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Historia[editar]

El descubrimiento del ácido sulfúrico se relaciona con el siglo VII y el alquimista Jabir ibn
Hayyan. Fue estudiado después, en el siglo IX por el alquimista Ibn Zakariya al-Razi, quien
obtuvo la sustancia de la destilación seca de minerales incluyendo la mezcla de sulfato de
hierro (II) (FeSO4) con agua y sulfato de cobre (II) (CuSO4). Calentados, estos compuestos se
descomponen en óxido de hierro (II) y óxido de cobre (II), respectivamente, dando agua
y óxido de azufre (VI), que combinado produce una solución diluida de ácido sulfúrico. Este
método se hizo popular en Europa a través de la traducción de los tratados y libros de árabes
y persas por alquimistas europeos del siglo XIII como San Alberto Magno.
Los alquimistas de la Europa medieval conocían al ácido sulfúrico como aceite de vitriolo, licor
de vitriolo, o simplemente vitriólo, entre otros nombres. La palabra vitriolo deriva del latín
“vitreus”, que significa cristal y se refiere a la apariencia de las sales de sulfato, que también
reciben el nombre de vitriolo.[cita  requerida] Las sales denominadas así incluyen el sulfato de cobre
(II) (o ‘vitriolo azul’ o ‘vitriolo romano’), sulfato de zinc (o ‘vitriolo blanco’), sulfato de hierro
(II) (o ‘vitriolo verde’), sulfato de hierro (III) (o ‘vitriolo de Marte’), y sulfato de cobalto (II) (o
‘vitriolo rojo’).
El vitriolo era considerado la sustancia química más importante, y se intentó utilizar como
piedra filosofal. Altamente purificado, el vitriolo se utilizaba como medio para hacer reaccionar
sustancias en él.
En el siglo XVII, el químico alemán Johann Glauber consiguió ácido sulfúrico quemando azufre
con nitrato de potasio (KNO3), en presencia de vapor. A medida que el nitrato de potasio se
descomponía, el azufre se oxidaba en SO3, que combinado con agua producía el ácido
sulfúrico. En 1736, Joshua Ward, un farmacéutico londinense utilizó este método para
empezar a producir ácido sulfúrico en grandes cantidades.
En 1746 en Birmingham, John Roebuck empezó a producirlo de esta forma en cámaras de
plomo, que eran más fuertes y resistentes y más baratas que las de cristal que se habían
utilizado antes. Este proceso de cámara de plomo, permitió la efectiva industrialización de la
producción de ácido sulfúrico, que con pequeñas mejoras mantuvo este método de producción
durante al menos dos siglos.
El ácido obtenido de esta forma, tenía una concentración de tan solo 35-40 %. Mejoras
posteriores, llevadas a cabo por el francés Joseph-Louis Gay-Lussac y el británico John
Glover consiguieron aumentar esta cifra hasta el 78 %. Sin embargo, la manufactura de
algunos tintes y otros productos químicos que requerían en sus procesos una concentración
mayor lo consiguieron en el siglo XVIII con la destilación en seco de minerales con una técnica
similar a la de los alquimistas precursores. Quemando pirita (disulfuro de hierro) con sulfato de
hierro a 480 °C conseguía ácido sulfúrico de cualquier concentración, pero este proceso era
tremendamente caro y no era rentable para la producción industrial o a gran escala.
En 1831, el vendedor de vinagre Peregrine Phillips patentó un proceso de conseguir óxido de
azufre (VI) y ácido sulfúrico concentrado mucho más económico, ahora conocido como
el proceso de contacto. Actualmente, la mayor parte del suministro de ácido sulfúrico se
obtiene por este método.

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