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En los últimos días hemos sido testigos de una nueva emergencia ambiental
atmosférica, producida en Quintero zona de sacrificio. La situación ha puesto en
riesgo la salud de al menos 400 habitantes, según consignan las propias
autoridades; sanitaria, ambiental y organismos de protección civil a cargo de
gestionar la amenaza y la crisis.
Las emergencias ambientales son recurrentes en la bahía. Al calor de estas, el
disenso y el conflicto socio ambiental en la zona, se reavivan con gran emotividad
bajo la temática de las <<vidas toxificadas>>1.
Empero, dicha resolución contiene un antecedente revelador que pudiera ser clave
en la evolución de la conflictividad en el corto y mediano plazos. En el oficio se
indica que; el terminal marítimo de ENAP, que ha obtenido sucesivas resoluciones
de calificación ambiental RCA entre 2001 y 2009, por sucesivas ampliaciones en
su capacidad3, no ha podido ser evaluado integralmente en relación al contexto y la
dinámica territorial de la zona.
En efecto; ENAP, OXIQUIM, GNL, puerto Ventanas y otros, han expandido
sustancialmente sus operaciones portuarias industriales y graneleras en la bahía
Quintero. El sistema portuario industrial materializó, entre 2000 y 2013, una
inversión cercana a los 1.600 MUS$ principalmente en; ampliaciones,
modificaciones, aumento de capacidad en terminales y muelles para diferentes tipos
de carga energética (carbón, petróleo, GNL)4.
Conocidas son las disputas entre compañías, por el control y dominio del litoral y el
borde costero. Conocida es también la conflictividad – interferencia, inocuidad
alimentaria, infraestructura, relocalizaciones – sostenida con diversos actores del
litoral, a propósito del ciclo de expansión portuario industrial en la bahía y el
desplazamiento de las comunidades de su hábitat.