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Clase XI: La Revolución Rusa

Desde que tuviera lugar, la Revolución Rusa ha sido tema central


de debates, estudios y reflexiones de diverso tipo. Dicha diversidad
puede tematizarse según la cercanía temporal y/o ideológica a la
Revolución:
a. Hasta la I Guerra Mundial los aportes reflexivos respecto a la
misma provienen de sus contemporáneos.
En polos opuestos podemos encontrar versiones críticas como la de
L.Trotsky o complacientes como la versión oficial. De carácter
controversial la lectura que sobre la Revolución ofrece L. Trotsky,
establece una línea divisoria según la cual la fase legítima de la
revolución se habría desarrollado entre 1917 y el ascenso de Stalin
por estar orientada a un fin universal contra el capitalismo. Stalin
representaría el fin de la revolución o su desvío al asentar su curso
en la noción del “socialismo en un solo país”, eliminar sus
pretensiones de extender la revolución al resto del mundo e impulsar
a cambio una dictadura de un solo partido que ejerce el control de
la economía y la sociedad apoyándose en la burocracia organizada
por el Partido Comunista.
Por su parte, entre 1930 y 1950 la versión oficial o lo que Fitzpatrick
identifica como los marxistas formulistas, ofrece una interpretación
de la Revolución de Octubre como una verdadera revolución
proletaria , que lejos de adelantarse se ajustaba a las leyes de la
historia.
b. A partir de la II Posguerra Occidente se ocupa de analizar el
fenómeno soviético abiertamente. A esta preocupación subyace
la necesidad de definir y legitimar la postulada división del
mundo en dos bloques característica de la Guerra Fría. Hay una
serie de obras literarias que se encargan de denunciar lo que se
concibe como “la amenaza totalitaria”, por un lado, y también hay
una gran profusión de ensayos y estudios de carácter académico
entre los que destacan aquellos de los norteamericanos. Es
característico el libro de Hannah Arendt, El Totalitarismo, del que
se desprende una identificación entre la Alemania nazi y la Rusia
de Stalin que muchos otros autores retomaran para ubicar a
Rusia como la cabeza del panteón de la amenaza totalitaria. Pero
no todo ha de reducirse a esta literatura demonizante sino que
también se producen estudios en los que el objetivo se aleja de la
propaganda política para inaugurar una serie de reflexiones
articuladas en función de comprender el fenómeno soviético con
toda su complejidad histórica, social y política. Entre estos
últimos, son recomendables los textos de Isaac Deutscher y E. H.
Carr.
c. También nos encontramos las historias narradas por exiliados
y disidentes. En general éstas orbitan en torno al desencanto, la
desilusión o en el extremo más crudo la denuncia de
determinadas prácticas identificadas como parte de un engaño.
Uno de los temas recurrentes de estos textos es el de la distinción
entre la era inaugurada por Lenin y aquella de Stalin y en
referencia a este último la denuncia de las arbitrariedades,
cambio de signo político, purgas y crímenes.
d. Por último nos encontramos con aquellas obras que apelan a
la construcción de un corpus investigativo que escape a la
propaganda antitotalitaria y que busca ajustarse a la
rigurosidad de los procedimientos académicos. Entre los
historiadores occidentales este interés se manifiesta
particularmente a fines de la década del 70, hiendo hincapié en la
historia de Rusia para analizar el modo en el que se puede
insertar a la Revolución en ella. Esta tendencia se recrudecerá
aún más para cuando se da la caída del régimen comunista y la
disolución de la URSS en 1991. Para entonces, no sólo se obtiene
un mayor acceso a fuentes inaccesibles antes de los 90s sino que
también se impone el interés por replantar a la Revolución Rusa
como problema en el campo de la historiografía. Hay que repensar
a la Revolución en la medida en que hay que demarcar su período
de extensión histórica y volver a definirla en términos tipológicos:
¿De que tipo de Revolución estamos hablando? ¿Una que
constituye la fuente de emergencia de una nueva nación o una
que sólo constituye uno de los episodios en el devenir histórico de
una nación que la excede o trasciende?

En esta clase haremos un recorrido que tiene por objeto


acercarlos a la interpretación de S. Fitzpatrick sobre los principales
temas que constituyen a la Revolución Rusa. Este libro ha sido
seleccionado porque justamente intenta responder a los interrogantes
planteados en el punto d. El texto se organiza a partir de la articulación
de los siguientes temas:
 El contexto de emergencia: La revolución de 1905, la situación
internacional y la Guerra del 14.
 La revolución como disparador del proceso de modernización: Las
revoluciones de 1917.
 La misión del proletariado y la vanguardia en el curso de la
revolución: La guerra civil y la consolidación de la dirección
bolchevique.
 La violencia y el terror revolucionarios: La NEP, la burocracia y el
socialismo de un sólo país, la era de Stalin (su relación con la
derecha, colectivización e industria, cultura y sociedad).

A. El contexto de emergencia.

Si bien forma parte del concierto de potencias mundiales, la Rusia


de principios del siglo XX sigue siendo percibida como atrasada por
sus pares en la medida en que no logra superar al feudalismo y no
ha alcanzado a modernizarse ni económica, ni política ni
socialmente. En las primeras décadas del siglo se sientan las bases
de su industrialización, pero la impacto del progreso que trae
aparejado redunda en una inestabilidad social y política.
Una gran parte del imperio es todavía rural y la clase obrera
urbana se encuentra muy ligada al campesinado a pesar de que la
industria rusa está muy avanzada en estructura para la primera
década del siglo. Esto no quita que no contara con una gran fuerza
revolucionaria y desarrollara un rol en extremo militante: en la
revolución de 1905 es cuando los obreros organizan los soviets para
dotarse de sus propias instituciones revolucionarias (tanto en Moscú
como en San Petersburgo). De acuerdo a Fitzpatrick, lo que
contribuye a la radicalidad de la clase obrera rusa de principios del
XX, es que la tradición campesina de la que procede es, a diferencia
de la francesa, revolucionaria y que “[…] no tuvo tiempo de adquirir
la “conciencia sindical” sobre la que escribió Lenin, de ser un
proletariado industrial arraigado, en condiciones de defender sus
intereses a través de procedimientos no-revolucionarios […]”
(Fitzpatrick, 2005:34).
Otro sector de la sociedad que aportará a la desestabilización
del régimen zarista es la intelligentsia: elite educada y
occidentalizada portadora de una ideología radical que la aleja del
resto de la sociedad tradicional rusa de la que proviene. Lo que los
unifica es la percepción de su rol como el de portadores de un
pensamiento y posición crítica que se traduce en una visión moral
para mejorar la sociedad que indefectiblemente se propone como
opositora a los elementos tradicionales del régimen.
Entre sus tareas reclama la misión de traer a suelo ruso los
logros de la modernización occidental. Su vertiente ideológica es la
del populismo ruso: promueve una visión idealizada del
campesinado ruso en detrimento de la industrialización capitalista
que es tomada como una amenaza a la unidad propia de la
comunidad aldeana (mir) en la que para éstos yace la base del
igualitarismo que hará de cimiento a un socialismo propiamente
ruso. El marxismo ruso es un desprendimiento de esta
intelligentsia, pero rompe con ella porque se propone como una
ideología de la modernización y la revolución. Promueven el
desarrollo capitalista como una etapa necesaria en la evolución hacia
el socialismo y un instrumento para acabar con el atraso rural ruso.
Además, a diferencia de los populistas, toman como sujeto de
interpelación revolucionaria a la clase obrera urbana y no al
campesinado.
1903 es un año de importancia para el marxismo ruso en tanto se
divide el Partido Socialdemócrata Ruso de los Trabajadores en
“mencheviques” y “bolcheviques” – Trotsky es uno de los líderes
más reconocidos entre los primeros y Lenin entre los segundos. Para
ambos sectores del marxismo ruso es imperioso superar la
doctrina del liderazgo revolucionario burgués. Lenin atribuye
dicho rol al proletariado aliado al campesinado ruso. Los
bolcheviques logran mayor adhesión entre los obreros por su
carácter más revolucionario y menos ortodoxo. En 1902 Lenin habría
publicado su ¿Qué hacer?, panfleto que marcará no sólo a los
revolucionarios de octubre sino también a todos aquellos que
quieren seguir su camino. El carácter programático de este texto
sienta las bases y principios para el accionar revolucionario. Son
fundamentales según Lenin los siguientes elementos:
 Importancia central de la organización partidaria: el
partido constituye el creador y la vanguardia de la
revolución. Según la mirada leninista el proletariado ruso
no estaba en condiciones más que de alcanzar una
conciencia sindical.
 El núcleo del partido debe estar conformado por
“revolucionarios profesionales” de dedicación exclusiva,
provenientes de la intelligentsia o de la clase obrera y
dedicados al a organización política de los trabajadores.
 Son fundamentales: la centralización, la disciplina y la
unidad ideológica dentro del partido.
1905 representa la solidaridad nacional contra la autocracia: los
liberales se ubican como lideres de un movimiento revolucionarios en el
que se suceden huelgas obreras, movilizaciones estudiantiles,
desordenes campesinos, motines en las fuerzas armadas, organización
de soviets o consejos en Petrogrado, etc. La representatividad de
mencheviques y bolcheviques es muy acotada respecto al nivel de
agitación que ostenta la clase trabajadora. Los años de preguerra son
difíciles por las dificultades que se presentan a la posibilidad de
implementar la esperada reforma agraria y por la sucesión de huelgas
de gran escala, que dan cuenta de una mayor cantidad de reclamos de
orden político más que económico. Cuando llega la Guerra, Rusia se
alía con Inglaterra y Francia dejando aislados a sus exiliados en
Alemania (por ejemplo, Lenin). El escenario ruso es de división social,
de fragilidad en la estructura burocrática y la legitimidad de régimen se
muestra precaria. Es interesante observar que el movimiento obrero de
claro corte internacionalista, opta por el patriotismo ante la contienda,
pero en el caso de Rusia lo que se observa y anhelan algunos de sus
líderes es que la derrota podría funcionar como disparador de una
guerra civil que condujera a la esperada revolución (versión conocida
como derrotista). Si bien el pueblo ruso adhiere a la incorporación de
Rusia al bando aliado, no tolera sus derrotas y se volverá violentamente
sobre su gobierno a causa de ellas confirmando la lectura de los
derrotistas como Lenin.

B. Las revoluciones de febrero y octubre de 1917.

Las manifestaciones populares y el retiro del respaldo de las elites a


la autocracia sellan el derrumbe de la autocracia en febrero de 1917.
A partir de ese año se instala una suerte de gobierno de
complementación democrático, cuya conducción es compartida entre el
resucitado soviet de Petrogrado y el gobierno provisional liderado por la
elite liberal. Pero este poder dual no puede sostenerse por mucho
tiempo. Ambas partes siguen senderos opuestos, los liberales se hacen
cada vez más conservadores mientras que la revolución popular se hace
cada vez más radical. La victoria de la fracción bolchevique (más
cercana al soviet de Petrogrado) en octubre del 17 es tomada con
asombro y recelo por los mencheviques y otros marxistas no
bolcheviques que sienten que les han robado la riendas de la revolución
y también por los aliados extranjeros que ven, a partir de entonces, en
Rusia la amenaza a todo sistema democrático.
Lo elementos que contribuyen a horadar las bases del gobierno dual
son:
 Campesinos: la complicada situación agraria se dificulta aún
más con la dilación de la aplicación de una reforma agraria
que viene siendo reclamada desde hace tiempo. Ante la
solicitud de los campesinos de una redistribución igualitaria
de la tierra, el gobierno dual se paraliza ante la consideración
de las dificultades administrativas y económicas en las que
tendría que incurrir para aplicar esta reforma. Por un lado, se
haría necesaria la expropiación y redistribución de las tierras y
por el otro, desde una perspectiva liberal, sería necesario
otorgar una compensación económica a los expropiados, y no
se dispone de ese capital.
 Soviets: desde febrero a octubre del 17 se observa un
acrecentamiento del poder de las bases. Los soviets devienen
en las instituciones clave que Lenin espera que se conviertan a
la hora de transferir la autoridad de manos de la burguesía al
proletariado en la conducción revolucionaria. Sin embargo, es
importante que tengan en cuenta que los bolcheviques piensan
en los soviets en términos instrumentales, pero no evidencian
un pensamiento en el que sean percibidos como la clave de
una democracia obrera encarnada por comités de fábrica y
soviets como alternativa a una dictadura del proletariado
conducida por el partido.
 Crisis de equilibrio de fuerzas en el gobierno provisional.

*** Bien vale la pena hacer una salvedad: el lema bolchevique “todo el
poder a los soviets” es meramente una provocación ***
Uno de los principales problemas con los que se tiene que
enfrentar la conducción bolchevique durante la guerra civil es que debe
administrar una economía de guerra. También es característico de este
gobierno que llevara a cabo una serie de reformas vinculadas al campo
de lo ideológico: quieren abolir la propiedad privada y el libre mercado,
distribuir la producción, etc. Lo que no logra es una buena relación con
el campesinado, de hecho, la política de requisas de alimentos para
alimentar al Ejercito Rojo no trae más que resquemores o tensiones.
Aquello a lo que realmente se aspiraba, en la dirigencia bolchevique, era
a la colectivización de granjas donde tanto el trabajo como la
comercialización de la producción tuvieran carácter colectivo.
Finalizada la guerra civil, el gobierno bolchevique se encuentra en
una situación aún más complicada no sólo por la devastada escena,
sino porque al ser dados de baja una gran cantidad de miembros del
Ejercito Rojo, ya innecesarios, dan una cuenta de una situación de gran
descontento por la falta de posibilidades de integración y por el hambre.
Es necesaria la construcción del socialismo para lo cual se hace
indispensable la modernización y desarrollo económico del país. Esto
implica a su vez la industrialización de Rusia, base del argumento
menchevique según el cual los bolcheviques se habrían apresurado a
llevar a cabo una revolución sin respetar las etapas previstas por las
leyes de la historia definidas por Marx. Se apela, entonces, a una
reforma económica que para muchos en la época constituye un
retroceso respecto a las conquistas de Octubre pero apunta claramente
hacia la industrialización y modernización de Rusia. Estas medidas son
conocidas como la NEP (nueva política económica):
 Se autorizó el libre comercio interior
 Se contrataron técnicos extranjeros y se permitió la
propiedad privada de pequeñas y medianas
empresas.
 El Estado mantuvo bajo su control los transportes,
el comercio exterior, la banca y las grandes
empresas.

 Se accedió a la inversión de capitales extranjero.

Por su parte, Lenin se aboca a eliminar las facciones dentro del


Partido Bolchevique y tras vencerlas, logra en el X Congreso que se
apruebe una resolución que prohíbe la actividad facciosa, pondera la
unidad partidaria sobre las facciones, las cuales son instadas a
disolverse. En el 21 Lenin promueve una purga completa del Partido.
Cuando la salud de Lenin comienza a deteriorase el poder de
conducción de la revolución se va concentrando cada vez más en el
politburó del partido, entre cuyos miembros destacan Trotsky y Stalin
siendo este último el Secretario General del Partido. De acuerdo a
Fitzpatrick, “[…] la muerte de Lenin y la lucha por su sucesión
constituyeron un punto de inflexión político” (Fitzpatrick, 2005:142).

C. La era de Stalin
Una vez que asume el liderazgo, Stalin lanza su Primer Plan
Quinquenal (1929-32) que apela a reforzar el proceso de
industrialización y la colectivización. Establece una suerte de estado de
guerra contra todo y todos los que se opongan a sus designios. “La
oposición política y la resistencia a las políticas del régimen eran
denunciadas como traición y a menudo castigadas con severidad propia
de tiempos de guerra” (Fitzpatrick, 2005:153). Es en este sentido que se
esboza e implementa una estrategia discursiva en la que las causas de
los problemas internos, ya sean estos políticos, sociales o económicos,
se deben o a las conspiraciones de los enemigos (internos o externos)
del comunismo o la amenaza de guerra contra Rusia.
En el contexto del programa de desarrollo industrial la
necesidad de importación de maquinarias es paliada con la exportación
de granos – como en el caso de otros países en desarrollo de la época.
La diferencia en este caso es que la producción agrícola se rige por
reglas diferentes y, de hecho, por una intervención directa del estado
que hará que éste responda de manera muy dura cuando los granos
escaseen entre 1927/8. Para asegurarse una cantidad de grano
suficiente para cubrir necesidades básicas de la población y cuotas
necesarias de exportación Stalin lleva a la práctica medidas tendientes
a la colectivización agrícola forzada – el koljoz. Esta constituye un
intento de reorganizar la vida campesina, eliminar a los kulaks en tanto
clase y establecer controles administrativos que abarquen hasta el
último resquicio del funcionamiento de las aldeas. Por un lado, muchos
campesinos vivirán esta experiencia como la de una segunda
servidumbre. Por el otro, esto le valdrá una división al interior del
partido, y la percepción de quienes se alejan de las posturas de Stalin
como el sector de “derecha”, uno de los líderes de esta oposición es
Bujarin.
Todo este proceso debe apoyarse en la hegemonía comunista y
proletaria. De esta idea nace lo que se da en llamar la “revolución
cultural”: esta consiste en afirmar el control del partido sobre la vida
cultural y generar los canales en la administración del régimen para el
acceso y participación de las nuevas generaciones de jóvenes
comunistas y trabajadores.
Los logros de Stalin pueden resumirse de la siguiente manera:
- El control estatal directo se extiende sobre la economía urbana
y rural.
- Fortalece el brazo policial del estado.
- Crea el gulag: campos de trabajo asociados al proyecto
industrializador y cuya mano de obra está conformada
generalmente por aquellos vistos como una amenaza a la
estabilidad del régimen.
Una vez pasados los cuatros años desde la implementación del I
Plan Quinquenal se decreta que la industrialización es un éxito, sin
importar la calidad de la producción ni los costes. Por su parte, la
colectivización es un foco de malestar que pone la situación agrícola
constantemente en estado de crisis.
En 1936 Rusia se dota de una nueva constitución, y Stalin
aprovecha la oportunidad para declarar la victoria de la Revolución en
tanto sentencia que el objetivo de modernización y desarrollo económico
han sido logrados. En otras palabras, la guerra de clases toca
supuestamente su fin, es el momento del pasaje de la dictadura del
proletariado al socialismo.
Nuestra autora destaca en su conclusión: “La Revolución le dio a
Rusia un sentido, un destino histórico. A través de la revolución, Rusia
se convirtió en pionera, dirigente internacional, modelo e inspiración
para las fuerzas progresistas de todo el mundo.” (Fitzpatrick, 2005:215).

Concluido este tema de la sección especial cabe que recuerden


que estos fueron sólo unos lineamientos para guiarse en la lectura del
texto, pero al mismo deben leerlo y desmenuzar sus argumentos con
detenimiento.

La próxima haremos lo mismo con el texto de Kershaw.

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