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Grace School of Theology

IDENTIFICANDO UN PARADIGMA BÍBLICO DEL MINISTERIO PROFÉTICO,


GENUINO Y RELEVANTE PARA EL DÍA DE HOY

Trabajo presentado al

Dr. Juan Ariel Peña Sánchez J.D., M.A.

en cumplimiento parcial de los requisitos de

RS-503 S: Métodos de investigación, redacción y tecnología.

Por

Saúl de Jesús Pernía Tremaria

04 de marzo de 2018
TABLA DE CONTENIDO

Introducción.........................................................................................................................1
Amós....................................................................................................................................2
La persona del profeta .....................................................................................................2
Contexto histórico............................................................................................................3
Mensaje teológico............................................................................................................4
Oseas....................................................................................................................................6
La persona del profeta .....................................................................................................6
Contexto histórico............................................................................................................7
Mensaje teológico............................................................................................................8
Miqueas..............................................................................................................................10
La persona del profeta ...................................................................................................10
Contexto histórico..........................................................................................................11
Mensaje teológico..........................................................................................................12
Paradigma profético veterotestamentario ..........................................................................14
Crítica contra la injusticia social....................................................................................14
Condena contra la idolatría y la religión vacía ..............................................................15
Llamado a volverse a Dios ............................................................................................15
Anuncio de juicio y restauración ...................................................................................15
Profetismo en el Nuevo Testamento..................................................................................16
Paradigma profético paulino..........................................................................................16
Conclusión .........................................................................................................................18
Bibliografía.......................................................................................................................19

ii
Introducción

Hoy en día es común escuchar acerca de ministerios proféticos que se levantan en medio

de las iglesias latinoamericanas, sobre todo, aquellas que enfatizan los dones carismáticos,

predican el llamado “evangelio de la prosperidad” y cuyos líderes llevan el título de apóstoles.

Los protagonistas de estos ministerios proféticos limitan la profecía a la adivinación de hechos

futuros y el entendimiento de misterios que están ocultos para la mayoría de los creyentes.

Se ha hecho evidente a través de numerosos testimonios que, dentro de estos

movimientos “apostólicos”, muchos de los autodenominados profetas, se aprovechan de la buena

fe de las personas para manipularlas con la excusa de ser portadores de una revelación especial.

Les ordenan qué hacer con sus vidas personales, su dinero, etc. Además de introducir enseñanzas

poco apegadas al testimonio de las escrituras en las iglesias.

El presente trabajo pretende identificar un paradigma bíblico del ministerio profético, que

sirva de modelo para un profetismo genuino y relevante en el día de hoy, ajeno a los abusos

arriba mencionados. Para tal fin se delimitará la investigación al estudio de los profetas menores

del siglo VIII a.C (Amós, Oseas y Miqueas) , los cuales serán cotejados con las enseñanzas del

Nuevo Testamento, específicamente del apóstol Pablo.

Es la opinión de este autor que, el ministerio profético, tal como se desprende del mensaje

y praxis de los profetas del Antiguo Testamento y del pensamiento paulino, es diferente a la

práctica de los que hacen vida en los movimientos mencionados. En este trabajo se procederá a

estudiar la persona, el contexto y, sobre todo, el mensaje teológico de cada profeta menor del

siglo VIII, se elaborará una síntesis que será el paradigma del ministerio profético

veterotestamentario, el cual será cotejado con la perspectiva paulina del Nuevo Testamento para

verificar su pertinencia en términos de la aplicación a la iglesia actual.

1
2

Amós

El profeta, tal como afirma el teólogo José Luis Sicre, es un hombre amenazado,

perseguido y expuesto permanentemente al peligro y al rechazo1. Amós no es la excepción; por

el contrario, este hombre tuvo la difícil tarea de ir a profetizar un duro mensaje de condena al

reino del norte, siendo él de Judá, y en tiempos en los cuales la prosperidad y tranquilidad de la

nación hacían suponer a muchos que la mano de Dios estaba bendiciéndoles. Un mensaje difícil,

como extranjero, en un ambiente hostil y enfrentando toda clase de oposición desde el poder

institucional. Aún así asumió valientemente el llamado divino que recibió.

La persona del profeta

Amós era natural de Tecoa, una aldea aledaña al desierto de Judá ubicada a unos diez

kilómetros al sur de Belén2. Se dedicaba a pastorear ovejas y cultivar sicómoros, según él mismo

testificó en su enfrentamiento verbal con Amasías, sacerdote de Betel en el reino del norte. Al

respecto, ha habido cierta discusión. Algunos eruditos afirman que la palabra hebrea que se

utiliza en 7:14 (noqed) no se refiere a un simple pastor (rohe), sino que puede traducirse mejor

como “estanciero”, un propietario de mucho ganado pequeño3. Otros, proponen que, como la

misma palabra se usa en ugarítico para los pastores del templo, Amós era un oficial del culto4.

De todos modos, son sólo conjeturas. El sentido más natural parece sugerir que era un cuidador

de rebaños de ovejas.

1 José Luis Sicre, Los Profetas de Israel y su mensaje (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1986), 21.
2 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, Panorama del Antiguo Testamento: Mensaje,
forma y trasfondo del Antiguo Testamento (Buenos Aires: Nueva Creación, 1995), 313.
3 Ibíd., 313.
4 Gary V. Smith, Guía práctica para entender a los profetas de la Biblia (Nashville, Tenesse: Broadman &
Holman Publishers, 2007), 50.
3

Amós recibió el llamado de Dios para ir como profeta al pueblo de Israel en una fecha

que puede estar entre el 765 y el 760 a.C. Todo indica que no formaba parte de ninguna escuela

profética, ni estaba relacionado con el culto oficial; de ahí su declaración: “Yo no soy profeta ni

hijo de profeta” (7:14). Se trata, pues, de un hombre sencillo que cumple una tarea compleja,

impelido por una vocación divina. No se sabe mucho más acerca de él. No hay razones para

suponer que tuvo discípulos que lo siguieron y luego registraron sus palabras, así que, después de

llevar el mensaje, lo más probable es que volvió a Tecoa y lo redactó él mismo, convirtiéndose

en el primero, o uno de los primeros profetas en dejar un legado escrito5.

Contexto histórico

Amós profetizó en el tiempo en que Jeroboam II reinaba en Israel y Uzías en Judá.

Recibió el mensaje que luego comunicó, “dos años antes del terremoto” (1:1). Este desastre

natural debió haber sido de importantes dimensiones y causó un gran impacto en la memoria

colectiva; así lo demuestra el hecho de que Amós lo coloca como referencia y, años más tarde, el

profeta Zacarías lo menciona (Zac. 14:5).

En aquellos días, Egipto se había dividido y Asiria estaba limitada por los avances de

Urartu al norte6; de modo que Israel y Judá gozaban de una paz que les permitió prosperar

económica y territorialmente. Jeroboam II, a través de diversas victorias militares, extendió las

fronteras de Israel hasta donde habían sido establecidas en los tiempos de David y Salomón7.

Esto trajo una gran pujanza económica, activación de la industria, desarrollo de la agricultura y

del comercio internacional, además de la necesidad de mayor fuerza de trabajo, la cual fue

5 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 314.


6 Gary V. Smith, 48.
7 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 315.
4

suplida con la explotación de los cananeos y de los inmigrantes que llegaban de diversos lugares,

incluyendo Judá8.

El bienestar del que gozaba la nación ocultaba una descomposición social. La suerte de

los ciudadanos modestos era muy dura y el Estado hacía muy poco o nada por aliviarla9. La

distribución de la riqueza era muy desigual, y mientras los grandes comerciantes y las

autoridades gozaban de ingentes lujos como casas de veraneo y de invierno, los más pobres

pasaban necesidad y eran objeto de toda clase de injusticias en las relaciones laborales y en los

tribunales, donde, ante las deudas contraídas para paliar su situación, terminaban embargados o

como esclavos. A este cuadro se sumaba el hecho de que la religión institucional, lejos de velar

por los débiles, tal como lo ordenaba la ley, era legitimadora del sistema opresivo. El culto era

pomposo, pero a la vez idólatra y vacío; de hecho, muchos de los santuarios que había en la

nación eran abiertamente paganos y promovían los cultos de fertilidad y la prostitución

sagrada10.

Mensaje teológico

Es en este contexto que Amós entrega el mensaje que Dios le ha dado para el pueblo de

Israel y sus gobernantes. El mismo podría dividirse en tres aspectos fundamentales: crítica contra

la injusticia social; condena contra la religión vacía y la idolatría, y anuncio del juicio y la

restauración futura. Cada uno de estos aspectos serán abordados más detalladamente a

continuación.

8 Francesc Ramis, Qué se sabe de los profetas (Navarra, España: Verbo Divino, 2010), 45.
9José Luis Sicre, Profetismo en Israel: El Profeta. Los Profetas. El Mensaje. Cuarta edición (Navarra,
España: Verbo Divino, 1992), 266.
10 Ibíd., 267.
5

Crítica contra la injusticia social

La gente de Israel se sentía confiada por ser el pueblo de Dios, y la prosperidad que

estaban experimentando como nación les hacía creer que Yahveh estaba obrando a su favor. Pero

los ricos y los gobernantes no se daban cuenta, o no querían darse cuenta, de la enorme injusticia

del sistema que habían erigido. Todos los lujos de los que gozaban los obtenían a costa del

sufrimiento de los pobres (3:10; 4:1). El pecado no era tener posesiones, sino la falta de

misericordia que mostraban y el hecho de que, bajo esta opresión sistemática, subyacía un

rechazo a la ley, pues, no estaban mostrando amor al prójimo ni a Dios. Esto es criticado por el

profeta quien anuncia que vendrá el castigo y, a su vez, los llama a cambiar de dirección.

Condena contra la religión vacía y la idolatría

Como se ha mencionado, el culto era pomposo, pero la adoración no podía venir de

corazones sinceros, de lo contrario, se habría manifestado en una sociedad más justa. Para los

habitantes del reino del norte, la situación de desigualdad social, la opresión y la injusticia, eran

compatibles con una vida religiosa11, pero para Dios, sus fiestas y ofrendas eran inaceptables si

no se practicaban el derecho y la justicia (5:21-24). Además, aunque se celebraban los sacrificios

y se cantaban los cantos tradicionales, la adoración incluía el reconocimiento de otros dioses

(5:26; 8:14)12. Todo esto constituía una religión falsa e idolatra que era condenada por el Señor.

Anuncio de juicio y restauración

Por todo lo anterior, Dios envía a Amós para anunciar el juicio de Israel. En primera

instancia, Jeroboam morirá a espada y el pueblo será llevado cautivo (7:11). Luego, anuncia el

11 Ibíd., 270.
12 Gary V. Smith, 50.
6

día del Señor, el cual no sería sólo para castigar a los enemigos de Israel, como ellos creían, sino

que también traería condena sobre ellos. Sin embargo, el Señor asegura que no destruirá

completamente la casa de Jacob. Sólo los pecadores entre su gente morirán (9:8-10)13. El libro

finaliza con la promesa de restauración. En palabras de William Sanford: “Yahveh no le pone un

simple parche a la nación al mejor estilo de un sastre cósmico. Promete, a través de Amós, algo

mucho más glorioso en prosperidad, estabilidad y seguridad”14.

Oseas

El profeta comunica lo que Dios le ha ordenado haciendo uso de diversos medios, no sólo

el lenguaje hablado o escrito sino, en ocasiones, a través de actos simbólicos. La propia vivencia

se convierte en mensaje, dejando quizá una impresión más honda e indeleble en la memoria que

las palabras por sí solas. Pocas veces esta modalidad pudo resultar tan emocionalmente difícil de

sobrellevar y humillante como en el caso de Oseas. El amor y la fidelidad del profeta,

traicionados por una esposa libertina a la que luego rescata y reconcilia consigo, se convierten en

el punto de partida de su proclamación.

La persona del profeta

No hay muchos detalles que puedan conocerse acerca de los orígenes de Oseas. Su libro

únicamente nos revela que era hijo de Beerí (1:1) y por sus frecuentes referencias a Efraín y a las

ciudades del reino norte, es seguro que vivió y profetizó en Israel. Según Asurmendi,15 se puede

decir con buena probabilidad de acierto que su lugar de origen era Siquén o sus alrededores,

puesto que este es el único santuario del norte que escapa a las críticas del profeta. Sin embargo,

13 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 321.


14 Ibíd., 323.
15 Jesús Asurmendi, El Profetismo: desde sus orígenes a la época moderna (Bilbao, España: Desclée de

Brouwer, 1987), 29.


7

por plausible y sugestiva que sea la conjetura, no puede sostenerse firmemente. Algunos han

creído que Oseas se contaba entre los sacerdotes, dado su conocimiento de los asuntos religiosos

y su preocupación por la corrupción del sacerdocio16.

Apenas comienza el libro, vamos conociendo detalles de la accidentada vida marital del

profeta, la cual, serviría como analogía de la relación de Dios con el pueblo de Israel. Todo

comienza con una orden del Señor a tomar por esposa a una prostituta y tener con ella, “hijos de

prostitución” (1:2). Esta mujer fue Gomer, quien durante la unión concibió tres hijos cuyos

nombres tienen también significado profético. Tiempo después, ella decide abandonar el hogar

para ir tras sus amantes en procura de bienes materiales (2:5). Oseas se debate entre el deseo de

hacer justicia ante la afrenta y el amor apasionado que le impele a cortejarla de nuevo (2:8-14).

Contra todo pronóstico, ante un mandato inapelable del Señor, el profeta va a buscarla, paga el

precio de su liberación y la lleva de nuevo al hogar. Si bien le impone como castigo el no tener

relaciones sexuales, la mantiene bajo su cobertura. Esto, como se ha dicho, sirve para

ejemplificar vívidamente la relación de Yahveh con Israel.

Contexto histórico

Las alusiones históricas sugieren que la actividad de Oseas, se extiende desde el año 755

hasta el 725 a.C17. Luego de la muerte de Jeroboam II (753), bajo cuyo reinado Israel pasó por

un período de relativa estabilidad política y prosperidad material18, vinieron tiempos de mucha

convulsión e incertidumbre. Zacarías, hijo y sucesor de Jeroboam, fue asesinado tras apenas seis

meses gobernando, lo que desató una guerra civil. De ahí en adelante, la nación entra en una

16 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 324.


17 Gary V. Smith, 66.
18 Es importante mencionar que, como se pudo ver en la primera sección dedicada al profeta Amós, esta
prosperidad no era para todos y se sostenía sobre la desigualdad y la injusticia social. A pesar de la aparente
bendición que Israel experimentó en este período, el juicio de Dios estaba latente.
8

espiral de conflicto que incluye varios magnicidios, la división del reino del norte en dos

territorios que Oseas llama “Israel” y “Efraín”19; la imposición de contribuciones a los ricos de

Israel para pagar tributo a Tiglatpileser III de Asiria (2 Re 15:19-20); una guerra perdida cuando

Pécaj, rey del norte, quiso ir contra Acaz en el sur porque este no se unió a la coalición siro-

efraimita contra Asiria y pactó con Tiglatpileser III para que ayudara a Judá. Todo terminaría con

la caída de Israel en el 722 a manos de Salmanasar V cuando el rey Oseas (homónimo del

profeta), se negó a seguir pagando tributo a Asiria.

A todo el caos político mencionado, se sumaba el hecho de que la condición religiosa del

pueblo era, a los ojos del profeta, bastante lamentable. La adoración a Baal se había difundido

ampliamente sin que los sacerdotes, responsables de enseñar la ley, hicieran nada por evitarlo. Se

mezclaron las prácticas paganas con las formas de culto que Dios había establecido. El

conocimiento de Yahveh a través de su palabra, pasó a un segundo plano para darle prioridad a

rituales de fertilidad que incluían consultar a los ídolos para adivinar el futuro (4:12), la

prostitución sagrada (4:14), y hasta la laceración para clamar a los dioses por grano y vino nuevo

(7:14). En síntesis, Oseas ejerció su ministerio en tiempos de una gran inestabilidad política que

atizó la corrupción social, moral y religiosa.

Mensaje teológico

A diferencia de Amós, cuyo libro está estructurado cuidadosamente, el orden en que se

desarrolla Oseas es un tanto más difícil de discernir20. Un tema recurrente es el de la prostitución

para ilustrar diversos aspectos del quehacer de Israel como nación, sobre todo en lo religioso; así

como la restauración prometida a pesar de la infidelidad del pueblo. Su mensaje contiene los

19 José Luis Sicre, 272.


20 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 332.
9

siguientes elementos: condena contra la idolatría; crítica de la injusticia y corrupción social;

llamado al conocimiento de Dios, y anuncio de juicio y restauración.

Condena contra la idolatría

Israel se había volcado a adorar a Baal, dios pagano al que consideraban señor de la

fertilidad y las cosechas. Habían mezclado el culto verdadero con ritos paganos. Incluso

llamaban a Yahveh “mi Baal, mi marido”, y confundían la distinción entre Dios y Baal.21 Pero la

idolatría tenía también una dimensión política. La nación corría el peligro de buscar salvación

fuera de Dios para recurrir a las alianzas con Asiria y Egipto.22Oseas a través de su mensaje,

tanto vivencial como escrito, critica fuertemente la idolatría de Israel, la cual califica de

prostitución. Este es su tema principal, una especie de leitmotif.

Crítica de la injusticia y corrupción social

El profeta denuncia la injusticia y la corrupción; abundan la mentira, el robo, el adulterio

y el asesinato (4:1.2). La responsabilidad por estos pecados recae con mayor fuerza sobre los

gobernantes y las autoridades religiosas, pues, no estaban cumpliendo con su papel de enseñar la

ley al pueblo para que así pudieran reconocer su condición y volverse a Dios. Los líderes se

deleitaban en la maldad y no invocaban al Señor (7:3-7).

Llamado al conocimiento de Dios

Para Oseas, la raíz de la idolatría, la injusticia, la inmoralidad y el juicio que de estas

conductas se derivaba, no era otra cosa que el desconocimiento de Dios, no tanto en un sentido

intelectual como relacional (4:6). No es que Israel necesitara saber más acerca de Dios, sino que

21 Gary V. Smith, 71.


22 José Luis Sicre, 276.
10

necesitaba responder a lo que ya sabía, practicando la misericordia (6:6).23 Esto sólo sería posible

si experimentaban la misericordia que, a pesar de sus rebeliones, Yahveh les había mostrado a lo

largo de toda su historia.

Anuncio de juicio y restauración

El libro de Oseas se puede dividir en cuatro secciones: analogía del matrimonio de Oseas

con la relación entre Yahveh e Israel (1-3); juicio a causa de corrupción religiosa (4:1-6:6); juicio

a causa de la corrupción de los gobernantes (6:7-11:11), y juicio que anuncia la destrucción total

de la nación (11:12-14:9).24 Cada una de estas secciones termina, paradójicamente, con un

anuncio de restauración. Dios se presenta como un juez que no dejará de lado la justicia, y a la

vez como un esposo y padre lleno de gracia que, eventualmente, restaurará a su pueblo

reincorporándolo a una correcta relación con él y lo llenará de bendiciones (14:4).

Miqueas

Siempre es mucho más sencillo, ante la descomposición de los valores en la sociedad,

permanecer callados y dejarse arrastrar inertemente por la corriente. El profeta no puede darse

este lujo. Su vocación le obliga a mirar más allá de la opinión de la mayoría para hacer frente a

los poderes opresores, bien sean políticos, económicos, religiosos y/o espirituales, para cotejarlos

con el ideal divino expresado en las escrituras. Esta tarea será siempre ingrata, no le valdrá

elogios ni aplausos, pero se convierte en testimonio del llamado de Dios a tomar la senda de la

justicia y la misericordia.

23 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 334.


24 Se está tomando como guía el bosquejo que presenta Gary V. Smith en su libro. Como se ha
mencionado, la estructura de Oseas no es tan clara como, por ejemplo, la de Amós. Sin embargo, esta estructura es
bastante plausible. Ver Gary V. Smith, 69-70.
11

La persona del profeta

Miqueas vivía en Moréset (1:1), un pequeño poblado que debe ser el mismo que en 1:14

se menciona como Moréset Gat, y estaba ubicado en la llanura filistea a unos 40 kilómetros al

sudoeste de Jerusalén.25 Era un hombre de vida rural, sin embargo no es posible determinar si se

trataba de un campesino pobre, que se identificaba con el destino de los menos privilegiados, o

de un propietario más o menos próspero con una empatía admirable y poco común hacia los

oprimidos. Algunos han planteado que pudo haber sido un personaje importante en su

comunidad, un anciano que recibió la vocación divina para alzar la voz ante las injusticias que

observaba y advertir respecto al aciago destino que le esperaba a Judá e Israel a causa de la

misma.26Sin embargo, a pesar de su duro mensaje, también fue un anunciador esperanza.

Contexto histórico

El libro de Miqueas ubica al profeta en los reinados de Jotán, Acaz y Ezequías (1:1). Sin

embargo, el consenso mayoritario establece que empezó su ministerio pocos años antes de la

caída de Israel a manos de Asiria (722 a.C) y se extendió hasta unos pocos años después de la

derrota de Senaquerib en Jerusalén en el 701 a.C (desde 725-695 a.C).27Profetizó desde Judá y

mayormente para Judá, pero también estaba al tanto de las injusticias del reino del norte que

Amós había denunciado, y anunció que el juicio de Dios vendría pronto contra Samaria (1:6-7).

25 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 348.


26 Tanto José Luis Sicre (297-298) como Gary V. Smith (96-97), muestran brevemente algunas de las
conclusiones de diversos autores al respecto. De cualquier manera, estas se pueden resumir en las tres posibilidades
ya presentadas: campesino pobre, propietario, o un respetado anciano de Moréset.
27 Gary V. Smith, 94. Debe señalarse que la opinión de la mayoría de los eruditos, por distintas razones,
difiere del texto bíblico, pues excluye la posibilidad de una actividad profética de Miqueas en los tiempos del rey
Jotán. Por lo tanto, otra fecha propuesta, más acorde con el testimonio escritural, ubica el ministerio del profeta
comenzando entre 740-734 (años del reinado de Jotán), hasta el 700-695, pocos años después de la derrota de Asiria
en Jerusalén.
12

El reinado de Acáz, se caracterizó por la debilidad del reino del sur que estaba en

condición de vasallaje, obligado a pagar tributo a Asiria. Esta circunstancia puso a la nación bajo

una gran presión económica que, como casi siempre sucede, afectaba con mayor fuerza a los

sectores más vulnerables de la sociedad. Cuando muere Tiglat-pileser III de Asiria, le sucede

Sargón II, quien conquistó varios pueblos de la llanura filistea, incluyendo Moreset, ciudad natal

del profeta. Miqueas se lamentó por las ciudades conquistadas (1:10-16) y por Jerusalén, a la

cual le vaticinaba un futuro similar (2:1-2,8-9; 3:1-12).28

Con la llegada de Ezequías al trono de Judá, las cosas mejoraron sustancialmente. Se

ganó autonomía política y se llevaron a cabo reformas religiosas. En general, se considera a este

monarca como un hombre justo que gozaba de la admiración de su pueblo y buscaba ser

obediente al pacto. Es durante su reinado que Senaquerib de Asiria se lanza en una campaña

para conquistar Judá y, si bien es cierto que asoló varias de sus ciudades, no pudo tomar

Jerusalén gracias a una milagrosa intervención divina. En estos tiempos, el mensaje de Miqueas

fue de esperanza y liberación (4:1–5:15). En los años finales de Ezequías, su hijo Manasés

empezó a fungir como corregente y alejó a la nación de Dios. Se puede intuir que de ahí vienen

las descripciones negativas que el profeta hace de la conducta social en 6:3-5, 9-11 y su

desesperación en 7:1-6,10.29

Mensaje teológico

El mensaje de Miqueas va alternando oráculos de juicio y condenación (basando siempre

su discurso en el principio de la justicia que escaseaba en las relaciones sociales de su pueblo),

con oráculos de esperanza, cimentados en una confianza plena en la fidelidad de Yahveh, quien

28 Ibíd., 95.
29 Ibíd.
13

enviaría al mesías para restaurarlos y establecer un reinado de paz y justicia. A continuación

veremos los aspectos más importantes de su discurso.

Crítica contra la injusticia social

En esto el profeta es incluso más vehemente que Amós. Denuncia furiosamente la manera

descorazonada en que los ricos le arrebataban sus campos a los pobres y los oprimían (2:1-5).

Deja al descubierto la corrupción de los líderes de Judá que, en lugar de cumplir con el pacto, se

unían a la explotación de los campesinos (3:1-4), y advierte a la nación de los males sociales

presentes entre ellos: violencia, engaño, prácticas de negocios deshonestas y toda clase de obras

de injusticia (6:9-16).

Condena contra la religión corrupta y vacía

Los jerosolimitanos estaban convencidos de que el juicio de Dios nunca caería sobre la

ciudad santa, pues él caminaba con ellos y era paciente (2:6-7). Miqueas responde haciéndoles

ver que su religión no complace al Señor. El culto estaba viciado, los sacerdotes instruían por

dinero y los falsos profetas, tan estimados por la mayoría, no hacían sino prometer bendiciones a

cambio de dádivas económicas sin cuestionar las injusticias de las clases gobernantes (3:10-11).

De nada servían los rituales sino estaban acompañados de justicia y misericordia (6:6-8).

Anuncio de juicio y restauración

En el libro de Miqueas encontramos tres mensajes de juicio seguidos, cada uno de ellos,

por un mensaje de esperanza.30 Las razones de estos juicios hemos podido verlas brevemente en

30 William S. Lasor, David A. Hubbard y Frederich W. Bush, 352. En esta oportunidad se toma como
referencia la división del libro que hacen los autores de la obra citada. Gary V. Smith, 98-99 presenta un bosquejo
más detallado pero que, a grandes rasgos, coincide con este.
14

los apartados anteriores. En lo que a la esperanza respecta, en el capítulo cuatro se encuentra la

representación del reino mesiánico y en el cinco un retrato del mesías quien, por cierto, nacería

en Belén (v. 2). “Es evidente en cada renglón el contraste entre los días del profeta y los días

que vendrían (4:1).”31Por último, en el siete, el profeta afirma que el pueblo va a ser redimido y

el enemigo que le subyugaba recibirá su castigo. Vendrán los días en que Yahveh los pastoreará

(v. 14) siendo fiel a sus promesas y mostrando su inherente carácter misericordioso (vv. 18.20).

Paradigma profético veterotestamentario

Una vez realizado el estudio de los tres profetas menores del siglo VIII se puede notar

que, aunque cada uno de ellos tienen diferentes orígenes y ejercieron sus ministerios en

contextos particulares, hay importantes puntos en común en lo que a su mensaje teológico se

refiere. Es precisamente en estas coincidencias que podemos hallar lo que sería un paradigma del

profetismo en el Antiguo Testamento. A continuación se presentarán los elementos de dicho

paradigma.

Crítica contra la injusticia social

Este es un elemento común en todos los profetas del siglo VIII. Al respecto, Amós y

Miqueas son más vehementes que Oseas, sin embargo, este último no le resta importancia al

asunto y es parte de su mensaje. La injusticia, cuya mayor manifestación era la explotación de

los menos privilegiados (campesinos, inmigrantes y pobres en general), estaba presente tanto en

Judá como en Samaria y era una evidencia de que el pueblo estaba lejos del Dios de Israel,

abogado de los débiles que pedía de sus escogidos amor y misericordia.

31 Ibíd., 354.
15

Condena contra la idolatría y la religión vacía

En lo que se refiere a la idolatría, ninguno hace más énfasis que Oseas. Su propia

experiencia con una mujer infiel en un accidentado matrimonio, sirvió como ejemplo para que

Israel entendiera lo grave que era a los ojos de Dios la adoración a Baal. Amós y Miqueas

también cuestionan la conducta idolatra de la nación y junto con Oseas denuncian que, aunque el

pueblo celebre fiestas solemnes, sacrificios y toda clase de rituales, estos no agradan a Dios pues

no venían de corazones sinceros. Los sacerdotes eran pecadores y había falsos profetas

amparados por la “religión institucional”. El culto sin justicia y compartiendo la gloria de

Yahveh con los dioses paganos, constituía una religión falsa y vacía.

Llamado a volverse a Dios

Los tres profetas llaman a la nación al arrepentimiento. Se trata de cambiar el rumbo de

injusticia e idolatría para volverse genuinamente a Dios. Amós (5:24) y Miqueas (6:8) expresan

este llamado exhortando a practicar la justicia y la misericordia. Oseas hace lo mismo, pero

añade una nota distintiva: sólo es posible arrepentirse si se llega a conocer verdaderamente a

Dios (4:6; 6:6), no sólo desde un punto de vista intelectual sino, sobre todo, relacional. La causa

de los males sociales y espirituales de la sociedad radicaba en esa falta de conocimiento.

Anuncio de juicio y restauración

Ante la deplorable condición social y espiritual del pueblo, los profetas eran anunciadores

del juicio divino. En realidad no estaban sino recordando las condiciones del pacto que Yahveh

hizo con su nación escogida, según las cuales, si le honraban serían bendecidos, pero si se iban

tras los dioses paganos y dejaban de cumplir los mandamientos, vendría el castigo sobre ellos

(Deuteronomio 28). Sin embargo, este juicio no excluía la promesa de un futuro de esperanza. La
16

restauración vendría y Dios habitaría nuevamente en medio de su pueblo estableciendo la paz y

la justicia (Am 9:11-15; Os 14:4-7; Mi 4:6-8).

Profetismo en el Nuevo Testamento

En esta sección se comparará el paradigma del ministerio profético veterotestamentario

con las enseñanzas neotestamentarias, más específicamente con el pensamiento paulino. En el

Nuevo Testamento, lo mismo que en el Antiguo, la profecía es un mensaje procedente

directamente de Dios y que es comunicado a los seres humanos a través de sus heraldos. Se

refiere también a uno de los dones del Espíritu Santo, al cual el apóstol Pablo le da un lugar

preeminente, como lo demuestra 1 de Corintios 14:1 “[…] ambicionen los dones espirituales,

sobre todo el de profecía” (NVI), y luego añade en 14:3: “[…] el que profetiza habla a los

hombres para edificación, exhortación y consolación” (RVR60). En tal sentido, Keener sostiene:

En el AT la profecía también servía para las funciones que Pablo menciona aquí:
“edificación” (y destrucción, p. ej., Jer 1:10, en donde la palabra de Dios derroca y
restaura naciones); “exhortación”, (RVA; “animarlos”, NVI), que puede incluir
reprensión; y casi todos los profetas del AT, sin que importara cuán enfocado fuera el
juicio, incluían un mensaje de “consolación” (NVI) y esperanza.32

Paradigma profético paulino

Con base en el capítulo 14 de la primera carta a los corintios, específicamente el versículo

3, donde el apóstol menciona tres acciones para describir cuál es la utilidad del don de profecía,

vamos a delinear el paradigma profético paulino. Evidentemente, cada uno de los puntos será

relacionado con otros pasajes que muestren el accionar de Pablo en tal sentido y con el

paradigma profético veterotestamentario que ya se ha puntualizado en la sección anterior.

32Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, 3a ed. (El Paso,
Texas: Mundo Hispano, 2006), 479.
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Edificación

Esta palabra denota el acto de construir algo, y es usada figurativamente en el sentido de

fortalecer la enseñanza, promover el crecimiento espiritual y el desarrollo del carácter de los

creyentes a través de un trabajo paciente.33 Se trata de un aspecto fundamental del ministerio

profético neotestamentario que empieza desde la labor evangelística y se extiende hasta el

discipulado. Se relaciona con el llamado al conocimiento de Dios que hacían los profetas del

Antiguo Testamento, de manera muy especial, Oseas. Sólo este conocimiento puede apartar al

ser humano de la idolatría y de los rituales vacíos34

Exhortación

Entre las acepciones de esta palabra está: amonestar, “apremiar a alguien para que siga

un curso de conducta; siempre con anticipación, mirando al futuro, en contraste con el

significado de consolar, que es retrospectivo, y tiene que ver con pruebas ya

experimentadas.”35La exhortación es siempre un llamado amoroso, casi un ruego invitando a

continuar en el camino correcto o empezar a transitarlo si no se está en él; aun así, puede incluir

la amonestación firme, la reprensión ante aquellas conductas injustas que merecen condenación

(Gál 2:11, 3:1-3; 1Co 5:1-13), y el anuncio del juicio de Dios para los pecadores (Rom 2:1-11).

33 W.E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Exhaustivo de Vine
(Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2007), 304.
34 Es lo que Pablo intenta en su discurso en el Areópago, alejar a los griegos de los dioses paganos y de los
cultos que en nada edificaban. En su disertación, aunque se maneja como un maestro de la oratoria, usando palabras
precisas y elegantes, hay una crítica implícita pero contundente contra los ídolos y la falsa religión.
35 Ibíd., 362.
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Consolación

Esta palabra significa primariamente hablar de cerca a alguien; denota por ello consolar

de una manera entrañable.36Tal como se ha dicho, su enfoque es retrospectivo y tiene que ver con

confortar por las pruebas ya experimentadas. Sin embargo, la consolación siempre mira hacia el

futuro, a la esperanza de salvación y restauración (2Co 2:1-11). En esto hay concordancia con los

profetas del Antiguo Testamento, quienes a pesar de anunciar juicio (más parecido a la

“exhortación” de la que se habló en el título anterior), eran también anunciadores de consuelo

por medio de la esperanza futura. Al final, la gracia de Dios prevalece a favor de los que se

arrepienten y le buscan.

36 Ibíd., 195.
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Conclusión

A la hora de establecer un paradigma del ministerio profético basado en la biblia, es

importante mirar el profetismo en el Antiguo Testamento y seguir su evolución hasta el Nuevo

Testamento. En cierto sentido, los apóstoles heredan la tradición de los profetas. Hablan a los

seres humanos de parte de Dios, inspirados por el Espíritu Santo. Sin embargo, cuando el apóstol

Pablo exhorta a ambicionar el don profético, este pasa de ser algo exclusivo de unos pocos

ungidos, a convertirse en una posibilidad para todos los creyentes. No significa que estos reciban

una nueva revelación, sino que están llamados a hablar de parte de Dios para proclamar el

Evangelio de Jesucristo, el cual coincide en muchos aspectos con el mensaje de los profetas

veterotestamentarios, pero con la ventaja de una revelación más plena. El mesías que los

antiguos esperaban y anunciaban ya ha venido, la esperanza está menos enfocada en la

restitución de una nación geopolítica y toma visos universales y espirituales. Está presente el

llamado al arrepentimiento y a volverse a Dios para salvación.

El ministerio profético de hoy, para ser genuino y relevante (y con esto, necesariamente

bíblico), debe alzar la voz contra las injusticias de un mundo que le ha dado la espalda a Dios

(guerras, explotación, aborto, corrupción, terrorismo, etc.); desnudar las idolatrías y falsas

concepciones de Dios que llevan a la perdición (Hch 17:22-24); anunciar la “mala nueva” de que

toda la humanidad está condenada a causa de sus rebeliones (Rom 1:18); de tal manera que se

pueda entender la dimensión de la misericordia del Señor, cuya “buena nueva” es de esperanza,

salvación y restauración para los que le reciben (Rom 6:23). Este mensaje evangélico es la base

de toda edificación, exhortación y consolación (1Co 14:3), objetivos últimos del ministerio

profético más allá de la anticipación de acontecimientos futuros o una especial capacidad para

descubrir los misterios que permanecen ocultos para la mayoría de los seres humanos.
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BIBLIOGRAFÍA

Keener, Craig S. Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. Tercera
edición. El Paso, Texas: Mundo Hispano, 2006.

Lasor, William S., David A. Hubbard y Frederich William Bush. Panorama del Antiguo
Testamento: Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo Testamento. Buenos Aires: Nueva
Creación, 1995.

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Sicre, José Luis. Los Profetas de Israel y su mensaje. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1986.

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Navarra, España: Verbo Divino, 1992.

Smith, Gary V. Guía práctica para entender a los profetas de la Biblia. Nashville, Tenesse:
Broadman & Holman Publishers, 2007.

Vine, W.E. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Exhaustivo de
Vine. Nashville, Tennessee: Grupo Nelson, 2007.

Walton, John H., Victor H. Matthews y Mark W. Chavalas. Comentario del contexto cultural de
la Biblia: Antiguo Testamento. Segunda edición. El Paso, Texas: Mundo Hispano, 2006.

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