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¿Un hombre puede perdonar a otro hombre sus pecados, si solo Dios es quien perdona?
Esta es la pregunta que mas resuena cuando entablamos una conversación con otros y que tiene que ver
con el Sacramento de la Reconciliación, y muchos coinciden en su respuesta; quien perdona es Dios.
Otros dicen como me voy a confesar con un hombre que es mas pecador que yo, incluso llegan a decir
con que autoridad moral me viene a hablar de pecado y reconciliación si el testimonio que da no es
coherente con lo que dice.
“Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y dependen de los Obispos en el ejercicio
de su potestad, están, sin embargo, unidos con ellos en el honor del sacerdocio, y en virtud del
sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, a
imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (cf. Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para predicar el Evangelio y
apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino. Para con los fieles arrepentidos o enfermos
desempeñan principalmente el ministerio de la reconciliación y del alivio, y presentan a Dios Padre las
necesidades y súplicas de los fieles (cf. Hb 5,1-13)”. LG 28.
Con toda esta doctrina expresada, en síntesis, vemos que el ministro cuando celebra el Sacramento de la
Reconciliación, no lo hace a nombre propio sino en nombre de Cristo, la Gracia de estado que ha recibo
en su ordenación ministerial le concede esa atribución de perdonar los pecados, con la finalidad de
reintegrar al seno de la comunidad al sujeto que por causa de su pecado ha roto la comunión con Dios,
con el prójimo y con la Iglesia.