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Problemas del Mundo Contemporáneo

Unidad VII

En ésta concluiremos la temática iniciada la pasada clase, relativa a sobre


la manera en que se fue cimentando y afianzando el sistema capitalista.

En esta ocasión nos concentraremos en una serie de problemáticas, entre


ellas:

 La relación de fuerzas entre países en los que se da marcadamente el


avance del capitalismo industrial y aquellos que devienen dependientes
de éstos.

 Las transformaciones sociales, demográficas y económicas en el campo


de la consolidación de un orden social burgués.

 El afianzamiento de un orden de ideas que contribuye a la legitimidad


del sistema capitalista: la razón, la ciencia, el liberalismo y el progreso.

En lo que hace al primer punto - es decir, lo que podríamos llamar la


incipiente división internacional del trabajo - hemos de recuperar la
caracterización hecha por Hobsbawm de “perdedores” y “ganadores”. Con ella,
lo que nuestro autor intenta dar cuenta es de la manera en la que se afianza
en capitalismo a escala mundial, cómo impacta en las economías regionales,
sean estas más o menos desarrolladas, y de qué modo se saca ventaja de este
impacto.

Entre las víctimas del avance del capitalismo occidental encontramos


principalmente a sociedades y estados más débiles así como a algunas
colonias. El problema principal con el que se enfrentan es el de definir una
posición frente a Occidente, ya que hayan sido objeto de una conquista formal
como informal. De ahí, que en términos generales podamos decir que son dos
las respuestas más típicas frente al avance occidentalizador:

A) Imprimir sobre suelo local una serie de transformaciones que les permitan
imitar el funcionamiento de las instituciones y el sistema económico de los
países avanzados y

B) La aceptación a transigir en una serie de reformas que le permitiese


mantener sus costumbres, instituciones y cultura sacando cierto provecho del
avance tecnológico y la ciencia de Occidente. Sin embargo, la modernización
no sólo implica avance, las desventajas en el mediano y largo plazo se hacen
sentir: los países dependientes rápidamente pasan a constituir la fila de los
países subdesarrollados.

*** Debemos tener en mente que las potencias capitalistas tienen como
horizonte, para este entonces, la aplicación de una suerte de reforma
ideológica que les permitiera colocar a Occidente en la percepción de “los
otros” como algo a admirar y anhelar. Esto se acompaña del hecho de que
carezcan de interés en ocupar o administrar estos países. ***

El escenario queda polarizado, dividido en dos:

 Por un lado, un grupo países que obtienen un saldo positivo y logran


hacerse del control de este impulso del desarrollo capitalista.
Esto se debe a su superioridad tecnológica, económica y militar. La
mayoría de ellos están emplazados en el centro y noroeste de Europa
Occidental y alcanza a los Estados Unidos de Norteamérica también.

 Por el otro, una serie de países que quedan bajo la órbita del primer
grupo y carecen de la capacidad de determinar su propio destino fuera
del marco de influencia de estos. Son objeto de un proceso de
occidentalización que afecta tanto a las ex colonias Americanas como
a las regiones de reciente colonización.

Veamos algunos casos:

1. América Latina:
- Son ex colonias españolas y portuguesas.

- Se independizan en la primera mitad del silgo XIX.

- Se organizan políticamente en una estructura de estados soberanos que


se montan sobre un entramado de instituciones y leyes de corte liberal
que evocan la experiencia europea del siglo XIX.

- La modernización institucional presenta debilidades y fracasos que


son producto de que esta surge no de un proceso de construcción
paulatino sino de su imposición desde el poder político. La estructura
sociopolítica aludida esta dominada por grandes terratenientes que
conforman grupos que se van consolidando como grandes oligarquías a
medida que se van independizando del yugo colonial. Si bien el liderazgo
de los caudillos resulta en una fortaleza interior, a nivel institucional no
expresa más que debilidad dado que se depende de los caprichos de
quien esté de turno.

- El desarrollo económico y la inserción al mercado mundial están


signada por su subordinación a los comerciantes y capitales de origen
extranjero. Son intermediarios extranjeros quienes generalmente
controlan el comercio de importación y exportación, a la vez que es la
afluencia de capital extranjero la que contribuye al desarrollo de la
infraestructura de la región (un ejemplo de ello es la inversión de
capitales británicos para el desarrollo del ferrocarril).

2. Imperios coloniales de las potencias europeas:

Se caracterizan por la coexistencia de colonizadores con población indígena o


nativa, entre ellos: Africa del Sur, Argelia, Nueva Zelanda. Cabe resaltar que
donde la población local es más sólida y supera en número a “los blancos” los
obstáculos para los colonizadores son mayores. En este caso se presentaba un
problema por doble partida:

- Necesitan contar con un conjunto de nativos integrados para que


asumieran la función de los blancos.

- Es requisito someter a las instituciones tradicionales locales aunque esto


no revista una gran utilidad.

De ahí que el proceso de occidentalización asuma ciertas


particularidades. El caso de la India es paradigmático. Veamos algunas
cuestiones:
- Tiene un alcance limitado sobre el grueso de la población, dicho límite
es producto de las grandes distancias culturales que separan a ambos y
porque la interferencia en las prácticas culturales podría resultar en
resistencias o rebeliones que representaran un peligro para la
estabilidad del régimen colonial.

- También es restringida su efectividad. Si bien tiene un amplio alcance


sobre el grupo que tendrá la posibilidad de transitar por el sistema
educativo de la potencia colonizadora - en este caso Inglaterra – para
luego completar las filas de los administradores subalternos que se
pondrán al servicio del imperio, a largo plazo serán estos mismos
quienes asuman la responsabilidad de liberar a la India del yugo
británico.

También podemos detenernos unos instantes en el caso de Egipto y de


China. Ambos son estados débiles que se encuentran en una situación de
dependencia mayor que el resto de las colonias de la época.

El primero queda integrado como abastecedor agrícola de la economía


europea. China presenta unas características peculiares que la llevan por un
derrotero en el que queda subsumida a una dependencia administrativa total
de los extranjeros.

Hacia mediados del siglo XIX la crisis de Taiping permite que la


occidentalización se filtre y avance a gran velocidad. Esto se debe a que el
apoyo extranjero aparece como una solución a la necesidad de lidiar con las
luchas internas y los enfrentamientos civiles que corroen la estabilidad y la
unidad del imperio.

3. Potencias dominantes

Pero las particularidades no sólo se dan en las colonias, sino también


pueden ser atribuidas al desarrollo de las potencias dominantes. Si decimos
que hacia el tercer cuarto del siglo XIX nos encontramos con un panorama en
el que el mundo está dominado por europeos nos estamos olvidando del
interesante proceso que protagonizan los Estados Unidos de Norteamérica;
aquel que los conduce a incorporarse al concierto de las potencias dominantes.
Veamos algunas de sus características más destacables:

- Monta su dominio a partir de una política de control indirecto del


continente Americano y regiones del Océano Pacífico.

- Se constituye en el paradigma del “nuevo mundo” o la “tierra de las


oportunidades”.
- A su interior se observa un combate de proyectos en el que se enfrentan
la utopía agrícola de campesinos libres con el ideal de un mundo de
grandes ciudades y de una gran industria. Es el capitalismo del Norte el
que saldrá victorioso a costa de una expansión hacia el Oeste y de una
Guerra Civil (1861-65) que lo llevará a combatir con el sur más
granjero. Lo que no puede ser pasado por alto es el hecho de que, si
bien el Norte puede hacer gala de su superioridad económica industrial,
es el Sur el que detenta una fuerza política mayor.

- Su desarrollo económico está en manos de emprendedores, designados


retrospectivamente como los “hombres que se hacen a sí mismos” (self
made men). Estos se caracterizan por su capacidad en saber sacar
provecho de la falta de control estatal sobre el manejo de los negocios,
de la inexistencia de competencia con clases sociales tradicionales y de
liderar una economía que esta más atada a la especulación que a la
planificación.

Finalmente cabe mencionar dos casos particulares de desarrollo capitalista.


Por un lado, el caso de Japón que logra mantenerse ajeno a los alcances de
occidente. Por el otro, el de Alemania. Lo que comparten ambos países es el
hecho de que la transformación del país y el desarrollo capitalista son
impuestos desde arriba y no nacen producto de una revolución.

Hasta ahora hemos venido analizando los movimientos políticos y


económicos que resultan del ascendente desarrollo industrial y la consiguiente
consolidación del capitalismo. Lo que debemos preguntarnos a esta altura es
por los alcances sociales y culturales de estas transformaciones.

A este respecto debemos considerar una serie de temas:

I. Cómo se articula la relación campo-ciudad y de qué manera se manifiesta


esta articulación en el traslado de la población ya sea a las metrópolis como a
otros continentes.

II. Qué impacto tienen las transformaciones producidas por el progreso


industrial en el nivel de vida de la población así como en el desarrollo urbano y
cómo redunda esto en el clima político, particularmente en el espacio de las
reivindicaciones obreras.

III. Qué características asume lo que hoy denominamos “el mundo


burgués”.

I.
Es muy interesante observar los movimientos poblacionales que se
desatan desde mediados del siglo XIX y que van a la par del desarrollo
industrial. No solo hay movimientos del campo a la ciudad, sino también de
una región a otra – ya sea de una zona urbana a otra o de una región rural a
otra – a nivel local o transoceánico. A pesar de que estos son años de
crecimiento y consolidación del sistema capitalista, no podemos decir que la
población europea hacia mediados de siglo es mayormente urbana. De hecho,
la población mundial sigue siendo campesina en su mayoría.

Lo que sí se modifica sustancialmente es la relación campo-ciudad a


nivel local y en lo que hace a la relación entre naciones. Las zonas rurales (ya
sean regiones al interior de una nación o naciones enteras) quedan
supeditadas a la ciudad en tanto que la economía industrial favorece y
determina su desarrollo como demandante de productos agrícolas. En otras
palabras, la demanda alimentos y fuerza de trabajo de los centros industriales
y ciudades es la que define el ritmo del desarrollo agrícola.

Si bien el desarrollo industrial favorece el crecimiento de las urbes y el


desplazamiento de la fuerza de trabajo a las ciudades, la creciente demanda de
productos agrícolas, para su consumo o como materia prima para la industria,
propicia un aumento de la tierra y de la mano de obra destinada al trabajo
agrícola. Por supuesto, esta ecuación se aplica a las regiones donde la
agricultura esta dominada por el mercado capitalista tanto internacional como
nacional, donde la implementación de la tecnología favorece un mayor
rendimiento y productividad.

La creciente modernización de los centros agrícolas implica una serie de


impactos en el campo del funcionamiento social y político de dichos centros
que se manifiesta de manera dispar en las regiones que hoy podemos
identificar retrospectivamente como centro y periferia. Lo que varía de un lugar
a otro es la respuesta política de la sociedad agraria frente a los embates de la
modernización contra el tradicionalismo.

Donde mayores resistencias se observan es en:

- La plantación esclavista.

- Las haciendas con siervos.

- La economía campesina tradicional no capitalista.

Como condición necesaria para el desarrollo de una agricultura de


exportación se hacen necesaria una serie de requisitos que implicarán la
transformación de estos tradicionales sistemas de producción: contar con
trabajadores libres disponibles, mejorar los créditos y el sistema de transporte
e incorporar tecnología. Ahora, si bien el cálculo económico representa uno de
los factores determinantes en la modificación de las prácticas económicas y
sociales de los países tradicionales, el avance de la moral burguesa también
tendrá su impronta, particularmente en lo que hace a la abolición de la
servidumbre y la esclavitud. Sin embargo, el vacío que deja la prohibición de la
trata no queda descubierto sino que lo llenan los inmigrantes chinos e indios
que, aunque son “asalariados”, son sometidos a condiciones de vida que poco
se distinguen de los de la servidumbre.

II.

Una de las claves centrales para comprender el clima político es que


con la consolidación del capitalismo y de la sociedad burguesa las alternativas
de organización social se van restringiendo. Lo que prima es, por un lado, una
serie de coordenadas impuestas por la organización de partidos masivos de la
clase obrera y, por el otro, la casi total desaparición de la expectativa
revolucionaria y del recurso a la agitación en el horizonte político.

Lo que queremos destacar es que la revolución ya no constituye el hilo


conductor en la mentalidad de los dirigentes y protagonistas del devenir
político, lo que no quiere decir que vayan a desaparecer ciertos focos
revolucionarios, rebeliones o levantamientos, pero los mismos serán
focalizados.

Para comprender mejor este cambio debemos posar nuestra atención


unos instantes en la manera en la que la transformación urbana e industrial
impacta sobre el estilo de vida, las prácticas y expectativas de los sectores
populares, en particular, de la clase obrera.

A partir de 1850 la urbanización crece enormemente y es un fenómeno


que implica no solo cambios en la geografía, sino también en el diseño y
composición social de las ciudades – esto último involucra las relaciones de
sociabilidad y pautas culturales. La prosperidad de los sectores medios redunda
en una floreciente arquitectura y planificación urbana.

Al incrementarse las industrias se van constituyendo centros urbanos


que reúnen actividades comerciales, administrativas, de servicios y
transportes; esto implica, mayores masas de población empleadas en estas
tareas. Estas van concentrándose en las zonas marginales generando el
creciente y característico hacinamiento de los barrios obreros.

Este diseño urbano simboliza un elemento intrínseco al sistema que se


instala a medida que el capitalismo se va consolidando: la desigualdad e
inseguridad laboral. Mientras la clase media disfruta de un mayor confort y
opulencia, la clase obrera vive en un estado de precariedad e inestabilidad
permanente.

En este grabado vemos retratado un


fenómeno muy típico de la época: la
emergencia de casas de empeño a
medida que aumenta la desocupación
en las ciudades como producto de la
gran afluencia de trabajadores en
busca de ocupación para subsistir, a
causa del desempleo o empleo
temporario.

La creciente polarización social al mismo tiempo que la unificación de los


estilos de vida van abonando el terreno para la configuración de una identidad
y conciencia común entre los sectores obreros, que transciende sus
especializaciones y prácticas. Hacia la década del 60 del siglo XIX los
trabajadores pobres pasan a conformar las filas del proletariado gracias a la
introducción de la figura de la organización colectiva y de la interpelación de
los sindicatos y la Internacional.

Cobran conciencia de que sólo a través de la organización y la lucha


conseguirán cubrir sus necesidades y hacer respetar sus derechos en un
contexto en el que primará el mercado libre.

En el campo de las mentalidades y en la estructura social aun se


observan indicios de la pervivencia de los alcances de la Revolución Francesa.
Lo que podemos denominar descendencia intelectual se divide en las
siguientes tendencias:

a. Los comunistas jacobinos de la línea Blanquista que tendrán su


oportunidad (y fracasarán) en el levantamiento conocido como la
Comuna de París de 1871.
b. Los radicales republicanos democráticos, quienes lograrán una
mantener una influencia de largo alcance porque representan a los
sectores bajos de las clases medias, entre ellos: campesinos,
tenderos, artesanos, etc. Es de entre sus filas que surgirán los
nuevos mandos del socialismo. Asimismo, el anhelo por una república
revolucionaria pasa a ser por una república social y democrática.

c. El anarquismo cobra fuerza hacia 1860 de la mano de P.J. Proudhon


y M. Bakunin. La influencia de Proudhon se sustancia a partir de sus
ideas relativas al trabajo en cooperativas como forma de
contrarrestar la deshumanización de las fábricas y su desprecio a
cualquier forma de gobierno o autoridad. Por su parte, Bakunin
aporta su capacidad de agitación y organización de la difusión del
anarquismo sin fronteras.

El caso de Rusia es muy interesante para analizar como se desplaza el


epicentro del horizonte revolucionario hacia donde los alcances del
desarrollo capitalista son eximios.

Este desplazamiento no sólo es geográfico sino que también remite a sus


protagonistas, dado que será la intelligentsia la que promueva la agitación
política y no una burguesía y/o un proletariado que si detentaban algo que los
destacara en relacion a sus congéneres continentales es su debilidad y reciente
conformación. Incluso, hasta finalizado el dominio de Nicolás I hacia 1855, una
Rusia escasamente tocada por la industrialización se mantiene ajena a los
estertores revolucionarios que vienen azotando a Europa Occidental, ya que
apenas cuenta con actores que puedan sentirse interpelados por el llamado
revolucionario. Sin embargo, el período regido por Alejando II comienza a
mostrar fisuras y signos de debilidad que permitirán el avance de fuerzas
revolucionarias – hasta el punto de que una rebelión de masas culminará con
el asesinato de Alejandro II en 1881.

El mismo zar habrá de adoptar una serie de medidas modernizantes que,


si bien apuntaban a fortalecer internamente la autoridad del zar, a la larga
favorecerán su debilidad y la emergencia de los actores políticos que
perpetrarán su asesinato.

La liberación de la servidumbre de 1861 da lugar a la conformación de un


campesinado revolucionario y las reformas administrativas y jurídicas serán
protagonistas de un estrepitoso fracaso.
Particularidades de la Intelligentsia rusa que los distinguen de los
intelectuales de Europa occidental.

- Se constituyen como grupo social especial. Esto quiere decir que son
reconocidos como un grupo aparte y por encima del resto de la
sociedad que ejercen el papel de conciencia del pueblo.

- Considerando que en Rusia la sociedad está lejos de ser burguesa y


menos aún liberal, el papel de los intelectuales rusos no puede
asemejarse de ningún modo al de los occidentales (cuya función era la
de favorecer la consolidación del sistema burgués liberal mediante la
promoción del nacionalismo). Aún más, el nacionalismo ruso era
prerrogativa de la Iglesia.

- Sustentarán, entonces, su legitimidad como casta aparte en la


promoción de un modernismo de corte populista a partir del que
promoverán una revolución de las prácticas y las costumbres del pueblo
a partir de avance de la producción, el progreso, la ciencia, la educación
y la constitución de una sociedad moderna de carácter socialista

- Estos sentarán las bases para el definitivo derrocamiento del zarismo a


través de la promoción de una práctica que se instala en el horizonte
político: la agitación revolucionaria.

A pesar del aludido desplazamiento, será el París de 1871 el escenario de


uno de los rebrotes revolucionarios más significativos del tercer cuarto del siglo
XIX: conocido como la Comuna de París.

Si bien su existencia es breve y acotada su geografía, la


constitución del gobierno revolucionario consiguió convertir a la
Comuna en un símbolo de amenaza al orden burgués o mito al que los
futuros levantamientos tomarán como faro.
La Comuna de París se constituye en el espectro de la revolución
proletaria por venir.

De ahí el temor que despierta y la desmedida reacción de la sociedad


burguesa que no sólo reprime brutalmente a los revolucionarios sino que
reacciona más allá de las fronteras de Francia en la persecución de los mismos
a modo de advertencia a todos los que, a partir de entonces, pensaran en
amenazar la estabilidad del orden burgués.

III.

Esta problemática de fuerzas en pugna nos lleva insoslayablemente a


posar nuestra atención sobre el mundo burgués y los hilos que constituyen el
entramado que lo sostiene. Si nuestra intención es dilucidar la manera en que
dicho orden puede ser amenazado, primero debemos preocuparnos por
analizar los elementos que constituyen sus pilares, que operan como los
símbolos de su legitimidad en tanto clase y la manera en que estos funcionan.

Algunos de los elementos más característicos asociados a lo burgués: el


hogar, la familia, el mundo interior/lo privado que se combina con una serie de
objetos cuya propiedad permite sostener un status, una moralidad que roza la
hipocresía de la cual se irradia una separación tajante entre lo corporal y lo
espiritual o lo material y lo ideal.
Las ciudades son el epicentro de su existencia, ya sea esta familiar o
laboral, y en ellas pueden desplegar las prácticas que constituirán los bastiones
centrales sobre los que se sostiene su estructura de legitimidad frente a las
otras clases: mantener las apariencias, frecuentar los clubes, salones y bailes.
Desde ellas irradiarán una serie de valores que a la larga pernearán a toda la
sociedad: el culto al trabajo, el ahorro y la sobriedad como medios para
alcanzar la prosperidad, y la exaltación de la familia y el hogar.

Contemplemos por unos instantes a la familia burguesa y su significado.


Esta denota un sentido de unidad, en tanto unidad social básica, unidad de la
propiedad y de la empresa e incluso unidad de las redes intraburguesas dado
que las familias se van ligando a través de los casamientos. El carácter
fundamental de la moral burguesa opera en función de sostener esta unidad y
de no permitir que nada la vulnere… al menos visiblemente.

Una familia burguesa


inglesa. Fue una
institución patriarcal,
la figura principal era
el padre.

La familia burguesa
debía ser ejemplo de
vida armoniosa y
respetuosa de las
jerarquías. Para el
burgués, la familia representaba el contraste con la realidad externa difícil y
competitiva.

Además de la hipocresía, es en suma interesante la contradicción que la figura


de la familia porta. En términos de Hobsbawm: “[…] la estructura de la familia
burguesa contradecía de plano a la sociedad burguesa, ya que en aquella no
contaban la libertad, la oportunidad, el nexo monetario, ni la persecución del
beneficio individual.” (Hobsbawm: 235). Por otra parte, sí podemos decir que
la estructura de esta familia es coherente con la época si la entendemos como
expresión de la desigualdad del esencial sobre la que se monta el capitalismo.

El arte servirá como medio y soporte tanto para transmitir como para
hacer ostentación de estas diferencias en status. Veamos algunas imágenes:

Pastelería Gloppe en los Campos Elíseos, obra de J. Béraud (1889)


Burguesía urbana española, de R. Cortés, 1855.

Otra cuestión a tener en cuenta es el de las diferencias al interior de


este mundo. No todos los burgueses detentan el mismos status: unos
pertenecen a la alta burguesía, otros a la mediana y finalmente están lo que
forman a la pequeña burguesía. Las diferencias más marcadas aparecen
respecto a los estratos inferiores, quienes en muchas oportunidades detentan
intereses y reivindicaciones más cercanos a los de la clase obrera.

La clase media cobra sustento a partir de este momento, como grupo


heterogéneo formado por artesanos que trabajaban en talleres (modistas,
herreros, carpinteros, etc.), pequeños comerciantes y propietarios rurales,
empleados públicos, profesores, etc. Su posición económica y su nivel de
instrucción eran superiores a los de las clases bajas e inferiores a los de los
burgueses. Viven en las ciudades pero ocupaban casas peores. En lugar de
mantener una relación de conflicto dan cuenta de un gran afán por imitar en
sus posibilidades la forma de vida de la alta burguesía.

Finalmente debemos interrogarnos por los elementos que la definen


como clase frente a las otras clases. Estas son algunas de sus características
más destacables:

 A diferencia de la aristocracia, la burguesía es portadora de un poder e


influencia que nada tiene que ver con su nacimiento o status tradicional.
En términos políticos se puede decir que detenta una posición
hegemónica en la sociedad que, aunque no ejerza directamente el poder
político, sí mantiene un control sobre él.
 Con su consolidación se instala la acepción de individualismo que hasta
hoy está vigente: para pertenecer a esta clase es necesario “ser
alguien”, es decir, destacarse como individuo por contar con una
fortuna, con capacidad para dirigir a otros, con capacidades para
destacarse de los demás.

 Opera a partir de redes de sociabilidad que se articulan en función de


favores e influencias.

 De esto último se deslinda que no se organice en agrupaciones como las


de los movimientos de masas sino en grupos de presión.
 Su horizonte ideológico es liberal: cree en el capitalismo, la empresa
privada y los gobiernos representativos – mientras les permitan
mantener el status quo y reservar para sí el ascenso social.

 El darwinismo social viene a explicar la creencia en la superioridad del


burgués, la definición de su identidad en tanto sujeto capaz no sólo de
dominar y mandar (en la sociedad, la empresa o la familia) sino también
de desplegar su talento para emprender nuevos desafíos y superarse a
sí mismo continuamente. De ello también se desprende lo que en su
momento analizamos como las carreras al talento.

 La percepción de sí mismos como un grupo superior a escala humana


cobra forma, también, en la definición de los otros como inferiores. Esto
permite justificar la definición de la clase obrera como clase inferior o,
eventualmente, a las empresas de colonización de lo que son percibidas
como “especies inferiores”.

Hacia fines de la década del 70 del siglo XIX se introducen algunos cambios
que inaugurarán un nuevo panorama político, social y económico: se
delinearán los albores del Imperialismo. Estos serán los años en que
aparecerá un Estado más poderoso e interventor a la par de un mercado
mundial en el que se instalará un nuevo patrón de desarrollo y dependencia,
renacerán los reclamos y la agitación política de tintes revolucionarios de la
mano de partidos y movimientos obreros independientes, se consolidarán
nuevos partidos de masas y también partidos antiliberales y antisemitas.

Comienza una nueva fase de la estructura del mundo capitalista que


analizaremos a partir de la próxima clase apoyándonos en el texto de E.
Hobsbawm, La era del imperialismo.

Guía de Lectura

 Hemos articulado la clase VII como una guía de lectura, destacando en


negritas los principales ejes temáticos. Por este motivo, la propuesta de
esta guía de lectura tendrá que ver con la profundización de dichos ejes
y de ciertos problemas que fueron aludidos a manera de ejemplo en el
desarrollo de la clase:

1. Caracterice la división ente países dominante y los “perdedores”.

2. Analice las relaciones de fuerza entre los países protagonistas del


desarrollo capitalista y los que quedan subsumidos a ellos. Ejemplos
paradigmáticos: América Latina, Japón, los Estados Unidos de
Norteamérica y Alemania.

3. ¿Cómo se estructuran las relaciones de fuerza al interior de los países


capitalistas, de los partidos políticos y el sistema democrático?

4. Ante la relativa desaparición del horizonte revolucionario, ¿Qué


respuestas y alternativas se proponen? Ver los casos de Irlanda, Rusia y
los Estados Unidos de Norteamérica.

5. Analice los siguientes temas: El avance de la industrialización, el nuevo


mapa social y geográfico, definición de centros y periferias, las
modificaciones en las sociedades modernas y en las tradicionales. El fin
de la esclavitud y la servidumbre, migraciones internas y
transoceánicas.

6. Reflexione sobre las características del mundo burgués y de la


consolidación de la burguesía en tanto clase social.

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