Una disciplina se construye.

Su historia es algo más

que el desarrollo de ideas y teorías, implica técnicas y
Jean-Michel Berthelot
métodos de investigación, formas de construcción de
su objeto, lugares de aprendizaje, de transmisión y de
ejercicio, individuos asociados en redeá de trabajo,
intercambio y evaluación. El objetivo de esta obra es
,

presentar una historia razonada de la sociología mo-

La
derna y de su modo de construcción. Si ~venimos en
entender por "sociología moderna" una empresa de
conocimiento científico de lo social, esta misma defi-
construcción
nición es problemática: ¿qué es social? ¿en qué se dis-
tingue un conocimiento científico de un conocimiento
que no lo sea? de la
Sociología
Jea n -Miche lBerthe lot

Construccion de la socioogia
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SBN 950-602- 51
 Jean-Michel Berthelot

LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIOLOGÍA
 COLECCIÓN CLAVES
Dirigida por Hugo Vezzetti
Jean-Michel Berthelot

LA CONSTRUCCIÓN
DE LA SOCIOLOGÍA

Ediciones Nueva Visión

Buenos Aires
 301 Berthelot, Jean-Michel
BER La construcción de la sociología - 1 4 ed.
Buenos Aires: Nueva Visión, 2003
112 p.; 19x13 cm. (Claves. Dominios)
Traducción de Paula Mahler
ISBN 950-602-451-0
I Título - 1. Sociología
Título del original en francés:
La construction de la sociologie
O Presses Universitaires de France, 1991
La traducción fue revisada por el autor.
Esta obra se publica en el marco del Programa de Ayuda a la Edición
Victoria Ocampo del Ministerio de Asuntos Extrajeros de Francia y el
Servicio Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina.
LA F PIA Toda reproducción total o parcial de esta
MATA IBRO obra por cualquier sistema —incluyendo el
Y ES U ELITO fotocopiado— que no haya sido expresamen-
te autorizada por el editor constituye una
infracción a los derechos del autor y será
reprimida con penas de hasta seis años de
prisión (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172
del Código Penal).
O 2003 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, (1189)
Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que
marca la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina
INTRODUCCIÓN
Una disciplina se construye. Su historia es algo más compleja
que un simple desarrollo de ideas y de teorías, implica
técnicas y métodos de investigación, formas de construcción
de su objeto, lugares de aprendizaje, de transmisión y de
ejercicio, individuos asociados en redes de trabajo, intercam-
bio y evaluación. El objetivo de esta obra es presentar una
historia de la sociología moderna y de su modo de construc-
ción. Un proyecto de este tipo no es evidente. Si convenimos
en entender por "sociología moderna" una empresa de cono-
cimiento científico de lo social, la definición que estamos
introduciendo es problemática: ¿qué es lo social? ¿en qué se
distingue un conocimiento científico de un conocimiento que
no lo sea?
Estas preguntas no son escolásticas ni retóricas. Las definicio-
nes de lo social son diversas: puede vérselo como un conjunto de
reglas y de restricciones que se imponen al individuo en una
sociedad determinada y cuyo origen y efectos es importante apre-
hender. Pero también puede concebírselo como la significación que
nuestros diferentes comportamientos tienen para los demás. Si me
ladeo para dejar pasar delante de mí a un representante ministe-
rial que está de inspección cuando entro a un aula, actúo de acuerdo
a un código instituido de relaciones jerárquicas dentro de una
determinada organización. Si, previendo que voy a volver, dejo mi
servilleta sobre la mesa, a través de este gesto envío a cualquier
persona presente el mensaje "evidente" de una apropiación tempo-
raria de ese lugar, sin que haya ningún código explícito en el que me
base, ni ninguna regla instituida ni legítima.
Lo social no constituye, por lo tanto, un objeto preestable-
cido que pueda abordarse consciente y seriamente para
producir conocimiento sobre él. Su definición es solidaria con
7
formas de pensamiento en las que los hombres intentaron dar Capítulo 1
cuenta de su existencia en común: los mitos, las religiones, las EN LAS FUENTES
filosofías, los tratados de moral, todos contienen una presen- DE UN CONOCIMIENTO INCIERTO
tación y una determinada teorización. Sin embargo, éstas
apuntan sobre todo a legitimar (o a discutir) un orden esta-
blecido más que a proporcionar conocimiento sobre él.
La sociología nació cuando, simultáneamente, problemati-
zó su objeto y el modo de conocimiento apropiado para él y
puso a prueba empíricamente la pertinencia de sus eleccio-
nes. En ese momento, sustituyó un enfoque vago y con
frecuencia ideológico por una empresa razonada y metódica La sociología moderna se inició a fines del siglo xix. En ese
de análisis y de interpretación que podemos designar con la momento adoptó un conjunto de características teóricas,
expresión "programa de investigación". metodológicas e institucionales que le confirieron el estatus
Un programa así no nace de la nada. Para que surja y se de disciplina científica y la distinguieron, desde el punto de
desarrolle tiene que existir cierta cantidad de condiciones tan vista de los derechos aunque no siempre desde el de los
intelectuales y morales como materiales, técnicas e institu- hechos, de la filosofía social o de los ensayos literarios.
cionales. Éstas aparecieron durante todo el siglo xix y expli- Sin embargo, la adquisición de este estatus fue el resultado
can la aparición de la sociología científica moderna en su de un lento trabajo histórico que, en lo esencial, se produjo a
última década. Pero ésta se construyó bajo los auspicios de la lo largo del siglo. Por supuesto que los grandes pensadores de
pluralidad: no apareció uno, sino dos programas simultáneos la filosofía de la Ilustración, Hobbes, Locke, Montesquieu,
que constituyeron los primeros cimientos sobre los que se Rousseau, nutrieron la reflexión sociológica que estaba na-
construyó y se ramificó el posterior edificio. La sociología ciendo. Pero, quizás, la sociología moderna haya echado
científica moderna fue, desde el comienzo, a la vez única y raíces todavía más en los rasgos nuevos de la cultura que se
plural e invitamos al lector a participar del proceso de su esbozó al final del siglo xvni.
construcción. Los inicios del siglo= estuvieron marcados por el peso de
las dos revoluciones con las que el siglo terminó: la revolución
industrial y la Revolución Francesa. Hechos de índole y de
nivel diferentes, cuyo punto en común reside, quizás, en el
sentimiento de ruptura que generaron: la constitución de las
nuevas cuencas industriales, el cambio de las relaciones
entre ciudades y campo, el surgimiento de un proletariado
que vivía hacinado en los barrios urbanos crearon problemas
nuevos. Ya no se trataba de situaciones que el pensamiento
tradicional pudiera inscribir en el orden natural de las cosas,
sino de problemas sociales en el sentido moderno del término:
el hacinamiento, la promiscuidad, la delincuencia, la prosti-
tución, el alcoholismo, la mortandad precoz estaban ligados
a una organización social determinada y por esa misma razón
requerían una intervención nueva de la sociedad sobre ella
misma. Pero estos efectos del desarrollo industrial, a los que
el siglo xx no dejó de cuestionar, pueden parecer también un
resultado de la Revolución Francesa y de la destrucción de las
8 9
estructuras y de los poderes que garantizaban el equilibrio
social tradicional.
El sentimiento de ruptura generado se manifestó en el
pensamiento del siglo xix a través de oposiciones conceptua-
les dicotómicas que operaron en diversos niveles de variación
sobre la temática de lo antiguo y de lo nuevo y que, para
algunos, constituyeron el núcleo de las "ideas elementales"'
que caracterizaron a la sociología moderna.
Más aún, posiblemente, este sentimiento generó una nue-
va preocupación respecto del conocimiento. Es fácil decir, "a
problemas nuevos, métodos nuevos". Y sin embargo, el siglo
xix vio nacer la investigación social. Ésta se alejó de la
memoria de viajes que podían practicar las mentes preclaras
de los siglos precedentes. Tendió a sustituir el detalle pinto-
resco o la digresión filosófica por la descripción minuciosa y
la descripción detallada. Hablar de sociedad dejó de ser
solamente una cuestión de ideas.
Pero acumular hechos no basta para darles sentido. La
preocupación por el conocimiento que manifestó la investiga-
ción social fue mucho más ambigua cuanto más múltiples
fueron sus vínculos con el poder. ¿Qué puede ser entonces
una ciencia de lo social? ¿No debe ser del mismo tipo que las
ciencias naturales? ¿Pero es posible conformarse con descri-
bir lo real cuando éste adopta la cara repulsiva del desamparo
humano? La sociedad es hija de la historia y los hombres son
sus actores, ¿querer pensarla no es querer aprehender el
sentido y lo que se pone en juego en su devenir?
El pensamiento social del siglo xix abordó indirectamente
estas preguntas que constituirán una de las dimensiones
epistemológicas fundamentales de la sociología moderna. A
través de los balbuceos de un conocimiento torpe para asociar
las ideas con los hechos, a menudo a punto de caer en la
denuncia y la lucha o de quedar satisfecho con construcciones
más retóricas que teóricas se trabajó, durante todo el siglo, el
campo en el que se estableció la sociología.
I. INDAGACIÓN SOCIAL Y DATOS ESTADÍSTICOS
• 1. El siglo xix experimentó la instauración progresiva, a
tientas pero irreprimible, de un poderoso aparato de observa-
ción de lo social, que el siglo xx no hizo más que racionalizar
' Nisbet, R.A. The Sociological Tradition. London: Heineman, 1966.
10
y sistematizar. Por primera vez, probablemente, se operó una
convergencia inédita y fecunda entre intereses estatales de
control social, preocupaciones humanistas y sanitaristas
de ayuda a las poblaciones más desheredadas y una preocu-
pación científica de aplicación a los hechos humanos de los
métodos matemáticos probados en las ciencias naturales. Sin
embargo, no hubo nada sistemático en este encuentro, sino
más bien la impresión de un hervidero y de una abundancia
extraordinarios, que movilizaban a múltiples actores.
Así como las administraciones públicas, que progresivamente
pasan de la encuesta puntual al censo sistemático, apelan a sus
funcionarios, las instituciones académicas, las oficinas asistencia-
les y las diversas iniciativas privadas que están a la cabeza de las
investigaciones se apoyan esencialmente en todos los que están en
una posición de observación privilegiada a raíz de su situación:
médicos, curas, magistrados, maestros. A falta de un corpus espe-
cializado de observadores sociales, como el que instituyó el siglo xx,
se recurrió a estos intermediarios: Chaptal movilizó a los sacerdo-
tes para la encuesta de 1800 y no dudó en darles la siguiente
consigna:
"No duden en dirigirse a los hombres más lúcidos de su
departamento, a aquellos que, por su posición, pueden ver
con mayor facilidad y que, por sus vínculos con la patria,
están más dispuestos a comunicar el resultado de sus obser-
vaciones".'
John Sinclair fue el pionero indiscutible de este movimien-
to. Entre 1791 y 1799 publicó los veinte volúmenes de su
Analysis of the Statistical Account of Scotland. Agrónomo
apasionado por la reforma, había decidido enviar a todos los
pastores de las 160 parroquias de Escocia un cuestionario con
160 preguntas sobre el estado geológico, geográfico, histórico
y demográfico de su circunscripción. Este envío inauguró una
larga correspondencia de más de 20.000 cartas. 3 Villermé,
que para su encuesta sobre el estado de los obreros de las
fábricas textiles no dudó en cubrir toda Francia, subrayó
paralelamente el papel decisivo de estos "intermediarios":
"En todas partes magistrados, médicos, fabricantes, simples
obreros están dispuestos a secundarme. Con su ayuda, pude
2 Citado en M. N. Bourget, Race et histoire, l'image officielle de la
France en 1800, revista Annales, vol. 31, No. 4, 1976, p. 802-823.
3 Véase, al respecto, R. E. Kent,A history of British empirical sociology,
Aldershot, Gower Publishing Company Limited, 1981.
11
 ver todo, oír todo, conocer todo. Me dieron información según
sus deseos". 4
Más allá de esta diversidad de actores a los que se pidió
ayuda y de los implicados riesgos de dispersión y de distorsión
de la información obtenida, comenzaron a funcionar verdade-
ras instituciones con el objetivo de recabar información: los
grandes censos de población aparecieron en el siglp xvm
(especialmente en los países escandinavos, que en este tema
mostraron un avance notable); sólo a comienzos del siglo xix
se instituyeron los primeros procedimientos de recolección y
de publicación periódicas. Primero se las arreglaban con los
datos demográficos globales —casamientos, nacimientos, de-
cesos— pero luego se pasó a los diversos sectores dela vida social
y, gracias a las organizaciones estatales y las estructuras
administrativas, se llegó a la estadística industrial, la estadís-
tica agrícola, la estadística criminal, la estadística escolar, etc.
Al lado, o al margen, de estos emprendimientos oficiales se
desarrollaron sociedades académicas de nuevo cuño, que
asociaron a emprendedores, sanitaristas, científicos y filán-
tropos. En su mayoría aparecieron en las cercanías de los
años 1830: Sociedad Francesa de Estadística Universal (1829),
Sociedad libre de Estadística (1830), Sociedad de Estadística
de Londres (1833), Sociedad Estadística de Manchester (1833).
Publicaban regularmente sus encuestas e informes que luego
la prensa comentaba.
• 2. En muchos aspectos, esta época estuvo marcada por una
fe científica en las virtudes de la medición que dieron impulso
al desarrollo de los métodos estadísticos y a los primeros
logros en su aplicación a los hechos humanos. 5 Alexandre
Parent-Duchatelet escribió lo siguiente:
"¿En la época actual, un espíritu juicioso puede quedar
satisfecho con estas expresiones: mucho, con frecuencia, a
veces, muy frecuentemente, etc., con las que nos contentamos
hasta ahora? Cualquier aserción de este tipo no puede tener
valor sin las cifras, que son las únicas que permiten la
comparación: éste es el método que hace avanzar la ciencia y
L. R. Villermé, Tableau de l'état physique et moral des ouuriers
employés dans les manufactures de colon, de laine, de soie, París, 1840.
5 El gran iniciador fue el estadístico belga Adolphe Quételet (1796-
1874), que aplicó sistemáticamente las leyes de la distribución estadística
a diversos indicadores sociales y humanos:Essai de physique sociale, París,
1835: Anthropométrie ou mesure des différentes facultés de l'homme,
Bruselas, 1870.
12
que le ofrece a la administración el medio para caminar con
confianza de perfeccionamiento en perfeccionamiento."
¿Es posible entonces decir que a través de la investigación
social —entendida en el sentido amplio que le daba el siglo )(a-
se elaboraron las primeras formas de un conocimiento pro-
piamente sociológico?
Como señala R. E. Kent, 7 muchas encuestas empíricas
producidas durante este período iban más allá de la simple
"sociografía descriptiva". Desde muy temprano se iniciaron
técnicas de recolección de información (cuestionarios, guías
de mantenimiento) y de análisis estadísticos de los datos
(cálculos de medias y de porcentajes, tabulaciones cruzadas)
que anticiparon muy claramente los métodos de la sociología
empírica del siglo xx. Mucho más aún, al lado del enfoque
cuantitativo de los fenómenos, una corriente de "exploración
social" privilegió el estudio cualitativo, basado en la observa-
ción in situ. Esto dio lugar a descripciones con frecuencia
agudas, como la de los obreros textiles de Mulhouse, a los que
había visitado Villermé:
"Entre ellos hay una multitud de mujeres pálidas, delgadas,
que caminan descalzas por el barro y que, como no tienen
paraguas, cuando llueve llevan sobre la cabeza el delantal o
la falda del lado del revés, para taparse la cara y el cuello, y
una cantidad aún mayor de niños, no menos pálidos ni menos
macilentos, cubiertos de andrajos grasientos por el aceite de
las máquinas que les cayó encima mientras trabajaban (ibid.).
Que esta corriente se haya asociado a la precedente (como
sucedió con Villermé) o que se haya separado claramente de
aquélla, en ambos casos lo que se logró fue un refuerzo de la
idea de que se estaban constituyendo los primeros frutos de
un conocimiento científico de lo social. Éste alcanzó su forma
más acabada con las obras del francés Frédéric Le Play y del
inglés Charles Booth. 8 Pero, simultáneamente, se marcaron
las debilidades de un conocimiento demasiado ignorante de
6 De la prostitution dans la vine de Paris, 1836, reedición, París, Le
Seuil, 1981, Introducción, p. 67.
7 Op. cit., p. 28 y subs.
e Charles J. Booth (1840-1916) es el maestro indiscutido de la investi-
gación social británica de la segunda mitad del siglo y uno de los precurso-
res más importantes de la sociología empírica moderna. Sus trabajos,
dedicados esencialmente a la pobreza en Londres (Life and Labour of the
People of London, 1892-1903, 17 volúmenes) se basaron en recolecciones
exhaustivas de datos, establecidos familia por familia, gracias a la ayuda
13
las condiciones epistemológicas de construcción de un saber
científico.
4 son tan detalladas y precisas como era posible que fueran y dan
• 3. El caso de Frédéric Le Play (1806-1882) es, sin lugar a
dudas, el más ejemplar. Este estudiante de la Escuela Poli-
técnica, ingeniero en Minas, cuya carrera profesional se
desarrolló por completo dentro de esa Escuela, en la que
ocupó diferentes funciones sucesivas, fue simultáneamente
el inventor de un método sistemático de recolección de datos
sociales, un consejero al que Napoleón III escuchaba, un
dignatario del Segundo Imperio y el fundador de un movi-
miento de estudio y de reforma, la Sociedad de Economía
Social que, a través de di-versas peripecias se perpetuó hasta
nuestros días.9 Su obra más importante, Les ouvriers euro-
péens, 1855, presenta treinta y seis monografías de familias
obreras, realizadas en toda Europa. Inauguró un movimiento
de investigación que, por medio de la Sociedad de Economía
Social, llegó a publicar entre 1857 y 1912 13 tomos de
monografías tituladas Les ouvriers des deux mondes.
El método que perfeccionó Le Play puede conocerse de dos
maneras diferentes: a partir de las monografías publicadas y del
modo de construcción que implican o a partir de la presentación que
hizo el autor, a fines de su vida, en 1879, en La méthode sociale.'°
Las monografías se caracterizan por poseer un plan sistemático
y unificado de recolección y de exposición de los datos, que consta
de 13 párrafos reunidos en 4 grandes partes: 1. Definición del
lugar, de la organización industrial y de la familia; 2. Medios de
existencia de la familia; 3. Modo de existencia de la familia: 4.
Historia de la familia.
Este plan era intocable. Según el caso, podía ser completado con
anexos. Por ejemplo, en Les ouvriers des deux mondes,' 1 el estudio
sobre el carpintero parisino está acompañado por notas sobre los
talleres, sobre la huelga de 1845, sobre las obras de construcción,
de la school board uisitors. Éstas le permitieron establecer una clasifica-
ción de la pobreza, establecer su mapa calle por calle, buscar sus causas a
través de indicadores y de tablas cruzadas (véase, Charles Booth's London,
Londres, Penguin Books, 1975).
Para un estudio reciente del movimiento le-playsiano, véase B.
Kalaora y A. Savoye, Les inuenteurs oubliés, Seyssel, Champ-Vallon, 1989.
" Esta obra fue reeditada en 1989 en la editorial Méridiens Klinck-
sieck, con una presentación de A. Savoye de la obra de Le Play.
" La editorial A l'enseigne de l'arbre verdoyant realizó una publicación
reciente, facsimilar, de una selección de monografías extraídas de Ouvriers
des deux mondes.
14
etc., el que se realizó sobre la lencería de Lille, con informaciones
sobre la condición obrera en Lille, la influencia de Bélgica, el uso de
las bebidas, etc. Las informaciones que aparecen bajo cada rúbrica
cuenta de la historia de los diversos miembros de la familia, de los
comportamientos religiosos, sanitarios, alimentarios, de las creen-
cias y de los diversos compromisos. Le prestan mucha atención a la
economía doméstica y a la estimación en cifras de la totalidad de los
bienes: propiedades inmobiliarias, dinero, material profesional,
muebles, utensilios, ropa. Cada pieza tiene un valor acordado y
cada categoría de bienes da lugar a un subtotal particular: por
ejemplo, el obrero carpintero parisino posee 1870 francos de mue-
bles y de ropa, repartidos en 868,70 francos de muebles, 194,20
francos de ropa blanca, 69,65 francos de utensilios y 737,45 francos
de ropa. Estos incluyen, para toda la familia, ropa de trabajo y de
salir, así como los adornos de las mujeres.
"Joyas: 1 par de aros esmaltados en oro, 5,50 francos; 1 broche
de oro con piedras encontrado en la calle 1,50 francos; 1
reloj de plata y una cadena de oro, comprada con el dinero
recibido como herencia de la hermana, 210 F. Total, 217 F."
En ciencias sociales, un método como éste asegura el procedi-
miento de codificación: la información es recogida y clasificada a
partir de una categorización previa. Ésta constituye el punto de par-
tida de comparaciones regladas que, en la sociología posterior,
abrieron el camino para el análisis multivariado: un factor particu-
lar es tomado como objeto de estudio (por ejemplo, la proporción de
carne en la alimentación cotidiana), el procesamiento intentará
confrontar su variación con la de otros datos recolectados: nivel de
ingresos, oficio, creencias, etc. Pero Le Play no se compromete
de ningún modo con esta dirección. Los datos cuantificados que
acumula son medidas inmediatas, aun cuando sean reconstruidas:
edades, tamaños, superficies, precios. De ningún modo se trata de lo
que el método posterior va a designar con el término indicador. De
hecho, su preocupación por la codificación y la cuantificación está al
servicio de una concepción precientífica e ideológica de la sociedad.
Al respecto, la lectura de La méthode sociale es especialmente
iluminadora. Allí, Le Play se dedica a la historia y al resumen de un
tipo de método cuyo eje central es el deseo de remediar los males de
la época:
"Vi nacer, en 1827, en el momento en que dejaba la Escuela
Politécnica, los sufrimientos sociales que hoy tomaron un
carácter tan peligroso y, como mis condiscípulos más eminen-
tes, lo primero que hice fue pensar en cómo remediarlos."f 2
13 F. Le Play, La méthode sociale, 1879, reeditado en París por Librairie
des Méridiens, Klincksieck, 1989, p. 12.
15
 En lugar de buscar la solución en un nuevo sistema, convencido de
que "los hombres siempre quisieron huir del sufrimiento", Le Play
eligió observar los hechos. Esto lo llevó a un descubrimiento valioso:
"Para curar los sufrimientos sociales, no hay nada que inventar".
"Por todas partes la felicidad consiste en la satisfacción de
dos necesidades principales, que están impuestas por la
naturaleza del hombre. Su importancia fue señalada en
todas las razas importantes (...). La primera es la práctica de
la ley moral, vinculada a la creencia de que esta ley, emanada
de Dios, es el complemento de la creación material del
hombre (...). La segunda es disfrutar del pan cotidiano. En las
razas prósperas, estas necesidades están aseguradas por la
constitución esencial: por los dos elementos fundamentales y
permanentes, el decálogo eterno y la autoridad paterna y por
cinco elementos variables: los ritos de la religión, la organi-
zación de la soberanía y las tres formas de la propiedad de la
tierra (ibid. p. 217).
Estas convicciones parecen haberse forjado poco a poco en Le
Play. Sus múltiples viajes y, especialmente, su confrontación con
las sociedades patriarcales de la Rusia meridional en 1837 les
dieron cabida. Constituyen el núcleo de las ideas que Le Play va a
defender acendradamente desde 1850 y que constituyeron su
programa de reforma social. Su interés reside en que están íntima-
mente unidas a una concepción positivista de los hechos, explíci-
tamente influida por las ciencias naturales y que dirigen el proto-
colo de su recolección y de su utilización.
De este modo, en Le Play, la preocupación especialmente
nueva de llevar a cabo monografías comparativas de familias
que pertenecían a contextos culturales muy diferentes, el
rigor de las órdenes que se impartían a los encuestadores de
campo, la exhaustividad de las categorías consideradas,
apuntaban esencialmente, en último análisis, a constituir un
"repertorio de hechos numerosos" entre los cuales la compa-
ración se realizaba espontáneamente y cuyas conclusiones se
ubicaban, naturalmente, bajo la evidente autoridad de una
doctrina. Este tipo de vínculo entre una acumulación de datos
recolectados y establecidos con una extremada minucia y una
conceptualización débil, heterogénea, que utilizaba un voca-
bulario no depurado, ideológico y, con frecuencia, moralizan-
te, es una de las constantes del modo de construcción del
conocimiento social durante el siglo xix.
16
II. DEMOCRACIA Y SOCIALISMO
• 1. En el siglo xix, las encuestas sociales y los censos
estadísticos surgieron de la misma preocupación: conocer
para actuar. Los disturbios sociales y políticos provocados por
la revolución industrial y el surgimiento de las nuevas capas
sociales, la urgencia y la violencia de los problemas plantea-
dos vinculaban estrechamente el deseo de conocimiento y la
voluntad de intervención. Pero esta última hacía que
la balanza se inclinara para el campo de lo político: los hechos
que salían a la luz servían como argumentos para la elabora-
ción de leyes de protección social o para la condena absoluta
del sistema socioeconómico. Entonces, ya no se trataba de
acumular informaciones, sino de aprehender el principio que
regía la organización de la sociedad. Un emprendimiento de
este tipo podía tener diferentes vicisitudes. La multiplicación
de las corrientes socialistas, anarquistas y reformistas du-
rante el siglo xix es el testimonio de este fenómeno. Sin
embargo, su interés era totalmente diferente: asociar en una
unidad nueva las preocupaciones y el deseo de conocimiento
del tiempo a los grandes modelos de la filosofía política y de
la filosofía de la historia.
De este modo, se esbozó otro camino en la construcción de
un conocimiento de lo social. El acento ya no fue puesto en la
acumulación de datos empíricos y el descubrimiento de regu-
laridades estadísticas, sino en la demostración de unprinci-
pio organizador. Tocqueville y Marx, a los que comúnmente
se opone, representan dos ejemplos de este camino.
• 2. Alexis de Tocqueville (1805-1859) nos da la clave de su
empresa en las dos frases siguientes:
"Se precisa una nueva ciencia política en un mundo totalmen-
te nuevo." 13
"La organización y el establecimiento de la democracia entre
los cristianos es el gran problema político de nuestro tiempo.
Los norteamericanos no resuelven de ningún modo este
problema, pero proporcionan enseñanzas útiles a los que
quieren resolverlo" (ibid, p. 420).
El núcleo del pensamiento de Tocqueville es el de la marca
ineludible de la democracia. Tanto si esta idea se le impuso
'3 A. de Tocqueville, De la démocratie en Amérique, 1835, t. 1. Introduc-
tion, París, Garnier-Flammarion, 1981, p. 62. [La democracia en América,
Alianza Editorial, 19991.
17
durante su primera estadía en los Estados Unidos, como lo
sugiere en la Introducción de La democracia en América o si
la concibió mucho antes, lo importante es darnos cuenta del
lugar que ocupa en su tarea de construcción de conocimiento.
Ahora bien, éste es claro: la democracia o la igualdad de
condiciones, que constituye el principio hacia el que tienden
las sociedades modernas en las ansias de las revoluciones
pudo establecerse y "desarrollarse apaciblemente" en los
Estados Unidos donde es "el hecho generador del que parece
descender cada hecho particular" (p. 57). Estudiar América
es, por consiguiente, estudiar la democracia en acto, no para
hacer su panegírico, como bien señala Tocqueville al final de
su introducción, sino para "discernir claramente sus conse-
cuencias naturales".
Pensar la organización social a partir de la organización
política y llevar a esta última a un principio único se relaciona
con la problemática de Montesquieu. Por el contrario, conside-
rar este principio como la apuesta decisiva del momento his-
tórico actual, tomar como campo de estudio no las sociedades
antiguas o históricas, sino una sociedad moderna, permane-
cer allí un año (desde abril de 1831 hasta marzo de 1832) para
observar in situ el desarrollo en acto del principio, todos éstos
son rasgos de una manera nueva de plantear el conocimiento.
No obstante, ésta no es fácilmente identificable. Tocqueville no
practica la referencia a las fuentes como lo impondría la sociología
moderna. Excepto en el caso de los hechos jurídicos o institucionales
para los que existen textos a los que puede referirse, su discurso es
alusivo. Esto es particularmente claro en el segundo tomo de La
democracia en América. Ahora bien, simultáneamente, allí se dedica
a resolver cuestiones muy precisas: "Por qué los norteamericanos se
dedican más a la práctica de las ciencias que a la teoría" (I, cap. X);
"Por qué los escritores y los oradores con frecuencia son ampulosos"
(I, cap. XVIII); "Por qué en los Estados Unidos se encuentran tantos
ambiciosos y tan pocas grandes ambiciones" (III, cap. XIX). Al
hacerlo, Tocqueville utiliza espontáneamente un método que podría
considerarse un procedimiento, si no lo dominara por completo: la
construcción reflexiva de una lógica de comportamiento.
"¿Por qué los norteamericanos tienen tan poca susceptibili-
dad en su país y se muestran tan susceptibles en el nuestro?"
(III, cap. III). El desarrollo de Tocqueville es el siguiente:
— las sociedades aristocráticas formalizan las relaciones
entre los individuos. A la inversa que en una sociedad demo-
crática, en la que las diferencias de rango se diluyen y la
etiqueta pierde su importancia;
18
— las cosas suceden de este modo en los Estados Unidos: allí
se comprueba una indulgencia y una confianza recíproca de
los norteamericanos en sus relaciones; las instituciones polí-
ticas incitan a los individuos de todas las clases a encontrarse
y a cooperar y "no se dejan conmover por tonterías".
"Me di cuenta muchas veces de que en los Estados Unidos no
es fácil hacerle entender a un hombre que su presencia
es inoportuna. Para llegar a esto, los caminos no directos
nunca son suficientes."
Ahora bien, cuando va a Europa, "ese mismo hombre" comienza
a tener un "trato meticuloso y dificil". ¿Por qué? Simplemente pues
"estos dos efectos tan diferentes son producidos por la misma
causa". Enfrentado a una sociedad que conserva parcialmente sus
jerarquías, cuya etiqueta ignora, no sabe cómo situarse y teme
herir o que lo ofendan:
"Por consiguiente siempre camina como un hombre rodeado de
trampas; la sociedad no es para él un descanso, sino un trabajo
serio. Sopesa todo lo que uno le diga, interroga las miradas y
analiza cuidadosamente el discurso de los otros, por temor a
que encierre algunas alusiones ocultas que lo hieran."
El razonamiento de Tocqueville consiste, por lo tanto, en
hacer inteligible un comportamiento social a partir del prin-
cipio de organización del sistema considerado. A pesar del
uso de la palabra "causa" y el proyecto de esta parte de
mostrar la influencia de la democracia en las costumbres
entendidas en sentido amplio, el comportamiento no se deja
deducir del principio, sino que se reconstruye en su lógica
interna y ejemplifica por medio de anécdotas típicas. Más allá
de la tesis propiamente sociopolítica del autor, se esboza de
esta manera un modo de interpretación de lo social que, en la
tradición posterior, será el de la sociología comprehensiva.
• 3. Del mismo modo que la referencia epistemológica de
Tocqueville debe buscarse en primer término en Montes-
quieu, Hegel es, sin lugar a dudas, la de Marx: el conocimien-
to de lo social es hijo de una filosofía de la historia.
Como Tocqueville, Marx (1818-1884) estaba profunda-
mente inserto en su tiempo. Esto no se marca solamente en
sus vínculos estrechos con el movimiento obrero naciente y
en su compromiso político radical, su aporte al conocimiento
de lo social sería débil si se resumiera en el enunciado de una
doctrina política. Tampoco está únicamente marcado por la
invención y el desarrollo de una teoría cuyo público y peso
19
político fueron determinantes durante un siglo. El aporte
esencial de Marx reside en la construcción de un marco y de
un método de análisis de lo social sin equivalentes en el siglo
xix. Éste está expresado con rigor en el texto justamente
célebre del Prefacio a la Contribución a la crítica de la
economía política:
"En la producción social de su vida, los hombres entran en
determinadas relaciones necesarias e independientes de su
voluntad, relaciones de producción que corresponden a una
determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real
sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política
y a la que corresponden determinadas formas de la conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona
el proceso de la vida social, política e intelectual en general.
No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino,
por el contrario, es su ser social el que determina su concien-
cia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las
fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes, o,
lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las
relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desen-
vuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas.
Y se abre así una época de revolución social"."
En el mismo movimiento conceptual, Marx proporciona el prin-
cipio de lo que se puede denominar una arquitectura y una dinámica
de lo social. La sociedad está compuesta por tres pisos: una infraes-
tructura económica, una superestructura jurídica y política y formas
de conciencia social. Entre estos tres pisos, la determinación se
realiza de abajo hacia arriba. El principio de organización de una
sociedad dada reside, por consiguiente, en su organización económi-
ca, su "modo de producción" que "condiciona" el conjunto de la vida
social. Pero este modo de producción es, por su parte, una estructura
dinámica que asocia fuerzas productivas, es decir, medios de traba-
jo, y relaciones de producción, es decir, relaciones entre los hombres
y los medios de trabajo, por una parte, y entre los hombres entre sí,
por otra. Por lo tanto, las fuerzas productivas pueden desarrollarse,
multiplicarse y complejizarse a medida que se produce el desarrollo
económico. A la inversa, las relaciones de producción tienden a
inscribirse en relaciones jurídicas que las fijan tanto más cuanto que
son las bases de las relaciones de clases: las manufacturas del siglo
" (Contribución a la crítica de la economía política). Alberto Corazón,
Madrid, 1978. Edición original, Das Volken los números 14 y 16, del 6 y 20
de agosto de 1859.
20
xvi, al reunir en un mismo lugar a muchos obreros racionalizaron el
proceso de producción por medio de la introducción de una división
de tareas y, por consiguiente, incrementaron muy fuertemente su
capacidad productiva. Pero el desarrollo de esta forma de producción
suponía la existencia de obreros libres que pudieran emplearse. Por
lo tanto, entraba en contradicción con las relaciones feudales que
ataban al campesino a la tierra y a las legislaciones de las corpora-
ciones que ataban al obrero a su oficio. Esta contradicción constituye
el fundamento de la revolución industrial, que no es otra cosa sino
la sustitución de un modo de producción y una sociedad feudales por
un modo de producción y de una sociedad capitalistas.
El núcleo de esta exposición y el de los diferentes análisis
concretos de Marx, en el nivel en el que se realicen, está en la noción
de contradicción, que remite a un enfoque dialéctico de los fenóme-
nos. Éstos se analizan no como estructuras fijas o como los efectos
de las leyes físicas, sino como los momentos de procesos en curso
cuya esencia es preciso descubrir. La historia ya no es un horizonte,
marco o fin de la actividad humana, sino una dimensión constitu-
tiva de lo social y, de este modo, hace su entrada en el pensamiento
sociológico naciente.' 5
Los grandes problemas planteados desde el inicio de los
años 1830 se empezaron a ver desde una nueva óptica. Los
hechos que aparecen referidos en las encuestas a obreros
sobre las carencias de las capas populares encontraron una
teoría capaz de dar cuenta de su principio: las nuevas relacio-
nes de producción capitalistas exigen una mano de obra
abundante y no calificada y el desarrollo del maquinismo
disminuyó los umbrales de movilización de la capacidad
fisica: mujeres y niños pueden tomar el camino de la mina y
de las grandes fábricas textiles. La miseria obrera no es un
accidente ni el efecto temporario de una mutación económica
necesaria. Está inscripta en lo más profundo del funciona-
miento capitalista: obligado a invertir siempre más en las
máquinas, el empresario sólo puede asegurar su beneficio si
incrementa paralelamente la plusvalía que extrae del traba-
jo obrero. La tendencia a la disminución de las tasas de
rentabilidad, la explotación creciente de la clase obrera, la
proletarización continua de la pequeña burguesía son contra-
dicciones insuperables que condenan al capitalismo a su
ruina y a su superación por un nuevo modo de producción.
15 A propósito de la dialéctica, resulta provechoso consultar puntos de
vista diferentes: H. Lefebvre, Logique formelle, logique dialectique, París,
Ed. Sociales, 1946 (Lógica formal, lógica dialéctica, Madrid, Siglo XXI de
España Editores, 19751 y G. Gurvitch, Dialectique et sociologie, París,
Flammarion, 1962 'Dialéctica y sociología, Madrid, Alianza Editorial, 19711.
21
 En este momento podemos concebir cómo el análisis pro-
piamente económico del capitalismo, el estudio sociopolítico
de los conflictos de clase que salpicaron el siglo y el compro-
miso político dentro del naciente movimiento socialista, pu-
dieron unirse a una teoría única que Marx y Engels llamaron
materialismo histórico. ¿Cuál es su aporte a la construcción
de la sociología?
La respuesta a esta pregunta es difícil porque el marxismo,
durante su historia, mantuvo un diálogo complejo con las
ciencias sociales a las que sobredeterminó en su condición de
teoría de referencia de los regímenes socialistas. Objeto de re-
pulsión por sus compromisos ideológicos, de fascinación por
su poder explicativo y su radicalismo crítico, intervino en el
campo de la sociología de manera muy diferente según el peso
que le dieron la coyuntura histórica y política: debates dentro
de la Segunda Internacional, apoyo a la Revolución de Octu-
bre, resistencia al nazismo, guerra fría, rebelión de los años
'60. Si bien, en este sentido, está en el horizonte de la
sociología, su situación ideológica con frecuencia oculta su
aporte específico hasta tal punto que el retorno a Marx es uno
de los leitmotif del pensamiento marxista del siglo xx.
El aporte de Marx a la construcción de la sociología
propiamente dicha se hizo por estratos o capas sucesivos. La
referencia hegeliana y el compromiso socialista dominan en
un primer momento. Sólo poco a poco, a través de la media-
ción de las polémicas dentro de —o con— el pensamiento
marxista, se impusieron los temas más fecundos para el
conocimiento de lo social: la concepción arquitectónica de la
sociedad y la determinación de la superestructura ideológica
y jurídica por la infraestructura económica; la constitución
de las clases sociales y el papel de sus conflictos en el
desarrollo de las sociedades y el enfoque dialéctico como
manera de comprender el dinamismo interno de las estructu-
ras o situaciones estudiadas.
III. Los PRIMEROS FRUTOS
DE UNA SOCIOLOGÍA CIENTÍFICA
• 1. Ni los movimientos de la investigación social ni tampoco
los de la reflexión y el compromiso sociopolíticos apuntaban a
construir una disciplina científica: en éstos, el conocimiento
está subordinado a valores prácticos. A lo largo del siglo, por
22
el contrario, una tercera corriente intentó, según modalida-
des y fortunas diferentes, inscribir el conocimiento de lo social
en el orden científico.
• 2. Augusto Comte es considerado a veces como el padre
fundador de la sociología moderna, seguramente porque fue
el primero en enunciar claramente la necesidad de una
sociología científica:
"Ahora que el espíritu humano ha sentado las bases de la fí-
sica celeste, la física terrestre, mecánica o química; de la
física orgánica, vegetal o animal, le queda por terminar el
sistema de las ciencias de observación al fundar la física
social. En muchas relaciones capitales, se trata de la necesi-
dad más importante y más perentoria de nuestra inteligen-
cia: ¡me animo a decir que se trata del primer objetivo de este
curso, su objetivo especial!^' 6
Sin embargo, enunciar un objetivo no dice nada acerca de
cómo se logra. Augusto Comte (1798-1856) ejerció una in-
fluencia considerable en el siglo xix. Se recibió en la Escuela
Politécnica a los quince años, de donde lo expulsaron por
haber encabezado una manifestación contra un profesor. Fue
secretario de Saint-Simon durante algunos años y tuvo una
existencia precaria, a pesar de su retorno a la Escuela Politéc-
nica. Progresivamente apartado de la Escuela, a partir de
1852 subsistió gracias a un subsidio que se instauró para
cubrir sus necesidades: "El gran sacerdote de la Humanidad
vivió la nueva religión" escribió un comentador."
Esta apreciación resultaría sorprendente si ignoráramos
que filosofía, ciencia y religión se unen de una manera muy
especial en la obra de Comte, cuyo último escrito importante
se titula: Systéme de politique positive ou Traité de sociologie
instituant la Religion de l'Humanité.
El sentido de su obra, el lugar que ocupa en ella la sociología y la
célebre ley de los tres estados que Comte consideró como descubri-
miento fundamental, se enunciaron en 1822, en un opúsculo que
trazaba un programa que fue seguido escrupulosamente: elPlan des
trauaux nécessaires pour réorganiser la société.18
16 A. Comte, Cours de philosophie positive, 1830-1842, París, Librairie
Garnier, 1926, Primera lección, § VI, p. 44-45. (Curso de filosofía positiva,
Madrid, Editorial Aguilarl.
17 Ch. Le Verrier, Introducción al Cours de philosophie positive,
Librairie Garnier, op. cit., p. XIX.
"Reeditado en francés en París, Aubier-Montaigne, 1970, con presen-
23
 La orientación de la obra es, fundamentalmente, práctica. Se
trata de reorganizar la sociedad, de hacerla salir del estado de
crisis en el que se encuentra. Pero esta crisis ilustra un cambio
de cultura en marcha, como lo indican las primeras oraciones:
"Un sistema social que se apaga, un nuevo sistema que llega
a su completa madurez y que tiende a constituirse, ésta es la
característica fundamental que le asigna a la época actual
la marcha general de la civilización (p. 56)".
Frente a esta crisis, "a la anarquía que invade cada día la
sociedad", las soluciones antagónicas del retorno a la edad tecnoló-
gica y del liberalismo moderno son igualmente perniciosas porque
no adoptan una "dirección orgánica" para resolver el problema.
"El destino de la sociedad que llegó a su madurez no es de
ningún modo habitar para siempre la vieja y mezquina
casucha que construyó en su infancia, como creen los reyes;
ni vivir eternamente a la intemperie después de haberse ido,
como lo creen los pueblos, sino, con la ayuda de la experiencia
adquirida, construirse con todos los materiales que acumuló,
el edificio más apropiado para sus necesidades y placeres.
Ésta es la gran y noble empresa reservada para la generación
actual" (p. 71).
Pero este gran proyecto necesitaba un método que no fuera el de
los reformadores sociales. Pretender lograrlo con una nueva cons-
titución o un nuevo plan, elaborado en algunos meses era "una
quimera extravagante". A la inversa, había que concebirlo como
una "empresa esencialmente teórica" en la que el conocimiento se
conjugara con los valores y que se fijara como primer objetivo la
"reorganización espiritual de la sociedad".
En este punto es cuando pueden aparecer las grandes líneas del
pensamiento de Comte:
— de esta reforma no deben ocuparse los expertos en leyes, sino
los científicos: "Los científicos hoy deben elevar la política al rango
de las ciencias de la observación" (p. 94);
— debe basarse en el estado que alcanzó la ciencia positiva, en su
necesaria evolución, en nuestro pensamiento. Ésta sucede al pen-
samiento teológico y a la metafísica;
— finalmente, a través de la instauración de una fisica social,
debe responder la siguiente pregunta: "¿Cuál es, según la observa-
ción del pasado, el sistema social destinado a establecerse hoy, de
acuerdo con la marcha de la cultura?" (p. 128).
tación y notas de A. Kremer Marietti (Plan de los trabajos científicos
-
necesarios para reorganizar la sociedad,Madrid, Editorial Tecnos, 2000).
r '9 Systéme de politique positive, vol. 3, p. 5, reeditado en facsímil, París,
Anthropos, 1970.
24
La obra de Comte llevó a cabo este programa en dos momentos
sucesivos: el primero, que coincidió con el Cours de philosophie
positive, corresponde a lo que él llamó su "elaboración filosófica"; el
segundo, que apareció en el Systéme de politique positive, pertenece
a su "construcción religiosa". 19 De hecho, ambos caminos son solida-
rios e instauran la fisica social en su centro. El objetivo del primero
es finalizar el sistema de filosofia positiva constituido por la articu-
lación racional de las disciplinas científicas; el del segundo, cons-
truir, a partir de la sociología, el núcleo espiritual de una política
positiva, cuyo nombre será el de "religión de la Humanidad".
¿Cuál fue el resultado para la construcción de la sociolo-
gía? Fueron tres:
a) La "física social" encontró su lugar epistémico, es decir,
como disciplina científica: el Curso de filosofía positiva"
elabora una clasificación racional de las ciencias a partir de
las características de su objeto. Opone los fenómenos de los
"cuerpos brutos" a los de los "cuerpos organizados" y jerarqui-
za el conocimiento de lo simple a lo complejo. La física
"inorgánica" (astronomía y fisica terrestre) precede y presu-
pone la fisica "orgánica" (fisiología y fisiología social). La
sociología (fisiología social) es la última de las ciencias porque
es la que tiene un objeto más complejo.
b) Este objeto puede ser considerado según dos dimensio-
nes: la estática y la dinámica. En la primera parte de la obra,
Comte pondrá en primer plano, a través de la ley de los tres
estados, la dinámica social. En el Systéme de politique posi-
tive, insistirá en la estática social. Ésta, centrada en la noción
de orden, establece el vínculo con las disciplinas posteriores
(la biología o fisiología, en el vocabulario de Comte), mientras
se articula estrechamente con la dinámica según un "princi-
pio general" que se define del siguiente modo:
Con propiedad, consiste en concebir siempre el progreso como
el desarrollo gradual del orden. En sentido inverso, represen-
ta el orden como manifestado en el progreso" (vol. 2, p. 2).
c) La ciencia social concebida de este modo es una ciencia
teórica. Su lugar en la arquitectura de las disciplinas le
permite adoptar un método deductivo basado en la doble ley
del orden, inherente a los cuerpos organizados, y de la
" Segunda lección, § IX y X.
25
evolución necesaria, del mismo modo que del espíritu y de la
civilización humana, en una palabra, de la Humanidad. Por
lo tanto, no son conocimientos nuevos los que aporta Comte,
sino una construcción conceptual y teórica de las grandes
etapas de la historia de la humanidad. Si bien, por otra parte,
la sociología está concebida como una ciencia positiva de
hechos y de observaciones, éstos no contribuyen más que a
completar un marco previamente determinado.
• 3. Por lo tanto, en Comte hay un modo determinado de
construcción del conocimiento. El positivismo implica el re-
chazo de toda causalidad metafísica y de toda apelación a la
esencia de las cosas. Solamente existen las regularidades
observadas en la experiencia y constituidas en leyes. Pero
mientras la ciencia naciente procede a tientas e inductiva-
mente, la ciencia desarrollada puede, al basarse en leyes ya
probadas, operar deductivamente: bastará con que los hechos
refuercen las construcciones teóricas. Este tipo de vínculo
entre teoría y empiria es, de hecho, externo: la fecundación
recíproca a través de la cual, en una disciplina científica, el
objeto se construye desde la puesta a prueba reglada de las
hipótesis teóricas por medio de datos sistemáticamente cons-
tituidos está totalmente ausente aquí. Pero esta exterioridad
recíproca es uno de los rasgos más característicos de la nueva
sociología. En la segunda mitad del siglo= estuvo marcada,
por un lado, por una adhesión no crítica a una concepción
general y, por otra, por una preocupación minuciosa, exage-
radamente detallista y a veces obsesiva por los hechos.
El punto común está en la analogía con la biología: es fácil
deslizarse del concepto clasificatorio de cuerpo organizado a la
metáfora de organismo social y desde ésta a la asimilación pura y
simple de ambos órdenes. También lo es relacionar la evolución de
las sociedades con la de las especies y querer basar las jerarquías
sociales en diferencias biológicas: el organicismo, la criminología
italiana y el movimiento que a fines del siglo se denominó antropo-
sociología constituyen ejemplos de diferente grado de este rumbo.
Éste tuvo, por cierto, razones ideológicas: el objetivo de la
corriente de la antroposociología era mostrar que:
"Lo que en nuestra época se llamó la lucha de clases, en el
fondo, y de una manera tan inesperada como indirecta, es una
lucha de razas. Digámoslo claramente: es la lucha de los
braquicéfalos contra los dolicocéfalos." 21
O. Ammon, Histoire d'une idée, l'anthroposociologie, en La Reme
26
Pero lo novedoso reside en que este resurgimiento de una
concepción racista encuentra en el evolucionismo sociológico, por
una parte, y en las técnicas antropométricas, por otra, instrumen-
tos de legitimación científica: en Francia, en Italia, en España y en
Inglaterra se calculaba el índice cefálico de poblaciones diferentes
para mostrar una ley de la estratificación social que, en cada caso,
terminaba en una idéntica jerarquía de las razas. Trabajo de
medición, de comparación, de argumentación, que parecía tan
evidentemente científico que L'Année sociologique le dedicó una
sección en sus tres primeros números.
La devoción manifiesta por el trabajo científico a la que se dedi-
can los ideólogos de la antroposociología expresa claramente la
fragilidad metodológica y epistemológica de la nueva sociología.
Pues los mismos defectos se encuentran al servicio de una ideología
no sospechosa de racismo en la criminología italiana, cuyo desarro-
llo en esa época fue importante. Acumulando las mediciones, los
índices, las descripciones, en general ésta no lograba más que
clasificar esta multiplicidad empírica según las categorías no
críticas de un evolucionismo plano."
Esta fragilidad parece muy ligada a una especie de ceguera
crítica en la construcción y el tratamiento del objeto. Nada es más
claro que la apelación a la analogía biológica de la que abusan, en
el último cuarto de siglo, autores como Paul de Lilienfeld o René
Worms." Ésta permite todas las transposiciones mecánicas de un
orden al otro y sustituye el rigor científico en el tratamiento de
un objeto por la retórica de una metáfora tejida complacientemen-
te.
Sin embargo, quizás sea necesario que para que una disciplina se
constituya tenga que pasar por este tipo de titubeos. Pues si bien la
analogía biológica permite estafas al servicio de dudosas ideologías,
también vuelve posible ordenar hechos que, como todavía no son
rigurosamente científicos, no son más que una simple compilación.
Sin lugar a dudas, éste fue el aporte de Herbert Spencer (1820-1895).
Maestro, periodista, ingeniero de ferrocarriles, Spencer cons-
truyó una obra importante, dedicada a la biología, a la psicología,
a la moral, a la filosofía y a la sociología. Se lo considera uno de los
creadores del evolucionismo; le dedicó a la sociología un tratado en
tres volúmenes en el que se encuentra de la manera más clara el
internationale de Sociologie, vol. VI, París, 1898, p. 144-181. Sobre esta
corriente, véase S. J. Gould, 1981. The Mismeasure of Man. New York:
Norton. [La falsa medida del hombre, Barcelona, Orbis, 19871.
22 Véanse, por ejemplo, las dos obras de Lombroso,
Uomo delinquente
(1876) y, en colaboración con G. Ferrero, La donna delinquente. La
prostituta e la donna normale. (1893).
23 René Worms fundó en 1893 la Revue internationale de Sociologie
lugar en el que se expresaron, hasta fines del siglo, el organicismo y la
antroposociología.
27
modo de razonamiento que permite la analogía biológica. En The
principies of sociology, 24 plantea que "la sociedad es un organismo":
el aumento de tamaño y de volumen, la complejización y la diferen-
ciación interna crecientes, la división funcional de las tareas
caracterizan tanto a los organismos vivos como a las sociedades y
permiten establecer una analogía que parece cada vez más "estre-
cha" a medida que se plantea." Ésta está en la base de los
diferentes desarrollos, dedicados al crecimiento social, a la
estructura social, a las funciones sociales y a los diversos aparatos.
Cada vez, la comparación plantea una identidad estructural y
funcional y la ilustra paralelamente en ambos órdenes. Así, por
ejemplo:
"Esta formación de un aparato regulador compuesto, en el
que se ve un centro que domina centros subordinados en los
organismos individuales y sociales está acompañado por un
crecimiento de volumen y de complejidad del centro dominan-
te" (ibid., p. 107).
— en los organismos vivos: desarrollo progresivo del sistema
nervioso central;
— en los organismos sociales: refuerzo del poder central en
torno de la persona del jefe: "En las islas Sandwich... Elis dice
que el rey de Tahití... En las islas Samoa, cada jefe de distrito
tiene un primer ministro, según Turnen.. En los Bitjuans...
Finalmente, Lichtenstein nos dice... Finalmente, Burchell
nos enseña".
En menos de dos páginas impresas, Spencer cita más de diez
hechos culturales como apoyo de la tesis inicial.
Este modo de razonamiento, analógico e ilustrativo, se
puede practicar de diferentes maneras. En el caso de Spen-
cer, esto permite, a diferencia de la sociología demasiado
abstracta de Comte, organizar según una lógica determinada
—funcional y evolucionista— una multitud de hechos etnológi-
cos, históricos, culturales e institucionales. No son una reco-
pilación —como la que hacía la etnología para la misma época—
sino un orden razonado que, sin embargo, sigue manteniendo
un vínculo externo entre teoría y hechos: los "datos" etnográ-
ficos o históricos proporcionados "son evidentes" y tienen,
esencialmente, una función ilustrativa.
24 Fueron publicados entre 1876 y 1894 y traducidos inmediatamente
al francés.
25 The principies of sociology, t. II. cap. II.
28
Capítulo 11
FUNDAMENTOS
El conocimiento de lo social, confrontado con la crisis econó-
mica, social y cultural en la que se ubica el mundo moderno,
en el siglo xrx estuvo marcado por una abundancia desorde-
nada y heterogénea en la que se pusieron a prueba varias
pistas: la acumulación de investigaciones creó un gigantesco
depósito de hechos que favoreció la emergencia de los prime-
ros artefactos para censar y clasificar de manera sistemática;
se elaboraron técnicas de recolección y de comparación de
datos que la sociología ulterior pudo desarrollar y perfeccio-
nar; la estimulación permanente de un mundo cambiante,
que se liberó progresivamente del Antiguo Régimen a través
de los sobresaltos revolucionarios de 1848, el modelo de una
sociedad democrática en construcción del otro lado del Atlán-
tico, la organización y la internacionalización de la rebelión
obrera, plantearon los primeros frutos de una reflexión sobre
la modernidad que luego recorrerá toda la sociología.
Sin embargo, este conocimiento de lo social en construc-
ción tiene sus debilidades epistemológicas fundamentales.
La relación de las ideas con los hechos con frecuencia es
externa y oscila entre los juicios de valor preestablecidos y la
compilación razonada. Si bien, sobre todo en Marx y en
Tocqueville, se encuentran notables análisis concretos que
prefiguran el trabajo de conocimiento de la sociología ulte-
rior, éstos no están al servicio de un proyecto de constitución
de una nueva disciplina cuyo objetivo consistiría en la defini-
ción crítica de su objeto y de su método.
Ahora bien, es justamente esta operación fundadora a la
que se asiste en la última década del siglo: a través de una
reflexión sobre el objeto de las ciencias sociales y sobre la
naturaleza de las leyes que pueden producir, y la elaboración
de investigaciones "ejemplares" se instaura una nueva disci-
plina: la sociología.
1 29
 ¿Cómo hay que entender esta creación? No se trata simple-
mente de un acto o de una serie de actos intelectuales de
definición y de elaboración de nuevas formas de actividad
de conocimiento, sino que en este período se lleva a cabo de la
manera más profunda una especie de unión y de cristaliza-
ción de diversos elementos que permiten en su conjunto la
constitución de un nuevo campo de investigación, la instau-
ración de un marco epistémico y la institucionalización de
una disciplina.
Tres series de elementos forman parte de esta particular
alquimia:
a) una especie de depuración de la problemática de lo
antiguo y lo nuevo, favorecida por la permanencia definitiva
de las formas modernas de producción económica y de orga-
nización estatal: la constitución del Estado alemán después
de 1870 y la legislación social promulgada por Bismark, la
organización poderosa de la socialdemocracia y los debates
entre marxismo y revisionismo en su seno son una buena
muestra de este nuevo período en el que el Estado moderno
se construye simultáneamente contra el conservadurismo
clerical y el revolucionarismo obrero. Las relaciones sociales
propias de la sociedad industrial y burguesa aparecen con
mayor claridad que en el período precedente y dan lugar a las
primeras grandes elaboraciones teóricas de la nueva sociolo-
gía: las oposiciones entre "comunidad" y "sociedad"' de Fer-
din and Tónnies y entre "solidaridad mecánica" y "solidaridad
orgánica" de Emile Durkheim. 2
b) Una modificación profunda del campo científico. El
período que se instaura a partir de 1870 marca, con el
surgimiento de las universidades, el desarrollo de las gran-
des bibliotecas, la creación de los laboratorios, una fase
decisiva en la institucionalización de la ciencia moderna.
Ésta se produce conjuntamente con el triunfo de la ciencia
experimental, que finalmente alcanza a las ciencias huma-
nas: primero en Alemania, luego en Inglaterra, Estados
Unidos y Francia, aparecen laboratorios de psicología expe-
rimental en donde se pone a prueba un nuevo modo de
producción y de tratamiento de los hechos psíquicos. Pero
F. Tónnies, Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887. (Comunidad y
asociación, Barcelona, Ediciones Península, 19791.
2 E. Du rkheim, De la division du travail social, 1893, París. (La división
del trabajo social, Tres Cantos, Akal, 1987).
30
este desarrollo de la ciencia positiva no nutre solamente la fe
cientificista de algunos. También vuelve posible, esencial-
mente en física, los protocolos experimentales que, con el
descubrimiento de los rayos X, de la radiactividad, de los
fotones, harán que la ciencia moderna cambie y permitirán la
destrucción de sus antiguas certezas. A fines del siglo se
elaboró una nueva concepción de la ciencia que restauró el
valor esencial de la teoría ante el culto positivista del hecho.
c)La constitución de la sociología como disciplina. Hasta la
última década del siglo, el conocimiento de lo social siguió
siendo un asunto de lo que hoy llamaríamos "aficionados":
Villermé era médico; Tocqueville, magistrado; Marx, perio-
dista; Engels y Booth, empresarios, Le Play y Spencer,
ingenieros y Comte, matemático. Las organizaciones que a
veces los apoyaban no estaban construidas de acuerdo con
una base científica, sino ideológica y militante. Ala inversa,
la referencia científica se vuelve dominante después de 1880.
En cada país surgen revistas científicas que se vuelven el
lugar en el que la disciplina naciente se construye en el in-
tercambio, la confrontación y la elaboración de normas; 3 se
fundaron sociedades: en los Estados Unidos, la American
Sociological Society (1895); en Bruselas, la Société beige
de Sociologie; en Londres, laSociological Society y en Alema-
nia, la Deutsche Gesellschaft für Soziologie. Finalmente,
aparecieron las primeras cátedras, que dieron a la nueva
disciplina la sede universitaria indispensable para su recono-
cimiento y legitimación. Este movimiento, sin embargo, toda-
vía era muy precario: si bien Albion W. Small fundó en 1893
la primera sección de sociología en la Universidad de Chica-
go, si bien Durkheim fue nombrado en Burdeos en 1887 en un
curso de ciencias sociales, las cátedras aún eran pocas y sólo
en 1907 surgió una en Inglaterra y en 1914 en Alemania,
cuando Georg Simmel fue nombrado con un puesto de filoso-
fía y sociología en la Universidad de Estrasburgo.
3 Las revistas que aparecieron son: Vierteljahrsschrift für wissenscha-
lItiche Philosophie und Soziologie (1877), Revue internationale de Sociolo-
gie (1893), Annales de l'Institut des Sciences sociales (Bruselas, 1895),
American Journal of Sociology (1895), Rivista italiana di Sociología
(1897), L'Année Sociologique (1898),Annales de Sociologie (Sociedad belga
de Sociología, 1900), Sociological papers (Sociedad sociológica, 1904),
Archiv für Sozialwissenschaft un Sozial politik (1904), Sociological review
(Londres, 1908). Anteriormente, revistas menos específicas también con-
tribuyeron a asentar el lugar de la sociología, como laRevue philosophique,
en la que Durkheim publicó la primera versión de Las reglas del método
sociológico y en la que aparecieron textos de Tarde, Spencer, Simmel, etc.
31
 - bien Alfred Espinas, cuando le respondió planteaba la necesidad de
Este primer y decisivo inicio de la sociología inauguró
simultáneamente una de sus características epistémicas más
fundamentales: a pesar de la univocidad de su apelación, no
fue una disciplina unitaria la que surgió, sino un modo de
conocimiento plural que, desde su nacimiento, se inscribió en
dos "escuelas" diferentes: la francesa y la alemana. ¿Qué
queda oculto en esta oposición? ¿Cuál es la sombra
que proyectan diferencias nacionales especialmente fuertes
en esa época sobre una disciplina científica? O, de un modo
más profundo, ¿cuál fue la elaboración, favorecida por una
tradición y un contexto cultural diferentes, de dos tipos de
enfoques, de los "modos de inteligibilidad" con los que esta
disciplina construye la comprensión de su objeto?4
1. LA ESCUELA FRANCESA DE SOCIOLOGÍA
• 1. En los años 1890, la sociología francesa naciente se
expresaba esencialmente en la Revue philosophique, funda-
da en 1876 por un psicólogo experimental, Théodore Ribot.
Con una línea en general positivista, la revista publicaba
textos aparentemente de diferente tipo pero que, de hecho,
pertenecían al campo que cubría un profesor universitario de
filosofía, materia que todavía incluía la psicología y la socio-
logía. Excepto Gabriel Tarde, magistrado, la mayoría de los
autores que abordaban temas sociológicos eran, por otra
parte, profesores de filosofía: Alfred Espinas, Alfred Fouillée,
Marcel Bernés.
Sin embargo, los títulos de los artículos reflejan claramente la
sensación de que se trataba de una disciplina nueva: "Vues synthé-
tiques sur la sociologie" [Perspectivas sintéticas sobre la sociolo-
gía], por Alfred Fouillée, en 1880; "Les études sociologiques en
France" [Los estudios sociológicos en Francia], por Alfred Espinas,
en 1882; "Sur la méthode en sociologie" [El método en sociología],
por Marcel Bernés, en 1895. Más aún, entre autores se tejía una red
de referencias cruzadas y de confrontación que, incluso cuando se
volvía polémica, daba cuenta de un campo común de preocupacio-
nes. Pero éstas siguieron siendo todavía muy especulativas: Alfred
Fouillée se preguntaba acerca de una posible síntesis entre una
concepción orgánica y una concepción contractual de la sociedad. Si
Para una explicación detallada de la problemática epistemológica
asociada a estos términos, J.-M. Berthelot, L'intelligence du social, París,
PUF, 1990.
32
una ciencia empírica, que "en lugar de dejarse resumir desde sus
inicios en pequeños tratados claros y geométricos, cómodos para la
propaganda (...) comience con una acumulación prodigiosa de
archivos, recolecciones de datos, cuadros, mapas y gráficos, a
través de los cuales tenga que arrastrarse durante mucho tiempo
antes de llegar a la unidad finar,' no fue más lejos en este camino
que Spencer al que, por otra parte, citaba como un ejemplo.
Entonces, se concibe que se hable de ruptura epistemoló-
gica para calificar el aporte de Durkheim. Por supuesto que
una ruptura de este tipo no está nunca exenta de continuida-
des y sería muy asombroso que surgiera independientemente
del terreno que la volvió posible. Sin embargo, designa la
puesta en funcionamiento teórica y práctica de una nueva
norma epistémica, que comprometió de manera irreversible
la actividad científica.
• 2. El peso de Émile Durkheim (1858-1917) en la constitu-
ción de la sociología francesa fue tal que ocultó la existencia
de otras corrientes y encubrió las divergencias, con frecuen-
cia importantes, que se manifestaron entre sus colaborado-
res. Si bien hoy la crítica histórica puede restaurar los hechos
y desmontar detalladamente la estrategia de implantación
institucional que puso en práctica, eso no significa que, a
través de una asociación firme entre proyecto científico y
proyecto institucional, no haya sabido construir y consolidar
un verdadero entorno disciplinar.
Con Durkheim apareció en la tradición francesa una
nueva figura del sociólogo: la del egresado de la Escuela
Normal Superior, filósofo, jefe de una escuela, preocupado
por una unidad interna y racional entre las ideas y los hechos.
Las especulaciones de un pensamiento puramente deductivo
fueron tan rechazadas como la fascinación por un empirismo
pueril. La incesante exigencia de una construcción rigurosa
del objeto y de una sumisión de las teorías al imperativo de
la prueba recorre toda la obra y constituye la base de un
compromiso militante de nuevo cuño, consagrado ala consti-
tución de la sociología como ciencia.
Si bien Durkheim publicó solamente cuatro obras, 6 dejó un
6 Les études sociologiques en France, Revue philosophique, t. XIV,
octubre de 1882, p. 337-367.
6 De la division du travail social (1893) [La división del trabajo social,
Tres Cantos, Akal, 19871; Les régles de la méthode sociologique (1895) [Las
33
conjunto de artículos, de notas de lecturas y de cursos" que
dan cuenta de una actividad importante en todos los grandes
campos de lo social: la división del trabajo y las formas de la
solidaridad, la educación, la economía, el derecho, la moral,
la religión. En todos estos campos multiplicó sus estudios
concretos y sus análisis.' No obstante, lo esencial desde el
punto de vista de la construcción de la sociología reside en
dos puntos: por una parte, en el proyecto obstinada y cons-
cientemente conducido de inscripción de la sociología dentro
del racionalismo experimental y, por otra parte, en la activi-
dad pertinaz de unión y de estructuración de un medio de
investigación y de reflexión alrededor de este proyecto.
"La sociología no tiene que tomar partido entre las grandes
hipótesis que dividen a los metafísicos. Todo lo que pide que
se le otorgue es que el principio de causalidad se aplique a los
fenómenos sociales. Aunque ella misma plantea este princi-
pio no como una necesidad racional, sino únicamente como
una inducción legítima. Ya que la ley de causalidad ha sido
verificada en los otros reinos de la naturaleza y que, progre-
sivamente, extendió su imperio al mundo fisico-químico y,
desde éste, al mundo psicológico, tenemos el derecho de
admitir que también es verdadera en el mundo social". 9
Las Reglas del método sociológico realizan un trabajo en el que
se sientan las bases epistemológicas al extender al campo de los
fenómenos sociales la ley de la causalidad que se aplica en otros
campos de lo real. ¿Es legítima esta extensión? ¿Los fenómenos
sociales pueden someterse a ella? ¿Con qué modalidades? Al
responder a estas preguntas, Durkheim plantea lo que la epistemo-
logía contemporánea denominaría un "programa de investiga-
ción", es decir, un conjunto coherente y abierto de postulados y
procedimientos.
reglas del método sociológico, Madrid, Alianza, 1998); Le suicide (1897) (El
suicidio, Tres Cantos, Ediciones Akal, 1998) y Les formes élémentaires de
la vie religieuse (1912) (Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid,
Alianza, 19931.
Estos fueron publicados luego, como obras independientes, como en el
caso de los cursos importantes, como L'évolution pédagogique en France,
París, PUF, 1969 o como recopilación de artículos: Le journal sociologique
(editor, J. Duvignaud), París, PUF, 1969; La atiene sociale et l'action
(editor, J.-C. Filloux), París, PUF, 1970; les Textes, t. I, II y III (editor, V.
Karady), París, Ed. de Minuit, 1975.
° Una revisión muy completa de la obra de Durkheim y una bibliografía
básica pueden encontrarse en el libro de J. A. Pradés, Durkheim, París,
PUF, 1990.
° Les reglas del método sociológico. Conclusiones.
34
El texto de Las reglas'° establece en primer término la especifi-
cidad y la antinomia de lo social como dominio de conocimiento: los
fenómenos sociales no se reducen a ideas, representaciones, senti-
mientos. Son externos a los individuos y se les imponen, incluso
cuando parecen ser extremadamente íntimos, como en el caso del
respeto o la piedad. Los hombres no conocemos de manera directa
este tipo de fenómenos, sino que, en realidad, son opacos. La
familiaridad que presentan es fuente de nociones previas, de ideas
falsas. De manera que "la primera regla y la más fundamental es
considerar los hechos sociales como cosas" (capítulo 2).
Con frecuencia mal comprendida, esta regla, considerada como
el acta de nacimiento del objetivismo en sociología, no postula
ninguna naturaleza particular de los hechos sociales. Se conforma
con definir un enfoque, una postura de investigación. Frente a los
problemas sociales, el sociólogo debe ser como el físico frente a la
naturaleza:
"Por consiguiente, debemos considerar los fenómenos socia-
les en sí mismos, separados de los sujetos conscientes que se
los representan. Debemos estudiarlos desde afuera, como si
fuesen cosas externas" (ibid).
Construido de este modo, fuera de toda especulación, el objeto
del sociólogo debe estar sometido a las mismas normas que el de las
otras ciencias: la primacía del análisis causal sobre el análisis
funcional y de la construcción experimental de las leyes. Como la
sociología no puede proceder por experimentación directa (los
hechos sociales no son reproducibles en el laboratorio), debe hacer-
lo por "experimentación indirecta", es decir, a través de compara-
ciones. ¿Qué es lo que hay que comparar? Las variaciones recípro-
cas de los diversos factores estudiados: si un fenómeno B (por
ejemplo, el crecimiento de la tasa de divorcios) varía como un
fenómeno A (por ejemplo, el descenso de la cantidad de bautis-
mos)," es porque entre A y B existe una relación de causalidad
directa o indirecta sobre la que el sociólogo debe echar luz. De este
modo quedó trazado el camino para la elaboración de verdaderas
leyes sociológicas: "La concomitancia constante es, por lo tanto, por
sí misma una ley, cualquiera sea el estado de los fenómenos que
quedan fuera de la comparación" (cap. 6).
'° Para un estudio minucioso de este texto, en sus diversos niveles de
elaboración, véase J.-M. Berthelot, Les régles de la méthode sociologique ou
l'instauration du raisonnement expérimental en sociologie, Introducción a
una nueva edición del libro en francés, París, Flammarion, 1988, p. 8-67.
" Este ejemplo es arbitrario y lo construimos para aclarar la argumen-
tación. De hecho, muestra una correlación entre dos elementos A y B, a
partir de la cual se puede construir una relación de causalidad, como
sucede en el caso del suicidio (ver infra).
35
 A pesar de la hostilidad generalizada que acompañó la
salida de las Reglas, el aporte de Durkheim habría sido lo
suficientemente importante aun cuando se hubiese confor-
mado con realizar este trabajo de clarificación y depuración
epistemológicas. Pero con El suicidio dio, casi simultánea-
mente, una asombrosa demostración del alcance y de la
fiabilidad del racionalismo experimental aplicado a la socio-
logía.
En la elección del tema había una provocación evidente:
¿acaso el suicidio no es el acto más íntimo, el menos social que
existe, aquel en el que el individuo se encuentra solo, frente
a su conciencia? Un acto de este tipo podía ser fácilmente el
caballito de batalla de todos los que en esa época negaban que
pudiera existir una sociología científica en nombre del indi-
viduo y, siguiendo a Gabriel Tarde, daban estocadas al
programa durkheimiano. Pero, justamente por esta razón, el
suicidio era el objeto soñado para poner a prueba el postulado
de la reductibilidad de los fenómenos sociales al principio de
causalidad.
El suicidio es uno de los textos paradigmáticos de la sociología
moderna. Más allá de sus límites, vinculados a los materiales y al
contexto teórico de la época, constituye la producción primera y
ejemplar de un modo de inteligibilidad determinado, el del análisis
causal. Por consiguiente, vamos a considerar dos puntos para
explicar la novedad del camino emprendido por Durkheim:
— Durkheim inaugura su texto con dos desarrollos. El primero
consiste en pasar del sentido laxo de la palabra suicidio a una
definición rigurosa; el segundo en mostrar la pertinencia de un
enfoque sociológico a través de un estudio detallado de los datos de
suicidios proporcionados por las estadísticas oficiales. Lo que
aparecía era que la cantidad absoluta de suicidios era notablemen-
te constante en una sociedad determinada y que variaba por
estatus, en los momentos de crisis sociales. Si, yendo más lejos, se
establecían tasas de suicidio, se comprobaba que éstas, constantes
dentro de una misma sociedad, podían variar de uno a tres entre
sociedades. De manera que, transformado en una cantidad deter-
minada, el suicidio manifiesta propiedades particulares, irreducti-
bles a una simple suma de comportamientos aleatorios: los datos
estadísticos ya no son más ilustraciones al servicio de una tesis,
sino material trabajado en el que se elaboran simultáneamente las
hipótesis y su verificación.
— Las diversas variaciones de las tasas de suicidio (según el país,
según la región, según la estación del año, según el sexo, según la
36
confesión religiosa, etc.) permiten la construcción de explicaciones
particulares y la elaboración, a partir de éstas, de una teoría. Cada
vez que se comprueba una variación es preciso preguntarse por la
relación de causalidad implicada. Los protestantes se suicidan más
que los católicos. ¿Su doctrina es más permisiva? No. En general
tienen un nivel de instrucción superior al de los católicos, ¿ésta es
la causa? No. Hay que llegar a lo que, estructuralmente, distingue
al protestantismo del catolicismo: en un caso las creencias tradicio-
nales y la cohesión son fuertes, en el otro, se promueve el libre
examen y la individualidad que dificultan la cohesión. La causa del
factor B (tasa de suicido más alta) puede buscarse en el factor A
(nivel de integración más débil) (libro II, cap. 2). De este modo,
queda establecida una relación que, comparada con otras del
mismo tipo puede permitir una explicación general: un estudio
detallado de las estadísticas revela que los hombres casados se
suicidan mucho menos que los solteros y los viudos (ibid, cap. 3); en
las sociedades políticas, los períodos de crisis están ligados a una
caída de la tasa de suicidio, como si la efervescencia y la moviliza-
ción que provocan protegieran de la muerte voluntaria (ibid.). En
cada uno de estos casos, "el suicidio varía en razón inversa al grado
de integración de los grupos sociales de los que el individuo forma
parte".
Por lo tanto, estamos frente a una variedad específica de suici-
dio, que Durkheim llamó suicidio egoísta, para distinguirlo de
otras dos formas que el mismo método demostró: el suicidio altruis-
ta y el suicidio anómico.
Es posible" mostrar que un programa de este tipo no se
aplica solamente a datos expresables como medidas (como la
tasa de suicidio), sino que Durkheim lo instauró de manera
sistemática para dar cuenta de la historia de una institución
y para atravesar el secreto del totemismo. De este modo
produjo en el conocimiento de lo social simultáneamente una
ruptura y una fundación: ruptura con los modos de pensar
anteriores, de compilación o de ejemplificación; fundación a
partir del uso sistemático de un modo determinado de inteli-
gibilidad. Por el contrario, la trampa que le resultaba dificil
evitar era encerrar el conocimiento científico de lo social en
el programa científico elaborado.
• 3. Es indiscutible que la sociología francesa, hasta la
Primera Guerra Mundial, estuvo dominada por los durkhei-
" Véase J.-M- Berthelot, Principe de causalité et raisonnement expe-
rimental chez Durkheim, en Revue philosophique, t. CLXXIX, 1989, No. 1,
p. 25 50.
-
37
mianos. El movimiento le-playsiano se perpetuó al margen
de la universidad, en tanto que lo que habría podido consti-
tuir la escuela rival, bajo la égida de René Worms y de Gabriel
Tarde, siguió empecinada en el organicismo y el eclecticismo.
A pesar de la actividad institucional desplegada por Worms,"
los durkheimianos, sin discusiones, dominaron la sociología
francesa."
Es verdad que haberse instalado en la universidad, algo
por lo que Durkheim se preocupó especialmente, explica esta
preeminencia. De todos modos, no es un dato que hay que
sobrevalorar, porque en 1914, solamente se dictaban una
decena de cursos, de los cuales únicamente cuatro en el
ámbito universitario" . Sin ninguna duda, lo más importante
fue la fuerza del programa que llevó a cabo a través de
L'Année sociologique. Entre 1898 y 1913, aparecieron 12
volúmenes que de manera sistemática pasaron revista a la
producción en ciencias sociales de la época. El mismo Dur-
kheim publicó allí más de trescientos informes. El equipo que
trabajaba no estaba unido por ningún juramento de fidelidad
doctrinal y, en general, los vínculos laborales eran epistola-
res. Sin embargo, a pesar de las diferencias y, a veces, las
crisis, prevalecía una notable unidad de tono, quizás imputa-
ble a la personalidad de Durkheim, a la homogeneidad del
medio del que surgían los colaboradores (la Escuela Normal
Superior)" e, indudablemente, también a la naturaleza no
doctrinaria, sino propiamente científica del programa dur-
kheimiano.
II. LA ESCUELA ALEMANA DE SOCIOLOGÍA
• 1. Una de las ideas constitutivas de la tradición intelectual
francesa es la de la necesaria inscripción de la sociología en
" René Worms fue el fundador o el iniciador de la Revue internationale
de Sociologie (1893), del Instituto internacional de Sociología (1894), de la
Biblioteca sociológica internacional (1894) y de la Sociedad de Sociología de
París (1859).
La institucionalización y la recepción de la sociología durkheimiana
14
están minuciosa y sistemáticamente analizadas en el artículo de V.
Karady, Durkheim, les sciences sociales et l'université: bilan d'un demi-
échec, Revise franquise de Sociologie, No. XVII, No. 2, 1976, p. 267-312.
" V. Karady, art. cit., p. 281.
16 Para estos temas, véase el artículo de P. Besnard, La formation de
l'equipe de l'Année sociologique,Revue franaise de Sociologie, vol. XX, No.
1, 1979, p. 7-32.
38
el campo de la ciencia. No importaba si se realizaba por medio
de una clasificación racional, como en el caso del positivismo,
o de una morfología interna resultado de la aplicación del
racionalismo experimental. El postulado epistemológico bá-
sico era el mismo: la ciencia es una, sean los que sean los
campos de realización.
La idea de una ciencia unitaria, según el modelo de las
ciencias naturales, tuvo un destino curioso en los países
germánicos. Si bien se fundaron círculos positivistas en la
segunda mitad del siglo, si bien el positivismo moderno se
estructuró en la Viena de los años 1930, la concepción domi-
nante de la tradición alemana fue fundamentalmente dualis-
ta: oponía las ciencias de la naturaleza (Naturwissenshaften)
a las ciencias del pensamiento (Geisteswissenschaften).
Esta oposición tiene sus raíces en varias fuentes: la distin-
ción de Kant entre el campo de la naturaleza (regido por la ra-
zón pura) y el campo de la acción humana (regido por la razón
práctica); la crítica hegeliana de la razón analítica (el enten-
dimiento) a favor de la razón dialéctica; la importancia del
movimiento romántico y su rechazo de la filosofía de las
Luces. La consecuencia más sobresaliente fue rehusarse a la
constitución de una sociología independiente:
"La posición preeminente ocupada por el idealismo y el
romanticismo en la historia del pensamiento alemán hizo
mucho (independientemente de las circunstancias sociales y
políticas) para impedir durante mucho tiempo el surgimiento
de una sociología independiente y fue responsable del hecho
de que sus problemas fueran tratados por otras discipli-
nas."'"
Efectivamente, sólo en los años 1880 apareció el término
sociología en Alemania. Pero este atraso, que se manifestó
también en una institucionalización más tardía (la primera
cátedra de sociología fue creada en 1914, ver supra) no
significó ignorar los temas sociológicos: la revista Viertelj-
ahressschrift für Wissenschafliche Philosophie und Soziolo-
gie, fundada en 1877, publicó textos de Comte, Spencer y Mill.
Por otra parte, permitió que la sociología alemana contara
con el movimiento intelectual fuerte que se daba en las
universidades del otro lado del Rhin. Todo un debate sobre la
naturaleza de la ciencia, la "querella de los métodos", movi-
17 H. Mauss, Handbuch der Sociologie, 1956.
39
lizó, a partir de 1883, a economistas, filósofos, sociólogos y
llegó a oponer firmemente no solamente las ciencias del
pensamiento a las ciencias de la naturaleza, sino la "com-
prensión" y la "explicación" en la interpretación de los fenó-
menos sociales." Este contexto de interrogantes y de turbu-
lencia epistemológica permitió, finalmente, el surgimiento
de una disciplina que con Georg Simmel y Max Weber planteó
las bases de la sociología comprehensiva.
• 2. No es posible hablar de una escuela alemana de
sociología en el mismo sentido en que se habla de una escuela
francesa. La sociología alemana de comienzos del siglo estaba
menos marcada por una personalidad dominante que la
francesa y, al mismo tiempo, era menos dispersa que aquélla:
la fundación de la Deutsche Gesellschaft für Soziologie, en
1909, y la organización que ésta realizaba de jornadas de
estudio, constituyeron un polo de agrupación y de intercam-
bio que solamente Simmel despreció un poco." Si bien la
notoriedad fue cambiando con el tiempo, desde esta época
Ferdinand Tünnies y Max Weber fueron considerados los
fundadores. Tónnies, primer fundador de la Deutsche Gese-
llschaft für Soziologie, autor de la primera gran obra de la
sociología alemana, la célebre Comunidad y asociación, de
1889, desempeñó un papel relevante. Su notable longevidad
(1855-1936) le permitió participar activamente de las siete
"jornadas sociológicas" organizadas por la Sociedad Alemana
de Sociología entre 1910 y 1930. Sin embargo, su papel en la
construcción de la sociología no igualó el de Simmel y, de
ningún modo, el de Weber.
Max Weber (1864-1920) ocupó, en este sentido, un lugar
decisivo. Como Durkheim, también supo sentar bases epistemo-
lógicas y comprobar empíricamente las reglas del programa de
estudio científico de los fenómenos sociales. Sin embargo, a
diferencia de la escuela francesa, consideraba que el trabajo
específicamente sociológico se iniciaba cuando no era posible
una explicación a través de las regularidades causales.
ls Los filósofos (W. Diltey, W. Windelband, H. Rickert) desempeñaron
un papel decisivo en la elaboración de esta distinción (véase, R. Aron, Essai
sur une thkorie allemande de l'histoire. La philosophie critique de l'histoire,
París, Vrin, 1938).
Véase la lista de participantes en las Soziologentagen (jornadas
sociológicas) establecida por D. Kasler, Die frühe deutsche Soziologie 1909
bis 1934, und itere Entsehungs-Milieus, Dusseldorf, Westdeutscher Verlag,
1984, p. 603 y subs.
40
Jurista de formación, profesor de economía política en Friburgo
y, luego, en Heidelberg, Max Weber ocupó una cátedra de sociología
en la Universidad de Munich sólo en los últimos meses de vida.
Dedicó una parte importante de su tiempo a una reflexión episte-
mológica sobre las ciencias sociales y, a fines de su vida, sobre la
sociología.
"Llamamos sociología (en el sentido en que aquí entendemos
este término utilizado muchas veces de manera equívoca)
como la ciencia que se propone comprender por interpreta-
ción la actividad social y, a través de este medio, explicar
causalmente su desenvolvimiento y sus efectos. Entendemos
por "actividad" un comportamiento humano (poco importa
que se trate de un acto externo o íntimo, de una omisión o de
una tolerancia) cuando y, por éste, el agente o los agentes le
comuniquen un sentido subjetivo. Y, por actividad "social", la
actividad que, según el sentido que le da el agente o los
agentes, se vincula al comportamiento de los demás en
relación con los que se orienta su desenvolvimiento."' 0
Con esta definición Weber iniciaba el capítulo dedicado a los
"conceptos fundamentales de la sociología" que abre su principal
obra sociológica. Estas pocas líneas tienen tanta importancia por lo
que resumen y porque implican para la construcción de la sociolo-
gía lo mismo que la primera regla de Durkheim que enunciamos
antes. Ambas definen simultáneamente un objeto y un método: el
primero es la actividad social; el segundo, la comprensión.
En los casos en los que Durkheim habría hablado de "hechos
sociales", Weber lo hace de "actividad social". ¿Qué implica esta
diferencia? El planteamiento de un punto de vista y de un enfoque
radicalmente diferentes. Weber selecciona como único objeto de la
sociología los comportamientos que están, al mismo tiempo, dota-
dos de sentido y orientados hacia los demás. Esta definición
restrictiva excluye ciertos comportamientos que, aparentemente
parecerían pertenecer a la sociología: la contemplación, la plegaria
solitaria, el choque entre dos ciclistas, la apertura simultánea de
los paraguas en una multitud cuando la lluvia empieza a caer, etc.
Estos varios ejemplos tomados un poco de lejos por Weber dan
cuenta de la ausencia de uno u otro criterio. Y, sobre todo, permiten
precisar el sentido de la construcción de objeto resultante de su
utilización:
"La colisión entre dos ciclistas, por ejemplo, es un simple
acontecimiento, del mismo tenor que un fenómeno natural.
" Max Weber, lVirtschaft und Gesellschaft. Tübingen: J. C. B. Mohr (P.
Siebeck) 1922. (Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva,
México, F.C.E., 19641.
41
 Sería una "actividad social" el intento de evitar al otro y las
injurias, la pelea o el arreglo amistoso que podrían ser
consecuencia de la colisión."
La simple colisión es un fenómeno físico. El hecho de que ponga
en juego objetos naturales o productos de la industria humana no
cambia para nada la naturaleza del acontecimiento. Basta con
aplicar las leyes de la mecánica para dar cuenta de ello: al proceder
de este modo, se explica causalmente el hecho. A la inversa,
injurias, pelea, arreglo amable son comportamientos dotados de un
sentido para los actores de la situación. No son deducibles de leyes
generales, no se reducen a relaciones de causa-efecto, sino que
expresan una intencionalidad consciente: para dar cuenta de ellos
hay que comprenderlos.
En la medida en que la actividad humana no es reducible a
relaciones de causa-efecto, sino que manifiesta la intencionalidad
de los actores, el sentido que éstos dan a su acción, requiere otro
método que el que utiliza en las ciencias naturales, precisamente
el de la comprensión y la interpretación. De este modo, construc-
ción del objeto y determinación del método están relacionados de
manera interna.
¿Qué perspectivas abrió para la sociología este tipo de
concepción? Del capítulo que citamos podemos extraer cuatro:
— una determinación de lo que conviene entender por sentido.
Weber lo define como "sentido al que se apunta subjetivamente" y
le otorga tres formas: tal como es para un actor determinado, en
una situación determinada o, en término medio, para una pobla-
ción determinada o, finalmente, idealmente, en una reconstrucción
racional de uso heurístico, lo que él denomina un "tipo ideal";
— una categorización de los diversos sentidos que puede tomar la
acción, a partir de sus determinantes. Weber distingue cuatro
lógicas diferentes: la acción "racional en finalidad" (que privilegia
los objetivos y somete a ellos todos los demás elementos en tanto
instrumentos); la acción "racional en valor" (que somete los medios
y fines a una norma planteada como valor intrínseco); la acción
determinada por los afectos y las emociones y, finalmente, la ac-
ción ligada a la tradición; 2'
— concepción nominalista de los conglomerados sociales y de las
instituciones: si la sociología es la ciencia de la actividad social, no
puede ser más que singular. Metafóricamente, y para que sea más
sencillo, se dota a las entidades colectivas como el Estado, las clases
sociales, las empresas, de una actividad propia. Hay que volver a
21 Estas lógicas no son mutuamente excluyentes. Constituyen el mode-
lo puro, el "tipo ideal" al que se puede referir una acción empíricamente
comprobada para comprenderla.
42
las "personas singulares" que "son las únicas que constituyen los
agentes comprensibles de una actividad orientada signifiCativa-
mente";
— una concepción más compleja de las leyes que la sociología
puede producir. En un ensayo de 1904, Weber oponía al modelo
causal y deductivo de las ciencias naturales el problema fundamen-
tal de las ciencias sociales:
"¿Cómo una explicación causal de un hecho singular es
posible en general si incluso la descripción más pequeña
de un fragmento de la realidad no puede pensarse nunca de
manera exhaustiva?" 22
Concluía que las leyes desempeñaban un papel radicalmente
diferente en las ciencias naturales y en las ciencias del mundo
social: de fin de la empresa del conocimiento pasan a la condición
de simple medio, que ayuda a la construcción de "conexiones
causales concretas" constitutivas de una individualidad histórica
aislada por el científico como objeto, por el valor y la significación
cultural que reconoce en ella.
En el texto que estamos estudiando, Weber introdujo la idea de
un doble criterio de determinación de una ley sociológica: la
adecuación causal —debe ser verificada por regularidades estadís-
ticas— y la adecuación significativa —debe expresar un comporta-
miento dotado de un sentido subjetivo para los actores, es decir,
comprensible según una de las cuatro lógicas planteadas más
arriba. El comienzo de la cita anterior adquiere todo su significado:
la sociología se propone "comprender por interpretación (...) y,
luego, explicar causalmente". Weber no rechaza la idea de ley ni de
explicación causal: las subordina al trabajo específico de la com-
prensión.
Nos encontramos claramente frente a lo que previamente
denominamos un programa científico. Y es más necesario
verlo operando porque, a diferencia del programa durkhei-
miano, los procedimientos de análisis concreto de un objeto
determinado no se deducen de un algoritmo simple como el de
las variedades concomitantes.
La obra ejemplar de Weber, en la que se demuestra la
fecundidad y la fiabilidad del enfoque propuesto es, sin lugar
a dudas, Die protestantische Ethik und der Geist des Kapita-
lismus, que ocupa en la tradición sociológica un lugar compa-
rable al de El suicidio. Se inscribe en una serie de estudios
n La objetividad del conocimiento en las ciencias y la política social,
traducido en Essais sur la théorie de la science, París, Plon, 1965, p. 162.
43
dedicados a las relaciones entre las religiones y la actividad
económica para comprender la especificidad del racionalis-
mo occidental, que expresa el desarrollo propio que conoce en
él el capitalismo.
En la época de Weber era ampliamente aceptado que
existían vínculos privilegiados que unían el capitalismo mo-
derno y el mundo protestante. Marx y Engels habían conver-
tido a la Reforma en una manifestación y un efecto en el
campo ideológico-religioso del desarrollo de las nuevas rela-
ciones de producción capitalista. A esta tesis, causalista
desde un determinado punto de vista, es a la que se opone
Weber. Para nuestros propósitos, el interés reside en los
pasos que plantea yen su coherencia con la epistemología que
presentamos anteriormente.
Weber procede en cuatro momentos:
— posición del problema a partir de datos estadísticos que
permitan establecer una correlación entre protestantismo y capita-
lismo;
—especificación del objeto por construcción del tipo ideal del
capitalismo moderno: el espíritu del capitalismo;
—estudio de la prédica luterana y demostración de las homolo-
gías existentes entre el espíritu del capitalismo descrito preceden-
temente y la noción central de vocación (Beruf);
—estudio histórico del desarrollo de la religión reformista y,
especialmente, del paso del ascetismo religioso al ascetismo econó-
mico y al espíritu del capitalismo.
Este movimiento demostrativo parece finalizar en la in-
versión de la tesis marxista y esto es lo que una parte de los
comentadores retuvieron: 23 el espíritu del capitalismo fue
previo en muchos lugares a su desarrollo material y esto sólo
es comprensible a partir de la presencia fuerte del ascetismo
reformista. Si no se tratara más que de esto, únicamente
estaríamos enfrentados a la inversión de una relación causal
entre protestantismo y capitalismo. Ahora bien, el nomina-
lismo al que nos referimos más arriba excluye toda acción de
este tipo y la definición de la sociología que presentamos
implica que el objeto debe ser una actividad social. ¿El Weber
de 1904 estaría en desacuerdo con el de 1920? Independien-
temente del hecho de que esto no tendría nada de escandaloso
23 La demostración de Weber originó una controversia célebre, que
comenzó en su época y siguió hasta nuestros días. Sobre este tema, ver P.
Besnard, Protestantisme et capitalisme, París, Armand Colin, 1970.
44
y que el último estado del pensamiento de Weber era, sin
dudas, más agudo, esto no sucedió.
La determinación del espíritu del capitalismo y la de la
ética protestante proceden, basándose en ciertos textos y
documentos, de la demostración de un sentido ideal típico, es
decir, un sentido reconstruido por el investigador a partir de
la constelación de significaciones capaces de expresar de la
mejor manera la naturaleza singular de estas individualida-
des históricas como lo son el protestantismo y el capitalismo
occidental.
Pero esto todavía no basta: si las homologías entre ideales
tipo tienen sentido para el investigador y sugieren relaciones
particulares, toda acción de una sobre otra contradice el
postulado nominalista. Ahora bien, en este nivel Weber es
menos explícito. Lo esencial del objetivo de la obra es cons-
truir rigurosamente los dos ideales tipo y mostrar la anterio-
ridad de uno respecto del otro, de modo que no elabora una
tesis y se conforma con ejemplificarla con hechos típicos: el
pasaje de la ética protestante al espíritu del capitalismo se
realiza por la mediación de un nuevo comportamiento econó-
mico, una nueva racionalidad de la acción de los actores. El
protestantismo no creó el espíritu del capitalismo, les dio a
agentes económicos, enfrentados a problemas económicos,
un soporte ideológico que les permitió inscribir su comporta-
miento en una racionalidad nueva. La esencia del capitalis-
mo, la idea de beneficio como renta de cada elemento y de
cada momento, encuentra en el ascetismo protestante una
justificación y un alimento. Entonces, aparece un nuevo
comportamiento económico y basta con que penetre un sector
económico tradicional —como el del tejido a domicilio, ejemplo
desarrollado por Weber— para revolucionarlo sin que su
estructura sea tocada en un primer momento. El comporta-
miento singular de personas singulares sigue siendo, en
último análisis, el elemento explicativo último.
• 3. El racionalismo experimental y el naturalismo constitu-
yen el fundamento sobre el cual se edificó el programa
durkheimiano; el sentido y la actividad social el que promue-
ve la sociología alemana. Esta otra manera de dar cuenta de
lo social es más débil que la primera. El capítulo de Economía
y sociedad que comentamos constituye un intento ejemplar
de síntesis y de articulación de líneas de análisis que podrían
darse separadamente.
45
 El ejemplo de esta debilidad lo proporcionó, evidente-
mente, la obra de Georg Simmel (1858-1918). Diversa,
múltiple, sucesivamente positivista, neokantiana, vitalis-
ta, más volcada a la filosofía y al ensayo que a la sociología,
parece burlarse de las fronteras que una disciplina naciente
establece y de la jerarquía de los objetos que instituye:
Simmel escribió sobre "la cultura femenina", "la coquetería",
"la moda", "la aventura"." En este ejemplo acumulativo, cuya
unidad se esforzaron por descubrir los comentadores," nos
parece que es preciso retener tres puntos que, desde la
perspectiva de la construcción de la sociología, constituyen
una modulación o una profundización del programa des-
cripto anteriormente:
— una crítica del conocimiento histórico que, al amparo de una
filosofía kantiana, une los análisis de Weber sobre el rechazo del
naturalismo y del realismo y profundiza el concepto de compren-
sión;26
— la insistencia en la noción de forma, como único verdadero
objeto de una sociología, tomada entre el doble riesgo de reducirse
a las realidades últimas (los individuos) o abrazar sin especificidad
la totalidad de lo real socio-histórico; la forma es una construcción
de conocimiento;"
— la insistencia en la noción de acción recíproca (Wescelwirkung)
como la que permite generar las formas identificables:
"Todo lo que se manifiesta en los individuos, lugares inme-
diatos y concretos de toda realidad histórica, con la forma de
tendencias, intereses, inclinaciones finas, conformidad y
movilidad psíquica, a partir de qué o a propósito de qué
ejercen una influencia sobre los demás, o bien la experimen-
tan, todo esto lo denomino yo el contenido, de alguna manera
la materia de la socialización. Estos materiales que llenan
la existencia, estas motivaciones que la estimulan, no cons-
tituyen todavía en sí ni para sí un ser social. Ni el hambre ni
Philosophie de la
24 En francés, estos artículos aparecen en G. Simmel,
modernité, París, Payot, 1989. En español puede consultarse G. Simmel,
Cultura femenina y otros ensayos, Barcelona, Alba, 1999.
" Véase, por ejemplo, la sugerente Introducción de Julien Freund en la
recopilación de textos titulada Sociologie et épistémologie, París, PUF,
1981, p. 7-79.
26 Sobre este tema, la obra decisiva de Simmel es
Los problemas de la
filosofía de la historia, de 1907.
27 El concepto deforma se encuentra en todas las etapas del pensamien-
to de Simmel y en textos de diferentes épocas, especialmente en "Cómo se
mantienen las formas sociales" (1896) y "Cuestiones fundamentales de la
sociología" traducidos al francés en Sociologie et épistémologie, op. cit.
46
el amor, ni el trabajo ni la piedad, ni la técnica ni las funciones
o los resultados de la inteligencia significan ya, en su sentido
inmediato, una socialización. Al contrario, sólo la constitu-
yen en la medida en que estructuran la yuxtaposición solita-
ria de los individuos a través de las formas de existencia
común y solidaria que pertenecen al concepto general de
acción recíproca."'
III. LA SOCIOLOGÍA
ANTES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La sociología moderna nació en veinte años. Más allá de sus
filiaciones y de sus complicidades filosóficas, sobre todo en
Alemania, se distinguió claramente de la filosofía política o
de la filosofía social. Aun en los casos en los que adoptó la
posición rígida del racionalismo experimental o que eligió
la vía comprehensiva, procedió a través de una construcción
vigilante de su objeto y movilizó los datos, estadísticos o
históricos, que su elucidación requiere. Un nuevo espacio
epistémico se construyó y éste, por intermedio de su institu-
cionalización universitaria, sus sociedades académicas, sus
revistas, sus colecciones, adquirió derecho de ciudadanía
dentro de la comunidad científica.
Es evidente que la nueva disciplina no se redujo a Dur-
kheim, Weber o Simmel, ni ala sociología francesa y alemana.
El punto de vista que adoptamos necesitaba otorgarles el
primer plano, no según una lógica tradicional de historia de
las ideas, sino según la lógica, más innovadora, de la construc-
ción de una matriz disciplinar. Una ciencia no se construye
únicamente con los resultados que acumula, sino mucho más
por los valores que selecciona, por las obras que da como
ejemplo, por el territorio que delimita, por el estilo de activi-
dad que promueve o legitima: sociólogos como Gabriel Tarde
o René Worm ocuparon un lugar marginal (independiente-
mente de las luchas institucionales de reconocimiento) por-
que quedaron fuera de esta matriz y siguieron haciendo
sociología como se la hacía en los años 1880. A la inversa, el
retorno permanente en los textos sociológicos a Durkheim,
Weber, Simmel, manifiesta, en nuestra opinión, la preocupa-
n *Cuestiones fundamentales de la sociología"
traducidos al francés en
Sociologie et épistémologie, op. cit. p. 121-122.
47
ción de una disciplina, frágil a causa de su pluralidad y de su
diversidad, por reasegurarse y reforzarse por medio de la
explicitación y la clarificación de sus fundamentos.
La sociología que nació en los albores del siglo xx ya llevaba
las huellas de esta fragilidad. No se inauguró bajo los auspi-
cios de la unidad, sino de la dualidad: lo que era modelo de
cientificidad en Francia, en Alemania era incompatible tanto
con las exigencias de una disciplina cuyo objeto eran realida-
des históricas y culturales, como con una epistemología
fuertemente marcada por el neokantismo. ¿Cómo concebir
esta contradicción?
El peso de las tradiciones nacionales es una explicación al
mismo tiempo real e insuficiente. Es verdad que la sociología
se desarrolló en los distintos países según las líneas que en
ellos habían trazado las costumbres intelectuales de los
medios que se hacían cargo de la nueva disciplina: idealismo
filosófico en Alemania, positivismo en Francia, empirismo y
pragmatismo en Inglaterra y en los Estados Unidos. Pero,
simultáneamente, sería erróneo creer que la sociología na-
ciente quedó encerrada en los marcos nacionales: desde los
inicios los contactos y las traducciones ligaron las diversas
tradiciones. A partir de 1908, autores franceses como Dur-
kheim, Tarde, Fouillé, Le Bon fueron traducidos en Alemania
en la colección "Philosophisch-Soziologische Bucherei";"
Durkheim y, luego, Bouglé, fueron a Alemania y transmitie-
ron sus estudios sobre el estado de las ciencias sociales;"
Durkheim participó de la reflexión organizada por la Socio-
logical Society sobre las relaciones entre la sociología y las
ciencias sociales, publicada en los Sociological Papers de
1904;3 ' sus obras se tradujeron al ruso en 1900; 32 L'Année
Sociologique reseñó regularmente la producción inglesa y
alemana en ciencias sociales y, finalmente, G. Simmel publi-
có un artículo en esta revista y en otras francesas.
Podríamos multiplicar los ejemplos que dan cuenta de las
solidaridades internacionales de la sociología que estaba
" Fuente, M. Maus, A short history of Sociology, op. cit., p. 75.
" E. Durkheim, La science positive de la morale en Allemagne, Revise
philosophique, t. XXIV, No. 2, 1887, reproducido en Textes, t. I, op. cit., p.
267-343; C. Bouglé, Les sciences sociales en Allemagne, París, Alean, 1896.
31 Fuente, J. Rumney, La sociologie anglaise, en G. Gurvitch, La
sociologie au siécle, t. 2, París, PUF, 1947, p. 569-591.
' K. Mánicke-Gyangyósi, The reception of Durkheim in Russian and
the Soviet Union, Etudes durkheimiennes, No. 10, París, Maison des
Sciences de l'Homme, 1984.
48
naciendo. Sin embargo, no deben ocultar sus límites: Weber
y Durkheim se ignoraban; 33 si bien en el artículo "Sociologie"
de la Grande Encyclopédie de 1909, firmado por Fauconnet y
Mauss, se dan referencias bibliográficas de los belgas De
Greef y Vandervelde, de los alemanes Gumplowicz, Tónnies,
Steinmetz y de los norteamericanos Ward, Small, Giddings,
el texto no se aparta de la más pura ortodoxia durkheimiana;
en una recopilación publicada en 1939 bajo la responsabili-
dad de Célestin Bouglé, Éléments de sociologie, menos de 25
textos sobre 170 pertenecían a autores extranjeros y, entre
ellos, sólo algunos eran sociólogos, como Wetermark, Giddings
y Steinmetz.34
Sin embargo, en este juego de apertura y reconocimientos,
lo que caracteriza a los sociólogos alemanes y franceses de
comienzos del siglo, a diferencia de los ingleses o norteame-
ricanos, es su preocupación epistemológica. La sociología no
es evidente. Requiere una reflexión sobre su fundamento y
sus procedimientos. Exige una coherencia entre objeto y datos.
Las tradiciones y contextos nacionales sin duda desempeña-
ron un papel decisivo de estímulo y de orientación de esta
reflexión. Pero, aun cuando la forma y el marco de elabora-
ción de los programas durkheimianos y weberianos sean
nacionales, su contenido no lo es: define modos de inteligibi-
lidad, paradigmas, que pertenecen con derecho a una disci-
plina que no dejará, a partir de este momento, de trabajar.
Del mismo modo, la sociología posterior va a proseguir su
construcción e innovación, basándose en las posibilidades de
cada contexto social y cultural nacional específico. Después
de 1914, fundamentalmente, la sociología se construye del
otro lado del Atlántico.
"Sobre la dificil introducción de Weber en la sociología francesa, véase
M. Hirschhorn, Max Weber et la sociologie franfaise, París, L'Harmatann,
1988.
34 C. Bouglé y J. Rafault, Éléments de sociologie, París, Alean, 1939.
49
 Capítulo III
EL DESARROLLO
DE LA SOCIOLOGÍA EMPÍRICA MODERNA

1. UN PERIODO DE MADURACIÓN
Siempre es delicado proceder a una periodización. Los histo-
riadores conocen muy bien este problema: tienen tendencia
a hacer comenzar el siglo xix en 1789 y a terminarlo en 1914.
Nuestra tesis es que la sociología experimentó una fase de
maduración que se extendió aproximadamente desde fines
de la Primera Guerra Mundial hasta la mitad de la década
del '50.
Esta segmentación es arbitraria. En ciertos casos, puede
llegar a juntar dos generaciones sucesivas. Sin embargo, nos
parece la más pertinente desde el punto de vista de la
construcción de la sociología.
Podemos plantear distintos elementos de justificación,
internos o externos:
a) En los umbrales de la Primera Guerra Mundial se fundó
la sociología. En el período posterior, se desarrolló: aparecie-
ron nuevas revistas, tanto en los países en los que se trabajó
inicialmente como en Europa central y América latina. La
inserción en la Universidad se reforzó, aunque no de manera
pareja: era fuerte en los Estados Unidos, en donde se abrieron
muchos departamentos universitarios y en Alemania, donde
se crearon muchos cursos de sociología;' sin embargo, siguió
siendo débil en Francia y en Inglaterra, hasta mitad de los
años cincuenta. 2 Sin embargo, si bien este desarrollo innovó
' Dirk Kásler, Die frühe deutsche Soziologie 1909 bis 1934, op. cit.,
reseña 40 creaciones directas o indirectas (por adjunción del título de
"sociología") de cátedras de sociología en los establecimientos de enseñan-
za en Alemania, entre 1919 y 1933 (p. 626-628).
2 Antes de la Segunda Guerra Mundial, no había más que cinco cátedras

51
en el plano de los métodos y de los modos de enfocar los
problemas, todavía no creó lo que sería la característica
dominante del período siguiente, una segmentación y una
mayor autonomía de los campos de investigación. Por supues-
to que los temas de estudio se fueron individualizando (la
ciudad, el trabajo, la coexistencia de las minorías étnicas, los
grupos marginales, etc.) pero lejos de circunscribirse a ellos,
la sociología siguió manteniendo relaciones estrechas con las
disciplinas que, según los contextos nacionales, acompañaron
su desarrollo: filosofía, ciencias de la cultura y derecho en
Alemania; etnología e historia en Francia; psicología social y
antropología cultural en Inglaterra y en los Estados Unidos.
b) El período que se extiende desde la Primera Guerra
Mundial hasta mediados de los años cincuenta tuvo una
unidad sociopolítica bastante fuerte. Estuvo marcado por el
ascenso irresistible del totalitarismo y el uso del terror,
directo (los campos de deportación y de exterminio) o indirecto
(la Guerra Fría y el equilibrio nuclear), como modos de acción
política. Esta profunda transformación del contexto social y
político, sus ambigüedades (la Revolución de Octubre fue para
muchos una fuente de esperanza y el Ejército Rojo el triunfan-
te sobre el nazismo), sus apelaciones (la Guerra Civil Españo-
la y la Resistencia hicieron salir a muchos intelectuales de sus
despachos), no impactaron en la sociología solamente desde el
exterior. Fueron, al mismo tiempo, una causa de división y de
integración: de división con el uso que la III Internacional
hizo de la ciencia como campo de lucha ideológica y de
enfrentamiento entre la "ciencia proletaria" y la "ciencia
burguesa"; de integración a causa de la emigración forzada de
intelectuales europeos que, en general, fueron recibidos por
los Estados Unidos y desempeñaron un papel mucho más
importante porque, con frecuencia, se hicieron cargo de
importantes responsabilidades internacionales.
de sociología en Francia: una en el Collége de France (Marcel Mauss), dos
en la Sorbona (Marcel Halbwachs y Albert Bayet), una en Burdeos (Max
Bonnafous) y una en Estrasburgo (Georges Gurvitch). Los filósofos, en el
marco del certificado "moral y sociología" de la licenciatura en filosofía,
enseñaban contenidos de sociología (fuente, J. Heilbron, Les métamorpho-
ses du durkheimisme, 1920-1940, en Revue franqaise de Sociologie, vol.
XXVI, No. 2, 1985, p. 203-237). Para la misma época, en Inglaterra,
únicamente la London School of Economics poseía un departamento y una
cátedra de sociología (R. E. Kent, A History of British Empirical Sociology,
op. cit., p. 125).
52
Por ejemplo, Pitrim A. Sorokin (1880-1968), ruso, ex secretario
de Kerenski, exiliado en 1922, se instaló en los Estados Unidos en
donde fundó el departamento de sociología de la Universidad de
Harvard (1931) y se convirtió en el presidente de la American
Sociological Association entre 1963 y 1968; Paul Lazarsfeld (1901-
1976), nacido en Viena, doctor en matemáticas aplicadas, emigró a
los Estados Unidos en 1931 y fundó, en 1940, en el departamento
de la Universidad de Columbia, una sección de investigación
aplicada a las ciencias sociales en donde puso a punto los principa-
les métodos de la investigación moderna mediante cuestionarios;
Georges Gurvitch (1894-1965), ruso, profesor de la Universidad de
Monsk, participante de la Revolución de Octubre, pero que estaba
a favor de un socialismo democrático, tuvo que exiliarse en 1920.
Enseñó durante tres años en la Universidad de Praga, en 1925 se
estableció en Francia y defendió su tesis en 1932; en 1935 fue
nombrado en la Universidad de Estrasburgo. Cuando sufrió ame-
nazas, en 1941, se refugió en los Estados Unidos y publicó en 1946,
con la colaboración de los principales sociólogos norteamericanos,
una obra de síntesis, La sociología en el siglo xx. Cuando volvió a
Francia dirigió el primer laboratorio moderno de sociología, el
Centro de Estudios Sociológicos (1946), fue nombrado profesor en
la Sorbona en 1949 y, finalmente, fundó los Cahiers internationaux
de Sociologie (1954) y, en colaboración con Henri Jeanne, la Asocia-
ción Internacional de Sociólogos de Lengua Francesa (1958).
Si bien no todos los sociólogos que emigraron tuvieron
carreras tan excepcionales en el plano institucional, tuvie-
ron un papel muy decisivo en la fusión interna de las diversas
tradiciones sociológicas, especialmente alemanas y anglo-
sajonas: esto es lo que sucedió con Theodor Adorno, Max
Horkheimer, Karl Manheim, Herbert Marcuse y Alfred
Schutz, cuyas posiciones intelectuales analizaremos más
ade-lante.
c) Finalmente, este período consagra la profunda ruptura
entre la ciencia moderna y la ciencia clásica, iniciada a
comienzos del siglo con las nuevas teorías fisicas de la
relatividad y de los quanta. Éstas no tuvieron un efecto
directo sobre la sociología, pero destruyeron definitivamente
las bases natruralistas que habían sido su fundamento en el
siglo pasado. Con el desarrollo paralelo de la lógica matemá-
tica moderna y del pensamiento axiomático que generó, la
nueva física encontró en el positivismo lógico del Círculo de
Viena3 una de sus expresiones epistemológicas: la ciencia era
3 El Círculo de Viena es el nombre que se le dio a un grupo de filósofos,
de lógicos y de físicos que se reunían en Viena a comienzos de los años 1920
53
presentada como un lenguaje de descripción de lo real, cuya
sintaxis había que construir y cuyo léxico era preciso depu-
rar, para distinguirla claramente de la metafísica y trabajar
para su construcción unitaria. Esta prevalencia del pensa-
miento formal, esta desconfianza en las generalizaciones
vacías o las descripciones literarias, les dieron un tono nuevo
a las investigaciones que, realizadas en campos vecinos, en
un momento dado llegaron a la sociología: nos referimos a la
lingüística saussuriana o a la fonología estructural, a la ci-
bernética y a la teoría de los sistemas, a la teoría de los juegos
y al análisis de las decisiones. Sobre todo, plantearon las
bases de la utilización en sociología de las matemáticas
variadas, al lado de las estadísticas que estaban en pleno
furor.
Simétricamente, en este período se experimentó una pro-
funda renovación de lo que podría denominarse pensamiento
hermenéutico. Su objetivo no era comprender las estructuras
latentes, sino descifrar significaciones y dar cuenta de la
especificidad de la experiencia humana. Sus fuentes fueron
de diferente tipo y, al mezclar o separar las aguas, también
proporcionaron una tonalidad nueva al discurso de las cien-
cias humanas: la fenomenología de Husserl (especialmente
en su segunda versión), la filosofía existencial de Heidegger,
el existencialismo francés, el marxismo austrohúngaro, el
psicoanálisis, revolucionaron el campo de las referencias
filosóficas y psicológicas de la sociología: en los países más
receptivos a esta relación, como Alemania y los Estados
Unidos, ejercieron una influencia decisiva en la sociología.
En los Estados Unidos, la simbiosis tradicional entre sociolo-
gía, psicología social y antropología cultural constituyó una
posibilidad, un terreno fértil para la penetración del psicoa-
nálisis en las ciencias sociales facilitado, por otra parte, por
el exilio de muchos psicoanalistas austríacos y alemanes.
Una vez decidido que el período es éste, ¿qué elementos
conviene considerar desde el punto de vista de la construc-
ción de la sociología? Es evidente que pasar revista a trabajos
cuya cantidad de autores se multiplica es mucho más difícil
que en el período anterior.
y que tuvo una influencia determinante sobre la epistemología y la teoría
de la ciencia en el siglo xx (véase A. Soulez (ed.), Manifeste du Cercle de
Vienne et autres écrits, París, PUF, 1985).
54
¿Hay que seguir insistiendo con las escuelas nacionales? La
situación ahora es muy diferente de la de la preguerra de 1914.
Durante la República de Weimar, en Alemania se produjo un fuerte
desarrollo de la sociología que se reveló tanto en su inserción
universitaria como en la diversidad de su producción. Si bien obras
como las de Max Scheller (1874-1928) o la de Karl Mannheim
(1893-1947), sentaron las bases de una sociología del conocimiento,
si bien la fenomenología de Husserl fecundó la sociología compre-
hensiva gracias, sobre todo, a Alfred Schutz (1899-1959), no se
asiste, de parte de una "Escuela alemana de Sociología" a una
innovación significativa en el proceso de construcción de la discipli-
na. De hecho, ésta se produjo indirectamente, a través de la
influencia que ejercieron estos autores sobre la sociología norte-
americana.
En un contexto diferente, marcada por su debilidad institucio-
nal, diezmada por la cantidad de relevos y la crisis de incorporacio-
nes, la Escuela Francesa de Sociología se perpetuó pero perdiendo
fuertemente su unidad. 4 Por supuesto que Frangois Simiand (1873-
1935), Maurice Halbwachs (1877-1945), Maurice Mauss (1872-
1950) prosiguieron el programa durkheimiano, aunque con modi-
ficaciones y completándolo. Mauss, junto con el Dr. Paul Rivet,
director del Museo del Hombre y de Lucien Lévy-Bruhl, influyó de
manera determinante en la formación de una nueva generación
de etnólogos que le dio durante mucho tiempo una fuerte identidad
a la etnología francesa: Maurice Leenhart, Marcel Griaule, Alfred
Métraux, Roger Bastide, Claude Lévi-Strauss, Georges Balan-
dier... Sin embargo, la sociología francesa no experimentó una
renovación comparable hasta 1950.
Hablar de escuelas nacionales ya no tiene el sentido
fundador que había tenido en el período anterior. Por el
contrario, apareció una nueva forma de escuela: en gene-
ral, se trataba de agrupaciones de sociólogos, en un instituto
universitario común, que practicaban, sobre un período
determinado y con una visión editorial fuerte, el mismo
estilo de sociología o una sociología con el mismo compro-
miso filosófico.
Éste es el caso, por ejemplo, de lo que se convino en
denominar la Escuela de Francfort y la Escuela de Chicago.
En un nivel menor, también se puede hablar de la Escuela de
Columbia. Las precariedades institucionales de Francia no
permitieron que se produjera un fenómeno de este tipo.
Solamente el efímero Collége de Sociologie (1937-1939) fun-
dado al margen de las instituciones universitarias y con
4 Véase el muy detallado artículo de J. Heilbron, citado más arriba.
55
vínculos con el surrealismo, la etnología y la fenomenolo-
gía de Georges Bataille, Jules Monnerot, Roger Caillois y
Michel Leiris, podría acercarse a ese tipo de agrupa-
miento.
Estas escuelas fueron, efectivamente, los lugares en los
que se construyó la sociología durante este período. Pero las
modalidades no fueron siempre las mismas y, por consiguien-
te, la comparación no es sencilla: el compromiso filosófico y
político de la Escuela de Francfort no tenía mucho que ver con
la invención metodológica y paradigmática de la Escuela de
Chicago. La innovación también podía provenir de otra parte.
Por lo tanto, necesitamos plantear un criterio. En el mismo
sentido que en el capítulo precedente, seguiremos el siguien-
te: ¿qué aporta de nuevo este período en la manera con la que
la sociología interroga, problematiza y construye su objeto?
Así, surgen dos direcciones fundamentales: la constitución de
una real sociología empírica y la cristalización de nuevos
"programas" que oponen alas variantes de una preeminencia
de las estructuras, por una parte, las alternativas del sentido
y, por otra, de la historia. A estos temas dedicaremos este
capítulo y el próximo.
II. EL NACIMIENTO
DE LA SOCIOLOGÍA EMPÍRICA
• 1. Las diversas técnicas y procedimientos de recolección, de
procesamiento y de análisis de datos que caracterizan la
sociología empírica moderna comenzaron a utilizarse en los
Estados Unidos durante este período. Aunque esta afirma-
ción puede parecer exagerada, es perfectamente verdadera
si entendemos por "sociología empírica moderna" la puesta
en práctica y el dominio por parte de un cuerpo profesional
de un conjunto de herramientas y de procedimientos conside-
rados parte integrante de su actividad científica normal y
regular.
Si se la entiende en un sentido más amplio, como recolec-
ción de datos por medio de encuestas y censos, esta sociología
tiene sus raíces en el movimiento de observación de lo social
cuyo surgimiento en el siglo xix ya estudiamos. Éste estaba
lejos de su interrupción en los albores de 1880. Se perpetuó
hasta la Primera Guerra Mundial y adquirió formas diver-
sas. Vinculado al refuerzo de las administraciones estatales,
56
el aparato estadístico se desarrolló y se diversificó: en Fran-
cia, por ejemplo, la creación de la Oficina del Trabajo, en
1891, instituyó un observatorio oficial de la clase obrera que
publicó diferentes encuestas a partir de 1894. 5 El estableci-
miento de monografías obreras dentro del movimiento le-
playsiano prosiguió, mientras que en Inglaterra la tradición
de Booth fue perpetuada por las investigaciones de Rowtree,
Bowley y otros seguidores. 6 En Alemania, a pesar del desa-
rrollo más tardío (las primeras grandes encuestas son de
1875)7 se inició un movimiento importante de investigación
por iniciativa de universitarios, editores, funcionarios y algu-
nos industriales agrupados en la organización Verein für
Sozialpolitik, de la que participó activamente Max Weber.
Sin embargo, el punto decisivo sigue siendo el divorcio
entre la encuesta social y la sociología. Como declaraba
Raymond A. Kent, refiriéndose a Inglaterra:
"Parecería que las bases de una sociología empírica plena-
mente moderna, basada en los planos analítico y teórico,
fuesen a surgir, de pronto, desde varios lados. Pero cada
promesa, finalmente, es un paso en falso." 8
La situación en Alemania, aunque diferente, tuvo el mis-
mo resultado.
La proximidad entre la investigación y la sociología ahí fue más
importante. Ferdinand Tónnies, en oposición a una estadística
social descriptiva, que procedía por ciega acumulación de cifras,
intentó fundar, con el nombre de "sociografia", una verdadera
sociología empírica, que iba por inducción de los datos a las leyes.
Dedicó a esto una gran parte de su actividad, multiplicando las
cifras y los entrecruzamientos. No obstante, el resultado, a falta de
herramientas matemáticas suficientes para realizar los procesa-
mientos deseados, por la complicación de los desarrollos, por la
5 Fuente, Michéle Perrot, Les Bonneff et l'enquéte sociale au début du
siécle, Introduction á la réedition de Ileon et Maurice Bonneff, La uie
tragique des trauailleurs, 1908.
Fuente, D. Caradog Jones, Evolution of the social survey in England
since Booth, The American Journal of Sociology, 1941, p. 818-825.
' Se trata de una encuesta sobre las condiciones de vida en las fábricas,
encargada por el Reichstag y de una sobre los obreros agrícolas, que
condujo Theodor von der Goltz, solicitada por el Congreso de los propieta-
rios de la tierra (fuente, A. Oberschall, Empirical social research in
Germany-1848-1914, París, La Haya, Mouton, 1965, p. 19).
A history of British empirical Sociology, op. cit., p. 74.
57
incapacidad para asociar esta dirección empírica a la conceptuali-
zación teórica adelantada, por otra parte, por el autor, finalmente
terminó en un fracaso relativo. 9
Por su parte, Max Weber participó del movimiento de Verein flir
Sozialpolitik, para el que dirigió directa o indirectamente, varias
encuestas. Los mejores trabajos de la época, los de Paul Góhre, que
se hizo contratar durante tres meses en una fábrica de máquinas
herramientas en Chemnitz, en 1890, eran bien conocidos por él, ya
que había mantenido relaciones personales con los autores.' ° Él
mismo participó directamente de una gran encuesta lanzada en
1907 por el Verein, bajo la dirección de su hermano, Alfred Weber,
para estudiar el efecto del trabajo industrial sobre las capacidades
físicas e intelectuales de los trabajadores. Bajo el impulso de Max
Weber, este trabajo tomó dos direcciones radicalmente nuevas: por
una parte, se sometió a una verdadera problemática teórica;"
por otra parte, procedió por medio de cuestionarios dirigidos direc-
tamente a los trabajadores y no, como en las encuestas de la época,
llenados por intermediarios. Sin embargo, el resultado fue un
fracaso: los encuestadores contratados para distribuir los cuestio-
narios y recoger la información complementaria en las empresas se
enfrentaron con la indiferencia de los obreros que completaron
menos del 10% de los cuestionarios."
De este modo, a pesar de la ingeniosidad de unos y de los
esfuerzos de otros, también en Alemania los lineamientos
visibles de una sociología empírica no lograron fundar una
verdadera orientación de investigación capaz de transformar
ampliamente el modo de ejercicio de la sociología. Durante el
período siguiente, y mientras no se hizo sentir la influencia
norteamericana, la situación de la sociología europea no
evolucionó fundamentalmente en este sentido. El divorcio
9 Retomamos el estudio de Antony Oberschall,
Empirical research in
Germany, op. cit., p. 51-63.
lo P. Góhre, Drei Monate Fabrikarbeiter, Leipzig, 1891; A. Levenstein,
Die Arbeierfrage, Munich, 1912.
" Max Weber la presentó de este modo en frases que no dejan de
recordar La ética protestante: "La presente investigación tiene como
objetivo establecer lo siguiente: por un lado qué influencias el estableci-
miento industrial a gran escala ejerce sobre la psiquis individual, la suerte
profesional y el estilo de vida de su fuerza de trabajo, qué cualidades físicas
y psíquicas ayuda a desarrollar en ella y cómo se manifiestan en la
conducta de la vida cotidiana de los trabajadores. Por otro lado, cómo el
desarrollo actual y potencial, en el futuro, de una industria a gran escala
está limitado por las características de los trabajadores por su origen
étnico, social y cultural, sus tradiciones y su modelo de vida." Fuente, A.
Obershall, op. cit., p. 114.
12 Ibid., p. 113-131.
58
entre la encuesta social y la sociología va a perpetuarse:
excepto en el caso de la etnología, la Escuela francesa siguió
conservando la tradición de relación indirecta con los hechos
y la sociología alemana mantuvo su interés prioritario por la
teoría, aun cuando la Escuela de Francfort haya puesto en
práctica un programa de investigaciones empíricas. 13 En
cuanto a Inglaterra, al lado de la tradición iniciada por Booth,
va a aparecer una forma de investigación totalmente origi-
nal, bautizada por sus fundadores como mass obseruation.
Iniciada por un etnólogo, Tom Harrison, y un periodista, Char-
les Madge, su objetivo era comprender las costumbres cotidianas
de las clases populares para "poner por escrito sus leyes y hacer
visibles sus fuerzas no visibles". Su originalidad era doble: en el
método y en el objeto. Harrison y Madge usaron voluntarios que
aceptaron apuntar todos los días sus observaciones, 30 en 1937, un
millar en 1939, a los que se agregaron observadores de tiempo
completo, encargados de estudiar más precisamente una ciudad
industrial del norte de Inglaterra. Sustituyeron los temas anterio-
res del trabajo o de la pobreza por los de la vida, el tiempo libre y
los comportamientos cotidianos: fumar, ir al pub, seguir los parti-
dos de fútbol." Sin embargo, a pesar de esta originalidad y de la
diversidad de técnicas de observación usadas, el insuficiente rigor
de la manera de trabajar y la ausencia de fundamentos teóricos no
permitieron llenar la distancia entre descripción y explicación.' 5
• 2. La sociología empírica moderna nació, realmente, en los
Estados Unidos. Ésta no escapó mágicamente de las dificul-
tades que acabamos de reseñar. Sin embargo, fue capaz de
construir una tradición de investigación nueva que pudo
inscribirse en el marco de una disciplina académica, partir a
la conquista del siglo y crear el primer cuerpo de sociólogos
profesionales.
El mejor ejemplo de esta especificidad es el itinerario profesio-
nal de un sociólogo como Robert E. Park, fundador de lo que se
convino en llamar la Escuela de Chicago: nació en 1864, el mismo
año que Weber y justo seis años después que Durkheim, pero
empezó a trabajar en la Universidad sólo en 1914. Antes de los
estudios realizados en la Universidad de Michigan había sido
periodista y luego estudió en Harvard y Heidelberg, donde tuvo
13Véase capítulo siguiente.
14 T. Harrison y C. Madge (eds.), First Year's Work, 1937-1938, Mass
Observation, Lindsay, Drummond, 1938.
is Véase A history of British empirical Sociology, op. cit.,
p. 117-120.
59
como profesor al filósofo neokantiano Windelband y al sociólogo
Georg Simmel, con quien realizó su doctorado en 1904. De regreso
a los Estados Unidos, Robert Park continuó sus actividades como
periodista y luego se instaló en el Sur, entre 1905 y 1914, donde fue
secretario de Boker T. Washington, líder de una asociación de
defensa de los negros." Al entrar a la universidad a los 59 años,
Park dejaba toda una carrera detrás suyo. Pero, justamente, esto
le permitía, en relación con sus colegas de Chicago, crear un
verdadero programa de investigación.
Distintas condiciones explican el surgimiento de este tipo
de sociología en los Estados Unidos. Un contexto social
favorable, sin ninguna duda: una sociedad joven, en perpetua
construcción, en la que las sucesivas olas migratorias se
instalaron primero en las grandes ciudades del este y cons-
truyeron barrios marcados por su cultura de origen, definie-
ron un campo permanente para las investigaciones sobre los
diferentes problemas de la coexistencia de las minorías
étnicas, la constitución de las marginalidades y la estructu-
ración de las comunidades; un desarrollo de formas moder-
nas de gestión de las empresas, de las administraciones, de
los grandes grupos que abrieron el mundo del trabajo a los
investigadores, ya no para denunciar las condiciones de vida
de los trabajadores, sino para analizar las estructuras de las
organizaciones y de los papeles de los diversos operadores.
Pero este contexto no bastaba. Para que surgiera una socio-
logía empírica real se precisaban otros elementos: que se
apelara regular, normal y, a veces, masivamente, a la compe-
tencia de los sociólogos o de sus pares para hacer estudios de
campo de estos problemas; un funcionamiento lo suficiente-
mente laxo del sistema universitario que permitiera la fecun-
dación recíproca de los trabajos teóricos y de las investigacio-
nes empíricas, el paso fácil y no problemático de un interés al
otro, la posibilidad simultánea —de la que Park fue el ejemplo
perfecto— de una incursión en cada uno de los dominios; una
inserción universitaria lo sobradamente amplia como para
permitir la constitución suficientemente duradera de polos
de investigación, de redes internacionales, de instancias de
debate y de regulación que hicieran posible, finalmente, la
existencia, por imprecisas que fueran sus fronteras, de la so-
ciología como disciplina académica, es decir, como disciplina
que se enseña, capaz de constituir para el estudiante, el
" Fuente, W. Burgess, In Memoriam Robert E. Park, 1894-1944, The
American Journal of Sociology, 1944, p. 478.
60
practicante, el investigador, el profesor, un bagaje de refe-
rencias y de acciones comunes.
Es verdad que (aun cuando sus resultados a veces hayan sido
poco seguros y decepcionantes) la sociología norteamericana pudo
instaurar progresivamente estas diversas condiciones. A comien-
zos del siglo xx, su institucionalización era muy avanzada respecto
de la de otros países: se enseñaba, de alguna forma, en 227
instituciones de enseñanza superior y había más de 220 profesores.
Los cursos (Sociología general, Teoría sociológica, Patología social,
etc.) la definían como una disciplina autónoma, más caracterizada
por su objeto y por los problemas a los que apuntaba que por su
método. Sin embargo, pocos profesores tenían en esa época una
formación como sociólogos. El rápido uso de manuales (textbook)
tuvo un papel predominante en la fijación de la disciplina. A partir
de 1901, sobre unos cien libros recomendados por los profesores,
surgieron una cantidad de títulos. El más usado era el escrito por
Albion W. Small (el fundador del departamento de sociología de
Chicago) y G. E. Vincent: An Introduction to the studies of Society
(1894). Como la mayor parte de los textos de esa época, insistía en
los fundamentos generales y las grandes divisiones de la sociología:
1. Origen y extensión de la sociología. 2. La historia natural de una
sociedad. 3. Anatomía social. 4. Fisiología y patología social. 5.
Psicología social."
Todavía no había un verdadero cuerpo doctrinal y Small
era consciente de ello:
"La sociología era más un intenso deseo que un corpus
sustancial de conocimientos, un punto de vista determinado
o un riguroso método de investigación. Era más bien una
incitación a seguir algunas pistas prometedoras, a ver adón-
de podían llevar, más que un cuerpo bien establecido de
resultados científicos (...) Ni en 1893, ni en 1901, la sociología
podía pretender ser un cuerpo de doctrina, un punto de vista
o un método de investigación." 18
A pesar de lo severas que suenan estas palabras retrospectivas
(1916), no hay que subestimar la extrema importancia del uso de
los manuales en el establecimiento de la disciplina. A lo largo de su
historia y hasta hoy, la sociología norteamericana, por poco acadé-
mica que parezca para la mirada europea, le concedió una impor-
tancia decisiva a su enseñanza: cada período vio nacer decenas de
manuales que contribuyeron a integrar la herencia antigua y los
" La información que proporcionamos en este párrafo está sacada de
J. G. Morgan, Courses and Texts in Sociology, Journal of History of
Sociology, 1983, 1, p. 42-65.
" Citado por J. G. Morgan, p. 57-58.
61
nuevos intereses y a construir la matriz disciplinar de la sociolo-
gía." Antes de la Primera Guerra Mundial, como recordaba Small,
se trataba de concitar un interés común, pero las cosas cambiaron
significativamente en el período siguiente: había que inscribir a la
sociología en una perspectiva decididamente científica. El manual
elaborado por Robert E. Park y Ernest W. Burgess, Introduction to
the Science of Sociology (1921) inició esta nueva perspectiva y
constituyó una de las grandes referencias de la sociología norte-
americana moderna: con más de mil páginas, se vendieron más de
treinta mil ejemplares entre 1921 y 1943, algo totalmente excepcio-
nal para la época y para el tipo de obra.
El libro se divide en 14 capítulos. Salvo el primero ("La sociolo-
gía y las ciencias sociales"), el resto tiene siempre la misma
estructura: una introducción rápida, una importante elección de
textos agrupados temáticamente, una conclusión en forma de estado
de la cuestión, acompañada por la bibliografía, temas de trabajo
escritos y preguntas. Se proporcionan referencias de más de mil
autores, entre los que ocupan un lugar especial Simmel, Tarde,
Thomas, Durkheim y Cooley. Simmel (con quien Park había hecho
su doctorado) es nombrado 29 veces y se citan 10 textos; en cambio,
Weber sólo es mencionado tres veces.» Las partes iniciales de los
capítulos no están dedicadas a las generalidades filosóficas o a las
clasificaciones inspiradas en la biología para establecer categorías
nuevas, directamente asociadas a las temáticas de investigación
que se desarrollan en el mismo período: naturaleza del Hombre
(cap. II), agrupación y sociedades (cap. IV), aislamiento (cap. V),
contactos sociales (cap. VI), interacción social (cap. VI), asimilación
(cap. XI), control social (cap. XII). El primer capítulo divide la
historia de la sociología en tres momentos: el de Comte y Spencer,
que es una "filosofía de la historia"; el de las "escuelas", en el que
la sociología se dispersó en diversas escuelas y se esforzó por definir
su punto de vista y, finalmente, el del estudio y la investigación en
la que se encontraba en ese momento:
"La sociología actual está frente a la situación en la que
estaba la psicología antes de la introducción de los métodos
de laboratorio, en la que estaba la medicina antes de Pasteur
y la teoría microbiana La sociología ahora está en camino
(...)
de convertirse, de una u otra manera, en una ciencia experi-
19 Para un estudio comparativo de los manuales, véase el artículo de E.
D. McCarthy y R. Das, American sociology's idea of itself: a review of the
textbook literature from the turn of the century to the present, History of
Sociology, vol. 5, n° 2, 1985, p. 21-43.
" Antes de 1940 Weber era conocido en los Estados Unidos por una
minoría de sociólogos que, en general, se dedicaban a la teoría y que habían
estado en Alemania, como Talcott Parsons (véase J. Platt, Weber's verste-
hen and the history of qualitative research: the missing link, The british
Journal of Sociology, vol. XXXVI, n° 3, 1985, p. 448-466).
62
mental. Esto se producirá en cuanto pueda plantear los
problemas que existen de tal manera que los resultados de un
caso establezcan lo que puede y debería ser proporcionado
sobre otro. En cada campo de la vida social se llevan a cabo
experiencias, en la industria, en la política, en la religión. En
todos estos campos la gente está guiada por una teoría
implícita o explícita de la situación, pero esta teoría no está
abiertamente expuesta como hipótesis, ni sometida a prueba
con casos negativos". 2'
Esta preocupación por insertar a la sociología en una
perspectiva experimental está ligada a la palabra durkhei-
miana de regla, ya que Las reglas es una de las cuatro obras
de metodología general de referencia en el manual. 22 Pero
mientras en Durkheim estaba asociada a un enfoque exclu-
sivamente causal, importado de las ciencias naturales, en la
sociología norteamericana se combinó con una gran diversi-
dad de fórmulas metodológicas, que dieron lugar tanto a
estudios puntuales o a trabajos universitarios limitados
como a importantes investigaciones que pusieron a prueba el
abanico cada vez más amplio de técnicas de investigación.
Más aún, nutrió un debate metodológico y epistemológico
permanente que, por la mediación de diversas corrientes del
pensamiento y de sus conflictos, logró la sistematización y la
codificación de una cierta cantidad de procedimientos.
III. CONSTITUCIÓN
DE UNA TRADICIÓN COMPLEJA
• 1. El surgimiento de la sociología moderna, en Francia yen
Alemania, independientemente de cualquier otro factor, es-
tuvo marcado por la intensidad del debate y de la reflexión
epistemológica. En los Estados Unidos se produjo un fenóme-
no idéntico en el período entre guerras. Los fundadores de la
sociología norteamericana de comienzos del siglo, Albio W.
Small (1854-1926), Flanklin H. Giddings (1855-1931), Ed-
ward A. Roas (1866-1951) y Charles H. Cooley (1864-1929)
R. E. Park y E. W. Burgess, Introduction to the science of sociology,
3° ed. Chicago, The University of Chicago Press, 1969, p. 44-45.
" Con A. B. Small, The meanings of Social Science, Chicago, 1910: J.
H. Bridges, Illustrations of Positivism, en Methods of Research, Chicago,
1915 y W. I. Thomas y F. Znaniecki, The polish peasant in Europe and
America, I. Methodological Note, Boston, 1918-1920
(op. cit. p. 58).
63
tuvieron un papel histórico determinante: habían favorecido
la institucionalización de la disciplina (especialmente Small
en Chicago y Giddings en Columbia) y, al mismo tiempo, le
imprimieron algunas de sus características fundamentales:
la preocupación por convertir a la sociología en una disciplina
positiva y la reticencia a separar lo social de lo psicológico y
de lo cultural. Pero esto no tuvo como consecuencia grandes
debates.
A la inversa, la entrada en el período de la "sociología
experimental" de la que hablaban Park y Burgess en su
manual, dio lugar a la producción de numerosos trabajos
empíricos y a un debate prolongado sobre los métodos a
utilizar en sociología. La conclusión de este debate suele
resumirse de este modo: los sociólogos de Chicago, fundado-
res y defensores de una metodología cualitativa, que privile-
giaron los estudios de caso y que recurrieron a técnicas de la
observación y a relatos de vida fueron suplantados por los de
Columbia, promotores de una metodología cuantitativa que
puso en primer plano, a través de cuestionarios y de entrevis-
tas estandarizadas, escalas de actitudes y de opiniones, la
operacionalización de los conceptos y el tratamiento estadís-
tico de las variables. El propio debate se había iniciado a
mediados de los años veinte, con un ataque contra el método
de estudio de casos. Prosiguió durante veinte años y opuso,
por un lado, a los partidarios de un pluralismo metodoló-
gico y, por otro, a los que se calificaron a sí mismos como
"operacionalistas". 23 Institucionalmente, quedó marcado
por una fuerte crisis dentro de la Asociación norteamerica-
na de Sociología que, en 1935 decidió no considerar más a
The American Journal of Sociology, controlado por el
departamento de Chicago, como su órgano oficial, y fundar
una revista independiente, The American Sociological
Review.
El debate y el modo con que finalizó pueden dar lugar a
diversas interpretaciones: sustitución de un "paradigma" por
otro, con el surgimiento, después de 1940, del funcionalismo
estructural de la Escuela de Columbia;" lucha "política"
u Una puntualización reciente sobre este debate se propone en el
artículo de Richard Evans, Sociological Journals and the "Decline" of
Chicago Sociology: 1929-1945, History of Sociology, vol. 6, 2-7,1-7, 2, 1986-
1987, No. 1-2, p. 109-129.
24 H. Kuklick, A scientific revolution: Sociological Theory in the United
States, 1930-1945, Sociological Inquiry, vol. 43, 1973, p. 3-22.
64
contra la hegemonía del departamento de sociología de la
Universidad de Chicago, que en ese momento era, de lejos, el
más rico y el más poderoso en la disciplina;" transformación
estructural de la sociedad norteamericana después de la
Segunda Guerra Mundial. 26 Sin embargo, en realidad es algo
más sutil y da cuenta de la riqueza de una tradición que, lejos
de limitarse o de complacerse con los enfrentamientos entre
partidarios, multiplicó los puentes, las pasarelas y, como
consecuencia, favoreció la invención metodológica.
Chicago no fue la ciudadela de una escuela doctrinal, exclusiva-
mente centrada en "la ciudad como laboratorio social" 27 y la
práctica de los estudios de caso; desde el comienzo, se abrió
voluntariamente a los enfoques cuantitativos y a la aplicación de
las estadísticas modernas a los fenómenos sociales. La incorpora-
ción a Chicago, en 1927, de William F. Ogburn (1886-1959),
formado en Columbia y, en seguida, una de las figuras más
importantes de la oposición "operacionalista", puede analizarse no
como una dimisión o una aberración, sino como el efecto de una
política departamental, preocupada por dar una mejor enseñanza
a los estudiantes. En efecto, éstos pudieron beneficiarse, desde
1920, de cursos de estadística dictados por un economista, J. A.
Field, que tenía relaciones científicas muy estrechas con Karl
Pearson y su laboratorio de estadística de Londres. A través de
Field, los estudiantes de Chicago se iniciaron en las herramientas
que luego pertenecerían a la sociología cuantitativa. Con la llegada
de Ogburn se constituyó una corriente más fuerte aún, si se
considera que en el vecino departamento de psicología, Thurstone
desarrollaba una teoría operacionalista de las actitudes, cuyo uso
en sociología fue muy eficaz. Uno de sus estudiantes más brillan-
tes, Samuel Stouffer, tuvo un papel fundamental: reemplazó un
tiempo a Thurstone en sus cursos de estadística y dedicó su tesis de
sociología a un estudio comparativo de las actitudes de una mues-
tra de 238 estudiantes frente a la prohibición. Se les pedía, por una
parte, que describieran su vida y que expresaran sus opiniones
sobre el problema y, por otra, que completaran una escala de
actitud construida por Thurstone. El procesamiento de ambos
materiales revelaba una correspondencia importante entre los
25 P. M. Lengermann, The founding of the American Sociological
Review: the Anatomy of a Rebellion, American Sociological Reuiew, , vol. 44,
No. 2, 1979, p. 185-197.
26 A. P. Pirés, La méthode qualitative en Amérique du Nord: un débat
manqué (1918-1960), Sociologie et Sociétés, vol. XIV, No. 1, 1982, p. 16-29.
27 Según el título-programa de un artículo de R. E. Park, The city as a
social Laboratory, 1929, traducido al francés en Y. Grafmeyer e L Joseph
(eds.) L'École de Chicago, naissance de l'écologie urbaine, París, Aubier,
1984.
65
resultados obtenidos pero, además, mostraba la mayor fiabilidad y,
sobre todo, el menor costo de tratamiento cuantitativo. Luego,
Stouffer pasó dos años en Londres y completó su formación estadís-
tica en la escuela más avanzada de la época que, con Pearson, Yule,
Fisher, Bowley, proporcionó a las ciencias humanas sus instru-
mentos fundamentales de análisis cuantitativo: técnicas de mues-
treo, test de significancia, test de correlación, análisis multivaria-
do. En 1935, finalmente, Stouffer fue nombrado profesor en la
Universidad de Chicago. 28
Esta interdependencia de ambas corrientes, incluso dentro del
departamento de sociología de la Universidad de Chicago que, por
otra parte, confrontaban en artículos y obras de metodología,
muestra bastante bien cómo estas posiciones no se consideraban
obligatoriamente irreductibles. Ésta era la opinión de algunos de
sus protagonistas, como Thomas o Burgess, quien, en 1927, es-
cribía:
"Los métodos estadísticos y de estudio de casos no se oponen,
sino que, de hecho, son mutuamente complementarios. Las
comparaciones y correlaciones estadísticas a menudo sugie-
ren pistas para investigaciones a desarrollar según el método
del estudio de casos y los documentos, en la medida en que
revelan procesos sociales, invitarán inevitablemente a la
construcción de índices estadísticos más adecuados. Si, en
cualquier caso, las estadísticas y el estudio de casos pueden
dar su plena contribución como instrumentos de investiga-
ción sociológica, deberían tener un reconocimiento igualita-
rio y sería totalmente oportuno que cada método perfecciona-
ra su propia técnica. Al mismo tiempo, la asociación de los dos
puede, ciertamente, ser muy fecunda." 28
Ahora es posible comprender mejor el hecho de que la
tradición norteamericana posea simultáneamente obras que
insisten en las diferencias (como sucede, según parece, sobre
todo con la corriente "operacionalista", más dispuesta a
proceder a publicaciones centradas en técnicas estándar) y
obras más eclécticas, que se inscriben en la línea que más
arriba definió Burgess. La consecuencia fue una relativa
autonomía del trabajo empírico: si bien los diversos enfoques
o, según la terminología que usamos antes, los diversos
" Para el desarrollo de esta sección, véase Martin Bulmer, The Chicago
School of Sociology, Chicago, The University of Chicago Press, 1984,
especialmente los capítulos 9 y 10.
" E. W. Burgess, Statistics and Case Studies as Methods of Sociological
Research, Sociology and Social Research, 12, 1927, editado en Bulmer, op.
cit., p. 185.
66
programas de la sociología norteamericana tejieron vínculos
más estrechos con cierto método o técnica, éstos siempre
pudieron tener una utilización relativamente independiente,
como en el caso de las grandes encuestas que marcan este
período y constituyen el "tesoro" de la tradición empírica
norteamericana.
• 2. Es dificil dar cuenta de la multiplicidad de trabajos
empíricos producidos en los Estados Unidos durante este pe-
ríodo.3° Se pueden clasificar según su objeto (la segregación
urbana, las comunidades, los grupos delictivos, las actitudes
electorales, la organización del trabajo, las clases sociales),
según su tipo (tesis universitarias, estudios puntuales, im-
portantes investigaciones con una organización compleja),
según su filiación programática (enfoque ecológico —Escuela
de Chicago— que privilegia el estudio de caso in situ de grupos
"naturales"; enfoque culturalista, que antepone el estudio de
comunidades; enfoque funcionalista, que se interesa en pri-
mer término por los sistemas organizativos y por los diversos
papeles que definen; enfoque interaccionista). 3' Elegimos
presentar dos investigaciones, El campesino polaco y El
soldado norteamericano, que son paradigmáticas de esta
época. Pertenecen al núcleo de la tradición norteamericana y
son un ejemplo de la inventiva y de la diversidad metodoló-
gica.
En 1918, William I. Thomas y Florian Znaniecki publica-
ron The Polish peasant in Europe and America. Monograph
oían immigrant group. Aunque en su época fue menos leída
que otros trabajos posteriores, esta investigación —que nunca
fue traducida al francés— con frecuencia es considerada como
el acto de fundación de la sociología norteamericana moder-
na. Es poco anterior al manual de Park y Burgess y la obra
colectiva The city 32 que, en 1925, fue considerada como una
especie de manifiesto de la Escuela de Chicago a la que
Thomas pertenecía.
° El curso dictado por Theodore Caplow en La Sorbona en 1968-1969
permite tener una idea clara de lo que él denomina la "tradición america-
na": L'enquéte sociologique, París, Armand Colin, 1970. (La investigación
sociológica, Barcelona, Laia, 19771.
31 Esta tipología con cuatro términos pertenece a Nicolas Herpin,
Les
sociologues américains et le siécle, París, PUF, 1973, cap. 1 y 2. El autor no
usa el término programa, sino problemática.
n Parcialmente traducida al francés en la recopilación realizada por Y.
Grafmeyer e 1. Joseph (eds.) L'École de Chicago, naissance de l'écologie
urbaine, op. cit.
67
 El trabajo tiene cinco volúmenes que asocian la retranscripción
de datos brutos con síntesis teóricas y comentarios metodológicos.
A través de un material biográfico compuesto esencialmente por
cartas de campesinos polacos, estudia las formas de organización
sociales de este grupo y sus modificaciones cuando son inmigran-
tes. El punto de partida de la investigación fue accidental: William
I. Thomas había obtenido financiamiento de una fundación priva-
da para el estudio de la inmigración europea en los Estados Unidos.
La presencia de una importante colonia polaca en Chicago orientó
las investigaciones hacia ese país. El encuentro con Florian Znaniec-
ki, director de la Sociedad Protectora de los emigrantes en Varso-
via, poeta y filósofo, fue decisiva." Le proporcionó a Thomas los
materiales autobiográficos y le dio a la obra común todo su alcance
epistemológico, gracias a la redacción a cargo de Znaniecki de una
larga nota introductoria de más de ochenta páginas, titulada,
simplemente, "Nota metodológica".
El carácter ejemplar y fundacional de Campesino polaco reside
en su capacidad para articular con rigor las líneas de reflexión de
la sociología norteamericana de la época con un material empírico
de nuevo tipo (los documentos autobiográficos) cuyo alcance teórico
y epistemológico fue analizado minuciosamente en la nota metodo-
lógica introductoria. A diferencia de los trabajos que se refieren a
tradiciones empíricas o teóricas anteriores, que tienden a dejar de
lado un polo a favor de otro, su complementariedad está inscripta
en la propia organización de la obra: una selección de documentos
que sirven de base para el análisis se reproduce in extenso en los
volúmenes I a III: son, por una parte, series de cartas, agrupadas
en tres categorías (correspondencia dentro del grupo familiar,
entre matrimonios, fuera del grupo familiar) y presentadas familia
por familia y, por otra, un largo relato de vida (life record) de un
inmigrante (volumen III). Estos datos brutos están precedidos por
una presentación general de las condiciones de vida del campesino
polaco (vol. I) y seguidos por un análisis teórico del cambio social
que los afectó tanto en Polonia como en los Estados Unidos (vol. IV
y V).
Si bien era algo totalmente nuevo presentar datos brutos de esta
amplitud y apelar a un material autobiográfico para tratar proble-
mas sociológicos, si bien la adjunción a estos datos de una dimen-
sión teórica elimina la carencia clásica de las investigaciones
sociales anteriores, sin embargo es la nota metodológica la que
revela mejor el trabajo de construcción científica que llevaron a
cabo. A pesar de su modesta apariencia, esa nota pertenece con
derecho propio a la corriente de reflexión sobre sí misma por la que
la sociología se construyó como ciencia y que ilustraron, antes que
Sobre este punto, véase el artículo de J. Markiewicz-Lagneau,
33
Florian Znaniecki, Sociologue de l'action sociale et de la méthode analyti-
que, Reuue franfaise de Sociologie, vol. XXIII, 1982, p. 171-193.
68
ella Las reglas del método sociológico o los ensayos epistemológicos
de Max Weber. Allí, la sociología queda claramente distinguida del
sentido común. Su objetivo consiste en dar cuenta de la vida de una
sociedad determinada en su conjunto ("account the whole life of a
given society")." Pero esto sólo puede realizarse a través de "la
operación previa arbitraria de selección y de aislamiento de ciertos
grupos particulares de hechos" (p. 18). Esto quedó como un princi-
pio:
"En cuanto entramos en contacto con los materiales, empeza-
mos a seleccionarlos basándonos en criterios que implican
una cierta cantidad de generalizaciones metodológicas y de
hipótesis científicas. Esto debe hacerse, ya que la realidad
concreta, en su totalidad empírica, no puede ser traspuesta a
la ciencia, no puede ser ni descripta ni expuesta. Tenemos
que limitarnos a algunos datos, importantes en el plano
teórico, pero tenemos que saber cómo distinguir los datos
importantes" (p. 19).
Éste es el problema que la tradición metodológica posterior
denominará la construcción del objeto". No solamente aquí queda
planteado, sino que se proporciona una respuesta totalmente
original: al insistir en la interdependencia entre el individuo y la
organización social, Thomas y Znaniecki proponen los conceptos de
"valor" y de "actitud" para dar cuenta de estos dos polos: es valor
todo objeto social dotado de una significación y que puede provocar
por eso mismo una acción; es actitud toda representación conscien-
te en el individuo de una acción posible. Dar cuenta de lo social
consiste, por lo tanto, en aprehender la articulación necesaria
entre estos dos elementos. Pero esto designa un campo común a
varias disciplinas, que se distinguen según el dominio de estudio
(arte, economía, religión) y según el polo que se pone de relieve:
valores o actitudes. La sociología se distingue porque estudia un
tipo particular de actitudes: las que se organizan como modalida-
des o como reglas (rules) que definen sistemas o instituciones
sociales.
La dualidad de los determinantes de la acción social, objetivos por
un lado (valores y actitudes instituidos como reglas), subjetivos por el
otro (actitudes en general en relación con las reglas) define la
especificidad de la causalidad en ciencias sociales: "La causa de un
valor o de una actitud nunca es un valor o una actitud sola, sino
siempre una combinación entre un valor y una actitud" (p. 44).
Esta combinación explica:
— un modo de ejercicio específico de la causalidad, en la que un
' The Polish Peasant in Europe and America, Boston, Richard G.
Badger, 1918, vol. 1: Methodological Note, p. 18.
69
vínculo de tipo "si A, entonces B" (si mi mujer me engaña, la
abandono) puede producirse o no producirse en cuanto intervie-
nen otros elementos y, sobre todo, en cuanto el sujeto implicado
analiza la situación según otros encadenamientos de causalidad
posible;
—recurrir a la monografía como material que puede presentar
simultáneamente la doble dimensión objetiva (los valores) y subje-
tiva (las actitudes) y designar por comparación de casos ciertas
líneas causales, ciertas "leyes" posibles;
—finalmente, el estatus científico del trabAjo: frente al ideal
nomotético de la ciencia que reconocen los autores, la investigación
que presentan se da un alcance limitado: mostrar de manera
"inductiva" las actitudes y los valores dominantes en un grupo
social concreto. Como tal, esta investigación debe ser continuada
con otros grupos y, sobre todo, con temas cuya importancia había
quedado demostrada, puede abrir las puertas a un trabajo compa-
rativo que ya no recurra al método monográfico, sino a un método
que recorte, que aísle un aspecto determinado (p. 78 y siguientes).
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Research Branch,
Information and Education Division del ejército norteameri-
cano, bajo la responsabilidad del general Frédérick Osborn,
decidió lanzar varias investigaciones con el objetivo de dar
cuenta de la actitud de los soldados frente a los problemas que
plantea la guerra. Este trabajo fue uno de los más importan-
tes de la historia de la sociología empírica ya que movilizó
más de ciento treinta colaboradores científicos. Entre diciem-
bre de 1941 y agosto de 1945 se realizaron doscientos cuaren-
ta y tres encuestas diferentes (a casi quinientos mil soldados).
Se abordaron los temas más variados: actitudes frente al
mando, el sueldo, los relevos, etc.; las preferencias en cuanto
a lecturas, diversiones e, incluso, ¡los regalos de Navidad!
Dieron lugar a unos cien informes que terminaron en la
publicación de cuatro volúmenes titulados Studies in Social
Psychology in World War
De la redacción se encargaron sociólogos y psicosociólogos
directamente implicados, especialmente Samuel Stouffer,
una de las figuras más importantes de la corriente operacio-
nalista. De este modo, mientras El campesino polaco iniciaba
y ejemplificaba una sociología empírica basada en el estudio
monográfico de los materiales biográficos, El soldado norte-
americano presentaba el estado más terminado de un enfo-
u Samuel A. Stouffer et al., Princeton, New Jersey Princeton Univer-
sity Press, 1949.
70
que cuantitativo, que integraba las diversas técnicas de las
escalas de actitudes y del cálculo de los coeficientes de
correlación.
Cada capítulo aísla un problema. Éste puede tener la forma
previa de una relación: "cómo la adaptación personal varía según
las características fundamentales del individuo" (cap. IV); "cómo la
adaptación personal varía según el tipo de experiencia militar"
(cap. V) o puede consistir en el estudio de un recorte: "la movilidad
social dentro del ejército" (cap. VI); "los soldados negros" (cap. X).
En todos los casos, lo que se proporciona se presenta como un
cuadro organizado de hechos, constituido por las respuestas a una
pregunta determinada, por el cruzamiento de varias variables, por
la puntuación de una escala de actitudes, por extractos ilustrativos
de las entrevistas. El fundamento de este modo de presentar los
datos es exclusivamente metodológico. Consiste en considerar dos
cosas: por una parte, que es posible aislar y medir "actitudes"; por
otra, que éstas pueden vincularse significativamente a caracterís-
ticas propias de los individuos (raza, origen, nivel de estudios, etc.)
o a su modo de inserción en la organización estudiada (condición,
arma, experiencia en combate, etc.). El concepto de actitud no es,
como en el caso de Thomas y Znaniecki, solidario con una construc-
ción específica del objeto. Es un instrumento de investigación. En
el capítulo I, "Cómo se produjeron estos volúmenes", Stouffer
explica que si bien no es posible ponerse de acuerdo con una
definición filosófica del término actitud, por el contrario, es desea-
ble utilizarla operacionalmente de manera rigurosa. Así, por ejem-
plo, en el capítulo III, "Cómo varía la adaptación personal al
ejército. Consideraciones preliminares", se expone el siguiente
método:
—definición del concepto de adaptación desde el punto de vista
de la organización implicada (el ejército) y determinación de dos
direcciones fundamentales: el comportamiento no verbal (accesible
a través de diferentes hechos de aceptación o rechazo) y el compor-
tamiento verbal (expresión de una satisfacción o de una insatisfac-
ción accesible por medio del cuestionario de la investigación);
— descomposición de la dimensión verbal en varios componentes
y preparación de preguntas construidas con forma de escala para
poder medirlas;
— cálculo de las medias de las respuestas en cada escala para los
diversos grupos definidos en la población estudiada (oficiales.,
contratados, convocados) y comparación entre estas medias;
—comparaciones estabilizadas, según el método de estandariza-
ción de los grupos, de las medias obtenidas en diversas preguntas
por dos o varios grupos, durante n investigaciones y construcción
de cuadros sintéticos;
71
 — establecimiento, por sistematización de estas comparaciones,
de correlaciones dominantes entre grandes variables, como nivel
de estudio y moral o nivel de estudio y aprobación crítica del
ejército.
Yendo, así, por niveles sucesivos, el método es capaz de efectuar
la síntesis de los datos estandarizados recogidos en encuestas
diferentes y producir relaciones del tipo: un nivel de estudio más
alto implica una mejor adaptación al ejército a pesar de una visión
más crítica de su funcionamiento.
• 3. La sociología empírica norteamericana, construida y
puesta a prueba tanto a través de este tipo de importantes
investigaciones como por la multiplicación de trabajos de
todo tipo, asoció por primera vez invención metodológica y
preocupación epistemológica. Amplió y sistematizó el marco
de las técnicas de investigación y de procesamiento de los
datos que había sido construido anteriormente y sometió su
utilización a una reflexión sobre el interés y el alcance de los
resultados obtenidos. Creó metodologías que perduraron y
que, aunque podían pertenecer a concepciones diferentes,
constituyeron el bagaje común de la disciplina: la tradición
del estudio de casos instituyó una relación con el campo
(observación directa en general) y con los datos (combinación
e interpretación de materiales "simbólicos") que se perpetuó
en direcciones diversas: La del "operacionalismo" , más fácil-
mente formalizable, dio lugar a muchos manuales y a todos
los refinamientos posibles a partir de la evolución paralela de
las estadísticas. La estandarización de la investigación cuan-
titativa fue fuertemente impulsada por el uso cada vez mayor
que hicieron los institutos de sondeo de opinión. Esto tuvo dos
efectos: por una parte, permitió una especie de depuración
progresiva, lograr una formalización relativamente rigurosa
de la lógica de la investigación. 36 Por otra parte, impulsó un
uso instrumental y comercial de una herramienta que, sepa-
rada de una problemática científica de conjunto, terminó
rápidamente en la multiplicación de datos insignificantes, al
mismo tiempo que adquiría la legitimidad que proporciona el
lenguaje matemático y la hegemonía que implica una utiliza-
"Este trabajo fue realizado, sobre todo, por Paul Lazarsfeld, que fundó
el Bureau of Applied Research de la Universidad de Columbia y publicó, en
1955, con Morris Rosenberg una recopilación de textos sobre los métodos
de análisis cuantitativos en ciencias sociales, que se convirtió en una
herramienta importante, The Language of social research.
72
ción fácil y económica. Por consiguiente, no es asombroso que,
a fines del período, ciertos sociólogos, provenientes de la
tradición europea denunciaran esto como un punto débil. La
tendencia a la desaparición de la teoría social a favor de las
manipulaciones matemáticas, a veces infundadas, es algo
que Pitrim Sorokin denunció en 1956 como una "cuantofre-
nia" y una "numerología" que invadieron la sociología y las
ciencias sociales:
"Todos nos convertimos, bajo el reinado de esta epidemia de
cuantrofrenia, en investigadores científicos o en inquiridores
eruditos. Lo único que había que hacer era tomar unas hojas
de papel, llenarlas con preguntas que daban cuenta de todo,
enviar cuestionarios a todos los corresponsales posibles,
recibir las respuestas, clasificarlas de algún modo, computar
el contenido con una máquina de calcular y disponer los
resultados en "tablas" (que tenían que indicar los porcentajes
obtenidos para calcular automáticamente coeficientes de
correlación, índices, correcciones para las desviaciones es-
tándar y otros errores probables), escribir un artículo o un
libro atiborrado de números, de tablas, de fórmulas, de
índices, todas pruebas tangibles de una investigación "obje-
tiva, sistemática, precisa, cuantitativa". Se crearon verdade-
ros ritos en la investigación contemporánea en sociología, en
psicología y en otras ciencias sociales. Una multitud de
técnicos más o menos preparados para ejecutarlos pueden
llevar a cabo mecánicamente estos ritos." 37
37 P. Sorokin, Fads and Foibles in Modern Sociology and Related
Sciences, ed. Henry Regnery Co, Chicago. (1956). [Achaques y manías de la
sociología moderna y ciencias afines, Madrid, Ed. Aguilar].
73
 Capítulo IV
ESTRUCTURAS Y FUNCIONES,
SENTIDO E HISTORIA

En 1953, tres años antes que Pitrim A. Sorokin, Robert K.

Merton constató el divorcio que existía dentro de la sociología
entre la reflexión teórica, la única con sentido y la investiga-
ción empírica, exclusivamente atenta a los hechos.' De esta
manera mostraba la permanencia de un problema que había
aparecido desde comienzos del siglo xxx y que podemos
formular de este modo: ¿cómo puede ser una tesis al mismo
tiempo pertinente y válida? No basta con que la teoría sea
conceptualmente satisfactoria y la descripción empírica rigu-
rosamente verificable para que se establezca este vínculo. No
basta tampoco con que se extraigan las implicaciones filosó-
ficas de un método o se esbocen las consecuencias metodoló-
gicas de una postura teórica para que, por simple afinidad
lógica, se establezca la relación.' De hecho, hay que tener en
cuenta un tercer elemento que, según los autores, se denomi-
na enfoque o paradigma o modo de inteligibilidad.' Se trata
de una manera determinada de construir, tanto teórica como
empíricamente, el objeto de estudio, privilegiando una rela-
ción o una estructura explicativa fundamentales.
Durkheim y Weber, en sus obras fundadoras, Thomas y Znaniec-
ki en la nota metodológica de El campesino polaco, presentaron
esta actitud. Cuando ésta no está presente, la teoría tiende a
Robert K. Merton, Social theory and social structure, The Free Press,
1949 [Teoría y Estructura Sociales, México, Fondo de Cultura Económica].
2 Sobre este tema, ver el artículo de Jennifer Platt, Fonctionalism and
the survey: the relation of theory and method, The sociological Review, vol.
34, No. 3, 1986, p. 501-535, y la discusión a la que dio lugar (artículos de
D. Layder, J. Platt y M. Bulmer, en The sociological Reuiew, vol. 36, No. 3,
1988, p. 441-474.).
J. M. Berthelot, L'Intelligence du social, op. cit., o J. Herman, Les
-

langages de la sociologie, París, PUF, 1983.

75
encerrarse en el juego de sus construcciones conceptuales y la
empiria en la recolección ciega de datos. Que esto se realice, sin
embargo, no es algo evidente. La sociología no construye teorías
que luego se irían desarrollando. Proporciona conjuntos parcial-
mente heterogéneos, dentro de los cuales, como en intersecciones
fuertes, se construyen progresivamente los núcleos duros de enfo-
ques o de paradigmas específicos. Antes los calificamos como
"programas". Durante el período que va desde fines de la Primera
Guerra Mundial a los años sesenta, se desarrollaron varias líneas
programáticas de este tipo, que dieron lugar a muchos trabajos y
que se expresaron en conflictos sobre métodos y manifiestos de
Escuelas. Sobre todo, como en el momento de la fundación de la
disciplina, produjeron un cierto número de obras de referencia que
son ejemplares, en la unidad de la teoría y de la empiria, de un
programa determinado.
Vamos a seguir tres de estas líneas. Dejaremos parcial-
mente de lado tanto los sistemas teóricos como los sistemas
de análisis causal. Los primeros solamente nos interesan por
su capacidad para participar de una construcción programá-
tica y para superar la ruptura de la que hablaba Merton. El
análisis causal, por su parte, puede limitarse a correlaciones
entre variables si no da lugar a un trabajo teórico. El desarro-
llo del operacionalismo hizo posible un uso mucho más
sofisticado y controlado del análisis causal de lo que podía
realizar Durkheim. Por el contrario, a menudo lo separó de
toda reflexión teórica de alguna amplitud, como sucedió en El
soldado norteamericano.
I. ESTRUCTURAS Y FUNCIONES
• 1. A partir del siglo xix, la comprensión de los fenómenos
sociales estuvo marcada por una intuición muy fuerte: la de
su pertenencia a una totalidad, la sociedad, en cada nivel en
el que puede ser entendida.
Esta noción de totalidad incluye tres ideas:
—la necesidad de operar una distinción entre un conjunto y sus
elementos;
— la constitución de estos elementos como formando parte del
conjunto y, además, contribuyendo a su funcionamiento;
—la irreductibilidad del todo a la suma de las partes o, dicho de
otra manera, la preeminencia del todo sobre las partes.
76
El organismo vivo es el ejemplo clásico de una organización de
este tipo: un órgano se define por la función que cumple dentro del
organismo. Éste no es una simple adición de partes, sino un
sistema en el que cada elemento tiene una función.
Se concibe que la sociología naciente haya sentido una verdade-
ra fascinación por la analogía biológica. Fueron necesarios la
fuerza y el rigor de Durkheim para plantear simultáneamente
la necesaria preeminencia del todo sobre las partes y la también
necesaria subordinación de la explicación a través de las funciones
por la explicación a través de las causas . 4 Muchos autores no tenían
estos escrúpulos y consideraban que explicaban las instituciones
sociales por su finalidad aparente o metafórica.
Sin embargo, la idea de que la realidad social no es una
simple adición de elementos, sino que constituye un sistema
cuyo funcionamiento hay que demostrar, se despojó progre-
sivamente de sus escorias organicistas e instaló, durante el
período que va desde fines de la Primera Guerra Mundial
hasta mediados de los años cincuenta, dos programas dife-
rentes. El primero era más cercano a la analogía biológica. Su
núcleo explicativo era la noción de función. Se inició a co-
mienzos de este período y fue designado como funcionalismo.
El segundo tenía una idea de sistema totalmente diferente:
del mismo modo que la lingüística y la fonología modernas,
estudiando las lenguas como sistemas de signos y de fone-
mas, intentó aprehender la estructura de la organización del
sistema, del mismo modo que las palabras no tienen una
significación en sí, sino que la adquieren por el lugar que
ocupan en el vocabulario de una lengua y en las ocurrencias
reguladas de su uso, los diversos rasgos culturales que
caracterizan a una sociedad pueden ser aprehendidos a
partir de la significación que les confiere su lugar en el seno
de una determinada estructura de relaciones. Esta postura
es la del estructuralismo, que se desarrolló a comienzos de los
años cincuenta.
• 2. El funcionalismo se originó en la antropología y luego
pasó a la sociología. 5 Una de las razones de este punto de
partida es que la antropología se ocupa de sociedades con
dimensiones restringidas a las que es posible considerar en
su totalidad.
Capítulo V de Las reglas.
S Para un análisis muy detallado del funcionalismo, ver Jacques
Coenen-Huther, Le fonctionnalisme en sociologie: et aprés?, Bruselas, Ed.
de l'Université de Bruxelles, 1984.
77
 Consideremos el siguiente problema: en una sociedad frecuente-
mente se observa una costumbre o una institución que parecen raras
y anacrónicas respecto del funcionamiento actual de la sociedad
considerada. La antropología clásica tiene una tendencia a conside-
rar estos fenómenos como "supervivencias", "residuos" o "présta-
mos" de otras culturas. Las dos primeras palabras refieren a una
concepción evolucionista, la tercera a un enfoque difusionista. En
ambos casos, el fenómeno está aislado de su entorno actual: "En lugar
de buscar la función actual de un hecho cultural, el observador se
conforma con obtener una entidad rígida y autónoma." 6
En una actitud opuesta, Bronislaw Malinowski (1884-1942),
primer antropólogo que realizó estudios de campo largos y sucesi-
vos, profesor de la London School of Economics y guía, junto con
Alfred. R. Radcliffe-Brown de la Escuela Británica de Antropolo-
gía, que se desarrolló en el período entreguerras, proponía la tesis
de que si un hecho cultural persiste es porque cumple una función
actual en la sociedad considerada.
Para darle legitimidad a esta tesis, Malinowski elaboró una
teoría de la cultura basada en la noción de necesidades y de
satisfacción de las necesidades. Toda sociedad manifiesta necesida-
des elementales, ligadas a la naturaleza biológica del hombre y
necesidades derivadas, ligadas a su propia exigencia de superviven-
cia: bienestar corporal, seguridad y salud pertenecen a la primera
categoría; producción económica, reglas j urídicas, socialización de la
nueva generación y definición de los poderes, a la segunda. Los
hechos culturales y, más precisamente, las instituciones, son res-
puestas a estas necesidades. Una institución se define, por consi-
guiente, por su finalidad y su función actuales: "análisis funcional y
análisis institucional están íntimamente relacionados" (ibid.).
El funcionalismo de Malinowski tiene dos aspectos: por
una parte desarrolla una concepción teórica de la sociedad y
de la cultura; por otra, articulado con esta concepción, propo-
ne un programa de análisis de los fenómenos que puede
resumirse en los dos puntos siguientes:
— para todo fenómeno X estudiado, buscar la institución a
la que se vincula:
"Desafio a cualquiera a citar un objeto, una actividad, un
símbolo, un tipo de organización que no puedan tener lugar
en una institución cualquiera, aun cuando muchos objetos
pertenezcan a varias instituciones y tengan en cada una de
ellas un papel determinado" (ibtd.).
B. Malinowski, The Scientific Theory of Culture
6 (1922) (Una teoría
científica de la cultura, Madrid: Edhasa, 19811.
78
— buscar la función que cumple la institución y dar cuenta
de X a partir de ésta.
El funcionalismo se incorporó a la sociología en el período
entre ambas guerras mundiales, en los Estados Unidos, en
donde diversos estudios de colectividades se realizaron según
esta teoría. Pero, esencialmente a través de Robert K. Merton
(1910) y de Talcott Parsons (1902-1979) se constituyó como
paradigma dominante de la sociología norteamericana de la
posguerra.
Robert K. Merton tuvo un papel determinante en esta
empresa. Por primera vez en la historia de la sociología
intentó codificar un modo de análisis explícitamente recono-
cido como tal, es decir, distinto tanto de un sistema teórico
como de un conjunto de técnicas.
El funcionalismo de Malinowski estaba basado en un cierto
número de postulados. Al explicitarlos y al someterlos a una crítica
detallada, Merton operó una distinción decisiva entre funcionalis-
mo y análisis funcional: el primero es una concepción general con
pocos fundamentos, que parece que siempre puede convertirse en
una doctrina o en un procedimiento; el segundo define un programa
de análisis cuyo términos, justamente, fijó Merton.
Los tres postulados denunciados por Merton son los de la
"unidad funcional de la sociedad", "del funcionalismo universal" y
de "la necesidad". 7 Estos tres postulados implican que una institu-
ción determinada ejerce una función en relación con la sociedad por
entero (postulado 1), que es siempre positiva (postulado 2) y
necesaria (postulado 3). Ahora bien, esto supone un nivel de
integración de la sociedad que, en general, no se realiza: a la in-
versa una institución o un hecho cultural pueden cumplir una
función paralela y limitada; sus consecuencias pueden ser positi-
vas para ciertos sectores de la sociedad y negativas para otros; la
función, finalmente, puede subsistir, mientras que la institución
desaparece o es reemplazada por otra. Por consiguiente, hay una
falta de rigidez y una sutileza en el manejo del enfoque funcional
del que carece totalmente el funcionalismo atascado en el simplis-
mo y en la relación necesidad-institución.
Para desplegarse, el análisis funcional exige que se explicite
esta sutileza a través de una determinada cantidad de conceptos.
En un texto notable, titulado "Un paradigma del análisis funcio-
nal" (p. 100-105) Merton procede a la siguiente operación:
— sustituye la noción de "necesidad" de Malinowski por la de
' Robert K. Merton, Social theory and social structure, op. cit., cap. III.
79
"exigencia funcional" para designar, de la manera más neutra
posible, el problema de las condiciones de supervivencia de un
sistema;
— indica que una misma "exigencia funcional" puede ser cumpli-
da por instituciones o hechos culturales diferentes que, entonces,
tienen el papel de "equivalentes o sustitutos funcionales";
—problematiza el concepto de función al proponer una doble
distinción:
—si una función se identifica a partir de las consecuencias que
resultan de la instauración de una institución o de un hecho
estandarizado dado, estas consecuencias no son obligatoriamente
y de manera unívoca positivas: pueden ser positivas (o funcionales)
en relación con un subsistema dado y negativas (o disfuncionales) en
relación con otro. Por lo tanto, para juzgar acerca de la funcionali-
dad de esta institución o de este hecho, es importante establecer "el
saldo neto del haz de las consecuencias";
—una consecuencia puede ser deseada (por el legislador o por los
actores) y remitir de este modo a motivos y objetivos conscientes;
también puede ser no querida, no deseada. En el primer caso se
hablará de "función manifiesta" y, en el segundo, de "función
latente".
Armado de este modo, el análisis funcional perdió su trasfondo
dogmático y tautológico y se convirtió en el instrumento de análisis
del modo de participación de un hecho cultural o de una institución
en las diversas estructuras del sistema que lo implica. Merton
proporcionó un célebre ejemplo con el análisis de la maquinaria
política norteamericana: a pesar de las condenas que se le han
hecho por sus vínculos con el hampa, su tolerancia con la corrup-
ción, el poder absoluto de sus jefes, su permanencia está ligada a las
funciones latentes que cumple, especialmente, a través del cliente-
lismo político, de ayuda y de asistencia concreta a los más desfavo-
recidos:
"En esta lucha entre estructuras de reemplazo para llevar a
cabo una y la misma función, a saber, proporcionar ayuda y
apoyo a los que los necesitan, es evidente que el político de
barrio está mejor integrado al grupo al que sirve que la
asistente social, impersonal, profesionalizada, socialmente
distante y atada por las leyes" (ibíd.).
Merton se proponía clarificar y explicitar un modo de
análisis que luego fue dominante en la sociología norteame-
ricana de la posguerra, especialmente por su capacidad para
analizar subsistemas sociales diversos: en efecto, éstos pue-
den ser comprendidos tanto en su unidad física, según la
tradición de la monografía (estudio de una ciudad, de un
80
establecimiento escolar, de una organización) como a través
de una muestra de actitudes y de comportamientos que
permitan construir el sistema de roles de una población
determinada (médicos, profesores, políticos). El análisis en
términos de función, sin embargo, resulta consistente cuando
se realiza a partir de un elemento. Una perspectiva inversa
podría dar mayor importancia al sistema y al análisis de
sus leyes internas de regulación, como lo que se hacía, en
esa época, en cibernética. De este modo, con este desplaza-
miento, el análisis funcional desembocó en el análisis
sistémico. Al comienzo, éste fue asociado a la manera
específica con que Talcott Parsons reelaboró el funcionalis-
mo, antes de quedar totalmente influido por la teoría general
de los sistemas. 8
La obra de Talcott Parsons, profesor de la Universidad
de Harvard y doctor de la Universidad de Heidelberg es
considerable y tuvo un peso enorme en los Estados Unidos
hasta los años setenta. Ante todo, se trata de un intento de
construcción de un marco conceptual sistemático capaz
de dar cuenta de la acción humana. Talcott Parsons, que
tradujo La ética protestante de Max Weber en 1930, inau-
guró de esta manera un estilo de interés teórico que
renovaba, más allá de los debates metodológicos de la
sociología empírica, las intenciones globalizantes de los
padres fundadores cuyo núcleo común de preocupaciones
intentaban reconstituir. 9 El marco construido pone en
primer plano la noción de sistema y define cuatro impera-
tivos funcionales comunes a cualquier sistema: adaptación
al entorno, realización de los objetivos, integración, cohe-
rencia y reducción de las tensiones. n) Luego analizó en
cada nivel de un sistema dado los subsistemas que cum-
plían los cuatro imperativos funcionales definidos ante-
riormente: para la acción humana considerada como siste-
ma, el subsistema social cumple la tarea de integración.
Para este subsistema, a su vez dividido en cuatro, la
$ Para esta teoría, ver L. von Bertalanffy, General System Theory.
Foundations, Development, Applications, New York 1968 [Teoría general
de los sistemas, Madrid, España, FCE, 19761; para las diferentes modali-
dades del enfoque sistémico en sociología, J.-C. Lugan, Éléments d'analyse
des systémes sociaux, Toulouse, Privat, 1983.
9 Éste fue el objeto de su primer libro,
The Structure o¡ social Action,
New York, McGraw-Hill, 1937.
I° Se trata de lo que se denominó el sistema AGIL (adaptation, goal
attainment, integration, latent pattern maintenance).
81
comunidad social cumple esta función." Menos operacio-
nal y menos flexible que el enfoque funcionalista codificado
por Merton, la sistemática de Parsons abrió, sin embargo, un
programa de análisis más general que fue más explorado
luego: el programa sistémico, centrado en las nociones de
sistema y de regulación.
• 3. A semejanza del funcionalismo, el estructuralismo se
elaboró dentro de la antropología. En cierto modo, también
recibió la herencia de Malinowski y de Radcliffe-Brown pero,
a diferencia de éstos, en lugar de quedarse en la analogía
biológica encontraron el paradigma de análisis en la lingüís-
tica moderna.
En uno de sus primeros textos, que se publicó en inglés en
1945, 12 Claude Lévi-Strauss presentó un enfoque que utilizó
sistemáticamente en su primer gran trabajo, Les structures
élémentaires de la parenté. 13 Éste está directamente inspira-
do en la lingüística y, más específicamente, en la fonología, a
la que Lévi-Strauss le rindió homenaje:
"En relación con las ciencias sociales, la fonología no puede
dejar de tener el mismo papel innovador que el de la física
nuclear en relación con las ciencias exactas" (p. 39).
Con la fonología se introdujo la idea de estructura formal,
que funciona según reglas de una combinatoria: un elemento
no tiene valor en sí mismo, sino que éste le es conferido por
la estructura formal del sistema considerado que, a su vez, no
es más que una de las combinaciones posibles de los elemen-
tos considerados. De este modo, no es el color rojo del semá-
foro el que significa que hay que detenerse, sino la necesidad
de un código visual con dos o tres posiciones que selecciona,
entre los colores, los más discriminantes y les atribuye
arbitrariamente una significación. Aplicado a ciertos hechos
culturales, este camino puede ser especialmente eficaz.
" T. Parsons, The structure of social action, Glencoe, II, The Free Press
[Estructuras de la acción social, Barcelona, Guadarrama); Essays in
sociological Theory y la obra de Guy Rocher, Talcott Parsons et la sociologi e
américaine, París, PUF, 1972.
12 En francés se editó con el título de "L'analyse structurale en
linguistique et en anthropologie" en la compilación Anthropologie structu-
relle, París, Plon, 1958, p. 39-62. [Antropología estructural, Barcelona,
Paidós, 20001.
13 París, PUF, 1949 [Las estructuras elementales del parentesco, Barce-
lona, Planeta, 19851.
82
En el texto de 1945, Lévi-Strauss tomó como ejemplo la institu-
ción de parentesco relacionada con los tíos: en ciertas sociedades
las relaciones entre el tío materno y el sobrino tienen una fuerte
calificación: el sobrino está bajo la autoridad del tío. Al principio se
creyó en la supervivencia de un eventual matriarcado, luego, en
una manifestación funcional de un régimen matrilineal, es decir,
de un régimen de filiación en el que el niño pertenece al clan
materno. Pero se notó la presencia de este tipo de relación de
parentesco en sociedades patrilineales. Para resolver este enigma
era necesario analizar el sistema de parentesco de las sociedades
arcaicas: éste reveló la existencia de dos relaciones simétricas:
entre tío materno-sobrino y padre-hijo por una parte, entre herma-
no-hermana y marido-mujer por otra. Para cada relación, cuando
una de las dos relaciones que la componen es autoritaria y distante,
la otra es familiar y cálida y viceversa: por ejemplo, cuando la
relación tío materno-sobrino es familiar, la relación padre-hijo es
autoritaria. Por lo tanto, estamos frente a un sistema de conjunto
que puede combinar las dos relaciones simétricas tío-sobrino/
padre-hijo y hermano-hermana/marido-mujer según cuatro posibi-
lidades matemáticas. Éstas se encuentran, efectivamente, en la
realidad y permiten considerar los sistemas culturales como códi-
gos, utilizando los comportamientos, las actitudes, los gestos, las
divisiones del espacio, las clasificaciones de las cosas, como medios
para que una cultura, del mismo modo que una lengua, constituya
su sistema de referencias.
Por lo tanto, el análisis estructural inauguró una semiolo-
gía de lo social, es decir, el estudio de lo social como código.
Este enfoque, que partió de la etnología, encontró su pleno
desarrollo en el período posterior, durante la década del
sesenta."
II. SIGNIFICACIÓN Y SENTIDO
• 1. El enfoque mediante las estructuras, materiales y con-
cretas como en el funcionalismo o abstractas y formales como
en el estructuralismo, tiene un punto en común: el objetivis-
mo. Se las puede describir y analizar independientemente de
los actores, utilizando procedimientos positivos. Desde este
punto de vista, aunque específicamente el análisis funcional
14 Sobre el desarrollo del estructuralismo en las diversas ciencias del
hombre, O. Ducrot, T. Todorov, D. Sperber, M. Safouan y F. Wahl, Qu'est-
ce que le structuralisme? París, Le Seuil, 1968. 1¿ Qué es el estructuralismo,
Buenos Aires, Losada, 19711.
83
y el análisis estructural no se hayan separado más que
durante este período, el objetivismo de las estructuras socia-
les es un componente precoz de la sociología, que puede
encontrar en la regla durkheimiana de la objetivación su
norma científica.
Este objetivismo postula la existencia de un orden subyacente a
los fenómenos descriptos que el conocimiento sociológico debe
mostrar. De esto se desprende que el sentido, considerado como
valores, visiones del mundo, normas de acción forma parte de este
orden preexistente y que los actores individuales interiorizan
modelos de comportamiento y esquemas de acción definidos fuera
de ellos.
Ahora bien, otra línea también recorrió la sociología desde su
fundación. La crítica del realismo histórico de Simmel, la definición
de la sociología como "ciencia de la actividad social" de Weber,
ponen el relieve el sentido que los actores les dan a sus actos y la
comprensión que realiza el sociólogo. Sin embargo, en la sociología
alemana de comienzos del siglo, esta postura es más un compromi-
so epistemológico que la determinación de un modo de abordaje
específico: Max Weber apela a los métodos de la historia (búsqueda
de fuentes y análisis de los textos) por igual que a los cuestionarios
y a la investigación empírica. Simmel utiliza mucho la escritura
literaria o filosófica.
Esto es exactamente lo contrario de lo que sucedió en los
Estados Unidos con los seguidores de la Escuela de Chicago,
donde aparecieron verdaderos programas de análisis cuyos
rasgos comunes se pueden resumir del siguiente modo:
—el rechazo por el objetivismo: lo social no es algo dado sino
algo construido. Para retomar una conocida definición de
Thomas y Znaniecki, son los actores los que "definen la
situación";
—el rechazo por la explicación que apela a un trasfondo
estructural o a un sentido preexistente. El sociólogo intenta
determinar los mecanismos concretos por los que se constru-
yen una situación y su sentido. La observación participante,
el estudio de casos minucioso, la entrevista, suelen ser los
métodos más utilizados;
— la constitución como objeto privilegiado de estudio de las
interacciones concretas entre actores y del modo de construc-
ción de sentido que resulta de ellas.
De este modo se creó una postura científica diferente, que
84
privilegió la descripción de situaciones de interacciones socia-
les por sobre la investigación de estructuras subyacentes y
que dio lugar a dos programas principales, el interaccionismo
simbólicoy laetnometodología. Un tercer programa, de inspi-
ración filosófica, los atraviesa: la corriente fenomeno-lógica.
• 2. El término interaccionismo simbólico (symbolic interac-
tionism) se atribuye a Herbert Blumer. Éste perteneció a la
segunda generación de la Escuela de Chicago, cuya tradición
perpetuó junto con Everett Hughes. A esta tradición estaban
incorporadas las enseñanzas de Thomas y de Park (y, a través
de éste, la inspiración de Simmel) y las de un filósofo Georges
H. Mead (1863-1931), que privilegió las comunicaciones in-
terindividuales en la construcción de la personalidad y de las
relaciones sociales.'' Entre 1930 y 1940 se formó en el depar-
tamento de Chicago una nueva generación de sociólogos
(Ervin Goffman, Howard Becker, Anselm Strauss) cuyas
obras, a partir de mediados de los cincuenta, construyeron la
corriente moderna del interaccionismo simbólico.°
Hubiésemos podido considerar la brillante obra de Erving
Goffman (1922-1982) para ejemplificar la postura particular
del programa de análisis del interaccionismo simbólico. To-
maremos la de Howard S. Becker, de 1963, Outsiders, por su
alcance pragmático. No solamente presenta de modo ejem-
plar la manera en que el interaccionismo simbólico conside-
raba e interpretaba los datos, sino que desarrolla una teoría
nueva sobre las conductas desviadas que rompe totalmente
con el modelo funcionalista dominante. Además, su influen-
cia fue mucho más importante porque el libro, sencillo, tuvo
mucho éxito y fue uno de los instrumentos fundamentales de
transmisión concreta de un modo de pensar y de actuar.
Publicada en 1963, la obra reúne un conjunto de ensayos
producidos en los años anteriores. Durante sus estudios en Chica-
go, Howard Becker tuvo la idea de combinar su gusto por el jazz
(tocaba el piano en orquestas) con las exigencias universitarias. Le
propuso a su profesor, Ernest W. Burgess observaciones recogidas
" Mead, George Herbert. (1934). MMd, self and society. Chicago:
University of Chicago Press. [Espíritu, persona y sociedad: desde el punto
de vista del conductivismo social, Barcelona, Paidós, 19991.
" Ver, B. M. Fisher y A. 1. Strauss, Interactionism, en T. Bottomore y
R. Nisbet (eds.) History of Sociological Analysis, op. cit. p. 456-498;
también, el prefacio a la edición francesa de Howard S. Becker, Outsiders,
escrito por J.-M. Chapoulie, 1963, París, A.-M. Métailié, 1985.
sobre músicos de jazz en lugar de las entrevistas a personas de edad
que tenía que realizar. Esto hizo que recibierá la orientación del
especialista de sociología del trabajo del departamento, Everett
Hughes. Éste era también un ferviente defensor de un método de
observación in situ, ampliamente inspirado en la antropología y
que se apartaba por su rigor de las prácticas de estudio de casos de
los años treinta." Incitó a Becker a que tomara a los músicos de jazz
como tema de su tesina. Con esto escribió dos artículos que fueron
editados luego enOutsiders. Algunos años más tarde, después de su
doctorado, Becker tuvo la posibilidad de trabajar con una funda-
ción de Chicago que se interesaba por los problemas de las conduc-
tas desviadas. Su conocimiento del medio jazzístico le permitió
realizar entrevistas con fumadores de marihuana y recoger el
material que luego usó en Outsiders.'8
La conducta desviada era un tema importante del trabajo social
y de la investigación sociológica de la época. Dio lugar a varias
teorías: médicas, estadísticas, sociológicas. El punto común de la
mayoría de estas concepciones era el objetivismo: el acto desviado
era cualitativamente distinto, "sustancialmente desviante", el
resultante de una transgresión a las normas. Esta idea remitía
principalmente a una visión funcional de la sociedad, en la que las
normas constituyen un elemento de regulación y su respeto una
condición de la integración. El programa de investigación inducido
por esta concepción consistía en buscar las variables discriminan-
tes de la delincuencia. Becker invirtió totalmente esta perspectiva,
al preguntarse por la categoría de conducta desviante:
"Los grupos sociales crean la conducta desviante al instituir
normas cuya transgresión constituye la conducta, al aplicar
estas normas a ciertos individuos y al etiquetarlos como
descarriados. Desde este punto de vista, no es una calidad del
acto cometido por una persona, sino más bien la consecuencia
de que los demás apliquen normas y sanciones a un "trans-
gresor". El descarriado es al que se le aplicó esta etiqueta con
éxito y el comportamiento descarriado es aquel al que la
colectividad le aplicó esta etiqueta".
Este nuevo enfoque, que definió lo que se convino en
llamar una "teoría del etiquetado", considera el desvío no
como el producto objetivo de un (dis)funcionamiento, sino co-
mo una "calificación", resultante de una "transacción" entre
un grupo social y un individuo:
17 Sobre este punto, ver J.-M. Chapoulie, Everett C. Hughes et le
développement du travail de terrain en sociologie, Reoue frangaise de
Sociologie, vol. XXV, No. 4, 1984, p. 582-608.
18 Sobre todos estos puntos, ver el prefacio de J.-M. Chapoulie a la
versión francesa de Outsiders, p. 11-13.
86
"El desvío es una propiedad, no del comportamiento en sí
mismo, sino de la interacción entre la persona que comete el
acto y las que reaccionan frente a este acto".
El problema ya no consiste en conocer las características
estadísticamente pertinentes de las poblaciones desviantes,
sino en estudiar el proceso por el cual una serie de actos y de
individuos llegan a ser calificados como desviantes. Este
proceso se produce en el tiempo, pasa por etapas. Requiere un
"modelo secuencial" parecido a los estudios de las "carreras"
hechos en sociología del trabajo por Hughes. Finalmente,
necesita un contacto estrecho con los sujetos estudiados para
comprender, mediante la entrevista y la observación, la
naturaleza de las situaciones que se encadenan en el proceso
de construcción de la "carrera desviante".
Gracias a entrevistas profundas y a la observación de los
rituales utilizados por los fumadores de marihuana, Becker recons-
tituyó etapas (el compromiso con la práctica, el desarrollo y la
estabilización de los nuevos intereses, la estigmatización y el
etiquetado, la constitución de una identidad social desviante)
basadas en interacciones determinadas entre actores determina-
dos: mostró que se entra en la práctica la primera vez por curiosi-
dad, por entretenimiento o por desafío, se persevera en ella a través
de la relación con los demás que iniciaron al debutante en el
reconocimiento de las sensaciones, en que le gusten, en hacer los
gestos necesarios. Para esta fase, como para las demás, el análisis
se apoya en material de primera mano, que aparece en el discurso
de la sociología con palabras que éste había ignorado durante
mucho tiempo:
"Fumaba como si fuese un cigarrillo común. Me dijo: «No, así
no...». Agregó: «Lo aspiras, ves, lo tragas y lo guardas en los
pulmones hasta... durante un rato». Yo pregunté: «¿Cuánto tiem-
po?» Respondió: «Tienes que mantenerlo hasta que tengas ganas de
largarlo y ahí lo largas». Hice eso tres o cuatro veces" (extracto de
una entrevista) (p. 69).
La teoría del etiquetado (es desviado el que está calificado
así dentro de interacciones determinadas con los otros) es
una expresión que dice mucho sobre la ruptura con el objeti-
vismo. Pero este último no es solamente un punto de vista
metodológico particular. Encubre también una apreciación
del sentido común sobre el mundo: los sujetos sociales cons-
tantemente clasifican, califican a su entorno y a las situacio-
nes que encuentran, utilizando maneras de ver y de pensar
87
que les parecen evidentes. Pero este carácter evidente tiene
un papel social determinado. Asegura una especie de puesta
en común de lo social. A través de él se comparte una
situación con los otros. Es el conjunto de presupuestos gra-
cias a los que una acción para otros (según la definición de la
actividad social de Max Weber) es posible. Rechazar el obje-
tivismo lleva a hacerse preguntas sobre este carácter eviden-
te. Lo que hace el interaccionismo recorre, de algún modo,
todo el período estudiado, para dar lugar a fines de siglo a su
manifestación más radical: la etnometodología.
• 3. La obra fundadora de la etnometodología es de 1967, pero
parece muy externa a este período, aunque esta fecha marca
el surgimiento de una corriente que se constituyó a mediados
de los años cincuenta" y cuyas raíces filosóficas son muy
anteriores. El problema de la adhesión al mundo del sujeto ya
había sido planteado en filosofía por Husserl. Ahora bien, la
idea, propia de la fenomenología, de que una relación original
con el mundo, anterior a la reflexión —pre-reflexivo—, asegu-
raba el sentido que el sujeto le daba a éste podía ser cuestio-
nada desde un punto de vista que no fuera el de una teoría del
conocimiento, sino el de una teoría sociológica de la constitu-
ción del mundo social por el sujeto social. Un discípulo de
Husserl, Alfred Schutz (1899-1959), se dedicó, justamente, a
este tema, que incitaba la relectura de Weber a la luz de la
fenomenología. Refugiado en los Estados Unidos en 1939,
Schutz sólo ocupó un puesto en la universidad al final de su
vida.20 Esto explica sin dudas que su influencia se haya
ejercido sobre todo después de su muerte, especialmente a
través de la mediación de sus ex alumnos, Peter Berger y
Thomas Luckmann."
La etnometodología constituyó el cuestionamiento más
19 A. Coulon, L'ethnométhodologie, París, PUF, 1987 [La etnometodo-
logía, Madrid, Cátedra, 1988].
20 Aparte de su tesis, Der Sinnhafte Aufbau der sozialen Welt, Viena,
1932, y de muchos artículos, toda la obra de Schutz fue publicada después
de su muerte. Su libro de 1932 sólo fue traducido en los Estados Unidos en
1967 y todavía no se ha traducido al francés. Las obras póstumas son
recopilaciones de artículos (Collected papers) o correspondencia. Una
cierta cantidad de textos fueron reunidos en una edición francesa, Le
chercheur et le quotidien, París, Méridiens Klincksieck, 1987.
21 Peter L. Berger and Thomas Luckmann. The Social Construction of
Reality: A Treatise its the Sociology of Knowledge (Garden City, New York:
Anchor Books, 1966) (La construcción social de la realidad, Madrid,
Martínez de Murguía, 1986].
88
radical del objetivismo. En el prefacio a su obra más impor-
tante, Harold Garfinkel (1917) escribió:
"Cuando se hace sociología, profana o profesional, cualquier
referencia al 'mundo real', incluso si concierne a aconteci-
mientos fisicos o biológicos, es una referencia a las activida-
des organizadas de la vida cotidiana. En consecuencia, con-
trariamente a Durkheim, que planteaba que la realidad
objetiva de los hechos sociales es el principio fundamental de
la sociología, nosotros afirmamos como política de investiga-
ción que la realidad objetiva de los hechos sociales, como
realización continua de actividades concertadas de la vida
común —dado por sentado que los miembros conocen, utilizan
y toman como evidentes las maneras ingeniosas de llevarlas
a cabo— es un fenómeno fundamental para los miembros que
hacen sociología. Pues, en la medida en que se trata de un
fenómeno fundamental de la sociología práctica, es el tema
dominante de las investigaciones en etnometodología. Éstas
analizan las actividades de todos los días como métodos de los
miembros para hacer que estas actividades sean visiblemen-
te-racionales-y-referibles-para-fines-prácticos, es decir, des-
criptibles (accountable) como organizaciones de las activida-
des comunes de todos los días." 22
Este texto constituye el enunciado de un programa de
investigación que siguió construyéndose desde mediados
de los años cincuenta. A la objetividad de las estructuras y de
los hechos sociales les opone "las realizaciones continuas
de actividades concertadas de la vida común", con lo que se
significa que la realidad social no es un "dato", sino el
producto, día a día, de la actividad de sus miembros. Esta
actividad no es una actividad de producción en el sentido
material de la palabra, sino un conjunto de rutinas, de
evidencias, por las cuales se construyen las situaciones coti-
dianas de los actores o de lo que Garfinkel llama los "miem-
bros": dar clases, tomar clases, completar un formulario,
ponerse de acuerdo para ir a buscar a la hija menor a la salida
del colegio... Estas rutinas no remiten ni a reglas preestable-
cidas, estructurales o culturales, ni a un sentido externo a la
situación que el sociólogo debe reconstruir, se producen en el
discurso inmediato de los miembros que es, simultáneamen-
te, el discurso que describe-da cuenta-justifica, según los
diversos sentidos de la palabra inglesa account.
22 H. G. Garfinkel, Studies in Ethnomethodology, Englewood Cliffs,
NJ., Prentice Hall, 1967.
89
 "Voy a ir a buscar a la pequeña a la escuela esta tarde, porque
mañana tengo una reunión."
Este enunciado, que basa una posibilidad actual en una imposi-
bilidad posterior, construye simultáneamente la regla de una
situación compartida:
Iré esta tarde, porque mañana no puedo.
—por lo tanto no podré
—y con una preocupación por la reciprocidad (regla latente) hago
hoy por la tarde lo que espero que tú hagas mañana (misma regla)
—porque mi imposibilidad de mañana no puede ser cuestionada
(j usti ficaci ón).
Es fácil ver cómo sigue el diálogo: "Sí querida, y acuérdate de mí
la semana próxima". Este intercambio 23 muestra otra característica
fundamental de lo que la etnometodología llama también el "razo-
namiento práctico de los miembros": la indexicalidad. Siguiendo los
trabajos de la lingüística sobre este tema, se trata de la relación de
cualquier enunciado con su contexto de enunciación: así como el
enunciado %toma!" solamente tiene sentido en una situación en la
que, por ejemplo, le doy algo a alguien, del mismo modo el diálogo
anterior (que podría haber sido más elíptico) solamente tiene senti-
do en referencia a la situación compartida por los miembros.
Estas situaciones cotidianas proporcionan a la etnometodología
una cantidad inagotable de material. El papel del lenguaje permi-
tió el desarrollo de un programa específico de investigaciones
dedicado a la deconstrucción sistemática de intercambios lingüís-
ticos previamente grabados: el análisis de las conversaciones."
Simultáneamente, la etnometodología tiene un método particular-
mente fuerte de estudio de múltiples situaciones sociales, cuyo
formalismo aparente oculta la producción continua gracias al juego
de las evidencias y de los enunciados justificativos que usan los
miembros para administrarla: funcionamiento de un jurado en un
tribunal, de una comisión de admisión, defensa de una tesis, etc. El
conocido estudio de Garfinkel sobre los jurados, cuyas deliberacio-
nes grabó, muestra que las reglas prescritas y esperadas de toma
de decisión son sustituidas por reglas construidas a medida que la
sesión se va desarrollando a través de las interacciones y las
elecciones a las que da lugar, por las cuales los jurados construyen
el hecho a juzgar y toman una decisión conforme a una competencia
23 Este diálogo es inventado para las necesidades de la exposición. Hay
un ejemplo parecido, pero real, en la obra de Garfinkel (p- 25-26).
24 Harvey Sachs fue el que más desarrolló el análisis de las conversa-
ciones en los años sesenta (ver, A. Coulon, La ethnométhodologie, op. cit.,
p. 65 y subs.) Un ejemplo de este enfoque puede encontrarse en el artículo
de Sachs, "Tout le monde doit mentir", traducido en Communications. n°
20, 1973, p. 182-203.
90
de sentido común según la cual "todo miembro competente de la
sociedad sabe lo que todo miembro sabe". 25
El enfoque etnometodológico tiende a problematizar con
fuerza lo social. Quizá sea la corriente sociológica que lleve
más lejos el hecho de poner distancia respecto de lo que es
"evidente" como resultado de una construcción social determi-
nada. Al respecto, no es indiferente a la reflexión sobre el
papel del otro en el conocimiento de lo social: el salvaje del
siglo xvIII, el proletario del xix, el extranjero del xx —tema
desarrollado en textos célebres por Simmel y Schutz— son
operadores que permiten interrogar desde dentro lo arbitra-
rio o —en los términos de la etnometodología— la indexicalidad
de las maneras de ser y de hacer de los miembros de una
sociedad determinada. Agnés, joven transexual estudiada por
Garfinkel, en los múltiples engaños con los que cotidianamen-
te debe manifestar lo evidente de un comportamiento femeni-
no que no le es "natural" aparece como una figura nueva y
radical de esta empresa de deconstrucción de lo dado social. 26
III. TIEMPO E HISTORIA
El período que aislamos, si no el más rico, en todo caso fue el
que estuvo más trágicamente cargado de acontecimientos
históricos: la Revolución de 1917, el ascenso de los fascismos,
la Segunda Guerra Mundial, el acuerdo de Yalta, la instaura-
ción del socialismo en China, la guerra de Corea, el comienzo
de los movimientos de independencia nacional con momentos
que marcaron profundamente la conciencia de este tiempo.
Paradójicamente, a diferencia de la filosofía o de la literatura
(Malraux, Hemingway, Dos Passos, Sartre, Merleau-Ponty,
Camus), la sociología se mantuvo asombrosamente silencio-
sa. La sociología francesa, sin lugar a dudas, por debilidad
institucional; la sociología inglesa y norteamericana por distan-
cia. Únicamente la sociología alemana, en el período limitado
que precedió el ascenso al poder de Hitler, instauró la historia
como dimensión fundamental de comprensión de lo social.
» H. Garfinkel, Studies in ethnomethodology, op. cit., chap. IV, p. 108.
Garfinkel le dedicó al caso Agnés el capítulo V de su obra. Este estudio
fue comentado por Louis Quéré (en W. Dressler-Holohan et al., L'identité
du paye a l'épreuve de la modernité. Centre d'Étude des Mouvements
sociaux, EHESS, París, 1986, p. 53-58) y por Remi Hess, Quel corps pour
Agnés? Que! Corps?, No. 32.33, 1986, p. 44-52.
91
 Para darle perspectiva histórica a una sociedad determi-
nada, el sociólogo disponía, después de la Segunda Guerra
Mundial, de tres modelos: el del evolucionismo, de moda en
el siglo anterior; el del marxismo, ubicado en las candilejas
por la Revolución de Octubre de 1917 y la constitución del
movimiento comunista internacional y el de la etnología,
construido a partir de la oposición entre sociedades tradicio-
nales y sociedades modernas. Ninguno de estos tres modelos
es verdaderamente satisfactorio: la gran carnicería de 1914-
1918 le asestó un golpe fatal al postulado progresista que
suponía el evolucionismo; los vínculos estrechos entre el
marxismo y el aparato político de la III Internacional, el com-
promiso militante de los jóvenes partidos comunistas hicie-
ron dificil un uso "distanciado" de la referencia marxista y la
oposición entre tradición y modernidad, muy utilizada desde
un punto de vista culturalista por la sociología norteamerica-
na, es demasiado amplia para pensar la especificidad de una
situación histórica.
En este contexto, la Escuela de Francfort constituye una
excepción tan brillante como ambigua, dado que se propuso
como programa la interrogación de la modernidad a la luz de
la tradición filosófica hegeliana.
Esta corriente empezó a trabajar a iniciativa de un universitario
mecenas, Felix J. Weil, bajo el auspicio de una reflexión marxista
independiente. En 1922, éste había unido en una semana de
"Trabajo marxista" a varios filósofos e intelectuales como Georg
Lukacs, Karl Korsh, Karl August Wittfogel, etc. Luego concibió el
proyecto de un instituto para el marxismo (Institut für Marxismus)
que había de ser materialmente independiente —especialmente
gracias al apoyo de la familia Weil— y simultáneamente estar
asociado a la universidad. El instituto se abrió en 1923, en colabo-
ración con la joven universidad de Francfort, y se lo bautizó con un
nombre menos comprometedor: Instituto de Investigaciones Socia-
les (Institut für Sozialforschung). 27
El instituto reunió una cierta cantidad de intelectuales, filóso-
fos, sociólogos, economistas y psicoanalistas cuyo proyecto común
consistía en pensar la crisis del mundo moderno, de su cultura y de
sus ideologías superando el encierro del marxismo dogmático. Con
Max Horkheimer (1895-1973), que fue su director desde 1931, se
afirmó un programa totalmente original: partiendo de la filosofía
M. Jay, L'imagination dialectique. Histoire de l'École de Francfort
(1923- 1950), París, Payot, 1977, cap. I. ILa imaginación dialéctica, Madrid,
Taurus, 19881 y, también, R. Wiggershaus, Die Frankfurter Schule,
Munich-Viena, Hanser, 1987.
92
social y del problema de lo universal que proviene de la tradición
hegeliana (pensar una situación histórica particular como un
momento del devenir de lo Universal), Horkheimer insistía en la
necesidad nueva de asociar reflexión filosófica con investigación
empírica. Con esto no definía, como lo hizo luego Merton, la
exigencia de una unidad de la teoría y de la experiencia dentro de
la sociología, sino, más ampliamente, la de la asociación de las
problemáticas de la filosofia social y de los métodos de las ciencias
sociales concretas:
"Hoy, lo que hay que hacer es organizar, sobre la base del
cuestionamiento filosófico actual de las investigaciones en
las que se unen filósofos, sociólogos, economistas, historiado-
res, psicólogos, una duradera comunidad laboral, para hacer
juntos lo que en otros campos se puede hacer sólo en el
laboratorio, para hacer lo que los investigadores auténticos
ya hicieron, más precisamente, proseguir, utilizando méto-
dos científicos más sutiles, las grandes cuestiones filosóficas
que son propias, precisar y transformar las preguntas en
función del objeto durante este trabajo, encontrar nuevos
métodos sin que eso signifique perder de vista lo Univer-
sal". 28
La triple preocupación por articular, alrededor de una proble-
mática filosófica común de inspiración marxista, que recibió el
nombre de "teoría crítica", investigadores y pensadores de diversas
disciplinas y trabajos empíricos minuciosos constituyó un progra-
ma totalmente original en la historia de la sociología. Las restric-
ciones del exilio, la dificultad para emprender los trabajos empíri-
cos —a pesar de los conocidos logros como el estudio experimental
de la personalidad autoritaria—, 29 la diversidad de los intereses de
los miembros de la escuela, el papel dominante de los enfoques
filosóficos en los más importantes, como Walter Benjamin, Theo-
dor Adorno, Herbert Marcuse, los avatares de la reflexión marxista
en esa época del stalinismo dominante, todos estos elementos se
M. Horckheimer, La situation actuelle de la philosophie sociale et les
táches d'un institut de recherches sociales, 1931, traducido en Théorie
critique, París, Payot, 1978, p. 67-80.
29 Durante el período alemán el Instituto emprendió diversos estudios
sobre la clase obrera y sobre la familia, que se publicaron parcialmente,
especialmente los que se referían al tema de la autoridad (Sudien über
Autoritüt und Familie, París, 1936). Sin embargo, sus estudios más
célebres fueron los realizados en los Estados Unidos, en la Universidad de
Columbia donde se instaló durante el exilio. Allí retomó el tema de la
relación con la autoridad a través de la cual los investigadores del Instituto
intentaban comprender el impacto de la propaganda nazi sobre la clase
obrera alemana (T. W. Adorno et la The Authoritarian Personality, New
York, 1950).
93
conjugaron para ubicar la corriente de la Escuela de Francfort en
los márgenes de la sociología y para provocar apreciaciones a veces
muy negativas como la de Julien Freund:
"Considerando todo esto, aunque esta escuela haya contri-
buido al progreso de la investigación sociológica, especial-
mente durante su período norteamericano (es decir, durante
su exilio), no por eso dejó de encaminar a la sociología
científica a un punto muerto. Sus miembros aprovecharon el
prestigio de la sociología para impulsar un mensaje profun-
damente filosófico. Éste es un ejemplo bastante típico hoy de
corrupción de la sociología científica por ideas cuyo objetivo
es a veces diferente del de una investigación estrictamente
científica."»
Es indudable que la severidad de estas palabras le debe
mucho al papel que desempeñó la teoría crítica en ciertos
movimientos radicales de fines de los años sesenta. Sin
embargo, la capacidad de interpelación de la Escuela de
Francfort impactó en el corazón mismo del conocimiento
social y permanece en él. Si bien nunca se produjo un
encuentro entre Durkheim y Weber, una parte importante de
su herencia fue discutida, en otros términos, en Alemania en
1961, cuando se produjeron los encuentros de Tübingen
organizados por la Sociedad Alemana de Sociología. A la
pregunta clásica del tipo de cientificidad al que hay que
referir la sociología, se aportaron dos respuestas fundamen-
tales, pero no provinieron de los sociólogos, sino de los
filósofos Adorno y Popper. La calidad de su demostración y la
fecha del debate pueden adquirir un valor eminentemente
ejemplar: en el momento en que, en lo esencial, la sociología
científica parecía construida en sus enfoques y programas
fundamentales, renació la cuestión y el dilema genérico de su
estatuto: a Adorno, que afirmaba que si la investigación
empírica comprende los fenómenos en su particularidad,
únicamente la construcción conceptual de la esencia como
totalidad puede darle sentido, Popper oponía la unicidad de
la lógica científica, basada en la puesta a prueba empírica de
construcciones teóricas previas. 3'
» J. Freund, German Sociology in the time of Max Weber, en T.
Bottomore y R. Nisbet, A history of Sociological Analysis, op. cit., p. 184-
185.
31 T. Adorno y K. Popper, De Vienne á Francfort, la querelle allemande
en sciences sociales, 1969, traducido al francés en 1979, Bruselas, Ed.
Complexe.
94
Capítulo V
SOCIOLOGY FOR ONE WORLD:
UNITY AND DIVERSITY'
Desde mediados de los años cincuenta hasta nuestros días se
abrió para la sociología un nuevo período cuyos límites
iniciales pueden variar según las especificidades nacionales,
pero que algunas palabras clave resumen bien: expansión,
sectorización, burocratización, internacionalización, desen-
canto. Era de la madurez, sin ninguna duda, que no marca
ninguna nueva gran "invención" programática, ¿era de la
sabiduría y del apaciguamiento? Nada permite afirmarlo en
una época marcada por la ambigüedad: si bien se produjo
simultáneamente la Guerra Fría y la coexistencia pacífica,
los movimientos de liberación nacional y el ascenso de los
totalitarismos, la caída del sistema socialista europeo y el
repliegue a los encantos discretos de una democracia misera-
ble, el retorno de los fundamentalistas religiosos y el fin de los
mañanas luminosos, la sociología sin ser en nada el reflejo de
los sobresaltos, sin embargo, presentó una libre variación
de ellos: su institucionalización se reforzó, vínculos múlti-
ples la consolidaron y, simultáneamente, sus tareas, sus
sectores de investigación, sus lugares de actividad se multi-
plicaron y se separaron: al riesgo del estallido de las prácticas
más yuxtapuestas que integradas se agregó un escepticismo
epistemológico nuevo, que encontró en los interrogantes de
las ciencias naturales un nuevo elemento y que podía desem-
bocar, con el posmodernismo, en un nuevo cuestionamiento
radical del proyecto sociológico como proyecto científico.
"Sociología para un solo mundo", tema del XII Congreso mundial de
sociología, Asociación Internacional de Sociología, Madrid, 1990.
95
 1. EL OFICIO DE SOCIÓLOGO2
El período que se inicia a partir de los años sesenta estuvo
marcado por el surgimiento del (nos atreveríamos a decir "de
los") oficio del sociólogo. Si bien éste ya existía en los Estados
Unidos después de la Primera Guerra Mundial, ahora apare-
ció en los países desarrollados y llegó, más allá, a países de
América latina, Asia y África. El proceso de institucionaliza-
ción parece haberse desarrollado en dos fases, aunque la
segunda solamente en los países desarrollados: primero, una
inserción universitaria fuerte y ramificada, que pasó por la
constitución de departamentos autónomos de sociología y por
la irrigación de formaciones diferentes aplicadas a sectores
de actividad determinados: trabajo social, salud, actividades
asociativas, urbanismo, gestión del personal, etc. Luego, por
la constitución progresiva, fuera del campo universitario, de
competencias profesionales de tipo sociológico (consultoras
de estudios y de sondeos, sociólogos de empresas, sociólogos
urbanistas, sociólogos de servicios centrales de las adminis-
traciones de las grandes organizaciones) que entraron a
competir en el mercado laboral con egresados de psicología,
de economía y hasta de derecho. 3
Sin ser especialmente ejemplar, el caso de Francia es bastante
revelador. En 1956 no existían más que cinco cátedras de sociolo-
gía. En la posguerra se fundó el primer laboratorio de sociología, el
Centro de Estudios Sociológicos. En 1958 se creó la licenciatura en
sociología, que durante aproximadamente una década fue dictada
solamente en París. En 1968-1970, se contaba ya con 200 profeso-
res e investigadores y 27 centros con equipos de investigación. La
reforma universitaria que se produjo después de los acontecimien-
tos de Mayo del '68 permitió la constitución en las grandes univer-
sidades de departamentos y equipos autónomos de sociología.
Veinte años más tarde, la sociología francesa contaba con cerca de
800 profesores e investigadores institucionales y 350 equipos de los
cuales 90 estaban vinculados al CNRS.' En 1989, finalmente, 20
2 Eco del título de la obra de P. Bourdieu, J.-C. Chamboredon y J. C.
Passeron, que apareció en 1968 (Ed. Mouton) y que constituye, desde un
cierto punto de vista, el primer Textbook de la sociología francesa. lEl oficio
del sociólogo, Editorial Siglo XXII.
3 Para más detalles sobre este punto, R. Sainsaulieu, La profession de
sociologue en France, en H. Mendras y M. Verret, Les champs de la so-
ciologie francaise, París, Armand Colin, 1988, p. 247-256; H. E. Freeman
(ed.) Applied Sociology, San Francisco, Jossey Bass P., 1983.
-
Centro Nacional de Investigación Científica francés (N. de la T.).
96
DEA5 funcionaban en las universidades que tenían con nivel
bac+46 un poco menos de 700 estudiantes.' Simultáneamente, en
1982 se creó una Asociación Profesional de Sociólogos con el
objetivo de "organizar la profesión de sociólogo", utilizando, sobre
todo, la constitución de un archivo y una publicación regular. Otros
países experimentaron desarrollos más importantes, como en el
caso de Alemania en donde, después del nazismo, se recreó la
sociología. Primero estuvo vinculada a los departamentos de filoso-
fía o de economía, pero se fue separando y diseminando en las
diferentes escuelas superiores: su progreso, entre 1960 y 1970, se
observa en el paso de 35 a 190 puestos de enseñanza y de 150 a 700
puestos diversos. 9 Su tasa de crecimiento entre 1960 y 1981 es la
más elevada de las ciencias sociales: 2481% para el personal
académico (contra 593% de promedio), es decir 1290 profesores y
cerca de 2.000% para los estudiantes (contra 335%). 9 En los Estados
Unidos, la cantidad de sociólogos se estimaba, en 1988 en 20.000. 1°
Finalmente, durante este período la expansión se asoció a una
demanda social especialmente fuerte que se concretó, en los países
desarrollados, a través de la institución de mecanismos varios de
financiamiento de grandes programas de investigación sociológica.
El desarrollo simultáneo de la enseñanza y de la investiga-
ción financiadas tuvo un efecto decisivo en la elaboración y en
la codificación de los diversos métodos y técnicas de investi-
gación. Si bien esta última ya estaba en obra en los Estados
Unidos, no sucedía lo mismo en Europa, en donde las tradi-
ciones antiguas se asociaban tímidamente a la sociología
o Diploma de posgrado francés, previo al doctorado. (N. de la T.).
" La cantidad de años después del bachillerato (bac) es diferente para
cada carrera universitaria en Francia (N. de la T.).
7 Para el desarrollo de la sociología francesa en la posguerra, véase A.
Drouard, Le déueloppement des sciences sociales en France au tournant des
années 60, París, CNRS, 1983. Para un estado actual de la cuestión, se
pueden consultar los informes anuales de investigación del CNRS y del
Ministerio de Educación Nacional. Finalmente, la Asociación Internacio-
nal de Sociólogos de Lengua Francesa, la Sociedad Francesa de Sociología
y la Asociación Profesional de Sociólogos produjeron, en 1988, un informe
anual de la Sociologie fran9aise et francophone (París, CNRS).
° Fuente: R. Lepsius, Die Entwicklung der Soziologie nach dem Zweiten
Weltkrieg 1945 bis 1967, p. 49 en G. Lüschen (ed.) Deutsche Soziologie seit
1945. Kólner Zeitschrifts für Soziologie und Sozialpyschologie, vol. 21,
1979, p. 25-71.
° Fuente, L. Viehoff, Zur Entwicklung der Soziologie an den Hochschu-
len der Bundesrepublik Deutschalnd von 1960 bis 1981, Zeitschrift für
Soziologie, vol. 13, 1984, p. 264-272.
'° Fuente: la dirección presidencial de Herbert J. Gana en la Asociación
norteamericana de sociología, Sociology in America: the discipline and the
public, American Sociological Reuiew, vol. 54, No. 1, 1989, p. 1-16.
97
empírica de inspiración norteamericana. Las primeras in-
vestigaciones de la posguerra dan cuenta, sobre todo en
Francia, del pasaje de un modelo a otro, de una "fórmula de
investigación a otra":" el estudio de las primeras grandes in-
vestigaciones francesas de la posguerra muestra, a partir de
1954, el paso de una fórmula monográfica tradicional, basada
en el estudio de documentos y la observación in situ, a una
fórmula que usa las técnicas norteamericanas de investiga-
ción (cuestionarios, entrevistas, cruce de variables). La in-
fluencia norteamericana y la asimilación del lenguaje de la
investigación empírica se marcaron luego, cada vez con
mayor claridad, hasta que se llegó, por ejemplo, a la tesis de
Raymond Boudon sobre el análisis causal en 1967 12 y provocó
una reflexión epistemológica simultáneamente informada y
crítica, dentro del Centro de Estudios Sociológicos. 13
De manera más general, podemos considerar que el período
siguiente a la mitad de los años cincuenta vio cómo se producía, con
diferencias, distorsiones e interferencias variables de acuerdo
con los países, la cronología siguiente: una generalización y una
sofisticación de los métodos cuantitativos que habían surgido de la
tradición empírica norteamericana; una discusión de estos méto-
dos y el recurso a técnicas cualitativas, como la observación etno-
gráfica, la investigación biográfica, los análisis de contenido de tipo
léxico o semántico; la constitución, gracias al aporte decisivo de los
nuevos instrumentos de registro y de procesamiento de datos
(grabadores, cámaras de video, informática) y a las posibilidades
multiplicadas de análisis y de conexiones internas que se abren de
este modo, de una especie de noman's land técnico-instrumental
de la que cada uno saca algo a su antojo e introduce nuevos
instrumentos nacidos del desarrollo de las disciplinas vecinas:
estadística, teoría de los juegos, análisis de las decisiones, lexico-
metría, semiología, análisis informático de los campos semánticos.
" La expresión "fórmula de investigación" fue introducida por Jean-
Michel Chapoulie en "La seconde fondation de la sociologie fran9aise, les
États-Unis et la classe ouvriére", comunicación al XII Congreso mundial de
Sociología, Madrid, 1990, p. 1.
12 L'analyse mathématique des faits sociaux, París, Plon, 1967. Ray-
mond Boudon, como algunos sociólogos que dominaron la sociología fran-
cesa de este período, cruzó el océano en el sentido inverso al que tomaron
los sociólogos norteamericanos de comienzos de siglo para realizar estudios
con Paul Lazarsfeld en el departamento de sociología de la Universidad de
Columbia.
" Esta reflexión se expresó en una revista, Épistemologie sociologique,
dirigida por Pierre Naville, que publicó 16 números simples o dobles, entre
1964 y 1973.
98
Dentro de este conjunto coexisten "fórmulas de investigación" de
distinto tipo, es decir, asociaciones que se practican con mayor
frecuencia y que caracterizan más específicamente subconjuntos
determinados, como los grandes "programas de investigación" que
describimos antes o ciertos campos de estudio. Pero esto también
puede coincidir con separaciones nacionales: los sociólogos anglo-
sajones utilizan más técnicas estadísticas inferenciales, que privi-
legian la puesta a prueba, según un modelo matemático a priori, de
relaciones entre un número limitado de variables, mientras que la
escuela francesa utiliza preferentemente análisis factoriales de
correspondencias que permiten proyectar en un plano ortogonal
una cantidad importante de modalidades. Esta elección diferencia-
da de métodos (que inducen un modo diferente de construcción y de
confrontación de las variables)" se inscribe tanto en las tradiciones
matemáticas como en los contenidos de enseñanza propios de los
países implicados. Asimismo, se plantea el problema nuevo de la
confrontación de los resultados del procesamiento de un mismo
corpus de datos con métodos diferentes."' Más profundamente,
renueva la cuestión de la objetividad y de la medición en sociología.
El resultado de esta evolución es un ejercicio plural de la
sociología, que concierne tanto a los lugares como las orien-
taciones, los métodos o los estilos: si el lector realiza una
búsqueda al azar de las publicaciones científicas, podrá
descubrir informes "clásicos" de investigaciones que organi-
zan en cuadros estadísticos informaciones sobre determina-
da población o la articulación de datos cuantitativos y cuali-
tativos alrededor de un núcleo teórico fuerte, construcciones
axiomáticas con el objetivo de modelizar el comportamiento
de determinados actores o textos impresionistas que institu-
yen la restitución literaria de un ambiente social como una
especie de metáfora del objeto... 16
" M. A. Schiltz, "Influence du choix des traitements statistiques sur les
opérations élémentaires dans un dépouillement d'enquéte: codage et
seléction des variables". Communication, XII Congreso Mundial de Socio-
logía, Madrid, 1990.
12 Sobre este punto, véase, por ejemplo, K. V. Meter, Sociologie de la
criminalité d'affaires: deux méthodes différentes, deux représentations
sociales différentes, Bulletin de Méthodologie sociologique, No. 1, 1983, p.
3.18 y Structure des données et stabilité des résultats, Bulletin de Métho-
dologie sociologique, No. 4, 1984, p. 41-57.
"Aunque la elección es arbitraria, para dar cuenta de estas diferencias
se pueden ver obras como la de P. Bourdieu, La distinction, París, Ed. de
Minuit, 1979 [La distinción, Madrid, Taurus1; R. Boudon, La inégalité des
chances, París, Armand Colin, 1973 [La desigualdad de oportunidades,
Madrid, Laia, 19831; M. Maffesoli, L'ombre de Doinysos, París, Méridiens-
Anthropos, 1982.
99
 II. Los CAMPOS DE LA SOCIOLOGÍA
Con gusto propondríamos la tesis de que la forma propia de
construcción de la sociología en este período que no marca
ninguna verdadera invención programática nueva reside en
su segmentación en campos de investigación especializados
y fuertemente organizados.
La división de la sociología en sectores no es una novedad:
desde L'Année Sociologique, los trabajos aparecen en seccio-
nes diferentes. Pero (y la demostración de esto es la evolución
de las denominaciones) se trataba esencialmente de clasifica-
ciones lógicas que se correspondían con una delimitación
teórica de la esfera social. Los campos de investigación que se
construyeron poco a poco a partir de la Segunda Guerra
Mundial remiten a modos diferentes. Constituyen puntos de
articulación entre consideraciones teóricas y científicas y
una demanda social organizada. La separación de los campos
no remite a una problemática inicial, sino que manifiesta la
cristalización y, con frecuencia, la institucionalización del
encuentro entre una demanda social y una oferta científica
de investigación. Lo que en el modelo económico de oferta
y de demanda podría parecer contingente y no estructurante,
por el contrario, tiene la propiedad de construir progresiva-
mente campos de investigación fuertemente independientes
entre sí, cada uno organizado alrededor de un núcleo común
de preocupaciones, resultados, modelos, programas y fórmu-
las. Según los países y las situaciones, la implicación del
sociólogo en el campo es tal que puede pertenecer estatuta-
riamente a una de sus instituciones: esto es lo que pasa con
los servicios de investigaciones sociológicas que, en algunos
casos, fueron iniciados por los organismos responsables de la
salud, de la educación o de la justicia...
Estos campos son el espacio de una nueva modalidad del trabajo
sociológico: no son el resultado de la versatilidad de elección de
escuela o de incitaciones externas, por el contrario, pueden cons-
truir y probar con el tiempo teorías explicativas parciales, constan-
temente enriquecidas por resultados acumulados. De este modo
hacen posible el surgimiento de tradiciones particulares, la instau-
ración de relaciones interdisciplinarias privilegiadas y la constitu-
ción de bancos de datos específicos. Sin embargo, se distinguen muy
claramente de las subdivisiones que caracterizan a otros sectores
científicos, por las siguientes tres razones:
— Más allá de que lo social sea concebido como un todo o como un
conglomerado, toda teoría parcial tiende a articularse sobre una
100
teoría más general o la construye simultáneamente: la innovación
teórica y programática, durante este período, muchas veces provi-
no de campos particulares de la sociología y consistió en una
especie de ida y vuelta de un campo o de un nivel al otro: se puede
hacer este análisis de la teoría de la etiqueta, que provino de
estudios sobre la delincuencia, de la teoría de la reproducción, que
surgió del campo de la sociología de la educación, de la teoría de las
relaciones informales y de las redes, elaborada dentro de la socio-
logía de las organizaciones. En cada oportunidad, estas teorías
pueden constituir una aplicación o una modulación de uno de los
grandes programas constitutivos de la sociología.
— Este juego de influencias y hasta de transferencias de un campo
a otro, por una parte, del nivel particular que designan al de los
grandes enfoques de la sociología general, por otra, engendra un
segundo rasgo: los campos son simultáneamente lugares de unidad
y de conflicto. La unidad suele provenir del exterior (socios, contexto
común de trabajo que definen y recursos que aportan) mientras el
conflicto, en general, está ligado a divisiones internas: competencias
entre instituciones, cuando sociólogos que pertenecen a organismos
diferentes trabajan en el mismo campo, afiliaciones teóricas y
epistemológicas, cuando en un mismo campo se encuentran varias
escuelas sociológicas. Por ejemplo, la sociología de la educación vio
cómo se enfrentaban teorías pertenecientes al estructuralismo-
funcionalismo, al estructuralismo genético, al individualismo meto-
dológico, al interaccionismo simbólico, a la etnometodología."
— Finalmente, los componentes nacionales e internacionales
desempeñan un papel muy especial en la constitución de los
campos. La creación, en la posguerra, de dos grandes organizacio-
nes internacionales, la Asociación Internacional de Sociología y la
Asociación Internacional de Sociólogos de Lengua Francesa,' 8 que
convocan a coloquios regularmente y que organizan intercambios
científicos sistemáticos tuvo un papel decisivo en la estructuración
de los campos. Se instauraron redes internacionales y se adoptó, a
la sombra de cada organización, un estilo de trabajo y de publica-
ciones común. En el XII Congreso Mundial de Sociología de Madrid,
42 comités de investigación mantuvieron entre 6 y 8 sesiones y cada
" J. M. Berthelot, Réflexions sur les théories de la scolarisation, Reuue
francaise de sociologie, vol. XXIII, n° 4, 1982, p. 585-604; J.-C. Forquin, La
"Nouvelle sociologie de l'éducation" en Grande-Bretagne, Reuue francaise
de pédagogie, No. 63, 1983, p. 61-69: A. Van Haecht, L'école á l'épreuve de
la sociologie, Bruxelles, De Boeck, 1990 [La escuela va a examen, preguntas
a la sociología de la educación, Madrid, Miño y Ávila, 1999).
18 La Asociación Internacional de Sociología fue fundada en 1949 bajo
el padrinazgo de la UNESCO. Sus miembros constitutivos son las distintas
sociedades de sociología. La Asociación Internacional de Sociólogos de
Lengua Francesa fue fundada en 1958, en Bruselas, por iniciativa de Geor-
ges Gurvitch y de Henri Janne. Sólo reconoce a miembros individuales y su
lengua de trabajo es el francés.
101
uno eligió su dirección para los cuatro años siguientes. Pero,
simultáneamente, esta internacionalización no puede ocultar la
relativa indeterminación que preside a la delimitación de los
campos. Según la institución y el contexto, intervienen varios
factores que producen reagrupamientos o escisiones: dentro de las
organizaciones internacionales pueden coexistir comités de inves-
tigación y grupos de trabajo cercanos en cuanto al objeto, pero
alejados si se consideran las redes de pertenencia y las estrategias
institucionales. Grupos enteros pueden quedar fuera de estos
comités y constituir un sistema de relaciones construido según
criterios diferentes, como la lengua, la afiliación a una corriente
organizada o, más simplemente, el marco nacional en el que
ejercen. En las obras de síntesis y los textbooks, restricciones
editoriales, simpatías científicas, afiliaciones académicas y peso de
las referencias nacionales contribuyen a producir "mapas" no
superponibles de un mismo paisaje teórico.
III. RECORRIDOS PROGRAMÁTICOS
Y NUEVAS CERTEZAS
Aunque corto, en el período que va desde mediados de los
años cincuenta hasta fines de los ochenta se sucedieron
varios enfoques dominantes: el funcionalismo estructural y
el estructuralismo ocuparon al principio el primer plano,
luego, a fines de los sesenta, se reanimó el interés por el
marxismo renovado en la línea de la Escuela de Francfort o
a través de una (re)lectura del texto marxista. 19 La década
siguiente experimentó un retorno a las perspectivas fenome-
nológicas e interaccionistas y un crecimiento de los seguido-
res de la etnometodología. Finalmente, el período reciente
está marcado tanto por intentos de superación de las oposi-
ciones anteriores como por el surgimiento de una problemá-
19 En el primer caso, se trata no solamente de la notoriedad tardía de
Herbert Marcuse, sino, también, de un mayor interés por el marxismo
austriaco del joven Lukacs que se desarolló, sobre todo en Francia, a
comienzos de los sesenta. La relectura estructuralista de Marx, por otra
parte, que ejecutó Louis Althusser y sus estudiantes de la Escuela Normal
Superior (Pour Marx, París, Maspéro, 1965; Lire le capital, París, Maspéro,
1965 [Para leer "El capital", Barcelona, Planeta-D'Agostini, 19851) luego
prosiguió con Maurice Godelier y Nicos Poulantzas y tuvo un impacto
considerable; Jeffrey C. Alexander señala que una sección del marxismo se
abrió entonces en la Asociación norteamericana de Sociología y contó en
seguida con una cantidad importante de miembros (The new theoretical
Movement, N. J. Smelser (ed.), Handbook of Sociolog,y, Londres, Sage
Publications, 1988, cap. 2, pp. 77-101).
102
tica posmodernista que dispuso desde una perspectiva dife-
rente los contenidos disciplinares de la sociología.
Este análisis es, evidentemente, discutible en caliente y
parcialmente arbitrario. Además, se trata de tendencias a las
que los contextos nacionales dan forma de manera especial:
el debate alemán entre la Escuela de Francfort y el positivis-
mo prosiguió en pensadores como Jürgen Habermas y Hans
Albert; autores como Georges Balandier, Raymond Boudon,
Pierre Bourdieu, Michel Crozier, Alain Touraine, "retraba-
jan" los enfoques clásicos y dominan la reflexión sociológica
en Francia durante todo este período. 20 En los Estados Uni-
dos, en la era "posparsons" se produjo un juego pendular
entre el posfuncionalismo, por un lado, y las diferentes
corrientes del interaccionism o simbólico, de la etnometodolo-
gía y de la sociología fenomenológica, por el otro, en un debate
que muchas veces fue traducido, a causa de los niveles
diferentes de análisis privilegiados en uno y en otro, como
una oposición entre macro y micro sociología." Si bien, en el
sentido que planteamos previamente, esto no creó verdade-
ramente nuevos grandes enfoques, por el contrario, es posi-
ble comprobar una especie de depuración de los discursos de
las escorias ideológicas o retóricas y de los intentos
de superación o de articulación interna de las oposiciones
anteriores. Hay tres temáticas fuertemente dominantes en
este período:
— La primera es la de la oposición entre el orden y el cambio
social. Constituye tanto un problema teórico —¿cuáles son los
instrumentos de la regulación y del control social? ¿cuáles son
los factores del cambio y del devenir de las sociedades?— como una
cuestión epistemológica e, incluo, filosófica —¿hay que pensar el
movimiento a partir del orden o, a la inversa, el orden a partir del
desorden? A este dilema, cuyas raíces se encuentran en la filosofia
griega de los orígenes, la sociología no puede aportar una respuesta
definitiva. En cambio, puede poner a prueba la mayor o menor
pertinencia, en un momento determinado, de una posición en
relación con la otra. La primacía del estudio del orden social y de
sus equilibrios, como telón de fondo del cambio, dominó los enfoques
en términos de estructura hasta los años sesenta y la única alterna-
20 Para un ensayo de síntesis con respecto a la sociología francesa
durante este período, véase Pierre Ansart, Les sociologies contemporaines,
París, Seuil-Points, 1990.
" Véase, por ejemplo, el análisis de este período que realiza Jeffrey C.
Alexander en "The new theoretical Movement", art.cit.
103
 tiva que encontró fue el marxismo. A la inversa, a lo largo del periodo
reciente van separándose direcciones de investigación que constitu-
yen el orden como un momento en una dinámica original cuya lógica
es importante reconstruir. Esta perspectiva recorre la totalidad de
la obra de Georges Balandier y aparece tanto en el uso metodológico
de las sociedades tradicionales como "analizadores" de las socieda-
des modernas como en la construcción del concepto de desorden
como instrumento central de la comprensión de estas mismas
sociedades. 22 La sociología de la acción de Alain Touraine constituye
otra muestra de esta perspectiva: a lo largo de una reflexión sobre
los movimientos sociales que marcaron el período, se elabora la
teoría de la acción, que rechaza el concepto de sociedad y acepta el
de historicidad: las "sociedades" empíricamente comprensibles no
remiten a un sistema latente (la Sociedad) que podría dar cuenta de
ellas, sino a la lucha que opone a los actores sociales en la definición
y la gestión de la historicidad, es decir, en la producción de la
sociedad como campo social organizado. 23 En otro nivel, las oposicio-
nes orden/desorden, estabilidad/devenir, sobrentienden diferentes
elecciones metodológicas, incluso programáticas: la perspectiva
interaccionista de Ervin Goffman o la ruptura etnometodológica de
Harold Garfinkel proceden también de una problematización del
orden en funcionamiento en las relaciones y las interacciones
cotidianas. El cuestionamiento de la primacía de un orden latente y
la interrogación sobre la construcción de equilibrios parciales provo-
caron la recolección de datos que no fueran transversales, sino
longitudinales, y que introdujeran sistemáticamente la dimensión
histórica y temporal en los estudios concretos.
— La problematización de la noción de orden se sitúa, de hecho,
en la articulación de dos ejes, el del orden y de la historia, por un
lado, y el del orden y la acción, por el otro o, en otras palabras, el de
las estructuras y el de los actores. Este segundo eje constituye el
segundo gran tema que, en la continuidad de las grandes oposicio-
nes programáticas de la sociología desde su fundación, recorre este
período. Sin embargo, lo novedoso reside en el intento de integrarlo
o de efectuar nuevas articulaciones, en lugar de negar toda validez
del enfoque opuesto. La constitución de ciertos campos particula-
res, como la sociología de las organizaciones, la extensión de la
reflexión sociológica a fenómenos que hasta ese momento habían
sido considerados secundarios y que la actualidad lleva a primer
plano, como el cuerpo y la relación con el cuerpo, contribuyeron en
gran medida al surgimiento de este interés. La sociología de las
n G. Balandier, Le détour, París, Fayard, 1985; Le désordre, París,
Fayard, 1988 [El desorden: la teoría del caos y las ciencias sociales,
Barcelona, Gedisa, 1989).
23 A. Touraine, Sociologie de l'action, París, Le Seuil, 1965 [Sociología
de la acción, Barcelona, Ariel, 1969]; Production de la société, París, Le
Seuil, 1973 y Le retour de l'acteur, París, Fayard, 1984 [El regreso del actor,
Buenos Aires, Eudebal.
104
organizaciones obligó a problematizar tanto las nociones de estruc-
turas como la de actores, al mostrar los límites de los organigramas
"formales" y el peso de las estrategias de los diversos actores." Los
comportamientos corporales, las actitudes respecto de la vestimen-
ta, las prácticas alimentarias, los juegos de las apariencias consti-
tuyen un material especialmente interesante en la medida en que
en él se juega, en las sociedades desarrolladas, una modalidad
nueva de la relación entre el individuo y la sociedad, hecha al
mismo tiempo de sumisión a la moda y a los códigos y de afirmación
individualista del yo." Actores y estructuras pueden pensarse
según las modalidades de su articulación. Esta nueva perspectiva,
sin embargo, puede desdoblarse y hasta multiplicarse según el polo
que, en último análisis, se considera determinante. De este modo
se diferencian (y se oponen) enfoques como el de Raymond Boudon
y Pierre Bourdieu. El primero está de acuerdo con un individualis-
mo metodológico que, partiendo de la reconstrucción del comporta-
miento de los actores dentro de un sistema dado, ponga a prueba las
consecuencias previsibles de su comportamiento racional y, de este
modo, comprenda las transformaciones estructurales que resultan
de su agrupación según un mecanismo de efecto perverso." El
segundo introdujo a través del concepto de habitus un operador
fundamental de lo social, que explica la interiorización que realiza
el actor de las determinaciones esenciales de su posición social bajo
formas de esquemas de acción y de pensamiento que generan sus
comportamientos como variación singular de una misma modali-
dad o ethos común." Se encuentran intentos similares en autores
como Antony Giddens o Jeffrey C. Alexander."
— Finalmente, desde hace algunos años en la sociología se ha
instalado una corriente procedente de la filosofía, de la antropolo-
gía y de la estética. Se trata de un movimiento cultural por su objeto
y su amplitud, que designa con el nombre de posmodernidad al
estado de las sociedades desarrolladas y de posmodernismo a la
24 M. Crozier y E. Friedbert,L'acteur et le systéme, París, Le Seuil, 1977;
P. Bernoux, La sociologie des organisations, París, Le Seuil-Points, 1985.
" Berthelot et al., Les sociologies et le corps, Current sociology, vol. 33,
No.2, 1985.
26 R. Boudon, Effets pervers et ordre social. París, PUF, 1977;La logique
du social, París, Hachette, 1979 [La lógica de lo social, Madrid, Ediciones
Rialp, 1981]; La place du désordre, París, PUF, 1984.
27 P. Bourdieu,La distinction, París, Ed. de Minuit, 1979 [La distinción,
Madrid, Taurus]; Le seas pratique, París, Ed. de Minuit, 1980 [El sentido
práctico, Madrid, Taurus, 1991]; Choses dites, París, Ed. de Minuit, 1987
[Cosas dichas, Madrid, Gedisa, 1988].
28 J . Alexander procede a una revisión de varios autores contemporáneos
(véase, "The new theoretical Movement", art. cit.) A. Giddens se ubica en el
centro de esta problemática en su obra The Constitution of Society. Outline
of the Theory of Structuration. Berkeley/Los Angeles: University of Califor-
nia Press, 1984 [La constitución de la sociedad, Madrid, Amorrortu].
105
cultura que se elabora en ellas. Este movimiento, que registra
simultáneamente el fin de los grandes discursos y el estallido de
formas de expresión cada vez más marcadas por las nuevas indus-
trias de la imagen y de la comunicación, produjo dentro de la
sociología una ruptura con las normas clásicas de cientificidad a las
que se sometían todavía varios programas anteriores. Lleva a cabo
la oposición entre positivismo y sociología comprehensiva al cues-
tionar radicalmente el propio racionalismo y al proclamar el rela-
tivismo cuyo paradigma es el arte barroco. 29 Esta línea de reflexión,
que abolió las fronteras entre disciplinas y, más allá, entre discurso
científico y estético, creó una nueva tensión: también plantea el
problema de los límites del ejercicio sociológico y, el más profundo,
del estatus del racionalismo. Por lo tanto, al posmodernismo se le
oponen reacciones viscerales de rechazo e intentos de respuestas
teóricas basadas en una profundización del racionalismo: Jürgen
Habermas, heredero de la Escuela de Francfort, que nunca disoció
a la sociología del movimiento cultural y que no practicó un
racionalismo sereno es, sin ninguna duda, el líder de este camino
"neomodernista" de profundización y de apertura del racionalis-
mo.»
Los vínculos entre estas tres grandes temáticas son bas-
tante claros: la problemática de la posmodernidad está basa-
da, de otro modo, en las preguntas sobre el orden y el cambio
y, también en los actores y las estructuras. Del mismo modo,
a estas relaciones "horizontales" se asocia la multitud de las
relaciones "verticales" de diferentes niveles, por las cuales,
en un campo determinado, sobre un objeto determinado, se
ponen en funcionamiento modalidades de investigación y de
teorización que se hacen eco de tal o cual de estas temáticas
y las reelaboran en una investigación concreta.
29 Los sociólogos franceses más representativos de esta corriente son J.
Baudrillard (La transparence du mal, París, Galilée, 1990 ILa transparen-
cia del mal: ensayo sobre los fenómenos extremos, Barcelona, Anagrama,
1997] y M. Maffesoli, La connaissance ordinaire, París, Méridiens, 1985;
Au creux des apparences, París, Plon, 1990. Para una reflexión más
"distanciada" sobre las relaciones con la sociología, véase Z. Bauman,
Sociology and postmodernity, The Sociological Reuiew, vol. 36, No. 4, 1988,
p. 790-813.
3° J. Habermas, La modernité, un projet inachevé, 1980, traducido en
Critique, No. 413, 1981, p. 950-967; Theorie des kommunikativen Handelns
(Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Taurus, 1999); Der philosophis-
che Diskurs der Moderne, 1985 (El discurso filosófico de la modernidad,
Madrid, Taurus, 1993].
106
CONCLUSIÓN
¿Hay una sociología o sociologías? Un rápido vuelo por el
territorio de conocimiento de la sociología y el temor inheren-
te a una reducción unitaria invitan a la respuesta por el
plural. Sin embargo, en general esta opción se usa más
por facilidad o por diplomacia y tiende a no establecer lími-
tes: cada segmentación del dominio de investigación, cada
sedimentación de gestos técnicos, cada "micro pertenencia"
teórica o programática pueden instituirse en cuanto se insti-
tuye una red de trabajo, de intercambio y de afinidad como
una república autónoma.
Por esta razón, los teóricos de las ciencias naturales desprecia-
ron y estigmatizaron durante mucho tiempo un conocimiento
frágil, impuro, dificilmente separable de las escorias del lenguaje
en las que se insinúan las oposiciones metafísicas y las luchas
ideológicas. La profundización de la reflexión y del análisis moder-
nos dedicados a las ciencias naturales mostró, no obstante, que
éstas no estaban a salvo de dificultades parecidas. Sin embargo,
eran menos evidentes, más fácilmente disimulables detrás de un
aparato formal e instrumental común. Al introducir la idea de que
las ciencias naturales tuvieron una sucesión de "paradigmas", es
decir, de maneras de concebir la ciencia, Thomas Kuhn invitó a una
reflexión sobre las "matrices disciplinares" constitutivas de estos
paradigmas.
Si bien el territorio sociológico está dividido en una minada de
tribus, quizás pertenezcan a la misma nación, aunque no lo quie-
ran. La mirada que la sociología dirige a sí misma se modificó
durante esta construcción: mientras que durante mucho tiempo,
amarrada a las condiciones de su fundación, esta mirada tendía a
oponer una visión unitaria (la sociología es una ciencia como las
demás y no puede ser más que una) a una concepción dualista (la
sociología es una ciencia de interpretaciones necesariamente dife-
rente de una ciencia explicativa), durante el último período, poco a
107
poco se fue orientando hacia una integración de la pluralidad: el
territorio común es, entonces, la matriz disciplinar común, ese
bagaje de teorías, programas, herramientas, fórmulas, al que sólo
se accede a través de una mediación concreta, una afiliación
específica pero que, sin embargo, constituye el horizonte compar-
tido de todos los sociólogos.'
El patrimonio de la sociología no es un desván donde se
apilan teorías y métodos. Como intentamos demostrar a lo
largo de este libro, se constituyó con modos de enfocar los
problemas y "programas" de investigación que exploraron las
posibilidades alternativas y combinables de inteligibilidad
de lo social. El desarrollo y la articulación conflictiva de estas
grandes alternativas, en sus dimensiones simultáneamente
globales y operatorias, constituyen la especificidad de la
matriz disciplinar sociológica. Si se la interroga desde esta
perspectiva, ésta debe entregar la clave de su pluralidad. A
esta pregunta fundamental y nueva al mismo tiempo, la
sociología moderna responde hoy de un modo plural: insis-
tiendo en la unidad dialéctica del objetivismo y del subjetivis-
mo, profundizando la alternativa dualista y, finalmente,
interrogando el fundamento lógico y cognitivo de la plurali-
dad de los modos de inteligibilidad por los que construye la
inteligencia de su objeto. 2
Cf., por ejemplo, T. Bottomore y R. Nisbet, Introduction á A history of
sociological analysis, op. cit. o W. I. Wallace, Toward a Disciplinary Matrix
in Sociology, en N. J. Smelser (ed.) Handbook of Sociology, op. cit.
2 La primera posición es la de Bourdieu, Le seres pratique, op. cit., o de
J. Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne; la segunda de R.
Boudon, Individualisme ou holisme: un débat méthodologique fondamen-
tal, en H. Mendras y M. Verret, Les champs de la sociologie franqaise, op.
cit., la tercera de J.-M. Berthelot, L'intelligence du social, op. cit.
108
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Una historia de la Escuela de Frankfurt,Taurus, 1974.]
1 Introducimos obras en lengua extranjera no por pedantería ni por
xenofilia. Sucede que una importante cantidad de textos de referencia no
están traducidos al francés. Salvo que queramos circunscribir la sociología
(o cualquier disciplina) al perímetro estrecho del hexágono, nos vemos
forzados a invitar al lector a una apertura lingüística razonable.
109
Kalaora, B. y Savoye, A., Les inventeurs oubliés, Seyssel, Ed.
Champ Valon, 1989. ÍNDICE
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Worsley P. (ed.), The New Introducting Sociology, Londres, Pen- 10
guin Books, 1987. [Introducción a la sociología, Monte Avda.] II. Democracia y socialismo 16
III. Los primeros frutos
La mayoría de las revistas de sociología han publicado artículos de una sociología científica 22
sobre la historia de la disciplina y su estado actual. Algunas de ellas II. FUNDAMENTOS 29
se dedican especialmente a este tema: I. La escuela francesa de sociología 32
II. La escuela alemana de sociología 38
—L'Année sociologique, que retomó sus ediciones después de la III. La sociología
Segunda Guerra Mundial y que conservó la tradición de antes de la Primera Guerra Mundial 47
hacer reseñas críticas sistemáticas; III. EL DESARROLLO
—Current Sociology, órgano de la Asociación Internacional de Socio- DE LA SOCIOLOGÍA EMPIRICA MODERNA
logía, publica sistemáticamente números bibliográficos dedi-
cados a un campo, incluso a un objeto o a una sociología I. Un período de maduración 51
nacional; II. El nacimiento de la sociología empírica 56
—Revue franvaise de Sociologie dedicó varios números especiales a III. Constitución de una tradición compleja 63
la Escuela Francesa de Sociología y a su entorno: IV. ESTRUCTURAS Y FUNCIONES, SENTIDO E HISTORIA 75
—Vol. XVII, No. 2, 1976, A propos de Durkheim; I. Estructuras y funciones 76
—Vol. XX, No. 1, Les durkheimiens; II. Significación y sentido 83
—Vol XXII, No. 3, La sociologie frangaise au III. Tiempo e historia 91
tournant du siécle; V. SOC1OLOGY FOR ONE WORLD:
—Vol. XXVI, No. 2, 1985, La sociologie de UNITY AND DIVERSITY 95
l'entre-deux guerres. L El oficio de sociólogo
—Kólner Zeitschrift für Soziologie und Sozialpsychologie, publica 96
regularmente artículos históricos. En 1979, bajo la dirección II. Los campos de la sociología 100
de G. Lüschen, produjo un número especial dedicado a reali- III. Recorridos programáticos
zar un balance detallado de la sociología alemana desde la y nuevas certezas 102
guerra (Deutsche Soziologie seit 1945).
—History of Sociology, como su nombre lo indica, se especializa en CONCLUSIÓN 107
artículos sobre la historia de la sociología.
Bibliografía 109
110
111
I DEN 2110 93

Esta edición de 1.300 ejemplares

se terminó de imprimir en ~I de 2003
en Impresiones Sud América
Andrés Ferreyra 3767/69 , Buenos Aires

P. Vtertbk 14,7S,NL)
1 ., .