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SARGÓN EL GRANDE REY HAMMURABBI

DIOSA INANNA ISHTAR


NABUCODONOSOR
SARGÓN I EL GRANDE

(o el Viejo)  Rey de Akad que unificó Mesopotamia por primera vez (?, h. 2334/2370 - ?, h. 2314/2279 a. C.). Era un
funcionario de Kish, perteneciente a los pueblos semitas que se habían ido asentando entre los sumerios. Parece que se
apoderó del Trono en aquella ciudad-estado y la lanzó a una gran expansión territorial, derrocando al último rey de
Sumer -Lugalzaggesi-. Fundó una nueva capital en el centro de Mesopotamia, Akad, desde donde conquistó Elam (en el
este), Amurru (en el oeste) y Subartu (en el norte), aprovechando la superioridad militar que daba a los akadios el
empleo de arcos y flechas. Estableció así el primer Estado mesopotámico centralizado en torno a un monarca divinizado,
imperio que abarcaba «las cuatro partes del mundo», desde el golfo Pérsico hasta el Mediterráneo: además de los valles
del Tigris y el Éufrates, parte de Siria, Asia Menor, el oeste de Persia y quizá la isla de Chipre. Bajo su reinado se produjo
una cierta uniformización cultural del país, mezclando elementos sumerios y semitas. Procuró mantener buenas
relaciones con los pueblos sometidos, respetando a sus autoridades locales; pero al morir estallaron rebeliones que
amenazaron la unidad del imperio. Su nieto Naramsín restableció el orden y emprendió nuevas campañas hacia Arabia y
Persia.

HAMMURABI

(Babilonia, hacia 1810 a.C. - 1750 a.C.) Rey de Babilonia (1792 a.C.-1750 a.C.). Su reinado representó la ascensión de
Babilonia y de los nómadas amorreos, que se habían instalado en la región, a una posición preponderante entre las
ciudades de Mesopotamia. Hammurabi se dedicó a asegurar sus posesiones frente a las apetencias territoriales de la
ciudad de Larsa y de su rey Rim-Sin, por lo que sus primeras campañas militares se orientaron hacia el sur. El séptimo
año de su reinado, Hammurabi ya le había arrebatado a su rival dos de sus más importantes posesiones: Isin y Uruk.
Hammurabi y Shamash, dios del sol y la justicia
(relieve del código de Hammurabi)

Una vez consolidadas sus posesiones en el sur, el monarca


volvió su atención en otras direcciones, y así, cuatro años
más tarde se apoderó de las ciudades de Rapiqum y Shabili y
realizó expediciones contra el país de Emutbal, al este de
Babilonia.

Con la concentración de ciudades en su bando, el poder de


Babilonia se había incrementado de tal forma que
rápidamente se formó una coalición de ciudades del Tigris
para hacerle frente. En la subsiguiente guerra de los Dos Ríos,
la coalición del Tigris fue derrotada y en el año
trigesimoprimero de su reinado Hammurabi se autoproclamó
rey de Sumer y Akkad, título que simbolizaba el dominio
sobre Mesopotamia. Esto no detuvo sus campañas expansionistas, en las que derrotó a las ciudades de Mari, Malgium y
Subartu (Asiria).

Su obra legislativa culminó con el código que lleva su nombre, una compilación de leyes y jurisprudencia ya vigente y en
algunos casos puesta al día. El código de Hammurabi sirvió como modelo para muchos otros códigos posteriores, pero
aunque se han querido establecer paralelismos con las leyes de Moisés, las diferencias son marcadas. A pesar de su falta
de originalidad, el código de Hammurabi es un documento valiosísimo para el estudio de la sociedad mesopotámica de
la primera mitad del segundo milenio antes de nuestra era.

A su muerte sobrevino un período de anarquía en el que varios personajes, que aparecen mencionados en las fuentes
como «hijos de nadie» -haciendo quizá referencia a su nula vinculación familiar con el rey-, se disputaron el trono.

NABUCODONOSOR II

(?, h. 630 - Babilonia, 562 a.C.) Rey de Babilonia bajo cuyo reinado el Imperio neobabilónico conoció su máximo
esplendor, antes de ser anexionado al Imperio persa. Es especialmente recordado como gran restaurador y constructor
de templos y edificaciones públicas, como los jardines colgantes de Babilonia (una de las siete maravillas del mundo
antiguo) y un zigurat que ha sido identificado como la bíblica «Torre de Babel».

Nabucodonosor era hijo de Nabopolasar, un general caldeo que, tras la muerte de Asurbanipal, rey de Asiria, se había
proclamado soberano de Elam, Mesopotamia, Siria y Palestina, fundando un Imperio neobabilonio que vino a ocupar el
espacio del declinante Imperio asirio de Asurbanipal.

Nabucodonosor aseguró el dominio de estos territorios derrotando a los egipcios en la batalla de Karkemish (605 a.C.),
todavía en vida de su padre. Muerto Nabopolasar en aquel mismo año, Nabucodonosor le sucedió y se consagró a la
tarea de consolidar el imperio que había heredado, combatiendo incesantemente contra sus enemigos, especialmente
en la zona sirio-palestina.

A pesar de que Nabucodonosor había ocupado Jerusalén y deportado a muchos judíos a Babilonia, el rey Joaquín de
Judá se rebeló en connivencia con los egipcios en el 597 a.C.; tras recuperar Jerusalén, Nabucodonosor los castigó con
una segunda deportación a Babilonia. Puso entonces en el trono de Judá a Sedecías, que también le traicionó,
rebelándose de nuevo en alianza con Tiro y Egipto (586 a.C.).

Tras un año y medio de asedio, Nabucodonosor tomó Jerusalén por tercera vez, mandó destruir la ciudad y el templo
(clave de la identidad del pueblo judío) y envió un tercer contingente de judíos deportados a Babilonia; este «cautiverio
babilónico» de los judíos se prolongaría hasta que el Imperio neobabilonio fue conquistado por Ciro el Grande, quien
ordenaría restaurar el templo y permitiría el regreso de los deportados a su país de origen.

Tras una dura lucha, Nabucodonosor completó su victoria con la anexión de Tiro (573 a.C.) y una nueva derrota de los
egipcios (567 a.C.). Desde entonces, Nabucodonosor se consagró al engrandecimiento de Babilonia, dándole el
esplendor que merecía su carácter de capital de un vasto imperio: la rodeó de una doble muralla con puertas
monumentales, la adornó con los célebres jardines colgantes (una de las siete maravillas del mundo antiguo), reparó
puentes y canales y construyó o más probablemente amplió un santuario con un zigurat de 90 metros de altura
(identificado con la Torre de Babel del relato bíblico) y un templo al que se accedía por una gran vía procesional.

La muerte de Nabucodonosor en el año 562 a.C. desencadenó un periodo de luchas internas que llevó al trono a
Nabonides (556-539 a.C.), último rey de Babilonia. Ya al final del reinado de Nabucodonosor II habían empezado a
aparecer síntomas de decadencia, que se manifestaron en la lucha por el poder entre los sacerdotes del dios Marduk y
los de Samash. Ciro el Grande, fundador del Imperio persa, aprovechó la debilidad causada por esta pugna para imponer
su dominio sobre Babilonia (539 a.C.), que pasó a formar parte del Imperio persa.

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