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A. El contexto de emergencia.
*** Bien vale la pena hacer una salvedad: el lema bolchevique “todo el
poder a los soviets” es meramente una provocación ***
Uno de los principales problemas con los que se tiene que
enfrentar la conducción bolchevique durante la guerra civil es que debe
administrar una economía de guerra. También es característico de este
gobierno que llevara a cabo una serie de reformas vinculadas al campo
de lo ideológico: quieren abolir la propiedad privada y el libre mercado,
distribuir la producción, etc. Lo que no logra es una buena relación con
el campesinado, de hecho, la política de requisas de alimentos para
alimentar al Ejercito Rojo no trae más que resquemores o tensiones.
Aquello a lo que realmente se aspiraba, en la dirigencia bolchevique, era
a la colectivización de granjas donde tanto el trabajo como la
comercialización de la producción tuvieran carácter colectivo.
Finalizada la guerra civil, el gobierno bolchevique se encuentra en
una situación aún más complicada no sólo por la devastada escena,
sino porque al ser dados de baja una gran cantidad de miembros del
Ejercito Rojo, ya innecesarios, dan una cuenta de una situación de gran
descontento por la falta de posibilidades de integración y por el hambre.
Es necesaria la construcción del socialismo para lo cual se hace
indispensable la modernización y desarrollo económico del país. Esto
implica a su vez la industrialización de Rusia, base del argumento
menchevique según el cual los bolcheviques se habrían apresurado a
llevar a cabo una revolución sin respetar las etapas previstas por las
leyes de la historia definidas por Marx. Se apela, entonces, a una
reforma económica que para muchos en la época constituye un
retroceso respecto a las conquistas de Octubre pero apunta claramente
hacia la industrialización y modernización de Rusia. Estas medidas son
conocidas como la NEP (nueva política económica):
Se autorizó el libre comercio interior
Se contrataron técnicos extranjeros y se permitió la
propiedad privada de pequeñas y medianas
empresas.
El Estado mantuvo bajo su control los transportes,
el comercio exterior, la banca y las grandes
empresas.
C. La era de Stalin
Una vez que asume el liderazgo, Stalin lanza su Primer Plan
Quinquenal (1929-32) que apela a reforzar el proceso de
industrialización y la colectivización. Establece una suerte de estado de
guerra contra todo y todos los que se opongan a sus designios. “La
oposición política y la resistencia a las políticas del régimen eran
denunciadas como traición y a menudo castigadas con severidad propia
de tiempos de guerra” (Fitzpatrick, 2005:153). Es en este sentido que se
esboza e implementa una estrategia discursiva en la que las causas de
los problemas internos, ya sean estos políticos, sociales o económicos,
se deben o a las conspiraciones de los enemigos (internos o externos)
del comunismo o la amenaza de guerra contra Rusia.
En el contexto del programa de desarrollo industrial la
necesidad de importación de maquinarias es paliada con la exportación
de granos – como en el caso de otros países en desarrollo de la época.
La diferencia en este caso es que la producción agrícola se rige por
reglas diferentes y, de hecho, por una intervención directa del estado
que hará que éste responda de manera muy dura cuando los granos
escaseen entre 1927/8. Para asegurarse una cantidad de grano
suficiente para cubrir necesidades básicas de la población y cuotas
necesarias de exportación Stalin lleva a la práctica medidas tendientes
a la colectivización agrícola forzada – el koljoz. Esta constituye un
intento de reorganizar la vida campesina, eliminar a los kulaks en tanto
clase y establecer controles administrativos que abarquen hasta el
último resquicio del funcionamiento de las aldeas. Por un lado, muchos
campesinos vivirán esta experiencia como la de una segunda
servidumbre. Por el otro, esto le valdrá una división al interior del
partido, y la percepción de quienes se alejan de las posturas de Stalin
como el sector de “derecha”, uno de los líderes de esta oposición es
Bujarin.
Todo este proceso debe apoyarse en la hegemonía comunista y
proletaria. De esta idea nace lo que se da en llamar la “revolución
cultural”: esta consiste en afirmar el control del partido sobre la vida
cultural y generar los canales en la administración del régimen para el
acceso y participación de las nuevas generaciones de jóvenes
comunistas y trabajadores.
Los logros de Stalin pueden resumirse de la siguiente manera:
- El control estatal directo se extiende sobre la economía urbana
y rural.
- Fortalece el brazo policial del estado.
- Crea el gulag: campos de trabajo asociados al proyecto
industrializador y cuya mano de obra está conformada
generalmente por aquellos vistos como una amenaza a la
estabilidad del régimen.
Una vez pasados los cuatros años desde la implementación del I
Plan Quinquenal se decreta que la industrialización es un éxito, sin
importar la calidad de la producción ni los costes. Por su parte, la
colectivización es un foco de malestar que pone la situación agrícola
constantemente en estado de crisis.
En 1936 Rusia se dota de una nueva constitución, y Stalin
aprovecha la oportunidad para declarar la victoria de la Revolución en
tanto sentencia que el objetivo de modernización y desarrollo económico
han sido logrados. En otras palabras, la guerra de clases toca
supuestamente su fin, es el momento del pasaje de la dictadura del
proletariado al socialismo.
Nuestra autora destaca en su conclusión: “La Revolución le dio a
Rusia un sentido, un destino histórico. A través de la revolución, Rusia
se convirtió en pionera, dirigente internacional, modelo e inspiración
para las fuerzas progresistas de todo el mundo.” (Fitzpatrick, 2005:215).