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LOS PROFETAS

Trabajo de religión
Tema: Los Profetas

Presentado por:
Carlos Daniel Mesa Arrieta

Instituto Miguel Antonio Caro


I.M.A.C
Sincé – Sucre
2018
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LOS PROFETAS

Trabajo de religión
Tema: Los Profetas

Presentado por:
Carlos Daniel Mesa Arrieta

Presentado a:
Lic. Fredy Cuello

Curso: 10°

Instituto Miguel Antonio Caro


I.M.A.C
Sincé- Sucre
2018
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LOS PROFETAS

Contenido

Introducción .................................................................................................................................... 4

Objetivos ......................................................................................................................................... 5

Los profetas ..................................................................................................................................... 6

Los profetas mayores ...................................................................................................................... 7

Los profetas menores ...................................................................................................................... 8

Conclusión .................................................................................................................................... 14

Referencias bibliográficas ............................................................................................................. 15


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LOS PROFETAS

Introducción

En la tradición religiosa sobresale la presencia de los profetas, quienes se consideran la voz de


Dios, y por lo tanto, se consideran como los representantes de Dios en la tierra. Todos ellos
necesitaron valor y una fe firme para transmitir los mensajes de Dios. Muchas de sus profecías
trataron sobre la destrucción de Israel, restitución de la adoración verdadera, la llegada del
mesías, y el gobierno del Mesías.

En este trabajo, se hace una síntesis acerca del concepto de profetas, se analiza la clasificación
de los profetas entre mayores y menores, y su importancia en la vida religiosa de las
comunidades.

Por lo tanto, la importancia de este trabajo, radica en que permite reconocer la importancia de
los profetas, sus enseñanzas, y como se identifica con su contexto histórico del pueblo de Israel.
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LOS PROFETAS

Objetivos

 Analizar el concepto de profeta y su importancia en el aspecto religioso.

 Identificar la diferencia entre los profetas mayores y los profetas menores.

 Reconocer cada uno de los profetas que existió en el antiguo testamentos


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Los profetas

El termino profeta proviene del lenguaje religioso y se refiere a una persona que sirve como
intermediario entre la humanidad y la divinidad. Estrictamente hablando, un profeta es alguien
que sostiene haber tenido una experiencia personal de Dios recibiendo de él la misión de
comunicar sus revelaciones y, como consecuencia de ello, habla en su nombre a los seres
humanos. El profeta posee cualidades de intercesor por el pueblo ante Dios y a su vez es
mensajero de su palabra. Su carisma de interpretar la historia desde la perspectiva de Dios recibe
el nombre de Don de profecía.

La palabra profeta es griega y significa: “Hablar en nombre de…”. Por tanto, el nombre
profeta indica claramente la misión de estos hombres: el profeta es el que habla en nombre de
Yavhé; es su voz viva en medio del pueblo, para recordar las promesas entre Dios y su pueblo,
para enderezar y corregir cuando el pueblo se han apartado de los caminos de Dios, por tanto,
tiene doble finalidad; ANUNCIAR Y DENUNCIAR.

En la Biblia también los profetas son llamados como: guardianes del pueblo, centinelas de
Yavhé. Son hombres de fuerte personalidad y espiritualidad, intermediarios, siervos de Yavhé.
Son hombres que, bajo el impulso de Dios, comprenden lo que está sucediendo y transmiten al
pueblo un continuo llamado a la conversión, y su misión es discernir la voluntad de Dios sobre el
presente del pueblo, para proyectarlo a un futuro de esperanza y de salvación.

En el plan de salvación, Dios siempre ha llamado a algunas personas, a quienes envió a su


pueblo. Sin embargo, cuando hablamos de profetas nos referimos a aquellos que dejaron escritos
su pensamiento y sus profecías, y constan en el Canon bíblico.

Las enseñanzas fundamentales de los profetas a su pueblo consistía en recordarles la Alianza;


reprocharles la infidelidad y las consecuencias de esa infidelidad, si no se convierten tendrán que
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enfrentarse a un juicio y condena; la restauración, como esperanza; el resto; el Mesianismo; la


perspectiva escatológica, es decir, la proyección de las promesas proféticas más allá del tiempo.

Un llamado de Dios, esa llamada reviste al profeta de una misión: ser la voz de Dios; esa
llamada nace siempre en una experiencia fuerte de Dios; la misión trae consigo contrariedades y
cruces, pero el Señor les protege y les ayuda.

Los profetas se clasifican en mayores y menores, los mayores son cuatro a saber: Isaías,
Jeremías, Ezequiel y Daniel; y los profetas menores son trece: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías y Baruc.

Los profetas mayores

Los profetas mayores: son aquellos profetas que escribieron textos de mayor extensión, entre
los principales profetas se encuentran:

Isaías:

Vivió en el siglo VIII a.C. unos años antes del destierro. Es el profeta mesiánico, cuya palabra
golpea y consuela. Le tocó vivir la tiranía de Asiria que conquistó, primero, el norte de Palestina,
y luego, Jerusalén. Es un profeta de ciudad y participaba activamente en los asuntos de la clase
dirigente. Interviene enérgicamente contra la corrupción de Judá y Jerusalén. El libro del profeta
Isaías ha sido escrito por varios profetas, discípulos de Isaías.

Jeremías:

Vivió en el siglo VII a.C. Profeta muy delicado, dotado de gran sensibilidad; tímido y
emotivo. En el pugnan la necesidad de paz y ternura con la dureza del mensaje que tiene que
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anunciar, porque vivió momentos terribles para su pueblo: el período de la humillación y del
exilio. Dos yugos oprimían al pueblo: Asiria y Egipto. ¿Cómo sacudirse este yugo?

Ezequiel:

Vivió en el siglo VII a.C. Es el profeta del cautiverio, del exilio a Babilonia, a donde fue
deportado. En su libro, lleno de esperanza y de consejos, busca tener viva la fe del pueblo. Pero
es un profeta de personalidad compleja. Jerusalén estaba en poder de Babilonia. Y fue aquí
donde fue llamado por Dios para que llegara a ser “bandera y centinela” para la “casa rebelde”
de Israel (cap. 1, 2 y 3). Su misión se desarrolla toda en el exilio, entre los desterrados. Es
propenso al abatimiento, a visiones raras, para nosotros. Pertenece a la casta sacerdotal o levita.
Impulsor del culto, los ritos y el anhelo de santidad.

Daniel:

Vivió en el siglo VIII, pero el libro se escribió alrededor del siglo II a.C., después del exilio.
Es de carácter totalmente distinto a los anteriores. La primera parte de su obra consta de
narraciones en el período de Babilonia; la segunda trata de visiones en las que se presentan las
grandes fuerzas impulsoras de la historia.

Los profetas menores:

Con Oseas comienza la serie de los doce Profetas Menores. Llámense Menores no porque
fuesen profetas de una categoría menor, sino por la escasa extensión de sus profecías, con
relación a los Profetas Mayores.
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Oseas

Oseas u Osee, profeta de las diez tribus del norte, como su contemporáneo Amós, vivió en el
siglo VIII a. C., mientras Isaías y Miqueas profetizaban en Judá, es decir, bajo el reinado del rey
Jeroboam II de Israel (783-743) y de los reyes Ocías (Amasías) (789-738), Joatán (738-736),
Acaz (736-721) y Ezequías (721-693), reyes de Judá. Sus discursos proféticos se dirigen casi
exclusivamente al reino de Israel (Efraím, Samaria), entonces poderoso y depravado, y sólo de
paso a Judá. Son profecías duras, cargadas de terribles amenazas contra la idolatría, la
desconfianza en El y la corrupción de costumbres y alternadas, por otra parte, con esplendorosas
promesas (cf. 2, 14 ss.) y expresiones del más inefable amor (cf. 2, 23; 11, 8, etc.). El estilo es
sucinto y lacónico, pero muy elocuente y patético y a la vez riquísimo en imágenes y
simbolismos.

Joel

De Joel, profeta de Judá e hijo de Fatuel, nada sabemos fuera de los tres capítulos de profecías
que llevan su nombre. El tiempo de su actividad ha de ser calculado después de separarse de la
casa de David las diez tribus, pero antes del destierro. El hecho de que solamente se mencionen
los sacerdotes, y no los reyes, hace conjeturar que Joel haya escrito en tiempos del rey Joás de
Judá (836-797) cuando el Sumo Sacerdote Joiadá en nombre del rey niño manejaba las riendas
del gobierno (IV Rey. 11). Una minoría de exégetas ubican a Joel en el periodo después del
destierro, fundándose especialmente en 3, 6, donde se mencionan los griegos (cf. Nácar-
Colunga). Su anuncio, como dice este mismo autor, es escatológico, cosa que no debe olvidarse
al interpretarlo.

Amós

Antes de su vocación, Amós fue pastor y labrador que apacentaba sus ovejas y cultivaba
cabrahigos en Tecoa, localidad de la montaña de Judá, situada a 20 kilómetros al sur de
Jerusalén. A pesar de su pertenencia al reino de Judá, Dios lo llamó al reino de Israel (cf. 1, 1; 7,
14 s.), para que predicase contra la corrupción moral y religiosa de aquel país cismático que se
había separado de Judá y el Templo. Alguna vez menciona también a Judá (2, 4) y a todo el
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pueblo escogido (9, 11). Amós desempeñó su cargo en los días de Ocías (Azarías), rey de Judá
(789-738) y Jeroboam II, rey de Israel (783-743).

Abdías

Son muy escasas las noticias que poseemos sobre Abdías, cuyo nombre hebreo Obadyah
significa siervo de Yahvé. San Jerónimo lo identifica con aquel Abdías, mayordomo de Acab,
que alimentó a los cien profetas que habían huido del furor de Jezabel (III Rey. 18, 2 ss.).
Los escrituristas modernos, en su mayoría, no se adhieren a esta opinión. Sea lo que fuere, el
tiempo en que actuó el autor de esta pequeña pero muy impresionante profecía, debe ser anterior
a los profetas Joel, Amós y Jeremías, los cuales ya la conocían y la citaban. Lo más probable
parece que haya profetizado en Judá alrededor de 885 a. C., cuando Elías profetizaba en Israel.

Jonás

No hay motivo para dudar que Jonás es el mismo profeta hijo de Amati o Amitai (cf. 1, 1) que
en tiempo de Jeroboam II (783-743 a. C.) predijo una victoria sobre los asirios (IV Rey. 14, 25).
La tradición judía cree que fue también el que ungió al rey Jehú por encargo del profeta Eliseo
(IV Rey. 9, 1 ss.).

Los cuatro capítulos del Libro no son profecía propiamente dicha, sino más bien relato -
probablemente escrito por el mismo Jonás, aunque habla en tercera persona- de un viaje del
profeta a Nínive y de las dramáticas aventuras que le ocurrieron con motivo de aquella misión.
Sin embargo, tomados en conjunto, revisten carácter profético, como lo atestigua el mismo
Jesucristo en Mt. 12, 40, estableciendo al mismo tiempo la historicidad de Jonás, que algunos
han querido mirar como simple parábola (cf. 2, 1 y nota). San Jerónimo, empleando un juego de
palabras, dice que "Jonás, la hermosa paloma (yoná significa en hebreo paloma), fue en su
naufragio figura profética de la muerte de Jesucristo. El movió a penitencia al mundo pagano de
Nínive y le anunció la salud venidera".
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Miqueas

La Sagrada Escritura conoce dos profetas que llevan el nombre de Miqueas o Micá; uno que
vivió en el reino de Israel (III Rey. 22, 8 ss.) en tiempos del rey Acab (873-854), y otro que
profetizó en el reino de Judá (Jer. 26, 18), reinando Joatam (738-736), Acaz (736-721) y
Ezequías (721-693). Este segundo nos dejó el presente libro. De su vida solamente sabemos que
era oriundo de Morasti (Moréset), pequeño lugar situado cerca de Eleuterópolis (hoy Beit
Dschibrin) al suroeste de Jerusalén. La Iglesia lo venera como mártir y celebra su fiesta el 15 de
enero.

Nahún

Nahum vivió en el siglo VII a. C.; según la tradición judía, bajo el rey Manasés (693-639), o
quizá Josías (638-608), y profetizó contra Nínive, capital del reino de los asirios. Fuera de este
oráculo no poseemos nada de su actividad profética, la cual está colocada entre la de Isaías, de
quien cita varios pasajes (cf. 1, 4 = Is. 33, 9; 1, 15 = Is. 52, 7; 3, 5 = Is. 47, 3 y 9); y la de
Jeremías que, a la inversa cita a nuestro profeta (cf. 1, 13 = Jer. 30, 8; 3, 5, 13, 17 y 19 = Jer. 13,
12 ss.; 50, 37; 51, 30, etc.).

Lo único que acerca de la vida de Nahum indica la Sagrada Escritura (Nah. 1, 1) es el lugar de
su nacimiento, pues lo llama el ceseo (1, 1), es decir, de Elkosch, situada, según unos, en Galilea,
según otros en Judea, y cuyas ruinas se veían allí todavía en tiempos de San Jerónimo. Menos
fundada es la opinión de que naciera en Alkosch, situada cerca de Mosul, donde los nestorianos
veneran su sepulcro.

Habacuc

El libro de Habacuc no da detalles sobre la vida del profeta. Nada sabemos de su vida salvo el
retrato psicológico que él mismo nos pinta en los tres capítulos de su Libro. Habacuc se muestra
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dominado por ciertas dudas respecto al porvenir de su pueblo y al reino de Dios, mas su
confianza y su fe son mayores aún. Él es el justo "que vive de la fe" según esta profundísima
sentencia que él nos dejó y que S. Pablo cita tres veces. Cf. 2, 4 y los últimos versículos del
capítulo 3.

Habacuc profetizó antes de la invasión de Judá por los caldeos (605) puesto que tal calamidad
es objeto de su vaticinio, después de la cual Habacuc predice la ruina de Babilonia, como predijo
Nahum la de Nínive, ambos crueles enemigos del pueblo y del reino de Dios. La identidad de su
persona con aquel Habacuc que se menciona en el libro de Daniel (Dan. 14, 32), no es probable
por razones cronológicas, pues este último aparece unos cien años después.

Sofonías

Sofonías, contemporáneo de Habacuc, descendiente directo, según parece decirlo él mismo,


del santo rey Ezequías (cf. 1, 1), profetizó durante el reinado de Josías (638-608), probablemente
antes o en el curso de la reforma del culto que llevó a cabo este otro santo rey.

El profeta se dirige contra la idolatría y la injusticia reinantes en Judá, no obstante el aparente


despertar de la piedad traída por aquella reforma, y anuncia, como Habacuc, la próxima
desolación del país por los enemigos. Luego vaticina contra los pueblos paganos, en primer lugar
los filisteos y asirios, y termina, como casi todos los profetas, prediciendo la salud mesiánica con
palabras que denotan un asombroso amor de Dios por Israel.

Ageo

Con Ageo (en hebreo Haggai) empieza el periodo postexílico de la profecía de Israel, en el
cual le acompañará Zacarías y le sucederá, casi un siglo más tarde, Malaquías. Como muchos
otros de los profetas menores, Ageo no es conocido más que por algunas pocas noticias. Sus
cuatro discursos se refieren todos al segundo año de Darío I (520 a. C.), y fueron pronunciados
en menos de cuatro meses (cf. 1, 1; 2, 11 y 21).
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Zacarías

El nombre de Zacarías, común a más de veinte personajes del Antiguo Testamento, tiene en
hebreo el hermoso significado de "Dios se acuerda", o "el recordado de Dios", es decir que su
sola enunciación significaba un acto de fe en el Dios vivo.

Zacarías, hijo de Baraquías, y nieto de Iddó (Esdr. 5, 1 y 6, 14 le llama hijo de éste en sentido
lato), comenzó a profetizar en el mismo año que Ageo (520 a. C.). No parece, pues, ser, como
muchos creyeron, el mismo sacerdote Zacarías que Jesús cita en Mt. 23, 35, y Lc. 11, 51, pues se
considera que éste fue asesinado unos 330 años antes, por orden del rey Joás (II Par. 24, 21), y
que era hijo de Joiadá, siendo este nombre, según San Jerónimo, un apodo de Baraquías. La
actividad profética de Zacarías abarca dos años (520-518). Según otros, algo más.

Malaquías

Malaquías significa "Mensajero mío" (cf. 3, 1 y nota), o "Ángel del Señor" (así lo llama la
versión griega), y de ahí que Clemente Alejandrino, Orígenes y otros Padres, a falta de datos
sobre la persona del profeta, lo tomasen por un ser celestial. Mas tal opinión no se funda en
argumento real alguno; tampoco lo admiten los exégetas modernos. El Targum de Jonatán dice
en cambio que Malaquías era simplemente un nombre adoptado por el mismo Esdras para
escribir la profecía.

La serie de los profetas menores se cierra con Malaquías, que vivió en tiempos de Esdras y
Nehemías, casi un siglo después de los profetas Ageo y Zacarías, cuando el Templo estaba ya
reedificado y se había reanudado el culto.
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Conclusión

De este trabajo se puede concluir que:

El termino profeta, viene de las palabras hebraicas que la Biblia usa para llamar a los profetas
son: Nabi, Hozé, Zoé (vidente). La más frecuente es Nabi: el que habla con vehemencia, bajo el
influjo de una fuerza superior, un inspirado. Hablaron de la Alianza; reprocharles la infidelidad y
las consecuencias de esa infidelidad, si no se convierten: juicio y condena; la restauración, como
esperanza; el resto; el Mesianismo; la perspectiva escatológica, es decir, la proyección de las
promesas proféticas más allá del tiempo.

El llamado de Dios, esa llamada reviste al profeta de una misión: ser la voz de Dios; esa
llamada nace siempre en una experiencia fuerte de Dios; la misión trae consigo contrariedades y
cruces, pero el Señor les protege y les ayuda.

Los profetas se clasifican en mayores y menores, los profetas mayores presentan escritos de
mayor extensión y los menores, presentan escritos de una menor extensión.

Los profetas son cuatro mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; y trece menores: Oseas,
Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías y
Baruc.
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Referencias bibliográficas

Rivero A. 16a. sesión. Los Profetas Mayores. Catholic.net Recuperado de:


(http://es.catholic.net/op/articulos/7785/cat/399/16a-sesion-los-profetas-
mayores.html#modal

El Antiguo Testamento: Los Profetas Menores. Aciprensa. Recuperado de:


https://www.aciprensa.com/Biblia/profemen.htm

Los profetas (18 de septiembre de 2013). Red de emisoras Minuto de Dios Colombia.
Recuperado de: https://minutodedios.fm/los-profetas/

Profeta. Wikipedia (31 de agosto de 2018). Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Profeta

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