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SINDROME DE HUBRIS: ROZANDO LA PSICOSIS DEL PODER…

ES POSIBLE NO CAER EN ESTA TRAMPA???

Se trata de una alteración que ha sido descrita en muchas áreas, pero que se
ha analizado más en la política a partir del comportamiento común en muchos
líderes en los que cualidades como la confianza y la seguridad en sí mismos
tienden a transformarse en arrogancia y prepotencia.

El nombre de esta condición, HUBRIS, se deriva de 'hyibris', un concepto


griego que significa desmesura y hoy alude al orgullo o a la autoconfianza
exagerada cuando se ostenta alguna posición de mando.

Si bien el SH, o síndrome de Hubris, no está dentro de la clasificación de


enfermedades psiquiátricas, no quiere decir que no pueda haber una patología
que reúna determinadas particularidades específicas como estas.
El tema de 'hyibris' se ha tratado en filosofía (Aristóteles, Platón, Herodoto) y
que fue en el drama griego donde se desarrolló con más fuerza.
La trayectoria de la 'hyibris' en los dramas griegos tenía, las siguientes etapas:
“El héroe se gana la gloria y la aclamación al obtener un éxito inusitado contra
todo pronóstico. La experiencia se le sube a la cabeza y empieza a tratar a los
demás, simples mortales corrientes, con desprecio y desdén, y llega a tener
tanta fe en sus propias facultades que empieza a creerse capaz de cualquier
cosa”.

Dicho exceso de confianza en sí mismo lleva al líder a interpretar


equivocadamente la realidad que lo rodea y a cometer errores.

Al acoplarse el tema en la psicodinámica actual, este síndrome, lo puede


padecer todo aquel que por narcisismo en una posición jerárquica llegue a
imaginar que lo que piensa es correcto y lo que opinan los demás, no, al punto
de creer que todos los que lo critican son enemigos. La persona pierde la
perspectiva de la realidad, solo ve lo que quiere ver, y aceptar opiniones ajenas
lo considera una flaqueza.
Esta condición es más frecuente de lo que se cree, pero se deja pasar porque
muchas personas que rodean al afectado se sienten intimidadas y vulnerables
y terminan avalando lo que el poderoso hace.

El Journal of Neurology publicó el artículo ‘Hybris, ¿un trastorno de la


personalidad adquirido?’, en el que analizó el comportamiento de los
presidentes de Estados Unidos y primeros ministros del Reino Unido de los
últimos 100, años con resultados que confirman que muchos lo padecieron,
entre ellos George W. Bush, Margaret Thatcher y Tony Blair.
La lista incluye a dictadores cuyas personalidades narcisistas los tornaron más
proclives a desarrollar SH, como Stalin, Hitler, Franco, Sadam Hussein y más
de un político latinoamericano, basta con mirar a nuestro alrededor…

Las características que sobresalen son: preocupación desmedida por la


imagen, un modo mesiánico de hablar y tendencia a hacerlo de sí mismo en
tercera persona son rasgos de estas personas.
No está claro si esta conducta está relacionada con ciertos tipos de
personalidad o si estos líderes desbordados empiezan a actuar como
consecuencia de estar en el poder. En ese sentido, algunas investigaciones
sugieren que la experiencia de estar en altos cargos puede producir por sí
misma cambios en los estados mentales que luego se manifiesten en la
conducta propia.
Se considera que deben existir, como en todas las patologías
mentales, predisponentes que al ponerse en contacto con el poder exacerban
los síntomas y al manifestarse se realimentan, haciendo más dramática la
situación.
Pero lo que más llama la atención, según algunos autores, es que se han
descrito cambios en los lóbulos frontales que llevan a trastornos de la
personalidad en individuos con éxito o poder. Se produce una activación
prefrontal izquierda en las personas que rememoran situaciones en las que
tenían poder. Esto es tan claro que permite suponer que, además de la función,
también hay cambios anatómicos en estas personas.
Estas áreas requieren neurotransmisores y sustancias que las activen, como
cortisol y testosterona, y se ha demostrado en ellos el aumento de la serotonina
y la dopamina. Se puede inferir, entonces, que el poder actúa como una
especie de droga que tiende a generar dependencia y adicción.

Indicadores de signos y síntomas del diagnóstico del SH en políticos:

 Propensión narcisista a ver el mundo como un escenario donde ejercitar


el poder y buscar la gloria.
 Tendencia a realizar acciones para glorificarse y ensalzar y mejorar su
propia imagen.
 Preocupación desmedida por la imagen y la presentación personal.
 Modo mesiánico de hablar sobre asuntos corrientes y tendencia a la
exaltación.
 Identificación con la nación, el estado y la organización.
 Tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona y usar la forma de
nosotros.
 Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio por el de los demás.
 Autoconfianza exagerada, tendencia a la omnipotencia.
 Creencia de que no deben rendir cuentas a sus iguales, colegas o a la
sociedad, sino ante cortes más elevadas.
 Creencia firme de que dicha corte les absolverá.
 Pérdida de contacto con la realidad: aislamiento progresivo.
 Inquietud, imprudencia e impulsividad.
 Convencimiento de la rectitud moral de sus propuestas ignorando los
costos.
 Incompetencia ‘hubrística’ por excesiva autoconfianza y falta de
atención a los detalles (termina por tomar decisiones erradas).

La arrogancia y prepotencia ‘hubrística’ puede acompañarse de maltrato hacia


el entorno, lo que hace urgente la intervención psicoterapéutica , siendo
imperativo que la persona afectada entre en razón y entienda que muchas
veces basta con que se aparte del poder para que se cure. Pero esa es la
dificultad: esta condición actúa como una droga, y hay una tendencia a
aferrarse a la posición, por lo que pocas veces la persona deja voluntariamente
el poder.
Cuando tienen que alejarse del poder persisten con algunos rasgos que los
impulsan a recuperar lo que perdieron, y el ciclo se puede repetir.
Cito a Albert Einstein: ¨El intento de combinar sabiduría y poder, rara vez ha
sido exitoso y si lo es, solo por un corto tiempo”….Esta falta, esta distorsión,
este empeñarse en mostrarnos otra realidad, este insistir…esto es Hubris…

Lic. Deborah M. Petasne

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