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PRAGMÁTICA Y COMUNICACIÓN INTERCULTURAL

PRIMERA PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA

Jara María Molina Sánchez


jaramolinasanchez@gmail.com

CENTRO ASOCIADO DE BERGARA


Tutor: Alberto Ballestero Izquierdo

Grado en Lengua y Literatura Españolas. UNED. 2019.


Fecha límite de entrega 31 de marzo de 2019. 23:55 h
Esta prueba consta de tres ejercicios prácticos en los que debe aplicar lo que ha aprendido en los
temas 1-5. En todos los casos, su objetivo es identificar las claves pragmáticas que permiten entender
la interpretación o el efecto que producen los enunciados que aparecen en cada pregunta.

1. En el siguiente diálogo se repite un mismo sintagma, pero la interpretación es diferente cada vez.
Explique por qué hace falta un enfoque pragmático para explicar esto, e indique qué tipo de procesos
intervienen en la interpretación:

A: -¿Cuándo podría ser?


B: -¿En enero?
A: -¡¿En enero?!
B: -En enero.
A: -En enero…
B: -¡En enero!

En el diálogo que se presenta, el interlocutor A pregunta por el momento en que podría


tener lugar un evento, posiblemente, están buscando la mejor fecha para realizarlo y
deben decidirlo, aunque no tenemos muchas pistas que nos permitan conocer la
situación de modo más preciso.

En una primera intervención, el interlocutor B emite un enunciado interrogativo. Partiendo


de la pregunta que ha sido realizada, interpretamos que este está haciendo una
sugerencia y lo hace con duda, de ahí su tono interrogativo. Podríamos señalar en este
caso un significado profundo que vendría a ser algo como tal vez el evento podría ser en
enero. El interlocutor A responde de modo que muestra su desconcierto; para él, no
sabemos por qué, pero ese mes no le parece en un primer momento el más adecuado o
el más probable; de ese modo, emplea el tono para expresar su extrañeza.

Por segunda vez B da la misma respuesta pero esta vez en tono declarativo, ya no es
una sugerencia de la que el emisor duda, es la opción, seguramente ha encontrado
razones que apoyan dicho enunciado. A, todavía no está seguro, pero de la seguridad
manifestada por su compañero, deduce que debe haber motivos claros que le hayan
llevado a tal enunciado; por ello, emite el mismo sintagma dejándolo en suspensión,
dando pie a la búsqueda de las razones que justifiquen que el evento pueda ser en
enero. Por último, B realiza ese sintagma de modo exclamativo, está convencido y busca
trasmitir su convicción a su interlocutor.

Como vemos, hay varias cuestiones que han influido en la obtención de una
interpretación de los enunciados. En primer lugar, podemos señalar la presencia de un

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contexto, un conocimiento previo, que poseen tanto A como B y que A sabe que B
posee. Se trata de ese contexto del que nosotros no sabemos nada y que nos permitiría
dar un referente a aquello que podría ser en enero, o saber si se refiere al enero de este
año o al del próximo, por ejemplo. También nos ayudaría a barajar los posibles motivos
por los que es enero el mes al que se recurre. Todo ello, nos permitiría dar una
interpretación mucho más precisa, que sin duda los interlocutores logran y que nos es
negada por la falta del contexto en el que tiene lugar tal diálogo.

Por otro lado, tenemos que valorar la capacidad que tenemos para plantear una situación
genérica en la que dicho diálogo pueda darse. Debido a nuestro conocimiento del mundo
encontramos situaciones estereotipadas en las que es posible tal pregunta y tal
respuesta. Eso nos ayuda a elaborar una idea sobre lo que puede estar ocurriendo en
este diálogo.

Además, resultan esenciales a la hora de alcanzar una correcta interpretación de los


enunciados los elementos paralingüísticos y quinésicos. Se demuestra que la
entonación, la expresión facial y otros elementos ajenos a la lengua, aquí inferidos a
través de los signos de puntuación, pueden llegar a ser imprescindibles; pues aquí
aunque nos presentan enunciados iguales en cuanto a código, sin embargo, difieren
notablemente en su interpretación final.

Se requiere de algo más que del dominio léxico y gramatical, es necesario conocer el
contexto, avanzar en hipótesis y tener en cuenta las señales extralingüísticas que
acompañan al acto locutivo para poder explicar la producción e interpretación de estos
enunciados. Por todo esto, el enfoque pragmático es fundamental, pues permite
entender la comunicación teniendo en cuenta todos estos aspectos sobre los que indaga.

Uno de los procesos implicados en los enunciados que se presentan es el de


codificación/descodificación. El emisor, por asociación simbólica arbitraria y convencional
a través de un código, elabora un mensaje que después será descodificado por el
receptor. En este ejemplo, este proceso nos trasmite el significado de ocurrencia durante
el primer mes del año (en enero). Pero no resulta para nada suficiente para llegar a
comprender lo que se está comunicando con tal diálogo.

Así, cobran gran importancia los mecanismos de ostensión/inferencia. A través de estos,


el emisor, partiendo de la representación privada de sus pensamientos, selecciona y
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emite una señal que será expandida por el receptor mediante inferencias con el objetivo
de recuperar la representación inicial del emisor. Se genera, de este modo, una nueva
representación privada, en este caso en el receptor. Se trata, en definitiva, de un proceso
de comunicación, donde producción e interpretación derivan de la combinación de
información lingüística y extralingüística por medio de mecanismos de
codificación/descodificación y ostensión/inferencia.

2. Explique qué procesos intervienen en la interpretación del siguiente diálogo:

A: -¿Te gustaría cenar alguna noche?


B:- Bueno, a mí me gusta cenar todas las noches…

En este diálogo, A hace una proposición a B, quiere una cita en la que vayan a cenar
juntos, ha elidido conmigo, presuponiendo que B tiene la capacidad y los elementos
necesarios para llegar a la correcta interpretación: el conocimiento de que la gente se
suele invitar a cenar para conocerse mejor cuando hay un cierto interés, la evidencia de
que suela cenar y le guste hacerlo, etc. Se trata de una situación estereotipada que
cuenta con un guion conocido y sienta expectativas determinadas.

B responde, o así podemos considerar en un primer momento, como si no hubiera sido


capaz de interpretar el enunciado, llevando a cabo una descodificación sin emplear
implicaduras de ningún tipo. En la elaboración del enunciado por parte de A, hay
ostensión, pero en cuanto a la interpretación que elabora B del mismo, podría pensarse
que solo ha habido descodificación y no inferencia y de ahí que nos resulte en cierto
modo inesperado, e incluso nos pueda resultar chistoso. Esto es debido a que la
pregunta de A en el sentido literal resultaría irrelevante en casi todos los contextos y se
espera que B espontáneamente continuara buscando una interpretación que sí tuviera
suficiente relevancia. Sin embargo, parece que esto no ha sucedido y, por tanto, no se
ha logrado el éxito comunicativo; el conjunto de representaciones que se han generado
en B no son para nada parecidas a las que A pretendía generar.

Se dan, por tanto, fenómenos de codificación/descodificación, es decir, se trasmiten


significados a través de las asociaciones arbitrarias que presenta el lenguaje. Pero sobre
todo destaca la ostensión, proceso en el que el emisor selecciona lo que considera
suficiente para generar la representación deseada en el receptor. Y también es relevante
la inferencia que debería de haber habido, que implicaría expandir lo recibido de modo
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que se encontrara mediante deducción un sentido del enunciado que resultara relevante
de acuerdo a los intervinientes y al contexto.

No obstante, es posible que B si haya sido capaz de interpretar correctamente el


enunciado, es decir, que sepa que está siendo invitado a cenar, pero que haya decidido
fingir que no ha sido así con alguna intención. Según el modo de expresión y
gesticulación de B, podría tratarse simplemente de una gracia para romper la
incomodidad que podría estar causando una pregunta socialmente delicada, para
posteriormente aceptar la invitación; o puede que realmente no quiera ir a cenar con A y
haya buscado una forma menos brusca de rechazar la invitación evitando responder.

En cualquier caso, lo que pone de manifiesto el diálogo es cómo entran en juego los
conocimientos previos de situaciones estereotipadas y las capacidades deductivas a la
hora de interpretar los enunciados. También podríamos señalar cómo a la hora de
emitirlos se tiene en cuenta, no solo que el mensaje llegue al interlocutor, sino también
cómo le llega y cómo puede afectarle. Y, sobre todo, se demuestra que no basta con el
proceso de descodificación para llegar a una interpretación aceptable, sino que los
mecanismos de inferencia son muchas veces necesarios para reconstruir lo que el
emisor quiere decir a partir de lo que dice mediante raciocinio. Además, también
podemos considerar cómo complementar el enunciado con otras señales, como gestos y
expresión facial, puede ser determinante a la hora de lograr la interpretación más
precisa.

3. En la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado (Santiago de Chile, 2007), el entonces rey de
España, Juan Carlos I, terció en una discusión entre los entonces presidentes de España (José Luis
Rodríguez Zapatero) y de Venezuela (Hugo Chávez), dirigiéndole a este último la frase ¿Por qué no te
callas? Explique en términos pragmáticos la fuerza ilocutiva de este enunciado y comente el tipo de
relación social que se ilustra en este uso.

La frase emitida por el entonces rey Juan Carlos I, aunque se formula a modo de
pregunta, no puede desde luego interpretarse como un interés en saber los motivos de la
capacidad locutiva del entonces presidente de Venezuela, como podríamos hacer
recurriendo a la simple descodificación del mensaje. Constituye más bien una orden en
la que manda a Hugo Chávez callarse, según corresponde al uso convencional de ese
tipo de frase.

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La entonación, el énfasis son elementos paralingüísticos indicadores de la fuerza
directiva. La fuerza ilocutiva se podría explicar a través de una estructura profunda en la
que el significado sería: te digo que te calles o te ordeno que te calles. Por tanto, se trata
de un acto indirecto donde se emplea el modo interrogativo no para preguntar, sino para
mandar. Parece que Juan Carlos parte de suponer que Chávez puede callarse y debería
callarse, por lo que le pregunta por qué, es decir, los motivos de que no lo haga, dejando
sobre la mesa que existen razones por las que el presidente de Venezuela debiera
callarse.

Esta interrogativa supone un acto directivo que demuestra deseo del emisor y no deseo
del destinatario, aunque este pueda controlar lo que ocurre al respecto. Además, la
dirección de ajuste es hacia arriba (), pues busca un cambio en la realidad y el modo de
consecución implica una distancia social, de modo que el rey se coloca en una posición
de autoridad, con la presunción de que Hugo Chávez debería obedecerle. De este modo,
se está incumpliendo una condición preparatoria de adecuación, un desajuste en la
medida de la distancia social que media entre ambos, pues el rey no tiene realmente esa
autoridad, no es jerárquicamente superior, según se adjudica con su enunciado. De esta
forma, Hugo Chávez se encuentra recibiendo un trato que no se corresponde con su
posición de jefe del Estado de su país.

Además, el enunciado no se corresponde en absoluto con el grado de institucionalización


y carácter público de una cumbre de ese calibre, donde las palabras se encuentran
medidas, los turnos protocolizados y hay un elevado grado de formalidad y control de las
emisiones. De ahí parte la polémica que generó la frase en los medios de la época y la
sanción social derivada del infortunio que conlleva esta. El factor contextual relativo a la
distancia social entre interlocutores y situación parecen haber sido mal valorados.

Esta ruptura de lo esperado para ese marco y tal relación entre interlocutores pone en
relevancia que el rey emérito no tuvo una elección de acuerdo a las circunstancias, quizá
por una falta de control, y expresa la intención de dejar a Chávez en mal lugar. Si bien
partiendo del contexto en que desde el exterior se acusaba a Hugo Chávez de dictador y
había sido seriamente criticado y porque, además, en ese momento había realizado
interrupciones y descalificaciones al expresidente Aznar durante la palabra de Zapatero,
hubo quien justificó las palabras inoportunas del rey. Esto se debe a que en base a la
representación relativa al presidente venezolano que poseían muchos, estos razonaban
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que resultaba merecedor de tal consideración. Dicha representación negativa de su
interlocutor podría ser uno de los motivos por los que el rey, a pesar de todo, lleva a cabo
la elección de esa frase desafortunada.

Vemos que la pragmática se hace necesaria para entender la adecuación o inadecuación


de un enunciado que, a pesar de ser gramaticalmente correcto, implica incorrecciones de
tipo social de acuerdo a la situación. Más allá del significado del enunciado, elementos
como la actitud del emisor, la relación entre emisor-receptor y la caracterización de la
situación deben considerarse para comprenderlo completamente.

Por tanto, es relevante evaluar al emisor y receptor no como meros partícipes de la


trasmisión de un mensaje de una fuente a un destino, sino entendiendo cuáles son las
representaciones y procesos cognitivos que median en la consideración mutua y la
correspondiente elección lingüística.

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