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GUIA PARA EL FINAL DE LA VIDA

Dr. Peter Fenwick


Traducido y adaptado por el Dr. José Miguel Gaona
v1.0
© DR. PETER FENWICK
LLEGANDO AL FINAL DE LA VIDA
Traducido y adaptado al español por:
DR. JOSÉ MIGUEL GAONA CARTOLANO

Impreso en España
Editado por Joan Miquel Martínez Jiménez
Maquetado por Olga Ralló Genover

Distribuido por:
Instituto Puerta de Alcalá, SL
Plaza de la Independencia, 10. 1º
28001 - Madrid - España

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Prólogo

La primera vez que me encontré con mi colega el Dr. Fenwick me sentí como
si le conociese de toda la vida. Su mirada inspiraba comodidad y sus relajados
modales ingleses transmitían elegancia con un deje arrastrado de algunas
palabras que contenían pura reflexión.

Ambos compartíamos un profundo interés por la muerte y todo tipo de


fenómenos asociados a la misma así que no tardamos en conectar.

En ese plan seguimos encontrándonos durante varios días hasta que me


enseñó, además de sus varios libros -los que ya conocía con antelación- una
preciosa guía para familiares y amigos de aquellas personas que se encuentran
a un paso de fallecer. Inmediatamente me pregunté: ¿Cómo es posible que no
exista algo similar en castellano?

Pocos meses antes había tenido en mis manos un ejemplar original de la


publicación medieval "Ars moriendi" (El arte de morir) que de alguna manera
era la versión clásica de lo que intentamos publicar al día de hoy relacionados
con una serie de consejos y recomendaciones acerca de cómo encarar esos
momentos tan delicados en los que una persona parte hacia el más allá.

No solo hay que considerar aquellos factores prácticos sino también los
emocionales y, por supuesto, los espirituales.

Son momentos delicados que, sin embargo, bien llevados nos pueden
proporcionar una diferente perspectiva de la muerte sino de la vida tanto para
la persona que los está viviendo como para sus familiares y amigos más
cercanos.

Dr. José Miguel Gaona


Lecturas recomendadas:

José Miguel Gaona (2012) Al otro lado del túnel. Ediciones La esfera de los libros.
ISBN-10: 8490600279 ISBN-13: 978-8490600276

Peter y Elizabeth Fenwick (2015). El arte de morir. Un viaje a otra parte. Memoria
Mundi. Traducción Roberto R. Bravo, 364 páginas, cartoné. Vilaür: Ediciones
Atalanta. ISBN-978-84-943030-7-4.
Introducción

"Nunca nos enfrentamos a la muerte hasta que ella, indefectiblemente,


nos encara a nosotros”
Christine Longacre

"La muerte no es necesariamente una experiencia maravillosa pero si es frecuentemente un


momento de experiencias sanadoras"

Bienvenido a “Llegando al final de la vida”. Una guía para familiares y


amigos del moribundo. Esperamos que estas líneas le provean de apoyos y
consejos para los difíciles momentos en los que alguien querido por usted y
que quizás se encuentre a su cuidado se encuentre en trance de morir.

La muerte forma parte importante de muchas emociones. En nuestra cultura


la mayor parte de la población apenas ha tenido experiencias directas o de tipo
personal con ella. Como resultado de esta actitud solemos tener muchas
lagunas en nuestro conocimiento y temor ante la idea de la muerte o acerca
del proceso de morir. En definitiva, no es extraño que más que aceptarla
como parte de nuestra experiencia vital podemos encontrarnos con una
situación inquietante que nos impulse a escapar de ella.
Esta guía que no es otra cosa que el resultado escrito de nuestra experiencia
profesional obtenida del estudio de situaciones finales de la vida humana está
enfocada en torno a aquellos aspectos físicos, emocionales y espirituales que
se van desarrollando durante el proceso de muerte así como en el impacto que
ello tiene sobre usted en el desempeño de su papel de familiar o amistad,
particularmente si nunca ha acompañado a una persona en el último trance de
esta vida. Espiritualmente, dentro de este contexto, la guía también está
orientada hacia la búsqueda de significados, propósitos y, porque no decirlo,
esperanza.

La manera en la que reaccionamos a la proximidad de la muerte dependerá de


nuestra relación con la persona que muere. Por ejemplo, reaccionaremos de
una manera muy distinta ante la muerte de un niño que respecto al
fallecimiento de un familiar ya mayor. Incluso podemos ser más afectados
por la muerte de un amigo cercano que por la de un familiar algo más
lejano. También podemos sufrir el duelo de una manera más intensa con un
progenitor que con otro.

Conocer que podemos esperar en cada caso puede amortiguar aquello que
vamos a ver o experimentar y puede jugar un papel positivo y de soporte
cuando alguien cercano a cualquiera de nosotros se aproxima al final de su
vida.

Las preguntas a las que esta guía intentará responder son:

- ¿Por qué tememos tanto a la muerte?


- ¿Cuáles son las necesidades de una persona que va a fallecer?
- ¿Cuál es la mejor manera de apoyar, desde el punto de vista espiritual
y emocional, a alguien que va a morir?
- ¿Qué debe hacer si necesita suprimir algún tratamiento supuestamente
orientado a alargar la vida?
- ¿Debemos quedarnos hasta el final?
- ¿Qué sucede cuando la persona entra ya en su fase final?
- ¿Que acontece en el momento de la muerte?
- ¿Cómo mantenerse psicológicamente de la mejor manera posible antes,
durante e inmediatamente después de que acontezca?

Esta guía también contiene información práctica sobre la importancia de


nuestras habilidades a la hora de saber escuchar y acerca de cómo reconocer y
responder a lo que acontece mientras la persona moribunda se acerca al final
de sus días. Más aún, al final de esta guía encontrará una sección dedicada,
desde un punto de vista sumamente práctico, a cuestiones de organización
tanto para los familiares como para los amigos.

Encontrarse junto a una persona que fallece es una experiencia muy profunda
y llena de significado. Sin embargo, también nos puede arrojar a los abismos y
caer en una depresión o bien emprender un viaje hacia dentro de nosotros
mismos que nos cambie la percepción de la vida.

Al igual que sucede en cualquier viaje conviene prepararlo de la mejor manera


posible.
A qué no responde esta guía

Esta guía no busca respuestas a temas relacionados con la muerte súbita,


muertes por suicidio, preguntas referentes a cuál es el mejor lugar para
morir, cuestiones relacionadas con el duelo, planear un funeral o bien
implicaciones éticas de la eutanasia.

Tampoco solemos considerar que podría suceder después de la muerte o si


existe alguna forma de vida ulterior a la misma.

Más aún, esta guía tampoco desea idealizar la muerte desde un punto de vista
romántico o determinar como "debería ser la muerte". La muerte es una
experiencia personal y sumamente intensa que se ve influenciada por las
creencias individuales y su historia personal. El proceso de muerte seguirá su
propio tiempo y camino.
Miedo a la muerte

"La muerte es un trabajo difícil. La muerte controla el proceso. No puedo influir


sobre su curso. Todo lo que puedo hacer es permanecer a la espera. La vida me fue dada.
Pude vivirla y ahora tengo que devolverla"

(Edelgard Clavey, fallecido en junio 2004)


Tomado de “Noch Mal Leben Vor Dem Tod”, 2007

Resulta ingrato pensar que hoy en día la mayor parte de la población en


Occidente aprende sobre la muerte a través de terceros, usualmente a través
de las novelas o películas de ficción. Sin embargo, nos tememos que esta
cuestión se torna completamente distinta cuando la experimentamos en la
realidad.

Hasta mediados del siglo XX, la mayor parte de las personas fallecían en casa,
junto a su familia y en torno a su comunidad. Es decir, la muerte era aceptada
como un acontecimiento más de la vida diaria y llegar a muy viejos no era
especialmente común.

Desde entonces, nuestra relación con la muerte ha cambiado de sobremanera.


Vivimos más años y la mayor parte de nosotros fallecerá en un
hospital, hospicio o en una residencia de ancianos lejos de nuestra
familia. Esto también pone en evidencia que pocos de nosotros nos hemos
encontrado presentes en el momento de la muerte de alguna persona. Como
resultado de lo anterior, existe temor e incluso horror tan solo con la idea de
ver a una persona ya muerta o que se encuentre en dicho trance de fallecer.

Por ende, muchos de nosotros no solo vemos a la muerte y al hecho de morir


con resquemor sino que tampoco estamos preparados para manejar aquellas
dudas, cuestiones y desafíos emocionales que nos confrontan cuando alguien
a quien queremos comienza a morir. No sabemos que esperar o cómo
reaccionar o como apoyar correctamente a nuestro familiar o amigo que se
encuentra en este proceso mortal.

Esto es especialmente veraz cuando las personas mueren en instituciones


como hospital, clínica o residencia de ancianos. Asimismo, también es fácil
involucrarse excesivamente en procesos y prácticas médicas donde prevalecen
medidas destinadas a alargar la vida unidas a nuestro deseo de que el familiar o
amigo se recupere cuando el proceso resulta irreversible más que en las
necesidades reales de la persona que está falleciendo.
La muerte como "fallo médico"

"La muerte no puede ser buena o calificada de bien tratada si no se reconoce el morir como
tal"
Profesor Allan Kellehear.

En nuestra cultura occidental se piensa que la tarea suprema de un médico es


la de salvar y preservar la vida. Como consecuencia, la muerte es vista como
un fallo médico.

De esta manera el proceso de morir puede tornarse en un juego pretencioso


en vez de una progresión espiritual llena de significado donde todos los
involucrados pueden enfrentarse a la verdad y crecer juntos.

Incluso en los hospicios se evita llamar la atención sobre este suceso. Las
referencias a la muerte son desplazadas a las contraportadas de los folletos o
bien no son siquiera mencionadas. En televisión, por ejemplo, se evitan
alusiones a la muerte ya que está comprobado que el espectador cambia de
canal y baja la audiencia. En otras ocasiones el lenguaje relacionado con los
cuidados peri mortales pertenecen más bien a aquellas cuestiones relacionadas
con el control del dolor, medicación o prolongar la vida que acerca de
enfrentarse a la realidad de que el paciente va a morir.

Si tenemos excesiva fé en el poder de la medicina nos podemos encontrar que


en vez de utilizar el precioso tiempo restante en prepararse para la muerte, por
ejemplo, no es infrecuente que un paciente terminal acabe recibiendo
tratamiento médico para alargarle "aún más" la vida o incluso embarcarle en
un último ciclo de quimioterapia en sus momentos finales.

Siempre parece que simplemente nombrar la muerte en público produce un


sufrimiento extra para cualquier persona presente.

Incluso es frecuente que la familia o personas en derredor del enfermo sepan


que se encuentra en la recta final de su vida pero pareciera que hablando de
ello le fuesen a provocar un empeoramiento de su estado. En el lado opuesto,
la persona que está muriendo tampoco lo quiere hacer para evitar discusiones
bien intencionadas por parte de sus acompañantes.

Si ignoramos la cercanía de la muerte puede que se convierta en una especie


de "elefante en el cuarto". Todos saben que se encuentra presente pero
también todos disimulan su existencia: “Si, no te preocupes que te vas a poner
bien”
¿Qué necesitan las personas a medida que se
aproximan al final de su vida?

"Cuando te aproximas al final te desprendes de todo aquello que no es real. Te conviertes en


lo más real que vayas a ser, en lo más real que nunca hayas sido con anterioridad"

Walter Schels y Beate Lakotta. Autores de “Noch Mal Leben Vor Dem Tod”.
2007

Por supuesto que una persona que esté muriendo necesita un control
adecuado de su dolor pero también necesita lo que podríamos denominar
"necesidades del alma": ser escuchado, cuidado, sentirse conectado con el
entorno y emocionalmente seguro. Quiere ser comprendido y aceptado como
cualquier otra persona.

Algunos humanos tienen la fortuna de aproximarse a su proceso de muerte en


paz consigo mismos y con aquellos que aman pero no siempre es así el caso.
Algunas personas pueden presentar temores, confusión o bien ser incapaces
de poder expresar lo que sienten o necesitan. Por ejemplo:

- Sentir miedo desbocado de morir.

- Sentir que son una carga para usted que nos está leyendo o bien para la
familia y sociedad.
- Pueden sentirse furiosos con la idea de que la vida les ha pasado una mala
jugada.

- Pueden sentirse perdidos y solos, quizás desesperados por encontrar a


alguien que realmente les entienda.

- Enfadados y con sentimiento de haber sido abandonados de la mano de


Dios.

- Esperanzas irracionales respecto a una cura milagrosa.

- Sensación de haber desperdiciado la vida y que el duelo haya hecho perder


oportunidades respecto a los que le rodean.

- Querer desesperadamente morirse.

- Deseo de contactar con ex parejas o bien familias o amistades olvidadas.

- Encontrarse motivados para confesar cuestiones de tipo moral del pasado y


pedir perdón por las mismas. Algunas de estas cuestiones pueden ser muy
incómodas de manejar por parte de la familia por lo delicado de las mismas
como, por ejemplo, infidelidades.

- En ocasiones pueden exhibir enfados irracionales, culpa o resentimiento


hacia usted o bien hacia el personal médico y enfermería o hacia el mundo en
general.

- Echar de menos a familiares o amistades que no pueden estar a su lado.


- Aquellos que dejan atrás hijos de corta edad y se sienten víctimas de una
situación vital sumamente injusta.

Si su familiar o amistad se torna ansioso o frustrado durante su estancia en el


hospital y usted se encuentra impotente para ayudarle, le aconsejamos que
hable con el servicio de enfermería ya que, normalmente, suelen tener
experiencia para poder aconsejarle. La persona moribunda puede ser incapaz
de poder expresarle lo que le está ocurriendo, incluso tener dificultades para
llegar a comprenderse a sí mismos pero quizás deseen conversar con alguna
enfermera, voluntario o algún amigo en particular.

Haga todo lo mejor que sepa a la hora de compartir el tiempo con la persona
que está muriendo pero también asegúrese que esta cuidando de si mismo,
particularmente el sueño. Puede sentirse cómodo junto a la persona que está
muriendo. Quizás usted necesite también compañía pero también debe ser
consciente que algunos otros familiares puede que no se encuentren cómodos
a la hora de compartir estos momentos.

Despedirse en persona es un acto importante para cualquier amigo o familiar.


Si usted se encuentra con presencia de ánimo dedique una parte de su tiempo
a animar y proveer del soporte adecuado a aquellos familiares con tendencia a
sentirse amedrentados o víctimas de la ansiedad con objeto de llegar a superar
su alarma inicial y, finalmente, despedirse de la manera más adecuada
posible. Tenemos que evitar que un familiar o amigo pierda el control de si
mismo y provoque una escena que aumente la tensión del momento.
Cómo hablar acerca de la muerte y sobre el
proceso de morir

"Cuando la muerte se encuentra cercana muchas personas tienden a manejar la situación


desde puntos de vista que apenas tienen sentido. Incluso he llegado a ver familias que niegan
completamente el inminente fallecimiento y que rechazan participar en cualquier cuestión que
suene a que se acerca el final: 'No te preocupes papá, vas a salir de esta. No queremos saber
nada acerca de testamentos o papeles del seguro'. En ese momento la familia está realmente
dando la espalda a las necesidades reales de la persona que se encuentra en el proceso de
fallecer y que quiere dejar todas sus cosas en orden"

Megory Anderson
Autor de: "Sacred Dying"

No olvidemos que aquellos que se encuentran en el camino de la muerte


suelen conocer que es lo que les está sucediendo. No juguemos a lo contrario.

Parece sugerente que numerosas personas, ya sea en estado de vigilia o de ensoñación,


parezcan recibir la visita de los que acaban de fallecer. Podría considerarse una reacción
natural que, de hecho, suele suceder en las primeras fases del duelo.
“Al otro lado del túnel” José Miguel Gaona

En cualquier caso, cuando una persona que está muriendo observa que tanto
sus familiares como sus amigos no soportan la verdad de lo que va a ocurrir
resultará muy incómodo para ellos exteriorizar lo que sienten o demandar
aquello que necesitan. Esto puede provocar que la persona se sienta aislada o
en soledad sin saber cómo explayarse o despedirse de sus seres queridos. En el
fondo se ve obligada a pensar: “Si les transmito claramente lo que está
sucediendo les voy a hacer sentir mal.

Entonces, ¿cómo se puede orientar la conversación?

Aquellos que se encuentran en el propio proceso final suelen "lanzar" claves


en sus conversaciones para saber si los demás se encuentran receptivos a
entablar un diálogo al respecto.

Por ejemplo, pueden preguntar: "¿Qué crees que sucede después de morir?”.
Pueden preguntar si creemos que existe la vida después de la muerte o bien
preguntar: "¿Crees en la existencia de Dios?

Por otro lado es posible que usted quiera abordar el tema de la muerte con su
familiar o amigo pero que no sepa cómo hacerlo, particularmente si este tema
no se ha tocado nunca durante la relación con esta persona.

Una de las maneras más sencillas de sacar el tema a colación es el de preguntar


a su familiar o amigo a quien deberíamos de contactar si el estado de salud
llega a empeorar. Este hilo de conversación hace comprender que quizás ya
no exista una recuperación y que desea hablar sobre ello. También se provee
de espacio para decidir si desea o no contestar e involucrarse más
profundamente en la conversación.

Si usted no se encuentra preparado para tener este tipo de conversación y se


encuentra en un hospital o residencia de ancianos puede ser una buena idea,
una vez más, hablar con las enfermeras para que le orienten sobre esta
cuestión.

"Los amigos de Heiner intentaban que no estuviera triste y deseaban tenerle


distraído por encima de todo. Veían partidos de fútbol como solían hacer antes de la
enfermedad: traían cervezas, cigarrillos y montaban una fiesta en la habitación. Algunos de
ellos solían despedirse: 'ponte bien rápido' y otros: 'espero verte recuperado'.
Pero ninguno me preguntaba como me encontraba. ¿Acaso no se daban cuenta de
que me estoy muriendo?"

Tomado de "Noch Mal Leben Vor Den Tod". 2007


Cómo aprender a escuchar

El mejor regalo que se le puede hacer a una persona que está muriendo es
saber escucharla.

Podemos enumerar algunas reglas de oro:

Seamos respetuosos: Realmente ninguno de nosotros sabe verdaderamente


que sucede después de morir cualesquiera que sean nuestras convicciones
religiosas o filosóficas. Es muy importante no forzar nuestros puntos de vista
sobre la otra persona. En esta ocasión es su experiencia de muerte, no la
nuestra. Por ello el debemos exhibir tolerancia, ser testigos de lo que sucede y
no dedicarnos a juzgar.

Ser honestos: Ante situaciones difíciles intentamos encontrar la palabra


"correcta" o ingeniosa para expresarnos. En otras ocasiones negamos lo que
está sucediendo o, peor aún, hacemos algún chiste sobre lo que ocurre.
No es menos cierto que dichas reacciones entran dentro de lo plausible -el
humor también puede tener hueco incluso en estas situaciones terminales-
pero el proceso de morir es muy profundo desde el punto de vista emocional
que, en ocasiones, necesita tan solo que estemos ahí y tan solo le tomemos de
la mano como señal de soporte emocional. El propio acto de ser generosos
por nuestra parte de una manera franca y honesta puede llegar a ser muy
liberadora y reconfortante para la persona que está muriendo.

Comprender el lenguaje corporal: No debemos de tener miedo de mirar a


la persona directamente a los ojos. Esté atento a lo que quiere decirle y la
manera de decirlo. Escuche el tono de voz y esté atento a cambios faciales que
expresen emociones. Cuanto más quiera comunicarse, mayor contacto visual
directo con usted, no lo olvide.

¿Dicen todo lo que sienten? : ¿Nota que intenta decirle algo con el lenguaje
corporal que no expresa con palabras? En tal caso, invite a la persona a que le
cuente lo que realmente quiere decir.

Intente aparcar sus propios pensamientos: Es lógico sentirse embargado


por nuestras emociones y pensamientos acerca de esta persona. El miedo a
que fallezca o bien por cualquier otra cuestión que le esté ocurriendo en su
propia vida que le preocupe o le inquiete. Pero en este momento usted no es
lo más importante.

Sentimientos de vergüenza: No todo el mundo está preparado para afrontar


la intimidad de otra persona. Debemos estar preparados para ver a nuestro
familiar o amigo llorar o sentirse perdido y vulnerable. Respire lentamente
para relajarse todo lo que pueda.

Afírmese sobre el terreno: Siéntese sobre una silla cercana a la persona y


pose sus pies firmemente sobre el terreno. Esta posición corporal le ayudará a
sentirse seguro psicológicamente y facilitará aceptar lo que está ocurriendo.

Utilice preguntas abiertas: Cómo, cuando, donde, quien, qué y porqué


(cuidado con esta última ya que, en ocasiones, puede parecer acusatoria o
intrusiva). Las preguntas abiertas mostrarán que usted se encuentra atento y
animará a su familiar o amigo a hablarle con franqueza.

Uso de preguntas directas: Puede preguntar "¿Tienes miedo de morir?" o


bien "¿Qué es lo que más te preocupa de la muerte?". Este tipo de preguntas
proporciona una buena oportunidad para comunicarse con franqueza. No es
menos cierto que, en ocasiones, hace falta cierta dosis de valor para poder
hacerlo, todo ello dependerá del mejor momento escogido.

Utilizar preguntas indirectas: Un acercamiento más pausado podría ser


mediante la utilización de preguntas indirectas, como "¿Te gustaría hablarme
de algo en particular?" o bien "¿Hay algo que te preocupe que gustases de
decirme?". También "¿Puedo hacer algo por ti en estos momentos?" Este tipo
de expresión le otorga la libertad a su interlocutor para poder contestar o
incluso poder decir que no. Permitir que él pueda escoger enriquece la
comunicación. Incluso, inicialmente, puede negarse pero sabrá que la puerta
está abierta en caso que cambie de opinión. Indirectamente, éstas preguntas
exploratorias le harán sentir que usted se encuentra receptivo y que está
interesado en lo que sucede.

Preguntas directrices: (conductoras) Utilizando una buena dosis de tacto


podemos preguntar cómo se encuentra nuestro familiar o amigo. Por ejemplo,
"Si empeoras, ¿quieres que me quede a tu lado?" o "¿Si se agrava tu estado que
tipo de cuidados médicos prefieres? También "¿Qué te gustaría hacer con tus
pertenencias personales?". Incluso, si la situación lo permite "¿Has pensado
que tipo de funeral prefieres?". Una vez más, damos la oportunidad que la
persona que está muriendo pueda contestar o haga lo contrario.

Utilice frases breves: También pueden proveer de confort. Puede decir: "Si
en algún momento te apetece hablar de algún tema en particular o tienes
miedo de algo, por favor, dímelo". De este modo dejará sobre la mesa a su
amigo o familiar la invitación a que le hable, sin expectativa alguna, cuando
mejor le convenga.
Puede llorar: El llanto es una respuesta natural a situaciones cargadas de
emociones. Expresar su duelo tiene unos efectos muy sanadores sobre su
relación así como que da pié para que su familiar o amistad también viva el
duelo por la vida que el o ella están abandonando.

NO CREA QUE TIENE QUE HABLAR TODO EL TIEMPO. Estar


relajadamente al lado de la cama es muy importante y, sorprendentemente
posee unos efectos muy tranquilizadores.

Revisiones vitales: Muchas personas que se aproximan a la muerte


encuentran que hacer una 'revisión vital' les ayuda a validar aquello que ha
ocurrido a lo largo de su vida. Releer viejas cartas o postales, hojear álbumes
de fotografías o recordar anécdotas o historias familiares junto a ellos puede
ser particularmente saludable.

Otras personas se plantean unos objetivos claros que lograr y puede que
necesiten ayuda por su parte para alcanzarlos. Otros pueden comenzar a
cuestionar sus creencias religiosas o espirituales o, por el contrario, alcanzar
paz en viejas o nuevas creencias. Hay que estar atentos con estos quiebros o
crisis psicológicas.
El proceso de morir

Algunas señales suelen ser anticipatorias acerca de cuando una enfermedad o


una edad avanzada han entrado en la recta final de la muerte.

Cambios físicos: Estos cambios forman parte del proceso de envejecimiento.


Por ejemplo, La piel se adelgaza y se vuelve pálida así como aparecen manchas
oscuras en las manos, pies y rostro. El cabello se adelgaza y la persona suele
perder algo de estatura. La dentadura suele descolorarse o cambiar su tono de
coloración.

El mundo exterior pierde interés: La persona, hasta que completa el


proceso de muerte no desea abandonar la casa o su propia habitación del
hospital.

Aumento de los períodos de sueño: La persona comienza a dormir lapsos


de tiempo cada vez más prolongados. Esto puede ser preocupante para los
familiares pero resulta importante comprender que a medida que se acerca la
muerte también aumenta el esfuerzo físico y, por ende, la sensación de
agotamiento. Todo esfuerzo va orientado a tan solo seguir con vida. Cerca
del final se alternarán momentos de pérdida de la consciencia que pueden
verse acompañados de cierto discurso incoherente. Recuerde que sometido a
ciertos procesos metabólicos nuestro cerebro deja de funcionar de manera
coherente.

Reducción del apetito: El organismo conoce sus necesidades y reduce sus


necesidades alimenticias. Se produce una pérdida del apetito y de la necesidad
de beber. En algunas ocasiones comienza una pérdida de peso que puede
llegar a ser rápida e incluso acelerarse en el tramo final. Es muy importante no
forzar la alimentación o la bebida cuando alguien no lo desea. En cualquier
caso es buena idea la de pedir recomendaciones al personal sanitario.

Cambio en el discurso: La persona puede comenzar a hablar acerca de


"dejar este mundo", "volver a casa", "ser llevado a casa", o bien "irse de viaje".
Al mismo tiempo hay enfermos que desean expresar su más profunda gratitud
a las personas que les han acompañado como una preparación a su despedida.

Peticiones especiales: Pueden querer visitar algún sitio en particular, pedir


un ramo de sus flores favoritas, escuchar algún tipo de música en particular,
tener alguna fotografía familiar sobre la mesilla o contactar con alguien que
fuese importante en sus vidas.

La historia de Josefina

“Mi padre urgía a mi madre para que comiese pero ella no tenía el menor apetito. Ella le
dijo: ‘pero si ya no tengo que trabajar en nada'. Finalmente, el aceptó ya que entendió que
alimentar a una persona que está muriendo es como regar una planta moribunda.

La mayor parte del tiempo estaba dormida pero sufría episodios de agitación y mucha
ansiedad lo que le provocaba dificultades en la respiración a pesar de estar conectada a una
máscara de oxígeno. Sus ataques de ansiedad eran similares a ponerse de parto con las
consiguientes contracciones.

La sentamos en la cama. Mi padre la miró directamente a los ojos y le dijo: ‘Eres mi ángel,
siempre lo serás’

Esbozó una débil sonrisa, tranquilizándose y volvió a recostarse en su almohada.


Poco a poco dejó de hablar pero nos hacía notar que quería mirar por la ventana y los
árboles e incluso al aparcamiento del hospital.

Desplazamos su cama hasta la ventana y en ocasiones encontraba la suficiente energía como


para sentarse al borde de la cama y mirar el paisaje.

Volvía a acostarse muy sosegada. Durante la tarde siguiente falleció acompañada de mi


padre, mi hermana y yo misma sentados alrededor de la cama mientras él le sujetaba la
mano y nos contaba a todos, incluida a ella, como se habían conocido”.
Experiencias del final de la vida

"El hombre nos pidió que rodeásemos la cama para poder agradecernos los cuidados
recibidos. Miró por encima de mi hombro hacia la ventana y dijo: 'Espérame, estaré contigo
en solo un minuto. Tan sólo quiero agradecer a estas personas por sus cuidados'. Repitió
esto un par de veces y, solo entonces, falleció".

Peter Fenwick y Elizabeth Fenwick autores de "El arte de morir", 2008

Hacia el final de la vida la línea divisoria entre el mundo exterior y el interior


puede llegar a ser muy delgada. Por ejemplo, sabemos por nuestras
investigaciones que las personas que se encuentran en trance de morir
presentan un proceso casi orgánico con objeto de confrontar y resolver
cuestiones que no han sido finiquitadas particularmente con la familia.

Tampoco es extraño que en las semanas o días anteriores a la muerte nos


hable de posibles "visitas" por parte de familiares ya fallecidos, amistades,
grupos de niños, personajes religiosos o incluso sus mascotas favoritas ya
muertas. Además dirán que éstas apariciones han venido a buscarles o, al
menos, a ayudarles en la partida.

La persona nos hablará de como entra y sale de la "realidad" y puede describir


otras dimensiones en las que se está moviendo. Pueden hablarnos de que
comienzan un "viaje" o bien, súbitamente, mirar a un punto determinado de la
habitación o hacia la ventana y experimentar una sensación de gozo o
asombro.
Incluso cuando se encuentre semiconsciente e incapaz de comunicarse con
aquellos en derredor podrá parecer que extiende sus manos para alcanzar algo
que para nosotros resulta invisible y tomarlo entre los dedos mientras cambia
a una expresión de disfrute o asombro. En otras ocasiones parecerá
sumergido en sus pensamientos como si se le hubiese mostrado información
que no hubiera tomado en consideración hasta ese momento. El que muere
así como aquellos otros que se encuentran presentes suelen describir la
situación como muy emocional, gratificante, tranquila, dulce y reconfortante.
Resulta llamativo que la misma persona que ha estado
dialogando asuma el fallecimiento del ser querido de manera que su
despedida sea eficaz y pueda descansar en paz, logrando que las
personas de la realidad terrenal puedan recobrar su vida normal.
“Al otro lado del túnel”. José Miguel Gaona

Desconocemos cuantas personas que se enfrentan a la muerte experimentan


dichas visiones y experiencias pero los estudios nos dicen que ocurren en
todas las culturas y religiones, sucediendo en un lapso de semanas, días u
horas antes del fallecimiento.

Resulta muy probable que muchas de estas experiencias terminales no lleguen


a ser expresadas ya sea por temor a ser tomadas como parte de un
desequilibrio mental o por miedo a ser medicados para evitarlas.

Los cuidadores suelen ser discretos respecto a ellas porque creen que no es
muy profesional hablar sobre las mismas. En otras ocasiones, simplemente no
tienen tiempo para sentarse al lado de la persona que está muriendo y,
evidentemente, no llegan a ser testigos de la misma.

Por otra parte, los familiares no suelen hablar sobre este tipo de experiencias
al personal sanitario o al resto de la familia así como a las amistades por miedo
al ridículo o descrédito.

En cualquier caso, nuestras investigaciones sugieren que las visiones y


ensoñaciones del final de la vida poseen un profundo significado para el
moribundo y le ayuda a negociar el propio proceso de tránsito.
Ya sea que las personas que se encuentran en trance de morir nos hagan
partícipes de destellos del otro mundo o les veamos conversar con personas
que no podemos ver debemos considerarnos inmensamente afortunados de
poder haber compartido esos momentos tan especiales y en ningún caso
llevarles la contra excepto que la experiencia sea desagradable en cuyo caso
tendremos que tranquilizar a la persona.

Me quedé dormida y de pronto noté la presencia de mi madre, su olor y calor. Me


besó en la mejilla, lo sentí perfectamente y me dijo (no habló conmigo, pero yo lo pude saber)
que había muerto. Me desperté al segundo, sobresaltada pero sin miedo. Sonó el teléfono,
corrí a cogerlo y antes de que nadie hablase yo contesté: “¡Ya lo sé! Mamá ha muerto”.
Efectivamente me llamaban para darme la noticia.
“Al otro lado del túnel” José Miguel Gaona

Si no cometemos el error de considerar que todo lo que presenciamos


es tan solo un estado "confusional" seremos capaces de sentir parte de la
emoción que ellos están viviendo.

Realmente estamos presenciando el momento en que dos mundos emergen al


unísono y que de manera habitual el resto del tiempo permanecen fuertemente
compartimentados y mutuamente inaccesibles.

Su fusión es a lo que podemos llamar la "espiritualidad de la muerte"


L. Stamford Betty.
Tomado de "Son alucinaciones o son reales"
Omega 2006
¿Experiencia del final de la vida o alucinación
inducida por drogas?

La diferencia entre una experiencia del final de la vida y una alucinación


inducida por drogas resulta muy clara para el personal sanitario y los pacientes.

Las personas que presenten alucinaciones producidas por drogas describirán,


por ejemplo, que los dibujos o entramado del papel de la pared se mueve, la
alfombra se ondula, insectos suben por las paredes, extraños animales
caminan por el suelo o bien diablillos o figuras bailan bajo la luz.

En el caso de las drogas la intoxicación provoca que la persona muchas veces


se esconda bajo las sábanas y comience a temblar. Estas alucinaciones son
generalmente vividas como incómodas más que producto del miedo y los
médicos pueden controlarlas con medicamentos.

Por contraste, las personas que tienen experiencias del final de la vida suelen
estar calmadas por ellas. Más bien parece que ayudan a la persona a abandonar
el mundo físico y sobreponerse al temor de morir.
¿Qué debo hacer si mi familiar tiene – o no tiene –
alguna experiencia propia del final de la vida?

Este tipo de experiencias son absolutamente reales para aquellos que las
presentan. Escúchelas sin enjuiciarlas o negarlas. Es muy importante recordar
que es algo que realmente experimentan y que nosotros no debemos
intervenir tanto para opinar sobre su veracidad o falsedad.

Resulta fundamental que se apoye la realidad de la persona que se encuentra


en proceso de morir así como practicar nuestras habilidades a la hora de
escuchar. En definitiva, tenemos que transmitir que aquello que les está
sucediendo nos importa y que deseamos prestarle atención.

Dígale lo importante de lo que está viviendo aunque sea incapaz de compartir


sus visiones.

Abandone cualquier escepticismo o prejuicios y escuche con la máxima


atención posible. Ayúdele inquiriendo cuestiones del tipo de: "Descríbeme a la
persona que estás viendo", "¿Cuantos han venido a verte? ", "¿Qué sientes al
verlos?”

Si su familiar o amigo no presenta este tipo de experiencias ello no quiere


decir que esté presentando una "mala muerte", puede estar tranquilo.

No sabemos ni podemos saber que sucede en la mente de una persona que


esté falleciendo o qué pueden experimentar mientras duermen o bien
sumergidos en algún estado confusional o coma por lo que tomarles la mano
aporta seguridad así como expresarles palabras de cariño y despedida.

También es importante saber que algunas personas se sienten particularmente


estresadas al ver estas visiones finales. Si esto ocurre, póngase en contacto con
el personal sanitario para medicar al paciente y lograr su necesaria
tranquilidad.
¿Qué sucede si mi familiar o amigo padece
alguna forma de demencia?

Historia de Judith

"Cuando mi madre sufría terrores debido a su Alzheimer raramente se encontraba 'en este
mundo'. Finalmente, en una ocasión se recuperó lo suficiente como para dedicarme un día de
plena claridad mental. En ese momento pudimos hablar de todo aquello que había quedado
pendiente.

El último día, momentos antes de morir, murmuró algo relacionado con reconciliarse con mi
querido marido lo que, a su vez, me permitió descansar de esa herida que nunca se había
cerrado”.

La demencia o los trastornos de tipo cognitivo (relacionados con el "conocer"


y su relación con el entorno) son un problema que va en aumento. Miles de
personas mueren cada año padeciendo algún grado de demencia en España.
Los estudios apuntan que hasta un 5% de los mayores de 65 años pueden
llegar a padecerla.

El impacto real que este proceso de demencia tiene sobre el proceso de morir
puede ser imponderable y generar lógica alarma. En ocasiones resulta difícil e
incluso imposible conectar o llegar a comprender que es lo que dicen o que
quieren comunicarnos.
En cualquier caso nos hemos encontrado con numerosas ocasiones que
aquellos con demencia severa recuperan la lucidez de improviso en tal medida
como para despedirse de los que lo rodean o hablar coherentemente acerca de
encontrarse con familiares ya fallecidos.

En mi caso, me encontraba acompañando a mi querido abuelito con quien


había compartido gran parte de mi niñez. Le habíamos tenido que internar en
una residencia en Madrid dada la demencia galopante que sufría. Pasaba horas
mirando - que no viendo – la televisión o el ritmo de las personas de la calle
sin aparentemente ser consciente de nada. Incluso el personal de la residencia
nos había advertido que: “no se da cuenta de nada”. Sentado a su lado y creyendo
que ni escuchaba y quizás ni casi pensaba le dije: “abuelito, ¿te quieres morir?
Súbitamente se tornó hacia mi lado y exhibiendo una sorprendente emoción
entonó la voz como desde hacía años que no escuchaba y me dijo claramente:
“¡Claro que no Miguelito!” (Así es como el solía referirse a mí) y volvió a su
mirada perdida en un punto infinito de la pared. Tardé años en sobreponerse
de aquel susto. Si había escuchado eso, ¿Cuántas cosas más no oiría y quizás
sufriría en silencio?

Así que no despreciemos lo que hacen o dicen como una sarta de cuestiones
sin sentido y adoptemos una actitud proactiva en caso que la persona recupere
la claridad mental y puede o decide realizar una última conexión con nosotros.

Historia de Mark

“Me encontraba presente junto con mi novia al lado de la cama de mi futura suegra. La
suya no era una muerte fácil. Parecía que resultaba difícil que se despidiese de este mundo ya
que sollozaba y se la veía sumergida en un importante estado confusional. Sin embargo, la
experiencia para mí resultaba extrañamente vulgar y apacible.
En un momento determinado nos apercibimos que su respiración se había alterado así que
llamamos a la enfermera la que, a su vez, nos confirmó que se encontraba ya en proceso de
muerte. La tomamos de la mano y pude notar como la vida se escapaba de su cuerpo
abandonándolo desde las piernas hasta que finalmente expiró pasados unos 15 minutos.

Ella siempre había sido una persona muy reservada acerca de sus temores relacionados con
la muerte pero, después de todo, a pesar de cierto distrés en los últimos días, tuvo una buena
muerte dentro de los límites que razonablemente habíamos deseado. Esta era la primera vez
que había acompañado a una persona que se encontraba en proceso de muerte. Estoy muy
contento de haber participado en ella”.
¿Qué puedo hacer si no me es posible estar
presente?

Si usted no puede acompañar a la persona que está falleciendo todavía puede


hacer algo para permanecer vinculada a ella.

Las memorias respecto a una persona que está falleciendo suelen ser
agridulces. Esos recuerdos son parte de usted mismo. Es importante
encontrar algo que le ayude alcanzar un sentimiento de plenitud y que quizás
le acompañe el resto de su vida.

Por ejemplo, puede crear un espacio personal donde encienda una vela y
pueda orar o cualquier otra cosa que usted necesite para poder despedirse.

Quizás escribir una carta diciendo aquellas cosas que siempre quiso decir pero
que nunca hizo. Si esta persona ya ha fallecido puede que desee quemarla en
una pequeña ceremonia o enterrarla.

Otra posibilidad es un paseo por la naturaleza o adquirir un árbol o planta a la


que atribuya un significado especial en memoria del fallecido.

Mi abuela murió de un infarto de manera súbita. Nadie lo esperaba, ya que nunca


había estado malita ni había padecido nada grave. Fue un acontecimiento muy importante
en mi familia. Pocos días antes nos contó a mí y a los demás miembros de la familia que
llevaba unos cuantos días soñando con los muertos: sus padres, hermanos, etc. La pobre nos
lo contó porque le daba miedo”.
“Al otro lado del túnel” José Miguel Gaona
Los funerales constituyen el nudo emocional principal dentro del proceso del
duelo. Nos permite compartir nuestro dolor y tomar parte en un ritual ya
establecido desde el punto de vista social y personal para poder despedirse
mientras estamos rodeados de otros que también le conocían y querían.

Si usted percibe que no puede controlar el dolor o que no acaba de resolver


ciertos sentimientos hacia el fallecido debería considerar la posibilidad de ser
tratado por un psicólogo o profesional de salud mental. Esto último es
especialmente útil cuando no se resuelve el duelo en un espacio de tiempo
determinado.
Estar ahí, al final de todo

Ya hemos dejado claro que acompañar a alguien hasta el momento de la


muerte es una experiencia muy importante desde el punto de vista emocional.

Sin embargo, anticipar la situación desde el punto de vista emocional y mental


puede dejarlo exhausto. En ciertos momentos puede descubrir que lo que más
desea es que todo acabe cuanto antes e inmediatamente después sentirse
culpable por pensar de esta manera. Puede estar tranquilo es una respuesta
considerada normal a una situación tan estresante como la que está viviendo.
¡No se sienta culpable, es algo natural!

Recuerde: El sentido de la audición suele estar presente hasta el final de modo


que NUNCA asuma que la persona no la esté escuchando.

- Hable como si le estén escuchando, incluso si parece que está


inconsciente o descansando.

- Si es posible disminuya la luminosidad en la habitación o ponga velas


en lugares seguros. Evite la luz solar sobre el rostro de la persona que
está yacente.

- Genere una atmósfera acogedora y tranquila de fondo reproduciendo


música a un nivel muy suave en la habitación.

- Si la persona así lo desea puede recitar en voz baja algún poema


favorito o bien alguna cita de tipo espiritual así como religioso.
- El contacto físico puede llegar a ser doloroso o invasivo.
Recomendable sentarse al lado de la cama y tomar delicadamente la
mano del familiar.

- Si resulta apropiado aproveche para redactar alguna oración o


panegírico que será leída el día de su funeral.
Un toque amable. Una caricia

Una ligera caricia provee de confort para quien muere y facilita la


comunicación a un nivel más profundo. Incluso cuando la persona se
encuentre inconsciente o semi consciente puede ser capaz de responder a una
ligera presión sobre su pulgar con, por ejemplo, un ligero espasmo de un dedo
del pie.

Un masaje suave utilizando aceites de aromaterapia de rosa, geranio o lavanda


puede amortiguar o reducir el malestar. Aquellos que se encuentran en trance
de morir pueden encontrar que un suave masaje de manos o pies resulte
reconfortante y tranquilizador.

Historia de Clara

“Mi amiga fue una figura inspiradora acerca de como ordenar todas las cuestiones
pendientes y planear su propio funeral. Estuvimos cantando y riendo hasta que llegó el final.

La mejor lección que pude aprender es que a pesar de su aspecto de encontrarse


profundamente inconsciente - no había hablado ni agitado en las últimas horas - podía oír
perfectamente.

Una enfermera entró en la habitación a verificar su estado y dijo en voz alta: "Ya está de
camino. No puede oír y ya no sufre". En ese momento mi amiga abrió la boca dijo en voz
alta: "Puedo escuchar y todavía estoy aquí". Fueron sus últimas palabras. Nunca volvió a
abrir los ojos o hablar.
Por ello, creo que es muy importante subrayar que una persona que esté muriendo puede
seguir poseyendo la audición aunque parezca que ha perdido todos sus sentidos.

Cuando murió la enfermera encendió algunas velas y esparció pétalos de flores en su


almohada para embellecer el momento.

Uno de sus deseos era la de estar perfumada mientras todo se iba desarrollando así que le
había regalado un perfume que de manera regular iba esparciendo por su piel y cama.

También tenía deseos de comer chocolate así que hice compra del mismo y le permitíamos
comer todo lo que desease.

Creo que tuvo un apoyo enorme y fuerzas en tener a otra persona que poseyese el mismo
perfil espiritual similar al de ella. Sabía que podía ayudarla y así lo hice”.
Escogiendo el momento para irse

En muchas ocasiones se experimenta una mejoría justo antes de morir. Parece


que remontan justo lo necesario para despedirse de un familiar. Resulta
extraño. Es como si tuviesen un "extra" de energía previamente a la muerte.
Es como si supiesen y pudiesen esperar a esa visita que está por llegar. En
algunas ocasiones son capaces de esperar justo hasta el momento que la
persona entra en la habitación para poder partir. Es como si fuesen capaces de
escoger el momento adecuado para ellos. Parece inexplicable, pero ocurre
muy frecuentemente.

En mayor medida de lo que pensamos, las personas son capaces de escoger el


momento para morir. Parecería que saben quien es suficientemente fuerte
para encarar el momento junto a ellos y poder proteger a aquellos que no lo
son.

No resulta extraño que algunas personas vayan por la vida arrastrando su


enfermedad crónica sin llegar a morirse contrariando todos los pronósticos
médicos hasta que, súbitamente, un familiar o amigo llega a verle. En otras
ocasiones, la persona espera a fallecer durante un cumpleaños u otro
aniversario especial. Tal como hemos mencionado anteriormente, una persona
que se encuentre confusa, semi consciente o inconsciente puede recuperar su
lucidez para despedirse antes de morir.

Algunos familiares pueden verse obligados a visitar al moribundo en mitad de


la noche o que les llamen para volver rápidamente al lugar justo a tiempo para
estar presentes en el momento de la muerte.
Por contraste, algunas personas toman una decisión deliberada de morir
solitariamente. Tenemos muchos relatos de personas que parecen esperar a
que todo el mundo haya abandonado la habitación, aunque tan solo sea un
momento, para poder fallecer tranquilamente.

También hemos conocido casos de personas que deseaban morir junto a


alguna persona en particular que se encontrase en la habitación.

Es difícil asimilar que alguien muera justamente cuando usted haya salido de la
habitación para descansar después de estar presente durante tantas horas o
incluso días. Puede que usted se sienta herido por no haber sido el "escogido"
para el momento de la muerte. También puede sentirse culpable por creer que
justamente le "abandonó" en el momento crucial de fallecer.

Puede ayudar el comprender que algunas veces hay personas que necesitan la
libertad emocional para poder morir tranquilamente en soledad o bien, en
otras ocasiones, si las emociones se encuentran a flor de piel prefieren morir
en presencia de sus familiares o amistades que sean capaces de soportar el
impacto emocional.

Historia de Jane

“Me encontraba acompañando a mi padre en el proceso de morir y había estado toda esa
noche en su habitación. A la mañana siguiente decidí salir a desayunar no sin previamente
avisar a las enfermeras de mi decisión. Pocos momentos después, nada más llegar al lugar del
desayuno me llamaron para decirme que justamente acababa de fallecer.
Igual cuestión sucedió con mi tío. Me encontraba con su mujer, mi tía, cuidando de él cuando
decidimos salir a almorzar. En ese momento, falleció.

Llegué a pensar que algunas personas preferían fallecer en el momento cuando no estaban
siendo respaldadas por los familiares.

Personalmente podría decir que me sentí engañada ya que después de estar junto a él todo el
rato me perdí su partida. También soy consciente que mi tía, doce años después, se encuentra
muy arrepentida por no encontrarse presente en el momento de la muerte de su marido.

En este sentido fue muy importante para mi – egoístamente - realizar algún tipo de ritual
en relación a la despedida. Mi padre no quería ningún tipo de funeral ni nada similar pero
me urgía la necesidad de hacer algo para reconocer tanto su vida como su partida. Dado que
era marinero decidí aventar sus cenizas desde una embarcación. Solo entonces tuve una
sensación de que su partida se había completado.

En el caso de mi tía, de 74 años de edad cuando falleció mi tío, ella nunca había visto a
una persona muerta así que la acompañé a ver a su marido y esto también fue muy
importante ya que se había perdido el momento de su muerte.

Creo que el ritual de su funeral fue crucial para ella. Guardó algunas de sus cenizas
que todavía conserva”.
¿Qué sucede físicamente cuando alguien fallece?

Resulta imposible predecir cuándo va a ocurrir la muerte. Las personas


pueden encontrarse entre la vida y la muerte durante un largo período de
tiempo y es muy fácil perderse el momento final.

Suelen darse algunas señales de que la persona se está preparando para morir:

- Congestión pulmonar: La respiración se torna trabajosa y entrecortada


cosa que puede alarmar. En cualquier caso, esto es bastante normal y es
causado por secreciones que se acumulan en la parte posterior de la
tráquea.

- Bostezos: Incluso consciente o semi inconsciente, la persona bosteza


como respuesta natural para obtener un mayor caudal de oxígeno en el
organismo.

- Frialdad en las extremidades: En ocasiones, las manos, brazos, pies y


piernas se vuelven frías. Incluso la piel palidece y amarillea a medida
que la circulación sanguínea se enlentece. Este síntoma puede suceder
tan sólo en los últimos momentos de vida y suele comenzar por los pies
y piernas.

- Orina oscura: Suele tener color similar al té. Habitualmente ocurre


debido a una disminución en la toma de líquidos unido a un fallo renal
incipiente de manera que la orina se torna más concentrada y adquiere
un tono oscuro. También suele presentar un fuerte olor o cesar su
producción.
- Incontinencia: A medida que la musculatura corporal cesa en su
función comienzan los problemas de pérdida de control sobre la orina y
heces. Sobre todo en aquellos pacientes que se encuentren
inconscientes.

- Agitación e inquietud: Las personas que están muriendo pueden


encontrarse confusas y agitadas. En algunos momentos pueden llegar a
gritar. Los sanitarios pueden medicarlos, por ejemplo con morfina, para
tranquilizarles.

- Manchas oscuras: A medida que se enlentece la circulación sanguínea,


la sangre puede coagularse o estancarse, particularmente en la base de la
columna con manchas que se asemejan a hematomas de color púrpura
oscuro.

- Olor: El cese de los procesos metabólicos normales ocasiona un


cambio en los fluidos corporales y en la piel de la persona que favorece
la emisión de olor a acetona. Debe usted estar advertido de ello para no
llevarse una desagradable sorpresa.

- Falta de respuesta: Puede llegar un momento en que la persona ya no


pueda hablar cuando esté despierto e incluso respire entrecortadamente
con dificultad. Esto puede sonar como un ronquido que puede llegar a
desconcertarle. Esta manera de respirar favorece tener la boca muy
seca. Puede ayudar a aumentar su confort humedeciéndole los labios
con un pañuelo húmedo.
- Cambio en los patrones de respiración: La persona puede alternar entre
una respiración muy ruidosa y otra, por el contrario, imperceptible.
En los momentos finales, el moribundo respirará con una menor
frecuencia, incluyendo una inspiración seguida de no respiración
(apnea) que puede durar varios segundos y, solo entonces, una nueva
inspiración. A esto se le conoce como respiración de Cheyne-Stokes.
Esto puede causar intranquilidad entre los presentes ya que parece que
la persona ha dejado de respirar para luego comenzar nuevamente.

Cuando ocurre la muerte, sucede muy rápidamente. No hay duda de lo que


está sucediendo.

En ocasiones la persona da algunas bocanadas cuando su corazón y pulmones


cesan su función. Otros muestran una prolongada espiración -fuerte suspiro-
seguida, momentos después, de lo que parece una última toma de aire. Esto
puede repetirse durante algunos minutos lo que puede alarmarnos si no se
encuentra preparado para ello. En cualquier caso, tan solo son los pulmones
que expelen el aire.

Otros indicadores son claros al respecto:

- Desaparece el pulso.
- El color de la piel cambia rápidamente a amarillo pálido.
- La expresión facial cambia. Es posible que usted no "reconozca" a la
persona de la misma manera en que estaba acostumbrado. En ocasiones, el
aspecto es de suma paz.
- Se tiene la sensación de que el cuerpo no está "habitado" por alguien.
Historia de David

“A medida que observaba la muerte de mi socio, su consciencia parecía abandonar su cuerpo


de manera regular mientras transcurrían los días, mientras que el proceso pareció acelerarse
en las últimas horas de su vida.

Parecía que, desde los pies hacia la parte superior. Es decir, su cabeza y derredor iba
perdiendo esa "fuerza vital" hasta que, finalmente, su consciencia sé separó del envoltorio de
su cuerpo.

Me quedé sentado y acompañando en silencio a su cuerpo durante algunas horas después de


su muerte física.

Sentía como si mi vigilia velará la partida de su espíritu y también me dio una oportunidad
de comenzar mi proceso de duelo”.
Cuando ocurre la muerte

Historia de Denise

“Yo sabía que mi padre iba a morir ese mismo día y decidí dejarle a solas con mi madre.
No tuve problema a la hora de dejarle ya que me había dicho que se encontraba ‘listo para
irse'. No tenía miedo alguno y se encontraba muy tranquilo. Habíamos compartido mucho
tiempo conversando mientras le cuidaba y, sin llegar a verbalizarlo, ya nos habíamos
despedido.
Realicé un paseo hasta que tuve la sensación de que ya había fallecido. Volví a casa y
descubrí que su partida había ocurrido hacia 20 minutos. Comencé a sentir emociones un
tanto confusas, particularmente de alivio ya que el sufrimiento había llegado a su fin.
Nunca había visto con anterioridad un cuerpo de una persona fallecida. Me quedé de pies
con la espalda apoyada en la pared, a cierta distancia de él, acumulando el coraje para
acercarme.

Entonces, noté la presión de unas manos sobre mis hombros y una voz que susurraba en mi
oído: ‘Estoy bien'. A continuación experimenté una potente sensación de que una fuerza
extraordinaria se alejaba a una inmensa velocidad.

Sabía que era mi padre. Todo temor que parecía tener, desapareció lo que, sin duda, me
ayudó a manejar todas aquellas cuestiones asociadas con el funeral. Posteriormente me di
cuenta que está experiencia había hecho desaparecer mi miedo a la muerte”.

Desde el punto de vista médico el proceso de la muerte no es otra cosa que un


cierre progresivo de los sistemas del organismo. No resulta sencillo saber
cuando muere la consciencia. En cualquier caso, el momento de la muerte
puede ser experimentado de muchas maneras. Puede ser un momento de
encuentro espiritual muy intenso o, por el contrario, ser bastante prosaico.
La esencia de la persona parecía haber partido, dejando atrás el cuerpo como
si de un sobre vacío se tratase.

Puede sentir duelo. Puede sentirse confuso o, incluso, aliviado. También una
especie de tranquilidad, particularmente en hospitales e instituciones donde el
personal de enfermería no hacía más que entrar y salir para cumplir con su
trabajo.

Si es lo que usted desea, puede pedir a enfermeras y médicos que le dejen a


solas con el cuerpo ya que está experiencia puede reafirmarse como una
fuente de tranquilidad inesperada.

En algunas ocasiones, aquellos que se encuentran presentes llegan a vivir


experiencias que no tienen fácil explicación.

Tanto aquellas personas que se encontraban al cuidado como familiares


pueden tener la sensación que algún tipo de "neblinas" abandona el cuerpo.
Otros han descrito luces que inundan la habitación y que infunden
sensaciones llenas de amor. Algunos han notado cambios bruscos de
temperatura. O bien una sensación de "pesadez" en el aire que toma su
tiempo en despejarse. Ciertas personas pueden observar otro tipo de extraños
fenómenos. Tenemos que tomar en cuenta que son momentos de intensas
emociones y que nuestros sentidos se encuentran sometidos a una gran
tensión.

Familiares o amistades que no se encontrasen allí físicamente pueden


experimentar el "ver" o "sentir" a la persona muerta y conocer el momento
exacto de la muerte con anterioridad a ser informados. Este tipo de "visitas"
habitualmente resultan ser reconfortantes así como tranquilizan y nunca más
son olvidadas. Por favor, no las discuta aunque en ese momento no sea capaz
de entenderlas.
¿Qué se puede esperar sentir justo después del
fallecimiento?

No es extraño que si usted se encontraba presente en el momento del


fallecimiento se sienta, posteriormente, como "desconectado" de las personas,
lugares o cosas. Puede parecer como si usted estuviera viviendo un sueño o
como si mirase en su entorno a través de un cristal o una pantalla. Es un
sentimiento de desrealización nada patológico y dentro de parámetros de
normalidad. Esta sensación resulta especialmente difícil al acompañarnos en
situaciones tan delicadas como es organizar el correspondiente funeral.

Puede resultar difícil explicar como se encuentra, particularmente a aquellos


que nunca han presenciado una muerte. Sin embargo, sentirse extraño o
desconectado de la realidad es ciertamente comprensible cuando hemos visto
morir a alguien, más aún cuando ésta persona ha sido una persona querida
para nosotros. La vida nunca más será la misma después de haber sido testigo
de algo tan profundo como esto.

Puede sentirse como que no sabe que hacer con usted mismo. Descubrirse
vagando sin rumbo, sintiéndose perdido y solo, además de cuestionarse
numerosos aspectos de su vida.

En las próximas semanas y meses después de una muerte puede llegar a sentir
verdaderos arrebatos de espiritualidad que produzcan rabia así como aflicción.
Para otros, esto puede ser verdaderamente liberador. Tan solo debemos saber
como tenemos que manejar todos estos sentimientos a medida que avanza el
proceso de duelo.
Historia de Sue

“Cuando falleció mi madre experimenté que algo ‘abandonaba' su cuerpo durante el


último suspiro. Para mí resultó ser un verdadero encuentro espiritual. Durante los días
sucesivos también noté que algo intangible pero muy real también se alejaba de mí. Al
mismo tiempo experimenté como una especie de esencia de mi madre se posaba sobre mí. La
experiencia resultaba incómoda y desconcertante. Tuvieron que pasar un par de semanas
antes de volver a ser ‘yo misma'. A medida que pasaba el tiempo fui consciente que había
absorbido una parte del espíritu de mi madre y que éste sigue viviendo dentro de mí.

Todo fue distinto cuando hace siete años falleció mi padre. En el momento de su
muerte tuve más bien una sensación de un interruptor que se apaga en vez que ese ‘algo’ que
pareció desprenderse del cuerpo como en el caso de mi madre. He llegado a la conclusión que
el momento de la muerte puede producir y generar muy diversas sensaciones.

Lo que experimenté en los tiempos posteriores fue semejante a cuando mi madre


falleció pero más intensos. Era duro aceptar que ya no vivían mis padres. Aunque tenía mi
propia familia, me sentía sola y con la extraña sensación de no sentirme ligada a nada, cosa
que se adquirió tintes infinitamente más conmovedores cuando tuve que limpiar y deshacerme
de sus cosas personales en la casa que habían compartido durante treinta y cinco años. La
mayor parte de sus objetos acabaron en bolsas de basura y donadas a la caridad. Creo que
esto fue lo más triste de todo... acompañada de la certeza que esto también me iba a suceder
a mí algún día”.
Cuestiones que la familia debería tomar en
consideración

Respecto a detener tratamientos que prolonguen la vida

Muchas personas hacen saber que no gustarían ser resucitadas o recibir


tratamientos que prolonguen la vida bajo condiciones de mala calidad o
enfermedades de desarrollo progresivo e inhabilitante. Otros pacientes
prefieren dejar este tipo de decisiones en manos de los médicos,
particularmente cuando los tratamientos no vayan a mejorar su condición de
salud o cuando realmente se encuentren al comienzo del proceso de muerte.
En esos momentos nadie mejor que los médicos para decidir el cese o retirada
de dichos tratamientos.

Por ejemplo, en caso de un ingreso de emergencia en un hospital, después de


un ictus masivo o infarto grave de corazón, resulta conveniente informar a los
sanitarios acerca de los deseos de su familiar. En cualquier caso, es importante
comprender que cualquier decisión de cesar en los tratamientos que extiendan
innecesariamente la vida será tomada conjuntamente con los médicos sin
ningún tipo de presión hacia usted. Los médicos harán todo lo posible para
comprender sus deseos pero no le pedirán permiso para eliminar tratamientos
inservibles.

Puede resultar muy frustrante involucrarse en discusiones que defiendan los


deseos de su familiar mientras éste se encuentra incapacitado. Así que tome su
tiempo y aclare sus dudas tanto con el personal médico como con el resto de
la familia.
Una vez que se haya decidido evitar cualquier tratamiento que alargue
innecesariamente la vida, los médicos comenzarán otro tipo de cuidados y
también debería de reflejarse claramente en su historial médico.

La finalidad de estos cuidados terminales es la de proveer de máximo confort


al paciente. En ocasiones se limita la administración de líquidos y la persona
tan solo recibe una medicación básica para paliar los principales síntomas
(analgésicos, medicaciones contra el mareo, etc.) y cuidados de enfermería
como humedecer los labios y la boca, higiene y rotar al paciente para evitar
escaras en la piel. En ocasiones se sonda la vejiga o se medica para fluidificar
las secreciones en la garganta ya que la persona ha perdido la capacidad de
toser.

Es difícil adivinar cuanto tiempo se tarda en morir. Para aquellos que le


acompañan el tiempo se hace interminable. En estas circunstancias es normal
que usted se encuentre bajo mucha presión psicológica y que esto favorezca
que se sienta culpable de tener a su familiar en un protocolo de enfermo
terminal. Sin embargo, puede ayudarle saber que esto favorece que su ser
querido se encuentre lo mejor posible así como mejora su situación así como
la del resto de la familia.

La familia

La muerte de un familiar cercano es un momento crítico para todos. Aunque


lo único que se puede hacer es proveer tan solo de soporte y ciertos cuidados,
el proceso de morir puede unir a la familia con una intensidad que tan solo se
produce en ciertos aniversarios o acontecimientos que se celebran
habitualmente. Esta unión, aunque impregnada de tristeza, puede constituir
una maravillosa experiencia para todos aquellos que se encuentran
involucrados.

Historia de Sally

“Yo nunca había visto a una persona muerta. Mamá iba a ser la primera y no estaba muy
seguro acerca de como iba a ocurrir, como me iba a sentir y como sabría que ya se encontraba
muerta. Los cuatro nos sentamos alrededor de la cama y nos íbamos turnando para tomar
su mano mientras conversábamos en voz baja. Todos nosotros nos preparábamos para
perder a esta persona tan importante en nuestras vidas. Hacia las cuatro de la tarde, la
respiración de mamá comenzó a ser trabajosa, paró un par de veces y entonces, una hora
después, cesó de hacerlo totalmente y falleció. Fue un momento increíblemente emotivo. Mi
hermana pequeña y yo lloramos sonoramente. La mayor abandonó el cuarto sollozando
mientras mi hermano permanecía a los pies de la cama en completo silencio mientras
contemplaba su cuerpo con incredulidad. Nunca lo olvidaré. Fue un honor y privilegio
encontrarme ahí y compartir esta experiencia con mi familia”.

También debemos hacer notar que la muerte, especialmente del segundo


progenitor, puede ser el detonante de problemas relacionados con herencias o
disputas familiares no resueltas durante años. Por el contrario, también puede
ser un buen momento para resolver heridas y problemas familiares del pasado.
En cualquier caso debe ser consciente que las emociones se encontrarán muy
alteradas y esto facilitará explosiones de ira.

Los familiares pueden reaccionar de maneras muy diversas. Por ejemplo:

- Algunos podrían tener una relación muy afectuosa con el moribundo


mientras otros quizá expresen desazón o rabia.
- Algunos comprenderán lo que está ocurriendo. Otros, por el contrario,
llegarán a negar que la persona está muriendo.

- Extender la vida complacerá a ciertos miembros de la familia pero será


molesto para otros.

- El deterioro progresivo del paciente puede llegar a horrorizar a ciertas


personas especialmente sensibles.

- Familiares que vivan lejos pueden sentirse culpables por no encontrarse


acompañando a la persona que va a fallecer. Otros evitarán, justamente,
este contacto debido a conflictos familiares.

- Aquellos que se encuentran cuidando activamente al moribundo


pueden llegar a sentir que su vida sufre una suspensión brusca y generar
enfado y resentimiento hacia el resto de la familia por no liberarles o
ayudarles a sobrellevar esta situación.

- Pueden aflorar rivalidades entre hermanos y resentir las lealtades lo que


puede causar resentimiento y disputas.

- Alguno de los presentes puede ser conocedor de algún secreto que


involucre a la persona que está falleciendo, hecho que puede ser
incómodo para él o ella.

Es decir, debemos estar preparados para estos momentos tan cargados de


intensidad emocional y proveernos de mucha paciencia y comprensión así
como de una excelente voluntad para comunicarnos abiertamente con el resto
de la familia.
Lugares para fallecer

En casa.

Muchas personas desean fallecer en casa, rodeados de sus pertenencias y


donde las amistades pueden entrar y salir. Si tanto usted como su familiar
desean esta opción, resulta conveniente avisar al personal sanitario que le ha
atendido con regularidad de manera que hagan extensivos sus cuidados al
propio domicilio.

Principalmente, en casa tendrá un mayor control sobre lo que sucede a su


familiar comparándolo con un hospital. Su médico de cabecera y la enfermera
correspondiente serán la fuente principal de soporte médico. Gracias a su
ayuda, seguramente podrá conseguir algún equipo especial como pudiera ser
una fuente de oxígeno. Otros accesorios pueden ser habitualmente alquilados
en tiendas especializadas como son las ortopedias.

Si bien cuidar de alguien al que queremos nos recompensa emocionalmente,


no es menos cierto que puede llegar a ser física y psicológicamente extenuante
de manera que también es importante que piense en sus propias necesidades.
Por éste motivo resulta altamente aconsejable conseguir ayuda extra para que
podamos efectuar períodos de descanso y, por supuesto, respetar nuestros
ciclos de sueño. En caso contrario comenzaremos a presentar alteraciones del
estado de ánimo como irritabilidad, tristeza e incluso depresión.
Hospicios

Muchos hospicios son regentados por religiosos cuya función es la de


justamente ayudar a aquellos que se encuentran en el trance de morir debido a
enfermedades terminales. Debido a la naturaleza de su trabajo, este tipo de
instituciones nos dotan de un abanico de servicios y también de apoyo a los
familiares del moribundo así como a la propia persona que va a fallecer.

Algunos hospicios ofrecen internamientos de corta duración ya que


fundamentalmente se dedican a la estabilización médica de pacientes
terminales para poderles permitir un retorno a casa antes de ser vueltos a
admitir para la ronda final. A menudo este tipo de sitios posee habitaciones
contiguas para que los familiares puedan descansar o bien pasar la noche.

Residencias.

Las residencias suelen ser privadas o, por el contrario, administradas por el


Estado para aquellas personas que son dependientes y que ya no pueden
valerse por si mismas. Sin embargo, la familia puede sentirse culpable de
ingresar a su ser querido en una residencia, particularmente cuando hasta hace
poco ha sido totalmente independiente, consecuentemente las visitas pueden
llegar a ser muy estresantes tanto para la familia como para la persona
ingresada.

Las residencias aconsejan que las visitas de los familiares sean frecuentes y
también que colaboren a tomar decisiones respecto al tratamiento médico y
cuidados de toda índole empleados, particularmente en los momentos finales.
Normalmente este tipo de instituciones no dispone de alojamiento extra para
la familia pero suelen estar complacidos cuando se comparte el mayor tiempo
posible con la persona ingresada.

Hospitales

Más de la mitad de nosotros morirá o moriremos en un hospital.


Desgraciadamente son lugares molestos por el ruido y la actividad profesional
de las personas que nos rodean.

Las comodidades suelen ser mínimas para los acompañantes. Considérese


afortunado si dispone de una cama supletoria para poder descansar. En caso
contrario, insista todo lo que pueda para obtenerla, particularmente cuando el
desenlace no se vea a corto plazo. Si su familiar observa que usted no se
encuentra bien, añadirá un extra de preocupación a la situación que ya de por
sí puede ser tensa. En realidad los hospitales pueden llegar a ser el mejor lugar
en el que su familiar o amigo fallezca, particularmente si necesitan cuidados
médicos especiales. Consecuentemente resulta importante no sentirse culpable
sí, por ejemplo, la persona moribunda no puede ser llevada a casa.

Normalmente se le permitirán las visitas o permanecer al lado de la cama


tanto como usted quiera.
Cuestiones prácticas a considerar

He aquí algunas sugestiones para ayudarle a sobrellevar la compañía a una


persona que se encuentra en sus horas finales.

- En primer lugar esté preparado a cancelar la mayor parte de las


actividades habituales de su vida. Cuando alguien está falleciendo no
resulta fácil hacer o centrarse en cuestiones más allá que la propia
vivencia de lo que está sucediendo. Incluso cuando no esté a su lado se
encontrará continuamente sobresaltado cada vez que suene el teléfono.

- Parecerá que se encuentra "sumergido" en una burbuja, incapaz de


relacionarse con su vida normal. Las conversaciones rutinarias
parecerán triviales e irrelevantes. Aquellos lugares ruidosos o llenos de
gente como supermercados o restaurantes resultarán incómodos.

- Explique claramente a sus hijos y familia por lo que está pasando desde
el punto de vista emocional ya que otros problemas o demandas
adicionales pueden ser particularmente difíciles de manejar.
Explosiones de emociones o mal humor pueden ser frecuentes. Intente
obligarse a descansar y dormir, esto le protegerá parcialmente frente al
estrés de la situación.

- Pida ayuda para cocinar o reunir comida en el refrigerador. Cuando


llegue a casa no se sentirá motivado a ponerse a preparar comidas.
Asegúrese de disponer a diario de comida caliente y nutritiva. Va a
necesitar un extra de salud y energía.
- Cuente a los amigos lo que está ocurriendo. La mayor parte de las
personas se comportan de una manera extraordinaria cuando saben que
pueden ayudar a otros. Es reconfortante tener a amigos de la familia en
derredor de la persona que está muriendo por lo que recomendamos
darles la oportunidad de ir al lugar y despedirse. Algunos lo harán muy
agradecidos, otros por el contrario, preferirán recordar a la persona tal
como era en vida.

- Asegúrese que su teléfono se encuentra con saldo suficiente y recuerde


tenerlo siempre cargado. Será un instrumento fundamental para
manejar las numerosas llamadas que tendrá que hacer y recibir. Intente
buscar, por adelantado, algún lugar tranquilo. En un hospital nos
solemos enfrentar a un ruidoso pasillo lleno de ecos, desagradables
sonidos de camillas o mesas con ruedas además de incómodas
conversaciones en voz alta.

- Si así lo necesita, lleve suficiente cambio para el aparcamiento. Algunas


máquinas solo admiten monedas. Tenga mucho cuidado al conducir ya
que su mente y concentración tenderán a estar enfocadas en lo que está
viviendo.
Al lado de la cama de alguien que está llegando al
final de su vida.

Puede resultar muy inquietante ver a la persona que usted quiere conectado a
monitores, tubos con suero o a un respirador. Más aún cuando ésta persona se
encuentre semi consciente, bajo estrés físico o emocional y que, además puede
estar quejándose abiertamente. La consecuencia de todo esto es que llegue a
encontrarse lleno de ansiedad y con un profundo sentimiento de inutilidad. Al
mismo tiempo puede sentirse desbordado, vulnerable y en soledad,
particularmente cuando el personal sanitario esté ocupado con otros
pacientes.

- Asegúrese de tomar tantos descansos como sean necesarios. Puede ser


difícil encontrar un lugar donde descansar y estar a solas con uno
mismo cuando la situación va empeorando. Afortunadamente siempre
suele haber algún cuarto vacío así como alguna capilla que suela
permanecer abierta a lo largo de todo el día.

- Puede llegar a sentirse culpable cuando se vaya a descansar a casa


pensando que quizás nunca más vuelva a ver a su ser querido. Este
sentimiento es normal. Simplemente asegúrese que siempre se despide
de él o ella. No hace falta verbalizarlo. Puede ser una despedida interior.
Estas despedidas pueden llegar a acumularse con el paso de los días.

- Algunas clínicas puede que no ofrezcan excesivas facilidades para


encontrar un refrigerio. Los bocadillos, propios de las máquinas
expendedoras automáticas, no nos proveen de suficiente alimento ya
que para poder soportar momentos de desvelos y esfuerzos físicos
necesitará algo más que un sándwich. Considere llevar al hospital algo
de alimentos propios. Recuerde que algunos bares o restaurantes
pueden estar cerrados los domingos.

- No suele ser una buena idea la de hacer peticiones sobre necesidades


propias al personal sanitario que ya, de por sí, suele encontrarse muy
sobrecargado con su trabajo habitual. Puede ser una buena idea la de
llevar un termo con objeto de poder beber ocasionalmente. Beber
líquidos es muy importante, particularmente en ambientes secos y
calefaccionados o refrigerados como suele ser en un hospital.

- Si se encuentra en una estancia abierta como suele suceder en algunos


hospitales no dude en correr la cortina o biombo en torno a la cama
para lograr cierta privacidad. Hacer una ligera mención del propósito de
su intención a las enfermeras puede ser de agradecer.

- Llevar un almohadón y una manta ligera parecida a las que se


encuentran en los aviones será de agradecer, particularmente si va a
permanecer por las noches en el hospital. Los sillones suelen ser
bastante incómodos al cabo de un rato de estar sentados. Si hay una
cama gemela en la misma habitación pida permiso para, por lo menos,
recostarse ocasionalmente en la misma.

- Respetando siempre las creencias de quien va a morir busque ayuda


espiritual con el capellán del hospital o con la persona que corresponda.
Cada religión tiene rituales propios para estos momentos últimos.

- Colabore con el personal sanitario a la hora de hacer su trabajo saliendo


de la habitación cuando estén practicando cuidados de tipo higiénico al
enfermo. No dude en pedir cuidados extras a la hora de luchar contra la
sequedad de la boca o cuidados del cuarteamiento de los labios. En
muchas ocasiones la intranquilidad que presenta su familiar o amigo no
es otra cosa que el resultado de la incomodidad por estar tantas horas
en la misma posición. Es indispensable irle moviendo de lugar, ayudado
por algún auxiliar, con cierta frecuencia. Además, esta precaución
disminuirá el riesgo de sufrir úlceras en la piel en aquellas zonas que
están permanentemente en contacto con la cama (úlceras de decúbito).

- No sea especialmente severo con usted mismo. Las llamadas de


teléfono y las visitas constituirán una parte importante de su vida y el
proceso puede parecer desagradablemente interminable. Sin embargo,
recuerde que, en comparación con la persona que está muriendo y
sufriendo, su tiempo resulta precioso tanto para usted como para él.
Sugerencias para los amigos

Seguramente es importante para usted despedirse de su agonizante amigo.


Puede ser que a algunas familias les resulte incómodo aceptar la presencia de
amistades durante este proceso. Por el contrario, otras aceptarán dicha
compañía incluso de buen grado. Nadie mejor que usted podrá valorar la
conveniencia de tomar una decisión unánime otra. En cualquier caso
anteponga los deseos de la familia a los suyos propios.

En caso de permanecer con ellos recuerde que todo tipo de soporte


emocional será bienvenido así como el no juzgar actitudes o respuestas
emocionales de las demás personas en relación a lo que está sucediendo. Esos
pequeños actos de amabilidad y comprensión son los que cuentan y por los
que le recordarán.

Qué hacer

- Compruebe con la familia si están de acuerdo que usted se despida de


su amigo en persona. Quizás desee hacer esto a solas o, por el
contrario, cuando la familia esté presente. En cualquier caso, hágale
saber su preferencia a la familia.

- Si se siente capaz de ello, reste al lado de su amigo. Esto puede ser muy
reconfortante para las familias. Previamente asegúrese que usted es
capaz de proveerle de este soporte ya que permanecer al lado de una
persona que está muriendo resulta en un intenso trabajo emocional.
- Envíe de manera regular mensajes de texto o correos electrónicos a la
familia sin esperar una contestación inmediata. Es agradable para la
familia notar que hay terceros interesados en el devenir de la situación
así como conocer su opinión y sentimientos.

- Ofrézcase para cuidar bebés, cocinar para la familia o ir al colegio a


llevar o buscar algún niño. También puede ser útil para traer o llevar a
alguna persona desde la estación o aeropuerto al hospital así como a
aquellos que no dispongan de medio de transporte.

- No se ofenda si no desean sus múltiples ofrecimientos. A menudo, el


solo hecho de haberse ofrecido suele ser suficiente.

Qué es lo que NO se debe hacer.

- No envíe tarjetas, postales o flores deseando la "mejoría" de la persona.


Su intención puede ser muy loable pero tan sólo fomentará hostilidad e
irritación hacia usted.

- No espere largas conversaciones telefónicas con los familiares en la que


se explayen con multitud de detalles acerca de la situación terminal. Si
observa que no quieren explicar ciertas cuestiones, no insista. Bastante
estrés está pasando la familia como para tener que lidiar con más
problemas.
- No espere ni promueva conversaciones distintas al problema actual.
Intentar "distraerles" con otro tipo de temas puede ser
contraproducente y parecer que usted es una persona superficial.

- Si ya le han comentado que la persona se encuentra bastante mal, quizás


es bueno que no insista en mantener una conversación o que intente
responderle a preguntas cuyas respuestas son obvias bajo estas situaciones
como: "¿Qué tal te encuentras?". El esfuerzo realizado para contestarle
puede ser agotador.

- No sea falsamente optimista. En ocasiones he llegado a escuchar


visitantes que insensatamente dicen a la persona agonizante: "No te
preocupes, seguro que te vas a poner bien". Tampoco tiene que haber
un ambiente fúnebre pero si concordante con el momento. Sea sensible
y sea natural, usted mismo.
SUMARIO

Es lógico tener miedo al hecho de enfrentarse a la muerte de su familiar o


amigo. Sin embargo, estar preparado para ello no tiene precio.

- Recuerde que el escuchar tiene que durar hasta el final.

- Recuerde que tenemos que evitar la torpeza de muchas personas e


incluso personal médico a la hora de tratar con la muerte.

- Puede verse involucrado en difíciles decisiones acerca de tratamientos


relacionados con prolongar la vida.

- Intente por todos los medios que se proporcionan los cuidados


necesarios y en un ambiente libre de brusquedad pero lleno de cariño y
emociones.

- Sea consciente que el fallecimiento puede dejar al descubierto


problemas familiares no resueltos que se encontraban dormidos
durante largo tiempo.

- Favorezca una actitud abierta y comprensiva hacia su familiar o amigo


en relación a querer hablar de su proceso de muerte. Si se siente
incapaz para ello hable con los cuidadores para que le aconsejen.
- Escuche a su familiar o amistad en relación a sus necesidades y que
éstas sean cumplidas.

- Escuche en detalle lo que la persona cuenta durante sus últimas


semanas o días y que se note que no solo le oye sino que le escucha y
comprende. Es su importante y único proceso de morir.

- Ayude a crear un espacio especial, sacro, a medida que se acerca la


muerte. Quizás mediante un masaje, velas o alguna música muy suave.

- Si puede ser, esté dispuesto para estar ahí presente dispuesto hasta el
final, siendo consciente que puede ser una de las experiencias más
enriquecedoras de su vida.

- Puede o no, experimentar ciertos fenómenos en torno al momento de


la muerte. No se sorprenda de ello.

- Posteriormente a acompañar a alguien que ha fallecido esté preparado a


encontrarse extrañamente desconectado de la realidad durante un
período de tiempo. Posteriormente puede comenzar a hacerse
preguntas muy profundas acerca de su propia vida.

- Si en cualquier momento, pero especialmente después de varios meses,


usted siente que se encuentra emocionalmente bloqueado o que no
puede superar el duelo, es mejor que busque ayuda profesional.
Finalmente

Esperamos que está guía pueda ayudarle a encarar el desafío de acompañar a


su persona querida en el viaje desde la vida a la muerte.

No es una experiencia fácil y genera muchas sensaciones. Pero encontrarse


presente en el momento de la muerte puede ser profundamente enriquecedor
y una intensa vivencia en todos los niveles.

Le deseamos lo mejor con aquello a lo que se está enfrentando y esperamos su


sosegada aceptación en esta extraordinaria aventura.
Autores

Dr. Peter Fenwick y Dr. José Miguel Gaona

Peter Fenwick es un neuropsiquiatra y neurofisiólogo conocido por sus estudios sobre


la epilepsia y las experiencias cercanas a la muerte. Es reconocido como una autoridad de
prestigio en el estudio de la relación mente-cerebro.
Es profesor en el King 's College de Londres, donde trabaja como consultor en el Instituto
de Psiquiatría. Es neuropsicólogo consultor, en los hospitales Maudsley y John Radcliffe, y
también ofrece servicios en el hospital Broadmoor. Trabaja en la unidad de salud mental de
la Universidad de Southampton y mantiene visitas profesionales en el Instituto Riken de
Neurociencias en Japón.
Fenwick es el presidente de la "Horizon Research Foundation", una organización que
apoya la investigación sobre las experiencias de casi muerte.
Fenwick ha formado parte del consejo editorial de varias revistas, incluyendo el "Journal of
Neurology, Neurosurgery and Psychiatry", el "Journal of Consciousness Studies" y el
"Journal of Epilepsy and Behaviour".
Autor del afamado libro: “El arte de morir”
José Miguel Gaona nació en Bruselas. Licenciado en Medicina con Sobresaliente. Doctor en
Medicina (cum laude) en la rama de Psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid,
es máster en Psicología Médica y especialista en Psiquiatría Forense. Premio Jóvenes
Investigadores de la Comunidad de Madrid y miembro de la Asociación Europea de
Psiquiatría (AEP), ha ejercido tareas docentes en la cátedra de Psiquiatría de la Facultad de
Medicina de la UCM y ha sido director de la revista Educar bien. Niños.

Fue asesor técnico del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, responsable del
área de salud mental en la guerra de Bosnia para la ONG Médicos del Mundo y miembro
del Comité de Honor de la Fundación Altarriba de protección animal, entre cuyos
miembros se encuentran personalidades tan destacadas como José Saramago, Josep
Carreras o Eduard Punset, entre otros.

Experto en Técnicas no invasivas de Estimulación Cerebral por la Universidad de Harvard


(Berenson Allen Hospital. Boston)

Actualmente dirige uno de los mejores centros de España dedicada a las adicciones y
depresiones desde un enfoque conductual y neurológico como es Neurosalus
(www.neurosalus.com )

En los últimos años ha trabajado en el campo de la neuroteología, ciencia que estudia los
fenómenos místicos y espirituales desde una perspectiva neurológica. En esta línea, dirige el
Proyecto Túnel, un sitio de encuentro para personas que han sufrido experiencias cercanas
a la muerte (ECM) y que desean compartir dichas experiencias o abordarlas desde un punto
de vista terapéutico.

También trabaja en la Laurentian University en Sudbury (Canadá) con el Dr. Michael


Persinguer, experto en temas de consciencia.

Es miembro de la New York Academy of Science.

Ha escrito numerosos libros entre los cuales distinguimos “Al otro lado del túnel” con más
de 50.000 ejemplares vendidos que ha llegado a ser Nº1 en ventas en España y otros países
de Hispanoamérica.

En relación a la muerte y la consciencia también ha publicado “El límite”

Internet:

www.josemiguelgaona.com

Twitter: @doctorgaona

Facebook: https://www.facebook.com/josemiguel.gaonacartolano

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