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Historización en la adolescencia. (Puget).

La adolescencia no necesariamente corresponde a una edad cronológica.


No toda marca es reinscripción de una anterior, sino que la adolescencia es tal porque se origina a partir de una
marca a la cual es posible pensar como primitiva.
La adolescencia es una etapa de transición ni se ubica dentro de las metáforas que la hacen ingresar en una suerte
de psicopatología general. La adolescencia es un momento de la vida de un sujeto que inaugura una historia basada
en la puesta en acción de un cuerpo sexuado vincular, que es diferente a la puesta en acción que otorga al cuerpo
su característica de cuerpo erógeno autoerótico de la infancia. El cuerpo erógeno corresponde a un espacio
intrasubjetivo.
Esta puesta en acción es el comienzo de una práctica posible, la de una sexuación dentro de un vínculo de amor
con posibilidades de procreación. Es un momento en el que la estructura fliar. se abre sin poderse volver a cerrar
nunca, y deja de ser origen para uno o varios miembros de la flia.; la familia ya no es origen de esa pareja sino que
la pareja es origen de la pareja.
Esto se separa de Piera Aulagnier cuando habla de dos etapas que el adolescente debe recorrer: una en la que
selecciona y mantiene a resguardo el olvido de los materiales necesarios para la construcción de ese fondo de
memoria, garante de la permanencia identificatoria, y otra caracterizada por la organización del espacio relacional.
Al interrumpirse una continuidad-discontinuidad, las interpretaciones que tienden a relacionar el hoy como causa del
antes, deben ser pensadas como que el hoy crea un antes que sólo tiene sentido si esa historia ingresa en el
vínculo actual. Cuando una pareja o vínculo en vías de ser pareja hace ingresar la historia fliar. de cada uno, es ya
una historia que les pertenece y deja de pertenecer a la flia. de origen. Les pertenece, adquieren un pasado hecho
de relatos míticos. Si se piensa en continuidad y transición habría que pensar en que es la historia de la flia. la que
penetra y moldea los nuevos vínculos.
La adolescencia tiene que ver con prácticas relacionadas con un cuerpo sexuado, es un cuerpo sexuado
esencialmente vincular que se diferencia del cuerpo erógeno. no es un cuerpo singular sino un cuerpo inherente a
una vincularidad que es la que le da su cabal significación. El cuerpo erógeno no necesita de otro para constituirse,
y en sí está completo. El cuerpo sexuado de la adolescencia se determina con otro que es condición del cuerpo
sexuado.
Una de las características de la adolescencia es que el cuerpo de la adolescencia es un cuerpo que no puede ser
anticipado por encuadre fliar., o por la mirada de las figuras parentales.
La historia del adolescente ya no pertenece a la historia fliar.; sólo podrá historizar la flia. a partir de los datos
aportados por el adolescente. No va a ser una historización para recordar sino que tendrá otros sentidos. Se trata de
discriminar aquellas historizaciones que inventan un pasado, o que lo recuerdan, o que lo reactualizan. El
adolescente en su espacio “inter” crea un vínculo que inventa un pasado; en forma paralela se produce otra
historización, la de recordar el pasado clásico para nosotros, que es siempre ilusorio ya que no se lo recuerda como
fue y tan sólo se lo reinterpreta.
La marca fundamental de la adolescencia es la de crear un nuevo espacio extra fliar., signado por el lugar que la
adolescencia da al proyecto de pareja, o a la pareja sexual misma.
Hay una sexuación de carácter endogámico, según la cual se intenta reproducir la sexualidad de la estructura fliar.
(infancia), y una sexuación propiamente dicha novedosa, que se inscribe en el marco de la exogamia
(adolescencia).
Se puede pensar en el erotismo como autoerotismo, y en un erotismo correspondiente a la sexuación que tiene dos
vertientes: una a la que llamo endosexuación de carácter incestuoso, cercano al deseo de los padres que lleva a
que la elección de objeto sea muy coincidente con el modelo parental, y otro exoerotismo o sexuación propiamente
dicha. El exoerotismo es en aquellas flias. para las cuales la pareja abre el sistema fliar. sin jamás completarlo.
Para el sistema fliar. o la estructura fliar. icc la producción de un adolescente propiamente dicho es un
acontecimiento, algo así como que la estructura misma queda abierta e incompleta definitivamente.
La no complementariedad del adolescente con su flia. de origen hace síntoma cuando la adolescencia se manifiesta
bajo la forma de pareja; en este caso los conflictos giran en torno al hecho de que uno de los miembros de la flia. ya
no se hace presente.
La adolescencia puede requerir de un lugar extraterritorial iniciador de la exogamia, según el cual es imposible que
la comprensión provenga de los padres. El no hablar corresponde al no hablable; la amenaza de irse es aquello que
produce zozobra y es imposible de eludir.
La adolescencia impone una nueva marca y no una resignificación de marcas anteriores, y que dicha marca inicia
una historización que sólo pertenece a esta nueva modalidad vincular, o sea, la que se inicia a partir de la
pertenencia de un hijo-hija a otro vínculo sexuado.
La adolescencia se organiza cuando la experiencia de la sexuación pasa a ser posible, algo así como la instauración
da una práctica y se registra como un acontecimiento que se torna origen de un proyecto. Se trata de un sistema
vincular que no es anticipable por la flia. a la cual llamamos de origen, pero que ya no es origen para esa nueva
marca. Esta nueva marca sólo puede ser construida con otro en una relación en la que la sexuación, o sea la
intervención del cuerpo significado sexualmente, es la que va a dar su impronta a esta nueva organización vincular.
Se producirá un nuevo tipo de parentesco, el que se establece como ampliación del que proviene de la nueva
pareja, la que se concreta en algún momento pero que se inicia como marca con las primeras elecciones de pareja
sexuada del adolescente. Esta va a ser la pareja de origen de ese nuevo sistema, las primeras elecciones, el de dos
flias. que mantendrán entre sí algún tipo de vínculo.
El adolescente se equipara con adolecer, algo así como padecer de una falta de soporte, el que incumbe a una
nueva marca. El adolescente es entonces el que sufre de una falta de historia, y que tan sólo inicia algo que luego
podría ser historia.
La adolescencia se puede explicar dentro de una continuidad, aunque discontinua con la historia fliar. una
historización en la que se superponen dos modelos: uno ligado a la flia. que dio un origen y otro fuera de dicha
historia, que habrá de construirse en otro espacio, el de la vincularidad del adolescente.

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