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Unidad III: Agresión y Violencia

Ensayo Grupal

Presentado por:

Johan Enciso Flórez - Código: 79977592

 Nelfy Yaneth Salamanca Méndez - Código: 1083866729

Leidy Paola López García - Código: 1083866442

Luz Adriana Duque Castrillón - Código: 69007443

Grupo: 403030_79

Tutor: Yineth Cristina Dussan

  

Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD)


Escuela de ciencias Sociales Artes y Humanidades
Programa de Psicología
Acción Psicosocial en el Contexto Jurídico
Noviembre de 2016
INTRODUCCIÓN

El presente trabajo corresponde a la articulación de los conocimientos adquiridos

durante la fase 3 del curso, en relación a los conceptos de violencia y agresión. Cada

estudiante realizó un análisis individual de las lecturas sugeridas en la bibliografía para

posteriormente realizar la construcción grupal del ensayo que a continuación mostramos,

como evidencia de la interacción grupal.

En el presente aparte conoceremos cómo ha sido la construcción de Colombia como

uno de los países más violentos de la región. Conoceremos diferentes clasificaciones de la

agresión como reactiva e instrumental y diferentes clasificaciones de la violencia como

política y común. Incluiremos apartes relacionados con el ciclo de la violencia y con la

teoría de los conflictos de Galtung, para contextualizar la construcción teórica de la

violencia en nuestro país.

La realización de este trabajo nos lleva a analizar el significado de violencia en el

ser humano y cómo la aplicamos a nuestra sociedad y país. Incluimos un análisis desde la

Teoría de Piaget en el desarrollo de la conducta y la teoría Kohlberg de en el desarrollo de

la moral.
CONTENIDO - ENSAYO

“Construcción Teórica de la Violencia en Colombia”

Hablar de la relación existente entre agresión y violencia implica analizar el

comportamiento humano desde lo biológico, psicológico, cultural y socio ambiental. Pues

bien, en torno al componente biológico es posible estudiar la incidencia de las

características hereditarias y la predisposición del desarrollo de conductas agresivas por

factores de genes. En lo psicológico, se podría evidenciar conductas relacionadas al

aprendizaje por la relación existente entre lo cultural y lo socio ambiental con respecto a los

entornos inmediatos como por ejemplo la familia, la escuela, los amigos o el trabajo.

Referente a la violencia, Jiménez F. (2012) indica que “el ser humano es conflictivo por

naturaleza, pero pacífico o violento por cultura. La violencia del ser humano no está en sus

genes sino en su ambiente”, igualmente señala que la violencia es “el daño ejercido sobre

los seres humanos por parte de otros seres humanos y es el resultado de la interacción entre

la agresividad natural y la cultura”. Es importante indicar que cuando se habla de agresión y

violencia pudiera parecer que se habla de dos sinónimos, pero la diferencia radica en que la

agresión corresponde al acto de hacer daño a los demás bien sea físico o verbal y al

referirnos a violencia, se constituye en el acto de violentar los derechos a las otras personas

mediante medidas de presión, amenaza y utilizando la fuerza para obtener el cometido.

Colombia ha sido uno de los países con mayor índice de violencia, según estudios

realizados a nivel global; nuestro país ocupa el puesto 17 entre los países a nivel mundial

con más altos índices de violencia y el segundo país más desigual y con más desplazados de
acuerdo a datos suministrados por la organización de las naciones unidas. Partiendo desde

este punto de vista, es pertinente pensar que no se están realizando los esfuerzos necesarios

para concretar un cambio significativo a favor del buen trato, siendo así indispensable la

labor de los padres en la formación integral en la etapa de primera infancia de los niños,

debido a que el reforzamiento de las conductas negativas, permite que los infantes

repliquen estos comportamientos en sus etapas posteriores de desarrollo como la

adolescencia y la adultez.

Este deshonroso posicionamiento de Colombia como país violento ha sido

fundamentado en buena parte por el conflicto armado; sin embargo los índices de violencia

política son mucho menores a los descritos por las entidades públicas sobre violencia

común. En este sentido (Jiménez, 2012) ha explicado que los resultados estadísticos

demuestran que la violencia política se relaciona apenas con el 20% de los casos

documentados a nivel nacional, frente al 80% de casos que tienen relación con la violencia

común. La violencia política ha surgido por el dominio de la propiedad privada y la

acumulación de las riquezas en unos pocos; condición que ha permitido una avalancha

ideológica que propició la aparición de grupos armados ilegales, que han violado

sistemáticamente todos los derechos humanos, mediante la combinación de conductas

agresivas enmarcadas como reactivas e instrumentales. Frente a este panorama, parece

haberse encontrado que la violencia política es un desencadenante de la violencia común,

ya que las brechas sociales existentes que han sido producto del conflicto armado y la falta

de soluciones políticas al mismo, permitieron que la población en general acogiera la

agresión como modo de vida y supervivencia, procurando obtener mejores condiciones de

vida a costa del bienestar de los demás.


Continuando con la relación que tiene la agresión reactiva e instrumental, después

de haber analizado la conducta social de las personas en Colombia desde las primeras

etapas del desarrollo, podremos de alguna manera comprender con más claridad el porqué

de la frecuente ocurrencia de estas conductas en la sociedad actual, siendo cada vez más

común escuchar informes acerca de las representaciones más comunes de la violencia

común, como la delincuencia organizada, las pandillas, el microtráfico, las riñas, el hurto en

todas sus modalidades o el ajuste de cuentas (Chaux, 2006). (Bandura 1977) explicó que el

comportamiento violento emanado de los hogares, influye prospectivamente en los niños,

quienes propenden por imitar la intolerancia de los adultos a la hora de resolver sus

conflictos. Por tal razón se explica que los niños que proceden de ambientes hostiles tienen

mayor probabilidad de repetir esas conductas cuando crezcan. Por su parte (Chauk, 2003)

indicó que “los comportamientos agresivos, a su vez, pueden contribuir a la reproducción

de la violencia en el contexto, formando así el ciclo de la violencia”, planteamiento que

evidencia que si los niños crecen en ambientes violentos, es muy probable que ellos

continúen siendo también agentes dinamizadores de conductas agresivas y por ende

violentas. Este fenómeno explica cómo el ciclo de la violencia relaciona directamente la

violencia política y la violencia común.

Ya hemos ampliado nuestra perspectiva en cuanto a la conceptualización entre

agresión y violencia y el modo en que se estructuran los fenómenos de violencia reactiva e

instrumental en las expresiones de violencia político y común, que están presentes en la

sociedad colombiana en un constante accionar del ciclo de la violencia. Ahora bien para

complementar nuestra posición, debemos ampliar nuestra explicación del ciclo de la


violencia en Colombia recapitulando la teoría de los conflictos propuesta por el matemático

y sociólogo Noruego Johan Galtung (2003), quien explica la violencia mediante un

diagrama piramidal, que analógicamente compara con un iceberg, en razón a que la parte

superior (violencia Directa) es la forma de violencia claramente percibida y más fácil de

identificar por sus efectos relacionados con la agresión física y verbal. La violencia directa

es entonces, la manifestación conductual de la violencia, donde el agresor proporciona

algún tipo de daño sobre una víctima. La analogía continúa con la violencia estructural, que

se encuentra en la primera base del diagrama. Ésta no es perceptible y se considera la peor

de las violencias, porque es el origen de todas. Se puede explicar relacionándola con todas

las situaciones que afectan las necesidades básicas como la supervivencia, el bienestar o la

libertad. Se encuentra presente en la injusticia social porque genera represión, segregación

y pobreza. El tercer componente y segunda base del diagrama es la violencia cultural, que

hace referencia a la percepción moral de las comunidades, que en su desfiguración, legitima

la violencia directa y la estructural por constructos filosóficos como la Religión, las

Ideologías políticas, el Lenguaje, las Artes y las Ciencias.

En Colombia, la violencia estructural ha impedido el desarrollo económico y social

de la población, por fenómenos que son bien conocidos y que están enmarcados en la

violencia política y la violencia común, los cuales tienen dos causas compartidas: el sistema

educativo y la manipulación mediática.

El sistema educativo, ha determinado una falencia primordial en la construcción de

una cultura política que permita a las personas ser conscientes de su papel en la sociedad y

del rol que juegan las instituciones públicas para garantizar los fines esenciales del Estado,
los cuales se resumen en el concepto de “bienestar general”. Este bienestar incluye la

seguridad, la prosperidad, la cultura y la participación política. Pero el sistema educativo

está diseñado para formar autómatas; personas altamente entrenadas para cumplir procesos

mecánicos, pero con un escaso sentido analítico y propositivo. Como consecuencia de ello

ostentamos deshonrosos lugares en las pruebas académicas a nivel internacional y nuestras

universidades se posicionan en lugares inferiores a otros claustros educativos, tanto

regionales como a nivel mundial.

La manipulación mediática por su parte, es explicada por Noam Chomsky en su

obra “Armas silenciosas para guerras tranquilas”. La principal estrategia es “la distracción”,

que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes en materia

política o económica, inundando las mentes con información superflua relacionada con

temas banales relacionados con la farándula o deportes y centrando las ediciones de los

noticieros en problemas relacionados con la violencia directa (atracos, cámaras de

seguridad, intolerancia, accidentes de tránsito, violencia de género); de esta manera el

público termina por desinteresarse en conocimientos esenciales como la ciencia, la

economía, la psicología o las artes, entre otros. El objetivo es mantener a las personas

cautivadas en temas sin importancia para la sociedad, impidiéndoles tener tiempo para

interesarse por los verdaderos problemas sociales que causan violencia estructural,

utilizando el aspecto emocional para conllevar a la toma de decisiones precipitadas, que no

obedecen a ningún tipo de análisis crítico o racional; ejemplos de ello, son la elección

continuada de castas políticas que desangran los recursos financieros y que no ofrecen

soluciones definitivas a las problemáticas que causan los diferentes tipos de violencia.
Como consecuencia manifiesta de nuestro triángulo de violencia colombiana, hemos

llegado a defender desde polarizaciones religiosas o ideológicas, todas las manifestaciones

de violencia, como la violencia de género, el racismo, la violencia intrafamiliar, el conflicto

armado y hasta los delitos comunes. Nuestros problemas estructurales permiten que el ciclo

de la violencia sea interminable y repetitivo a través de las generaciones.

Es en este punto del análisis, donde entran jugar un papel importante los niveles de

desarrollo moral, los cuales representan perspectivas distintas que la persona puede adoptar

en relación a las normas implícitas de comportamiento del entorno social, constituyendo

"tres tipos diferentes de relación, entre el sujeto, las normas y las expectativas de la

sociedad".

Parece ser que la sociedad colombiana está en un punto de desequilibrio moral

demasiado alto. Las bases de la violencia en nuestro país son tan antiguas como la misma

república y se han consolidado a través de los años por el pensamiento latino, el cual está

caracterizado por la insipiente necesidad de basar el juicio moral en las necesidades propias

(el yo); en este sentido, las normas y expectativas conductuales del grueso de la población

nacional solo han alcanzado el desarrollo preconvencional y en una menor proporción los

niveles convencional y postconvencional, solo se encuentran presentes en el pensamiento

colectivo como una utopía, en la que todos saben que el deber ser se basa en las normas de

conducta moral, pero que en la práctica, solamente sobrevive el más hábil para trasgredir

las reglas. Esto se refuerza porque nuestro modelo social ha sacrificado el papel de la

justicia debido a los altos índices de violencia y corrupción, por lo que cada vez es menos

palpable el respeto por la moral y las buenas costumbres. En este sentido el papel del
psicólogo ha de ser fundamental para intervenir en las comunidades y en el sistema

educativo, para que en una colaboración interdisciplinaria, se permita construir los cambios

que nuestra sociedad necesita, para reducir los altos índices de violencia y proyectar a la

nación como un país realmente en vía de desarrollo y no como uno subdesarrollado, tal y

como hasta ahora ha sido.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Andreu J, Penado M, Peña E, (2014). Agresividad reactiva, proactiva y mixta: análisis de


los factores de riesgo individual. Anuario de Psicología Jurídica 2014, Universidad
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de http://apj.elsevier.es/es/pdf/S1133074014000178/S300/

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Recuperado el 05 de noviembre de 2016 de  http://www.redalyc.org/articulo.oa?
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Calderón, C (2011) Teoría de los conflictos de Johan Galtung. Recuperado el 01 de


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Carrasco A, González M, (2006). Aspectos conceptuales de la agresión: definición y


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Recuperado el 03 de noviembre de 2016 de
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Chaux, E (2003) Agresión reactiva, agresión Instrumental y el Ciclo de


Violencia. Recuperado el 03 de noviembre de 2016 de
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81501504

Galtung J, (1989). Cultural violence. Ed Gernika Gogoratuz, Vizcaya España. Recuperado


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Jiménez F, (2012) Comprender para conocer la violencia: origen, causas y realidad.


Recuperado el 04 de noviembre de 2016 de http://www.redalyc.org/articulo.oa?
id=10520680001

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