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Parodi, Lautaro. Leyendas indígenas de la Argentina, Buenos Aires, Ed.

El Gran Chaco quedó sin jefe, pero siguió prosperando bajo el cuidado
Libertador, 2005. (selección) de la naturaleza, enmarañado, impenetrable, surcado por el río de aguas
rojas, nacido de la sangre del corazón de Tuvichavé.
EL origen del Pilcomayo y el Bermejo
El amor y el aroma de cosakait
Cuenta la leyenda que cuando terminó la creación, Tupá, Dios de los
guaraníes, confió a Guarán la administración del Gran Chaco, que se Los tobas denominan cosakait al árbol conocido con el nombre vulgar de palo
extendía más allá de la selva. Y Guarán comenzó la gran tarea: cuidó de la santo.
fauna y de la flora, de la tierra, de los ríos y de los montes, y también
gobernó sabiamente a su pueblo. Logró, de esta manera, una verdadera
Una de las leyendas más antiguas que lo menciona se refiere a épocas
civilización. remotas; cuando de la pequeña minoría que constituían los seres humanos
surgió el más hermoso y virtuoso de los jóvenes: Cosakait.
Guarán tuvo dos hijos: Tuvichavé, el mayor (impetuoso, nervioso y decidido),
y Michiveva, el menor (más reposado, tranquilo y pacífico). Apuesto y ejemplar, estas virtudes no le alcanzaron para enamorar a la joven
doncella que tanto amaba. Su tristeza y desventura lo condujeron por el
Antes de morir, Guarán les entregó a ellos el manejo de los asuntos del sendero de la enfermedad, de la que nunca regresó.
Gran Chaco. Fue entonces cuando comenzaron las peleas entre los dos
hermanos: ambos tenían opiniones diferentes sobre cómo administrar las Aquellos que presenciaron sus últimos momentos en el lecho de muerte
diversas necesidades de la región. aseguraron que no dejó de pedir por su amada: ella nunca se presentó. Sus
póstumas palabras sostenían que no deseaba morir pero que su dios Yago
Aprovechando la oportunidad, un día se les apareció el genio del mal, así lo quería. Se comprometió a estar por siempre con ella: adornando su
Añá, que les aconsejó que compitieran entre sí con destreza para resolver cabellera con fragantes flores, ahuyentando insectos de su lado y
las cuestiones que los enfrentaban. Tuvichavé y Michiveva, cegados por sus perfumando el agua. Confirmó también su participación en la ceremonia del
diferencias, decidieron hacerle caso. Subieron cerros que bordeaban el Gran nareg, dirigiéndose al cielo en el aromatizado humo de su ruego. Finalmente,
Chaco y para disputar su hegemonía sobre la región acordaron realizar tomó la responsabilidad de permanecer cerca y brindarle todo lo necesario.
diversas pruebas de destreza, de resistencia y habilidad, especialmente en Tanta temperatura, tanta fiebre, terminó por consumir los suspiros finales...
el manejo de las flechas.
La tierra que lo sepultó engendró el árbol cosakait, apreciado por sus
aromáticas flores y perfumada madera. Apenado por su dolor, su dios le dio
En una de esas pruebas, Michiveva lanzó una flecha contra el árbol que
vida eterna en la forma de aquel árbol que luego se expandió por toda la
servía de blanco; Añá hizo de las suyas: la desvió y logró que penetrara
selva, cumpliendo con las promesas del virtuoso joven enamorado.
exactamente en el corazón de Tuvichavé.

Los tobas consideraron al palo santo como un árbol venerable por su nobleza
La sangre brotó a borbotones, con fuerza. Comenzó a bajar por los
y le concedieron el honor de llamado cosakait.
cerros, llegó hasta el Chaco, se internó en su territorio y formó un río de
color rojo: el I-phytá (Bermejo).
GUALOK Y LAS ESTACIONES
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, de las consecuencias de
En el comienzo de los tiempos los indígenas disfrutaban un pleno bienestar,
ese inútil enfrentamiento, Michiveva estalló en llanto. Y lloró tanto que sus
con un clima muy apacible y se desconocían los fenómenos meteorológicos
lágrimas corrieron tras el río de sangre de su hermano: así se formó el
responsables de los cambios ambientales. Naktii Noón era la representación
Pilcomayo, siempre a la par del Bermejo. del bien, a quien se agradecía mediante diversas demostraciones el
mantenimiento de este contexto de armonía.
Nahuet Cagüen, la figura del mal que vivía en las tinieblas, decidió calmar su
ira a través de una expresa venganza: creó las bajas temperaturas, los
fuertes vientos y las lluvias incesantes bajo la imagen de Nomaga, el invierno.

Una vez finalizada su obra, se jactó ante el pueblo toba y les aseguró que
padecerían el frío hasta que muriesen. Refiriéndose a la tarea de Nomaga,
les auguró sufrimiento. Además, les prometió que el sol dejaría de brillar en
su tierra, y el cielo se cubriría por nubes perpetuas. Por esto mismo, la
naturaleza perdería energía e iniciaría una lenta agonía, producto del helado
y perjudicial invierno.

Los tobas comenzaron a llamar a Naktii Noón, entre gritos desesperados,


para que los abrigara con su calidez y detuviera la acción del mal. Los cuatro
representantes predilectos más escuchados fueron: el palo borracho, la
planta del patito, el picaflor y la pequeña viuda; a ellos encomendaron la tarea
de suplicarle al bien que esparciera calor sobre la tierra.

Ya informado de esto, el bien los transformó en la flor del algodón, gualok.


Concentró allí cada uno de los destacados atributos de los representantes.

Bajo el cielo al fin despejado, la flor gualok llegó a la tierra y se abrió


lentamente. Los tambores comenzaron a resonar y las semillas iniciaron su
viaje llevadas por el viento. El ciclo de la naturaleza retornó su vigor, nuevos
algodonales nacieron, nuevas semillas se esparcieron. Infinitamente se repitió
hasta cubrir completamente de blanco la tierra toba. La suave hebra del
algodón se transformó en túnicas blancuzcas, tejida en el telar de urunday.
Los tobas las colorearon y con ellas cubrieron sus cuerpos; los cantos
inundaron el aire para agradecer la protección de Nakta Noón.

Derrotado y enfurecido, Nahuet Cagüen se abalanzó como una nueva


adversidad y se convirtió en la lagarta rosada, plaga maldita del algodón.

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