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María Florencia Hegglin - Poderes Probatorios de Oficio Del Tribunal PDF
María Florencia Hegglin - Poderes Probatorios de Oficio Del Tribunal PDF
1. Introducción
Voy a repasar los hechos del fallo, que fueron relevados por el Juez
Zaffaroni, como ejemplo de una práctica judicial que, no por estar generalizada
e instalada en los tribunales de nuestro país, resulta menos discutible. Sobre
1
Confr. Herbel, Gustavo A. “Los límites impuestos por el ‘non bis in idem’ al recurso contra el imputado
(implicancias del fallo ‘Sandoval’)”, publicado en Jurisprudencia Penal de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, ed. Hammurabi, tomo 10.
esta práctica judicial y sus cuestionamientos constitucionales tratará esta
presentación.
2
Art. 246: Los peritos practicarán unidos el examen, deliberarán en sesión secreta, a la que sólo podrá asistir
el Juez, y si estuvieren de acuerdo, redactarán su informe en común. En caso contrario harán por separado sus
respectivos dictámenes. Si los informes discreparan fundamentalmente, el Juez podrá nombrar uno o más
peritos nuevos, según la importancia del caso, para que los examinen e informen sobre su mérito, o si fuere
factible y necesario realicen otra vez la pericia.
3
El Tribunal entendió que el tribunal de juicio había incumplido la obligación de producir prueba prevista,
según su criterio, de modo imperativo en el art. 246 del Código Procesal de la Provincia de Río Negro.
recaudos de orden constitucional (arts. 18 y 24 de la CN; art. 8.5 de la CADH;
art. 14.1 del PIDCyP; art. 26 de la DADyDH y art. 11.1 de la DUDH).
d) Y así concluye que estas máximas no han sido precisamente las tenidas en
mira por el tribunal de Río Negro al momento de dirimir la cuestión
oportunamente planteada por la parte querellante en su recurso de casación
deducido contra el fallo absolutorio. Ello es ciertamente así por cuanto el
máximo tribunal provincial, al señalar que la sentencia absolutoria no debió
haberse inclinado por salvaguardar el estado de inocencia sino que debió haber
ordenado la producción de nuevas pruebas, ha conferido prioridad a la
búsqueda de la verdad sustancial, informada por criterios esencialmente
discrecionales que hacen del juez un órgano activo en la investigación de esa
verdad.
4
Confr. Ferrajoli, Luigi, “Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal” Madrid, Trotta, 1. Ed, 1995, pág. 564.
5
Confr. Ferrajoli, ob. cit., págs. 540 y 541.
acercaría a un modelo de enjuiciamiento criminal diametralmente opuesto al
que surge de la referencia constitucional, en el cual la actividad procesal
asumiría un carácter monista que erigiría al juez en el único protagonista.
Bajo estas premisas, analizaré las reglas que regulan los poderes
probatorios del tribunal de juicio en el ámbito federal y en el resto de las
provincias del país.
6 Ley 2945 (T.O. por decreto 3817/1976). Arts. 382, 383, 413, 415, 417 y 423.
7 Ley 696 (sanc. 20/10/1987; promul. 03/11/1987; publ. 08/01/1988) Arts. 323, 324, 355, 356 y 364.
8 Ley 2945 (T.O. por Decreto 3817/1976) Arts. 382, 383, 413, 415, 416, 417 y 423.
9
Ley 1574 (texto sancionado en 1950) Arts. 388, 418, 421 y 431.
10
Ley 7007 sanc. 21/05/2002; promul. 01/07/2002; publ. 16/07/2002; Ley 6730 sanc. 16/11/1999; promul.
24/11/1999; publ. 30/11/1999, arts. 396, 403 y 410.
11
Ley 1677 sanc. 30/12/1986; promul. 06/01/1987; publ. 06/02/1987, arts. 321, 322, 353, 362.
12
Ley 6345, sanc. 26/09/1985; promul. 22/10/1985; publ. 05/11/1985, arts. 362, 363, 393, 402.
13
Ley 8123(texto sanc. 05/12/1991; promul. 18/12/1991; publ. 16/01/1992)
indispensables o manifiestamente útiles para esclarecer la verdad sobre los
extremos de la imputación delictiva (art. 400). Sin embargo, otorga al Tribunal
la facultad de reabrir el debate si durante la deliberación resultare
absolutamente necesario ampliar las pruebas incorporadas (art. 407).
14
Ley 4538 (sanc. 04/11/1998; promul. 03/06/1999; publ. 12/07/1999) Arts. 359, 397 y 404.
15
Ley 11.922 (sanc. 18/12/1996; promul. 10/01/1997; publ. 23/01/1997)
16
Ley 9754 sanc. 20/12/2006; promul. 03/01/2007; publ. 09/01/2007
17
Ley 5517 sanc. 15/08/2006; promul. 31/08/2006; publ. 06/09/2006; Ley 5478 sanc. 07/04/2006; promul.
25/04/2006; publ. 05/05/2006
De la comparación surge que el Código Procesal de la Nación, cuyo
contenido se replica en otros códigos procesales provinciales acuerda al
tribunal de juicio la atribución de incorporar, con prescindencia de la voluntad
del acusador o del acusado (y aun en contra de ellas), pruebas que no fueron
oportunamente ofrecidas por las partes, con la posibilidad de suplir
directamente al Ministerio Público Fiscal en su función de demostrar la
responsabilidad penal del acusado.
18
Confr. CNCP, sala I, Alvarez, José D, rta. el 30/10/2003 (lexis nro. 70011161): este fallo confirma la
sentencia condenatoria del TOC 7 de CABA, que se había fundado sobre la base de un peritaje que el tribunal
había ordenado de oficio para dilucidar la velocidad de los automóviles al momento de un accidente
automovilístico; CNCP, sala II Gallardo Araya, Rodrigo Gonzalo, rta. El 20/3/2007 (registro 9729): en esta
resolución se hace lugar al recurso de casación de la defensa por cuanto el Juzgado Correccional Nro. 1 había
condenado por la sustracción de una caja guarda valores del interior de un inmueble, cuando la caja de
seguridad incorporada por exhibición al debate no era la sustraída, según las referencias de su dueño. Se
señaló que el tribunal había omitido incorporar al debate el efecto secuestrado tan pronto advirtió que la caja
que obraba en el tribunal no era la que había sido secuestrada en la detención, de conformidad con la facultad
que otorga al tribunal el art. 388 del CPPN. CNCP, sala III, Albani, Mario E., rta. el 24/8/2007 (lexis nro.
70041036): este fallo confirma la sentencia condenatoria del TOC 8 de CABA, que se había fundado sobre
declaraciones testimoniales y una ampliación de un estudio de ADN que el tribunal había producido de oficio;
CNCP, sala IV, Albani, Salvador, rta. el 15/8/2006 (lexis nro. 70034863): este fallo confirma la sentencia
condenatoria del TOC 21 de CABA, que se había fundado sobre declaraciones testimoniales que el tribunal,
en el término del art. 354 había rechazado, para luego ordenar su producción durante el debate. En igual
sentido, CNCP, Sala IV, Garrido, Carlos Vicente, rta.el 28/4/2000 (registro 2568.4), Sala II, Maestre, César
Eduardo y otros, rta. el 9/2/2007 (registro 9464); .
Los Jueces de la CNCP han sostenido19, en su defensa, en primer lugar,
los postulados de Vélez Marinconde20 en tanto sostenía que “ tanto el proceso
civil como el penal tienden a la averiguación de la verdad sustancial de los
hechos, mientras el juez civil se limita a verificar las proposiciones de las
partes, y se conforma con la verdad aparente, formal o convencional que surja
de estas manifestaciones; el juez penal tiene el deber de ‘…de investigar la
verdad real, objetiva, sustancial de los hechos sometidos a enjuiciamiento,
para dar base cierta a la justicia” (el destacado me pertenece). De este
principio de la verdad real derivan los poderes autónomos de impulsión e
investigación que tiene el juez para lograr –también ante la inactividad o
negligencia de las partes- el triunfo de la verdad.
19
CNCP, Sala IV, “Albani, Salvador”, rta. 15/8/2006, con cita de los precedentes de la misma sala, “Garrido,
Carlos”, rta. el 28/4/2000 y “Martín, Gustavo”, rta. el 14/3/2003.
20
Confr. Vélez Mariconde, Alfredo, “Derecho Procesal Penal“, T. I., 2a. Edic., Ed. Lerner, Buenos Aires,
1969, pág. 346.
21
En ese caso, como consecuencia de medidas para mejor proveer dictadas en primera y segunda instancia se
acreditó el cuerpo del delito de malversación de caudales públicos. Las medidas para mejor proveer
consistieron en traer al proceso el acta original que acreditaba el carácter de depositaria judicial y peritaciones
sobre la firma contenida en dicha acta original. Este fallo se encuentra publicado y comentado por Pedro J.
Bertolino en el ED T. 95, págs. 196-206. Bertolino advierte sobre la afectación que esta posición podría
provocar en los principios de imparcialidad del juez y de bilateralidad (contradicción) del proceso, pero
De allí que le reconozcan al tribunal “el deber de no conformarse con los
elementos del sumario introducidos en el debate y las pruebas producidas en
éste, cuando ellas son insuficientes, si existen a su disposición y alcance
medios de verificación decisivos capaces de modificar las conclusiones del
fallo”22.
Así señala que en tanto las sentencias –y no sólo las penales- consisten
en comprobaciones de violaciones a la ley, exigen una motivación fundada
sobre los argumentos de hecho y de derecho, de cuya aceptación como
″verdaderos“ depende tanto su validez o legitimación jurídica, como su justicia
o legitimación política. ″Se comprende entonces hasta dónde el problema de
la verdad en el juicio penal supone y remite a aquel otro que es el problema
central de la filosofía teorética: el de la verdad y, más en general, el del
conocimiento. No se trata de un problema, ciertamente díficil y controvertido,
sino, antes bien, del problema filosófico por excelencia, que desde siempre ha
fatigado a la reflexión epistemológica, con una complicación no pequeña: la
adquisición de la verdad en el proceso penal constituye el presupuesto de una
decisión de condena o de absolución, que incide sobre las libertades
fundamentales de la persona“23.
agrega que “la zona del completar, corroborar o aclarar es harto espinosa y su limite con el suplir (la
inactividad de las partes) solo podrá determinarse en cada caso conreto“.
22
CNCP, Sala IV, “Albani, Salvador”, rta. 15/8/2006, con cita de los precedentes de la misma sala, “Garrido,
Carlos”, rta. el 28/4/2000 y “Martín, Gustavo”, rta. el 14/3/2003.
23
Confr. Ferrajoli, Luigi, Prólogo del libro “La verdad en el proceso penal. Una contribución a la
epistemología jurídica” de Nicolás Guzmán. 2ed., Editores del Puerto, Buenos Aires, 2011.
reflexionar sobre los argumentos invocados por los tribunales para justificar los
poderes probatorios asignados a los tribunales, y más precisamente sobre el
objetivo final, que le atribuyen al proceso penal, de obtener ″una verdad real,
objetiva y sustancial de los hechos”. La profundidad de las observaciones de
los autores italianos impone, al menos, reconocer las discusiones desarrolladas
en torno al alcance asignado a este propósito.
Así, precisa las razones por las que el concepto de verdad de los hechos
en el proceso es altamente problemático. Una de éstas hace referencia a la
relación que se ha establecido entre la idea de una verdad “formal”, “judicial” o
“procesal” especial y la idea o las ideas que se tienen de la verdad fuera del
proceso. Esta distinción entre verdad “formal” y verdad “material” como
aquella de la que se habla fuera del proceso judicial fue elaborada por la
doctrina alemana decimonónica como reacción a la constatación de que en
muchos casos los hechos declarados probados en los procesos judiciales no
coincidían con los hechos realmente ocurridos. En otras palabras, que eran
declaradas probadas proposiciones que, en cambio, resultaban falsas y a la
inversa24. Pero, a pesar de lo cual, el derecho reconocía, y sigue reconociendo,
autoridad a esas decisiones: las sigue considerando como decisiones jurídicas y
producen los normales efectos jurídicos. La distinción entre verdad material y
verdad formal pone el acento en la autoridad que se confiere a la declaración
de hechos probados realizada por el juez y en la irrelevancia jurídica de la
verdad material una vez resuelto el caso25.
24
La relación entre prueba y verdad en el derecho y en particular en el proceso judicial ha sido objeto de
numerosos estudios (confr. Ferrer, Jordi “La valoración de la prueba: verdad de los enunciados probatorios y
justificación de la decisión“ publicado en “Estudios sobre la prueba“, Fontamara, México, 2008). Al respecto,
Ferrer establece la plausibilidad de reconocer una relación teleológica entre prueba y verdad. Esta relación
entre la prueba y la verdad será sólo mencionada en su relación con la verdad como finalidad del proceso.
Para un estudio más profundo, confr. Taruffo, ob.cit., y Ferrer, ob.cit. entre otros.
25
Confr. Ferrer, ob. cit., pág. 46.
26
Confr. Carnelutti, La prova civile, 2ª. ed., Roma, Edizione dell Ateneo, citado por Ferrer, ob.cit., pág. 31.
Taruffo retoma esta idea y señala que es insostenible la idea de una
verdad judicial que sea completamente ″distinta″ y autónoma de la verdad en
general por el solo hecho de que es determinada en el proceso y por medio de
las pruebas; la existencia de reglas jurídicas y de límites de distinta naturaleza
no es suficiente para diferenciar totalmente la verdad que se establece en el
proceso de aquella de la que se habla fuera del mismo27.
27
Confr. Taruffo, ob.cit., págs. 24 y 25.
28
Confr. Ferrer, ob.cit., pág. 44.
29
Confr. Ferrajoli, “Derecho y razón”, Ed. Trotta, 2ed., 1997, pág. 44.
Luego, precisa que la “verdad jurídica” a la que aspiran los modelos
autoritarios es la “verdad sustancial o material”, es decir, una verdad absoluta
y omnicomprensiva en orden a las personas investigadas, carentes de límites y
de confines legales, alcanzable con cualquier medio más allá de rígidas reglas
procedimentales. Es evidente que esta pretendida “verdad sustancial”, al ser
perseguida fuera de reglas y controles y sobre todo, de una exacta
predeterminación empírica de la hipótesis de indagación degenera en juicio de
valor, ampliamente arbitrario de hecho, afín a una concepción autoritaria e
irracionalista del proceso penal. A la inversa, la verdad perseguida por el
modelo formalista como fundamento de una condena es, a su vez, una “verdad
formal o procesal”, alcanzada mediante el respeto a reglas precisas y relativas
a los hechos y circunstancias perfilados como penalmente relevantes. Esta
verdad no pretende ser “la” verdad; no es obtenible mediante indagaciones
inquisitivas ajenas al objeto procesal; está condicionada en sí misma por el
respeto a los procedimientos y las garantías de la defensa30.
30
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., págs.. 44 y 45.
31
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., pág. 45.
inquisitivo fundado sobre la tortura no está dirigido a determinar la verdad de
los hechos, en tanto la tortura produce confesiones falsas32.
32
Confr. Taruffo, ob.cit., pág. 43; Guzmán, ob.cit., pág. 41.
33
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., pág. 50.
como guía. Pero no porque esta verdad sea inalcanzable, se debe negar a
priori la posibilidad de cualquier tipo de verdad, sino que justamente, por
reconocer que dicha verdad es inalcanzable, los criterios epistemológicos
deben ser todo lo estricto que puedan ser para acercarnos en la mayor medida
posible, a ella34.
Este autor señala distintas razones que hacen de la verdad jurídica una
verdad inevitablemente aproximativa respecto del modelo ideal de la
correspondencia con la verdad cierta y objetiva. Estas razones son en parte
comunes y en parte distintas de las que hacen aproximativa la verdad de las
teorías científicas.
34
Confr. al respecto, Popper, Kart. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico, trad.
Cast. de Néstor Miguez, Paidós, Ibérica, Barcelona, 1994, págs. 276-277, 280 y 286; Ferrajoli, Derecho y
razón, pág. 50. Citados por Guzmán, ob. cit., pág. 27.
35
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., pág. 46.
36
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., pág. 53.
descriptiva, sino como “una fórmula prescriptiva” integrada por un conjunto de
cánones deontológicos: el compromiso del juez de no dejarse condicionar por
finalidades externas a la investigación de lo verdadero, la honestidad
intelectual, la independencia del juicio y la ausencia de preconceptos en el
examen y en la valoración crítica de las pruebas, y la actitud imparcial respecto
de los intereses de la parte en conflicto y de las distintas reconstrucciones e
interpretaciones de los hechos por ellas avanzadas.
Confr. Maier, Julio B.J. “Derecho procesal penal“, T.I, pág. 163.
37
38
Confr. Rusconi, Maximiliano “División de poderes en el proceso penal e investigación a cargo del
Ministerio Público”, en “El ministerio público en el proceso penal”, Adhoc, Buenos Aires, 1993,pág. 106
dicho que “al establecer el juicio por jurados y la independencia del Ministerio
Público, se diferencia entre los órganos encargados de decidir y los que deben
impulsar la acción”39, y se han pretendido extraer inferencias de otros modos
de enjuiciamiento no criminales como el juicio político y otros juicios de
desafuero en los cuales los diputados acusan y los senadores juzgan40.
39
Confr. García, Luis “El caso Quiroga o el primer golpe de demolición al actual sistema de enjuiciamiento
criminal en el orden nacional”, en Jurisprudencia penal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ed.
Hammurabi, nro. 2, págs.. 210 y 211.
40
Confr. García, ob.cit., pág. 211.
41
En igual sentido, cnofr. Cafferata Nores (ob.cit., págs. 72 y 73).
42
Págs. 31 y 32. Sobre el principio acusatorio como presupuesto imprescindible de la imparcialidad, también
confr. Bovino, Alberto (ob.cit, pág. 23).
que contienden permanece sin inclinarse a ninguna de ellas).” La imparcialidad
así entendida impone la necesidad de asegurar la real igualdad de posibilidades
entre acusación y defensa para que cada una pueda procurar desequilibrar los
platillos de la balanza a favor de los intereses que cada una representa.
43
Confr. Fallos “Dieser” 329:3034
44
En la misma línea, se expresan Bovino, Alberto “Problemas del derecho procesal penal contemporáneo“,
Ed. Del Puerto, Bs.As., 1998, pág. 260 y siguientes y Cafferata Nores, ob.cit, pág. 140.
Como bien advierte la doctrina45, la imparcialidad se resiente cuando se
le permite (o se le impone la obligación) al tribunal de investigar u ordenar o
receptar por propia iniciativa pruebas enderezadas a resolver luego sobre
aquélla en forma definitiva; y con la imparcialidad, se resiente también no sólo
la plena igualdad (art. 8.2 CADH y 14.3 PIDCP) procesal entre el acusador y el
acusado como presupuesto de la defensa de este último y garantía de aquél
cuando actúe como tal la presunta víctima del delito, sino también el ejercicio
del derecho de defensa puesto que se pierde la posibilidad de controvertir la
pertinencia (idoneidad fáctica y jurídica) y la necesidad de la medida de prueba
ordenada.
Las pruebas no son neutras, sino que sirven para convalidar o desvirtuar
la hipótesis en que se basa la acusación y por tal razón cuando el tribunal
decide motu propio producir determinada diligencia no está haciendo otra cosa
que suplir la insuficiente actividad del órgano acusador o de la defensa, con lo
que se inmiscuye afectando su imparcialidad. Esta afirmación no es gratuita
porque es verdad innegable que todo esfuerzo propio es más digno de
reconocimiento que el ajeno, lo que implica que un juez que toma sobre sí la
decisión de probar el hecho estará más dispuesto a reconocer los frutos de esa
45
Confr. Cafferata Nores, ob.cit., págs.93 y 109. Bovino, ob.cit., pág. 19.
acción propia, que ya ha implicado una predisposición de su parte basada en
su creencia sobre la veracidad de la acusación y la posibilidad de probarla46.
46
Confr. Fleming, Abel y López Viñals, Pablo, “Garantías del Imputado”, Rubinzal Culzoni, Santa fe, 2007,
pág. 627/8.
47
En función de que el objetivo de este trabajo es analizar los poderes probatorios de oficio del tribunal en la
etapa de juicio, no voy a referirme a las facultades de investigación que el CPPN le atribuye al Juez de
Instrucción. Sin perjuicio, adhiero y me remito en un todo a la opinión crítica que ha sido exhaustivamente
desarrollada por Cafferata Nores (ob.cit., págs. 93 y sigs.), Guzmán (ob.cit. págs. 197 y sigs) y Bovino (págs.
254 y siguientes). Guzmán controvierte con fundados argumentos la posición de quienes justifican la
investigación del Juez de Instrucción sobre la base de que esa investigación parcial será luego compensada en
un juicio imparcial.
48
Confr. Ferrajoli, Derecho y Razón, ob.cit, págs 45 y siguientes, y Prólogo del libro “La verdad en el
proceso penal”, ob.cit., pág. V.
en el mismo sistema constitucional y procesal49. En otras palabras, si el
acusado se presume inocente y la carga de la prueba de la verdad de la
hipótesis acusatoria recae sobre el fiscal, es lógico entender que al juez no le
corresponde superar sus dudas a través de una nueva investigación sino que
debe aplicar el principio in dubio pro reo y absolver al imputado.
49
En términos similares, confr. Guzmán, ob.cit., pág. 208.
50
Confr. Maier, Julio B. J:, “Derecho procesal Penal”, T.I., Ed. Del Puerto, pág. 578
para continuar investigando, demuestra una importante confusión de roles que
compromete seriamente la garantía de la imparcialidad de los jueces y con
ella, la real igualdad de posibilidades entre acusación y defensa.
Por último, debo señalar que una discusión similar a la aquí planteada
tuvo lugar en la Corte Suprema de Justicia de Colombia. El 23 de mayo de
2007, el mencionado tribunal resolvió una demanda de inconstitucionalidad del
art. 361 de la Ley 906 de 2004 que establece la prohibición del juez de
decretar pruebas de oficio. En la demanda de inconstitucionalidad se había
planteado que la prohibición legal al juez de decretar pruebas de oficio en el
proceso penal constituía un impedimento para la misión judicial de buscar la
verdad y, con ella, la justicia.
51
Bajo la expresión “debilidad estructural del sistema“, el Procurador General de la Nación en Fallos
“Dieser“ 329:3034 se refiere a que era el propio ordenamiento el que contemplaba que la Sala de la Cámara
de Apelaciones que revisaba el auto de mérito en la instrucción era la misma que luego intervenía en la
apelación de la sentencia, sin que fuera necesario, por ello, planteo oportuno de la cuestión federal. El mismo
cuerpo normativo preveía esa intervención previa, la que fue considerada por la CSJN contraria al principio
de imparcialidad, de jerarquía constitucional.
52
Al respecto, Bidart Campos señala que “las normas de derechos humanos, tengan o no jerarquía
constitucional –pero especialmente si la tienen- se deben interpretar partiendo de la presunción que son
operativas, o sea, directamente aplicables por todos los órganos de poder de nuestro Estado. Cada artículo
que declara un derecho o una libertad debe reputarse operativo, por lo menos en los siguientes sentidos: a)
con el efecto de derogar cualquier norma interna infraconstitucional opuesta a la norma convencional; b)
con el efecto de obligar al poder judicial a declarar inconstitucional cualquier norma interna
infraconstitucional que esté en contradicción con la norma convencional, o a declarar que la norma
convencional ha producido la derogación automática; c) con el efecto de investir directamente con la
titularidad del derecho o la libertad a todas las personas sujetas a la jurisdicción argentina; d) con el efecto
de convertir en sujetos pasivos de cada derecho o libertad del hombre al Estado federal, a las provincias, y
en su caso a los demás particulares; e) con el efecto de provocar una interpretación de la constitución que
acoja congruentemente las normas de la convención en armonía o en complementación respecto de los
similares derechos y libertades declarados en la Constitución”. (confr. “El art. 75, inciso 22, de la
Constitución Nacional”, publicado en “La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los
tribunales locales”, Cels, Editores del puerto, Buenos Aires, 1997, pág. 84.
a la iniciativa probatoria del juez no impide que el proceso penal esté dirigido a
la búsqueda de la verdad, lo que sucede es que en los Estados constitucionales
el concepto de verdad no es absoluto y, por consiguiente, no puede obtenerse
a cualquier precio, iii) en el proceso penal acusatorio, la prohibición
cuestionada representa una verdadera garantía de imparcialidad judicial, en
especial, a favor del imputado, en tanto mantiene la independencia entre la
investigación y el juicio, iv) la norma está dirigida a garantizar el principio de
igualdad de armas en el proceso penal, en tanto que el juez no sorprende a
ninguna de las partes con pruebas que no pueden investigarse ni
controvertirse.
53
Confr. Bovino, ob.cit., pág.263.
prohibición contra la autoincriminación, entre otros, son niveladores
normativos para superar esta desigualdad estructural del proceso.
54
Confr. Cafferata, ob. cit., pág.109,
55
Confr. Damaska, Mirjan. “Las caras de la justicia y el poder del Estado. Análisis comparado del proceso
legal”, Trad. Por Andrea Morales Vidal, Ed. Jurídica de Chile, 2000, pág. 185 y siguientes.
la base de consideraciones ajenas al caso. En la otra estrategia de intervención
alternativa, en vez de movilizar al juez, el Estado trata de redirigir la
desigualdad substantiva de las partes proporcionando asistencia legal al más
débil, indispensable para llevar a cabo el cado de modo eficaz. Esta última si
bien resulta respetuosa del principio de imparcialidad y en ese sentido,
adecuada al modelo adversarial (o de resolución de conflictos) más puro,
parecería no ser suficiente para superar las desigualdades materiales, puesto
que en un mundo con recursos limitados resultaría conflictivo determinar la
amplitud y calidad de la ayuda estatal puesta a disposición del litigante más
débil o vulnerable.
56
En la misma línea, confr. Langer, M. “La dicotomía acusatorio-inquisitivo y la importación de mecanismos
procesales de la tradición jurídica anglosajona. Algunas reflexiones a partir del procedimiento abreviado”,
págs. 264 y siguientes y nota 67.
57
Las Reglas de Brasilia fueron aprobadas en marzo de 2008 por representantes judiciales de 24 países
iberoamericanos. En la Sección 2ª.- Asistencia legal y defensa pública establecen: 1.- Promoción de la
asistencia técnico jurídica de la persona en condición de vulnerabilidad. (28) Se constata la relevancia del
asesoramiento técnico-jurídico para la efectividad de los derechos de las personas en condición de
vulnerabilidad: • En el ámbito de la asistencia legal, es decir, la consulta jurídica sobre toda cuestión
susceptible de afectar a los derechos o intereses legítimos de la persona en condición de vulnerabilidad,
incluso cuando aún no se ha iniciado un proceso judicial; • En el ámbito de la defensa, para defender derechos
en el proceso ante todas las jurisdicciones y en todas las instancias judiciales; • Y en materia de asistencia
letrada al detenido. (29) Se destaca la conveniencia de promover la política pública destinada a garantizar la
asistencia técnico-jurídica de la persona vulnerable para la defensa de sus derechos en todos los órdenes
jurisdiccionales: ya sea a través de la ampliación de funciones de la Defensoría Pública, no solamente en el
orden penal sino también en otros órdenes jurisdiccionales; ya sea a través de la creación de mecanismos de
asistencia letrada: consultorías jurídicas con la participación de las universidades, casas de justicia,
intervención de colegios o barras de abogados.
58
En ese contexto, el sistema de defensa pública desarrollado en la Argentina en el ámbito federal con el
reconocimiento de un Ministerio Público de la Defensa con jerarquía constitucional, autonomía funcional y
que consideren la posibilidad de crearla en el marco de sus ordenamientos
jurídicos.
autarquía financiera (art. 120 de la CN) se comporta como un sistema modelo. Son pocos los países que
cuentan con un sistema de estas características (Brasil, Paraguay, Guatemala).
59
Confr. Gusmán, ob.cit., pág. 204.
60
Confr. Damaska, ob.cit., pág. 186, Langer, M., ob.cit..
61
El caso está tomado, con algunas variaciones, de la película argentina “Sin retorno”. En la película el
ciclista muere y el acusado cumple cinco años de cárcel por un hecho que no cometió.
Agradezco a Santiago Eyherabide el intercambio de ideas.
un accidente automovilístico, por exclusiva responsabilidad del conductor de un
automóvil que circulaba a alta velocidad, de noche, sin respetar las reglas de
tránsito, b) el ciclista queda inconsciente en estado de coma, c) un vecino de
un edificio cercano a la zona del accidente dijo haber visto que el vehículo del
acusado –que vivía a pocas cuadras del lugar del accidente- atropellaba y hacía
caer al ciclista, d) se determina que el vehículo del acusado había sido
entregado a un mecánico al día siguiente del accidente para que le reparasen
el parabrisas y el guardabarros, e) el imputado al día siguiente dejó el país con
toda su familia; al volver quince días después es detenido, d) el acusado
explica que si bien efectivamente había atropellado al ciclista, este accidente
no había ido más allá de un mero roce, puesto que el ciclista se había
recuperado sin problemas y que el viaje al exterior estaba planificado desde
muchos antes, e) otras circunstancias externas: la opinión pública se identifica
con el caso del joven ciclista y los medios piden condena ejemplar. En ese
caso, habría dudas, pero una duda que, a primera vista, parecería no diferir de
la duda que generan muchas sentencias condenatorias. Si bien habría que
definir cuál es el estándar de prueba que se necesita para condenar y para
mantener la duda, que deriva en una absolución62, está claro que si el ciclista
se recupera del estado de coma y declara que el acusado no fue quien le
generó ese accidente en la cabeza, sino otro vehículo que pasó después por el
mismo lugar, su declaración tendría una fuerza que despejaría toda la duda
para concluir, con certeza, en la inocencia del acusado. De allí que no me
parezca que a la prueba que se produce a favor del acusado pueda otorgársele
el mismo valor que al estándar de duda.
62
En tanto la tesis que va a adoptar el Tribunal en su sentencia es la más aproximativamente verdadera (es
preferible a otras por su mayor poder de explicación y de mayores controles superados favorablemente –
Ferrajoli, derecho y razón, pag. 50), siempre existirá un margen de duda. Al respecto, es interesante la
elaboración de Ferrer (ob.cit., pág. 53) en cuanto señala la necesidad de disponer de una teoría acerca de la
suficiencia de los elementos de juicio, esto es, una teoría que nos diga cuándo o bajo qué condiciones los
elementos de juicio disponibles son suficientes para que resulte racional aceptar una proposición como
verdadera en el razonamiento decisorio. El tema por su profundidad y sus derivaciones escapan al objeto de
este trabajo.
A ello debe agregarse otra razón que hace sustancialmente al derecho de
defensa que, en teoría, el tribunal buscaría proteger asumiendo el rol de
defensor.
5. Reflexiones finales.
Del análisis realizado se extrajeron algunas conclusiones que se reproducirán
todas juntas en este apartado a efectos de poder evaluarlas en su conjunto.
Ellas serán indicadas con la relación que se presenta a continuación.
63
Confr. Ferrajoli, Derecho y razón, ob.cit., pág. 45.
personas más vulnerables, que por su condición de pobreza, de inmigración,
de discapacidad o de niñez se encuentran impedidos de acceder a un abogado
particular que preste con diligencia y calidad un servicio de asistencia jurídica.