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La economía de guerra durante la Primera Guerra Mundial

La primera guerra mundial

La Gran Guerra se convertirá pronto en el mayor conflicto militar surgido hasta entonces. Así lo
demostró en primer lugar su enorme duración (desde 1914 hasta 1918). Desde las guerras
napoleónicas tan solo los conflictos coloniales y las guerras civiles se habían prolongado tanto
tiempo, los enfrentamientos entre naciones europeas habían sido mucho más breves. En
segundo lugar, había que tener en cuenta la expansión geográfica de los combates, pues se
extienden a casi todo el continente europeo y terminan adquiriendo un carácter mundial con
la intervención de potencias extraeuropeas como Estados Unidos o Japón. En este sentido hay
que tener en cuenta el hecho de que las metrópolis arrastren a sus colonias hacia la guerra
-aportando mercancías y soldados-. Por último, se produce una movilización masiva de
soldados, como nunca antes, que en el caso de Alemania supone la llamada a filas de entre 11
y 13 millones de soldados durante el conflicto. A ello habría que añadir el enorme despliegue
de todo tipo de recursos y armas, en frentes que se extendían a lo largo de centenares de
kilómetros, en algunos casos estando muy lejanos unos de otros -un ejemplo sería Alemania,
obligada a combatir en dos frentes muy alejados entre sí.

Estas magnitudes obligaron a los países beligerantes a movilizar todas las fuerzas económicas
para sostener el esfuerzo bélico. Nadie había pensado en una guerra tan larga, y ningún país
estaba preparado para ella. La prolongación del conflicto bélico obligó a los gobiernos a
improvisar una organización que fuera capaz de abastecer durante años a los ejércitos de todo
tipo de materiales: armas, munición, alimentos, uniformes, medicinas, etc.

En siglos anteriores los ejércitos se habían mantenido sobre el territorio que ocupaban
(saqueo), pero ahora los países se tenían que ocupar de su mantenimiento. Esto implicaba un
gran esfuerzo organizativo que debía permitir conseguir los siguientes objetivos:

- Producir enormes cantidades de recursos materiales, desarrollando al máximo su


potencial industrial, con el objetivo de cubrir las necesidades del ejército.
- Desplazar dichos recursos y transportarlos hacia el frente, para lo que eran
determinantes una adecuada utilización y organización de los transportes: se empezó
a utilizar la automoción, pero sobre todo el ferrocarril. Cuando el general alemán
Moltke afirmaba, "no construyan fortalezas, construyan ferrocarriles”, estaba
resaltando la importancia del ferrocarril en una posible victoria militar. De hecho,
Alemania puso durante la guerra los ferrocarriles bajo control militar con el objetivo de
utilizar adecuadamente todo su potencial.
- Abastecer a la población del país, que, debido a la obsesión del Estado por cubrir las
necesidades del ejército, se veía sometida al desabastecimiento y a la falta de todo
tipo de productos, incluidos los de primera necesidad.

Con la intención de conseguir estos tres objetivos los países en guerra desarrollaron una
economía de guerra, basada en un Estado fuertemente intervencionista, que dirigirá la vida
económica con la intención última de ganar la guerra. El ejemplo máximo fue la economía
alemana, dirigida por el ministro W. Rathenau. Alemania será entre los contendientes el mayor
ejemplo de organización, en contraposición con la situación económica del Imperio ruso, que
entró en colapso casi desde un principio.
En Alemania la economía intervencionista de guerra surge ya en agosto de 1914, debido a la
amenaza del bloqueo. El Plan Rathenau supone un fuerte control de la vida económica, el
gobierno crea oficinas encargadas del aprovisionamiento de materias primas, el reparto de los
alimentos y la distribución de la mano de obra. El bloqueo marítimo de los aliados supuso la
casi interrupción de los suministros, lo que afectó a los imperios centrales. Aunque hubo
fisuras, en los últimos meses de 1917 y en 1918 la escasez de alimentos en Alemania llegó a ser
muy grave. Esto llevó por un lado a la obsesión germana por conseguir de Rusia, a cambio de
firmar la paz, las cosechas de Ucrania, y por otro lado el incremento en esos años de forma
notable de la guerra submarina, como la gran baza alemana frente a la flota aliada.

En el caso de Rusia el inició de la guerra llevó pronto al colapso económico. Sus máquinas y
repuestos procedían de Alemania en su mayoría lo que paralizó parte de sus industrias. Por
otro lado, la llegada de productos y repuestos ingleses y franceses resultó muy difícil por el
cierre que los imperios centrales hicieron del estrecho del Bósforo y el mar Báltico. La
ocupación de los alemanes en 1915 de los yacimientos de hulla y mineral de hierro polaco fue
un nuevo golpe. A ello habría que añadir la insuficiencia de la red de ferrocarriles rusa, y la
enorme corrupción e incapacidad organizativa de la administración zarista que no era capaz de
movilizar y repartir los enormes recursos nacionales -un país agrícola que sufría un enorme
desabastecimiento en las ciudades-. Esta mala organización de la retaguardia explicaría que un
país agrícola viviera un enorme desabastecimiento de sus ciudades y estará en la base del
triunfo de la revolución rusa.

Objetivos económicos: el concepto de Mitteleuropa

En términos económicos, puede decirse que el principal objetivo que tuvieron los países
beligerantes, en especial Alemania, era desmantelar la economía multilateral capitalista para
sustituirla por las llamadas “grandes áreas económicas” que serían estructuradas a través del
poder político. Al terminar las hostilidades, el orden económico liberal-capitalista estaba
derrumbado, y la insistencia de las potencias vencedoras por restaurarlo tal y como estaba
antes de la guerra retardó una década la recuperación de la economía mundial.

Puede decirse que el gobierno alemán asumió una postura moderada en cuanto a los objetivos
de una eventual guerra, quería instaurar una Europa central unificada económicamente bajo
su dominio:

La idea consiste en lograr la creación de una unión económica de la Europa central a través de
acuerdos aduaneros. Esta unión debe instaurar la hegemonía de Alemania en Europa central,
sin necesidad de recurrir necesariamente a un ejecutivo constitucional conjunto; en su seno
sus miembros gozarían de una ostensible igualdad de derechos, pero estarían, de hecho,
sometidos al liderazgo de Alemania.

Estas pretensiones reclamaban la incorporación de algunos territorios de Francia y de Bélgica.


La postura radical fue asumida por la Liga Panalemana, una asociación de extrema derecha en
la que participaron algunos importantes terratenientes e industriales, la cual hizo una exitosa
propaganda en la que sus intereses económicos resultaban ser los intereses de la nación
(programa nacionalista), de tal forma que a finales de septiembre de 1914 la Liga organizó una
asamblea en la que representantes de la industria, la agricultura, las artesanías, la banca y el
comercio se pronunciaron por apoyar la política de expansión alemana. De manera concreta,
la Liga quería una Europa central que, junto a los territorios que el imperio alemán y Austria-
Hungría obtendrían como botín de guerra, constituiría un amplio espacio económico uniforme.
Este objetivo quedó planteado en la doctrina de la Mitteleuropa (Europa Central), concepto
económico que se originó en la Alemania imperial de la década de 1880. Para los políticos
alemanes de la época era evidente que la expansión industrial del mundo exigía una “política
imperialista”, pero Alemania tenía serios problemas para realizar conquistas en ultramar, así
que centró su interés en una Europa central bajo el gobierno de Alemania que debía constituir
la base política y económica sobre la cual se apoyaría para hacer frente a la competencia de
Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia. Así mismo, la doctrina del Lebensraum (espacio vital)
para una población en proceso de crecimiento fue otro argumento que se esgrimió para
convencer al gobierno en embarcarse en una “guerra preventiva” que aseguraría a Alemania
una posición de predominio mundial partiendo de Europa central.

Es muy probable que, de haberse concretado la Mitteleuropa, ello hubiera sido


contraproducente para Alemania, pues la famosa zona de Europa central únicamente absorbía
50% de las exportaciones alemanas y solamente proveía 30% de sus importaciones, por lo cual
la integración en la economía mundial ofrecía mejores oportunidades de crecimiento
económico que un área protegida por el poder militar y las tarifas arancelarias. En suma, la
Mitteleuropa no fue un programa económico, sino más bien una plataforma ideológica
propuesta como alternativa a la supuesta inferioridad de Alemania en una económica mundial
dominada por el imperialismo inglés, y cuyo destino final sería el repliegue de Alemania hacia
el proteccionismo y la autarquía.

La economía de guerra se basó en los siguientes presupuestos:

 La reconversión de la industria se va a orientar masivamente hacia la producción de


todo lo que necesitan los ejércitos. De esta forma la industria textil se dedicará a la
masiva fabricación de uniformes para los soldados y la industria metalúrgica pasó a
fabricar casi exclusivamente armamento y munición. Es el momento de empresas
como las alemanas Krupp o Thyssen, que se enriquecen con la guerra. A pesar de este
proceso de reconversión los ejércitos sufrieron durante buena parte de la guerra una
crónica escasez de munición y repuestos bélicos, y hasta 1917 no tuvieron un normal
abastecimiento.
 Según avanzaba la guerra se hacía más evidente la falta de mano de obra -la mayoría
de los varones en edad de trabajar habían sido movilizados para la lucha- y se recurrió
a la incorporación masiva de ancianos y sobre todo de mujeres al trabajo. En estos
años se incorporan a las labores sanitarias -las mujeres son el 90 % del personal
hospitalario- y trabajos administrativos en masa, pero también a trabajos más duros y
tradicionalmente masculinos como los transportes públicos o la industria bélica.
Durante la guerra las mujeres supusieron el 40 % de la producción metalúrgica y gran
parte de la industria armamentística dependió de su labor. En Francia hubo casi
700.000 mujeres trabajando en la industria bélica, por lo que no era de extrañar que
surgieran nombres para definirlas: "munitionettes". En Gran Bretaña el número de
obreras que trabajan en la industria de armamento superaba las 900.000. En Alemania
casi el 40 % de los operarios de las fábricas de armamento Krupp estaba compuesto de
mujeres. Se rompía así con los roles asignados históricamente a la mujer y al hombre y
que relegaban a la mujer, sobre todo a la que estaba casada, a las labores de la
casa y el cuidado de los niños.
La repercusión fue más allá del ámbito económico, sino que llegó a lo social y político,
porque abrió el camino en la posguerra hacia una mejora en los derechos de la mujer y
una paulatina incorporación de ésta al mercado de trabajo, sirviendo de estímulo a los
movimientos que luchaban por la equiparación legal y política de la mujer. En tales
circunstancias, el papel de la mujer en la sociedad fue reconocido y nadie pudo
oponerse a las demandas de las sufragistas. En muchos países las mujeres obtendrán el
derecho a voto durante la guerra y en años sucesivos.

 El desabastecimiento de las ciudades, la falta de productos de primera necesidad y la


fuerte inflación de los precios, obligó al Estado al control de consumo, de los precios y
del comercio: Se fijan los precios con el objeto de frenar la inflación, se establece un
fuerte control sobre las actividades comerciales, limitando la exportación de productos
nacionales hacia el exterior. Con el objeto de evitar el hambre se opta por el
racionamiento y se crean las "cartillas de racionamiento" en algunos países. En
Alemania se decretó la mezcla de harina y fécula de patata para fabricar el llamado
"pan de guerra", en 1918 la ración diaria pasó de 220 gramos a 116, de la misma forma
se redujo la ración de carne, se reservó la leche para ciertas categorías de
consumidores, especialmente los niños, y se buscaron sucedáneos para el aceite. En
Francia se racionaron productos básicos como el azúcar, la leche, el aceite o el carbón
y se restringió el consumo de gas y electricidad. El hambre y la falta de jabón y
antisépticos, provocaron un aumento de las enfermedades epidémicas y la mortalidad.
Es precisamente durante la Primera Guerra Mundial cuando se extiende la "gripe
española", que provocará decenas de millones de muertos a nivel mundial.

El Tratado de Versalles

La guerra llegó a su fin con el Tratado de Versalles, el cual en materia económica resultó ser
desastroso para la recuperación de la economía europea. En primer lugar, las potencias aliadas
tenían intereses divergentes: Francia quería debilitar económicamente a Alemania y se
concentró en la recuperación de Alsacia, Lorena y la cuenca del Sarre, cuyas minas de carbón
eran codiciadas como deseable complemento al hierro de Lorena; Gran Bretaña, Italia y Rusia
no querían un socio económico débil pues sus economías estaban íntimamente entrelazadas
con las economías de las potencias centrales, como lo ejemplifica que 40% de las
exportaciones rusas de cereales iban hacia Alemania. En segundo lugar, las nuevas fronteras
geopolíticas significaron una reordenación de los recursos económicos que impusieron trabas
al desarrollo de la economía europea e internacional (por la reordenación colonial) que se
agravaron por las tendencias proteccionistas inmediatas.13

Pero la principal consecuencia de Versalles fueron las excesivas reparaciones de guerra


impuestas a Alemania. La cifra final de reparaciones fue fijada en 132 000 millones de marcos,
y la cuestión de si Alemania podía pagar esa suma o si era económicamente viable, ni siquiera
se discutió. De inicio, unos 20,000 millones de marcos oro se pagaron en especie con flota
mercante, locomotoras, vagones de ferrocarril, maquinaria agrícola, ganado vacuno, caballos,
carbón, colorantes. Además, el imperio alemán renunció a 13% de su territorio y a 10% de su
población, perdió 15% de sus áreas de cultivo, 75% del mineral de hierro y varios centros
industriales. Las reparaciones de guerra recayeron en la práctica sobre Alemania porque era la
única potencia central económicamente solvente, pero con ello se canceló cualquier
posibilidad de una recuperación de su economía, y con ello, de la recuperación económica de
Europa.

Al término de la guerra fue necesario reconvertir las industrias que habían estado destinadas
durante años a la producción de guerra. El proceso fue lento y se vio entorpecido por una crisis
que se alargó hasta 1924. La "economía de guerra" dislocó el sistema productivo y eliminó de
la política económica los principios del liberalismo. La tendencia se consolidó durante la
posguerra fruto de las políticas de los gobiernos de izquierda, especialmente los
socialdemócratas. El intervencionismo económico del Estado fue la pauta seguida durante el
período de entreguerras salvo en el caso de Estados Unidos, hasta la llegada a la presidencia
de F. D. Roosevelt.

El gasto bélico se financió en parte acudiendo a las reservas de oro y al endeudamiento


mediante la emisión de deuda pública, complementado con el recurso a créditos exteriores,
especialmente de origen estadounidense. Se recurrió a la fabricación del papel moneda, lo que
provocó una fuerte inflación, agravada en la posguerra por el desequilibrio entre demanda y
producción.

Sin embargo, hubo países a los que la guerra benefició económicamente. En primer lugar,
aquellos que habían permanecido neutrales durante el conflicto y se habían convertido en
proveedores de materias primas y alimentos para los contendientes, casos de Brasil, Argentina
y España.

Pero fundamentalmente la guerra consolidó el crecimiento de dos grandes potencias: Estados


Unidos y Japón cuyo comercio experimentó un aumento sin precedentes en detrimento de las
potencias tradicionales de Europa, que perdieron sus mercados exteriores y vieron cómo su
espacio económico se fragmentaba.

Estados Unidos prestó importantes cantidades de dinero a los aliados y les suministró
abundante material bélico, bienes de equipo y víveres. Se convirtió en el mayor acreedor (más
de 250 mil millones de dólares) de los países europeos, que en adelante entraron en una
estrecha dependencia de los créditos norteamericanos para hacer frente a la reconstrucción
económica. El dólar se convirtió junto a la libra esterlina en el principal instrumento de cambio
en las transacciones internacionales y la bolsa de Nueva York consiguió el liderazgo mundial.
Bibliografía

JOSÉ ANTONIO DONCEL DOMÍNGUEZ. (2012). La economía de guerra durante


la Primera Guerra Mundial: La importancia de la retaguardia.. 2019, de
blogspot Sitio web: http://jadonceld.blogspot.com/2012/03/la-retaguardia-
durante-la-primera.html

ABRAHAM APARICIO CABRERA. (2013). Historia económica mundial 1870-


1950. 2019, de elsevier Sitio web: https://www.elsevier.es/es-revista-
economia-informa-114-articulo-historia-economica-mundial-1870-1950-
S0185084913713379

JORGE JUAN LOZANO CAMARA. (2004). La Primera Guerra Mundial. 2019, de


claseshistoria Sitio web:
http://www.claseshistoria.com/1guerramundial/consecuenciaseconomicas.h
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