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Los únicos que pueden darse el lujo de manifestar sus dudas, críticas o
cuestionamientos al sistema de representación democrático y la política de
masas, eran los intelectuales y algunas minorías educadas sin pretensiones de
ejercer una vida pública. Pero entre estos últimos nos encontramos con
manifestaciones públicas de un pesimismo cultural que evidencia la sensación
de la cultura burguesa retrocede frente al avance de las masas seminalfabetas.
A pesar de ello, no se observa que temieran por la supervivencia de unos
valores o instituciones que eran percibidos como únicos e indispensables para
el progreso secular.
En palabras de Hobsbawm:
Lo que se producía con mayor frecuencia, estuvieran o no los
trabajadores identificados con su <<partido>>, era la identificación de
clases sin contenido político, la conciencia de pertenecer a un mundo
distinto, el mundo de los trabajadores, que incluía el <<partido del
clase>>, pero que iba mucho más allá” (Hobsbawm, 1990:131).
D. La situación de la burguesía
Entre fines del siglo XIX y principios del XX la ideología burguesa será
objeto de crisis que minará los principios de la identidad que da cohesión a la
cultura burguesa y a la burguesía en tanto clase. No quedan elementos sin ser
puestos en cuestión, entre ellos: el individualismo, la respetabilidad y la
propiedad, el progreso, la reforma y el liberalismo.
Los elementos que operan horadando estos principios son múltiples, y
en muchas circunstancias dependen de las situaciones locales, pero los
principales se destacan por su carácter global: el nacionalismo e imperialismo
y el avance hacia la guerra.
En términos de Hobsbawm:
“<<La nación>> era la nueva religión civil de los Estados. Constituía un
nexo que unía a todos los ciudadanos con el Estado, una forma de conseguir
que la nación-Estado llegara directamente a cada ciudadano, y era el mismo
tiempo un contrapeso frente a todos aquellos que apelaban a otras lealtades
por encima de la lealtad del Estado: a la religión, a la nacionalidad o a un
elemento étnico no identificado con el estado, tal vez sobre todo a la clase.”
(Hobsbawm, 1990:150)