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Alison Spedding
“Espacio, tiempo y lenguaje en los Yungas” (1996) en García, Gutiérrez, Iturre, Prada et al.: Las
armas de la utopía. Marxismo: provocaciones heréticas. La Paz: CIDES.
1. El espacio yungueño
1.1 Descripción general
El paisaje yungueño es sumamente accidentado, con abruptas pendientes desde las cimas
de los cerros (cerca de unos 2500 msnm) hasta las playas de los ríos (los ríos mayores, como el
Tamampaya, corren a una altura de 1200 msnm e incluso menos). Los “desechos” (caminos sólo
transitables a pie), caminos de herradura y carreteras serpentean por las cuchillas y hondonadas,
ofreciendo panoramas que cambian cada roto, y trasladarse de un lugar a otro casi siempre implica
o bajar (saraqaña) o subir (makhataña). Raras veces se traslada en sentido horizontal, “por la
ladera” (iram iram saraña, castellanizado como “irar”). En las regiones más pobladas alrededor de
Chulumani, Huancane e Irupana, la mayoría del terreno está ocupado por cocales, huertas
(plantaciones mixtas de cítricos, café, plátanos y otros, todo sombreado por árboles de sikili) y
chacras, intercalados con espacios de chume (maleza; puede representar tierras en barbecho,
cocales y otros terrenos abandonados por falta de mano de obra, etc.). Sólo las partes más altas
quedan sin cultivar, cubiertas por pajonales o montes. Aunque el monte muchas veces parece monte
primario, casi todo ha sido afectado por la actividad humana; mínimamente se han extraído los
árboles de madera valiosa (como el colo) y muchas veces en realidad se trata de un monte
secundario, es decir, en algún rato fue terreno de cultivo (señalado, por ejemplo, por la presencia
de antiguos andenes adentro del monte). Igualmente, los pajonales pueden ser en algunos casos la
vegetación natural y otras veces el resultado de cultivos mal ubicados, o el poco cuidado en el uso
del fue para limpiar las “basuras” del desyerbe.
Las casas, tanto de los pueblos (nucleados) como de las comunidades (dispersas) se encuentran
generalmente entre los 1500 y 1800 msnm, mientras los terrenos cultivados se extienden más arriba
y más abajo. Los 2000 msnm representan el límite aproximado del cultivo de la coca y por lo tanto
no hay mucha actividad agrícola por encima de este nivel, excepto en algunas comunidades “de
altura” que se dedican a la producción de cultivos de “valle profundo” como el durazno y la frutilla.
Cerca de las playas de los ríos, igualmente, el clima se vuelve muy caliente y seco y sólo es apto
para algunos cultivos especiales como el mango. Esto explica por qué la zona de mayor habitación
se encuentra aproximadamente en el medio, coincidiendo con la zona apta para los cultivos más
importantes. No obstante, no es raro que para llegar al trabajo uno tenga que realizar una caminata
de una hora o más, que puede corresponder a unos 300 metros de subida vertical, sin considerar la
distancia horizontal transitada. Por lo tanto, “arriba” (alaya) y “abajo/adentro” (manqha) son las
orientaciones espaciales principales, mientras los puntos cardinales, que pueden ser muy
significativos para orientarse en una llanura, tienen poca importancia. El otro factor definitivo en
la ubicación de los asentamientos humanos es el agua. Tradicionalmente, las casas se ubican cerca
de manantiales o pequeños pozos; se prefieren estas fuentes a los riachuelos y ríos, que más
fácilmente se contaminan. Hoy en día la presencia de aguas potables permite más libertad en la
selección de sitios. Casi nunca se vive cerca de un río, aunque esta preferencia aparentemente tiene
más que ver con los peligros místicos asociados con el agua corriente (v. infra) que con el posible
peligro de inundaciones súbitas (“reventar” en el castellano de la zona).
La orientación de las casas en el área rural es dictada por el relieve. Se sitúan de espaldas al cerro,
con mirada hacia abajo, con referencia a la pendiente general del lugar (2). Generalmente consisten
en una casa principal de dos pisos (los bajos hacen de despensa, los altos de dormitorio familiar)
con una cocina de un piso al lado. Entonces, es puramente casual si resulta con puertas hacia el
oriente (inti jalsu, el sol brinca/cae afuera) o el poniente (inti jalanti, el sol brinca/cae adentro) u
otra dirección. No he ubicado palabras específicas para el norte o el sur. La otra forma de ubicarse
en el espacio se refiere a los ríos. Se distingue una orilla izquierda (ch’iqa) de una derecha (kupi)
según una mirada, aguas abajo. Sin embargo, esto aparece en topónimos, pero no es común en el
discurso. Cuando se dan direcciones para llegar a un lugar, es más común referirse a hito visibles
(un cruce de caminos, un tronco caído, un árbol notable, un cocal, una casa…) e indicar cómo
orientarse en relación a ellos, en vez de orientarse respecto a direcciones universales como los
puntos cardinales. Las direcciones “arriba” y “abajo” siempre predominan en todo caso (3).
2. El tiempo
2.1 Categorías del tiempo
Para hablar del “tiempo” como tal, se utiliza el préstamo timpu. Los hablantes bilingües
ocupan expresiones como “Jantimpuniktt” (No tengo tiempo) o “Jan timpuni sarnaquiritw” (“Sin
tiempo estoy andando”) para indicar que andan muy ocupados y por lo tanto no pueden cumplir
con algún pedido, aunque no han adoptado otras expresiones más citadinas como “gasto de tiempo”
(actividad inútil) u otras que implican que el tiempo es una sustancia que se puede utilizar mal o
bien. De cierta manera, este uso de timpu puede ser visto como una evasión o una mentira, ya que
si uno está de veras ocupado basta con citar la actividad en cuestión; entonces la aseveración de
“estar sin tiempo” en realidad suele indicar “estar sin ganas” o voluntad para hacer la cosa pedida.
Así, en realidad, no se refiere al “tiempo” propiamente dicho. Timpu también puede significar
“época”; así se habla de asint timpu, “tiempo de hacienda”, o nayra timpu, “tiempo de antes”, que
es la expresión más cercana a “pasado” en general. Se puede decir también nayranayrapacha
aunque no asintpacha (creo que esto está tomado como “toda la hacienda”, es decir, el conjunto de
sus terrenos y/o habitantes). Para las épocas del año, se mantiene el término originario de pacha
(11).
El año (mara) en Yungas se divide en dos periodos principales, la estación seca y la lluviosa, con
dos otros periodos menores. Aquí se citan los meses occidentales correspondientes, pero se juzga
el tiempo más por las condiciones meteorológicas y otros indicios (flores silvestres, canto de ciertos
insectos) y no por la fecha exacta. No conozco el uso de observaciones astronómicas para fijar
fechas en los Yungas, ni tampoco para pronosticar el año agrícola (12). Las estaciones, entonces,
no llegan en las mismas fechas todos los años. Los trabajos agrícolas también sirven para indicar
fechas; así “tiempo de naranja” indica el periodo de junio hasta septiembre, aproximadamente.
Cuando se utiliza fechas, se refiere al calendario ritual (Candelaria, San Bartolomé, Todos
Santos…) y/o cívico (Día de la Madre – siempre festejada en las comunidades, 27 de mayo; 6 de
agosto, que no se denomina “Fiestas Patrias”, etc.).
Juypi pacha, tiempo de helada, corre más o menos entre mayo y septiembre. Aunque no hay heladas
como tal en Yungas, se siente el frío de las alturas sobre todo en las montañas, y se dice que el
crecimiento de la coca se restringe y las hojas se amarillean “por la helada”. En castellano se dice
“tiempo de secas”, aunque suele llover un poco en todos los meses; junio y julio son los más secos.
Sin embargo, en estos meses se siembre yuca (en junio) y gualusa (desde julio). En agosto y
septiembre llueve un poco y se inician los trabajos de preparación para plantar coca. Es seguido
por lapaka, el tiempo antes de las lluvias, de un calor sofocante, de octubre hasta fines de
noviembre o principios de diciembre. Las cigarras chillan diciendo “Tunqu sataña” (siembra de
maíz); se puede seguir sembrando maíz hasta Reyes (6 de enero). Jallu pacha, tiempo de lluvias,
empieza en diciembre y continua hasta marzo. Los meses de mayor lluvia, enero y febrero, se
caracterizan por la escasez y son denominadas jalanta, “caído adentro”. En estos meses se planta
coca, sobre todo en febrero. Entre jallu pacha y juypipacha algunos identifican un periodo llamado
awti churaawi (“lugar que da hambre”), marzo y abril, caracterizado por lluvias súbitas intercaladas
con sol. El nombre es algo raro ya que esto es ya temporada de la cosecha (del café, una de las tres
mit’a de la coca, y del maíz y otros productos de autoconsumo) y más bien no hay escasez.
El año que corre es una categoría no marcada. El año que viene es marana. El año pasado es
maymara, y anteaño pasado, khurimaymara (“año pasado de allá/aquel”). A partir de esto hay sólo
jaya mara, “muchos años” (literalmente “año lejano”). Cuando se exige una ubicación más precisa
en el pasado, se refiere a algún hecho conocido (quién estaba de presidente, qué tipo de billetes
circulaban…) o se lo relaciona con etapas del ciclo del individuo (“Cuando no tenía ni un hijo”) o
de otro conocido, en vez de contar el número de años o citar una fecha exacta. De la misma manera,
las edades de las personas se expresan más en términos de quién es “contemporáneo” (estaban en
la escuela juntos, etc.) de quién y no en términos numéricos.
Otra manera de indicar el tiempo es a través de la duración del día. En pleno verano (tiempo de
lluvia) amanece cerca de las cinco y media y atardece cerca de las siete, hasta siete y media,
mientras en invierno (tiempo de secas) amanece cerca de las seis y media y atardece después de las
seis (mis observaciones son inexactas porque la hora del reloj tiene poca importancia en Yungas;
la única que se observa con bastante exactitud, a través de Radio Yungas, es las cinco de la tarde,
hora del descanso en la cosecha de coca). Cuando el día es largo se dice intijayankiwa, “el sol está
lejos”, mientras un día corto corresponde a intijak’ankiwa, “el sol está cerca”. Estos comentarios
suelen ser ilustrados con gestos indicando la trayectoria del sol, por donde sale hasta donde se pone.
La trayectoria más corta del invierno es entonces vista como señal de estar más cerca. Así se mide el
camino del sol de la misma manera que los caminos de la tierra, es decir, en término del tiempo que
uno requiere para transitarlos – Takipata se encuentra a “una hora y media” desde Chulumani, etc.
Las fases de la luna (phaxsi; la misma palabra se usa para “mes”) tienen cierta importancia en el
trabajo agrícola; por ejemplo, se debe trabajar la wawa kuka (coca hija, recién plantada y sin
cosechar) en luna nueva (wawa phaxsi) mientras esta época no es buena para cosechar coca porque
suele llover y no se puede secar el matu (coca verde). Si uno engendra un hijo en wawa phaxsi, va
a salir mujer. La luna llena se denomina urt’a. Aparte de esto, la importancia de la luna se limita a
su presencia – o ausencia – si uno tiene necesidad de andar de noche o de salir muy temprano (en
este caso, conviene cuando es jayri, luna vieja, que sale antes del amanecer).
No hay una divisón muy elaborada del horario del día, a parte de las horas del reloj. Desde el
amanecer (willkt’xiw, uruxiwa) hasta el mediodía (lastusi) es alwa, la mañana, aunque alwata,
“temprano”, generalmente indica el rato entre levantarse (muchas veces antes del amanecer) e ir al
trabajo (07:00 – 08:30, según el individuo). Lastusi corresponde al descanso del mediodía que
puede ir desde las 12:00 hasta las 13:30. La tarde, jayp’u, es marcada por jayp’u akhulli/tarde aculli,
el descanso de la tarde, de 15:30 a 16:00. Las mujeres generalmente “descansan” (dejan de trabajar)
a partir de las cinco, porque tienen que ir a cocinar, mientras los hombres siguen trabajando hasta
las seis. La noche, aruma, no es objeto de mucha atención porque generalmente uno se encuentra
en casa. Sólo se distingue chikaruma, medianoche, porque esta hora (medida por el reloj, por
supuesto) tiene valor para la realización de ciertos actos rituales. Mientras en las alturas el andar
de noche suele ser visto como peligroso, sobre todo para las mujeres, las noches yungueñas son
frescas y agradables y mucha actividad festiva tiene lugar en la noche; hombres y mujeres transitan
de noche sin problemas, usando faroles o linternas cuando no hay luna. Sin embargo, de noche uno
se encuentra o en alguna casa, el camino, o en otro espacio en medio de lo habitado como la capilla
o la cancha, si es que hay fiesta. Los campos agrícolas son frecuentados sólo de día; el único motivo
para encontrarse en ellos de noche es para robar o velar para que no roben.
El calendario de actividades es siempre dominado por las exigencias agrícolas, que obligan a la
realización de cierta actividad dentro de cierto tiempo pero a la vez no le otorgan un día u hora fija
y tampoco una fecha absoluta, ya que las lluvias pueden adelantarse o las heladas llegar tarde. Esta
actitud se extiende hasta la programación de actividades sociales, que no se sujetan con exactitud
a fechas programadas (una actitud que frustra a gente urbana acostumbrada a un calendario rígido).
Las únicas excepciones son los hitos del calendario ritual. Las almas llegan precisamente el 1 de
noviembre (Día de Alma Puri); la misa de Tata San Bartolomé se ha de celebrar el 24 de agosto
por la mañana, y así. Un acto ritual necesariamente tiene que realizarse en el día y hora señalado;
caso contrario, pierde toda su validez. A la vez, al igual que la ronda agrícola, estas fechas re repiten
año tras año, contribuyendo al domino del tiempo cíclico sobre el tiempo lineal (13).
Notas
(1) Si etnohistoria es equivalente a etnobotánica, etc., entonces debería ser la historia tal como la
cuenta la gente misma. En la actualidad, pero, es la misma vieja historia de siempre, sólo aplicada
a “etnias” que antes no se consideraban dignas de tal atención.
(2) En regiones altiplánico donde no hay pendientes pronunciadas, es más común encontrar casas
en forma de varias construcciones de un piso alrededor de un patio central, con frecuencia
amurallado. La pendiente no juega un rol importante aquí, aunque hay una tendencia de situar la
casa “de espaldas” a la dirección en que corre el agua, para que en caso de una lluvia torrencial no
se inunde.
(3) El hecho que el “observador abstracto” aparentemente se ubica mirando hacia “abajo” puede
indicar el uso igualmente “abstracto” de los términos “izquierda” y “derecha” en cualquier
situación. Es decir, se puede proponer una especie de mapa donde “abajo” es la dirección fija y
juega un rol orientador paralelo al norte en los mapas occidentales; luego se utiliza derecha e
izquierda en vez de oeste y este. Dejo esta sugerencia para otras investigaciones, pero, porque
personalmente soy casi incapaz de nombrar izquierda y derecha sin pensar a lo menos dos veces,
y por lo tanto no he podido hacer observaciones adecuadas al respecto.
(4) Tanto pan como coca debe ser recibido con las dos manos juntas. Así forman un par de
elementos simbólicos en relación de oposición permanente. Otra indicación de esto es que el
kharisiri maneja pan como elemento para atraer a la gente, mientras si uno masca coca queda
inmune a los ataques del kharisisi.
(5) Cuando no quieren tomar, entonces, estos individuos encargan las compras a las mujeres de su
unidad doméstica y ni pisan el pueblo, a veces durante meses. Algunas mujeres tienen la costumbre
de tomar en el pueblo igual, pero es más criticado en ellas que en los hombres, aunque un hombre
responsable tampoco debe hacerlo.
(6) Este concepto sí es invertido por los habitantes urbanos, quienes en varias ocasiones (tanto en
Yungas como en el Altiplano) me han indicado que no se debe caminar a solas en el campo, porque
los habitantes rurales asaltan a uno en cualquier oportunidad – que es lo mismo que los campesinos
creen de los habitantes urbanos, sobre todo los de las grandes ciudades.
(7) Esto se parece al supesto concepto milenario del pachakuti, “vuelta/retorno del tiempo”
(Bouysse-Cassagne y Harris op.cit., 32-35, Bouysse-Cassagne, 1988, etc.). Sin embargo, este
término es desconocido en Yungas excepto a través de la propaganda del partido político Eje-
Pachakuti (de orientación pro-campesina y pro-cocalero). Comentarios sobre un “juicio” por venir
y similares generalmente provienen de personas que han tenido mucho contacto con sectas
evangelistas. A mi parecer, si hay creencias milenaristas o apocalípticas en los Andes, se deben a
la interacción con la tradicción judeocristiana donde este tipo de pensamiento tiene una historia en
sí milenaria (Cohn [1970] 1981).
(8) Todos estos animales, incluso el chay (zarigüeya) y la víbora, son comestibles. El chay es un
remedio para la tuberculosis y la carne de víbora, se considera, es “santoremedio” que protege a
uno contra toda clase de enfermedad.
(9) Tanto animales como gente “anda” (sarnaqaña) cuando se trata de su actividad normal. Cuando
uno se encuentra con un animal en un contexto nefasto, se dice que el venado, la víbora o lo que
sea “me ha aparecido” (uñjst’itu). El animal en este contexto se asimila a los “malignos” que
igualmente aparecen y desaparecen en vez de transitar normalmente por el espacio.
(10) Puede ser que corresponde a otro significado de – nta – y significa entonces “empezar a
saber/conocer”, aunque los contextos donde yo lo he escuchado no confirman esto.
(11) La palabra pacha tiene diversos otros significados. Aparte de la inflexión del tiempo
inferencial (v. infra) también puede significar “con todo” (wawanakamppach, “con los niños y
todo”, etc.), un uso que puede incluir todo el espacio ocupado por una propiedad o un grupo social;
puede referir del hecho de haber venido de cierto lado (Londresatpacha, “desde Londres”), etc.
Aquí sólo voy a considerar su uso como sustantivo y como inflexión verbal.
(12) De hecho, el cielo yungueño es frecuentemente nublado, y los valles estrechos limitan la
extensión del cielo que se puede observar. Quizás estas condiciones influyen en el poco interés que
he encontrado para la astronomía en la región, aunque he encontrado observadores casuales de
“kha warawra” (aquella estrella, sin nombrarla) encima del techo de la casa para estimar la hora
de la noche.
(13) En los Yungas sólo existe el ciclo anual de actividades y luego el ciclo largo (véase Spedding,
1994) involucrando cocales y huertas, que dura décadas y no proporciona una medida específica
del tiempo. En comunidades de altura donde se practican ciclos prolongados de barbecho en
sistemas de aynuqa (también llamados qapana, manta, etc.), estos ciclos proporcionan una forma
de medir el tiempo que es más largo que un año. En Chari (provincia Bautista Saavedra) el ciclo
de barbecho es de 7 años: un año de papa, un año de oca y otros cultivos y cinco años de descanso.
Este período de 7 años (desde un año de papa en cierta qapana, hasta que vuelve a estar con papa)
se llama kumi. Se puede decir entonces, “Mi hijo nació hace dos kumi” o “Eso ocurrió cuando la
qapana Churu era papa” para ubicar acontecimientos en el pasado. Esto indica que la
transformación o abandono del sistema productivo puede incluso desestructurar el tiempo mismo
(Comunicación personal de David Llanos Laymi).
(14) Supongo que se puede argumentar que el uso del futuro en aymara sí implica una posición
determinista. Hay algunos datos que podrán apoyar esto. Aunque (en mi opinión) el “mirar coca”
no refiere al futuro, sino a cosas pasadas o actuales sobre las cuales el solicitante no posee
información adecuada, como la ubicación de su vaca perdida o la causa de su enfermedad, los
sueños sí refieren al futuro; entonces, si podemos conocer algo sobre el futuro, esto implica que ya
está establecido. El concepto del “destino” también sugiere cierto determinismo. Pero a la vez se
considera que, ante sueños nefastos u otros indicios de un porvenir negro, se pueden realizar ritos
para “cambiar la suerte”. Esto no sería posible dentro de un determinismo estricto. También es de
notar que, aunque hay modos de conocer el futuro, son totalmente diferentes a los modos de
conocer el presente; hay que poseer el conocimiento de los signos encerrados en la coca, saber
interpretar las imágenes de los sueños que por lo general representan algo diferente a lo que serían
en la experiencia (Spedding, 1992b), etc. Este tema merece mucha más investigación.
(15) También un nombre general y no individual, ya que se opina que hay “varias Wirnitas”. El
uso de los tiempos en cuentos de este tipo sin embargo, es más complejo que lo citado aquí, ya que
las transcripciones demuestran el remoto lejano en combinación con el remoto cercano y, con más
frecuencia, el tiempo simple. Habrá que analizar en más detalle hasta qué punto esto representa
una creación de las estructuras lógicas dentro del marco narrativo del cuento que, en su globalidad,
se supone señalada por la ausencia de valor-de-verdad.
(16) Es interesante que en la autobiografía de Luciano Tapia (1995), el autor, que generalmente
demuestra poca fe en manifestaciones espirituales como el Tío de la mina, asevera la veracidad de
un tipo de manifestación – los augurios de la muerte.
(17) A veces hay otras personas presentes, pero en el caso concreto que conozco (de un encuentro
con la Chuqilqamiri) el otro se encontraba totalmente borracho y aparentemente “no vio”, aunque
sí fue afectado por el encuentro. Una regla similar (sólo se les encuentra estando solo) se aplica a
los espíritus del monte del río entre los Achuar ecuatorianos; véase Taylor (1993) para un análisis
fascinante de las implicancias epistemológicas de esto.
(18) Es cierto que se maneja la categoría kwintu/cuento para referirse a ciertos relatos que sí
podemos llamar “míticos”; pero es igualmente cierto que las personas que presentaban sus relatos
sobre Marka T’ula no los clasificaban así. Kwintu se opone a una categoría no-marcada, muy
diversa, de relatos cuyo valor-de-verdad es un asunto de contestación y debate entre los que los
relatan o escuchan; incluso la frontera de la categoría kwintu es discutible. Creo que todos estarían
de acuerdo que “El cóndor y el zorro” es kwintu, mientras las opiniones varían sobre Chuqilqamiri
Wirnita, y hasta se puede opinar “kwintupaya” (será su cuento) sobre lo que – por ejemplo –, un
conocido nos dice de por qué fue arrestado en el pueblo.
(19) Sólo en sueños pueden tomar forma de una vaca. Los malignos en sueños tienen formas
diversas: cura, policía, chunchu, gallina, gallo o gato, entre otras.
(20) No está claro para mí por qué no se trabaja la historia oral de acontecimientos como esto,
donde hay muchos participantes vivos y activos todavía, mientras sí se realiza historia oral de la
Masacre de Jesús de Machaca, cuyos únicos testigos vivos son ancianos/as quienes eran guaguas
en la década de los 1920. Quizás se piensa que podrá haber represalias contra los testigos, ya que
los parientes de los victimados deben ser igualmente vivos y activos, pero es bastante fácil
conseguir el anonimato en testimonios publicados. Claro que el recopilador no suele quedar en el
anonimato, y si lo hace, no va a poder cobrar créditos - académicos para su obra…?
(21) No es casual que la URSS estalinista fuera una de ellas.
Bibliografía
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