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CAPÍTULO II LA MONARQUIA MICENICA VERNANT

El desciframiento de las tablillas en lineal B ha resuelto ciertas cuestiones, planteadas por la


arqueología y ha suscitado otras nuevas. A los problemas ordinarios de interpretación se
agregan dificultades de lectura, ya que la lineal B, derivada de una escritura silábica no creada
para representar el griego. Por otra parte, el número de documentos que poseemos es
reducido todavía.

La vida social aparece centrada en torno del palacio, cuya función es religiosa, política, mil~tar,
administrativa y eco- económica a la vez. El rey concentra y reúne en su persona todos los
elementos del poder.

Los escribas contabilizan en sus archivos lo concerniente al ganado y a la agricultura, la


tenencia de las tierras, la mano de obra, disponible u ocupada -los esclavos, hombres, mujeres
y niños, los de los particulares y los del rey-, las contribuciones de toda índole impuestas por el
palacio a los individuos y a las colectividades, los bienes ya entregados, los que quedan por
percibir. En una economía de esta clase no parece haber lugar para el comercio privado.

Aparentemente, la administración real reglamentaba la distribución y el intercambio así como


la producción de los bienes. Por intermedio del eI palacio, que, en el centro de la red ejerce el
control del doble circuito de prestaciones y pagos, circulan y se intercambian los productos, los
trabajos, los servicios. Este régimen se ha podido denominar monarquía burocrática, pues su
lógica lo lleva a un control cada vez más riguroso, cada vez más amplio, hasta detalles que hoy
nos parecen insignificantes.

La economía rural de la Grecia antigua aparece dispersada en la escala de la aldea; la


coordinación de los trabajos no va más allá del grupo de los vecinos.

Diferencia monarquía hitita y micénicos : la monarquía hitita se habría aproximado así al


modelo de las monarquías absolutas orientales, apoyándose menos en una clase de nobles
cuyos servicios militares fundaban sus prerrogativas políticas, que en una jerarquía de
administradores directamente dependientes del rey.

el rey lleva el título de wa-na-ka, ánax. Su autoridad' parece ejercerse en todos los niveles de la
vida militar: es el palacio el que reglamenta los comandos de armas, el equipamiento de los
carros, las levas, la subordinación, composición y movimiento de las unidades. Pero la
competencia del rey no queda limitada ni al dominio de la guerra ni al de la economía. El ánax
gobierna también la vida religiosa: ordena con precisión su calendario, vela por la observación
del ritual y la celebración de las fiestas en honor de los distintos dioses. Fija los sacrificios, las
oblaciones vegetales, las tasas de las ofrendas exigibles a cada cual según su categoría. El
soberano, como tal, se encuentra especialmente en relación con el mundo religioso, asociado.
Piénsese también en el rey hitita, que abandona en plena campaña la conducción de sus
ejércitos si sus obligaciones religiosas le exigen retornar a la capital para realizar en ella, en la
fecha prefijada, los ritos a su cargo.

Se perfila claramente una oposición entre dos tipos de tenencia de las tierras que designan las
dos formas diferentes que puede tener una ko-to-na, un lote o porción de tierra. Las ki-ti-me-
na ko-to-na son tierras privadas con propietarios, a diferencia de las ke-ke-me-na ko-to-na,
adscriptas al damos, tierras comunales de los demas aldeanos, propiedades colectivas del
grupo rural, cultivadas según el sistema del open-fie/d y que tal vez son objeto de una
redistribución periódica. Palmer ha señalado una semejanza sugestiva con el código hitita, que
distingue, asimismo, dos formas de tenencia del suelo. La del hombre del servicio feudal, el
guerrero, depende directamente .delpalacio y retorna a éste cuando se interrumpe el servicio.

Esos «demos» aldeanos disponen de una parte de las tierras en las cuales se asientan;
reglamentan, de conformidad con las tradiciones y las jerarquías locales, los problemas que
plantean, en su nivel, los trabajos agrícolas, las actividades pastoril es y las relaciones de
vecindad.

Caracteristica de la monarquia micénica:

1- El ánax se apoya en una aristocracia guerrera, los aurigas, sometidos a su autoridad,


pero que constituyen, dentro del cuerpo social y de la org~- nización t1lilitar del reino,
un grupo privilegiado, con S1,lorganización particular, su modo de vida propio
2- Las comunidades rurales no están, respecto del palacio, en una dependencia tan
absoluta que no puedan subsistir sin él. SuprirJ1ido el control real, el damos
continuaría trabajan- . do las mismas tierras con las mismas técnicas. Como en el
pasado, pero en un marco en adelante ya puramente aldeano, tendría que alimentar a
los reyes y a los ricos señores
3- La organización del palacio, con su personal administrativo, st.1Stécnicas de
contabilidad y de control, su reglamentación estricta de la vida económica y social,
presenta un carácter de imitación. Todo el sistema reposa sobre el empleo de la
escritura y la constitución de archivos. Son los escribas cretenses, pasados al servicio
de las dinastías micénicas, quienes, transformando la escritura lineal usada en el
palacio de Cnosos (lineal A) a fin de adaptarla al dialecto de los nuevos señores (lineal
B), les han aportado los medios de implantar en la Grecia continental los métodos
administrativos propios de la economía palatina
Para los monarcas de Grecia, el sistema palatino representaba un notable instrumento
de poder daba la posibilidad 1" de establecer un control riguroso del Estado sobre un
extenso territorio. Absorbía y les permitía acumular toda la riqueza del país.
Posibilitaba también las grandes aventuras en países lejanos, para establecerse en
tierras nuevas o para ir' en busca de nuevos materiales.

La invasión dórica destruye todo este conjunto. Rompe, por muchos siglos, los vínculos
de Grecia con Oriente para convertirse en una barrera. Aislado, replegado sobre sí
mismo, el continente griego retorna a una forma de economía puramente agrícola. El
mundo homérico no conoce ya una división del trabajo comparable a la del mundo
micénico ni el empleo en una escala tan vasta de la mano de obra servil.
La escritura no tendrá ya por objeto la creación de archivos para uso del rey en el
secreto de un palacio, sino que responderá en adelante a una función de publicidad;
va a permitir divulgar, colocar por igual ante los ojos de todos, los diversos aspectos de
la vida social y política.

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