibilidades de que cualquier rebelde
montara otro intento de escape desde el interior de la
embarcación. No irían a ninguna parte excepto a Biko, donde se
enfrentarían a las consecuencias de su golpe de estado
planeado.
Garvin esquivó un bloque de hielo que rebotó en la
armadura de John, y luego lanzó una mirada de preocupación a
la oscuridad de arriba.
"¿Qué está pasando?"
"Los alienígenas abrieron fuego", dijo John. En el canal de
mando, Crowther estaba pidiendo una respuesta de la Noche
Estrellada y no recibía ninguna, lo que podría indicar algo, desde
la destrucción del merodeador hasta una antena desactivada.
"Supongo que no estaban interesados en hacer amistad con
ustedes después de todo."
Los ojos de Garvin se abrieron de par en par. "Así que eso es
lo que están haciendo aquí", dijo. "¿Cómo lo supieron?"
"Pregunta tonta." John sabía que, si no respondía, la
imaginación de Garvin se desbordaría y lo convertiría en un
blanco más fácil para el equipo de interrogatorios más tarde.
"¿Cómo crees que la ONI sabía dónde encontrar al Coronel
Watts?" La cara de Garvin se puso pálida.
Ahora Crowther estaba preguntando sobre la
disponibilidad, tratando de encontrar una unidad de Dagas
Negras en posición de alcanzar al merodeador caído. No estaba
recibiendo ninguna respuesta positiva. La mayor parte del 21º
había partido antes de que comenzara el bombardeo alienígena,
y la última compañía había despegado a bordo de los cuatro
merodeadores del propio Vuelo Nocturno de Ascot. Los
sobrevivientes estaban ansiosos por ayudar, pero se verían
obligados a regresar hacia una barrera de plasma que se estaba
volviendo más intensa por momentos.
"Negativo", dijo Crowther por el canal de mando. "Lo último
que necesitamos es más murciélagos caídos."
Por lo que John estaba escuchando, la única unidad que aún
estaba en posición de comprobar el estado de la Noche
Estrellada era su propio escuadrón de Spartans.
Responder al lugar del accidente significaría dejar a los
prisioneros encerrados en la bodega de tropas de la Banta sin
guardias, pero una fuga sería imposible—todo lo que la
tripulación de vuelo de Nyeto tenía que hacer era despresurizar
todo lo que había entre la bodega de tropas y la cabina de vuelo.
El mayor inconveniente era que Garvin no llevaba un traje de
presión, así que John no podía llevarlo en el intento de rescate.
En cambio, el general tendría que quedarse con los otros
prisioneros e ir a Biko. Con un poco de suerte, la ONI podría
sacar al general antes de que la autoridad colonial lo ejecutara,
pero incluso si eso no sucedía, la idea de que un merodeador
cayera en manos del Covenant era una posibilidad mucho más
preocupante.
John le indicó a Garvin que subiera por la rampa de carga.
"Ve a unirte a tu gente."
"¿Qué?" Garvin pareció confundido por un segundo, y luego
entrecerró los ojos. "Espera. No puedes dejar que nos lancemos
hacia un—"
"Ahora." John le agarró la camisa y lo arrojó por la rampa a
la bodega de tropas. "Disfrute de Biko, General."
Se comunicó con la tripulación de vuelo de Nyeto. "Sierra-
117 a transporte Banta", dijo. Sierra era un código de
comunicaciones para Spartan. "Cambio de planes. Están por su
cuenta."
"De ninguna manera." La piloto parecía casi asustada. "No
puedes enviarnos sin una escolta a bordo."
"Puedo y lo hago." John estaba perplejo por la alarma en la
voz de la mujer—ya se le había informado que las escotillas de
retención estaban aseguradas desde el exterior, y cualquier
piloto militar que hubiera pasado incluso por un curso básico de
seguridad de naves se daría cuenta de que todo lo que ella tenía
que hacer para asegurar el puente era despresurizar la cabina
principal. "Sólo sigue los protocolos de aislamiento de la cabina
de vuelo. Estarás bien."
"Pero el Comandante Nyeto los quería—"
"No va a pasar", dijo John. "Somos la única unidad
disponible para ir tras la Capitana Ascot y la Noche Estrellada.
Que tengas un buen viaje."
John cerró el canal, e hizo un gesto para que sus once
Spartans lo siguieran hacia la esclusa de aire. No se puso en
contacto con Crowther porque eso sólo sería poner al coronel
en una mala situación, obligándolo a elegir entre abandonar a
un merodeador caído o violar la ley militar enviando a jóvenes
de quince años al peligro. Dada la tendencia del coronel a
cubrirse el trasero primero, parecía bastante claro que
abandonaría al merodeador.
"Está bien, preguntaré." Era Joshua-029, hablando por el
canal del escuadrón. "¿Qué estamos haciendo?"
"Ir tras la Noche Estrellada."
"Es curioso", dijo Kurt-051, "No oí que el Coronel Crowther
autorizara eso."
"No necesitaba hacerlo", dijo John. "Somos todo lo que
queda."
"Tal vez es así", dijo Kelly. "Pero vamos a necesitar que nos
saquen de aquí cuando terminemos."
Ella tenía razón, pero John no estaba seguro de cómo
manejar las cosas. Si le pidiera permiso a Crowther para asistir
a la Noche Estrellada, la tripulación del merodeador sería
abandonada y todos los sobrevivientes quedarían a su suerte.
Pero Kurt y Joshua tenían razón en estar preocupados. Este tipo
de operación de rescate requería coordinación, y emprenderla
sin informar al resto del grupo de tarea expondría a su gente a
muchos riesgos innecesarios. Hubiera sido bueno tener a Avery
Johnson aquí para consultar, pero desapareció justo después del
informe.
Tal vez tampoco le gustaba trabajar con chicos de quince
años.
"Veamos lo que vemos", dijo John. "Lo primero que querrá
es un informe de situación."
Se dirigieron al vestíbulo de acceso a la gruta de
mantenimiento, una esclusa de gran tamaño que se abría en el
fondo de la vasta cantera. La sala de la tripulación era más que
suficiente para albergar a doce Spartans, así que John llevó al
escuadrón dentro y selló la escotilla interior. Crowther se iba a
enojar, pero había vidas en juego, y también lo estaba cualquier
información de alto riesgo a bordo del merodeador. Si el
Covenant capturara el plan de la misión de Yama, sería el fin de
TORMENTA SILENCIOSA. Si capturaran las coordenadas de la
Tierra, significaría el fin de la especie humana. Las prioridades
eran claras—John tenía que ir tras Halima Ascot y la Noche
Estrellada.
CAPÍTULO 14

0859 horas, 19 de marzo de 2526 (calendario militar)


Patio de Mantenimiento Exterior, Cantera de Hielo de
Seoba
Luna Seoba, Sistema Planetario de Biko, Sistema
Kolaqoa

John salió de la esclusa con una niebla de sublimación tan


espesa que apenas podía ver el final de su rifle de asalto. Las
nubes sobre la cabeza parpadeaban con la llegada constante de
pernos de plasma, y se sentía como si caminara hacia el corazón
de una tormenta eléctrica. Llevó a su escuadrón de Spartans
treinta metros hacia delante, lo suficientemente lejos de las
paredes de la cantera como para escapar de la interminable
cascada de hielo que caía desde arriba, y luego se detuvo.
John abrió el canal de mando. "Sierra-117 solicitando
coordenadas para la ubicación del objetivo."
Si el resto de la fuerza de tarea estuviera siguiendo el
protocolo de rescate estándar—y John estaba seguro de que así
sería—uno de los merodeadores supervivientes estaría
apostado por encima de Seoba, monitoreando la situación en la
superficie a través de intercepciones de señales y drones
tácticos. Conocerían la ubicación de los doce miembros de su
escuadrón por sus códigos de identificación de amigo o
enemigo. Lo más importante es que podrían guiar a los Spartans
hacia el lugar del accidente de la Noche Estrellada.
Capaces, pero posiblemente reacios.
La voz de Crowther apareció en el canal. "¿Qué crees que
estás haciendo, entonces—Líder Azul?"
El tono del coronel no era del todo hostil, lo que John decidió
tomar como una autorización tácita de su plan.
"Estamos comprobando el estado de la Noche Estrellada,
señor. Parece que somos la única unidad disponible."
John pensó que Avery Johnson estaría orgulloso de su tacto.
Estaba respondiendo a Crowther de una manera que le daba
mucha cobertura—los Spartans estaban llevando a cabo la tarea
sin pedir permiso, para que el coronel pudiera fácilmente
desviar la culpa si algo salía mal. Además, no había elección—
los Spartans eran la única unidad disponible.
John indicó a los líderes de su equipo—Kurt-051 y Joshua-
029—que se desplegaran en una línea de búsqueda. Eso crearía
una hilera de Spartans con armadura Mjolnir de cien metros de
ancho, con los cuatro miembros del Equipo Verde espaciados
cada diez metros en el flanco izquierdo y los cuatro miembros
del Equipo Dorado espaciados cada diez metros en el flanco
derecho. El Equipo Azul y sus cuatro miembros permanecerían
en el centro, agrupados más estrechamente para que tuviera
una fuerza de reacción preparada.
Cuando Crowther aún no había respondido, John hizo una
señal al escuadrón para que avanzara a trote, alejándose más o
menos de los astilleros donde la Compañía Alfa había sufrido
tantas bajas.
A través del canal de mando, dijo, "Echaremos un vistazo e
informaremos."
"Afirmativo." Crowther parecía aliviado. "Pero tomen
acción sólo si se justifica inmediatamente. Biko está
respondiendo a la barrera de plasma con fuerza. El Comandante
Nyeto me asegura que la flotilla alienígena será destruida o se
retirará en menos de una hora."
"Más o menos", añadió Nyeto. "Pero no te preocupes,
Spartan. Les cubrimos las espaldas."
"Entendido." John esperó haber sonado más impresionado
de lo que estaba. Le agradaba Nyeto y realmente apreciaba su
apoyo—pero en su experiencia hasta ahora, cuando el teniente
comandante le decía que no se preocupara, era hora de empezar
a pensar lo contrario. Además de eso, John conocía demasiado
bien los antecedentes de la humanidad: aunque las fuerzas
navales locales superaban en número a la flotilla tres a uno, las
naves alienígenas eran lo suficientemente resistentes y
peligrosas como para anular la ventaja de sus números
superiores. "Lo tendré en cuenta."
Un punto de referencia apareció en el HUD de John,
apuntando unos treinta grados a la derecha del punto muerto.
La distancia era imprecisa, de cuatro a ocho kilómetros.
"Eso es una gran ayuda", comentó Fred a través del canal del
escuadrón. "Si dejamos la cantera, sabremos que hemos ido
demasiado lejos."
"Ajusten el rumbo", ordenó John.
Comprobó el tiempo estimado de llegada del Covenant y se
estremeció por dentro. Dos minutos, y la niebla de sublimación
era más espesa que nunca. Su rastreador de movimiento
mostraba al Equipo Azul en una formación de diamante con un
espacio de cinco metros entre sus miembros, pero no tenía
contacto visual con nadie. Todo lo que veía en cualquier
dirección era un velo blanco sin rasgos tan grueso que
difuminaba los guanteletes en los extremos de sus propios
brazos, destellando en plateado por el constante destello del
aluvión de plasma.
"Avance a toda máquina", anunció John. Los Spartans
usaban ahora el canal del escuadrón para comunicarse entre sí,
por lo que eran los únicos que podían escuchar los
intercambios—junto con Avery Johnson, si estaba al alcance.
"Mantengan los ojos en sus pies. Eso es todo lo que pueden ver
de todos modos, y si la Noche Estrellada se desintegró al bajar,
lo primero que encontraremos serán escombros en el suelo de
la cantera."
"¿No dijo el Comandante Nyeto que cayó intacta?" preguntó
Kelly.
"Eso es lo que dijo", contestó John. "No significa que vio lo
que pasó una vez que cayó en la cantera."
La tripulación temporal de la Banta anunció su salida por el
canal de mando. Un momento después, la embarcación pasó por
encima de las cabezas de los Spartans, abriendo pequeños
túneles de visibilidad mientras ardía entre la niebla que se
arremolinaba. John vislumbró el terreno circundante—su
escuadrón se extendía por el terreno de la cantera y, a lo lejos,
se elevaban terrazas de hielo apiladas de dos kilómetros de
altura. Luego el transporte levantó su nariz y dejó la cantera
encima de un trío de columnas de eflujo en forma de lanza.
El aluvión de plasma alienígena se retiró, sumergiendo el
área en un crepúsculo nebuloso a medida que las naves
enemigas cambiaban de objetivo. Momentos después,
reanudaron el fuego, y un cono de llamas plateadas persiguió a
la Banta sobre el horizonte de Seoba. John rastreó las
trayectorias individuales hasta cinco puntos diferentes.
Por lo tanto, cinco embarcaciones se acercaban.
Sólo quedaba un minuto.
El punto de referencia se mantuvo firme en el centro de su
HUD, la flecha apuntando directamente a la neblina blanca que
tenía por delante. La distancia ahora leyó que era de cinco a siete
kilómetros. De ninguna manera iban a encontrar a la Noche
Estrellada antes de que el Covenant llegara a la superficie de
Seoba. Si el escuadrón hubiera estado usando sus propulsores,
John habría dado la orden de usar sus jets de maniobra para
aumentar su velocidad. Pero cuando se pusieron su Mjolnir, se
habían estado preparando para ser niñeras de los prisioneros,
no para entrar en combate. El intendente no había pensado en
darles ningún paquete.
Para ser justos, John no había pensado en preguntar.
Afortunadamente, Seoba era un lugar grande. Incluso
después de la llegada del Covenant, incluso con cinco naves, no
sería fácil para ellos encontrar a los Spartans—o el lugar del
choque de la Noche Estrellada. Había tiempo de sobra.
Los pernos de plasma enemigos comenzaron a llover de
nuevo dentro de la cantera. La niebla de sublimación se asentó
de nuevo, y los Spartans volvieron a correr a través de una nube
de tierra. Pasó un minuto, y la niebla se arremolinó mientras
algo grande y centelleante pasaba por encima. Otro par de
minutos, y otras tres cosas grandes y brillantes pasaron, bajaron
esta vez, y cruzaron de ida y vuelta sobre la cantera. La distancia
máxima al objetivo había caído a cinco kilómetros, y aun así no
veían señales de escombros.
John trató de decirse a sí mismo que eran buenas noticias.
Una vez que empezaran a encontrar escombros, sabrían con
certeza que la Noche Estrellada se había desintegrado antes del
impacto. Hasta entonces, todavía había esperanza de un choque
controlado.
Para cuando la distancia máxima había disminuido a dos
kilómetros, la niebla había descendido a la altura del hombro, y
John podía ver por qué las lecturas de distancia eran tan
inciertas. La Noche Estrellada había chocado aproximadamente
a la mitad de la pared de la cantera, demoliendo una sección de
terraza de doscientos metros, lo que a su vez había creado una
avalancha de hielo que se extendía hasta el suelo de la cantera.
El merodeador estaba apoyado en el abanico de escombros,
quizás a setecientos metros del fondo.
Al menos, parte lo hacía. Todo lo que John podía ver de la
embarcación era la sección de popa, principalmente las
boquillas de empuje y la cola. Todo lo que estaba delante de la
media luna del ala estaba enterrado en hielo azul o faltaba por
completo—y había una curva complicada en el fuselaje que
dificultaba saber cuál.
"Bueno, eso es malo", dijo Fred en el canal del equipo. "Tal
vez hasta muy malo."
"No del todo", dijo John. "Al menos no se vaporizó. Todavía
podría haber alguien—"
"No el choque", contestó Fred. "Mira."
Señaló hacia atrás a lo largo de la longitud de la cantera,
hacia una lejana silueta que se deslizaba a la vista sobre el borde
de la fosa. Con forma de un par de lágrimas conectadas por un
fino fuselaje central, estaba cubierta de filas de luces azules
brillantes colocadas al azar. John esperaba que fuera sólo otra
de las embarcaciones que habían estado pasando de un lado a
otro sobre la cantera desde que llegara el Covenant, pero no
tuvo tanta suerte. Una vez que su popa estaba libre de la pared
de la cantera, cayó al pozo y comenzó a descender hacia el
merodeador caído.
"Mierda", dijo Kelly. "¿Están tratando de recuperarlo?"
"Seguro que no están aquí para ofrecer ayuda", contestó
Fred.
La conclusión de Fred fue confirmada un instante después
cuando la embarcación comenzó a rociar pernos de plasma en
la dirección de los Spartans. Su cañón principal era más un arma
de nave a nave que antipersonal, por lo que los ataques tendían
a aterrizar donde los Spartans habían estado y no donde ellos
estaban. Sin embargo, el telón de la niebla de sublimación se
elevó rápidamente de nuevo, y una vez más el equipo se
encontró persiguiendo los puntos de referencia a través de una
nube centelleante de color grisáceo.
John no tenía que recordarle a nadie que esquivara y
cambiara de velocidad. Ellos sabían tan bien como él que los
reactores de fisión que alimentaban su armadura Mjolnir
estarían liberando suficiente calor para iluminarlos como
bengalas señalizadoras incluso en la forma más cruda de sensor
infrarrojo. Dar a los artilleros alienígenas un vector estable sería
una forma segura de ser vaporizados.
"Esta ya no es una misión de rescate", declaró John por el
canal del escuadrón. Estaba bastante seguro de que todo el
mundo sabía lo que había que hacer, pero siempre era un buen
procedimiento explicar las cosas. "Nuestro primer objetivo es
negar la recuperación de equipamiento al enemigo. No podemos
dejar que el Covenant capture ninguno de los datos de la Noche
Estrellada."
"Afirmativo." El tono de Joshua era entusiasta, casi alegre.
"¿Cuál es el plan?"
"Estoy abierto a las ideas", dijo John. "Pero déjame hablar
con la patrulla de murciélagos."
Su HUD mostraba que la distancia al blanco era de mil
trescientos metros, por lo que calculó que aún estaban a unos
treinta segundos de la base del derrame de la avalancha, y
probablemente tres o cuatro veces más lejos del propio
merodeador. La niebla se había levantado por encima de su
cabeza, y no podía ver cuán lejos estaba la nave alienígena—
pero dudaba que la embarcación del Covenant tardaría más de
un minuto en llegar al lugar del choque.
John abrió el canal de mando. "Aquí Líder Azul", dijo.
"Tenemos un problema."
Crowther estuvo en el canal al instante. "Adelante."
"Hemos avistado a la Noche Estrellada", dijo. "Está dañada,
pero parece intacta."
"Buenas noticias."
"Negativo", dijo John. "Los alienígenas también han visto
eso. Una de sus embarcaciones se está moviendo para
recuperarla."
Crowther se quedó callado un momento y dijo, "John, no
puedes dejar que eso suceda."
"Me lo imaginaba."
"Lo digo en serio", dijo Crowther. "Los datos de ese
merodeador... la computadora de navegación por sí sola podría
revelar todo, desde la ubicación de nuestros puestos de
avanzada más pequeños hasta el despliegue de fuerzas de todo
el UNSC. Tienes que confirmar la destrucción de todos los
dispositivos de datos a bordo. ¿Está claro?"
"Sí, señor", dijo John. "Así que… ¿no sería ideal tener algún
tipo de capacidad de autodestrucción a bordo?"
Fue Nyeto quien contestó. "Puedes apostar. Hay una bomba
nuclear táctica Fury de un megatón en el compartimiento de
ingeniería. Está programada para detonar automáticamente si
determina que ha habido un evento catastrófico. El problema es
que si hay alguien vivo a bordo, no tomará esa decisión hasta
que no haya habido movimiento a bordo en dos horas."
"Entonces, ¿definitivamente hay sobrevivientes?"
"Definitivamente podría ser exagerado", dijo Nyeto. "Me
arriesgaría a probablemente. Podría haber otras razones por las
que no cambió a automático."
"Sólo hay una forma de averiguarlo." John comprobó su
distancia al objetivo—un kilómetro. "Subir hasta allí y mirar."
"¿Hasta allá?" preguntó Crowther. "Explícate, soldado."
"El merodeador está sobre un deslizamiento de avalancha",
dijo John. "Unos setecientos metros por encima de nosotros. Va
a ser difícil llegar primero."
Alguien suspiró pesadamente; entonces Crowther dijo,
"Comandante Nyeto, ¿no hay alguna manera de activar
remotamente la autodestrucción?"
"Claro", dijo Nyeto. "El comandante del escuadrón de vuelo
puede hacerlo. Pero la Noche Estrellada es la nave de Ascot, y
ella es la comandante del escuadrón de vuelo."
Otro suspiro. "¿Y si el comandante de vuelo no está
disponible?"
"Entonces es el comandante del ala", contestó Nyeto. "Pero
el mismo problema, ya que eso es Ascot también. El último
respaldo es el capitán de la Punto de Fuga."
Un tercer suspiro. La Punto de Fuga estaba manteniendo
posición dos órbitas planetarias hacia fuera. Incluso a la
velocidad de la luz, tomaría casi una hora para que una solicitud
fuera enviada y la señal de retorno llegara.
Crowther dijo, "John, odio tener que—"
"Encontraremos una manera, señor."
En el canal del equipo, alguien advirtió, "¡Ahí viene!" Lanzas
de fuego blanco brillante del tamaño de un dedo comenzaron a
brotar a través de la niebla.
"Cualquier cosa que puedan hacer para mantener a las otras
embarcaciones lejos de nuestras espaldas será apreciada", dijo
John. "Una es todo lo que podemos manejar."
"Eso podría ser difícil", dijo Nyeto. "Los merodeadores no
están diseñados para ir de una nave a otra—"
"Encontraremos una manera", dijo Crowther, cortando a
Nyeto. "Esperen instrucciones para activar manualmente la
autodestrucción—"
"No hay tiempo", dijo John. Un pequeño vehículo había
aparecido en el borde de su rastreador de movimiento, y se
dirigía hacia él rápidamente. "Pero no hay problema. Si es una
bomba nuclear, un Spartan puede detonarla."
Una corriente de pernos de plasma salió volando de la
niebla, un par de ellos rebotaron en la carcasa de titanio de la
Mjolnir de John a la altura del pecho. Se arrojó sobre su vientre,
cayendo por debajo del plano de fuego, y rodó a la izquierda. Su
detector de movimiento mostró que el vehículo invisible
cambiaba de rumbo para seguirlo. El fuego de plasma siguió
volando por encima de su cabeza, una pista de que el conductor
estaba tan ciego en la niebla como John y, luchando sólo con
instrumentos. John introdujo una granada en el lanzagranadas
de su rifle de asalto y rodó dos veces en la otra dirección, luego
se puso de rodillas, listo para disparar.
El vehículo apenas era visible, pero giraba en su dirección,
no saliendo de la niebla, sino manifestándose en su interior
como una especie de fantasma. Ya casi estaba sobre él, ancho
por delante y estrecho por detrás, sin nada debajo, excepto un
reluciente cojín de vacío. En su cabina, encorvado detrás del
chasis alado del vehículo, iba un enorme Brute con armadura de
color rojo intenso. John extendió el MA5B con un brazo y
disparó el lanzador. La granada sorprendió al Brute en el
costado del casco y detonó en una bola blanca.
Un estruendo sonó dentro del casco de John cuando su
Mjolnir fue salpicada con trozos de metal y hueso. El vehículo
pasó en zigzag con la mitad inferior del cuerpo del Brute
tambaleándose en el asiento, derramando bruma roja en la
niebla.
John revisó su HUD y vio cuatro vehículos más entrando y
saliendo de la vista en su rastreador de movimiento. Sólo la
mitad de su escuadrón estaba al alcance, por lo que duplicó el
número de enemigos, estimando que le quedaban menos de diez
vehículos. "Equipos Verde y Dorado, eliminen al resto de esas
motocicletas flotantes..." Una línea de LEDs parpadeó en verde
dentro de su casco.
"Todos los demás... conmigo." John continuó hacia el punto
de referencia en su HUD, aun corriendo. Después de una carrera
de siete kilómetros y de un encuentro cercano con otra
motocicleta flotante, finalmente estaba empezando a respirar
con dificultad. "Y carguen sus lanzagranadas."
Hubo otra línea de destellos verdes, pero Kelly dijo, "John,
aunque tuviéramos el alcance, sabes que estos 40mm no van a
rayar la armadura de un merodeador."
"No lo necesitarán." John comprobó la distancia al blanco y
encontró el rango entre cien y ochocientos metros, lo que
interpretó como que estaba a cien metros de la base de la
avalancha, y otros setecientos metros en subida hasta el
merodeador. "Lo traeremos a nosotros."
Kelly se quedó en silencio un momento y finalmente dijo, "O
sobre nosotros."
Para entonces, se habían acercado a menos de cuarenta
metros de la avalancha, y John estaba empezando a ver débiles
formas piramidales que flotaban en la niebla gris que había
delante, las esquinas de los bloques de hielo que sobresalían de
la corrida de la avalancha. Dio un salto volador y, en la débil
gravedad de Seoba, pudo lanzarse a diez metros del suelo de la
cantera.
La manta de niebla tenía sólo tres metros de grosor, así que
tuvo una vista clara de la pendiente por encima durante un
segundo. Casi deseó no haberlo hecho. La nave alienígena se
había detenido a unos treinta metros del lugar del impacto y
estaba flotando sobre la terraza adyacente, dejando caer a una
patrulla de soldados equipados con trajes de vacío—Elites,
Brutes y Jackals—sobre una columna de luz azul que parecía
una especie de ascensor antigravitatorio. Los elementos
principales de la compañía ya estaban dando vueltas alrededor
de la Noche Estrellada y buscando una forma de entrar.
Cuando John empezó a caer, un perno de plasma más grueso
que su cintura pasó en ángulo y desapareció en la niebla. Un
instante después, un géiser de niebla y hielo se elevó veinte
metros y se convirtió en un cono.
Grace-093 gritó por el canal del escuadrón, y de repente se
quedó en silencio, y Joshua ordenó, "Daisy, toma—"
"La tengo."
Para entonces, John estaba comenzando su arco
descendente. Levantó la vista y vislumbró una segunda
embarcación del Covenant que se deslizaba sobre el borde de la
cantera, el punto azul de un nuevo ataque de plasma ya latía en
el hocico de su cañón de proa.
"Verde y Dorado, prepárense para más vehículos." John
cambió al canal de mando. "Comandante Nyeto, ¿qué tal ese
apoyo? Tenemos un segundo bandido disparándonos y más en
camino."
"Preparándolos ahora", dijo Nyeto. "No te preocupes."
"Por favor, deje de decir eso, señor." John se hundió de
nuevo en la niebla. Otro perno pasó por encima de su cabeza, y
el canal del equipo crujió con estática cuando alguien se
desconectó. "Y date prisa. Estamos teniendo bajas aquí abajo."
John esquivó hasta el pie de la avalancha y se arrodilló en el
hielo, luego apuntó su lanzagranadas hacia arriba por la
pendiente y regresó al canal del equipo.
"Disparo masivo de granadas", dijo. "Alcance máximo, justo
debajo de la Noche Estrellada."
"¡John, espera!" exclamó Fred. "Eso podría traer toda la
pendiente—"
"A la una", dijo John. "Dos, uno—"
Lanzó su granada, y una fila de LEDs parpadeó en verde
cuando los otros Spartans reconocieron sus propios
lanzamientos.
La volea aún estaba en vuelo cuando la pendiente
desapareció en un parpadeo plateado. Tomó un momento
registrar que el destello había sido un golpe de plasma que
aterrizó a un par de metros de distancia. John sintió un suave
temblor en las suelas de sus botas, y de repente una pared de
hielo se elevó ante él, llena de losas que caían y de nieve agitada.
Se dio la vuelta y saltó hacia el cielo, tratando de ganar suficiente
altura para aterrizar en la cima y surfear, pero no sirvió de nada.
Las avalanchas se podían mover al mismo tiempo, la parte
inferior se deslizaba por debajo de la parte superior, y cuando
eso sucedía, nadie era lo suficientemente rápido como para
salirse del camino.... ni siquiera un Spartan.
John sintió que la pared golpeaba sus pies y levantaba sus
piernas y se tragaba sus caderas y torso, y lo arrastraba,
lanzándolo hacia adelante y hacia abajo, luego alrededor y hacia
atrás dentro de una masa de escombros helados, y perdió todo
el sentido de la orientación, sólo sabía que estaba dando tumbos
de cabeza a los pies, y luego ya no, sólo estaba ahí, flotando en la
oscuridad, sin tener ninguna idea de lo que pasaba, sin saber qué
estaba arriba ni qué estaba abajo, el canal del escuadrón repleto
de maldiciones e interrogantes y nada de eso tenía sentido.
CAPÍTULO 15

0909 horas, 19 de marzo de 2526 (calendario militar)


Piso de la Cantera, Cantera de Hielo de Seoba
Luna Seoba, Sistema Planetario de Biko, Sistema Kolaqoa

Los informes de estado comenzaron a desplazarse por el HUD


de John a medida que la computadora de a bordo de la Mjolnir,
sintiendo su desesperación por saber hasta qué punto la
avalancha había diezmado el escuadrón, comenzó a consultar a
sus contrapartes de las demás unidades Mjolnir. Naomi-010 y
Solomon-069 fueron clasificados como incapacitados. Cuatro
Spartans más, incluyendo a John mismo, fueron clasificados
como inmovilizados—probablemente porque estaban
atrapados bajo toneladas de nieve y hielo. Pero todavía no había
nadie muerto en combate, y eso dejaba a la mitad del equipo
disponible para la acción inmediata.
"Hijo de p…" dijo Fred. La avalancha no era lo
suficientemente profunda como para bloquear las
comunicaciones, por lo que la voz de Fred era tan clara como si
John hubiera estado a su lado—en lugar de estar enterrado en
algún lugar debajo de él. "Funcionó."
Por funcionó, John asumió que Fred se refería a que la
avalancha había llevado a la Noche Estrellada al suelo de la
cantera. "Entonces no te quedes ahí hablando del tema", dijo.
"Ahora estás al mando. Sube a bordo y vuélala."
"¿Qué hay de los sobrevivientes?" preguntó Fred.
"Rescátalos si es posible." John cambió al canal de mando
para poder reportarse a Crowther y Nyeto. "Elementos del
escuadrón abordando el objetivo ahora. ¿Dónde está nuestro
apoyo?"
"En camino", dijo Nyeto. "No te preocupes. Ni siquiera saben
que estamos aquí."
No te preocupes, ¿todavía? John tuvo que luchar para no
gritar. "Señor—quiero que sepan que usted está allí. Necesita
quitarlos—"
"Estaremos allí pronto." Crowther no parecía tan seguro
como le hubiera gustado a John. "Espera un momento."
"Tengo un plan", añadió Nyeto. "La mejor manera de
asegurarnos de que el Covenant no vuelva a caer sobre ustedes
es eliminarlos en la primera pasada."
John se mordió la lengua, luchando contra la tentación de
preguntar cuánto tiempo llevaría. Sus Spartans estaban siendo
usados como cebo—otra vez—y lo único que podía hacer al
respecto era ser un soldado, desenterrarse, y tratar de
mantenerlos con vida.
"Afirmativo."
John activó la linterna delantera y no vio nada más que un
color azul delante de él. Estaba atrapado en hielo comprimido y
nieve como un escarabajo en ámbar, con las extremidades de un
lado de su cuerpo estiradas hacia atrás y las del otro lado
enroscadas por debajo. Su casco estaba ladeado en un ángulo
que hacía que su cuello se sintiera como si el empalme neural en
la base de su cráneo fuera una hoja de masilla apretada contra
su columna vertebral, y no tenía la menor idea de hacia dónde
estaba arriba.
La computadora de a bordo mostró una flecha en su HUD,
apuntando hacia su hombro izquierdo. Cuando John no
reaccionó, las palabras ¿QUÉ ESTÁS ESPERANDO, SOLDADO?
aparecieron debajo de la flecha. O la computadora de a bordo
estaba desarrollando un sentido del humor, o había usado la
interfaz neural de John para acceder a sus recuerdos del Jefe
Méndez—el instructor principal de entrenamiento del
programa SPARTAN-II en Reach.
John comenzó a girar su mano izquierda hacia adelante y
hacia atrás, tratando de crear un poco de espacio. La mayoría de
las víctimas enterradas bajo el increíble peso de una avalancha
ni siquiera podían hacer tanto… pero la mayoría de las víctimas
no llevaban armadura Mjolnir con energía de fisión. John
rápidamente creó un espacio alrededor de su mano, luego
alrededor de su antebrazo, y comenzó a cavar, raspando el hielo
hacia su codo y empujándolo hacia abajo bajo su brazo. Al poco
tiempo, tenía todo el brazo libre. Despejó el espacio alrededor
de su casco y soltó el otro brazo, siempre empujando el hielo
hacia abajo, y pronto toda la parte superior de su cuerpo se
movía.
Después de un minuto de eso, fue otro minuto de gatear,
tirando de sí mismo continuamente hacia arriba, y luego
empujando el hielo compacto y la nieve hacia abajo. Su rifle de
asalto se había perdido en algún momento durante el giro, pero
no se molestó en buscarlo. Probablemente estaba tan lleno de
hielo que sólo serviría como una pala. Además, todavía tenía su
arma de mano M6D, y con su munición de alto poder explosivo
de semi perforación de armadura de 12.7mm, sería más fácil de
despejar y casi tan efectivo como el rifle de asalto. De hecho, en
manos de alguien que sabía cómo manejarla, la M6D tenía una
notable potencia de frenado, y era una de las armas de infantería
convencionales más eficaces que el UNSC tenía a su disposición.
Pero el arma de mano no tenía un M301 colgado de abajo.
Iba a echar de menos el lanzagranadas—especialmente desde
que, mientras subía, los Equipos Verde y Dorado empezaron a
charlar en el canal del escuadrón, coordinando los ataques
contra lo que empezaba a sonar como una interminable
corriente de vehículos.
Cuando John finalmente salió a la superficie, encontró al
merodeador caído casi encima de él. La superficie del final del
montículo estaba por encima de la manta de niebla que cubría
el piso de la cantera, para que pudiera ver que la Noche
Estrellada estaba a una docena de metros de distancia. Estaba
descansando boca abajo con su popa enterrada y su fuselaje
delantero elevándose desde el final del montículo en un ángulo
de treinta grados. De la proa sólo quedaban las manchas de
hollín que había dejado en el cuello arrugado del fuselaje cuando
explotó.
Fred y los otros Spartans no se veían por ninguna parte,
pero diez alienígenas estaban trepando una de las alas de la
Noche Estrellada sobre su vientre. A juzgar por sus tamaños y
formas de casco, había un par de Elites que lideraban a cuatro
Jackals y un número similar de Brutes. Todos llevaban
armadura tan profundamente roja que era casi negra, y todos
parecían estar armados con armas rechonchas adecuadas para
un asalto cercano.
John se quedó en su agujero y revisó el rastreador de
movimiento de su HUD. Mostraba a tres Spartans cercanos
donde él no vio nada más que el final del montículo—
probablemente todavía estaban intentando cavar su camino a la
superficie.
John no podía ver lo que estaba pasando en el piso de la
cantera detrás de él, pero a partir de la charla del canal del
escuadrón, sonaba como si las motocicletas flotantes estuviesen
siendo apoyadas por al menos tres naves más del Covenant. No
se molestó en abrir el canal de mando para pedir ayuda de
nuevo. Nyeto estaba usando claramente a los Spartans como
cebo para su trampa, y quejarse de ello sólo le daría a Crowther
otra excusa para arrojarles a la cara su inmadurez, para tratar a
los Spartans como si no tuvieran nada que hacer en el campo de
batalla en primer lugar.
Los alienígenas estaban todos de pie sobre la barriga de la
Noche Estrellada, revisando sus armas y, en general, pareciendo
que se estaban preparando para abordar. La nave del Covenant
que los había dejado estaba dejando su posición cerca del lugar
original del accidente y comenzaba a flotar hacia el nuevo lugar
de descanso del merodeador. "Fred, ¿estás a bordo de la Noche
Estrellada?"
"Afirmativo", llegó la respuesta. "Y nunca adivinarás
quién—"
"Espera", dijo John. Un par de Jackals comenzaron a subir el
fuselaje de la Noche hacia el cuello arrugado, sin duda con la
intención de entrar en la embarcación a través de la abertura en
el extremo. "¿Cuál es el estado de la autodestrucción?"
"Armado en forma manual ahora", dijo Linda-058. "Es una
Fury, así que los códigos tardan un poco."
"Tómate tu tiempo", dijo John. "Fred, ¿cuál es tu fuerza?"
"Tres Spartans, cuatro sobrevivientes ODST y el Sargento
Johnson", informó Fred. "Eh, que sea medio Johnson. Su
campana ha sonado muy fuerte."
"Mi campana está bien, si alguien deja de tocarla."
Problemas de habla y audición—Johnson definitivamente tenía
una conmoción cerebral. "Y puedo seguir llamando a la tuya—"
"Mejor le quitamos las granadas", dijo John. "Pero que se
quede con las armas de fuego. Tienes a diez hostiles abordando
ahora por la brecha delantera, con más en camino."
"¿Abordando ahora?" Linda hizo eco. "¿Y me dices que me
tome mi tiempo?"
"No quería presionarte", dijo John. "Avísame cuando esté
armada."
"Pronto", dijo Linda. "¿Qué retraso del temporizador
quieres?"
"Dos segundos más de lo que necesiten para salir de allí",
dijo John. "Esto va a estar cerca."
"Danos treinta segundos", dijo Fred. "Saldremos vía cápsula
de escape."
John lo aprobó. Debido a que Seoba sólo tenía una atmósfera
residual, la onda de choque de un dispositivo termonuclear Fury
de un megatón apenas se notaría a medio kilómetro de
distancia, y tanto la armadura Mjolnir de los Spartans como las
de asalto espacial de los ODST ya estaban blindadas contra
pulsos electromagnéticos. Así que sólo tendrían que
preocuparse por la ráfaga de calor, que podría evitarse
simplemente escondiéndose detrás de algo… cuanto más lejos,
mejor, por supuesto.
"De acuerdo", dijo John. "Dejen que los dos primeros
alienígenas aborden sin oposición—son exploradores."
"Entendido", contestó Fred.
"Atraparemos a los otros en un fuego cruzado en cuanto
entre el último."
"Afirmativo", dijo Fred.
"¿Qué hay de mí?" preguntó Johnson. "¿Cuál es mi
asignación?"
"Vigilar la cápsula de escape", dijo Fred. "No podemos
permitir que los alienígenas la roben."
"Nada va a pasar por encima de mí", dijo Johnson. "Oye,
¿dónde está la cápsula?"
"En el techo", dijo Malcolm-059. Se suponía que iba a estar
en el suelo de la cantera luchando contra los vehículos con el
resto del Equipo Verde, pero John no se iba a preocupar por ello.
El escuadrón estaba bien metido en el Plan J—simplemente
hacer algo—parte de la batalla. "Estamos al revés, ¿recuerdas?"
"Oh, cierto", dijo Johnson. "Genial."
Lo que era algo que Johnson no diría. Claramente, la
campana del sargento seguía sonando.
Los dos exploradores Jackal desaparecieron en la Noche
Estrellada. Cuando nada estalló, los dos Elites subieron el
fuselaje con los cuatro Brutes a su paso. Los dos últimos Jackals
se quedaron atrás, agachados sobre el vientre del merodeador
para actuar como retaguardia.
John estaba a punto de avisar a Fred de la situación cuando
una serie de destellos estroboscópicos cayeron desde arriba,
iluminando el trayecto de la avalancha y el final del montículo y
todo lo demás en una luz anaranjada parpadeante. Miró hacia
atrás para ver un par de gigantescas bolas de fuego floreciendo
sobre la cantera, y otra embarcación del Covenant volviéndose
para huir con tres merodeadores en su cola, aun disparando
misiles contra sus escudos de energía.
Nyeto había disparado su trampa, y ahora su jubilosa voz
llenaba el canal de mando. "¡Dos derribados! Los otros están
huyendo. ¡No te preocupes ahora, John!"
"Si usted lo dice, Comandante."
John miró hacia atrás a lo largo del recorrido de la avalancha
y no se sorprendió en absoluto al ver que el ataque de Nyeto sólo
había empeorado la situación en la superficie. Los Elites movían
la última de sus patrullas por el cuello de la Noche Estrellada, y
la embarcación alienígena se movía a su posición sobre el
merodeador, como si se preparara para dejar caer algún tipo de
dispositivo de recuperación.
"Pero manténgase fuera del canal por el momento, señor.
Estamos ocupados aquí abajo." John cambió al canal del
escuadrón, y luego dijo, "Fred, una nueva situación aquí. Están
todos abordando ahora. Haz lo que puedas para repelerlos."
"Entendido."
Casi instantáneamente, una columna de llamas surgió del
cuello del merodeador, lanzando a un Brute como una bala de
cañón y dejando a otro colgando a medio camino de la abertura,
humo y neblina roja salían de su armadura rota. Los dos Elites
se inclinaron y llegaron hasta el final del fuselaje, tratando de
agarrar el cuerpo de su compañero y liberarlo.
John salió de su hoyo y comenzó a cruzar el final del
montículo, sus botas hundiéndose hasta los tobillos a cada paso.
La nave del Covenant estaba flotando en su lugar ahora, su popa
a unos cien metros directamente sobre el merodeador. Las hojas
de una enorme escotilla de iris se retraían en el casco, revelando
un interior bañado en luz azul fría.
John realmente deseaba tener su lanzagranadas—pero
como no lo tenía, levantó su arma M6D y abrió fuego contra el
Elite que parecía estar a cargo. La primera bala se desvió,
creando un resplandor dorado alrededor de su escudo de
energía personal. Ambos Elites rodaron fuera de la Noche
Estrellada y partieron en su dirección, activando un par de lo
que parecían ser espadas de energía, de color rojo sangre y más
largas que sus brazos.
John dio un paso a la derecha—era imposible saltar en la
superficie blanda del desprendimiento—y se colocó de manera
que sus enemigos estuvieran colocados uno detrás del otro.
Continuó disparando al mismo Elite. Después del siguiente
disparo, el escudo cayó y las rondas de la M6 comenzaron a
tambalear al alienígena y a hundir su armadura.
John arremetió, aun disparando y acertando más a menudo
de lo que había fallado. Finalmente, dos balas penetraron, y el
alienígena casi pareció desinflarse, sus piernas se doblaron por
debajo de él y la hoja de su espada de energía se retrajo en la
nada, su sangre púrpura salió a través de los agujeros de la
armadura de su pecho. John se lanzó hacia adelante, usando su
mano libre para agarrar por el cuello al moribundo Elite y
empujarlo hacia su compañero.
Pero el otro Elite ya se inclinaba alrededor para rebanar a
lo alto de la cabeza con su brillante espada roja… una finta
diseñada para hacer que su oponente se agachara, para que el
golpe de muerte pudiera ser lanzado desde arriba. John se
introdujo en el ataque, girando al Elite herido de muerte a su
alrededor para desbalancear al que avanzaba y mantener la
espada de energía a raya. Luego empujó la M6D contra la placa
frontal de su atacante y disparó.
Pero éste también tenía un escudo de energía. Las balas se
desviaron en un destello dorado que no causó absolutamente
ningún daño a la armadura, y entonces la pistola de John estaba
vacía.
Eso no importó. Con el enemigo desequilibrado y medio
cegado por un destello de cañón, John movió su mano desde la
garganta del Elite muerto hasta la muñeca del que quedaba. Dejó
caer la pistola en su otra mano y agarró a su atacante por debajo
de la axila, luego lo alzó por encima y lo dobló sobre su propia
espada de energía.
La hoja atravesó el escudo y la armadura como si no
existieran. Se extinguió… entonces John se encontró tropezando
hacia delante cuando un disparo golpeó su armadura por detrás.
Se zambulló en una voltereta hacia delante y empezó a oír
un zumbido chillón—la alarma de pérdida de presión de la
Mjolnir. Se sentía como si alguien le hubiera dado un puñetazo
fuerte en el omóplato, pero no había dolor real o
entumecimiento, sólo un dolor sordo que ya se estaba
desvaneciendo. Así que no había herida, solo un agujero en su
armadura que lo asfixiaría lentamente mientras su traje perdía
presión. Al menos la palabra clave era lentamente.
A menos que lo golpearan de nuevo.
John dio dos saltos mortales y se echó de espaldas, de modo
que su cabeza se dirigía hacia la Noche Estrellada, y luego rodó
dos veces hacia los lados. Se detuvo boca abajo, cavando en el
hielo para hacerse un blanco más pequeño. Su HUD mostró su
traje con un 98 por ciento de presión, así que tenía tiempo, y su
rastreador de movimiento mostró que dos Spartans venían
detrás de él.
"Cuidado con los—"
"Los tengo", dijo Anton-044 en el canal de comunicación del
escuadrón. "Sigues vivo, ¿no?"
"Por ahora", dijo John. "Tengo una fuga de presión."
"Tengo un paquete de parcheo", dijo Joshua-029. "Espera un
momento."
John levantó la cabeza y, encima de la Noche Estrellada, vio
a dos Jackals agachados detrás de un par de escudos de energía
circulares montados en sus brazos. Los escudos brillaban de oro
de arriba a abajo mientras las balas se desviaban en todas
direcciones, pero ninguno de los alienígenas parecía tan ansioso
por responder al fuego. Permanecieron a cubierto y miraron a
la escotilla abierta por encima de sus cabezas, como si esperaran
que la ayuda cayera de su embarcación en cualquier momento.
O esperaban ser arrastrados a la seguridad de su hangar.
Recordando que los alienígenas habían descendido a la
superficie dentro de un rayo azul de luz apenas perceptible, se
dio cuenta de que podrían estar esperando volver de la misma
manera—y llevarse a la Noche Estrellada con ellos. La escotilla
en el fondo de la embarcación del Covenant era ciertamente lo
suficientemente grande.
"Linda, ¿cómo está esa Fury—"
"Armada", informó. "Iniciaré el cronómetro tan pronto
como podamos arrastrar al Sargento Johnson a la cápsula de
escape."
"Haz lo que tengas que hacer", dijo John. "Sólo inicialó
ahora. El Covenant está a punto de activar algún tipo de sistema
de levantamiento."
"¿Un sistema de levientamiento?" Johnson dijo. "¿Qué clase
de—?"
La pregunta terminó en un ruido sordo; entonces Johnson
comenzó a protestar y a maldecir con la voz espesa de una
víctima de una conmoción cerebral.
John lo ignoró. "¡Todo el personal, a cubierto!" dijo.
"¡Treinta segundos para la detonación de una bomba nuclear
táctica de la clase Fury! Repito, ¡una bomba nuclear táctica en
30 segundos!"
Joshua y Anton dejaron de disparar. Los dos Jackals miraron
cautelosamente desde detrás de sus escudos y levantaron sus
armas—luego cayeron cuando la Noche Estrellada voló su
escotilla de escape. Medio segundo más tarde, la cápsula de
escape fue lanzada y se arqueó sobre el foso de la cantera. Un
segundo después de eso, dos corrientes de pequeños pernos de
plasma de defensa de punto salieron de la popa de la
embarcación alienígena—pero los tripulantes de los cañones
habían sido claramente cogidos por sorpresa, y la probabilidad
de que fijaran un blanco parecía remota.
John ya estaba arriba y saltando por la pendiente del
deslave con Joshua y Anton cuando la voz de Crowther llegó por
el canal de mando.
"¿Qué demonios fue eso?"
"Fred y Linda con sobrevivientes de la Noche Estrellada",
reportó John. "Atención, detonación de autodestrucción en
veinticinco segundos."
"Gracias por la advertencia." El tono de Nyeto era de queja.
"A ver si puedes hacerlo un poco más rápido la próxima vez."
"Afirmativo", dijo John. "Y agradecemos todo el apoyo de
fuego."
"Oye, los saqué de—"
"Basta de charla", dijo Crowther. "John, bajaremos a
recuperar tu escuadrón tan pronto como el PEM se despeje.
Buen trabajo."
Crowther cerró el canal sin dar a Nyeto la oportunidad de
hacer más comentarios. John no sabía muy bien qué hacer con
el intercambio con los dos comandantes, pero lo averiguaría
más tarde—suponiendo que despejara el campo de seguridad
de medio kilómetro antes de que estallara la Fury.
Miró hacia atrás, hacia la Noche Estrellada. El merodeador
estaba en medio de una columna de luz azul pálido, cubierto por
un brillante velo de cristales de hielo y temblando casi
imperceptiblemente mientras era liberado de la nieve y el hielo.
Entonces John y sus compañeros llegaron al fondo del
deslave, cayeron en el manto de niebla de sublimación, y
comenzaron a cruzar el piso de la cantera a toda velocidad. No
quería distraer al escuadrón pidiendo una cuenta atrás, pero su
rastreador de movimiento mostraba a cinco Spartans huyendo
en la misma dirección. Contando los dos que estaban con él y los
dos que habían subido a la cápsula de escape con Fred, esos eran
todos menos uno del escuadrón. Con suerte, no perdería a
ninguno.
La silueta gris de una motocicleta flotante del Covenant en
estado ruinoso emergió de la niebla que se avecinaba, y un
momento después su computadora de a bordo mostró una
cuenta atrás amarilla de cinco segundos en el HUD. Cuatro,
tres… John y sus compañeros saltaron sobre el vehículo y se
agacharon detrás de él.
El conteo en su HUD llegó a uno. Los altavoces de su casco
crepitaron con estática, y la cantera se volvió tan brillante como
el destello de un cañón. El vehículo se mecía levemente y la
niebla se despejaba, arrastrada por la sombra de una onda
expansiva que la atmósfera residual de Seoba podía soportar.
John se levantó, y luego miró hacia atrás, hacia una
ondulante pared de vapor donde el deslave había estado un
momento antes. Estaba contento de ver las grandes figuras de
varios Spartans—primero tres, luego cuatro, luego los cinco que
había visto en su HUD antes—que salían de la nube, tropezando
y zigzagueando, pero que aún estaban de pie. Sus Mjolnir
estaban protegidas del PEM liberado por las armas nucleares, y
la falta de atmósfera los había protegido de cualquier efecto de
onda expansiva. Pero si hubieran estado lo suficientemente
cerca de la detonación, su armadura podría haber sufrido algún
daño por calor—y si el escudo se hubiera roto, los propios
Spartans podrían haber sufrido incluso algún tipo de
envenenamiento por radiación. Pero no tenía sentido imaginar
lo peor—no sabría todos los efectos hasta que volvieran a la
enfermería de la Punto de Fuga y se sometieran a un chequeo.
El último Spartan salió tambaleándose de la niebla y corrió
tras los demás.
Dando tumbos por los muros aterrazados de la cantera
detrás de ellos, dejando equipos y cuerpos esparcidos a su paso,
estaba la mitad delantera de la embarcación en ruinas del
Covenant. La Noche Estrellada no se había ido sola.
La estática en los altavoces del casco de John dio paso al
chirrido agudo de una alerta de presión; luego su HUD volvió a
la vida, mostrando el mensaje urgente de que la presión de su
traje había caído por debajo del 80 por ciento. Se volvió hacia
Joshua y enganchó un pulgar hacia su omóplato.
"Parchéame", dijo en el canal del escuadrón. "Necesito
revisar a mi escuadrón."
CAPÍTULO 16

0630 horas, 20 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Órbita Parabólica Alta, Planeta Biko, Sistema Kolaqoa

Doscientos tres. Ese era el número de cápsulas de entierro de


duraplas gris colocadas ante las puertas del hangar en el hangar
de mando de la Punto de Fuga. Héctor Nyeto estaba en descanso
en de desfile con un centenar de compañeros oficiales. Estaban
parados en ángulo recto con respecto a los cilindros, cuya altura
era hasta la pantorrilla, escuchando a la capellán hablar sobre el
honor del servicio y el sacrificio. Frente a ellos estaba la otra
mitad de la compañía de honor, un centenar de miembros del
personal alistado con uniformes azules, incluyendo al Sargento
Avery Johnson, John-117, y los otros cinco Spartans que no se
encontraban en la enfermería en ese momento.
Cincuenta y cuatro de los cilindros de duraplas gris estaban
vacíos. Ese era el número de humanos que habían muerto a
bordo de la Noche Estrellada y que habían sido atomizados por
la carga de autodestrucción de un megatón del merodeador.
Otras ciento veintisiete cápsulas contenían las cenizas de las
víctimas de los ODST del asalto inicial a Seoba, hombres y
mujeres que nunca más se alzarían en armas contra la
Insurrección. Y veintidós de los cilindros contenían las cenizas
de la tripulación de la Estrella Fantasma—agentes
insurreccionistas que Héctor había reclutado personalmente en
una red de células durmientes en crecimiento.
Una red que algún día destruiría al UNSC desde dentro.
Desafortunadamente, ninguna de las cápsulas de entierro
contenía un Spartan, a pesar de los esfuerzos de Héctor para que
los mataran. En Netherop, uno de sus operadores de sensores
había transmitido "accidentalmente" a través de un canal
abierto. Y ayer mismo, Héctor se había detenido
intencionadamente mientras respondía al llamado de apoyo de
John-117. Los Spartans no sólo habían sobrevivido a ambos
intentos de asesinato, sino que habían ganado las batallas e
incluso habían conseguido capturar algunos equipos del
Covenant.
Héctor podría haberse sentido aliviado de estar del mismo
lado que los monstruos de la bioingeniería, si hubieran sido
creados para defender a la humanidad de los invasores
alienígenas. Pero no lo habían sido. Los Spartans habían sido
concebidos específicamente para diezmar a la Insurrección
lanzando ataques quirúrgicos contra sus líderes, y estaban
demostrando ser demasiado efectivos. Había visto un par de
informes de la ONI que describían cómo los equipos Spartans de
Jericó VII y Mamore estaban masticando el liderazgo de los
frentes rebeldes locales. Y sólo seis meses antes, el Equipo Azul
había asestado un duro golpe al Frente Rebelde Unido al
capturar a su líder, su propio amigo y mentor, el Coronel Robert
Watts.
Dado el daño que los Spartans habían infligido en sólo
medio año, Héctor estaba casi agradecido al Covenant por atacar
y dividir su atención. Sólo esperaba que el respiro le diera
tiempo suficiente a la Insurrección para organizarse y
masacrarlos—porque si eso no sucedía, sería la Insurrección la
que se enfrentaría a la aniquilación.
El zumbido de la capellán finalmente llegó a su fin, y ella se
volvió hacia Héctor con los ojos llenos de dolor y una sonrisa
expectante. Héctor se maldijo a sí mismo por dejar que su mente
vagara. Halima Ascot había muerto cuando cayó la Noche
Estrellada, y él era el comandante del escuadrón de vuelo
sobreviviente de mayor rango. Eso significaba que ahora era el
comandante de facto de la Fuerza de Tarea Yama—y esperaba
asumir todas las tareas ceremoniales que Ascot había realizado
con tan poco esfuerzo.
"Tómese su tiempo, Comandante Nyeto", dijo la capellán.
"Creo que un momento de silencio es apropiado antes de
entregar a tantos de nuestros hermanos y hermanas a las
estrellas."
"Gracias, Mayor Ojombo", dijo Héctor, genuinamente
agradecido por la insinuación sobre el Funeral. "Los voy a
extrañar muchísimo."
Y lo haría. A pesar de su odio al UNSC, muchas de las
personas representadas por esas cápsulas habían considerado a
Héctor un amigo. La mayoría le había confiado sus vidas en un
momento u otro, y traicionarlos no había sido fácil. Había
incluso una parte de él que se compadecía de John-117 y sus
Spartans por lo que Halsey y sus amos de la ONI les habían
hecho—no mucho, pero estaba allí.
Héctor miró a través de la formación alistada a Avery
Johnson, quien era el sargento de mayor rango presente. "Llame
a atención a la formación, Sargento de Estado Mayor."
Johnson dirigió su mirada hacia el centro de la nada.
"¡Compañía de honor, atención!"
Ambos lados de la formación pasaron del descanso de
desfile a la atención, uniendo sus pies y sus brazos a sus lados.
"Levante la barrera de presión, Sargento de Estado Mayor."
Johnson solicitó la orden para la tripulación del hangar. Una
barrera transparente de AlON se elevó desde la cubierta para
separar el grupo de entierro de las cápsulas de entierro. Nyeto
levantó la mano en señal de saludo, y toda la formación siguió
su ejemplo.
"Abra la escotilla exterior, Sargento de Estado Mayor."
Johnson dio la orden. La escotilla se replegó hacia arriba, y
la onda de descompresión levantó las cápsulas de entierro y las
condujo a través del portal y hacia el vacío. La Punto de Fuga
estaba en el apogeo de su órbita parabólica, por lo que el
impulso adicional sería suficiente para que los cilindros
rompieran la órbita y continuaran hacia el espacio profundo.
Héctor sostuvo su saludo y recitó el discurso que había
preparado. "De polvo de estrellas venimos, y a polvo de estrellas
volvemos. Nuestros hermanos y hermanas caídos no se han ido
de nuestros corazones, porque nos han dejado sólo para
explorar adelante, y sabemos que cuando llegue nuestro
momento de seguir, estarán esperando para mostrarnos el
camino. Que descansen en paz, porque han luchado
valientemente y han muerto noblemente. Ningún comandante
podría pedir más."
Héctor terminó su saludo con un chasquido y luego añadió,
"Adiós."
Esperó a que la formación siguiera su ejemplo, y luego se
volvió hacia Johnson. "Cierre la escotilla exterior, Sargento de
Estado Mayor."
Johnson emitió la orden, y la escotilla exterior descendió.
"Despida a la compañía de honor, Sargento de Estado
Mayor."
La mirada de Johnson volvió a un punto muerto. "Compañía,
rompan filas."
Y, en la típica moda militar, ese fue el final. Nada de elogios
largos, nada de reuniones post-servicio. La barrera de presión
AlON simplemente se hundió de nuevo en la cubierta, y el
personal que asistió partió para regresar a sus lugares de
trabajo y continuar con lo siguiente. Sólo Avery Johnson, los
Spartans, el Coronel Crowther y un puñado de oficiales
superiores se quedaron, sin duda esperando que el nuevo
comandante de la Fuerza de Tarea Yama les diera alguna idea
de lo que iba a suceder.
Héctor no se sorprendió al ver a John-117 estudiándolo con
una mirada a la vez obvia e intensa, y casi pudo ver las ruedas
girar mientras el joven Spartan contemplaba la cantidad de
tiempo que le había llevado responder a su llamado de apoyo.
Claramente, Héctor tenía trabajo que hacer si quería recuperar
la confianza del chico. Dándole a Crowther y a los otros oficiales
ninguna oportunidad de acorralarlo, puso una sonrisa de
aprobación en su cara, luego se dirigió hacia John y palmeó el
enorme brazo del Spartan con una mano.
"Tú y los Spartans hicieron un gran trabajo ayer, Suboficial.
Hubo muchas bajas, pero salvaron a todos los que pudieron ser
salvados." Héctor le echó una mirada significativa a Johnson,
que todavía parecía un poco vidrioso por su conmoción
cerebral, y luego se volvió hacia John. "Y evitaron que el enemigo
capturara a uno de nuestros merodeadores."
"Hicieron más que eso", dijo la Dra. Halsey, poniéndose al
lado de Héctor. Halsey estaba vestida con una bata de
laboratorio blanca que probablemente era lo más parecido a
vestir de blanco que una científica civil que trabajaba para la
ONI podía conseguir. "Eliminaron una nave alienígena. Su
tercera."
"Y recuperó esa cosa de las cenizas de la cabina de vuelo",
añadió Héctor con entusiasmo. Halsey siempre se jactaba de sus
Spartans como una madre orgullosa—y estar en su lado bueno
probablemente le ayudaría mucho a mantener la confianza de
John. "Fue un golpe de suerte para nosotros. Tal vez descubras
algo importante."
La sonrisa que Halsey le dio fue más calculada que halagada.
"Tal vez, Comandante. Estoy progresando."
"Impresionante, sin duda alguna", dijo Héctor. "Y entre mis
merodeadores y tus Spartans, ayer mismo derribamos tres
embarcaciones enemigas. Es una pena que los equipos de
recuperación no hayan podido capturar a ningún alienígena
vivo, pero si se puede averiguar algo con el equipo del Covenant
que trajeron de vuelta, yo diría que eso hace que la Batalla de
Seoba sea el mejor resultado del UNSC contra el Covenant hasta
ahora."
"Me alegra que se sienta así, señor", dijo John. "Y ahora que
está al mando de la fuerza de tarea, espero que reconsidere la
decisión de la Capitana Ascot de dejarnos de lado."
Héctor no necesitaba fingir su sonrisa. "No te preocupes",
dijo. "Tú y tus Spartans verán toda la acción que puedan
manejar. Confía en mí en eso."
"Esa decisión no es tuya", dijo Crowther, interponiéndose
entre Héctor y John. "Los Spartans me informan a mí."
"Y ahora me informas a mí." Héctor se volvió hacia
Crowther. "Podemos hablar de la cadena de mando más tarde,
pero la flota del Covenant llegará para atacar Biko en cualquier
momento, y cuando lo haga, necesitamos que John y los Spartans
lideren nuestra emboscada. Tienen tantas naves derribadas
como el resto de la fuerza de tarea combinada."
"Todavía tienen quince años", dijo Crowther.
"Estoy seguro de que el Almirante Cole estaba al tanto de su
edad cuando los asignó a la Fuerza de Tarea Yama." Héctor se
estaba impacientando con la terquedad de Crowther. Casi
parecía que el coronel realmente veía a los Spartans como una
amenaza para sus Dagas Negras, como Héctor le había sugerido
a John en un intento calculado de manipularlo. "Lo siento,
Marmon, pero has visto lo que los Spartans pueden hacer. Voy a
tener que invalidarte en este caso."
"¿Enviando a niños a la batalla?" El tono de Crowther se hizo
más agudo. "Eso sería un error, Comandante Nyeto. Uno
grande."
"¿Me está amenazando, Coronel?"
"Tómalo como quieras." Los ojos de Crowther se
endurecieron. "Pero lo digo en serio. No enviarás soldados
menores de edad a la batalla con mis Dagas Negras—y si lo
intentas, te encontrarás explicando tus acciones a un tribunal de
investigación."
El pulso de Héctor comenzó a latir en sus oídos—pero la
amenaza era algo que no podía ignorar. Un tribunal de
investigación era un procedimiento de investigación para
determinar si los hechos de una situación justificaban la
adopción de nuevas medidas, y lo último que Héctor quería era
un equipo de oficiales del JAG husmeando entre sus
merodeadores. Había trabajado duro para reclutar agentes de
alta calidad para sus tripulaciones durmientes, y todos ellos
tenían leyendas de cobertura hermética. Pero no podía
arriesgarse a que investigadores entrenados lo investigaran a él
y a su gente. Demasiadas cosas podrían salir mal.
"Muy bien, Coronel. Seguiremos la emboscada de Biko
según las reglas." Héctor se giró para irse. "Pero más vale que
tus Dagas Negras estén a la altura del trabajo, o ni siquiera
tendremos tiempo para un tribunal de investigación."

El hangar comenzó a vaciarse en un silencio tenso y sorpresivo,


Nyeto y el Cuerpo de Merodeadores saliendo por la salida de
babor y los Dagas Negras por estribor. Avery Johnson se
encontró pensando que tal vez debería haber escuchado a los
médicos y haberse quedado en su litera. La única explicación
razonable para lo que acababa de presenciar era que su
conmoción cerebral era mucho peor de lo que los médicos
pensaban. De ninguna manera los dos oficiales superiores de la
fuerza de tarea habrían discutido así frente a sus subordinados.
Tenía que estar alucinando.
Avery aún estaba pensando en esta posibilidad cuando vio
a la Dra. Halsey agarrar a John por el brazo, y luego redirigirlo a
él y al resto de los Spartans hacia la salida de estribor que
usaban los Dagas Negras. Al menos eso tenía sentido. John era
un gran soldado, pero cuando se trataba de política militar,
todavía era sólo un niño. El Spartan estaba dejando que su
frustración con Crowther lo cegara ante las manipulaciones de
Nyeto, y Halsey estaba protegiendo a John como una mamá
gallina, manteniéndolo alejado del pantano de una cadena de
mando disputada.
Mientras Avery se giraba para seguirlo, el Coronel Crowther
fue a su lado. "Lamento que haya tenido que ver eso, Sargento."
"He visto cosas peores, señor." Avery sólo estaba siendo
medio sincero; había visto antes disputas a gritos entre oficiales
al mando—sólo que no una en la que se amenazaran
abiertamente entre sí con acusaciones que ponían fin a su
carrera. "Pero con el debido respeto, no lo convertiría en un
hábito. Esta no es una lucha de meadas que vaya a ganar."
Crowther parecía divertido. "¿Es eso cierto?"
"Me temo que sí", dijo Avery. Crowther no había estado en
la reunión inicial de Avery con Halsey y los dos vicealmirantes,
así que probablemente no se daba cuenta de que era la Sección
Tres de la ONI la que enviaba a los jóvenes Spartans a la
batalla—y los coroneles que se enfrentaban a la Sección Tres no
permanecían en el puesto de coronel por mucho tiempo. "Mire…
Entiendo sus reservas sobre enviar soldados menores de edad a
la batalla. Quiero decir, ¿quién en su sano juicio no lo haría? Pero
esos Spartans no son niños, créame—y esa decisión fue tomada
muy por encima de su nivel salarial."
"Soy consciente de ello, Sargento."
Crowther miró fijamente, luego miró a la cubierta y dejó de
caminar. Avery entendió la indirecta e hizo lo mismo.
Crowther esperó a que el hangar estuviera finalmente
despejado, y luego continuó, "No puedo decir que apruebo el
proceso, pero no se puede negar el resultado. Esos Spartans son
soldados magníficos. Si no nos hubieran salvado el trasero en
Seoba, TORMENTA SILENCIOSA habría terminado."
Avery frunció el ceño. "¿Y todavía quiere mantenerlos al
margen?"
"No exactamente", dijo Crowther. "Están listos para la
batalla. Me convencieron de eso salvándote e impidiendo la
captura de la Noche Estrellada."
"Entonces no lo sigo, señor." Avery frunció el ceño. "Tal vez
sea la conmoción cerebral."
Crowther se rió. "No es la conmoción cerebral, Sargento. Es
Nyeto."
"De acuerdo. Ahora estoy muy confundido."
"Porque no estabas a bordo de la Canción Fantasma cuando
John pidió apoyo", dijo Crowther. "El Comandante Nyeto lo dejó
a él y al resto de los Spartans expuestos.... todo para que él
pudiera pasar ocho minutos maniobrando para el ataque
perfecto contra el escuadrón enemigo."
"Un momento. ¿Cree que Nyeto se estaba demorando
deliberadamente?"
"Creo que habría derribado las otras dos corbetas si hubiera
atacado de inmediato", dijo Crowther. "Y hasta que entienda por
qué no lo hizo, no quiero a esos Spartans cerca de él. Ni siquiera
quiero que sepa dónde están."
Avery asintió lentamente. "Sí. Puedo entenderlo."
No estaba tan sorprendido como debería estarlo. Avery
tenía sus propias reservas acerca de Nyeto—los esfuerzos del
teniente comandante por hacerse amigo de John ya lo habían
fastidiado. Y en la sesión informativa en la que Nyeto había
revelado la edad del Spartan, Nyeto claramente había estado
tratando de abrir una brecha entre John y sus comandantes—y
ahora Avery sabía por qué. Nyeto intentaba erigirse como el
único aliado de John en la estructura de mando.
Después de un momento, Avery dijo, "¿Qué vamos a hacer
al respecto?"
Crowther sonrió. "¿Cuánto ha estudiado a Sun Tzu,
Sargento?"
Avery respondió con lo que parecía apropiado para sus
circunstancias actuales, "'Grandes resultados se pueden lograr
con pequeñas fuerzas'."
"Muy impresionante", dijo Crowther. "¿Debo entender que
recuerda lo que el general dijo sobre los trenes de suministros?"
"'Un ejército sin su tren de suministros está perdido'", dijo
Avery. "'Sin provisiones se pierde; sin bases de suministro se
pierde'."
"Entonces creo que sabe lo que va a hacer, Sargento."
"¿Yo?"
"Usted y los Spartans", dijo Crowther. "¿Asumo que sabes
adónde van?"
Avery pensó por un momento y luego dijo, "Creo que sí."
Cuando grandes fuerzas lanzaban el tipo de ataques de
penetración rápida que utilizaba el Covenant, no tenían más
remedio que dejar sus trenes de suministros en el lugar de su
última victoria. "Al menos, sé por dónde empezar a buscar."
"¿Y eso es?"
"El planeta que acaban de vitrificar", dijo Avery. "Etalan."
Crowther sonrió. "Yo diría que has superado tu conmoción
cerebral", dijo. "De hecho, diría que está pensando con bastante
claridad, Sargento."
CAPÍTULO 17

1534 horas, 20 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Punto de Libración Tres, Biko/Seoba, Sistema Kolaqoa

La flota del Covenant apareció en el monitor del mamparo en un


instante—un centenar de puntos de luz azul que salían del
desliespacio en un abrir y cerrar de ojos. Se dirigían hacia la
media luna rosada de Biko en un enjambre de lentos giros, cada
partícula azul brotaba docenas más a medida que las naves
alienígenas lanzaban sus complementos de cazas estelares. Pero
en lugar de lanzarse a proteger su flota y acosar las defensas
humanas, las motas se mantuvieron cerca, girando alrededor de
sus naves nodrizas en patrones de escolta tan apretados que se
fundían en manchitas brillantes del tamaño de un botón.
Apenas era la doctrina de asalto planetario que John había
aprendido en su curso de tácticas de flota en Reach. Por otra
parte, la suposición tácita había sido que los Spartans se estaban
entrenando para batallas en las que una fuerza humana se
enfrentaba a otra, y que el objetivo del atacante sería algo más
lógico que la destrucción total de un planeta entero.
Ciertamente, no se había pensado en situaciones en las que una
flota enemiga cuyas embarcaciones tenían escudos de energía
pudieran bombardear un mundo poblado con haces de plasma
del tamaño de rascacielos.
"Esa es una formación extraña", dijo Fred.
Estaba parado junto a John en uno de los hangares de
mantenimiento más pequeños de la Punto de Fuga. Sus
armaduras Mjolnir estaban en el módulo de mantenimiento y
reparación, por lo que en la actualidad llevaban utilitarios
negros sin insignias ni placas de identificación. Kelly y Linda
estaban a ambos lados, también vestidas de negro. Había cuatro
Spartans más en una esquina trasera del hangar,
familiarizándose con algunas de las armas recuperadas en
Seoba. Los otros cuatro miembros del escuadrón seguían en la
enfermería con lesiones que iban desde la enfermedad por
descompresión hasta una rotura de bazo. Mientras tanto, la Dra.
Halsey estaba encerrada en su laboratorio con algún tipo de
proyector holográfico del Covenant, recuperado de los
escombros de la nave que la Noche Estrellada había derribado
cuando se autodestruyó.
Cuando nadie respondió, Fred añadió: "Uno pensaría que
sus comandantes nunca han estado en una escuela de guerra de
flotas."
"Diferentes armas, diferentes tácticas", contestó John.
"Cierto, pero luchas en beneficio de tu arma", dijo Kelly. "Si
yo fuera el Covenant, me pararía detrás de una pantalla de
combate. Usaría esos cañones de plasma para atacar las
defensas orbitales y hacer que la flota de Biko viniera a mí."
"Eso sería lo más inteligente", estuvo de acuerdo Linda.
"Pero también sería predecible."
Una flotilla de briznas blancas comenzó a acumularse en el
lado de la luz del día de Biko mientras la pequeña armada
espacial del planeta se posicionaba para entablar batalla. Había
unas cincuenta embarcaciones, pero John sabía que la mayoría
de ellas serían fragatas de patrulla diseñadas para deshabilitar
naves de contrabando—no para ir de nariz a nariz con naves
capitales con escudos de energía. No había forma de que
pudieran detener a la flota invasora. Pero si esperaban su
tiempo y empleaban tácticas de jauría de lobos, los marineros
Bikonos podrían llevarse algunas naves enemigas con ellos.
La doctrina del UNSC dictaba el lanzamiento de un ataque
de cazas para desbaratar tal formación antes de que pudiera
abarrotar una nave capital. Sin embargo, los cazas alienígenas
permanecieron con sus naves nodrizas, manteniendo un escudo
defensivo apretado pero quebradizo que podía resquebrajarse
bajo el ataque de incluso un par de fragatas, y la flota del
Covenant parecía estar acelerando hacia los defensores de Biko.
La táctica alienígena no tenía sentido.
"¿Cuál es su prisa?" preguntó Fred, llegando claramente a la
misma conclusión. "El Covenant penetrará esa pantalla como un
misil a través de una cortina de ducha, pero van a perder más de
unas cuantas naves haciéndolo."
"Entonces deben creer que perderán aún más si se toman
su tiempo", dijo Linda. "Perdieron más de la mitad de su flotilla
de intrusión en Seoba. ¿Quizás nuestros merodeadores se han
ganado su respeto?"
Kelly agitó la cabeza. "Esas eran sólo corbetas de
exploración. Nyeto las estaba derribando con unas pocas salvas
de misiles afortunadas." Ella señaló al monitor. "Pero esa flota
está llena de cruceros y cargueros de asalto. Sus escudos
podrían absorber media docena de salvas sin parpadear."
"Correcto", dijo John. "Si están preocupados, no se trata de
merodeadores."
"¿Podría ser sobre nosotros?" preguntó Kelly. "¿O, en
realidad, sobre los Dagas Negras?"
La corrección se debió a la situación aún incierta de los
Spartans. Como comandante de vuelo de alto rango en la Fuerza
de Tarea Yama, Héctor Nyeto estaba ahora a cargo de la
Operación: TORMENTA SILENCIOSA, y quería que los Spartans
volvieran al estado activo. Pero Crowther continuó resistiendo,
y ni siquiera la Dra. Halsey había sido capaz de convencerlo de
que cambiara de opinión. John y el resto de los Spartans estaban
frustrados y enojados por haber sido marginados, pero ¿qué
podían hacer? Las órdenes eran órdenes, y después de la hazaña
que John había hecho durante la inserción en Seoba, estaba claro
que no iba a hacer cambiar de opinión a Crowther
desobedeciéndolas ahora. El resultado era que los Dagas Negras
intentarían abordar la flota alienígena por su cuenta, y los
Spartans estarían observando desde la Punto de Fuga.
Después de un momento, John asintió a Kelly. "Creo que tal
vez tengas razón. Estar preocupados por un intento de abordaje
explicaría por qué mantienen a sus cazas en escolta."
"Eso explicaría muchas cosas", dijo Linda. "Podría haber
sido una de las razones por las que el Covenant se esforzó tanto
por capturar ese merodeador ayer. Si saben lo del embarque en
Netherop, querrán saber cómo nos acercamos lo suficiente sin
ser detectados."
"Tiene sentido", dijo Fred. "Excepto por la parte de saber
que había merodeadores en Seoba. Los innies nunca recibieron
un mensaje, y está claro que no esperaban que apareciéramos."
"No importa", dijo John. "Tal vez los alienígenas sólo vieron
a un merodeador visualmente y querían saber por qué no
podían verlo en sus sensores, o tal vez tenían una nave de
reconocimiento vigilando el punto de encuentro antes de que
nosotros llegáramos. Lo que importa es que sabían lo que
veían—y estaban dispuestos a correr grandes riesgos para
capturar uno."
"Maldita sea." La mirada de Kelly volvió a las manchas de
luz en el monitor. "Se están protegiendo contra las acciones de
abordaje, y están tratando de capturar merodeadores. Conocen
el plan."
"O eso, o…" Fred dudó, luego suspiró y dijo, "Bien, ellos
conocen el plan. ¿Cómo?"
"Tal vez lo descubrieron después de Netherop", sugirió
Linda. "Si el capitán se las arregló para informar de que estaba
siendo abordado, podrían haber adivinado que lo intentaríamos
a mayor escala."
"Posible", dijo John. "Pero eso es un gran salto—
especialmente por su cuenta."
"¿Crees que alguien les ayudó a averiguarlo?" preguntó
Kelly.
"Esa es una explicación más simple", dijo John. "Pero lo más
simple es que alguien les dijo. El General Garvin tenía que tener
una inteligencia bastante decente para atraer al Covenant a una
cita. Y debe haber sido capaz de prometerles aún más, si
pensaba que podía llegar a un acuerdo con ellos."
"Sólo hay un problema con esa teoría", dijo Fred. "Garvin es
un innie. ¿Cómo conseguiría esa clase de inteligencia de alto
nivel?"
"No lo sé", dijo John. En el monitor, los dos bandos ya
estaban intercambiando fuego, los alienígenas lanzando salvas
de pernos de plasma y los humanos contrarrestando con
bombardeos de misiles. Y, aun así, las naves capitales del
Covenant mantenían a sus cazas cerca, envolviéndose en una
red de piquetes tan estrechamente entretejida que una
luciérnaga no podía pasar. "Pero voy a averiguarlo."
Continuaron observando el monitor mientras las dos flotas
se desgarraban entre sí y las primeras naves de evacuación
comenzaron a salir de las nubes rosadas de Biko y se dirigían a
las estaciones de transferencia orbital. El Covenant no hizo
ningún intento de interferir, tal vez porque el número de
refugiados que podrían escapar era un porcentaje muy pequeño
de la población del planeta. Incluso las naves de pasajeros más
grandes no transportaban más de treinta mil personas, y la
población total de Biko ascendía a decenas de millones.
John escuchó un par de botas golpeando la cubierta hacia
ellos, y luego se giró para ver a Avery Johnson acercándose en
utilitarios ligeros de servicio de color azul. Aparte de una ceja
aún más baja por el dolor posterior a la conmoción cerebral,
parecía lo suficientemente sano y alerta, y su forma de andar era
constante.
"Sargento Johnson", dijo John, "¿no se supone que deberías
estar descansando?"
"Depende de a quién le preguntes", dijo Johnson. "Y me
estaba aburriendo."
"Únete al club", dijo Fred. "¿Cómo te sientes?"
"Como si tuviera la peor resaca de la historia y no recordara
cómo me la hice." Johnson se deslizó entre Fred y John, luego
miró a su alrededor y frunció el ceño a los cuatro. "¿Iban a pasar
el día holgazaneando en este hangar quejándose?"
"Sólo mirando la batalla desde una distancia segura", dijo
John. "Y está empezando a parecer que eso es todo lo que vamos
a hacer en esta misión."
Johnson se acercó. "¿Y si no lo fuera?"
John y Fred intercambiaron ceños fruncidos; luego John
preguntó, "¿Estás hablando fuera de la cadena de mando?"
"No exactamente", dijo Johnson. "Está autorizado—sólo que
en silencio."
"No me gusta", dijo Kelly. "Crowther nos dejó ir tras la Noche
Estrellada sin autorización—"
"Hizo más que dejarlo pasar." Johnson se inclinó detrás de
John para dirigirse a Kelly. "Sabe que salvaron nuestros traseros
con su iniciativa."
"Lo que sea", dijo Kelly. "Si se entera de que vamos a hacer
algo a sus espaldas por Nyeto—"
"No es Nyeto", dijo Johnson. "Crowther quiere que se
ofrezcan como voluntarios."
"¿Para qué?" preguntó John.
"¿Importa eso?"
John miró al monitor del mamparo. Las dos flotas estaban
lo suficientemente cerca ahora que habían entrado en
maniobras evasivas, llenando la oscuridad con pequeñas comas
de luz mientras se desviaban y se balanceaban y trataban de
convertirse en objetivos impredecibles. Las embarcaciones del
Covenant aún parecían manchas azules, aunque habían
empezado a hacerse más grandes y difusas mientras sus
caparazones de cazas escoltas luchaban por mantenerse en
formación alrededor de sus naves nodrizas. Claramente, incluso
en medio de una acción de la flota, los comandantes alienígenas
seguían preocupados por ser abordados.
John se volvió hacia el sargento. "Sí", dijo. "Podría ser."
Johnson parecía confundido. "Pensé que los Spartans
siempre se ofrecían."
"Un rumor desagradable", dijo Fred. "¿Quién sabe cómo
empiezan esas cosas?"
Johnson lo ignoró y miró el monitor. "Bien, ¿qué me estoy
perdiendo?"
Antes de contestar, John levantó la palma de la mano, una
señal que los Spartans usaban para pedir permiso el uno al otro.
Aparte de la Dra. Halsey, Avery Johnson era probablemente la
única persona a bordo en la que los Spartans podían confiar.
Pero la siguiente decisión de John afectaría a todo el equipo, y la
única debilidad de entrenamiento que esta misión había puesto
de manifiesto en él era su falta de inteligencia política. John
sabía que alguien estaba jugando con los Spartans—pero no
sabía quién ni por qué.
Cuando recibió los asentimientos de los otros tres
miembros del Equipo Azul, John llamó la atención de Johnson y
volvió a mirar al monitor.
"Mira la flota del Covenant", dijo. "¿Ves lo borrosas que
están sus naves?"
"Claro", dijo Johnson. "Sus cazas están demasiado cerca
para que intentemos abordarlos. Por eso Crowther me envió
aquí."
"¿Qué es lo que quiere?" preguntó Kelly.
"Enviarnos a Etalan", dijo Johnson. "Para atacar su convoy
logístico."
Por un momento, todos se quedaron en silencio.
Finalmente, Fred dijo, "Sargento, tal vez debería escuchar a su
médico."
Johnson frunció el ceño. "¿Qué pasa con ustedes?"
"Estás diciendo locuras", dijo Linda. "El único lugar al que el
coronel quiere enviarnos es a Reach."
Los ojos de Johnson se iluminaron de comprensión. "¿Están
preocupados por la discusión en el servicio?"
"Entre otras cosas", dijo John.
"Eso fue sólo una tapadera", dijo Johnson. "Crowther quería
retenerlos para esta misión."
"¿Así que amenazó con relevar a Nyeto del mando?"
preguntó Kelly. "¿No habría sido más fácil explicar lo que estaba
pensando?"
"En realidad no." Johnson bajó la mirada. "Hay otros
problemas."
"Tenemos algunos propios", dijo John. "Los Spartans no se
ofrecerán para nada hasta que te pongas a nuestro nivel."
Johnson pensó durante un momento, y luego se encogió de
hombros. "Supongo que merecen saberlo", dijo. "Al Coronel
Crowther no le gustó el tiempo que le tomó a Nyeto responder a
su llamada de apoyo en Seoba."
"Y a nosotros tampoco", dijo John. "Pero eliminó dos
corbetas."
"El coronel cree que podría haber acabado con el resto si se
hubiera movido más rápido." Johnson se detuvo y añadió, "Y hay
algo más que acaba de aprender. El transporte de prisioneros
nunca llegó a Biko."
"No me sorprende en absoluto", dijo Kelly. "El Covenant
estaba disparando a todo lo que salía de Seoba, y las Bantas no
son exactamente una nave sigilosa."
"No fue impactada—ni siquiera un poquito", dijo Johnson.
"La Viuda Negra la tiene en una cámara de combate mientras se
mueve para salir de la órbita."
John comenzó a tener una sensación de náuseas en el
estómago. "Y los pilotos eran del Vuelo Fantasma de Nyeto."
"Ves el problema aquí", dijo Johnson. "Eso no significa que
fueran espías innies, o que Nyeto sabía de ello si lo eran. Pero
tenemos que tener cuidado."
"¿Tú crees?" Fred agitó la cabeza con frustración y se volvió
hacia John. "Ahora todo tiene sentido. Quizá el Coronel
Crowther tenga razón. Nyeto se tomó su tiempo para apoyarnos
en Seoba."
"Nos estaba usando como cebo." A pesar de lo exasperado
que estaba John con la lenta respuesta durante la búsqueda de
la Noche Estrellada, Nyeto no había hecho otra cosa que apoyar
a los Spartans antes y después, y era difícil creer que el
comandante pudiera ser realmente un espía insurreccionista. "Y
funcionó. Destruyó casi la mitad de la flotilla alienígena e hizo
huir a las otras dos naves."
"John, él ha estado tratando de que nos maten desde el
intento de captura en Netherop", dijo Kelly. "La comunicación
abierta del operador del sensor no fue un accidente."
No era un investigador del JAG, pero las pruebas contra
Nyeto parecían bastante débiles. Había muchas coincidencias
que se podían explicar de una docena de maneras diferentes, y
ciertamente parecía posible que todo lo que se atribuía al
comandante hubiera sido hecho por la tripulación de vuelo
desaparecida por su cuenta. Incluso la forma en que Nyeto se
había visto obligado a revelar la verdadera edad de los Spartans
se podía atribuir a la simple curiosidad y a sus escasas
habilidades sociales.
Así que existía la posibilidad de que Nyeto no fuera el
traidor que las circunstancias sugerían.
Pero, ¿merecía la pena apostar por las vidas de todo el
equipo de John?
Después de un momento, Johnson preguntó, "Quieres que
sea Crowther, ¿no?"
"Eso sería mucho más fácil, sí", dijo John. "¿Y quién dice que
enviarnos a Etalan no es una trampa también?"
"No había pensado en eso", admitió Johnson. "Que los
Spartans salgan solos y eliminen la competencia del 21º. Eso es
posible, supongo."
Kelly resopló, Fred agitó la cabeza y Linda puso los ojos en
blanco.
Una pequeña sonrisa apareció en la cara de Johnson ante la
reacción colectiva del Equipo Azul; luego continuó: "Pero sólo
hay una manera de averiguarlo. Tienen que tomar la misión."
"Sí, supongo que sí", dijo John. "Para eso están los Spartans,
¿no?"
CAPÍTULO 18

Novena Era de la Reclamación


34º Ciclo, 64 Unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flotilla de las Estrellas de Sangre, Transporte Emmeline de
la clase Banta Capturado
Punto de Libración Cuatro, Tercera Luna/Planeta
Borodan, Sistema Kyril

Quizás Tel 'Szatulai mataría más tarde a toda la tripulación de


la nave, después de que sus pasiones se hubiesen enfriado y
pudiese estar seguro de que sus muertes se producían por
voluntad de los Profetas y no por la suya propia.
Hasta entonces—hasta que sus mandíbulas dejaran de
rechinar y el nudo entre sus corazones se soltara—detendría su
mano y aprendería lo que había traído a los humanos hacia él,
por qué habían arriesgado su nave y sus vidas para seguir el
rastro de la Susurro Sagrado en un transporte tan torpe, mal
armado y extrañamente designado como el Emmeline.
Los dos jóvenes escoltas Jiralhanae de 'Szatulai también
estaban nerviosos, moviéndose de un lado a otro en su nueva
armadura de Estrellas de Sangre a medida que la presión en la
espaciosa esclusa de aire del transporte se igualaba lentamente.
La pareja era la más segura y astuta del grupo especial que
'Szatulai había reunido para ayudar a destruir a los odiados
Spartans, y ambos estaban emergiendo como fuertes líderes.
Para evitar que se convirtieran en rivales—un desarrollo que
rápidamente llevaría a una pelea a muerte en la cultura bruta de
los Jiralhanae—aprovechaba todas las oportunidades para
darles tareas que los obligaba a mirarse como hermanos de
armas. Hoy, les había dicho que dejaran sus armas a bordo de la
Susurro Sagrado y le acompañaran a bordo de la embarcación
humana, una orden que parecía inquietar aún más a ambos
escoltas de lo que les desconcertaba. Finalmente, Orsun—
siempre el más circunspecto de los dos—ya no podía soportar
el misterio.
"Esto es una locura, Esgrimidor." Su voz era retumbante y
segura, incluso a través del transceptor del casco de 'Szatulai.
"Una nave de este tamaño puede albergar a quinientos
humanos. Ni siquiera Castor y yo podemos defenderte de tantos
sin armas."
"Tú, Jiralhanae." 'Szatulai sibiló en su transceptor. "Siempre
siendo gracioso."
Orsun se quedó en silencio un momento y dijo, "No estaba
siendo gracioso, Esgrimidor."
'Szatulai se dio la vuelta y miró hacia arriba a la cabeza del
Jiralhanae. Con su hocico coriáceo y sus largos colmillos, era un
rostro de aspecto feroz, uno que aún podía inspirar un poco de
miedo incluso en él, que había sido asignado para matar a
veintisiete de los Brutes a lo largo de los años.
"¿No lo estabas?" 'Szatulai intentó sonar asombrado.
"Entonces, ¿estás tratando de insultarme?"
"¡Nunca!" Dijo Orsun. "Sólo me pregunto cómo defenderte
sin armas."
"Soy una Primera Espada de los Sombra Silenciosa", dijo
'Szatulai. "No necesito que me defiendas."
"Ah." Orsun parecía más confundido que nunca. "Como
desees, entonces."
Se quedaron en silencio por un momento; luego Castor
preguntó, "Esgrimidor… si no estamos aquí para defenderte,
entonces ¿por qué ordenaste nuestra presencia?"
"Para hacer una puntualidad", dijo 'Szatulai. "¿Cómo se
vería si abordara una nave humana solo?"
"No hay nada más extraño que abordar una sin armas", dijo
Castor. "Pero es un honor acompañarte."
"¿Mientras no te maten por eso?" preguntó 'Szatulai.
"Eso no importa." El tono de Castor era serio. "He puesto
mis botas en la Senda Sagrada, y caminaré hacia donde me
lleve."
"Como yo", dijo Orsun. "Pero sería mucho más feliz si la
Senda Sagrada no nos llevara a la muerte."
'Szatulai volvió a sibilar, esta vez con verdadera diversión.
"Hoy no." Un ruido sordo sonó dentro de la escotilla interior, y
se volvió para mirar hacia delante de nuevo. "Una vez que
abordemos, manténganse a su altura máxima, y no se acomoden
a los miedos de ellos—no son aliados."
"¿Deseas que parezcamos intimidantes?" Preguntó Orsun.
"Imponentes", dijo 'Szatulai. "Despreciables y
despreocupados. No hablen con los humanos. Pueden matar a
uno o dos, si es necesario, pero no les digan absolutamente
nada."
"Como ordenes, Esgrimidor." Castor sonaba desconcertado
pero obediente. "Se hará."
La escotilla se replegó, revelando un pasadizo azul pálido
que contenía doce humanos de ojos anchos sosteniendo pistolas
de proyectiles con cañones largos. Su atuendo era, en el mejor
de los casos, no militar, consistente en pantalones desgastados
y camisas con mangas rasgadas. Pero 'Szatulai había estudiado
la cultura humana con suficiente profundidad como para darse
cuenta de que esa elección sartorial era un tipo de uniforme por
derecho propio, una declaración que proclamaba que el
portador era ferozmente independiente y no se preocupaba por
las opiniones de los demás. De encuentros previos con esos
tipos, sabía que significaba que probablemente serían valientes,
pero indisciplinados, mal entrenados, y más propensos a iniciar
una batalla por miedo o por malentendidos.
Su aparente líder, un hombre de cuerpo cuadrado con pelo
en los hombros y en toda la cara, hablaba en el idioma humano
conocido como inglés.
"Bienvenido a bordo." Usó el cañón de su rifle para hacer
señas a 'Szatulai y a sus compañeros para que salieran de la
esclusa. "El General Garvin lo espera en el compartimiento de
información de adelante."
'Szatulai permaneció en la esclusa, su casco se inclinó hacia
delante para dejar claro que estaba mirando el arma del
hombre. El líder siguió la mirada de 'Szatulai y tragó con fuerza,
luego giró algo sobre el cuerpo del arma, la bajó, y se volvió hacia
sus compañeros.
"Bajen las armas."
Sólo la mitad del equipo del hombre obedeció al instante,
confirmando una falta de disciplina que haría esta visita más
peligrosa de lo que 'Szatulai había esperado. Originalmente
había debatido insistiendo en que los humanos acudieran a él a
bordo de la Susurro Sagrado, y luego decidió no hacerlo. La
demanda podría interpretarse como ansiedad, pero lo que es
más importante, no se atrevía a mancillar el suelo de las
embarcaciones del Covenant con las huellas de las alimañas—lo
que ya había sucedido bastante últimamente.
Cuando 'Szatulai continuó esperando dentro de la esclusa,
el líder miró fijamente a los que se contenían y gruñó, "Ahora,
gente."
El resto del equipo del hombre bajó sus armas y retrocedió.
El líder usó su mano libre para señalar hacia la parte delantera
de la embarcación, y 'Szatulai condujo a Castor y a Orsun fuera
de la esclusa de aire. El pasadizo era grande para los estándares
humanos, pero pequeño para los de los Jiralhanae. Los
guerreros tuvieron que caminar en fila única detrás de 'Szatulai,
cada uno llenando el espacio tan completamente que sus
hombros blindados raspaban ambos mamparos y su cabeza
seguía golpeando contra el techo.
En los dos primeros cruces, un puñado de humanos de
mandíbula floja observaban cómo pasaba el trío, murmurando
entre ellos y retrocediendo ante los enormes Jiralhanae.
'Szatulai no prestó atención a estos espectadores hasta el tercer
cruce, cuando uno de ellos levantó un dispositivo que reconoció
como una "tableta de datos" y comenzó a grabar su
aproximación. No podía tolerar tal afrenta, por supuesto. No era
una rareza inofensiva desfilando por el pasillo para entretener
a estos humildes traidores.
En lugar de arrebatarle el objeto de la mano al hombre—lo
que sus congéneres humanos podrían considerar simplemente
grosero—'Szatulai esperó a pasar junto a la tableta de datos, y
luego señaló hacia ella. Apenas había bajado la mano antes de
que el puño de Orsun rompiera la tableta de datos y enviara a su
poseedor, flácido y ensangrentado, volando hacia los dos
humanos que estaban de pie detrás de él.
Un grito de sorpresa surgió de los compañeros del hombre.
El que dirigía a 'Szatulai se detuvo abruptamente y se giró, su
arma se levantó automáticamente. 'Szatulai agarró el cañón y lo
bajó, luego movió la cabeza de un lado a otro, imitando con éxito
un gesto humano de advertencia. Claramente asustado, el
hombre volvió a bajar su arma y habló en un dispositivo en su
muñeca. Después de eso, no hubo más reuniones en los cruces,
y la procesión pronto entró en un gran compartimiento que
contenía varias filas de sillas acolchonadas, todas frente a una
pantalla en blanco en el extremo opuesto de la sala. Once
humanos estaban reunidos en un gran vestíbulo en la parte
trasera del compartimiento, donde se había volcado una gran
mesa y se había derramado una urna de líquido marrón en el
suelo.
Los humanos se observaban entre si mucho más
cuidadosamente de lo que lo hacían 'Szatulai y sus escoltas
Jiralhanae. Varios portaban armas de proyectiles más pequeñas,
no apuntándolas exactamente contra un hombre corpulento con
una gran cantidad de pelos rojizos en la cara, que estaba solo en
el pasillo entre las sillas acolchonadas. La frente del hombre
estaba goteando sudor (un rasgo fisiológico curioso, pensó
'Szatulai) y sus ojos estaban abultados, y en sus brazos sostenía
un dispositivo oblongo del tamaño de la cabeza de un Jiralhanae.
En un extremo del dispositivo, un panel verde brillaba.
Ese era el problema con los traidores. Les faltaba disciplina.
'Szatulai se adentró más en el compartimiento, forzando a
los humanos a retroceder para que Castor y Orsun tuvieran
espacio, y luego se volvió hacia un hombre delgado con ojos
inteligentes y una mandíbula firme, a quien reconoció por el
mensaje holográfico de los renegados como el General Garvin.
"¡Oh, no, no lo harás!" Fue el hombre corpulento con el
dispositivo oblongo el que dijo esto. "Habla conmigo. Yo soy el
que tiene la bomba nuclear."
'Szatulai lo miró brevemente, y luego se volvió hacia Garvin.
"Lo siento por eso." Garvin hizo un gesto hacia el dispositivo
en las manos del hombre. "Es una ojiva termonuclear, un
Dispositivo Destructivo de Fusión Media Havok Mark 2521,
liberada de la Fuerza de Tarea Yama. Pensamos que les gustaría
saber cómo los Spartans pretenden destruir su flota, así que la
trajimos. Desafortunadamente, en el momento en que abordó, el
Comandante Booth se la llevó. Dice que está armada."
"Yo era jefe de mantenimiento de municiones a bordo de la
Roman Blue, así que más vale que creas que está armada." Booth
dirigió sus siguientes palabras hacia 'Szatulai. "O cancelas el
ataque a Biko, o dejo que explote."
'Szatulai volvió a girar su casco hacia este "Comandante
Booth" y no dijo nada. ¿Podría el hombre realmente creer que
un comandante menor de la flotilla Sangheili tenía la autoridad
para detener un ataque planetario? Seguramente los humanos
nunca confiarían sus armas de destrucción masiva a un tonto. La
amenaza de Booth tenía que ser un truco de negociación
apresurado a través del cual los humanos esperaban
manipularlo.
Cuando 'Szatulai no respondió, Booth se impacientó.
"Teníamos un trato. Iban a perdonar Biko—"
"Cállate, Erland", dijo una mujer pequeña con piel olivácea.
Ella sostenía un arma de mano con un cañón tan largo como su
antebrazo, el cañón apuntando al pie de Booth. Sus nudillos
estaban blancos por apretar el agarre, y su dedo estaba en el
gatillo. "Nunca hubo un trato, sólo nuestra oferta."
Booth frunció el ceño en su dirección. "Bueno, ahora hay un
trato, Petora." Miró hacia atrás, hacia 'Szatulai. "Cancela el
ataque, o todos moriremos juntos."
'Szatulai se dio cuenta de que Booth era en realidad un tonto
trastornado. Eso estaba claro por la forma en que la mujer le
miraba con recelo, y por su aparente creencia de que un
guerrero Sangheili podía ser intimidado por la mera amenaza de
muerte. En la experiencia de 'Szatulai, la mayoría de los seres
creían en los demás lo que sabían que era cierto de sí mismos—
¿entonces un hombre que le temía a la muerte estaría dispuesto
a renunciar a su propia vida?
Quizás, si valoraba su mundo más que su propia seguridad
y estaba tan loco como para creer que podía salvarlo con una
bomba. Pero, ¿lo haría al instante? 'Szatulai pensó que no.
Crearía un retraso, se daría un escape en caso de que algo
inesperado ocurriera, o en caso de que cambiara de opinión.
'Szatulai se dirigió hacia Booth.
"Quédate atrás", dijo Booth. "No voy a renunciar a esto hasta
que el ataque se detenga."
'Szatulai extendió una mano, con la palma hacia arriba, y
continuó hacia delante.
La mirada de Booth bajó hacia la mano extendida. "¿Qué?
¿De qué se trata esto?"
'Szatulai arremetió con su otro brazo, arrancando la Havok
de las manos de Booth y metiéndola en su propia palma
invertida. Cuando apareció una cuenta atrás en el panel verde y
su existencia no terminó en un solo instante de brillo abrasador,
supo que tenía razón sobre el carácter de Booth. Levantó la ojiva
y luego la usó para hacer un cráter en el cráneo del hombre,
dejando que el cuerpo se desplomara hasta la cubierta. 'Szatulai
se volvió hacia la puerta… y encontró a la mujer de piel
olivácea—Petora—de pie frente a él.
"Permíteme." Petora enfundó su arma y tomó la ojiva de sus
manos, y luego examinó el panel verde. "Cincuenta segundos.
¿Alguien sabe cómo desarmar esta cosa?"
El General Garvin inmediatamente se puso de su lado y
comenzó a estudiar el panel. La comprensión de 'Szatulai de la
escritura humana no era lo suficientemente fuerte como para
identificar los números a medida que pasaban, pero contó
veinte respiraciones antes de que Garvin comenzara a tocar la
pantalla táctil. El General Garvin era obviamente un guerrero
disciplinado y bien entrenado—quizás incluso uno que había
hecho el Voto de Muerte y consideraba que su vida ya había sido
sacrificada por la causa a la que servía—y 'Szatulai tendría que
tratarlo con más cautela que el resto de estos traidores.
Si todos sobrevivían los siguientes segundos, por supuesto.
Garvin finalmente dejó de tocar, y la cuenta atrás cesó antes
de que el panel verde se oscureciera. El general aclaró su
garganta—¿lo que era un signo de ansiedad humana? —
entonces le quitó la ojiva a Petora y se la mostró a 'Szatulai.
"Por favor, acepte esto como muestra de nuestra buena
voluntad."
'Szatulai estudió el arma durante un momento, pensando en
la posibilidad de que el regalo fuera simplemente una trampa
diseñada para esconder municiones poderosas—o
posiblemente un dispositivo espía—a bordo de una nave del
Covenant. Pero aparte del propio Garvin, el personal a bordo de
la nave humana no parecía lo suficientemente disciplinado
como para ejecutar tal engaño—e incluso si se equivocaba,
parecía una estratagema excesivamente elaborada para
destruir una sola nave del Covenant.
'Szatulai le hizo un gesto a Orsun para que avanzara y
aceptara la ojiva. Para estar seguro, sugeriría que se estudiara el
dispositivo de forma aislada en una nave más pequeña. Pero el
valor potencial de la inteligencia era demasiado grande para
olvidarlo. Si los Ingenieros pudieran aprender a evitar que los
artefactos detonaran, entonces la amenaza para las flotas del
Covenant se reduciría considerablemente.
Una vez que Orsun tomó la ojiva, Garvin dijo, "Lo que pasó
en Seoba no fue obra nuestra. La fuerza de tarea de los Spartans
apareció el día antes de nuestra reunión con ustedes y nos tomó
por sorpresa." Miró al suelo y añadió, "Pensamos que fue sólo
una desafortunada coincidencia. Tenían la intención de
organizar su operación en la misma cantera de hielo que
elegimos para el encuentro."
Sabiendo que su cara negra y alargada le haría parecer aún
más enigmático y amenazador, 'Szatulai mantuvo el casco
inclinado hacia Garvin y permaneció en silencio. Lo único de la
coincidencia en Seoba que no parecía plausible era que Garvin
no la hubiera previsto. Había tres lunas orbitando el planeta que
los humanos llamaban Biko, pero dos estaban siendo
activamente explotadas en busca de metales pesados. Sólo
Seoba estaba desierta, y su cantera de hielo abandonada era una
zona ideal para atacar al mundo entero.
Y ese pensamiento hizo que 'Szatulai recordara el primer
mensaje de Garvin: Tenemos un pequeño proyecto en el que nos
gustaría su ayuda.
Ahora 'Szatulai entendía por qué había tantos traidores en
la luna. Garvin esperaba derrocar a los gobernantes de este
planeta y ocupar su lugar—y quería la ayuda del Covenant.
Después de unos momentos incómodos, Garvin dijo,
"Tenemos otro regalo."
Lentamente empezó a alcanzar el bolsillo de su camisa.
'Szatulai sabía que el general temía que el movimiento fuera
interpretado como un acto hostil, pero no era necesario. Ahora
que entendía lo que querían los traidores, ya no le preocupaban
sus intenciones. Cuando Garvin sacó sus dedos del bolsillo,
estaban sosteniendo un pequeño objeto plano del tamaño de su
palma, lo que los humanos llamaban una "tarjeta de datos".
"Hemos estado intentando conseguir un traje de la
armadura Mjolnir que usan los Spartans. Desafortunadamente,
no hemos tenido éxito, aún no." Sostuvo la tarjeta para 'Szatulai.
"Pero este cristal de datos contiene esquemas para su armadura.
Si no han capturado una tableta de datos, podemos suministrar
una."
'Szatulai había capturado muchas tabletas de datos durante
sus asignaciones de infiltración y sabía cómo usarlas todas. Hizo
un gesto a Castor para que avanzara y aceptara el cristal de
datos, luego inclinó su casco hacia adelante y continuó
estudiando a Garvin.
A estas alturas, Garvin ya se había dado cuenta de que
'Szatulai no iba a hablar con él.
"No tenemos nada más que ofrecer en este momento", dijo
Garvin. "Pero nuestros espías están bien situados en la Fuerza
de Tarea Yama, y han sido capaces de plantar una serie de
dispositivos de escucha en lugares clave. Si puedes ayudarnos a
tomar el control de Biko, podemos ayudarte a anticipar los
próximos movimientos de los Spartans."
'Szatulai estaría encantado de aceptar la oferta. En sus
términos, al menos. Había escuchado con consternación
mientras sus Estrellas de Sangre caían ante los Spartans en la
batalla de la cantera de hielo, y sus esfuerzos por capturar uno
de sus "merodeadores" sólo habían traído el desastre y la burla
del magistrado San'Shyuum de la Flota de Obediencia
Inexorable, el Ministro Menor de Inspección de Artefactos. A
'Szatulai le importaba poco la opinión del Ministro Menor, pero
despreciaba cualquier deshonra en que pudiera caer la orden de
los Sombra Silenciosa debido a esos fracasos. Si 'Szatulai
pudiera aprovechar al General Garvin para capturar a esas
abominaciones Spartan, compensaría con creces la pérdida de
tantos guerreros y embarcaciones en Seoba.
Por supuesto, cualquier alianza percibida por parte de
Garvin sería totalmente falsa. El planeta sería limpiado muy
pronto, como los otros antes que él. Sin embargo, no se podía
permitir que estos Spartans continuaran, aunque esto
requiriera seguir a un clan desorganizado de rebeldes humanos
durante un tiempo. Según 'Szatulai, los Spartans eran la única
amenaza real que la humanidad había mostrado hasta ahora, y
él usaría todas las herramientas a su disposición para
erradicarlos antes de que se convirtieran en un peligro para los
planes de los Jerarcas.
'Szatulai extendió una mano y la giró con la palma hacia
arriba. Garvin miró la mano con perplejidad durante un
momento, y finalmente pareció tomarlo como un gesto de
aceptación.
"Si eso es un sí, voy a necesitar una forma de contactarte."
'Szatulai señaló a la pequeña mujer llamada Petora e hizo un
gesto para que lo siguiera. Parecía alguien lo suficientemente
inteligente como para entender los principios del
funcionamiento de un comunicador supraluminal y las
consecuencias de permitir que cayera en manos de los Spartans.
CAPÍTULO 19

0546 horas, 26 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Aproximación de Asalto, Planeta Etalan, Sistema Igdras

Una flota invasora necesitaba cinco cosas para avanzar:


municiones, medicinas, alimentos, combustible y piezas de
repuesto. El combustible rara vez era un problema porque la
mayoría de las naves llevaban suficiente combustible a bordo
para alimentar sus reactores de fusión durante años. Pero si se
elimina cualquiera de las otras cuatro necesidades, tarde o
temprano, una flota es sólo chatarra.
Durante el viaje en el desliespacio desde Biko a Etalan, John-
117 y Avery Johnson habían decidido atacar primero el
suministro de municiones del Covenant y luego su suministro
de alimentos, ya que eran las dos formas más rápidas de detener
la ofensiva alienígena. El problema era que, después de observar
la flota logística enemiga durante varios días, todavía era difícil
distinguir entre los cargueros de municiones y los de las naves
hospitales o los cargueros de equipo. Los analistas de
inteligencia de la Punto de Fuga estaban bastante seguros de que
las naves con cúpulas transparentes eran naves agrícolas, pero
había tres mastodontes en órbita baja que seguían siendo un
completo misterio para todos. El trío seguía desnatando la
atmósfera y hundiéndose en la decadencia orbital, para luego
tener que activar sus motores y salir de problemas.
Y el tiempo parecía haberse acabado. La flota logística
alienígena estaba sincronizando órbitas y llevando sus
reactores de fusión a toda su potencia, probablemente porque
la flota de asalto del Covenant había asegurado el campo de
batalla y estaba lista para ser reabastecida. No había forma de
confirmar esa suposición—la Punto de Fuga y sus dos escoltas
merodeadores habían estado desconectados desde que se
alejaron de la Fuerza de Tarea Yama seis días antes. Pero sólo
un tonto pensaría que el Coronel Crowther y sus Dagas Negras
podrían haber inclinado la balanza a favor de la pequeña
armada de la Guardia de Biko e impedido que los alienígenas
vitrificaran el planeta.
"Esto todavía puede funcionar", dijo Johnson. Estaba de pie
con el Equipo Azul en el hangar de cazas de popa de la Punto de
Fuga, observando a un trío de puntos verdes de "amigo" guiar
un enjambre de triángulos rojos de "enemigo" a través de la
pantalla de visualización que colgaba en lo alto del mamparo.
"Eliminemos las naves agrícolas."
"Lo que creemos que son naves agrícolas", dijo Fred. Al igual
que John y el resto del Equipo Azul, estaba parado vestido
íntegramente en la Mjolnir, sosteniendo una Havok Mark 2521
armada en el lateral de un brazo. "Podrían ser zoológicos para
mascotas, por lo que sabemos."
"Sí, pero al menos estaríamos eliminando todos sus
zoológicos de mascotas", dijo Johnson. Llevaba armadura negra
de asalto espacial y tenía su propia Havok a sus pies, junto a un
rifle M99 Stanchion Gauss. En los soportes magnéticos de su
armadura, llevaba un lanzacohetes M41 SPNKR. Técnicamente,
el SPNKR era un arma de superficie a superficie, pero podía ser
devastador en ataques espaciales, donde su alcance y precisión
no se veían degradados por la gravedad y el arrastre
atmosférico. "Así que para lo que sea que necesiten los
zoológicos de mascotas, estarán atascados hasta que puedan
traer más."
"Creo que podemos hacerlo mejor que eso, Sargento
Johnson." La voz de la Dra. Halsey vino de la escotilla del hangar
detrás de ellos. Se cruzó delante de los cinco cazas Banshee
capturados por la Fuerza de Tarea Yama, luego se detuvo frente
al equipo y continuó en voz baja, "De hecho, estoy segura de que
podemos eliminar a los cargueros de municiones como
planeamos."
"¿Los has identificado?" preguntó John.
"¿Realmente crees que te estaría permitiendo sacrificar mis
Banshees si no lo hubiera hecho? El valor de esas naves para mi
investigación es inestimable, y no tenemos idea de cuándo
capturaremos más." Halsey se volvió hacia la pantalla del
mamparo y extendió sus dedos, expandiendo el mapa táctico
hasta que mostraba quince indicadores rojos, todos esparcidos
a lo largo de una línea en el lado cercano de Etalan—la flota
logística alienígena sincronizando órbitas en preparación para
la partida. Señaló a un trío de diamantes carmesí que aún se
preparan para salir de una órbita baja. "Esos grandes
desnatadores son los cargueros de municiones."
"Sin ofender", dijo Avery Johnson, "pero ¿cómo puedes estar
segura?"
Su placa frontal giraba entre Halsey y el mapa táctico, donde
veinte puntos verdes se sumergían en el pozo gravitatorio de
Etalan, volando a través de la masa de triángulos y cuadrados
rojos que se habían levantado para encontrarse con ellos. Cada
punto verde representaba un caza de asalto S-14 Baselard de
Ataque Espacial con una tripulación de dos personas, mientras
que los símbolos rojos representaban dos tipos diferentes de
cazas alienígenas—triángulos para cazas Banshee
exoatmosféricos y cuadrados para una embarcación mucho más
grande y mortífera, apodada Seraph (Serafín).
Afortunadamente, había muchos triángulos Banshee y sólo
unos pocos cuadrados Seraph en el enjambre, y John tenía la
esperanza de que el escuadrón de Baselards pudiera penetrar
en la pantalla de los cazas enemigos. Los cuatro Baselards en el
centro de la formación estaban tripulados por Spartans que
llevaban una Havok. Si pudieran acercarse lo suficiente a las
cuatro naves logísticas identificadas en el mapa táctico por los
octógonos rojos, los ocho Spartans harían caminata espacial y
usarían los cazas vacíos como señuelos mientras infiltraban sus
Havoks a bordo de las embarcaciones objetivo a través de un
hangar, una esclusa de aire o incluso un puerto de cañones de
plasma.
Era una misión arriesgada, pero a John le pareció que estaba
a la par del curso últimamente. Los Spartans habían sido
creados para servir principalmente como una fuerza de alto
impacto contra las formaciones de superficie enemigas, por lo
que cualquier operación espacial en la que estuvieran
involucrados con vehículos espaciales estaba llena de peligros
para los que no estaban preparados. Durante una misión de
caminata espacial, un Spartan podría perecer fácilmente por un
golpe de plasma o una colisión fortuita, y así de fácil, un soldado
con ocho años de costoso entrenamiento de élite, protegido por
una armadura que costaba tanto como una nave estelar del
UNSC, se habría ido.
Pero si algo había quedado claro después de luchar contra
el Covenant durante unos pocos meses, era que la humanidad
necesitaba luchar contra los alienígenas como fuera posible,
incluso si eso significaba asumir un riesgo excepcional para una
operación con este tipo de potencial para hacer retroceder al
Covenant. Los analistas de inteligencia se sentían seguros de
que las naves representadas por octógonos rojos eran cargueros
de equipamiento que transportaban las piezas de repuesto y las
materias primas necesarias para mantener operativa la flota de
combate enemiga.
Si esas naves pudieran ser destruidas, la flota del Covenant
se vería obligada a evitar luchar hasta que se consiguieran más
reemplazos, un proceso que retrasaría su calendario de invasión
en al menos un mes. Y en esta guerra, el respiro de un mes bien
podría significar la diferencia entre la supervivencia de la
humanidad y su destrucción.
Pero los Spartans eran demasiado valiosos y raros para
arriesgarlos a la ligera. Kurt-051 y Joshua-029, que lideraban los
Equipos Verde y Dorado en el ataque, tenían instrucciones
firmes de abortar su misión si parecía que los Baselards de los
Spartans no alcanzarían sus objetivos. Y, por supuesto, había un
plan de recuperación flexible pero robusto con cinco
contingencias diferentes para recuperar a cada Spartan,
independientemente de que los ataques tuvieran éxito o no—o
incluso de que se intentaran. A pesar de esto, John conocía lo
suficientemente bien a sus compañeros Spartans como para
saber que lo último que les preocupaba eran las contingencias
que abortaran la misión. Ellos harían lo que fuera necesario para
completar el objetivo.
Después de un momento, Halsey pareció decidir que sería
más fácil responderle a Johnson que discutir con él. "Estoy
segura porque entiendo cómo funcionan las armas de plasma
del Covenant", dijo. "¿Realmente necesito explicarle la
ingeniería, Sargento?"
"¿Qué tal la versión corta?" Había un trasfondo sospechoso
en la voz de Johnson, como si la de Nyeto no fuera la única orden
que él consideraba infiltrada por espías insurreccionistas. "No
es como si estuviera tratando de construir uno yo mismo."
"Bien, porque los humanos no tienen la tecnología de
estabilización magnética", dijo Halsey. "Pero la teoría es
bastante simple. Una cantidad de gas portador licuado pasa a
través de un arco eléctrico, donde es despojado de electrones y
transformado en plasma térmico. Luego se confina dentro de
una cápsula magnética y se lanza a un objetivo."
"¿Así que los desnatadores de aire recogen el gas?"
preguntó Kelly.
"Y lo enfrían y comprimen en una forma licuada, sí", dijo
Halsey. "Por eso se han estado sumergiendo en la atmósfera de
Etalan."
John frunció el ceño dentro de su casco. No había forma de
que la Dra. Halsey fuera una espía, pero su historia no tenía
sentido. "¿Y le tomó cuatro días descubrirlo?"
Halsey le mostró una sonrisa apretada. "Apenas", dijo ella.
"Lo descubrí cinco minutos después de que llegáramos."
"¿Y esperaste hasta ahora para decírnoslo?" Dijo Johnson,
levantando la voz. "¿Estás loca? Podríamos haber planeado..."
"Ningún plan es adecuado si el enemigo conoce tus
intenciones", interrumpió Halsey. "Y es imposible estar seguros
de qué tipo de tecnología de comunicaciones tienen a su alcance
los espías insurreccionistas que estamos hospedando."
"¿Nos está diciendo que todavía hay espías a bordo de la
Punto de Fuga?" preguntó Linda. Como Avery Johnson, ella tenía
un SPNKR en su montura magnética y un rifle M99 Stanchion
Gauss descansando en la cubierta a sus pies. "¿Entonces por qué
siguen vivos?"
"No sé quiénes son", dijo Halsey. "O incluso si están a bordo.
Lo único que sé es que esta nave tiene más bichos que la cocina
de mi primer apartamento."
"¿Y no se los ha quitado?" preguntó John.
"No, y no voy a hacerlo", dijo Halsey. "Son vitales para mi
estrategia operativa."
"¿Qué estrategia?" preguntó Johnson. Se volvió hacia John y
habló por el canal del equipo. "¿Te habló de alguna estrategia
operativa?"
Halsey se dio la vuelta y se dio un golpecito en la oreja.
"Puedo oírlo, Sargento Johnson."
"Sigue siendo una pregunta justa", dijo Johnson. "¿Y desde
cuándo sabe que el Teniente Comandante Nyeto tiene espías
bajo su mando?"
"He sabido que Nyeto es un espía desde el informe posterior
al combate sobre Seoba, cuando expuso la edad de John", dijo
Halsey. "Sólo hay una forma de que haya podido obtener esa
información, así que revisé mi oficina y mi laboratorio para
buscar dispositivos de escucha."
"¿Y encontraste algo?" preguntó John.
"Oh, muchos", dijo Halsey. "Algunos bastante sofisticados.
Casi pierdo el minador de datos en los sistemas de mi
laboratorio."
"Eso me hace sentir mejor." Fred levantó el brazo y retorció
el miembro blindado de un lado a otro. "¿Alguna posibilidad de
que los sistemas de nuestras Mjolnir estén comprometidos?"
"Ninguna."
"¿Cómo lo sabes?" preguntó John.
Halsey parecía confundida por la pregunta. "Porque sigues
vivo, John. Héctor Nyeto ha estado tratando de destruir el
programa SPARTAN-II desde el momento en que se enteró de él.
Yo debería haber visto lo que estaba haciendo antes."
"Deberíamos haberlo visto también." Kelly inclinó su casco
hacia los demás, sugiriendo que todo el equipo debería haber
sospechado más del hombre, y luego dijo, "¿Estás segura de que
nuestros sistemas están limpios? Lo último que necesitamos es
una subrutina que bloquee nuestra armadura en medio de una
batalla."
"Estoy segura", dijo Halsey. "Nyeto no es el único que sabe
cómo usar los dispositivos de vigilancia. El módulo de
mantenimiento no ha sido violado."
"Así que digamos que con una confianza del noventa por
ciento", dijo John por el canal del equipo. "Hagan que sus
computadoras de a bordo realicen una comprobación de
diagnóstico de los sistemas de sus trajes y, a continuación,
ejecuten uno en la propia computadora. Si algo parece curioso—
"
"Puedo oírte", le recordó Halsey. "Y no los dejaría salir si
hubiera alguna posibilidad de que sus sistemas estuvieran
comprometidos."
"Sí, lo harías", dijo Johnson. "Los Spartans pueden ser tus
creaciones, Dra. Halsey, pero son soldados. No le estás haciendo
un favor a nadie tratando de endulzar eso."
Halsey pensó por un momento, y luego asintió. Se volvió
hacia John y le dijo, "Será mejor que pongamos esa confianza en
el ochenta por ciento, entonces. Una de las personas de Nyeto
pudo haber estado en el módulo de mantenimiento antes de
darme cuenta de que había un problema."
"Me parece justo", dijo Johnson. "Ahora, sobre tu estrategia
operativa..."
"¿Qué pasa con eso?"
Johnson simplemente ladeó su casco, un gesto de
frustración que había aprendido de los Spartans.
Halsey suspiró. "Supongo que tienes razón."
Levantó la vista hacia la pantalla del mamparo, donde el
mapa táctico mostraba las diversas persecuciones entre los
cazas alienígenas y los cazas Baselard de la Punto de Fuga, que
no habían cesado. El escuadrón de Baselards que se zambullía
en el pozo de gravedad de Etalan estaba disparando a través de
los enjambres de cazas enemigos y se dirigía hacia la órbita de
la flota logística, y John supo que no pasaría mucho tiempo antes
de que los dos equipos de Spartan que estaban en el centro de la
formación tuvieran que fingir que habían destruido sus naves e
ir al espacio. En lugar de misiles, los Baselards de los Spartans
llevaban cápsulas llenas de escombros encadenados que
ayudaban a camuflar su armadura Mjolnir de los
perseguidores—y, con un poco de suerte, provocarían unas
cuantas colisiones de alta velocidad.
Un trío separado de Baselards señuelos se estaba acercando
a la Punto de Fuga desde una órbita ligeramente más baja, con
otro enjambre de cazas enemigos en sus colas. Estos Baselards
eran parte de una segunda misión que tendría como objetivo los
cargueros de municiones. El plan pedía que el Equipo Azul se
infiltrara en las naves de municiones llevando una Banshee
capturada directamente a uno de sus hangares. Una vez dentro,
los Spartans y Johnson estrellarían sus Banshees en un área
donde sería difícil deshacerse de los cazas, luego activar los
temporizadores de treinta segundos en sus Havoks, dejarlos
dentro de las cabinas de mando, y salir saltando al espacio para
una recogida de merodeadores.
Como medida de precaución contra la pérdida de los doce
Spartans de la Fuerza de Tarea Yama en el mismo ataque, la
misión del Equipo Azul sólo sería un "adelante" si pareciera que
la misión de los Equipos Verde y Dorado estaba procediendo
según lo planeado. Hasta ahora, ese parecía ser el caso, y los tres
señuelos guiarían a sus perseguidores más allá de la proa de la
Punto de Fuga en nueve minutos. Dado que a Johnson y al
Equipo Azul les llevaría cinco minutos encender sus Banshees
capturadas y otros dos minutos despresurizar el hangar, no le
quedaba mucho tiempo a la Dra. Halsey para explicar las
sutilezas de una de sus intrincadas estrategias.
"Tendrán que confiar en mí en los detalles de mi estrategia
por ahora", dijo. "Pero uno de los dispositivos que capturamos
de la nave derribada en Seoba era un mapa holográfico del
desliespacio."
John casi jadea. "¿Y puedes leerlo?"
"Un poco mejor cada día", dijo la Dra. Halsey. "De hecho,
creo que estoy en camino de descubrir el principal depósito de
suministros del Covenant para esta área del espacio."
"Bien en camino, ¿eh?" preguntó Johnson. "¿Qué significa
eso, exactamente?"
"Que he identificado varias posibilidades", dijo Halsey. "Si
tenemos éxito aquí y forzamos a la flota invasora a
reabastecerse, seré capaz de reducir ese número a una."
"Y luego podemos deslizarnos y bombardearlo", dijo John.
Las implicaciones eran enormes. Incluso un ataque fallido al
depósito de suministros del Covenant obligaría a los alienígenas
a desviar recursos para defenderlo. ¿Y destruirlo de verdad? Eso
no sólo sacudiría su confianza, sino que erosionaría su
capacidad para llevar a cabo operaciones ofensivas en esta parte
del espacio ocupado por los seres humanos. "Me gusta."
"Pensé que así sería." Halsey señaló al trío de desnatadores
de aire. "Pero primero tienes que eliminarlos. Es la única
manera de forzar la mano del Covenant."
CAPÍTULO 20

0559 horas, 26 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Aproximación de Asalto, Planeta Etalan, Sistema Igdras

Ninguno de los cazas Banshee capturados parecía apto para el


combate. Sus cascos habían sido cuidadosamente acribillados
con agujeros de cañón, sus alerones y estabilizadores de cola
habían sido volados a la mitad, y sus símbolos de identificación
habían sido oscurecidos por el hollín o los arañazos. Las
estrellas de impacto y las grietas de tensión habían sido
pintadas a través de las antenas integradas en los doseles—una
precaución para explicar su silencio de comunicación a
cualquier piloto del Covenant que estuviera comprobando
visualmente la nave. John estaba bastante seguro de que si la
Dra. Halsey hubiera conocido el equivalente de un Banshee de
un neumático pinchado, ella también lo habría añadido, como
una forma de cubrir cualquier deficiencia en las habilidades de
pilotaje del Equipo Azul.
Afortunadamente, los Spartans habían pasado la mayor
parte de su tiempo libre en el hangar de los proyectos de la Dra.
Halsey aprendiendo a manejar todo tipo de equipos capturados
del Covenant, y eran pilotos decentes. Aún más
afortunadamente, todas las Banshees estaban al menos en
buenas condiciones de funcionamiento y eran capaces de
aguantar una pelea de perros, y John tenía todas las razones
para creer que se mantendrían unidas el tiempo suficiente para
que él y el resto del Equipo Azul se metieran en el medio de la
flota logística alienígena.
Una vez que la escotilla del hangar se cerró detrás de la Dra.
Halsey, John hizo un movimiento de giro con su dedo, señalando
al equipo que tomara sus Havoks y cargara. Se metió en la
Banshee central, recostado sobre el cojín del piloto y
asegurando su propia Havok a una montura magnética
temporal en la parte posterior de su armadura Mjolnir.
John bajó el dosel opaco y selló la cabina, luego puso en línea
la unidad de impulso del caza y activó la consola de
instrumentos. No podía leer ninguno de los símbolos que
aparecían en los paneles de lectura holográfica, pero después de
algunas lecciones de la Dra. Halsey, él y los otros cuatro pilotos
de Banshee—los otros miembros del Equipo Azul y Avery
Johnson—habían aprendido a través de la prueba y el error qué
paneles necesitaban vigilar de cerca.
Una vez que el panel de la unidad asumió un cálido
resplandor ámbar y los símbolos permanecieron más o menos
estables, levantó el arnés de estabilidad sobre sus flancos y
caderas, y luego colocó sus manos en las empuñaduras de
control a ambos lados de la pantalla de visualización. Una
luminiscencia azul surgió dentro de las esferas, y más símbolos
comenzaron a girar a través de los paneles holográficos de
lectura. Deslizó sus palmas hacia la parte delantera de las
empuñaduras de control.
La Banshee se levantó de la cubierta y flotó en su sitio. A
través de la pantalla de gran angular, John pudo ver que las otras
cuatro Banshees también estaban flotando a un metro de la
cubierta. Delante de ellos, un S-14 Baselard pilotado a distancia
se encendía y temblaba en sus puntales, su boquilla de empuje
simple brillaba de color naranja pálido con acumulación
térmica.
La voz gutural de la piloto a distancia de Baselards, que
controlaría el S-14 desde una burbuja de observación situada en
lo alto de la popa de la Punto de Fuga, se oyó a través del canal
de comunicaciones interno.
"Hangar despresurizado", dijo. "¿Equipo Azul listo?"
Una fila de LEDs—incluyendo uno para Avery Johnson—
parpadearon en verde dentro del casco de John.
"Afirmativo", dijo John. "Equipo Azul listo."
Las luces del hangar se oscurecieron; luego las puertas
exteriores se replegaron para revelar la pálida faz del planeta
Etalan. El mundo entero se ahogaba en sus propias cenizas, con
franjas de tierra gris pizarra entre cintas de humo
aerotransportado de color perla. En una clara franja, John pudo
ver un centenar de gigantescas plumas color carbón que se
elevaban desde un lago naranja de lava tan ancho como su
palma.
"Diez segundos", anunció la piloto a distancia.
John no podía entender bien lo que estaba viendo en el
planeta de abajo. Por lo que se le había dicho sobre el método de
bombardeo orbital del Covenant, los alienígenas no podían
vitrificar más de unos pocos kilómetros cuadrados de tierra a la
vez, nivelando estructuras hechas por el hombre e incinerando
la vida vegetal con haces de plasma tan calientes que derretían
el sílice en la propia tierra. Pero lo que vio en Etalan estaba en
un nivel completamente nuevo. Era como si el Covenant hubiera
perforado la corteza del planeta hasta su manto, creando un
géiser volcánico que iba a quemar los últimos rastros de la
humanidad al inundar el planeta entero con piedra fundida. Y si
los alienígenas tenían ese tipo de poder, si eran capaces de
crueldad a una escala tan masiva, la Fuerza de Tarea Yama tenía
que frenar su invasión.
A cualquier costo.
"Cinco segundos", anunció la piloto a distancia. "Debería
poder ver el vuelo señuelo cruzando de derecha a izquierda, y
en curso de pasar por encima de la erupción."
Apenas había terminado de hablar antes de que astillas de
plasma comenzaran a atravesar el portal de lanzamiento,
seguidas un instante después por las siluetas en forma de cuña
de tres S-14 Baselards. Un respiro más tarde, las sombras
cruciformes de un escuadrón alienígena de Banshee
aparecieron en sus colas, acercándose lentamente, pero
llenando la distancia intermedia con fuego blanco.
La Punto de Fuga lanzó en frío una salva de veinte misiles
M42 Archer, usando aire comprimido para empujarlos fuera de
sus tubos de disparo con motores en silencio. En el hangar, el
Baselard pilotado a distancia replegó sus puntales y salió
disparado del portal de lanzamiento. Estaba acelerando tan
fuerte que, en un abrir y cerrar de ojos, su boquilla de empuje se
redujo de un círculo de dos metros de brillantez cegadora a un
punto blanco del tamaño de una uña de un dedo pulgar.
Atacó al escuadrón de Banshee al mismo tiempo,
disparando sus dos misiles M42 Archer y abriéndose a un
alcance extremo con sus dos cañones rotativos. Un parpadeo
más tarde, la salva de Archers de la Punto de Fuga encendió los
motores y también voló tras las Banshees. Los alienígenas
asombrados rompieron la formación y se dispersaron, dejando
a los tres Baselards libres para desplegarse y escapar.
"Equipo Azul, despegue", ordenó John.
Empujó las empuñaduras de control hacia delante, y el
Banshee capturado salió disparado del hangar a tal velocidad
que sólo el arnés de estabilidad le impidió deslizarse hacia la
parte trasera de la cabina. Johnson y el resto del equipo azul
siguieron en las demás Banshees, y todos se quedaron atrás del
Baselard pilotado a distancia. Detrás de ellos, John sabía que la
Punto de Fuga estaría desocupando sus bodegas de desechos,
vertiendo pellas de combustible agotadas, casquillos vacíos,
equipos irreparables, partes dañadas y cualquier otro tipo de
residuo metálico que una sonda de sensor de largo alcance
pudiera interpretar como fragmentos de cazas espaciales
destrozados.
John comenzó a golpear la parte inferior de las
empuñaduras de control, vertiendo pernos de plasma en la cola
del Baselard pilotado a distancia. Sus compañeros hicieron lo
mismo, y el caza espacial se autodestruyó rápidamente en una
bola de fuego gigante diseñada para llamar la atención de los
alienígenas—y ayudar a que la Punto de Fuga se retirara sin ser
detectada.
Voces de Elites empezaron a sonar dentro de la cabina, sin
duda otros pilotos de Banshee pedían la identificación del
Equipo Azul. John los ignoró y condujo su vuelo directo hacia el
escuadrón de reensamblaje.
Como no tenían forma de comunicarse de forma
convincente con los alienígenas, la mejor posibilidad de que el
equipo entrara en la formación enemiga era ignorar cualquier
intento de ponerse en contacto con ellos y esperar que el
Covenant asumiera que su equipo de comunicación había sido
dañado. ¿Y si eso no funcionara? La Punto de Fuga y sus dos
escoltas se mantenían cerca en caso de que el Equipo Azul
necesitara una distracción.
Cuando nadie del Equipo Azul respondió a las llamadas, un
trío de Banshees enemigas se separaron del escuadrón y
salieron a interceptar a los recién llegados. John mantuvo sus
dedos alejados de los controles de las armas. No tenía ni idea de
cuál podría ser el protocolo alienígena para tales situaciones, y
no quería encontrarse automáticamente respondiendo a un
desafío o a una ráfaga de señales. Desearía haber pensado en
sugerirle lo mismo a los demás, pero ya era demasiado tarde.
Para evitar la posibilidad de que el Covenant se diera cuenta
de extrañas transmisiones procedentes de las Banshees
"dañadas", el Equipo Azul mantendría un completo silencio de
comunicación hasta que se hiciera evidente que el enemigo no
estaba creyendo en su acto.
Las Banshees interceptoras se hincharon rápidamente de
diminutas motas silueteadas contra aureolas de empuje del
tamaño de un pulgar a cruces inclinadas que eran empujadas a
lo largo por colas efluentes de treinta metros de largo, luego
dejaron caer sus narices y pasaron de largo por debajo del
Equipo Azul. En el panel de seguimiento de su propia nave, John
vio a los cazas enemigos balancearse detrás de su escuadrón e
igualar su velocidad. Dos de ellos se quedaron atrás, listos para
abrir fuego sobre la formación por detrás, mientras que el
tercero se arrastró lentamente hacia delante, pasando a menos
de veinte metros de cada Banshee "dañada", sin duda para que
el piloto pudiera inspeccionarlos. Finalmente llegó a la parte
delantera de la formación y flotó junto a John a la misma
distancia.
El piloto enemigo permaneció a su lado durante casi un
minuto. Cuando la charla del Elite comenzó a sonar por el
sistema de comunicaciones de John, comenzó a parecer
probable que el alienígena hubiera estado esperando alguna
señal y estuviera solicitando instrucciones de su comandante.
John intentó el movimiento estándar del ala, pero no obtuvo
respuesta. Deslizó sus manos hacia la parte de atrás de los
controles.
El Banshee respondió dejando caer su cola y levantando su
nariz, y John rápidamente devolvió sus manos a la posición
original. Más cháchara de comunicación llenó la cabina, y el
inspector alienígena finalmente se adelantó al vuelo. Meció su
propia nave de una manera similar a la que había hecho John, y
luego dirigió todo su escuadrón de regreso al escuadrón
principal.
Una vez que todas las Banshees estaban juntas, el
comandante de la unidad las alineó rápidamente por encima de
la flota logística y comenzó a sincronizar las órbitas. Debido a
que la órbita del escuadrón era mucho más alta, el proceso
implicaría una larga serie de quemaduras de propulsor
programadas para ponerlo en posición justo delante o detrás de
la flota logística. John se relajó un poco. Habían planeado este
ataque hasta el último detalle que se podía prever, y eso fue lo
que le permitió manejar las pequeñas cosas que no tenían forma
de predecir.
Debajo de él, podía ver las diminutas cuñas de doce
Baselards brincando y meneándose mientras intentaban caer a
una órbita por delante de la flota logística. Sospechaba que las
ocho naves desaparecidas habían sido destruidas al pasar a
través de la pantalla de cazas, pero el hecho de que el escuadrón
no hubiera abortado su carrera sugería que los Baselards que
llevaban a los Equipos Verde y Dorado aún estaban intactos. Lo
que era algo bueno. Con tantas Banshees enemigas en
formación, el Equipo Azul acababa de pasar el punto de no
abortar de su propia misión.
La planificación.
Era tan valiosa para los Spartans como su armadura Mjolnir.
Un par de Baselards estallaron en destellos anaranjados y
desaparecieron. John buscó pistas de que hubiera sido uno de
sus equipos de Spartans cambiando a caminata espacial, pero no
vio ninguna señal de ningún tipo—ni pequeñas motas
silueteadas contra las nubes nacaradas que había debajo, ni
cazas del Covenant dando vueltas para atacar objetivos ocultos,
ni parpadeos de fuego de armas de fuego pequeñas. O el ataque
funcionaba como estaba planeado, o la Punto de Fuga acababa
de perder dos tripulaciones de cazas más.
El pensamiento hizo que John se sintiera mareado, y se
sintió un poco culpable por todas las vidas que se estaban
sacrificando para llevar a sus Spartans a salvo a sus objetivos. Al
menos la causa era digna. Asumiendo que la Dra. Halsey tenía
razón en cuanto a encontrar el depósito de suministros del
Covenant, tener éxito hoy no sólo frenaría la invasión enemiga,
sino que le daría a la Fuerza de Tarea Yama la oportunidad de
responder al Covenant con un empujón que ellos nunca
olvidarían.
Otro par de Baselards explotaron, y John ahora se sentía
confiado de que tanto el Equipo Verde como el Dorado habían
cambiado a caminata espacial para atacar a sus objetivos.
Cuando sus Havoks detonaran, el Equipo Azul aprovecharía la
inevitable confusión para escabullirse de sus escoltas y dirigirse
hacia los tres desnatadores de aire. Después de eso, sería una
simple cuestión de volar al hangar más cercano y estrellar sus
Banshees, luego ajustar un interruptor de tiempo y salir
disparados antes de que sus propias Havoks estallaran.
El escuadrón de Banshees que escoltaba al Equipo Azul
descendió en la órbita diez kilómetros detrás de una enorme
nave de carga de materiales en forma de pera, y John empezó a
preocuparse por el momento oportuno. Si las bombas de los
Equipos Verde y Dorado no detonaran antes—
La pantalla de John se iluminó de plateado cuando la nave
de carga desapareció repentinamente en el parpadeo blanco de
una detonación nuclear. Su sistema de comunicación estalló
primero en estática, luego en un parloteo ininteligible mientras
los alienígenas reaccionaban a la destrucción de la embarcación.
John revisó la lectura táctica de su Banshee y vio a la flota
logística extendida a lo largo de su órbita, una línea suavemente
arqueada de símbolos alienígenas formados vagamente como
comas, asteriscos y signos de igualdad ondulados.
Otro destello blanco apareció en la distancia, esta vez tan
lejos que era poco más que una bengala en el borde del
horizonte gris de Etalan. El parloteo que venía por el sistema de
comunicación de la cabina era ahora una auténtica cacofonía, y
un enjambre de puntos de combate empezaron a aparecer
debajo de los símbolos que quedaban en la lectura táctica.
John no sabía si las detonaciones eran obra del Equipo
Verde o del Dorado, pero estaba claro que uno de ellos había
tenido éxito y que sus miembros estaban en camino al punto de
extracción. Definitivamente habían infligido algunos daños a la
flota logística del Covenant, pero iba a hacer falta mucho más
que una pérdida de dos naves para que la estrategia de Halsey
funcionara.
Los otros dos cargueros de materiales desaparecieron
repentinamente en bolas de luz resplandeciente, y John supo
que su segundo equipo de Spartans había completado su misión.
Una detonación estuvo tan cerca que los instrumentos de su
Banshee destellaron en dorado mientras el pulso de rayos
gamma abrumaba su blindaje contra radiaciones. Las
comunicaciones se silenciaron, y un segundo después la cabina
se hundió en la oscuridad mientras los paneles de lectura y las
empuñaduras de control parpadeaban. El horizonte gris de
Etalan comenzó a inclinarse y a deslizarse más allá del dosel
cuando la Banshee comenzó a caer lentamente, muerta en el
espacio.
"Qué basura", comentó Fred en el canal del equipo.
"¿Llaman a eso protegerse de la radiación?"
John estaba a punto de reprenderlo por romper el silencio
de las comunicaciones, y luego se dio cuenta de que todas las
demás Banshees vagaban muertas en el espacio a su alrededor
y se dio cuenta de que el silencio de las comunicaciones ya no
era necesario. El pulso había destruido todos los instrumentos y
controles del escuadrón, por lo que los pilotos del Covenant ya
no tenían la capacidad de notar una transmisión en el canal del
equipo. Y con las embarcaciones de logística desapareciendo
una tras otra, los oficiales de comunicaciones en el resto de la
flota iban a estar demasiado ocupados y confundidos para
rastrear unas cuantas señales perdidas que probablemente
sonaban como una explosión de estática de todos modos.
Pero había un inconveniente, por supuesto. Uno grande.
Las Banshees del Equipo Azul estaban tan muertas en el
espacio como las del Covenant. Si los Spartans se quedaban con
su nave, estarían fuera de la batalla y eventualmente serían
tomados prisioneros por los equipos de recuperación del
Covenant. Lo que significaba que el Equipo Azul tenía que
cambiar a caminata espacial, porque el único resultado de la
misión peor que morir y activar el mecanismo automático de
autodestrucción de su Mjolnir era no morir y permitir que el
enemigo lo capturara.
"Todavía tenemos que eliminar su tren de municiones", dijo
John por el canal del equipo. No necesitaba recordarles lo que la
Dra. Halsey había dicho—que eliminar los cargueros de
municiones era la clave de su estrategia para encontrar el
depósito de suministros del enemigo. "¿Alguien tiene contacto
visual con esos desnatadores de aire?"
"Tal vez", dijo Fred. "¿Qué aspecto tienen?"
"Grandes y gordos", dijo Avery Johnson. "Como un puro
sobrellenado con un megáfono enorme en el frente."
"¿Cómo sabes eso?" preguntó Linda.
"Porque estoy viendo a dos de ellos ahora mismo", dijo
Johnson. "El primero va a pasar por debajo de nosotros en
alrededor de… demonios, no lo sé. Pronto."
"¿Rango de caminata?" preguntó John.
"¿Vas a hacer un ataque improvisado en caminata espacial...
en estas circunstancias?"
"Tenemos que hacer la caminata espacial de todos modos",
dijo Fred. "Estas Banshees están fritas."
"Y no hay manera de que un merodeador pueda
recuperarnos de esta órbita", añadió Linda. "No cuando pronto
estará llena de naves de búsqueda y rescate del Covenant."
"Así que también podríamos hacer algo útil mientras
estamos por ahí flotando", dijo Kelly. "¿Están los desnatadores
de aire al alcance?"
"Para ustedes, locos, probablemente", dijo Johnson. "Me he
alejado de ellos ahora, pero mi telémetro tenía al líder a
cincuenta y dos kilómetros. Supongo que eso pone su órbita
unos diez kilómetros por debajo de la nuestra."
Diez kilómetros no eran nada a velocidades orbitales, pero
el momento podría ser difícil. Si el Equipo Azul no lograba
transferirse a la órbita inferior a tiempo para interceptar a los
objetivos, tendrían que descender a una órbita aún más baja e
intentar alcanzarlos—o permanecer en una órbita más alta y
esperar a que los desnatadores de aire volviesen a pasar por
debajo de ellos de nuevo. Cualquiera de las dos maniobras
tardaría tiempo en ejecutarse, y no había forma de saber cuán
pronto la flota alienígena saldría de la órbita y huiría al
desliespacio.
Era ahora o nunca.
"Prepárense para la caminata espacial", dijo John. Como ya
llevaban una armadura sellada, todo el proceso consistía en
cambiar el suministro de aire a sus sistemas de respiración—
una tarea que la computadora de a bordo realizó para John de
forma automática. "Tomaré el primer desnatador. Kelly tiene el
segundo, Fred el tercero. Linda y el Sargento, ya saben qué
hacer."
Había una razón por la que Linda y Johnson estaban
armados con rifles de francotirador de conducción de masa M99
en lugar de los MA5C que todos los demás llevaban. Los M99
utilizaban tecnología de aceleración magnética para disparar
munición de tamaño inferior a una velocidad tan alta que las
balas creaban ondas de choque al pasar a través de sus
objetivos. Las balas podrían no ser capaces de perforar el
escudo de energía de un caza del Covenant, pero podían
penetrar treinta centímetros de armadura de titanio, y en el
vacío del espacio, su alcance estaba limitado sólo por la
precisión de la persona que disparaba. Habían sido incluidos en
la carga del equipo para desalentar cualquier hostigamiento por
parte de los Banshees y otras naves sin protección durante la
extracción, pero podían desempeñar el mismo papel en la
inserción de un ataque.
Tres LEDs de estado parpadearon en verde dentro del casco
de John, pero uno de ellos parpadeó en ámbar.
"Adelante, Linda."
"Los desnatadores de aire ya han desplegado sus cazas, así
que no habrá mucho tráfico en los hangares", dijo. El plan
original había requerido que John, Fred y Kelly simplemente
aparcaran sus Banshees en un hangar, luego dejaran sus Havoks
en la cabina y salieran a pie. Ahora que sus Banshees habían sido
desactivadas, eso no sería posible. "¿Cómo evitarás los escudos
de energía?"
John aún no había resuelto esa parte, pero Avery Johnson sí.
"No tendrás que hacerlo", dijo. "Los desnatadores siguen
retrayendo sus conos de recolección."
"¿Y qué?" Linda dijo.
John se dio cuenta de lo que Johnson estaba pensando. "Así
que es muy difícil aspirar gas con los escudos de energía
levantados." Se aseguró de que la abrazadera magnética que
sujetaba la Havok a su armadura trasera estaba bien sujeta, y
luego alcanzó la apertura manual del dosel. "Si podemos
interceptarlos antes de que aseguren los conos de recogida, no
necesitaremos abordar."
"Pan comido", dijo Fred. "Sólo interceptamos una
embarcación alienígena que viaja a veinticinco mil kilómetros
por hora, nos deslizamos a través de su pantalla de cazas,
aterrizamos en el casco el tiempo suficiente como para adherirle
un artefacto termonuclear, y nos alejamos antes de que el
artefacto detone."
"Técnicamente, no es necesario que te alejes", dijo Linda.
"Pero extrañaría tus ocurrencias, así que hazlo lo mejor que
puedas."
"Todo el mundo se va a alejar, ¿entendido?" John liberó su
arnés de estabilidad. "Salto en tres, dos—"
Tiró del desbloqueo manual. El dosel se abrió y la
descompresión lo sacó de la Banshee que giraba lentamente. Los
jets de maniobra de su propulsor comenzaron a dispararse
intermitentemente mientras su computadora de a bordo
trabajaba para estabilizar su tumbo. Sacó su rifle de asalto MA5C
de sus soportes magnéticos y se esforzó por orientarse, tratando
de mantener su mirada fija en la superficie gris de Etalan y
localizar las formas gordas de cigarros que Johnson había
descrito.
Al principio, todo lo que John veía eran Banshees
inutilizadas que pasaban a la deriva. No le cabía duda de que los
Elites del interior se sorprendían al ver a los Spartans saliendo
al espacio en medio de su formación. Pero hasta ahora ninguno
de ellos parecía estar abriendo sus propios doseles para ofrecer
batalla—lo que no era de extrañar. La mayoría de los pilotos no
estaban equipados para el combate con armas ligeras en cero G.
Una vez que su tumbo se estabilizó, John localizó un trío de
tubos púrpura, con la longitud de sus dedos, que se deslizaban
por la cara gris de Etalan. Tenían centros abultados, conos
visiblemente contraídos en la parte delantera y enjambres de
manchas de cazas que se arremolinaban a lo largo de toda su
longitud. Designó la nave líder como su objetivo. La
computadora de a bordo de la Mjolnir colocó un punto de
referencia en su HUD que apuntaba a un sitio justo por encima
del horizonte del planeta, y luego inició una quema de
propulsor.
"Líder Azul en el vector de intercepción del objetivo uno.
Tiempo estimado de llegada…"
John se detuvo mientras la computadora ponía la figura en
su HUD, y luego se sorprendió momentáneamente por lo que
vio—aparentemente, iba a requerir una maniobra de empuje
constante para alcanzar el desnatador de aire. Sólo esperaba
que la computadora dejara algo de propelente en reserva para
que pudiera acelerar después de colocar la Havok.
El punto de referencia subió un poco y el tiempo estimado
de llegada se ajustó al alza.
"Cinco minutos veinte", dijo John.
"Estaré a tus seis", reportó Avery Johnson. "A mil metros de
distancia."
"Negativo", dijo John. Sólo tenía dos francotiradores
disponibles en este momento, y quería que cubrieran a su
gente… no a él. "Ve con Fred o Kelly."
"Azul Dos y Tres tienen ángulos de intercepción más
cercanos", dijo Linda. "Seré capaz de cubrir a los dos durante la
mayor parte del camino."
"La mayoría no es suficiente", dijo John. No iba a arriesgarse
a perder a Fred o Kelly para estar cubierto. No cuando Sam había
muerto porque se había puesto delante de un perno de plasma
destinado a John. De ninguna manera. "Quiero a Azul Dos y Tres
cubiertos por separado."
"John, tienes que superar el complejo de héroe", dijo
Johnson. "La disposición de Azul Cuatro hace el mejor uso—"
"Sargento, estoy al mando del Equipo Azul", dijo John.
"Hagámoslo a mi manera."
"Casi desearía que pudiéramos", Johnson respondió. "Pero
estoy comprometido con este vector."
"¿Qué estás qué?"
"Puedes gritarme… pero más tarde, ¿de acuerdo?" Linda
dijo. "Tuve que tomar una decisión rápida, y eso fue lo que
decidí."
El canal del equipo se llenó de estática y el espacio se
iluminó de blanco cuando una Havok detonó detrás de ellos.
"Oh, sí", dijo Johnson. "Fuego en el hoyo. Dejé mi Havok en
la Banshee."
John no necesitaba preguntarle al Sargento de Estado
Mayor Johnson su razonamiento. Lo último que el Equipo Azul
quería era dejar testigos que pudieran describir sus técnicas de
infiltración—y la detonación ayudaría a cubrir las
aproximaciones de sus objetivos. Si un operador de sensor
perspicaz derrotara el recubrimiento ablativo de su armadura y
notara que algunos contactos se alejaban de la detonación, era
muy probable que se atribuyera a los escombros de la explosión
y no se investigara más a fondo.
John suspiró. Estaba empezando a acordarse de Crowther,
concentrándose en cuánto control tenía en vez de en hacer el
trabajo.
"Bien pensado, Sargento."
"Lo imaginé." El tono de Johnson era medio divertido y
medio irritado. "El viejo tiene algunos trucos bajo la manga."
A estas alturas, el líder de los desnatadores de aire estaba a
tan sólo una docena de kilómetros por detrás de John y a unos
cinco kilómetros por debajo de él, en una posición en la que
podía echarle un vistazo sin tener que girar el casco a su
alrededor. Se había hinchado hasta la longitud de su brazo, y
para él se parecía más a un cigarro preñado que a un cigarro con
mucho relleno. Su casco estaba forrado con bandas de luces
azules que ocasionalmente parecían retorcerse o parpadear
mientras un caza escolta pasaba por encima. Las propias naves
caza no eran más que motas, demasiado pequeñas para
identificarlas… y una indicación de lo masivo que era en
realidad el carguero de municiones.
El cono en su proa se había contraído hasta
aproximadamente la mitad de su diámetro anterior. Ahora
parecía que se deslizaba lentamente hacia el interior de la
propia embarcación. Aún más alarmante, la popa arrastraba un
tenue resplandor azul, una señal de que estaba encendiendo sus
reactores y preparándose para salir de la órbita.
El tiempo estimado de llegada del HUD de John le dio casi
tres minutos para interceptarlo. Observó el cono
cuidadosamente, tratando de averiguar qué tan pronto estaría
completamente retraído—ya que probablemente sería cuando
la enorme embarcación reactivara sus escudos de energía.
La construcción del cono parecía tan extraña como todo lo
demás sobre los alienígenas. Por lo que John podía ver, consistía
en ocho postes flexibles que ocasionalmente chispeaban y
crepitaban con energía cuando eran arrastrados hacia la proa
del desnatador de aire. Los paneles de gasa entre ellos parecían
arrugarse como tela en un momento y parpadear como luz al
siguiente, y desde el ángulo de John, no podía ver si se
desvanecían en la proa con los postes o si simplemente se
desvanecían en la nada.
El cono había disminuido a un cuarto de su longitud original
cuando las motas de los cazas comenzaron a derramarse por los
lados del desnatador de aire. Al principio, John temía que
regresaran al hangar para prepararse para romper la órbita.
Pero cuando una cuarta parte de ellos permaneció en posición
sobre la embarcación, se dio cuenta de que algo más estaba
sucediendo.
El misterio se resolvió unos momentos más tarde cuando un
par de siluetas en forma de campana aparecieron sobre las
nubes de ceniza de Etalan—los escoltas de la Punto de Fuga se
acercaban en una órbita retrógrada de baja altitud. Las dos
Razors estaban involucradas en operaciones de recuperación,
sacando a los Equipos Verde y Dorado de la órbita baja después
de sus ataques. Pero, por supuesto, el Covenant no lo sabría. Los
alienígenas asumirían que las dos naves se estaban preparando
para un ataque en su carguero de municiones. John no había
planeado que las operaciones de recuperación sirvieran de
distracción para el ataque del Equipo Azul, pero estaba
agradecido por cualquier ayuda que pudiera obtener.
Lanzas de luz comenzaron a correr de un lado a otro cuando
los dos lados abrieron fuego el uno contra el otro. Los ataques
humanos parecían venir de la nada, aunque John sabía que era
sólo una ilusión. Cada merodeador estaba siendo escoltado por
algunos de los Baselards de la Punto de Fuga, pero las naves caza
del UNSC eran demasiado pequeñas para ser visibles a una
distancia tan extrema.
Cuando el tiempo estimado de llegada del HUD de John llegó
a dos minutos y treinta y siete segundos, la computadora de a
bordo emitió un sonido de advertencia. Apagó su propulsor
principal y usó los jets de maniobra para girarlo, de modo que
estaba descendiendo hacia el punto de intercepción al revés.
Dos segundos más tarde, volvió a encender el propulsor
principal y lo disparó con fuerza, desacelerándolo en
preparación para sincronizar órbitas con su objetivo.
Ningún sistema de ocultación era perfecto, e incluso los
deflectores ablativos fijados a su propulsor no podían ocultar el
repentino calor de una explosión de triamino hidracina que
apuntaba directamente a un enemigo en alerta. En el siguiente
latido, un puñado de manchas de cazas salieron del pequeño
enjambre que mantenía su posición por encima del desnatador
de aire y se dirigieron hacia John.
Sólo había ocho de ellos. Pero cuando la única arma
antiaérea de un soldado era un rifle de asalto MA5C—y la acción
evasiva era imposible porque estaba en un vector de
intercepción que no podía ser variado—eran ocho cazas de más.
"Sargento, ¿está viendo esto?"
"Claro que sí", dijo Johnson. "¿Quieres que haga algo al
respecto? ¿O preferirías manejarlo por tu cuenta?"
Las preguntas señaladas fueron obviamente un
recordatorio del intento de John de anular la decisión de Linda
de hacer que Johnson lo cubriera, pero el astuto sargento no era
de los que se restregaban en un error sin ninguna razón. Estaba
tratando de enseñarle a John una lección que no olvidaría—y a
John no le habría importado tanto, si no fuera por el infierno que
se le iba a desatar.
"Sólo dales algo de qué preocuparse", dijo John. No pudo
evitar pensar que Fred o Kelly podrían estar enfrentando la
misma situación en este momento—sin apoyo—pero no había
nada que hacer al respecto, excepto confiar en el juicio de Linda.
"¿Puedes decirme qué clase de cazas son?"
"Banshees", dijo Johnson. "Los Seraphs fueron tras los
merodeadores."
"Eso es algo, supongo." Los cazas Banshee eran más
pequeños, estaban ligeramente armados y eran mucho menos
resistentes que los Seraphs—principalmente porque los
Seraphs tenían un escudo de energía. "¿Todos ellos?"
"Todos los que puedo ver a través de esta mira", contestó
Johnson. "Disparando por encima de ti. Sin movimientos
bruscos, Líder Azul."
"No hay problema."
Los movimientos repentinos podrían ser catastróficos
durante una maniobra activa del propulsor, ya que podrían
desplazar el centro de gravedad del viajero y enviarlo en espiral
fuera de control a medida que su boquilla del propulsor
apuntaba en diferentes direcciones. Si eso ocurriera, su
computadora de a bordo tomaría el control y volvería a
controlar su vuelco en unos pocos segundos—pero para
entonces, John estaría fuera del vector y sería completamente
incapaz de interceptar al objetivo.
Continuó observando entre sus pies mientras se acercaban
las Banshees. Estaban viniendo directamente hacia él ahora. Sus
brillantes emisiones les hacían parecer ocho aureolas del
tamaño de una cabeza de alfiler que se elevaban bajo sus pies.
El escape de su propulsor era oscuro pero caliente, y creaba
ondas de distorsión que hacían que los halos parecieran saltar y
rebotar a medida que se acercaban.
Uno de los halos se desvió, ya sea golpeado por el fuego del
M99 o reaccionando a él; luego se curvó y descendió hacia el
desnatador de aire. No parecía posible que Johnson hubiera
golpeado la nave a un alcance que probablemente superaba los
cincuenta kilómetros, pero no vio otra explicación para la
repentina partida de la Banshee.
"¿Lo conseguiste?"
"¿Desde aquí hasta el final? Estoy bien, pero no—" Johnson
se cortó cuando las Banshees abrieron fuego, escondiendo sus
halos detrás de un cegador chorro de pernos de plasma. "¡John,
aborta!"
"Negativo." Los pernos de plasma del Covenant comenzaron
a pasar por todos lados, pero no muy de cerca. Seguía siendo un
objetivo pequeño, y el enemigo aún estaba muy lejos. "Sigue
disparando."
El aluvión de plasma continuó intensificándose, y John
perdió de vista al enemigo detrás de lo que se había convertido
en una columna de fuego blanco que hervía a su alrededor.
Comprobó su tiempo estimado de llegada y se dio cuenta de que
nunca sobreviviría los dos minutos que le llevaría sincronizar
órbitas, y mucho menos el tiempo que le llevaría realizar una
maniobra de proximidad y aterrizar en el casco del desnatador
de aire. Eventualmente, el alcance descendería hasta el punto en
que los cañones de plasma de las Banshees se volvieran
precisos. Por supuesto, el objetivo de Johnson con su M99
también se haría más preciso, pero todavía había siete Banshees
y sólo un Johnson.
Con la esperanza de oscurecer algunos de los sensores de
puntería del enemigo, John vació el lanzagranadas del MA5C. el
aluvión de plasma se detuvo por un momento, y luego se
reintensificó rápidamente cuando las Banshee recuperaron la
señal de calor de su propulsor.
En respuesta, John apagó el paquete de propulsión y el
punto de referencia de su HUD comenzó a desviarse mientras la
computadora de a bordo luchaba por calcular un nuevo vector
de sincronización. Pero John no necesitaba sincronizar órbitas;
sólo necesitaba interceptar el desnatador de aire durante un
segundo. Disparó un jet de maniobra, girando alrededor de sí
mismo, de modo que su propulsor principal ya no apuntaba
hacia las Banshees que se acercaban, y la fuente de fuego de
plasma que se acercaba rápidamente se hizo más difusa a
medida que perdían los datos de su objetivo.
John respiró un poco más aliviado, y luego sintió el impulso
de un jet de maniobra cuando su computadora de a bordo lo
puso en un nuevo curso de interceptación. El tiempo estimado
de llegada en su HUD había bajado cuarenta segundos, y se
encontró con menos de un minuto antes del impacto.
"John, te he perdido", dijo Johnson. "¿Estás—?"
"¡Sigue disparando!" John abrió el panel de control de la
Havok y comprobó su nuevo tiempo estimado de llegada—
cincuenta segundos—y luego introdujo un retardo de treinta
segundos. Puso el gatillo en automático, pero no inició la cuenta
atrás. "Y establece un vector de evasión. En unos cuarenta
segundos, no querrás estar a menos de cinco kilómetros de ese
desnatador."
"¿John?" El tono de Johnson era de preocupación. "John,
¿qué demonios estás haciendo?"
John mantuvo la mirada en su lectura del tiempo estimado
de llegada. No podía permitirse el lujo de arruinar el momento.
Treinta y seis segundos.
"Hijo, escúchame", dijo Johnson. "No seas un maldito héroe."
John realmente deseaba que el sargento de estado mayor se
callara para poder concentrarse.
La lectura del tiempo estimado de llegada llegó a treinta y
un segundos. Inició la cuenta atrás de la Havok y sintió una
emoción de satisfacción cuando destellaron treinta en el mismo
instante que su lectura de tiempo estimado de llegada.
Debajo de él, el desnatador de aire se había hinchado hasta
el tamaño de una ATV Mongoose. Las paletas de gasa que tenía
enfrente se habían replegado tanto en la proa de la embarcación
que parecían más una taza que un cono, y el hinchado casco
ondulaba como una bolsa de lados redondeados llena de líquido.
Un kilómetro o dos por encima del casco, John podía ver las
figuras en forma de lágrimas de los cazas de escolta que
quedaban barriendo en un patrón de búsqueda cada vez más
amplio. Claramente se les había advertido que esperaran su
llegada. Si pudieran verlo desde su posición, podría parecer un
pequeño insecto cayendo en la boca abierta de un pez enorme—
excepto que, para cuando el pez llegara a él, ya estaría muy lejos
de él y en su lugar habría una sorpresa.
John separó la Havok de su montura magnética y la dejó
flotar libremente. El dispositivo estaba en el mismo vector de
interceptación que él, así que incluso si los cazas enemigos lo
eliminaban, la Havok probablemente destruiría el objetivo.
John verificó el tiempo estimado de llegada de su HUD. De
hecho, casi podía garantizarlo.
"¡Maldita sea, contéstame, John!"
"Estoy aquí, Sargento." John activó su propulsor primario y
disparó más allá del desnatador de aire, apenas siete kilómetros
por encima de su casco dorsal. "Pero, Sargento, con todo
respeto, tiene que dejar de tratarme como a un niño." Lo que sea
que Johnson contestó, se perdió por la explosión de estática.
El espacio destelló de blanco por todas partes menos
delante de John, y su HUD mostró que la temperatura de la
carcasa de la armadura Mjolnir subía muy por encima del nivel
de peligro.
Sin embargo, las prioridades. Mientras su HUD siguiera
funcionando, él seguiría vivo.
CAPÍTULO 21

Novena Era de la Reclamación, Primer Anual, Segundo Mes


34º Ciclo, 208 Unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flota de Obediencia Inexorable, Carguero de Asalto
Masacre Piadosa
Órbita Ecuatorial Media, Planeta Borodan, Sistema Kyril

Nizat 'Kvarosee no esperaba que la atmósfera del planeta se


incendiara cuando ordenó ataques masivos de plasma en la
capital, pero el resultado—un manto de llamas que se había
extendido por todo un mundo—no le causó horror ni
remordimiento. Los defensores humanos habían detenido su
avance con su obstinada resistencia, acosando a la Flota de
Obediencia Inexorable durante cinco de los días de Borodan,
destruyendo cinco de sus cruceros y todas las estaciones
orbitales de construcción naval que había esperado capturar
para el uso de su propia flotilla. Aún más enfurecedor, habían
usado la batalla para mantener su atención mientras una fuerza
más pequeña se escabullía para diezmar el convoy de
suministros que había dejado en el lugar de su última victoria,
el mundo E'gini, al que los humanos llamaban Etalan. No es de
extrañar que cuando Nizat miraba hacia abajo sobre el terror y
el sufrimiento que su palabra estaba imponiendo en el mundo
que estaba a sus pies, no sintió nada más que satisfacción. Los
humanos habían detenido su avance de forma ignominiosa, y lo
habían avergonzado ante los ojos de los Profetas. Ahora no
podía matarlos lo suficientemente rápido.
No se le escapó a Nizat que su camino en el Gran Viaje
parecía oscurecerse a cada paso, pero había algunas cosas que
incluso un maestro de flota Sangheili no podía cambiar. Su
camino había sido elegido para él por los mismos Jerarcas, y no
podía apartarse de él sin renunciar a la posibilidad de su propia
trascendencia divina.
"Esta vez te has superado a ti mismo."
El Ministro Menor de Inspección de Artefactos estaba
flotando junto a Nizat, su cuello de serpiente completamente
extendido mientras observaba el toro destrozado de una
estación de construcción naval humana pasar a la deriva en
órbita ecuatorial baja. El casco de la estación, muy perforado,
seguía siendo blanco debido a la disipación de calor, y su
rotación era un giro asimétrico que pronto la haría girar en
espiral hacia las nubes de llamas que se encontraban debajo.
"Informaré a los Jerarcas de tu eficiencia la próxima vez que
visite Gran Caridad."
Gran Caridad era la estación espacial del tamaño de una
luna que servía como la capital sagrada del Covenant. Nizat
dudaba de que Inspección regresase pronto allí—o que el
San'Shyuum le mencionase alguna vez a los Jerarcas en
términos que no fuesen vagamente despectivos y auto
engrandecidos—pero apretó sus mandíbulas en señal de
reconocimiento.
"Me honra su pensamiento, Su Eminencia."
Inspección sacudió una mano de tres dígitos. "No te
preocupes", dijo. "Pero me pregunto qué tan sabio es continuar
la limpieza de este planeta con nuestro suministro de gas
portador tan bajo. ¿Cuántos sobrevivientes puede haber,
cuando el aire mismo está en llamas?"
"La tormenta de fuego parece más temible de lo que es",
explicó Nizat. "Si no seguimos alimentándola con más plasma, se
extinguirá a sí misma. Y las llamas por sí solas no son lo
suficientemente calientes como para fundir el suelo. Sin el
bombardeo, todavía habrá tierra fértil y cimientos que pueden
ser usados para reconstruir."
"Perdóname si me equivoco", dijo una voz detrás de ellos,
"pero creo que el Ministro Menor está preocupado por un
contraataque humano."
Nizat se giró para ver a Tel 'Szatulai deslizándose en la
ampolla de observación tan silenciosamente como una
respiración—al menos, asumió que era 'Szatulai. Como siempre,
la primera espada estaba recubierto con la armadura color
índigo de los Sombra Silenciosa, con casco cerrado y una
ausencia total de emblemas identificativos. A pocos pasos detrás
de él, el avergonzado capataz de Nizat, Tam 'Lakosee, se
apresuraba a alcanzarlo.
Nizat envió a 'Lakosee fuera con un movimiento, luego fijó
su mirada en 'Szatulai y se tomó un momento para tragarse su
ira. Estaba furioso con la primera espada por permitir que parte
de la fuerza de los merodeadores humanos se escabullera antes
y devastara su tren logístico en E'gini. Sólo habían sobrevivido
las naves agrícolas y un par de naves médicas, que habían
permanecido varadas allí durante cinco de los días de los
humanos, esperando a salir de la órbita hasta que se pudiera
organizar un convoy debidamente protegido.
Pero Nizat también reconoció cómo las fuentes de
inteligencia de 'Szatulai lo habían salvado—y tal vez evitado la
destrucción de toda la Flota de Obediencia Inexorable. Si los
espías de la primera espada no les hubieran advertido sobre la
estrategia de abordaje humano, los maestros de nave de Nizat
habrían enviado a sus cazas a atacar a la flota enemiga en lugar
de mantenerlos en escolta, y los merodeadores humanos
habrían podido desplegar a sus grupos de abordaje
prácticamente sin oposición.
Nizat dejó que sus ojos se entrecerraran, y finalmente
preguntó, "¿Están justificadas las preocupaciones del Ministro
Menor? ¿Debería esperar un contraataque?"
"¿Por qué confiarías en su respuesta?" Mientras Inspección
hablaba, se esforzó por mantener su silla antigravedad girada
hacia el frente de la ampolla. "La guía del Esgrimidor sólo ha
demostrado ser incorrecta."
'Szatulai se detuvo junto a la silla del San'Shyuum e inclinó
su casco hacia un lado, como si estuviera mirando fijamente la
parte superior de la cabeza del Ministro Menor. Fue un gesto
que hizo que Nizat se preguntara si a un miembro de los Sombra
Silenciosa se le había ordenado alguna vez ejecutar a un
San'Shyuum—y si 'Szatulai aceptaría tal orden de Nizat.
Era un pensamiento peligroso de entretener—incluso como
una fantasía. Los Sombra Silenciosa vivían bajo un código que
solo ellos conocían, pero Nizat sospechaba que eso incluiría
eliminar a cualquiera que representase un peligro para
cualquier miembro de la casta de liderazgo San'Shyuum del
Covenant.
Después de librarse de un impulso tan blasfemo, Nizat se
volvió para enfrentarse a Inspección. "Sin la inteligencia
suministrada por la Primera Espada 'Szatulai, podríamos haber
perdido cincuenta naves en vez de cinco."
"Pero su misión es matar a los llamados Spartans", dijo
Inspección, ahora aparentemente ajeno a la amenaza de un
contraataque que había mencionado apenas una docena de
veces antes. "Si realmente existen. Estoy empezando a
sospechar que son fantasmas creados para asustarnos."
"Son reales", dijo 'Szatulai.
"¿Entonces has matado a uno?" El tono de Inspección
sugirió que él ya sabía la respuesta. "¿Has proporcionado un
cuerpo para que el Ministro de los Infieles lo contemple?"
"No", dijo 'Szatulai. "Pero hemos aprendido sus nombres—
al menos, los nombres de doce asignados a lo que ellos designan
como Fuerza de Tarea Yama."
Nizat no había oído esto antes—quizás se trataba de la
noticia que 'Szatulai había venido a informar. "¿Cómo?"
"De los Trajes Negros que capturamos a bordo de la Llama
Purificadora", dijo 'Szatulai. "Castor y Orsun han estado
haciendo progresos."
Inspección hizo girar su silla. "¿Permitiste que los Jiralhanae
interrogaran a los prisioneros? ¿Eres tan estúpido?"
'Szatulai inclinó su casco hacia el Ministro Menor y no habló.
"¿A cuántos han matado?"
'Szatulai ignoró a Inspección y se volvió hacia Nizat. "Los
Trajes Negros se llaman a sí mismos 'Dagas Negras'. Son parte
de una fuerza militar a la que los humanos se refieren como
Soldados de Choque de Descenso Orbital, aunque este batallón
se especializa en el asalto espacial. Han sido tan bien entrenados
para resistir los interrogatorios que hasta los derretidores de
mentes fracasaron."
"¿Pero tus jefes de batalla tuvieron éxito?" Preguntó Nizat.
"Los Jiralhanae tienen un juego llamado 'lanzadores'", dijo
'Szatulai. "Y a los humanos no les gusta ver cómo les arrancan
los miembros a sus compañeros. Hay algunos que revelan
cualquier cosa a cambio de ayudar a un compañero
discapacitado a comer, beber y evacuar por un día."
"Eso es un comienzo", dijo Nizat. "Pero si eso es todo lo que
has aprendido hasta ahora, puedes quedarte sin prisioneros
antes de que revelen algo útil."
"Ya se nos acabaron."
"¿Y esperas que el maestro de flota sacrifique más naves en
un intento de capturar nuevos prisioneros?" Inspección miró a
Nizat, una invitación en sus bulbosos ojos que hizo que el
maestro de flota quisiera sacárselos con sus pulgares. "Tendrás
suficiente para responder en Gran Caridad tal como está."
Un extraño sonido, quizás algún tipo de diversión, vino de
dentro del casco de 'Szatulai. "No hay necesidad de sacrificar
naves a propósito. Sin duda perderemos a algunas en la batalla…
y habrá muchas oportunidades de tomar más prisioneros."
"Eso suena… desafortunado", dijo Nizat.
"Ha sido un error juzgar a los humanos por sus
embarcaciones", dijo 'Szatulai. "Si no pueden luchar contra
nosotros en nuestros términos, entonces están decididos a
luchar contra nosotros en los suyos."
"Suenan como seguidores de los Sombra Silenciosa." El tono
de Inspección sugería que no estaba ofreciendo un cumplido.
Miró a Nizat de reojo. "Eso puede dificultar que el maestro de
flota explique sus fracasos a los Jerarcas."
"Si la tarea fuera simple, no se la habría asignado al Sombra
Silenciosa", dijo Nizat. Claramente, Inspección estaba tratando
de atraerlo a algún tipo de culpabilidad—y Nizat no tenía
intención de participar. "Estamos librando una guerra aquí
afuera, no maniobrando para conseguir un asiento en el Alto
Consejo."
Inspección se sacudió en su silla antigravedad y miró a Nizat
con un temblor de garganta. "Ya veo…", dijo. "Esto no va a
terminar bien—no para ti."
"Sin embargo, oiré el informe del Esgrimidor", dijo Nizat.
"Sin interrupciones."
Los ojos de Inspección se entrecerraron. "Como lo solicites."
Nizat se volvió hacia 'Szatulai. "Cuéntame el resto."
"Todo lo que aprendimos de los prisioneros, ya lo he dicho."
'Szatulai miró hacia Inspección. "Pero los traidores humanos
han confirmado lo que suponíamos—los ataques a la Flota de
Obediencia Inexorable aquí estaban destinados a distraernos
mientras los Spartans destruían nuestro tren logístico en
E'gini."
"¿No dije eso?" preguntó Inspección.
"Todos dijimos eso—después del hecho." Nizat miró hacia
atrás, hacia 'Szatulai. "¿Por qué los traidores no nos avisaron de
antemano?"
"Afirman que su espía fue engañado—que se le dijo que los
Spartans estaban retenidos aquí en el sistema Kolaqoa", dijo
'Szatulai. "Dicen que no supo la verdad hasta que la Fuerza de
Tarea Yama se reunió con el destacamento Spartan."
"¿Y no te crees esta historia?" Preguntó Nizat.
"Los traidores nos están usando para librarse de los
Spartans", contestó 'Szatulai. "Todo lo que he visto me dice que
es así."
"¿Y aun así?"
"Y, aun así, esta es la segunda vez que creer en la historia de
los traidores ha traído la catástrofe", dijo 'Szatulai. "Los
humanos pueden ser aún más astutos de lo que creemos."
"O saben que su fuerza de tarea tiene un espía", dijo
Inspección. "Y han estado usando a ese humano para llevarnos
a trampas."
'Szatulai se detuvo y dijo, "Parece posible."
"Parece seguro", insistió Inspección. "¿Dónde está la Fuerza
de Tarea Yama ahora?"
"Es desconocido", dijo 'Szatulai. "El espía informó del
encuentro, pero los traidores no han sabido nada de él desde
entonces."
Una onda recorrió el largo cuello de Inspección, y se volvió
hacia Nizat. "Detén la limpieza de inmediato. Necesitamos
conservar nuestro plasma."
Nizat comprendió el repentino temor de Inspección—que
los humanos estaban a punto de atacar a la Flota de Obediencia
Inexorable cuando estaba baja en municiones—pero lo que el
San'Shyuum sabía sobre la guerra de flotas cabría en el fondo de
su garganta.
"Hacer eso revelaría nuestra dependencia de las naves
ampolla", dijo Nizat. "Los humanos sabrían que estamos bajos
de gas portador y que es más probable que ataquemos con
fuerza. Es mejor hacerles creer que nuestros suministros siguen
siendo suficientes."
"Hasta que la limpieza se detenga porque te has quedado sin
nada", contestó Inspección.
"Eso no sucederá", dijo Nizat. "He pedido una nueva flotilla
logística. Ya está en E'gini, reuniendo las naves que
sobrevivieron al ataque de los Spartans. Se unirán a nosotros
aquí en cincuenta unidades."
"¿Qué?" 'Szatulai estaba horrorizado.
Nizat inclinó la cabeza hacia un lado. "Cincuenta unidades",
repitió. "Los humanos nunca sabrán que tenemos poco gas
portador."
"Porque no están en el sistema Kolaqoa", dijo 'Szatulai. "¿La
nueva flotilla logística se detuvo en E'gini?"
"¿No dije eso?" Preguntó Nizat. Los Sombra Silenciosa no se
asustaban fácilmente, por lo que le preocupaba lo que
escuchaba en la voz de 'Szatulai. "¿Cuál es tu miedo?"
'Szatulai miró hacia abajo y dudó, lo que indicaba
claramente que no estaba ansioso por responder. Pero los
Sombra Silenciosa se enorgullecían de su integridad y coraje, y
su código de honor exigía la misma conducta tanto si estaban en
el campo de batalla como en presencia de un superior. Levantó
el casco de nuevo.
"Le ruego me perdone, maestro de flota, pero no creía que
esto fuera importante hasta ahora." Mientras hablaba, 'Szatulai
se cuidó de no mirar en la dirección de Inspección—aunque, por
supuesto, eso sólo hizo que el San'Shyuum inclinara su silla
hacia delante y prestara más atención. "Envié una banda de
demolición para encontrar y destruir los restos que perdimos
en Seoba. Desafortunadamente, no fueron el primer grupo en
llegar."
Nizat sintió que se formaba un hueco entre sus corazones.
"¿Qué obtuvieron los humanos?"
"Por lo que podemos decir, sólo un puñado de cosas", dijo
'Szatulai. "Pero después de escuchar sobre la flotilla logística
que llamaste a E'gini, lo que más me preocupa es el kelguid del
puente de la Silencio Digno."
Nizat siseó en un suspiro. Un lector informado podría
utilizar un kelguid—el mapa estelar interactivo que los
navegantes del Covenant utilizaban para trazar viajes a través
del desliespacio—para poner al descubierto la red de
suministro de la Flota de Obediencia Inexorable e identificar sus
nodos de apoyo críticos.
"¿Estás seguro de que lo tienen?"
"Las monturas del suelo habían sido cortadas
cuidadosamente", dijo 'Szatulai. "Ellos lo tienen."
"Eso no significa que puedan operarlo", dijo Nizat. "Un
kelguid es un dispositivo complicado, mucho más allá de sus
capacidades tecnológicas."
"Tampoco creímos que serían capaces de pilotar Banshees",
dijo 'Szatulai. "Ni siquiera sabíamos que habían capturado
alguna."
"¡¿Qué están diciendo, idiotas?!" Inspección casi gritó. "¿Se
están preparando para atacar Gran Caridad?"
"No Gran Caridad", dijo 'Szatulai. "Zhoist. Eso tendría más
sentido para los humanos."
"Tienes un mal historial en cuanto a predecir lo que harán
los humanos", dijo Inspección. "No tenemos más remedio que
volver a Gran Caridad de inmediato. Necesitarán la Flota de
Obediencia Inexorable para ayudar en su defensa."
"¿Y dejar a Zhoist solo?" Nizat abrió sus mandíbulas, y luego
las volvió a cerrar. "Gran Caridad tiene una flota que es una
docena de veces más grande que la nuestra. Zhoist sólo tiene
una flotilla de respuesta rápida a la cual le sería difícil detener
un ataque humano."
"¿No has aprendido nada de tus derrotas?" Inspección
estaba furioso, su voz temblando de rabia. "Cada vez que piensas
que los humanos están haciendo una cosa, ¡hacen otra!
"¡Debemos ir en defensa de Gran Caridad, aunque sólo sea
porque crees que los humanos irán a Zhoist!"
"Su Eminencia", dijo 'Szatulai, "¿por qué atacarían los
humanos a Gran Caridad? Si saben algo de ella, también saben
que no encontrarán nada más que la muerte."
"¡¿Qué le importa la muerte a una especie condenada?¡" La
voz de Inspección era de pánico, aunque Nizat estaba seguro de
que tenía menos que ver con la seguridad de Gran Caridad que
con que Inspección perdiera la oportunidad de presentarse ante
los Jerarcas como el salvador de la ciudad sagrada. "¡Los
humanos irán a Gran Caridad porque pronto perecerán y
tendrán sed de venganza!"
'Szatulai alzó su casco hacia el techo, y Nizat pensó que
quizás averiguaría después de todo si un miembro de los
Sombra Silenciosa se atrevería a matar a un San'Shyuum. Una
parte de él esperaba que eso fuera cierto, y que no se alejaría
demasiado de su propio camino oscuro si se ofrecía a ocultar la
blasfemia.
Pero cuando 'Szatulai volvió a bajar la mirada, sus manos
enguantadas permanecieron a sus lados, y se dirigió a Nizat por
encima de la cabeza del San'Shyuum.
"Los humanos no tienen sed de venganza, porque se niegan
a creer que están condenados", dijo. "Ellos irán a Zhoist porque
atacar nuestra cadena de suministro les da tiempo para
estudiarnos y aprender nuestras debilidades, tiempo para
desarrollar armas que sean iguales a las nuestras."
"¿Armas iguales a las del Covenant?" Inspección se
estremeció de incredulidad. "Imposible."
'Szatulai se volvió hacia el San'Shyuum. "Sería una tontería
subestimarlos, Ministro Menor", dijo. "Nuestros espías humanos
adquirieron los esquemas de la armadura potenciada que ayuda
a hacer a los Spartans tan feroces. Es impresionante, incluso
para nuestros estándares."
"¿Has examinado estos esquemas tú mismo?" Inspección
exigió. "Eso podría considerarse blasfemia. Me los entregarás de
inmediato."
"A la primera oportunidad, Su Eminencia." 'Szatulai habló
en un tono indiferente que sugería que la primera oportunidad
no llegaría pronto, y luego se volvió hacia Nizat. "Como dije,
Maestro de Flota, debemos encontrarnos con ellos en Zhoist."
Nizat levantó la cabeza para indicar que estaba de acuerdo,
luego lo pensó mejor y bajó la mirada hacia el San'Shyuum. "Es
una pena que los humanos no sean tan sabios como Su
Eminencia", dijo. "Pero confío en el juicio de 'Szatulai en esto.
Los humanos no son lo suficientemente inteligentes para saber
que sus días están contados."
CAPÍTULO 22

0626 horas, 31 de marzo de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Espacio Profundo, Punto de Encuentro Sierra-Yama,
Sector Polona

Para Catherine Halsey, la imagen holográfica sobre el


holograma estelar capturado se asemejaba a una cena a medio
comer de espaguetis y albóndigas que acababa de entrar en cero
G y que flotaba fuera del plato. En este caso, el plato era un disco
plateado que estaba encima del gabinete cilíndrico de equipos a
la altura de la cintura que Yama había recuperado de la fragata
del Covenant que los Spartans habían derribado en Seoba.
Las "albóndigas" representaban pozos de gravedad de
varios tamaños, y los "espaguetis" representaban la curvatura
del espacio-tiempo a su alrededor. A veces, los espaguetis se
doblaban tan fuertemente que se tocaban a sí mismos en algún
punto de la hebra, creando puntos de conexión que podían ser
utilizados como nodos de tránsito por una embarcación con
capacidad desliespacial.
Con un poco de suerte y mucho trabajo duro, Catherine
esperaba usar el holograma estelar para rastrear las rutas
desliespaciales del Covenant hasta el depósito de suministros
primario que servía a su flota de invasión. Ya había identificado
más de veinte nodos de tránsito que se abrían cerca de los pozos
de gravedad que creía que eran Harvest, Netherop y Etalan—
todos planetas que el Covenant había atacado y vitrificado. Pero
sólo cuatro nodos estaban también cerca de otros nodos que
creaban una ruta desliespacial hacia el espacio del Covenant—
o, mirándolo de otra manera, fuera del espacio controlado por
los humanos.
Dado que se necesitaron cinco días para que llegara un
nuevo convoy de suministros después de que sus Spartans
destruyeran el de Etalan, asumió que el depósito de suministros
del Covenant tenía que estar situado en algún lugar entre la
mitad y las tres cuartas partes de esa distancia a sus velocidades
de desplazamiento en el desliespacio, que parecían ser varias
veces más rápidas que las velocidades de los seres humanos.
Incluso si el mensaje que llamaba a la flota de reemplazo hubiera
viajado más rápido de lo que podían hacerlo sus naves, aún
necesitaría algo de tiempo para atravesar distancias tan
grandes.
Desafortunadamente, no había pozos de gravedad dentro
de ese rango en su corta lista de rutas probables hacia el espacio
del Covenant. Claramente, ella estaba haciendo una suposición
incorrecta a lo largo del proceso.
Sin apartar la mirada del holograma estelar, dijo, "Déjà,
¿cuán segura estás del tamaño de la base de logística necesaria
para mantener la flota del Covenant? No veo ningún mundo a su
alcance."
Hubo una pausa y un sonido de chasquido inusual, y
entonces la inteligencia artificial limitada creada para ayudar a
Catherine con el programa SPARTAN-II respondió. "Los cálculos
son correctos, Dra. Halsey. La cantidad de recursos necesarios
para apoyar y mantener la flota enemiga es inmensa. La única
manera factible de reunirlos es desde un depósito abastecido
por un planeta habitable—y debido a la logística que implica
mover tan grandes cantidades de carga, la eficiencia dicta que
sea un solo planeta habitable. Recolectar suministros de dos
lugares, incluso en el mismo sistema estelar, crearía
ineficiencias que inevitablemente resultarían en retrasos
significativos en el envío."
"Entonces, ¿dónde está este planeta?"
Catherine hizo un gesto con la mano hacia el holograma
estelar y sintió un frío cosquilleo. Sorprendida por la sensación,
rápidamente se dio cuenta de que meter la mano en un campo
de proyección alienígena podría no ser saludable, y la quitó.
Había muchas cosas que ella no sabía sobre la tecnología del
Covenant, y eso se hacía más evidente cada vez que usaba el
holograma estelar. Capturarlo intacto había sido el tipo de golpe
de suerte que podría cambiar el curso de la guerra—y,
desafortunadamente, el tipo de golpe de suerte que era
improbable que ocurriera dos veces. Tenía que aprovechar al
máximo la oportunidad y averiguar cómo encontrar el planeta
depósito.
Se volvió hacia la plataforma de proyección de Déjà. La IA se
presentaba como una diosa griega de pelo castaño y ojos
castaños en forma de almendra.
"Los mundos habitables crean pozos de gravedad",
continuó Catherine, "y no hay ninguno—no dentro de los cuatro
días de los nodos de tránsito más probables."
"Pero hay un mundo habitable a cinco días del Nodo de
Tránsito Bhadra." Déjà hizo el sonido de chasquido de nuevo,
luego se detuvo por una décima de segundo antes de continuar,
"Tal vez no son mis cálculos los que están equivocados, sino tu
suposición."
"¿Estás sugiriendo que el Covenant tiene comunicaciones
interestelares instantáneas?"
Déjà extendió sus manos y chasqueó. "Estoy sugiriendo que
el Covenant tiene una gran cantidad… chasqueó… de tecnología
que no… chasqueó… entendemos."
Catherine ya entendía la causa de las pausas erráticas de
Déjà. Ella las había rastreado hasta un sofisticado minero de
datos, que Héctor Nyeto o uno de sus agentes habían insertado
en la computadora de su laboratorio en cuarentena. Lo
soportaba no sólo porque ya había conseguido robar sus datos
más protegidos, sino porque Catherine no quería que Nyeto se
diera cuenta de que estaba tras él hasta que decidiera que su
utilidad había llegado a su fin.
Se volvió hacia el holograma estelar y empezó a estudiar las
rutas probables hacia el espacio del Covenant, buscando otras
con un mundo en el rango de cinco días. Dos tenían pozos del
tamaño de un planeta a seis días de Etalan, pero el pozo
gravitatorio en el Nodo de Tránsito Bhadra era el único a cinco
días.
"Muy bien, Déjà", dijo Catherine. "Tu teoría es la única que
encaja con los hechos. Asumiremos que el Covenant tiene
comunicaciones interestelares instantáneas—y visitaremos
primero el Nodo de Tránsito Bhadra."
"Una magnífica elección, Dra. Halsey." Déjà se desvaneció en
su tableta de proyección, diciendo, "Y ahora creo que debo irme.
Su caballero ha llegado."
"Ya era hora."
Catherine desactivó el holograma estelar, luego fue a un
espejo y pasó sus dedos por su cabello negro. A pesar de ser la
madre de una niña de un año llamada Miranda—una hija que
ocupaba todos sus pensamientos no laborales, que merecía
crecer en un planeta que no había sido vitrificado por el
Covenant—todavía presentaba una figura llamativa y no creía
que le costara mucho trabajo convencer a su interlocutor para
que la acompañara a los compartimentos de su habitación
privada. Ella fue a la puerta, luego pasó el pulgar por el panel de
control y sonrió con una gran sonrisa.
"Coronel Crowther, qué placer."
El coronel estaba en el umbral con un uniforme de trabajo
arrugado. Su cara desgastada parecía confundida y cansada.
"¿Su mensaje decía que quería verme en cuanto terminara el
encuentro? ¿Para un… asunto personal?"
"Así es", dijo Catherine. Sabiendo que era casi seguro que
Héctor Nyeto o uno de sus espías subordinados la estaban
vigilando, agarró a Crowther por el codo y lo llevó al laboratorio.
Entonces ella enganchó su brazo a través del de él y comenzó a
cruzar la cubierta hacia sus compartimentos privados. "No
podía esperar otra hora para que estuviéramos solos."
Crowther parecía confundido, pero trató de seguirle el
juego. "Ya veo."
"Eso espero", dijo Catherine. Llegaron a la entrada de sus
compartimentos privados. Colocó el pulgar sobre el lector
biométrico y miró fijamente al escáner de retina, y la puerta se
deslizó hacia un lado. "No es fácil para mí, sabes."
"Me imagino que no." Crowther estaba siendo un buen
jugador, pero Catherine pudo ver que estaba un poco nervioso
por lo apretada que estaba presionando su flanco contra el suyo.
Después de todo, no tenía una forma segura de advertirle sobre
sus intenciones. "Aún eres una mujer joven. No puedo entender
lo que ves en un hombre de mi edad."
"Experiencia." Catherine lo empujó a través de la puerta
hacia el área de su pequeña cocina. "Realmente sabes cómo
manejarte en un aprieto."
"Bueno, yo soy de la infantería." Crowther estaba justo
dentro del umbral, observando el compartimiento como si
estuviese buscando francotiradores. "Tú también eres muy
apta."
Halsey le mostró una cálida sonrisa. "Vaya, gracias,
Marmon."
Puso un pulgar en el panel de control y esperó hasta que la
puerta se cerró, luego soltó el brazo de Crowther y le señaló con
el dedo hacia un taburete en el mostrador de desayunos.
"Es seguro hablar aquí", dijo. "Busco dispositivos de
escucha a escondidas tres veces al día. Ha estado limpio hasta
ahora."
Crowther tomó el taburete y continuó estudiando el
compartimiento en silencio.
"Puedo ofrecerte agua." Catherine empezaba a preguntarse
si había elegido al hombre adecuado para este trabajo.
"¿Caliente o fría?"
"Fría estaría bien." Crowther sonrió y casi parecía aliviado.
"Me siento un poco sonrojado."
Catherine le devolvió la sonrisa. "Lo siento por el
espectáculo, Coronel", dijo ella. "Pero tenemos que hablar de
cómo vamos a manejar a Héctor Nyeto antes de que intente
matar a mis Spartans otra vez."
CAPÍTULO 23

0458 horas, 14 de abril de 2526 (calendario militar)


Crucero Furtivo Punto de Fuga de la clase Point Blank
del UNSC
Espacio del Covenant, Nodo de Tránsito Desliespacial
Bhadra, Sector Muruga

Nadie sabía cómo el Covenant llamaba a los sectores en su parte


de la galaxia, o qué términos usaban para los nodos de tránsito
desliespaciales, o cómo describían el vasto vacío que separaba
un sistema estelar de otro. Pero Halima Ascot había nombrado
a la Fuerza de Tarea Yama como el dios hindú de la muerte, así
que, en su honor, la Dra. Halsey había elegido nombres hindúes
para el territorio alienígena que la Fuerza de Tarea Yama estaba
invadiendo. El nodo de tránsito, donde terminaba una ruta
desliespacial y comenzaba otra, se llamaba Bhadra, en honor a
la diosa de la caza. Y a su sector actual le había puesto el nombre
de Muruga, por el dios de la guerra.
Eran buenas referencias, y John esperaba que fueran
proféticas.
Habían pasado poco menos de cuatro semanas desde la
muerte de Halima Ascot en la cantera de hielo de Seoba, pero
parecían meses. Después de observar la llegada del convoy de
socorro alienígena a Etalan, la Dra. Halsey había utilizado su
holograma estelar capturado para trazar la ruta del convoy
hacia el espacio enemigo e identificar la ubicación probable del
depósito de suministros del enemigo. Incluso con la mejora en
la eficiencia desliespacial debido a la comprensión de la Dra.
Halsey sobre el holograma estelar alienígena, la fuerza de tarea
tardó dos semanas en llegar al Nodo de Tránsito Desliespacial
Bhadra—una bolsa de espacio salpicada de estrellas más de
doscientos años luz más allá de la exploración más lejana
conocida de la humanidad. Y ahora la fuerza de tarea se estaba
preparando para lanzar un ataque que le mostraría al Covenant
cuán erróneo había sido declararle la guerra a la humanidad.
John habría confiado en el éxito, si no hubiera sido por un
solo hombre: Héctor Nyeto.
Seguía siendo el comandante de la fuerza de tarea, gracias a
la Dra. Halsey y al Coronel Crowther, que afirmaban que lo
estaban utilizando para engañar al enemigo. Tal vez esa era la
verdad, o tal vez Nyeto estaba jugando con ellos. De cualquier
manera, a John no le gustaba.
Sabía por sus propias interacciones lo valiente y engañoso
que podía ser el comandante, y la Dra. Halsey había hecho un
descubrimiento interesante al investigar los registros
personales de Nyeto. Al principio de su carrera, aparentemente
había pasado mucho tiempo en misiones con el infame traidor
Robert Watts, a quien el Equipo Azul había capturado en su
primera misión. No era muy exagerado pensar que uno de ellos
había radicalizado al otro, y que Nyeto era consciente del papel
que los Spartans habían desempeñado en la aprehensión de su
viejo amigo.
Y ahora mismo, Nyeto estaba de pie al otro lado del hangar,
esperando al pie de la rampa de embarque de la Canción
Fantasma, mientras John recibía orientación de último
momento de Crowther y Johnson. Era difícil concentrarse,
porque John estaba un 90 por ciento seguro de que Nyeto iba a
sabotear la misión en un esfuerzo por conseguir que todos los
Spartans de la Fuerza de Tarea Yama murieran—y no le
importaría quién más muriera, o cuánto retrasara la lucha de la
humanidad contra los alienígenas.
"Sonríe." La voz de Avery Johnson era lo suficientemente
baja como para evitar cruzar los cincuenta metros de cubierta
que separaban la Canción Fantasma de Nyeto de la Viuda Negra,
a la que John pronto abordaría. "Saluda."
"¿Por qué tengo que sonreír?" John levantó la mano y
saludó. "Estoy usando un casco."
"Terapia corporal", dijo Johnson. Como John, llevaba puesta
su armadura de asalto, pero su casco y sus armas ya habían sido
guardados a bordo de la Canción Fantasma. "Estás tan
jodidamente enfadado que hasta tu armadura parece tensa.
Sonreír te relajará."
John intentó hacerlo dentro de su casco. Mientras tanto,
Nyeto levantó la mano hacia John y sonrió también.
"No puedo creer que esté haciendo esto", dijo John. "¿No
puedo matarlo ahora?"
"¿Y alienar a todos los merodeadores de la fuerza de tarea?"
Crowther agitó la cabeza. "Ojalá pudieras, sobre todo teniendo
en cuenta cuántos Dagas Negras nos costó su traición en Seoba
y Biko. Pero Nyeto es un comandante muy popular. Si lo matas,
tienes que matar a su gente."
"Entonces, ¿estás diciendo que es una mala idea?"
Crowther se rió. Aparentemente, se había acostumbrado al
seco sentido del humor de John durante la última semana de
sesiones clandestinas de planificación. Más importante aún, se
había hecho evidente que Avery Johnson no había estado
exagerando cuando le dijo a John que Crowther había
experimentado un cambio de opinión sobre los Spartans y ya no
parecía considerar su edad como un detrimento.
El coronel apenas se había disculpado por su tratamiento
anterior de John y su escuadrón—lejos de ello. Pero había tenido
cuidado de consultar a John sobre todos los aspectos de la
próxima misión, e incluso había diseñado gran parte de ella para
aprovechar las capacidades de los Spartans.
Y John también había hecho algunas reevaluaciones. Había
llegado a reconocer que la reticencia original del coronel estaba
justificada, que la relativa falta de experiencia de campo de los
Spartans era una debilidad que necesitaba ser corregida antes
de que se pudiera esperar que sobrevivieran tantas misiones de
operaciones especiales como los Dagas Negras más antiguos del
Coronel Crowther. John se sentía culpable por las motivaciones
que había atribuido recientemente al coronel.
Había sido una semana extraña, sin duda.
Crowther dijo, "Digo que no podemos hacer volar a esos
merodeadores nosotros mismos." Señaló la rampa detrás de
John hacia el vestíbulo de embarque de la Viuda Negra, que
serviría como nave de mando de la Fuerza Sierra en esta misión.
"Hablemos en privado un momento. Hay algo que necesito
hacer, y no quiero que muchos nos vean."
"Por supuesto, señor." John llevó a Crowther y a Avery por
la rampa hasta el pequeño vestíbulo, luego se giró y dijo, "Antes
de empezar, me gustaría disculparme por cómo reaccioné ante
sus reservas sobre nuestra edad y experiencia."
Crowther le hizo señas para que se detuviera. "Nunca te
disculpes por haber sido claro, John. Yo no lo hago." Metió la
mano en el bolsillo de su camisa. "Tengo algo para ti, pero
primero quiero dejar algo claro. Después de lo que hiciste en
Seoba y Etalan, te mereces esto—y te mereces la ceremonia
completa, en el puente de la nave más grande de la flota. Pero…
eso no es lo que vas a conseguir. Habrá algunos Dagas Negras
muy experimentados en tu grupo preguntándose por qué tú
estás al mando y ellos no, así que tenemos que actuar ahora. Esto
les recordará que es porque yo lo dije." Extendió su mano y
exhibió una insignia de armadura metálica con tres galones
coronados por un balancín. El águila del UNSC estaba
encaramada en la cima del balancín, y sobre cada una de las
puntas de las alas del águila había una estrella.
John no estaba seguro de haber entendido. "Señor… esa es
la insignia de rango de un suboficial jefe maestro."
Crowther sonrió. "Soy consciente de ello, John." Usó un
pulgar para tocar la daga bajada que estaba entre los galones y
el balancín. "No pude encontrar nada sin una clasificación de
asalto espacial, pero qué diablos… todos somos de operaciones
especiales."
John aún no tomaba la insignia. "Es un salto de cuatro
grados, señor."
"Y voy a pescar diez tipos de infierno por ello de parte del
Comando de la Flota", dijo Crowther. "Tal vez incluso del
Almirante Cole. Pero él es el que me dijo que hiciera lo que fuera
necesario… y esto es necesario."
"Coronel, yo... no puedo aceptar eso."
"No es tu elección", dijo Avery Johnson. "El Coronel
Crowther y yo hablamos de esto largo y tendido. Decidimos que
es lo mejor para la misión."
"Exactamente", dijo Crowther. "Considérate bajo órdenes."
Crowther extendió la mano y colocó la insignia en la parte
superior del pectoral de John, sobre la clavícula izquierda,
donde los ODST llevaban su rango cuando se encontraban bajo
la armadura. "Vas a dirigir dos compañías de mis Dagas Negras
en la Fuerza Sierra. Eso significa dos capitanes y un puñado de
tenientes que te superan en rango, y un puñado de sargentos de
artillería que creen lo mismo. Todos ellos son mayores que tú, la
mayoría casi el doble de tu edad… y un puñado tres veces."
Puso un dedo contra la insignia, y luego continuó, "Esta es
la única razón por la que te van a escuchar. Un ascenso de cuatro
grados es inaudito, así que más vale que creas que sabrán que
estoy detrás de ti. ¿Está claro, Jefe Maestro?"
"Sí, señor", dijo John. "Entiendo."
"Bien. Estaba empezando a pensar que era un error ponerte
a cargo."
"No lo es. La Fuerza Sierra hará el trabajo." John se detuvo y
dijo, "Pero me preocupan los riesgos que usted y el Sargento
Johnson corren con la Fuerza Daga. Desearía que hubiera otra
manera."
"Siempre hay otra manera", dijo Crowther. "Pero no
siempre más tiempo o recursos. Especialmente ahora. Estamos
en guerra. Y trabajamos con lo que tenemos."
John asintió. "De todos modos, ojalá pudiera cambiar de
lugar con usted y el Sargento Johnson hoy."
Crowther se rió. "Yo también." Dejó que su mirada se
desviara hacia la insignia de la armadura de John, y luego se
volvió más serio. "John, hay algo que va con ese rango que aún
no tienes—y necesitas tenerlo claro y rápido."
El estómago de John se apretó. "Estoy escuchando, señor."
"Deberías saber que te ganaste un montón de respeto en
Seoba, y no sólo de mí."
"Gracias, señor."
Crowther señaló que no había terminado. "Y tú eres un buen
líder. Tus Spartans te seguirían a un reactor de fusión si se lo
pidieras."
"Yo haría lo mismo por ellos."
"Sé que lo harías", dijo Crowther. "Y ese es el problema. A
veces un buen comandante no puede ser un héroe. Tienes que
estar dispuesto a enviar a tu gente al reactor solos, si es
necesario. Y honestamente no he visto esa habilidad en ti, ni una
sola vez."
John miró hacia Johnson, preguntándose si eran las
palabras de Crowther o las de Johnson las que estaba
escuchando. Ambos habían estado sobre él por "liderar desde el
frente" desde el día en que su escuadrón fue asignado al 21º.
"He perdido Spartans en batalla antes", dijo John. "Sólo trato
de no convertirlo en un hábito."
"Y no te estoy animando a que lo hagas", dijo Crowther.
"Pero esa armadura no te hace invencible. Si siempre eres el
primero en entrar, y el que se arriesga más, tarde o temprano,
te van a golpear. ¿Qué pasará con la unidad entonces?"
"Fred se hará cargo."
Crowther puso los ojos en blanco. "Y la continuidad del
mando sufre. Aunque Fred sea tan bueno como tú, tu gente
tardará un par de segundos en adaptarse."
"Y pueden pasar muchas cosas en dos segundos", agregó
Johnson. "Una unidad puede ser aniquilada."
John no respondió. Sabía que tenían razón. Pero no le
gustaba la idea de ordenar a sus amigos que se arriesgaran en
su lugar. Parecía cobarde.
Pero también lo parecía el hecho de que su escuadrón fuera
aniquilado porque tenía miedo de dejar que alguien más tomara
la iniciativa. Johnson tenía razón en eso—podías perder toda tu
unidad en dos segundos de combate.
"El comandante de una unidad de élite tiene que confiar en
su gente tanto como él confía en sí mismo", dijo Crowther. "Aún
no lo tienes—y no estoy seguro de que sea algo con lo que te
sientas cómodo. Pero aún eres joven—un eufemismo, para estar
seguro—y ese nivel de confianza es algo en lo que tienes que
pensar si vas a estar a la altura de la insignia que llevas en el
cuello."
"Gracias, señor. Lo haré."
Crowther le estudió durante un momento, y finalmente
asintió. "Hazlo, Jefe Maestro."
Asintió bruscamente hacia Johnson, luego abandonó el
vestíbulo de embarque y cruzó el hangar hasta la Canción
Fantasma, que serviría como nave de mando de la Fuerza Daga.
John estuvo tentado a saludar, pero sabía que Nyeto trataría de
ver lo que estaba pasando dentro del vestíbulo, y no quería que
una muestra innecesaria de respeto le enseñara sus cartas.
Johnson se paró delante de John. "Supongo que esto es un
adiós, entonces, Jefe Maestro." Estaba haciendo una buena
muestra de sonrisa, pero sus ojos eran estoicos, y John sabía que
creía que no se volverían a encontrar. "Recuerda lo que dijo el
coronel. Haz lo que tengas que hacer." El sargento extendió la
mano.
"Lo haré." John tomó la mano que le ofrecía en su guante y
la sacudió. "Gracias por mostrarme lo mucho que no aprendí en
Reach. Necesitaba las lecciones."
Los ojos de Johnson se arrugaron en las esquinas. "Cuando
quieras."
Intentó retirar su mano, pero John la sostuvo con fuerza. "Le
tomo la palabra, Sargento Johnson."
Johnson se volvió más sombrío. "Entonces supera esto",
dijo. "Escucha a Crowther—y confía en tu gente."
El sargento retiró su mano y abandonó el vestíbulo, y luego
cruzó la cubierta para abordar la Canción Fantasma.
John regresó a la escotilla y observó por un segundo,
tratando de digerir lo que acababa de suceder. Se sintió
halagado por el ascenso, por supuesto, y orgulloso de haberse
ganado el respeto de Crowther hasta tal punto. Pero también era
muy consciente de la gran responsabilidad que acababa de
recaer sobre sus hombros. Un salto de cuatro grados era tan
insólito que estaba obligado a atraer tanto escrutinio de los
rangos inferiores como de sus iguales y superiores. Desde ese
momento en adelante, John sabía que tendría que probar en
todo lo que hiciera que era digno de tal honor.
Linda-058 entró en el vestíbulo detrás de él. Cuando se dio
la vuelta, su casco se inclinó un poco, y supo que ella estaba
mirando la insignia de rango colocada sobre su cuello.
"Bonita joya", dijo en el canal del equipo.
"Idea de Crowther", contestó John. "Dice que necesito la
credibilidad."
"No puede hacer daño", dijo Linda. "No dejes que se te suba
a la cabeza."
"Gracias. Intentaré no hacerlo."
"Todos los merodeadores se han registrado limpios."
"¿Alguien encontró algo?" preguntó John. La Fuerza Sierra
tenía cuatro merodeadores divididos en dos vuelos de media
fuerza, y había puesto Spartans a bordo de todos ellos, con
órdenes de barrer en busca de dispositivos para escuchar a
escondidas y mantener un ojo sutil en las tripulaciones. A bordo
de la Viuda, ese deber había recaído en Linda, mientras Fred y
Kelly estaban en la bahía de lanzamiento, observando al Tercer
Pelotón de la Compañía Delta. "¿O captaron alguna artimaña?"
"Negativo sobre la artimaña", informó Linda. "Pero
encontré un micrófono en el armario de la Viuda, y Kurt
encontró uno en el de la Hombre Tranquilo."
John pensó por un momento y luego dijo, "Supongo que eso
es algo bueno. Significa que Nyeto no cuenta con nuestros
comandantes de vuelo para saber las novedades."
"No significa que confiarán en ti cuando las cosas se
pongan… raras."
John tocó su nueva insignia de rango. "Por eso tengo la joya."
Mientras hablaban, un tripulante estaba levantando la
rampa y asegurando las escotillas exteriores para su
lanzamiento inmediato. La Punto de Fuga y su complemento de
escolta se quedarían atrás en el Nodo de Tránsito Bhadra. Pero
el resto de la fuerza de tarea, o lo que quedaba de ella después
de perder la mitad de su fuerza—más de cuatrocientos soldados
y siete merodeadores en las batallas de Seoba y Biko—estaba
agrupada en dos formaciones cercanas, esperando a los dos
comandantes de los merodeadores.
Dirigida por Nyeto—al menos temporalmente—la Fuerza
Daga era la mayor de las dos fuerzas de ataque de Yama, con tres
vuelos de merodeadores que transportaban a tres compañías de
asalto espacial de media fuerza que contaban sólo con
doscientos cuarenta y tres soldados entre ellas. El plan de la
misión requería que partiera primero y se acercara al lado
nocturno del mundo de suministros del Covenant, un planeta
que ellos estaban designando como "Naraka". Este ataque fue
diseñado para atraer a la flotilla defensiva estacionada en el
Punto de Libración Tres. La Fuerza Sierra seguiría unos minutos
más tarde y se acercaría desde el mismo lado del planeta. Su
objetivo principal era infiltrarse en las defensas restantes y
asaltar las instalaciones orbitales que rodeaban Naraka.
Ese era el plan, de todos modos. John no pensaba que la
batalla que se avecinaba se desarrollaría de esa manera, y
tampoco lo hacían Crowther o Johnson. Esperaban que Nyeto
intentara que mataran a los Spartans en el camino. Pero nadie
sabía cómo lo haría el comandante traidor, y qué pasaría cuando
Crowther y Johnson trataran de detenerlo.
Sonó la alarma de lanzamiento y la Viuda Negra se levantó
de sus puntales y salió del hangar. John apenas notó la
aceleración. Comenzó a avanzar hacia la cubierta de vuelo,
mientras que Linda permaneció en medio de la nave para
mantener un ojo tranquilo sobre la tripulación. Fred y Kelly
estaban en la bahía de lanzamiento con el Tercer Pelotón.
John sabía que la bahía no estaría tan abarrotada como
cuando él y Avery Johnson cayeron con el Primer Pelotón Alfa
en Seoba, que ahora parecía tan lejana. Mientras que la
Compañía Delta había sufrido menos desgaste que la mayoría
del batallón durante la Batalla de Biko, había perdido cuarenta
y tres soldados, y la fuerza del Tercer Pelotón había caído de
cuarenta ODSTs a treinta y dos. Aun así, esperaba que el teniente
del Tercer Pelotón no se ofendiera por lo que estaba a punto de
hacer. Treinta y dos ODSTs serían una tarea difícil de neutralizar
para un par de Spartans—especialmente si estaban tratando de
evitar muchas bajas.
Y las probabilidades serían aún peores para los Spartans en
los otros merodeadores de la Fuerza Sierra. En la mayoría de los
casos, habría un solo Spartan en la cabina de vuelo y otro en la
bahía de lanzamiento. John tenía cuatro merodeadores y sólo
doce Spartans. Eso significaba que las embarcaciones con un
equipo completo eran las dos líderes de vuelo, la Viuda Negra
con el Equipo Azul de John, y la Hombre Tranquilo con el Equipo
Verde de Kurt-051. El Equipo Dorado estaba dividido entre los
dos merodeadores restantes, con un par de Spartans a bordo de
cada nave.
John llegó a la cabina de vuelo de la Viuda y entró en el
compartimiento sin pedir permiso. Era una terrible violación
del decoro de a bordo, y Esme Guayte—la teniente naval que
comandaba el vuelo—le disparó un ceño fruncido fiero.
John fingió no darse cuenta y se quedó al lado de su silla de
mando, estudiándola a través del anonimato de su placa frontal
espejada. Era una mujer compacta con cabello negro, ojos
castaños y una cara redonda. Al igual que el comandante de
Vuelo de la Tranquilo, Lim Jinwoo, Guayte había sido criada en
la Tierra y había asistido a la Academia de OCS de Luna en Mare
Nubium, lo que representaba alrededor del 90 por ciento de la
razón por la que John los había elegido para la Fuerza Sierra. De
todos los comandantes de vuelo de la Fuerza de Tarea Yama,
parecía que eran los que menos probabilidades tenían de
albergar simpatías insurreccionistas ocultas. Pero también eran
subordinados de Nyeto, y John no engañaría a nadie—
incluyéndose a sí mismo—si tratara de fingir que las órdenes
que estaba a punto de transmitir no rayaban en el motín.
La formación del desliespacio apareció adelante, una banda
de oscuros vacíos colgando contra el velo de las estrellas más
allá del puerto de visión delantero. No había luces encendidas ni
miradores iluminados que ayudaran a definir sus formas con
mayor precisión—a esta profundidad en el espacio alienígena,
no era prudente aumentar el riesgo de ser descubiertos por una
patrulla que pasaba.
La Canción Fantasma de Nyeto se estaba formando con el
grupo de embarcaciones más distante, sus boquillas de empuje,
un triángulo de discos púrpura apenas visibles. Guayte apartó la
vista de su pantalla de mando lo suficiente como para mirar a
John, sin duda con la intención de hacer una pregunta directa
sobre lo que necesitaba en su cabina de vuelo, luego se fijó en la
nueva insignia que tenía en la parte superior de su pechera y
levantó la frente.
"¿De dónde salió eso?"
John inclinó su casco hacia ella. "El Coronel Crowther quería
ver cómo se veía puesta en un traje de la armadura Mjolnir,
señora." Volvió a mirar hacia adelante. "Supongo que le gustó."
La voz de Nyeto sonó por los altavoces de la cubierta de
vuelo. "Fuerza Daga, pongan todas las armas y la potencia en
posición de combate. Ejecuten el deslizamiento en cinco,
cuatro…"
Las estrellas más allá de la Fuerza Daga comenzaron a bailar
y brillar mientras largas lenguas de flujo salían de las boquillas
de empuje de una docena de embarcaciones; luego
desaparecieron los merodeadores, un campo de brillantes
discos púrpuras que se encogían hasta convertirse en un punto
del tamaño de un pulgar durante un parpadeo, el punto
desapareció en el crujido azul de un vórtice desliespacial.
Guayte extendió un dedo hacia el selector de
comunicaciones del brazo de su silla.
"Aún no, señora."
Guayte lo miró con perplejidad y dejó su dedo en el selector.
"La sincronización de esta operación es intrincada, Jefe Maestro.
Si la Fuerza Sierra no entra en el desliespacio como estaba
programado..."
"Aún no", repitió John. Sacó un chip de datos de una bolsa
de equipo y se lo dio a ella. "Nuevas órdenes."
Los ojos de Guayte se entrecerraron, pero aceptó el chip de
datos y lo metió en una ranura de lectura. La cara del Coronel
Crowther apareció en su pantalla de mando.
"Teniente Guayte, estoy seguro de que recordará la
conversación que tuvimos sobre seguridad operacional", decía la
imagen. "Me duele decir que no fue una especulación vana. La
Operación: TORMENTA SILENCIOSA ha sido comprometida, y a
partir de este momento, considerará al Comandante Nyeto como
relevado del mando."
Guayte detuvo el mensaje y miró a John. Este era el
momento crítico, él sabía. Aunque el rango de Crowther era
superior al de ella misma, en realidad él no estaba en su cadena
de mando. Ella estaría bien dentro del protocolo si ignorase sus
instrucciones y continuase con las órdenes que le había dado
Nyeto. "¿Tú sabías de esto?" preguntó Guayte.
"Somos a los que ha estado tratando de matar."
"¿Y por eso hay un Spartan parado en la cubierta de mis dos
merodeadores?"
"Sí, señora. Y es por eso que los barrimos en busca de
dispositivos para escuchar a escondidas tan pronto como
abordamos", dijo John. "¿Le gustaría ver lo que encontramos?"
"Eso no será necesario", dijo. "¿Cómo voy a saber que no son
elementos que me trajiste para impresionarme?"
Guayte volvió a empezar el mensaje y la imagen de
Crowther continuó: "He proporcionado un vector alternativo a
través del cual debe salir del desliespacio. Las especificaciones de
tránsito están incrustadas al final de este mensaje. Como sabe, a
John-117 se le ha dado el mando de la Fuerza Sierra. Espero y
deseo que honre eso, sin importar lo que sienta por el Comandante
Nyeto." Crowther saludó, y el mensaje terminó.
Guayte estaba sentada mirando en silencio su pantalla de
comandos en blanco, y luego se giró y miró la nueva insignia de
rango de John durante un rato.
Finalmente, rompió su pensamiento y dijo, "Muy bien, Jefe
Maestro. Tú estás a cargo." Empezó a golpear el teclado en el
brazo de su silla de mando. "Por favor, intenta que no nos
maten."
CAPÍTULO 24

1458 horas, 15 de abril de 2526 (calendario militar)


Merodeador Canción Fantasma de la clase Razor del UNSC
Punto de Libración Tres, Naraka/Rudara, Sistema Agni

El puesto de avanzada del Covenant surgió a la vista, una


mancha de luz verde justo delante de la silenciosa cubierta de
vuelo de la Canción Fantasma. Estaba borroso por el polvo y los
detritos que siempre se acumulaban en los puntos de libración,
esos extraños bolsillos en el espacio donde la gravedad de dos
masas en órbita—en este caso, un planeta y su luna—
interactuaba para crear zonas de equilibrio que podían ser
utilizadas para "aparcar" objetos en una posición relativa fija.
En el sistema Naraka/Rudara, los alienígenas habían
estacionado escuadrones de piquetes en los Puntos de
Liberación Tres, Cuatro y Cinco. El despliegue creaba un
triángulo equilátero que era perfecto para defender las
instalaciones orbitales alrededor del lejano mármol color perla
del mundo de suministros alienígena. Y el trabajo de la Fuerza
Daga era neutralizar a esos escuadrones de piquetes para que la
Fuerza Sierra pudiera realizar un ataque limpio.
Vuelo Fantasma fue asignado para alcanzar el punto tres de
liberación, en el lado opuesto de Naraka de su luna, Rudara—
ambos nombres escogidos por la Dra. Halsey, ya que ella aún no
había determinado sus nombres del Covenant. Según el plan de
batalla, ese sería el lado del planeta desde el que la Fuerza Sierra
se aproximaría con los Spartans y ciento treinta y nueve dagas
negras. Y el trabajo de Avery Johnson era asegurarse de que
cuando el Teniente Comandante Héctor Nyeto tratara de
sabotear la misión, fuera expuesto por el traidor que era.
El puesto de avanzada alienígena creció de una mancha
verde a una nube de polvo del tamaño de un pulgar con docenas
de puntos brillantes dentro. La mitad de esas luces eran
probablemente estaciones de apoyo en lugar de naves de
combate, pero aun así… Vuelo Fantasma era superado en
número más de cinco a uno. Si no lograban atacar con sorpresa,
no tenían ninguna posibilidad de neutralizar al escuadrón de
piquetes—ni siquiera de sobrevivir al esfuerzo.
Una nítida voz femenina surgió de la estación del
navegador. "Cinco minutos, Comandante."
Nyeto, sentado en su silla de mando cerca del fondo del
compartimiento, miró hacia atrás con una mirada que sugería
que Avery no tenía por qué estar allí. Bastante justo. A falta de
cinco minutos para el salto, Avery estaba de pie en la cabina de
vuelo con armadura de asalto completa. Ciertamente parecía
que se suponía que iba a partir con el Primer Pelotón Alfa.
Avery estaba allí para respaldar al Coronel Crowther, que
estaba junto a él con el Vestido de Servicio B, un uniforme de
trabajo formal con una camisa caqui y una corbata apropiada
para la tarea que tenía entre manos. No se permitían armas en
la cabina de vuelo, así que ninguno de los dos las llevaba
abiertamente. Pero Avery había endurecido las bolsas de carga
de su armadura de muslo que claramente podían contener las
armas de mano ocultas. Sólo un tonto no se daría cuenta de que
algo estaba pasando.
Cuando Avery no hizo ningún movimiento para partir,
Nyeto frunció el ceño y se volvió hacia el operador del sensor de
la Canción Fantasma. "¿Qué nos dice la detección?" preguntó.
"¿Alguna señal de la Fuerza Sierra?"
El operador, un suboficial de alto rango, agitó la cabeza.
"Negativo, Comandante. Ya debería haber tenido una oleada de
tau de su sector de transición. Nada."
Nyeto revisó su cronómetro, luego se frotó la barbilla y se
aseguró de no mirar hacia Johnson y Crowther. Los
merodeadores podían ser difíciles de detectar incluso cuando se
conocía su ubicación, por lo que el plan de la misión le pedía que
atacara el punto de libración, confirmara o no la llegada de la
Fuerza Sierra. Incluso de perfil, Johnson podía ver los ojos de
Nyeto entrecerrarse mientras luchaba con su decisión. A menos
que supiera la ubicación de los Spartans antes de que Vuelo
Fantasma atacara, no sería capaz de hacer nada para hacer que
el Covenant mirara en esa dirección. Pero con Johnson y
Crowther presentes, tuvo que darse cuenta de que cualquier
desviación del plan sólo les confirmaría lo que realmente estaba
haciendo.
Finalmente, Nyeto dijo, "No tiene sentido atacar si la Fuerza
Sierra no está lista." Avery trató de permanecer relajado. Nyeto
estaba empezando a salirse del protocolo. Una vez que él
empujara demasiado lejos, Crowther tendría una causa clara
para relevarlo del mando y tomar el control. Por supuesto, había
una buena posibilidad de que Nyeto reconociera lo que estaba
ocurriendo justo frente a él y se detuviera a un paso de cualquier
violación clara.
Eso también estaría bien. La misión estaría en menos
peligro.
Pero el traidor estaba muy decidido, y Nyeto parecía darse
cuenta de que no importaba lo que pasara hoy, esta sería la
última oportunidad que tenía de eliminar a los Spartans. Se
dirigió a su oficial de comunicaciones.
"Prepara una transmisión de ráfaga solicitando
confirmación."
"¿Y enviarla adónde, Comandante?"
Las transmisiones en ráfaga solían ser dirigidas,
comunicaciones punto a punto que podían enviarse con sólo
una pequeña posibilidad de detección. El inconveniente, por
supuesto, era que había que conocer la ubicación del objetivo.
Lo que obviamente no era así, lo que significaba que Nyeto
estaba a punto de ir demasiado lejos.
La única pregunta era, ¿cómo reaccionaría la tripulación
cuando Crowther lo relevara del mando?
Mucha de la gente de Nyeto venía de mundos de las Colonias
Exteriores donde las simpatías insurreccionistas eran comunes,
y el comandante no podía haber plantado y monitoreado por sí
solo todos los dispositivos de escucha que habían sido
descubiertos alrededor de la fuerza de tarea. Tenía que haber al
menos unos cuantos leales a bordo de la Canción Fantasma
trabajando con Nyeto—y uno o dos podrían incluso estar en la
cabina de vuelo ahora mismo.
Y esa era la razón por la que Avery estaba de pie junto a
Crowther con un par de pistolas M6C en las bolsas de sus
muslos.
"El Covenant sabrá que están siendo atacados en unos
minutos de todos modos." Golpeó tres veces las yemas de sus
dedos en el brazo de su silla, como si estuviera pensando
profundamente, y luego suspiró y dijo, "Transmítela
abiertamente."
"Anula esa orden", dijo Crowther.
Johnson sintió un temblor casi imperceptible bajo sus pies,
como si la Canción Fantasma estuviera reaccionando a la
audacia de Crowther. El oficial de comunicaciones se detuvo
solo el tiempo suficiente para mirar a Nyeto para que le diera un
asentimiento de confirmación, y luego empezó a preparar la
transmisión de ráfaga. Nadie parecía estar mirando en la
dirección de Avery, así que dejó que sus manos flotaran sobre
las bolsas de sus muslos y deslizó sus dedos bajo las fundas.
La mirada de Crowther pasó del oficial de comunicaciones a
Nyeto. "Comandante, enviar esa micro ráfaga no logrará nada",
dijo. "No habrá respuesta porque la Fuerza Sierra ya sabe
exactamente lo que eres en realidad. Por la presente te relevo
del mando y te acuso de traición contra el UNSC."
"¿Me releva del mando?" Nyeto se rió y se inclinó hacia
delante, su mano izquierda cayendo fuera de la vista frente a su
silla. "Eso es gracioso."
En un abrir y cerrar de ojos, Avery sacó ambas pistolas de la
bolsa de su muslo. Apuntó una al respaldo de la silla de Nyeto y
le ofreció la otra a Crowther, pero el operador del sensor de la
cabina de vuelo ya estaba girando, sacando un arma de mano
M6E. El cañón parpadeó dos veces, y Crowther se hundió con un
cráter en la frente y sangre saliendo de su clavícula.
Avery devolvió el fuego con ambas pistolas, disparándole al
operador del sensor desde su asiento y colocando dos balas en
la silla de Nyeto, y luego se dio cuenta de que estaba tropezando
hacia atrás, con la armadura de su torso martilleándole en el
pecho mientras recibía una bala tras otra, y de que el ataque
provenía del navegante y el copiloto. Demonios, incluso la oficial
de comunicaciones estaba ahora disparándole, y se suponía que
ella estaba preparando una transmisión de ráfaga.
Aparentemente, todos en la cabina de vuelo eran unos
malditos traidores.
Sabiendo que su armadura no podía seguir absorbiendo los
impactos de bala para siempre, Avery retrocedió por la escotilla
de la cabina de vuelo, aun disparando, y luego comenzó a bajar
por el pasillo de estribor y vio a un trío de tripulantes que se
acercaban a él. Los tres estaban armados con subametralladoras
M7, pero sosteniendo sus armas con el cañón hacia abajo
mientras corrían hacia el combate.
No eran de la infantería entrenada, claramente.
Avery arremetió, vaciando sus cargadores mientras corría.
Había una pequeña posibilidad de que los tres tripulantes
fueran un equipo de seguridad legítimo que reaccionaba a una
orden de su comandante, pero por supuesto no había forma de
resolverlo en medio de un tiroteo.
Uno de los tres roció una ráfaga en la pared mientras él caía,
pero esos fueron los únicos disparos que cualquiera de ellos
pudo disparar.
Avery metió sus pistolas en los bolsillos de sus muslos,
luego cogió las dos subametralladoras que no habían sido
disparadas y se puso en marcha a popa. No le gustaba dejar atrás
la tercera arma cuando podría ser usada contra él más tarde,
pero la situación se había estropeado a toda prisa. Por mucho
que se negara a creer que toda la tripulación de un vuelo pudiera
ser renegada, no había discusión con lo que le había pasado a
Crowther. Diablos, por lo que había observado hasta ahora, todo
el complemento de la Canción Fantasma podían ser traidores
insurreccionistas.
Necesitaba refuerzos inmediatos.
Avery convocó el HUD de la armadura de asalto y seleccionó
el canal de comunicaciones del Primer Pelotón Alfa.
"¡Águila roja!" El código preestablecido que le diría al
primer pelotón que tomara el merodeador por la fuerza.
"¡Águila roja, ahora!"
Cinco metros más abajo en el pasillo, dos escotillas se
abrieron simultáneamente a cada lado del pasillo. Una conducía
a la bodega de ingeniería de dos cubiertas en el centro de la
embarcación y la otra a una cabina de tripulación. Disparando
ambas armas, Avery disparó una ráfaga de supresión a través de
cada portal.
Un segundo después, una vez que estaba seguro de que sus
posibles atacantes estaban esquivando rebotes en lugar de
mirar el pasillo, dejó de disparar y pasó corriendo, luego se dio
la vuelta y encontró dos cañones emergiendo de cada abertura.
Uno estaba alto y el otro bajo, lo que era inteligente. Pero las
cuatro armas estaban apuntando hacia el pasillo en la dirección
de donde él venía, lo cual era una estupidez.
Avery se metió entre las escotillas y vació un cargador M7
en cada abertura, disparando primero a bajo porque sabía que
el retroceso causaría naturalmente que las armas se elevaran. El
aire se llenó de niebla roja y humo, y cuatro cuerpos cayeron por
el pasillo.
"¡Maldición, Sargento!" La voz de la Capitana Hamm sonó
dentro del casco de Avery, viniendo por el canal de mando de la
Compañía Alpha. "¡Deja unos cuantos para el resto de nosotros!"
"Hay mucho para todos." Mientras hablaba, Avery tuvo
cuidado de no perder de vista a los tripulantes inmóviles que
yacían a sus pies. Todavía era remotamente posible que uno o
dos estuvieran vivos. "Crowther está muerto. Parece que toda la
tripulación está con Nyeto."
"Todo el Vuelo Fantasma, en realidad", dijo Hamm. "Y
estaban esperando esto." Otra brillante observación de una
oficial. Avery apartó los ojos de los tripulantes muertos lo
suficiente como para revisar el pasillo detrás de él. Aliviado al
ver a Hamm acercarse con un par de Dagas Negras a su lado,
estrelló las culatas de las M7 vacías contra el borde de la
escotilla y tomó un reemplazo de las manos de un suboficial de
primera clase que había muerto con el único ojo que le quedaba
abierto de par en par.
Para entonces, Hamm ya se había puesto al lado de Avery,
haciendo señas a los dos Dagas Negras para que revisaran los
compartimientos más allá de las escotillas atascadas con los
cuerpos. Sólo entonces Avery se sintió lo suficientemente
seguro como para echar una mirada más larga hacia el fondo del
pasillo, hacia la bahía de lanzamiento.
Sólo había dos soldados de asalto más en el pasillo.
"¿Dónde está el resto del pelotón?"
"En el vacío", dijo Hamm. "Tu 'águila roja' llegó un poco
tarde."
El corazón de Avery se hundió. "Maldita sea. ¿Nyeto voló la
escotilla de salto?"
"Unos veinte segundos antes de que llamaras", dijo ella. "La
descompresión nos pilló por sorpresa—nos llevó unos dos
parpadeos vaciar la bahía. Connor agarró el cierre de la escotilla,
y yo me agarré a sus tobillos, viendo a todo el mundo irse. Fue
como ver a una aspiradora chupar sardinas de una lata."
Avery pensó por un momento. Nyeto le había dicho al oficial
de comunicaciones que emitiera libremente—y había dado
unos golpecitos en el brazo de su silla.
"Oh, maldición", dijo Avery. "Nyeto dio a su tripulación una
señal de activación. No era verbal, pero debería haberme dado
cuenta. Advertirles. Lo siento mucho."
Hamm le hizo señas para que se detuviera. "Siguen vivos,
Sargento. Nuestros chicos estaban abotonados", dijo. "Todo lo
que tenemos que hacer es tomar la cubierta de vuelo e ir a
recogerlos."
"Después de alcanzar el punto L", dijo Avery. "Si no hacemos
eso, esta misión es un fracaso."
"La Guardián Nocturno aún continúa", dijo Hamm. El único
merodeador sobreviviente del Vuelo Vigía, la Guardián
Nocturno, había sido asignada a Vuelo Fantasma para
reemplazar a la Estrella Fantasma, que se había perdido en
Seoba. "Lleva el Tercer Pelotón bajo la dirección de Olinda
MacDonnell."
"Creí que el Tercer Pelotón estaba a la mitad de su fuerza
después de Seoba."
"Lo están", dijo Hamm. "Pero Olinda es como la versión de
los Daga Negra de John-117—testaruda como el demonio, y no
sabe cuándo dejarlo. Hará el trabajo, de una forma u otra."
Un par de ráfagas de rifles de asalto sonaron dentro de la
bodega de ingeniería; luego la soldado de Hamm regresó y dio
el visto bueno. Hamm miró el pasillo en dirección a la cabina de
vuelo.
"¿Cuántos eliminaste ahí, Linberg?"
"Dos", informó Linberg. Su voz era un poco temblorosa. "No
estoy segura de qué lado estaban, pero tenían armas y no las
soltaron."
"Eso los convierte en el enemigo", dijo Hamm,
tranquilizándola. "Johnson, ¿cuántos has eliminado?"
"Siete en el pasillo."
"¿Siete?"
"Además del operador del sensor en la cabina de vuelo",
añadió Avery. No le gustó la nota de sorpresa en la voz de
Hamm—lo que le hizo pensar que ella tenía una mala opinión de
lo que los viejos sargentos podían hacer. "Tal vez Nyeto
también."
"¿Sólo tal vez?"
"Lo mejor que pude hacer." Avery señaló los hoyuelos de la
armadura de su pecho. "Me estaban disparando e intentaba
dispararle a Nyeto a través de una silla."
"Nos encargaremos desde aquí, Sargento." Hamm sonaba
entretenida. Se volvió hacia los dos soldados que habían estado
esperando detrás de ellos. "Contando nuestro miserable seis,
son catorce. Eso significa que Nyeto todavía tiene dos
tripulantes correteando sueltos, y alguien podría haber
abandonado la cabina de vuelo también. No dejen que nos
sorprendan."
Los soldados respondieron casi al unísono, con voces
jóvenes: "Sí, señora."
Hamm se volvió hacia el soldado que había revisado la
cabina de tripulación. Tenía una barra negra de segundo
teniente en el cuello de su armadura, lo que lo convirtió en el
nuevo teniente del Primer Pelotón, Nolan Connor.
"Tomemos este bate, Nolan", dijo ella. "No quiero que
nuestra gente se quede a la deriva más de lo necesario."
"Sí, señora." Connor sacó una bobina de cordón de carbono
de termita de una bolsa de su muslo y un par de granadas
cegadoras de la otra. "¿Qué quiere, Sargento?"
Antes de responder, Avery miró a su alrededor el
armamento que todos llevaban. Los cinco Dagas Negras
llevaban rifles de asalto MA5B, que eran armas decentes para
las acciones de abordaje a corta distancia. Sus selectores
estaban configurados para disparar tres ráfagas de fuego, y la
pintura roja de sus cargadores significaba que estaban cargados
con munición de punta hueca que era perfecta para las
circunstancias actuales—altamente efectiva contra el personal
sin armadura, pero poco probable que penetrara en los
gabinetes de equipamientos, los cascos o los miradores. Sabían
cómo tomar una cabina de vuelo.
Avery sujetó la M7 a su armadura, y luego cogió el cable de
carbono de termita. "Dame el C-C-T", dijo. "No quisiera
interponerme en tu camino cuando empiece el tiroteo."
Avanzaron al frente en un trote, los dos jóvenes soldados
despejando cada compartimiento que pasaban.
Cuando finalmente llegaron a la cabina de vuelo, nadie se
sorprendió al encontrarla sellada desde el interior.
Hamm envió a los dos jóvenes soldados a despejar el lado
de babor del merodeador, y luego hizo guardia mientras Avery
pegaba el C-C-T en su lugar.
La escotilla fue diseñada para apretarse contra sus sellos en
caso de una pérdida de presión en el cuerpo principal de la nave,
de modo que cuando Avery encendiera el C-C-T, ésta caería
hacia adentro. Mientras fuera cayendo, Connor arrojaría ambas
granadas cegadoras en el compartimiento, y Hamm entraría y
les dispararía a los traidores mientras aún estaban aturdidos
por las granadas.
Y, con un poco de suerte, harían todo eso antes de que Nyeto
localizara a la Fuerza Sierra y empezara a golpearlos con
transmisiones de haz cerrado para llamar la atención del
Covenant.
Avery estaba presionando el cordón en el último lado
cuando la voz de un joven soldado sonó en el canal del pelotón.
"Capitana, no podemos acceder a la esclusa de emergencia."
"¿Por qué no?" Preguntó Hamm.
"No está claro. La presión está igualada. Deberíamos poder
abrir la escotilla."
"¿Qué ves dentro?"
"Nada. El mirador está nublado."
A Avery no le gustó cómo sonaba eso. Llegó a la esquina de
la escotilla y pasó el C-C-T por el fondo. La única razón por la que
las esclusas tenían miradores era para que, si algo andaba mal,
se pudiera ver el problema. Alcanzó la tapa de detonación y
envolvió el cordón extra alrededor de ella para completar el
círculo, luego miró hacia arriba para ver si Hamm estaba lista…
y, en la pared por encima de su cabeza, vio un bulbo oscuro del
tamaño de un borrador de lápiz.
Una cámara de seguridad.
"Oh, mierda", dijo.
La placa frontal de Hamm cayó en su dirección cuando una
tremenda explosión sonó en alguna parte de la popa, y ella se
levantó y voló por el pasillo, rebotando en el mamparo y
desapareciendo por el pasillo de babor. Y Avery fue tras ella, sus
brazos y piernas enredados con los de Connor, y juntos
golpearon el mamparo y rebotaron por el pasillo de babor
después de la capitana.
El aire estaba lleno de mantas y almohadas y ropa,
herramientas y cajas y armas, todo ello navegando hacia el
punto medio del pasillo y desapareciendo a través de un agujero
dentado donde solía estar la esclusa de emergencia.
Avery vio a Hamm siendo arrastrada hacia la abertura,
agitándose y arañando los mamparos; luego se plegó por la
cintura y atravesó el agujero. Connor fue el siguiente, con la
espalda arqueada y la cabeza en primer lugar. El estómago de
Avery se levantó como si estuviera cayendo, luego sintió que se
doblaba por la cintura y de repente él también estaba entre las
estrellas, con el aliento entrecortado que rugía en sus orejas y
su corazón martilleando en su pecho.
El vacío.
Avery no llevaba puesto un paquete de propulsión, así que
sólo tenía los jets de maniobra integrados de su armadura de
asalto para detener su caída. Comenzó a dispararlos con
cuidado, en ráfagas de medio segundo que poco a poco
controlaron sus giros, luego sus vuelcos de cabeza, y finalmente
las estrellas dejaron de girar en patrones de cachemira loca y se
encontró a la deriva en el vacío.
Los canales de comunicación dentro de su casco no eran del
todo silenciosos. Podía oír a Hamm y a los demás resoplando en
los micrófonos de sus cascos, tratando de controlar su propia
respiración. Había un estruendo que sonaba como un castañeo
de dientes, y un gruñido bajo que probablemente era un joven
soldado que gemía de dolor.
Avery usó los controles de maniobra de posición de los
dedos del traje para comenzar un giro lento, y rápidamente
localizó una masa de sombra cercana que sólo podía ser la
Canción Fantasma. Más allá, a la izquierda, se encontraba el
puesto de avanzada en el Punto de Libración Tres, que ahora era
una mancha verde del tamaño de un pulgar, salpicada de
manchas de instalaciones iluminadas con mucha luz. Naraka
yacía más allá del punto de libración, un enorme disco
esmeralda envuelto por cintas de nubes doradas, con una
pesada banda de instalaciones orbitales parpadeando en lo alto
de su ecuador.
No había señales del resto del Primer Pelotón Alfa, que sin
duda estaba a docenas de kilómetros de distancia después de
haber sido lanzado por descompresión desde la bahía de
lanzamiento. Avery tampoco vio ninguna señal de que la
Canción Fantasma hubiera localizado aún a la Fuerza Sierra,
aunque sabía que eso no podía durar. Tarde o temprano, Nyeto
o uno de los suyos vería un grupo de siluetas en forma de cuña
zambullirse hacia Naraka, borrando las estrellas lejanas
mientras se movían para atacar. Después de eso, sería fácil para
los traidores hacer su trabajo, enviar un mensaje—o incluso un
misil—que advirtiera al Covenant de los Spartans que se
acercaban.
Y sólo había una forma de detenerlos.
Avery activó su baliza de localización de emergencia, y
luego observó con deleite como una docena de brillantes astillas
de luz aparecían dentro del puesto de avanzada del Covenant y
venían corriendo en su dirección.
"¡Johnson!" Hamm crujió en el canal del Primer Pelotón.
"¿Intentas que nos capturen?"
"No, señora." Johnson sonrió cuando los tres merodeadores
de Nyeto de repente encendieron sus motores y se volvieron
para huir. "Intento que maten al Comandante Nyeto."
CAPÍTULO 25

1519 horas, 15 de abril de 2526 (calendario militar)


Merodeador Viuda Negra de la clase Razor del UNSC
Aproximación de Inserción, Planeta Naraka, Sistema Agni

El áspero pitido de una alarma de advertencia se escuchó en la


cabina de vuelo de la Viuda Negra, y el corazón de John-117 le
subió a la garganta.
Con la Fuerza Sierra acercándose a Naraka y la Fuerza Daga
ya infiltrándose en los puestos de avanzada de los puntos de
liberación del enemigo, el plan de asalto era inmutable y a la vez
muy vulnerable. Su HUD mostraba once minutos antes de que
una ola de detonaciones nucleares tuviera que acabar con los
escuadrones de piquetes del Covenant. Durante la confusión
que siguiera, los cuatro merodeadores de la Fuerza Sierra
penetrarían las defensas alienígenas e insertarían un pelotón de
tropas de asalto espacial dirigidas por los Spartans en cuatro
lugares diferentes cerca del anillo de apoyo de la flota orbital.
Los pelotones utilizarían entonces tácticas de caminata espacial
para abordar y destruir tantas instalaciones como fuera posible
desde el interior, utilizando dispositivos nucleares con fusibles
de tiempo y recipientes de un explosivo de alto rendimiento
llamado octanitrocubano. Apodados "octas", los recipientes
costaban más que un dispositivo termonuclear Havok, pero
valían la pena porque eran cargas huecas y su rendimiento
explosivo no disminuía en el vacío.
Pero nada de eso importaría si la Fuerza Sierra no estuviera
en posición cuando la Fuerza Daga comenzara su ataque.
El operador del sensor silenció la alarma de advertencia, y
luego se giró hacia la silla de la comandante en la parte posterior
de la cabina de vuelo.
"Señora, esa era una baliza de socorro de asalto espacial
transmitiendo abiertamente." El operador del sensor miró a
John y añadió, "El identificador dice Sargento A. Johnson."
"¿Avery Johnson?" La voz de Esme Guayte traicionó su
sorpresa. Vestida de utilitarios negros con su nombre y el rango
de teniente apropiadamente exhibidos, era una mujer pequeña
con miembros robustos que sin embargo hacía que la silla de
gran tamaño pareciera como si hubiera sido construida sólo
para ella. Recuperó la compostura y preguntó, "¿Alguna otra
señal?"
"Negativo."
La oficial de comunicaciones, sentada en su puesto en el
lado opuesto de la cabina de vuelo del operador del sensor,
apretó la yema de un dedo contra su auricular.
"En realidad, señora", dijo ella, "detecto una charla en los
trajes en el canal de comunicaciones del Primer Pelotón Alfa. No
tengo su encriptación, pero si me das un minuto—"
"Te lo haré saber si la necesito." Guayte mantuvo su
atención fija en el operador del sensor. "Alférez Jones, ¿cuál es
la reacción del enemigo?"
"Fuerte", informó Jones. "Tengo nueve—que sean diez—
embarcaciones del tamaño de una fragata saliendo del puesto
de avanzada del Punto Tres."
"¿Qué vector?"
"Es demasiado pronto para saberlo", contestó Jones.
"Podría ser la baliza de emergencia, o podríamos ser nosotros."
"Muy bien", dijo Guayte. "Mantenme informada."
Ella miró a John. Sin duda ella estaba pensando lo mismo
que él—si la oficial de comunicaciones estaba recogiendo
charlas de traje a traje, eso sólo podía significar que Avery
Johnson no era el único soldado que estaba flotando por ahí.
Claramente, algo había ido muy mal en el esfuerzo por tomar el
control de los merodeadores de Héctor Nyeto.
Guayte continuó mirando a John.
Finalmente se dio cuenta de lo que ella estaba esperando.
No podía creer lo que estaba a punto de decir, pero Avery
Johnson entendía la disciplina de las señales tan bien como
cualquiera. Nunca comprometería la misión activando una
baliza de emergencia que el enemigo seguramente detectaría.
La única razón por la que haría algo tan drástico era porque
quería que el Covenant lo escuchara.
John sólo deseaba entender por qué.
"Creo que tenemos que seguir el plan." John tuvo cuidado de
expresar su decisión como una sugerencia. Crowther pudo
haberlo puesto a cargo de la misión, pero él era un enlistado y
Guayte era la oficial de más alto rango a bordo del merodeador.
Si las cosas se ponían feas, no cabía duda de a quién obedecería
la tripulación. "Tenemos que seguir en la misión."
Los labios de Guayte se tensaron, pero ella le hizo a John un
asentimiento firme. "Muy bien, Jefe Maestro." Se volvió hacia el
frente otra vez. "Detección, continúa monitoreando la señal.
Navegación, determina la ubicación para el regreso.
Intentaremos pasar más tarde y recogerlos."
"Señora, esa armadura de asalto sólo tiene noventa minutos
de aire", dijo el navegante. "Incluso si los alienígenas no—"
"Ya oíste al Jefe Maestro", dijo Guayte. "Haz tu maldito
trabajo y fija la ubicación."
"Sí, señora."
Un silencio intranquilo cayó sobre la cabina de vuelo. John
podría haber condenado a muerte a Avery Johnson y a docenas
de Dagas Negras, pero el sargento también habría sido el
primero en decirle que lo hiciera. Si la Fuerza Sierra no lograba
destruir las instalaciones de apoyo de flotas en Naraka, el
Covenant podría reabastecerse y reanudar su invasión de las
Colonias Exteriores sin trabas—y permitir eso podría significar
el fin de la humanidad.
Sólo pasaron unos segundos hasta que el operador del
sensor dijo, "Señora, he perdido la baliza, y creo que los
alienígenas también—si es que alguna vez la tuvieron. Están
acelerando en un vector que evita la ubicación del Sargento
Johnson."
"¿También evitarán a la Fuerza Sierra?" preguntó Guayte.
"Podría estar cerca", contestó el operador del sensor.
"Pasaré mis datos a navegación para el análisis vectorial."
"Muy bien", dijo Guayte. "Comunicaciones, prepárate para
una transmisión en ráfaga de la Fuerza Sierra con un nuevo
rumbo e instrucciones."
El estómago de John se apretó. Incluso si el Covenant no
detectara la transmisión de ráfaga, una orden de cambio de
rumbo causaría una cascada de mensajes y quemaduras de
propulsores mientras cuatro merodeadores se coordinaban
para reducir al mínimo las posibilidades de colisión. Un ala de
merodeadores de primera como la de la Fuerza Sierra podría ser
capaz de lograrlo sin alertar a los alienígenas de su presencia,
pero sería una posibilidad remota.
"Tengo ese análisis vectorial", reportó el navegador.
"Parece un error de cien kilómetros, pero podrían estar
tratando de posicionarse para un ataque desde la cola."
"Comunicaciones, espera."
La mirada de Guayte se distanció. Cien kilómetros en el
espacio abierto era prácticamente un roce lateral, y John sabía
que ella tenía que estar debatiendo el mejor curso de acción.
"Señora, creo que debemos arriesgarnos", dijo John. "Entre
la baliza de emergencia y el parloteo en las comunicaciones, algo
está pasando con Vuelo Fantasma. "El Covenant probablemente
está reaccionando a eso, no a nosotros."
Guayte cambió su atención a John. "Aunque tengas razón, a
cien kilómetros, la proximidad aumenta nuestras posibilidades
de ser detectados al treinta por ciento—y eso es con los
sensores humanos."
"Aún tenemos que vencer nuestras posibilidades de
cambiar de rumbo sin ser detectados."
"Asumiendo que tienes razón sobre lo que los alienígenas
están haciendo."
"Señora, no sé si el Jefe Maestro tiene razón", dijo el
navegante. "Pero el vector de los alienígenas es extraño—
intercepta nuestro acercamiento original."
"¿El que abandonamos después de que la Fuerza Daga
entrara en el desliespacio?" preguntó Guayte.
"Sí, señora", dijo el navegante. "Es como si esperaran que
estuviéramos allí."
"No a nosotros", dijo John. Empezaba a pensar que sabía por
qué Johnson había activado su baliza de emergencia. "¿Podrían
estar persiguiendo a un merodeador de Vuelo Fantasma?"
"Es posible", dijo el operador del sensor. "Pero, ¿por qué se
marcharía un merodeador..."
"Sigue vigilando ese vector", ordenó Guayte.
Obviamente había llegado a la misma conclusión que John.
Avery Johnson había activado su baliza de emergencia no para
pedir ayuda, sino para llamar la atención del Covenant—y evitar
que Héctor Nyeto saboteara la llegada de la Fuerza Sierra.
Pero incluso con un escuadrón enemigo en la cola de su
merodeador, Nyeto no se había dado por vencido. Ahora
intentaba guiar a los alienígenas hacia la Fuerza Sierra. Y podría
haber tenido éxito, si John no hubiera cambiado su vector de
aproximación justo antes de que la Fuerza Sierra entrara en el
desliespacio.
Después de un momento, Guayte añadió, "Y busca una
ráfaga tau. Si el Jefe Maestro tiene razón sobre a quién persigue
el Covenant, ese merodeador no volverá para ayudarnos."
El operador del sensor se quedó callado por un momento, y
luego dijo, "Entendido. Te mantendré informada."
La cabina de vuelo se calmó de nuevo. John sabía que se
producía una ráfaga tau cada vez que se abría un vórtice en el
desliespacio. Las partículas tau tenían una vida
extremadamente corta—menos de una milmillonésima parte de
un segundo—por lo que eran imposibles de detectar a menos
que una antena parabólica apuntara directamente al vórtice.
Aun así, no era la partícula tau lo que realmente se observaba,
sino el estallido de energía que se producía cuando se
encontraba con su complemento de antimateria y se
autodestruía.
John revisó su HUD. Las primeras armas nucleares debían
detonar en los puestos de avanzada de los puntos de liberación
en poco más de cinco minutos. Dado el aparente problema que
había caído sobre el Primer Pelotón Alfa, no esperaba ver
ningún destello brillante en el Punto de Libración Tres. Pero la
Viuda Negra estaba lo suficientemente lejos de Naraka como
para que cualquier detonación en los Puntos de Liberación
Cuatro y Cinco fuera visible a ambos lados del planeta, más o
menos en el mismo plano que su ecuador.
"El escuadrón del Covenant llegará a su mayor
acercamiento en treinta segundos", dijo el navegante.
"Y han abierto fuego con sus cañones de plasma", añadió el
operador del sensor.
"¿Sobre nosotros?" exclamó Guayte.
"Lo siento, señora, no. Sobre quien sea a quien estén
persiguiendo."
"Muy bien. Continúa." La voz de Guayte había vuelto a su
tono normal de calma. "Comunicaciones, prepara el mensaje de
la ráfaga, diciendo: 'Rompan, Rompan, Rompan, Activen Todas las
Armas'. Reten la transmisión hasta que yo lo ordene."
"Entendido."
John fijó su mirada en el lado de babor del mirador y
rápidamente vio un puñado de briznas azules que se acercaban
desde la dirección del Punto de Libración Tres. Aunque la
distancia era minúscula según los estándares del espacio, nunca
vio un reflejo o silueta que sugiriese que se trataba de la
embarcación en sí. Incluso los pernos de plasma que los
alienígenas disparaban contra el merodeador que huía eran
apenas más que manchas de luz. Entonces, casi antes de que se
diera cuenta, las briznas habían desaparecido.
La tensión en la cubierta de vuelo se desvaneció, y una
docena de respiraciones más tarde, el operador del sensor
informó, "El escuadrón del Covenant continúa en el vector. No
hay indicios de que nos hayan detectado."
Guayte exhaló fuerte y luego dijo, "Comunicaciones, apaga
esa transmisión de ráfaga." Se volvió hacia John. "Buena
decisión, Jefe Maestro."
John pensó en Avery Johnson. "Eso espero."
Revisó su HUD. En dos minutos, las armas nucleares
deberían empezar a detonar y a destruir los escuadrones de
piquetes y los puestos de avanzada de los puntos de liberación.
Si todo salía según lo previsto, la Fuerza Sierra descendería diez
minutos más tarde y comenzaría a atacar el anillo de
instalaciones orbitales de apoyo de flota que rodeaba Naraka.
Las instalaciones estaban conectadas por un tubo de tránsito
cerrado dentro de un armazón esquelético de celosías de
soporte—la Dra. Halsey lo había llamado "armadura de
celosías" cuando vio los vídeos de reconocimiento—y el
objetivo del ataque era destruir una cantidad suficiente de la
armadura para derribar el anillo entero. Si la Fuerza Sierra
pudiera destruir por lo menos diez instalaciones—junto con la
armadura de conexión—había un noventa y dos por ciento de
posibilidades de que la órbita de todo el anillo se volviera
inestable y cayera en una rápida e irreversible decadencia.
Al menos eso era lo que decía la Dra. Halsey, y no tenía la
costumbre de estar equivocada.
"Tenemos ráfagas de tau", reportó el operador del sensor.
"Varias. Supongo que son tres embarcaciones separadas, todas
entrando al desliespacio en formación cerrada."
John estaba aturdido. Durante sus sesiones de planificación
para esta misión, Crowther y Johnson habían especulado sobre
la profundidad de la conspiración, pero nadie había sugerido
que podría incluir a los tres merodeadores de Vuelo Fantasma.
Guayte miró por encima. "¿Sorprendido?"
"Sí, señora, se podría decir que sí", dijo John. "El Cuerpo de
Merodeadores es una división de la ONI. ¿Cómo pudo Nyeto
tripular tres naves enteras con traidores?"
"Más fácil de lo que crees", dijo Guayte. "Los comandantes
aprueban todos los reemplazos de tripulación. Una vez que
Nyeto tuviera su vuelo, podría empezar a meter discretamente
a su gente cada vez que hubiera una transferencia."
"¿Para toda la tripulación de tres merodeadores?" John
todavía no podía creer que fuera posible. "Eso llevaría años."
"Tal vez décadas." Guayte se volvió hacia adelante otra vez.
"Ponte en el lugar de Nyeto, John. Para los insurreccionistas,
nosotros somos los invasores alienígenas, la horda que no puede
ser detenida. Ya han estado luchando contra nosotros durante
treinta años de todas las maneras que han podido—al igual que
nosotros estamos luchando contra el Covenant ahora. Si eso
significara pasar veinte años en el UNSC sólo para robar unos
cuantos merodeadores—entonces eso es lo que haría."
Un brillante destello llamó la atención del ojo izquierdo de
John. Se giró para ver esferas blancas abriéndose camino a la
existencia en los puntos de liberación a ambos lados del ecuador
de Naraka, y luego volviendo a encogerse hacia la nada, una tras
otra, en una bella y cegadora tormenta de aniquilación.
Unos pocos destellos más iluminaron el borde del puerto de
visión de la Viuda Negra cuando un puñado de dispositivos
termonucleares detonaron en el puesto de avanzada del Punto
de Libración Tres, pero no se parecía en nada a las erupciones
de luz que venían de los otros dos puestos de avanzada. Y no es
de extrañar. Con el escuadrón de piquete alienígena
persiguiendo a Vuelo Fantasma, los únicos objetivos que
quedaban en el Punto Tres eran unas pocas estaciones de apoyo.
"Sensores, ¿cuál es el estado del escuadrón del Covenant
detrás de nosotros?"
"Intacto", dijo el operador del sensor. "Y cambiando de
dirección. Parece que están respondiendo al ataque."
"Vigílalos", dijo Guayte. Ella miró a John. "Será una inserción
caliente."
John se encogió de hombros. "¿Hay de algún otro tipo?"
En realidad, sólo había dirigido inserciones hostiles un
puñado de veces—más recientemente, cuando los Spartans
atacaron la flota logística de Etalan—pero estaba bastante
seguro de que ninguna inserción era siempre fácil. Siempre
habría alguien dispuesto a hacer lo que fuera necesario para
evitar que el UNSC pusiera un pie en su terreno.
"Sólo pónganos dentro del rango de caminata espacial del
anillo orbital", agregó John. "Nosotros nos encargaremos del
resto."
"Trato hecho."
La mirada de Guayte estaba clavada en el frente, donde el
moteado disco verde de Naraka se expandía rápidamente a
través del mirador. Ya se podía ver su anillo de instalaciones de
apoyo de flota que orbitaba sobre el ecuador, una raída banda
de formas rizadas conectadas entre sí por el filamento amarillo
verdoso de un tubo de tránsito.
Las formas variaban en tamaño desde casi imperceptibles
hasta tan grandes como el puño de John, y estaban salpicadas
con las luces centelleantes y las burbujas resplandecientes de
las instalaciones industriales activas. Debajo de un puñado de
estas instalaciones, radios de luz azul descendían hacia la
cubierta de nubes amarillas de Naraka y desaparecían de la
vista.
Frente al anillo orbital flotaban veinte embarcaciones del
Covenant, cada una de ellas tan grande que John las confundió
con instalaciones en el anillo mismo—hasta que se dio cuenta
de las brillantes manchas que pululaban a su alrededor y se dio
cuenta de que estaba mirando un caparazón de cazas. Incluso
entonces, le llevó un momento reconocer el problema. Las naves
no tenían colas de empuje. En lugar de escalar a órbitas más
altas para expandir su capullo defensivo y compensar la pérdida
de sus escuadrones de piquetes, se mantenían en órbita,
manteniendo una estrecha red anti-infiltración que evitaría que
los merodeadores se deslizaran para atacar las instalaciones
orbitales.
"Buena disciplina", dijo Guayte. "No se lo están tragando."
"Imagina eso", dijo John. "Alguien filtró nuestro plan."
"Tal vez", dijo Guayte. "Pero los alienígenas no son idiotas.
Después de Etalan, podrían haber conjeturado lo que haríamos."
"Pero no donde lo haríamos." John señaló la línea de
embarcaciones que crecían lentamente. "¿Eso parece una típica
fuerza de guarnición? ¿O un despliegue típico?"
"No soy experta en el despliegue de las fuerzas de
guarnición del Covenant", dijo Guayte. "Pero no. Para
desplegarla tan apretada alrededor de todo el anillo, tendrían
que mantener un centenar de embarcaciones del tamaño de un
carguero en posición. Nadie hace eso a menos que espere
problemas."
"Así que haremos esto de la manera difícil", dijo John. "Plan
D."
"No sabía que había un Plan D."
"Lo hay ahora." John le explicó lo que tenía en mente y le
preguntó, "¿Qué te parece? Esperan que ataquemos el anillo de
apoyo de flota desde una órbita más alta, así que lo atacamos
desde abajo."
"Si podemos bajar."
John señaló al débil haz que conectaba el anillo con Naraka.
"Esos radios se parecen mucho a los elevadores de gravedad que
usan sus naves. Si colocamos nuestras unidades Sierra en la
superficie cerca del fondo de ellos, usaremos la tecnología de
elevación del Covenant para infiltrarnos en el anillo. Tiene que
ser más fácil que atravesar esa línea defensiva."
Guayte suspiró. "Probablemente sí. Ni siquiera el Covenant
puede poner una red tan apretada en todo un planeta." Estudió
su pantalla de comandos por un momento, y luego preguntó,
"Detección, ¿qué estamos viendo sobre los polos?"
"Patrullas estándar. Nada que no podamos esquivar."
"Muy bien." Guayte se volvió hacia John. "¿Estás seguro de
que quieres que nos separemos? La potencia de fuego colectiva
es—"
"Con una potencia de fuego superior es más fácil de
eliminar", dijo John. "Nunca vamos a atravesar esa línea. No
tenemos la fuerza para hacer eso. Tenemos que infiltrarnos, y
separarnos lo hace más fácil. También le da a la Fuerza Sierra
cuatro oportunidades en lugar de sólo una para alcanzar el
anillo."
"Llegar al anillo es sólo la mitad de la batalla, Jefe", dijo
Guayte. "Para derribarlo, todavía tienes que destruir diez
instalaciones—y eso no sucederá si te falta potencia de fuego."
"No será así", dijo John. "Con todo respeto, señora, no
entiende las capacidades de los Spartans."
Guayte pensó un momento y luego dijo, "Está bien, nos
separaremos. Pero incluso si podemos hacer que entren, la
recuperación está fuera de discusión. Si esos radios no son lo
que crees que son—"
"Sólo haznos entrar, señora", dijo John. "Encontraremos
nuestro propio transporte a casa."
John dejó la otra mitad de esa declaración sin decir: si
estamos aquí para necesitarlo. Su plan era necesariamente corto
en detalles, ya que no tenía inteligencia sobre lo que
encontrarían en la superficie del planeta. Pero era justo decir
que, si esos radios no eran una especie de ascensor espacial,
llegar a casa sería el menor de los problemas de la Fuerza Sierra.
Después de un momento, Guayte asintió. "Muy bien, Jefe
Maestro. Tú estás a cargo." Se volvió hacia su pantalla de
comandos y empezó a escribir órdenes. "Sólo espero que sepas
lo que estás haciendo."
"Estoy seguro de que no es la única, Teniente." John se puso
en atención. "Con su permiso, me retiraré a la bahía de
lanzamiento y me prepararé para la inserción."
"Creo que es lo mejor." Guayte habló sin apartar la vista de
su pantalla de comandos. "No nos vamos a molestar en
establecer la órbita. Esto será una inserción de meteorito. Le
comunicaré por ráfaga tu plan a los otros merodeadores, y tus
botas estarán en tierra en… dieciséis minutos."
Se dirigió a la oficial de comunicaciones y comenzó a dar
instrucciones para la transmisión de ráfaga. Tomando su
cambio de enfoque como una despedida informal, John se retiró
a la bahía de lanzamiento, donde se unió al resto del Equipo Azul
y al Tercer Pelotón de la Compañía Delta.
Hablando mientras trabajaba, John explicó el nuevo plan y
comenzó a asegurar armas y dispositivos a su armadura. Puso
un MA5B con lanzagranadas en su montura magnética dorsal y,
como quería un arma con el poder de penetrar el escudo de
energía personal del enemigo, eligió llevar a mano una escopeta
de asalto cercano M90. Se unió al resto del Equipo Azul en la
carga de los artefactos explosivos: una octa de cien kilotones en
cada cadera y una Havok de treinta megatones en la parte baja
de su espalda.
Sin ser Spartans biológicamente aumentados en la
armadura potenciada Mjolnir, la Teniente Oso Pequeño llevaba
una Fury de un megatón, y sus treinta y un Dagas Negras, cada
uno de ellos, llevaban un par de octas sujetadas con un gancho
magnético por encima de sus paquetes de propulsión. John se
preguntaba si esto era algún tipo de récord para la artillería más
nuclear jamás llevada por una fuerza de inserción compuesta
enteramente de infantería, y ni siquiera estaba considerando a
los otros equipos de Dagas Negras y Spartan a bordo del resto
de los merodeadores de la Fuerza Sierra, con equipos similares.
Definitivamente sería un gran espectáculo de fuegos artificiales,
con suerte uno que todos ellos estarían disfrutando desde una
distancia segura.
Unos minutos más tarde, el equipo estaba listo y la Viuda
Negra empezó a estremecerse cuando se sumergió en la
atmósfera de Naraka. Los Spartans se dirigieron a la escotilla de
salto en la parte trasera de la bahía. Anticipando un desembarco
bajo fuego, John asignó a Fred y Kelly para que lideraran el
camino, seguidos por doce ODSTs cada uno.
Él y Linda serían los siguientes en desembarcar. De esa
manera, el pelotón tendría una potencia de fuego Spartan que
dirigiera el camino y que viniera en apoyo, y el Coronel
Crowther no le mordería el trasero por liderar desde el frente.
La Teniente Oso Pequeño se ocuparía de la parte trasera de la
formación con los ODSTs restantes en caso de que la situación
realmente se deteriorara y el pelotón necesitara a alguien que
se encargara de arreglar el desastre.
La iluminación en la bahía de lanzamiento se oscureció
brevemente, indicando que faltaban tres minutos para que se
abriera la escotilla, y luego regresó al máximo, lo que indica un
peligroso desembarco a la luz del día. Que no se podía evitar.
Con cuatro merodeadores alcanzando objetivos repartidos
uniformemente alrededor del ecuador del planeta, sólo la mitad
de los equipos de la Fuerza Sierra iban a desembarcar al abrigo
de la oscuridad. John pidió que se hicieran las comprobaciones
finales y revisó su propia lista de sistemas, y luego se dedicó a
intercambiar inspecciones visuales con Linda.
Un crujiente rugido creció dentro de la bahía cuando la
fricción atmosférica comenzó a calentar el casco de la Viuda
Negra. El HUD de John mostró que la temperatura dentro del
compartimiento subía rápidamente, y el merodeador se
comenzó a tambalear tan fuerte que incluso los Spartans
tuvieron que arrodillarse para evitar caer de sus pies.
La voz de Guayte llegó por el canal de comunicaciones del
Tercer Pelotón. "Perdón por el duro viaje. Estamos empezando
a atraer moscas, y los quiero en el suelo antes de que empiecen
a morder. Vigilen los monitores para que vean su zona de
aterrizaje, pronto tendremos contacto visual."
Apenas había cerrado el canal cuando se activaron los
monitores de los mamparos, mostrando nada más que una
neblina amarilla. John pensó por un momento que había algún
tipo de problema de transmisión; entonces la neblina se hizo
más fina y desigual, ofreciendo vislumbres de un exuberante
mundo volcánico de calderas humeantes y brillantes grietas. Un
patrón de cachemira de campos amurallados y terrazas
serpenteantes cubría la mayor parte del terreno que no estaba
activamente humeante o burbujeante. Una red plateada de
luminosas calzadas convergían en una ciudad distante de
cúpulas de marfil y espirales doradas, que se apiñaban al pie de
una columna de luz azul.
Mientras la Viuda Negra seguía rebotando y temblando
hacia la ciudad, grietas y fisuras empezaron a definir las cúpulas
y las agujas en grupos separados de edificios altos y esbeltos que
se elevaban cientos de metros de altura, retorciéndose y
arqueándose en formas gráciles, aparentemente centenarias y
que parecían casi de cristal soplado a mano. La luz azul se
engrosó hasta convertirse en un pilar del tamaño de un
rascacielos, y en su interior empezaron a aparecer vetas oscuras
que se elevaban por la columna a una velocidad casi mayor que
la que podía seguir el ojo.
"Bueno, eso es un extraño ascensor espacial alienígena—o
un extraño cañón de partículas alienígenas", dijo Fred. "Supongo
que lo sabremos cuando entremos."
"Esas rayas son demasiado grandes para un cañón de
partículas", dijo la Teniente Oso Pequeño, que claramente no
estaba acostumbrada al humor de Fred. "Pero aún no estoy
segura de que podamos sobrevivir a ese tipo de aceleración."
"Sólo hay una manera de averiguarlo", dijo John.
"¿Enviar a Kelly primero?" preguntó Fred.
"Muy gracioso", dijo Kelly. "Y tú vienes conmigo."
Las luces de alerta de los mamparos cambiaron de rojo a
ámbar.
"Un minuto", dijo John. "Basta de charla."
Las grietas y fisuras entre los elegantes edificios se
ensancharon hasta convertirse en rutas de vuelo llenas de
tráfico aéreo, y las cúpulas y espirales comenzaron a elevarse
más que el merodeador. Una serie de círculos blancos se
encendieron en la parte inferior del monitor y rápidamente se
encogieron en puntos cuando la Viuda Negra disparó tres
misiles Argent V para despejar su camino hacia el ascensor
espacial. El primer misil cayó detrás de un vehículo volador
oblongo con un elegante cuerpo morado que descansaba entre
dos patines de levitación grises, y luego floreció hasta
convertirse en una bola anaranjada que lamió los edificios a
ambos lados del carril. John no tenía idea si el vehículo había
sido militar o civil, y trató de no pensar en ello. El simple hecho
era que había sido entre la Viuda Negra y su objetivo, y ese
desafortunado giro de los acontecimientos había sellado su
destino.
Los dos misiles siguientes destruyeron objetivos aún más
adelante del merodeador, y la ruta de vuelo rápidamente
comenzó a despejarse a medida que los confundidos pilotos
alienígenas se desviaban por los carriles laterales o caían hacia
la calle de abajo. La Viuda Negra se niveló a casi la mitad de la
altura de los edificios y continuó hacia el ascensor espacial,
ahora usando su par de cañones en la nariz de 50 mm para
deshacerse de cualquier vehículo que no fuera lo
suficientemente rápido como para despejar el carril.
Las luces de alerta comenzaron a parpadear. Treinta
segundos.
John metió una bala en su M90. "Seguros fuera."
La Viuda Negra comenzó a desacelerarse. Mil metros más
adelante, el corredor aéreo se abría a un bullicioso patio de
transferencia con pavimento que se parecía mucho a una vasta
lámina de vidrio gris verdoso. Cientos de deslizadores de
transporte con compartimientos abovedados para el conductor,
camas de carga ovaladas y plataformas antigravedad que
sobresalían de sus lados se ubicaban uno frente al otro en filas
dobles, lo que creaba un amplio pasillo central entre los dos
parachoques traseros.
Un pequeño ejército de estibadores alienígenas—en su
mayoría Jackals y Grunts—estaba descargando los largos
trineos de carga de los deslizadores en el pasillo central. Por lo
que John podía ver, parecía que una vez que las cajas estaban
colocadas en el pavimento, flotaban hasta el ascensor por sí
solas, y luego desaparecían.
La Viuda Negra lanzó una masiva andanada de misiles, y de
repente el monitor sólo mostró llamas y humo. El merodeador
se ralentizó y empezó a mover su nariz hacia delante y hacia
atrás, resonando notablemente mientras llenaba el aire de
disparos de cañón.
Las luces de alerta parpadearon en verde cuando se abrió la
escotilla de salto; luego Fred y Kelly ya estaban encabezando las
primeras filas de Dagas Negras hacia la superficie del planeta
alienígena. John y Linda siguieron segundos más tarde,
descendiendo dos metros y medio a través de un espeso humo
negro. La gravedad de Naraka era sólo unas tres cuartas partes
del estándar de la Tierra, así que el descenso fue lento y fácil, y
aterrizaron en una superficie lisa que parecía extrañamente
libre de despojos y escombros.
John sintió algo raspando la parte superior de su casco.
Pensando que le estaban disparando, se arrodilló y se dio la
vuelta—y se encontró debajo de la Viuda Negra, siendo
transportado detrás de una línea de ODSTs igualmente
arrodillados. Delante de ellos, las oscuras formas de docenas de
deslizadores de transporte ardientes yacían volcados sobre sus
costados. Unos pocos estaban descansando sobre sus cimas, sus
plataformas antigravedad con bisagras se balanceaban
perezosamente mientras se deslizaban hacia el ascensor
espacial.
John miró hacia abajo y vio que se deslizaba a lo largo de
una banda verde esmeralda de pavimento vidrioso. Parecía
nivelado, pero se sentía como si estuviera sobre hielo verde,
bajando una suave colina. Golpeó la culata de su M90 contra ella,
medio esperando ver una red de grietas corriendo hacia afuera
desde el punto de impacto, y sintió… nada. Su escopeta dejó de
descender y no quiso seguir adelante.
"Raro, ¿eh?" dijo Fred, hablando por el canal del equipo.
John se asomó para ver la silueta fantasmagórica de un
deslizador de arrastre en llamas que pasaba a la deriva en la
dirección opuesta. Fred salió por detrás y se arrodilló al lado de
John, y juntos pasaron bajo los ahora silenciosos cañones de
nariz de la Viuda Negra.
"Sube al pavimento gris y deja de moverte", continuó Fred.
"Las bandas verdes deben ser una especie de zona de
transporte. Te llevan directo al ascensor."
John observó el humo que se avecinaba, tratando de
encontrarle sentido a la confusión de formas y a los conos
parpadeantes de color naranja, y luego se rindió y cambió a su
rastreador de movimiento. Inmediatamente vio a Kelly veinte
metros adelante, con cuatro ODST colocados a cada lado de ella
en una línea de combate. No podía decir lo que estaba justo
enfrente de ella, pero a juzgar por el lugar donde el ascensor
espacial descendía de las nubes, ella estaba a unos cien metros
de la entrada.
"¿Algún contacto?" preguntó John.
"¿Después del bombardeo que la Viuda se echó? Creemos
que hay unos pocos Brutes heridos escondidos detrás de unos
deslizadores destrozados frente a la base del ascensor, pero no
han mostrado mucho interés en salir a pelear. Por eso he vuelto
para informar."
Antes de que Fred pudiera continuar, la voz de Oso Pequeño
sonó en el canal del pelotón. "Tercer Pelotón fuera."
"Pelotón fuera", reconoció Guayte. "Viuda fuera."
El humo era tan espeso que John apenas podía ver las alas
del merodeador—y mucho menos la zona de explosión detrás
de las boquillas del propulsor—volvió a comprobar su
rastreador de movimiento y confirmó que el resto del pelotón
ya se estaba extendiendo en otra línea de escaramuza y
avanzando hacia adelante.
"Afirmativo", dijo John. "Viuda fuera. Gracias por el
aventón."
"Tal vez no deberías darme las gracias, Jefe", dijo Guayte.
"Podrías estar por tu cuenta destruyendo esos diez objetivos."
El estómago de John se apretó instantáneamente. "¿Los
otros murciélagos no lo lograron?"
"Eso es lo que estoy escuchando", dijo Guayte. "La Hacedor
de Viudas y la Muerte Tranquila fueron atacadas en la entrada y
tuvieron que dar la vuelta o bajar. La Hombre Tranquilo se
desintegró en el descenso final. Comunicaciones interceptó una
charla que sonaba como si los Spartans estuvieran recogiendo
los Dagas Negras sobrevivientes y siguieran adelante, pero es
difícil decir cuántos hay y si llegarán al ascensor."
"Entendido. Agradezco la actualización."
John digirió los índices de fracasos y bajas con
consternación. Los cuatro miembros del Equipo Dorado se
habían dividido a partes iguales entre la Creador de Viudas y la
Muerte Tranquila, y ahora estaban completamente fuera de la
batalla. Pero al menos los Spartans a bordo de la Hombre
Tranquilo parecían estar de una pieza hasta ahora. Ese era el
Equipo Verde, y si alguien podía encontrar una forma de
extraerlos, era Kurt-051.
Empezó a desearle a Guayte un vuelo seguro, pero la Viuda
Negra ya estaba sobre su cola y trepando hacia el cielo. El chorro
del propulsor despejó el humo el tiempo suficiente para revelar
docenas de cuerpos alienígenas colgando de burbujas de
pilotaje destrozadas o tumbados debajo de deslizadores de
transporte volteados. Era un espectáculo espantoso, y ninguno
de ellos llevaba armadura, llevaba armas, o mostraba cualquier
otra señal de estar en el ejército. John casi se encontró
arrepintiéndose de sus muertes… hasta que recordó lo que el
Covenant le había hecho a Harvest y a Etalan y a Biko y
probablemente a una docena de otros mundos de los que aún no
había oído hablar. El Covenant había comenzado esta sangrienta
guerra, y John no se permitía a sí mismo sentirse mal por
haberla peleado según las reglas de ellos.
La zona de transportación llevó a John y a sus compañeros
a unos pocos metros de la línea de escaramuza que Kelly había
establecido. Se volvió hacia Fred y habló por el canal del equipo.
"¿Me hablaste de unos Brutes heridos?"
"Eso creemos." Fred señaló hacia el humo. "Hay algunos
deslizadores de transporte adelante que han sido juntados para
hacer un parapeto. Estamos suponiendo que son Brutes, ya que
probablemente son los únicos lo suficientemente fuertes como
para arrastrar esas cosas de un lado a otro. Podríamos intentar
dar la vuelta..."
"¿Pero?"
"¿Pero a quién le gusta que le disparen por la espalda?" dijo
Fred. "Tenemos que eliminarlos."
"Y rápido", dijo John. "Si están escondidos, están esperando
algo."
Fred inclinó su casco hacia adelante, de acuerdo. "Tal vez
tengan apoyo en camino."
"O tal vez están esperando que se encienda una barrera de
bloqueo", agregó Linda.
"Podría ser cualquier cosa", dijo John.
Lo único que nadie mencionó fue cortar la energía del
ascensor. Con miles de toneladas de carga en tránsito hacia una
órbita geoestacionaria a decenas de miles de kilómetros sobre
la superficie del planeta, no se interrumpía simplemente la
energía de un ascensor espacial—a menos que estuviesen
preparados para un impacto a alta velocidad que haría que una
detonación nuclear pareciese una explosión de granada en
comparación.
"Lo que sea que estén esperando, desaparezcamos antes de
que suceda." John salió de la zona de transportación. "Fred y
Kelly, flanquéenlos. Linda, conmigo."
Un trío de luces de estado parpadeó en verde, y Fred y Kelly
desaparecieron en el humo. Linda siguió a John hasta un ODST
que se escondía detrás de un deslizador de transporte quemado.
John entregó su M90 al ODST, y luego le señaló a Linda un
deslizador cercano que aún humeaba. "Necesitaremos dos,
creo."
"Dos deben servir", dijo Linda.
Ella aseguró su M99 a su Mjolnir, luego se acercó al
deslizador que todavía humeaba y comenzó a empujarlo hacia
la zona de transporte. El deslizador de John ya estaba adyacente,
así que simplemente se agachó junto a él y esperó a que Linda
moviera el suyo a su posición.
Se pasó al canal del pelotón y dijo, "Teniente Oso Pequeño,
Linda y yo vamos a forzar la mano del enemigo. Sugiero que el
pelotón nos siga y esté listo para moverse rápido."
"Ya lo oyeron", dijo Oso Pequeño. "¡Muévanse!"
El deslizador de Linda se raspó en su lugar junto al de John.
El humo que se extendía por delante era tan espeso que apenas
podían ver cinco metros con claridad, y distinguir formas a no
más de diez metros. La barricada enemiga estaba en algún lugar
más allá, pero cuando John miró hacia el cielo, todavía podía ver
la columna azul del ascensor cerniéndose sobre él. Permanecía
lleno de las oscuras vetas de la carga en ascenso.
John miró a Linda. "Tres... dos..."
Ella empujó su deslizador hacia delante, y él lo levantó,
poniendo toda su fuerza y la armadura Mjolnir en el esfuerzo. El
deslizador se salió del pavimento vidrioso y se volcó
parcialmente, luego se estrelló en el lado opuesto de la cinta de
transportación. Estaba más o menos igualado con el de Linda,
pero descansando en un ángulo que dejaba un pequeño hueco
entre los dos vehículos.
Suficientemente cerca. John agarró su M90 del ODST y entró
en la zona de transportación.
"Vamos", dijo por el canal del pelotón. "Y necesitamos a
alguien con un SPNKR aquí arriba."
Oso Pequeño ladró, "¡Chávez!"
Unos segundos más tarde, un ODST apareció con un
lanzacohetes y un juego extra de barriles. Con su armadura
negra de asalto, se parecía a todos los demás ODST, excepto que
era más o menos una cabeza más alto y medio brazo más ancho.
John pensó brevemente en cómo manejar el SPNKR por sí
mismo—y luego recordó lo que Johnson había dicho sobre
confiar en que su gente haría su trabajo. Señaló a Chávez hacia
la brecha entre los dos vehículos.
"El enemigo ha improvisado un parapeto por delante de
nosotros", dijo. "Ambos cañones, en el instante en que lo veas."
"Lo haré, Jefe Maestro."
Chávez se arrodilló sobre el pavimento y colocó los barriles
adicionales a su lado, luego empujó cuidadosamente su arma en
el hueco.
John revisó su rastreador de movimiento y vio que la
Teniente Oso Pequeño y el resto del Tercer Pelotón estaban
alineados detrás de él en dos columnas bien espaciadas, con las
armas listas. Fred y Kelly reaparecieron en el rastreador, a unos
diez metros por delante y a una distancia similar al lado.
"¿Ya viste algo?" le preguntó John a Chávez.
De repente, una llamarada amarilla llenó la visión de John
cuando ambos cohetes salieron despedidos.
En lugar de salir inmediatamente de la brecha, Chávez
buscó su juego extra de barriles—luego voló hacia atrás, el
SPNKR salió volando de sus manos mientras descendía con un
grupo de púas ardientes que sobresalían de su armadura en el
pecho. John atascó su M90 en la brecha y disparó a ciegas, luego
tiró su brazo hacia atrás justo cuando otro grupo de púas llegó
y rebotó en el chasis del vehículo adyacente. Volvió a introducir
otro cartucho en la cámara de la escopeta y escuchó una serie de
ruidos y golpes desde sus diez en punto a pocos metros de
distancia—la ubicación de Fred y Kelly, según su rastreador de
movimiento—y luego la voz de Kelly sonó a través del canal del
pelotón.
"Despejado."
John miró a Chávez y su corazón se hundió. Había sido un
pequeño error—y uno del que John había salido airoso unas
cuantas veces—pero los Brutes habían estado listos, y ahora
Chávez yacía sobre el pavimento vidrioso, convulsionando y
pateando.
"¡Médico!" John gritó.
Para asegurarse de que no habría más errores, John volvió
a meter la escopeta en el hueco.
"¡Oye!" Fred llamó. "¡Los tenemos!"
"Sólo estoy comprobando."
Dejando a Chávez para el médico, John atravesó la barricada
que él y Linda habían erigido, y luego vio a Fred y Kelly mirando
por encima del parapeto improvisado de los Brutes. Un trío de
deslizadores de transporte había sido inclinado hacia los lados
y arrastrado a su lugar. El vehículo central tenía un enorme
agujero en la plataforma de carga donde habían estallado los
cohetes de Chávez, y a través de la abertura John podía ver el
cuerpo superior de un Brute que había sido volado en pedazos
en el medio. Tres Brutes más yacían sobre los deslizadores
adyacentes, humo aun saliendo de los cráteres de las granadas
en sus espaldas.
"Siento haber dudado de ustedes", dijo John. "Ahora tomen
toda la munición que puedan y vengan aquí. Tenemos un
aventón que alcanzar."
John vigiló hasta que Fred y Kelly regresaron a la zona de
transportación y comenzaron a recoger barriles de SPNKR
adicionales, luego regresaron a Chávez. El ODST había sido
arrastrado hasta la cobertura por Oso Pequeño y uno de sus
soldados, y el médico del pelotón estaba usando un émbolo para
introducir algo—probablemente bioespuma—en el puerto
médico de la armadura de asalto de Chávez. Una proporción de
cuatro a uno de bajas no era nada de lo que quejarse, pero había
sido John quien le ordenó a Chávez que se metiera en esa brecha,
y no podía evitar sentirse enfermo por ello.
Pensó de nuevo en las palabras de Johnson, y las aceptó.
El pelotón fue transportado desde el humo a un túnel de
clasificación abandonado, donde docenas de postes con punta
de pedestal y pistolas de linterna de apariencia extraña yacían
esparcidas a ambos lados de la zona de transportación.
Cincuenta metros más adelante, la base del ascensor se podía
ver claramente. Era una vasta plataforma gris enmarcada por
una serie de pilones verticales de unos quince metros de altura,
cada uno de los cuales estaba anclado en la superficie,
claramente parte de una máquina mucho más grande enterrada
debajo. A primera vista, los pilones parecían ser canales para la
energía del ascensor, generando el haz azul desde sus puntas,
así como desde algún espacio oculto debajo de la plataforma.
Mientras tanto, el transportador seguía empujando los
escombros de la batalla hacia la columna azul del ascensor
espacial alienígena. Una vez dentro, los escombros—cuerpos y
trozos de escombros—se esparcían uniformemente a través del
haz y comenzaban a elevarse, lentamente al principio, pero de
manera constante acumulando velocidad. Para cuando
desaparecían de la vista a cien metros de altura, estaban
viajando demasiado rápido para que el ojo los siguiera. Se
preguntó brevemente cómo reaccionarían los alienígenas en la
parte superior del ascensor.
Después de un momento, John se volvió hacia Oso Pequeño
y asintió hacia Chávez.
"¿Lo logrará?"
"Si pudiéramos llevarlo a un hospital de combate de clase I,
tal vez. Pero, ¿aquí afuera?" Ella agitó la cabeza. "Es el final de la
línea para él. Mehran le está dando un tiro."
El "tiro" era un potente narcótico que los médicos de los
ODST utilizaban para aliviar el dolor y la ansiedad de un soldado
moribundo—especialmente cuando las circunstancias dictaban
que tenían que ser abandonados en el campo. Del comentario de
Oso Pequeño, John dedujo que el médico le estaba dando a
Chávez una dosis letal. Quería desesperadamente decir que
llevaría al soldado moribundo, pero la misión apenas
comenzaba, y distraerse con una baja sólo conseguiría que más
gente muriera.
Y no estaba dispuesto a elevar el riesgo de otra persona
ordenándole que llevara a un moribundo a la batalla. Oso
Pequeño había tomado una buena decisión, y no haría nada
mejor si la cuestionaba.
"Chávez era un buen soldado y merece una gran despedida."
Oso Pequeño recuperó la bomba nuclear táctica Fury de su
montura magnética. "¿Qué dice, Jefe Maestro?"
John se volvió hacia el ascensor espacial y luego regresó
hacia Oso Pequeño. "Fíjala en cuarenta minutos y déjala aquí."
CAPÍTULO 26

Novena Era de la Reclamación


36º Ciclo, 176 Unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flota de Obediencia Inexorable, Carguero de Asalto,
Masacre Piadosa
Órbita Ecuatorial Alta, Planeta Zhoist, Sistema Buta

Tel 'Szatulai encontró su mano descansando en la empuñadura


de su espada de energía… otra vez. Era una acción inconsciente
que había surgido con la convocatoria para asistir al Maestro de
Flota 'Kvarosee, y cuanto más se acercaba al Santuario de Gran
Batalla de la Masacre Piadosa, más poderosa se hacía.
Y ese era un problema. Había sido convocado desde la
Susurro Sagrado en medio de una vigilia de combate, y ahora
estaba permitiendo que su resentimiento subvirtiera su
enfoque.
Con una batalla por venir.
'Szatulai llegó al santuario y se detuvo en el umbral. Los dos
centinelas Sangheili chasquearon sus carabinas presentando
armas, despejando la entrada e indicando que estaba libre para
entrar. 'Szatulai los ignoró y permaneció donde estaba,
pensando sólo en controlar su aliento y verter su ira en cada
exhalación. Los Spartans vendrían a él a su debido tiempo; él no
los traería antes agachándose en su ampolla de observación,
mirando el vacío hacia donde él pensaba que debían estar.
Después de un tiempo, un centinela se atrevió a hablar. "Es
libre de entrar, Esgrimidor. Te están esperando."
Ellos. Por supuesto, habría sido el San'Shyuum quien lo
mandó llamar, quien creía que el Covenant debía ser capaz de
comandar a sus enemigos como lo hacían sus acólitos.
Sin responder al centinela, 'Szatulai entró en el santuario.
Inmediatamente se enfrentó a un holograma táctico de dos pisos
del sistema planetario de Zhoist, que incluía su luna, sus puestos
de avanzada en los puntos de libración y el complejo de
estaciones orbitales de apoyo de flotas conocido como el Anillo
de la Poderosa Abundancia. La Flota de Obediencia Inexorable
se mostraba en su círculo de protección. Incluso las posiciones
de los escuadrones de los puestos de avanzada y las patrullas de
cazas estaban apostadas. Lo que faltaba, por supuesto, era
cualquier indicio de dónde podría estar la nave de sigilo
enemiga.
En el lado cercano del holograma había quince ayudantes y
trazadores, todos ocupados conversando entre sí y fingiendo
que no se habían dado cuenta de la llegada de 'Szatulai.
'Kvarosee estaba solo en el otro lado del compartimiento,
mirando el holograma mientras caminaba de un lado a otro. El
magistrado San'Shyuum de la flota, el Ministro Menor de
Inspección de Artefactos, estaba sentado en su silla
antigravedad en el rincón detrás de 'Kvarosee, acariciando sus
protuberancias de la barbilla y moviendo su largo cuello de un
lado a otro mientras observaba la marcha del maestro de flota.
Cuando Inspección notó que se acercaba 'Szatulai, flotó su
silla hacia delante y extendió un dedo delgado hacia 'Kvarosee.
"Ha estado así desde el ataque al Puesto de Avanzada Tres."
'Szatulai sintió que su mano caía hacia su espada de energía
y trató de dar la vuelta. Inspección bloqueó su camino, y
'Szatulai se encontró a sí mismo mirando alrededor del
compartimiento, preguntándose si alguien estaría lo
suficientemente preocupado por la muerte del San'Shyuum
como para reportarla y arriesgarse a las represalias de la
Sombra Silenciosa.
"Tal vez tú puedas hacer que vea el error que fue esto", dijo
Inspección.
"¿Error?"
"Eso." Inspección lanzó una delgada mano hacia el
holograma. "Seguramente ves lo que los humanos están
haciendo?"
"Lanzando un ataque sigiloso contra Zhoist, como predije",
dijo 'Szatulai. "¿Qué ve usted?"
"¡Una distracción!" dijo Inspección. "¡Una pequeña fuerza
enviada para retenernos aquí mientras atacan Gran Caridad!"
Esa tontería ilógica otra vez. 'Szatulai esquivó la silla de
Inspección. Cuando el San'Shyuum intentó bloquear su camino
una vez más, el Sangheili apartó la silla y continuó hacia
'Kvarosee. Se dio cuenta de que su mano había vuelto a la
empuñadura de su espada de energía y no la había retirado.
'Kvarosee continuó caminando y no se detuvo hasta que
'Szatulai se colocó directamente delante del maestro de flota.
"Me convocaste, Maestro de Flota." El tono de 'Szatulai era
intencionadamente plano y duro. "Estaba en medio de una
vigilia de combate."
La mirada de 'Kvarosee finalmente se desplazó del
holograma, y 'Szatulai no se sorprendió al ver que los ojos del
maestro de flota se habían vuelto blandos por la incertidumbre.
Estaba claro que Inspección había estado trabajando en él,
llenándole la cabeza con razones para devolver la flota a Gran
Caridad.
"Puede que haya cometido un error crítico de estrategia,
Esgrimidor." 'Kvarosee se giró y señaló hacia el holograma
táctico. "Los humanos sólo han atacado nuestros puestos de
avanzada."
"Hasta ahora", dijo 'Szatulai. Le había horrorizado ver la
duda en los ojos de 'Kvarosee, pero ahora se encontraba
asombrado por el honor del maestro de flota. Había sido
'Szatulai quien abogó por una retirada para defender Zhoist,
pero 'Kvarosee sólo se culpaba a sí mismo. "Vendrán más
ataques."
"¿Y cuánto tiempo debemos esperar?" Inspección exigió,
flotando detrás de 'Szatulai. "¿Hasta qué Gran Caridad haya
caído?"
Cuando 'Szatulai no respondió, 'Kvarosee permitió que sus
mandíbulas se abrieran un poco en diversión. Volvió a señalar
con el dedo el holograma, esta vez moviéndolo para que
'Szatulai mirara.
"Los humanos sólo están haciendo ataques menores con
una pequeña fuerza", dijo. "Tres de sus embarcaciones ya se han
retirado, y ahora sólo hay un puñado de ellas atacando."
'Szatulai miró y vio un enfrentamiento aparente, donde
escuadrones de Banshees y Seraphs estaban descendiendo del
Anillo de la Poderosa Abundancia para enfrentarse a una nave
humana en una órbita más baja. Señaló la pelea.
"¿Qué está pasando allí?"
"Nada de qué preocuparse", dijo Inspección. "Otra
distracción."
"Fue una incursión en la superficie", dijo 'Kvarosee, que
pareció percibir la alarma de 'Szatulai. "Un puñado de naves de
sigilo hicieron entradas de cometa sobre los polos. Dos de ellas
sobrevivieron lo suficiente como para atacar los elevadores
celestes."
"¿Y?"
"Y fue una finta", insistió Inspección. "Destruyeron algunos
equipos y mataron a algunos esclavos."
"¿Pero los elevadores celestes no se vieron afectados?"
"¿No es eso lo que acabo de decir?" Preguntó Inspección.
'Kvarosee le disparó a Inspección una mirada que sugería
que quería atar el largo cuello del San'Shyuum en un nudo, y
luego se volvió hacia 'Szatulai.
"¿Qué te preocupa, Esgrimidor?"
"Que no me lo hayan dicho antes." 'Szatulai se giró y se
dirigió hacia la salida. "Espero que aún haya tiempo."
"¿Tiempo para qué?" 'Kvarosee cayó a su lado. "Tres de sus
naves de ataque han sido rechazadas o destruidas, y la última no
saldrá de órbita."
"No importa", dijo 'Szatulai. "Su estratagema tuvo éxito."
'Kvarosee agarró a 'Szatulai por el hombro—una libertad
que le permitió conservar sólo gracias al honor que había
mostrado antes, cuando había asumido la responsabilidad
exclusiva de su error imaginario.
"Explícate, Esgrimidor."
"Como quieras, pero escucha bien—no tengo tiempo para
repetirlo."
'Kvarosee apretó sus mandíbulas para que 'Szatulai
continuara.
"Los humanos no estaban tratando de destruir los
elevadores celestes", dijo. "Querían usarlos."
Las fosas nasales de 'Kvarosee se ensancharon tanto que
parecían un segundo par de ojos. "¿Qué?"
"Confírmalo con el Caudillo Planetario, si quieres." 'Szatulai
se liberó del agarre del maestro de flota y se dirigió de nuevo a
la salida. "Pero debo irme. Los humanos ya están en los
elevadores celestes."
"Entonces no hay problema", dijo Inspección. "Simplemente
invierte los elevadores."
"¿Y devolverlos a la superficie de un mundo sagrado? ¿Para
qué lo profanen aún más?" 'Kvarosee estaba claramente
horrorizado. Zhoist era la sagrada morada de las Diez Ciudades
de la Edificación, que una vez fueron el hogar de los mismos
Forerunners. Todo el planeta era considerado sagrado para el
Covenant porque gran parte del conocimiento que potenciaba
su nave estelar y la tecnología armamentística había sido
recuperado de las antiguas salas de los gremios que dominaban
las ciudades sagradas, y todavía había miles de artesanos e
ingenieros que trabajaban arduamente tratando de comprender
las maravillas que los Forerunners les dejaron para que las
descubrieran—milagros que a los infieles no podía permitirse
jamás que vieran. "No puedo creer que un Ministro Menor
pronuncie tal blasfemia."
"Sólo estoy sugiriendo una manera de deshacer tu
incompetencia", contestó Inspección. "Los Jerarcas te castigarán
en menor medida por la profanación que por perder toda una
estación de flota."
"Sería más que profanación", dijo 'Szatulai. "Si invertimos
los elevadores celestes ahora, los Spartans escaparán a través
de Zhoist y se bañarán en la luz prohibida del conocimiento
divino de los Forerunners, y entonces, ¿a quién culparán?"
"A mí no." 'Kvarosee le indicó a 'Szatulai que se dirigiera
hacia la salida. "Ve y mátalos mientras puedas."
CAPÍTULO 27

1615 horas, 15 de abril de 2526 (calendario militar)


Terminal Superior, Elevador espacial no Identificado del
Covenant
Órbita Geoestacionaria, Planeta Naraka, Sistema Agni

A través de la pared del haz antigravitatorio, John-117 pudo ver


cómo el horizonte de Naraka se desvanecía rápidamente. Las
estrellas distantes estaban moviendo el paralaje tan rápido que
parecían estar hundiéndose detrás del planeta, y sobre él el
terminal del elevador finalmente estaba saliendo a la vista—un
pequeño óvalo amarillo en ese momento.
Pero John estaba empezando a pensar que había sido un
error asumir que un elevador de haz del Covenant sería tan
rápido como un ascensor espacial humano.
Le había dicho a Oso Pequeño que pusiera un retraso de
cuarenta minutos en la Fury que ella había dejado en el fondo, y
la cuenta atrás de su HUD había bajado hasta los cinco minutos.
Normalmente, eso no le preocuparía, ya que el Tercer
Pelotón estaba a decenas de miles de kilómetros de la zona cero.
Normalmente, eso sería más que una distancia segura. Pero John
no tenía idea de cómo el pulso electromagnético de una
explosión termonuclear de un megatón podría afectar a un haz
antigravedad alienígena, o cuánto de la onda de choque sería
canalizada directamente hacia arriba por la estrecha columna
hacia el pelotón.
La cuenta atrás en el HUD de John llegó a los 4:45. El
terminal de arriba continuó creciendo, y un pequeño punto
negro apareció en el centro. El punto era probablemente el
portal por donde el elevador entraba en la instalación. Él
mantuvo sus ojos fijos en él hasta que el conteo en su HUD llegó
a los 4:30; se estaba duplicando en tamaño cada cinco segundos.
El haz del ascensor tenía unos veinte metros de diámetro…
Su computadora de a bordo hizo los cálculos, y un tiempo
estimado de llegada de sesenta segundos apareció en el HUD de
John. Eso les daba un margen de seguridad de tres minutos y
medio entre la llegada al portal y la detonación de la Fury que
había dejado con Chávez. Suficiente tiempo. John se sintió
aliviado.
Luego comenzaron a desacelerar.
La computadora de a bordo hizo otro conjunto de cálculos,
y un nuevo tiempo estimado de llegada apareció en su HUD:
3:05.
A continuación, convenientemente colocó el nuevo margen
de seguridad en amarillo parpadeante. Veintidós segundos.
Por el canal del pelotón, John dijo, "Tiempo estimado de
llegada: tres minutos. Una vez que entremos en el anillo de
apoyo, vamos a tener que movernos rápido y seguir
moviéndonos rápido. Preparen los fusibles de sus dispositivos
ahora, retraso de tres minutos y automático de sesenta
minutos."
El retraso de tres minutos fue tacaño a propósito. No le daba
mucho tiempo a un equipo de asalto para despejar un área
después de activar el fusible, pero estarían operando en un
ambiente densamente poblado, y una demora mayor le daría al
enemigo demasiado tiempo para encontrar el artefacto
explosivo—ya sea una bomba nuclear o una octa—y lanzarla
por una esclusa de aire.
El automático de sesenta minutos era simplemente un
protocolo de seguridad para evitar que el dispositivo cayera en
manos del enemigo si se perdía—o que el soldado que lo llevaba
muriera. Si el temporizador no se desactivaba con un código de
anulación, el arma se detonaría automáticamente en una hora.
John y los otros Spartans ingresaron los retrasos en los tres
dispositivos que llevaban—las octas en sus caderas y las Havoks
sujetados magnéticamente en la parte inferior de sus
espaldas—mientras que los Dagas Negras trabajaban en parejas
para programar las octas que llevaban por encima de sus
paquetes de propulsión. Para cuando todos se reportaron listos,
el tiempo estimado de llegada había caído a cincuenta segundos,
y el portal de entrada había crecido tanto que llenaba el cielo.
Un cielo lleno de cuerpos de alienígenas que giraban y cajas
que se balanceaban lentamente.
"Mala señal", dijo Oso Pequeño. "No hay nadie sacando la
carga del ascensor."
"No podemos esperar", dijo John. "Fred, ve a la izquierda.
Kelly, ve a la derecha. Teniente, les vendría bien algo de apoyo."
Oso Pequeño asignó un equipo de asalto para que siguiera a
cada Spartan; luego Fred y Kelly activaron sus propulsores y
guiaron a sus equipos de apoyo por encima del haz por delante
del resto del pelotón.
Su progreso difícilmente podría considerarse rápido, ya que
estaban trabajando contra la fuerza de desaceleración del
propio haz. Pero pudieron adelantarse al resto del pelotón, y
luego reunirse en una formación dispersa bajo la tapa de cajas y
cadáveres que se arremolinaban lentamente.
En lugar de alertar al enemigo de su presencia asomando la
cabeza en busca de problemas, Fred y Kelly simplemente
agarraron el borde del portal y se levantaron. Abrieron fuego
con cohetes y balas tan pronto como salieron, y luego
desaparecieron en el terminal, sus equipos de apoyo se elevaron
desde el haz del ascensor hacia un torrente de fuego de retorno.
Tres soldados cayeron de nuevo en el haz del lado de Fred y
dos en el de Linda, miembros o cabezas desaparecidos, sus
armaduras de asalto fruncidas en el frente y reventadas en la
parte de atrás por grandes ráfagas explosivas.
"¡Zona de muerte!" Fred informó. Dos soldados más cayeron
en el portal. "¡Fuego cruzado en ángulo de cuña, al menos
doscientos hostiles a veinte metros, centrados a las tres en
punto de mi rumbo de salida!"
"¿Opciones de fuga?" preguntó John.
"¡Tubo de tránsito a las doce en punto!"
El tiempo estimado de llegada del HUD de John era de
treinta y dos segundos. La Fury que se quedó con Chávez
detonaría veintidós segundos después de eso. Lo que eso podría
significar para cualquiera que estuviera dentro del haz
antigravitatorio era lo último que quería averiguar. Se imaginó
la situación que Fred había descrito dentro del terminal… y se
dio cuenta casi instantáneamente de lo que tenía que hacer.
"Teniente", dijo, "Necesito liberar al Equipo Azul para poner
las bombas en ese tubo de tránsito. ¿Puedes darnos una pantalla
enrollable?"
Oso Pequeño vaciló, señal segura de que entendía lo que
John le pedía, y finalmente contestó con voz fina, "Claro, Jefe.
Podemos hacer eso." Comenzó a dar las órdenes necesarias.
John cambió su M90 por el MA5B y puso su dedo en el gatillo
del lanzagranadas, luego cambió al canal del equipo. "Kelly,
cuando salgamos de aquí—"
"Estaba escuchando, John." Se detuvo y añadió, "Ojalá
hubiera otra manera."
"Yo también desearía eso. Avísame si encuentras una."
"No la tengo."
El tiempo estimado de llegada del HUD de John decía diez
segundos. Él y Linda usaron sus propulsores para ponerse en
posición con Oso Pequeño y su pelotón. La Fuerza Sierra no
había desplegado ningún drone de relevo de comunicaciones
por temor a traicionar su presencia, pero sabía por el mensaje
de despedida de la Teniente Guayte que los dos merodeadores
que llevaban al Equipo Dorado y a los Pelotones Delta de la
Primera y la Segunda se habían visto forzados a abortar su
carrera de inserción. Aún más frustrante, no había manera de
verificar con Kurt-051 si el Equipo Verde había logrado
recuperarse e infiltrarse en el anillo orbital de apoyo de flotas.
Con suerte, también habían llegado hasta aquí, y habría cuatro
Spartans más y otros veinticinco soldados de asalto espacial que
ayudarían al Equipo Azul y al Tercer Pelotón a destruir las
instalaciones orbitales.
Pero John sabía que no debía contar con ello. Había la misma
probabilidad de que el Tercer Pelotón fuera el único equipo en
alcanzar la órbita después de todo—y el Covenant no se vería
sacudido por una incursión que derribara sólo una o dos
instalaciones. Para estar seguro de derribar todo el anillo
orbital, el Equipo Azul necesitaba destruir las diez instalaciones
por sí mismo.
John y Linda llegaron a la cima del elevador de haz con el
Tercer Pelotón, y luego empujaron sus armas a través del manto
de cuerpos y cajas a la deriva.
La voz de Oso Pequeño llegó por el canal del pelotón.
"Ahora."
A ciegas, dispararon una andanada de granadas y cohetes
en la dirección general del enemigo y golpearon sus
propulsores, saliendo del portal hacia una tormenta de fuego.
Estaban en una enorme cámara ovoide abarrotada de cajas,
lingotes y cadáveres—todo un refugio para el enemigo.
Y estos tipos eran soldados.
John sintió como media docena de clavos y agujas
rebotaban en su armadura y vio que un ODST delante de él se
separaba en tres partes. Disparó una granada hacia una línea de
formas que llevaban la misma armadura de color rojo oscuro
que había visto en Seoba.
Entonces Oso Pequeño gritó, "¡Vamos, vamos, vamos!" y el
Tercer Pelotón—lo que quedaba de él—se precipitó hacia el
frente, vertiendo balas y granadas y disparando cohetes contra
una línea del Covenant agachada detrás de un parapeto
improvisado de lingotes de metal.
John disparó otra granada sobre las cabezas de los soldados
y comenzó a cruzar la cubierta detrás de ellos, inclinándose
hacia la entrada del tubo de tránsito a más de cien metros de
distancia. Un trío de Brutes trepó sobre una pila de barras de
metal e intentó cortarle el paso, pero Fred salió de detrás de una
pila de cajas y los golpeó con un par de cohetes SPNKR. John
derribó al tercer Brute con una granada, y tenía un camino
despejado todo el recorrido hasta el tubo.
Se detuvo a mitad de camino, cayendo sobre su trasero
detrás de un montón de cajas derribadas para recargar su
lanzagranadas. El margen de seguridad que parpadeaba en su
HUD había cambiado a rojo. Diez segundos hasta que la Fury
detonara en el fondo del ascensor espacial.
John terminó la recarga, se giró sobre una rodilla y levantó
la cabeza para ver a un Elite que se acercaba, literalmente
caminando a través de un ODST que acababa de dividir por el
centro con una espada de energía. John le disparó con su rifle de
asalto. Se necesitó medio cargador para derribar el escudo de
energía, pero finalmente la armadura del torso del alienígena se
arrugó y comenzó a filtrar sangre. El alienígena siguió viniendo
y no cayó hasta que John roció otra docena de balas en sus
rodillas.
Linda y Kelly pasaron corriendo y tomaron posiciones
dentro de la entrada del tubo de tránsito. La pantalla enrollable
del Tercer Pelotón había disminuido hasta unos cuantos
soldados, y los alienígenas estaban saliendo de su escondite
para montar una embestida.
Cinco segundos.
"¡Apártense!" John llamó por el canal del pelotón.
Se retiró hacia el tubo en una carrera, vaciando su
lanzagranadas a medida que avanzaba. Un puñado de
sobrevivientes del Tercer Pelotón pasaron corriendo, tan
cargados con cartuchos SPNKR de repuesto que apenas se
mantenían por delante de los Jackals y los Elites que les seguían
de cerca. Fred y Kelly ralentizaron a los alienígenas con un par
de ráfagas largas de MA5B que dejaron a la segunda fila
tropezando con los cuerpos de la primera; luego Linda se puso
a trabajar con su M99, taladrando a Brute tras Brute entre los
ojos y enviándolos a tropezar con los que se hallaban detrás de
ellos.
Cero y sin tiempo.
No ocurrió nada, excepto que la Teniente Oso Pequeño
apareció a diez metros de distancia, una figura pequeña en la
bóveda y vestida de armadura de asalto sobre una pila de
lingotes. Un Elite blandiendo una espada la seguía de cerca. John
levantó su rifle de asalto para cubrirla, y luego sintió como una
mano agarraba su reactor de fisión.
"¡Entra aquí!" Kelly dijo.
Ella metió a John en el tubo de tránsito, y el Elite que
perseguía a Oso Pequeño retrocedió volando hacia atrás cuando
una bala de M99 le abrió el torso. La teniente miró hacia atrás,
luego tropezó con el cuerpo de un Jackal muerto… y fue
aplastado cuando finalmente llegó la onda de choque de la
detonación de la Fury, con una potencia muy reducida después
de haber subido decenas de miles de kilómetros por la columna
del elevador, pero aun así lo suficientemente poderosa como
para hacer que los cuerpos volaran en todas las direcciones,
derribando a los alienígenas restantes de sus pies y lanzándolos
hacia el interior de los estantes del parapeto.
Milagrosamente, Oso Pequeño no fue golpeada por nada.
Levantó la vista, su asombro por su supervivencia era obvio en
la forma en que mantenía su casco ladeado a un lado.
John le hizo un gesto para que ella se levantara, pero
mientras ella se levantaba, la descompresión impactó,
succionando todo hacia abajo a través del portal vacío del
ascensor. Oso Pequeño extendió un brazo, buscando ayuda, y
luego se deslizó hacia el centro del terminal.
John intentó ayudar, pero ni siquiera el brazo de un Spartan
era tan largo.
La escotilla de emergencia del tubo de tránsito se cerró de
golpe, casi cerrándose en la mano de John antes de que pudiera
tirar de ella hacia atrás. Los altavoces de su casco se llenaron
con los gritos de los heridos y los moribundos; luego la voz de
Oso Pequeño resonó por encima de los demás, su estado de
mando amortiguando automáticamente todo lo demás en el
canal.
"Continúe, Jefe. Haz que cuente."
John golpeó tan fuerte su puño contra la escotilla que la
abolló, luego respiró y retrocedió. Una orden era una orden, y
Oso Pequeño había sido clara sobre lo que ella esperaba.
John se dio la vuelta para encontrar al resto del Equipo Azul
y a seis sobrevivientes del Tercer Pelotón observándolo
expectante. Fred estaba sentado en el compartimiento del
conductor de un deslizador de carga a medio cargar que parecía
lo suficientemente grande como para transportar un pelotón
entero—junto con un par de piezas de artillería de campo. Los
deslizadores eran vehículos sencillos, poco más que un
compartimiento para el conductor en forma de huevo sujeto a la
parte delantera de la plataforma de carga, lo suficientemente
larga como para albergar a dos Spartans tumbados de un
extremo a otro de la plataforma. Varios deslizadores más
estaban estacionados a lo largo de los lados del tubo de tránsito,
la mayoría en varias etapas de ser cargados con una variedad de
materiales.
"Ya oyeron a la dama", dijo. "Hagamos que esto cuente."
Recibió un coro de respuestas entusiastas y de golpes con el
casco, pero aun así necesitaban un plan. John miró a Fred.
"¿Has descubierto cómo conducir esa cosa?"
"Más o menos", dijo Fred. "Los controles no son muy
diferentes de los de las Banshees, al menos en la forma de
hacerlos funcionar."
"Lo suficiente", dijo John. Se volvió hacia los soldados de
asalto supervivientes y les hizo señas para que subieran al
deslizador. "Si queremos mantenernos por delante del
Covenant y derribar suficientes instalaciones para derribar este
anillo, tenemos que movernos rápido. El Spartan-104 les
mostrará cómo operar estas cosas. Una vez que lo consigan, se
los entregará y cambiará de vehículo. ¿Entendido?"
Los soldados inclinaron sus cascos con gestos rápidos, y una
ronca voz masculina dijo, "Hasta ahora."
"El resto es fácil." John delineó un plan simple, y luego
terminó, "Cuando terminen las octas, salgan de la mejor manera
posible y pidan aventón."
Los soldados apilaron sus proyectiles SPNKR de repuesto
en el deslizador detrás de Fred, y luego se acercaron para saber
cómo se operaba el vehículo. John se deslizó en el
compartimiento del conductor de un segundo vehículo, que
estaba cargado en tres cuartas partes con lingotes de algún tipo
de metal de color azul plateado. Kelly y Linda subieron a un
tercer vehículo, también cargados con los lingotes de metal.
Como Fred había indicado, los controles eran similares a los
de una Banshee, pero mucho más simples. Básicamente había
un par de asas para controlar la velocidad y el vector, y no había
disparadores de armas.
John colocó sus armas en el compartimiento del conductor
a su lado, luego se encaramó en el banco del conductor y colocó
ambas manos en las empuñaduras. El vehículo se puso en
marcha inmediatamente, sus placas antigravedad lo elevaron a
medio metro del suelo. Movió las empuñaduras hacia adelante,
y el deslizador comenzó a acelerar.
Kelly y Linda se acercaron a su lado, Kelly conduciendo y
Linda arrodillada en la plataforma de carga, usando una pila de
barras como apoyo de disparo para su M99. Fred subió en la
retaguardia, su voz resonando en el casco de John mientras
instruía a los Dagas Negras para que condujeran el vehículo
alienígena.
El tubo de tránsito era básicamente un óvalo aplanado de
unos cinco metros de altura y tres veces más ancho, con una
"superficie de rodadura" a lo largo del "suelo" del tubo y otra a
lo largo del "techo". Presumiblemente, los alienígenas utilizaban
gravedad artificial para mantener los carros asegurados a la
superficie apropiada, con el piso designado para el tráfico
saliente y el techo para el tráfico entrante vacío.
A lo largo de las paredes corría una cinta de dos metros de
largo, a través de la cual John podía ver las vigas entrecruzadas
de la armadura del tubo de tránsito. A través de los huecos de la
armadura en el lado izquierdo, vio la cara de Naraka empañada
por las nubes. Si estiraba el cuello lo suficiente, podía ver
secciones distantes del anillo de apoyo de flota. Para su deleite,
el anillo tenía una brecha visible a aproximadamente un cuarto
de su circunferencia detrás de él, y no vio el radio azul de un
ascensor espacial que bajaba hasta la superficie del planeta
debajo de la brecha. Al menos parte del Equipo Verde había
llegado tan lejos, y habían destruido al menos una instalación
orbital. Pero iba a hacer falta algo más que un pequeño hueco
como ese para desestabilizar todo el anillo. El Equipo Azul aún
tenía mucho trabajo por hacer.
A través de la banda derecha, John podía ver a la flota del
Covenant salir de su órbita de protección, reposicionándose
para… ¿qué? ¿Disparar los cañones de plasma contra sus
propias instalaciones de apoyo? Sin duda, los alienígenas
lanzarían enjambres de cazas, pero ni siquiera ellos servirían de
mucho contra una fuerza que ya se había infiltrado en sus
instalaciones. Ahora era una pelea de infantería, y en esa arena,
los Spartans tenían la ventaja.
John sintió que el deslizador se tambaleaba cuando Fred
saltó a bordo y arrojó una carga de proyectiles SPNKR en la
plataforma de carga. Unos minutos más tarde, el óvalo oscuro
de una escotilla cerrada apareció al final del tubo de tránsito que
había delante.
Fred agarró su SPNKR y se arrodilló en la parte delantera de
la plataforma de carga, y la barrera desapareció en una bola
naranja de llamas y humo. John apuntó el deslizador hacia el
centro de la bola y, se agachó en el compartimiento para
convertirse en un blanco lo más pequeño posible, se dirigió
directamente a las llamas.
El deslizador rebotó un par de veces al golpear los bordes
del hoyo dentado, y luego estaban disparando a través de la
cubierta de una de las instalaciones orbitales de apoyo de flotas
que estaban unidas por el tubo de tránsito. Esta parecía una
especie de fundición enorme.
Unas pocas agujas y pernos de plasma llovieron desde las
vigas de arriba, pero el aluvión era tan ligero y mal dirigido que
tenía que venir de un equipo de seguridad principiante y no de
una unidad militar. John mantuvo las agarraderas de control
empujadas hacia adelante y apenas se molestó en esquivar,
mientras que Fred creaba confusión y conservaba la munición
lanzando barras a todo lo que pasaban.
A la velocidad a la que viajaban, los lingotes pesados
aterrizaban con la fuerza de un cohete, derribando deslizadores
de carga, grúas, e incluso un crisol lleno de metal fundido. Hasta
ahora, la estrategia de John de moverse rápido estaba
funcionando bien—el enemigo estaba obviamente luchando,
incapaz de mover fuerzas efectivas al lugar lo suficientemente
rápido como para defenderse a sí mismo.
Una técnica de asalto de libro de texto.
Excepto por perder la mayor parte del Tercer Pelotón. Las
bajas tan altas nunca fueron de libro de texto.
Los deslizadores de carga llegaron al lado opuesto de la
fundición y entraron al tubo de tránsito. Linda y Kelly se
detuvieron al lado de Fred y John para maximizar la potencia de
fuego si tenían problemas por delante.
Habiendo hecho una pausa para encontrar un buen lugar
para esconder su octa, los Dagas Negras se habían quedado un
par de minutos atrás en el momento en que entraron en el tubo
de tránsito, informando de que un soldado había resultado
herido.
John comenzó una nueva cuenta atrás de dos minutos y
medio. El equipo tendría que perforar el tubo de tránsito antes
de que la octa detonara en la fundición—o se arriesgarían a ser
eliminados por su propia onda expansiva.
Llegaron a la siguiente instalación en poco más de dos
minutos. De nuevo, la escotilla estaba cerrada, y de nuevo Fred
la golpeó con un cohete SPNKR. Esta vez, la mayor parte de la
bola de fuego volvió a entrar en el tubo de tránsito, y John
vislumbró algo oscuro que se avecinaba al otro lado de la
escotilla destruida.
"¡Segundo cohete!" Comenzó a desacelerar. "¡Barricada!"
Fred disparó de nuevo, y un enorme agujero apareció en la
oscura masa—pero no lo suficientemente grande como para
pasar a través el deslizador de carga.
John detuvo el vehículo cerca de la puerta, luego agarró sus
armas y lanzó una granada con una mano a través del agujero.
"Kelly—"
Kelly ya estaba arremetiendo a través del agujero,
disparando mientras se movía. Fred la siguió de cerca, el SPNKR
sujetado a su espalda y cuatro proyectiles adicionales metidos
bajo su brazo. En su otra mano, llevaba su rifle de asalto. Soltó
una ráfaga al atravesar el agujero, y un instante después, el
tiroteo había terminado. "¡Despejado!" Kelly informó.
Linda entró, muy cargada con su M99, un MA5B, y una caja
extra de proyectiles para el SPNKR de Fred.
Los Dagas Negras llegaron justo cuando la cuenta atrás en
el HUD de John llegó a cero. No estaba seguro de cuánto tiempo
quedaba realmente hasta que la octa en la última instalación
detonara, pero tenía que ser menos de treinta segundos.
Mientras los soldados de asalto se amontonaban en su
deslizador, señaló la pared del tubo de tránsito. "Golpeen eso
con un cohete", dijo John. "Necesitamos un cojín de vacío entre
nosotros y la detonación."
Los soldados lo ignoraron y llevaron a su compañero herido
por la escotilla rota.
"Ya me he encargado." Fue un soldado de voz ronca que
subió a la parte trasera de la línea quien dijo esto. "No hace falta
ser un Spartan para saber lo que pasa cuando se activa una octa
en un espacio confinado."
Desapareció por la brecha tras sus compañeros, y luego
volvió a meter la cabeza. "Será mejor que venga, Jefe. Va a soplar
un viento del demonio en unos diez segundos."
Sintiéndose un poco tonto por pensar que alguien de la
formación y experiencia de un Daga Negra necesitaba que le
recordaran los peligros de las ondas de choque, John entró por
el agujero y añadió una al conteo de instalaciones que podría
estar seguro de que la Fuerza Sierra había destruido.
Los alienígenas habían volcado uno de sus deslizadores de
carga delante de la escotilla en un esfuerzo por defender su
instalación, y John ayudó a sus compañeros Spartans a darle la
vuelta al vehículo para que su redondeada nariz fuera empujada
hacia la abertura de la escotilla.
Cuando una carga rompió el tubo de tránsito un par de
segundos después, la descompresión succionó la nariz del
deslizador más profundamente en el agujero, manteniendo la
pérdida de presión dentro de la instalación a una brisa silbante.
Para cuando terminaron, un trío de Dagas Negras había
regresado con un par de deslizadores de carga de repuesto y una
nueva baja. Dejando a los Dagas para que plantaran su siguiente
octa, John y el Equipo Azul subieron al primer deslizador y
despegaron a través de lo que parecía ser una fábrica de armas
pequeñas. Intercambiaron fuego con un destacamento de
seguridad que se estaba cubriendo detrás de los mamparos
intermitentes que separaban el carril de tránsito del piso de
trabajo, lanzando simultáneamente cajas desde el deslizador
para mantener la cabeza baja de todos los demás, y rápidamente
alcanzaron el portal del tubo de tránsito en el lado opuesto. Los
Dagas Negras se quedaron atrás en su deslizador, participando
en un tiroteo más prolongado mientras buscaban un lugar para
asegurar su octa. John no vio dónde estaba, porque para
entonces, él y el resto de los Spartans estaban en el tubo de
tránsito y se alejaban a toda velocidad.
No tenían tiempo para parar. Si lo que quedaba de la Fuerza
Sierra no era capaz de destruir al menos ocho instalaciones más,
sus posibilidades de derribar el anillo orbital se reducirían
drásticamente. Si lograban destruir un total de nueve
instalaciones en lugar de diez, los cálculos de la Dra. Halsey sólo
les daban un setenta y un por ciento de posibilidades de
desestabilizar el anillo. Si lograban destruir sólo un total de siete
instalaciones, sus posibilidades de éxito se reducían a sólo el
cuarenta y nueve por ciento. John ni siquiera se había molestado
en memorizar las probabilidades por debajo de eso—no había
traído a la Fuerza Sierra hasta aquí para hacer intentos. Iba a
encontrar una manera.
El viaje a través de las siguientes instalaciones fue muy
parecido, con los equipos de seguridad del Covenant intentando
nuevos trucos para frenar el avance de los Spartans, y los
Spartans encontrando contramedidas para eludirlos. Los Dagas
Negras se quedaron sin suerte en la sexta instalación, cuando el
soldado de voz ronca—John odió que no hubiera tenido tiempo
de preguntarle el nombre del hombre—habló por el canal del
pelotón.
"Me temo que no vamos a poder seguir cargando su agua,
Equipo Azul." Su voz estaba dolorida y gorjeando. "Esta vez nos
iremos con nuestra octa."
"Entendido", dijo John. "Hicieron que el 21º se sienta
orgulloso."
"Por supuesto que sí", dijo el soldado. "Sólo asegúrate de
terminar—"
La transmisión terminó en un agudo crujido, y John instruyó
a su computadora de a bordo para que registrara la hora y la
conversación, de modo que pudiera recomendar al hombre y a
sus compañeros para que recibieran una mención de honor—
asumiendo que él mismo lo consiguiera.
Mientras el Equipo Azul se acercaba a la siguiente
instalación, John vislumbró un conjunto de colas de flujo a
través de la banda de visión inferior del tubo de tránsito y
detuvo el vehículo para investigar. Lo que vio fue a la vez
eufórico y consternador.
Alrededor de una cuarta parte del anillo orbital de apoyo de
flotas estaba ahora en ruinas, con la mayoría de las secciones
faltantes directamente detrás del Equipo Azul y, más allá del
círculo, un hueco mucho más pequeño donde el Equipo Verde
había eliminado lo que parecían ser unas tres instalaciones.
Contando las seis instalaciones que el Equipo Azul había
destruido, ya eran nueve—y el anillo orbital ya empezaba a
mostrar signos de desestabilización. Había largos trozos de tubo
de tránsito cayendo fuera de órbita e instalaciones enteras
sumergiéndose en la atmósfera de Naraka, brillantes estelas de
fuego detrás de ellas.
Pero las órbitas debajo de la sección que el Equipo Verde
había destruido también estaban llenas de cazas del Covenant.
Muchos estaban revoloteando locamente, disparando sobre
pequeñas motas y blancos invisibles que bien podrían ser los
Spartans del Equipo Verde o sus compañeros Dagas Negras.
Unas pocas naves parecían estar siguiendo estrategias más
deliberadas, viajando a puntos específicos a lo largo del anillo
para cortar el avance de potenciales infiltrados.
Y unos kilómetros más abajo, un escuadrón de diez
Banshees pasaba por debajo del mirador donde estaba John, en
dirección a un punto que parecía estar un par de instalaciones
por delante de la ubicación actual de los Spartans. John se
agachó y se puso de rodillas, tratando de ver el destino de las
Banshees, y vislumbró una embarcación en construcción, con
una proa tan grande que al principio pensó que estaba viendo
cosas.
La voz de Fred llegó a través del canal del equipo—el único
canal que estaban usando, ahora que todos en el Tercer Pelotón
se habían ido.
"¿John?" dijo. "Ahora es un mal momento para una siesta."
"Muy gracioso", dijo John. "Ven aquí, sabelotodo. Echa un
vistazo a esto."
Fred se acercó y se arrodilló frente a John, y luego comenzó
a estirar su cuello alrededor. "De acuerdo, ¿qué estoy…?" Dejó
que la oración se desviara y silbó. "Vaya. ¿Qué están
construyendo allí?"
"¿A quién le importa?" John dijo. "De cualquier manera,
vamos a hacerla estallar."
Linda y Kelly vinieron y le echaron un vistazo a la
embarcación.
"Me gusta", dijo Kelly. "Salir con estilo."
"O no." John señaló los cazas Banshee que cruzaban por
debajo. "Ahí está nuestro aventón fuera de aquí."
Linda estudió el escuadrón Banshee por un momento, y
luego se agarró el cuello para volver a ver la enorme nave.
"Sólo veo un problema", dijo. "Esa embarcación debe tener
más de veinte kilómetros de largo y cientos de cubiertas de
altura. Incluso si las Banshees tienen la intención de aterrizar
allí, podríamos pasar días buscándolas."
"Pensaremos en algo", dijo John. "Pero si adivinara,
quienquiera que esté en esas Banshees vendrá a nosotros."
John dirigió el camino de regreso al deslizador de carga, y
ellos reanudaron su avance.
La siguiente instalación resultó ser un dormitorio, así que
después de entrar por la fuerza, tuvieron que disparar a través
de mil metros de vestíbulo con piso de metal, poniendo fuego de
supresión pesado sobre al menos cincuenta Jackals. Los
alienígenas estaban tan mal entrenados que su idea de bloquear
un avance era esconderse detrás de los muebles a ambos lados
de la zona de muerte y poner fuego de plasma ciego en un fuego
cruzado inadvertido. Se golpeaban entre ellos más que a los
Spartans o a sus vehículos, y no llevaban armadura. Para cuando
el Equipo Azul surgió del otro lado, Fred tenía sólo dos misiles
SPNKR, John sólo tenía tres granadas, Kelly dos, y nadie tenía
más que un solo cargador para sus rifles de asalto.
Pero todo el mundo aún tenía un arma de mano M6 con un
cargador completo, John todavía tenía doce cartuchos de
escopeta en su M90, y Linda tenía cincuenta y dos para su M99.
Así que estaban bien equipados tanto para el combate a larga
distancia como para el asalto cuerpo a cuerpo. Era sólo la
distancia entre las zonas—donde se producían la mayoría de los
tiroteos—lo que sería un problema.
Aún no ha terminado, pensó John. Podemos hacerlo.
Mientras cabalgaban hacia su próximo tiroteo, el Equipo
Azul dedicó su tiempo a hacer una lluvia de ideas sobre los
planes, y para cuando el tubo de tránsito comenzó a ramificarse
en diferentes horquillas y niveles, John pensó que tenían algo
factible.
Se detuvieron y reajustaron los fusibles de su artillería
restante—dos octas y cuatro Havoks—a retrasos de dos
minutos, luego se dirigieron a la banda de observación y
volvieron a examinar su objetivo final: una maraña masiva de
vigas y pasadizos herméticos que probablemente agrupaban
más que todos sus otros objetivos combinados. Aniquilarlo
desequilibraría toda una sección del anillo orbital. Y los
escombros que no se vaporizaran en la explosión serían
arrojados con inmensa fuerza, arrastrando todo aquello a lo que
estaban adheridos. Toda la estructura se deslizaría fuera de
órbita y se hundiría en llamas en la atmósfera nublada de
Naraka, garantizando virtualmente una cadena de suministro
gravemente hemorrágica para el Covenant—una nariz
ensangrentada que John esperaba que los alienígenas no
olvidaran pronto.
Ahora que estaban casi directamente encima de los muelles
espaciales, también tenían una visión mucho más clara de la
embarcación en sí. La mayor parte de la inmensa nave que
habían visto antes estaba escondida entre los dos enormes
pabellones de fabricación que colgaban a ambos lados de su
casco en retazos. Pero la proa oval ya estaba completamente
cubierta. Para John, se parecía a la cabeza de una de esas
enormes y sonrientes ballenas cuyas imágenes había visto
durante el módulo de la Tierra de sus clases de historia humana.
El escuadrón Banshee que había visto antes ya había llegado
y desaparecido en uno de los pabellones de fabricación, pero
John podía ver un montón de siluetas correteando en la boca de
un hangar, a un cuarto del trayecto de bajada del pabellón de
estribor. Dado el momento y las circunstancias, pensó que era
seguro asumir que estaba mirando la ubicación del escuadrón
Banshee. Señaló el hangar.
"Fijen eso como su punto de referencia", dijo. "Comprueben
la integridad de la presión y el estado del respirador de su
Mjolnir."
"Voy a necesitar algunos parches", dijo Fred.
"¿Quién no?" preguntó Kelly, yendo a agarrar una bolsa de
carga. "Espero que tengamos suficientes."
"Lo tenemos." Linda sacó dos puñados de parches de la
bolsa de su muslo. "Traje extras."
Algunos de los parches tenían insignias de los Dagas Negras
en la cubierta de separación, pero John no preguntó. El desguace
en el campo de batalla era una necesidad para los operadores
que trabajaban detrás de las líneas.
Unos minutos más tarde, se dirigieron hacia el otro lado del
tubo de tránsito; luego Linda abrió fuego contra la banda de
observación con su M99. El primer cartucho apenas oscureció el
material resistente, y el segundo simplemente creó un disco
nublado. Pero tenían muchas más balas de francotirador de alto
impacto que misiles SPNKR, así que John la hizo seguir
intentándolo.
La quinta ronda creó una red de grietas de tensión que
irradiaban hacia el exterior. Cinco disparos más alrededor del
perímetro de la red produjeron más grietas y un silbido agudo
cuando el tubo de tránsito comenzó a despresurizarse. John le
hizo señas a Fred para que se adelantara.
"Dale una patada."
Fred saltó en una patada lateral voladora de dos botas que
rompió el cristal de visión y lo succionó hacia el espacio.
"¿Así?" dijo.
Nadie respondió. Estaban demasiado ocupados tratando de
evitar ser empujados hacia una voltereta mientras eran
arrastrados juntos a través de la brecha.
Una vez que estaban fuera y comenzaron a distanciarse, se
hizo más fácil controlarlos. Rápidamente se formaron en un
equipo de asalto propiamente dicho, con John y Kelly a treinta
metros uno del otro en frente, y Fred y Linda a unos veinte
metros detrás de ellos.
Activaron sus propulsores y comenzaron a descender hacia
un pequeño óvalo de luz en medio de una vasta pared de luces
ovaladas. En su mente, John escuchó a Avery Johnson
advirtiéndole que no liderara desde el frente. El problema era
que cuando las unidades eran tan pequeñas, no quedaba más
que el frente.
Además, Chávez y Oso Pequeño y el resto del Tercer Pelotón
y muchos otros valientes soldados de la Fuerza Sierra habían
sacrificado correctamente sus vidas. Gran parte del anillo de
apoyo de las flotas alienígenas estaba empezando a caer fuera
de órbita en ruinas, dos ascensores espaciales habían sido
destruidos, y al menos una ciudad del Covenant en la superficie
de Naraka era ahora una ruina radiactiva. La misión ya había
tenido éxito.
Sea lo que fuera que pasara después, el Covenant iba a saber
que los humanos se defendieron.
La boca del hangar se abrió más a medida que el equipo se
acercaba. John comenzó a ver sombras a lo largo del umbral. Era
difícil saber cuál era su especie, pero la mayoría parecía estar
arrastrando mangueras y tirando de vagones levitantes—por lo
que probablemente eran sólo personal de mantenimiento, y no
representaban una gran amenaza por derecho propio. Si la
suposición de John era correcta—que los pilotos de Banshee
eran una unidad de fuerzas especiales del Covenant asignada
para cazar infiltrados—entonces los cazas más capaces de los
alienígenas estarían veinte cubiertas por encima, corriendo a
interceptar al Equipo Azul antes de que rompieran las escotillas
de los tubos de tránsito.
Suponiendo que todo saliera según lo previsto, esos
cazadores desconocidos morirían sin haber visto nunca a un
Spartan, cuando una de las Havoks del Equipo Azul detonara
veinte cubiertas por debajo. Y eso estaba bien para John. No
sentía la necesidad de mirarlos a los ojos ni de reconocer su
valor. Todo lo que le importaba era detenerlos, y no le
importaba mucho cómo lo hacía.
El Equipo Azul descendió hasta la boca del hangar, y John
confirmó que su suposición sobre la fuente de las sombras había
sido correcta. En la luz de trabajo plateada, podía ver a una
tripulación de tres Jackals atendiendo a cada una de las
Banshees, con un par de Grunts merodeando cerca en una
cabina de mando abierta. No vio señales de un equipo de
seguridad, aunque había un montón de rincones oscuros donde
un Brute o dos podrían estar al acecho, y en la parte trasera de
la gran sala había un par de columnas azules luminosas que él
asumió que eran tubos de elevación alienígenas.
"Parece que estamos listos para irnos", dijo John en el canal
del equipo. "¿Todos listos?"
Un trío de luces de estado parpadeó en verde dentro de su
casco. Como sólo le quedaban veintiocho cartuchos en su
cargador de MA5B, cambió su selector de fuego a simple y
golpeó sus propulsores.
El HUD de John parpadeó y se oscureció ligeramente al
atravesar la barrera de energía en la entrada del hangar; luego
sus botas se estrellaron contra la cubierta cuando la gravedad
artificial entró en acción. Inmediatamente abrió fuego,
concentrándose en el lado izquierdo del hangar y poniendo una
sola bala en cada alienígena que veía. Los Jackals cayeron
flácidos o convulsionando, pero siempre con sorpresa en sus
ojos. Los Grunts se derrumbaron o explotaron al detonar sus
paquetes de metano.
Un par de respiraciones más tarde, balas de M99
comenzaron a golpear los objetivos de John antes de que
pudiera, y la voz de Fred sonó por el canal del equipo.
"Estamos dentro. Paso dos."
John y Kelly dejaron de disparar el tiempo suficiente para
trasladarse a las Banshees más cercanas y entrar, poniendo en
línea las unidades de impulso y activando las consolas de
instrumentos. Comprobaron para asegurarse de que los
controles respondían a su toque, y luego repitieron la secuencia
en los dos siguientes.
Asegurado que por lo menos cuatro de las naves eran
operables, John dijo, "Listo para partir. Paso tres."
Él y Kelly dispararon unos cuantos tiros para mantener al
enemigo confundido y con la cabeza agachada, luego se pusieron
a cubierto y quitaron las últimas Havoks de sus monturas
magnéticas. Abrieron las cubiertas de control, y luego colocaron
las bombas bajo sus brazos. John miró para ver si Kelly estaba
lista y recibió un destello verde a cambio.
" ¡Vamos!"
Cada uno con una Havok en una mano y un rifle de asalto en
la otra, saltaron y corrieron hacia los haces de elevación en la
parte trasera del hangar. Hasta ahora los equipos de
mantenimiento se estaban escondiendo o muriendo, y nadie
abrió fuego. El asalto fue aún más fácil de lo planeado.
Hasta ahora.
A veinte pasos de los ascensores, John dijo, "Inícienlas."
"Afirmativo", respondió Kelly. "Inicializando."

'Szatulai salió del elevador de gravedad y se encontró con


cincuenta Kig-Yar de pie junto a los deslizadores de carga
volteados que usaban para transportar la chatarra desde la
Martillo de Fe, el supercarguero que se estaba construyendo en
la inmensa cuna de construcción. Sus largos hocicos estaban
aturdidos y miraban fijamente a Castor y Orsun mientras los dos
Jiralhanae se abrían paso por el pasadizo atascado por el tráfico,
gritando a los conductores para que despejaran el camino y
volteando sus deslizadores hacia un costado cuando les
resultaba imposible cumplir con su cometido. El pasillo se
curvaba fuera de la vista antes de que 'Szatulai pudiera ver lo
que estaba bloqueando el tráfico, pero no tenía ninguna duda de
que se trataba de los Spartans.
Un trío de Segundas Espadas con armadura de Estrella de
Sangre negra salió del elevador de gravedad y se giró para
seguir a los dos Jiralhanae.
"Esperen", ordenó 'Szatulai. Cuando el trío obedeció,
cambió de la red de batalla de las Estrellas de Sangre al altavoz
externo de su casco, y luego se volvió hacia el conductor de
deslizador más cercano. "¿Este pasadizo no conduce a la
carretera de circunvalación?"
"Así es—" El Kig-Yar dudó, claramente luchando por
recordar el honorífico apropiado para alguien que llevaba la
armadura de los Sombra Silenciosa, y luego dijo, "Primera
Espada. Tenemos programado entregar esta carga de recortes
de casco a La Forja de la Fe, pero las escotillas de presión de
emergencia se cerraron."
El estómago de 'Szatulai comenzó a revolverse. "¿Por qué?"
"Una brecha de presión en la carretera de circunvalación."
El Kig-Yar señaló hacia una ampolla de observación a unos diez
trineos por el pasillo. "Chardal y Gulo dicen que vieron a cuatro
soldados con una extraña armadura atravesando el agujero,
pero siempre dicen saber…"
Sin prestar atención al resto de lo que dijo el Kig-Yar,
'Szatulai se volvió hacia el elevador de gravedad y empezó a dar
órdenes por la red de batalla de las Estrellas de Sangre.
"Los demonios nos rodean", dijo. "Vuelvan al hangar…
ahora!"

John y Kelly se detuvieron a veinte metros de los tubos de


elevación y se colocaron sus rifles de asalto bajo los brazos,
luego cambiaron las Havoks a ambas manos y apretaron los
gatillos de los fusibles. La computadora de a bordo de John
comenzó una cuenta atrás de dos minutos en el HUD.
Un brillo azul surgió dentro de ambos ascensores
antigravedad, y un par de guerreros Elite aparecieron a la vista.
Llevaban esa brillante armadura de asalto espacial de color rojo
oscuro que John había visto varias veces antes, y ambos llevaban
rifles de plasma.
"¡Arrójenlas y vámonos!" John ordenó.
Arrojó su Havok hacia el elevador antigravedad, usando un
movimiento solapado e incorporando su cuerpo en él. El
dispositivo era pequeño pero pesado, y voló sólo hasta la mitad
de su recorrido antes de caer al suelo y seguir rodando.
Kelly hizo lo mismo, y los dos alienígenas levantaron sus
rifles de plasma para disparar.
El Elite delante de Kelly recibió una bala de M99 en el pecho
y salió volando hacia el mamparo, la estática de la sobrecarga
aún crepitaba a través de su armadura de torso con cráteres. El
alienígena frente a John simplemente estalló en una bola de
llamas y miembros voladores cuando uno de los misiles SPNKR
de Fred se estrelló contra su cuerpo.
Dos Elites más ya habían salido del ascensor, y otra pareja
los seguía. Si John hubiera estado en su posición, con un par de
cosas que parecían bombas que se dirigían rodando hacia un
ascensor que las llevaría a las profundidades de la instalación,
habría ido a buscar las malditas bombas, habría corrido hasta la
parte delantera del hangar y las habría arrojado al espacio, y no
habría importado que el enemigo se interpusiera en su
camino—ya que, si esas bombas estallaran, todo el mundo
moriría de todos modos.
A los Elites no parecía importarles el muelle de
construcción naval. Tampoco parecía que les importara morir.
Todo lo que querían era matar a los Spartans.
Pasaron por encima de las Havoks y subieron sus rifles de
plasma… y tuvieron el mismo destino que los dos primeros
Elites, esta vez con uno recibiendo una bala de M99 en el casco,
y el otro dando vueltas en dos direcciones separadas después de
atrapar el misil SPNKR de Fred en su pelvis inferior.
La cuenta atrás en el HUD de John llegó a los 1:45.
"¡Retirada ya!" gritó Fred.
John se estaba retirando, y Kelly también, dando marcha
atrás tan rápido como podían, vertiendo balas entre las dos filas
siguientes de Elites atacantes y tratando de esquivar el fuego de
retorno. Ninguna de las dos acciones iba muy bien.
John vació su cargador sin desactivar los escudos de energía
de su objetivo, y mientras cambiaba al lanzagranadas, recibió un
perno de plasma en el hombro. Penetró en su armadura y
arruinó su puntería lo suficiente como para hacer que la
granada volara y detonara inofensivamente en un rincón.
Entonces el Elite estaba sobre él, tirando su rifle de plasma
a un lado y levantando su mano con una de esas espadas de
energía roja. John bloqueó la espada con su rifle de asalto y
apenas consiguió apartarse del camino mientras la crujiente
hoja atravesaba el cañón. Pateó la rodilla del alienígena y vio que
su pierna se doblaba de lado, luego saltó y arrebató su M90 de
su montura magnética trasera y puso una bala en el casco del
Elite. Su escudo de energía finalmente bajó, y mandíbulas y
sangre púrpura volaron en todas direcciones.
La cuenta atrás en el HUD de John decía 1:34.
Metió otro proyectil y abrió fuego contra el siguiente Elite,
pero éste era aún más ágil que los otros y esquivó en el momento
en que el dedo de John apretó el gatillo. Luego saltó hacia
delante, llevando su espada de energía alrededor en un golpe de
cabeza que era un poco demasiado obvio. En lugar de agacharse
y exponerse a un fácil golpe de revés, John giró dentro del golpe
y metió su escopeta bajo el casco del Elite.
Una vez más, el alienígena fue demasiado rápido, inclinando
su casco hacia un lado justo antes de que John abriera fuego.
Pero esta vez, al menos el escudo de energía crujió y cayó.
John bombeó otro cartucho a la cámara, y luego sintió el
brazo libre del Elite que serpenteaba alrededor de su pecho,
tratando de aprovecharse de la herida de su hombro para
inmovilizarlo para el golpe de gracia.
Un gran error.
Primero, el dolor no era nada para un Spartan, sino un
incentivo para luchar más. Segundo, los Spartans llevaban
armadura potenciada respaldada por una interfaz neural. Todo
lo que tenían que hacer era pensar, y su Mjolnir reaccionaba.
John pensó en arrancarse el brazo que lo atrapaba, su hombro
estalló en angustia mientras su mano se movía por encima del
antebrazo del Elite. Apretó con fuerza y empujó hacia abajo,
usando la propia muñeca del alienígena para bloquear la espada
de energía que se dirigía hacia su barbilla.
La mano del Elite cayó, cortada en la mitad del antebrazo, y
la espada siguió avanzando. John se inclinó y se las arregló para
evitar recibir la punta bajo su casco. Pero sintió presión a lo
largo del costado de su cuello y la sangre goteando dentro de la
piel de su traje.
Los oídos de John comenzaron a tamborilear de pánico, y
trató de asegurarse de que no era la carótida. Si eso hubiera sido
cortado, ya estaría cayendo inconsciente.
Y no estaba pasando.
Así que golpeó su escopeta en el pie del Elite y disparó. El
agarre del alienígena se aflojó y comenzó a caer, aun
sosteniendo la espada junto al cuello de John.
John fue con él, metiendo su mano libre dentro del brazo de
la espada del alienígena y empujándola. Se desplomaron hasta
la cubierta, John aún en la parte superior y manteniendo la
espada a raya. Empezó a golpear el brazo de la espada del
alienígena con el cañón de su escopeta, tan inquieto por su
buena jugada que no se detuvo ni siquiera después de que la
muñeca se rompiera de costado y la espada de energía saliera a
chisporrotear… no fue hasta que Kelly dio un paso hacia atrás y
sacó suavemente la escopeta de su mano.
Ella bombeó otra bala a la cámara, luego la colocó contra el
casco del Elite malherido y envió materia cerebral abanicando
la cubierta en todas direcciones.
"¿Estás bien, John?"
"Bien." John se puso en pie de un salto y tomó la escopeta, y
luego miró hacia abajo, hacia el desastre que casi lo mata. "Sólo
es otro maldito alienígena."
John miró a su alrededor y, a cincuenta metros de distancia,
en la parte trasera del hangar, vio a un par de Brutes de
armadura negra saliendo de los ascensores antigravedad.
Estaban armados pero confundidos, sus cascos balanceándose
de un lado a otro mientras miraban de un cadáver de Elite al
otro.
La cuenta atrás en el HUD de John llegó a los 1:00 y comenzó
a parpadear en rojo.
"Salgamos de aquí." Se giró y se dirigió hacia las Banshees,
poniéndose parches en la armadura mientras corría. "Mientras
podamos."
Los cuatro miembros del Equipo Azul saltaron a los cazas
más cercanos, luego se pusieron los arneses de estabilidad y
bajaron sus doseles.
La voz de Fred sonó por el canal del equipo.
"Atención. Esos Brutes podrían ser un problema."
John puso sus manos sobre los controles y sintió como la
Banshee se elevaba por debajo de él, y luego se giró hacia la
parte trasera del hangar. Los dos Brutes estaban a unos treinta
metros de distancia y corrían hacia delante con una velocidad
sorprendente para su tamaño; pero mientras John observaba,
tiraron sus armas a un lado y se dirigieron hacia las Banshees
abiertas.
Pensó en abrir fuego contra los dos, pero la cuenta atrás de
su HUD estaba parpadeando un gran rojo :36, y no había
olvidado lo que pasó la última vez que estuvo en una Banshee
cuando un artefacto nuclear detonó cerca. Movió su nave hacia
la salida del hangar.
"¿Dejaremos que se escapen?" La voz de Linda no era ni
aprobadora ni desaprobadora, sólo curiosa. "¿Por qué?"
"¿Recuerdas Etalan?" John empujó sus controles hacia
adelante y sacó al Equipo Azul del hangar alienígena. "Escudo
gamma pobre."
Los Spartans salieron disparados del hangar y subieron,
acelerando con fuerza para entrar en una órbita más alta antes
de que detonaran las Havoks. John mantuvo un ojo en la cuenta
atrás en su HUD y el otro en el holograma táctico de la Banshee.
Las Banshees que llevaban a los dos Brutes salieron del
pabellón de fabricación a los :23 y se zambulleron hacia Naraka,
usando el pozo de gravedad del planeta para ayudar a poner
tanta distancia como fuera posible entre ellos y la inminente
detonación. Comenzaron a subir a los :17 y salieron del fondo
del holograma a los :12, y John sospechó que entrarían en una
órbita estable antes de que el pulso gamma de las Havoks
derribara sus instrumentos.
Mientras las Banshees del Equipo Azul continuaban
alejándose, los enormes silos de fabricación—y la nave a medio
construir a la que flanquearon—no se dirigían hacia el fondo del
holograma táctico, sino que se encogían y se desplazaban hacia
la popa. Otras naves cazas del Covenant empezaron a revolotear
por la pantalla, y una esporádica corriente de voces alienígenas
resonó desde los altavoces de la cabina de pilotaje. Cuando la
cuenta atrás en el HUD de John llegó a :10, la imagen finalmente
había alcanzado el borde posterior de la pantalla y comenzó a
moverse.
John no podía leer los símbolos alienígenas del holograma
táctico, así que no tenía ni idea de si el Equipo Azul estaría lo
suficientemente lejos del punto de detonación como para evitar
que sus instrumentos fueran derribados, o si quedaba algún
merodeador para recuperarlos.
Lo que sí sabía era que algún día no habría, que ni siquiera
los Spartans eran inmortales.
Si siguiera sobrepasando los límites y saltando a tareas que
todos los demás consideraban suicidas, no serían sólo las tropas
de apoyo y los equipos de merodeadores los que morirían.
Serían él, el Equipo Azul y—finalmente—todo el escuadrón.
¿Pero qué otra opción tenían?
La Operación: TORMENTA SILENCIOSA era sólo el
comienzo. Naraka estaba siendo duramente golpeado, pero John
ya había visto suficiente del Covenant como para saber que el
UNSC no iba a ganar la guerra en una sola batalla. Los
alienígenas se recuperarían del impacto de un ataque dentro de
su propio espacio y regresarían con venganza… y cuando lo
hicieran, los Spartans estarían esperando.
Listos para hacer lo imposible.
Tendrían que ser inteligentes al respecto.
La cuenta atrás en el HUD de John llegó a :05. John activó su
baliza localizadora, luego habló por el canal encriptado de la
Fuerza Sierra.
"Sierra-117 solicitando extracción del Equipo Azul, cuatro
miembros. Repito: los cuatro miembros."
En algún lugar, un merodeador reconoció con un solo clic.
Las Havoks detonaron y los instrumentos de la Banshee se
transformaron en estática y murieron. John reventó su dosel y,
mientras el caza estelar daba tumbos, se empujó al espacio. Fred
y el resto del Equipo Azul estaban haciendo lo mismo, y
dispararon sus propulsores, maniobrando hacia una línea de
recuperación con un espacio de cincuenta metros. Debajo y
detrás de ellos, unos pocos remanentes resplandecientes de los
pabellones de fabricación de la mega nave revoloteaban en
direcciones separadas, todo lo que quedaba de un poderoso
monstruo que nunca tendría la oportunidad de aterrorizar a la
humanidad.
John sólo podía adivinar cuántos trabajadores alienígenas
habían perecido con la nave, pero el número tenía que ser de
decenas de miles—posiblemente incluso cientos de miles. Por
un instante, se sintió tentado a pensar en ellos como víctimas
inocentes de la guerra, como los millones de personas que
morían cada vez que el Covenant vitrificaba otro mundo.
Entonces recordó lo que habían estado construyendo aquí, y se
dio cuenta de que no podía haber comparación. Los
trabajadores que habían muerto a bordo del anillo de apoyo de
las flotas eran tan parte del esfuerzo bélico del Covenant como
los oficiales que comandaban sus flotas y los guerreros que
disparaban sus rifles de plasma. Todos ellos estaban trabajando
para destruir a la humanidad, y John se negó a sentirse mal por
haberles dado una paliza.
Un doble clic sonó dentro del casco de John, y disparó sus
propulsores de posición, girando lentamente hasta que vio la
oscura silueta de un merodeador del UNSC bloqueando las
estrellas más allá, la boca de su bahía de lanzamiento abierta, un
tenue cuadrado púrpura que bostezaba que era cada vez más
grande mientras se precipitaba hacia él.
John tocó sus jets de maniobra con mucha suavidad,
girándose a sí mismo para que estuviera orientado hacia abajo
cuando la bahía se lo tragó. En el momento en que cruzó el
umbral, un par de soldados de asalto de los Dagas Negras
salieron a la vista y lo agarraron por los brazos, ayudándolo a
desacelerar en la gravedad artificial del merodeador y
guiándolo hacia la cubierta.
"Bienvenido a bordo, Jefe Maestro." La voz llegó por el canal
de mando y pertenecía a la Capitana Nelly Hamm. "Estamos
abarrotados, pero será un honor hacer sitio para ti y tus
Spartans a bordo de la Guardián Nocturno."
EPÍLOGO

Novena Era de la Reclamación


36º Ciclo, 185 Unidades (Calendario de Batalla del
Covenant)
Flota de Obediencia Inexorable, Carguero de Asalto,
Masacre Piadosa
Órbita Ecuatorial Alta, Planeta Zhoist, Sistema Buta

Siete veces Nizat 'Kvarosee se había parado en su ampolla de


observación viendo arder mundos, y ni una sola vez había
considerado que un día podría ser el turno del Covenant.
Ahora, mientras veía piezas del Anillo de la Poderosa
Abundancia salir de la órbita y sumergirse ardiendo en la
atmósfera de Zhoist, no podía imaginar por qué.
Quizás había creído que los humanos eran demasiado
cobardes para morder la mano del carnicero. O quizás había
estado tan cegado por la fe que esperaba que se sometiesen a la
voluntad de los Profetas tan humildemente como los Sangheili.
En su conmoción y vergüenza, realmente no podía recordar
la razón.
Un zumbido creciente anunció la llegada del ser que menos
quería ver Nizat. Mantuvo su mirada fija en el desastre de abajo
y no reconoció el acercamiento del San'Shyuum. Por supuesto,
el Ministro Menor de Inspección de Artefactos se negó a captar
la indirecta.
"¿Cómo dejaste que esto pasara?"
Nizat se giró para ver al San'Shyuum que venía en su silla,
su cuello de serpiente arqueándose hacia adelante en acusación,
y se dio cuenta de que nunca había querido matar tanto a un ser
en su vida. ¿Y por qué no iba a hacerlo? Estaba seguro de que
perdería el mando de la Flota de Obediencia Inexorable de todos
modos. Entonces, ¿qué diferencia habría?
Antes de que Nizat pudiera actuar por su impulso asesino,
su capataz, Tam 'Lakosee, se acercó a la silla y se puso al lado de
Inspección.
"No permitimos que esto pasara, Su Eminencia", dijo
'Lakosee. "Más de lo que los humanos nos permiten limpiar
E'gini y Borodan. No es razonable empezar una guerra y pensar
que el enemigo no contraatacará."
Los ojos de Inspección se abrieron de par en par con
indignación. "Veo que no vas a subir más", dijo. "Permitir que las
botas infieles profanen un mundo santo no es una pérdida
razonable."
"Tampoco lo es perder dos de las Diez Ciudades", dijo Nizat.
Las Diez Ciudades habían sido un regalo dejado por los antiguos
Forerunners, y los humanos habían destruido un par de ellas
con sus bombas infernales. "O la destrucción del Anillo de la
Poderosa Abundancia. Pero Tam tiene razón, Su Eminencia,
¿qué esperaban los Jerarcas cuando comenzaron esta guerra?"
"¡Eso no!" Inspección lanzó una mano con tres dedos hacia
la catastrófica escena sobre Zhoist. "¡Y a los Jerarcas no les
agradará saber que los has culpado de tu fracaso!"
"¿Y qué pueden hacer los Jerarcas como castigo? ¿Quitarme
mi flota?"
Comenzó a volver a la ampolla de observación, pero se
detuvo cuando 'Lakosee dio un educado chasquido de sus
mandíbulas. Contestó Nizat con su propio ruido, dando permiso
al capataz para hablar.
"Tengo noticias del esgrimidor."
"Ah." Nizat se había enfadado tanto al ver el Anillo de la
Poderosa Abundancia romperse que finalmente le dijo a
'Lakosee que llamara a Tel 'Szatulai para que le explicara. Ahora
que se había calmado, sin embargo, estaba empezando a darse
cuenta de que, si algo iba a ser redimido de esta catástrofe, sería
lo que 'Szatulai había aprendido sobre los Spartans y sus
métodos. "Espero que tus noticias sean buenas."
"Me temo que no", dijo 'Lakosee. "Fue asesinado por los
Spartans. Sus jefes de batalla Jiralhanae lo vieron morir."
"Y como Castor y Orsun sobrevivieron para hacer el
informe, ¿podemos asumir que los Spartans están muertos?"
Inspección sorprendió a Nizat al recordar los nombres de la
pareja.
"No, Su Eminencia", dijo 'Lakosee. "Los Spartans escaparon
en Banshees capturadas."
"Por supuesto que sí", dijo Inspección. "Sería demasiado
esperar que jefes de batalla Jiralhanae piensen por sí mismos."
"Tuvieron suerte de sobrevivir, Su Eminencia." Había una
nota de irritación en la voz de 'Lakosee. "Apenas escaparon
antes de que las bombas destruyeran la Martillo de Fe en sus
muelles de construcción."
"¿Y esos Spartans siguen ahí fuera?" Nizat comenzó a tener
una sensación de hundimiento. "¿En nuestras Banshees?"
Las mandíbulas de 'Lakosee se abrieron silenciosamente; él
finalmente respondió, "Por lo que sabemos, Maestro de Flota.
Los equipos de búsqueda y rescate han recuperado los
cadáveres de veinte de los Trajes Negros humanos y capturado
ocho más, pero ninguno era Spartan."
Inspección utilizó su silla de gravedad para empujarse entre
los dos Sangheili. "Idiota", le dijo a Nizat. "¿Permitiste que tus
maestros de nave tomaran cuerpos y prisioneros? Después de la
manera—"
Una hoja de energía azul crepitó con fuerza, y el insulto del
Ministro Menor llegó a un abrupto final cuando su pequeña
cabeza cayó en su regazo. Nizat y 'Lakosee tuvieron que alejarse
más para evitar que sus pies quedaran aplastados cuando la silla
de gravedad perdió potencia y cayó al suelo. 'Lakosee desactivó
su espada de energía y le ofreció la empuñadura a Nizat.
"Lo siento, Maestro de Flota. No podía permitir que te
menospreciara en un momento como éste."
Nizat hizo un gesto con la mano para apartar la
empuñadura. "No pienses en ello." Miró fijamente el cuerpo sin
vida del San'Shyuum por un momento, viendo la sangre roja
gotear desde el cuello parcialmente cauterizado de su regazo.
"Incineraremos el cuerpo, y le explicaré a los Jerarcas que murió
luchando por la Fe."
Lo que se acercaba lo suficiente a la verdad de que Nizat no
se arrepentiría de la exageración. Cuán oscura se había vuelto
su senda, que hasta engañaría a los Profetas tan
despreocupadamente—aunque fuese para salvar a un digno
Mayor.
Las mandíbulas de 'Lakosee se abrieron en conmoción.
"Maestro de Flota, no puedo pedírselo—"
"No me lo estás pidiendo", dijo Nizat. "Y hemos terminado
de discutirlo. Hay asuntos más importantes a la mano."
Lo que también era cierto. Los corazones de Nizat habían
empezado a latir en contrapunto tan pronto como Inspección
empezó a regañarlo, y no por la típica condescendencia del
San'Shyuum. No pudo identificarlo del todo, pero había algo
alarmante en el informe de 'Lakosee. ¿Por qué debería haber
sólo soldados muertos de un tipo? ¿Podrían los Spartans ser tan
superiores a los otros guerreros de la humanidad? ¿O era sólo
su armadura especial la que los hacía tan feroces?
Era una respuesta que Nizat tendría muy pronto, una vez
que descubriese en qué consistían los esquemas que 'Szatulai
había recibido de los traidores humanos. No estaba seguro de
qué esperar—que hubiera un linaje de soldados humanos muy
superior a los propios guerreros de élite del Covenant, o que los
humanos supieran cómo construir armaduras que hicieran
súpersoldados a cualquiera de ellos.
Pero ese era un dilema que se debía considerar en otro
momento... y probablemente por otro maestro de flota. Por
ahora, el deber de Nizat era proteger lo que no había perdido ya.
"Que la flota rompa la órbita y se retire fuera del pozo de
gravedad", dijo Nizat. "Y cuéntame más sobre estos prisioneros.
¿Han comenzado los interrogatorios?"
"Sólo los preliminares", dijo 'Lakosee. "Los prisioneros no
serán entregados a Castor y Orsun hasta que los maestros de
nave puedan enviarlos a la Masacre Piadosa."
Nizat sabía lo que eso significaba realmente—los maestros
de nave estaban reteniendo a los prisioneros para que sus
propios derretidores de mentes tuvieran la oportunidad de
trabajar en ellos. Pero eso era de esperar. Habría hecho lo
mismo más de una vez cuando era un joven maestro de nave.
"¿Qué hay de los interrogatorios preliminares?" dijo Nizat.
"¿Están aprendiendo algo los derretidores de mentes?"
'Lakosee extendió brevemente sus mandíbulas, y luego dijo,
"Eso es lo extraño, Maestro de Flota. No importa lo duro que los
prisioneros sean golpeados o conmocionados, todo lo que hacen
es lo que los humanos llaman risa."

1718 horas, 15 de abril de 2526 (calendario militar)


Merodeador Guardián Nocturno de la clase Razor del UNSC
Punto de Libración Tres, Planeta Naraka, Sistema Agni

John nunca olvidaría su primer cigarro Sweet William—estaba


bastante seguro de ello. Sabía cómo un viejo calcetín de botas
ahumado sobre fuego de estiércol después de una marcha de
dos semanas, y su primera y única chupada le había hecho toser
tan fuerte que reventó los ocho vendajes de mariposa que
mantenían cerrada la herida de su cuello.
No podía imaginar cómo Avery Johnson sentía tanto placer
en ellos, especialmente bajo las circunstancias. Estaban
sentados juntos en la sala de tripulación del merodeador
Guardián Nocturno del UNSC, que había recuperado no sólo a
todo el personal que había quedado libre cuando Héctor Nyeto
huyó, sino también al Equipo Azul, al Equipo Verde y a dos
sobrevivientes de los Dagas Negras del asalto en el anillo orbital.
Avery había sido la última persona rescatada en el punto de
libración tres, y estaba envuelto en una manta caliente, había
estado flotando en el espacio durante tanto tiempo que los
calentadores de su traje habían fallado y casi se había congelado
hasta morir. Tenía una cánula de oxígeno en la nariz porque se
le había acabado el tiempo del respirador, y había dos vías
intravenosas diferentes en su brazo, ya que la acumulación de
CO2 resultante casi lo había matado.
Estaban observando el mirador hacia Naraka, observando
los rastros de llamas que iluminaban las nubes amarillas del
planeta cada vez que un segmento del anillo de apoyo de flotas
de los alienígenas salía de la órbita y comenzaba a arder en la
atmósfera. A veces, las estelas de llamas duraban todo el camino
hasta el suelo y terminaban en la hermosa flor color naranja de
una detonación por impacto.
Avery gritaba y abofeteaba el brazo de su silla, luego Kelly y
el resto de los Spartans vitoreaban. Fred encontraría una nueva
manera de ser sabio, y Daisy se reiría un poco demasiado fuerte,
y Linda sacudiría la cabeza ante los dos. John pensó que
probablemente era la mejor fiesta a la que había asistido en su
vida—aunque no tenía mucho con qué compararla—y que la
celebración se hacía mucho mejor por el hecho de que los doce
Spartans habían regresado.
Sólo deseaba que lo mismo pudiera decirse del 21º Batallón
de Asalto Espacial. Hasta ahora, los tres merodeadores
supervivientes de los vuelos Hush y Slipper—la única nave de
búsqueda disponible en el lugar, habían recuperado sólo once
más de los Dagas Negras que habían acompañado a los Equipos
Azul y Verde a subir en los ascensores espaciales, y John se había
enterado de que esos soldados estaban teniendo un tipo de
reunión muy diferente a bordo del Hush ahora. Cuando se
presentara la oportunidad, tenía la intención de dar un repaso y
ofrecer sus condolencias, pero se le había dicho que sería
prudente dejar pasar el tiempo. Lo que eso implicaba, no estaba
seguro de que lo entendiera completamente.
El cronómetro de la pared cambió a 1719 horas y Kurt-051
dijo, "Ésa será la auto detonación del Equipo Verde."
Casi instantáneamente, ocho puntos de luz cegadores
aparecieron cerca de Naraka y se hincharon en las bolas de
fuego blancas de una explosión de octanitrocubano. A diferencia
del anuncio anterior del Equipo Azul, seis de los dispositivos del
Equipo Verde detonaron a una distancia de un brazo sobre
Naraka, en un grupo de astillas azules que eran todo lo que el
ojo desnudo podía ver de la flota alienígena.
Un silencio asombroso cayó sobre el compartimiento
mientras los Spartans honraban los sacrificios que
acompañaban a todas esas flores blancas—cada detonación
representaba un Daga Negra que había llevado una octa viva a
la batalla y que había caído antes de que él o ella pudiera
usarla… pero de alguna manera aun así se las arreglaron para
colar sus artefactos a bordo de una nave enemiga.
Una vez que las brillantes esferas se habían vuelto a encoger
sobre sí mismas y habían desaparecido en la nada de la
aniquilación explosiva, Avery Johnson sacó la cánula de oxígeno
de su nariz; manteniéndola a una distancia segura, dio otra
bocanada de su Sweet William.
"Eso es algo hermoso", dijo. "Todas esas naves del Covenant
volando directamente al infierno."
"Cuando tienes razón, tienes razón", dijo Daisy-023. "Pero
debería haber tres merodeadores con ellos."
"¿Vuelo Fantasma?" preguntó Fred.
"Debes leer la mente", dijo Daisy. "Esos bastardos mataron
al Coronel Crowther y le costaron al 21º un montón de buenos
soldados. No puedo creer que se vayan a salir con la suya."
"No lo harán", dijo Fred.
"¿Qué vas a hacer al respecto?" preguntó Kelly.
"¿Desaparecer sin permiso y perseguirlos?"
"Estoy dentro", dijo Daisy.
"El Coronel Crowther ciertamente merece que se resuelva
ese asunto", dijo John. Y lo decía en serio. Sin el ejemplo de
Crowther, nunca habría aprendido la sutil pero importante
diferencia entre ser un líder y ser un comandante. Tenía una
deuda de gratitud que tal vez nunca podría pagar. "¿Pero es esa
la forma de honrarlo, haciendo algo que realmente desprecia?"
"Cueste lo que cueste", dijo Daisy. "Esa es la manera
Spartan."
"En el campo de batalla", dijo John. Podía ver hacia dónde
iba esto, y Daisy no era de las que se desahogaban sólo por
hablar. Tampoco lo era Fred, para el caso. "Y no sólo los Spartans
creen en eso. Crowther lo sacrificó todo—todo su batallón—
para que esta operación fuera un éxito." Daisy puso sus ojos
azules en blanco.
"No hagas eso", dijo Johnson. Se inclinó hacia Daisy. "No
actúes como si hubieras tenido suerte con la Operación:
TORMENTA SILENCIOSA y destruir una sola base de apoyo
significara que hemos ganado toda la maldita guerra."
Johnson comenzó a seguir despotricando, y luego pareció
agarrarse a sí mismo. Se sentó en su silla y miró a John, como si
dijera que es tu unidad, y tú te ocupas de ello.
Lo que era correcto, se dio cuenta John. Parecía que iba a
dirigir a los Spartans durante mucho tiempo—al menos si era
tan bueno como parecía que todo el mundo empezaba a pensar
que lo era—y necesitaba establecer el tono de su mando.
"El sargento tiene toda la razón", dijo John. "Puedes apostar
que Naraka no es el único mundo de apoyo de flotas que tiene el
Covenant, así que sabes que nos van a atacar aún más duro que
antes. Los Spartans vamos a tener que trabajar duro de ahora en
adelante, y tendremos que cubrirnos las espaldas los unos a los
otros hasta el final. Así es como honraremos el legado del
Coronel Crowther."
Daisy se enderezó. "Entendido. Puedes contar conmigo."
"Sé que puedo." John se detuvo, luego sonrió y añadió, "Y ten
por seguro que vamos a atrapar a Héctor Nyeto. Te lo prometo.
Lo único que sabemos de él es esto: vendrá por nosotros de
nuevo. Y cuando lo haga, vamos a estar listos para él—y vamos
a eliminarlo."
Avery Johnson soltó una carcajada. "No podría haberlo
dicho mejor." Se inclinó hacia delante y señaló a John con la
culata de su Sweet William. "Parece que lo tienes, Jefe Maestro."
AGRADECIMIENTOS

Me gustaría agradecer a todos los que contribuyeron a este


libro, especialmente a: mi primera lectora, Andria Hayday,
cuyas sugerencias e ideas siempre mejoran el manuscrito al
menos tres veces; a Ed Schlesinger por ser un gran editor y por
su interminable paciencia a lo largo de la larga enfermedad y
muerte de mi madre; a Jeremy Patenaude por todas sus grandes
sugerencias y por ser muy, muy bueno en su trabajo; Tiffany
O'Brien por hacer del universo Halo un lugar tan acogedor y
divertido en el que trabajar; Chris McGrath por su excelente arte
en la portada; Joal Hetherington por hacer de la corrección de
textos—siempre el trabajo más delicado; y todos los que
trabajan en 343 Industries y Gallery Books y hacen que escribir
en el universo de Halo resulte un verdadero deleite.
SOBRE EL AUTOR

TROY DENNING es el autor superventas del New York Times de


más de treinta y cinco novelas, entre ellas Halo: Retribution,
Halo: Last Light, una docena de novelas de Star Wars, the Dark
Sun Prism Pentad y muchas de las novelas más vendidas de
Forgotten Realms. Ex diseñador y editor de juegos, vive en el
oeste de Wisconsin.
Gallery Books
An Imprint of Simon & Schuster, Inc.
1230 Avenue of the Americas
New York, NY 10020
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Este libro es una obra de ficción. Cualquier referencia a hechos


históricos, personas reales o lugares reales se utiliza de forma ficticia.
Otros nombres, personajes, lugares y eventos son producto de la
imaginación del autor, y cualquier parecido con eventos o lugares
reales o personas, vivas o muertas, es una coincidencia total.
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Jacket Design by Alan Dingman
Jacket Art by Chris Mcgrath
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data is available.
ISBN 978-1-5011-3838-6
ISBN 978-1-5011-3839-3 (ebook)

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