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Modelos actuales de intervención social (1)

1. Modelo de Atención Centrada en la Persona.

En este modelo se considera a la persona como centro del proceso de ayuda y persigue
promover que quien la recibe sea capaz, mediante apoyos precisos, de ver minimizada
su situación de fragilidad, discapacidad o dependencia y, al tiempo, poder desarrollar al
máximo su autonomía personal para seguir desarrollando y controlando su propio
proyecto de vida.

La persona se configura, así, como referente y motor del proceso de atención, es decir,
se trata de que el plan de apoyos se elabore con la participación activa de la persona,
favoreciendo, por un lado, la mayor independencia posible en las actividades de la vida
diaria (AVD) y, por otro, la preservación y estímulo de su autonomía personal para
tomar sus propias decisiones y mantener el control de su propia vida.

La clave de esta tendencia es su énfasis en la potencialidad del ser humano y sus


características distintivas (decisión, creatividad, autorrealización). Este modelo parte
de la idea de que nadie tiene más conocimiento sobre uno mismo/a que la propia
persona, y que también es ésta quien cuenta con las claves necesarias para
comprender y autodirigir su vida emprendiendo los cambios necesarios.

Por lo tanto, podemos decir que el modelo de Atención Centrada en la Persona se trata
de una atención integral (todos los aspectos de la persona) y transversal (en
coordinación con los diferentes servicios, recursos y niveles).

En el área de la discapacidad y en el de las personas mayores, son donde este modelo


está alcanzando más recorrido, pero ya se está extendiendo a otros ámbitos.
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Universidad de Valladolid
Tomado de: Pilar Rodríguez Rodríguez (2010): La atención integral centrada en la persona. Principios y
criterios que fundamentan un modelo de intervención en discapacidad, envejecimiento y dependencia.
CSIC. Informes Portal Mayores nº. 106. Recuperado de:
http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/pilar-atencion-01.pdf

1.1 Apoyar los proyectos de vida.

Hay que poner atención en aquello que agrada a las personas, es decir, conocer y
apoyar aquello que es importante para cada persona en el momento actual que está
viviendo. El proyecto de vida es la forma consciente o inconsciente que tenemos las
personas de plantearnos nuestra existencia, para llegar a nuestra meta y cumplir
deseos en relación a distintos ámbitos del desarrollo personal (familia, trabajo,
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amistades…).
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1.2 Un modelo profesionalizado que busca calidad de vida.

Consiste en desarrollar medidas del entorno físico, social y organizativo para promover
la calidad de vida de las personas que necesitan ser cuidadas; aquí la persona es la
protagonista activa y su entorno se convierte en el apoyo para desarrollar los
proyectos de vida y asegurar el bienestar. Este tipo de atención se nutre del
conocimiento científico y se orienta desde principios éticos, se protegen los derechos
de las personas reconocidos en normativas y declaraciones internacionales.

1.3 Sus principales apuestas.

La atención en la persona requiere una serie de compromisos en varios niveles: los


responsables, los profesionales y la persona. Dentro de estos servicios se requiere una
ruta de cambio, para ello se dan paso a una serie de apuestas como oportunidades de
mejora.

1.3.1 Primera apuesta y oportunidad: profesionales con un rol diferente.

En este modelo los profesionales no actúan como expertos que dictan en todo
momento lo que hay que hacer. El rol o el papel del profesional consiste, entonces, en
proporcionar un clima favorable y realizar un acompañamiento a la persona en la toma
de conciencia de los aspectos que quiere modificar de su vida apoyando y orientando
al “cliente/usuario” en la adopción de las estrategias más convenientes para lograrlo.
Los profesionales deben poner en el centro de su atención a la persona, su dignidad, su
autonomía y la garantía del ejercicio de sus derechos, frente a otros intereses como
podrían ser la organización del servicio o centro o los del saber profesional. Los rasgos
que definen esta propuesta son la confianza total en la persona y el rechazo al papel
directivo del profesional. Los profesionales dan poder real a las personas sobre su vida
cotidiana.

1.3.2 Segunda apuesta y oportunidad: un ambiente físico agradable, accesible y


significativo.

El ambiente físico es relevante para el bienestar de todas las personas, por ello se
busca la consecución de un lugar hogareño y cálido, con un clima amable, alegre y
estimulante. Se busca todo lo necesario para que se parezca a una casa y se aleje del
ambiente institucional.
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1.3.3 Tercera apuesta y oportunidad: actividades terapeúticas con sentido.

Se dejan atrás las actividades rutinarias, aburridas o infantiles que no motivan a la


persona para desarrollar “actividades plenas de sentido” sin olvidar su objetivo
terapéutico. Son propuestas que agradan a las personas para que estas no se sientan
obligadas en su participación.

1.3.4 Cuarta apuesta y oportunidad: participación de la persona y, en su caso, la familia


o personas allegadas, en su plan de atención y vida.

Si se tratase de una persona con una grave afectación cognitiva, se buscan alternativas
que no solo se basan en la seguridad, sino en el bienestar emocional. Puede ser
necesario el ejercicio de la autodeterminación indirecta. Esto significa que se formaría
un grupo de apoyo comprendido por personas allegadas que la conocen bien y toman
las decisiones que hubiese tomado ella si hubiese tenido la capacidad para mostrar sus
preferencias. Este plan personalizado de atención no es solo un instrumento de
cuidados básicos, sino de apoyo a los proyectos de vida.

1.3.5 Quinta apuesta y oportunidad: una organización flexible y participativa

Para llevar a cabo estas apuestas es necesario un cambio de organización y por tanto
una adaptación por parte de las personas. Estos cambios deben ser los mejores
posibles sin olvidar que lo importante es la calidad de vida de las personas.

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Tomado de: Gobierno Vasco. Cuadernos prácticos. Fundación Matia. La atención centrada en la persona.
Recuperado de:
http://www.gizartelan.ejgv.euskadi.eus/contenidos/informacion/publicaciones_ss/es_publica/adjuntos/cuaderno%201.pdf

2. Modelo de Trabajo Social en Red – Perspectiva Relacional

El modelo Trabajo Social en red-perspectiva relacional, es un modelo nuevo de


intervención social, caracterizado por:


Pretender superar el modelo burocrático – asistencial.

Integrar niveles micro y macro.

Situar lo relacional (capital humano) en el eje central de la intervención.

Promover la relación – cooperación entre redes formales e informales.

Basarse en la confianza de que las personas en comunidad son capaces
de dar respuestas a sus problemas.

El modelo burocrático y asistencialista predominante desde los años cincuenta muestra


significativas carencias para hacer frente a las nuevas demandas de una sociedad cada
vez más compleja y dirigida hacia la calidad de vida.
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La posible solución de los problemas de las personas marginadas, en situaciones de
desventaja, aisladas y en riesgo, cada vez necesitan una visión menos dependiente del
Estado, menos burocrática y “activada” por aquella tradicional puesta en acto por los
operadores formales, dando un nuevo rol a la sociedad como sociedad “civil”. Esta
forma de acercarse a los problemas sociales supone el paso desde unas políticas
sociales asistencialistas o residuales a otras pluralistas y participativas, en las que se
tenga en cuenta la potencialidad y capacidad de todos los actores que intervienen en la
producción de bienestar social.

Un primer paso, y de carácter decisivo en el caso español, sería profundizar en la


descentralización de competencias. Una vez transferidas a las Comunidades
Autónomas, las entidades locales deberían asumir un mayor protagonismo, en buena
medida ligado a su mayor cercanía y conocimiento de las necesidades de la población.

La ausencia de colaboración entre redes formales (profesionales) e informales (de la


parentela a los grupos de amigos y de voluntariado más espontáneo) puede
reconducirse, por una parte hacia las familias, que en alguna ocasión tienden a cerrarse
en sí mismas, recurriendo a los servicios públicos sólo cuando la red informal está
ausente o es muy carente, y, por otra, a la forma de actuar de los servicios
institucionales que no “ven” a las redes sociales. En cuanto a los servicios públicos
formales, el objetivo profesional de activar relaciones más comunicativas y
colaboradoras con las familias, incumbe a estas últimas la responsabilidad –no
indiferente- de tomar conciencia de este estado de la situación y de modificarlo.

El haber olvidado y descuidado a las redes informales ha llevado a resultados pobres y


a fracasos. El resultado ha sido y es, que en el núcleo de la política pública social existe
un vacío que, con toda probabilidad, lleva a provisiones ineficaces o a deterioros para
las personas en condición de necesidad. Si se quiere intervenir de forma correcta, por
tanto, se debe pensar y organizar sistemáticamente la intervención como colaboración
entre redes formales y redes informales.

Al mismo tiempo se está activando un posterior proceso de privatización de la


sociedad, aumenta el número de las personas solas, aisladas, que no pueden disponer
de ayudas informales. Estos fenómenos indudablemente crean perplejidades y dudas
respecto al hecho de que la comunidad pueda dar servicios en el lugar del Estado.
Pero, si se estudia bien el problema, se puede observar que sólo creando contextos de
comunidad se podrán afrontar aquellas crecientes patologías sociales que las
sociedades complejas, intrínsecamente arriesgadas, llevan consigo.
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El Trabajo Social debe comprender cómo la intersección entre interior y exterior de la
familia, entre el mundo vital de las redes primarias y las instituciones de ayuda
(representadas por los servicios públicos, privados y de tercer sector) define
relacionalmente las necesidades de las familias. El Trabajo Social no puede limitarse a
contemplar si las dificultades se han debido a este o aquel motivo o “causa” (por
ejemplo la ausencia de un trabajo, una enfermedad, la presencia y el cuidado de un
anciano o una persona con discapacidad, etc.). No puede circunscribirse a observar si la
familia “funciona” o “no funciona”, en qué forma y medida. El Trabajo Social debe ir
más allá de este planteamiento tradicional. El trabajo de redes trata de hacer esto
redefiniendo el problema como una situación generada por una red problemática de
relaciones. Y la solución debe buscarse en las acciones sobre relaciones, no en otro
lugar.

En el trabajo de redes, se trata de conocer y comprender las estructuras y los


comportamientos de las familias no como modelos ya dados o ya estructurados, sino
como sistemas relacionales variables en el tiempo que se modifican en relación a las
exigencias de cuidado y atención de las personas más débiles.

Las políticas sociales deben hacerse más flexibles respecto a las exigencias de las
familias como sistemas relacionales que se modifican en el espacio y en el tiempo en
función tanto del tipo de personal débil a asistir, como del ciclo de vida de la misma
familia.

Desde una perspectiva de amplios horizontes, se trata de construir un sistema de


protección social basado en “sistemas relacionales” que tengan en cuenta las
modulaciones espacio-temporales de las necesidades familiares, mediante nuevas
combinaciones de intervenciones formales e informales, públicas y privadas. La palabra
clave es aquí “asistencia de comunidad” (community care), es decir, una asunción de la
comunidad y por parte de la misma comunidad, que considere a la familia como sujeto
y no sólo como destinatario pasivo de los servicios, en concreto socio-sanitarios. Si la
familia está insertada en un sistema relacional, es sobre este sistema sobre el que debe
hacerse el diagnóstico de los problemas y al que va dirigida la terapia social. Si la
asistencia es un sistema de redes, es necesario que las intervenciones para el bienestar
sean “intervenciones de redes”.

Las propuestas concretas que se derivan de esta alternativa basada en la perspectiva


relacional son, entre otras, las siguientes:
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El objetivo primero de la intervención social debe ser la permanencia de
la persona en su ámbito social y familiar. En determinados momentos y
situaciones la institucionalización es necesaria para salvaguardar el bienestar y
la funcionalidad de las redes primarias. Lo interesante sería no identificar
residencia con desarraigo y sí fomentar programas de vinculación con el
municipio a la vez que se conciencia a las familias sobre la importancia del
mantenimiento de la afectividad. En este sentido, sería muy interesante
establecer convenios de colaboración entre residencias y tejido asociativo, para
que de forma desinteresada las asociaciones, centros escolares…, prevean de
forma normalizada en su calendario la realización de actividades para las
personas mayores y o discapacitadas en situación de dependencia.

Un sistema de respuesta (coping) en las confrontaciones de las
necesidades familiares es más óptimo cuanto más asume la configuración de un
“sistema complejo en red”, en el que necesidades y respuestas están
correlacionadas a través de una pluralidad de actores, formales e informales, de
asistencia. Esto hace necesaria una flexibilidad, que en la actualidad no existe,
en la definición del PIA respecto a la aplicación de recursos superando en gran
medida el régimen de incompatibilidades existentes por imperativo legal. En
este sentido y en aras de hacer efectiva esa relacionalidad entre actores
informales y formales no se estima conveniente presentar como incompatible
la prestación de Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) y Prestación Económica
para Cuidados del Entorno Familiar.

El reconocimiento de las competencias profesionales adquiridas por
experiencia laboral, debería centrar su atención en la implementación unívoca
de ambas prestaciones. De esta forma los cuidadores no profesionales
dispondrían de una formación práctica domiciliaria con la asistencia de un
auxiliar de ayuda a domicilio encargado de asesorar y orientar en materia socio-
sanitaria. Con la garantía que tras las empresas que gestionan el SAD se
encuentra la Administración Pública (Corporaciones Locales), encargados de
supervisar su trabajo.

En cuanto que corresponde a los servicios públicos formales el objetivo
profesional de activar relaciones más comunicativas y colaboradoras con las
familias, incumbe a estas últimas la responsabilidad –no indiferente- de tomar
conciencia de este estado de la situación y de modificarlo. Se impone un nuevo
estilo de formación de los operadores y un nuevo diseño del sistema de
servicios para el bienestar. ¿Cuál? Ubicando a la familia en el “centro” de la
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comunidad local y organizando los servicios como redes formales-informales de
apoyo a sus funciones.

Se deben activar redes de contacto, apoyo psicológico, intercambios de
vida cotidiana, para permitir a la persona débil, según su grado de
autosuficiencia, el máximo de autonomía vital. Sólo puede realizarse si el
conjunto de los servicios formales e informales es concebido como community
care y si esta última es pensada y practicada como línea o criterio directivo de
política social (en el sentido de policy), y no como resultado espontáneo, sino
como objeto de precisas políticas sociales, sanitarias, formativas y de apoyo.

Se debe repensar completamente la política socio-sanitaria como
política de la comunidad local por y de parte de la misma comunidad observada
desde la óptica de las redes familiares. Esto comporta una profunda re-
orientación de las políticas de los servicios, no sólo sociales y sanitarios,
centrales y locales, y de los relativos “planes”. La programación debe cambiar
de filosofía, en el sentido de que el Estado (central, autonómico y local) y los
actores institucionales deberían orientarse a emancipar una caring society,
actuando de “ordenadores generales”, y no como “gestores totales”.

La posible solución de los problemas de las personas marginadas, en
situaciones de desventaja, aisladas, en riesgo, cada vez más requiere una visión
menos dependiente del Estado, menos burocrática y “activada” por aquella
tradicional puesta en acto por los operadores formales, dando un nuevo rol a la
sociedad como sociedad “civil”. Esta forma de acercarse a los problemas
sociales supone interpretar el welfare de una forma activa. Un primer paso, y
de carácter decisivo en el caso español, sería profundizar en la
descentralización de competencias. Una vez transferidas a las Comunidades
Autónomas, las entidades locales deberían asumir un mayor protagonismo, en
buena medida ligado a su mayor cercanía y conocimiento de las necesidades de
la población. 1
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Tema II. VI. Modelos actuales de intervención social (2)

1. El acompañamiento social

Notas básicas:


Se aplica en personas-familias gravemente afectadas por situaciones de
exclusión que requieren apoyo intenso para salir de la situación

Se basa en una relación personal y continuada de apoyo y mediación

No confundir con seguimiento - control

Busca reforzar a la persona, promover recursos informales, facilitar la
incorporación social

Se trata de un modelo pensado para situaciones de riesgo grave o situaciones de


exclusión. Las situaciones de exclusión se caracterizan por afectar gravemente a las
personas y de forma multidimensional. La situación de exclusión va más allá de la falta
de ingresos económicos e incluye otras problemáticas sociales vinculadas con ámbitos
como el acceso al mercado laboral, la salud física y mental, la educación, la formación,
la vivienda o las relaciones sociales… Es una situación de la que no es fácil salir sin
apoyos. Los itinerarios vitales que llevan a las personas o familias a vivir situaciones de
exclusión son complejos y fruto de procesos de deterioro continuados en el tiempo.
Por ello, esta situación está marcada por una dinámica de irreversibilidad al menos a
corto plazo y por cierta incapacidad de las personas afectadas de salir de su situación
por sus propios medios. Precisamente, entre las dificultades más importantes para
superar su situación se encuentra la falta de capacidades personales y redes sociales
de apoyo que les permitan movilizar sus recursos y aprovechar activamente las ayudas
que puedan ser percibidas.

Entendemos el acompañamiento como ese trabajo de relación personal continuada,


relativamente duradera, de comprender a las personas para contribuir a que ellas
mismas entiendan y empiecen a dominar su situación y las claves de sus dificultades.
Se trata de un de apoyo para activar y movilizar recursos, capacidades,
potencialidades de las personas y de su entorno. Éste es un proceso que también
conlleva la necesaria aplicación de recursos dentro de una estrategia de actuación, con
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criterios de flexibilidad y oportunidad.


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El acompañamiento es algo diferente del seguimiento, aunque a veces se confundan.
La idea del seguimiento evoca una relación en la que la persona usuaria es un objeto
paciente, sometido a una observación y valoración periódica por parte de un
profesional. Es el profesional quien sigue, observa, vigila y controla a la persona
usuaria. La idea de acompañamiento parte de la responsabilidad de la persona usuaria
en intentar organizar su propia estrategia, de utilizar los recursos a su alcance de forma
eficaz; pero parte igualmente de la constatación de las dificultades que las personas
usuarias tienen con frecuencia para hacerlo.

El acompañamiento debe incluir un importante componente de mediación social.


Mediación para tender puentes que ayuden a resolver conflictos familiares o vecinales.
Mediación como forma de promover recursos informales para la atención o la
incorporación. Mediación como instrumento para el acceso a redes de actividades
sociales que ayuden a mejorar la situación de la persona atendida

Acompañar es mirar de otra manera a la persona y su historia, para que ella pueda
verse de otra forma. Es creer en sus potencialidades, ayudarle a tomar conciencia y a
desarrollarse, sea cual sea su estado actual. Acompañar es mediar entre las
instituciones, más o menos burocratizadas de una sociedad y las personas que, por
estar excluidas no puedan hacer valer sus derechos. El acompañamiento como
metodología permite trazar un proyecto con la persona, teniendo en cuenta el punto
de partida y las condiciones del contexto (económicas, políticas, sociales, culturales...)
que actuarán como factores de riesgo o de protección. Supone también reconocer el
protagonismo de los sujetos en el desarrollo de su proceso, y situarse en la posición de
quien está al lado a lo largo de un período, aportando elementos que ayuden al sujeto
a desarrollarse. El acompañamiento, es una forma de entender la relación entre
profesional y persona atendida, en una relación horizontal, donde el profesional se
sitúa en una posición de ayuda, orientación, apoyo y no de control.

Acompañar es mirar de otra manera a la persona y su historia, para que ella pueda
verse de otra forma. Es creer en sus potencialidades, ayudarle a tomar conciencia y a
desarrollarse, sea cual sea su estado actual. Acompañar es mediar entre las
instituciones, más o menos burocratizadas de una sociedad y las personas que, por
estar excluidas no puedan hacer valer sus derechos (Funes, J. y Raya, E. 2001).
Toda relación entre dos o más personas constituye un proceso y como tal pasa por una
serie de fases, que van desde el conocimiento y reconocimiento mutuo al
autoconocimiento del sujeto y de su situación, la identificación de los puntos fuertes y
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débiles, y el establecimiento del deseo de cambio, el balance de oportunidades y retos.


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Los primeros momentos de la relación coincidirá con la fase de estudio y valoración de
la situación y será en estos comienzos donde se sentarán las bases de la relación de
ayuda. A partir de esta relación es posible iniciar el proceso de trabajo, con la
elaboración de planes y propuestas de acción para un periodo de tiempo, y en su caso,
establecer el contrato o acuerdo de trabajo, oral o escrito, en función de los casos, en
todo caso explícito, concreto y definido para un periodo de tiempo (Raya, 2014).

Algunas ideas a tener en cuenta que pueden facilitar el acompañamiento las recoge
Esther Raya (2014):


Poner el énfasis en lo normal, no en lo patológico.

Evitar la rigidez mental del o la profesional.

Ir con la verdad por delante.

Hablar mucho e intensamente y amistosamente a intervalos frecuentes
con los o las clientes.

No considerarse infalible.

Buscar los aspectos positivos de la relación del Trabajo de casos.

Estar disponible a las llamadas de emergencia.

Estimular el cambio de aires del o la cliente alejándolo de sus tensiones
y conflictos.

Saber ver los avances por escondidos y pequeños que sean, en el caso
de que éstos se produzcan.

Confiar en los o las clientes, lo que ayuda al éxito.

Emplear el acompañamiento y la paciencia.

Considerar a las personas desde la honestidad, el afecto, la simpatía, la
pulcritud, la puntualidad, la responsabilidad, la estabilidad.

2. La práctica basada en la evidencia

La Práctica Basada en Evidencias (PBE) es definida como “el uso consciente, explícito y
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juicioso de la evidencia más actual y vigente en la toma de decisiones en la atención


individual de nuestros clientes”. Este método introduce como novedad que los
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profesionales fundamenten sus intervenciones no sólo en su experiencia profesional
sino que combine ésta con la mejor evidencia de investigación (teórica o empírica)
disponible. Pretende evitar la inercia en la práctica profesional o la falta de
actualización de conocimientos.

Se parte del hecho de que el Trabajo Social es una disciplina asentada en


conocimientos y métodos existentes en el ámbito del saber científico social. Ello
supone que el Trabajo Social no puede limitarse a “consumir conocimientos”, sino que
debe asumir la tarea de aportar/general conocimiento aplicado mediante procesos
investigación sobre su objeto de interés.

La PBE aparece por primera vez en las ciencias de la salud para ayudar a los
profesionales en su toma de decisiones. Se entiende por esta práctica la utilización
consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia científica clínica disponible.

La práctica basada en la evidencia conlleva una serie de etapas. La primera consistiría


en convertir el problema de intervención en una pregunta de investigación del tipo:
¿cómo podemos ayudar a esta persona a x? A partir de ahí, se trataría de buscar en la
literatura científica respuestas a ese interrogante. Tras la recopilación de material, se
hace una revisión crítica de todo ello, desechando aquellas aportaciones que se
consideren poco útiles para nuestro objetivo… ayudar a x.

La siguiente etapa supondría aplicar en la práctica la respuesta a la pregunta planteada


y evaluar los resultados. Pondremos en evidencia la adecuación o no de la respuesta
dada y generaremos conocimiento (evidencias) que nos puedan ayudar a crecer
competencialmente en la medida que sabemos más…

Ello no supone que el profesional del trabajo social deba dejar de lado su experiencia,
su profesionalidad y su autonomía ante las situaciones que se le presentan en el
desempeño de su práctica.

Toda intervención tiene una teoría implícita o explícita, se basa en saberes teóricos o
prácticos… se trata de evidenciar esos saberes y aprovechar su aplicación para
obtener/generar nuevos conocimientos que contribuyan a afinar las intervención,
haciéndolas progresivamente más eficaces.
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2.1. El debate acerca del Trabajo Socia basado en la evidencia

La PBE, siendo ciertamente un instrumento idóneo para la utilización de la más


actualizada información científica, no se presenta, sin embargo, como un sustituto de
la competencia profesional: la PBE puede ilustrarnos acerca de qué tipo de
intervención es más eficaz en una particular parcela del Trabajo Social, pero cualidades
como el talento profesional, la empatía, la consideración positiva del usuario de los
servicios sociales y la habilidad para construir relaciones humanas, sólo por citar
algunas, han de permanecer como patrimonio inalterable del trabajador social en su
labor asistencial. Además, la PBE reconoce la importancia de compartir, siempre que
ello sea posible, el proceso de deliberación y decisión con el usuario de los servicios
sociales, al consagrar sus preferencias y valores como otro de los componentes
esenciales de las decisiones basadas en la evidencia. El amplio campo del Trabajo Social
es una reserva estimable de talento profesional y científico y que la función del TSBE
no es reemplazar ese talento, sino aumentarlo para que sirva de base a una asistencia
social cada día más efectiva.

3. La innovación social

La innovación social es un proceso consistente en “buscar” algo nuevo. No siempre lo


nuevo es sinónimo de bueno… pero parece claro que ante los nuevos “retos sociales”
es difícil pensar que pueden seguir valiendo viejas respuestas que se crearon para y en
situaciones muy distintas a las actuales.

Los intensos cambios sociales a los que estamos asistiendo están poniendo sobre la
mesa importantes y novedosos retos para los que las experiencias no tienen
respuestas. Algunos de los más importantes retos podrían ser los siguientes:


Inclusión por el empleo.

Alargamiento de la vida.

Aumento de las desigualdades.

Individualización de la existencia.
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Incremento de las situaciones de dependencia.

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Límites al crecimiento económico/presupuestario.

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Participación social y política.

Ante nuevas situaciones hay dos posibles respuestas:


Adaptativas: intentar ajustar las respuestas para que más o menos todo
siga igual.

Creativa: un nuevo modo de enfrentarse no comparable con lo hasta
ahora existente.
Ante nuevas situaciones… no parece lógico insistir en las viejas respuestas... es preciso
buscar nuevas soluciones… más eficientes, efectivas, justas, sostenibles… que aporten
valor desde el punto de vista del bien común. Y será el trabajo común, los procesos
sociales, las deliberaciones entre actores (administración, tercer sector, sociedad civil,
universidades…) las que permitirán avanzar sobre futuros inciertos pero (lo
necesitamos) mejores.

La innovación social está preocupando a todos los gobiernos en la medida que ven en
ella una estrategia que permita generar respuestas a los nuevos retos sociales (EE.UU.,
Canadá, EU…)

Las innovaciones sociales son sociales porque lo son en dos sentidos: tanto en sus fines
como en sus medios. De manera específica, definimos las innovaciones sociales como
aquellas nuevas ideas (productos, servicios, modelos…) que de manera simultánea
cubren necesidades sociales de manera más efectiva que alternativa y crean nuevas
relaciones sociales o colaboraciones. Hay innovaciones que no sólo son buenas para la
sociedad, sino que incrementan sus capacidades para la acción (Presidente Barroso)

La innovación es distinta a las rutinas, los procesos habituales, las respuestas


establecidas… En la generación de probar, crear, apoyar…. algo nuevo, tienen mucha
importancia los debates en las comunidades profesionales.

4. Bibliografía

3. Bibliografía

• Silvia Navarro Pedreño: De cómo Robinson Crusoe (re)descubrió a


Viernes: reflexiones sobre la perspectiva relacional en la intervención social
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hoy.
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Universidad de Valladolid
Recuperado de:

http://www.rayuelacreactiva.com/images/stories/pdf/perspectiva_relacional.pdf

• Manuel Herrera Gómez: Redes e intervención social en las sociedades


avanzadas (2009). Recuperado de:
http://www.funciva.org/uploads/ficheros_documentos/1254153776_redes_e_i
ntervencion_social_en_las_sociedades_avanzada._manuel_herrera.pdf

• Pilar Rodríguez Rodríguez (2013): La atención integral y centrada en la


persona. Recuperado de: http://www.fundacionpilares.org/docs/AICPweb.pdf

• Pilar Rodríguez Rodríguez (2010): La atención integral centrada en la


persona. Principios y criterios que fundamentan un modelo de intervención en
discapacidad, envejecimiento y dependencia. Recuperado de:
http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/pilar-atencion-01.pdf

• Gobierno Vasco. Cuadernos prácticos. Fundación Matia. La atención


centrada en la persona. Recuperado de:
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European Union: Empowering people, driving change: Social innovation in the
European Union. Recuperado de:
http://ec.europa.eu/DocsRoom/documents/13402/attachments/1/translations
/en/renditions/native


Fantova, F. (2015): Innovación social y Tercer Sector de Acción Social. Recuperado
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Funes, J. y Raya, E. (2001). El acompañamiento y los procesos de incorporación
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http://www.luisvivesces.org/upload/13/40/Guia_Inclusion_FLV_ACCESIBLE_VF. pdf


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Documentación social nº 174. Ejemplar disponible en la Biblioteca del Campus
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Raya, E. y Caparrós, N. (2014). Acompañamiento como metodología de Trabajo
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Unión Europea: innovación social. Recuperado de:
http://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=1022&langId=en


Video: ¿qué es la innovación social? https://vimeo.com/101520049

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Pá gina

Departamento de Sociología y Trabajo Social


Universidad de Valladolid

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