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ODDUS DEL DINERO

Algunas historias de cómo llegó la prosperidad material

Por: Gladys Quiroga Delgado


CNP: 8.713

Fotos: Giuseppe Espro, Awó Osa Bara.

Entendemos que la búsqueda de seguridad material es uno de los avatares más


importantes para cualquier persona, religiosa o no. La presencia del dinero es sinónimo de
bienestar, pues en justo equilibrio con la fe y la espiritualidad, permite movilizar energías
que benefician todos. No obstante para alcanzarlo, siempre es necesario algún tipo de
sacrificio, ya sea físico o espiritual.
Por ejemplo, para que una persona pueda cobrar el pago de su trabajo, quizás deba
renunciar a dormir algunas horas más en la mañana, aprender a tener paciencia ante un
jefe temperamental o hacer turnos de fin semana, para ganar un poquito más en horas
extras. Antes de ser empleado, fue estudiante y ello también le significó algún tipo de
renuncia. Sin embargo, esa misma persona hoy tiene cubierta sus necesidades básicas, su
familia vive tranquila y el resultado de sus sacrificios, hacen que éstos valgan la pena.
Para los devotos y sacerdotes de Ifá y Osha, cualquiera sea su jerarquía, el ebbó es
un elemento que forma parte de su quehacer cotidiano. Desde tomarse unos minutos para
conversar con las deidades, colocar un ruego y ofrecer alguna fruta, preparación o animal,
representa el acto del esfuerzo necesario para alcanzar que los Orishas propicien la
llegada de la prosperidad económica.
En esta entrega, se indagará sobre algunos de los Oddus en donde se habla del
dinero, cómo fue alcanzado por los protagonistas de los diferentes patakís y, cuál es la
forma para obtenerlo, procediendo de acuerdo con lo indicado en cada uno de ellos.
Para ampliar el tema, conversamos con Camilo Pérez, Awó Ni Orunmila Okana
Bara, iniciado en Cuba en 1994 por Pablo Miranda, Awó Omo Oddun, Ojuani Alakentu y
Randol Roldán, Awó Ni Orunmila, Otura Bara, iniciado en Venezuela, en el año 2001,
por José Karam , Awó Ogbe Tuá Ni Lara (que igbaé),

NO HAY DINERO SIN SACRIFICIO:

Según afirma Camilo Pérez, Okana Bara –“No concibo prosperidad ni dinero
sin sacrificio. La llegada del dinero y la prosperidad nunca está exenta de ebbó. Ninguna
de ellas viene sin sacrificio bien encauzado. Y cuando digo bien encauzado, me refiero a
lo correcto, a lo específico del Oddu y no a cosas excesivas. Para ilustrar esto, quisiera
contar una historia del Oddu Iwori Batrupon, que dice lo siguiente”-:

“Orunmila estaba ahorrando para hacer ebbó pero o lo hizo y en su lugar, gastó
el dinero en comprar una esclava. Al día siguiente, la muchacha se murió. La gente de la
casa murmuraba por tal desgracia y Orunmila no sabía qué hacer. Fue visitado por
Eshu, quien le preguntó si antes de comprar a la joven, había consultado su decisión.
Apenado Orula dijo que no y fue a consultarse. Sacó Oggunda Soddidé y realizó lo
marcado.
Eshu entonces, bañó a la muchacha, la vistió, la arregló y la sentó afuera, en la
plaza y le puso en su mano, un palillo de masticar. Nadie que pasaba por allí la tocaba,
sabiendo que estaba muerta, pues ella no respondía a ningún saludo. Sólo Ayé, la diosa
de la Fortuna, que estaba de compras con su comitivia, al ver que la mujer no respondía,
se sintió ofendida, cogió un garrote y la golpeó, haciéndola caer.
Inmediatamente Eshu apareció y la culpó escandalosamente, diciendo que Ayé,
había matado a la esclava de Orunmila. Cuando Orunmila apareció, Ayé estaba muy
confundida y le ofreció dos esclavas a cambio, pero Eshu comenzó a porfiar, diciendo
que eso no pagaba la vida de la otra. Ayé siguió ofreciendo pero nada convencía a Eshu,
hasta que al instante de ofrecer doscientas esclavas, también se ofreció a sí misma,
quedando para siempre esclavizada a Orunmila y a sus secretos”.

En ese mismo orden de ideas, explica que - “la inversión de riqueza en el ebbó
correcto, luego trae la gratificación en forma de desenvolvimiento y más riqueza. En el
Oddu Ofun Oggunda, ello se ilustra perfectamente con estas dos historias. La primera,
es la de un hombre honrado y de mucho corazón, que encontró una moneda de Olokum y
la devolvió a pesar de necesitarla, recibiendo en pago indicaciones para buscar en tres
güiras diferentes, las cuales estaban llenas de dinero, prosperidad y desenvolvimiento. La
otra historia, refiere a Elá, uno de los nombres de Orunmila, quien invirtió mucho más
que dinero en sacrificio, pero al final logró paz y prosperidad para su gente”

“Elá, quien es el segundo hijo de Olorun, estaba encargado por Oloddumare


para enseñar a los hombres. En la mañana, impartía clases a los blancos sobre los
conocimientos generales del mundo y en la tarde a los negros sobre los conocimientos de
Ifá. Un día, los hombres protestaron pidiendo igualdad de conocimientos y con permiso
de Olofin, decidió enseñar Ifá a todos, haciéndolos los primeros maestros que tuviera el
planeta.
Tenía varias esposas. Una vez, una de ellas fue drogada con una sustancia que la
hacía parecer muerta y como los muertos no eran enterrados, la pusieron al pie de un
árbol, en donde fue raptada y llevada lejos. Al tiempo, la mujer fue obligada a casarse
con su captor y forzada a trabajar en el mercado. El hijo de Elá, fue hasta el mercado,
vio a la mujer y contó a su Padre lo sucedido. Su segunda esposa fue victima de lo
mismo, pero esta vez Elá fue hasta el árbol para saber quién era el culpable. La mujer,
ya en estado conciente le dijo: Uno de tus maestros. Cuando acudió a preguntar el por
qué, los maestros respondieron que la razón era que él podía tener esposas y ellos no, así
que habían decidido acatar dicha orden.
La ira de Elá se desató. Preparó Ashepé, polvos malos para enviarles enfermedad
y ruina. Los malhechores se llenaron de llagas en las piernas, tuvieron que alargar sus
pantalones para que nadie viera las marcas y padecieron hasta poder curarse.
Continuaron años de pugna y las esposas de Elá seguían desapareciendo. Cansado
entonces, tomó medidas, armó un ejército y expulsó a los culpables de conspiración
hasta las costas, en donde se quedó vigilante por más de setenta años.
Su pueblo rogaba para que volviera. Durante todo ese tiempo no dejaron de
esperar el retorno de Elá y esos ruegos llegaron hasta él. Finalmente decidió regresar.
Cuando llegó preguntó por sus esposas y la gente del pueblo dijo que todas estaban bien.
Nadie las había ofendido y recibían dinero, comida, ropa y protección. Entonces Elá
comprendió que su sacrificio no había sido en vano y les concedió consagración en Ifá a
los alumnos que habían cuidado a su pueblo, les permitió casarse y les encomendó
predicar en todos los lugares del mundo”.
DAR A ESHU PARA PODER RECIBIR

En todos los procesos necesarios para conseguir una vida óptima, llena de
prosperidad, salud, firmeza, estabilidad y vencimiento de obstáculos, se encuentra Eshu-
Elegguá como eje central, debido a su papel de conocedor de todos los caminos y puertas,
en este mundo y en todos aquellos inimaginables. “Él media entre el cielo y la tierra, los
ancestros y los hombres. Él es el inspector general que informa regularmente a
Olodumare sobre los actos de las deidades y los hombres, chequea e informa sobre las
adoraciones en general y los sacrificios en particular. No discrimina en la aplicación de
las “leyes de la existencia”, castigando o recompensando cualquiera que sea el caso. Él
administra el bien y el mal como elementos de prueba aplicados al ser humano en busca
de su perfección”1.
Tanto Camilo Pérez, Awó Okana Bara, como Randol Roldán, Awó Otura
Bara, coinciden en afirmar que: “sin el concurso de Eshu y de los ancestros no existe
prosperidad”. A propósito de dicha afirmación, ambos refieren patakís relacionadas con
Ogbe Ate, el Oddún que describe y acompaña a Eshu- Elegguá en su llegada a la tierra.

Camilo Pérez, Awó Okana Bara:

“En Ogbe Alayé, que es otro nombre de Ogbe Ate, se cuenta que existían dos
pueblos. Uno de ellos rico en dinero pero carente de espiritualidad y el otro muy
espiritual pero sin nada de dinero. En medio de esos dos pueblos, vivía un Egun que
había sido Awó, al que todos conocían como el Egun de la Barraca.
Resulta que el pueblo en donde reinaba Ogbe Ate, era el pueblo pobre. Siempre
hacían ebbó y adoraban a los ancestros. Un día, él divisó la corona del Egun de la
Barraca y decidió hacer ofrenda para pactar con él y rogarle ayuda. Al poco tiempo, los
del pueblo rico, decidieron venir al pueblo pobre para aprender su conocimiento
espiritual, pero antes debían pasar por donde estaba el Egun de la Barraca, quien les
conminó a que dejaran sus riquezas allí pues de otra forma el viaje no les estaría
permitido. A los ricos no les quedó más remedio que dejar sus posesiones y Egun de la
Barraca, las distribuyó luego entre los habitantes del pueblo pobre, quienes pudieron
vivir sin apreturas económicas.”

También refirió una historia en donde Eshu pactó con Ogbe Ate para ayudarlo en
su necesidad, luego de que éste hiciera ebbó. “En ese entonces, Ogbe Ate debía escoger
entre tres castillos. Uno tenía la muerte, el otro la ruina y el tercero el bienestar material.
En el instante de escoger, cuando señaló un castillo Eshu pellizcó a un niño y éste lloró.
Ogbe Ate pensó en que ese llanto era una señal de prosperidad y decidió quedarse con su
elección. Cuando abrió la puerta, efectivamente había escogido el bienestar”.

Por su parte, Randol Roldán, Awó Otura Bara, dice:

“En Ogbe Ate efectivamente Eshu vino a la Tierra. Llegó en forma de remolino y
dentro estaba Ayé, el símbolo de la riqueza material. Todos trataron de agarrarlo, pero
nadie pudo, pues cada vez que alguien lo lograba, el remolino volvía a formarse.
Finalmente, alguien pensó en sembrar a Ayé, dejando para siempre sembrado el dinero y
la prosperidad”.

1
De Souza, Adrián: “Eshu-Elegguá, Equilibrio dinámico de la existencia. Colección Ifatumo, 1999
También afirma que ese no es el único Oddu en donde se exalta el poder de Eshu
para otorgar bienes materiales, pues aún cuando existen muchas otras referencias, dice
que es en Oyekun Di, en donde se ejemplifica de manera muy clara dicha potestad:

“En Oyekun Di, Elegguá anunció a la gente de la tierra que bajaría de Ará Orun
con cuatrocientos Orishas y que iría a visitar pueblo por pueblo. Había que prepararse
con mucha comida y mucho tabaco para poder recibirlo.
Comenzó su recorrido encontrando que en la mayoría de los pueblos que visitaba, la
gente tenía comida pero casi nada de tabaco y se iba insatisfecho. En el pueblo de
Oyekun Dí, la gente lo esperaba con mucho tabaco, pues su líder se había dedicado a
cultivar y guardar para cuando llegara el momento en que Eshu y los Orishas lo
visitaran.
Llegó el día de la visita y sirvieron la mesa para todos los Orishas. Eshu comía y
masticaba tabaco sin cesar. Su hambre era insaciable y mientras más comía tabaco, más
quería seguir comiendo. -Por eso dicen que Eshu come por cuatrocientos-. Finalmente se
sació, pero entonces comenzó a vomitar. Lo que salía de su estómago no era comida y
tabaco, sino dinero y piedras preciosas, premiando de esa forma el sacrificio hecho por
ese pueblo”.

Más adelante, refirió que en el Oddun Oshe Turá, Eshu ayuda al awó a encontrar
la solución de los problemas que confrontaba la tierra, devolviendo la prosperidad desde
un sentido más amplio:
“En la tierra había una sequía inmensa y la gente moría. Los 16 Agbá Oddun,
hicieron consejo y decidieron tocar la puerta de Ará Onú (El Cielo) para pedir solución
a Oloddumare, pero éste nunca les abrió. Entonces pidieron a Oshe Turá que subiera,
pero antes él se hizo soddé (consulta) con Orula, quien le aconsejó que diera aunko
(chivo) a Eshu.
Así lo hizo Oshe Turá. Al terminar de comer, Eshu le indicó que no fuera al Cielo
ese día, sino que lo hiciera temprano, estando en ayunas. Los 16 meyis sintieron mucha
curiosidad y preguntaron por qué no iba de inmediato, pero Oshe Turá respondió que así
lo había indicado Eshu.
A la mañana siguiente, muy temprano, Oshe Turá fue acompañado por Eshu
hasta la puerta de Oloddumare, encontrando que ésta estaba abierta. Oloddumare le
dijo: entra, que vienes limpio e hiciste sacrificio para poder llegar a mí. Oshé Turá
explicó su necesidad y Oloddumare le dio cuerdas vocales y le dijo: Vete, con eso basta.
Cuando Oshe Turá comenzó a bajar, sus cuerdas vocales comenzaron a reventar
y a medida que él abría la boca bajaron a la tierra, la lluvia, el dinero, las piedras
preciosas, las semillas y todo aquello que representaba la prosperidad. Oshe Turá, iba
bajando y recogiendo un poco de todo en su saco de viaje. Al llegar, tocó las puertas de
Eshu para compartir con él su riqueza.
Eshu lo recibió y le dijo, que hasta ese momento, nunca antes nadie había
compartido nada con él y Oshe Turá, con ese gesto daba muestras de gran riqueza
espiritual, por lo que contaría con su ayuda de allí en adelante. A partir de entonces, fue
como Oshe Turá se hizo el dueño del Ashé”.

Awó Otura Bara destaca a respecto de esta historia, que “Es importante ver la
acotación de la presentación en ayunas para poder acceder a la casa de Oloddumare.
Ciertamente, lo deseable es que se hiciera todo en ayunas, entendiendo por ayunas el
abstenerse no solo de comer, sino limpio de cualquier otra cosa mundana. Pasa que por
las necesidades de la vida moderna, a veces no nos da tiempo para conversar con nuestras
deidades al despertarnos y nos toca realizar los trabajos en el momento en que se puede.
Sin embargo, la ayuda de Eshu y de los santos es tan benevolente, que a pesar de ello,
encontramos respuesta”.
Finalmente, exhorta a compartir con Eshu o Elegguá, según sea el caso, alguna
ofrenda posterior a lo ganado, pues siempre nos guía hacia la consecución de metas.
“Orula y Eshu forman un equipo inseparable y de esa misma manera debe funcionar en la
vida de todos los religiosos”.

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