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Resumen
Introducción
La teoría de la Disonancia Cognoscitiva es una teoría desarrollada por Leon Festinger (1975)
para explicar un fenómeno psicológico y social que él mismo bautizó como “Disonancia
Cognoscitiva”. La cual dio origen a múltiples versiones tales como la teoría de la consistencia
cognitiva (Moya, 1999), la disonancia como fruto del Auto-concepto (Aronson, 1968) o del
compromiso con lo dicho (Brehm y Cohen, 1962). Todas estas interpretaciones resultantes de la
teoría de la disonancia reflejan el impacto que la misma tuvo durante su época.
Pese a todo ello, este fenómeno ha sido escasamente analizado desde la lógica y los procesos
de razonamiento, en tanto no se lograron encontrar trabajos que desarrollen un acercamiento de
esta teoría, catalogada como psicológica o social, hacia el campo de la Lógica y el razonamiento.
Este desconocimiento en el mundo de la Lógica es posiblemente debido a que el enfoque clásico
de la misma considera los fenómenos subjetivos como ajenos a su enfoque de trabajo. Una
postura marcadamente defendida en obras como la “crítica de la razón pura” de Kant (1973) o en
los postulados de Frege sobre los tres principios de la lógica (Stepanians, 2007). Por lo que
fenómenos como la disonancia serían etiquetados como meramente subjetivos y por ende ajenos a
dicho campo de estudio.
1. En un nivel psicológico, se analizará por un lado el Malestar percibido por las personas en
disonancia y por otro lado el proceso de Identificación de una contradicción. Dado que éste es el
gatillo del malestar mencionado. Ello desde la teoría Cognitiva del Modelo de los borradores
múltiples de Daniel Denett (1995), en donde se intentará comprender el nivel de consciencia del
fenómeno y sus implicaciones para éste.
2. En un nivel Lógico, se analizará cómo una persona llega a entrar en una contradicción, así
como el proceso que éste puede seguir para la resolución de la misma y por ende para resolver el
estado de disonancia. Esto al tomar una versión más amplia del enfoque Inferencialista de la
Lógica de Brandom (2002) que permita analizar los procesos de inferencia presentes en el
fenómeno de la disonancia cognitiva.
A. Por inclusión de nueva información que niega o contradice a la anterior, como descubrir los
efectos nocivos de fumar.
B. Porque las creencias o conductas incluyen tanto ventajas como desventajas lo que lleva a
posturas contrapuestas en la misma persona.
Para ambos casos, el origen de la disonancia ocurriría como resultado de los procesos de
toma de decisiones del sujeto cognoscente. Desde la visión de este autor, la disonancia sucede
particularmente en los casos donde debemos tomar una decisión entre dos alternativas que
poseen cada una razones para elegirlas y razones para no elegirlas. El asunto con las elecciones
de este tipo, es que al elegir cualquiera de ellas, se está actuando en contra de algún grupo de
creencias que consideraba elegible a la otra (Festinger, 1975).
Finalmente, para la reducción de la Disonancia Cognitiva existen varios métodos que tienen su
base en los factores anteriormente mencionados (Festinger, 1975):
Como se puede apreciar, la teoría de Festinger (1975) realiza una explicación de la disonancia
cognoscitiva como fenómeno mental, desde conceptos asociados a la toma de decisiones. No
obstante, esta explicación puede resultar bastante limitada. Dado que al trabajar con casos de
toma de decisiones la disonancia cognoscitiva como fenómeno mental quedaría reducida
exclusivamente a casos donde la persona se encuentre en necesidad de tomar una decisión entre
alternativas posibles. Esto dado que la teoría postula que es esta elección entre alternativas la que
produciría la contradicción que desencadena el malestar psicológico.
El Nivel Psicológico
De esta cita se infiere que las versiones múltiples que surgen en el cerebro van conectándose
y editándose entre sí hasta conformar un relato. Un relato del que se extraen los informes
introspectivos, un relato que declara aquello que pensamos, creemos, deseamos y en definitiva
somos. Y que, en la medida que ese relato es coherente en sus conexiones, da por resultado un
Yo coherente y delimitado, resulta en la experiencia fenoménica de percatarnos de nosotros
mismos como si fuéramos una persona con pensamientos y procesos mentales unificados. En
lugar de tener un caótico caso de pensamientos múltiples y hasta contradictorios.
El malestar psicológico
La teoría que Freyd plantea, es que para un niño que tiene que vivir la traición de su
principal cuidador, digamos en el contexto de un abuso sexual, dicho niño se ve enfrentado a una
fuerte contradicción entre la necesidad que tiene de dicho cuidador y la traición misma. Ello
provoca que el niño, incluso sin darse cuenta, busque desesperadamente dar sentido a lo
sucedido. Y al no poder hacerlo surge la disociación como una forma de resolver la contradicción,
dado que si la traición es olvidada por el niño, entonces la contradicción desaparece. Otra opción
sería que, si las estructuras mentales que se contradicen dejan de conectarse, vale decir el
desarrollo de personalidades diferentes, entonces la contradicción también será resuelta.
Ambas pueden parecer medidas extremas y que acarrean consecuencias posteriores para
el niño, pero Freyd (2003) señala que de todos modos pueden ser consideradas “una respuesta
razonable a una situación irrazonable”. Más aún, si se considera que el contexto de la traición de
un cuidador es en última instancia una contradicción lógica entre las ideas del niño; entonces se
puede afirmar fácilmente que el trauma que ha desencadenado la disociación sea en realidad una
forma drástica de disonancia cognoscitiva.
Si se toma en consideración las ideas de Freyd, sería posible afirmar que el malestar
psicológico presente en el niño que vive el trauma sea tan intenso que lleve a le necesidad de
medidas tan drásticas de resolución. Por tanto, las variables que probablemente determinan la
intensidad del malestar psicológico sean aquellas que distinguen esta traición de otra contradicción
entre ideas.
Por un lado se puede observar que esta contradicción ocurre en torno a una figura muy
significativa para el niño, como lo es su cuidador y principal fuente de afecto y protección. Se
puede decir entonces que, en primer lugar, esta traición es una contradicción muy significativa para
el niño. En otras palabras, involucra ideas sumamente relevantes para él respecto a que pensar
sobre su cuidador, esta idea se complementa además con el postulado de Dennett (1996) sobre
como las ideas que consideramos relevantes son las que llegan al informe introspectivo de
nuestros proceso mentales.
Por otro lado, se puede decir además que esta traición tiene la singularidad de ser una
contradicción muy difícil de modificar para el niño, si se piensa en un caso tan evidentemente grave
como un abuso sexual, el niño tendría seguramente graves problemas para hacer cuadrar la
traición y el apego de su cuidador en su cabeza. Dado que ambos hechos son difíciles de modificar
o criticar, sería bastante difícil llegar a una forma de ordenar las ideas sobre lo que sucedió que
permita justificar el abuso sexual del cuidador. O no justificarla pero conservar la idea de que el
cuidador realmente ama y vela por dicho niño. En otras palabras, se puede decir en segundo lugar
que esta contradicción es especialmente difícil de resolver.
Por último, también se podría decir que la gran relevancia de las ideas en conflicto y la
amplia dificultad que existe para resolverlo implican además que esta contradicción sea, en tercer
lugar, muy difícil de ignorar. Este tercer punto es importante de mencionar en la medida que el niño
no es capaz de mantener esto en su cabeza mucho tiempo, pues su estructura mental peligra al no
poder resolver una situación tan importante y tampoco puede ignorarlo. No puede hacerse el
desentendido del tema, no puede dejarlo para después, para hablar con alguien más al respecto y
resolverlo otro día, requiere una acción casi inmediata. Y esa acción resulta, en este caso, en
disociación, en olvidar de forma drástica eso que irónicamente no es capaz de ignorar y dejar para
después, al punto de que esa idea olvidada sea reprimida y no aparezca quizás en años o nunca
en su vida.
Por lo tanto, para resumir lo dicho sobre la intensidad, el malestar psicológico dependería
principalmente de tres elementos:
El proceso de Identificación
Hasta este punto, hemos establecido que el malestar psicológico se produce al identificar
una contradicción, y hemos analizado algunos postulados respecto a él. Pero una cuestión que
falta por tratar, cuando menos en el nivel psicológico del asunto, sería ¿cómo es que una
contradicción se identifica?
Luego, para intentar comprender cómo funciona este acceso, volvemos a remitirnos al
Modelo de los Borradores Múltiples (MBM) de Daniel Dennett (1995). Que como ya hemos
expuesto anteriormente, establece que todas las variedades del pensamiento y la actividad mental
se llevan a cabo en procesos paralelos, a través de múltiples vías de interpretación y elaboración
de los estímulos sensoriales entrantes.
Más aún, sería presumible que el cerebro identifique una contradicción que no cumpla con
la definición de una contradicción propiamente tal, sino que simplemente sea una contradicción
“aparente”. Pero ésta, en tanto identificada como contradictoria habría de provocar el mismo
estado de disonancia y malestar psicológico que una contradicción genuina.
El Nivel Lógico
El enfoque más relevante para el desarrollo de esta tesis radica en lo propuesto por Robert
Brandom (2002) en su libro “La articulación de las razones”. Bradom no se concentra en las
constantes lógicas. Su inferencialismo se extiende a todo el lenguaje. Como pragmático, Brandom
se concentra en nuestras prácticas lingüísticas, en nuestros juegos de lenguaje y en su lugar
dentro de nuestra capacidad humana de hacer frente al mundo y entre sí. Pero está convencido de
que uno de los juegos es principal, esto es, el juego “de dar y pedir razones”. Es este juego el sello
distintivo de lo que somos como seres racionales (Jaroslav, 2014).
Por tanto, Brandom (2002) plantea para su enfoque Inferencialista, que éste ha de poseer tres
tesis iniciales:
C. Existe una clase de racionalidad expresiva, que consiste en explicitar los compromisos
implícitos de las afirmaciones que rigen, y hace posible el juego de dar y pedir razones
para la discusión y justificación de esas afirmaciones.
Estas tres tesis iniciales explican además los compromisos principales del Inferencialismo
Pragmático que desarrolla Brandom, y se detallan a continuación:
La primera (A), plantea una forma de interpretación alternativa de la visión clásica para
entender el significado de un término, tradicionalmente, ésta ha sido a través del concepto de
representación, que es entendido como una forma de referencia a un conjunto de entes del mundo.
El Inferencialismo en cambio plantea una visión del significado de un término apelando al sistema
de inferencia en el que se desenvuelve dicho término. De esta forma, dicho significado a través de
la inferencia se determina por las reglas que identifican a las mismas, esto es, las reglas de
Introducción y Eliminación propias de esa inferencia.
La segunda tesis (B) plantea la existencia de dos formas de inferencia no excluyentes entre
sí; la clase de inferencia cuya corrección determina el contenido conceptual de sus premisas y
conclusiones se denomina “Inferencia Material”. Es decir, un tipo de inferencia cuya valides
depende, al menos en parte, de la correcta relación entre los conceptos implicados. A diferencia de
una “Inferencia Formal”, la cual depende únicamente de la adecuada estructura de la misma.
Según la corriente Inferencialista, la lógica tradicional se ha concentrado únicamente en la validez
lógica a través de inferencias formales, pero que esto no sólo resulta limitado sino innecesario,
postulando la efectividad de validar las inferencias materiales y sólo posteriormente las inferencias
formales.
En cuanto a la tercera tesis (C), ésta propone que toda expresión contiene tanto
compromisos explícitos, que son los que se afirman, como compromisos implícitos, en los que está
respaldada dicha afirmación. Siempre existe la posibilidad de explicitar esos compromisos
implícitos, que son entendidos como “relaciones inferenciales materiales” entre una o más
premisas y su conclusión; y que son éstas relaciones las que determinan la “bondad” de dicha
inferencia (entendiendo la bondad como la valoración de “materialmente buena o no buena” de
toda inferencia material). De esta forma, es posible llevar a toda inferencia o afirmación al juego de
dar y pedir razones para su discusión y justificación, lo que permite evaluar las inferencias
materiales por criterios adicionales a los de la estructura lógica formal.
Finalmente, Brandom (2002) manifiesta la influencia que tienen diversas ideas kantianas
en el enfoque Inferencialista. Especialmente se considera su aporte para la comprensión de los
procesos de argumentación como “juicios que expresan nuestros compromisos” y esto sea una
buena base para la comprensión del proceso de argumentación como un proceso inferencial.
“La gran idea de Kant es que lo que distingue el juicio y la acción de las respuestas de las
criaturas naturales sin más no es su relación con una peculiar materia ni su característica
transparencia, sino que, antes bien, es aquello de lo que, de una forma característica, somos
responsables. Expresa nuestros compromisos: compromisos a lo que tenemos que hacer frente, en
el sentido en que nuestras habilitaciones para adquirirlos siempre están potencialmente en
cuestión; compromisos que son racionales en el sentido de que el reclamo de la habilitación
correspondiente es una cuestión de dar las correspondientes razones” (Brandom, 2002: pág. 98).
Básicamente, la cita en cuestión expresa la visión del juicio como una forma de inferencia
centrada en compromisos de los que somos responsables, esto significa en primer lugar, ver a los
juicios como una unidad fundamental del pensamiento, al respecto escribe:
“Una de sus innovaciones primordiales (de Kant) es afirmar que la unidad fundamental de
la conciencia o cognición, lo mínimo que se puede captar, es el juicio. Los juicios son
fundamentales, ya que constituyen la unidad mínima de la que se puede ser responsable por parte
cognitiva, del mismo modo que las acciones son la correspondiente unidad de responsabilidad en
el lado práctico” (Brandom, 2002: pág. 196).
Ello significa partir desde la base de que las unidades básicas del pensamiento son los
juicios, y estos juicios pueden ser entendidos como inferencias que se realizan en base a premisas
y llevan a cierta conclusión, a través de un proceso que, como ha mencionado Dennett (1996),
resulta indivisible e invisible para la introspección de la persona que los emite. Entonces, los juicios
pasan a ser unidades irreductibles de pensamiento que tienen un propósito determinado, que es
llegar a conclusiones preferentemente verdaderas.
“Eso es juzgar, creer o afirmar que una proposición o afirmación es verdadera (expresa o
establece un hecho), que algo es verdadero de un objeto o colección de objetos, que un predicado
es verdadero de algo. Así, hay que preocuparse por lo que se dice o expresa, y por aquello de lo
que se dice o de lo que es verdadero (el pensamiento, y también aquello sobre lo que se piensa)”
(Brandom, 2002: pág. 197).
Por ello, se puede afirmar que estos juicios conllevan la responsabilidad propia de afirmar
que una proposición es verdadera, esto significa que establecen un cierto grado de responsabilidad
con la veracidad de esas proposiciones, e inclusive, con los compromisos implícitos en esas
proposiciones. Esto es lo que se analiza en segundo lugar, que estos juicios establecen a su vez
compromisos de los que somos responsables, ello significa ver a los juicios como afirmaciones, las
cuales podemos validar o no como verdaderas. Pero al hacerlo, validamos como verdaderas a su
vez toda inferencia que se siga deductivamente de ésta; lo que significa que al afirmar la veracidad
de una inferencia afirmamos también la veracidad de las inferencias que le sigan, es decir, nos
comprometemos con un cuerpo de afirmaciones adicionales.
Luego, puesto que estos compromisos pueden ser implícitos durante el proceso de
argumentación, la situación descrita ocurre nos demos cuenta en el momento o no; pero esos
compromisos pueden hacerse explícitos si se le hace el reclamo al argumentador en el llamado
juego de “dar y pedir razones”; y son estos compromisos implícitos el centro de la cuestión del
significado de las proposiciones.
Este juego de dar y pedir razones propone que, para poder dar razones debemos ser
capaces de recibir reclamaciones, y estás han de poder servir como razones para otras
reclamaciones, por lo tanto nuestro lenguaje debe prever sentencias que implican otras sentencias.
Para poder pedir razones, debemos ser capaces de indicar que una reclamación necesita ser
justificada, es decir, debemos ser capaces de hacer reclamos que se pueden considerar como un
desafío a otras reclamaciones. Por supuesto, también nos es posible pedir razones para un
reclamo sin cuestionarlo explícitamente, pero la forma más primitiva de pedir razones, según
Jaroslav (2014), parece ser una duda expresada por un desafío.
Por lo tanto, nuestro lenguaje debe prever frases incompatibles con otras frases; Así que
nuestro lenguaje debería de estar estructurado por estas relaciones de vinculación e
incompatibilidad. De hecho, para Brandom, el nivel de inferencia e incompatibilidad no es más que
una superestructura deconstructible, sustentada por ciertos estatus normativos que las personas
comunicantes adquieren y mantienen mediante el uso del lenguaje. Estos estados comprenden
diversos tipos de compromisos y derechos (Jaroslav, 2014).
Esta forma de concebir los juicios de la realidad es importante en tanto señala que el
elemento fundamental a la base del significado es el de realizar inferencias y expresarlas con los
compromisos implícitos presentes en cada una de ellas. Esto, como se ha dicho, a través de lo que
Brandom (2002) denominó “el juego de dar y pedir razones” para los juicios emitidos, vale decir, a
través de este proceso de analizar dichos juicios con un otro que vaya pidiendo explicitar los
compromisos hechos en ese juicio y analizando su coherencia o veracidad. No obstante, no se
debe descartar la idea de que este juego de dar y pedir razones requiera forzosamente de un otro,
en la medida en que sería posible realizarlo con uno mismo a través de un proceso psicológico de
introspección. Pero que, de una u otra forma se encuentra normado por reglas de relaciones de
inferencia que se obtienen de los estatutos lingüísticos propios de la sociedad en donde se
desarrolla dicho lenguaje.
La Contradicción en la Disonancia Cognoscitiva
Desde el punto de vista del Inferencialismo de Brandom, nos proponemos mostrar en esta
tesis que la contradicción propia de la disonancia se genera entre los compromisos implícitos que
existen entre los juicios en contradicción. Si entendemos a un estado de disonancia como aquel
que surge cuando nos damos cuenta de que dos de nuestros juicios poseen una contradicción;
entonces, esto implicaría que la contradicción ocurre entre los juicios sin que seamos
necesariamente conscientes de ello, es decir, ocurre de forma implícita. Por tanto, explicitar esa
contradicción, a través del juego de dar y pedir razones, provocaría el estado de disonancia.
En efecto, una contradicción sería, desde la obra de Festinger, el gatillo del malestar que
caracteriza a la disonancia cognoscitiva. Para este autor, dicha contradicción sería el resultado de
decisiones que tomamos cotidianamente entre alternativas que se contraponen entre sí, vale decir,
en casos donde aceptar una alternativa exige negar a la otra, pero tenemos razones diferentes
para elegir a una o a la otra. Lo que provocaría que la elección de una de ellas contradiga las
razones que tenemos para elegir a la otra.
Por lo pronto, basta con mencionar que la principal propuesta de este artículo es: afirmar
que los elementos constitutivos de la contradicción en la Disonancia radicarían en el nivel de
compromisos implícitos existentes entre los elementos presentes en los juicios en contradicción. Y
que estos elementos pueden mantenerse ocultos y no generar contradicción aparente para el
sujeto que los posee sino hasta el momento en que se hacen notorios durante el acto de
argumentar con otros o analizar las inferencias derivadas de ellos.
La resolución de la Contradicción
Con base en los postulados de Brandom (2002), se puede teorizar que la resolución de la
Disonancia dependería de la capacidad de modificar o eliminar los compromisos mencionados (o
las ideas originales de las que se producen esos compromisos), para que éstos puedan coexistir
sin contradicción.
Como hemos explicado, la contradicción surge a partir de grandes juicios en los que las
personas creemos o validamos como verdaderas. Estos juicios pueden a su vez caer en
contradicción sin darnos cuenta de ello, y esto es debido a que la contradicción misma no ocurre
entre los juicios propiamente tales, sino más bien, entre los compromisos con la veracidad de otras
sentencias. Sentencias cuya veracidad deriva de la veracidad que esos juicios implican. Por tanto,
de cada juicio en nuestra estructura mental se derivan múltiples sentencias que pueden llegar a
contradecirse.
Luego, resolver estas contradicciones exige trabajar con las sentencias que se derivan de
esos juicios. Este proceso podría ocurrir mediante un proceso formal (trabajar con el contenido) o
informal (trabajar con la relevancia).
El procedimiento formal se refiere a ser capaz de modificar una o todas las sentencias en
contradicción a tal punto de que éstas logren la consistencia entre sí, ya sea que se modifiquen
ciertas partes de éstas o que una de ellas sea eliminada por completo. Al respecto Festinger
(1975) identificó tres grandes procesos, los cuales, con pequeñas adaptaciones, se pueden aplicar
igualmente si la contradicción es fruto de una decisión entre opciones opuestas (como él lo
concebía), o de una contradicción entre ideas opuestas (como se puede concebir a través de los
postulados de Brandom), estas propuestas modificadas serían:
I. Cambio o revocabilidad de lo hecho: Esto significa cambiar de opinión sobre una sentencia
afirmada o una conducta dada, o, revocar que estemos realmente comprometidos con ella.
Para Festinger es posible cambiar o revocar una decisión tomada desde un nivel
psicológico, aludiendo a que no se tiene responsabilidad o control de ella o admitiendo que
tomarla ha sido una equivocación.
La nueva versión de resolución radica en indicar que sería posible para un sujeto admitir
que una de sus sentencias es errada. Y que si bien la aceptábamos como verdadera no
teníamos mayor elección, ya sea por desconocimiento de información asociada o porque
esta es producto de elementos de los que no somos responsables.
Un ejemplo corto de ello serían los casos en donde luego de afirmar dos sentencias que se
contradicen en algún punto, apeláramos a que no teníamos más elección que hacerlo
porque estábamos siendo obligados a ello. O que simplemente no contábamos con la
información suficiente para notar el error y ahora nos arrepentimos de lo dicho o hecho.
II. Cambio hacia una cognición positiva sobre lo hecho: En este mecanismo se busca
transformar las ideas respecto a una alternativa elegida para favorecerla. Esto es,
buscando información que la justifique o respalde, maximizando la información o
experiencias que la validen como positiva y minimizando las que la nieguen o refuten. El
objetivo es justificar a una de las sentencias en contradicción para poder decir que, aunque
se contradiga con otra, ésta es mucho más importante y necesaria, por lo que es válido
haberla aceptado.
Para el caso original de Festinger (1975) de elecciones contrapuestas, se trata de justificar
y valorar positivamente la opción escogida y valorar negativamente la no tomada. Pero en
la propuesta de esta tesis llevamos esto a un caso más amplio como el de dos sentencias
en contradicción, se propone entonces que, en lugar de rechazar una sentencia como en el
mecanismo anterior, favorecer a una de las sentencias. Al punto de poder argumentar que
ésta es demasiado importante como para descartarla y que por tanto es válido haberla
aceptado aun cuando provoca alguna contradicción con otras sentencias. Llevado a un
ejemplo rápido significaría que: si aceptamos que es importante bajar de peso pero a la
vez aceptamos que tendemos a comer comida chatarra en abundancia, caeríamos en una
contradicción, salir de ella por este mecanismo es admitir que no importa bajar de peso,
puesto que la comida chatarra es demasiado deliciosa como para perdérnosla.
III. Establecer una modificación cognoscitiva: Festinger (1975) estableció que cuanto más
parecidas son dos alternativas a elegir, menor es la disonancia cognoscitiva. Por lo tanto,
una forma efectiva de disminuir la disonancia es realizar una superposición entre ambas
opciones, esto es, modificar las creencias respecto a ambas para hacerlas parecer lo más
similares posible. Desde el nuevo enfoque propuesto, se trata de modificar elementos
presentes en estas sentencias hasta lograr que entre ellas no haya contradicción alguna;
de tal manera de establecer que entre ambas sentencias no había una contradicción real y
que por tanto éstas pueden coexistir sin problema. En un ejemplo corto sería partir
aceptando como válido el consumir alcohol regularmente, pero no aceptar que mis hijos lo
hagan de la misma forma. Luego, al caer en esta contradicción, decir que no acepto que
mis hijos lo consuman porque no tienen la edad adecuada para ello y no porque esté en
contra del alcohol en sí. De esta manera ambas sentencias pueden coexistir en la
estructura mental sin contradicción.
Por otro lado, se puede teorizar que existe también un procedimiento informal para la
resolución de una disonancia cognoscitiva, la cual consiste en la reducción de la relevancia de la
contradicción misma. Si entendemos que la intensidad del malestar producido por esta disonancia
depende principalmente de la relevancia que ésta tenga, entonces una forma efectiva de reducir o
eliminar la disonancia es reducir o eliminar la relevancia de la contradicción identificada. Vale decir,
restarle importancia al hecho, al punto que la misma sea olvidada. Esto no resuelve la
contradicción en sí misma, sino más bien la encubre; pero este proceso de encubrimiento cumple
con el objetivo deseado de eliminar el malestar psicológico. Dado que con este encubrimiento ya
no se identifica contradicción alguna y por ello no se desencadena malestar.
Por otro lado, esta tesis postula que existe una cuarta opción para nuestra persona en
contradicción, el cual es seguir un camino informal de resolución. Que como hemos dicho
anteriormente implica trabajar no con el contenido o veracidad de las sentencias en contradicción,
sino con la relevancia de la contradicción misma. Esto es, que esta persona argumente que se
reconoce como cierto el hecho de que existe una contradicción entre sus ideas, pero que dicha
contradicción es irrelevante, simplemente no importa. Ya sea porque no viene al caso en la
discusión en particular que sostienen o que no se tiene interés en realizar el trabajo de argumentar
adecuadamente para resolverla. Por supuesto, en el contexto de un debate académico o de un
discurso formal este tipo de camino es simplemente impensable. Pues elimina toda seriedad a la
argumentación que esa persona esté dando, sin embargo, en el contexto de una conversación
informal este tipo de camino puede resultar más cotidiano de lo que se esperaría. Nada más
piense en el caso de conversar de temas ligeros con una pareja, amigos o compañeros de trabajo.
La obra original de Festinger (1975) no contempla este camino como una genuina resolución
de la contradicción. Si bien él mismo plantea la importancia de considerar la relevancia personal
que tiene para una persona sus ideas en contradicción, no parece considerar como dicha
relevancia podría por sí misma resolver un estado de disonancia.
Bajo este nuevo camino propuesto, que sería de naturaleza más bien psicológica, lo que se
está haciendo es ignorar la contradicción identificada. De tal manera de ser olvidada bajo el hecho
de que la misma sea poco relevante para la persona. Asumiendo que es cierto que la misma no le
importa a nuestro sujeto, entonces éste tenderá naturalmente a olvidarla después de un tiempo. Y
si logra olvidarla genuinamente entonces dicha contradicción desaparece para los ojos del sujeto, y
con ello desaparece la sensación de malestar, por razones que ya hemos discutido.
Finalizando, se puede afirmar que las formas de resolución de la contradicción, ya sea real o
aparente, son variados y de diferentes naturalezas, pueden ser tanto eficientes como ineficientes
dependiendo del contenido de los juicios en contradicción o de sus compromisos implícitos. En
cualquiera de los casos puede resultar sumamente complejo determinar los factores que inciden en
la decisión de la persona respecto a qué método de resolución utilizar. Esto se reconoce como un
asunto sin resolver en esta investigación y se considera como uno de los tantos elementos que
quedarán en discusión, y podrían ser fuente de inspiración o trabajo para futuras investigaciones.
Discusión
Es importante establecer que esta tesis resulta criticable en varios puntos e interrogantes a las
cuales la investigación realizada no ha sido capaz de dar respuesta.
El primer problema radica en que esta tesis no ha sido capaz de resolver si existen casos en
donde la persona pueda experimentar un estado de disonancia cognoscitiva pero nos darse cuenta
de ello. Es decir, que exista una identificación de una contradicción pero no una identificación de
que el malestar asociado es causado por éste. Dado que la definición utilizada hasta ahora parte
de la base de que el malestar se inicia únicamente cuando la contradicción se identifica, e
identificarla implica ser consciente de ésta.
Muy asociado al primero, el segundo gran problema que no se resuelve radica en que se
establece que aquello que llega a ser identificado es principalmente aquello que la persona
considera ‘relevante’. Pero, no se hace un mayor análisis de este concepto y simplemente se
menciona que los procesos asociados a la relevancia puedan estar ligados a los procesos de
atención y concentración. Vale decir, no hay un mayor análisis que intente explicar qué determina
lo que pueda o no ser relevante para una persona, si esto aplica a otras personas como un patrón
común o si la relevancia de cada persona es completamente independiente.
Por último, se debe mencionar que la tesis desarrollada puede ser criticada en algunos
aspectos que sean propios de trabajar con un enfoque cognitivista. En tanto este se enfoca
exclusivamente en los elementos constituyentes de la mecánica de este fenómeno mental; y por
tanto, no haciendo mayor mención a la experiencia fenoménica única del sujeto que entra en el
estado de disonancia. Es importante aclarar que en ningún momento es el interés de esta tesis
menospreciar esa experiencia o plantear un reduccionismo de la mente humana a elementos
constituyentes. Simplemente, se ha intentado plantear un modelo para la comprensión de este
fenómeno que, desde una perspectiva que integra las nociones de la Psicología Cognitiva y la
Lógica, ofrece una forma de analizar la mecánica de su funcionamiento.
De la misma forma, también se debe aclarar que en esta integración de las teorías de la Lógica
y la Psicología tampoco se pretende caer en un Psicologismo. No es objetivo de esta tesis llegar a
plantear que la Lógica pueda ser reducida a las teorías de la Psicología Cognitiva ni la Psicología
Cognitiva reducible a los planteamientos de la Lógica. Simplemente se ha planteado que algunos
de los postulados de la Lógica son aplicables al campo de la Psicología y que el realizar esta
integración amplía el alcance del área de trabajo de la Lógica y enriquece el trabajo de la
Psicología; o cuando menos, de la Psicología Cognitiva.
Bibliografía