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Economía Amarilla y Responsabilidad Social Empresarial

Por Alejandro Rogers B.


Alejandro Rogers es Ingeniero Comercial, MBA MIT Sloan. Actualmente es Director de Fundación Voz Nacional y profesor
de Ética, Compliance y Gobiernos Corporativos. Ha estado a cargo de ética y cumplimiento regulatorio en varias
empresas del sector financiero.

Desde el 18 de octubre del 2019 hemos observado en nuestro país un aumento del activismo
político por parte de empresarios y grupos de consumidores.

Juan Sutil por ejemplo retiró los auspicios a CNN y CHV declarando que “no podemos como
organización validar los incorrectos sesgos exacerbados estas últimas 3 semanas causando y
contribuyendo CNN a más división y desinformación”.

Sutil no es el único que ha generado cambios con su activísimo; ante la presión de las redes
sociales Canal 13 tuvo que pedir disculpas públicas a Hermógenes Perez de Arce luego de que
Tonka Tomicic lo expulsara del panel, con el apoyo tácito de Andrónico Luksic, dueño del canal. Así
mismo fueron los consumidores activistas que lograron el retiro de los cuadernos Colón cuyas
portadas podían ser interpretadas como una glorificación de la violencia. Y fue este mismo
movimiento que logró que Falabella retirara su publicidad de niños tapándose un ojo, lo cual era
un guiño a la delincuencia.

Este fenómeno de activismo económico, tiene un nombre: Economía Amarilla, y es una tendencia
mundial.

La Economía Amarilla tiene sus orígenes en el movimiento prodemocracia en Hong Kong, cuyo
símbolo era un paraguas amarillo. Éste ha usado la Economía Amarilla para circunvalar la censura y
represión de Beijing, apoyándose en la tecnología y las redes sociales para identificar negocios que
apoyan la causa y boicotear aquellos que son pro-Beijing. Además de comprar a negocios y
proveedores “amarillos”, contratan a miembros del movimiento que hayan sido detenidos durante
las manifestaciones, usan medios de pagos alternativos al medio oficial, no usa canales de
televisión oficiales en sus dependencias y ofrecen sus vitrinas y muros para publicar mensajes
sobre post-it amarillos.

En Hong Kong se prolongó una tendencia global al activismo económico, una tendencia iniciada
por la Responsabilidad Social Empresarial (RSE).

La RSE sembró la idea de usar a las empresas y consumidores para avanzar la sustentabilidad. Al
menos eso fue en sus inicios, ahora se trata de avanzar hacia una concepción comunitarista y
progresista de la empresa . Ésta se ha instalado mediante una maraña de acuerdos internacionales
más o menos vinculantes que han sido cultivados durante décadas: el Compacto Global de
Naciones Unidas, los Principios de Inversión Responsables, los Principios de Seguros Responsables
y cuantos más. Esta moda RSE ha sido además impulsada por un sinnúmero de fundaciones y
ONGs que certifican, aprueban, monitorean y ranquean a las empresas.

Nada de esto estaría completo sin un presupuesto, el cual sería provisto por el Fondo Verde
lanzado durante la COP-15 (Green Fund), supuestamente para ayudar a los países en desarrollo a
enfrentar los retos de la sustentabilidad. Este fondo ambicionaba manejar un presupuesto anual
de US$ 100 mil millones, pero hoy “solamente” recibe cerca de US$ 8 mil millones. Los políticos de
nuestro país, en su afán de aparentar ser OCDE, comprometieron US$300 millones para este
fondo1. Y claro, la COP debía coronar esta nueva ética mundial y limpiar los pecados
medioambientales y sociales de este Chile basado en una economía extractiva.

La RSE ha venido a reemplazar a la ética. En la práctica la RSE es hoy sinónimo de ético y moral. Sin
darnos cuentas hemos remplazado el Ethos, aquel concepto que nos guio durante milenios, por
una la idea “Onusiana” de la RSE. La RSE, con sus procedimientos estandarizados, certificados y
pre aprobados, es infinitamente más cómoda que el estudio de la Ética. Este es Zeitgeist, el
espíritu de nuestros tiempos, las cosas deben ser prácticas, modulares, llave en mano, “off the
shelf”, flexibles, desechables y, sobre todo, globales. Una ética global, para un mundo global,
escrita y pensada, y por supuesto, actualizada, tras los muros del progresismo mundial.

Fue lindo, mientras duró. Pero como la RSE nunca se trató de ética, si no de imponer una agenda,
era cuestión de tiempo para que empezaran a saltar las contradicciones e inconsistencias. ¡Y con
que brutalidad saltaron! Diez días después de ser elegida la empresa más sustentable del Índice de
Sustentabilidad del Dow Jones, Volkswagen se encuentra dando explicaciones por el escándalo de
emisiones.

Desde entonces no pasa un mes sin que algún paragón de la sustentabilidad nos ofrezca algún
chascarro de inconsistencia. Desde el CEO de Apple que habla de “maldita rentabilidad” en las
asambleas de accionistas, pero que al mismo tiempo tiene a sus proveedores en China armando
iPhone en condiciones de cuasi esclavitud, pasando por Goldman Sachs que anuncia con bombos y
platillos que no volverá a aprobar directorios que no tengan presencia femenina, y que al poco
tiempo participa en la salida a la bolsa de Aramco, la empresa petrolera de Arabia Saudita,
probablemente el país con el peor registro de derechos de la mujer del mundo. Chile, por
supuesto, no se ha quedado atrás. La empresa Nova Austral, que se define como “pionera en el
cultivo de salmón sustentable”, cotizada en la bolsa de Oslo, con inversionistas que han pasado
todas las pruebas de blancura y certificaciones internacionales, se encuentra involucrada en un
escándalo por manipulación de datos de mortalidad de salmones.

Y no podemos dejar pasar el nuevo sabio de la salud mundial: Bill Gates, que propone un
“certificado digital” para los que estén limpios de Coronavirus, presumiblemente gracias a su
vacuna. Bastó con que hablara de vacunas para que saltaran desde la India para recordarnos que
las vacunas promovidas por su fundación dejaron 490 mil niños paralizados y 1200 niñas con
desórdenes de fertilidad2. Sin contar que, junto con la AGAVI, una Alianza de empresas
productoras de vacunas, es el principal financista de la OMS (la Organización Mundial de la Salud).
Si, la misma OMS que dijo que China es un modelo a seguir en el manejo de la pandemia, que las
máscaras no servían y que tiene un Director General que perteneció a una organización terrorista
y que durante su paso por el ministerio de RR.EE. de Etiopía negó tratamiento médico a otras

1
Status of Pledges and Contributions (Initial Resource Mobilization) Status Date: 3 February 2020.
https://www.greenclimate.fund/sites/default/files/document/status-pledges-irm.pdf
2
Robert F. Kennedy Jr (2020). Gates’ Globalist Vaccine Agenda: A Win-Win for Pharma and Mandatory
Vaccination https://childrenshealthdefense.org/news/government-corruption/gates-globalist-vaccine-
agenda-a-win-win-for-pharma-and-mandatory-vaccination/
tribus y bajo cuyo gobierno murieron 500 personas en protestas y 70 mil fueron detenidos. Me
refiero al mismo Tedros Adhanom3.

Si las mismas organizaciones que crearon la RSE están perdiendo credibilidad, no es de extrañar
entonces que la RSE y la sustentabilidad también estén de capa caída. Quizás fue eso mismo que
llevó a Michael Porter, el famoso profesor de Harvard a ponerle el último clavo a ataúd de la RSE al
declarar que: “Pese a innumerables estudios, nunca ha habido evidencia concluyente de que
filtros socialmente responsables o posiciones de empresas en listas como el Índice de
Sustentabilidad del Dow Jones entreguen Alpha” 4.

¿Qué tiene que ver esto con la economía amarilla? Mucho, ya que la RSE inicialmente con una
agenda medioambiental, muy pronto pasará a la fase valórica, la sustentabilidad no es solamente
medioambiental, es también “social”. Milton Friedman nos lo advirtió hace casi 50 años: “La
Responsabilidad Social es una doctrina fundamentalmente subversiva”. Para hacer frente a esta
tendencia La economía amarilla se presenta entonces como una herramienta de campaña
ideológica, valórica y política muy potente.

Para tener una mejor idea de los alcances de la Economía Amarilla, podemos mirar a Estados
Unidos, campo de batalla predilecto de esta guerra cultural. Durante el 2019 el Estado de Georgia
aprobó leyes más estrictas contra el aborto y a favor de la vida. Esto le valió la condena pública de
actores y del gerente general de Netflix que amenazó con dejar de filmar en Georgia. La reacción
de los grupos Pro Vida no se hizo esperar y el llamado a boicotear la empresa fue masivo. Cuando
Netflix presentó sus resultados sorprendió al mercado con una caída en sus suscripciones
domésticas de 100.000 usuarios, cuando esperaba ganar más de 300.000. El precio de la acción
bajó casi un 15%.

Otro ejemplo reciente es el de Gillette, que lanzó una campaña publicitaria sobre “toxicidad
masculina” y sobre la “nueva masculinidad”, mostrando a una niña transgénero que, en su camino
a ser hombre, se afeita por primera vez acompañada de sus dos papas. El llamado a boicot
mundial no se hizo esperar y P&G, la casa matriz de Gillette tuvo que reconocer una pérdida de
US$ 8mil millones para Gillette.

Está también el caos de Stericycle, empresa de retiro y manejo de desechos médicos que atendía a
las clínicas de aborto en Estados Unidos (y que dicho sea de paso también está en Chile). La
empresa retiraba los pedazos de cuerpos de guaguas abortadas y luego los incineraba. Un grupo
Pro Vida documentó este negocio y al hacerlo público la acción de Stericycle cayó casi 50%.

Esta es la Economía Amarilla. En Chile la agenda ambientalista de la RSE está ya bien instalada y es
cuestión de tiempo para que las empresas empiecen a promover una agenda valórica progresista y
así cumplir con la “sustentabilidad social”, fase siguiente de la agenda del Compacto Global de
Naciones Unidas5. Además, con la nueva fecha del plebiscito y con el progresivo retorno a la
normalidad, nuestro país inicia una nueva etapa de enfrentamientos ideológicos y políticos.

3
Yang, J., & Rhodes, A. (2020). WHO Chief Tedros Has to Go. National Review.
https://www.nationalreview.com/2020/04/who-chief-tedros-has-got-to-go/
4
Porter, M. E., Serafeim, G., & Kramer, M. (2019). Where ESG Fails. Institutional Investor
https://www.institutionalinvestor.com/article/b1hm5ghqtxj9s7/Where-ESG-Fails
5
Compacto Global de Naciones Unidas https://www.unglobalcompact.org/sdgs/17-global-goals
En este contexto la Economía Amarilla puede ser un arma potente. Así como lo hizo Juan Sutil,
todos podemos tener un poder económico con nuestras decisiones de consumo y en nuestros
respectivos trabajos. Y es hora de empezar a usarlo.

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