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1. Introducción
Los trastornos del comportamiento perturbador son problemas de origen
multicausal, donde el balance entre los factores de riesgo y los factores
protectores determina la probabilidad de aparición y mantenimiento del cuadro
psicopatológico. A este respecto, el tratamiento psicológico de los trastornos
del comportamiento se diseñará en base a la evaluación diagnóstica realizada,
incidiendo sobre los aspectos individuales, familiares y sociales del paciente,
con el fin de eliminar la sintomatología manifiesta, disminuir la influencia que
ejercen los factores de riesgo y potenciar los factores protectores que permitan
una prevención primaria, en el caso de que el trastorno aún no se haya
manifestado, y una prevención secundaria o terciaria para cuando el problema
ya esté instaurado.
Pese al elevado número de técnicas desarrolladas para dar respuesta a los
problemas del comportamiento perturbador en los últimos años, la mayoría de
estas estrategias han tenido una eficacia muy limitada (Weisz y Kazdin, 2010).
Los fracasos de la intervención podrían deberse a varios motivos, entre los que
se incluyen:
a. esmotivación por parte del paciente (las consecuencias del trastorno las
padecen la familia o el entorno; el paciente, al no sufrir, no tiene conciencia de
enfermedad); y
b. tratamientos que no se dirigen a los mecanismos causales implicados en el
desarrollo de los trastornos del comportamiento (Mátthys y Lochman, 2010).
1. auto-instrucciones,
2. autoobservación,
3. autoevaluación continua,
4. autoevaluación final y
5. autoreforzamiento.