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G. Graetzer, A.Yepes
Edición completa Ricordi Americana S.A.E.C, 1983
Este último aspecto debe ser señalado como el más característico de la concepción
educativo-musical de Orff.
"Música para Niños” no está destinada a formar compositores. La composición musical
es otra cosa completamente distinta. Los niños pueden llegar a componer
espontáneamente trozos muy interesantes.
El hecho estético de la creatividad infantil debe encuadrarse en los marcos de la
actividad que lo contiene por entero: el juego.
Los niños que practican según el sistema educativo-musical de Orff, con la guía
eficiente de un profesor de música, juegan con ritmos, sonidos, palabras, instrumentos
y con el accionar de sus manos, pies y voces. Sus creaciones no tienen otro valor
que la autenticidad que les confiere el libre despliegue de sus facultades musicales.
En esas pocas notas libera fuerzas ocultas en su espíritu y para lograrlo pone en juego
su inteligencia, ejercita sus posibilidades al cantar, tocar o accionar y obtiene la
confianza en sí mismo que sólo se adquiere al contemplar la obra personal
felizmente realizada.
Ritmo
El punto de partida de Orff es el ritmo. No se lo enseña teóricamente, sino
vivenciándolo en el recitado rítmico y accionado.
Para el niño el habla y el canto, la música y el movimiento, forman un todo
indivisible. La repetición de palabras convenientemente dispuestas permite al niño
la comprensión de cualquier combinación sin ninguna clase de dificultades. Las
fórmulas rítmicas vivenciadas de esta manera se reproducen batiendo palmas,
golpeando el suelo con el pie o dando palmadas en los muslos (percusión corporal);
luego se utilizan sencillos instrumentos de percusión que permiten añadir
acompañamientos progresivamente más complejos.
Melodía
La melodía recibe un trato similar. La repetición rítmica de palabras lleva
imperceptiblemente a diferenciar las sílabas entonándolas distintamente. Las
primeras melodías están, por lo tanto, estructuradas solamente con dos sonidos: el
mínimo de diferencia sonora de las sílabas rítmicamente entonadas. El intervalo más
sencillo, la tercera menor descendente señala el comienzo de la aventura melódica.
Muy gradualmente, y sin esfuerzo alguno, aparecen el tercer, cuarto y quinto
sonidos que posibilitan el manejo del repertorio de canciones pentafónicas que Orff
considera particularmente accesibles para los niños.
La sencillez de las melodías pentafónicas contenidas en “Música para Niños” facilita el
logro del más importante de sus objetivos: el estímulo de las .facultades creativas del
niño.
Armonía y acompañamiento
Textos
Lo que decimos de la música puede extenderse a los textos.
Si queremos cultivar la ternura del niño, elevar sus sentimientos e influir en su
moral, tendremos que hablarle en el idioma que le es propio o renunciar a la
empresa. Tendremos que despojarnos también de nuestra malicia, pues muchos de
los textos contienen expresiones cuyo sentido literal resulta equívoco para el adulto,
pero que el niño utiliza inocentemente, en primer lugar porque su inocencia le permite
deslizarse sobre esas cosas (y sobre tantas otras) sin mancharse y, además, porque,
insistimos, él no atiende al sentido de lo que canta sino a ciertas cualidades de la
canción que la hacen apta para el juego.
¿Cuáles son estas cualidades? Varias, y entre ellas su antigüedad. La literatura y la
música infantiles son esencialmente tradicionalistas. Mientras conserve su espíritu
inocente no cambiará sus viejas letras por las mejores poesías que le podamos
ofrecer. Otra, en fin, el ritmo interno del texto, las reiteraciones, los imprevistos saltos
y detenciones del relato que seducen al niño tanto por su simplicidad como por
prestarse a maravilla para el gesto, el movimiento y el énfasis que en el juego ocupan
un lugar preponderante.
Actuación (Representaciones)
Los textos de muchas rimas, canciones y refranes pueden representarse por medio
de la combinación de la palabra con la música, con la pantomima o con la danza.
Aunque esta “unión de las artes” resulte quizás difícil y hasta inadecuada para el niño,
constituye un riquísimo aporte para estimular la imaginación creadora durante la edad
escolar y la adolescencia.
El instrumental Orff
Una vez postulada la preeminencia del ritmo en el juego, canto y recitado infantiles,
resultaba necesario concluir que los instrumentos de percusión son los más
apropiados para que los niños hagan música, esto es, para que acompañen sus
movimientos, sus recitados y sus canciones.
El primer instrumento de percusión utilizado en este sistema educativo-musical es el
propio cuerpo del niño.
A esta práctica elemental, a que todo niño se somete con entusiasmo, se le van
agregando los instrumentos de percusión (instrumentos, no juguetes), en forma
gradual. El Instrumental Orff comprende instrumentos capaces de reproducir las
melodías que el niño canta, escucha o crea, y proporciona los acompañamientos
armónicos elementales que se necesitan para completar la práctica musical.
INDICACIONES DIDÁCTICAS
Capacitación rítmica (Percusión corporal)
Las primeras actividades rítmicas deben ser realizadas en estrecha relación con el
cuerpo del niño y su dinamismo específico.
Ello es aconsejable por varias razones:
a) la percusión corporal produce una fuerte sensación táctil, la cual desde las manos,
los muslos y los pies estimula la percepción interior del ritmo y desencadena
reacciones de todo tipo que evidencian el imperio del mismo sobre el lenguaje, la
melodía y el movimiento, predisponiendo a los niños para la correcta realización
colectiva de actividades rítmicas.
b) La utilización de instrumentos, por sencillo que parezca su manejo, presupone una
cuota de atención dirigida a la misma. El empleo apropiado del movimiento y de la
percusión corporal asegura el éxito posterior en la ejecución instrumental por parte de
los más pequeños.
c) La percusión corporal nos ayudará a resolver frecuentes problemas de rigidez,
lateralidad y débil coordinación psicomotriz, los que muy a menudo frustran el
posterior y eficiente empleo de los instrumentos.
Una vez adquirida una técnica apropiada, la percusión corporal se emplea en función
de sus calidades tímbricas.
La improvisación
Aspectos generales
Lo importante es despertar en los niños el anhelo de hacer su propia música
inventando nuevas variantes o creando originalmente giros melódicos o
acompañamientos rítmicos sobre rimas o poesías infantiles.
Se estimula la inventiva de los niños que encuentran así, constantemente, motivos de
interés.
Siendo la improvisación el fruto de ciertos conocimientos es lógico que no debe
exigírsela al alumno antes de haberle inculcado las bases necesarias. La inventiva,
pues, debe ser orientada y controlada por el profesor.
A veces resulta difícil para el profesor abstenerse de intervenir con sus propias
ideas. Es la suya una labor tranquila y serena, pero a la vez intensa y estimulante. No
pocas veces las ideas de los alumnos superan a las del profesor por ser más
elementales .
Cuando los alumnos se habitúan a esta manera de hacer música confían en sí
mismos, se dejan llevar por sus propias ideas y ya no aceptan la mera y
estereotipada repetición de las canciones y de las piezas, muy al contrario, tratan
de introducir constantemente pequeñas variantes.
Nuevas técnicas
El logro de una interpretación viva
Una vez resueltos los problemas técnico-instrumentales surge el deseo justificado de
pulimentar la obra en todos sus detalles. Para lograrlo es esencial que los niños
ejecuten de memoria sus partes.
La primera dificultad de la ejecución grupal reside en el mantenimiento del tempo.
Es aconsejable encargar de vez en cuando a un alumno la dirección del conjunto, con
el objeto de que se capacite en ese aspecto de la práctica musical; desde el punto de
vista pedagógico convendrá que todos los alumnos asuman eventualmente ese rol.
Por lo general, los niños tienden a acelerar, a “correr”. Es conveniente que el profesor,
al notar la menor alteración de la velocidad utilice una palabra convencional para
impedir que persistan en este vicio tan perjudicial. Se ha comprobado, al efecto, la
eficacia del empleo de la palabra “frenen”.
Otro aspecto interpretativo de singular importancia consiste en saber cómo y cuándo
se modifica el matiz.
“Toda ejecución debe emerger del matiz piano" indica Cari Orff. El alumno debe tener
conciencia, ante todo, de si toca una parte principal o secundaria, esto es, melodía o
acompañamiento.
Con el fin de lograr una interpretación plenamente vivida es necesario que cada niño
conozca toda la pieza, que los acompañantes no repitan automáticamente su bordón
sino que acompañen con placer y compenetración. Los que se suman con palmadas,
deben intervenir orgánicamente y matizando el timbre.
SUGERENCIAS
Observaciones sobre la actitud del niño
A continuación se enumera una serie de los problemas más comunes y su
posible solución, una, en cada caso, entre muchas a ensayar.
a) Los niños que están sentados frente a sus instrumentos o los tienen en sus
manos, se sienten, como es de imaginar, tentados de jugar con ellos en todo
momento. Vale decir que los niños deberán acostumbrarse, desde el primer día
que se sitúen frente a los instrumentos, a no tocarlos sino cuando corresponde o el
profesor lo ordene. Desde luego, dicha decisión no debe llegar a impedir que, por
unos instantes, los niños descarguen espontánea mente esa curiosidad tan natural
en ellos. Recordemos que vienen de otras clases donde sin duda debieron
mantenerse muy quietos y en silenciosa atención, hasta que, por fin aquí pueden
moverse hablar, cantar, en síntesis: expresarse. Al entrar al salón de música, los
dejamos, pues, unos minutos a solas con los instrumentos.
b) Usted ha preparado meticulosamente la clase disponiendo, dentro del plan
correspondiente, una gran variedad de ejercicios. Sin embargo, no logra
despertar el interés del grupo, y observa cómo decae, poco a poco, la atención
de los pequeños.
Su falla puede residir en no haber pensado en el aspecto artístico. Tenga en
cuenta que cada clase debe culminar con una vivencia artística. Debe haber, por
lo menos, un momento, que emocione al niño y le haga exclamar: ¡Qué lindo!
c) Sucede, a veces, que en una pieza instrumental resulta difícil el aprendizaje de
alguna de las partes. Toca un niño después del otro ensayando su parte, pero,
mientras tanto, aquéllos que no participan en la ejecución se aburren
soberanamente, se distraen, hablan, molestan. Tengamos en cuenta que las piezas
con mayores dificultades técnicas deben ser estudiadas sólo con grupos muy
pequeños y que, incluso a ellos, no se les enseña toda la composición de una
vez, sino sección por sección.
Los alumnos que en determinado momento no tocan, siguen atentamente la labor
de sus compañeros, controlando en sus partituras las ejecuciones de aquéllos, o
buscando mejorar sus partes ensayándolas directamente con las puntas de los
dedos sobre las placas.
d) El niño que no puede o se resiste a improvisar porque, según lo expresa, no se
le ocurre nada, no debe ser presionado en modo alguno, so pena de acentuar
su inhibición y dificultad.
Si un niño no es capaz de improvisar o inventar no es, en todos los casos,
porque le falten condiciones musicales. Por lo general, la causa es la timidez.
e) Otro inconveniente que se presenta al docente y cuya solución requiere
conocimientos, tacto y paciencia, lo constituyen los niños del grupo que no
entonan las notas a la altura que corresponde.
Es fácil advertir que el hecho de disponer de un instrumental tan variado nos
brinda una solución viable que consiste en poner en manos de los alumnos que
manifiestan dificultades fónicas, instrumentos con los cuales puedan expresarse
musicalmente, sin necesidad de verse obligados a cantar.
f) Un aspecto de la actividad del docente a tenerse siempre en cuenta es el
equilibrio permanente que debe existir en su labor entre juego y aprendizaje. En
realidad estas dos actividades no son de ninguna manera opuestas.
Será necesario que el profesor introduzca constantemente en el grupo a su cargo
nuevos elementos didácticos que renovarán el interés por el juego y obligarán
insensiblemente a los niños a aumentar su capacidad y, consecuentemente, a adquirir
nuevos conocimientos.
Asimismo, interesa señalar el peligro que significa caer en la superficialidad, esto es,
en el mero pasatiempo. El juego debe ser específicamente educativo.
g) La práctica de “Música para Niños” —como toda actividad escolar bien
entendida— debe orientarse a crear hábitos de orden y cuidado. En este
sentido, el manejo de los instrumentos, la disposición de los mismos en el aula,
la operación de retirarlos y guardarlos en sus respectivos armarios ofrecen al
docente oportunidades para educar a sus alumnos en ese aspecto.