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Magistrada Ponente

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

AP160-2018
Radicación N° 46.621
(Aprobado Acta Nº 6)

Bogotá D.C., diecisiete (17) de enero de dos mil dieciocho (2018)

VISTOS

Con el fin de constatar si satisfacen las condiciones de


admisibilidad, la Corte examina las demandas de casación
presentadas por los defensores de JOHN ALEXANDER
MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR, contra
la sentencia del 22 de abril de 2015, proferida por la Sala Penal
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Antioquia.

1
Casación Nº 46.621
JOHN ALEXANDER MONTOYA LÓPEZ
LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR

I. HECHOS

Según la acusación, en la madrugada del 9 de septiembre de


2001, Juan Guillermo Restrepo Rendón, Otoniel de Jesús Mejía
Londoño y Johns Oved Martínez Henao se desplazaban en un
vehículo Ford Festiva, de propiedad de este último, desde el
municipio de Hispania hasta la localidad de Andes (en Antioquia). A
la altura del sitio conocido como “Puente Boy” notaron la presencia
de dos sujetos en una motocicleta estacionada -posteriormente
identificados como JOHN ALEXANDER MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO
SÁNCHEZ SALAZAR-, quienes les hicieron señas para que
detuvieran la marcha.

Como no lograron su objetivo, MONTOYA LÓPEZ y SÁNCHEZ


SALAZAR los persiguieron en la moto y a pocos kilómetros los
interceptaron. Obligaron a los ocupantes del automóvil a bajarse;
luego de intimidarlos mediante amenazas de muerte y violencia
física, procedieron a requisarlos, así como a registrar el carro. Los
despojaron de sus bienes y, enseguida, los retuvieron en contra de
su voluntad. Juan Guillermo Restrepo fue introducido en el baúl,
mientras que a Otoniel Mejía y Johns Martínez los obligaron a
ocupar el asiento trasero.

JOHN MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO SÁNCHEZ


continuaron la marcha en el carro, diciéndoles a sus “pasajeros”
que se dirigían a “Puente Colgante”, donde serían asesinados. Una
vez arribaron a ese sitio, bajaron a sus víctimas y continuaron con
los insultos, agresiones y amenazas. Arrojaron a Otoniel Mejía al
río San Juan, momento en que Johns Martínez logró huir del
lugar, pero por un tropiezo cayó al abismo 1, mientras que Juan
Guillermo Restrepo se lanzó al agua para escapar de sus captores.

1
Un mes después se encontró el cuerpo sin vida del señor Martínez, quien falleció por el impacto con
una roca en la caída.

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Casación Nº 46.621
JOHN ALEXANDER MONTOYA LÓPEZ
LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR

Después de ello, JOHN MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO


SÁNCHEZ continuaron su marcha en el automóvil, el cual
finalmente arrojaron a un precipicio.

II. ANTECEDENTES PROCESALES PERTINENTES

2.1 Por tales hechos, JOHN ALEXANDER MONTOYA y LEÓN


JAIRO SÁNCHEZ fueron capturados en esa fecha. Se les vinculó
mediante indagatoria a la investigación Nº 2364 (que dio origen al
proceso penal radicado con el Nº 2001-00072) por los delitos de
homicidio tentado y hurto calificado y agravado, con ocasión de los
cuales, al resolver situación jurídica, se les impuso medida de
aseguramiento de detención preventiva (fls. 281-286 C. 1).

Al decretarse el cierre de la instrucción, los sindicados se


acogieron a sentencia anticipada. Siguiendo el procedimiento del
art. 40 del C.P.P. (fls. 287-289 C.1), el fiscal les formuló cargos por
homicidio tentado -siendo víctima Otoniel Mejía Londoño- y hurto
calificado agravado (arts. 27,103, 239, 240 inc. 2º y 241, nums. 5, 6, 9
y 10 del C.P.). En consecuencia, el Juzgado 2º Penal del Circuito de
Andes (Antioquia) dictó sentencia condenatoria, por los referidos
cargos, el 30 de noviembre de 2001. Al señor MONTOYA LÓPEZ le
impuso la pena de 96 meses de prisión, mientras que a LEÓN
JAIRO SÁNCHEZ lo condenó a 72 meses de prisión. El fallo
anticipado fue confirmado en su integridad por la Sala Penal del
Tribunal Superior de Antioquia, en sentencia del 21 de mayo de
20022.

2.2 Entre tanto, el 18 de octubre de 2001 fue encontrado un


cuerpo sin vida, reportado como N.N. Con fundamento en tal
hallazgo, 5 días después se abrió la investigación preliminar Nº
3554 (que dio génesis al proceso radicado con el Nº 2004-00079). El
cadáver fue identificado como Johns Oved Martínez, por lo que,
2
Decisión que cuenta con constancia de ejecutoria (fl. 61 C.1 reverso).

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estableciéndose conexidad con los hechos atrás reseñados, se


dispuso el traslado de las pruebas practicadas en el proceso Nº
2001-00072. El 29 de mayo de 2002 se abrió instrucción, a la que
fueron vinculados JOHN ALEXÁNDER MONTOYA y LEÓN DARÍO
SÁNCHEZ, quienes el 9 y 10 de julio subsiguiente ( fls. 2-3 y 8-9 C.1)
rindieron indagatoria por los delitos de homicidio -por la muerte de
Oved Martínez- y secuestro simple -con fundamento en la retención de
Juan Guillermo Restrepo, Otoniel Mejía y Johns Martínez- (arts. 103 y 168
del C.P.).

Al definir situación jurídica en ese segundo proceso,


mediante resolución del 27 de septiembre de idéntica anualidad,
la Fiscalía únicamente se refirió al delito de homicidio -omitiendo
pronunciarse sobre el de secuestro -. Cerrada la instrucción, el 17 de
enero de 2003 los sindicados manifestaron su intención de
someterse a sentencia anticipada. Para tal efecto, se les atribuyó
el cargo de homicidio culposo, determinación que fue anulada por
el Juzgado 2º Penal del Circuito de Andes, mediante auto del 31
subsiguiente, por considerar que la correcta adecuación típica de
la conducta era la de homicidio - doloso-. Esta determinación fue
confirmada por la Sala Penal del Tribunal Superior de Antioquia el
8 de abril del mismo año.

En cumplimiento de lo anterior, la Fiscalía calificó


nuevamente el sumario el 17 de junio de 2004. Acusó a los
señores MONTOYA LÓPEZ y SÁNCHEZ SALAZAR como probables
coautores del delito de homicidio (art. 103 del C.P.).

Habiendo cobrado ejecutoria la acusación, se inició la etapa


de juicio ante el Juzgado 2º Penal del Circuito de Andes. En curso
de la audiencia preparatoria, el Juez ofició -el 31 de agosto de 2004-
al Coordinador de Fiscalías Seccionales de Antioquia para que se
investigara la posible comisión del delito de secuestro simple,

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Casación Nº 46.621
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LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR

cargo por el cual se indagó dentro de la causa 2004-00079 a los


procesados (fl. 1 C. 1).

Surtida la audiencia pública de juzgamiento, el Juzgado


dictó sentencia el 25 de agosto de 2005. Condenó a los
procesados, como coautores de homicidio tentado, a la pena de
140 meses de prisión. Ello, por cuanto, en criterio del juez, existe
duda en torno al hecho que finalmente produjo la muerte de Johns
Oved Martínez. Tal determinación fue modificada en segunda
instancia por el Tribunal, que redujo a 104 meses la pena de
prisión a través de sentencia del 19 de diciembre de 2005; en lo
demás, confirmó el fallo de primer grado.

2.3 En respuesta al requerimiento del Juez 2º Penal del


Circuito de Andes, la Fiscalía 48 Especializada de Medellín,
mediante resolución del 1º de septiembre de 2006 ( fl. 67 C.1), abrió
la investigación previa Nº 978.038 (que dio origen al proceso Nº 2013-
00324). En ese marco, el 15 de marzo de 2011 ( fl. 79 ídem), el fiscal
abrió instrucción, a la que vinculó, por medio de indagatorias
rendidas el 14 de septiembre de 2012 ( fls. 95-100 y 116-119 ídem), a
JOHN ALEXANDER MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO SÁNCHEZ
SALAZAR, como posibles responsables del delito de secuestro (art.
168 C.P.). Por esta conducta punible se definió situación jurídica,
con imposición de detención preventiva contra ambos sindicados
(fls. 121-131 ídem), que posteriormente -el 8 de enero de 2013- fue
revocada por la Fiscalía (fls. 256-260 ídem).

Cerrada la instrucción, el sumario se calificó el 15 de julio de


2013 con resolución de acusación en contra de los señores
MONTOYA LÓPEZ y SÁNCHEZ SALAZAR, como probables
coautores de secuestro simple en concurso homogéneo (art. 168 del
C.P.). Tal determinación fue confirmada por el Fiscal 6º Delegado
ante el Tribunal Superior de Antioquia el 30 de septiembre
subsiguiente (fls. 71-78 C.2).

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El juicio le correspondió al Juzgado 2º Penal Especializado


del Circuito de Antioquia -en Descongestión-, cuyo titular profirió
sentencia el 22 de diciembre de 2014. Por haberlos hallado
responsables del secuestro de Juan Guillermo Restrepo Rendón,
Otoniel de Jesús Mejía Londoño y Johns Oved Martínez Henao,
condenó a los acusados a las penas de prisión e inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por 10 años y
multa en cuantía de 600 s.m.l.m.

El fallo fue impugnado por la defensa de ambos procesados,


dando lugar a la sentencia de segunda instancia arriba
mencionada, que lo confirmó en su integridad.

Dentro del término legal, el defensor interpuso el recurso


extraordinario de casación y allegó la respectiva demanda, lo que
motiva el conocimiento del proceso por la Corte.

III. SÍNTESIS DE LAS DEMANDAS

3.1 Demanda en nombre de JOHN ALEXÁNDER


MONTOYA LÓPEZ

Por la vía del art. 207-3 del C.P.P., el censor demanda la


nulidad de la actuación, con fundamento en la vulneración de la
garantía fundamental al non bis in ídem y en el desconocimiento
de la cosa juzgada, por falta de aplicación de los arts. 29 inc. 4º de
la Constitución, 8º del C.P. y 19 del C.P.P. En un proceso viciado de
nulidad, sostiene, se juzgó la conducta del señor MONTOYA
LÓPEZ por los mismos hechos acaecidos el 9 de septiembre de
2001, con ocasión de los cuales se pronunció el Juzgado 2º Penal
del Circuito de Andes, en el marco de los procesos radicados con
los números 2001-00072 y 2004-00079.

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Todas los supuestos fácticos atribuidos a su defendido,


expone, fueron investigados y juzgados en las causas 2001-00072
y 2004-00079, por los cuales se condenó al señor MONTOYA
LÓPEZ como responsable de homicidio tentado ( siendo víctimas
Otoniel Mejía Lozano y Johns Oved Martínez ) y hurto calificado y
agravado. Ambas sentencias condenatorias, destaca, cobraron
ejecutoria. Sin embargo, la Fiscalía dispuso apertura de
instrucción (Nº 978.038) por el delito de secuestro.

La ocurrencia de esta última conducta punible, puntualiza,


no se discute por el censor. Es más: ontológicamente, el delito
contra la libertad individual efectivamente existió. Empero,
subraya, tal comportamiento ya había sido objeto de juzgamiento
dentro de la causa Nº 2001-00072, en cuyo contexto se juzgó la
totalidad de las conductas atribuidas a los procesados, salvo el
homicidio de Johns Martínez, que se judicializó en el proceso
2004-00079, debido a que su cadáver apareció después,
“quedando resuelto el único hecho desconocido del 9 de septiembre
de 2001”.

Pese a que alegó tales circunstancias en el curso del presente


proceso3, prosigue, la conculcación del non bis in ídem fue negada
en las sentencias de instancia. La solución correcta, sostiene, era
haber precluído la investigación o haber cesado el procedimiento,
con fundamento en los arts. 39 y 399 del C.P.P.

Los acusados, afirma, fueron sometidos dos veces a juicio


penal por un mismo hecho objeto de acusación. Lo cierto es que,
añade, el fiscal instructor del radicado Nº 2001-00072 calificó la
totalidad de las conductas desplegadas por los procesados como
un concurso constituido por los delitos de homicidio tentado y

3
Mediante la interposición de los recursos de reposición y apelación contra la resolución de acusación
del 15 de julio de 2013 (fls. 59-68 C.2); en la audiencia preparatoria (fls. 96-100 ídem); por medio de la
impugnación del auto emitido por el juzgado, a través del cual negó la nulidad planteada (fls. 126-140 ídem),
y mediante del recurso de apelación contra la sentencia de primera instancia (fls. 255-263 ídem).

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hurto calificado agravado. De ahí que, en su criterio, la sentencia


dictada en ese proceso cobija todos los enunciados fácticos que,
desde el primer momento, justificaron la apertura de
investigación. Y habiendo cobrado ejecutoria tal decisión, resalta,
se activó el efecto de cosa juzgada que impedía investigar y juzgar
a los coacusados por los mismos comportamientos, con
fundamento en los cuales ya fueron juzgados.

En el presente caso, enfatiza, no existe ninguna causal de


“morigeración” o excepción del non bis in ídem, sin que frente a la
aplicación de esta garantía fundamental sea dable admitir que la
Fiscalía, por ligereza u olvido, erró al calificar las investigaciones
que dieron lugar a los procesos 2001-00072 y 2004-00079. La
prohibición de doble juzgamiento y sanción, sostiene -apoyado en la
jurisprudencia constitucional y especializada-, implica que es
inadmisible sancionar repetidamente a alguien por la misma
conducta -imputación fáctica-, al margen de su denominación
jurídica. Además, destaca, los hechos no se ofrecen confusos,
etéreos o ajenos a corroboración por el fiscal, quien desde los
albores de la actuación entendió que las conductas se adecuaban
en los tipos penales de homicidio y hurto.

En las tres actuaciones, continúa, existió identidad de la


hipótesis fáctica -pues los hechos pertenecen a una misma situación-,
al igual que de sujetos procesales y pretensión punitiva. Lo único
que varió, asevera, fue la denominación jurídica de la conducta. Ya
habiendo sido investigados y juzgados los procesados por las
conductas conocidas desde el inicio, asegura, devienen en
violatorias del debido proceso tanto la investigación como el juicio
llevados a cabo en el marco de la presente actuación.

El vicio de garantía denunciado, enfatiza, se configura


cuando una vez tomada una decisión definitiva sobre el hecho
constitutivo de delito se retoma el mismo supuesto fáctico para

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someterlo a una nueva valoración, que sea la base de una nueva


decisión. Están prohibidos tanto el adelantamiento de múltiples
juicios como la imposición de varias condenas. Al Estado,
subraya, no le está permitido mantener al sindicado en una
intolerable e injusta situación de vivir en continua e indefinida
ansiedad e inseguridad. Esa es la razón para la proscripción de
juicios sucesivos por un idéntico supuesto fáctico.

En el asunto bajo examen, advierte, se condenó nuevamente


a los procesados, pese a que existe identidad de objeto, causa y
personas. Para el 9 de julio de 2002, resalta, cuando se indagó a
aquéllos en el marco de la investigación 3554 - 2º proceso-, les fue
imputada la conducta punible de secuestro. Mas en ese momento,
inclusive, la Fiscalía no podía “sostener nada” en relación con
dicho delito, debido a que ya se había emitido sentencia por los
delitos de hurto calificado agravado y homicidio tentado. Además,
afirma, no es cierto que el Juzgado 2º Penal del Circuito de Andes
hubiera compulsado copias para que se investigara el secuestro,
pues lo que advirtió fue que se pudo haber incurrido en un delito
contra la fe pública, por cuanto se suprimieron documentos de las
víctimas.

Al dictar sentencia, resalta, el a quo puso de presente que la


violencia empleada para cometer el hurto es distinta al hecho de
haber retenido a éstas, motivo por el cual, al haberse lesionado
adicionalmente la libertad individual, no se afectaba el non bis in
ídem de manera sustantiva. A su turno, destaca, el Tribunal
consideró que la aludida garantía no se vulneraba, en la medida
en que los procesados nunca fueron juzgados por el punible de
secuestro.

Tales razones, concluye, son desafortunadas, como quiera


que confunden los efectos del concurso de conductas punibles con
el ámbito de protección de la prerrogativa fundamental del non bis

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in ídem, en su faceta procesal. La defensa, reitera, jamás negó que


el delito de secuestro tuvo ocurrencia, sino que el comportamiento
de los acusados ya había sido objeto de examen judicial.

Con fundamento en las razones reseñadas, solicita a la Corte


que anule el presente proceso (Nº 2013-00324) desde la resolución
por cuyo medio se calificó el sumario, para que en su lugar se
precluya la actuación.

3.2 Demanda en nombre de LEÓN JAIRO SÁNCHEZ


SALAZAR

La defensora del señor SÁNCHEZ SALAZAR igualmente


denuncia que la sentencia se dictó en un juicio viciado de nulidad
(art. 207-3 del C.P.P.), cargo que desarrolla a la luz de similares
argumentos y con fundamento en el cual formula idéntica
pretensión.

La violación del debido proceso y del non bis in ídem, plantea,


obedeció a la ruptura de la unidad procesal presentada durante
todos los trámites, pese a que la primera investigación a la que fue
vinculado el sindicado en mención recayó sobre los hechos
ocurridos a la madrugada del 9 de septiembre de 2001. Tanto así
que, llama la atención, a su defendido se le tomó indagatoria el 10
de julio de 2002 por los delitos de homicidio y secuestro.

De ahí que, continúa, la actuación debió haberse adelantado


con atención del art. 331-4 del C.P.P., acorde con el cual la
instrucción tiene como fin determinar las circunstancias de
tiempo, modo y lugar en que se realizó la conducta. Sin embargo,
destaca, por ligereza o error de la Fiscalía, no se profirió
resolución de acusación y tampoco se precluyó la actuación en
relación con el delito de secuestro, lo que dio lugar a que se

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aplicara el art. 92-2 ídem, cuando lo correcto, enfatiza, era


proceder conforme a los arts. 394 y 395 ídem.
Empero, a su modo de ver, la ruptura de la unidad procesal
(art. 89 del C.P.P.) comporta la conculcación de los principios de
celeridad y eficiencia (art. 15 del C.P.P.), en la medida en que el art.
329 ídem dispone que el término para adelantar la instrucción es de
18 meses, el cual se desatendió en el presente caso. Se trata,
entonces, de un evento donde la ruptura sí genera nulidad por
vulneración de garantías fundamentales, máxime que también se
atenta contra la resocialización y la cosa juzgada.

No fue un error, puntualiza, que en la primera investigación no


se hubieran formulado cargos por secuestro, pues, como lo planteó
con insistencia a lo largo del proceso, lo sucedido fue que la Fiscalía
consideró que los hechos constitutivos de delito contra la libertad
individual -retención de las víctimas- quedaron subsumidos en la
violencia que configuró las calificantes y agravantes del hurto. En
efecto, dice, tal postura se acompasa con el principio de conexidad
sustancial de delitos, dado que existió unidad de designio criminal,
reflejada en la identidad de circunstancias de tiempo, modo y lugar
de los hechos investigados. El propósito final, asegura, se produjo
con el apoderamiento del vehículo, hecho por el cual los procesados
ya fueron juzgados.

En suma, concluye, su defendido estaba protegido por la


garantía del non bis in ídem, como quiera que hay identidad de
sujeto, de objeto -pues la imputación fáctica concierne a lo sucedido el 9
de septiembre de 2001- y de causa -dado que la génesis de los
diligenciamientos es la misma, al tiempo que la instrucción y el
juzgamiento corresponden a una misma “jurisdicción”-. No es
admisible, alega, que 12 años después se reabra una actuación que
afecta la resocialización de los condenados.

IV. CONSIDERACIONES

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4.1 De acuerdo con el art. 212-3 de la Ley 600 de 2000, la


admisión de la demanda de casación supone su debida sustentación.
El censor está obligado a consignar de manera clara y precisa
tanto las causales invocadas como sus fundamentos. Ello implica
acreditar la necesidad del fallo de casación, de cara al
cumplimiento de alguno de sus fines, establecidos en el art. 206
ídem (efectividad del derecho material, respeto de las garantías de los
intervinientes, reparación de los agravios inferidos a éstos y unificación de
la jurisprudencia).

Ese propósito no se consigue de cualquier manera. A voces


del art. 213 ídem, el libelo será inadmitido cuando el demandante
carezca de interés o la demanda no reúna los requisitos formales
de rigor. Tampoco es admisible la demanda si se advierte la
irrelevancia del fallo para cumplir los propósitos del recurso.

Tales exigencias derivan de la naturaleza extraordinaria y


rogada del recurso de casación, características enraizadas en la
presunción de acierto y legalidad inherente a los fallos de
instancia. A partir de esta presunción, se asigna al censor la carga
de acreditar que con la sentencia se causó un agravio, apoyándose
para ello en las causales taxativamente consagradas en la ley (art.
207 del CPP).

En ese entendido, el libelo debe someterse a estrictas y


específicas reglas de postulación y bastarse a sí mismo para
demostrar tanto la existencia del yerro planteado como su
trascendencia.

Además, en conexión con la exigencia de acreditación de la


afectación de garantías fundamentales, la idoneidad sustancial de
la demanda significa que sus cargos no sólo han de estar
debidamente sustentados desde la perspectiva formal. Los
reproches deben ser fundados, esto es, tener aptitud para propiciar

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la invalidación total o parcial de la sentencia, en el entendido que,


de no haberse materializado el yerro, otra habría sido la decisión,
o mostrarse idóneos para convocar a la Corte a asumir una
postura jurisprudencial unificada alrededor del tema debatido, en
cuanto logren evidenciar la violación de una norma sustancial o una
garantía procesal.

4.2 De acuerdo con los arts. 207-3 y 306 nums. 2 y 3 del


C.P.P., en el ámbito de la casación es causal de nulidad la
comprobada existencia de irregularidades sustanciales que afecten
el debido proceso o la violación del derecho a la defensa. El
adecuado planteamiento de la censura por esta vía supone
cumplir con las exigencias legales (art. 310 ídem) y
jurisprudenciales pertinentes. En esa dirección, la Corte ha
clarificado que la alegación de nulidades ha de ajustarse a los
principios concurrentes -no alternativos- de taxatividad, acreditación,
protección, convalidación, instrumentalidad, trascendencia y
residualidad (cfr., entre otros, CSJ AP 9 mar. 2011, rad. 32.370 y AP 30
nov. 2011, rad. 37.298).

Bajo tales premisas, salta a la vista la insuficiencia material de


los cargos. Como a continuación se expondrá, los reproches
formulados, tendientes a que se anule la actuación, incumplen
con los principios aplicables a la declaratoria de nulidades, al
tiempo que los reclamos se advierten manifiestamente infundados.

4.2.1 En suma, las censuras no demuestran la existencia de


ningún yerro procedimental que quebrante el debido proceso en
su estructura o que lesione el derecho de defensa, lo que a su vez
comporta la inobservancia del principio de acreditación.

El supuesto desconocimiento del non bis in ídem y de la cosa


juzgada, denunciado por los demandantes, parte de premisas
erróneas, a saber: i) que los aquí procesados fueron acusados y,

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en consecuencia, juzgados en múltiples ocasiones por los mismos


hechos; ii) que la ruptura de la unidad procesal entraña la
afectación de las aludidas garantías fundamentales y iii) que, en lo
sustancial, -según la defensora de LEÓN SÁNCHEZ SALAZAR - la
retención de las víctimas encuentra adecuación típica en la
violencia calificante del hurto, y que así lo consideró la Fiscalía en
las investigaciones que antecedieron al presente proceso.

4.2.1.1 La garantía del non bis in ídem, como es sabido, tiene


múltiples facetas. Las censuras afirman su afectación en un
específico ámbito de protección, cifrado en la proscripción de doble
investigación y juzgamiento de una persona, con fundamento en
idénticos supuestos fácticos. En esa dirección, ha de entenderse
en qué consiste la prohibición de repetición del juzgamiento, que
puede concebirse como un derecho procesal a favor del sindicado,
que cumple la función de inhibidor procesal.

Acorde con el art. 19 del C.P.P., la persona cuya situación


jurídica haya sido definida por sentencia ejecutoriada o
providencia que tenga la misma fuerza vinculante, no será
sometida a una nueva actuación por la misma conducta, aunque a
ésta se le dé una denominación jurídica distinta. A este mandato
de abstención subyace la internacionalmente reconocida garantía
del non bis in ídem4, consagrada en el art. 29 inc. 4º de la
Constitución, acorde con la cual quien sea sindicado, entre otras
prerrogativas, tiene derecho a no ser juzgado dos veces por el
mismo hecho.

De tal formulación se extracta que el ámbito de aplicación de la


mencionada garantía, en su faceta de impedimento procesal, toma
como referencia el componente fáctico de la imputación. Nadie es
doblemente procesable por los mismos hechos. En este aspecto, la

4
Cfr., entre otros, art. 14 -7 del P.I.D.C.P., art. 8-4 de la C.A.D.H. y art. 20 nums. 1 y 3 del Estatuto
de Roma.

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Constitución se encuentra sintonizada con la concepción del non


bis in ídem en la esfera de protección internacional de los derechos
humanos.

En efecto, el art. 8-4 de la C.A.D.H. preceptúa que el inculpado


absuelto por una sentencia en firme no podrá ser sometido a
nuevo juicio por los mismos hechos, mientras que el art. 14-7 del
P.I.D.P. dispone que nadie podrá ser juzgado por un delito por el
cual haya sido ya condenado o absuelto por una sentencia firme
de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada país.

A su turno, el art. 20 del Estatuto de Roma, en sus


numerales 1º y 3º, establece que nadie será procesado en razón de
conductas constitutivas de crímenes por los cuales ya hubiere sido
condenado o absuelto por la Corte o por otro tribunal.

Así mismo, ha de destacarse, del principio de cosa juzgada


deriva el efecto de preclusividad que caracteriza al non bis in ídem
en su función de inhibidor procesal, de acuerdo con la cual,
cuando un proceso ha culminado definitivamente no puede re-
abrirse para ser tramitado de nuevo. Si en la causa ya se ejerció
jurisdicción, ésta se agota con la decisión que pone fin al proceso.

Ahora bien, la concreta aplicación de la aludida garantía


fundamental ha de entenderse bajo las formas propias del juicio.
Éste, en el proceso regido por la Ley 600 de 2000, presenta una
estructura acusatoria, pues en firme la resolución de acusación, el
fiscal adquiere la condición de sujeto procesal -acusador- que
presenta y defiende la pretensión punitiva frente a un tercero
imparcial que define el caso -juez- (art. 400 inc. 1º del C.P.P),
verificándose de esa manera la separación funcional inherente al
principio acusatorio5.
5
Los rasgos esenciales del principio acusatorio corresponden al ejercicio y mantenimiento de la
acusación por un órgano distinto al juez, la delimitación del proceso en fases de investigación y juzgamiento,
conferida a organismos diferentes con el fin de evitar un probable y posible prejuzgamiento por parte del juez

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El juzgamiento, entonces, supone la preexistencia de la


acusación, en tanto referente definitorio de los contornos fácticos y
jurídicos del juicio. La resolución de acusación, en los términos
del art. 398 del C.P.P., debe contener tanto una descripción
fáctica de la conducta investigada como una atribución jurídica de
responsabilidad al procesado (calificación). La sentencia, a su vez,
deberá guardar correspondencia o consonancia con tales
componentes de la acusación (art. 207-2 ídem).

4.2.1.2 De lo hasta aquí acotado ha de afirmarse que la


inhibición procesal -de doble juzgamiento-, derivada de la ejecutoria
de la sentencia, se aplica en relación con el componente fáctico de
la acusación, que debe verse reproducido en el fallo definitivo -con
efectos de cosa juzgada-. De ahí que no pueda reclamarse la
vulneración del non bis in ídem en relación con hechos o
conductas que no fueron materia de acusación y, por sustracción
de materia, tampoco integran los enunciados fácticos contenidos
en la sentencia ejecutoriada. Así lo determinan tanto la
Constitución (art. 29 inc. 4º) como el art. 19 del C.P.P.

De igual manera, al definir la identidad de objeto, en tanto


componente del non bis in ídem, la jurisprudencia de la Sala ha
dejado en claro que ello se determina en relación con los hechos o
premisas fácticas de la decisión en firme sobre la responsabilidad
penal. Sobre este principio, ha considerado la Corte ( CSJ SP 14 abr.
2010, rad. 35.524 y AP4358-2014, 30 jul. 2014, rad. 43.568):

Doctrinal y jurisprudencialmente se tiene dicho que el principio


non bis in ídem envuelve tres presupuestos, a saber: identidad
de sujeto, identidad de objeto e identidad de causa6. La

sentenciador, y la relativa vinculación del Tribunal a las pretensiones de las partes. Cfr.: ASENCIO
MELLADO, José María. Principio acusatorio y derecho de defensa en el proceso penal. Madrid: Trivium,
pp. 17-18.
6
MAIER, Julio B. J. Derecho Procesal Penal. Tomo I. Fundamentos. Editores del Puerto: Buenos
aires, 2ª edición, 2ª reimpresión, 2002, página 603.

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significación de estos elementos ha sido comentada por la Sala,


así:

La identidad en la persona significa que el sujeto incriminado


debe ser la misma persona física en dos procesos de la misma
índole.

La identidad del objeto está construida por la del hecho


respecto del cual se solicita la aplicación del correctivo penal.
Se exige entonces la correspondencia en la especie fáctica
de la conducta en dos procesos de igual naturaleza.

La identidad en la causa se refiere a que el motivo de la


iniciación del proceso sea el mismo en ambos casos.

De igual manera, al precisar los eventos en que se vulnera


la plurimencionada garantía, la Sala entiende que la
determinación de la identidad del objeto es un juicio aplicado
sobre los hechos atribuidos al acusado, así se extracta, entre
otras, de la CSJ SP 26 mar. 2007, rad. 24.629 y SP11897-2016, 24
ago. 2016, rad. 42.400:

i) Nadie puede ser investigado o perseguido dos o más veces


por el mismo hecho, por un mismo o por diferentes
funcionarios. Se le suele decir principio de prohibición de
doble o múltiple incriminación.

ii) De una misma circunstancia no se pueden extractar dos


o más consecuencias en contra del procesado o condenado. Se
le conoce como prohibición de la doble o múltiple valoración.

iii) Ejecutoriada una sentencia dictada respecto de una


persona, ésta no puede ser juzgada de nuevo por el mismo
hecho que dio lugar al primer fallo. Es, en estricto sentido, el
principio de cosa juzgada.

iv) Impuesta a una persona la sanción que le corresponda por


la comisión de una conducta delictiva, después no se le puede
someter a pena por ese mismo comportamiento. Es el
principio de prohibición de doble o múltiple punición.

v) Nadie puede ser perseguido, investigado, juzgado ni


sancionado pluralmente por un hecho que en estricto sentido
es único. Se le denomina non bis in ídem material.

4.2.1.3 Bajo tales premisas, es manifiesta la incapacidad de


las censuras para acreditar la configuración de un yerro

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Casación Nº 46.621
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procedimental constitutivo de vulneración del non bis in ídem,


como quiera que de las mismas demandas se extrae - y así lo
constata la Sala con la consulta de las decisiones respectivas - que los
aquí procesados no fueron acusados por el delito de secuestro en
los procesos penales que antecedieron a la presente actuación y,
en esa medida, tampoco fueron juzgados por los hechos
constitutivos de tal conducta punible contra la libertad personal.
Si bien los enunciados fácticos con base en los cuales hoy se
afirma la responsabilidad penal de aquéllos por secuestro en
concurso homogéneo, fueron mencionados en el contexto de los
hechos que dieron lugar a las condenas por homicidio y hurto
calificado y agravado, por la conducta constitutiva de secuestro
-retención de las víctimas- no se atribuyó ninguna responsabilidad a
los procesados en los procesos antecedentes.

En la primera investigación Nº 2364 (que dio origen al proceso


penal radicado con el Nº 2001-00072), los sindicados no fueron
indagados por el posible delito de secuestro simple, mientras que
en el acta de aceptación de cargos, equivalente a la acusación (art.
40 inc. 7 del C.P.P.), los enunciados de hecho integrantes de la
imputación fáctica no mencionan la retención de las víctimas,
como tampoco se acusó a los procesados por secuestro.

En esa oportunidad, la imputación fáctica dio cuenta de que


los señores MONTOYA LÓPEZ y SÁNCHEZ SALAZAR fueron
sorprendidos con elementos producto de un hurto al que
sometieron a Juan Restrepo Rendón, Johns Martínez y Otoniel
Mejía, cuando éstos transitaban en la madrugada por el desolado
paraje conocido con el nombre de Puerto Boy. Aquéllos, se lee en
el acta, obligaron a sus víctimas a bajarse del vehículo y
procedieron a arrojar a uno de ellos al río San Juan, para
finalmente darse como resultado el desaparecimiento de Martínez
Henao en circunstancias desconocidas y la huida de los
procesados en el vehículo Ford Festiva de placa ADK-124, de

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propiedad del señor Martínez, que al final dispusieron abandonar


por un precipicio del cauce del río. Según la denuncia del señor
Mejía Londoño, resalta el acta, los individuos no emplearon arma
alguna para la consumación de los ilícitos, sino sólo su talla
muscular y su fuerza física, a fin de ejercer violencia sobre él, para
luego de trasladarlo a un puente cercano, lo sujetaron y lanzaron
por encima de los pasamanos a las aguas del río San Juan (cfr. fls.
287-289 C.1).

Con base en tales hechos, los acusados aceptaron los cargos


de homicidio tentado en concurso real heterogéneo con hurto
calificado y agravado, por los que finalmente fueron condenados
mediante sentencia anticipada del 30 de noviembre de 2001,
dictada por el Juzgado 2º Penal del Circuito de Andes (fls. 36-135
ídem). Al concluir el análisis de los medios de prueba, en
conjunción con la admisión de responsabilidad de los procesados,
el Juez aseveró:

La prueba que acaba de resumirse nos acredita con creces


tanto la certeza del concurso de ilicitudes, como la
responsabilidad de los acusados en ellas, ya que a más de
haberse apoderado de un vehículo [y otros bienes]…también
intentaron acabar con la existencia de Otoniel de Jesús Mejía
Londoño, cuando desde una altura de 10 metros, de noche
-donde no se veía nada-, en un río caudaloso y con piedras a
lado y lado de su corriente, fue lanzado a sus aguas, con la
finalidad de que pereciera, y que por circunstancias ajenas a la
voluntad de sus victimarios, no se produjo ese resultado
muerte[…]

En relación con el hurto, tampoco existe el menor asomo de


duda, pues se apoderaron de cosas muebles ajenas con el
propósito de obtener provecho para sí, constitutivos de equipaje
de viajeros, sobre medio motorizado, en lugar despoblado y
solitario, mediante el empleo de violencia física sobre las
personas, cuyo acto se ejecutó por dos personas que se habían
reunido o acordado para cometer el hurto.

Sobre este último aspecto, importa resaltar, en la referida


sentencia (cfr. fls. 124-129 ídem), así como en el fallo de segundo
grado que la confirmó (fls. 49-61 ídem), se echa de menos cualquier

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análisis que, en punto del juicio de tipicidad objetiva, hubiera


afirmado la existencia de una posible concurrencia entre los
hechos constitutivos de violencia calificante en el hurto y el delito
de secuestro, que hubiera dado lugar a la resolución de un
supuesto de concurso aparente. De igual manera, siguiendo la
decisión, no se puede afirmar que la violencia sobre las personas
consistió en la retención de las víctimas, sino en otros actos
constitutivos de violencia física y moral, como golpes en la cara,
puntapiés, amenazas de infligirles lesiones o la muerte y,
finalmente, el lanzamiento de una de las víctimas al río.

Bien se ve, entonces, que JOHN ALXÁNDER MONTOYA


LÓPEZ y LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR no fueron juzgados
-dado que no se les acusó por ello- por hechos constitutivos de la
conducta punible de secuestro en el proceso 2001-00072.

Y ello tampoco ocurrió en la investigación preliminar Nº 3554


(que dio génesis al proceso radicado con el Nº 2004-00079). Muestra
clara de ello es que, tras surtirse la audiencia preparatoria, el
Juez compulsó copias para que se investigara la posible
responsabilidad de los procesados por el delito de secuestro
simple (fl. 1 C.1). Esa manifestación, desde luego, tuvo lugar por
cuanto, como se lee en la sentencia respectiva (fl. 295 ídem), la
Fiscalía profirió acusación por el homicidio de Johns Oved
Martínez Henao. Naturalmente, la condena -confirmada en
segunda instancia por el Tribunal Superior de Antioquia (fls. 315-
316 ídem)- se dictó únicamente por los hechos constitutivos de la
mencionada conducta punible, no por alguna otra circunstancia
antecedente a ese hecho (fls. 293-313 ídem).

De suerte que, como quedó evidenciado, es manifiestamente


infundado pregonar que los acusados fueron juzgados por los
mismos hechos que, en la presente actuación, integran la
imputación fáctica con fundamento en la cual se declaró la

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responsabilidad por el delito de secuestro. Por no haber identidad


de objeto, es inaplicable el non bis in ídem y no se puede afirmar el
desconocimiento de la cosa juzgada.

No es cierto que el hecho de la retención de las víctimas


hubiera sido valorado jurídicamente de manera tal que hubiera
sido adecuado típicamente en la circunstancia calificante del
hurto, cifrada en la violencia contra las personas. Además de que
una tal consideración jurídica, como se anotó en precedencia, no
se aprecia en las decisiones emitidas en los procesos que a esta
actuación preceden, tal lectura dogmática es del todo errónea. Al
respecto, la jurisprudencia ha clarificado que la restricción
adicional de la libertad que excede la violencia dirigida para
consumar el hurto ostenta autonomía lesiva para afectar la
libertad personal por la vía del secuestro (cfr., entre otras, CSJ SP 25
may. 2006, rad. 20.326 y SP 24 abr. 2013, rad. 40.878) .

En esta última decisión, del todo pertinente para el asunto


bajo examen, textualmente expuso la Sala:

Se arriba a la conclusión anterior porque el discurso expuesto


por los libelistas deja de lado la jurisprudencia recurrente de la
Sala frente a supuestos de hecho similares, según la cual, sin
establecer reglas generales, el delito de secuestro, en cualquiera
de sus modalidades, ya sea simple, como en este caso, o
extorsivo, concurre materialmente con el hurto calificado por
razón de la violencia, sin que tal eventualidad comporte
transgresión del principio de doble incriminación o non bis in
ídem por tratarse de un mero concurso aparente, básicamente
porque con el actuar se vulnera tanto el bien jurídico del
patrimonio económico como el de la libertad personal.

En ese sentido, cabe precisar, las censuras sugieren la


existencia de un hecho unitario del que se derivaron múltiples
consecuencias adversas a los procesados, tanto procesales como
punitivas. Mas tal proposición es errónea, por cuanto el hecho de
la retención de las víctimas -que tuvo lugar después de la consumación
del hurto y antes de los atentados mortales -, ubicado dentro del

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contexto fáctico en su totalidad, es una conducta con entidad


propia, diferenciable de los comportamientos subsumibles en los
delitos de hurto calificado y agravado y de homicidio, lo cual
descarta de plano la posible configuración de un concurso ideal
-que supone la realización de una sola conducta-.

De suerte que, requiriendo la aplicación del non bis in ídem


en su faceta de inhibidor procesal la concurrencia de identidad de
sujeto, causa y objeto, al faltar este último presupuesto hay razón
suficiente para descartar la vulneración de tal garantía
fundamental en el presente caso. No es dable invocar el efecto de
cosa juzgada para impedir el juzgamiento de una conducta
-secuestro- que en los anteriores procesos no fue objeto de
acusación y que, por tal razón, no integra los juicios de
adecuación típica que, junto a la afirmación de las demás
categorías de la conducta punible, conllevaron a la afirmación de
la responsabilidad penal de los procesados - por hurto calificado
agravado y homicidio-.

4.2.1.4 De otro lado, mal podría afirmarse que la ruptura de


la unidad procesal comporta la afectación de derechos
fundamentales en cabeza de los acusados. No es cierto, como se
clarificó en acápite precedente (num. 4.2.1.3 supra), que la Fiscalía
hubiera calificado la totalidad de las conductas punibles que
integran la hipótesis delictiva derivada de los ya conocidos hechos.
Ahora, ciertamente, el ente acusador incurrió en una falencia al
momento de calificar las dos primeras investigaciones
antecedentes, en las que debió haberse pronunciado sobre el
punible de secuestro (art. 89 inc. 2º del C.P.P.), máxime que en la
segunda de ellas lo imputó en la indagatoria (fls. 3 y 7 C.1).

Sin embargo, un yerro como ese no es sancionable con la


nulidad de la actuación, como lo pretenden los censores, pues en
tal eventualidad, por ministerio de la ley se rompe la unidad

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Casación Nº 46.621
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procesal. Así lo dispone el art. 92-2 del C.P.P., al disponer que no


se conservará la unidad procesal cuando la resolución de cierre de
investigación sea parcial o la resolución de acusación no
comprenda todas las conductas punibles, que fue lo aquí ocurrido.
Y tal solución legal encuentra un sólido fundamento, a saber,
los principios de oficiosidad y legalidad en el esquema procesal
diseñado por la Ley 600 de 2000, en cuyo marco está
absolutamente proscrita la discrecionalidad del fiscal para
renunciar al ejercicio de la acción penal. En tal virtud, la omisión
de la Fiscalía en la completitud de la calificación no confiere el
derecho a no ser perseguido penalmente por una conducta que
dejó de ser calificada en la acusación, existiendo el deber
constitucional y legal de hacerlo (art. 250 -original- de la Constitución y
114-1 del C.P.P.).

Otro asunto, por supuesto, es que el debido proceso


comporta la prerrogativa de ser juzgado sin dilaciones indebidas.
Empero, la corrección a la inobservancia de tal mandato puede ser
la nulidad de la actuación ni la declaratoria de la cesación de
procedimiento. La primera hipótesis, por cuanto la anulación del
trámite, antes bien, entraña la prolongación del proceso; la
segunda, debido a que el exceso de los términos de instrucción no
es sancionable legamente con el decaimiento de la acción penal
(arts. 329 inc. 4º y 39 del C.P.P.).

4.3 Por consiguiente, como el cumplimiento de los


principios que habilitan la solicitud de nulidades debe ser
concurrente, no alternativo, existe razón suficiente para inadmitir
la demanda, máxime que la carencia de fundamento de los
reproches es manifiesto. De suerte que excluyéndose ab initio
cualquier posibilidad de que se hubiera dictado sentencia en una
actuación inválida por vulneración de garantías fundamentales,
decae toda necesidad de proferir un fallo en casación, en tanto no
hay nada que corregir en él.

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En consecuencia, se inadmitirán las demandas estudiadas,


pues tampoco se observa a simple vista la vulneración de alguna
garantía fundamental que amerite el ejercicio de las facultades
oficiosas de la Sala, en los términos del artículo 216 del C.P.P.
En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia

RESUELVE

INADMITIR las demandas de casación presentadas en


nombre de JOHN ALEXANDER MONTOYA LÓPEZ y LEÓN JAIRO
SÁNCHEZ SALAZAR.

Contra esta decisión no proceden recursos.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

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LEÓN JAIRO SÁNCHEZ SALAZAR

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

EYDER PATIÑO CABRERA

PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

Nubia Yolanda Nova García


Secretaria

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