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CUERPO ADMINISTRATIVO DE LA ADMÓN. GRAL.

DEL ESTADO
I. Organización del Estado y de la Administración pública Tema 1- 1

EDITORIAL
EZCURRA

TEMA 1
(Quinta parte)
La reforma de la Constitución

LA REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN
Ninguna Constitución, esto es evidente, puede ser eterna. Ni lo ha sido hasta ahora, ni se
presume que lo será. Por un lado, como obra de hombres, puede no ser perfecta y de hecho, en
pureza, nunca lo será. Por otro, la Constitución es la plasmación de un plan político aplicable
a una sociedad en un momento determinado, pero cuyas circunstancias pueden modificarse
con el transcurso del tiempo.
En base a ello, y a pesar de que algún sector de la doctrina propugna la inalterabilidad de
la Constitución basándose en que los principios que rigen la convivencia de los ciudadanos no
están sujetos a oscilaciones históricas, lo cierto es que en nuestros días hay que admitir con
sensatez que las circunstancias pueden obligar, en un momento u otro, a revisar la obra del
poder constituyente.
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Y es más, la postura en favor de la reformabilidad de la Constitución es consecuencia de un pos-


tulado fundamental de nuestra actual Norma Suprema –la soberanía nacional reside en el pueblo
español–, por lo que el propio pueblo, a través de sus representantes legítimamente constituidos,
tiene el derecho a modificar la Constitución cuando estime que ya no sirve a sus necesidades1.
Admitida la posibilidad de reforma, solo hay una salida acorde con la lógica de todo el siste-
ma: que la propia Constitución prevea esa eventualidad, señalando al mismo tiempo los cauces
adecuados para llevarla a cabo.
Son precisamente los cauces previstos para la reforma, según sean más o menos compli-
cados o exigentes, los que califican a una Constitución de rígida o flexible. Así, por ejemplo,
el sistema británico se destaca por ser absolutamente flexible. En el extremo opuesto cabría
situar un sistema de total rigidez, totalmente pétreo, en el que se excluyera toda posibilidad
de reforma.
La Constitución española de 1978 prevé su reforma en el Título X, regulando dos procedi-
mientos distintos:
• Uno que pudiéramos llamar ordinario, y
• Otro de reformas esenciales, incluyéndose en este último tanto la reforma total de la
Constitución como la de ciertos preceptos concretos.
a) Iniciativa de la Reforma
En todos los casos, la iniciativa de la reforma constitucional corresponde al Gobierno, Con-
greso, Senado o Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas. En consecuencia, la
reforma no puede ser iniciada a solicitud de ningún otro colectivo o persona individual.
Por otra parte, de conformidad con lo previsto en el art. 169 de la Constitución, la reforma
constitucional no podrá iniciarse en tiempo de guerra o de vigencia de alguno de los estados
excepcionales (alarma, excepción y sitio).
b) Procedimiento ordinario
Para poner en práctica este procedimiento, la reforma no puede versar sobre cuestiones que
afecten:

1 Como se sabe, la vigente Constitución es la décima en la historia constitucional española. No sabemos si dentro
de tres, de diez o de veinte años será sustancialmente modificada o sustituida por otra, pero lo que está claro es
que este hecho inexorablemente se producirá.
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Tema 1 - 2 I. Organización del Estado y de la Administración pública

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• Al Título Preliminar.
• Al Capítulo Segundo, Sección Primera del Título I.
• Al Título II.
En este caso, los proyectos de reforma requieren para su aprobación la mayoría de tres quin-
tos de cada una de las Cámaras.
• Si no hubiera acuerdo entre ambas, se intentará obtenerlo mediante la creación de una
Comisión de composición paritaria de Diputados y Senadores, que presentará un texto
que será votado por el Congreso y el Senado.
• No obstante, de no lograrse la aprobación mediante el procedimiento anterior, y siempre
que el texto hubiese obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el
Congreso podrá aprobar la reforma por mayoría de dos tercios.
Finalmente, el proyecto debe ser sometido a referéndum si así lo solicita una décima parte
de los miembros de cualquiera de las Cámaras dentro de los quince días siguientes a su apro-
bación.
Nuestra actual Constitución ya ha experimentado dos reformas por este procedimiento,
concretamente en los artículos 13 y 135, la primera en 1992, para facilitar que los ciudadanos
de la Unión Europea que residan en España puedan ser electores y elegibles en las elecciones
municipales, y la segunda en 2011, para garantizar el principio de estabilidad puesupuesta-
ria.
c) Procedimiento de reformas esenciales
Bajo esta denominación se incluyen cuatro supuestos:
• Cuando se trate de una revisión total de la Constitución.

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• Cuando afecte al Título Preliminar.
• Cuando afecte al Capítulo Segundo, Sección Primera del Título I.
• Cuando afecte al Título II.
En todos estos casos el procedimiento a seguir es bastante más riguroso que el ordinario,
siendo sus fases y condicionantes las siguientes:
1. Se procederá a la aprobación del proyecto por mayoría de dos tercios de cada Cámara.
2. Acto seguido deberán disolverse las Cortes Generales, con el fin de que el pueblo concurra
a unas elecciones generales para elegir nuevos representantes.
3. Las Cámaras nacidas de estas elecciones deberán ratificar la decisión de reforma y pro-
ceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de
dos tercios de ambas Cámaras.
4. Por último, el pueblo tiene que pronunciarse de nuevo aprobando el texto en referéndum.
A la vista de la rigurosidad de tales cláusulas, nuestra actual Norma Suprema se inserta
dentro de las llamadas Constituciones rígidas, regla, por otra parte, imperante en el consti-
tucionalismo moderno como mecanismo de defensa constitucional, de defensa del carácter
superlegal de la Constitución y de su contenido político, con excepción, como ya se ha dicho, de
los países que adoptaron el sistema británico.

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