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HERMANATRIA

HERMANATRIA

Ma r í a E s t e r A l o n so Mor a l es
A l e j an dr a Szir
Alonso Morales, María Ester; Szir, Alejandra
Hermanatria; prólogo de Margarita Merbilhaá.
1a ed. La Plata: Pixel, 2020.
(Poesía)

ISBN 978-987-3646-43-0

CDD A861

TEXTOS: Maria Ester Alonso Morales y Alejandra Zsir


marichualonso74@yahoo.com.ar y aleszir14@gmail.com

CORRECCIÓN: Carlos Aprea


(Pixel Editora)
carlosaprea@gmail.com

DISEÑO DE TAPA E INTERIORES: Celestina Alessio


(Pixel Editora)
celealessio@gmail.com

Primera edición Marzo 2020.


Este es un trabajo impulsado por PIXEL Editora
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Nota editorial

A semejanza del amor, del humor, del suicidio


y de todo acto subversivo,
la poesía se desentiende
de lo que no es su libertad o su verdad.

Alejandra Pizarnik

¿Cuántos mundos se le perderían a este mundo


si no fuese por la poesía? El poeta es un
eterno exiliado, condenado al más terrible de
los exilios, el de la obligación de desconfiar
de su propia lengua, pues no puede entregarse
a la tranquilidad de lo “adecuado” ni a la
aceptación de la “belleza establecida”. Tiene
en su interior un hambre, un segundo yo que lo
empuja constantemente a criticar la realidad dada
desde una nueva lectura, la hecha a través de su
sentir, de su mirar individual. El poeta es un
eterno exiliado, pues debe leer y reescribir el
mundo, rechazando todo aquello que se encuentra
supeditado a la existencia permitida, poniendo
en jaque todo lo que es, para revelar lo que
puede ser o, mejor aún, lo que a simple vista no
suele descubrirse. Y si no, no.
PRÓLOGO

Dos poetas con una experiencia –en parte– común


se entusiasman con reunir sus voces en un mismo li­
bro. Ni antología, ni escritura a cuatro manos, ni acto
–poco frecuente entre quienes escriben, por cierto–
de asociar dos escrituras (acaso más). El título invi­
ta a un territorio posible donde los poemas de cada
una, escritos en soledad y que no dejan de estar deli­
mitados, se hermanan, precisamente. El libro es una
ocasión para proponer un espacio inventado, con una
palabra nueva que recorta una geografía otra, lejos
por supuesto de las fronteras geopolíticas conocidas,
pero también de los ecos castrenses que pesan en el
término “Patria”, de usos hoy lejanos (“Patria o Muer­
te”), de otros más recientes que se han empeñado en
resignificar sus connotaciones intolerables. Pero la
incomodidad persiste; Alejandra lanza un “Ni Patria
ni Matria” y si en otros libros María Ester inventaba
“Matria” juntando a su madre y a su tierra desde la
distancia, ahora el lugar de hijas late debajo de un tér­
mino sin historia ni coordenadas previas, en el que se
lee un deseo de exhibirse hacia algún colectivo, y que
pueda dejar atrás –al menos por el tiempo de unos
poemas– la soledad de la experiencia de ser hijas
de un desaparecido y un asesinado y la de la propia
escritura. Decía antes que la iniciativa del libro nació
en el entusiasmo y la alegría de encontrarse ya no en
el testimonio sino en la poesía, que vuelve posible a­
brir múltiples modos de testificar la vida-sin. Porque
desde los hechos que determinaron parte de quienes
son (de quienes somos), ella nunca se cierra y se vive
en presente.
Los poemas se escriben desde la vida-sin, a veces
pese a ella, otras, contra ella. Las dos partes de este
libro sugieren una multiplicidad de imágenes y pala­
bras para decirla. Extraña paradoja: se la puede evo­

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car de una sola vez con palabras en nada vacías (repre­
sión, dictadura, crímenes de lesa humanidad) pero eso no
alcanza. En la voz de Alejandra, antes eso era una suerte
de mensaje encriptado, hasta que de golpe se descubría
un recuerdo o una conversación con el padre ausente. En
este libro persiste un afán de capturar con los ojos, colores
y cosas fortuitas que se ofrecen, quizás impulsado por la
convicción de que “dejarán de estar”. Pero ahora, en este
país hecho a la medida de ambas poetas, parece más fácil
dejar el pudor de abordar-pensar con la poesía uno de los
núcleos más dolorosos en torno a la historia reciente, que
son los juicios, por el modo en que traen aquí y ahora el
terrorismo estatal y la presencia ominosa de los genoci­
das. María Ester nos pone de prepo en la vida-sin y en
los hechos que la determinaron (el terrorismo de Estado).
Nombra sin más la palabra “orfandad” y algo de lo que dice
ocurre en el suceder mismo de todos los poemas del libro:
“Cuando creo haberte perdido/aparecés de nuevo”. Con­
fluir en Hermanatria la impulsa a arriesgarse en la intimi­
dad del presente, a compartir aún más el corazón: el amor,
sus hijos, el destierro. En ambas voces, ciertos poemas e
incluso algunos versos retornan sobre la vida-sin; es algo
así como un vaivén pero nunca igual, o una presencia la­
tente en medio de notas-impresiones surgidas de la vida
diaria, del contacto con otros mundos, de mundos contra­
lógicos, como las estrellas imaginadas de cinco puntas en
el “minimundo” fabricado por el hijo niño. Hay un querer
vivir esperando lo que venga a ofrecer el mundo (“Subo
los Andes/para tocar el cielo/no tengo miedo/ mi hogar es
el mundo entero”). Y una necesidad de ponerse a prueba,
ante el sentirse “pajuerana” de Alejandra y que empieza
por la pelea diaria de estar entre dos lenguas.
Estar en Hermanatria produce todo eso en cada una. A
veces permite abandonar un antiguo pudor y exponer sin

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temor al odio, qué implica íntimamente pedir justicia
para los culpables de tantos crímenes contra mili­
tantes políticos que probablemente habían cometido
delitos contra el código penal. Hermanatria ayuda a
compartir las contradicciones entre el pasado mi­
litante de muchos padres y madres y el presente,
otro mundo (“tranquila, chiquita/todo está bien/
en tu mundo” dice no sin ironía una voz de madre).
Se trata en cierto modo de la inversión de la doc­
trina de la lucha antisubversiva y de la teoría de los
dos demonios y por ende, su refutación más radi­
cal: nuestros padres eran culpables de oponerse al
sistema (en una variedad de frentes, mucho más
amplia que la guerra de guerrillas). La persecución
atroz y la destrucción de tantas vidas de militantes
políticos, sindicales, revolucionarios, de sus amigos
y familiares agrava el accionar represivo, no lo jus­
tifica. La hermanatria hace posible tocar el grumo
incómodo –una trampa– para invertir su lógica: pre­
cisamente porque quienes padecieron el genocidio
eran opositores, los criminales deben ser juzgados y
condenados. Como una iluminación, esta convicción
apareció en el juicio, y para que quede claro, está
documentada en una nota garabateada allí mismo.
Vieja cuestión que en la hermanatria ha representa­
do una carga a asumir desde la infancia en dictadura
hasta la adolescencia en la transición democrática y
luego, durante la exposición pública de los años de
impunidad; asumirse tan culpables como los pa­dres,
o una necesidad de contornar el tema, de no enfren­
tarlo directamente. Cuando acecha en sueños el im­
perativo de comparecer ante los tribunales, María
Ester suelta una pregunta deses­perada: sin haberlo
conocido, “¿Acaso puedo defenderlo?”.

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Naturalmente, Hermanatria permite la ironía (trágica):
una hija pensada en sueños como “de noble estirpe”; las
estrellas de cinco puntas en el mundo del hijo (el nieto);
la siempre inquietante identidad/identificación cuando la
voz de un poema se asume “oponente/ pero peor era mi
padre”. En el código de la hermanatria, “Mi historia” es un
término usual; o “apropiarse”; también la “mochila” que no
se puede soltar sino apenas alivianar. En Hermanatria se
admite escribir los sentimientos, sin nombrarlos; encon­
trarlos como un río subterráneo que corre a pesar de todo.
Y descubrir que aun en la singularidad de sus apariciones,
la espera infinita y la soledad de la infancia, la nostalgia de
lo que no se conoció (como en el poema de María Ester
“Quedarme ahí”), la extranjería, el querer vivir (como en el
último poema de Alejandra “Vivir es político”), la impoten­
cia ante mandatos enviados desde ningún lugar preciso, a
veces en Hermanatria son compartidos. Es un lugar donde
compartir la vida-sin.

MARGARITA MERBILHAÁ
La Plata, Febrero de 2020

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HERMANATRIA

María Ester Alonso Morales


María Ester Alonso Morales
Poetisa / Poetin

Handy: 0151-12295167
E-mail: poesiaentredosorillas@gmail.com
Blog: elmilagroenhamburgo.blogspot.de
facebook: /poesia-entre-dos-orillas

En memoria de mi hermana melliza


María Elena “Mariela” Morales.
A todas las hermanas que la vida me ha dado.
onso Morales

5167
dosorillas@gmail.com
mburgo.blogspot.de
ntre-dos-orillas

ilustración: Malén Zapata


Necesitó estar lejos, extrañarlo todo, para sentirse
como en casa y al mismo tiempo no puede decir que
Múnich sea su casa, ni que Baviera sea su patria. Así
es como ella se convirtió en una mujer ambulante,
sin territorio, sin patria, sin padre. Sin padres.
María Teresa Andruetto, Lengua madre.

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I. Escaleras siniestras

Siempre les tuve miedo,


sensación de caer al vacío
o en un sueño profundo
o que me coman un pie
con sus dientes de hierro.

Desde chica les temo,


las esquivo cuando puedo,
en las estaciones,
en los aeropuertos.

Allá de donde vengo


no hay escaleras siniestras
que esconden el horizonte,
sólo tierra firme reseca
por el sol y por el viento.

23
II. Quedarme ahí

a J.A.

A veces te extraño
— o eso creo —
y no sé si es a vos
o a esa sensación
de calidez
de hogar
de haber llegado
a puerto seguro.

Ay, si me nacen ganas


irrefrenables
de quedarme ahí
cuatro minutos
o una tarde
hecha un ovillo
en tu regazo.

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III. 24 de marzo lejos

La orfandad cala hondo


en este invierno siberiano
que resiste a irse.

Esa vieja amiga


es viento huracanado
azotando árboles pelados.

Y mi alma es un pajarito
buscando reparo
por eso te llamo.

Para escuchar tu voz


y que me digas Matria
como antes lo hacías:

tranquila, chiquita
sana, sana, si no es hoy
todo estará bien mañana.

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IV. Esa vieja amiga

La orfandad es una vieja amiga


a quien invitar a tomar
un café o unos mates
para conversar:

Decime orfandad
¿por qué me seguís?
cuando creo haberte perdido
aparecés de nuevo.

Es que nunca me he ido


soy la nube en el cielo,
la llovizna gris en los techos,
el viento frío del este
y esos los árboles desnudos.

Si, cierto, ya lo sé,


sin embargo, quiero ser
esa florcita testaruda de marzo
que entre el hielo se abre paso,
anunciando que la primavera
viene llegando.

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V. Minimundo

Mi hijo me trajo
un minimundo
tiritando
en la palma de su mano.

Mirá, mamá
¿no es hermoso?

Un minimundo
poblado de seres
árboles y pajaritos
invisibles.

Cuidado cariño
no vayas a romper
su frágil equilibrio.

Tocá, mamá
¿no es suave?

Sí, lo es,
mejor ponelo aquí,
despacito,
dejalo que respire.

Y mi hijo se durmió feliz


viendo la noche caer
en su minimundo,
con su minicielo
repleto de estrellas de cinco puntas.

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VI. La de noble estirpe

Soñé con vos


Eugenia
la de noble estirpe,
estábamos en Abuelas
escaneando documentos
amarillentos.

Buscando rastros
pistas, huellas,
buscando nietas
y nietos desaparecidos.

Hurgando
rascando
rasqueteando
el pasado.

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VII. La vida era dulce

En sueños te busco padre,


a pie por las calles de Lanús
visito la casa donde juntos
permanecimos.

Techos bajos,
un local al frente,
un pinito en el pequeño jardín.

Vos tomabas mates amargos,


fumabas cigarrillos negros
y tocabas para madre
una zamba para no morir.

La vida era dulce,


la revolución estaba
a la vuelta de la esquina
y tus hijas por nacer.

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VIII. Hay que leer a Gramsci

En los años setenta mi padre Jacinto, “Gallego”, les


insistía a los compañeros con que hay que leer a
Antonio Gramsci. Cuando me lo contaron corrí a buscar
su Antología. La leí sin comprender muchos de los
conceptos en ese momento. Más bien iba buscando en
sus párrafos un mensaje cifrado. Algo así como: Amo
la vida por eso soy revolucionario; ¡Vivan la revolución
y tus ojos!; No me matan hija, vivo en tu pensamiento.
¡Avanti!

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IX. Alegato en defensa de mi padre y sus compañeros

Soñé que me notificaban de la Cámara Federal


que habían reabierto la causa de mi padre y sus
compañeros. Subía a prisa por las escalinatas del
edificio del viejo Hotel Provincial, en dirección a la
mesa de entradas de la Secretaría Única, a fin de
tomar vista de las actuaciones. Me encontraba con
expedientes manchados de sangre.

Más tarde, en la misma sala de los Juicios por


la Verdad, tenía que defender al Gallego y sus
compañeros. El Fiscal los acusaba de pertenecer a
una organización terrorista, en violación a la Ley
antisubversiva, y por el asesinato de un militar.

Comenzaba mi alegato defensor dando un contexto


histórico. Hablaba de la revolución cubana y de
una generación que creció a fuerza de golpes de
estado. Citaba el derecho de los pueblos a resistir a
la opresión.

Me temblaba la voz cuando me daba cuenta de que


mis argumentos eran insuficientes y mi alegato
comenzaba a naufragar. Entonces me quebraba y en
voz alta decía: ¡este juicio es absurdo, Sr. Juez!, mi
padre está muerto y sus compañeros también.

En tono desesperado intentaba explicarles: que si


nunca nos miramos a los ojos, si nunca fue posible la
tibieza del abrazo, si ni siquiera conocí la dulzura de
su voz, si sólo tengo su apellido y su nacionalidad, si
apenas conservo un par de fotos en blanco y negro,
unos libros viejos y una guitarra negra en su funda,
sucia, rota, muda… ¿Acaso puedo defenderlo?

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X. Niños pequeños

Como los niños pequeños


en el Kindergarten,
que a la última hora
comienzan a llorar
quejarse
patalear:
ma-ma, ma-ma,
ma-ma.

Así estoy yo,


moqueando
lamentando
renegando:
ma-tria, ma-tria,
ma-tria.

Mirando fijo a la puerta,


esperando
que del otro lado
aparezca Madre
viniéndome a buscar
y me diga al oído:

tranquila, chiquita
todo está bien
en tu mundo.

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XI. El velo gris

El velo gris
cubriendo tu pelo,
ojos remarcados de negro,
de dónde venís mujer,
qué historias cuentan tus arrugas
y las marcas en tus brazos,
qué escondés debajo de las mangas.

Cada día nos vemos


en la U-Bahn,
a veces bostezás,
dormitás.
Nos miramos
y nada nos decimos.

Me bajo
y vos seguís tu camino.
Vos sos otra yo.
Yo soy otra vos.

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XII. El tintinear de fondo

Subes en Schlump
aferrado a tu carro,
la espalda encorvada por la vida,
llevás enganchada la bolsa del ALDI
repleta de botellas vacías.

Te sentás
mientras mirás
a una madre
con su hijo en brazos.

Lentes empañados,
calor, humedad,
con un pañuelo sucio
intentás limpiarlos.

Bajás en St. Pauli


te acompaño hasta la salida
te vas alejando por la Reeperbahn
con el tintinear de fondo,
llueve sobre Hamburgo.

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XIII. Christuskirche

“El exilio produce una honda sensación de desamparo,


de vivir a la intemperie”
Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena.

Disculpen la molestia
mi nombre es Christian
de momento soy un Obdachloser
me alegraría recibir cualquier
donación o algo para comer o beber.
Les deseo que continúen felizmente su viaje.

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XIV. Perfume dulce

Soñé con vos


y era tu voz
tu piel
tu cuerpo
tu olor.

Perfume dulce
conocido
casi familiar.

Soñé con vos


nos devorábamos
puro instinto
algo animal.

Me alegré
de saber
que en mi interior
arde un fueguito.

Una brasita
que resistió
al vendaval
de lo cotidiano.

Esperando
tu voz
tu piel
tus manos
tu olor.

Perfume dulce
conocido
casi familiar.

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XV. De dónde vengo y adónde voy

Me preguntan siempre
de dónde vengo
qué edad tengo
qué hago aquí
y adónde voy.

A veces siento
que no es simple curiosidad,
si quieres saber de verdad
te diré que:

vengo del vientre


de mi madre
voy donde me lleva
mi intuición
y sigo siendo una niña
en mi interior.

No hay vallas
muros ni fronteras
que me detengan,
cruzo el océano
con mi imaginación.

Subo los Andes


para tocar el cielo
no tengo miedo
mi hogar es
el mundo entero.

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XVI. Especiales

Me decías que soy un personaje


tenés razón, lo admito
y vos también lo sos.

Digamos que somos especiales,


como esas ovejas que intentan
confundirse con el resto
disimulando el pelaje moteado.

Andamos actuando con naturalidad


cuando en realidad estamos marcadas
desde antes de nacer,
llevamos nuestro cuero escrito
todo con cicatrices.

Por más que descoloremos


lo sabemos
y así nos reconocemos.

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XVII. El vacío del amor

a Neus

Hay cosas que se perciben


¿no lo ves?
¿no me ves?
¿hace falta evidencia?
¿acaso negar es más fácil?

No hay reacción
todo cae al vacío
el vacío del amor.

Y yo me quedo esperando
juego a tirar una piedra
esperando que al menos caiga al agua
para comprobar que no hay nada
cae ahí sin más.

No hay amor de vuelta


no hay retorno de boomerang
enfrentar al vacío
es luchar contra lo imposible.

Es que no lo ves
no me ves
no hace falta evidencia
negar es más fácil.

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XVIII. Un mito

Te me presentaste en sueños
para decirme que
nuestro amor es un mito.

Después me desvestías
lentamente
prenda por prenda
lentamente
desatabas mis zapatos
llevándome en alzas a tu cama.

Hacíamos el amor
mientras en mi cabeza
retumbaban tus palabras
como un eco
dejando al final un sabor
amargo en mi boca.

Un mito, un mito, un mito....

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XIX. El mismo sueño

Dormí en el avión a Madrid


en la última fila
ocupando tres asientos.

Seguí durmiendo
en el aeropuerto
en una silla azul de metal.

Continúe durmiendo
en el avión a Hamburgo
pegada a la ventanilla.

Llegué a mi casa
y en mi cama prosiguió
el mismo sueño.

Soñé con vos


hablábamos
nos despedíamos.

Soñé mi viaje de nuevo


las calles y los árboles
los días luminosos
las tardecitas de mi barrio
tu mirada y tu abrazo.

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XX. Bajo la llovizna ajena

“Color de cielo otro, lluvia ajena,


luz que mi infancia no conoce”.
Juan Gelman, Bajo la lluvia ajena.

En la esquina
del Karstadt
un acordeonista
sentado en un banquito
despierta el instrumento.

Seguro un migrante
seguro viene del este
bajo la llovizna ajena
bajo las luces encendidas
toca canciones remotas.

La gente pasa de prisa


con regalos navideños
nadie se detiene
a escucharle
nadie.

Suena a melancolía
en la Osterstrasse
que empaña el gris
de este invierno.

Y esta garúa finita


filtra lento
calando hondo
en los huesos.

Y vos ahí
en esa infame esquina

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templo del consumo
y del derroche
solo abrazando tu acordeón.

Sigue acordeonista
tocando tu pena
por unas monedas
el sueño de Europa
se hizo pesadilla.

Ya quisieras volver
con tus teclas
el tiempo atrás
para nunca partir.

Vuela acordeonista
dale duro al fuelle
llega a tu aldea
recibe cobijo
en la casa materna.

Y las personas pasan de largo


andan apuradas
para ellos sos meramente
una postal.

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XXI. Somos espejos

Puede que me imaginara algo,


puede que tuviera una idea, una ilusión,
puede que te mirara con admiración.

Aprovechaste jugando,
enfocando o disipando la imagen
con la excusa de la distancia.

Amor mezquino
mantuviste la atención por interés
pura necesidad de sentirte amado.

Y no alcanza con la imagen,


no alcanza que tenga una,
tú necesitas múltiples espejos.

Las superficies se rompen


se arañan y agrietan
mientras intentas mantener la original
porque si no enloqueces.

No pude verte en el momento justo,


con el tiempo una puede verlo todo
y anticiparse.

Es que buscamos
al amante utópico
el mejor de los mejores.

El que nos recuerde


lo intenso y verdadero
del amor primero.

44
¿Pero quién es quién en este juego
de repetir lo pasado?
Somos espejo, reflejando
el dolor que causamos en el otro.

45
XXII. San Valentín

Ella le escribió:

Tu amor
es lo más lindo
que tengo.

Él le clavó
once puñaladas
en el cuello.

Ella tenía
quince años
y dos meses de embarazo.

En el mensaje
de San Valentín
todavía sonríen
los dos.

46
XXIII. Un amasijo

Hola cómo andás


yo aquí nomás
concentrándome 
en el presente
en el día a día.

Ya sabés,
la universidad 
la casa
los chicos
el alemán.

Sin embargo
en la noche,
cuando
la conciencia
se apaga,
aflora
lo oprimido.

Sueño con vos,


el país
los compañeros
los árboles y pajaritos.

Sueño con Madre,


converso con mi
hermana Elena
bella eterna
adolescente.

En la oscuridad
vuelven
todos
los ausentes.
47
Y tal vez sea eso
el tiempo
un amasijo
donde todo se funde.

48
XXIV. Una boca dentro de otra boca

Tu boca
pronunciando
mi nombre.

Y mi boca
pronunciando
tu nombre.

Por la ventana
del noveno piso
cielo plomizo.

La tormenta
se avecina
no se deja
esperar.

Mi nombre
en tu boca
tu nombre
en mi boca.

La luz
en calle 9
invoca gotas
de lluvia
fragmentada.

Van cayendo
una a una
nuestras
prendas.

No anda
un alma
49
el mundo
alrededor
desaparece.

Y mi nombre
y tu nombre
en nuestras
bocas
abiertas
danzan.

Hubo un tiempo
en el que
pensar
tu nombre
me hacía
estremecer.

50
XXV. Marchita la frente

Quién quiere volver


marchita la frente
mirando el pasado
a la cara.

Es como
rascar con las uñas
una cascarita
para comprobar si ha cicatrizado
o si sigue sangrando
la herida.

Y seguís escarbando
donde más te duele
y le das
y le das.

Quién quiere volver


marchita la frente
sabiendo que allí adonde se vaya
siempre estaremos pensando:

sería hermoso
si estuvieras
aquí conmigo.

51
XXVI. La distancia

La distancia es relativa
te escribí,
qué es estar lejos
o cerca
te pregunté.

La distancia
la disuelvo
en mis manos,
eso pensé.

Mientras miraba
a Buenos Aires
brillar desde lo alto.

Sin embargo
puedo estar aquí
y de todas formas
no verte.

Hasta cuándo te quedás


en Argentina,
me preguntás.

Un suspiro
nomás
un suspiro.

No hay duelo
la distancia
no es final
solo un hasta luego.

52
XXVII. Derrumbe

Asisto al derrumbe
de mi madre
muro por muro
grieta por grieta
pieza por pieza.

Y no puedo
hacer nada
para impedirlo
para apuntalarla.

Hace años
que no tenemos
una conversación.

Quienes nos conocen


dicen que tenemos
la misma voz.

Habrá encontrado
alivio
en el olvido.

A dónde se ha ido
me pregunto
mientras la observo
tejer y mirar la tele.

Me siento tan sola


como una niña
perdida en una estación.

Es verdad que se siente


frío cerca de personas
que van a morir.
53
Y no sé cómo haré
cuando tenga
que sacar
los escombros.

Cuando ese día


inevitable llegue
ya no tendré
adónde volver.

Dicen que eso


precisamente
es el exilio.

54
XXVIII. Bernal

Este permanente
ir y venir
transitar
entre ruinas
avanzar
entre escombros
derribos
demoliciones
con mi mochila
de superviviente
y mi botellita de agua,
Berlín en la primavera
de 1945
Buenos Aires en el invierno
del 2020,
los campos de concentración
hoy son centros culturales
tengo pocas certezas
una de ellas es pisar
el lugar donde nací.

55
XXIX. Seré millones 

No, no nos dejaron


el botín del robo del siglo
junto con un mapa
de búsqueda del
tesoro.

Nos dejaron
algo más valioso
que 450 millones
enterrados
para repartir.

Nos dejaron escrito


en un papel:
La revolución
es un sueño posible.

56
XXX. Los pibes de la esquina 

En una torre
derruida
construyeron 
su guarida
con mantas
y colchones.

Somos
los pibes
de la esquina
vendemos
artesanías
¿quiere usted
colaborar?

En la noche
resisten
al hambre
el frío
y el miedo
apretados
al fogón.

Mientras
desde los carteles
los candidatos
sonríen seductores
para la próxima
elección:

Los argentinos
juntos somos
imparables.

57
XXXI. Cartas al cielo

Mi hermana
escribía cartas
con dibujitos
en un papel celeste
a un papá
que nunca conoció
pero supo que tenía.

Hoy se desvanecen
entre mis manos
¡tantas cosas
nos han quitado!
Ella murió siendo
una niña

y también sabía:
Vos no podés bajar,
pero nosotros algún día,
vamos a subir.

En el cielo se habrá
reencontrado con
el padre más querido
de todos los padres del mundo.
Ya no habrá más lejanía
ni soledad.

¿Nos ves siempre desde


allá arriba?
¡Si, claro que nos ves!

Mariela, Gallega y mamá

* en cursiva las citas textuales de las cartas de maría elena morales, mariela.

59
XXXII. Sueño de verano

En mi sueño
andamos juntos
por la ciudad,
es verano
y somos jóvenes.

Yo me siento
sobre tu regazo,
vos me hablás de un libro
que leíste
mientras tus manos
no se quedan quietas.

Me vas recorriendo
la espalda
sobre mi vestido insignificante,
intento concentrarme
pero me pierdo.

Me quedo mirando
en silencio
tus labios
y te beso.

60
XXXIII. Al pueblo y a la flor no los mata el fusil

Jacinto “Gallego” creció


cantando canciones republicanas
con su guitarra negra.

En los setenta le llegó su momento,


ocupó su sitio en la trinchera
de otro suelo.

La lucha que es la misma


es una sola
y son muchas.

Yo que tengo esquirlas en el cuerpo


no empuño fusil ni guitarra,
de noche bajo otro cielo
escribo versos
que serán canciones
para otras generaciones.

Al pueblo y a la flor no los mata el fusil.

61
XXXIV. Esa joven mujer todavía

Lo peor de estar lejos


son las noches en que me sueño
en mi vieja casa, viviendo mi antigua vida.

Veinte años en las venas,


un saco azul de lana
y un morral con libros a cuestas.

Salgo a la calle
paseo por plaza Italia
converso con amigos 
y despierto...

No sé si fue un recuerdo
o esa joven mujer todavía
patea las hojas secas de roble
por las ramblas de mi ciudad.

62
XXXV. Es primavera pero yo tengo frío

Aquí es primavera
pero yo tengo frío.

Los pajaritos cantan


los árboles reverdecen.

Las flores brotan


los niños ríen.

El sol resplandece
el amor se desvanece.

Aquí es primavera
pero yo tengo frío.

63
XXXVI. Todo es promesa

Venía en bicicleta
pensando en el vacío del amor
cuando de frente me encontré
kurz vor neun
a una novia radiante
como una aparición.

Vestido de encaje blanco,


en los hombros un chal verde de gasa,
tenía recogidas sus rastas rubias,
llevaba un ramo de girasoles
en la mano.

Aparqué mi bicicleta
cuando vi llegar
al sonriente novio
de riguroso traje negro,
también atadas sus rastas rubias,
escoltado por su padre y padrinos.

El novio besó tiernamente


a su prometida
mientras cargaba en brazos
a la pequeña niña de ambos,
juntos entraron a la sala
de registro civil.

Se casaron por amor


y prácticos motivos:
seguro médico familiar,
rebaja de impuestos,
renta compartida.

La estadística dice
que un matrimonio

64
dura promedio
cinco años.

La ciencia asegura
que el enamoramiento
dura menos de dos.

Pero a quién le importa


la estadística y la ciencia
en un día esplendoroso
cuando todo es promesa.

Sonaron de fondo
fuegos artificiales,
ovaciones y aplausos
¡qué vivan los novios!
¡qué viva el amor!

65
XXXVII. Demoliciones

“Se va la vieja casa


para siempre abolidos
tiempo ladrillo y recuerdo
ventanales la tía ausente sombra fresca y por si acaso
al atardecer huelga del viento en oquedades grises
Ya no hay casa.”
Hugo Achugar, El derrumbe.

Volver a tu país
para descubrir
que demolieron tu casa
con tus cosas dentro
sin aviso previo
y en su lugar encontrás
una construcción espantosa
es la pesadilla
hecha realidad
de todo migrante.

66
XXXVIII. Cordón invisible

a Rosita

La noticia me
partió al medio
cómo un rayo.

Te fuiste amiga
no estuve ahí
no te pude despedir.

La distancia
existe,
es ausencia.

Perdón, amiga,
la lejanía,
me extrañaba
tu silencio.

Pensé que estabas


ocupada con la profesión,
los chicos, la casa,
el marido, la familia.

Y todo lo que cargamos


en la espalda las mujeres,
sostén en este tiempo.

Sin saber que estabas


luchando con un dragón
de dos cabezas.

Seguro intuías
que te quedaba
poco tiempo.

67
Tenías tantos planes
ganas de hacer
ansias de vivir.

En la era de
la comunicación
parece que estamos
desconectadas.

Y no supe nada
en este tiempo
hasta ayer.

Y una parte de mí
de lo que fuimos juntas
se va con vos.

Y otra de vos
de lo que nos
reímos juntas
queda conmigo.

Sintiendo
que estarás
en un mejor lugar.

Mando este
mensaje por el
cordón invisible
que nos une
a las dos.

68
XXXXIX. Héroe nacional

Soñé con el velorio


de mi padre Jacinto,
era en mi escuela
cuarenta y tantos años después.

En el centro del patio


habían colocado su ataúd
con la bandera argentina,
cruces coronas de flores,
era custodiado por granaderos
sí, ¡granaderos!

El clima era solemne,


festivo, mucha gente,
estaban Madre, hijos,
amigas, compañeros.

De repente hace aparición


una banda musical,
bombos, platillos
y redoblantes
con la cara de Evita y Perón.

En eso momento le digo


a mi amiga Inés
que tenía a mi lado:
pero, ¡Jacinto no era peronista!

No, no lo era, me contestó,


pero fue un caído en combate por la revolución,
un luchador por la patria socialista,
un héroe nacional.

69
XL. Mensaje cifrado a 42 años

Intuyo que Jacinto me ha dejado con su ausencia


un mensaje oculto para descifrar.

Llevo años investigando


juntando material,
entrevistando a testigos presenciales
y preguntado a las estrellas por su significado.

Como una arqueóloga de extintas civilizaciones


he ido tras su rastros,
he reparado lazos con milenaria paciencia,
han quedado marcas –es cierto– pero la pieza
está reconstruida, pudiendo apreciarse en todo su
esplendor.

Me siento en paz y tranquila con esta historia.


Soy la hija que acunó a su padre y calmó su llanto.

Confío plenamente en que llegaré en esta vida


a develar un códice secreto, el mensaje
que mi padre escribió para mí en otro tiempo.

Será maravilloso, lo presiento


como un rotundo: TE AMO.

70
HERMANATRIA

Alejandra Szir
A mis hijas, Francisca y Eleana, a las mujeres que hacen
mi hermanatria, a mis hermanas, Mariana, Sandra y en
memoria de Claudia, porque este libro iba a ser sobre la
rabia y por ellas terminó siendo otra cosa.
ENERO

Approche, approche.
Entro en el cuadro, me olvido del cielo,
me acuerdo de Troya, tu rostro, cuál de ellos,
eran uno o eran tres,
los perros sobre la mesa,
la riqueza, flor de lis,
azul, profundo azul, índigo, oro, el duque. No tengo nada
que ver, pero todo lo que veo
generoso afán
el refugio en algo que desaparece.

77
JAULA

Separar lo bueno de lo malo.


Aprendo a ver barrotes desde la lámina.
¿Quiénes son los negros?
La venganza es el asado caníbal.
Soy salvaje porque no entro.
Si los barrotes son límites no sabemos qué está adentro
qué está afuera.

78
BIBLIOTECARIOS CAÍDOS

Segundo piso, entrada 9.


Quiero llevarte
no puedo
aunque seamos el uno para el otro.
El dueño anterior
no resistió.
Escaleras, corredores
la muchacha dormida
en el cómodo sillón.
Los errores del sistema.
Ahora sé exactamente
qué pasillo
qué fotocopiadora
qué carnet
qué escalera.

79
DESPUÉS DE LAS CUATRO

Mesas, espacios amplios. Tazas y mates.


Perspectiva visual. Expectativa
también. Los sonidos alrededor es almendra
seca en mi boca. Incluso el tango
japonés, ejecutado, interpretado con
flauta traversa en la planta baja.
No hay taladros después de las cuatro.
Ni aspiradoras. Comodidad. Eso se respira,
bocanadas sabias. Saben qué lugares del
cuerpo son más pesados que otros, la
gravedad los arrastra y el colesterol.
Timbres, niños, ring-rajes alternativos.
Ver esas fotografías tuyas sacadas por
otros, por extraños.
Esta es la casa, estándar, típica, aunque
no tengamos jardín adelante. Explicamos
el mundo situados en él.
Eso es tiránico, triste.
No importa.
Pienso en las personas que
vi hoy. No en las personas que escuché.
A mis vecinos los escucho. Son ruidosos,
sobre todo en primavera, cuando hay
sol y las ventanas están abiertas.

80
LOS CEREZOS

Entre los cerezos, cerezas casi maduras


expanden un color que irradia
fidelidad feliz
constancia
tu existir
conexión trascendente de nosotras o nosotros.
Yo y él, ella, ella, y más.
Entre el cerezo de los vecinos y yo existe
el vínculo.
Gracias.
Tan intenso el dolor de las separaciones
como esta tibia certeza, resiliencia, de ustedes
brillo rojo sobre la superficie
verde
lisa.

81
NUBES

nubes de mosquitos
grises rosas del cielo
volteada y las niñas yéndose
y yo ya sé ya sé
amarillo es llama en lo verde
reflejos de pájaros en la superficie blanca
el plato contra la pared
presión tan triste
dolor cardíaco
mi todo
mi algo que trato de capturar
lo que no debería querer
que no merezco
saberme cierta la pena alegre

82
EL MOTIVO

Todo respira, no cabe duda.


La hoja otoñal chiquita que aparece
en mi mano, sentada en el coche.
El ventanal con el nombre del boliche.
La calle, la esquina, el mural
el tren.
Desfachatez, intromisión
decir que el cantante estaba nervioso.
Los tacos de las minas
dos colores por donde pasa el aire.
La mano agitándose en la pantalla del móvil.
Llamar al mozo.

83
PARALELO

La ausencia y la presencia
un crepúsculo
una alfombra
un límite entre una
cosa y otra.
Todo se mueve.
Sentir, sentir
los puentes.
Saber
que estás
y que es absurdamente provisional.
Al infinito
los cachetes sonrosados y curtidos.
No me enamoro esta vez
no admiro las ciudades amables.
Aunque marquen el momento
en el que sé que estás
porque no estás.

84
LA HAYA/ LA HABANA (TANGO)

Ya no estás
pero la esperanza de verte quedó
colgada
de la humedad
de las veredas
de la gente en las terrazas
de sus cervezas.
No estás
no te veo
y algo tuyo
quedó
algo que me guarda.
Camino por la que fue
la ciudad
y los ricos
los pobres
los tranvías llenos
el barrio donde trabajé
el barrio chino
la gente de compras
un arenque robado por gaviotas.

85
ELINE VERE

El bosque atravesado
ciudad en trozos, ráfagas de autos
parejas, personas; personas y perros.
Sola
en el horario intermedio
entre el café y la cerveza
la gente regresando
los cuervos que miran sin esperar.
Viento de la costa.
El cansancio llega por fin
en el momento en que el semáforo
permanece rojo.
El terreno verde entre el bosque y la ciudad
la calle de restaurantes
el shopping center vacío
excepto por un adicto pidiendo limosna.
Las casas de los ricos
el primer piso está tapado
el segundo tiene las luces prendidas
y se ven arañas extraordinarias
paredes rojas y antigüedades.
Todo bello y horrible
la ciudad pretende
como un bosque domesticado.

86
MIS ABUELAS ME DIERON

Mis abuelas me dieron:


La que murió rápido un patio, como el que tuvieron
tantos nietos de mi generación, un patio con jaulita y
canario adentro, pajarito.
Y la abuela que vivió más tiempo: leches en mamadera en
la cama mirando tele (cuando ya era demasiado grande
para la mamadera), polenta fría en cuadraditos flotando
en el té con leche y polenta caliente con leche y azúcar
y ciertas observaciones lúcidas sobre mis padres. No
muchas, pero ciertas.

87
MIS PROPIOS ERRORES

Nos metemos en el agua sucia.


Tengo que llevar la mochila encima de la cabeza.
Es nuestro vehículo,
la única forma de llegar.
No importan los errores de los demás
al apropiarse de mi historia.
Desde el feto
llevamos lo que vendrá, lo
propio y lo de más allá.
El feto gigante universal se regodea
cargar lo menos posible
porque va como el mar:
cuando la ola la saca
vuelve a traerla.

88
CHAIKOVSKI

La ladrona pasa desapercibida.


Nadie sabe lo que soy.
No puedo cambiar al mundo
entonces cambio los mundos pequeños.
La victoria es una sensación de eterna derrota.

Hay un libro donde mis padres aparecen


no como mis padres
no como pareja
sino como compañeros de trabajo.
Mi madre está embarazada
de un ser anónimo
no de mi padre
y el feto que fui no tiene identidad,
solo dos cromosomas X.
Me molesta más que mi padre
no sea mi padre
que ser un feto femenino.
Los libros parecen inocentes
pero pueden ser peligrosos.
Privacioneslegalesdelalibertad
en lugar de privaciones ilegales.
Soy caja de resonancia.
La autoridad confunde lo literario
con lo literal.

La mano sobre la encuadernación


gris rugosa y cálida.
En Romeo y Julieta hay un momento
en que recuerdas que se aman
y que morirán al final.
Negaba reconocerlo; lo reconozco ahora,
incluso recuerdo la tapa del disco.

89
No me lo creí, pero al final lo acepto.
El recuerdo me reconoció.
En holandés se dice
fiesta de reconocimiento.

90
NI PERLA NI BARRO NI PLATA

Lago de plata no se puede


ya no
el problema es la plata
el lago es por lo del río quieto
es que en realidad es un estuario
sabíamos lo que había pasado
y por amor a nuestros padres idealizamos la mierda
es que los niños quieren que sus padres sean felices
quieren ser dios
son pecadores
no se puede
el lago, el río inmóvil
ríos son los de Córdoba
para inmovilizarlo más le tiramos cadáveres
qué práctico
le tiramos químicos
le tiramos muerte química
muerte en personas
nuestra madre nos dice: no estaban muertos
nuestra madre nos necesita y la abandonamos
madre patria
madre de mierda
de mierda el río y la plata
y cualquiera de sus derivados
argento es un director de cine de
películas de terror.
Por eso no se puede
somos pecadores
decimos Ferledenia
olvidar
el miedo es un intento
de inmovilizar la violencia
el río se revuelve en su barro
pero si le llamaste río
revolver también es mover.
91
Revólver
lago porque es quieto
lago porque es corto
todo es marrón: sangre
ojos piel caca de río
los leones son amarillos
aguas marrones
nunca serán leones.
No podemos decir
río, lago, mar
plata, argentina, brillante
luna tucumana
tamborcito
decimos
Verledenië
inventamos otro nombre
como hicimos con el agua
líquido, pecuniario.
Ahora no nos entiende nadie
Antes es Ferledenia
es cadáver exquisito
omnipotencia infantil
somos niños pecadores
nos hacemos cargo
digo que lo hicimos nosotros
dominamos la ira
cambiándole el nombre
bautizándola
de la plata
billetes marrones
con la cara de san martín.
Parelstad
para no decir
la ciudad de donde nos vinimos
buenos aires argentina río de la plata
nombres coloniales
nuestros padres nuestras madres
92
nos enseñaron a odiarnos los unos a
los otros
y nosotros somos tan buenos
ahora está todo quieto
hemos terminado el trabajo
lo dijimos para que lo sepan
el nuevo nombre
Verledenië, Parelstad, Grote Rivier
siempre hay sauces
nostalgia, mirar las olitas pensando
en sus padres y sobre todo en sus
madres.
Nuestras medidas son precarias
dios es infinito
no se trata de perdonar
sino de desculpar
revolvernos en tu barro.

93
SOBRE LA PELÍCULA THE ACT OF KILLING

El que está muerto no se entera, el que no puede


volver atrás es el asesino, que vivirá siempre en la
muerte que provocó.

94
EL PARQUÉ JUDICIAL

Justicia tardía no es justicia.


Dr. Luis Zamora

El parqué judicial. Viejo y pisoteado.


Quiero tocar al hombre que torturó a mi viejo. Tuvo algo
íntimo con él. Probablemente lo mató, quemó sus restos.
Lo picaneó. Soy perversa.
Pienso que si usted pide perdón no va a vivir en el eterno
trauma de haber dañado a otro ser humano, algo que
no debemos hacer. Ama a tu prójimo como a ti mismo.
¿Recuerda?
Pero el señor prefiere no salvarse. No se da cuenta de
que lo que hizo no está bien.
Entonces ¿son animales? ¿Son inferiores a nosotros?
No pueden darse cuenta. Viven en eso.
Pero hay gente que se negó a torturar, oficiales, del
ejército, de la policía, pidieron licencia y se fueron.
¿Quién era ese tipo? Uno de los Godoy. Recuerdo su cara,
su postura, las palabras en tinta negra que escribía sobre
la hoja blanca. Su hijo, atrás mío en la sala de audiencias.
La piel del hijo que yo miraba pensando ¡es piel humana!
Y después me di cuenta de que no era el que torturó a mi
viejo, ése era el viejito y que el pelado sentado atrás era
el hijo del torturador.
Estaba muy cerca mío. Normalmente, a los acusados, los
ponen en cajas de vidrio o estrados, separados de sus
víctimas, querellantes y testigos. La justicia argentina es
diferente y, por un motivo que desconozco, yo estaba a
menos de dos pasos del tipo que torturó a mi padre.
Podría haberlo golpeado, tengo más fuerza que él, podría
haberle clavado mi lápiz negro en el ojo.
Le dije a mi hermana que el pánico no era miedo a los
torturadores, que era miedo a mi propio odio. Nos reímos:
si yo enloquecía y atacaba, el guarda que está en la puerta
me tendría que contener.
95
Pero yo solo quería saber, tocar la piel de ese señor y
comprobar que era piel humana. Una piel. Nada más.
Él escribía con pluma en hojas A4 sin renglones y yo
tomaba notas en lápiz en una libretita chiquitita.
Y por las dos pantallas se veían a cuatro imputados más,
uno en Mar del Plata, otro en Rosario, otro en La Plata,
uno en San Martín.
Yo estaba al lado de mi hermana. Y atrás una amiga de
mi hermana y nuestro abogado. Escuchábamos a los
abogados de la defensa. La doctora dijo: “señores jueces,
este juicio es una venganza política”.
Ah, una venganza política sería muy diferente.
Ojo por ojo, diente por diente.
Esto es un juicio cuarenta años más tarde (o treinta y
dos, si pensamos que los juicios deberían haberse llevado
a cabo con el regreso de la democracia). Y yo no quiero
matar a ese señor. Lo quiero tocar.
Si usted, señor acusado, nos pide perdón y si dice que
espera que nunca jamás, ningún empleado del ejército
o la policía deba secuestrar, torturar y matar a otras
personas por motivos ¿qué motivos? Que la lucha
antisubversiva fue un gran daño a su propia nación. Si
usted pudiera entender que la muerte lo rodea, que los
fantasmas y cuerpos, cadáveres, torturados, que todo
eso lo rodea, que su piel es piel pero que tocó picana, y
que su corazón no se partió cuando vio el sufrimiento
de otros cuerpos. El mío sí, se parte, porque usted fue
un hombre que podría haber hecho algo humano y eligió
convertirse en piedra.

96
EL VIEJO ALLÁ

Señora fiscal, doctora


usted o vos, ya nos hemos tuteado,
está allá. Diciendo todo lo que pasó
yo estoy acá
y la miro por transmisión en vivo
por youtube
esto iba a ser un ensayo
pero prefiero oponerme a esa madame
todos tenemos una madame Yvonne
es una intelectual
de las que dicen cómo hay que
escribir poesía
y se lo dicen a los poetas
porque se consideran bah...
Todo esto pasa en el nuevo acá
pasa en todos lados
y allá, la doctora
habló 6 o 7 horas
con una pausa
ellos supongo que almorzaron
acá comimos una sopa, la cena
ellos
estaba mi hermana entre el público
llegó un grupo que pasadas dos horas
¿se fue?, no sé
un señor que de repente se puso
un saquito
y yo en el living de mi casa
qué juzga el juzgado
no la forma en que acá
los poetas escriben poesía
qué juzga
algo que se llama humanidad.
Había una vez un país
en el que hubo un sistema
98
para eliminar al oponente
yo era un oponente
pero peor era mi viejo.
Es curioso porque él no se veía
a sí mismo como un oponente.
Él creía que hacía lo correcto.
Y gracias a la fiscalía
y a los testigos
y a sus cartas
lo sé con certeza.
Se arrepintió
pudo ver nuestro dolor
el dolor de mis hermanas
de su mujer
de mi vieja
de la vieja de mis hermanas
mayores
pero no iba a escribir así
lo escribo solo para llevarle
la contra a Yvonne.
No iba a escribir así
porque yo creo que cargo
el viejo allá en mí
porque lo voy a resolver
empecinándome en amarlo
a pesar del odio, el odio
que se parece al miedo.
El miedo es control del odio
porque podría reventar y llevarme
el viejo allá conmigo.
Y el nieuwe también
es una cosa fea, sí.
Maldita fiscal
Querida fiscal
Maldito allá
Querido allá
Tanto más grande es todo
99
de lo que yo pueda hacer
como no puedo dejar de
escribir poemas íntimos
claro, la intimidad, parece
algo propio
propio ante la inmensidad
el plan de exterminio
aniquilar la subversión
un plan muy humano
era contra el comunismo
oriente contra occidente
no, al revés
dicen que usaban eso como excusa
que se les fue de las manos
capacitaron a sus hombres
y sí, eran solo hombres
y ellos tienen o tenían –algunos han
muerto– mujeres y niños
y museos. Tenían/ tienen museos.
Doctrina francesa.
Argelia, Indochina
una asociación americana de ejércitos
todo es inmenso, es/era
el país, el plan
los civiles que orquestaron
ya no soy yo en esta inmensidad
no puedo hacer nada
pido justicia
dice la fiscal
no dice mi nombre
yo no fui testigo
estaba
pero era muy chica
estaba de otra manera
que hermanas
que abuelo
que mujer
100
que madre
que hermana
que qué
¿por qué? otros hijos necesitaron,
explícitamente ir y hablar
yo no
es raro, la fiscal nos mencionó,
pero no habla tanto de
nosotros ahora
hablaba de nosotros entonces.
Nacida en cautiverio
tus primeros meses de vida ahí
murió de bebé.
Ver a tu padre, a tu madre,
a tu hermana, a tu hija
a tu hijo.
Saber que no podrás volverle
a ver.
Cartas y llamadas telefónicas
privilegio que es perversidad
tortura psicológica, del alma.
Es inmenso.
Es todo tan inmenso.
Mis hermanos, hermanas.
Las mujeres que fueron
esas niñas, huérfanas, huérfanas
hasta del derecho
meses de una posibilidad de
que tus viejos sean legalizados
tus viejos son mis viejos
todavía quiero resolverlo
yo me conozco
señora fiscal
se saca la chaqueta
pide permiso para hacerlo
toma agua otra vez
prenden el aire
101
un señor, un policía, prende el
aire.
La niña de doce años
que igual fue torturada
igual
un sistema más grande
aquí estamos
el nieuwe acá
el viejo allá
la fiscal y yo
no es nada personal
dice Yvonne
nos pasó a todos
por eso es mejor no sobreabundar
cuarto intermedio.

102
NI PATRIA NI MATRIA

Ni patria, ni matria. Eso tira al pasado como pirámide.


Y siempre es muerte y podredumbre.
Asesinatos.
Infancias infelices injusticia.
Hermanatria es más factible. Horizontal.
A veces muerte pero no necesariamente.
Siempre se valora cuando se ha perdido.
Entonces cuando están hay algo que nada más me lo da.
Es lo que le digo a mis hijas.
Olvídenme.

103
LA CIUDAD

La mañana la ciudad
tres cardenales en la vereda rota
dos gatos simétricos
en sillones simétricos.
Me gustaba lo abierto
pero ahora está tapado por cortinas.
Y el edificio que me invadía
me da una sombra protectora.
La mañana
donde mis amigas leen
de un celular
poesía y se emocionan me
abrazan
la ciudad
donde las bibliotecarias
se parecen a mis personajes
y dicen que los catálogos
ya no se pueden regalar
cosas de la gestión actual.
La mañana
cuando soy
pajuerana
el odio
tan controlado
me rompe los dientes
y las baldosas.
Donde las niñas llevan
camisitas
rosadas
con mafaldas
la mañana.

104
FLOR DE TIPA

No lo puedo creer, no
me acuerdo, no es algo que
pertenezca a mi pasado, pero
tampoco los vi florecer
amarillo que insiste.
Árbol de flores
que después de unos días
largan un olor desagradable
cuando las pisás.
Me sorprende que puedas conducir
limpia como el aire.
Me gusta tu voz y lo que decís
es un placer en el viaje
al hospital, ella ya no es
ella. El fondo de sus ojos
se está haciendo casi azul, quiero
creer que distingue algo en mí que
la tranquiliza.
Empiezo a entender de dónde
viene ese abrazo,
el pudor es de las otras mujeres
y ellas me devuelven el afecto que
siento siempre.
La calle amarilla.

105
HERMANA

Caminata que te busca


hojas amarillas
siguiéndolo a él rodeando
un lugar que me rechaza
ansiedad de no encontrarte
de no llegar
y al final estar
y pensar cómo te busqué
y el paso del chico
y la taza de papel
y la barba afeitada
y la ropa oscura
y el pelo largo
y las hojas amarillas
y el túnel con el chelo afinándose
y el concierto
y los pasantes que escuchan
y el dulce alivio
que la generación anterior
me dejó
la nuestra.

106
PERSISTENCIA

I
los muebles
el carpintero
las pieles de los asesinos
la gota en el vidrio
el agua
el polvo sobre los muebles
amor como venganza
querer
seguir queriendo
lo animal
de lo humano
lo humano de
lo animal
las piedras
el árbol inmenso
el árbol recortado
amor
como esfuerzo
como otra forma de odio
los pájaros

II
panza roja
rostro negro
carpintero
máscara
rojo en el ojo
pico fino
a ver quién se mueve
otros hacen ruidos
él está en una rama
vacila
soporta su peso
quebrándose
107
yo estoy plana
sobre las baldosas negras
aplanada por el sol
vos mirás a todos
menos a mí
¿qué, a quién estás buscando?
un carrillón lejos
Bach o algo infantil
te capta
das ternura
me enamoras

108
LA DIOSA

Llevan vestidos de tul amarillo


compras en alto
trenzas negras
este es el mundo cuando llueve fuerte
el mundo lleno de niñas pequeñas.

Dignas desafiando
desafinando
dotes
lo que no pueden
las lunas llenas
niñas de aquí, niñas turistas
el resort
la calle de los perros
el templo budista y polvo
polvo en los pies.

No saber si son niñas las que cuelgan


de la diosa.
Si las imágenes cayesen
de las torres
puestos, feria
elefantes de madera
tamilas, singalesas.

109
NO ESCRIBO SOBRE EL PENSAMIENTO

No escribo sobre el pensamiento


lo que siento es esto:
calor, ajo, mucho ajo
ajíes felices rojos y verdes
papel, la postal que hace juego con
los cuadernos no
escribo
escribo mi cuarto
ático estancia habito el verano
no es calor acumulado.

110
SIEMPRE HAY ISLAS

En el desierto
las niñas corren
libres
montaña arriba
pequeñas
ágiles
como cabras
como hadas.
Ella corta un pomelo
y lo reparte.
Una isla.
En la nieve
llegan correos
traducciones
trabajo
o algo mejor
una isla
siempre islas
una geografía
más allá de mapas dibujados
corporal
afectiva
pensada
solo en lo sentido, táctil
siento el papel del libro
cuaderno que tengo
que leo
que escribo.

111
EL MUNDO ES MÁS CHICO AHORA

El mundo es más chico ahora


no alcanza la vida para verte.
El querer en la memoria
la luz prendida de día
gatos fotografiados bajo las mesas.
Hermanos, autores y hermanas.
Saber que es posible la unión.
Importa lo que ya no importa.
Sauce, tipa,
araucaria y palmera.
Fácil de reconocer.
Juventud porque es frágil
recompensa su promesa.
Imprudencia de no abandonarlos
jamás, emana
nombres, listas,
división de dos mundos
uno legal
y otro
que parece ir más despacio.
Luz prendida y
percibo tu cuidado.
Absolutamente segura.
Recibo tu bienvenida.
Ingenua descubro
que siempre estoy volviendo.

112
VIVIR ES POLÍTICO

Hoy empiezo: la luz suave, ventanas abiertas, el piso limpio.


Mi casa llama a su mudanza.
Parece que espero porque el verde es nítido y lineal.
En todas las hojas, en cada puerta.
El humo del té.
Asume el reproche de no ser mate, de no venir con compañía,
de no tener merienda. Infusión en falta.
Los invoco. Y me alcanza.

113
índice

Pròlogo 11

HERMANATRIA . María Ester Alonso Morales


I. Escaleras siniestras 23
II. Quedarme ahí 24
III. 24 de marzo lejos 25
IV. Esa vieja amiga 26
V. Minimundo 27
VI. La de noble estirpe 28
VII. La vida era dulce 29
VIII. Hay que leer a Gramsci 30
IX. Alegato en defensa de mi padre
y sus compañeros 31
X. Niños pequeños 32
XI. El velo gris 33
XII. El tintinear de fondo 34
XIII. Christuskirche 35
XIV. Perfume dulce 36
XV. De dónde vengo y adónde voy 37
XVI. Especiales 36
XVII. El vacío del amor 39
XVIII. Un mito 40
XIX. El mismo sueño 41
XX. Bajo la llovizna ajena 42
XXI. Somos espejos 44
XXII. San Valentín 46
XXIII. Un amasijo 47
XXIV. Una boca dentro de otra boca 49
XXV. Marchita la frente 51
XXVI. La distancia 52
XXVII. Derrumbe 53
XXVIII. Bernal 55
XXIX. Seré millones 56
XXX. Los pibes de la esquina 57
XXXI. Cartas al cielo 59
XXXII. Sueño de verano 60
XXXIII. Al pueblo y a la flor no los mata
el fusil 61
XXXIV. Esa joven mujer todavía 62
XXXV. Es primavera pero yo tengo frío 63
XXXVI. Todo es promesa 64
XXXVII. Demoliciones 66
XXXVIII. Cordón invisible 67
XXXXIX. Héroe nacional 69
XL. Mensaje cifrado a 42 años 70

HERMANATRIA . Alejandra Szir


ENERO 77
JAULA 78
BIBLIOTECARIOS CAÍDOS 79
DESPUÉS DE LAS CUATRO 80
LOS CEREZOS 81
NUBES 82
EL MOTIVO 83
PARALELO 84
LA HAYA/ LA HABANA (TANGO) 85
ELINE VERE 86
MIS ABUELAS ME DIERON 87
MIS PROPIOS ERRORES 88
CHAIKOVSKI 89
NI PERLA NI BARRO NI PLATA 91
SOBRE LA PELÍCULA THE ACT OF KILLING 94
EL PARQUÉ JUDICIAL 95
EL VIEJO ALLÁ 98
NI PATRIA NI MATRIA 103
LA CIUDAD 104
FLOR DE TIPA 105
HERMANA 106
PERSISTENCIA 107
LA DIOSA 109
NO ESCRIBO SOBRE EL PENSAMIENTO 110
SIEMPRE HAY ISLAS 111
EL MUNDO ES MÁS CHICO AHORA 112
VIVIR ES POLÍTICO 113
Este libro fue impreso en
los talleres gráficos

José Joaquín Araujo 3293


(C1439FAP)
Ciudad de Bs. As.

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