í

\
'i
¡

-! ' 1

¡
1
'
LAS DIFERENCL-\S SEGUN BENETTON
~
¡
' Factores antropológicos e históricos
en la constitución de las nuevas minorías

Juan Jorge Michel Fdriña

LA DIVERSIDAD LINGÜISTICA

NarcfsoBembenaste
' ,;,,-_- \,'; /'<---
y Juan Jorge
- -_
Michel
---\'-'
Fariña
-

. SOBRE EL ACTO DE DISCRIMINAR

'
•
Las diferencias segun Benetton.
Factores antropológicos e histór.icos
en la constitución de las nuevas minorías
Juan Jorge Michel Fariña ....................... ........ 2
•

La diversidad lingüistica
Narciso Bembenaste y
Juan Jorge Michel Fariña .............................. 15

Sobre el acto de discriminar

Juan Jorge Michel Fariña .............................. 17

Un proyecto de la Red Internacional de Salud

Mental y Derechos Humanos

©2000
 LAS DIFERENCIAS SEGUN BENETTON
Factores antropológicos e históricos en la constitución de las nuevas minorías
Clase dicrnda el 7 de Junio de 1999 para los aluntnos de ta asignatura Introducción al Pensanúento Cienlljico (Pn~fesor
Titular: 1Varciso Benhenaste), Ciclo Básico Con11l11, Universirhuf de Buenos Aires. Versión corregida_
Juan Jorge l\1ichel Fariña
Voy a introducir esta charla, con una
dedicatoria. La semana pasada murió una
'"'rsona, cuya trayectoria tanto tuvo que ver
con el tema que nos convoca hoy. Inmedia-
tamente recordé una escena, que se remon-
ta a la época ele la polémica por la oferta de
sexo callejero en la zona de Palermo. El
tema estaba en su punto más álgido y las
cámaras de la televisión cubrían la noticia
dándole carácter de escándalo. Durante un
reportaje a la representante de los vecinos
sensibles de Palermo, esta mujer contó una
anécdota que me impresionó especialmen-
te. "Esto no puede seguir así -decía indig-
nada-. las cosas llegaron demasiado lejos.
Mire si no lo que me pasó el otro día. Yo
tengo un hijo de ocho años. Estábamos en
el almacén y pasó por la puerta una de estas
personas y mi hijo preguntó quién era esa
chica. Y el almacenero le contestó que no
era una chica, que era un travestí. Otro día,
estábamos en la carnicería y ante una pre-
gunta parecida, alguien respondió: ese es
un gato. Ahora, en casa la gata tuvo cría y
mi hijo, a uno de los gatitos le puso de nom-
bre Travestí ... "
La lección es clara. Mientras que el
niño supo jugar con eso que desconocía y
elaborar la novedad inventándola en un jue-
go extraordinario, su madre permanecía
idéntica a sí misma. La realidad cambiaba
delante de sus ojos pero ella no podía más
que aferrarse a su prejuicio. Pero ya la so-
ciedad argentina no volvería a ser la mis-
ma. Y aquella a quién dedicamos esta char-
la tuvo mucho que ver con esa trans-
3
formación.
Por eso su muerte dolió tanto. Por eso
la lloraron en Memorabilia, en IV Milenio,
en Bunker, en Gasoil, en los boliches de la
noche gay de Buenos Aires. Pero también
en el barrio San Juan de Castelar, en Sola-
no, en las barriadas pobres de Wilde, en San
Telmo, en Constitución ... entre las porteras
y las amas de casa, por las que siempre se
supo hacer querer y respetar.
Por eso son para ella los cuidados ver-
sos de Federico García Lorca: " ... no levanto
mi voz contra el niño que escribe nombre
de niña en la almohada, ni contra el joven
que se viste de novia en la oscuridad del
ropero".
Por eso esta charla es para ella. Para
Cris Miró, in memoriam.
*
* *
Y es que cuando hablamos de diferen-
cias, de diversidades humanas, resulta im-
prescindible aclarar que las más de las ve-
ces éstas ingresan socialmente bajo la for-
ma de minorías. ¿Qué es una minoría?¿ Qué
ejemplos de minorías conocen ustedes?
Alumnos: los aborígenes del norte argenti-
no, los discapacitados, los travestís ...
Bien. Se trata efectivamente de mino-
rías. Pero ¿qué tienen en común los aborí-
genes, los discapacitados y los travestis'l Se
 trata ele grupos que son objeto de un trato
diferencial por parte de otro -que proviso-
riamcnte llamaremos mayoría- el cual le
impone condiciones de marginación. Por lo
mismo, resulta imprescindible comenzar di-
ciemlo lo siguiente: la sola idea de minoría
exacerba los ideales, despertando así la se-
ducción de los juicios de valor fáciles, aque-
llos con que todos pueden apresuradamente
coincidir. Entendiendo que las cuestiones que
trataremos hoy son tan fuertes como poco
analizadas, debemos comenzar por pregun-
tarnos cuáles son los aspectos de la condi-
ción humana que se ponen en juego para
construir el sentimiento de lo socialmente
minoritario, para distinguirlos luego de las
formas históricas en que se refracta.
Nuestro método expositivo, entonces,
será el siguiente. Por un lado propondremos
una definición de minoría desde la perspec-
tiva de la subjetividad, aislando dos factores
que pennanecen constantes a lo largo de la
historia de la humanidad. Por otro lado, en
la medida en que lo histórico no se opone a
la condición humana, sino que resalta cier-
tos aspectos más que otros, nos dedicaremos
luego al análisis de las formas que adoptan
las minorías en el período actual y sobre todo
en su tendencia inminente.
DIMENSION HUMANA
(factores constantes/
rasgos antropológicos)
:Vfü'\ORJAS
DIMENSION HISTORICA
(factores contingentes o variables)
Esta distinción se torna crucial para pon-
derar el peso del factor histórico -y por tanto
corregible- y separarlo metodológica mente de
aquél relativo a los aspectos constantes de la
condición humana. cuya reversión es, como se
verá. mucho mas difícil.
Para comprender qué queremos decir con
dimensión humana, tomemos un ejemplo con-
creto, quizá el más representativo: el de las mi-
norías basadas en rasgos étnico-raciales. Si a
lo largo de la historia la piel ha sido un factor
de irritación entre los grupos humanos, ello no
puede explicarse únicamente por factores ob-
jetivos. Por el contrario, la piel constituye un
elemento de enorme importancia en la consti-
tución subjetiva de los seres humanos. El
ectodermo, en tanto aspecto exterior del siste-
ma nervioso es el encargado de los intercam-
bios con el medio en la muy temprana infan~ ...· · ·
cía. Las llamadas "zonas erógenas". ,..
orificios del cuerpo a través de los CUill~,··o
realizan los vínculos primarios del bebé, son
un ejemplo paradigmático de este protagonismo
de la piel. Fue el poeta Paul Eluard quién dijo
"la piel es lo más profundo", hermosa metáfo-
ra que nos indica que en aparente super-
ficialidad se esconden los secretos más íntimos
de la erótica de cada uno.
Es decir, que las personas que se constitu-
yeron subjetivamente en relación con deterrni-
nada textura y color de piel, ven condicionado
su espectro de representaciones al horizonte que
tales estímulos le imponen. Esto es cada vez
más difícil de experimentar porque los medios
de comunicación, los viajes, nos han acostum-
brado a coexistir, aunque sea multimedialmente,
con una gama variada de estilos humanos. Pero
en épocas en las cnales las comunidades per-
manecían por generaciones idénticas a sí mis-
mas, la irrupción de la diferencia resultaba un
factor difícil de aceptar.
Otro tanto podríamos decir de Jos ojos.
La forma y el color de los ojos, dado el papel
estructuran te que tiene para los seres humanos
la mirada. se ha transformado en otro rasgo
predilecto a la hora de establecer y señalar gru-
pos minoritarios. Organizados en cierta gama
de estímulos escópicos, la presencia de alguien
que nos mira desde ojos muy diferentes, ojos
oblicuos, por ejemplo, puede resultar inquie-
tante. Esto es facilmente constatablc en las bro-
mas que suelen despertar los ojos de las perso-
nas de origen asiático. A pesar de la relativa
 familiaridad que éstas van teniendo entre noso-
tros. todavía persiste cierta incomodidad.
En síntesis, si nos centramos en los as-
pectos de la dimensión humana, existen dos
factores que pueden reconocerse como cons-
tantes a lo largo de los distintos casos de mino-
rías. Ya se trate de sociedades asiáticas de rie-
go, esclavistas. feudales, capitalistas o socia-
listas, estos factores pueden reconocerse per-
fectamente. Vamos a analizarlos en detalle.
El primero de ellos es lo que llamaremos
moviHzación erótica o sexual. Imaginemos por
un momento que ingresa al aula un compañero
o compañera dispuesto a tomar la clase con
absoluta normalidad, con la única excepción de
que se encuentra totalmente desnudo o desnu-
da. ¿Podríamos seguir adelante con la clase'!
Es evidente que estaríamos ante un problema,
ya que la desnudez completa no aparece com-
patible con una clase universitaria. Y esto es
así, lo sepamos o no, porque para poder estar
compartiendo esta experiencia, todos nosotros
hemo,; operado, como sociedad, un cierto gra-
do de represión de las pulsioues. Hemos per-
mutado -por decirlo de una manera sencilla- el
·~ese o sexual genital por el deseo de saber, de
conocer. Y la presencia intempestiva de la des-
nudez vendría a movilizar, a cuestionar este
logro.
Ahora bien, si decidiéramos seguir ade-
lante con la clase -no sin cierto costo- y esta
persona se empecinara en su desnudez. jueves
tras jueves a lo largo de todo el cuatrimestre,
podría ocurrir que finalmente la incorporára-
mos corno un dato excéntrico de la cursada. Allí
está la Lady Godiva del CBC, diríamos: o allí
viene el hombre de la hoja de parra de los jue-
ves por la mañana. Mientras el rasgo movi-
lizador permanezca limitado a una singularidad,
éste podría llegar a ser más o menos neutraliza-
do. Pero ¿qué ocurriría si el ejemplo cunde, y
desafiando las condiciones climáticas el jueves
próximo tuviéramos en el aula cuatro o cinco
nudistas? La situación cambiaría completa-
mente. Bastaría que el rasgo movilizador
devenga efecto de grnpo para que la pregunta
5
se haga inexorable: ¿cómo hay que venir a las
clases de pensamiento científico, vestidos o
desnudos 7
Alumnos: ¡Vestidos 1
¿Lo ven'J Nadie se desnudó y ya tene-
mos no obstante una pequeña multitud que res-
ponde al unísono diciéndonos qué hacer. Cuan-
do el rasgo movilizador adopta carácter grupal,
estarnos en presencia de una minoría. Ya la cues-
tión no nos resulta indiferente. Entre la mayo-
ría de vestidos ,v la minoría de nudistas ,va se ha
entablado una batalla.
Este mecanismo fue especialmente estu-
diado por el psicoanalista Sigmund Freud, cu-
yos argumentos repasaremos.
Freud, cuyos antepasados paternos habían
vivido por largo tiempo en la ciudad de Colo-
nia, sabía que los judíos fueron de los primeros
en habitar esas tierras; habían llegado junto con
los romanos mucho antes de la ocupación
germana y por lo tanto debían ser
insospechables de "extranjería". Sin embargo,
se hacía evidente que no sólo eran considera-
dos y tratados como extranjeros, sino que se
descargaba contra ellos un odio viceral. ¿Sería
entonces la circunstancia de vivir como mino-
rías entre otros pueblos la causa o al menos el
alimento de ese odio'7 Por este camino, Freud
llega a una definición que tendrá fuertes con-
secuencias:
el sentÍlnicnto de comunidad de las masas ha menes-
ter, para completarse, de la hostilidad hacia una n1i-
noría extranjera y la debilidad nu1nérica de estos ex-
cluidos invita a su sofocación. (_ .. ) la intolerancia de
las masas se exterioriza con más intensidad frente a
diferencias pequeñas que frente a diferencias funda-
rnenta!es
Efectivamente, los judíos no constituyen
una lejana raza asiática cuyos rasgos físicos y
culturales pueden contribuir a subrayar las di-
ferencias; por el contrario son la herencia de la
mezcla de pueblos mediterráneos y por tanto
herederos de la misma cultura que los pueblos
nórdicos. Su extranjería respecto a estos últi-
 mos es vaga, difusa y por ello susceptible de
despertar con facilidad lo que Freüd llamó "el
narcisismo de las pequeñas diferencias".
La satisfacción que el ideal provee a los
miembros ele una cultura es de naturaleza nar-
cisista, descansa en el orgullo por los logros
conseguidos. Pero esa satisfacción no puede ser
completa sino a condición de compararse con
otras culturas que se han lanzado a logros dife-
rentes y han desarrollado otros ideales. De esta
comparación surge evidentemente el rasgo de
la diferencia, sobre el que se asentará luego la
matriz de la exculsíón; en términos de Freud:
en virtud de cs\as difcrenci;_t~, cada cultura se atToga
el Jcrccho a rncnnspreciar a !as otras. De esta mane-
nt los ideales cu!turales pasan a ser ocasión de dis-
cordia y encrnlstad entre diversos círculos de cultura.
con10 se lo aLh-tcrtc clarísirno entre las nacíones.
La cultura propia se edifica sobre las imá-
genes -de allí su carácter eminentemente narci-
sista- y está destinada a contrarrestar la hostili-
dad dentro de cada uno de sus niveles. (No
sólo las clases privilegiadas, -como lo aclara
Frcud- que gozan de sus beneficios, tmnbién
los oplimidos pueden participar de ella, en la
medida en que el derecho a despreciar a los
extranjeros los resarce de los perjuicios que
sufren dentro ele su propio círculo).
Ahora bien, cabe la pregunta acerca de
por qué la especie humana necesita construir la
categoría del diferente y descargar en ella la
agresividad que le pennita convivir armónica-
mente con sus pares. ¿Se trata ele un rasgo antro-
pológico de la especie -y por tanto no modifi-
cable-. o por el contrario es efecto de las condi-
ciones históricas en que le ha tocado existir'/
Freud se había ocupado ya de las hostili-
dades entre comunidades vecinas, (españoles y
portugueses, Íl}gleses e irlandeses, Alemanes
del Norte y del Sur, etc.) cuando analizó la psi-
cología de las masas en 1920. El mandamiento
cristiano "Amarás a tu prójimo como a tí mis-
mo" enciena para Freud un reclamo de tipo
ideal en tanto desconoce que el ser huma.no no
se defiende sólo cuando se lo ataca sino que
6
cuenta con una alta cuota ele agresividad en su
dotación pulsional. No hay razones espontáneas
en la especie huma.na para amar al prójimo; más
bien por el contrario, si se trata de un prójimo
extraño, existen grandes motivos para odiarlo.
En consecuencia:
No es fácil para los seres huinanos, evidenten1ente,
renunciar a satisfacer esta su inclinación agresiva; no
se sienten bien en esa renuncia. No debe menos-
preciarse la ventaja que brinda un círculo cullura! n1ás
pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostili-
zación a los extraños. Siempre es posible ligar en el
amor a una multitud mayor de seres hunianos, con tal
que otros queden fuera para manifestarles la agresión.
Como se desprende del párrafo, espe-
cialmente de su última oración, la solidaridad ·
(hacia los pares) y el odio (hacia el extraño) no
son contradictorios, sino complementarios. El
ser huma.no que más amor despliegue hacia sus
iguales puede ser, en un mismo movimiento, el
mayor enemigo de las minorias diferentes.Junto
a la pulsión que lleva a la especie humana a
conservar la sustancia viva y organizarla en
unidades de complejidad cada vez mayor (ca-
pacidad simbólica), existe otra, opuesta a ella
que tenderá a retomarla al estado inorgánico
inicial. En témunos de Freud, junto a Eros, una
pulsión de muerte que se sitúa más allá del prin-
cipio de placer y que él había descubierto ya en
1920. Pero esta pulsión de muerte no aparece
contrapuesta al Eros, sino que se coloca justa-
mente al servicio de él toda vez que el ser vivo
aniquila a otro y no a sí mismo.
La inclinación agresiva es, por tanto, una
disposición pulsional del ser huma.no, en la cual
la cultura encuentra un enorme obstáculo. Sin
embargo, no deja de sorprender que a pesar de
ello, los seres humanos convivan entre sí en
ténninos relativamente pacíficos, comparados
con los estragos que devendrím1 de la expan-
sión a escala planetmfa de la pulsión de muerte
de cada uno de los sujetos. Efectivamente, como
se ha hecho notar en otro lugar, el índice de
delitos de la huma.nielad, que desde cierta pers-
pectiva puede parecer elevado, es en realidad
muy escaso comparado con la cantidad de vio-
laciones (a la propiedad, al sexo) que podría
haber si el despliegue de las pulsiones fuera
correlativo al nivel de frustración objetiva de
los sujetos en la sociedad. ¿De qué medios se
vale entonces la cultura para erradicar o ate-
nuar la agresión'1
La agresión es introyectada, interiorizada, pero en
verdad reenviada a su punto de pa11ida; vale decir:
vuelta hacia el yo propio. AJlí es recogida por una
parte del yo. que se contrapone al resto co1no superyó
y entonces, corno 'conciencia moral', está pronta a
ejercer contra el yo la nüsma severidad agresiva que
el yo habría satisfecho de buena gana en otros indivi-
duos, ajenos a él.
Esta tensión entre el superyó y el yo, da
lugar a la aparición de una 'conciencia de cul-
pa', con su correlativa anticipación del castigo.
En otras palabras, el avance de la cultura re-
quiere para su consecución de una renuncia del
ser humano sobre sus pulsiones agresivas; esta
cuota de represión necesaria es operada por los
imperativos morales del superyó.
Cuando falla este dispositivo, lo que do-
mina en el superyó es como una pura pulsión
de muerte que impulsa al yo a la muerte, si éste
no se protege antes de su tirano refugiándose
en la manía. Son justamente los casos en que
los idealismos, que fascinan por su simplici-
dad, exacerban la pasión hasta los límites de la
supresión física. La racionalidad paranoica es
allí una justificación que escamotea la verda-
dera causa, de índole pasional, es decir, que
multiplica su fuerza en razón directa al desco-
nocimiento que pesa sobre aquello que lo pro-
duce y alimenta.
En estos casos extremos, se manifiesta
con toda su fuerza la dimensión primitiva del
odio. Anterior al amor narcicista, el odio se
corresponde el la especie humana con un esta-
dio en que no ~xistía la sensación unificada del
cuerpo. Es el territorio de lo parcial y de lo frag-
mentado, maravillosamente reflejado en la pin-
tura de Jerónimo Bosco.
Por supuesto, no toda relación con una
minoría diferente debe necesariamente extre-
mar las tensiones hasta el punto de la destruc-
7
ción. Pero, como lo constatamos más arriba, el
desarrollo de lazos de amor en el grupo parece
requerir de otros sobre los cuales descargar los
golpes.
Un tratamiento riguroso del tema del re-
chazo entre los grupos humanos a causa de sus
diferencias y en particular del rechazo y perse-
cución de las minorías, debe partir, por lo tan-
to, de la distinción básica que hemos planteado
antes. Por una parte, la agresividad constitu-
cional en el humano (carácter antropológico),
y por otra, las condiciones históricas que mol-
dean su aparición en distintas épocas (carácter
histórico). El ordenátniento de esta charla per-
sigue este objetivo, al comenzar por describir
el alma humana, para luego relevar algunos
momentos claves de su expresión histórica.
Si al considerar la cuestión de las mino:
rías ambos aspectos nos impresionan como
uno solo y el mismo, debemos esforzarnos por
discernir entre ambos, eludiendo así el error
bastante frecuente de subsumir un aspecto -el
antropológico- en el otro -el histórico-, cayen-
do en análisis sociológicos de escaso interés
para los desafíos aquí planteados.
*
Vamos a ilustrar ahora las categorías pre-
sentadas, valiéndonos para ello de distintas
campañas de la empresa Benetton. Dados los
límites de tiempo, proyectaremos en pantalla
una selección de il.iJ.,~genes cuyos ejes son la
diversidad étnica y los mitos respecto de la
sexualidad. La mayoría de estas campañas son
seguramente desconocidas para ustedes, con
lo cual disponemos de un ingrediente extra que
espero baga interesante su discusión. Las imá-
genes fueron reproducidas de distintos núme-
ros de la revista Colors, a partir de ejemplares
provistos por Josefina Brown, de Benetton Ar-
gentina. Esteban Costa reprodujo fotográ-
ficamente las imágenes y preparó los slides
que hacen posible hoy esta exhibición.
Diapositiva 1
(tres orejas: piel naranja, piel b!anca, piel asi<ítica)
 Benctton da en la tecla, mostrándonos
un abanico racíal en que cada grupo aparece
nombrado por el color de su pieL Por ejem-
plo, el primero de la izquierda dice "Piel na-
ranja". ¿Saben ustedes quién era "piel na-
ranja"? Era el título de un famoso teleteatro
ele la década del 70, protagonizado por el
entonces sex si mbol de las adolescentes,
Arnalclo André. Hoy cuesta creerlo. Así
como en los 80 el galán de moda fue Gusta-
vo Bermúclez, y a finales de los 90 ...
¿Chayanne'I Como Amaldo André es oriun-
do del Paraguay, el título ele la novela lo nom-
braba por el color de las naranjas ...
Pero en esta campaña, Benetton propo-
ne un desplazamiento. Dirigiéndose a los jó-
venes, estaría preguntando: ¿ustedes todavía
son ele aquellos que designan a las personas
por el color de su piel, o pertenecen ya a quie-
nes entienden las razones de la di versidacl
étnica'! Y par:.i ello confronta el estímulo cro-
mático y la designación por el color con un
texto que acompaña cada imagen ele una oreja
y que nos desasna respecto de las razones de
tal pigmentación.
Por ejemplo:
Piel naranja. En Inglaterra se encontró una niña de
c:.Horcc años que tenía !a piel anaranjada por estar in-
giri1::ndo iriJs de cuatro litros de soda de naranja a la
sernana. lgualmcnl.e se encontró un niño ecuatoriano
con !os pies y las niano::; anaranjadas y los médicos
dcscuhrieron qut: con1ía n1uchísirnos n1angos, ricos en
betacarotina. La bctacarotina es la sustancia que da su
color a las calabazas. naranjas y zanahorias, También
se usa en !as lociones bronceadoras.
¿Se ve la idea'! Se trata de introducir una
mediación conceptual, racional entre el estí-
mulo del color y el espectador de la campaña,
para que éste abandone la posición inrnedia-
tista que reduce las personas a un color de piel.
Diapositiva 2
(lrcs orejas: Piel canela, Piel negra, Piel blanca)
Aquí tenernos una nueva serie. El prin-
8
cipio es exactamente el mismo. Las denomi-
naciones de Piel canela y Piel negra, van acom-
pañadas del siguiente texto:
Piel canela. Marrón es el color de la melan.\na ...
Piel negra. La Inelanina absorbe los rayos ultraviolela
y es la sustancia que da pign1entación a la piel. Esa es
la razón por la cual las pieles oscuras se dan en perso-
nas de clin1as cálidos ...
Luego volveremos sobre esta cuestión
del valor de los términos que designan la dife-
rencia. Veamos una última diapositiva de esta
primer campaña:
Diapositiva}
(narices, ojos, cráneos, pelo, sangre)
Esta imagen completa la serie iniciada
por la diversidad cromática. La campaña de
Benetton identifica ahora otros rasgos suscep-
tibles ele constituirse en factores de moviliza-
ción: narices, ojos, morfología craneal, etc. Y·
tal corno lo hizo con antes con las orejas, in-
troduce en cada caso una pequeña explicación
que nos informa respecto de las razones de tal
diversidad. Finalmente, sobre la derecha de la
imagen, una ironía: mientras los colores de las
pieles difieren, la sangre permanece roja. .,
Vamos a ver ahora imágenes de una se-
gunda campaña que ilustra de manera excep-
cional cómo el rasgo movilizador se combina
con el carácter grupal.
Diapositiva 3
(Faquí)
Basta que el color de piel, la morfología
craneal, el color y la forma de los ojos sean
detentados por un grnpo, para que el colecti-
vo social haga síntoma del malestar, nombrán-
dolo de manera descalificadora. El texto dice:
Paqui. Si eres de la India o de Paquistán, este es el
saludo que puedes recíbiren Inglaterra. En t'\leinania
serías "Cabeza hindú'', que ünplica que eres estúpido
¿Reconocen el estilo'7 En Argentina no
existen comunidades numerosas de indios o
pasquitaníes, pero la diapositiva siguiente se-
 guramcnte nos resulta más familiar.
Diapositiva4
(Ojirasgados)
Efectivamente, la presencia de mino-
rías de origen asiático es cada vez más fre-
cuente entre nosotros. Hay sin embargo algo
inquietante en esos ojos que nos miran pero
en los que nos cuesta reconocernos. El tex-
to dice:
Ojirasgados. Sl eres de descendencia asiática, éste es
el saludo que puedes recibir en Inglaterra< En Colom-
hia serías "Aloz Suplemo", que es a su vez una marca
n1uy popular de arroz( ... )
¿Cuál es el término equivalente entre
nosotros~
Alumnos: Ponja.
\ \
Efectivamente. En un alarde de tradición
semiótica y linguística propia del Río de la
\ Plata, y haciendo uso de ese idioma ingenioso
llamado "vesre", hemos logrado el hallazgo
de "ponja". Nótese que ninguno de nosotros
está en condiciones de distinguir cuál es el
verdadero origen del modelo que eligió
Bentton para este afiche. Como carecemos de
la capacidad para las distinciones finas, hace-
mos gala de nuestra ignorancia englobándolos
a todos -coreanos. chinos, japoneses- en un
único rubro descalificador. Ya volveremos
sobre este punto.
Una última imagen de esta serie:
Diapositiva 5
(_Caca an1arilla)
Caca a1naril1a. Si eres de descendecia europea, es po-
sible que en Haití te llamen "Caca Jumu". Los negros
an1ericanos te llamarían demonio ojiazul y los
nigcrianos te tildarían de brujo.
Benetton vuelve a provocar, ahora ce-
rrando la serie con un ejemplo inverso, mos-
trando que el espíritu descalificador puede
9
encarnarse también en quiénes antes eran ob-
jeto de discriminación injusta.
Veamos ahora una tercer campaña. Se
trata de un juego del tipo del What if...?
¿Qué pasaría sí.,. la Reina Isabel fuera negra?
Sch\varzcncgger fuera negro?
El Papa fuera asiático?
Spikc l,ec fuera blanco
y de ojos claros?
Michael Jackson lograra
finalmente la blancura tolal?
Pero como es de evidencia, la serie mue-
ve más a risa que a preocupación y Benctton
no lo ignora. Se trata de personajes alejados
de nuestra vida cotidiana y los cambios ope-
rados sobre ellos no nos conmueven demasia-
do. Pero entonces la empresa redobla la apues-
ta. A la manera de aquellas viejas encuestas
norteamericanas de la posguerra, que le pre-
guntaban a la gente: "¿Estaría usted de acuer-
do con que una persona negra viva en el mis-
mo Estado en el que usted vive? ¿Estaría us-
ted de acuerdo con que una persona negra viva
en la misma ciudad en la que usted vive? ¿Es-
taría usted de acuerdo con que una persona
negra viva en su barrio? ¿Estaría usted de
acuerdo con que una persona negra se case
con su hija?" Y como es obvio, a medida que
se aproximaba la diferencia. decaía el nivel
de tolerancia entre los encuestados. Benetton
nos pregunta: ¿cuál es mayor grado de acer-
camiento que estamos dispuestos a establecer
con una persona de una etnia diferente a la
nuestra? ¿Nos iríamos a la cama con una per-
sona de una etnia diferente a la nuestra?
Alumnos: ¡Sí 1
Era una pregunta retórica, no hacía falta
contestar, pero ya que lo hicieron, les tomo la
palabra. Introduzcamos entonces una cuarta
campaña, la última de esta serie antes de vol-
ver al pizarrón,
Diapositiva 7
(hoinbre y nuijer asiáticos, desnudos)
 ¿Siguen manteniendo su palabra?
¿Cómo les caen los modelos que eligió
Benctton para este afiche?
Almm1;i: yo no tendría ningún problema en
salir con alguien de una etnia diferente, pero
no me gustan los japoneses ...
Justamente de eso se trata. Noten que
para los personajes del afiche el involucrarse
con alguien de occidente no parece resultar
cosa sencilla. Los modelos están con los bra-
zos atrás, como retraídos, en una actitud algo
tínúda. El texto que acompaña al afiche repre-
serlla la escena tcnúda por este grupo étnico:
"¿nos avergonzarán sus gritos de pasión7".
Esto hace referencia al núto según el cual los
asiáticos serían silenciosos en la cama. ¿Co-
nocen ese núto?
Alumnos: No.
Bueno, es complementario del que nos
adjudica a los occidentales el atributo de ser
muy expresivos. Los vecinos, que deben ce-
rrar las ventanas porque se escucha todo, las
delgadas paredes de los departamentos, que
no aislan lo suficiente ... ¿tampoco conocen ese
milo?
Alumnos: No.
Qué curioso. Tal vez sea un síntoma de
los tiempos que corren. Tendré que agiornar
me. Acabo ele recordar una nota que leí hace
poco y que quizá explique en parte las cosas.
Debido a b crisis econónúca -decía el cronis-
ta- los jóvenes siguen viviendo con sus pa-
dres y finalmente éstos ternúnan aceptando que
la novia del hijo duerma en casa. A la larga,
resulta más barato 'v más seguro.
~
A veces, hasta
los despiertan con el desayuno en la cama ... A
fuerza de hacer el amor cama adentro tal vez
hemos desarrollado técnicas ultra silenciosas.
¿También en esto hemos devenido un poco
10
japoneses')
En cualquier caso, para los asiáticos de
Benetton, el mito sigue vigente. Sobre todo
cuando imaginan un encuentro amoroso con
los personajes del afiche que sigue:
Diapositiva 8
(un hombre y una mujer de origen nórdico, desnudos)
Alumnos: (exclamaciones)
¿Qué tenemos aquí'? Entiendo por la re-
acción que se trata, en efecto, de una pareja
más acorde al ideal de belleza clásico. Sin
embargo, no olvidemos que la campaña seña-
la la escena temida a la hora del encuentro
amoroso. Y también estos personajes rubios y
de ojos azules tienen una. El texto dice: "¿Lo
harán mejor que nosotros?", aludiendo con ello
a otro mito -ya no les pregunto si lo conocen-
que dice que los nórdicos son fríos. Bellos y
vistosos, pero no muy fogosos a la hora del
amor. Sobre todo si se comparan con aquellos
que son el símbolo de la sensualidad y lapo-
tencia sexual.
Alumna: ¿Los latinos?
Lamento desilusionarlos. Podemos
declaramos campeones morales, si les pare-
ce. Pero por ahora el podio es para los perso-
najes del afiche que sigue:
Diapositiva 9
(un hombre y una n1ujer de origen africano, desnudos)
Efectivamente, el núto no deja lugar a
dudas. Innumerables chistes y anécdotas tien-
den a confirmarlo y la propia empresa Benetton
no se priva del humor a la hora de indagar la
cuestión. La pose desinhibida en que fotogra-
fió a los modelos invita a las clásicas compa-
raciones. Hay un chiste muy conocido, cu ya
versión en inglés es más o menos así. Va un
hombre blanco a un baño público en los Esta-
dos Unidos, se coloca frente al mingitorio en
la clásica posición masculina para hacer pipí,
y entonces advierte que al lado suyo, en el
mingitorio contiguo, está un hombre negro,
también consagrado a sus necesidades. Y el
hombre blanco no aguanta la tentación de
compararse. Mira de reojo al negro, y algo de
lo que ve lo pone contento. No oculta su feli-
cidad y le dice al negro: "veo que usted y yo
tenemos algo en común. Acabo de notar que
usted tiene tatuadas en el pito las letras WY, y
fíjese que curioso, yo también. En mi caso -
continúa diciendo- se trata del nombre de mi
novia, que se llama Wendy; ahora sólo pue-
den verse la primera y la última letra, pero
cuando logro una erección perfecta, el nom-
bre WENDY se lee espléndido. ¿Por casuali-
dad su novia también se llama Wendy'i Y el
negro le contesta: "No. El mío dice
WELCOME TO JAMAICA. HAVE A NICE
DAY".
Pero cuidado, que también estos perso-
najes declaran a su vez una escena temida. El
texto dice: "¿Lo harán con las medias pues-
tas?", aludiendo con ello a que la desnudez
completa puede ser un arma de doble filo.
Porque la relación directa con la naturaleza -
el look Tarzán, digamos- puede no ser atrac-
tivo para quienes disfrutan del encanto de ha-
cerlo con algo ele ropa puesta.
Finalmente, la diapositiva final ele esta
serie plantea el conflicto que deviene cuando
una pareja interétnica decide por fin consti-
tuirse.
Diapositiva 10
(un homhre negro, una n1ujcr asiática, desnudos)
El texto es elocuente: "¿Se pondrán ce-
losos nuestros amigos''". en clara referencia a
la condena que inmediatamente se hará mani-
fiesta: qué estás haciendo con ese negro; por-
qué te metiste con esa china; etc. El caso pa-
radigmático ele tal intolerancia ha sido segu-
ramente el trato que recibió el matrimonio de
John Lennon y Yoko Ono. No sólo la socie-
dad in¿.: lesa reprobó el matrimonio, sino tam-
bién la prensa. que se ensañó con la pareja.
Todavía puede verse en el documental Imagi-
ne a un John Lennon dolido ante la cámara
11
diciendo que una periodista había llegado a
decir que Yoko es fea. "¿Cómo alguien puede
decir que Yoko es fea')". Para un ser humano
de su sensibilidad, esa mujer que eligió era la
más herniosa, cómo alguien podía atreverse a
decir que era fea.
*
* *
Suficientemente tratado el tema de la
dimensión humana (movilizacin erótico-
sexual y carácter grupal), vamos a abordar la
dimensión histórica del problema de las mi-
norías.
Por razones ele tiempo, nos centraremos
en el cambio que se ha operado con el pasaje
del feudalismo al capitalismo moderno y en
el análisis ele su tendencia futura.
En todas las formas de minorías que la
humanidad conoció hasta el advenimiento del
capitalismo, siempre el rasgo objeto ele movi-
lización ha siclo un elemento del orden de lo
natural. Entendemos aquí por "natural" aque-
llas marcas que el ser humano trae al nacer o
adquiere en la muy temprana infancia y que
lo acompañan ele manera indeleble a lo largo
ele toda su vida.
¿Qué ejemplos se corresponden con esta
definición')
Alumno: las minorías en base al color de la
piel.
Bien. Efectivamente, las minorías
organizadas a partir ele rasgos étnico-raciales
serían el ejemplo por excelencia. Aclaremos
desde ya que estamos hablando ele minorías
organizadas de acuerdo a un criterio pre-
capitalista, lo cual no significa necesariamen-
te que hayan dejado de manifestarse con el
desarrollo del capitalismo. Pero como vere-
mos luego, aunque su existencia pueda veri-
ficarse mucho más allá del final ele! feudalis-
mo, no forma parte del nuevo sistema econó-
mico social ni de su tendencia.
 ¿Qué otro ejemplo?
Alumna: las minorías en base a discapa-
cidades.
Exacto. Es otro caso paradigmático de
esto que estamos intentando demostrar. Hasta
tal punto es así que esta misma clase podría
dictarse reemplazando el escenario de
Benetton por el de los films de Disney, que
contienen el mismo mensaje pero dirigido a
los niños. Tomemos el ejemplo de El joroba-
do de Notre-Dame. ¿Qué es lo que moviliza a
Frolo, el ministro católico de París, hasta el
punto del asco y la repulsa? La piel aceituna-
da de la gitana Esmeralda y su danzar sensual
por las calles, las discapacidades de la corte
de los milagros. y finalmente la joroba de
Quasimodo. que debe ser ocultada y relegada
para siempre en las torres de Notre-Dame.
Es como si Disney les dijera a los más
chicos: niños hubo un tiempo en que a las per-
sonas que no tenían un cuerpo perfecto se las
ocultaba de la vista y se las trataba como a
monstruos. Ahora, en cambio -ese es el men-
saje- las cosas cambiaron y las personas con
discapacidades deben ser integradas a la so-
ciedad.
En otras palabras, vamos a constatar que
todas las minorías sustentadas en un criterio
precapitalista son cuestionadas y tienden a
desaparecer o perder peso con el desarrollo
del capitalismo. Veamos algunos ejemplos
más.
Las minorías religiosas, en tanto la reli-
gión es la religión ele los padres, y se lleva
siempre como una marca. siendo la circunci-
sión el ejemplo más claro de ello. Salvo casos
aislados y muy vinculados lucha de intereses
económicos, la libertad ele culto ha ganado
enmme terreno.
Las minorías en base al género. No olvi-
demos que hasta no hace mucho, nacer mujer
suponía ausencia ele todo derecho. Cuesta
creerlo hoy, que tenemos un aula poblada
may01itariamente por mujeres. pero no se debe
perder ele vista que se trata de una conquista
12
re latí vamentc reciente en la historia ele la hu-
manidad.
Las minorías basadas en la elección de
objeto sexual. Aunque es un tema que excede
la reunión de hoy digamos que las elecciones
sexuales se definen en la muy temprana in-
fancia en el interior del vínculo familiar pri-
mario. Y también es facilmente verificable
cómo los derechos ele homosexuales, les-
bianas, travestís, van siendo poco a poco re-
conocidos.
Y habría que incluir también las mino-
rías linguísticas, las basadas en la edad -niños
y ancianos-. pero estamos muy justos con el
tiempo.
Si van siguiendo el hilo argumental, per-
cibirán ya la perspectiva que estoy presen-
tando: aquellos sectores sociales que eran ob-
jeto ele discriminación injusta, hoy tienden a
ser integrados. ¿Significa esto que no existen
minorías en el horizonte del capitalismo?
No. Lo que ocurre es que el efecto de
movilización tiende a desplazarse a un nuevo
objeto. Efectivamente, hoy no escandalizaría
a nadie que en este aula tengamos personas
cuya religión difiera de la de la mayoría, o
personas en silla de ruedas, o cuyo acento de-
late un origen nacional diferente. Entiendo que
tampoco nos escandalizaría la presencia de
personas cuya elección sexual difiera de la
mayoritaria. Sin embargo, lo que resultaría
\ erdacleramente intolerable es la presencia
entre nosotros de alguien eno1mcmente pobre.
Por eso, cuando nos cruzamos por la
calle con alguien que lleva una existencia mi-
serable, durmiendo en los escaparates de los
negocios, nos cuidamos muy bien de no acer-
carnos para ayudarlo. Pasamos lo más rápi-
do posible y hasta evitando mirarlo. Sabe-
mos que se trata de un ser humano, pero tam-
bién sabemos que es muy pobre, y nos al-
canza con saber que es pobre para no tratar-
lo como humano.
En otras palabras, lo que moviliza hoy
hasta el asco y la repulsa no es ya el color de
piel, ta religión o la lengua, sino la pobreza
extrema.
 Esto es facilmcnte verificable. Si en los
años '50 una persona negra ingresaba en un
bar para blancos en Estados Unidos, provoca-
ba reacciones de rechazo que podían llegar
hasta el desmayo. El color de la piel oscura
movilizaba hasta tal punto que el intruso de-
bía ser expulsado de inmediato para no hacer
peligrar el funcionamiento del establecimien-
to. Hoy en día, los expulsados son los mendi-
gos. Cualquiera de nosotros puede constatar-
lo. Los mozos de los bares se han transforma-
do en vigilantes que, con la anuencia de los
parroquianos, viven espantando la pobreza del
perímetro del local.
La explicación es exactamente la mis-
ma que venimos presentando a lo largo de
esta charla. ¿Qué hacemos las personas den-
tro de un bar o un restaurante? Muy sencillo:
consumimos, es decir, gastamos dinero a cam-
bio de alimento -para el estómago o para el
ego, da lo mismo. Pero tales logros se verían
cuestionados, descompensados, puestos en
riesgo por la proximidad inquietante de quién
no tiene ni un mendrugo de pan.
··Como antes lo fueron el color de la piel,
la circuncisión, o el cuerpo que nos tocó en
suerte, hoy es la cantidad de dinero que las
personas tenemos en el bolsillo lo que define
nuestra pertenencia a mayorías o minorías.
religión
raza
lengua
;-.1inorías del elección sexual
Prc-c<ipítalismo género
discapacidades
edades
D!ME:--:S!ÓN
HlSTOR1CA
'linmi°' del {
c¡¡pit::i!ismo avanzado, $ S $
post--capitalismo, o Dinero
c;ipit:i.!ismo tardío
Se entiende ahora el porqué de la elec-
ción de las campañas de Benetton para ilus-
trar la prsente clase. La empresa italiana fue
pionera en detectar el enorme valor de esta
transformación. Es como si Benctton nos di-
jera: ¿usted todavía es de aquellos que sólo
13
encuentra belleza en su idéntico en el espejo?
¿O por el contrario es de los que aprecian la
diversidad étnico cultural, disfrutando en ella
de una nueva erótica, de una nueva estética?
Colores unidos representa exactamente
eso. Así como las parejas interétnicas son
emergentes de un mundo cada vez más co-
municado, también la ropa debe llevar el sig-
no de la diversidad.
¿Qué más hermoso, nos diría Bcnetton,
que el abrazo de niños asiáticos, nórdicos, afri-
canos, y latinos? Y basta ver la publicidad de
la empresa para estar de acuerdo: la imagen
es bellísima. Pero no hay que olvidar que la
condición de tal belleza es que estén todos
enfundados en ropa cara de la Benetton.
En otras palabras, es la marca del dine-
ro lo que nos permite apreciar el hallazgo es-
tético de la empresa. A los mismos niños, des-
calzos y sin nada que comer, nadie los encon-
traría bellos. Nadie los miraría siquiera.
Pero sin duda Benetton está al tanto de
esto, como lo demuestra la última serie de
diapositivas con las que cerraremos este en-
cuentro.
Diapositiva 11
(planisferio pohlación)
La empresa nos propone confrontar dos
imágenes. Tenemos en pantalla la primera de
ellas. Se trata de un planisferio, pero que ha
sufrido algunas alteraciones. Ustedes perci-
birán seguramene el patrón con el que se pro-
dujeron los cambios. Efectivamente, se trata
de Ja cantidad de habitantes. Así sería el mun-
do, nos dice Benetton, si cada país tuviera la
superficie acorde a su población. Por eso la
India y China adquieren proporciones des-
comunales, mientras que Canadá es apenas una
franjita apoyada sobre los Estados Unidos. El
texto dice "Aquí es dónde la gente vive".
Retengamos entonces esta imagen, para
compararla con la siguiente:
Diapositiva 12
(planisferio dinero)
Se trata de un planisferio que también
ha sufrido una evidente distorsión. Pero ahora
el patrón es bien diferente. En esta versión,
cada país tiene el tamaño acorde a su riqueza.
El resultado está a la vista y es por cierto in-
quietante: un mundo reducido a los Estados
Unidos, Europa y Japón. El texto dice "Aquí
es dónde el dinero vive".
Y más adelante, en el mismo afiche, una
reflexión que coloca a la empresa Benetton a
la altura de las circunstancias: en muchas de
nuestras campañas -afirman- nos hemos ocu-
pado del color de la piel. Pero francamente,
no creemos que ése sea el problema. Muchas
veces el racismo puede ser sólo un pretexto.
Las verdaderas diferencias radican cada vez
más en el dinero y el poder.
*
Hasta aquí, entonces, lo que tenía pre-
visto exponerles. Para terminar, creo oportu-
14
no recordarles que las minorías son sólo un
ejemplo de las tantas cosas que están sufrien-
do transfo1maciones. En un mundo intenso
como el que vivimos, nada permanece en su
lugar y debemos estar preparados para enfren-
tar desafíos que hoy ni siquiera sospechamos.
Eso y no otra cosa es el espíritu cientí-
fico: una mente abierta para comprender la
realidad que nos conmueve, y un corazón sen-
sible para transformarla. Sea cual fuere la elec-
ción profesional de cada uno de ustedes, en
algún momento deberán inventar un camino
que aún no está trazado.
Como lo hizo aquél niño, que segura-
mente sigue llamando "Travestí, Travesti,
Travestí.,," a su minino que pasea orgulloso
por las terrazas de Palermo.
 LA DIVERSIDAD LINGÜISTICA
Narciso Bembenaste y Juan Jorge Michel Fariña
¿Cuál es el destino de las minorías
lingüísticas en el mundo actual?
El lenguaje o capacidad que tiene el
organismo humano para simbolizar, se ejer-
ce tanto a través de la organización interior
como en manifestaciones externas; entre
estas últimas, la producción de sonidos ocu-
pa un lugar privilegiado. La lengua «ma-
terna» se sobreimprime a esa producción
básica de sonidos, seleccionando aquellos
que devendrán fonemas, esto es, signifi-
cantes a compartir con los demás hablantes
de la colectividad lingüística. Por susten-
tarse la lengua en el lenguaje, los sonidos
seleccionados como fonemas pueden jugar
un papel significante. A través de este pro-
ceso entre lengua y posibilidades del len-
guaje, la primera sirve como normatizadora
de la erotización que los adultos ejercen
sobre sus hijos; cada infante, al devenir
sujeto de la misma lengua. utilizará a su
vez las posibilidades simbolizantes de ese
lenguaje.
Los sonidos seleccionados fonemas
no presentan una relación evidente con los
referentes empíricos de los conceptos que
nombran. En su génesis antropológica, los
fonemas probablemente surgieron como di-
ferenciaciones discretas de las posibilida-
des más intensas de sentir al otro. Con el
constante aumento de la reproducción y
comprensión del mundo. así como la co-
rrelativa diferenciación de las relaciones
entre los seres humanos, la combinación de
15
fonemas se fue ampliando para nombrar
nuevos conceptos, La consecuencia es que
la capacidad significante del sujeto se dis-
tribuye en mayor cantidad de efectos
significantes a ser representados. Esta pér-
dida relativa de la intensidad significante
de cada una de las antiguas conformacio-
nes de combinaciones fonemáticas, se com-
pensa sólo si se guarda una relación de sen-
tido entre las nuevas representaciones y las
primitivas.
Ahora bien, debido a la incorporación
casi compulsiva de los nuevos desarrollos
conceptuales -de vigencia mundial- que las
distintas lenguas experimentan, las nuevas
combinaciones fonemáticas para nombrar
estas representaciones tienen un menor
efecto significante que los conjuntos
fonemáticos que soportaban las represen-
taciones más tradicionales de la colectivi-
dad. Los fonemas para nombrar los nuevos
conceptos producidos fuera de la colectivi-
dad lingüística, no resultan de una diferen-
ciación de cómo sentir al otro en el desa-
rrollo productivo, sino de una adscripción
mucho más convencional, y por tanto con
poco efecto de sentido para el sujeto de la
lengua.
Con el tipo de desarrollo signado por
la universalización del mercado, el aumen-
to de las oportunidades de los sujetos para
representar son producidas e impuestas des-
de fuera de la lengua. El sujeto se va
escindiendo entre el sentir, ocasionado por
los fonemas de su lengua, y los magros efec-
tos de sentido que experimenta frente a una
semántica que proviene de la asimilación
de las producciones conceptuales cosmo-
politas o desarrollados en la lengua mun-
dialmente dominante. Esa nueva dife-
renciación, entre la modulación significante
de la lengua, esto es los fonemas, y la se-
mántica, ocasionada por la mediatización
que el mercado mundial ejerce sobre las
lenguas, provoca en cada sujeto un debili-
tamiento, un grado de disociación entre su
carácter de sujeto de sentido y su carácter
de sujeto semántico-social.
Por otra parte, el propio desarrollo
tecnológico genera sus síntomas aberrantes,
una de cuyas expresiones son los progra-
mas llamados de «traducción automática»,
cuyos algoritmos funcionan en el nivel del
código y representan una amenaza para las
lenguas, aun cuando se los presenta al ojo
desprevenido como el puente ideal entre
ellas. El psicoanálisis francés contemporá-
neo ha percibido tempranamente Jos ries-
gos de este aseclío al crear el neologismo
«!alengua» (lalangue), para subrayar su im-
portancia y reemplazar a las equívocas
exprc-siones «lenguas naturales», «lengua
corriente», etc. En realidad, !alengua se
identifica con el concepto de «lengua ma-
terna», y es radicalmente opuesto al de «len-
guas nacionales»; éstas, surgidas como im-
posición compulsiva para lograr Ja unifica-
ción nacional del Estado, son consonantes
con los intercambios de objetos y el valor
mercantil dominante.
16
El italiano, por ejemplo, se ha impues-
to como idioma nacional por sobre Jos dia-
lectos regionales; pero estos últimos no han
desaparecido: se mantienen vivos, trasmi-
tidos de generación en generación como Ja
vía regia para las manifestaciones eróticas
de sus hablantes. A su vez, en el territorio
italiano viven otras minorías de lengua ale-
mana, francesa y ladina (los ladino-
friulianos), además de minorías albanesas,
catalanas, griegas, servo-croatas, eslovenas,
la más numerosa de las cuales, aunque no
reconocida por todos los estudiosos, es la
minoría sarda. La lengua nacional y Jos dia-
lectos y lenguas regionales (!alengua) tie-
nen, entonces, una larga historia de opre-
siones y resistencia, cuyo destino final es
incierto; hay quienes anticipan un triunfo
de !alengua por ser ella la que termina
uniendo el lenguaje bello y el argot.
Pero la ofensiva de la lengua nacio-
nal es solidaria con la del Mercado y se nutre
permanentemente en él, acelerando Jos pro-
cesos de standardización. Tal como se se-
ñaló más arriba, la propia lengua nacional
se transforma al ritmo de Ja producción con-
ceptual del idioma dominante a nivel mun-
dial generando una doble subordinación de
!alengua a los impera ti vos de Ja producción
tecnológica.
Cuidar las lenguas es, en esta perspcc-
ti va, una síntesis admirable de como Jos De-
rechos Humanos de una minoría puntual
aseguran el porvenir, en Ja reivindicación
de lo simbólico, de la humanidad entera.
 SOBRE EL ACTO DE DISCRIMINAR
Juan Jorge Michel Fariña
En el rico idioma español no debe
haber otro término cuyas acepciones sean
tan antitéticas como el que motiva este co-
mentario. En efecto. se dice "luchar contra
la discriminación", o más fuerte aún, "dis-
criminar es negar en el otro la condición
humana", otorgándole así a la acción de
discriminar un carácter eminentemente ne-
gativo, algo que debemos erradicar de nues-
tras prácticas.
En el ámbito de la psicología, en
cambio, es común decir de un paciente gra-
ve, que "carece de la capacidad para discri-
minar". o calificar determinadas conductas
o juicios como "indiscriminados", dándole
así al acto de discriminar un sentido positi-
vo, una aptitud deseable que debemos pro-
mover entre los seres humanos.
Como es evidente, el carácter positi-
vo que adopta el término en esta última
acepción se contradice con el que se le otor-
ga en la primera.¿ Cuál es entonces el "ver-
dadero" sentido de discriminar'7
Según el clásico diccionario de Joan
Coro minas, el origen del término se remonta
al vocablo latino cernere, cuyo significado
original era "separar", "distinguir". De allí
proviene el término cerner, que significa
"separar con el cedazo la harina del salva-
do y otras materias sutiles". Posteriormen-
te apareció el cultismo discernir, que data
de la segunda mitad del siglo XV y que sig-
nifica "distinguir", "separar mentalmente",
tomado del latín discernere. La serie se si-
17
En n1crnoria de Enlilio Fermín 1Y1ignone
gue de la siguiente manera: discemere, dis-
cernimiento, discreto, discrecional,
discriminare.
Por otro lado, el término inglés
discrimination, que posee la misma raíz y
sentido, reconoce sin embargo como
americanismo las acepciones de "parciali-
dad" y "favoritismo", que aceptadas tam-
bién en español, dan al término "discrimi-
nación" el sentido negativo antes mencio-
nado.
En síntesis, ambas acepciones son
correctas. El conflicto surge del vocablo
mismo, cuyos usos oscilan -sin distinguir-
lo- entre el carácter positivo dado por la
etimología y el negativo con que se lo ge-
neraliza luego.
Esto lleva a equívocos recurrentes.
Hace poco, una noticia aparecida en un dia-
rio de Buenos Aires, hacía claro síntoma
de ello. En un colegio secundario se produ-
jo una vacante para el cargo de profesor de
Historia. Como es de rigor. para cubrirlo,
se convocó al docente que correspondía
según el orden de mérito. Cuando esta per-
sona se presenta, las autoridades del cole-
gio se percatan de que es no vidente. Ni
bien se hace cargo de sus funciones, el nue-
vo profesor solicita colaboración en aque-
llas tareas que no puede realizar debido a
su discapacidad -llenar planillas, pasar lis-
ta, ete. Las autoridades, que quieren sacár-
selo de encima, encuentran la excusa per-
fecta, y lo dejan cesante argumentando fa!-
 ta de personal.
El doeente se queja ante el cronista
por la injtisticia de la que ha sido víctima,
utilizando la conocida fórmula ''me están
discriminando". Pero en la misma nota, las
autoridades retrucan con el slogan 'no lo
estamos discriminando, sino que lo trata-
mos como a uno más, exigiéndole lo mis-
mo que al resto de los docentes'.
O una encuesta callejera improvisa-
da por estudiantes secundarios, que pregun-
taba a los transeuntcs: '¿Alguna vez discri-
minaste~'. Se puede suponer el estupor de
un entrevistado medianamente avispado:
¿qué responder?
Existen también por supuesto ejem-
plos en los que el lenguaje cotidiano hace
gala de una distinción más fina, aunque no
siempre saque lecciones de ello. Cuando en
las crónicas deportivas se hace referencia a
que la policía 'reprimió indiscriminada-
mente', se quiere significar que careció de
discernimiento y castigó por igual, sin dis-
tinciones, a culpables e inocentes.
Intentando saldar la cuestión. los
psicólogos norteamericanos, en su Código
de Etica', utilizan la fórmula "unjust
disnimination" para referirse a las situacio-
nes en las que el acto discriminatorio toma
carácter negativo. Así lo entendimos cuan-
do tradujimos "Los psicólogos(. .) no par-
ticipan ni consienten prácticas discrimina-
torias injustas", para escándalo de algunos
lectores que nos interpelaron: ¿cómo "dis-
criminación inJusta", es que existe acaso
una discriminación que pueda considerar-
se justa?
Si se <orna la acepción etimológica
de "discernir", el acto de discriminar es
1 A. rncric<tn Psychological Assocíation: Ethicaf Principies of
Psychologists and Code of Co11d11ct. 1992. Hay versión en
csp;;i.ñol. Cátedra de Psicología, Etica y Derecho F!urnanos,
t:DA. Public:Jcioncs del CEP, 1993.
18
esencialmente "justo", es decir, deseable.
El horario de protección al menor sería un
ejemplo claro de ello: se distingue -discri-
mina- el estadio evolutivo del niño, que le
impide simbolizar determinados estímulos
-violentos, sexuales-, los cuales podrían
suponer por tanto carácter traumático. Es
evidente que al hacerlo, al discernir esta
cuestión separando al niño del televisor,
lejos de generar un perjuicio al menor, se
busca preservarlo de tales efectos
traumáticos.
A la inversa, el concepto de "discri-
minación social", se reserva para los casos
en los que la acción discriminatoria adopta
carácter negativo, o injusto. Ejemplo clási-
co de ello es la segregación de grupos hu-
manos en razón de su raza, religión, len-
gua, orientación sexual, discapacidad, con-
dición socioeconómica, etc. La enumera-
ción busca alertar respecto de la injusticia
que subyace a dicho menoscabo y promo-.
ver acciones destinadas a suprimirla.
Pero muy diferente será la cuestión
cuando se trata del ya mencionado horario
de protección al menor o de la distinción
Damas-Caballeros en los baños públicos,
que como se sabe excluye mutuamente a
varones y mujeres del ingreso por la pnerta
del vecino. Allí no estamos frente a un de-
recho conculcado, sino ante el valor
significante de la diferencia, jerarquizado
en el acto mismo de discriminar.
Se puede extraer por lo tanto una lec-
ción teórica de estos usos antitéticos del
término "discriminar".
Diremos que entre la discriminación
en sentido positivo y la discriminación en
sentido negativo, existe una relación
inversamente proporcional. Cuanta ma-
yor capacidad para discriminar -en el sen-
tido positivo o simbólico- tenga un sujeto,
más preservado estará de llevar adelante
acciones discriminatorias en el sentido ne-
 gativo o injusto.
Correlativamente, será el sujeto con
escasa capacidad de discernimiento el que
más fácilmente caerá preso en la lógica de
la discriminación social. El racista, por
ejemplo, no reconoce simbólicamente las
diferencias, sino que las imaginariza. Si la
visión del diferente lo descompensa al punto
del odio o la repulsa, es justamente por su
escasa capacidad para discriminar. Al ser
pobre para las distinciones finas, la presen-
cia del semejante siempre lo excede en com-
plejidad, despertando en él un renovado
apetito paranoide.
Finalmente, es el poeta con su sabi-
duría quién nos ofrece las claves más pre-
ciadas de la cuestión. Si de algo se queja
{
;
Discépolo en su tango célebre es de la falta
de discriminación que reina en el cambala-
che. La Biblia junto al calefón devino así
una fórmula emblemática.
El más uní versal ele los libros igua-
lado a un objeto estrafalario rápidamente
reemplazado por el termotanque, represen-
ta el borramiento particularista de las dife-
rencias sustanciales.
Por lo mismo, constituye también
una apelación al discernimiento. Al acto
primordial que separe una vez más la paja
del trigo, sustrayendo así a la propia huma-
nidad de su tragedia más temida.
 ·•fl 20% de la población más pobre del mundo comparte el 114% del dinero mundial

ª!eñle
Hemos hablado de las
diferencias físicas entre los
habitantes de este mundo.
Sinceramente no creemos que el
racismo tenga nada que ver con
los ojos, el pelo o la piel. La
fisonomía sólo es una excusa. El
secreto del racismo radica en el
dinero y en el poder.

Los gráficos y textos reproducidos en esta página y citados en el artículo «Las diferencias según Beneton» han sido
extractados de la revista Colors Nº 4
© Bencuon, Prim:lvera 1993

El 20% más rico de la población mundial domina el 82, 7% del dinero

_
'>1\.. -¡;.,..
,;':'.."::.':..
.... .... ..
"'''"-"""""
,,....._.,., ... -..
""'
' ' ~, .
'~"..-~
~,~-"'-""''.....,,
m'"'"'""-""' aqu~
'
iffeeriol
La manifestación más
universal del racismo no
es la violencia; es la
negación sistemática de
oportunidades
económicas a las
minorías. El 20 por ciento
de la población más pobre
· del mundo sólo obtiene el
0,2 por ciento del dinero
que prestan los bancos
· comerciales. los pobres,
sin posibilidades de
crédito, nunca tendrán
riqueza ... ni poder.