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Universidad del Valle.

Instituto de educación y pedagogía.


Estudios políticos y resolución de conflictos.
Asignatura: Territorio, conflicto y jurisprudencia especial indígena.
Docente: Juan Bautista Jaramillo.
Alumnos: Juan José Martínez Rodríguez. 1842016
John Sebastián López. 1840696

Una mirada crítica hacia el proceso de supresión de la cultura indígena.

Colombia es un territorio que ha sido receptor de múltiples grupos humanos, los cuales
permearon el territorio con sus respectivas culturas y costumbres. Esta transformación,
donde variedad de culturas se encuentran en un mismo lugar, se dio inicio con la llegada
de los españoles al territorio americano en 1492. Sin embargo, debido a la incesante
necesidad por parte del invasor español de no solo obtener capital, sino también de
constituir su cultura como hegemónica desapareció sistemáticamente gran parte de la
cosmovisión nativa americana, en palabras de Elsa Rodríguez (2005, p:12) “ Lo cierto
es que América estaba poblada por una variedad de culturas – de símbolos, de
tradiciones, de costumbres, de artes, de conocimiento y saberes – que fueron
menospreciadas y destruidas, en su gran mayoría, por los invasores que llegaron de
Europa con su afán de riqueza, de dominación y con sentimientos de una ilusoria
superioridad”. Tal fue la magnitud del genocidio americano que la población indígena
fue reducida casi a un 90%, considerándose este genocidio, por parte de algunos
académicos, como el más grande de la historia de la humanidad.

Debido a la reducción de la población indígena, la corona española se vio en la


necesidad de aplicar diferentes medidas para no verse en la situación de la desaparición
total de su mano de obra. La política mas importante fue la utilización como mano de
obra a esclavos africanos. Esto suscito el encuentro de las culturas nativas americanas y
negras, pueblos dominados, pero a la vez insurrectos, por el yugo de la corona española.
Esta dualidad cultural propicio novedosas formas de relaciones, sentires y
cosmovisiones.
Ahora bien, este proceso sistemático de desprecio, exclusión y supresión de la cultura
indígena no solo se mantuvo con la instauración de la Republica en el siglo XIX, sino
que se mantiene con el Estado liberal imperante en la actualidad; por ejemplo, en el
siglo XIX el 25% de la población colombiana era indígena y en el año 2005 solo
representaban el 3,43% de la población total. Esto significa que los procesos de
blanqueamiento cultural han surtido efecto; no obstante, existen resistencias que se
oponen a estas dinámicas mediante la reivindicación de su propia cultura y la lucha
contra actores, saberes (filosofías, ciencias), y regímenes económicos y políticos que
promueven la enajenación de los pueblos indígenas de su identidad y cosmovisión.

Sin embargo, el pueblo indígena logró el reconocimiento como sujetos de derechos con
la promulgación de la constitución política del año 1991, una ley constitucional que da
una mediana solución al flagelo que sufren los indígenas, pero da atisbos de esperanza
de un futuro mejor. Gracias a este triunfo se obtuvo beneficios, como el censo
demográfico de 2005, el cual se caracterizó por ser vinculante y participativo, y de
conseguir plasmar las necesidades de los grupos étnicos. Asimismo, promovió el
autoreconocimiento indígena utilizando nuevos preceptos de captación de etnicidad que
anteriormente no se habían empleado, como el autoreconocimiento de acuerdo con el
aspecto físico y cultual, esta promoción étnica se evidencia con el aumento del
reconocimiento indígena en 1,47% con respecto al censo de 1993.

A modo de conclusión se puede inferir que; por un lado, la invasión de Europa en el


continente americano además de generar un extensivo daño, trajo consigo una
diversificación étnica en el país, esta variedad cultural se materializa en una conciencia
más amplia de lo que representa ser hoy habitante de este territorio, uno en el que por su
misma diversidad se han generado espacios de conflicto, paz, aceptación y de
convergencia de múltiples conocimientos y culturas.

Por otro lado, reconocer que aún siguen imperantes procesos de blanqueamiento cultural
que son promovidos por el mismo Estado liberal y su respectiva economía de mercado;
por ende, se deben intensificar dinámicas populares disruptivas que rompan contra esas
fuerzas neocoloniales y capitalistas.
Bibliografía:

Rodríguez, E. Hernández, A. Salamanca, L. Ruiz, F. Sardi, E. Poveda, M. Machado, E.


Rojas, F. Bastidas, E. Guerrero, M. Dirección de censos y demografía: Colombia una
nación multicultural, su diversidad étnica. Departamento administrativo nacional de
estadística. 2007.

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