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28/05/2019
El síndrome de «hubris» (SH) es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a
personas que ejercen el poder en cualquiera de sus formas. Se ha descrito en
multitud de campos, desde la política a las finanzas. La relación médico-paciente
también es una relación de poder. La falta de humildad y empatía en su ejercicio
puede hacer que cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo se
transformen en soberbia, arrogancia y prepotencia características del médico con
SH.
Un estudio ha pretendido identificar los síntomas del SH en el entorno médico que
faciliten su diagnóstico, con el fin de ayudar a las organizaciones sanitarias a
anticipar y mitigar sus consecuencias. Para ello se analizan los criterios diagnósticos
del SH descritos inicialmente en mandatarios políticos con responsabilidades de
gobierno, y se trasladan al ámbito médico neuroquirúrgico. Se describen dos formas
de SH médico, el clínico y el administrativo, y se proponen diez criterios diagnósticos
válidos para cualquier relación médico-paciente, desde la autoconfianza exagerada
y la sensación de omnipotencia hasta la pérdida de contacto con la realidad y el
aislamiento progresivo, pasando por la falta de empatía.
En definitiva, el SH es un trastorno psiquiátrico adquirido desencadenado por el
poder y potenciado por el éxito, fácilmente reconocible a diario en facultativos del
entorno más próximo. Sería una de las múltiples formas que puede adoptar el
trastorno narcisista de la personalidad en facultativos conscientes de su poder. Es
necesario identificar precozmente estas conductas médicas para mitigar sus
consecuencias.
[Rev Neurol 2019; 68: 346-53 ]
Introducción
1. Propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejercitar el poder y buscar la gloria
9. Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la sociedad, sino ante cortes más elevadas: la histo
ria o Dios.
14. Incompetencia ‘hubrística’ por excesiva autoconfianza y falta de atención a los detalles
A lo largo de los siglos, muchos papas también han padecido el SH. El actual papa
Francisco muestra un comportamiento diametralmente opuesto. Ha hecho de la
humildad su bandera: renuncia a su residencia oficial, a los símbolos y lujos de su
cargo, se mezcla con los humildes, y convive con ellos.
Creemos que algunos de los 14 criterios que Owen y Davidson [4] recogen como
distintos son en realidad diferentes puntos de vista del mismo, matices (criterios 2 y
3), consecuencias (7 y 8, 8 y 14, 9 y 10), o al menos están muy relacionados (4 y 6)
y deberían agruparse en un único criterio. Por otra parte, la falta de empatía, que no
aparece explícitamente recogida por Owen, creemos que es una característica
esencial de este trastorno.
Proponemos diez criterios diagnósticos que conforman el cuadro clínico del médico
con SH, muy característico y fácilmente reconocible en la práctica clínica diaria.
3. Desprecian los consejos y criterios de los demás: sólo deben responder ante las
cortes más altas (Dios, la historia)
Sienten que no tienen que dar ninguna explicación de su conducta, ni rendir cuentas
a sus colegas, sino a cortes mucho más altas: sólo deben responder ante la historia
(del hospital, servicio...) o ante Dios. Por supuesto, serán siempre absueltos.
Son una única entidad y tienen idénticos intereses. No ‘forman parte de...’, sino que
ellos ‘son’ el servicio. Esto es especialmente acusado en facultativos con
responsabilidades administrativas (SH administrativo), hasta el punto de que llegan
a creerse dueños de la institución (‘acepté el cargo porque es mi hospital, mi
servicio’). Se ocupan de que todo el mundo conozca la jerarquía y el puesto que en
ella ocupan. No soportan que se les ignore, necesitan tener el control absoluto.
7. Cambios lingüísticos
Creemos que la existencia de cinco o más de estos diez criterios (con al menos dos
de los considerados específicos: 3, 4, 7 y 9) conduce al diagnóstico definitivo del
médico con SH. En cualquier caso, futuros trabajos establecerán si los criterios
señalados son los más adecuados, su importancia relativa y el peso (presencia,
ausencia y gravedad) de cada uno de ellos.
Resulta obvio que existe un gran paralelismo entre el TNP y el SH. De los 14
síntomas recogidos por Owen, al menos siete (1-4 y 7-9) son característicos del
TNP. Por otra parte, de los nueve criterios diagnósticos del TNP recogidos por el
DSM-5, al menos seis también tienen cabida en el SH (1, 2, 3, 5, 7 y 9). Pero también
es obvio que el SH y el TNP son cuadros diferentes [3-5,17].
Tratamiento y prevención
Una cierta dosis de autoconfianza y seguridad en uno mismo siempre es deseable
en un médico, incluso puede mejorar su salud física y psíquica [30]. Pero,
desgraciadamente, la autoconfianza a veces se transforma en arrogancia y
prepotencia ‘hubrística’. Los síntomas del médico con SH recaen más sobre su
entorno que sobre él mismo. No busca ayuda y no suele hacerse un diagnóstico
psiquiátrico correcto, por lo que raras veces se instaura un tratamiento. En cualquier
caso, los médicos nunca curarán el SH.
El SH es un trastorno pasajero de la posesión del poder [4]: basta con que se pierda
el poder para que se cure. En el mundo de las finanzas o la política, al perder el
poder puede desaparecer la conducta ‘hubrística’ (aunque persistan los rasgos del
TNP), pero el médico con SH clínico conserva su poder toda la vida. Se dice que el
médico es competente cuando adquiere tres capacidades: conocimientos,
habilidades y valores [8-10]. Los dos primeros puede aprenderlos en la facultad o
en la residencia, pero los valores tienen un origen mucho más profundo y marcan el
carácter y la personalidad del médico. La pericia, la ‘corrección técnica’ del médico,
lo puede convertir en un ‘buen médico’, pero la empatía y la humildad lo convierten
en un médico ‘bueno’ [8-10]. Ambos son factores imprescindibles y la ausencia de
uno de ellos resulta incompatible con el buen quehacer médico [10].
↵ 1. Russell B. Power: a new social analysis. London: Allen G. & Unwin; 1938.