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Leyenda sobre el
origen de las aguas termales
En el noroeste argentino circula de boca en boca una
leyenda sobre la creación de las aguas termales, que no
serían otra cosa que el símbolo de arrepentimiento de un
luchador gigantesco. Esta historia es contada de generación
en generación; aún se oye entre los pueblos del noroeste
argentino y dice así…
Hace muchos, muchísimos años, cuando todavía las
grandes montañas no habían alzado sus lomos sobre la
Tierra y el mar invadía las costas, vivía una tribu de
gigantes empeñados en una guerra cruel. Uno de ellos se
llamaba Yacu Rupaj y era el más valiente de todos.
Cuando el mundo era joven estaba poblado por los antiguos dioses, entre ellos
estaba Yaya, que era el origen de la vida, el creador.
Yaya vivía con su esposa y su pequeño hijo Yayael, que era obediente y hacía
todo lo que se le pedía. Pero Yayael fue creciendo y al llegar a la adolescencia a
menudo no estaba de acuerdo con lo que su padre, el gran espíritu, le decía.
En una pequeña tribu de Perú, hace muchos siglos vivía un joven fuerte e inquieto a
quien le gustaba explorar. Su nombre era Kahlen.
Un día, se le ocurrió una idea. Comenzó a sembrar matas de algodón. Tiempo después
las recolectó en unos costales y luego decidió llevarlas a la montaña más alta que
encontró. Así tuvo que escalar durante cinco días para llegar a su cima. Estando allí,
sacó todo el algodón de sus costales y con mucho cuidado, tomó uno a uno para
colocarlos en el espacio y cubrir parte del cielo. En seguida, con un fuerte soplo los
expandió sobre toda la tierra. De esta manera logró su objetivo, darle sombra a su
tribu. Y vio que todo esto era hermoso y pensó en llamar a estos copos, nubes.
A Kahlen jamás lo volvieron a ver. Dice la gente que decidió viajar por siempre sobre
una nube muy blanca para desde allí poder cuidar a su tribu.
Así fue como se crearon las nubes.
Leyenda: La Nube
Hace mucho tiempo, vivia una hombre con su dos hijas Martina y Betina.
Como eran pobres, tenían que trabajar en un campo como agricultores. Se levantaban muy
temprano, le daban de comer a las gallinas y hiba a buscar la leche, desayunaban y luego de eso
hiban a plantar semillas de frutas y verduras, las regaban y se hiban de vuelta a su casa.
Todos los días la misma rutina durante un mes, fue cuando se dieron cuenta de que sus frutos y
verduras no crecían.
Miraron al cielo y se pusieron a llorar, el sol estaba muy fuerte, esto hacía que la agricultura se
seque.
-Yo le hablaré, he hablado con él hace tiempo atrás, es solo que se puede comunicar con los
chicos- dijo Betina.
- Lo siento, pero yo no podré ayudarles; pero tengo una idea!.. Llamen al Dios del Cielo. Él las
ayudará.
Los tres llamaron al Dios para saber cómo ayudar, pero como el sol, él también solo podía
comunicarse con los chicos.
- Podrían ayudar transformandose en algo que riegue sus cultivos, pero tendrian que permanecer
al lado mio, en el cielo- dijo el Dios.
- Queremos ser algo grande, blanco y suave. Pero también queremos ver a nuestro padre. No
podemos vivir sin él.
Y así es como se formó la nube, gracias a dos chicas que amaban a su padre.
LEYENDA DE LA LLUVIA
Dicen que dicen los abuelos sabios, que en los primeros tiempos, el gran chacú,
el cual no era el lugar de caza, había tanta agua que no se podían vislumbrar los
montes, ni los bosques, pues el hacedor de todo lo creado, habíale dado vida a un
hombre de agua cuyo cuerpo acuoso inundaba todo el lugar con sólo pasearse por
aquellas tierras, su nombre era el hombre Lluvia.
Lluvia solía divertirse invitando a otros a fiestas, en las que se bailaba, comía y
bebía hasta altas horas de la madrugada, no había día que no organizara una
reunión en pos de la diversión.
Cuentan que Lluvia invitó a Tokjuaj a divertirse con ellos, pero Lluvia tenía una
mala costumbre, la de no ser generoso con sus invitados y omitió convidar comida
y bebida a Tokjuaj, por lo que el héroe se enojó sobremanera y le recrimino a
Lluvia por su mala actitud, Lluvia que ya había bebido bastante trató de agredir a
Tokjuaj y se trabó en lucha, pero Tokjuaj era más fuerte y ganó la contienda, no
sin antes advertirle a Lluvia sobre su proceder, además, le echó en cara que
siempre andaba por ahí inundándolo todo, y le hizo prometer que eso ya no debía
suceder más.
Por cierto ya no hubo más inundaciones en el gran Chaco, pero cada vez que
Lluvia llora extrañando su antigua morada, sus lágrimas caen sobre la tierra, es lo
que conocemos como lluvia.
También, quienes le conocen, dicen que por estos días Lluvia suele viajar de
estrella en estrella para no aburrirse, pero cuando su tristeza lo supera emite unos
fuertes gritos, tan pero tan fuertes que retumban sobre la tierra y nosotros
conocemos como truenos, y desde allí arriba, la temerosa mirada de Lluvia se
asoma entre las nubes para vislumbrar su añorada pacha y verla mejor, entonces
alumbra con sus potentes ojos, eso es lo que hoy conocemos como relámpagos.