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El Mago

Por Peter Carroll


(Traducido por Manon)

Como un maestro de magia, el Adepto tiene alguna habilidad para cambiarse a sí mismo y a la
realidad que le rodea a voluntad. La marca de un Mago sin embargo es que él es capaz de
mostrar a otras personas cómo cambiarse a sí mismos, en cualquier cosa que deseen a través
de la disciplina de la magia. Hay dos tipos principales de Mago genuino, el Mago de
Apoteosis y el Mago de Némesis. Adicionalmente está el Hierofante o pseudomago. Cada uno
es reconocible por los restos dejados en su despertar.

El Mago de Apoteosis, algunas veces conocido como Arlequín, es típicamente un maestro del
disfraz interno y a menudo del disfraz externo también. Frecuentemente una persona de
gustos materiales y grandes ademanes, a menudo se distingue a sí mismo en una variedad de
empeños humanos, precisamente porque ha logrado la libertad para ser cualquier cosa en el
todo. Tal libertad es a menudo ganada solamente después de una tremenda lucha personal
para reparar los efectos de un difícil comienzo en la vida. El Mago de Apoteosis enseña
animando la emulación y después a menudo finalmente, más allá de este punto con insultos.
Su juego, que a menudo no es formulado conscientemente, es aportar un modelo para
emulación para su acólitos y quizá después, conducirlos más allá y catapultándolos de vuelta
sus propios recursos, cuyos horizontes han sido desgastados en el encuentro. El truco esencial
del Mago de Apoteosis es presentar la magia como una fuente de auto confianza sin límites.
Si puede convencer a sus acólitos de que ellos son magos capaces de cualquier cosa, tal
creencia tenderá a convertirse en auto cumplimiento. El Mago de Apoteosis implica esto a
través del triunfo de la voluntad. El Mago de Némesis implica el mostrar que nada es verdad.
Ambos aspirar a liberar la imaginación. Ambos son exponentes de un corto y peligroso
sendero que es inevitablemente constelado de casualidades y malentendidos. Aunque esto es
considerado un pequeño precio a pagar, pues poca cosa hace ganar una completamente más
efectiva auto definición.

Los continuos contratiempos, reveses y periodos secos a los cuales la tradición mágica es
habitualmente proclive, son debidos a la frecuente aparición de la figura del Hierofante o
pseudo mago. El Hierofante siempre se presenta a sí mismo como un exponente
representativo de algo más grande que él mismo. Más allá de los múltiples roles, identidades y
conductas que una persona puede adoptar, el Hierofante representa un simple modelo como
un ideal. Esto es particularmente conveniente para el Hierofante, que no necesita ser un
perfecto ejemplo de su propio ideal aunque debe al menos hacer una muestra de ensayo en
público. Adicionalmente, como él es quien define el ideal, le es comparativamente fácil
aparecer siempre un paso más cerca de ello que sus acólitos. Por supuesto, la mayoría de los
Hierofantes son meramente maestros religiosos, que raramente se aventuran dentro de lo
esotérico por los potencialmente inmensos costes de fallar en público. Aunque hay restos de
una deprimente larga lista de infames Hierofantes o pseudo magos ocultos.

El Hierofante inevitablemente enseña un sistema de magia que o ha ensamblado de piezas o


ha heredado. Los más duraderos sistemas son aquellos que son altamente complicados, y de
baja efectividad mágica. Deberían además estar rodeados de huestes de exhortaciones banales.
Aleister Crowley chapoteó en el modo Hierofante, pero fue un supremo exponente del rol del
Mago de Apoteosis. Nadie con algún potencial se adhirió a él por mucho tiempo, sino que
muchos fueron expulsados para encontrar sus propios senderos. Los escritos de Crowley están
liberalmente condimentados con invitaciones deliberadas a la emulación y adoración del
héroe, e igualmente sazonados con consejos diseñados para repeler. Sin embargo su efecto
nunca ha sido de bastante confianza como la presencia del mago en sí mismo lo era.

El sendero de la Apoteosis es solitario, difícil y peligroso. Tal mago debe ser todas las cosas
para todos los hombres y mujeres. Como una cuestión de política, él puede estar
continuamente comprometido en desafiar los límites de lo que es socialmente aceptable. Él
puede tener que recurrir a argucias para hacerse a sí mismo parecer lo suficientemente grande,
para acomodarse a la totalidad de las expectativas que de él tienen sus seguidores. Cualquier
verdadera amistad le previene de ejercitar su función en la vida hacia cualquier persona con
quien es compartida, y fijará pocas de sus miradas en aquel con el que puede estar
completamente abierto. Obtendrá pocos agradecimientos de la sociedad en general, por sus
esfuerzos y quizá sólo respeto reticente de aquellos a los que toca. Las recompensas tangibles
de este rol son limitadas para aquellos que él puede formar como sus seguidores temporales.
El Mago de Apoteosis debe estar continuamente alerta para evitar la reacción violenta de su
propio estilo de vida y del de aquellos que están asociados con él. Debe siempre estar un paso
por delante de la redada de la policía. Él a menudo tiene un mal final. Notables magos
operando de este modo, incluyen Cagliostro, Giodarno Bruno, Paracelso y Gurdjieff.

El Mago de Némesis es una figura rara en el generalmente positivo clima esotérico de


occidente. En el este el rol es más común. El Buda histórico con sus normas y restricciones
aporta a los acólitos con una ligeramente nueva identidad a la que adherirse. Normas
concernientes a la ropa, sexo y dieta son particularmente efectivas. Tales sistemas son
indispensables para el Hierofante en su incesante búsqueda de seguidores. Las complejidades
de sus sistemas garantizan prolongada instrucción y su comparativa inefectividad mágica
asegura que pocos estarán tentados de independizarse. Tales sistemas están diseñados para
crear dependencia. Nuevos acólitos son siempre bienvenidos en tales sistemas sin importar su
potencial; para que en ausencia de progreso medible, el mero número al menos aporte alguna
confirmación positiva.

La Herejía y el Cisma siempre amenazan la posición del Hierofante y al sistema. Los ideales
no realistas y medios ineficaces de lograrlos, siempre atraerán crítica y esfuerzos
revisionistas. Aún así, si estos pueden ser evitados el Hierofante podría desear las extensas
recompensas de sus seguidores, la lucrativa comercialización de su sistema, y quizá la
deificación póstuma por lo que vale.

El mago hierofántico frecuentemente hereda los sistemas de los predecesores. El Mago de


Apoteosis y el Mago de Némesis raramente tienen sucesores directos, aunque los Hierofantes
frecuente aparecen en la escena después y reducen sus trabajos a un sistema. Los pseudo
magos superan en número por un gran margen. Sería indecoroso mencionar cualquier ejemplo
viviente, mientras haya vida hay esperanza de cambiar; sin embargo, Blavatsky, MacGregor
Mathers, Dion Fortune y Franz Bardon aportan ejemplos de pasados Hierofantes ocultistas.

Una simple prueba sirve para separar al verdadero Mago del Hierofante. El falso mago no es
nunca capaz de dar una explicación significativa de lo que sus enseñanzas se supone que
hacen. Sus justificaciones son invariablemente verbosas, y tautológicas concatenaciones de
términos indefinibles.
Una hueste de mezquinos Hierofantes festejan sobre los escombros del trabajo de Crowley sin
tratar de expandirse a sí mismos o a sus seguidores. Los trabajos de Austin Spare sin
embargo, han sido resistentes en gran medida a la sistematización y la adherencia esclava,
pues dejó poco que pudiera ser transformado en dogma. Entre Crowley y Spare se ejemplifica
la paradoja de lo que es encarar al genuino mago. Hablar y ser malentendido o guardar
silencio y ser ignorado. La mayoría, parece haber elegido hablar sabiendo que los trucos del
Hierofante son un medio indispensable, pero que estos trucos al final oscurecen el mensaje en
sí mismo. La esperanza es llegar a algunas mentes entre tanto.

La Apoteosis del Yo
O la Némesis del Yo
Establecerán al Kia en las alturas
Pero la promulgación que engendra la sistematización
Y la Apoteosis de Otro Yo
Es para los bobos.

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