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CARLO ROCCHETTA

HACTA UNA TEOLOGÍA


DE IA CORPOREIDAT)

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PABLO
CarÍruro 6
LA SEXUALIDAD EN EL PROYECTO
DE DIOS

La mirada echada al Cantar de los Cantares nos ha introduci-


do implícitamente en un ulterior tema fundamental relativo a
la condición criatural-corpórea del hombre: la sexualidad
como modo de ser inherente a la estructura esencial de la
persona humana. ¿Cuál es el significado de la sexualidad en
cl cuadro del proyecto originario de Dios sobre el hombre y
la mujer? ¿C;uál es su verdad y su riqteza?
Desarrollaremos nuestra investigación en dos momentos
csenciales:
1. dando una mirada al anuncio bíblico sobre la sexua-
lidad;
2. profundizando su valor desde el punto de vista más
propiamente teológico. Conviene precisar en seguida que
cuando se habla de sexualidad, en esta sede, no se refiere
sólo a una realidad de orden genital, sino más profundamente
por otra parte ya se ha visto aflorar en el Cantar-
-como
a una dimensión constitutiva del ser humano como tal, una
fuerza, una potencialidad de amor que enviste todo su ser
espiritual-corpóreo y representa un valor confiado a su res-
ponsabilidad.

t. Anuncio bíblico sobre la sexualidad

La respuesta fundamental de la Biblia nos la ofrecen los dos


relatos de la creación atestiguados por el Génesis. Cada uno

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de ellos, a su manera, aporta una contribución particular para "Dios creó al hombre a su imagen,
la delineación de la teología bíblica de la sexualidad. Es, a imagen de Dios lo creó,
pues, preciso referirse a ellos si se quiere captar el significado macho y hembra los creó" (Gén 1,26-27).
de la sexualidad en el orden de la creación. ¿No es este quizá
el método que Jesús sigue cuando es interrogado sobre la El modo de ser imagen de Dios es realizado en la doble
cuestión de la legitimidad del divorcio? El remite a sus inter- polaridad sexual, masculina y femenina. Esta duplicidad no es
locutores al "principio" ("Al principio no era así" Mt 19,8). consecuencia de una caída primitiva, como se creía en las
La cafegoria del "principio", en el modo que la utiliza Cristo, rnitologías de los pueblos cercanos; es originaria de la crea-
no indica simplemente un dato temporal, sino una situación ción de la humanidad por mediación de Dios. El hombre y la
de valor. La verdad del "principio" de la sexualidad humana mujer son imagen de Dios, juntamente, en la reciprocidad de
coincide con la verdad de la estructura de la criatura humana, su existencia relacional. Y dado que la creación a imagen
hombre y mujer, de suerte que sólo enlazando con este "prin- de Dios afecta a todo el ser del hombre y de la mujer, ellos
cipio" se es capaz de captar la verdad originaria de la sexua- son constitutivamente seres sexuados. La sexualidad abraza,
lidad humana y, consecuentemente, de la vocación al matri- cn efecto, la totalidad de la persona humana, y ilo sólo su
monio ylo a la virginidad por el reino de Dios, como se cuerpo. Por eso la bendición de Dios concierne a la pareja
desprende del mismo texto mateano (cf respectivamente 19,1- humana como tal, como metáfora de una humanidad realiza-
9 y 19,10-12). da, en todas sus dimensiones, incluido el ejercicio de la
La primera constatación que emerge, en términos genera- sexualidad dirigido a la procreación y a la realización del
les, es que los dos relatos de la creación rechazan cualquier f'uturo de la historia (1,,2I). El cometido de transmitir la vida,
doctrina que vea en la sexualidad un hecho en algún modo propio de Dios, es confiado a la pareja como un cometido de
negativo o del que se ha de tener miedo. La negatividad y el colaboración libre y responsable en la obra de la creación.
miedo intervendrán después del pecado original, pero "al llsto no comporta ninguna divinización del sexo, como se
principio no era así". El hombre y la mujer se encuentran en creía entre las poblaciones cananeas; la sexualidad es una
presencia de Dios, bajo el signo de su "bendición", en un realidad criatural perteneciente al ser del hombre y de la
ámbito de reciprocidad y de descubrimiento caracterizados rnujer y a su capacidad de relacionarse.
por la admiración, la inocencia y la felicidad. Desde este El ser creados a imagen y semejanza de Dios implica la
punto de vista, hay una profunda correspondencia entre los rluplicidad sexual y forma parte del evento de la creación. La
relatos del Génesis y el Cantar de los Cantares. El mensaje de f)crsona humana, hombre y mujer, es en sí misma una existen-
fondo es el mismo. cia sexuada y no puede existir más que como tal. La sexua-
lidad no es un algo más marginal, sino el modo propio de ser
tlc la criatura humana, en cuanto hombre y en cuanto Ínujer,
a) El hombre y la muier como seres sexuados e n una reciprocidad ineliminable y profunda.

Un primer contenido fundamental que ha de ponerse en evi-


dencia, en el cuadro del testimonio del Génesis, es el que l,) Polivalencia de la sexualidad
emerge del relato sacerdotal (L,L-2,4a). El hombre y la mujer
son creados a imagen y semejanza de Dios. Su diferenciación lrl relato yavista nos ofrece ulteriores elementos de pro-
sexual forma parte de este su ser; "Dios dijo: 'Hagamos al fundización. La verdad de la sexualidad es presentada según
hombre a nuestra imagen y semeianza..."'. lrcs categorías fundamentales: la soledad, la unidad y la

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desnudez originarias; a tales categorías corresponden.otras unidad de la carnei "...y serán una sola carne" (2,24). El
tantas dimeniiones de la existencia sexuada de la criatura cncuentro sexual hombre-mujer está considerado como la
humana; dimensiones que, si encuentran en el matrimonio su actuación plena y directa del don/acogida que caractetiza en
forma directa e inmediata de realización, asimismo represen- profundidad la estructura de su ser. No por casualidad el acto
tan una especie de formas-base que caractetizan el significado sexual está expresado, en el lenguaje bíblico, como un ac-
más profundo de la sexualidad humana y por consiguiente del to de "conocimiento"; no constituye sólo la expresión
ser del hombre y de la mujer. de un encuentro de dos cuerpos, sino el evento de una comu-
nión de personas en el que ellas se conocen y reconocen;
La sexualidad como expectativa de comunión' Según la run acto de amor en el que la comunión de los cuerpos se pre-
ficción literaria que lo caraifetiza, el texto yavista, tras.haber senta como expresión de la comunión de los corazones,
mostrado cómo il hombre no encuentra entre los animales manifestación de disponibilidad para el don y la acogida re-
ningún ser que pueda "estar frente a é1" como interlocutor de cíprocos, encaminada al crecimiento en la unidad. Es signi-
ro itis*u lafataleza, evoca su soledad originaria como una I'icativo que en este segundo relato el hacerse "una sola car-
condición no correspondiente a su plena rcalización:. "No es ne" no está descrito como destinado, al menos de modo
bueno que el hombre esté solo" (2,18). Con la autoconscien- tlirecto o exclusivo, a la procreación y a la perpetuación de
cia suficiente como para poder dar un nombre a todos los lir especie, sino ante todo a la realización de una comunión
seres inferiores, el hombre (macho) se encuentra solo, en una total del hombre y de la mujer. Ambas finalidades no están
soledad que 1o hace incapaz de expresarse cumplidamente' La cvidentemente en contradicción; se reclaman y exigen la una
creación de la mujer que Dios mismo lleva a cabo, conducién- rr la otra; sigue siendo verdad que el significado del acto
dola al hombre óomb en un cortejo nupcial, hace salir al soxual evidenciado por este segundo relato es ante todo el
hombre de tal soledad. La exclamación del hombre (2,23) significado unitivo. El cuerpo del hombre y de la mujer son
expresa cómo advierte la profundldad del propio yo precisa- epifanía y mediación significante de comunión, del don y de
ménte en el encuentro con el tú de la mujer, y viceversa: el lir acogida recíproca a que están llamados. Está claro que
descubrimiento del tú del otro es descubrimiento del propio tlmbién esta dimensión, si a nivel inmediato remite a la
yo. La soledad originaria revela en este punto su aspecto más r'omunión conyugal hombre-mujer, más profunda y radical-
profundo: el ser humano es expectativa de comunión. La cria- nrente indica una modalidad propia de realización del hombre
iura humana, hombre y mujer, esconde en el fondo de su y cle la mujer como seres llamados al don y a la acogida. Tal
propia soledad la expectativa de un interlocutor, de suerte que cs la vocación nativa y fundamental de la criatura humana:
io¿ó to que ella advierte en su propia corporeidad masculina rcalizarse en una comunión caracferizada por el intercambio
o femenina es signo de esta apertura y de esta expectativa' v el don, por la acogida y la gratuidad. La sexualidad es
Bajo tal aspecto, Ia sexualidad és en su más profunda realidad vocación a la realización de tal modalidad de existencia. El
pró*"ro ie encuentro y deseo de comunió'rz' Al mismo tiem- ( ucrpo humano, en su misma estructura, expresa esta voca-

po, la sexualidad se mánifiesta como un don de Dios destina- r'itin. La acogida y el don representan, en consecuencia, las
io'a liberar a la criatura humana de la soledad para hacerl' ,limensiones profundas del realizarse de toda persona huma-
capaz de relacionarse con el otro por sí misma, como unil rur: eI hombre como ser llamado al don en la acogida, la
llamada al encuentro inscrita en su misma corporeidad' rrrujer como ser llamado ala acogida en el don. La dialéctica
rlc la personalización (o formación del ego) pasa necesaria-
La sexualidad como vocación al don y a la acogida' La rrrcnte a través de este movimiento recíproco: de la acogida
segunda categoría utilizada por el relato yavista es la de ll ,rl don y del don a la acogida.

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La sexualidad como transparencia. La tercera categoría a vez, el cuerpo no es más que la actuación significativa y el
la que se remite el relato yavista es la de la desnudez origina- significante actuativo del yo-espiritual. Dentro de esta unito-
ria: "...Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, sin talidad del yo, el cuerpo desempeña un rol esponsal: es sím-
avergonzarse el uno del otro" (2,25). La desnudez del hombre bolo representativo y realizativo de la vocación de la persona
y de la mujer y el hecho de no sentir vergüenza alguna es una al amor y a la comunión. La sexualidad es expresión fuerte y
imagen plástica, para el autor bíblico, de la armonía de los dos signo constitutivo de esta vocación. Su significado profundo
seres; al mismo tiempo es una remisión a una transparencia consiste en ser un venero inmenso de amor. Como tal es con-
f iada a la responsabilidad de la persona. Lo mismo que la
vivida gracias a la cual el hombre y la mujer reconocen en el
cuerpo del otro la persona y la respetan en su dignidad. No hay condición humana, la sexualidad puede convertirse en una
necesidad de esconder el propio cuerpo porque no existe el cxtraordinaria fuente de crecimiento y de altruismo, si se la
peligro de ser usados por el otro como instrumento de pose- encamina hacia la acogida y el don, como también puede
sión egoísta o de verse reducidos sólo a mero objeto de deseo; lransformarse en una realidad de destrucción y de narcisismo,
tampoco hay peligro de ser considerados como una mera "fun- si es vivida como acto de poder o de manera egocéntrica.
ción". La mirada del otro no es una mirada de dominio, sino La criatura humana está llamada a realizarse sobre el
de respeto y de aprecio. A través del cuerpo el hombre y la nrodelo de la gratuidad de Dios, que por su libre y gratuita
mujer son libres de acogerse y de darse. El lenguaje dc irriciativa de amor crea el mundo y hace existir al hombre y
la sexualidad pertenece a esta vocación del ser humano, y es :r la mujer como seres hechos a su imagen y semejanza. El
sólo en una mirada de verdadera transparencia donde se realiz¿r nrandato dado por Dios a la pareja de los orígenes (Gén 2,16-
su finalidad. Se comprende, en este ámbito, por qué Jesús l7) supone también este aspecto. Dios considera al hombre y
cuando habla del adulterio no se limita a condenarlo, sino qurr l;r mujer como interlocutores en grado de responderle ,,sí,, o
"no", asumiéndose las consecuencias de sus propias opciones.
profundiza más, llegando a denunciar la mirada misma que sc
convierte en posesión del otro, impidiendo a la sexualidad rea- lrn tal contexto, la sexualidad aparece como un valor confiado
lizarse en la verdad del don y de la acogida fiel (Mt 5,27-28), ,r l¿ libertad y ala responsabilidad de la pareja y de todo ser
La transparencia de los ojos es la condición básica para ll lrr¡mano. La dimensión ética no es una dimensión extraña o
realizaciín de una sexualidad auténticamente vivida como rrrtrginal a la sexualidad sino más bien constitutiva de la
expresión de amor y de comunión (Mt 5,29-30). El cuerpo cs rrrisrna. La sexualidad será aquello que la persona humana
signo y mediación de esta polivalencia de la sexualidad: cl ,lccida que sea delante del Dios creador. Si la criatura huma-
cuerpo tiene un significado eminentemente esponsal. nrr quiere actuar por su cuenta, si quiere prescindir de Dios y
,le I reconocimiento de su soberanía, sufrirá un terrible fracaso,
,rnulando en lugar de desarrollar el valor positivo de la sexua-
c) El cuerpo como símbolo de acogida y de don lrtl¿rd. La vía de realización del sentido de la sexualidad pa-
',:rui, en el interior de la vocación del hombre y de la mujer,
La corporeidad es la persona humana en cuanto expectativa tlr ,r lir acogida y al don en presencia de Dios.
comunión, ser llamado al don y a la acogida en la verdltl
de la propia condición criatural. Esta es la identidad profurr
da de la criatura humana, hecha a imagen y semejanza tlr l. Teología de la sexualidad
Dios. Tal identidad concierne a la totalidad del yo, espíritu y
cuerpo: el yo espiritual no se expresa históricamente ni sr, I .r rnirada echada al testimonio bíblico (intencionalmente li-
realiza sino en la dimensión de la subjetividad corpórea; a srr uul;rda al proyecto de Dios anterior a la caída) nos ha mos-

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trado cómo la verdad originaria de la sexualidad se enmarca desde la estructura de las células a través de la configuración
en la persona humana total, hombre y mujer, y en su vocación orgánica hasta la vida psíquica y espiritual.
nativa al amor y a la comunión en el reconocimiento de Dios, La sexualidad no es sólo una realidad biológica, orgánica
fuente de la vida y medida de todo obrar ético'. Ahora se trata o reproductiva; representa una modalidad de ser que enviste
de profundizar estos elementos, no tanto en referencia al ejer- la totalidad del ser humano, orientándolo hacia el don y la
cicio físico de la sexualidad cuanto en la línea de los presu- acogida. Esto vale en primer lugar para la tensión correlativa
puestos que forman la base de una correcta comprensión de la entre hombre y mujer, pero más profundamente para todo ser
existencia humana como existencia sexuada. humano, llamado en virtud de su ser sexuado a realizar una
existencia de don y de acogida en la reciprocidad de su exis-
tencia con los demás. Esto significa que tampoco aquellos
a) La sexualidad como dimensión constitutiva que, como los consagrados, renuncian al ejercicio físico de la
de la persona humana sexualidad renuncian a la sexualidad, es decir, a ser un hom-
bre o una mujer llamados a la comunión, a ser don y acogida
"La persona humana está tan profundamente influencia- en todo el espesor de su propia existencia histórica. Si presu-
da por la sexualidad que esta debe ser considerada com«r mieran de hacerlo, se opondrían a su naturaleza más profunda,
uno de los factores que dan a la vida de cada uno los cnfrentándose a descompensaciones de todo género. Sólo
rasgos principales que la distinguen. cuando esté, adecuadamente integrada en la totalidad de la
En efecto, de la sexualidad derivan para la personit persona y en su vocación a la acogida y al don. la opción de
humana las características que, en el plano biológico. la castidad consagrada deviene "fuente de una fecundidad más
psicológico y espiritual, la hacen hombre y mujer, irbundante en un corazín no dividido" (CJC, can. 599); en
condicionando así grandemente el íter de su desarrollo caso contrario, puede convertirse en causa desencadenante de
hacia la madurez y su inserción en la sociedad" (PH 1). l'rustraciones, agresividad o disturbios psicosomáticos de di-
versos géneros.
La cita, sacada del documento de la Congregación para ll
Doctrina de la Fe Algunas cuestiones de ética sexual, en plen;r
armonía con cuanto afirman las ciencias humanas pone de tr) La sexualidad como llamada al amor
manifiesto cómo, en la concepción cristiana, la sexualidarl
representa un modo constitutivo de ser qu'e abtaza a la toti¡- .luan Pablo II ha expresado admirablemente cuanto acabamos
lidad de la persona humana, determinando la diferenciaciírrr de decir en una págína de la Familiaris consortio, d,e
hombre/mujer a los distintos niveles en que esta se plantcl c xtraordinar ia riqteza teológica :

(biológico, psicológico y espiritual). La sexualidad envistc


íntegraménte a la persona corpórea del hombre y de la mujer, "Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza:
llamándolo a la existencia por amor,lo ha llamado al
I Nos hemos limitado a considerar la situación anterior al pecado origintl mismo tiempo al amor.
porque en ella es donde se descubre la verdad originaria de la sexualidarl Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comu-
humana. La caída, como se verá, hiere a la naturaleza humana, pero no ln nión personal de amor. Creándola a su imagen y conser-
destruye en su estructura y en sus aspiraciones fundamentales. Cristo victrr
a reconducirnos aI 1'principio", liberándónos del "pecado del mundo" y dfrtr vándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la
donos la gracia (lel EspÍritu para que seamos capaces de.vivir como "nuevn¡ humanidad del hombre y de la mujer la vocación y
cri aluras". consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del

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amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación En esta dirección es donde reside su auténtica realización.
fundamental e innata de todo ser humano. La consecuencia es clara: la plena realización del signifi-
En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se cado de la sexualidad pasa a través de un proyecto de vida
expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, centrado en el amor y en la comunión. Sólo entonces expresa
el hombre está llamado al amor en esta su totalidad y efectúa su más profundo y auténtico significado. Esto im-
unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y plica, como reverso de la medalla, que los signos de una
el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual. auténtica integración en la persona de la sexualidad por
La revelación cristiana conoce dos modos específicos de ende de la afectividad- son los signos de amor y de-y comu-
realizar integralmente la vocación de la persona humana nión. Un hombre o una mujer (sean casados o consagrados)
al amor: el matrimonio y la virginidad. Tanto el uno que no son capaces de manifestar amor y comunión, no serán
como la otra, en su forma propia, son una concretización tampoco capaces de vivir el sentido profundo de su sexuali-
de la verdad más profunda del hombre, de su ser imagen dad. Los frutos de una sexualidad integralmente vivida son
de Dios" (FC 11). los frutos de la disponibilidad para con el otro, del altruismo,
del sacrificio de sí, de la bondad de corazón, de la serenidad
La sexualidad forma parte de esta vocación innata y fun- y de la responsabilidad frente a los propios deberes.
damental al amor y a la comunión que es propia del ser hu-
mano; por consiguiente, es vivida en su real alcance sólo si
conduce al hombre y a la mujer (tanto en la vocación al c) La sexualidad como valor confiado
matrimonio como en la vocación de especial consagración a a la responsabilidad humana
Dios) a rcalizar una existencia de amor y de comunión. En el
proyecto originario de Dios la sexualidad es esencialmentc La sexualidad no es la libre satisfacción de las tendencias; es
forma de amor, potencialidad de comunión; por sí misma estít un valor confiado a la libertad y por ende a la responsabilidad
destinada a hacer salir a la persona humana del estrechtt de la persona humana, en relación con la especificidad de su
círculo del yo individual, para abrirlo al encuentro oblativrr proyecto de vida (matrimonio o consagración). El mito de una
con el otro, en una concreta capacidad de amar y de hacer sexualidad feliz en cuanto abandonada al juego irracional de
comunión. La visión cristiana, bajo este aspecto, se oponc los instintos es uno de los mitos etnológicamente más falsos
decididamente a la concepción egoístico-individualista de la y mistificantes. La sexualidad supone un fundamental camino
sexualidad dominante en nuestra cultura, que basa todo en el de crecimiento, de dominio de sí y de compromiso.
principio del placer individual o privatiza la sexualidad, ha-
ciendo de ella "un bien de consumo" que se ha de gestionar La sexualidad es compromiso:
de modo individualista y narcisista. La concepción cristianit
considera la sexualidad como deseo, capacidad de comunión, 1. Compromiso paÍa vencer el egoísmo oculto en el
energía más poderosa que existe en la criatura humana- corazón humano y desarrollar las propias energías positivas
-la a la coparticipación, al intercambio fraterno, a lit
que empuja cn la línea del altruismo y de la gratuidad. Como tal, la sexua-
amistad, a la acogida y al don, estimando que sólo en tal lidad supone el esfuerzo de toda la persona para realizar un
contexto realiza su verdad más profunda. Incluso cuandtr ¡rroyecto de vida caracterizado por el amor, por la acogida y
--como en el celibato voluntario- no es ejercitada en sus ¡ror el don. La separación de la sexualidad del amor como se
funciones genitales, es un dinamismo que impele a la perso- ha ido imponiendo en nuestra cultura ("la sexualidad como
na al don y a la acogida, al amor y al encuentro yo-tú. luego") es el punto de ruptura crítica más grave respecto a la

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concepción bíblico-cristiana de la sexualidad. La sexualidad tores fundamentales: el límite inherente a la sexualidad misma
no ,r, juego, es una implicación personal, un compromiso' y la vocación de infinito inscrita en el corazón de todo ser
",
El mismo geito sexuul sólo realiza plenamente ala persona en humano. Por positiva que sea la sexualidad y su ejercicio,
un contexó de auténtica comunión de amor. Un ejercicio de llevan siempre en sí el límite connatural a toda realidad hu-
la sexualidad incomprometido y despersonalizado no es un mana y a toda relación interpersonal; si es vida (eros), es
gesto plenamente humano. Según la revelación bíblica, no se también muerte (thanatos); si es riqueza, es también pobreza.
irutu ¿" "jtgaf'al gesto sexual, sino de comprometerse en el La sexualidad está inevitablemente ligada a la inmanencia de
mismo hástá convertirse en "una sola carne" en el encuentro este mundo, mientras que el corazín humano conserva en sí
matrimonial. Ningún gesto es tan comprometido como la la necesidad de trascendencia, la nostalgia de un amor infini-
donación sexuál: ella la implicación de toda la perso- to, de una comunión total y perfecta que no tenga fin. La
"*p.esa
na en todos sus componintes. Sólo cuando no se le aísla del razón de todo esto se halla en el hecho de que la criatura
contexto de la vocación de la persona humana al amor y a la humana, en cuanto imagen del Dios-infinito, tiende a una
comunión, el gesto sexual és realmente significativo y realización que vaya más allá de su sola actuación histórica,
constructivo. lleva en sí una necesidad de reunirse con Aquel de quien es
imagen. Como le gustaba decir a san Agustín: "Nos has crea-
2. Compromiso para ser capaces de dirigir las-pulsiones do, oh Señor, para ti e inquieto está nuestro corazón mientras
instintivas (Jexuales y afectivas) y ser cada vez más capaces no descanse en ti". La sexualidad está sujeta a la misma ley
de autodeterminarse ton r..porrabilidad, canalizando así las de la condición humana. Como tal, es en sí misma invitación
propias energías y los propios deseos en la línea del proyecto
-usto y deseo de unión plena con el Dios de la vida y del amor.
á" ui¿u elegldo. implica un largo aprendizaje; nadie se Esto explica por qué, lejos de ser una realidad extraña al
improvisa frtoto. Tal tareá supone al mismo tiempo una cierta mundo de Dios, la sexualidad está bajo el signo de su bendi-
"páciencia;' consigo mismo. En efecto, no se puede olvidar ción y remite en su realidad más profunda a Dios; explica
que la plena maduración de la persona es más bien una meta también por qué exige una auténtica experiencia de Dios y
que un punto de partida: la integración de la sexualidad dentro de oración para ser auténticamente integrada en un proyec-
d" ,rn óontexto de vida centrado en la acogida y en el don to de amor y de comunión. Efectivamente, sólo en Dios es
supone un camino de crecimiento con la aceptación de luchas, capaz de realizar la criatura humana su deseo de amor y de
la superación de obstáculos y quizá también alguna parada comunión. El mandamiento del Génesis de no comer del árbol
momentánea; no se trata casi nunca de un camino del todo del conocimiento del bien y del mal supone también la afir-
rectilíneo. Lo importante es que la orientación de fondo esté rnación de esta relatividad de la condición humana. Si el
en la línea de la apertura al don y a la acogida y que exista hombre y la mujer quieren considerarse absolutos, capaces de
el coraje de recoménzar cadavez.El resultado será una sexua- prescindir de Dios (si pretenden "ser como Dios"), se exponen
lidad rLalmente integrada en la totalidad de la persona y del ir fracasar en su misma realidad sexual; es lo que aparece en
propio proyecto de vida. cl resto del relato yavista con la descripción del drama del
pecado de los orígenes y las consecuencias introducidas por él
cn la condición corpórea de la criatura humana y de la pareja.
d) La sexualidad como nostalgia del totalmente-Otro

La sexualidad lleva en sí una insuprimible e inagotable inci-


tación a la trascendencia. Esta incitación se funda en dos fac'

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