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La vía norteamericana
de Glenda Miralles
En el mundo occidental, desde mediados del siglo XVIII, se inicia una etapa de
profundas transformaciones, que dan origen a las sociedades industriales . El proceso,
que recibe genéricamente el nombre de Revolución Industrial es observado, por algunos
analistas, como un proceso a largo plazo y de carácter multidimensional y no como un
acontecimiento a corto plazo y de progresión unidireccional. Por ello, el caso de Estados
Unidos será abordado no sólo desde las particularidades que presenta la vía
norteamericana, sino que la misma será enmarcada en el contexto de la industrialización
occidental.
De alguna manera, se trata de superar la historia–acontecimiento (que significa
considerar los hechos como datos aislados), a la luz del complejo entramado social que
permite visualizar conflictos, contradicciones y el movimiento dialéctico1 de los
procesos económicos, sociales y políticos. En este sentido, el capítulo transitará por dos
caminos: por una parte, la visualización de las distintas etapas de la industrialización
norteamericana y, por la otra, el análisis de los aspectos centrales y particulares de dicho
proceso, haciendo hincapié en las características de cada una de las regiones de Estados
Unidos.
Un artículo sobre esta temática debe considerar dos importantes momentos de la
historia de Estados Unidos. Uno, en el año 1776, momento en el que los
establecimientos coloniales en América continuaban siendo prolongaciones marítimas
de la expansión europea; y otro, en los inicios del siglo XX, cuando al estallar la
Primera Guerra Mundial, se había convertido en la mayor potencia industrial del
mundo. Entre estas dos etapas, el país inició el recorrido de su propia expansión
económica, la cual es mucho más que el aumento industrial de su producción o el
incremento de su población o los beneficios de su extenso territorio: implica, además,
transformaciones en todas las relaciones económicas y sociales que llevarán a la
creación de una nueva sociedad.
Un agradecimiento especial a la Mg. Graciela Iuorno por poner a mi disposición su biblioteca y la
bibliografía sobre la temática específica, lo que ha permitido enriquecer el análisis del caso industrial
norteamericano.
1
movimiento dialéctico: plantea la evolución del proceso económico a través de oposiciones
sistemáticas que se superan unas a otras: hay una tesis (afirmación de algo), una antítesis (la negación) y
una síntesis (o superación de la oposición anterior).
Durante el siglo XVIII, las colonias norteamericanas disponían de una estructura
política estable -instituciones, educación, riquezas y prácticas comerciales y
gubernamentales- derivada de una clase comercial próspera, como lo fue la aristocracia2
regional. No obstante, existían barreras que obstaculizaban el crecimiento: la mano de
obra cara, la existencia de propietarios de tierras y comerciantes más pobres que en
Gran Bretaña y la inexistencia de Bancos y, por consiguiente, de un sistema financiero
estable. Durante ese período, la economía se basó fundamentalmente en la tierra: las
explotaciones agrícolas familiares predominaban en la zona norte y las grandes
plantaciones esclavistas, en el sur. La producción industrial fue limitada y sólo se
desarrolló, apenas, en unidades domésticas o en talleres artesanales. Sin embargo, esta
situación se revierte luego de la revolución independentista (1775-1783), que liberó al
territorio del mercantilismo británico y le otorgó estabilidad política para desarrollarse y
expandirse comercialmente.
Siguiendo a Douglass North, quien es retomado en el texto de Barbero (2001:
172-175), se puede caracterizar cada una de las etapas por las que transitó Estados
Unidos hasta llegar a la ‘cúspide’ de la industrialización. De este modo, afirma que,
durante el curso del siglo XIX, no se identifica con claridad una etapa de “despegue”,
debido a que la economía y la industria crecieron en forma sostenida, aunque con más
celeridad luego de la guerra civil (llevada a cabo entre 1861 y 1865). En esta línea, a
diferencia de lo que plantea North, para Adams (1986) la extensión del territorio,
combinada con un deficiente sistema de transportes, impidió el surgimiento del mercado
nacional, de la especialización regional y de las economías de escala.
Entre 1780 y 1820, transcurre la etapa denominada “primeras tentativas
industriales”, en la que comienza la mecanización, sobre todo en la industria textil,
dando inicio a la expansión de formas tradicionales y modernas de producción. Las
posibilidades de desarrollo industrial se vieron estimuladas por la ruptura comercial con
Gran Bretaña, lo que originó nuevas prácticas comerciales y nuevas rutas para el
intercambio. El boom del algodón proporcionó materias primas para el sector más
dinámico de la industria y contribuyó al desarrollo de la actividad comercial, del
transporte, del sistema financiero y de la acumulación de capitales.
Entre 1820 y 1860, transcurre “la era de la industrialización”; la industria
manufacturera se afirma en una serie de sectores con el liderazgo de la industria textil.
2
aristocracia: élite o grupo de individuos que se destaca por su condición de “nobles”.
La región más dinámica, en la que se concentró la actividad industrial, fue la del
nordeste, favorecida por sus particularidades en cuanto a la población, la urbanización y
la disponibilidad de energía y servicios. El desarrollo industrial y la difusión del sistema
de fábrica se vieron estimulados por la construcción de los ferrocarriles, que comienza
en 1830 y se acelera hacia la década del ´40. Durante los años 1840-1860, la
industrialización se basó en la producción de bienes de consumo; en primer lugar, la de
textiles de algodón, seguida por la del calzado y del cuero y la de máquinas. 3 En ese
período, la industria del hierro fue todavía limitada. A principios del siglo XIX, el
comercio de cereales y artículos manufacturados creció rápidamente, y surgen centros
comerciales como Chicago y Cleveland.
3
La industria textil generó fuertes eslabonamientos hacia atrás y hacia delante. En el primer caso,
impulsó la fabricación de máquinas textiles que, a su vez, son el punto de partida de la industria
mecánica. Hacia delante, porque derivó en la industria del vestido, que ocupó un lugar relevante en la
expansión manufacturera.
Paralelamente, se desarrollaron cambios notables y el liderazgo industrial de los
sectores productores de bienes de consumo cede el lugar a los productores de bienes de
capital. Desde fines del siglo XIX, las ramas que más crecieron fueron las del hierro y el
acero, la mecánica, la industria automotriz y la refinación de petróleo. Declina el peso
de la región nordeste a favor de la zona de los Grandes Lagos -principalmente en las
ramas del hierro, acero y automotriz- y se incorporan nuevas regiones, como el oeste y
sudoeste con la producción de petróleo.
del siglo XIX fue lo que proporcionó la 1910 91.972.266 41.998.932 49.973.334
considerada. Después de la guerra civil, esto ya no será tan cierto, ya que diversos
factores afectan al crecimiento industrial y el volumen de la masa laboral se va
adaptando constantemente a la demanda industrial, debido a las fluctuaciones de la
inmigración.
4
Recordemos que, en esos años, la frontera se encuentra cerrada y el oeste está en manos de
especuladores de la tierra y el hierro.
5
crecimiento vegetativo: la expansión demográfica en base a la reproducción de los sujetos.
Por otro lado, el constante proceso de innovación tecnológica y organizativa
explican, también, los altos índices de crecimiento de la economía. La competitividad
de la industria se basó en su eficiencia y en su elevada productividad y derivó en la
utilización de métodos de producción de capital intensivos. Para algunos autores, el alto
costo de la mano de obra -debido a su escasez- fue el factor para adoptar tecnología que
permitiera ahorrar fuerza laboral, lo que generó una mayor tasa de inversión en la
economía norteamericana.
Las innovaciones tecnológicas consistieron en mejoras de las técnicas en uso y
contribuyeron a desarrollar lo que se denomina american system. La fabricación de
bienes finales mediante el sistema de piezas intercambiables otorgó ventajas a la
producción norteamericana de máquinas-herramientas e impulsó el avance industrial en
el siglo XIX. Asimismo, la producción de bienes estandarizados6, destinados al mercado
de masas, facilitó la utilización de maquinarias para su producción.
Pese a que, por cuestiones geográficas, había disposición de recursos -tierra,
madera, petróleo, oro, hierro y carbón-, la explotación de éstos requería una adición
cada vez mayor de ciencia y tecnología. La maquinaria, la ciencia y la inventiva
capacitaron al hombre a multiplicar por mil su productividad (Morison. et al., 1997). En
este caso, las explotaciones agrícolas del Oeste introdujeron maquinaria, como las
segadoras, para hacerle frente a las grandes superficies. En lo que respecta a la
fundición de acero, iban por detrás de Gran Bretaña. “Los EEUU conservaron y
ampliaron su primacía histórica en el campo tecnológico y ésta es una de las razones
básicas que explican su actual riqueza.” (Adams, 1986: 140). Para muchos analistas,
estos avances permitieron explicar la emigración desarrollada hacia la zona Oeste, por
lo que los empresarios debieron recurrir a máquinas más avanzadas para paliar la
ausencia de esa mano de obra. Dichas economías constituyen uno de los ejemplos de la
función empresarial de reducción de los costos mediante la combinación de capital,
trabajo y recursos naturales. En este sentido, algunas industrias ocuparon lugares claves
en el proceso de cambio: la industria textil, en las décadas de 1820 y 1830; la ferroviaria
y la siderúrgica, entre 1850 y 1890; y la del automóvil a comienzos del siglo XX.
En esa línea, es importante resaltar dos cuestiones. Por un lado, el crecimiento
del producto nacional, ya que éste se debió a una organización eficaz de la economía,
cuyo cambio más importante fue el crecimiento relativo de las industrias
6
estandarizados: productos confeccionados según un patrón o modelo común, sin originalidad,
producidos en serie.
manufactureras y de servicios a expensas de la agricultura. Por otro lado, la creciente
especialización de los diversos tipos de actividad económica: el sector industrial precisó
de edificios, maquinarias y mano de obra especializada, que provocaron el surgimiento
de nuevas actividades profesionales en los campos de la contabilidad, la educación, la
ingeniería y la medicina.
En las primeras décadas del siglo XIX, las vías de comunicación por excelencia
fueron los ríos y los canales, aunque las grandes distancias entre las regiones
dificultaban las comunicaciones por la carretera terrestre. Los barcos se convirtieron en
el nexo entre las explotaciones agrícolas del Oeste, los plantadores del Sur y los
mercados de Nueva Orleáns, hasta su sustitución por los ferrocarriles después de la
guerra civil.
Los procesos de industrialización, en Europa y en los Estados Unidos, se dieron
en forma paralela a la modernización del sistema de transportes, que constituyó un
fuerte estímulo al desarrollo industrial. El desarrollo de éstos y de la navegación a vapor
permitió abaratar sensiblemente los costos de transporte. Otro de los elementos centrales
en la revolución de las comunicaciones -en la cual Gran Bretaña y Estados Unidos
fueron los países pioneros- fue la invención del telégrafo-teléfono, en 1939-1940. Su
importancia radicó en su uso en materia política-militar y en la coordinación de los
mercados financieros y comerciales. (Ver Gráfico 3)
En lo que respecta a los ferrocarriles, los primeros fueron construidos hacia 1830
en la zona Este: Boston, Baltimore y Charleston. Entre el ´30 y el ´40, se construyeron
ramales secundarios de alcance local, así como líneas para el transporte del carbón; y,
hacia 1850, el ferrocarril alcanzó el Medio Oeste, Indiana e Illinois, cada uno con una
extensión de 3200 km. de carril. Surgieron, paralelamente, nudos ferroviarios y centros
de navegación, como Chicago, y el comercio del Oeste se fue desplazando
progresivamente del Mississippi y de Nueva Orleáns, concentrándose a lo largo de las
líneas ferroviarias que conducían a Nueva York y Europa.
Luego de la Guerra Civil (1869), se realizó el tendido de la Union Pacific (desde
Nebraska hasta Utah) y el Central Pacific (desde California a Utah), que se unieron en
Promontory Point (Utah). Hacia 1910, se había completado prácticamente el trazado
ferroviario de Estados Unidos, con una longitud total de 385.000 km. (Ver mapa).
El descenso de los costos de transporte se tradujo en un incremento sostenido de
la actividad comercial. Sin embargo, el impacto del ferrocarril fue más allá de las
comunicaciones, debido a que se transformó en el impulsor del desarrollo industrial.
Fue generador de eslabonamientos hacia atrás, favoreciendo el desarrollo de las diversas
ramas de la producción que debieron hacer frente a la demanda creciente de hierro,
acero, carbón y maquinarias y vagones. La minería del carbón, la producción de hierro y
acero y la industria mecánica constituyeron los sectores más directamente afectados,
pero los eslabonamientos hacia atrás no se limitaron a ellos, incidieron en muchas ramas
industriales proveedoras de bienes. Un dato interesante a destacar es que, en Gran
Bretaña, la Revolución Industrial precedió al ferrocarril; mientras que, en Estados
Unidos, el ferrocarril llegó junto con la industrialización y se convirtió en una parte
integrante de ella.
El tema del impacto del ferrocarril en la industrialización norteamericana dio
lugar a fuertes controversias. Las interpretaciones tradicionales sostienen que el
ferrocarril fue un factor decisivo en el crecimiento de la economía norteamericana y que
el desarrollo de la agricultura y la industria no hubieran sido posibles sin él. Hacia 1960,
esta visión fue cuestionada por el historiador Fogel, que argumentó –a partir de un
análisis cuantitativo- que no existió una relación de causalidad entre la construcción de
los ferrocarriles y el desarrollo económico y que su función pudo haber sido
desempeñada por los sistemas de transporte fluvial preexistentes. Pese a las diferencias,
existe cierto consenso en admitir que, hasta 1860, la demanda generada por el sector
ferroviario tuvo una incidencia limitada en el desarrollo de la industria del hierro, ya
que, hasta entonces, una parte significativa de dicha demanda se cubría con las
importaciones, aunque esta tendencia se revertió con el correr de los años.
Parafraseando7 a Adams, las mejoras introducidas en el transporte facilitaron el
desplazamiento de algodón, cereales, productos manufacturados y de los emigrantes,
pero a menudo eran resultado y no la causa del creciente comercio. De alguna manera,
los ferrocarriles sólo simbolizaron y promovieron el desarrollo americano durante un
cierto tiempo, a fines del siglo XIX. En la etapa anterior y en el Este, el transporte
fluvial tuvo, probablemente, mayor importancia y todas las grandes ciudades del siglo
fueron levantadas a lo largo de cursos navegables.
A comienzos del otro siglo, las mejoras en los transportes permitieron y
alentaron importantes transformaciones en Estados Unidos, ya sea en cuanto al
comercio exterior con Europa, como hacia el comercio interior entre las distintas
regiones. Esto produjo una eficaz especialización regional y una creciente
productividad. Sin embargo, y volviendo a las controversias que se presentaron en el
análisis del tema, para Willi Adams (1986), el papel desempeñado por la
industrialización misma fue decisivo a la hora de estudiar los cambios que se produjeron
en Norteamérica y no por el sistema de transporte desarrollado.
En otro orden, un cambio notable es el que se desarrolla en lo que respecta a la
propiedad y control de la industria. A excepción de los ferrocarriles, la industria
americana en 1850 estaba en manos de pequeños propietarios, que transformaban las
materias primas con destino al consumo local. En 1914, por el contrario, la industria
estaba dominada por un reducido número de gigantescas firmas industriales con un
control oligopólico e incluso monopólico de los mercados nacionales y con una
creciente influencia en ultramar.
7
parafraseando: diciendo lo mismo pero con otras palabras.
Durante este período, se desarrolla la concentración de la industria y los
transportes en grandes unidades, tomando la forma de pool8, trust9, corporación o
sociedad anónima y compañía tenedora o holding10. Su principal objetivo fue eliminar
la competencia y producir grandes economías en la fabricación, transporte, colocación
de productos, administración y finanzas. Modelo de ello fue la Standard Oil Company,
considerada la “más grande y rica organización industrial del mundo”. A ella se le suma
la U.S. Steel, la Western Union y la American Telephone, por nombrar algunas.
El papel de los banqueros en Nueva York lleva a la creación del “trust del
dinero”; la Casa Morgan11 es el primer ejemplo paradigmático. En este sentido, el auge
de la Banca Comercial agrega otro ingrediente a la vía industrial norteamericana. Hasta
fines del siglo XIX, la financiación del comercio internacional estuvo en manos de
banqueros privados; pero, a partir de entonces, comenzó a ser asumida por los bancos
comerciales
Cuadro Nº 2 : Crecimiento económico comparativo de los principales países
más industriales – 1870-1913
8
pool: acuerdo entre varios productores con el objeto de eliminar la competencia entre sí.
9
trust: reunión de varias empresas productoras de un mismo producto con el fin de conseguir mayor
influencia y control en el mercado, gracias a la concentración de los medios de producción.
10
holding: compañía financiera que compra con su propio capital social parte del capital social de otras
empresas, con lo que se asegura el control de los directorios de esas sociedades o, por lo menos, una
influencia decisiva.
11
En 1880, la Casa Morgan formó una asociación con el Ferrocarril Central de Nueva York, extendiendo
su influencia por todo el Sur, hasta el lejano Oeste. Así también monopolizó las manufacturas de aperos
agrícolas y surgió con la Internacional Harvester Company, ayudó a financiar a la American Telephone
and Telegraph, La General Electric, etc. Controló una gran cantidad de grandes bancos y se unió con las
tres mayores compañías de seguros (Morison, S. et. al. 1997: 459).
representa una fuerza poderosa para aumentar el capital activo de una nación. La
experiencia de la utilidad de estas instituciones ha hecho que se multipliquen en los
Estados Unidos.” (Hamilton, 1791 en Boorstin. 1997:157)
A modo de síntesis parcial, se puede afir-mar que el éxito de este proceso de in-
dustrialización se debió a la disponibilidad de recursos na-turales, a la existencia de un
inmenso mercado inter-no y al extraordinario aumento de la población. A esto se le
suma una constante innovación tecnológica y organizativa y, en este orden, es
fundamental el papel jugado por el ferrocarril, que le otorgó fuertes ventajas
comparativas en relación con los países europeos.
Finalmente, y en relación con el cuadro Nº 2, se puede afirmar que, a lo largo del
siglo XIX y a medida que Estados Unidos crecía en riqueza y poderío económico-
político, disminuía la influencia que los países europeos ejercían sobre el territorio. En
este sentido, su expansión devino por la favorable interacción de los diferentes sectores
de la economía nacional, que trabajamos hasta este momento.
12
Apalaches: cadena montañosa del Noreste de América del Norte.
13
Los más importantes productores de acero en América, Garnegie, se hallaban en condiciones de instalar
el equipo más avanzado y complejo debido a la creciente demanda de las ciudades y los ferrocarriles.
14
Wall Street: Hace referencia a la calle de Nueva Cork que concentra una gran cantidad de bancos.
15
La Meca: ciudad de Arabia Saudita que es el principal centro religioso del Islam, cuna de Mahoma,
hacia donde todo musulmán debe ir en peregrinación aunque sea una vez en su vida. En el texto, se usa
metafóricamente para indicar “lugar sagrado” del capitalismo.
hierro y caliza. Chicago también creció a un ritmo importante porque canalizaba la
producción del Medio Oeste y las praderas occidentales y tenía conexiones con el Este
por su situación geográfica. En 1900, se convirtió en el mercado de cereales y el centro
de industrias cárnicas mayores del mundo.
Mirando hacia otros puntos, el Sur y el Oeste fueron, en esencia, productores
agrícolas. Ambos abastecieron a las industrias y a las poblaciones del Nordeste y fueron
mercados de consumo para la producción industrial, por lo cual desempeñaron una
importante función en el desarrollo norteamericano. Aun cuando la revolución
económica siguió centrada en el Nordeste, su repercusión se sintió en todas las zonas y
el Sur no quedó ajeno a esto.
Específicamente, el Sur fue el principal productor de algodón y su exportación
en bruto a Gran Bretaña dio vida a la sociedad sudista y a la esclavitud, como así
también permitió generar un activo comercio fluvial de maíz y carne de cerdo, que
desde el Oeste eran transportados por el Mississippi a partir de 1810. Los beneficios de
este comercio también fueron compartidos por los mercaderes y fabricantes del
Nordeste, que proporcionaron bienes y servicios al Sur y al Oeste, lo que enriqueció a
ciudades como Nueva York y Boston
Luego de la Guerra de Secesión, la agricultura de la región entró en decadencia y
la zona se transformó en la parte más deprimida del territorio. Esto se debió,
principalmente, al impacto de la industrialización del Norte y a las propias deficiencias
de la región. Para muchos, el hecho de que el Sur no lograra industrializarse antes del
conflicto incidió “fatalmente” tanto en su capacidad bélica como en sus oportunidades
de prosperidad.
La esclavitud y el sistema de plantaciones podrían explicar el fracaso sureño. Se
puede sumar a esto la escasa demanda de maquinarias -por la dificultad para mecanizar
el cultivo- y de productos manufacturados locales de los plantadores –que, por lo
general, lo adquirían en Europa o en el Norte-. Era inexistente una política para
fomentar la industria, por lo tanto, no surgieron ciudades importantes, excepto Nueva
Orleáns.
La guerra y la industrialización del Norte modificaron su posición. La esclavitud
fue reemplazada por un régimen de aparcería, especie de arrendamiento en el que los
propietarios de las tierras recibían una parte de las cosechas, y una modalidad de
embargo preventivo sobre ellas, forma de compra a crédito en los almacenes en cuya
virtud los comerciantes adelantaban a los agricultores las provisiones que necesitaban,
con la garantía de sus cosechas. Después de la guerra, los pequeños arrendatarios apenas
podían subsistir. A medida que aumentaba la producción del algodón, los precios caían
y la tierra se esquilmaba.
La situación del Sur experimentó una modificación importante debido a que el
gobierno federal, ya dominado por los intereses comerciales del Norte, promulgó una
legislación bancaria y arancelaria que incidía negativamente sobre aquéllos. Los
aparceros y comerciantes sudistas cayeron en manos de grandes empresas del Norte, lo
que produjo que muchos negocios importantes del Sur quedaran en manos de Wall
Street.
El capital constituyó el problema más difícil para que el Sur alcanzara su riqueza
y poder, debido fundamentalmente a que no tenía excedentes y por la inexistencia de
una política financiera que atrajera inversionistas. Sin embargo, gradualmente, el Sur,
volvió su mirada al mercado mundial a través de las exportaciones. Durante los ochenta,
ingresó, a la zona, dinero desde el Norte y del extranjero, que fue volcado a ampliar su
red ferroviaria. Las exportaciones de algodón en bruto a Gran Bretaña, hacia fines del
siglo XVIII, dieron vida a esta región y a la esclavitud, como así también generaron un
comercio activo con el resto de las regiones, que la proveían de alimentos, bienes y
servicios. Esto explica la concepción de que, para algunos autores, EE.UU. se
industrializó sobre la base de las exportaciones.
La industria textil de Carolina del Norte y del Sur y de Georgia diferían de las
del Norte. Hilanderías pequeñas, financiadas con capital local, administradas por
empresarios locales, apoyadas por el orgullo local y con mano de obra blanca. En el
caso específico de la industria textil, hacia fines de la década del ochenta, cien
hilanderías tenían casi medio millón de husos; veinte años después, cuatrocientas
hilanderías poseían cuatro millones de husos.
Hacia 1920, la industria textil se había trasladado al Sur; Carolina del Norte,
Carolina del Sur y Georgia se encontraban en segundo, tercero y cuarto lugar entre los
Estados textiles de la nación. Asimismo, la industria del tabaco disfrutó de las ventajas
de la materia prima, los bajos costos del transporte y la mano de obra barata (negra). La
actividad se concentró en las ciudades de Richmond y Louisville. Durante este período,
se comienza a desarrollar la industria del carbón y el acero, concentrada en Birmingham
y Alabama, y una industria de la madera que lentamente comenzó a devastar los
bosques de pinos de Louisiana y Mississippi. Texas y Oklahoma no quedaron atrás,
hacia los primeros años del siglo XX, fueron parte del imperio del petróleo.
El oeste fue poblado a lo largo del siglo XIX, en un proceso de permanente
expansión de la frontera, la frontier.16 Durante todo ese siglo, los límites se fueron
moviendo constantemente hacia ese punto con la compra de Louisiana (1803), la
adquisición de Texas, Nuevo México y California (1845-48), el tratado de Oregón que
limitó la frontera con Canadá (1846) y la compra de Alaska (1867). La frontera actuó
como una fuente de abastecimiento del Este, al que envió pieles, cueros, oro, minerales
y productos alimenticios a cambio de productos manufacturados y de servicios. Fue
también una zona de atracción para los capitales del Este, ya que el sistema de
propiedad de la tierra, que favorecía las explotaciones familiares, creó una extensa clase
media rural con fuerte capacidad de demanda.
Durante la década del ´30, la política contra los indios, llevada hasta sus últimas
consecuencias por el gobierno federal de Jackson, condujo al traslado forzoso de unos
cien mil indios a miles de kilómetros de sus lugares de origen.
De alguna manera, la densidad de los asentamientos en el oeste, las modalidades
de empleo de la tierra y la velocidad a la que se desplazaron las sucesivas fronteras han
de contemplarse como resultado de la relación existente entre la problemática de la
colonización del Oeste y la demanda de los productos que de allí procedían. La región
de los Grandes Lagos y el valle superior del Mississippi eran muy fértiles, disponían de
agua en abundancia y de facilidades para el transporte, de ahí su rápida colonización.
No obstante, a medida que la colonización se alejaba de esta área y se aproximaba a las
Rocosas17, las tierras eran cada vez más altas y el clima, más duro para el cultivo.
Cabe destacar que el ritmo de este desarrollo no fue de modo alguno uniforme.
En un primer momento, las tierras eran muy baratas y su cultivo era extensivo; pero, a
medida que mejoraban las comunicaciones con las áreas metropolitanas, los precios de
la tierra se encarecían, se modificaba su uso y aumentaba la intensidad de los cultivos.
En California, los ranchos de ganado dieron paso a los cultivos y, hacia los primeros
años del siglo XX, a los frutales. Por su parte, en el Medio Oeste, los cereales fueron
sustituidos por los productos lácteos y éstos por los hortícolas.
16
Para los norteamericanos, frontier no significa únicamente la línea de desplazamiento extremo de los
asentamientos blancos, sino también la zona de transición, a menudo ancha, existente entre la región
despoblada, o la tierra de los indígenas, y las zonas de colonización ya estructuradas. (Adams, W., 1986:
129).
17
Montañas Rocosas: cordillera del Oeste de América del Norte.
La New guide to the West de Peck (1837) describe el movimiento en el Medio
Oeste como un proceso de sedimentación cultural en el que la naturaleza virgen daba
paso lentamente a la civilización:
“Los primeros en llegar fueron los pioneros cuyas familias, para
subsistir dependían básicamente del crecimiento espontáneo de la
vegetación y de los recursos de la caza (…) La siguiente oleada de
inmigrantes compró tierras, añadió un campo a otro, desbrozó los
caminos, construyó rústicos puentes (…) plantó ocasionalmente
huertas (…) escuelas, tribunales, ofreciendo la imagen y las formas
de una vida civilizada, sencillas y frugal. Irrumpió la tercer oleada.
Llegaron los capitalistas y los empresarios (…) la pequeña aldea
creció hasta convertirse en pueblo o en ciudad, surgieron grandes
edificios (…) se pusieron de moda los tejidos de algodón, las sedas,
los sombreros (…)” (Adams,1986: 133).
NORDESTE
MEDIO-OESTE SUR
Cereales y Carne
18
laissez faire: dejar hacer.
NORDESTE
Alimentos baratos
Pieles, cuero, oro Algodón en bruto
Ahorro Ahorro
MEDIO-OESTE SUR
Dinero
Fuente: Perren (2006)
19
oligarquía: gobierno de unos pocos en interés de ellos mismos. Control del Estado por una élite
excluyente, que representa el dominio de una clase o sector de intereses socioeconómicos.
ya fortunas comparables con Europa, y, en los estratos más bajos de la sociedad, había
hecho su aparición un pequeño proletariado. En el Sur, la sociedad estaba integrada por
una combinación de plantadores, esclavos y blancos pobres. En el Oeste, la propiedad
de la tierra estaba distribuida más igualitariamente que en el Sur. En cuanto a la minería
o la cría de ganado en la frontera, los pequeños empresarios fueron pronto eliminados
por las grandes empresas, que disponían del capital necesario para embarcarse en
grandes operaciones. De aquí que haya que matizar la famosa imagen de Tocqueville20
de una América igualitaria, sobre todo cuando la industrialización agravó aún más las
desigualdades.
20
Alexis Tocqueville: (1805-1859) historiador y político francés que se consagró a reconstruir la
evolución de Francia y de América hacia la democracia.
La Constitución de Estados Unidos (1787) fue producto de la negociación de las
fracciones burguesas: la del Sur, la del Oeste (agraria) y la del Este (financiera). Los
portavoces de las clases pobres dieron, a la primera Constitución, un carácter
marcadamente descentralizado. Pero los capitalistas (comerciantes y plantadores)
estaban interesados en un gobierno federal fuerte, que finalmente obtuvieron mediante
la sanción de la ley suprema.
La política económica de Hamilton -federalista a cargo de la cartera económica
bajo el gobierno de Washington (1789-1797)- produjo una división en la clase
dominante, por su inclinación hacia los sectores industriales. Los terratenientes sintieron
que el peso del capital industrial y financiero podía desequilibrar el poder político
alcanzado hasta ese momento, por lo cual se opusieron y le quitaron el apoyo que, en
algún momento, supieron darle.
Bajo la dirección de Jefferson -elegido presidente en 1801- se materializa la
alianza de los terratenientes/plantadores del Sur, junto con los pequeños productores
rurales. Thomas Jefferson consideraba que todos los hombres eran igualmente libres e
independientes y tenían derecho a la vida, la libertad, los medios de adquirir
propiedades y la obtención de la felicidad y la seguridad, principios que se desprenden
del primer artículo de la Declaración de Derechos de Virginia, redactada por Jefferson
en 1776. Para muchos analistas, formaba parte de una corriente del liberalismo -
anticapitalista- fundada en principios como, por ejemplo, que los ciudadanos fueran
autoempleados antes que aceptar el trabajo asalariado, y su visión sobre la propiedad de
la tierra se orientaba hacia un modelo basado en la ocupación personal o familiar,
criticando a los sistemas agrarios basados en haciendas y latifundios. Así también
cuestionó la especulación financiera y los derechos de patentes.
Sin embargo, el mayor cuestionamiento al poder financiero se encuentra en la
política diseñada por Jackson (1828-1937) al plantear una alianza antifederalista o
anticapitalista, formada por campesinos y trabajadores asalariados, quienes, sumados a
los terratenientes, se sentían afectados por las políticas influyentes de comerciantes y
banqueros. El poder lo fueron hegemonizando los dueños de las propiedades, quienes
ejercitaron ese lugar en “nombre del conjunto de la Nación”. La consolidación de esta
clase dio lugar a la denominada “democracia jacksoniana”, que se sustentó en la
frontera móvil y la esclavitud. No obstante su proclama de haber constituido una
“democracia de pequeños productores”, opuesta a los nuevos grupos de poder, terminó
aceptando las relaciones del “renovado capitalismo”: libertad de mercado, libre
competencia, producción para la ganancia, etc. Fue con estas condiciones que se
desenvolvió un notable progreso industrial y, con él, una prometedora “aristocracia
manufacturera” (Elisalde, R. 1990: 48-49).
Con sus antecedentes jacksonianos, era natural que el movimiento agrarista
tratara de llevar adelante la democracia y de completar la obra que los padres de la
patria dejaron sin terminar. El problema de la época era poner freno a la ambición
plutocrática21 y conservar la democracia (compañías comerciales). Del Oeste, surgieron
las inteligencias políticas del siglo y de allí nacieron las grandes ideas democráticas que
servirían de base al liberalismo en tiempos posteriores. El objetivo de este gran
movimiento era completar la obra de Jackson y crear un mecanismo político que diese,
a la democracia, vigor suficiente para resistir los golpes de la Revolución Industrial.
Pero aun cuando el nivel y la competencia de la intervención gubernamental
fueran a menudo penosamente bajos, puede afirmarse que los orígenes del moderno
Estado burocrático americano deben buscarse en el siglo XIX, resultado de la inevitable
reacción a los males que acompañaron a la industrialización y la urbanización. Se fue
estableciendo un aparato administrativo que corrigió innumerables abusos, acumuló
experiencia y creó precedentes que fueron vitales para el futuro.
En la década de 1850, el cambio económico tuvo una repercusión enorme sobre
los acontecimientos políticos. Cada vez más las líneas de fuerza de la economía se
desplazaban sobre un eje Este-Oeste y no Oeste–Sur. Desde luego, floreció el comercio
del Mississippi, el ferrocarril central de Illinois unió el Sur con el Noreste y el algodón
siguió desempeñando un papel significativo en el comercio Norte-Sur. Pero el algodón
ya no era el rey. El Nordeste, que producía suficiente alimento para sus propias
necesidades, constituía el mercado más importante para el granjero del Oeste y el
Noroeste, que ya no dependía tanto del Sur, apartó la mirada de las plantaciones
trabajadas por esclavos22 y la dirigió hacia el imperio de interminables praderas y
grandes planicies.
21
plutocrática: que se orienta o defiende la plutocracia: el gobierno o la preponderancia de los más ricos.
22
Durante la presidencia de Lincoln (1861-1865), se lleva a cabo la Proclamación de Emancipación de
los esclavos. Aunque sólo los liberó en áreas de la Confederación no controladas por la Unión, hizo que
abolir la esclavitud en los estados rebeldes fuera un objetivo oficial de la guerra. Esto dio ímpetu a la
adopción de las 13ª y 14ª enmiendas a la Constitución de los Estados Unidos, las cuales abolieron la
esclavitud y establecieron la imposición federal de derechos civiles.