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Este discurso que nos ofrece la novelista Chimamanda Adichie trata sobre los numerosos
estereotipos que las diferentes culturas y sociedades crean en base a una única perspectiva; de
forma inconsciente condenamos a colectivos de personas y lugares a un conjunto de ideas
estigmatizadas por la sociedad a lo largo de los años, privando a todas esas personas de la
oportunidad de demostrar su valía y a los otros de aprender de ellas, de enriquecer y abrir su
mente.
La escritora nos cuenta este hecho a partir de su historia personal; como ella vivió y se dió cuenta
de este tipo de actuaciones.
Reconoce que ella también ha cometido errores juzgando a personas en base a la información
proporcionada por una única fuente, y a la vez los ha vivido en primera persona.
Cada sociedad y cultura tiene unos estereotipos establecidos, unos adjetivos con los que quien
tiene más poder ha decidido definir a quienes están por debajo. Es la historia que ellos han
vivido, en su realidad, cosa que no la hace falsa, sino incompleta.
Por tanto, si queremos una vida completa necesitamos un pensamiento libre de estereotipos que
lo dirijan y lo limiten, y eso solo se puede lograr a través del conocimiento y la reflexión.
Para elaborar nuestro propio pensamiento debemos conocer todos los otros para así poder elegir
y juzgar aquello que queremos que forme parte de nosotros bajo unos criterios sólidos y de peso
que nos proporcionen seguridad y confianza en nosotros mismos y así tomar las decisiones de la
manera más satisfactoria para nosotros y para los que nos rodean.
Pues los esteriotipos, la ideas que tenemos sobre algo o alguien, condicionan en gran medida las
decisiones que tomamos en relación a estos, con lo cual pueden tener una importante
repercusión sobre más personas de las que nos imaginamos. De ahí el peligro de actuar bajo la
influencia de una única historia.