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[E]s posible que la causa directa, inmediata y material del daño sea la actuación
de un tercero o de la propia víctima, pero tal resultado perjudicial tenga una
relación mediata con el servicio que estaba desplegando el soldado conscripto,
motivo por el cual la entidad no puede desprenderse de su responsabilidad, por
cuanto también puede serle atribuible jurídicamente el daño.
[L]a Sala reitera que en casos como el presente, lo que legitima en la causa a los
accionantes no es su vínculo civil o su parentesco con la persona lesionada o
fallecida, sino la calidad de damnificados, pues del mismo modo en el cual se
puede ser pariente sin ser damnificado, se puede ser damnificado sin ser pariente.
El parentesco se prueba con el registro civil de nacimiento –Decreto 1260 de 1970
artículo 105- pero la condición de damnificado puede ser probada de diversas
maneras, entre las cuales el parentesco y sus formalidades son sólo una más.
Por lo anterior, considera la Sala que le asiste razón al a quo al haber condenado
a la parte demandada al pago de este rubro compensatorio, pues la causación del
mismo se encuentra plenamente acreditada. A pesar de que la Sala no comparte
la tasación de los mismos, lo cierto es que debe darse aplicación del principio de
la no reformatio in pejus que opera a favor del apelante único, en este caso la
parte demandada. El monto decidido por el a quo se mantendrá, aunque
expresado en salarios mínimos y no en gramos oro
Al respecto, se tiene que el soldado regular (…), para la fecha de su muerte, era
de estado civil soltero y que antes de ingresar a prestar el servicio militar
obligatorio, el mencionado joven vivía en la casa paterna, se dedicaba a las
labores propias del campo y con lo que por ello devengaba ayudaba
económicamente al sostenimiento de su casa, por lo cual, en aras de la
indemnización plena del daño, se considera acertada la decisión del tribunal
administrativo a quo de condenar a la parte demandada al pago de los perjuicios
materiales que la señora (…)solicitó en la demanda, como consecuencia de la
privación de la mencionada colaboración económica que aquella sufrió con
ocasión de la muerte de su hijo
..
CONSEJO DE ESTADO
SECCIÓN TERCERA
SUBSECCIÓN B
ANTECEDENTES
10. El Ministerio Público consideró que las pretensiones de la demanda debían ser
negadas, al no estar demostrado el estado de embriaguez en el cual se
encontraría el soldado Medrano Montalvo al momento de la ocurrencia de los
hechos, lo cual constituiría una falla del servicio de la entidad pública al permitirle
manipular un arma de fuego en tal estado; por el contrario, sí se habría
demostrado que el deceso del aludido soldado se debió a su propia imprudencia
(fls. 190 a 192 c.p.).
12. El tribunal a quo estimó que dicha concurrencia de causas en la producción del
daño, se debía reflejar en una reducción del monto de la condena en un 50%
correspondiente al porcentaje de participación de la víctima el los hechos del 13
de diciembre de 1994 (fls. 193 a 207 c.p.).
14. Señaló la recurrente que si bien 2 testigos afirmaron haber visto a dicho
soldado embriagado, lo cierto es que el medio probatorio idóneo para acreditar tal
condición –el protocolo de la necropsia practicada a su cadáver- no hace
referencia alguna al respecto, por lo cual, dichos testimonios no pasarían de ser
simples apreciaciones carentes de respaldo. Por el contrario, sí estaría probado
que el disparo que cegó la vida del soldado Medrano fue producido por él mismo
con su fusil de dotación oficial, pese a haber recibido instrucciones sobre la
seguridad al manipular su armamento, lo cual configura un hecho exclusivo de la
víctima, pero no porque el soldado se encontrare en estado de embriaguez, sino
porque manipuló un arma de fuego sin las adecuadas medidas de seguridad (fls.
211 a 217 c.p.).
I. Competencia
17. Fue allegada al proceso copia auténtica del expediente No. 166
correspondiente a la investigación preliminar adelantada por las Fuerzas Militares
de Colombia – Ejército Nacional – Juzgado 20 de Instrucción Penal Militar, por el
delito militar de “desobediencia”, sindicado el Cabo Segundo Luis Olvedo Villamil
Castellanos, en los hechos del 13 de diciembre de 1994 (fls. 150 a 189 c.p.).
18. La Sala valorará las pruebas pertinentes practicadas en dicho proceso, pues el
traslado del contenido de las mismas fue solicitado en la demanda para aducirlas
en contra de la entidad pública accionada, la cual, a su vez, adhirió a dicha
solicitud en su escrito de contestación de demanda y, además, por haber sido la
autoridad que lo adelantó, la misma que lo allegó al expediente contencioso
administrativo y dio fe de su autenticidad.
1
En razón de la cuantía, el proceso es de doble instancia, pues la pretensión mayor correspondiente a
perjuicios morales a favor de Blanca Elvira Montalvo, se estimó en 1500 gramos de oro ($19’747.890 a la
presentación de la demanda), monto que supera la cuantía requerida en 1996 ($13’460.000) para que un
proceso, adelantado en ejercicio de la acción de reparación directa, fuere de doble instancia.
2
Ver: Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencias de septiembre 18 de 1997, exp. 9666, de febrero 8 de
2001, exp. 13254 y de febrero 21 de 2002, exp. 12789.
III. Los hechos probados
c. Alrededor de las 7:00 p.m., en momentos en los cuales el soldado regular Aldo
Enrique Medrano Montalvo se encontraba revisando su arma de dotación
oficial, ésta se le disparó de forma “accidental”, causándole una herida en el
pecho, por tal motivo fue llevado de inmediato al hospital San Antonio de
Tarazá (Antioquia), a donde llegó sin vida (copia auténtica del informe
administrativo por muerte No. 039 de diciembre 13 de 1994, suscrito por el
Comandante del Batallón de Infantería No. 10 “Coronel Atanasio Girardot” y del registro
civil de defunción del señor Aldo Enrique Medrano Montalvo, fls. 83 y 85 c.p.).
d. El cadáver del soldado regular Medrano Montalvo presentaba una “herida por
arma de fuego lesión de tejidos blandos, hígado, diafragma, corazón, pulmón
izquierdo, anemia aguda (…) que tuvo un efecto de naturaleza esencialmente
mortal”; en dicho documento se describió el estado de cada uno de los órganos
del cadáver y se informó que no se practicó examen especial alguno (copia
auténtica del acta de protocolo de necropsia No. 0022, diligenciada por el Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses Seccional Antioquia – Unidad Local –
hospital San Antonio de Tarazá, fls. 125 a 127 c.p.).
21. Procede la Sala a determinar si en el caso bajo análisis -con base en alguno
de los títulos de imputación decantados por la jurisprudencia contenciosa
administrativa- la parte demandada es responsable de la muerte del soldado
regular Aldo Enrique Medrano Montalvo o si por el contrario, se presenta la causal
excluyente de responsabilidad denominada hecho exclusivo de la víctima.
V. Análisis de la Sala
22. De conformidad con los hechos probados, la Sala tiene por demostrado el
daño invocado por la parte actora y las circunstancias en las cuales ocurrió el
mismo, es decir, está debidamente acreditada la muerte del entonces soldado
regular Aldo Enrique Medrano Montalvo el 13 de diciembre de 1994, alrededor de
las 7:00 p.m., en las instalaciones de la base Barro Blanco del Batallón de
Infantería No. 10 “Coronel Atanasio Girardot”, ubicada en el municipio de Tarazá
(Antioquia), al resultar herido por un proyectil percutido por su arma de dotación
oficial, en momentos en los cuales se encontraba pasándole revista a la misma,
por orden superior (copia auténtica del informe administrativo por muerte No. 039 de
diciembre 13 de 1994, suscrito por el Comandante del Batallón de Infantería No. 10
“Coronel Atanasio Girardot” y del certificado de defunción correspondiente al señor Aldo
Enrique Medrano Montalvo, fls. 83 y 85 c.p.).
23. En relación con el título de imputación aplicable a los daños causados a los
soldados que prestan su servicio militar obligatorio, la Sala ha establecido que los
mismos pueden ser i) de naturaleza objetiva –tales como el daño especial o el
riesgo excepcional–, y ii) por falla del servicio, siempre y cuando de los hechos y
de las pruebas allegadas al proceso se encuentre acreditada aquella 3.
24. Así, frente a los perjuicios ocasionados a soldados que prestan el servicio
militar obligatorio, en la medida en la cual su voluntad se ve doblegada por el
imperium del Estado al someterlos a la prestación de un servicio que no es nada
distinto a la imposición de un deber público, la organización estatal debe
responder, bien porque respecto de ellos el daño provenga de i) un rompimiento
de las cargas públicas que no tenga la obligación jurídica de soportar el soldado;
ii) de un riesgo excepcional que desborda aquel al cual normalmente estaría
sometido y que puede tener origen en el riesgo de la actividad o en el riesgo de la
cosa, o iii) de una falla del servicio, a partir de la cual se produce el resultado
perjudicial4. No debe perderse de vista que, en tanto el Estado imponga el deber
de prestar el servicio militar, debe garantizar la integridad psicofísica del soldado
en la medida en la cual se trata de una persona que se encuentra sometida a su
custodia y cuidado, pues en determinadas situaciones lo pone en estado de
riesgo, lo cual, en términos de imputabilidad, significa que debe responder por los
daños que le sean irrogados en relación con la ejecución de la carga pública.
25. Igualmente, en relación con los soldados que prestan servicio militar
obligatorio, el principio iura novit curia reviste una característica especial, toda vez
que el juez debe verificar si el daño antijurídico resulta imputable o atribuible al
3
Al respecto, consultar por ejemplo, Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencias del 30 de julio de 2008,
exp. 18725, C.P. Ruth Stella Correa Palacio y del 15 de octubre de 2008, exp. 18586 C.P. Enrique Gil Botero.
4
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 15 de octubre de 2008, exp. 18586, C.P. Enrique Gil
Botero.
Estado con fundamento en uno cualquiera de los títulos de imputación antes
mencionados.
26. De otro lado, en cada caso concreto en el que se invoque la existencia de una
causa extraña por parte de la entidad demandada como generadora del daño,
será necesario analizar los detalles de tiempo, modo y lugar en que se produjo el
mismo, por cuanto es posible que el Estado haya contribuido co-causalmente a su
generación. En consecuencia, la sola constatación de la existencia de una
aparente causa extraña como origen o fuente material de los daños ocasionados a
conscriptos o reclusos, no es suficiente para que estos sean considerados como
no atribuibles a la administración pública, pues se requiere, además, que la
entidad demandada acredite que su actuación no contribuyó en la producción del
daño, motivo por el cual no le es imputable fáctica o jurídicamente. Se afirma lo
anterior en la medida en que es posible que la causa directa, inmediata y material
del daño sea la actuación de un tercero o de la propia víctima, pero tal resultado
perjudicial tenga una relación mediata con el servicio que estaba desplegando el
soldado conscripto, motivo por el cual la entidad no puede desprenderse de su
responsabilidad, por cuanto también puede serle atribuible jurídicamente el daño 5.
27. De conformidad con lo expuesto y una vez establecido el daño padecido por la
parte demandante, considera la Sala que el mismo debe serle imputado a la parte
demandada –Nación, Ministerio de Defensa, Ejército Nacional-, toda vez que
aquel constituyó la concreción de un riesgo anormal al cual fue sometido el
entonces soldado regular Aldo Enrique Medrano Montalvo, por parte de la entidad
pública accionada. En efecto, para el cumplimiento de su servicio militar
obligatorio, al aludido soldado le fue asignada un arma de fuego –fusil galil- la que
en sí misma entrañaba un riesgo de naturaleza excepcional, el cual se materializó
cuando dicha arma se disparó de manera accidental, causándole la muerte.
28. El peligro que entrañaba el uso del arma de fuego que le fue asignada al
soldado regular Medrano Montalvo, fue un riesgo anormal y de una entidad
relevante, que dicho soldado no asumió voluntariamente ni mucho menos eligió
compartir con el Estado; fue un peligro al que se vio expuesto en razón de la
ejecución del servicio militar obligatorio y, en concreto, de una orden impartida por
uno de sus superiores –pasarle revista a su arma de fuego-; por lo tanto el riesgo
no le pertenecía al aludido soldado regular, sino a la Nación, Ministerio de
Defensa, Ejército Nacional y, al materializarse en la prematura muerte del joven
5
Ibídem.
Medrano Montalvo el 13 de diciembre de 1994, dicha entidad pública es la llamada
a reparar los perjuicios derivados de ella.
31. Así mismo, considera la Sala que tampoco se demostró, como lo afirmó el
tribunal administrativo a quo en la sentencia impugnada, que la conducta de la
víctima hubiere contribuido eficazmente en la producción del daño –por lo cual
redujo el monto de la condena en un 50%-, toda vez que se encontraría
demostrado que el aludido soldado regular, de forma voluntaria, había ingerido
bebidas alcohólicas, poniéndose a sí mismo en una situación de alteración de sus
facultades físicas y cognitivas que le impedían manipular responsablemente su
fusil de dotación.
32. Al respecto, ha sostenido la Sala que para que el hecho de la víctima pueda
considerarse como causal excluyente de responsabilidad o como concausa del
daño en conjunto con una conducta –activa u omisiva- desplegada por la
Administración, en primer lugar, éste debe ser imprevisible e irresistible para la
Administración y además, debe acreditarse no sólo que la víctima participó en la
realización del daño, sino que entre su actuación y el daño existe una relación de
causalidad adecuada6, entendida como aquella causa idónea, eficiente y
preponderante cuya consecuencia directa e inmediata es el daño mismo:
Así mismo:
34. En este punto es relevante el informe administrativo por muerte No. 039 de
diciembre 13 de 1994, suscrito por el Comandante del Batallón de Infantería No.
10 “Coronel Atanasio Girardot”, según el cual en esa fecha, cerca de las 7:00 p.m.,
en momentos en los cuales el soldado regular Medrano Montalvo se encontraba
revisando su arma de dotación oficial, ésta se le disparó de forma “accidental” y
le causó una herida en el pecho; es decir, fue la misma entidad pública
demandada –debido a su inmediatez con los sucesos acaecidos- la que calificó el
hecho en el cual perdió la vida el soldado Medrano Montalvo como un accidente,
afirmación que no fue desvirtuada por otras pruebas allegadas al expediente, así
como tampoco obra material probatorio alguno que ilustre a la Sala acerca de la
“imprudencia y falta de pericia” en la cual habría incurrido el aludido soldado
regular, según lo alegó la parte demandada (fl. 83 c.p.).
6
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de octubre 3 de 2002, exp. 14207, C.P. Ricardo Hoyos.
7
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de octubre 18 de 2000, exp. 11981, C.P. Alier Hernández.
8
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de agosto 30 de 2007, exp. 15635, C.P. Ramiro Saavedra.
35. La Sala tampoco comparte la afirmación del a quo en el sentido de que estaría
demostrado en el expediente que el soldado regular Medrano Montalvo, de forma
voluntaria y consiente, se habría puesto a sí mismo en estado de embriaguez,
condición que lo hacía no apto para manipular su arma de fuego, toda vez que no
obra medio probatorio alguno que acredite que al momento preciso de ocurrir el
daño aquel se encontraba en las condiciones anotadas, pues si bien se demostró
que horas antes de ocurrir su muerte había estado en la población de Barro
Blanco –debidamente autorizado por su superior- donde habría ingerido algunas
cervezas, lo cierto es que no se tiene certeza acerca de que al momento de ocurrir
los hechos en los cuales perdió la vida, el soldado regular Medrano Montalvo se
encontrare en estado de embriaguez y que precisamente hubiere sido tal estado la
causa del disparo que le produjo la muerte (declaración juramentada rendida por el
Sargento Fluvio Valderrama Castrillón, el 13 de diciembre de 1994, ante el Juzgado 20
Penal Militar, fls. 179 a 181 c.p.).
36. Las únicas pruebas que refieren el supuesto estado de embriaguez del
soldado regular Medrano al momento de producirse el disparo que le cegó la vida,
no son ni idóneas ni eficientes, ni mucho menos eficaces para acreditar tal hecho.
Ellas son: el testimonio rendido por el soldado Jorge Luis Martínez Teherán el 13
de diciembre de 1994, quien refiere que “en su parecer” el soldado Medrano se
encontraba en estado de embriaguez; la declaración juramentada rendida el
mismo día por el señor Luis Felipe Ortiz Hernández, trabajador de la base militar
Barro Blanco, quien señaló que “escuchó los comentarios de otros soldados
acerca del estado de embriaguez del soldado Medrano”; el testimonio, de la
misma fecha, del dragoneante Ebeldo de Jesús Patiño Pérez, quien describió que
en horas previas a los hechos en los cuales perdió la vida el soldado regular
Medrano, aquel y otros uniformados habrían ingerido “un par de cervezas” y la
declaración del sargento Fluvio Valderrama Castrillón, quien señaló que “aunque
escuchó a otros soldados el comentario acerca de que en la tarde habían ingerido
algunas cervezas, él los vio en buen estado” (copias auténticas de los testimonios
rendidos ante el Juzgado 20 Penal Militar el 13 de diciembre de 1994, fls. 155 a 157, 159,
160 y 179 a 181 c.p.).
37. Dichas pruebas no revisten la relevancia suficiente para tener por establecido
el supuesto estado de embriaguez de la víctima, pues no pasan de ser meras
apreciaciones personales, relatos de comentarios efectuados por terceros o
simples conjeturas, que carecen de respaldo probatorio que las confirme, toda vez
que la prueba idónea para establecer el estado de embriaguez de la víctima al
momento de ocurrir su muerte y si éste fue relevante o no en la producción de la
misma, sería un dictamen técnico de embriaguez post mortem9. Sin embargo, al
momento de practicarle la necropsia al cadáver del soldado Medrano, dicho
examen no fue ordenado y ni siquiera, en la descripción detallada del estado del
cadáver, se hace referencia a dicha condición (copia auténtica del acta No. 0022
correspondiente al protocolo de necropsia practicada al cadáver del soldado conscripto
Aldo Enrique Medrano Montalvo, por parte del Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses Seccional Antioquia – Unidad Local – Hospital San Antonio de Tarazá,
fls. 125 a 127 c.p.).
39. Ahora bien, no obstante que la Sala considera que la conducta de la víctima
tampoco concurrió en la producción del daño padecido por la parte actora –como
sí lo consideró el a quo-, no es posible en esta instancia revocar la decisión del
Tribunal Administrativo de Antioquia consistente en reducir el monto de la condena
en un 50%, correspondiente al grado de participación de aquella en el mismo, en
atención a que dicha medida no fue objeto de recurso alguno por parte de los
demandantes y porque la entidad pública demandada es apelante única, razón por
la cual a su favor opera el principio de la no reformatio in pejus.
9
Respecto de la relevancia de la prueba técnica de alcoholemia, como aquella idónea para establecer el estado
de embriaguez de la víctima de un daño imputable al Estado y su grado de incidencia en la producción del
mismo, en sentencia de 20 de marzo de 2008, exp. 14780, C.P. Ruth Stella Correa Palacio, la Sala señaló: “…
No obstante, no figura en dicha historia [clínica] que se hubiera practicado al lesionado dictamen técnico de
embriaguez. Es decir, que lo consignado por el médico en la historia clínica fue sólo su percepción, pero no
el resultado de un examen de laboratorio. La prueba de embriaguez se determina con una prueba sobre la
cantidad de alcohol en sangre y, además, no puede establecer con ese solo dato su condición síquica, dado
que se desconocen los niveles de tolerancia que tenía la víctima en relación con el alcohol[*].”
[*]
“En cuestiones médico-legales, esta tolerancia orgánica al etanol, tiene implicaciones importantes, pues es
precisamente por este fenómeno, que la correlación entre los signos clínicos de la intoxicación etílica y los
niveles de alcohol en sangre (alcoholemia), no es siempre constante, ya que se ve modificada de acuerdo con
la susceptibilidad personal del sujeto... Gracias al fenómeno de la tolerancia se ha podido comprobar que
dos sujetos con iguales cifras de alcoholemia, por ejemplo 80 miligramos por ciento, no siempre presentan el
mismo grado de embriaguez. Los bebedores ocasionales, que no han desarrollado aún tolerancia
presentarán con estas cifras de alcoholemia mayor cantidad de signos de embriaguez que aquellos bebedores
habituales (tolerantes), quienes escasamente presentarán algunos signos leves, o inclusive puede darse el
caso que no presenten signos clínicos de la embriaguez”. En: “Actualización del dictamen médico forense
por embriaguez”, por MARIA DOLORES SANCHEZ PRADA y RICARDO MORA IZQUIERDO. INSTITUTO
DE MEDICINA LEGAL-COLOMBIA. Tomado de:
http://www.policia.gov.co/inicio/portal/unidades/egsan.nsf.
40. Una vez establecido lo anterior, pasa a Sala a revisar y a actualizar –bajo los
límites de la no reformatio in pejus- la liquidación de perjuicios efectuada en
primera instancia.
41. Es preciso poner de presente que mediante Resolución No. 09497 de octubre
12 de 1995, el Ministerio de Defensa – Ejército Nacional, reconoció a favor de la
señora Blanca Elvira Montalvo Sarmiento, con ocasión de la muerte del soldado
regular Aldo Enrique Medrano Montalvo, ocurrida el 13 de diciembre de 1994, la
suma de $1’789.800, por concepto de compensación por la muerte del aludido
soldado “de conformidad con lo establecido en el Artículo 8 del Decreto 2728 de
1968”. Así mismo, a dicha señora se le hizo entrega del cheque No. 8434000 del
Banco del Estado, por valor de $3’872.000 por concepto de pago del seguro de
vida tomado a favor del soldado regular Medrano Montalvo (copias auténticas a fls.
62, 64, 90 y 91c.p.).
42. Lo anterior lleva a la Sala a analizar si, cuando por causa de un daño el
damnificado con el mismo recibe compensaciones de diferentes fuentes -pago de
un seguro de vida, reconocimiento y pago de las prestaciones sociales- procede, o
no, la acumulación de dichos beneficios, con la indemnización plena proveniente
de la responsabilidad del Estado por un daño que se le hubiere imputado.
10
Se ratifican los planteamientos esgrimidos en la sentencia de marzo 1 de 2006, exp. 14002 y en la sentencia
de abril 26 de 2006, exp. 17529, de la Sección Tercera del Consejo de Estado.
En conclusión, cuando un tercero, cuya intención no era la de extinguir la
obligación del responsable del daño, otorga a la víctima un bien que total o
parcialmente repone el que fue dañado, y la ley no establece a favor de aquel
el derecho a subrogarse en la acción de ésta última, se podrán acumular la
prestación entregada por ese tercero y la indemnización debida por el causante
del perjuicio[11].
11[]
TAMAYO JARAMILLO, Javier, “De la responsabilidad civil”, Tomo IV, Ed. Temis, Bogotá, 1999 Pág.
228.
12
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de julio 14 de 2004, exp. 14308, C.P. Alier Hernández.
13
Respecto de la indemnización a forfait, ver entre otras las siguientes sentencias: Consejo de Estado, Sección
Tercera, julio 25 de 2002, exp. 14001, C.P. Ricardo Hoyos; agosto 19 de 2004, exp. 15791, C.P. Ramiro
Saavedra Becerra; agosto 10 de 2005, exp. 16205, C.P. María Elena Giraldo; marzo 1º de 2006, exp. 15997,
C.P. Ruth Stella Correa y; marzo 30 de 2006, exp. 15441, C.P. Ramiro Saavedra.
47. En cuanto a la compatibilidad entre el beneficio obtenido a través de un seguro
y la indemnización debida por el responsable del daño, se debe distinguir en
primer término de qué tipo de seguro se trata. Si es un seguro de daños, en el cual
de manera expresa opera la subrogación las dos prestaciones no pueden
coexistir, puesto que aunque las causas jurídicas de las mismas son distintas -un
contrato respecto del primero y el daño frente a la indemnización-, la ley tiene
previsto que hay lugar a la subrogación por parte del asegurador respecto de los
derechos del asegurado contra el responsable del siniestro, en atención a que el
legislador le otorgó al seguro de daños carácter indemnizatorio –artículos 1088 y
1096 del C. de Comercio-:
a. Perjuicios morales
53. Respecto de los menores de edad Luis Eduardo, Rober Enrique, María
Eugenia, Luis Fernando y Katy Luz Bello Montalvo, se tiene que estuvieron
debidamente representados en el proceso de la referencia, en tanto que su madre,
la señora Blanca Elvira Montalvo Sarmiento, otorgó poder a un profesional del
derecho, en nombre propio y en representación de los referidos menores. Al efecto
se allegó al expediente copia auténtica de los registros civiles de nacimiento de los
niños, de donde se desprende que dicha señora tenía vigente la patria potestad de
aquellos, por ser menores de edad –14, 12, 9, 6 y 5 años de edad
respectivamente- al momento de otorgar el poder a su representante judicial y de
presentación de la demanda (fls. 1 y 12 a 15 c.p.).
55. De igual forma está demostrado, mediante prueba testimonial, que el joven
Aldo Enrique Medrano Montalvo, antes de su ingreso a las filas del Ejército
Nacional, vivía con el señor Carmelo Bello Guerra a quien trataba como a un
padre, toda vez que dicho señor se había unido a su madre biológica y había
conformado con ella un hogar desde hacía más de 17 años (testimonios rendidos
ante el a quo el 23 de septiembre de 1997 por los señores Sergio Miguel Colón González,
Delia Salgado Ruiz, Pablo Domingo Almanza, Adán Francisco Bello y Pedro Elías Sierra
González, fls. 105 a 115 c.p.).
56. Al respecto, la Sala reitera 16 que en casos como el presente, lo que legitima en
la causa a los accionantes no es su vínculo civil o su parentesco con la persona
lesionada o fallecida, sino la calidad de damnificados, pues del mismo modo en el
cual se puede ser pariente sin ser damnificado, se puede ser damnificado sin ser
pariente. El parentesco se prueba con el registro civil de nacimiento –Decreto
1260 de 1970 artículo 105- pero la condición de damnificado puede ser probada
de diversas maneras, entre las cuales el parentesco y sus formalidades son sólo
una más. Ha dicho la Sala:
57. Por lo anterior, considera la Sala que le asiste razón al a quo al haber
condenado a la parte demandada al pago de este rubro compensatorio, pues la
causación del mismo se encuentra plenamente acreditada. A pesar de que la Sala
no comparte la tasación de los mismos, lo cierto es que debe darse aplicación del
principio de la no reformatio in pejus que opera a favor del apelante único, en este
caso la parte demandada. El monto decidido por el a quo se mantendrá, aunque
expresado en salarios mínimos y no en gramos oro 18, así:
a. Lucro cesante
60. Al respecto, se tiene que el soldado regular Aldo Enrique Medrano Montalvo,
para la fecha de su muerte, era de estado civil soltero y que antes de ingresar a
prestar el servicio militar obligatorio, el mencionado joven vivía en la casa paterna,
se dedicaba a las labores propias del campo y con lo que por ello devengaba
ayudaba económicamente al sostenimiento de su casa, por lo cual, en aras de la
indemnización plena del daño, se considera acertada la decisión del tribunal
administrativo a quo de condenar a la parte demandada al pago de los perjuicios
17
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de abril 26 de 2006, exp. 14908, C.P. Ruth Stella Correa.
18
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de septiembre 6 de 2001, exps. 13.232 y 15.646, C.P. Alier
Hernández.
materiales que la señora Blanca Elvira Montalvo Sarmiento solicitó en la demanda,
como consecuencia de la privación de la mencionada colaboración económica que
aquella sufrió con ocasión de la muerte de su hijo (testimonios rendidos ante el a quo
el 23 de septiembre de 1997 por los señores Sergio Miguel Colón González, Delia
Salgado Ruiz, Pablo Domingo Almanza, Adán Francisco Bello y Pedro Elías Sierra
González, fls. 105 a 115 c.p.).
- Actualización de la renta:
Ipc (f)
Ra = Rh
Ipc (i)
105,24
Ra = $3’900.407 55 = $6’949.023
59,07
V. Costas
62. En atención a que para el momento en el cual se dicta este fallo la Ley 446 de
1998, en su artículo 55, indica que sólo hay lugar a la imposición de costas cuando
alguna de las partes hubiere actuado temerariamente y como en el sub lite
ninguna de aquellas actuó de esa forma, no habrá lugar a su imposición.
Cincuenta (50) salarios mínimos mensuales legales vigentes para la señora Blanca
Elvira Montalvo Sarmiento;
Veinticinco (25) salarios mínimos mensuales legales vigentes para cada uno de los
siguientes demandantes: Carmelo Bello Guerra, Yennedith del Carmen Medrano
Montalvo, Álvaro Manuel Medrano Montalvo y Osiris Janeth Medrano Montalvo y,
Doce punto cinco (12.5) salarios mínimos mensuales legales vigentes a cada uno de
los siguientes demandantes: Luis Eduardo Bello Montalvo, Rober Enrique Bello
Montalvo, María Eugenia Bello Montalvo, Luis Fernando Bello Montalvo y Katy Luz
Bello Montalvo.
SEXTO: Cúmplase lo dispuesto en los artículos 176 y 177 del Código Contencioso
Administrativo.
SEPTIMO: En firme este fallo devuélvase el expediente al Tribunal de origen para su
cumplimiento y expídanse a la parte actora las copias auténticas con las constancias
de las cuales trata el artículo 115 del Código de Procedimiento Civil.