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HERMANATRIA
Ma r í a E s t e r A l o n so Mor a l es
A l e j an dr a Szir
Alonso Morales, María Ester; Szir, Alejandra
Hermanatria; prólogo de Margarita Merbilhaá.
1a ed. La Plata: Pixel, 2020.
(Poesía)
ISBN 978-987-3646-43-0
CDD A861
Alejandra Pizarnik
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car de una sola vez con palabras en nada vacías (repre
sión, dictadura, crímenes de lesa humanidad) pero eso no
alcanza. En la voz de Alejandra, antes eso era una suerte
de mensaje encriptado, hasta que de golpe se descubría
un recuerdo o una conversación con el padre ausente. En
este libro persiste un afán de capturar con los ojos, colores
y cosas fortuitas que se ofrecen, quizás impulsado por la
convicción de que “dejarán de estar”. Pero ahora, en este
país hecho a la medida de ambas poetas, parece más fácil
dejar el pudor de abordar-pensar con la poesía uno de los
núcleos más dolorosos en torno a la historia reciente, que
son los juicios, por el modo en que traen aquí y ahora el
terrorismo estatal y la presencia ominosa de los genoci
das. María Ester nos pone de prepo en la vida-sin y en
los hechos que la determinaron (el terrorismo de Estado).
Nombra sin más la palabra “orfandad” y algo de lo que dice
ocurre en el suceder mismo de todos los poemas del libro:
“Cuando creo haberte perdido/aparecés de nuevo”. Con
fluir en Hermanatria la impulsa a arriesgarse en la intimi
dad del presente, a compartir aún más el corazón: el amor,
sus hijos, el destierro. En ambas voces, ciertos poemas e
incluso algunos versos retornan sobre la vida-sin; es algo
así como un vaivén pero nunca igual, o una presencia la
tente en medio de notas-impresiones surgidas de la vida
diaria, del contacto con otros mundos, de mundos contra
lógicos, como las estrellas imaginadas de cinco puntas en
el “minimundo” fabricado por el hijo niño. Hay un querer
vivir esperando lo que venga a ofrecer el mundo (“Subo
los Andes/para tocar el cielo/no tengo miedo/ mi hogar es
el mundo entero”). Y una necesidad de ponerse a prueba,
ante el sentirse “pajuerana” de Alejandra y que empieza
por la pelea diaria de estar entre dos lenguas.
Estar en Hermanatria produce todo eso en cada una. A
veces permite abandonar un antiguo pudor y exponer sin
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temor al odio, qué implica íntimamente pedir justicia
para los culpables de tantos crímenes contra mili
tantes políticos que probablemente habían cometido
delitos contra el código penal. Hermanatria ayuda a
compartir las contradicciones entre el pasado mi
litante de muchos padres y madres y el presente,
otro mundo (“tranquila, chiquita/todo está bien/
en tu mundo” dice no sin ironía una voz de madre).
Se trata en cierto modo de la inversión de la doc
trina de la lucha antisubversiva y de la teoría de los
dos demonios y por ende, su refutación más radi
cal: nuestros padres eran culpables de oponerse al
sistema (en una variedad de frentes, mucho más
amplia que la guerra de guerrillas). La persecución
atroz y la destrucción de tantas vidas de militantes
políticos, sindicales, revolucionarios, de sus amigos
y familiares agrava el accionar represivo, no lo jus
tifica. La hermanatria hace posible tocar el grumo
incómodo –una trampa– para invertir su lógica: pre
cisamente porque quienes padecieron el genocidio
eran opositores, los criminales deben ser juzgados y
condenados. Como una iluminación, esta convicción
apareció en el juicio, y para que quede claro, está
documentada en una nota garabateada allí mismo.
Vieja cuestión que en la hermanatria ha representa
do una carga a asumir desde la infancia en dictadura
hasta la adolescencia en la transición democrática y
luego, durante la exposición pública de los años de
impunidad; asumirse tan culpables como los padres,
o una necesidad de contornar el tema, de no enfren
tarlo directamente. Cuando acecha en sueños el im
perativo de comparecer ante los tribunales, María
Ester suelta una pregunta desesperada: sin haberlo
conocido, “¿Acaso puedo defenderlo?”.
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Naturalmente, Hermanatria permite la ironía (trágica):
una hija pensada en sueños como “de noble estirpe”; las
estrellas de cinco puntas en el mundo del hijo (el nieto);
la siempre inquietante identidad/identificación cuando la
voz de un poema se asume “oponente/ pero peor era mi
padre”. En el código de la hermanatria, “Mi historia” es un
término usual; o “apropiarse”; también la “mochila” que no
se puede soltar sino apenas alivianar. En Hermanatria se
admite escribir los sentimientos, sin nombrarlos; encon
trarlos como un río subterráneo que corre a pesar de todo.
Y descubrir que aun en la singularidad de sus apariciones,
la espera infinita y la soledad de la infancia, la nostalgia de
lo que no se conoció (como en el poema de María Ester
“Quedarme ahí”), la extranjería, el querer vivir (como en el
último poema de Alejandra “Vivir es político”), la impoten
cia ante mandatos enviados desde ningún lugar preciso, a
veces en Hermanatria son compartidos. Es un lugar donde
compartir la vida-sin.
MARGARITA MERBILHAÁ
La Plata, Febrero de 2020
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HERMANATRIA
Handy: 0151-12295167
E-mail: poesiaentredosorillas@gmail.com
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ntre-dos-orillas
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I. Escaleras siniestras
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II. Quedarme ahí
a J.A.
A veces te extraño
— o eso creo —
y no sé si es a vos
o a esa sensación
de calidez
de hogar
de haber llegado
a puerto seguro.
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III. 24 de marzo lejos
Y mi alma es un pajarito
buscando reparo
por eso te llamo.
tranquila, chiquita
sana, sana, si no es hoy
todo estará bien mañana.
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IV. Esa vieja amiga
Decime orfandad
¿por qué me seguís?
cuando creo haberte perdido
aparecés de nuevo.
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V. Minimundo
Mi hijo me trajo
un minimundo
tiritando
en la palma de su mano.
Mirá, mamá
¿no es hermoso?
Un minimundo
poblado de seres
árboles y pajaritos
invisibles.
Cuidado cariño
no vayas a romper
su frágil equilibrio.
Tocá, mamá
¿no es suave?
Sí, lo es,
mejor ponelo aquí,
despacito,
dejalo que respire.
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VI. La de noble estirpe
Buscando rastros
pistas, huellas,
buscando nietas
y nietos desaparecidos.
Hurgando
rascando
rasqueteando
el pasado.
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VII. La vida era dulce
Techos bajos,
un local al frente,
un pinito en el pequeño jardín.
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VIII. Hay que leer a Gramsci
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IX. Alegato en defensa de mi padre y sus compañeros
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X. Niños pequeños
tranquila, chiquita
todo está bien
en tu mundo.
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XI. El velo gris
El velo gris
cubriendo tu pelo,
ojos remarcados de negro,
de dónde venís mujer,
qué historias cuentan tus arrugas
y las marcas en tus brazos,
qué escondés debajo de las mangas.
Me bajo
y vos seguís tu camino.
Vos sos otra yo.
Yo soy otra vos.
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XII. El tintinear de fondo
Subes en Schlump
aferrado a tu carro,
la espalda encorvada por la vida,
llevás enganchada la bolsa del ALDI
repleta de botellas vacías.
Te sentás
mientras mirás
a una madre
con su hijo en brazos.
Lentes empañados,
calor, humedad,
con un pañuelo sucio
intentás limpiarlos.
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XIII. Christuskirche
Disculpen la molestia
mi nombre es Christian
de momento soy un Obdachloser
me alegraría recibir cualquier
donación o algo para comer o beber.
Les deseo que continúen felizmente su viaje.
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XIV. Perfume dulce
Perfume dulce
conocido
casi familiar.
Me alegré
de saber
que en mi interior
arde un fueguito.
Una brasita
que resistió
al vendaval
de lo cotidiano.
Esperando
tu voz
tu piel
tus manos
tu olor.
Perfume dulce
conocido
casi familiar.
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XV. De dónde vengo y adónde voy
Me preguntan siempre
de dónde vengo
qué edad tengo
qué hago aquí
y adónde voy.
A veces siento
que no es simple curiosidad,
si quieres saber de verdad
te diré que:
No hay vallas
muros ni fronteras
que me detengan,
cruzo el océano
con mi imaginación.
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XVI. Especiales
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XVII. El vacío del amor
a Neus
No hay reacción
todo cae al vacío
el vacío del amor.
Y yo me quedo esperando
juego a tirar una piedra
esperando que al menos caiga al agua
para comprobar que no hay nada
cae ahí sin más.
Es que no lo ves
no me ves
no hace falta evidencia
negar es más fácil.
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XVIII. Un mito
Te me presentaste en sueños
para decirme que
nuestro amor es un mito.
Después me desvestías
lentamente
prenda por prenda
lentamente
desatabas mis zapatos
llevándome en alzas a tu cama.
Hacíamos el amor
mientras en mi cabeza
retumbaban tus palabras
como un eco
dejando al final un sabor
amargo en mi boca.
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XIX. El mismo sueño
Seguí durmiendo
en el aeropuerto
en una silla azul de metal.
Continúe durmiendo
en el avión a Hamburgo
pegada a la ventanilla.
Llegué a mi casa
y en mi cama prosiguió
el mismo sueño.
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XX. Bajo la llovizna ajena
En la esquina
del Karstadt
un acordeonista
sentado en un banquito
despierta el instrumento.
Seguro un migrante
seguro viene del este
bajo la llovizna ajena
bajo las luces encendidas
toca canciones remotas.
Suena a melancolía
en la Osterstrasse
que empaña el gris
de este invierno.
Y vos ahí
en esa infame esquina
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templo del consumo
y del derroche
solo abrazando tu acordeón.
Sigue acordeonista
tocando tu pena
por unas monedas
el sueño de Europa
se hizo pesadilla.
Ya quisieras volver
con tus teclas
el tiempo atrás
para nunca partir.
Vuela acordeonista
dale duro al fuelle
llega a tu aldea
recibe cobijo
en la casa materna.
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XXI. Somos espejos
Aprovechaste jugando,
enfocando o disipando la imagen
con la excusa de la distancia.
Amor mezquino
mantuviste la atención por interés
pura necesidad de sentirte amado.
Es que buscamos
al amante utópico
el mejor de los mejores.
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¿Pero quién es quién en este juego
de repetir lo pasado?
Somos espejo, reflejando
el dolor que causamos en el otro.
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XXII. San Valentín
Ella le escribió:
Tu amor
es lo más lindo
que tengo.
Él le clavó
once puñaladas
en el cuello.
Ella tenía
quince años
y dos meses de embarazo.
En el mensaje
de San Valentín
todavía sonríen
los dos.
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XXIII. Un amasijo
Ya sabés,
la universidad
la casa
los chicos
el alemán.
Sin embargo
en la noche,
cuando
la conciencia
se apaga,
aflora
lo oprimido.
En la oscuridad
vuelven
todos
los ausentes.
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Y tal vez sea eso
el tiempo
un amasijo
donde todo se funde.
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XXIV. Una boca dentro de otra boca
Tu boca
pronunciando
mi nombre.
Y mi boca
pronunciando
tu nombre.
Por la ventana
del noveno piso
cielo plomizo.
La tormenta
se avecina
no se deja
esperar.
Mi nombre
en tu boca
tu nombre
en mi boca.
La luz
en calle 9
invoca gotas
de lluvia
fragmentada.
Van cayendo
una a una
nuestras
prendas.
No anda
un alma
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el mundo
alrededor
desaparece.
Y mi nombre
y tu nombre
en nuestras
bocas
abiertas
danzan.
Hubo un tiempo
en el que
pensar
tu nombre
me hacía
estremecer.
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XXV. Marchita la frente
Es como
rascar con las uñas
una cascarita
para comprobar si ha cicatrizado
o si sigue sangrando
la herida.
Y seguís escarbando
donde más te duele
y le das
y le das.
sería hermoso
si estuvieras
aquí conmigo.
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XXVI. La distancia
La distancia es relativa
te escribí,
qué es estar lejos
o cerca
te pregunté.
La distancia
la disuelvo
en mis manos,
eso pensé.
Mientras miraba
a Buenos Aires
brillar desde lo alto.
Sin embargo
puedo estar aquí
y de todas formas
no verte.
Un suspiro
nomás
un suspiro.
No hay duelo
la distancia
no es final
solo un hasta luego.
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XXVII. Derrumbe
Asisto al derrumbe
de mi madre
muro por muro
grieta por grieta
pieza por pieza.
Y no puedo
hacer nada
para impedirlo
para apuntalarla.
Hace años
que no tenemos
una conversación.
Habrá encontrado
alivio
en el olvido.
A dónde se ha ido
me pregunto
mientras la observo
tejer y mirar la tele.
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XXVIII. Bernal
Este permanente
ir y venir
transitar
entre ruinas
avanzar
entre escombros
derribos
demoliciones
con mi mochila
de superviviente
y mi botellita de agua,
Berlín en la primavera
de 1945
Buenos Aires en el invierno
del 2020,
los campos de concentración
hoy son centros culturales
tengo pocas certezas
una de ellas es pisar
el lugar donde nací.
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XXIX. Seré millones
Nos dejaron
algo más valioso
que 450 millones
enterrados
para repartir.
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XXX. Los pibes de la esquina
En una torre
derruida
construyeron
su guarida
con mantas
y colchones.
Somos
los pibes
de la esquina
vendemos
artesanías
¿quiere usted
colaborar?
En la noche
resisten
al hambre
el frío
y el miedo
apretados
al fogón.
Mientras
desde los carteles
los candidatos
sonríen seductores
para la próxima
elección:
Los argentinos
juntos somos
imparables.
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XXXI. Cartas al cielo
Mi hermana
escribía cartas
con dibujitos
en un papel celeste
a un papá
que nunca conoció
pero supo que tenía.
Hoy se desvanecen
entre mis manos
¡tantas cosas
nos han quitado!
Ella murió siendo
una niña
y también sabía:
Vos no podés bajar,
pero nosotros algún día,
vamos a subir.
En el cielo se habrá
reencontrado con
el padre más querido
de todos los padres del mundo.
Ya no habrá más lejanía
ni soledad.
* en cursiva las citas textuales de las cartas de maría elena morales, mariela.
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XXXII. Sueño de verano
En mi sueño
andamos juntos
por la ciudad,
es verano
y somos jóvenes.
Yo me siento
sobre tu regazo,
vos me hablás de un libro
que leíste
mientras tus manos
no se quedan quietas.
Me vas recorriendo
la espalda
sobre mi vestido insignificante,
intento concentrarme
pero me pierdo.
Me quedo mirando
en silencio
tus labios
y te beso.
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XXXIII. Al pueblo y a la flor no los mata el fusil
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XXXIV. Esa joven mujer todavía
Salgo a la calle
paseo por plaza Italia
converso con amigos
y despierto...
No sé si fue un recuerdo
o esa joven mujer todavía
patea las hojas secas de roble
por las ramblas de mi ciudad.
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XXXV. Es primavera pero yo tengo frío
Aquí es primavera
pero yo tengo frío.
El sol resplandece
el amor se desvanece.
Aquí es primavera
pero yo tengo frío.
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XXXVI. Todo es promesa
Venía en bicicleta
pensando en el vacío del amor
cuando de frente me encontré
kurz vor neun
a una novia radiante
como una aparición.
Aparqué mi bicicleta
cuando vi llegar
al sonriente novio
de riguroso traje negro,
también atadas sus rastas rubias,
escoltado por su padre y padrinos.
La estadística dice
que un matrimonio
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dura promedio
cinco años.
La ciencia asegura
que el enamoramiento
dura menos de dos.
Sonaron de fondo
fuegos artificiales,
ovaciones y aplausos
¡qué vivan los novios!
¡qué viva el amor!
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XXXVII. Demoliciones
Volver a tu país
para descubrir
que demolieron tu casa
con tus cosas dentro
sin aviso previo
y en su lugar encontrás
una construcción espantosa
es la pesadilla
hecha realidad
de todo migrante.
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XXXVIII. Cordón invisible
a Rosita
La noticia me
partió al medio
cómo un rayo.
Te fuiste amiga
no estuve ahí
no te pude despedir.
La distancia
existe,
es ausencia.
Perdón, amiga,
la lejanía,
me extrañaba
tu silencio.
Seguro intuías
que te quedaba
poco tiempo.
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Tenías tantos planes
ganas de hacer
ansias de vivir.
En la era de
la comunicación
parece que estamos
desconectadas.
Y no supe nada
en este tiempo
hasta ayer.
Y una parte de mí
de lo que fuimos juntas
se va con vos.
Y otra de vos
de lo que nos
reímos juntas
queda conmigo.
Sintiendo
que estarás
en un mejor lugar.
Mando este
mensaje por el
cordón invisible
que nos une
a las dos.
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XXXXIX. Héroe nacional
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XL. Mensaje cifrado a 42 años
70
HERMANATRIA
Alejandra Szir
A mis hijas, Francisca y Eleana, a las mujeres que hacen
mi hermanatria, a mis hermanas, Mariana, Sandra y en
memoria de Claudia, porque este libro iba a ser sobre la
rabia y por ellas terminó siendo otra cosa.
ENERO
Approche, approche.
Entro en el cuadro, me olvido del cielo,
me acuerdo de Troya, tu rostro, cuál de ellos,
eran uno o eran tres,
los perros sobre la mesa,
la riqueza, flor de lis,
azul, profundo azul, índigo, oro, el duque. No tengo nada
que ver, pero todo lo que veo
generoso afán
el refugio en algo que desaparece.
77
JAULA
78
BIBLIOTECARIOS CAÍDOS
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DESPUÉS DE LAS CUATRO
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LOS CEREZOS
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NUBES
nubes de mosquitos
grises rosas del cielo
volteada y las niñas yéndose
y yo ya sé ya sé
amarillo es llama en lo verde
reflejos de pájaros en la superficie blanca
el plato contra la pared
presión tan triste
dolor cardíaco
mi todo
mi algo que trato de capturar
lo que no debería querer
que no merezco
saberme cierta la pena alegre
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EL MOTIVO
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PARALELO
La ausencia y la presencia
un crepúsculo
una alfombra
un límite entre una
cosa y otra.
Todo se mueve.
Sentir, sentir
los puentes.
Saber
que estás
y que es absurdamente provisional.
Al infinito
los cachetes sonrosados y curtidos.
No me enamoro esta vez
no admiro las ciudades amables.
Aunque marquen el momento
en el que sé que estás
porque no estás.
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LA HAYA/ LA HABANA (TANGO)
Ya no estás
pero la esperanza de verte quedó
colgada
de la humedad
de las veredas
de la gente en las terrazas
de sus cervezas.
No estás
no te veo
y algo tuyo
quedó
algo que me guarda.
Camino por la que fue
la ciudad
y los ricos
los pobres
los tranvías llenos
el barrio donde trabajé
el barrio chino
la gente de compras
un arenque robado por gaviotas.
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ELINE VERE
El bosque atravesado
ciudad en trozos, ráfagas de autos
parejas, personas; personas y perros.
Sola
en el horario intermedio
entre el café y la cerveza
la gente regresando
los cuervos que miran sin esperar.
Viento de la costa.
El cansancio llega por fin
en el momento en que el semáforo
permanece rojo.
El terreno verde entre el bosque y la ciudad
la calle de restaurantes
el shopping center vacío
excepto por un adicto pidiendo limosna.
Las casas de los ricos
el primer piso está tapado
el segundo tiene las luces prendidas
y se ven arañas extraordinarias
paredes rojas y antigüedades.
Todo bello y horrible
la ciudad pretende
como un bosque domesticado.
86
MIS ABUELAS ME DIERON
87
MIS PROPIOS ERRORES
88
CHAIKOVSKI
89
No me lo creí, pero al final lo acepto.
El recuerdo me reconoció.
En holandés se dice
fiesta de reconocimiento.
90
NI PERLA NI BARRO NI PLATA
93
SOBRE LA PELÍCULA THE ACT OF KILLING
94
EL PARQUÉ JUDICIAL
96
EL VIEJO ALLÁ
102
NI PATRIA NI MATRIA
103
LA CIUDAD
La mañana la ciudad
tres cardenales en la vereda rota
dos gatos simétricos
en sillones simétricos.
Me gustaba lo abierto
pero ahora está tapado por cortinas.
Y el edificio que me invadía
me da una sombra protectora.
La mañana
donde mis amigas leen
de un celular
poesía y se emocionan me
abrazan
la ciudad
donde las bibliotecarias
se parecen a mis personajes
y dicen que los catálogos
ya no se pueden regalar
cosas de la gestión actual.
La mañana
cuando soy
pajuerana
el odio
tan controlado
me rompe los dientes
y las baldosas.
Donde las niñas llevan
camisitas
rosadas
con mafaldas
la mañana.
104
FLOR DE TIPA
No lo puedo creer, no
me acuerdo, no es algo que
pertenezca a mi pasado, pero
tampoco los vi florecer
amarillo que insiste.
Árbol de flores
que después de unos días
largan un olor desagradable
cuando las pisás.
Me sorprende que puedas conducir
limpia como el aire.
Me gusta tu voz y lo que decís
es un placer en el viaje
al hospital, ella ya no es
ella. El fondo de sus ojos
se está haciendo casi azul, quiero
creer que distingue algo en mí que
la tranquiliza.
Empiezo a entender de dónde
viene ese abrazo,
el pudor es de las otras mujeres
y ellas me devuelven el afecto que
siento siempre.
La calle amarilla.
105
HERMANA
106
PERSISTENCIA
I
los muebles
el carpintero
las pieles de los asesinos
la gota en el vidrio
el agua
el polvo sobre los muebles
amor como venganza
querer
seguir queriendo
lo animal
de lo humano
lo humano de
lo animal
las piedras
el árbol inmenso
el árbol recortado
amor
como esfuerzo
como otra forma de odio
los pájaros
II
panza roja
rostro negro
carpintero
máscara
rojo en el ojo
pico fino
a ver quién se mueve
otros hacen ruidos
él está en una rama
vacila
soporta su peso
quebrándose
107
yo estoy plana
sobre las baldosas negras
aplanada por el sol
vos mirás a todos
menos a mí
¿qué, a quién estás buscando?
un carrillón lejos
Bach o algo infantil
te capta
das ternura
me enamoras
108
LA DIOSA
Dignas desafiando
desafinando
dotes
lo que no pueden
las lunas llenas
niñas de aquí, niñas turistas
el resort
la calle de los perros
el templo budista y polvo
polvo en los pies.
109
NO ESCRIBO SOBRE EL PENSAMIENTO
110
SIEMPRE HAY ISLAS
En el desierto
las niñas corren
libres
montaña arriba
pequeñas
ágiles
como cabras
como hadas.
Ella corta un pomelo
y lo reparte.
Una isla.
En la nieve
llegan correos
traducciones
trabajo
o algo mejor
una isla
siempre islas
una geografía
más allá de mapas dibujados
corporal
afectiva
pensada
solo en lo sentido, táctil
siento el papel del libro
cuaderno que tengo
que leo
que escribo.
111
EL MUNDO ES MÁS CHICO AHORA
112
VIVIR ES POLÍTICO
113
índice
Pròlogo 11
D I S T R I B U I D O R A & E S TA N T E R Í A D E LI B R O S Y R E V I S TA S
D I A G O N A L 7 8 E S Q . 6 - L A P L ATA - A R G E N T I N A
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