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Bernardo de Monteagudo
1815.
La obra Carlos Alonso realizada desde mediados de la década del 60’ a 1976 está
fuertemente asociada con la violencia, como reflexión acerca de su capacidad destructora, una
crítica, a una violencia ejercida por el poder sobre los cuerpos, una obra que expone un
posicionamiento político en un horizonte histórico, en gran parte de esta obra utiliza la carne
de res como metáfora del cuerpo, pero también de un sistema económico, político e
ideológico que se impone ejerciendo la violencia sobre la sociedad. Con una visión realista y
expresionista sus dibujos y pinturas no reflejan la realidad, sino metafóricamente, según Jorge
López Anaya, “en una línea coincidente con la Nueva objetividad (die Neue Sachlichkeit)”
creemos que es así, al menos en la actitud de desenmascarar no ya a la burguesía alemana
previa a la guerra, sino a la oligarquía Argentina.
En 1976 expone en la Art Galery international “El Ganado y lo Perdido” y realiza para
otra muestra en el Bellas Artes “Manos Anónimas” una instalación de figuras y reses de
tamaño natural en papel mache, que no lograría exponer, (la muestra fue suspendida por la
irrupción del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976) la primera fue un éxito de público,
pero una amenaza de bomba hizo suspenderla, quedo en el taller del artista cuando este se
exilió en Italia y fue reconstruida en el año 2019 para la exposición retrospectiva “Pintura y
Memoria” realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes, ese mismo año.
Los discursos, las prácticas y las políticas de internacionalismo con los cambios
incesantes de estilo y la introducción de las novedades extranjeras fueron intensamente
cuestionados, ejemplo de esto es la posición de la crítica argentina Marta Traba que ve a
Romero Brest como el responsable de la entrega, en relación a la dependencia económico-
cultural, el arte y la identidad, de las sociedades latinoamericanas. Carlos Alonso en este tema,
deja clara su posición, considera positiva la experimentación que expande la libertad del artista
y las posibilidades del arte, pero reivindica el oficio de la pintura, lo considera su medio de
expresión y pone el conocimiento de este oficio y sus medios en la búsqueda de una identidad
nacional, con la intención de esta reivindicación es que realiza en 1969 de Exposición “Todo
Lino” como un homenaje a su Maestro Lino Eneas Spilimbergo.
En 1968 Alonso realiza ilustraciones para “La divina Comedia” de Dante Alighieri, para
ello, utiliza el dibujo la fotografía y el collage, donde, en con una transposición del texto clásico
a los tiempos contemporáneos, contextualiza, el infiero del Dante, en Vietnam, en el Santo
Domingo invadido por E.E.U.U., en las Villas miserias, en los niños desnutridos y en la tortura.
El libro nunca llego a publicarse. Sin embargo se observa aquí, algunos aspectos de su
producción, el desplazamiento de los tiempos históricos, que referencia, y su compromiso
social y político, características que van a repetirse, a nuestro entender, en posteriores obras,
ese desplazamiento en los tiempos históricos, son utilizados, con astucia, para una denuncia
ética del presente (de ese momento) como ocurre por ejemplo, cuando a partir de la obra de
Rembrandt “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” de 1632, realiza una representación
de la muerte del Che Guevara (haciendo clara referencia, también, a la fotografía que circulara
en la prensa de entonces de sus asesinos exhibiendo su cuerpo). A propósito de esta obra,
resulta curioso el hecho de que a pesar de la circulación de la foto en la prensa mundial, la
obra fue censurada, lo que ocasionó que pintara con ironía “censura”.
Desde que ilustra El matadero de Esteban Echeverría en 1963, se abre para Alonso,
según sus palabras, “toda una perspectiva en cuanto a la lectura de la realidad” esto es
significativo para su posterior obra donde se hace referencia a la carne, las series El ganado y
lo perdido, Carne, Lección de anatomía, Manos anónimas, Amanecer argentino, entre otras.
El texto de Echeverría, considerado el primer cuento realista del Rio de la Plata es una
alegoría de la polaridad entre unitarios y federales en la época del restaurador Juan Manuel de
Rosas, el autor (un unitario civilizado) describe una escena, donde La Mazorca, sociedad
iniciada por Encarnación Ezcurra, esposa del caudillo, compuesta por matarifes ignorantes, que
entre abundante sangre, carne de redes, tripas tiradas en el suelo y animales, exhiben un
comportamiento bestial y someten con violencia a un joven unitario. José Pablo Feinmann
llama la atención sobre la descripción de Echeverría de la salvaje y extrema violencia del
ataque al joven unitario por los federales seguidores de Rosas que, en un tono violento y
racista son equiparados a animales y especula sobre la intención de justificar, mediante esta
descripción, la violencia, que a modo de venganza se ejercerá sobre estos.
Cuando algunos años después, por orden de Mitre se persiga y asesine a los caudillos
federales, matanza que culminara, simbólicamente, con la cabeza del Chacho Peñaloza clavada
en la punta de un poste en la plaza de Olta en presencia de su familia, acción ordenada,
justificada y festejada por el “civilizado” Domingo Faustino Sarmiento.
La carga ideológica y simbólica que contiene el texto de El Matadero lleva implícita una
visión que la elites tienen de las clases populares, visión, que va a atravesar la historia
argentina y va a ser determinante en el ejercicio de la violencia; no por casualidad una frase de
La resbalosa, de Hilario Ascasubi, que en el mismo sentido que el texto de Echeverría describe
con crudeza la tortura y el asesinato de un unitario en manos de gauchos Rosistas (el título
hace alusión al charco de sangre en el que se resbala el desafortunado unitario) sirve de
acápite para la parodia que del El Matadero, con el título “La fiesta del Monstruo” publican
Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges en 1947 bajo el seudónimo de Busto Domecq, donde
proponen una visión del 17 de octubre de 1945, en la que “los muchachos” (Peronistas) al
concurrir a aquel acto histórico (la fiesta del monstruo) ejercen una atroz y desmesurada
violencia sobre un pobre joven judío que tranquilo caminaba con sus libros bajo el brazo, al
que desfiguran a piedrazos, aún después de que este permanezca muerto e inmóvil en el piso,
por no saludar la imagen del monstruo que sus seguidores llevaban consigo; estableciendo un
claro paralelismo entre el movimiento obrero y el Nazismo, ¿justifica este acto de violencia la
ejercida años después sobre el peronismo?.
Solo a los efectos de este texto, sobre la obra de Alonso entre en las décadas del 60 y
70, sin desconocer la complejidad de la realidad histórica y los factores implicados en los
procesos sociopolíticos, es que haremos referencia a dos acontecimientos, de la historia
argentina, donde la carne como símbolo de lo económico e ideológico se relaciona con el
poder y la violencia. El primero de ellos es el Pacto Roca-Runciman que firmaran (por
Argentina, Roca, hijo del que llevara adelante el exterminio del desierto para expandir las
tierras productivas), el segundo en representación de Gran Bretaña (actor significativo en
procesos relacionados con el poder y la violencia en nuestra historia); un pacto perjudicial y
humillante para el estado respecto al comercio de la carne, cuya denuncia provocara el
asesinato del senador Enzo Bordabehere dentro del recinto del congreso, al comienzo de la
denominada década infame.
Esta obra en una instalación realizada en tamaño real con técnica hiperrealista y en papel
mache en 1976, para la muestra “Imagen del hombre actual”, que, se llevaría a cabo en el
Museo Nacional de Bellas Artes, ese mismo año, con la irrupción del golpe militar del 24 de
marzo que derroco a Isabel Perón, la exposición es cancelada y la obra queda en el taller del
artista, destruyéndose con el tiempo, en 1919 es reconstruida, con financiación del Museo
Nacional de Bellas Artes, para la muestra retrospectiva “ Pintura y Memoria” pertenece hoy a
la colección del museo al ser donada por el autor.
En esta instalación podemos observar en un plano posterior carne de res, una pierna
humana y una camisa baleada y ensangrentada que cuelga de ganchos como en las carnicerías,
es evidente que se trata de una carnicería humana, cuatro personajes se encuentran delante,
un militar en actitud de alerta que parece proteger la escena, a la derecha de un personaje
sentado en un sillón sin torso ni rostro que fumando perece no importarle la escena, quizá su
autor intelectual y símbolo del poder real siempre oculto, un cadáver en el piso tapado con
diarios producto de una muerte violenta, a la derecha, un personaje misterioso vestido con
sobretodo y con el rostro cubierto contempla la escena por último, un poco por detrás, entre
el personaje del sillón y el militar, un busto, quizá representación de la historia, le da la espalda
al espectador, podemos interpretar la escena como la representación de un crimen donde la
carne de res y la humana tienen el mismo valor, indicios de una violencia ejercida sobre los
cuerpos por un desconocido, con la complicidad de unos descarados.
Bibliografía.
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Bustamante, Bárbara EL LENGUAJE DE CARLOS ALONSO Nómadas (Col), núm. 22, abril, 2005,
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Wechsler, Diana y otros, Carlos Alonso (auto) biografía en imágenes, Buenos Aires, ediciones
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