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Caso regional

Museo de arte contemporáneo Ateneo de Yucatán

El Museo Fernando García Ponce -


MACAY es un recinto museográfico
dedicado al arte contemporáneo,
pictórico y escultórico, ubicado
en Mérida, Yucatán, México. Está
situado en la Plaza Mayor de la
capital yucateca, en el corazón de su
centro histórico, contiguo a
la Catedral de San Ildefonso. Este
edificio forma parte de las
instalaciones del antiguo edificio
conocido como el

Es el único museo en toda la península dedicado a la difusión del arte moderno y


contemporáneo, trabajando también en conjunto con diferentes escuelas
promoviendo talleres, cursos, visitas guiadas, entre otros, con el fin de instruir a
los más pequeños acerca del arte.Este edificio se construyó entre 1573 y 1579,
por orden de Fray Diego de Landa, en un
principio funcionó como palacio
arzobispal, tiempo después se convirtió
en el Seminario Conciliar de Nuestra
Señora del Rosario, algunos años más
tarde se le aumentó un segundo nivel
que sirvió para impartir clases de
segunda y tercera enseñanza.En 1916
se transforma en Ateneo, lugar donde se
impartía a la comunidad, clases de música, literatura y dibujo, cabe señalar que
aun se lee "Ateneo Penínsular" en la parte superior de la fachada.
Es hasta 1991 cuando se toma la iniciativa, respondiendo a peticiones de la
comunidad, de crear en ese mismo lugar un museo pues tiempo antes había ya
dejado de funcionar como ateneo; los trabajos de remodelación y adaptación
concluyen en 1993, contando con 15 salas en las que se presentan exposiciones
temporales, 2 galerías, 4 con exposiciones permanentes; de igual forma cuenta
con una biblioteca especializada en arte, una cafetería e incluso una tienda de
artesanías; este museo tiene un gran
compromiso con la niñez y juventud,
impariendo los talleres y actividades
antes mencionados.

El inmueble cuenta con 15 salas para


exposiciones temporales, dos galerías y
cuatro salas permanentes, donde se
exhibe la obra de tres grandes figuras de
la plástica yucateca: Fernando Castro Pacheco, Fernando García
Ponce y Gabriela Ramírez Aznar. Además Cuenta con una biblioteca
especializada en arte, una tienda de artesanías y cafetería. La superficie total del
Museo es de 3,500 metros cuadrada dos y dos espacios interiores: el jardín de las
tinajas y el Expo-foro, con una capacidad para 500 personas sentadas.

Las obras de remodelación estuvieron a cargo de Manuel Amábilis, arquitecto


yucateco de ascendencia italiana y educado en Francia, que posteriormente
destacó por sus estudios sobre la arquitectura maya así como por la realización de
edificios y espacios públicos inspirados en ella, entre los que destacaron el
Pabellón de México en la Exposición
Iberoamericana de Sevilla y el
Parque de las Américas de Mérida.

A partir de aquellos años, la antigua


casa episcopal comenzó a ser
conocida como el Ateneo
Peninsular, nombre relacionado,
desde luego, con la asociación científica y
cultural de la cual fue sede. De manera
general, el edificio fue reconstruido siguiendo
un estilo arquitectónico ecléctico-academicista,
coloquialmente llamado “afrancesado”.
Numerosas puertas y ventanas fueron abiertas
en las fachadas del inmueble, las cuales fueron
adornadas con almohadillados, pilastras de
orden dórico, cornisas, elementos alegóricos y
motivos de inspiración clásica, como por ejemplo figuras de águilas mexicanas
posadas sobre escudos y armas antiguas, caras de leones, yelmos y bucráneos.
La fachada principal fue rematada con un conjunto escultórico conformado por dos
figuras femeninas (conocidas
coloquialmente como “Las Minervas”)
que probablemente representan a
Calíope, musa de la poesía épica y la
elocuencia, y a Eunomia, diosa de las
leyes, el orden y el buen gobierno. Las
dos deidades flanquean un medallón
con el escudo nacional mexicano
debajo del cual surgen dos cornucopias, símbolos de la prosperidad y la
abundancia.

Como ha señalado el arquitecto Arcel Espadas Medina, además de la


transformación física del inmueble, la construcción del Ateneo Peninsular marcó,
desde el punto de vista histórico, un símbolo muy visible
de la ruptura entre el poder civil y el eclesiástico, pues
no solamente se cambió la antigua fachada colonial del
palacio sino que se transformó la concepción general del
edificio al independizarlo radicalmente de la Catedral
mediante una calle que se conoció como Pasaje de la
Revolución. En este sentido, la creación del Ateneo y la
apertura del pasaje, se insertan en el largo proceso de secularización de la
sociedad y la cultura de México que tuvo su momento más significativo con de la
promulgación y aplicación de las Leyes de Reforma.

Durante mucho tiempo se pensó que las dos estatuas frontales del Ateneo
Peninsular eran dos Minervas, pero en realidad ninguna ostenta los elementos
básicos y simbólicos que representaban a
algunas de las grandes diosas del
panteón romano, conocida como Atenea
entre los griegos. Se trata de dos de las
musas de la antigüedad. La de la derecha
parece ser Calíope, musa de la poesía
épica y de la elocuencia, pues lleva en
una mano un rollo de pergamino, y en la
otra, una plumilla para escribir; su cabeza tiene una corona de laurel. La identidad 
de la musa de la izquierda es todavía motivo de duda. Lleva en la mano derecha
una pluma, y en la cabeza una diadema y una corona de mirto, que la confunden
con otras divinidades del Olimpo. Aunque escultores, pintores y poetas
representan a la Victoria o la Fama con la pluma en una de sus manos, no parece
que la estatua izquierda del Ateneo represente a ninguna de estas diosas que no
forman parte del grupo de las musas.

Otros elementos mitológicos


destacan en la fachada y techo
del edificio; una clásica
máscara de teatro superior, y
dos cuernos de la abundancia,
derramando sus frutos, en la
sección interior del cuerno de
la abundancia. De acuerdo con
la mitología helénica, este símbolo surgió al romperse uno de los cuernos de la
cabra Amaltea, nodriza de Júpiter, quien envió dicho cuerno a las ninfas, mismas
que se encargan de llenarlo de frutos y flores; se convierte así en un objeto
mágico, del  cual podían sacar todo cuanto pidieran, de ahí que se utilice como
símbolo de prosperidad y bonanza, y derramamiento en obras de la arquitectura,
escultura, pintura, heráldica.

El friso de estuco que circunda las fachadas del Ateneo Peninsular tiene motivos
alegóricos del arte grecorromano; mascarones con cuernos, yelmos, etc. Son
interesantes también los trofeos o panoplias con águila frontal, antorcha, espada y
cacao distribuidos alrededor del edificio. Por la belleza de su diseño, merecen
especial atención las urnas cinerarias con asideras de cabeza de león que
coronan la cornisa superior en lo alto del ateneo.

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