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En artículos anteriores tratamos de explicar los 10 trucos que usan los restaurantes
para que pagues más, y descubrimos también, siguiendo en la disciplina de la
psicología del consumidor, por qué nunca hay que pedir el segundo vino más barato
de la carta.
Las estrategias que emplean los hipermercados a fin de aumentar sus ventas son casi
tan antiguas como el intercambio entre bienes de consumo y dinero, pero la disciplina
del marketing en el sector siempre evoluciona y se generan nuevas herramientas para
favorecer que los consumidores estén más predispuestos a gastar más.
Los productos que las superficies se encargan de destacar son aquellos que más les
interesa vender, ya sea porque su margen de beneficio es mayor, ya sea porque es
un stock del que quieren deshacerse más deprisa. Para conseguirlo los sitúan a la
altura de la cabeza, para que sean más visibles.
Otros artículos que pudieran ser una alternativa de compra están más escondidos,
cuestan más de encontrar, y eso es incómodo para cualquier consumidor. Por otra
parte, no todos los ojos están a la misma altura, y las tiendas lo saben. Saben que los
niños tienen un gran poder para convencer a sus padres de adquirir algunos
productos en concreto, y por esta razón ubican artículos como juguetes y golosinas a
la altura de los pequeños consumidores.
Aquellos artículos que aportan una mayor tasa de beneficio, como las flores, la
bollería y los platos precocinados, acostumbran a encontrarse en la misma entrada
del supermercado.
La razón de esta estrategia es que son artículos que se consumen al momento, su
impacto visual es grande y los consumidores tienden a permitírselo, más aún si el
carrito está todavía vacío.
El 90% de las personas son diestras y la tendencia natural es que circulen por la
derecha. Las superficies medias y grandes están diseñadas con el objetivo de que el
consumidor pasee en el sentido contrario a las agujas del reloj y recorra el máximo de
pasillos posibles antes de pagar en caja.
Cuánto más largo sea el recorrido y más tiempo esté el cliente en la tienda, mayor
tenderá a ser su gasto.
Aunque la amabilidad del dependiente parece más de otras épocas y hoy en día se
estile una conducta mucho más fría y profesional (coherente con el cambio en la
naturaleza de las relaciones laborales y los hábitos de consumo), lo cierto es que
algunas superficies más sofisticadas, como las tiendas de Apple, rebosan de
empleados con amplios conocimientos que no cobran comisión por venta y se
encargan de responder a todas las dudas o problemas de los clientes sin hacer uso
de técnicas de marketing invasivas.
Una de las principales cadenas de supermercados estatales anunció años atrás que
empezarían a cobrar por las bolsas de plástico, ya que era un compromiso de la
empresa el cuidado del medio ambiente. Fue una campaña de amplia difusión.
Sin embargo, la motivación de esta campaña no era tanto el ecologismo de la
macroempresa, sino, simplemente, poder rentabilizar un “artículo” que antes se
entregaba de forma “gratuita”. Se encargaron también de ofrecer bolsas reutilizables
con las que poder obtener unos ingresos extra, con su logo estampado bien grande,
consiguiendo así publicidad gratuita. Una estrategia de ganancia asegurada.
Estos productos no son de gran valor, pero son los que proporcionalmente reportan
más tasa de beneficio a la superficie. En el mundo de la Psicología del consumidor,
este tipo de artículos cumplen una función de guinda del pastel: unas pilas que seguro
que necesitaré; estos chicles me apetecen, estas golosinas para cuando vengan los
sobrinos a casa… La superficie siempre está atenta a estas técnicas para venderte
todo lo que puedan.