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Rehabilitación Psicosocial
2006
AUTORES
Página
INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………………… 5
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro
CAPITULO PRIMERO:
Neuroplasticidad…………..……………………………………………………… 8
Walter Lips Castro
Generalidades ……………………………………………………………………. 9
Tipos de fenómenos neuroplásticos …….………………………………………… 11
Neuroplasticidad cortical, subcortical y cerebelar ………………………………… 15
Neuroplasticidad durante el neurodesarrollo, la adultez y la vejez ………………… 16
Factores epigenéticos moduladores de la neuroplasticidad ……………………….. 20
Plasticidad cortical ……………………………………………………………..… 21
Correlatos neurobiológicos y neurofuncionales de la plasticidad cortical …….… 29
CAPITULO SEGUNDO:
El procesamiento de la información cortical y las conductas humanas voluntarias 32
Walter Lips Castro
CAPITULO TERCERO:
Características cognitivo-emocionales de la conducta humana……………………… 52
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro
Generalidades…………………………………………………………………….……… 53
Tipos de emociones ……………………………………………………………………. 53
Estímulos sociales …………………………………………………………………. 54
Estructuras del sistema nervioso central involucradas en los procesos emocionales
.…………………………………………………………….………………………… 56
Rutas de reconocimiento de estímulos amenazantes ………………………………. 61
Hipótesis acerca del conocimiento interpersonal ……………………………….…. 61
CAPITULO CUARTO:
Aspectos generales de la rehabilitación neurocognitiva y psicosocial
…………………………………………………………..………………………..…. 63
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro.
CONCLUSIONES ………………………………………………………………………. 72
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………………….. 74
INTRODUCCION
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro
El cerebro humano se caracteriza por presentar una organización neuronal extremadamente
compleja. Se han propuesto cifras aproximativas respecto del número total de neuronas que
conforman el sistema nervioso central (SNC) humano en el orden de los cien mil millones,
concentrándose la población neuronal en la corteza cerebral. Cada una de las neuronas que
forman parte del SNC humano puede establecer entre mil a diez mil sinapsis con otras
neuronas. Las conexiones interneuronales, a su vez, pueden presentar características
inhibitorias o excitatorias sobre las neuronas postsinápticas. Considerando estos datos, se
ha calculado el número aproximado de estados cerebrales posibles, es decir, el número
teórico de combinaciones respecto de la actividad cerebral, obteniéndose cifras superiores
al número total de partículas elementales existentes en el universo. La organización del
SNC humano se caracteriza, además, por su alto grado de variabilidad y dinamismo, es
decir, su plasticidad. Esta última permite que los sistemas neurales presenten un nivel de
interacción y adaptabilidad inigualable, que se traduce conductualmente en una gran
capacidad de aprendizaje (adquisición de nuevas conductas), sobretodo en edades
tempranas de la vida. Por lo tanto, se puede afirmar que el cerebro humano es la máxima
representación evolutiva conocida de la materia, principalmente porque es el sistema del
cual emergen propiedades cognitivo-emocionales superiores, situándose como el órgano
donde se fundan las actividades más propiamente humanas.
Respecto de los avances en el conocimiento del funcionamiento del SNC, especialmente
gracias al importante desarrollo de las técnicas de neuroimágenes tanto estructurales como
funcionales, se ha logrado dilucidar parte de los complejos procesos neuronales que están
involucrados en las llamadas funciones cerebrales superiores de los seres humanos. De
particular importancia han sido los últimos estudios relacionados con los procesos
cognitivo-emocionales, que son la base de la conducta social. Si bien es cierto que aún falta
mucho por conocer acerca de los detalles que dicen relación con dichos procesos,
consideramos que la información disponible al respecto permite comenzar un proceso de
integración con el conocimiento clínico existente en las disciplinas de la salud mental. Con
este objetivo iniciamos una revisión bibliográfica tendiente a estructurar una mirada
integrada de los principales temas neurocientíficos que creemos importantes para las
actividades tanto psicoterapéuticas como de rehabilitación psicosocial propiamente tal.
El resultado obtenido a partir de nuestro trabajo puede dividirse en cuatro grandes temas:
1) Los procesos neuroplásticos, que, como veremos, forman parte de una de las propiedades
fundamentales del SNC en relación a los procesos de aprendizaje y los cambios
conductuales (tanto naturales como terapéuticos).
4) Una revisión general acerca de los aspectos fundamentales del proceso de rehabilitación
neurocognitiva y psicosocial orientado a aquellas personas que sufren algún trastorno
discapacitante en el funcionamiento social de sus vidas. Como eje central de este capítulo
asumiremos que todo trastorno neuroconductual que comprometa funciones corticales
relacionadas con los procesamientos de tipo cognitivo-emocional tendrá como efecto un
deterioro importante de las habilidades sociales del afectado. Y, además, que la condición
fundamental de todo proceso de rehabilitación psicosocial que se efectúa en un individuo
con un trastorno neuroconductual se debe fundar en las propiedades neuroplásticas de los
sistemas neuronales involucrados en su deterioro social.
Capítulo I
NEUROPLASTICIDAD
Walter Lips Castro
Generalidades
Históricamente se encuentran las primeras menciones respecto del término plasticidad en la
obra de William James en 1890. James introduce dicho término para describir la naturaleza
modificable del comportamiento humano. A fines del siglo XIX, Santiago Ramón y Cajal
propone que los cambios conductuales tendrían un sustrato anatómico neuronal. Sin
embargo, durante gran parte de la primera mitad del siglo XX predominó una concepción
rígida del SNC adulto. Se suponía que una vez terminados los fenómenos de desarrollo
neural propios de edades tempranas de la vida humana, no se producían grandes cambios en
el tejido nervioso, exceptuando los cambios patológicos degenerativos. En la década de los
años 20, Karl Lashley observó que algunas funciones de la corteza motora en monos de
experimentación parecían cambiar durante el transcurso de algunas semanas. En 1948, el
neurocientífico polaco Jerzy Konorski propone formalmente por primera vez los
mecanismos que describen las propiedades plásticas de la fisiología neuronal. En el año
siguiente, Donald Hebb plantea que el lugar donde se producen los fenómenos plásticos es
en las sinapsis, sugiriendo que la actividad sináptica participa en los cambios de la eficacia
conectiva entre las neuronas involucradas. Manifestó que la condición para que se
produzcan estos cambios conectivos es la coincidencia en la actividad de las neuronas pre y
postsináptica, vale decir que en aquellos casos en que ambas neuronas son
coincidentemente activas se fortalecerá su conectividad. Por lo tanto, la importancia del
postulado de Hebb radica en que los fenómenos plásticos se producen en la sinapsis, y que
se pueden evaluar considerando la actividad neuronal pre y postsináptica.
En los años siguientes el término plasticidad comenzó a ser utilizado para designar todo
tipo de cambios cerebrales: neuroquímicos, neurogenéticos, y/o de remodelación de
sistemas neuronales (corticales principalmente).
A mediados de los años sesenta Geoffrey Raisman y Pauline Field, demostraron la
existencia de fenómenos plásticos sinápticos en adultos. Por su parte, los investigadores
Mark Rosenzweig y William Greenough demostraron cambios significativos en cerebros de
animales en relación a la experiencia y ejercicios de entrenamiento con estímulos externos
de mayor dificultad.
En la década de los ochenta, Michael Merzenich, Jon Kaas, y otros investigadores
demostraron que la corteza motora de monos de experimentación efectivamente podía
cambiar. Con estas demostraciones se da inicio a una gran cantidad de investigaciones que,
hasta la fecha actual, dan cuenta de que en la corteza cerebral se producen remodelaciones
conectivas en relación a diversos estímulos.
Por lo tanto, actualmente se dispone de información científica suficiente como para
establecer definitivamente que el SNC es un sistema altamente dinámico, resultado de la
interacción de factores genéticos y epigenéticos. Y que los cambios tanto estructurales
como funcionales del tejido nervioso consisten en eventos que involucran desde las sinapsis
(dendritas y terminales axónicos) hasta los capilares sanguíneos y las células gliales del
SNC.
Respecto de los fenómenos de plasticidad a nivel de las sinapsis es importante destacar que
están referidos a aquellos cambios observados específicamente a nivel de las interacciones
neuronales, por lo tanto, el concepto neuroplasticidad comprende una gran variedad de
eventos que suceden en el tejido nervioso, dentro de los que se incluye y destaca la
plasticidad sináptica.
Las investigaciones relativas a la conducta humana concluyen que todo tipo de cambio en
el comportamiento y adquisición de conocimiento en un sujeto determinado, es decir, todo
tipo de plasticidad conductual, es la resultante de la integración de la plasticidad individual
de cada una de las neuronas que conforman el SNC de los seres humanos. Por consiguiente,
la plasticidad neuronal o sináptica es la propiedad neuronal más importante del tejido
nervioso en general, ya que es la condición necesaria para el aprendizaje y la memoria.
En resumen, los sucesos neuroplásticos involucran tanto modificaciones morfológicas del
tejido nervioso en general como sutiles cambios moleculares que afectan principalmente a
la membrana plasmática neuronal. Estas propiedades son el sustrato neural del aprendizaje
conductual, que, en definitiva, posibilita no sólo modificaciones naturales del
comportamiento, sino que también intervenciones terapéuticas (psicológicas, de
rehabilitación y farmacológicas) orientadas a favorecer cambios más adaptativos en el
comportamiento del individuo.
Tipos de fenómenos neuroplásticos
Como se mencionó anteriormente, la neuroplasticidad comprende una variedad de eventos
y modificaciones que incluyen a las neuronas, las neuroglias, y la vascularización del tejido
nervioso. En lo que respecta a la plasticidad neuronal se pueden distinguir, básicamente,
dos tipos de fenómenos:
a) Regeneración axonal.
b) Colateralización axonal.
c) Neurogénesis.
d) Sinaptogénesis reactiva, por brote y extensión de nuevas ramas axónicas y
de espinas dendríticas.
Cada uno de estos eventos dependerá de las interacciones celulares que se vayan formando.
Actualmente hay acuerdo en suponer que una serie de señales intercelulares son
responsables del reconocimiento axonal preciso de la célula postsináptica adecuada (y en
algunos casos una zona particular de dicha célula), y de la diferenciación coordinada de los
elementos pre y postsinápticos de la sinapsis. Se ha demostrado que hay una gran
especificidad en el reconocimiento sináptico, que estaría guiada por la interacción entre
neurotransmisores, receptores, y moléculas proteicas relacionadas a los distintos receptores
(gefrinas, en relación a receptores para glicina; agrinas, en relación a receptores para
acetilcolina en la unión neuromuscular; dominios PDZ, en relación a receptores NMDA).
Plasticidad cortical
Como se mencionó anteriormente, del número total de neuronas que conforman el SNC
humano la mayoría se concentra en la corteza cerebral. Ontogenéticamente, el manto
cortical es la última estructura nerviosa en madurar, pero, además, dada su compleja
citoarquitectura y su rica conectividad (intra y extracortical), es el lugar donde se llevan a
cabo la mayoría de las funciones cognitivo-emocionales.
A fines del siglo 18 e inicios del 19 Franz Josef Gall realiza una serie de observaciones
clínicas que le llevan a postular su teoría general de la localización cerebral, llamada
Frenología. Desde entonces ha habido un intenso debate entorno a las características del
funcionamiento del cerebro. Uno de los principales críticos de la teoría de Gall fue Jean-
Pierre Flourens, quien planteó que las funciones corticales están ubicadas
equipotencialmente en el cerebro, agudizando el debate entre localizacionistas y holistas.
Sin embargo, a fines del siglo 19, los importantes aportes de Carl Wernicke en relación a
sus estudios clínico-patológicos de la afasia, marcaron, con su modelo teórico llamado
asociacionismo o conexionismo, un nuevo enfoque al problema. Durante el siglo 20 el
cúmulo de datos experimentales obtenidos por el método de lesiones, casos clínicos, y,
últimamente, las sofisticadas técnicas de neuroimágenes, sumados a algunos
planteamientos de la Psicología cognitiva (el concepto de procesamiento de la información
principalmente), han permitido que la Neuropsicología moderna se plantee desde una
perspectiva llamada microlocalizacionismo cortical. Los avances neurocientíficos han
permitido postular, actualmente, que los diversos circuitos neuronales que conforman la
corteza cerebral serían la base de las diferentes y múltiples funciones específicas del
cerebro. Esta especificidad funcional queda definida por los inputs y outputs característicos
de cada zona cortical. Según este planteamiento habría circuitos o microsistemas
neuronales para cada función cerebral, y cada uno de ellos se distinguiría de los otros por
sus características conectivas, es decir, por sus eferencias y aferencias. Prueba de ello son
los diferentes patrones de conectividad neural que han sido descritos. Por ejemplo, las
células piramidales presentan patrones de conexión a distancia -mediante axones largos-
con estructuras subcorticales y con otras regiones del córtex (conexiones extracorticales e
intracorticales respectivamente), pero, además, se conectan entre sí mediante colaterales
axonales a través de las sinapsis interpiramidales en passant. Según los estudios de Nicoll y
Blakemore, aproximadamente el 70% de dichas sinapsis interpiramidales están presentes en
las capas corticales II y III. Por lo tanto, se puede plantear que habría un patrón conectivo
propio de las células piramidales.
Por otra parte, cada subsistema o circuito neural mantiene, a su vez, conexiones con otros
subsistemas, generándose una gran red conectiva (directa e indirecta) que conforma la
globalidad del SNC.
En relación a la citoarquitectura cortical es importante destacar que tiene características que
son fundamentales respecto de sus propiedades plásticas. Su organización celular horizontal
o en capas y, principalmente, la disposición neuronal en columnas verticales permiten la
conformación de unidades de procesamiento de la información de mayor especificidad y
eficiencia. Estas unidades de procesamiento de la información se conectan entre sí,
constituyendo una red más compleja con mayor capacidad integrativa y, por consiguiente,
versatilidad.
Anatomía e histología de la corteza cerebral
La corteza cerebral es la porción del SNC que corresponde a la superficie del cerebro.
Macroscópicamente está dividida en dos hemisferios, cada uno de ellos con plegamientos
que conforman cisuras y surcos. Las cisuras son ranuras profundas que permiten delimitar
regiones más extensas o lóbulos (frontal, parietal, temporal, y occipital), y se caracterizan
por mantener una regularidad anatómica importante en cada cerebro humano. Por el
contrario, los surcos son de menor profundidad, delimitan las circunvoluciones cerebrales y
tienen una mayor variedad de presentación entre un cerebro humano y otro. Además, la
corteza cerebral presenta capas celulares, distinguiéndose, según el número de capas
presentes, la allocorteza (tres capas neuronales) de la isocorteza o neocorteza (seis capas
neuronales). La allocorteza se subdivide en paleocorteza, que en los vertebrados superiores
se relaciona con el sentido del olfato principalmente, y en archicorteza, que se vincula con
los procesos de memoria (hipocampo). En el cerebro humano alrededor del 95% del manto
cortical total corresponde a la neocorteza, y sólo el 5% restante a la allocorteza. A la
neocorteza le corresponden funciones cerebrales sensoriales, motoras, y de asociación.
En resumen, la neocorteza forma la mayor parte del córtex cerebral, se encarga de
funciones asociativas, motoras y sensoriales. Es una superficie plegada de
aproximadamente 2400 cm2 , organizada en forma laminar (seis capas) y columnar, y con
un espesor de 2-3 mm.
Laminación neocortical
Como se mencionó anteriormente, se distinguen seis capas, cuyos espesores no sólo varían
entre sí dentro de una misma región cortical, sino que también entre las mismas capas de
regiones corticales diferentes. Esto último se correlaciona con las funciones de cada zona
de la neocorteza.
Las capas neocorticales descritas son:
En las áreas corticales sensoriales -por ejemplo, corteza visual primaria- se observa que la
capa IV presenta un espesor mayor que en las áreas de asociación y motoras. Por el
contrario, la capa IV es particularmente pequeña en la corteza motora primaria, sin
embargo la capa V de esta región es notoriamente más gruesa (células piramidales grandes,
o de Betz).
En el caso particular de la corteza de asociación frontal, o prefrontal, predomina el mayor
espesor de la capa III.
Las conexiones axonales de la neocorteza también siguen patrones de distribución laminar.
En téminos generales, la información que ingresa a un área cortical puede ser de origen
extracortical (principal y mayoritariamente vía axones provenientes del tálamo) o
intracortical (desde otras áreas corticales). Otras fuentes de aferencias extracorticales a la
neocorteza incluyen a los núcleos del tronco cerebral, cuyos inputs se distribuyen
difusamente en el córtex, cumpliendo funciones modulatorias a través de distintos
neurotransmisores (noradrenalina, serotonina, acetilcolina, y dopamina). Todas las capas
pueden recibir aferencias talámicas, pero éstas confluyen principalmente en las capas III y
IV, sobresaliendo esta última como la mayor receptora de dichas aferencias. Aunque se ha
demostrado que los axones talámicos son una fuente importante de inputs en relación a los
estímulos provenientes del ambiente exterior, el porcentaje de sinapsis corticales que
generan es minoritario respecto del total de sinapsis existentes en la neocorteza. Se ha
constatado que en la capa IV (principal receptora de inputs del tálamo) sólo un 5-20% del
total de las sinapsis que presenta son talámicas, las restantes se originan desde la misma
neocorteza.
Respecto de las interconexiones horizontales de la neocorteza, especialmente las de
mediana a larga distancia, se ha demostrado que son principalmente excitatorias. Sin
embargo, las de distancias cortas (entre columnas adyacentes) son tanto inhibitorias como
excitatorias.
Columnas corticales
La corteza cerebral presenta además de una organización en capas, una vertical o columnar.
Cada columna recibe múltiples aferencias que se distribuyen en sus distintas capas y,
también, en diferentes zonas de las neuronas receptoras de dichos inputs. Por tal razón se
conforman unidades o módulos de procesamiento de la información cortical, que, a su vez,
se interconectan entre si. Estos módulos neuronales miden aproximadamente 300 µm de
ancho, y están formados por cientos de neuronas interconectadas intracolumnarmente,
mediante las llamadas interconexiones horizontales cortas. Se han descrito también
interconexiones horizontales intermedias entre columnas de una misma área cortical y/o
con otras de áreas adyacentes, así como interconexiones horizontales largas entre áreas
corticales más distantes, tanto ipsi como contralaterales. Se ha demostrado que
funcionalmente las conexiones horizontales son fundamentales para los procesos de
plasticidad dependientes de la experiencia.
Representación esquemática de una minicolumna de la corteza visual de un felino (izquierda).
Representación de las principales células implicadas en un circuito neural intrínseco o local (derecha).
Circuitería intrínseca de la corteza cerebral. Conexiones sinápticas de dos células piramidales de la
capa III.
Areas corticales
Desde el punto de vista citoarquitectónico se han descrito diversas áreas corticales, siendo
la más usada la delimitación descrita por el anatomista alemán Korbinian Brodmann
(1909). Basándose en las diferencias de espesor de las capas corticales, y en el tamaño y
morfología de las neuronas, Brodmann identificó alrededor de 50 áreas en el córtex
cerebral. Posteriormente se han establecido relaciones entre las distintas áreas descritas por
Brodmann y las funciones corticales, es decir, habría una relación entre las funciones del
córtex y sus características citoarquitectónicas.
3) Las modificaciones gliales: los dos grandes tipos de células gliales que se
encuentran en el SNC -macroglias (astrocitos y oligodendrocitos) y microglias-
participan en fenómenos relacionados con la conectividad neuronal. Los astrocitos
están íntimamente relacionados con la actividad neuronal y la circulación sanguínea
del SNC. Producen factores tróficos que participan en los procesos de
neuroplasticidad, por lo que un aumento en la actividad astrocitaria –que se refleja
en un aumento de su número y tamaño- es signo de fenómenos plásticos neuronales.
Respecto de las microglias y sus propiedades macrofágicas de detritus celulares, se
ha constatado que situaciones de daño cerebral provocan un incremento
significativo de estas células gliales en el SNC.
Normalmente, cada una de estas acciones se ejecuta en un contexto emocional, por lo tanto,
las emociones están estrechamente vinculadas con cada uno de nuestros actos en general,
tanto voluntarios como involuntarios. Desde esta perspectiva los fundamentos
neurobiológicos de la conducta humana en general son altamente complejos, ya que
involucran la integración de procesos perceptivos, emocionales, atencionales y ejecutivo-
motores. Más compleja aún es la conducta social humana, que requiere, como veremos más
adelante, el reconocimiento e integración de claves expresivo-emocionales que no son
fácilmente objetivables para un estudio científico.
En diversos estudios anátomo-funcionales se ha señalado que las áreas corticales frontales
son las que se relacionan específicamente con las acciones voluntarias. Además, se ha
descrito la correlación anatómica y funcional específica para diversas acciones, como por
ejemplo:
Corteza prefrontal
Anatómicamente se encuentra delante de las áreas motoras. Corresponde al 25-30% del
córtex total y recibiría principalmente, según algunos planteamientos (Joaquín Fuster),
aferencias desde el núcleo mediodorsal del tálamo.
Dentro de la corteza prefrontal se distinguen tres regiones:
Mapa citoarquitectónico de Brodmann de la corteza prefrontal humana. (Fuente: Neuron, Vol. 30, May,
2001).
Características histológicas laminares de la corteza prefrontal
Como se mencionó anteriormente (en la sección Anatomía e histología de la corteza
frontal) esta región presenta algunas particularidades citoarquitectónicas, sobretodo en la
capa III o piramidal externa. En esta capa cortical se observan neuronas piramidales con
proyecciones axonales a otras áreas corticales (dentro del mismo hemisferio y hacia el
hemisferio opuesto), y a estructuras subcorticales. Recibe principalmente aferencias del
núcleo mediodorsal del tálamo, es decir, de estímulos sensoriales externos. La capa IV o
granular interna también recibe gran cantidad de inputs talámicos. Por otra parte, se ha
demostrado que el 70-85% de las células piramidales y no piramidales del córtex prefrontal
son espinosas. Hay estudios que han revelado que las neuronas piramidales prefrontales son
comparativamente las más espinosas de todo el neocórtex, estableciéndose que esto les
confiere una gran capacidad integradora. Reciben inputs inhibidores dopaminérgicos
(receptores D1 principalmente) desde el área tegmental ventral (ATV), que modulan la
excitabilidad neuronal de esta región. Algunos autores postulan que esto se correlaciona
con la memoria de trabajo y sería la base de los efectos neurocognitivos de los
antipsicóticos atípicos. También se encuentran neuronas no espinosas, no piramidales, que
reciben inputs dopaminérgicos inhibitorios (receptores D2 y D4 principalmente).
1) Del núcleo mediodorsal del tálamo. La porción magnocelular del tálamo envía
información a la región órbitomedial. La porción parvocelular del tálamo se conecta
con la región dorsolateral.
2) Del núcleo pulvinar del tálamo, que se conecta con el área Brodmann 8 (FEF).
3) Del tronco cerebral, mediante vías directas e indirectas (a través del tálamo).
4) Del área tegmental ventral, del núcleo del rafe, y del locus coeruleus.
4) El hipocampo.
B) Región órbitofrontal
La región órbitofrontal presenta reciprocidades conectivas con:
2) El núcleo subtalámico.
B) Región órbitofrontal
La región órbitofrontal presenta conexiones recíprocas con:
1) La amígdala.
3) El hipocampo.
C) Región frontomedial
La región frontomedial se conecta con:
1) La amígdala.
4) El núcleo dorsal del rafe (serotonina) se conecta con el córtex prefrontal, ejerciendo
también una acción modulatoria.
Síndrome precentral
Se debe a lesiones en el área motora primaria. Según el tipo de lesiones que se presenten en
esta área se observarán dos síndromes característicos:
Síndrome premotor
Las lesiones en el área premotora se caracterizan por presentarse clínicamente con una falta
de interés por mover el hemicuerpo contralateral a la lesión, un tono muscular aumentado
post ejecución de un movimiento, catalepsia, hipocinesia parkinsonoide del hemicuerpo
contralateral a la lesión, ocasionalmente oposicionismo ante la movilización pasiva,
perseveración motora, reflejo de grasping, reflejo de succión, y ocasionalmente, descontrol
de esfínteres.
Síndrome dorsolateral
La región dorsolateral se caracteriza por ser la zona cortical prefrontal en que se encuentran
funciones relacionadas con la organización temporal de las conductas voluntarias: los
movimientos esqueléticos, los movimientos oculares, el habla, y el pensamiento lógico.
Esta función es de capital importancia en la realización de actos nuevos, porque involucran
procesos relacionados con la memoria de trabajo y la atención, que dependerían en forma
importante de la actividad neuronal de la región dorsolateral. También participa en la
sintaxis temporal de la conducta a través del ordenamiento operativo de los ciclos
percepción-acción. El neurocientífico Joaquín Fuster postula que esta propiedad de la
corteza prefrontal dorsolateral se debe a una función temporal retrospectiva, que se
relaciona con la memoria a corto plazo, y una función temporal prospectiva que estaría
relacionada con la preparación y planificación de las acciones. En otras palabras, la corteza
prefrontal dorsolateral integra y coordina la información del pasado respecto del futuro, por
consiguiente cumple una función fundamental en la ejecución de acciones dirigidas y
lógicas. Cuando se produce una alteración en la capacidad de integración temporal, el
sujeto presentará una limitación al aquí y ahora, que se traducirá en un concretismo
conductual caracterizado por una tendencia a presentar conductas rutinarias y una falta de
creatividad.
Las funciones descritas se distribuyen ampliamente en la corteza dorsolateral, sin embargo,
en esta región algunos autores también incluyen funciones asociativas específicas
anatómicamente delimitadas, como por ejemplo: la motilidad ocular en el área 8 de
Brodmann, el habla en las áreas 44 y 45 de Brodmann del hemisferio dominante, y la
motricidad esquelética en las áreas 9, 10 y 46 de Brodmann.
Las lesiones que se producen en esta región se expresarán clínicamente con una
sintomatología compleja, que conforma en su conjunto el llamado síndrome dorsolateral.
Como se mencionó anteriormente, en términos generales una alteración en la región
dorsolateral de un individuo conllevará una pérdida de sus capacidades de organización
conductual. Esta situación clínica se define como un síndrome disejecutivo, cuya
característica principal es la presencia de conductas desorganizadas. Pueden observarse
también conductas de imitación (ecopraxia y síndrome de dependencia del ambiente de
Lhermitte). Otra característica de este síndrome es la presentación de un trastorno
atencional (alteración de la atención selectiva y de mantención) y, por lo tanto, una
alteración en la memoria de trabajo. Conductualmente se observa una incapacidad para
atender y retener información nueva, con malos resultados en evaluaciones
neuropsicológicas como el Test Wisconsin Card Sorting Task (es importante destacar que
la especificidad de este test es baja, ya que también se observan malos resultados en
relación a lesiones del núcleo caudado y del hipocampo). Los sujetos que sufren lesiones en
la corteza prefrontal dorsolateral (CPDL) presentan alteraciones en su capacidad de
planificación, principalmente una incapacidad para organizar y estructurar acciones nuevas,
que, como se mencionó anteriormente conlleva una perseveración conductual. Esta
incapacidad afecta sobretodo a aquellas acciones más complejas (el habla, el pensamiento
racional, y las conductas motoras complejas).
Respecto de los trastornos del habla, las lesiones en el hemisferio dominante producen una
alteración sintagmática del lenguaje y en la capacidad de sintetizar expresiones verbales en
el tiempo. Lesiones específicas en el área de Broca provocan una afasia motora con
agramatismo y un lenguaje telegráfico (escasez de conjunciones, de artículos, y de
preposiciones). Las lesiones en la región dorsolateral anterior producen la llamada afasia
dinámica frontal de Luria o afasia motora central de Goldstein, que se caracteriza por un
empobrecimiento en la expresión verbal general, una disminución del habla espontánea, y
sentencias breves y triviales (pobreza temática del lenguaje). Por otro lado, los trastornos
del habla debidos a lesiones en el hemisferio no dominante, se caracterizan por la
presentación de alteraciones prosódicas, como la aprosodia transcortical motora.
En aquellos casos en que las lesiones de la CPDL son muy extensas se agrega apatía,
pérdida de voluntad, y falta de espontaneidad.
En el caso particular de los síndromes esquizofrénicos también se observa clínicamente una
serie de síntomas propios del síndrome dorsolateral debidos a alteraciones en la función
integradora temporal de esta región. En algunos casos, en el síndrome esquizofrénico
destaca un notable compromiso a nivel del razonamiento del sujeto afectado, que se expresa
en una alteración del pensamiento lógico, lo que psicopatológicamente se describe como
una alteración formal del pensamiento (bloqueo del pensamiento, disgregación del
pensamiento, etc.).
Región órbitomedial
Las funciones generales de las regiones órbitofrontal y frontomedial se relacionan con un
control inhibitorio de interferencias, es decir, con la supresión de información extraña a la
situación actual mediante un control de los inputs irrelevantes (función atencional). Por otra
parte, debido a las importantes conexiones de estas regiones con el sistema límbico,
cumplen un rol fundamental en lo que se refiere a las conductas emocionales, instintivas, y
de motivación.
Síndrome órbitofrontal
Las lesiones circunscritas a la región órbitofrontal son poco frecuentes. Cuando se
presentan producen cambios conductuales globales y no deterioros específicos, lo que se
traduce clínicamente en síndromes mixtos. Las lesiones caudales provocan una alteración
en las conexiones límbicas y témporomediales, lo que se expresa en alteraciones en la
conducta emocional-social y alteraciones en la regulación autonómica. En cambio, las
lesiones más rostrales producen alteraciones conductuales más complejas. La hipofunción
órbitofrontal genera una incapacidad para suprimir información irrelevante proveniente de
los medios externo y/o interno, con una consiguiente interferencia y desviación del objetivo
de la conducta. Por esta razón, se observa una desinhibición conductual en diversas
funciones. La motricidad se ve afectada con una tendencia a la hipercinesia (como se
observa, por ejemplo, en el déficit atencional hipercinético) y a la impulsividad (que se
caracteriza por actos sin propósitos y azarosos). En la esfera afectiva se observa una
tendencia a la presentación de afectos inapropiados o fuera de contexto, cambios de humor
(labilidad emocional), moria, e incluso, en algunos casos, indiferencia afectiva. En lo
relativo al pensamiento pueden producirse interferencias en el proceso del pensar,
distractibilidad, y alteraciones del juicio (caracterizadas principalmente por decisiones sin
una evaluación de las consecuencias). Finalmente, respecto de la esfera instintiva puede
presentarse hiperfagia, hipersexualidad, y desajustes ante las normas sociales.
En resumen, y en términos generales respecto del comportamiento del individuo, el
síndrome órbitofrontal se caracteriza por cambios de personalidad, desinhibición social e
impulsividad. Cuando se presenta conjuntamente una conducta de desinhibición e
impulsividad, algunos investigadores han planteado que esto sería característico de lo que
se ha denominado sociopatía adquirida.
Síndrome frontomedial
En este síndrome se describe principalmente una disminución, incluso pérdida, de la
espontaneidad y de la iniciativa del individuo afectado. La apatía, la falta de voluntad, el
mutismo acinético (en las lesiones bilaterales), una alteración en las pruebas de atención-
inhibición (pruebas Stroop y Go-noGo), y la incontinencia urinaria son síntomas que
pueden estar presentes en diverso grado en este síndrome.
CARACTERISTICAS COGNITIVO-EMOCIONALES DE LA
CONDUCTA HUMANA
Carlos Chelén Venandy y Walter Lips Castro
Generalidades
La integración cognitiva y emocional es fundamental, junto con el lenguaje verbal, en la
conducta social de los seres humanos. Si bien es cierto que el estudio de las emociones fue
marginado largamente en las investigaciones neurocientíficas, últimamente ha ocupado un
lugar importante en relación a la comprensión de las conductas sociales de los animales y,
particularmente, del hombre.
Las emociones pueden definirse como estados coordinadores de la homeostasis en un
ambiente dinámico y complejo. Además, según los planteamientos del neurocientífico
Ralph Adolphs son reguladores importantes de las interacciones que se establecen entre los
individuos. Por tal razón, podríamos decir que la expresión de las emociones son el
elemento clave de la sociabilidad, que en el caso de los seres humanos presenta una
complementación estrecha con el lenguaje verbal. Desde el punto de vista clínico, la
mayoría de los trastornos psiquiátricos se relacionan directa o indirectamente con las
emociones, y, por lo tanto, con las repercusiones sociales que se asocian. Por consiguiente,
no es de extrañar que en las diferentes versiones de los sistemas de clasificación de los
trastornos psiquiátricos esté presente como criterio diagnóstico el grado de compromiso del
funcionamiento social de quienes presentan dichos trastornos.
Tipos de emociones
Según los planteamientos obtenidos de estudios recientes, se distinguen dos tipos de
emociones: las emociones básicas, que se caracterizan por regular principalmente los
intereses individuales (por ejemplo, el miedo, la felicidad, la ira, la tristeza, el disgusto); y
las emociones sociales o morales, que son evolutivamente posteriores y que se caracterizan
por ser dependientes de las interacciones interindividuales complejas (sociales). En razón a
esto último, uno de los aspectos fundamentales de este tipo de emociones es que tendrían
un efecto regulador de los intereses grupales, además de permitir la autorrepresentación del
individuo en su contexto social. Algunos ejemplos de emociones morales o sociales son: la
culpa, los celos, el orgullo, la admiración, y el amor.
Diversas zonas y estructuras del SNC se correlacionan con las emociones. Se ha
demostrado que la corteza asociativa sensorial y somato-visceral (córtex de la insula),
principalmente del hemisferio derecho, participan en la representación de estímulos
externos e internos respectivamente. Por otro lado, la corteza cingulada anterior y posterior,
la corteza órbitofrontal, el estriado ventral (núcleo accumbens) y la amígdala cumplen
funciones de integración perceptivo-cognitivo-emocional. Estas estructuras participarían en
la representación e integración de estímulos complejos o sociales.
Estímulos sociales
Según nuestra consideración los estímulos sociales involucran la integración de
percepciones generales y particulares de quienes interactúan en un espacio determinado. El
contacto emocional y lingüístico entre los seres humanos no sólo comprende aspectos
expresivos sino que también de reconocimiento de tales expresiones. En lo que respecta al
reconocimiento de las emociones del otro, la información sensorial visual cumple un rol
fundamental. La postura corporal, los movimientos corporales, y el rostro son claves que
nos señalan el posible estado emocional en que se encuentran aquellos con quienes nos
relacionamos. Por esta razón, se han realizado diversos estudios neurocientíficos que han
permitido describir varias zonas corticales que estarían comprometidas con el
reconocimiento visual de las expresiones emocionales. Dichas zonas corticales son:
En relación a los estímulos auditivos, se ha demostrado que también son relevantes respecto
de la información emocional que entregan. Sin embargo, podría plantearse que los
estímulos auditivos tienen un menor aporte informativo social que los visuales. Los
aspectos prosódicos del lenguaje son fundamentales en los procesos de reconocimiento de
señales sociales emocionales. Se ha demostrado que las estructuras corticales y
subcorticales que participan en el procesamiento de la información auditiva emocional son:
la corteza auditiva primaria, la corteza órbitofrontal, y la amígdala (esta última presenta un
compromiso menor que en el caso de la información visual).
Modelo de procesamiento cerebral de la información socialmente relevante. El giro fusiforme (FG) y el
surco temporal superior (STS) procesan estímulos relacionados con las características faciales. La amígdala
(AM) integra la información del rostro con las respuestas emocionales que éste genera. El lóbulo de la ínsula
(INS) participa en la representación de las respuestas emocionales generadas por la observación de algún
rostro, bajo la forma de un sentimiento acerca de la persona y su rostro. (Fuente: Nature Neuroscience, Vol 5,
No 3, March 2002).
Amígdala
Muchos estudios neurocientíficos avalan la importancia funcional de la amígdala en lo
referente a las emociones. Se ha demostrado que sus conexiones con diversas estructuras
corticales y subcorticales le confieren un rol clave en el procesamiento emocional de los
individuos.
Respecto de las aferencias sensoriales de la amígdala, se ha comprobado que son múltiples:
recibe inputs sensoriales visuales relacionados con la corteza temporal (giro fusiforme y
temporal superior); somato-viscerales (que se relacionan con la corteza insular); somato-
sensoriales; auditivos; olfativos; del tronco encefálico (vía nervio vago recibe información
acerca del estado somático del individuo); e hipotalámicos. También recibe aferencias no
sensoriales, principalmente de la región órbitofrontal.
Las eferencias de la amígdala también son múltiples, distinguiéndose las eferencias
sensoriales visuales a las cortezas visuales primaria y de asociación (temporales
superiores), las eferencias prefrontales (que están relacionadas con la modulación respecto
de la toma de decisiones, planificación y ejecución de las acciones, es decir, el componente
emocional del juicio), las eferencias al núcleo accumbens (relacionadas con la motivación),
las eferencias hipocampales (en relación a la modulación de la memoria), y las eferencias
hipotalámicas y a núcleos del tronco cerebral (involucradas en la modulación autonómica,
visceral y endocrina).
Amígdala y motivación
Las relaciones entre las funciones de la amígdala y los aspectos motivacionales de la
conducta podrían estar vinculados a los juicios valorativo-emocionales de los seres
humanos. Estos juicios valorativos involucran un aspecto perceptivo (por ejemplo, de tipo
visual-facial, auditivo-musical, etc.) y otro motivacional (en relación a estados de placer o
displacer). La integración de este tipo de información podría comprometer principalmente a
la corteza órbitofrontal y al núcleo accumbens, que, como se mencionó anteriormente,
presentan importantes interconexiones con la amígdala. Las emociones agradables
actuarían como reforzadores positivos, los que, una vez registrados en la memoria del
individuo, actuarían como agentes de motivación. Ante los mismos estímulos o ante
contextos similares, la emoción agradable almacenada en la memoria del sujeto gatillaría
un efecto atractivo o motivacional hacia los estímulos presentes. Además, podría
hipotetizarse que algunas claves del juicio estético podrían estar relacionadas
específicamente con algunos factores motivacionales placenteros que surgirían en
concordancia con procesos perceptivos gatillados principalmente por estímulos visuales y/o
auditivos complejos.
Corteza somatosensorial
Se ha demostrado que la corteza somato-sensorial del hemisferio no dominante, se activa en
relación al reconocimiento de emociones. Se postula que en esta región habría neuronas en
espejo, que presentan una tendencia a la activación frente a estímulos visuales emocionales.
Corteza insular
La corteza insular tiene una participación importante en lo que se refiere a la percepción
visceral. Además, algunos estudios han descrito activaciones en esta región en relación a la
visualización de expresiones de disgusto facial.
Corteza órbitofrontal
Siguiendo los planteamientos del neurocientífico Antonio Damasio, en esta región se
produciría una integración cognitivo-emocional. Basándose en estudios de casos clínicos de
sujetos con lesiones en esta región, Damasio elaboró la hipótesis del marcador somático.
En términos muy generales esta hipótesis plantea que el estado emocional de un individuo
está estrechamente vinculado con su estado corporal, tanto propioceptivo como visceral, y
que en la región ventromedial de la corteza prefrontal se lleva acabo el procesamiento
integrado de la información cognitiva y emocional de los seres humanos. Dicha integración
permitiría al individuo el razonamiento y la toma de decisiones más adecuadas para su
contexto.
(A la luz de estos planteamientos nos parece interesante considerar los procesos humanos
llamados intuitivos como aquellos posiblemente referidos a un estado personal transitorio y
no explicitable que estaría relacionado con sensaciones somático-viscerales).
Se postula, además, que esta región tendría un efecto modulador sobre la amígdala y las
áreas sensoriales. Dicha modulación, bajo la perspectiva de que el procesamiento de la
información en el SNC está jerarquizado, ha sido denominada regulación tipo top-down.
Esta regulación consistiría en un proceso de afinamiento sináptico por parte de las
estructuras de mayor jerarquía procesal sobre las de menor.
La región órbitofrontal participaría también en la identificación y explicitación de las
emociones, propiedad que, sin duda, es fundamental en todo tipo de relación social, pero
particularmente en aquellas que se caracterizan por una mayor intimidad interpersonal y en
aquellas que se requieren para fines terapéuticos.
En varios estudios se ha constatado que las lesiones órbitofrontales del hemisferio no
dominante en la adultez producen una alteración en el reconocimiento de las emociones
faciales y en la prosodia. Situaciones como estas provocan alteraciones en los procesos de
evaluación del “riesgo emocional”, que es fundamental en todo tipo de razonamiento y
toma de decisiones sociales. Se ha constatado, además, que este tipo de lesiones no afectan
la capacidad de razonamiento abstracto. Sin embargo, lesiones similares durante la infancia
temprana producen no sólo una alteración a nivel de la capacidad de evaluación moral sino
que también en la capacidad de abstracción.
Esquema acerca de los procesos y estructuras cerebrales involucrados en la cognición social (según
estudios de Ralph Adolphs). El flujo de información social es multidireccional y recursivo. Varios
componentes y estructuras (ubicadas dentro de la región gris del esquema) contribuyen al conocimiento
social. La autorregulación y la reevaluación son formas particulares de modulación por retroalimentación que
permiten una influencia voluntaria sobre las respuestas emocionales resultantes frente a los estímulos sociales.
(Fuente: Nature Reviews Neuroscience, Vol 4, March 2003).
Rutas de reconocimiento de los estímulos amenazantes
En relación al reconocimiento de estímulos amenazantes, se han descrito dos vías de
procesamiento de dicha información:
1) La ruta subcortical, que se caracteriza por permitir una evaluación rápida de las
situaciones de peligro. Por tal razón, el procesamiento es inconsciente,
característica que lo vincula con los llamados estímulos subliminales y los
estados de agnosia visual. Esta ruta de procesamiento involucra al núcleo
pulvinar del tálamo, los colículos superiores y la amígdala.
2) La ruta cortical, que se caracteriza por estar relacionada con la neocorteza visual
y la corteza prefrontal. Debido a esto último esta ruta de procesamiento de
estímulos visuales está estrechamente vinculada con los procesos de atención
visual y probablemente con la consciencia. Por otra parte, se ha demostrado que
existe una fuerte modulación de origen frontal sobre las áreas visuales primarias,
y que ésta es mayor en la adultez respecto de la adolescencia. En relación a la
capacidad de explicitación de las emociones, habría una correlación directa entre
dicha capacidad y algunos fenómenos de mayor actividad a nivel de la región
prefrontal. Además, se ha descrito que esta región tendría, a su vez, un efecto
importante en el control emocional inhibitorio (inhibición fronto-amigdalar).
La familia
Entendida como la agrupación de parientes que vela, principalmente, por la crianza de los
hijos, se le considera como el principal agente socializador. En ella no sólo se nace, sino
que, además, se constituye el primer contacto del individuo con su medio, adquiriéndose
hábitos, costumbres y aspectos culturales.
La educación formal
La educación formal, impartida a través de las instituciones educativas, es la instancia
donde la persona adquiere no sólo un conocimiento acerca de su cultura y su sociedad
(historia, ciencias, etc), sino que también donde comienza a adquirir las herramientas
necesarias para desenvolverse eficazmente en el medio laboral y social en general. Por lo
tanto, si bien es cierto que en las instituciones educativas se transmite conocimiento, ideas,
valores, normas y sistemas de creencias, también es el lugar en el que el individuo continúa
el desarrollo social iniciado en el núcleo familiar.
El sistema de salud
La forma cómo una cultura enfrenta e interpreta los procesos de salud y la enfermedad
habla de sus valores y creencias. Por consiguiente, se considera que el sistema de salud
también cumple un rol como agente socializador del individuo.
El sistema laboral
Se podría entender como la forma en que una sociedad organiza la producción, el manejo y
distribución de sus recursos. Allí, la persona continúa socializándose, y, a su vez,
transmitiendo valores, creencias y normas de comportamiento. En la sociedad moderna, el
desempeño de un rol laboral es una de las principales formas de incorporación de las
personas a su entorno social. Por tal razón, la inserción laboral no sólo es uno de los
objetivos de la rehabilitación psicosocial, sino que también un instrumento rehabilitador en
sí mismo.
Los medios de comunicación
Los libros, la radio, la prensa escrita y la televisión, entre otros, son agentes socializadores
muy relevantes. En los tiempos actuales estos agentes han ido cobrando cada vez mayor
importancia, ampliando el conocimiento y la relación entre las diferentes culturas.
1) considerar las capacidades que las personas poseen para lograr objetivos y metas
en situaciones óptimas, así como también las deficiencias que probablemente
manifestarán en circunstancias adversas.
2) analizar en qué grado será la interacción probable de cada contexto social
respecto de las capacidades y tendencias potenciales del individuo.
3) considerar que en todo momento el medio ambiente permitirá desarrollar las
capacidades y habilidades de la persona en proceso de rehabilitación. Por lo tanto,
quienes imparten dicho proceso deben sacar provecho de los contextos sociales de
cada individuo.
4) considerar la importancia de evitar la exacerbación opresora de posibles
disfunciones, proporcionando la protección que se necesite.
5) otorgar el apoyo suficiente para que las funciones de la persona sean las óptimas.
Los procesos de rehabilitación psicosocial pueden implementarse tanto a los pacientes con
afecciones agudas como a pacientes crónicos, y deben introducirse en una etapa temprana
del tratamiento. En el caso particular de la esquizofrenia puede producirse una pérdida
importante de las habilidades sociales, por lo tanto, la tarea de la rehabilitación consistirá en
ayudar a las personas afectadas por este trastorno a progresar lo más posible respecto de la
reanudación del nivel original de sus conductas premórbidas, o, al menos, ayudarles a que
efectúen un ajuste estable al nivel máximo de sus capacidades.
Teoría y práctica
Nos parece fundamental cimentar el trabajo de rehabilitación psiquiátrica aplicado en
personas con trastornos neuroconductuales basándose en un enfoque científico, tanto
metodológica como teóricamente. Debido a los importantes progresos observados en
materia de conocimiento neurocientífico, consideramos que la actividad clínica psiquiátrica
debe fundamentarse en tales avances. Sólo de esta manera se podrá superar la tendencia a
caer en una aplicación poco rigurosa del quehacer profesional relacionado con los procesos
de rehabilitación psicosocial. Además, creemos que gran parte de la futura viabilidad de la
rehabilitación psicosocial en los sistemas de salud dependerá de una mayor solidez en lo
que se refiere a las bases neurocientíficas de los procesos de cambio perseguidos mediante
la aplicación de un proceso rehabilitador. Por otra parte, no sólo los avances
neurocientíficos son, a nuestro parecer, relevantes en el quehacer clínico práctico de lo
psicosocial, sino que también todo tipo de progresos en otras disciplinas afines, como las
ciencias de la conducta y las ciencias sociales. En relación a la metodología y la
investigación en materia psicosocial existe, además, la necesidad de realizar estudios que
sean útiles para la evaluación de los programas de rehabilitación que se apliquen, y lograr
aproximaciones respecto de la efectividad de dichos programas. En definitiva, creemos que
actualmente se hace necesaria una permanente visión integradora de la teoría, la
investigación y la práctica de los procesos de rehabilitación en general.
CONCLUSIONES
Carlos Chelen Venandy y Walter Lips Castro
Considerando el cúmulo de información existente en relación a los fenómenos
neuroplásticos, la importancia de las funciones corticales prefrontales en el comportamiento
humano complejo, la integración de las emociones en los distintos tipos de acciones y
conductas humanas que involucran lo psicosocial, y la relevancia que tienen en la salud
mental de los seres humanos el desarrollo y la mantención de las habilidades sociales,
podemos concluír lo siguiente:
Neuroplasticidad